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EL ESTADO MODERNO Y LOS DERECHOS HUMANOS

RESUMEN

El articulo analiza la evolución del Estado Moderno entendido como


aquel que surgió de la Revolución Francesa, y americana,
constituyéndose en el principal vehiculo político y jurídico de los
derechos humanos; el cual se debe interaccionar con la comunidad, para
lograr los ideales de Paz, Solidaridad, respeto, y felicidad entre los
individuos y los colectivos de la sociedad. Sin embargo, se trata de
explicar como el pensamiento ilustrado sirvió como causa muy concreta
y particular para el caso de Francia, pero, que los efectos producidos en
esta Nacion no fueron, ni son los mismos generados en estados Unidos
de Norte America, y en Hispanoamérica, mostrando que no basta la
eliminación o prohibición normativa de los atentados contra los
Derechos Humanos, sino, que es necesario la eliminación de las
desigualdades económicas, sociales, y culturales a través de un Estado
Comunitario o corporativo asentado en las bases de una democracia
liberal.

Palabras claves: Ilustración, Estado Moderno, Derechos Humanos


(fundamentales), libertad, democracia, identidad cultural, valores,
Derechos, Y Bloque de constitucionalidad.

I. El Estado Moderno.

La descomposición del estado feudal en Europa occidental, se


caracterizo por el surgimiento de la burguesía como clase social
dominante de las nuevas formas económicas: producción mercantil,
riqueza monetaria, y nuevas metodologías de explotación de la tierra. La
revolución Francesa dio origen al concepto abstracto de Estado Moderno,
basado en los principios ideológicos de la ilustración encarnados en los
nombres de Hobbes, John Locke, Maquiavelo, Montesquieu, Rousseau,
quienes fueron los pensadores que organizaron un saber político, en
contra del poder ostentado por la Monarquía Absoluta, y en
consecuencia, construyeron las bases políticas e ideológicas del
moderno estado Burgués.

El siglo XVIII, conocido como siglo de las luces se gestaron movimientos


sociales y políticos que conllevaron a la ruptura de los modelos
socioeconómicos feudales, basta nombrar la revolución americana (año
1776), la Revolución Francesa (año 1789), y por ende, surgió un nuevo
discurso con nuevos términos y valores que sirvieron de base ideológica
para el ejercicio del poder. El Estado moderno surge como un deseo de
superar el geocentrismo, que se dio gracias al siglo de las luces en
donde se dio un gran culto al desarrollo de la razón, que según mi forma
de ver es exagerado pues, se toma a la misma razón como la fuente
única y verdadera de conocimiento dejando de lado otras vías que son
muy importantes para llegar al conocimiento científico.

Es cierto que el Estado Moderno, aparece como producto de las causas


socioeconómicas, políticas, intelectuales e ideológicas, promovidas por la

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clase burguesa, en cuanto a los movimientos sociales, políticos, y de
tendencia ideológica, como por ejemplo la revolución francesa, la clase
burguesa americana que se adelantó con su movimiento de
independencia a la misma revolución francesa.

Los nacientes Estados de Europa y Estados Unidos de Norte América,


fueron insertando nuevos valores y principios como: el de la igualdad,
libertad, fraternidad, Derecho Natural, y responsabilidad. Principios
estos que posibilitaron la construcción teórica del Estado, del derecho y,
de la política, justificados en el pensamiento de Hobbes y su “Leviatán”
(Se habla de una persona ficticia que recibe la autoridad de Dios, y
contrata para vivir en sociedad, y reemplaza la manifestación de
voluntad de cada hombre). John Locke, justifica la celebración del
contrato para defender los valores inherentes al ser humano. Rousseau
en 1762, expreso en “El contrato Social” su teoría basada en el concepto
de ley como expresión de la voluntad general, impersonal y abstracta
producto del pacto social, así mismo, señala que el poder es indivisible,
pero su división es posible desde el punto de vista teórico. Finalmente,
Montesquieu, en 1748 propuso la teoría de la división de poderes, sobre
la base de la libertad política.

Paulatinamente el Estado Liberal (moderno) se fue transformando de


acuerdo a los fines políticos y económicos, es decir, el Estado en su
primera época practicó el laissez faire, laissez passer, posteriormente;
se convirtió en un Estado intervencionista en la economía protegiendo
su riqueza y desarrollando toda una política social de Bienestar, lo que
se reflejo en los derechos de toda la sociedad.

De ahí, que Estado y Derecho siempre han estado ligados el uno al otro,
al punto, que es el Estado el que crea y, recrea el derecho, pero al
mismo tiempo se somete a el, por lo que Kelsen, denomino en su teoría
General del Estado, que decir: “Estado de Derecho” es una redundancia
por cuanto el Estado estaba formado y regido por normas jurídicas, es
decir, el mismo era derecho.

La sociedad burguesa ha tenido como fundamento del ejercicio del poder


el discurso ilustrado, al punto que Jurgen Habermas: “en el discurso
filosófico de la modernidad” expresa que la modernidad es un proyecto
inacabado, refiriéndose a toda la estructuración del pensamiento
realizado por los filósofos de las luces desde el siglo XVIII, lo que
significa es que el Estado Moderno continua siendo fiel a esta filosofía, y
como se vera luego, las modificaciones del sistema socio económico y,
jurídico en occidente, se ha venido realizando bajo esta perspectiva
ideológica, de modo, que estamos que el poder Estatal ha venido
insuflando, y aceptando conceptos vividos en el siglo XIX, y principios
del siglo XX, tales como los del liberalismo clásico, y la economía clásica,
con los nombres de neo liberalismo, y porque no, de neo derecho. (Cfr.
Habermas Jurgen. El discurso filosófico de la modernidad. 3ª ed.
Barcelona, Taurus, 1989. 462 p.

La sociedad Burguesa ha mantenido su línea filosófica desde la creación


del estado Moderno, y transformándose a mediados del siglo XX, en
estado social de Derecho, y llegar hoy día al Estado Social participativo y
democrático de Derecho.

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Diferencias sutiles entre el estado liberal, y el social y Democrático de
derecho: el primero solo se intereso por positivizar derechos, y no
deberes configurándose un estado paternalista e insolidario, y
fundamentado básicamente en el principio de legalidad; en cambio, el
segundo: se caracteriza por el principio de solidaridad (fundamento
además de los delitos de omisión), y, el respeto a la dignidad humana
constituyéndose este Derecho, valor y, principio, en su columna
vertebral.

Entonces, tenemos en este punto actual que el Estado Democrático y


Participativo de Derecho se fundamenta en la búsqueda de la justicia
social, y la paz, respetando de contera, los Derechos Políticos, sociales y
laborales, con base en los valores fundamentales, en los principios de la
Constitución Política, y en los tratados internacionales de Derechos
Humanos aprobados por Colombia – Bloque de Constitucionalidad – y en
los derechos humanos fundamentales que son supra constitucionales, y
que por ser inherentes a la persona son inalienables y, de aplicación
inmediata así no se encuentre estos derechos consagrados
expresamente en la Constitución Política.

II. La Modernidad Occidental.

La modernidad occidental esta caracterizada por la evolución de los


conceptos de: Derechos Humanos (fundamentales), libertad y,
democracia, los que se encuentran ideológicamente ligados con los
eventos bélicos ocurridos en las primeras décadas del siglo XX
(denominados: primera y segunda guerra mundial, nombre bastante
cuestionable si se tiene en cuenta que dichas guerras se realizaron
únicamente en territorio europeo), y las confrontaciones bélicas de los
Balcanes, y Ruanda a finales del mencionado siglo, se suma a esto,
todos los abusos que se dieron a través de la historia del siglo XX, como
por ejemplo: los totalitarismos de los socialismos europeos y asiáticos.

El exagerado desarrollo científico y tecnológico establece un rezago en


cuanto al acercamiento a los derechos humanos, pues hoy en día, a más
progreso parece que hay menos posibilidad de que esto se cumpla. Jean
Baudrillard, dice que:

“Todo el movimiento de la modernidad y su destino


negativo se inscribe en el hecho de integrar todo lo que
dependía del imaginario, del sueño, del ideal, de la
utopía, de integrar todo eso en la realidad técnica en
marcha. Es decir, esta materialización de todos los
deseos esta hiperrealizacion de todas las posibilidades
es una desalineación radical”. Baudrtillard, Jean. El
Paroxista indiferente. Barcelona, Anagrama, 1998. Pág.
83 (p. 177)

Se infiere de lo dicho anteriormente, que el derecho como disciplina


social es metafísico, en cuanto que el deber ser no se acerca al ser
(realidad antológica), y se diluye en una realidad virtual donde no existe
voluntad política para hacerlo cumplir.

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Posteriormente en el mismo texto Baudrillard, señala:

“La misma constitución de la Haya, lejos de hablar a


favor de un progreso de la conciencia moral
internacional es la expresión mas cumplida de la
impotencia de las naciones occidentales para intervenir
efizcamente sobre el terreno, su incapacidad moral y
política para ejercer el derecho” Pág. 86 y 87 ibídem.

“En este caso cabe igualmente dudar de la


determinación real de aplicar el derecho en la realidad.
Esto crea, por otra parte, una coyuntura especial en la
que el derecho progresa sin consecuencias practicas y
encubriendo incluso una agravación de la situación”.
Pág. 87 ibídem

“Se acabó el progreso unilateral del derecho. A lo que


estamos asistiendo es a un auge, contradictorio y
simultaneo, del derecho y de la denegación de justicia.
La haya condena a los criminales de guerra y los
militares de la ONU declaran abiertamente que no los
detendrán. Los jueces ordenan un registro en casa de
tiberi, (1). (Jean Tiberi, Alcalde de Paris. Fue procesado
por malversación de fondos) la policía se resiste a la
orden de la justicia por presiones del poder. No
hablemos de las elecciones Argelinas…unas elecciones
libres inmediatamente anuladas por un golpe de Estado
Militar con el asentimiento de las potencias
“democráticas”. ¿Qué pasa entonces con el derecho?
¿Qué pasa con un tribunal internacional contestado por
las más altas instancias internacionales, objetivamente
cómplices de la limpieza étnica y culpable a todas luces
de una denegación de justicia? Los derechos del
hombre, inscritos en el frontón universal de las
democracias, se reconocen engañosamente a los que
han caído al otro lado de lo universal. 88 y 89 ibídem

Se suma a los ejemplos anteriores, el Golpe de Estado en Honduras


(2009); los musulmanes detenidos en Guantánamo Cuba, que han
dejado de ser considerados seres humanos, y por ende sujetos de
derecho, pues, los derechos contemplados en la convención de Ginebra,
tales como: Derecho a la asistencia legal, a la apelación a la
repatriación, a un proceso justo y legal, y definición de los delitos y de
las penas a imponer, no lo disfrutan los detenidos en la mencionada isla.

Otro ejemplo claro es el caso de los presos colombianos en EE.UU., los


cuales pierden todos sus derechos al ser extraditados ya que aquí un
detenido tiene derecho a bañarse diariamente así sea en la cárcel más
precaria del país, mientras; que en EEUU deben acogerse al reglamento
interno de las cárceles de allí, negándoles otro país lo que la
Constitución Colombiana les otorga, esto es un acto violatorio de la
Constitución de nuestro país, y, no quiere decir, que por que se haya
cometido un delito en otro país diferente al nativo se pierda sus
derechos Constitucionales esto se puede interpretar como una perdida

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de soberanía, ya que el tratado de extradición no puede estar por
encima de la Constitución.

Otro ejemplo patético es el caso de la las constates y terribles


violaciones a los derechos de las mujeres en países musulmanes
fundamentalistas donde aún hoy se lapida a las mujeres por adulterio y
eso sin mencionar la burka y toda clase de atropellos a los derechos
humanos los cuales son totalmente vulnerados.

Igualmente, hay que tener en cuenta, la guerra contra Irak, y las


constantes agresiones del estado israelí contra la población civil de
Palestina, a lo que los organismos internacionales han sido impotentes
para imponer sus reglas referentes al respeto del Derecho internacional
Humanitario y de Derechos humanos.

Asimismo, es necesario destacar el caso de la Corte Penal Internacional


en donde países como Estado Unidos, y Colombia, que la aceptaron y, la
acataron, se dieron el lujo de posponer su aplicación,

Otro factor con que la modernidad política y jurídica choca, es con el de


la identidad cultural, es decir, con la inscripción de toda la sensibilidad
espiritual que tuvo el fenómeno de la ilustración en Europa, sobre todo
en Francia, Alemania, e Inglaterra, en los países o en los continentes
que no vivieron esa experiencia intelectual como es el caso de Colombia
y, en general de Latinoamérica.

El tema de la identidad cultural que parece chocar con la modernidad


política, la sensibilidad espiritual que tuvo la ilustración Europea
principalmente en Inglaterra, Francia y Alemania y que de todos modos
influenciaron muy distintamente a los países americanos. Estanislao
Zuleta en su obra: “arte y Filosofía”, habla del romanticismo como
producto del desengaño de la revolución burguesa: “El romanticismo es
un desengaño con la revolución francesa y sus resultados. El
romanticismo es una toma de conciencia muy amargada del desengaño
de la revolución” (obra citada Págs. 175-176).

Veamos, el escritor Octavio Paz, dice:

“aunque no tuvimos un Descartes ni nada parecido a lo


que se ha llamado “revolución científica”, me parece
que lo que nos faltó sobre todo fue el equivalente de la
ilustración y de la filosofía crítica. No tuvimos siglo
XVIIII…allí donde comienza la era moderna, comienza
también nuestra separación. Por eso la historia
moderna de nuestros países ha sido una historia
excéntrica. Como no tuvimos Ilustración ni revolución
burguesa- ni crítica ni guillotina-tampoco tuvimos esa
reacción pasional y espiritual contra la crítica y sus
construcciones que fue el romanticismo. (Pág. 45): PAZ
OCTAVIO. In/Mediaciones. 3ª ed. Barcelona, Seix
Barral, 1990. 265 p.

“Según la mayoría de nuestros historiadores, la edad


moderna comienza, en América latina, con la revolución

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de independencia. La afirmación es demasiado general
y categórica. En primer lugar, la independencia del
brasil presenta características únicas y que la distinguen
netamente de la del resto del continente; además, en la
misma Hispanoamérica la independencia no fue una
sino plural: la de México no tuvo el mismo sentido que
la de Argentina ni la de Venezuela puede equipararse a
la del Perú. En segundo lugar: si la revolución de
independencia es el comienzo de la edad moderna en
nuestros países, hay que confesar que se trata de un
comienzo bien singular” Pág. 46 ibídem (hay que
aclarar que la independencia del Brasil no fue a través
de las armas como ocurrieron en el resto de países
Latinoamericanos, en otras palabras, no hubo
revolución emancipatoria, sino, que esta se dio por
medio de decreto del rey de Portugal)

“Los modelos que inspiraron a nuestros ideólogos y


caudillos fueron la revolución de independencia de los
Estados unidos y, en menor grado, la Revolución
Francesa. El movimiento norte americano fue una
consecuencia-extremada y, si se quiere contradictoria,
pero, una consecuencia – de las ideas, las instituciones
y los principios ingleses transplantados al nuevo
continente. La separación de Inglaterra no fue una
negación de Inglaterra: fue una afirmación de los
principios y creencias que habían fundado a las
primeras colonias, especialmente el de la libertad
religiosa. En los Estados Unidos, antes de ser conceptos
políticos, la libertad y la democracia fueron experiencias
religiosas y su fundamento se encuentra en la reforma
La revolución de independencia separo a los Estados
Unidos de Inglaterra pero no los cambio ni se propuso
cambiar su religión, su cultura y los principios que
habían fundado a la nación. La relación de las colonias
hispanoamericanas con la metrópoli era completamente
distinta. Los principios que fundaron a nuestros países
fueron los de la contrarreforma, la monarquía absoluta,
el neotomismo y, al mediar el siglo XVIII “el despotismo
ilustrado” de Carlos III. La independencia
hispanoamericana fue un movimiento no solo de
separación sino de negación de España. Fue una
verdadera revolución – en esto se parece a la
Francesa-, es decir, fue una tentativa por cambiar un
sistema por otro: el régimen monárquico español,
absolutista y católico, por uno republicano,
democrático y liberal” Pág. 47 ibídem

“El parecido con la revolución Francesa también es


equivoco. En Francia había una relación orgánica entre
las ideas revolucionarias y los hombres y las clases que
las encarnaban y trataban de realizarlas. Esas ideas
habían sido pensadas y vividas no solo por la
“inteligencia” y la burguesía sino por la misma nobleza.

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Por más abstractas y aun utópicas que pareciesen,
correspondían de alguna manera a los hombres que las
habían pensado y a los intereses de clases que las
habían hecho suyas. Lo mismo sucedió en los Estados
Unidos. En uno y otro caso, los hombres que combatían
por las ideas modernas eran hombres modernos. En
Hispanoamérica esas ideas eran mascaras; los hombres
y las clases que gesticulaban detrás de ellas eran
herederos directos de la sociedad jerárquica española:
hacendados, comerciantes, militares, clérigos,
funcionarios. La oligarquía latifundista y mercantil unida
a las tres burocracias tradicionales: la del Estado, la del
ejército y la de la iglesia. Nuestra revolución de
independencia no fue solo una auto negación sino un
autoengaño. El verdadero nombre de nuestra
democracia es caudillismo y el de nuestro liberalismo es
autoritarismo. Nuestra modernidad ha sido y es una
mascarada. En la segunda mitad del siglo XIX la
“inteligencia” hispanoamericana cambió el antifaz liberal
por la careta positivista y en la segunda mitad del XX
por la marxista – leninista”. Págs. 47 y 48 ibídem.

Tal y como se puede observar, es de gran importancia conocer la teoría,


y la reseña histórica del estado Moderno, al igual que la filosofía de las
luces que constituye su fundamento, por cuanto que nuestro presente
jurídico y, político institucional, esta conectado con el proyecto
revolucionario.

El problema radica en que Colombia, e Hispanoamérica, no vivió todo


ese proceso intelectual ideológico y revolucionario que origina el
pensamiento de las luces por estar en otro contexto histórico y espacial
diferente, pero, al copiar las normas jurídicas, principios y valores de
manera acrílica nos conlleva a efectos negativos cuando estos se van
aplicar a un medio cultural y social ajenos a aquellos.

Lo anterior, se concilia, teniendo en cuenta las características de la


religión protestante que impulsó la mayoría de los movimientos
separatistas de Europa y América del norte, y que de por si es muy
opuesta a la religión católica que influyó demasiado en la conquista de
los pueblos hispanoamericanos, mientras las religiones protestantes son
de avanzada y progreso, la católica frena estos aspectos, un ejemplo
muy claro es por qué en las colonias hispanoamericanas se impuso la
inquisición y en las norteamericanas no.

“También ese poder excesivo de la Iglesia, y su alianza


indebida con el poder político, fue responsable de uno
de los males más graves en una sociedad
supuestamente democrática: la prohibición de la lectura
libre que imperó aquí durante muchísimo tiempo. Yo
suelo pensar que las nuestras son las primeras
generaciones de colombianos que pueden leer
libremente: nuestros padres todavía tenían que leer a
Vargas Vila escondidos bajo las sábanas; Voltaire, el
padre de la prosa moderna, era considerado un masón

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peligroso por los curas de hace medio siglo, y la
costumbre de leer era asociada a la inutilidad cuando no
a la locura por una sociedad que prefería mil veces
tener tontos a tener quijotes.

Esa misma Iglesia que de tantas maneras entorpeció


nuestro ingreso en la modernidad, y que puso su celo
en apartarnos de los libros y prohibirnos el
pensamiento, no hizo en cambio esfuerzos profundos
por sembrar en la sociedad una ética del respeto a la
propiedad ajena ni a la vida ajena. Con la misma
irresponsabilidad con que condenaba el amor y
satanizaba a los hijos de las uniones libres, callaba ante
los robos de tierras y permitió o toleró que muchos de
sus prelados predicaran abiertamente el exterminio en
los tiempos negros de la violencia” (William Ospina.
La violencia y sus causas. El Espectador domingo 15 de
agosto de 2009)

Por ello, es necesario reseñar lo dicho por los doctores Diana Patricia
Arias Holguín, y Juan Oberto Sotomayor Acosta, en su articulo
“Consideraciones criticas sobre la recepción en Colombia de la “teoría de
los delitos de infracción al deber” .

“Ello no podría entenderse como un problema


meramente coyuntural, momentáneo, pues desde su
aparición, dos hechos siguen caracterizando el derecho
en Colombia: por una parte, independientemente de
sus causas, nuestra legislación ha sido siempre una
legislación importada y, por otra, la aplicación de dichas
legislaciones a realidades tan diversas de aquellas
donde han surgido, lleva a consecuencias no
necesariamente coincidentes con las que se producen
en los sitios de origen”…

“Todo esto convierte en un verdadero reto la


comprensión del derecho en América Latina, reto que
aun es mayor cuando del derecho penal se trata, dado
el papel protagónico que la intervención punitiva estatal
tiene en la vida política y social de nuestros países”.

“Pero no se trata solo de eso. Si bien puede admitirse la


existencia de ciertas características comunes al derecho
en nuestro "subcontinente", también es posible
encontrar diferencias importantes entre los países
latinoamericanos o entre grupos de países, que hacen
difícilmente trasladable las perspectivas de un lugar a
otro. En tal sentido suele destacarse, por su
complejidad, el caso colombiano, pues se trata de un
país en el que durante muchos años no solo han
coexistido altas tasas de violencia física generalizada
con índices de desarrollo económico superiores a la
media regional, sino también con cierta estabilidad del

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régimen político, sobre todo si tenemos en cuenta lo
sucedido en otros países latinoamericanos en los años
70 y 80”.

“En efecto, en Colombia ha sido posible, por ejemplo, la


coexistencia de una "confrontación interna de larga
duración" con un sistema constitucional basado en la
idea del Estado de derecho, que le otorga al conflicto
colombiano unas características singulares, pues, como
lo explica Pérez Toro, por un lado, "presenta eventual y
momentáneamente episodios de confrontación, de tal
magnitud, que el país parece entrar en aquella especie
de pausa histórica al final de la cual se conocería el
rostro del soberano; por momentos la vida no sigue el
curso de la 'normalidad'. Pero, igualmente, e] desarrollo
de la confrontación, en términos generales, convive con
el flujo ordinario de las cosas ‘públicas’ y con la
circulación normal de las grandes y pequeñas
cuestiones privadas".
“En opinión de algunos analistas, esta pervivencia de la
guerra durante gran parte de la historia del país es la
que explica que en materia de derecho penal, como en
tantos otros ámbitos de la vida pública, Colombia viva
de manera simultánea en varios siglos de historia: por
un lado, le toca enfrentar los dilemas del presente y
enfrentar los retos que plantea el desarrollo tecnológico
y la globalización económica. Pero, al mismo tiempo, le
corresponde resolver lo problemas propios de
construcción del Estado, que se consideran más
cercanos a los vividos en Europa durante los siglos XVI
y XVII”…

“Conforme con lo anterior, resulta necesario llamar la


atención sobre la peligrosa tendencia existente en
Colombia de mirar nuestro derecho penal y nuestra
realidad desde la perspectiva europea, por el simple
hecho de que copiamos sus códigos penales. En efecto,
es frecuente en Colombia la adopción de doctrinas
europeas, la mayoría de las veces sin siquiera analizar
previamente que obedecen no solo a una realidad muy
diferente, sino incluso a un derecho positivo que no
siempre coincide del todo con el nuestro; doctrinas que
al ser simplemente transplantadas a realidades diversas
terminan muchas veces convertidas, para bien o para
mal, en ideas distintas”...

“Lo anterior, sin embargo, no puede llevar a desconocer


los riesgos y consecuencias negativas de toda recepción
acrítica, en tanto desconecta el derecho, así como la
comprensión del mismo, de la realidad social en la que
surge y se aplica, al mismo tiempo que implica
desconocer que la lógica de toda disciplina, como su
funcionamiento conceptual, se encuentra siempre
vinculada al contexto sociopolítico y económico en que

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la misma se asienta; los factores existenciales y
sociales penetran hasta la propia estructura del
conocimiento y por ello el entorno social que la rodea y
posibilita, condiciona los contenidos de la propia
disciplina”… (Revista Derecho Penal contemporáneo. No
15. Abril Junio de 2006, Bogota legis)

Se emparenta lo anterior, con el hecho de que Colombia, en lo que lleva


de vida republicana (1824 – 2010), ha concedido 52 indultos, y 16
amnistías, para un total de 68 amnistías e indultos. Esta cifra muestra lo
convulsionado que ha vivido nuestro país , fuera de la guerra de
independencia (1810-1824), en el resto del siglo XIX, se libraron 8
guerras civiles generales, 14 guerras civiles locales, 2 guerras
internacionales con ecuador, 3 golpes de cuartel, hasta la ultima que fue
la guerra de los mil días (Confróntese en: Gonzalo Sánchez. Raíces
históricas de la amnistía. Revista de la Universidad nacional, Medellín,
revista No. 14.

El siglo XX, nuestro país tuvo una guerra internacional con el Perú, y
una guerra continua denominada violencia, que ha presentado
diferentes modalidades hasta nuestros días, con personajes que van
desde los cóndores (pájaros de la violencia) hasta el sicario de los años
1970, y 1980, hasta paramilitares y narcotraficantes que han
desestabilizado el orden económico y jurídico del país, y quienes han
sido objeto de legislaciones paralelas y especiales para que se sometan
a la justicia estatal, con poco éxito en ese propósito por parte del Estado
Colombiano, pues, no ha logrado que aquellos se sometan a la Justicia
de conformidad a los pactos y, acuerdos adquiridos.

En este sentido, tras fundamentado y cuidadoso análisis, afirma


WILLIAN OSPINA, que:

“Los que piensan que lo que descuadernó a Colombia


fue la sustitución de aquella rígida Constitución del 86
(engendrada por la tenaza de los terratenientes y del
clero, vanamente retocada por los liberales y
tramposamente puesta en nevera cada vez que se
declaraba turbado el orden público y en Estado de Sitio
todo el territorio nacional) por una Constitución que
creó más derechos de los que el Estado podía
garantizar, mintió más libertades de las que la sociedad
era capaz de asumir y cambió la vieja corrupción
centralizada por la imparable corrupción local, clamarán
por el retorno a un orden constitucional que se pueda
interrumpir cada vez que lo exija la voluntad del
Ejecutivo”.

“Los que sienten que la Constitución de 1991 no abrió


camino ni a la defensa de la pequeña propiedad, ni a la
necesaria y urgente reforma agraria, ni a la protección
de los litorales, ni a la reforma de la educación, ni a la
modernización de las redes viales, ni a sacar de la
pobreza absoluta a un porcentaje tan alto de la
población, ni a frenar las epidemias de violencia que

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siguen sacudiendo al país, ni a la moralización de las
Fuerzas Armadas, ni a la dignificación de la política, nos
convocarán quizás a la búsqueda de nuevas
constituyentes que algún día interpreten al país que
nunca ha podido expresarse”. (El Espectador, del
Domingo …. De 2010, Pág.)

III. Estado de Derecho Y Bloque de Constitucionalidad.

Podemos entonces definir como Estado de Derecho: como aquel


ordenamiento jurídico que confiere derechos y obligaciones al
ciudadano, y acciones tendientes a controlar la actividad de las ramas y
órganos de control del poder publico, nace dicho concepto de una
normatividad donde el ciudadano no es única y exclusivamente persona
de obligaciones sino además titular de derechos, los cuales se realizan
por la existencia de vías para hacerlos valer, y lograr el resarcimiento de
los daños causados por los actos oficiales. No olvidemos, que en los
Estados totalitarios y despóticos prácticamente los derechos de los
ciudadanos son eliminados y el estado permanece.

De ahí, que los elementos esenciales de todo Estado de Derecho son: 1)


la existencia de normas y principios fundamentales que determinan
cuales son los derechos y las obligaciones del ciudadano. 2) La
existencia de controles de los actos del Estado, manifestado a través de
las ramas y órganos del poder publico.

La coexistencia de los Estados modernos con el derecho internacional de


los derechos humanos se da a través de normas de reenvío llamadas
Bloque de Constitucionalidad, que sirve como parámetro de
interpretación a los operadores judiciales y administrativos para
interpretar el orden normativo interno, garantizando el respeto a los
Derechos humanos.

Las naciones unidas (la ONU) como vigilante del cumplimiento de los
tratados internacionales que versen sobre Derechos humanos ha
reconocido que el sujeto de los Derechos Humanos es la colectividad, el
ser social, en su situación existencial, e individual, y que su contenido
resume los ideales mas antiguos de la humanidad como la paz, la
solidaridad, bienestar, participación, equidad, respecto a la vida y
organización. (Cfr. Leon Benhur Zuleta Ruiz, “de semas y plebes.
Instituto Popular de Capacitación. Agosto de 1996 Pág. 124)

El Bloque de constitucionalidad se encuentra referenciado Con las


declaraciones Francesas y Americanas de Derechos del Hombre. Tanto
Americanos y franceses aluden a principios del Derecho natural
Moderno, existiendo de hecho diferencias manifiesta; Los primeros,
legitimaron con los Derechos Humanos su independencia del imperio
Británico; los Franceses, una revolución en contra del antiguo Régimen,
pero ambas naciones construyeron una Constitución Política dentro del
marco de los Derechos Fundamentales declarados.

Señala Jurgen Habermas, que:

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“Las declaraciones de derechos fundamentales, que en
lo substancial son recapitulados en las primeras frases
de la declaración de independencia, tienen como tales,
ante todo, el sentido de procurar a la materia jurídica
heredada otro fundamento de legitimación; frente a
esto, la Declaración Francesa debe fundamentalmente,
en primer lugar, en poner en vigencia positivamente un
nuevo Derecho. En Francia, el sentido revolucionario de
la declaración radica en la fundamentación de una
Constitución; en America, en la independencia, a
consecuencia de la cual se hace necesaria, en efecto
una nueva Constitución” ( Teoría y Praxis. Derecho
Natural y Revolución. Editorial Altaya, Barcelona 1994,
Pág. 92)

Contrastando con lo anterior, Leon Benhur Zuleta Ruiz, en la obra citada


indica que:

“Si para los europeos el humanismo y el renacimiento,


la ilustración los derechos ciudadanos significaron un
avance, en los pueblos conquistados se expresaron
como explotación y coloniaje con excepciones honrosas
que reinvidicaron el carácter de persona de los nativos
americanos de entonces y de los africanos traídos
violentamente como esclavos”

Finalmente, Zuleta Ruiz, reseña:

“La guerra es la forma inferior y primitiva de la política


que es el modo racional y lógico de leer y solucionar los
conflictos de de la compleja condición humana. Si a la
guerra se le añaden los efectos de la Moderna
revolución tecno –científica, informática, electrónica, y
nuclear no solamente tenemos en ella una actitud
primitiva e irracional, sino la prueba palpable del
imperio de las fuerzas destructivas y nihilistas contra la
vida, el obscurantismo de la muerte tecnológica
jugándose el destino de la humanidad y vitalidad
planetaria” ob citada Pág. 130.

De ahí, que los Estados, los pueblos, las sociedades, y los individuos han
tratado de adquirir conciencia después de las guerras mundiales, y de
los padecimientos sufridos por estas, de modo que se han ido
organizando para alcanzar el respeto de los derechos fundamentales,
dotando a la humanidad de mecanismos e instrumentos jurídicos y
políticos para que mediante la cooperación y la solidaridad, se
encuentre una solución racional y no por la razón de la fuerza, a los
conflictos, a las injusticias, y discriminaciones que atentan contra la
dignidad humana.

Los instrumentos internacionales y procedimientos tales como: la carta


de las naciones Unidas, el estatuto de la Corte Internacional de Justicia
(1945), Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), y los
protocolos I y II, de Ginebra, hacen parte del Derecho Internacional

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sobre Derechos Humanos, y tienen validez universal, y sobre este marco
las Naciones Unidas metodológicamente ha planteado tres generaciones
de derechos humanos, de la siguiente manera:

Derechos humanos de primera generación

Son los que figuran en el pacto y protocolo de derechos civiles y


políticos, y que garantizan los derechos a la vida, la protección contra la
violencia física, la abolición de la tortura, tratos crueles, e inhumanos y
degradantes, a la justicia y la igualdad de trato ante la ley, la libertad de
expresión, culto reunión, y asociación, y a la participación social, política
e ideológica.

Derechos humanos de segunda generación

Están contenidos en el pacto y protocolo de derechos sociales,


económicos y culturales, con lo que se salvaguardan los derechos al
trabajo y a un salario justo, al descanso remunerado, a la seguridad de
existencia y a un nivel de vida digno, al vestuario la alimentación y la
vivienda a la educación y a la seguridad física, a la huelga, y la
contratación justa a la participación en los bienes de la educación y la
cultura y de la técnica y de la ciencia de manera activa libre y
responsable.

Derechos humanos de tercera generación

Se llaman también solidaridad e identidad de la especie humana, porque


pretenden la preservación de la humanidad como especie solidaria, que
vive en un ambiente natural sano, garantizando la justicia, la igualdad y
la prosperidad entre todos los pueblos y naciones mediante el disfrute y
la transformación del patrimonio natural dentro de un orden
internacional justo y democrático y en condiciones geopolíticas de paz, y
de cooperación, respetando la autodeterminación de los pueblos y las
naciones y la autonomía de los estados y la protección ecológica. (Sobre
estos aspectos se puede confrontar Leon Benhur Zuleta Ruiz, “de semas
y plebes. Instituto Popular de Capacitación. Agosto de 1996 Págs. 131 y
132. Derecho Procesal Administrativo de Juan Ángel palacio Hincapié)

Tal y como se puede ver, se eliminaron del plano normativo todas las
conductas atentatorias contra los derechos fundamentales, pero, no
implican que estas hayan desaparecido como practica social, de hecho
socialmente existe la pena de muerte, el genocidio, la tortura, los tratos
crueles, inhumanos y degradantes.

IV. A manera de Conclusión:

Podemos afirmar a manera de conclusión que la democracia, es una de


las formas de poder estandarizada que permite logar una convivencia
pacifica y pluralista en la comunidad Nacional e Internacional, en
oposición a formas de gobiernos de facto, y dictatoriales, adaptándola
a un tipo de Estado comunitario o corporativo, pues, es el que realiza el
desarrollo más deseado al que debe llegar el Estado, esto solo es posible
en aquellas regiones donde se da un gran desarrollo de las fuerzas
productivas, y donde el estado mismo a través de sus acciones logra

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mermar o casi eliminar las grandes diferencias que hay en las clases
sociales y, que se ven como un estigma en las regiones pobres.

La solidaridad económica debe ser el fundamento para abolir la


marginalidad de la pobreza a las mujeres, la niñez, las minorías étnicas
y raciales, culturales y sexuales, con el objetivo que se de efectivo
cumplimiento de sus derechos como seres humanos.

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JOHN JAIME ARANGO OROZCO


Docente CECAR

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