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GUERRA DEL CHACO

La Guerra del Chaco fue uno de los mayores conflictos del siglo XX dentro de Latinoamérica.
Librada entre Bolivia y Paraguay de 1932 a 1935, supuso una disputa territorial precursora de
los conflictos que posteriormente llevarían a la Segunda Guerra Mundial.

Origen
El Chaco, más concretamente el Chaco Boreal de 650.000 kilómetros cuadrados, situado justo
en medio de la frontera entre Bolivia y Paraguay, era un territorio inhóspito, seco y polvoriento,
cargado de una abundante vegetación compuesta por palmeras, matorrales, zarzas y cactus,
cuya única fauna eran arañas y serpientes venenosas, así como mosquitos transmisores de
enfermedades. Respecto al suelo la posibilidad de cultivo era imposible, exactamente igual que
la logística y las comunicaciones debido a la escasez de agua potable y a unas temperaturas de
más de 50º C grados en verano. Sin embargo la riqueza del Chaco no estaba en su superficie,
sino en el subsuelo por los enormes yacimientos de gas natural y también por las bolsas de
petróleo que llevaron a despertar un gran interés por parte de bolivianos y paraguayos.

Jamás Bolivia y Paraguay habían mantenido ninguna disputa territorial, ni siquiera eran
enemigos naturales sobre la región desde que se habían independizado de España en el siglo
XIX. Paraguay por ejemplo únicamente se disputaba tierras con Argentina y Brasil tras la
Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) que terminó en derrota y en la cesión de 150.000
kilómetros cuadrados de superficie. Bolivia por otra parte, solamente mantenía rivalidad con
Chile tras su derrota en la Guerra del Pacífico (1879-1884) durante la cual perdió su única
salida al mar. No obstante sería la urgente necesidad de ambos países por resarcirse de los
fracasos anteriores, así como la posibilidad de extracción de materias primas, las causas que
llevarían a un inevitable enfrentamiento entre paraguayos y bolivianos.

Tren de tropas paraguayas en el Chaco.


El detonante del conflicto sucedió de manera accidental el 25 de Abril de 1932, cuando un
avión boliviano descubrió por casualidad la Laguna Pitiantuta, la cual se encontraba situada
dentro de una frontera entre Bolivia y Paraguay que jamás había sido definida tras la
descomposición del Imperio Español. Dos meses más tarde, el 15 de Junio, una fuerza militar
boliviana, queriendo aprovechar las reservas acuíferas de la laguna, rodeó sus orillas y ocupó el
Fortín Carlos López que era propiedad del Ejército Paraguayo. Por supuesto desde Asunción se
tomaron la acción como una afrenta, por lo que el 16 de Julio una columna paraguaya recuperó
el Fortín Carlos López sin apenas encontrar resistencia. Esta acción fue considerada como un
“causus belli” en Bolivia, así que transcurridas 72 horas del suceso, el Presidente Daniel
Salamanca salió al balcón del Palacio Quemado de La Paz, exhortando a las masas a alzarse en
armas contra Paraguay.

A diferencia de Bolivia, Paraguay prefirió por no quedar como el responsable de una guerra que
parecía inevitable ante la comunidad internacional. De este modo tuvo que ser el Ejército
Boliviano el que llevó la iniciativa cuando 6.000 de sus tropas cruzaron ilegalmente la frontera
del Chaco Boreal y ocuparon el 27 de Julio el Fortín Corrales, el 28 el Fortín Toledo, el 31 el
Fortín Boquerón y el 7 de Agosto el Fortín Carayá. Finalmente y ante lo que se evidenciaba era
una invasión a gran escala, el 21 de Agosto de 1931 Paraguay rompió relaciones diplomáticas
con Bolivia. Acababa de comenzar la Guerra del Chaco.

Ejército Boliviano
Bolivia era un país poco preparado para una guerra y menos aún para llevar a cabo una
invasión. La nación únicamente podía afrontar una contienda de corta duración porque
dependía económicamente del exterior, ya que el 90% de sus productos básicos y alimentos se
adquirían en el extranjero debido a que la mayor parte de la población campesina había
abandonado la agricultura para trabajar en la minería. Lo mismo sucedía con el petróleo que se
compraba en pocas cantidades a Argentina y otras materias primas procedentes de Europa y
Estados Unidos.

Militarmente el Ejército Boliviano centró su estrategia pensando en que como la población y


fuerzas armadas de Bolivia superaban en tres a uno a las de Paraguay, invadir el Chaco Boreal
sería una tarea sencilla. Así lo interpretó tanto el Gobierno del Presidente Daniel Salamanca
como el Estado Mayor compuesto por los generales Filiberto Osorio, José Leonardo Lanza,
Enrique Peñaranda y el alemán Hans Kundt, un antiguo veterano de la Primera Guerra Mundial
que había sido enviado como asesor a Bolivia para estrechar lazos entre las dos naciones. Sin
embargo y a pesar del optimismo imperante, nadie tuvo una visión real de las pésimas
capacidades del Ejército Boliviano. Primeramente el cuadro de oficiales estaba conformado por
una serie de militares elegidos a dedo por el poder político y por tanto escasamente cualificados
para dirigir operaciones a gran escala. La tropa por otro lado estaba en situación peor porque la
mayoría de los reclutas eran indígenas quechuas, aymaras o criollos blancos, así como diversas
tribus del Altiplano que hablaban lenguas distintas, cuyos conocimientos bélicos eran nulos y
además físicamente no estaban acostumbrados a subsistir fuera de su espacio natural. Tampoco
las tácticas se habían modernizado porque los mandos confiaban en cargas frontales del siglo
pasado, exactamente igual que el armamento, la mayoría anticuado y procedente de los
excedentes europeos de la Primera Guerra Mundial. Por último estaba el problema de la
logística porque para maniobrar en la difícil orografía de matorrales del Chaco, con escasas
carreteras y vías ferroviarias, los bolivianos desplegaron un pequeño parque móvil de camiones
y una reserva de agua para 5.000 hombres, una cifra insignificante para los 30.000 movilizados
inicialmente.

El Ejército Boliviano desplegó a un total de 250.000 soldados.

Ejército Paraguayo
Paraguay no estaba en una situación tan precaria a diferencia de Bolivia. Liderado el Gobierno
del país por el Presidente Eusebio Ayala y estando el Ejército Paraguayo al frente del general
José Félix Estigarribia, el trabajo de políticos y militares se centró exclusivamente en buscar la
manera de defenderse de la agresión boliviana. Para ello las fuerzas armadas paraguayas
encontraron el modo de compensar su inferior numérica aprovechando la orografía del terreno
y atrincherándose en un inmenso frente de trincheras que se extendía desde la frontera del
Brasil hasta la Argentina, protegiendo especialmente el margen del Río Paraguay para privar de
agua al enemigo. Respecto a nivel interno, el Ejército Paraguayo contaba con una oficialidad
competente que había estudiados en academias militares del extranjero y además gozaba de
asesores procedentes de Francia; mientras que la tropa se componía únicamente de guaranís y
criollos blancos que se comunicaban en castellano y se coordinaban a la perfección.

El Ejército Paraguayo desplegó a 120.000 soldados.

Batalla de Boquerón
Con el inicio de la Guerra del Chaco, el Ejército Boliviano que previamente había invadido
grandes porciones del Chaco Boreal antes del comienzo oficial de las hostilidades, prosiguió su
avance hacia el interior sin encontrar apenas oposición. Por ejemplo el 6 de Septiembre de 1932
las tropas bolivianas tomaron el Fuerte Rojas Silva y el 8 su aviación causó graves daños a una
columna paraguaya. Sin embargo no contaron con que el Ejército Paraguayo mantenía muy
bien protegidas las arterias principales del país y poco a poco movilizaba recursos en la
retaguardia que iban reforzando el frente. De hecho el mismo general José Félix Estigarribia se
vio lo suficientemente preparado para organizar el primer contraataque destinado a retomar el
estratégico Fuerte Boquerón.
Soldados paraguayos en la Batalla de Boquerón.

La Batalla de Boquerón se inició el 9 de Septiembre de 1932 cuando el Ejército Paraguayo


rodeó y asedió la guarnición boliviana del Fuerte Boquerón que tuvo que refugiarse en el
interior de sus muros. Allí aguantarían los bolivianos durante días soportando bombardeos de
artillería y continuos asaltos que milagrosamente fueron detenidos, gracias en parte al apoyo
aéreo y a la escasez de agua de los paraguayos.

Heroica fue la resistencia de los bolivianos en Boquerón, aunque después de más de tres
semanas de duro asedio, los alimentos y las municiones se agotaron, mientras que las
enfermedades y los numerosos heridos imposibilitaron continuar luchando. De este modo y
ante el riesgo de ser aniquilados, el 29 de Septiembre de 1932 la guarnición boliviana se rindió
tras haber sufrido 1.500 bajas entre muertos y prisioneros.

Asedio del Fortín Nanawa


Reconquistado el Fortín Boquerón, un total de 15.000 efectivos del Ejército Paraguayo pasaron
a la contraofensiva en todo el frente del Chaco. Primeramente los paraguayos ocuparon los
Fuertes Ramírez y Castillo el 8 de Octubre, el Fortín Lara el 11, el Fortín Yujra el 12 y el
Fuerte Acre el 23 que capituló con la captura de 88 militares bolivianos. Dos días más tarde, el
25, se hicieron con el Fortín Rojas Silva, el 26 con el Fortín Alihuatá y el 30 con el Fortín
Fernández. Roto el frente por varios sectores en Noviembre, la retirada del Ejército Boliviano
se convirtió en desbandada porque 4.000 soldados huyeron precipitadamente y de manera
desordenada a través de la selva de matorrales y zarzas. Curiosamente durante esta fase tendría
lugar el primer combate aéreo de la contienda y también de la Historia de Latinoamérica,
después de que un caza boliviano Vickers 143 derribase en un duelo a un avión paraguayo
Potez 25.

A finales de Diciembre de 1932, el Ejército Paraguayo detuvo su ofensiva a tan sólo 7


kilómetros del Fuerte Saavedra, temiéndose que al haberse alargado sus líneas, el Ejército
Boliviano pudiese tenderles una emboscada. Y lo cierto fue que el general José Félix
Estigarribia no andó mal encaminado, ya que el general alemán Hans Kundt que acababa de
tomar el mando del Ejército Boliviano, se encontraba preparando un contraataque que había
fijado para comienzos de 1933 sobre el Fortín Nanawa.

El 20 de Enero de 1933, un total de 6.000 tropas bolivianas apoyadas por 10 aviones,


desencadenaron su ofensiva contra el Fortín Nanawa, cuyos muros y trincheras adyacentes
estaban defendidas por 2.500 paraguayos al mando del coronel Luis Irrazábal Barboza. Sin
embargo el ataque frontal que se produjo contra unos soldados bien protegidos y parapetados
detrás de alambradas, terminó siendo un completo fiasco porque todos los asaltos fueron
repelidos con cientos de bajas. Por si fuera poco los bolivianos se quedaron sin caballos de
carga después de matar a sus animales con la finalidad de impedir que consumieran la escasa
agua disponible, mientras que por el contrario los paraguayos recibían desde el aire los
suministros necesarios que su propia aviación les lanzaba, llegando incluso algunos aparatos a
tomar tierra dentro del fortín.

Solamente diez días después del inicio del asedio, el 30 de Enero de 1933 el Ejército Boliviano
levantó el cerco al Fortín Nanawa y se replegó derrotado. La batalla supuso un auténtico
desastre miliar para los bolivianos que sufrieron 2.500 bajas entre muertos y heridos, a costa de
únicamente 248 bajas paraguayas entre 108 muertos y 140 heridos.

Ofensivas Boliviana y Paraguaya


Simultáneamente al fallido ataque contra el Fortín Nanawa, el Ejército Boliviano liderado por
el general alemán Hans Kundt fue el artífice de una gran ofensiva contra todo el frente del
Ejército Paraguayo en el Chaco Boreal. El primer objetivo fue el Fortín Fernández, del que
nuevamente los bolivianos tuvieron que retirarse sufriendo 300 bajas. A este le siguió el Fortín
Corrales, que por fortuna para los atacantes, fue tomado sin encontrar oposición porque todos
los paraguayos prefirieron abandonarlo. No obstante el asalto sobre el Fortín Toledo fue un
verdadero desastre, porque las tropas bolivianas terminaron replegándose el 10 de Marzo de
1933, después de que los mismos soldados se amotinasen contra sus oficiales e incluso llegaran
a disparar contra algunos de ellos.

Más suerte tuvo el Ejército Boliviano el 13 Marzo de 1933 cuando arrebató a los paraguayos el
Fuerte Alihuatá, aunque durante la acción los atacantes encajaron 238 bajas. Pocos días
después, el 17, las tropas bolivianas también consiguieron expulsar al Ejército Paraguayo hacia
Gondra tras la victoria en la Batalla de Campo Jordán; aunque la jornada del 27 resultó ser un
fiasco porque fracasó el segundo asalto efectuado por 2.000 bolivianos contra el Fortín
Fernández que costó la elevada cifra de 600 bajas. Sin embargo peor derrota fue la sufrida
durante el nuevo asedio sobre el Fortín Nanawa después de que el Ejército Boliviano se
replegase con más de 2.000 bajas entre muertos y prisioneros frente a 636 paraguayas entre
muertos y heridos.
Soldados bolivianos en la Guerra del Chaco.

Incapaz el Ejército Boliviano de superar el dispositivo de fortines del Ejército Paraguayo, en


Agosto de 1933 intentó una maniobra de flanqueo sobre Campo Aceval y Alihuatá, que
nuevamente fracasó debido a la férrea resistencia paraguaya. Por si fuera poco aquella
maniobra dejó demasiado expuesto el saliente boliviano, por lo que el 15 Septiembre los
paraguayos desencadenaron un breve que contraataque alrededor de Campo Grande que rodeó
y destruyó a un total de tres regimientos del Ejército Boliviano en Ballivián, Loa y Pozo
Favorito en que perdieron la vida más de 200 soldados y fueron capturados otros 535.

Mermado el Ejército Boliviano por las grandes pérdidas cosechadas, el Ejército Paraguayo del
general José Félix Estigarribia inició su gran ofensiva en Diciembre de 1933. Primeramente las
tropas paraguayas tomaron Pozo Negro y a continuación ocuparon el Fuerte Alihuatá el día 7,
lo que favoreció embolsar a un gran número de contingentes bolivianos en un anillo. Gracias a
este cerco sobre el sector de Campo Vía, el 11 de Diciembre un total de 2 divisiones bolivianas
fueron destruidas, mientras que durante los días siguientes fueron siendo eliminados los últimos
núcleos de resistencia con la caída del Fortín Saavedra el día 14 y el Fortín Muñoz el 19.
Concluida la batalla, el Ejército Boliviano sufrió una de las mayores catástrofes militares de su
Historia con un total de 10.100 bajas entre 2.600 muertos y 7.500 prisioneros, además de perder
un material de 8.000 fusiles, 536 ametralladoras, 2 tanques, 20 cañones, 25 morteros y
numerosos camiones.

Punto de Inflexión
Preocupados el resto de países de Latinoamérica por la escalada bélica cada vez mayor en la
Guerra del Chaco, la comunidad internacional convocó a la Comisión de Neutrales compuesta
por varias naciones de la región, entre estas Argentina, Chile y Brasil, las cuales consiguieron
una tregua de veinte días que fue ratificada por Bolivia y Paraguay desde 19 de Diciembre de
1933 hasta el 6 de Enero de 1934. Sin embargo la clara ventaja táctica y militar que estaban
consiguiendo los paraguayos sobre sus enemigos, sumado además que ellos habían sido los
agredidos y por el momento los bolivianos no parecían querer renunciar a los territorios
exigidos, llevó a los primeros a romper el armisticio y proseguir con las operaciones.
A comienzos de Enero de 1934, el Ejército Paraguayo reanudó su avance en el Chaco Boreal y
conquistó el Fortín Platanillo, el Fortín Loa, el Fortín Esteros y el Fortín Jayucubás. Al mes
siguiente, en Febrero, los paraguayos ocuparon la zona de La China y el día 11 rompieron el
frente sobre una brecha de 300 metros en Magariños, donde penetraron 7 kilómetros en
territorio enemigo provocando a los bolivianos 60 bajas a costa de 37 propias. Poco después, el
20 de Marzo, las tropas paraguayas rodearon y aniquilaron a dos batallones bolivianos en
Cañada Tarija a los que causaron 1.000 muertos y prisioneros; mientras que el día 28,
despejaron y capturaron el Fortín Garrapatal.
Mapa de la Guerra del Chaco (1932-1935) entre Bolivia y Paraguay.

Seriamente peligrosa se volvió la situación para el Ejército Boliviano, de no ser porque el


nuevo general Enrique Peñaranda, descubrió que dos divisiones paraguayas habían adelantado
sus posiciones sobre la carretera de El Lóbrego, por lo que decidió pasar al contraataque. Para
ello reunió a 14.000 soldados bolivianos que el 10 de Mayo se dividieron en dos columnas a
través de los matorrales y aparecieron por la espalda enemiga, completando un cerco que dejó
encerrados a 5.500 soldados paraguayos. A partir de entonces se sucedería un enfrentamiento
de tres semanas conocido como la Batalla de la Cañada Strongest, donde a pesar de que la
mayoría de los sitiados del Ejército Paraguayo lograron escapar, finalmente las tropas
bolivianas cerrarían el cerco y harían prisioneros a 1.500 militares paraguayos.

Derrotado el Ejército Paraguayo en la Batalla de la Cañada Strongest y vencido el Ejército


Boliviano en anteriores encuentros, durante el verano de 1934 las operaciones se estancaron en
el Chaco. Desde entonces, ninguno de los dos bandos, ya fuesen los bolivianos o paraguayos,
tendrían capacidad suficiente para llevar a cabo más ofensivas y por ello el conflicto se
convirtió en una “guerra de desgaste” que se libró entre líneas de trincheras situadas sobre la
selva de matorrales y el desierto.

Estancamiento
Intentando romper el estatismo del frente, el Ejército Paraguayo del general José Félix
Estigarribia desencadenó una gran ofensiva con miles de hombres en Agosto de 1934 que cogió
totalmente por sorpresa al Ejército Boliviano. Con facilidad los paraguayos ocuparon el Fortín
Picuiba con 450 prisioneros bolivianos el 15 de Agosto y a continuación el Fortín 27 de
Noviembre el día 17 tras un avance de 120 kilómetros. Acto seguido descendieron hacia el
oeste tomando el nudo de comunicaciones de Huirapitindí la jornada del 20 y cuando llevaban
recorridos 160 kilómetros aniquilaron a un destacamento boliviano en Algodonal el día 22.
Gracias a esta maniobra de más de 250 kilómetros, los paraguayos rodearon toda la retaguardia
del Ejército Boliviano que tan sólo mantenía su cuartel general a 50 kilómetros en Villamontes
y situaron a sus tropas a únicamente 5 kilómetros del principal centro logístico en Carandaitý.

Tan crítica fue la situación para Bolivia aquel Agosto de 1934, que el propio Presidente Daniel
Salamanca evaluó la posición de solicitar una rendición incondicional. Por suerte la
movilización de las últimas reservas, entre las cuales estaba el Cuerpo de Caballería Boliviano
del coronel Daniel Toro, impidieron un descalabro del frente y sobretodo facilitaron una
contraofensiva a nivel general debido a que el Ejército Paraguayo había alargado
peligrosamente sus líneas de abastecimiento y por tanto se encontraba en una posición muy
delicada.
Avance de tropas bolivianas entre los cáctus y matorrales del Chaco.

A inicios de Septiembre de 1934, el Ejército Boliviano pasó al contraataque sobre un arco de 50


kilómetros contra un Ejército Paraguayo muy vulnerable. Con rapidez los paraguayos fueron
retrocediendo desde Puesto Burro y La Faye, no sin antes ser embolsados entre Algodonal y La
Rosa, un cerco del que milagrosamente consiguieron escapar. También se escabulleron del
asedio que el Cuerpo de Caballería Boliviano sometió a los paraguayos en Yrendagüé, aunque
durante el repliegue sufrieron miles de bajas y perdieron el Fortín Picuíba que fue ocupado a
principios de Noviembre.

Recuperado el Ejército Paraguayo de su derrota, el 10 de Noviembre se lanzó a la


contraofensiva aprovechando que durante la persecución el Ejército Boliviano había descuidado
sus flancos en un saliente muy peligroso. Fue así como de forma inesperada el día 13, los
paraguayos convergieron sobre la retaguardia enemiga y el 16 aplastaron a los bolivianos en un
enfrentamiento conocido como la Batalla de El Carmen. Las pérdidas fueron catastróficas
porque los bolivianos sufrieron 7.000 bajas entre muertos y prisioneros, mientras que los
paraguayos únicamente 100 muertos.

Avance hacia Villamontes


Destruido parte del Ejército Boliviano en la Batalla de El Carmen, el Ejército Paraguayo
avanzó prácticamente sin encontrar oposición tomando el estratégico Fortín Ballivián y las
instalaciones militares próximas de Samayhuate. Ante el peligro que tal cosa suponía, el
Presidente Daniel Salamanca optó por trasladarse hasta la primera línea del frente, constituida
en torno al Fortín Villamontes. Sin embargo antes de que el Presidente tomara el mando
personalmente, se produjo un golpe de Estado dirigido por el mismo general Enrique
Peñaranda, en el cual los militares se sublevaron para hacerse con el poder. Inmediatamente
Daniel Salamanca fue arrestado por un grupo de hombres armados al mando del general
Germán Bush que irrumpieron en su residencia del Chalet Staudt, donde le obligaron a firmar
su dimisión en favor del nuevo Presidente Tejada Sorzano elegido para la ocasión.

Muchos militares pensaron que una vez derrocado al Presidente Daniel Salamanca, las
operaciones mejorarían en la Guerra del Chaco con el nombramiento de Tejada Sorzano. No
obstante el Ejército Paraguayo continuó su imparable avance atravesando el desierto y
situándose en la retaguardia del Ejército Boliviano sobre Yrendagüé el 10 de Diciembre, donde
cortó el suministro de agua al enemigo y dejó aislados a más de 12.000 soldados que
comenzaron a desertar en masa. Gracias a esta magistral maniobra en pinza efectuada por el
general José Félix Estigarribia, los paraguayos hicieron más de 3.000 prisioneros bolivianos y
capturaron un material de 200 camiones, 60 morteros, 577 ametralladoras, 11.200 fusiles, 590
subfusiles y grandes cantidades de cajas de champagne, vino y cerveza que calmaron la sed de
soldados.

Presas del pánico ante lo que era un descalabro total del frente, el Ejército Boliviano emprendió
la retirada general. Durante este repliegue se produjeron escenas trágicas, como por ejemplo los
más de 200 bolivianos que fallecieron ahogados a la hora de intentar cruzar el Río Pilcomayo; o
los 1.200 que cayeron prisioneros cuando los paraguayos, aprovechando la escasa visibilidad a
causa de la lluvia, ocuparon el sector de Ybibobó.

Otros desastre para el Ejército Boliviano ocurrió el 11 de Enero de 1935 después de que el
Ejército Paraguayo conquistase Capirendá provocando a los bolivianos 530 bajas entre 330
muertos y 200 prisioneros. Acto seguido los paraguayos alcanzaron el Río Parapetí, destruyeron
a dos regimientos bolivianos y entre principios de mes y el 28 de Enero ocuparon fugazmente
las plazas de Amboró, Santa Fé, Casa Alta, Cambietí, Carandaitý y Boyuibé.

Artillería paraguaya en el Chaco.

Villamontes, el último objetivo del dispositivo enemigo, fue asaltado el 13 de Febrero de 1935
por 15.000 soldados del Ejército Paraguayo frente a los 21.000 del Ejército Boliviano que se
ocultaban en sus muros y trincheras. Por suerte para los bolivianos, tanto la superioridad
numérica de la que gozaban como el encontrarse en una posición defensiva, les permitieron
rechazar todos los ataques paraguayos causando a estos últimos serias bajas. Ante dicho
fracaso, el Ejército Paraguayo cavó trincheras alrededor del Fortín Villamontes y pasó a
convertirse en un sitiador estático.

Mientras el asedio en torno al Fortín Villamontes se recrudecía, otras columnas paraguayas


avanzaron hacia nuevos objetivos del Chaco. Por ejemplo el 16 de Abril de 1935, las tropas
paraguayas ocuparon el poblado guaraní de Charagua, a tan sólo unos pocos kilómetros de las
instalaciones petrolíferas de la Compañía Standard Oil. Este acontecimiento causó tanta
preocupación en el Gobierno de La Paz, que inmediatamente se ordenó una contraofensiva para
alejar a los paraguayos de los yacimientos de crudo. Fue así como el Ejército Boliviano pasó al
contraataque a mediados de Abril, consiguiendo forzar la retirada de las tropas paraguayas
hacia el Río Parapetí, recuperando la ciudad de Tarari y embolsando a una división enemiga en
Cambeiti, aunque en última instancia consiguió escapar del cerco atravesando la Sierra de
Aguaragüe.

Inesperadamente el 16 de Mayo de 1935, el Ejército Paraguayo volvió a lanzarse a la ofensiva


contra el Ejército Boliviano que de nuevo comenzó el repliegue. De hecho los paraguayos se
hicieron rápidamente con el control de la Quebrada del Cuervo y tomaron la ciudad de
Mandeyapecuá. Simultáneamente rechazaron un contraataque de 3.000 bolivianos en el Fortín
Ingavi a los que causaron 100 bajas, a los cuales posteriormente persiguieron hasta Pozo del
Tigre, donde les capturaron otros 370 hombres y un gran número de armas, vehículos y
provisiones.

Final
A mediados de 1935 casi la totalidad del Chaco estaba en manos del Ejército Paraguayo, que
por aquel entonces se situaba a escasos kilómetros de Ravelo y sus pozos petrolíferos. Bolivia
ya no podía de ninguna manera revertir el curso de la guerra y menos aún salvar la nación de
ser invadida por Paraguay si continuaba en liza. Por dicha razón y el encontrarse el país
luchando exclusivamente por su propia supervivencia, el Presidente Tejada Sorzano autorizó a
sus diplomáticos buscar una salida negociada al conflicto. Para ello el Gobierno Boliviano
envió a territorio neutral de Buenos Aires al coronel Ángel Rodríguez , quién negoció
personalmente con los representantes paraguayos y los mediadores argentinos la paz.

Oficialmente el 18 de Julio de 1935, los generales de ambos ejércitos, José Félix Estigarribia y
Enrique Peñaranda, se reunieron en Puesto Merino y firmaron la paz entre Paraguay y Bolivia.
La Guerra del Chaco había terminado con un trágico saldo de 90.000 muertos.

Bolivia sufrió un total de 85.000 bajas entre 60.000 muertos y 25.000 prisioneros, además de un
coste monetario de 228 millones de dólares.

Paraguay sufrió un total de 32.500 bajas entre 30.000 muertos y 2.500 prisioneros, además de
un coste monetario de 128 millones de dólares.
El resultado de la Guerra del Chaco supuso una gran humillación para Bolivia porque no sólo
perdió el conflicto frente a Paraguay, sino que su coste tanto en vidas como económicamente
dejó a la nación en ruinas. Respecto al Chaco Boreal, Bolivia consiguió mantener 1/3 del
territorio, incluyendo las zonas gasísticas; mientras que Paraguay como vencedor de la guerra,
se anexionó las restantes 2/3 partes y por tanto aumentó notablemente su territorio y recursos de
gas y petróleo.

La Guerra del Chaco constituyó uno de los conflictos más trágicos y sangrientos del siglo XX
en Latinoamérica que desangró a dos naciones, en este caso a Bolivia y Paraguay. Librada en
medio de la denominada “Era de Entreguerras”, el desarrollo militar de este conflicto sería un
fracaso más de la comunidad internacional y de la Sociedad de Naciones (SDN) que poco a
poco iría allanando el camino hacia la Segunda Guerra Mundial.

Bibliografía:
-Enrique Vaquerizo, Sangre sin Odio, Revista La Aventura de la Historia Nº208 (2015), p.26-
31
-R.G. Grant, 1.001 Batallas que cambiaron el curso de la Historia, “Fortín Nanawa”, Grijalbo,
(2012), p.782
-https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_del_Chaco

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