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Tampico, Tamaulipas
Antes que nada, se afirma que la sociedad es secular, por ello necesitamos
plantear muy claramente cual es el papel de la religión en la actualidad.
El mundo ha cambiado, muy pocos ven con buenos ojos a un a iglesia que
en el orden espiritual y moral le dice algo al hombre al igual que pocos miran con
buenos ojos a un Estado que ya no representa el espíritu religioso de la nación laica,
y a partidos que solo buscan sus intereses. La manera en que la iglesia y el Estado
plantean el conflicto es anacrónica, esto impide ver la realidad del problema para
poder pensar qué debe ser la vida religiosa y política en el mudo de hoy.
de los sacerdotes, etc.? Sinceramente creo que no, o de lo contrario ser católico
equivaldría a una abdicación del criterio y la conciencia.
Es en este sentido, me parece, que habría que revisar, como dices, la huella
católica de las instituciones de la modernidad y a partir de allí repensar el espíritu
de libertad que trajo el evangelio. Tú, citando a Bonhoeffer, dices que esa libertad
puede encontrarse en la cultura. Pero esa cultura, que por el momento está
permeada por todo esa corrupción, debe contar, primero, con una revisión profunda
de lo que el cristianismo, la ideología de la iglesia, corrompió del evangelio y heredó
a las instituciones modernas que en su laicidad se disfrazan de libertad –todos
somos libres siempre y cuando nos sometamos a las leyes institucionales, al
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¿No te parece que la libertad solo puede existir en aquellos que han sabido
aceptar sabiamente sus límites, es decir, en seres que han aceptado renunciar a
cualquier forma del poder y de la administración de sus vidas y viven, como el
samaritano, abierto al encuentro con otro y con otros, es decir, abierto a los demás
en su propia debilidad que los hace libres? Cito a Bonhoeffer: “[…] Lo primordial no
es una fe en general en la omnipotencia de Dios [yo, agregaría, en la omnipotencia
del poder de las instituciones modernas], lo que no es una verdadera experiencia
de Dios [ni de la sustancia de la vida], sino una prolongación del mundo […]
Camus, al que citaste y a quien amo profundamente, es, creo, una expresión,
dentro de su agnosticismo, de lo que significa la Encarnación.
La iglesia sobre todo le pediría que dejara de hacer un ídolo de sí misma, que
recuerde, como señaló Bonhoeffer, que su propia subsistencia como institución no
es una finalidad absoluta, y que la comunidad de los fieles sólo tiene sentido si existe
para los otros. La iglesia ha hecho de sí misma su propio becerro de oro y desde
hace siglos parece sumergida en un desenfreno de idolatría en la que el ídolo es
ella misma.
La búsqueda, sin embargo, no es más que otro, el más intenso, de los rostros
del deseo: la revelación de ese hueco infinito que somos y que habitamos
infinitamente. Pero más allá –¿o más acá?– de la lógica del deseo está otra lógica,
la lógica de la atención, que es la propia de la caridad y de la mística. Quizás el
único antídoto contra el infinito sea esa eternidad.