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La dimensión social de la Evangelización

Seguimos en el ambiente de la alegría de la Navidad, la mayor muestra de amor que Dios


ha tenido hacia los hombres. Dios mismo se ha encarnado y se ha hecho uno de nosotros.
Hemos además iniciado un nuevo año civil lleno de propósitos y de una buena voluntad
hacia crecer cada vez más en este tiempo que Dios nos permite vivir.

Durante este 2019 vamos a meditar acerca de la dimensión social de la Evangelización y


sobre todo de la evangelización de nuestra Parroquia. ¿Qué tanto hemos llevado a Cristo a
las obras de las personas que hemos y estamos evangelizando? ¿Tenemos frutos buenos de
caridad hacia el prójimo? ¿Hemos evangelizado de tal modo que nuestras palabras tuvieran
fruto en las obras de nuestros interlocutores?

El papa Francisco ha puesto, en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el inicio de


la dimensión social de la evangelización en la profesión de la fe. ¿Qué anuncian los
evangelizadores? La fe en la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es desde este anuncio
primordial de donde se desprende el compromiso social dentro del proceso evangelizador.

El tener a Dios como nuestro Padre nos muestra la dignidad de cada una de las personas
que nos rodean y de nosotros mismos. Todos somos hijos del mismo Dios y Él nos ama de
la misma manera y medida a todos. De este amor que nos da Dios como nuestro padre nace
la dignidad que tenemos todos los hombres, somos hijos amados del mismo Padre. Una
muestra de este amor la hemos celebrado en la encarnación y el nacimiento de su Hijo,
Dios se ha hecho igual que nosotros, así “cada persona humana ha sido elevada al corazón
mismo de Dios” (EG, 178).

Al aceptar la redención de Jesús, aceptamos no una simple redención individual en la que


Jesús me salvó a mi o a ti por separado, sino que es una redención del carácter social, el
Hijo de Dios ha muerto por todos los hombres, tal como lo recordamos en cada Eucaristía
en las palabras de la consagración: “Sangre de la Alianza nueva y eterna que será
derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados” (MR).

El creer en el Espíritu Santo nos lleva a contemplarlo como alguien que actúa en todos los
seres humanos y de manera especial en la comunidad de la Iglesia en donde se profesa la fe
comunitariamente y donde todos nos hacemos uno con Dios mismo en el “Cuerpo místico
de Cristo” (Cfr. 1 Cor. 12,12-13).

Así pues, en el acto de la evangelización, en la proclamación y en la profesión de la fe en la


Santísima Trinidad, podemos ver cómo se desprende la dimensión social de la Pastoral de
la Evangelización. Estamos llamados a ver a los demás con la misma dignidad de hijos de
Dios, con la misma redención comunitaria que nos ha dado Jesús y en la misma unidad de
caridad que nos proporciona el Espíritu Santo.

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