¿Por qué la causalidad? otros fenómenos relacionados?

Esta muy corta introducción le

presentará al lector las teorías clave de la causalidad además de
los debates y controversias que la rodean. ¿Producen las causas
sus efectos garantizándolos? ¿Preceden las causas a sus
efectos? ¿Puede la causalidad ser reducida a las fuerzas de la
física? Y ¿Siquiera estamos en lo correcto al pensar en la
La causalidad es la conexión más fundamental en el universo.
causalidad como una sola cosa?
Sin ella, no existiría la responsabilidad moral: ninguno de
nuestros pensamientos estaría conectado con nuestras acciones
No nos alejaremos del disputado territorio de la causalidad.
y ninguna de nuestras acciones con consecuencia alguna.
Más bien, seremos abiertos al respecto del hecho que aún tiene
Tampoco tendríamos un sistema de leyes, puesto que la culpa
que haber un consenso definitivo en este elemento más
reside solo en alguien que haya causado daño o heridas. No
inmediato y vital del mundo. Sin intentar una investigación
habría ciencia o tecnología. Cualquier intervención que
sistemática, le presentaremos al lector uno de los temas
realizamos en el mundo alrededor nuestro se basa en la premisa
principales en la filosofía. Cada ingeniero y farmacéutico
de que hay conexiones causales que son, por lo menos hasta
trabaja con la causalidad; de hecho, ninguno de nosotros tiene
cierto punto, predecibles. Es la causalidad la base de la
otra opción. Sin ella, ninguna de nuestras intervenciones en el
predicción y también de la explicación.
mundo tendría sentido alguno. Y en otras ciencias la forma más
común de explicación es la explicación causal, y la predicción
Pero ¿Qué es el que una cosa cause otra, tal y como cuando una
está basada en las leyes causales conocidas. La causalidad es
piedra rompe una ventana o un derrame de petróleo causa
igualmente una parte integral tanto de la física, biología,
patinaje y colisión? Los filósofos han luchado con esta
química, geología, meteorología, astronomía y oceanografía
pregunta por milenios, por lo menos desde Aristóteles (384-322
como lo es de la filosofía. Y no deberíamos olvidar las ciencias
AC). Ellos abarcan el problema desde lo abstracto mientras los
sociales- economía, historia sociología, antropología,
científicos lo enfrentan en sus instancias concretas. Las
psicología, educación, ciencia política y leyes- donde las
ciencias están repletas de afirmaciones causales y un científico
afirmaciones causales son igualmente extensas.
está destinado a preguntarse en algún punto con qué están
lidiando exactamente.
Tal y como un sinnúmero de otras áreas de la filosofía, la
causalidad es un tema que podría intimidar a novatos debido a
Existe una variedad de perspectivas. Algunos creen que la
su naturaleza abstracta y técnica. Muchas de las ideas básicas,
causalidad es regularidad: una cosa o evento está
conceptos, y preguntas de la causalidad son lo suficientemente
constantemente en conjunto con otro. Otros han dicho que esto
sencillas, sin embargo, y pretendemos explicar y motivar los
no es suficiente ni necesario para una conexión causal. Otra
problemas clave sin la ayuda del lenguaje técnico.
teoría es que la existencia del efecto depende de la existencia
de la causa; ¿pero distingue esto adecuadamente causas de

1
Solo si estamos armados con una teoría de la causalidad
seremos capaces de salir en búsqueda de esta. Mejorar la teoría
de la causalidad de una persona -a través de la filosofía-
debería por ende mejorar el proceso de descubrir causas. Esta
puede ser una labor vital. Vidas dependen de la identificación
de ciertas enfermedades y, por supuesto, de encontrar
medicinas que puedan facilitar la recuperación de ellas. Y solo
podemos pensar en controlar el cambio climático una vez que
hayamos comprendido qué lo ocasiona. Las causas de la
guerra, la pobreza, el sufrimiento y el dolor son todas cosas que
necesitamos identificar y evitar. En su lugar, deberíamos
promover las causas de la estabilidad, la paz y la prosperidad.
Pero ¿Cómo podríamos siquiera pensar en encontrar estas
cosas si no entendemos qué significa el que una cosa cause
otra? Este es el lugar para comenzar para cualquiera que
necesite saber esto, quien nosotros proponemos es todo el
mundo.
2
Capítulo 1
El problema: ¿Cuál es el problema con la
causalidad?
Una invasión de ratas se extiende a través de la ciudad. Llenan
las calles, comiendo de los botes de basura e invadiendo
hogares. Los ciudadanos jamás han visto algo así antes y su
intento de repeler y exterminar a los roedores es una batalla
perdida. Unos días después de que las primeras ratas llegan, la
gente comienza a enfermarse con una no placentera infección
estomacal, algunos casos de los cuales amenazan vidas. La
enfermedad se esparce, afectando a la mayoría de la población.
Ni la invasión de ratas ni la epidemia han ocurrido aquí antes.
Alguien hace la pregunta inevitable: ¿Causaron las ratas esta
enfermedad?
Quizás parezca claro que las ratas son las responsables. Un
factor nuevo fue introducido en el medio ambiente local y fue
seguido rápidamente por el esparcimiento de una enfermedad.
Pero ¿Causo una cosa la otra? Tal vez fue mera coincidencia el
que la gente se enfermara justo después que las ratas llegaran.
O podría haber sido un factor distinto el que trajo la
enfermedad: una jovencita acababa de regresar de unas
vacaciones exóticas sin verse para nada bien. Quizás fue ella
quien trajo la infección.
El problema muestra la importancia de identificar causas. Si las
ratas son responsables del continuo esparcimiento de la
enfermedad, entonces su contención o erradicación serán de
máxima prioridad. Pero si la causa reside en otro lugar, el
problema de las ratas puede esperar.
Aun así, existe una pregunta anterior. ¿Cómo podemos siquiera
empezar a buscar las causas, de una enfermedad u otro
problema, antes de tener algún entendimiento de qué es que
una cosa cause otra? De seguro tenemos que saber qué es la
causalidad antes de decir que esto fue la causa de esto otro.
Necesitamos una teoría de la causalidad. Y quien sea que
realice una afirmación causal debe poseer semejante teoría, sea
la que sea, de otra forma la afirmación estaría vacía.
Una teoría tal –una no muy sofisticada- podría estar basada en
el hecho de que no había enfermedad en la ciudad antes que las
ratas llegaran, por lo tanto, las ratas fueron las causantes. La
teoría que emerge de esa observación puede ser planteada de la
siguiente forma: una causa es un nuevo factor que ha sido
introducido y que precede un cambio notorio. Pero nos
daremos cuenta de que debiésemos ser capaces de hacer algo
mejor que esto. La causalidad probablemente será más
compleja de lo que una definición tan básica permitiría. La
tarea delante de nosotros es explicar algunas de las
complejidades involucradas.
Siendo filosóficos
La pregunta que estamos haciendo es una específicamente
filosófica. ¿Qué es la causalidad? Es inicialmente una pregunta
conceptual: ¿A qué nos referimos por causalidad? Pero podría
fácilmente avanzar de eso a una pregunta de cuál es la esencia
en el mundo real de la causalidad, que es más una pregunta
ontológica: ¿Qué es la causalidad? Pero no necesitamos llegar
demasiado lejos en la distinción entre conceptual y ontológico
en esta etapa. El punto es que estas preguntas no son de las que
podamos resolver simplemente recurriendo a la experiencia.
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La ciencia lidia con problemas que finalmente debiesen ser
resueltos por la evidencia de los sentidos. Usualmente hay una
interacción entre teoría y observación y muchas teorías se creen
viables antes de poder ser probadas empíricamente. La
evidencia empírica es aquella que adquirimos a través de
nuestras observaciones, ya sean sin ayuda o con el uso de
artefactos tales como microscopios y osciloscopios. Las
pruebas empíricas continúan siendo la marca de la ciencia, y
son vistas como el tribunal definitivo de la verdad científica.
Y con respecto al problema de qué causa qué, deberíamos por
supuesto reconocer que este es un asunto empírico. Podemos
dejar que los científicos decidan qué causa las ráfagas solares,
sequías, los enlaces químicos, el cáncer y el síndrome de
Down. Los científicos sociales pueden decirnos qué causa la
inflación o la inquietud social. Y podemos juzgar en asuntos
más mundanos y domésticos por nuestra propia cuenta a partir
de la evidencia empírica que tenemos disponible, por ejemplo,
que el perro siempre ladra cuando llega el correo.
Los métodos de la filosofía son ligeramente diferentes. No es la
labor más sencilla el determinar exactamente cuáles son debido
a que la naturaleza de la filosofía es en sí misma uno de los
tópicos del debate filosófico. Tradicionalmente, sin embargo,
se entiende como no-empírico en tanto las verdades filosóficas
no son resueltas principalmente a través de la experiencia.
Consideremos una teoría filosófica en la ética, por ejemplo, que
el bien es lo que procura la mayor felicidad para el mayor
número de individuos. Esta teoría se llama utilitarismo. El
punto es que la evidencia de nuestros sentidos no parece
ayudarnos a decidir si es que esta teoría –de en lo que consiste
el bien– es correcta o no.
¿Cómo decidimos en tales preguntas? Una respuesta tradicional
es que usamos nuestra razón para explorar y resolver preguntas Lo primero que hay que señalar acerca del ejemplo es que
filosóficas. Consideramos teorías posibles y las probamos demuestra lo amplias que son las afirmaciones causales. Si
contra escenarios hipotéticos para ver si permanecen usted dijera que esta droga- o cualquier otra cosa, por ende-
intuitivamente atractivas. Obviamente se requiere de algo de mata, está haciendo una afirmación causal. Está en efecto
experiencia acerca del mundo para poder adquirir conceptos diciendo que causa la muerte. De forma similar, si una roca
básicos y ser capaz de siquiera hablar de cualquier cosa. Pero rompe una ventana, Jane molesta a John, un ruido despierta al
una vez que esto ha sido adquirido, pareciera ser que somos bebé, o una máquina cava un agujero, entonces se están
capaces de razonar al respecto en términos bastante abstractos. realizando afirmaciones causales. Romper, molestar, despertar
Usando nada más que nuestro pensamiento, podríamos decidir y cavar son todos verbos causales que utilizamos para hacer
que el conocimiento consiste en una creencia justificada y afirmaciones específicas acerca de la causalidad. Todos ellos
verdadera, o que una distribución igualitaria de la riqueza sería involucran una cosa haciendo ocurrir otra. En qué exactamente
más moralmente defendible que una distribución desigual. consiste esto es de lo que hablaremos. Y podemos ver, por lo
tanto, que mientras es un problema filosófico, es uno en el cual
Este es el enfoque que tomaremos en este libro. Intentaremos las disciplinas empíricas tienen interés porque suelen estar
usar nuestro pensamiento para razonar a través de preguntas llenas de afirmaciones causales.
tales como si las causas deben siempre preceder a sus efectos.
¿Hay algo de absurdo en suponer esto? ¿O podría haber algo de
absurdo en no suponerlo? ¿Y cuál sería entonces el núcleo de
una explicación creíble de la causalidad? También asumiremos
la prioridad de la filosofía en estos temas, lo cual significa que
los compromisos filosóficos básicos vienen primero, antes de la
investigación empírica en su aplicación. En términos simples,
esto significa que tenemos que saber qué es la causalidad antes
de empezar a buscarla. Por lo menos tenemos que tener una
idea de ella.

Consideremos otro escenario causal mediante la ilustración.

Supongamos que probamos una droga en un grupo de pacientes
y un 50 porciento muere luego de esto. Semejante resultado
parece alarmante y uno podría concluir que la droga es dañina.
¿Podemos decir inmediatamente que esta droga mata a la mitad
de quienes la toman?

4

1. David Hume, quien no podía ver la causalidad.
Segundo, podemos cuestionar la credibilidad de cualquier
afirmación causal en el caso de las drogas, basados solo en esta
información. Simplemente, que un paciente muriese después de
tomar la droga no es una señal segura de que la droga fue la
causa de muerte. ¿Qué pasa si todos aquellos que tomaron la
droga también tenían una enfermedad de la cual el porcentaje
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de muerte dentro del mismo periodo de tiempo fuera de un 80
porciento? Esa información pone el tema en una luz distinta.
Aunque muchos de los que tomaron la droga murieron, podría
ser que la droga ni siquiera fuese dañina. Quizás previno un
número de muertes o alargó la vida de aquellos sufriendo la
enfermedad. E incluso si este no es el escenario, podría haber
una explicación incluso más simple a estas muertes. Tal vez
después de tomar la droga, hubo un terremoto catastrófico que
azotó el mismo lugar donde se estaban realizando las pruebas.
Podría haber una explicación mucho más verosímil de las
muertes que la acción de esta droga.
¿Qué conclusiones filosóficas podría uno entonces sacar? La
lección inmediata parece ser que la causalidad requiere más
que una cosa siendo seguida por otra. Un hombre podría tomar
una pastilla y luego morir, o tocar una rata y entonces morir,
pero para que nosotros digamos que la pastilla o la rata causó la
muerte del hombre, necesitamos algo más. Es este algo más- la
conexión causal- lo que investigaremos en el resto de este libro.
La causa elusiva
Un punto importante merodea en el trasfondo de esta discusión
y debiera ser articulado ahora. David Hume (1711-76)
promovía una idea, la cual continúa atrayendo adherentes, de
que hay algo elusivo acerca de la causalidad que la convierte en
un tema particularmente difícil de conocer. Esta es una
afirmación que podría ser desafiada pero primero debemos
intentar comprenderla.
En su libro de 1739 Tratado de la Naturaleza Humana (Libro
I, Parte III, Sección VI) Hume proponía que todo lo que
podemos observar en la naturaleza es una serie de eventos. Una
cosa ocurre y luego otra, y entonces otra, y así por siempre. El
problema cuando comenzamos a preguntarnos acerca de si
algunos de esos eventos están conectados causalmente, es que
la supuesta conexión causal no es parte propia de nuestra
experiencia. Un fósforo es frotado, por ejemplo, y luego casi
inmediatamente ese mismo fósforo se enciende. Pero lo que no
podemos ver es que el frotar el fósforo es lo que causó que se
encendiera, al menos de acuerdo al relato de Hume.
¿Qué tanto más simple sería realizar afirmaciones causales si
solamente fuera un caso de ver la conexión causal atando
juntos los dos eventos, como una soga? En su lugar, todo lo
que vemos son los dos eventos, el frotar del fósforo y su
ignición. La conexión causal misma parece inobservable. Se
esconde lejos y debemos inferir su presencia a partir de otros
factores de la situación.
Esto es el por qué solemos tener problemas para precisar
conexiones causales. A grandes rasgos es un vasto esfuerzo
científico el determinar qué causa qué, e incluso cuando
pensamos que la causalidad ha sido establecida no hay garantía
de que estamos en lo correcto. En el caso de las ratas, por
ejemplo, era un tema de ver al contexto más amplio de la
situación para ver si algo más podría haber causado la
epidemia. Siempre hay la posibilidad de que la causa real no
haya sido descubierta aún.
Bertrand Russell flexiona su músculo
Debido a que la causalidad no está precisamente al alcance de
nuestra mano, hay algunos que incluso niegan que exista. Hay
formas más débiles y fuertes de proponer este punto de vista.
El más débil sería una estrategia reductiva, la cual sería afirmar
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que lo que comúnmente tomamos por causalidad es de hecho
algo más: algo mucho menos misterioso y escurridizo. Esto es
un movimiento conocido en la filosofía: explicar un fenómeno
problemático en otros términos que son probablemente menos
problemáticos. El reduccionista no deniega que haya
causalidad, sino que deniegan el que hay una cosa adicional en
el mundo, sobre otros y más familiares eventos. En los
capítulos que siguen veremos una serie de explicaciones
reductivas.
El tipo más fuerte de estrategia, sin embargo, podría ser
llamada una eliminativista. La idea aquí es encontrar alguna
razón para eliminar de lleno una cierta categoría de cosa de
nuestras consideraciones. La afirmación aplicada al tema actual
sería que la causalidad ni siquiera existe. Mientras que el
reduccionista dice que lo que vemos cómo causalidad era de
hecho otra cosa- algo que es más obviamente parte del mundo-
el eliminativista simplemente dice que no hay causalidad. Nada
en la realidad coincide con aquello por lo que creímos
necesitábamos la noción de causa.
Como un ejemplo de tal eliminativismo podríamos tomar el
clásico ensayo de 1913 de Bertrand Russell ‘Sobre la Noción
de Causa’. Russell (1872-1970) señaló que, aunque
conceptualicemos el mundo en términos causales, si en su lugar
nos volvemos a la forma en que la física entiende las cosas,
veremos que no hay lugar para la causalidad.
Las nociones de causalidad que los filósofos han producido
involucran asimetría, notaba Russell. La causa produce el
efecto, por ejemplo, y lo hace asimétricamente. Esto significa
que el efecto no puede entonces producir la causa. La
causalidad tiene una dirección. Por ende, si el lanzamiento de
una piedra causa que una ventana se rompa, entonces el
rompimiento de la ventana no causó que la piedra fuese
arrojada. Esto parece tener perfecto sentido para nosotros, pero
Russell pensaba que el sentido común, e incluso la filosofía,
debiesen estar preparados para diferir hacia la experticia de la
ciencia, y en particular la física.
Russell notaba que, en la ciencia, las relaciones causales
asimétricas ni siquiera aparecen. En su lugar, la física está llena
de ecuaciones tales como E=mc2 y F = Gm1m2/d2. Y una
ecuación puede ser leída de izquierda a derecha o de derecha a
izquierda. En otras palabras, la direccionalidad de la causalidad
no es realmente una característica del mundo, ya que en su
formulación científica puede ir hacia la dirección contraria con
la misma facilidad. No hay, entonces, en principio una razón de
por qué el romper una ventana no podría causar que una piedra
sea arrojada a esta. Esto no sería problemático desde un punto
de vista matemático en física. La conceptualización causal del
mundo es por lo tanto una ignorante y pre científica y, en un
famoso pasaje, Russel dice: “La ley de la causalidad, me
parece, al igual que mucho de lo que pasa reúne filósofos, es
una reliquia de una edad pasada, sobreviviendo, como la
monarquía, solamente porque erróneamente se cree que no
hace daño.”
La visión de Russell todavía tiene algunos adherentes en la
filosofía, pero ¿Por qué no ha prevalecido? Todavía usamos
conceptos causales todo el tiempo y la física misma no ha visto
un abandono total de las relaciones asimétricas. En primer
lugar, podemos notar que la lectura del signo “=” no es
inequívoca. Nos acostumbramos a ello en la aritmética donde
indica que una equivalencia, pero es una que parece permitir al
menos un poco de direccionalidad. Decimos que 2 + 2 = 4, por
7
ejemplo, que quiere decir que cada lado es de una suma igual.
Pero es menos obvio que 4 = 2 + 2 en tanto 4 puede ser
también la suma de 1 + 3. El punto es que 2 + 2 puede
equivaler a una sola suma, 4; mientras 4 puede ser la suma de
muchas combinaciones (2 y 2, 1 y 3, 10 y menos 6, y así en
adelante). Y en este aspecto hay por lo menos un poco de
asimetría.
Esta consideración puede ser ejercida en las ecuaciones de la
física puesto que también son indicativas de magnitudes
equivalentes. Desde un valor específico de m y c, uno puede
derivar solamente un valor para E en E = mc”. Pero por cada
valor de E, hay un número infinito de valores para m y c que
produciría una equivalencia. Y por lo tanto aún hay cierta
asimetría que necesita ser explicada. No está claro, por ende,
que una ecuación automáticamente se deshace de la asimetría.
Segundo, el relato de Russell estaba basado en su
entendimiento de la física de 1913. Ha habido un número de
intentos de físicos para poner a la asimetría de vuelta en el
terreno físico. Una noción tal es la entropía, que es una
propiedad termodinámica irreversible. La física es todavía una
ciencia en desarrollo, incluso a pesar que sus éxitos nos han
permitido hacer tanto. No podemos dar el caso contra la
causalidad por cerrado, en la forma en que pensó Russell,
porque la teoría final de la física aún no está con nosotros y
podría nunca llegar a estarlo.
Metafísica y mejor física.
Esto nos trae a una tercera, y quizás la más grande
consideración en contra de la visión de Russell. La física nos
provee una representación del mundo: uno ampliamente
matemático. Es útil que así haga. Resultados dentro de un
modelo matemático pueden nacer y ser usados en explicación,
predicción, y tecnología. Pero no deberíamos olvidar que la
física es la representación y no debería ser confundido por el
mundo mismo.
En ese caso, si sintiésemos que la física ha dejado de lado su
representación de una base de datos central acerca del mundo-
la asimetría de la causalidad- entonces podríamos estar
facultados para pedir una física mejor. El mundo no es un
número, ni una ecuación. Es un concreto particular habitado
por objetos físicos y algunos de ellos parecen estar causalmente
a otros. La física nos fuerza a veces a repensar y revisar el
sentido común, lo que puede ser perfectamente legítimo. Pero
no debería desprenderse automáticamente, que, porque una
teoría funciona matemáticamente, dentro de un modelo, el
mundo es exactamente como ese modelo o como las
matemáticas. Ese es todavía un debate abierto. Una creencia en
la causalidad podría bien ser una creencia filosófica- incluso,
una metafísica- pero puede haber ocasiones donde podamos
pedir una física mejor. Una que refleje nuestros compromisos
metafísicos.
Y aquí, mantendríamos, hay mucho debate todavía por delante.
Biliar Van Orman Quine (1908-2000) Habló acerca de nuestras
creencias formando una red interconectada. Todas fueron
abiertas para ser revisadas a la luz de nueva evidencia, pero
algunas de ellas eran más centrales dentro de la red. No
abandonaríamos tan fácilmente nuestra creencia en la lógica,
por ejemplo, porque es central a todo el resto de las cosas en
que creemos. Siempre podríamos intentar sacrificar una
creencia más periférica primero, si colapsara.
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Una creencia en la causalidad, mantendríamos, es una muy
central. La causalidad importa muchísimo. Nada que ocurra
tendría ninguna real significancia a menos que estuviese
causalmente conectado con otras cosas. A alguien podría ni
siquiera importarle el ser decapitado a no ser por el hecho de
que es una causa de muerte, dolor, inconveniencia, y lo que
sea. Esas demandas por daños están basadas en el dolor siendo
ocasionado. Que las medicinas valgan la pena de descubrir está
basado en el hecho de que son potenciales causas de salud. Y
que la tierra gire alrededor de sol es determinado por el efecto
de una fuerza gravitacional en nosotros. Sin la causalidad, nada
en nuestro universo parecería estar relacionado. Hume incluso
lo llamo ‘el cemento del universo’ (‘Extracto del Tratado’,
1740).
Ahora, si fuésemos a abandonar la causalidad de nuestra red de
creencias, mucho tendría que irse con ella. Requeriría una
completa re conceptualización del mundo y casi todo en lo que
hemos creído alguna vez. Eso no quiere decir que es imposible
o inconcebible, sino que la evidencia que lo requiere debe ser
muy, muy buena. Como hemos visto, las teorías de la física
permanecen tentativas y abiertas a interpretación. En ese caso,
sostendríamos que aún no hemos alcanzado el punto que
Russell creyó habíamos alcanzado, donde tendríamos que
abolirá la causalidad.
Procederemos, por lo tanto, sobre la base de que la causalidad
es una característica real del mundo. En efecto, nos aferramos
al argumento de que es un componente vital y central, sin el
cual las cosas se verían muy diferente. No habría cemento del
universo. Cuando frota un fósforo, espera que se encienda.
Algunas veces esa expectativa no se cumple, pero el mundo es
predecible al menos hasta cierto punto. Si el viento sopla, el
fósforo no se encenderá, pero al menos sabemos que el fósforo
no se puede evaporar o transformar en una rana. El orden
relativo y la predictibilidad del mundo parecen fundados sobre
sus conexiones causales. Habiéndolo proclamado como un
objeto legítimo de estudio, procederemos ahora a revisar
algunas de las presuntas características de la causalidad. En el
camino emergerán algunas de las teorías principales.

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Capítulo 2
Regularidad: ¿Causalidad sin conexión?
El mundo contiene muchas regularidades. Una regularidad es
cuando un tipo de cosa es asociada con otra o seguida por otro
tipo de cosa. Cuando el agua es calentada usualmente sigue que
se convierta en vapor, por ejemplo. No hay escasez de tales
ejemplos. El hielo al ser calentado se derrite, cuando la gente
come vegetales está sana, cuando la gente no come le sigue que
los mismos enflaquecen y se enferman, rocas que son lanzadas
a ventanas son seguidas de las ventanas rompiéndose. Podemos
ver la diversidad de tales casos, pero todos tienen algo en
común. Tipos de eventos, acciones, o estados parecen venir por
pares donde si tenemos el primero, tal como un aplauso,
tenemos el segundo, un tipo de sonido distintivo.
¿Por qué tenemos estas asociaciones regulares de tipos de
evento? ¿Por qué se emparejan? Hay una respuesta bastante
obvia y natural: es porque el primer tipo de evento es una causa
del segundo. El calentamiento del hielo causa que este se
derrita, por ejemplo, por lo que no es ningún accidente que el
derretimiento siga al calentamiento. El calentamiento hizo el
derretimiento posible. ¿Pero tenemos un buen respaldo para
decir esto? ¿Explica la causalidad a la regularidad?
Hume nos dio una forma totalmente nueva de ver la causalidad
y muchos consideran sus ideas como convincentes. Su
innovación fue girar el problema de la causalidad y la
correlación sobre su cabeza. Hume pensaba que no podríamos
decir que la causalidad explica a la correlación. Por el
contrario, la correlación explica la causalidad. No deberíamos
decir que un tipo de cosa regularmente sigue otra porque están
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causalmente conectadas. En su lugar, pensamos que una cosa
causa otra solo porque una regularmente sigue a la otra.
Jugando billar con Hume
¿Cómo podría Hume ir de esta forma en contra del sentido
común? ¿Qué estaba pensando? Él era uno de los grandes
filósofos empiristas y los empiristas creían que era importante
volver a la evidencia de los sentidos. En particular, Hume
pensaba que para entender de lo que trataban nuestras ideas y
conceptos deberíamos consultar las experiencias originales de
las cuales son derivadas. Pero si ponemos a un lado las
presunciones de sentido común, nuestra experiencia nos
muestra solo que una cosa está conectada con otra, la persuade,
la produce o la hace ocurrir.
La ‘perfecta instancia’ de causalidad, decía Hume, podría ser
encontrada en la mesa de billar. Una bola se mueve hacia otra,
se tocan, y la segunda bola, que había permanecido
anteriormente estacionaria, se mueve después. Estamos
bastante seguros de que la primera bola, a través del contacto,
causó que la segunda se moviese. ¿Pero por qué creemos esto?
¿Qué evidencia tenemos desde nuestros sentidos? ¿En qué
consiste esta creencia?
Hume argumenta que todo lo que vemos son eventos siguiendo
una sucesión. Cuando usted ve a un jugador realizar un tiro, ve
en la tabla eventos ocurriendo en un orden en particular:
llamémoslos simplemente a, b, c, d, etc. El taco es movido
hacia atrás, empuja hacia delante, toca la bola blanca, esta
rueda a lo largo de la mesa, toca una bola roja, hay un sonido
cuando las bolas se tocan, la bola roja se mueve, la bola blanca
cambia de dirección y empieza a detenerse. Podríamos seguir
así.
Usualmente el lenguaje causal es usado cuando describimos
tales secuencias. Uno podría decir que cuando las bolas se
tocan estas ‘hacen’ un sonido. Esto sugiere que el sonido es
producido por las bolas tocándose. Pero como el caso es
descrito hasta ahora, todo lo que sabemos por experiencia es la
secuencia de eventos. No tenemos ninguna evidencia
experiencial directa que conecte al choque de las bolas con el
sonido.
¿Por qué, entonces, debiésemos pensar que un tipo de evento
causó otro si todo lo que conocemos es una secuencia de
eventos? Hume tiene una respuesta. No podemos saber que una
cosa causó otra solamente observando una instancia individual,
tal como una bola tocando otra y la segunda moviéndose. Pero
en nuestra experiencia hemos visto indudablemente muchas
más que solo una instancia así. Hemos visto muchos juegos de
billar y billar inglés, donde cada juego ha involucrado muchos
tiros y muchas colisiones tales de bola blanca y bola objetivo.
Y lo que hemos sabido es que en cada caso tal, cuando una
bola golpea otra, la segunda comenzó a moverse estando
previamente estacionaria.
La teoría de Hume consistía en que solamente a través de la
observación de regularidades podemos hacernos alguna idea
sobre la causalidad. La repetición es la clave. Un tipo de evento
siempre es seguido de otro y esto es lo que nos lleva a creer
que el primer tipo de evento causó el segundo.
El mosaico de Hume
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No hay nada en la explicación de Hume que permita la idea de
la producción causal, excepto en la medida en que Hume
piensa que a todo lo que podríamos referirnos por producción
es que hay una sucesión regular de un tipo de cosa seguida por
otra. Vimos cómo el problema de la causalidad es que no hay
una conexión observable que ate la causa al efecto. Ante la
mirada empirista de Hume, por lo tanto, no tenemos razón
alguna para siquiera creer en una conexión causal, ya que no
hay una impresión de ella en los sentidos. Tenemos por ende
una noción de causa que no contiene una conexión real. Esto es
reconocido explícitamente por Hume, quien dice: ‘Todos los
eventos parecen completamente sueltos y separados. Un evento
sigue otro; pero nunca podemos observar ninguna atadura entre
ellos. Parecen vinculados, pero nunca conectados’
(Investigación sobre el Entendimiento Humano, sección VIII,
parte 2).
Un humeano más tardío, David Lewis (1941-2001), sugirió que
entendiéramos la idea de Hume de la siguiente forma. El
mundo es como un vasto mosaico de hechos no conectados:
solo una pequeña cosa y luego otra. Pero cuando vemos ese
mosaico, podríamos ser capaces de distinguir un patrón. Es
como si las baldosas del mosaico hubiesen sido colocadas en
un balde, sacudidas, y luego arrojadas al suelo. Pero incluso si
nada excepto pura casualidad ha hecho que las baldosas caigan
donde lo han hecho, todavía puede haber un patrón discernible.
Podría ser, de hecho, que cuando sea que hay una baldosa azul,
haya una roja al lado de esta. Nada hace que este sea el caso.
Nada impone o requiere de esto. Es solo un hecho acerca del
mosaico.
El mosaico es una analogía, pero es útil. En lugar de tipos de
baldosa, el mundo consiste de tipos de evento, de acuerdo a los
humeanos. Y nuestras creencias acerca de la causalidad están
determinadas simplemente por el descubrimiento de tales
patrones en la naturaleza. La analogía podría iluminar ciertas
características de la causalidad, tales como su aparente
asimetría. Por la asimetría de la causalidad, nos referimos a que
A causa B, pero B no causa A, sean lo que sean A y B. Así,
frotar un fósforo causa que se encienda, en lugar de viceversa.
Para un humeano, esto solamente significa que A es siempre
seguido de B, pero B no es siempre seguido de A. Esto es
perfectamente posible, como lo demuestra el mosaico. Dijimos
que cuando sea que haya una baldosa azul, hay una roja al lado
de ella. Pero esto no implica que cada vez que haya una
baldosa roja habrá una azul al lado de esta. Podría haber
algunas baldosas rojas solitarias rodeadas por baldosas de otros
colores. Dijimos que solo las baldosas azules estarán siempre
acompañadas por baldosas rojas.

2. ¿Regularidad sin producción?

Vimos en la cita de Hume que él decía que solo hay vínculos,

nunca conexión. La visión de Hume es usualmente llamada una
explicación de vínculo constante. Que A cause B significa que
hay un vínculo constante entre S y B (más unas cuántas otras
condiciones, que serán discutidas en el siguiente capítulo).
Ahora la vinculación constante parece una idea bastante
simple. Tal vez es demasiado simple. Pero los humeanos
señalan que no importan qué tan sofisticado o técnico es el caso

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en cuestión, la asunción de causalidad aún depende de que haya
un vínculo constante entre causa y efecto.
Parece claro que el decapitar a alguien causa su muerte. Para
nuestro humeano, esto no significa nada más que todas las
decapitaciones han sido seguidas de la muerte del individuo.
Ahora, uno podría estar tentado a decir que esto es más que
solo un constante vínculo. Hay, uno podría reclamar, una razón
muy buena de porqué la muerte sigue a la decapitación. El
cerebro controla muchas funciones del cuerpo a través de un
mecanismo de nervios en la espina dorsal. Si este es cortado, el
organismo no puede continuar funcionando. Pero los humeanos
tienen una respuesta para esta visión. A pesar que solemos
creer que hay un mecanismo responsable por una vinculación
constante o regularidad, las obras mismas de este mecanismo
solo pueden ser explicadas en términos de otras regularidades.
Así, no es nada más que una regularidad el que una vez que la
espina dorsal es Cortana, dejen de funcionar muchas funciones
corporales. Así que la existencia de mecanismos no nos
demuestra que Hume haya estado equivocado al pensar que la
causalidad era solo regularidad. Estos mecanismos ‘trabajan’
de la misma forma: solo nos ofrecerán más regularidades.
Tomemos otro, muy mundano, caso de plomería doméstica:
cuando usted tira de la manija en el inodoro, se libera agua del
estanque hacia el recipiente. Aquí hay un vínculo constante.
Parece no ser ningún accidente. Aquí hay una explicación, que
puede ser encontrada al mirar en el estanque. Tirar la cadena
levanta la válvula de flujo, permitiendo que toda el agua entre
en el recipiente por una tubería. Pero todo lo que hemos
descubierto, de acuerdo a Hume (aunque él nunca llegó a
escribir sobre retretes), es un vínculo constante más grande- en
términos de vacíos y gravedad- pero una vez más estas
explicaciones no pueden respaldarse en nada más que vínculos
13
constantes. Es otra regularidad que el agua llene un vacío y que
fluya hacia abajo.
No importa qué tan detallado y sofisticado sea nuestro caso
causal, siempre debe resolverse en la regularidad, diría un
humeano. Y esto parece estar respaldado cuando consideramos
las leyes fundamentales de la naturaleza. Por fundamentales,
podemos referirnos simplemente a que no hay una mayor
explicación. Considere la ley de la atracción gravitacional.
Asumiendo que es realmente fundamental, entonces todo lo
que podemos decir es que todo objeto soltado cerca de la
superficie de la tierra ha caído hacia esta. Más generalmente,
los objetos se mueven hacia otros con una fuerza como se
describe en la ley de atracción gravitacional (esto es, como una
función de sus masas y su distancia de separación). Las
matemáticas pueden ser elegantes, pero la idea básica es que
las leyes de la naturaleza son solamente resúmenes o
sistematizaciones de las regularidades que ocurren en el
mundo.
Un dolor de cabeza para los humeanos
El relato de Hume puede ser pensado creíble como una
explicación de nuestras creencias actuales acerca de qué causa
qué. Podríamos haber visto muchos casos donde aquellos con
dolor de cabeza se sienten mejor poco después de tomar
paracetamol. Y esto puede llevarnos a pensar, basándonos en la
regularidad, que el paracetamol cura los dolores de cabeza.
¿Pero qué debiese hacer un humeano con un dolor de cabeza?
¿Debiesen tomar la pastilla? Hume acepta que los seres
humanos piensan de una cierta forma. Nuestras mentes forman
hábitos de pensamiento y es bastante natural el que, habiendo
visto a otros (y a nosotros mismos en ocasiones previas)
mejorarse tras tomar una pastilla, deberíamos hacerlo la
próxima vez que tengamos un dolor de cabeza. Pero no hay
ninguna base racional para decidir el hacer esto, en la filosofía
de Hume. Es natural para los humanos formar expectaciones de
que el futuro será como el pasado, y el trabajo principal de
Hume fue llamado Tratado de la Naturaleza Humana, pero
esta inferencia natural de pensamiento no tiene ninguna
justificación racional.
Un humeano debiera decir, por lo tanto, que mientras ellos
tomarían la pastilla a la espera de que su cabeza deje de doler,
esto no es un acto racional porque ellos creen que no hay una
relación real entre el paracetamol y el alivio del dolor.
El problema aquí es que nuestra experiencia de las
regularidades solo puede ser de lo que es regular hasta ahora.
En casos que hemos observado, A ha sido seguido por B; pero
dado que nada de A hace ocurrir a B- es solamente un hecho
así lo hizo- por lo tanto, no hay justificación racional para decir
que en el futuro As serán seguidos por Bs.
Para poner esto en términos más filosóficos, La explicación de
la causalidad de Hume invita al problema del escepticismo
inductivo. La inducción es una forma de inferencia que
extraemos de casos observados pasados a futuros casos no
observados. Habiendo visto fósforos encendiéndose cuando son
frotados, uno asume que futuros fósforos que sean frotados
encenderán. La perspectiva de la regularidad no nos ofrece
ninguna explicación de por qué esto debería ser así, sin
embargo, así que la inferencia inductiva parece carecer
completamente de bases. Hume no estaba feliz con esta
implicación, pero creía que era inescapable.
14
Cuando sea, donde sea, en cualquier lugar
Partidarios modernos del humeanismo, tales como el ya
mencionado David Lewis, ven el mosaico humeano de una
forma algo diferente, preocupados más con la parte metafísica
de la realidad que solo de nuestra perspectiva temporal de esta.
Cuando tales metafísicos modernos hablan de regularidades,
ellos piensan en las regularidades que se encuentran en todos
los eventos del mundo, de inicio a fin, de forma omni-temporal.
Si consideramos nuestro mosaico humeano otra vez, seríamos
instados por los Lewisianos a pensar en este como un mosaico
que muestra todos los eventos que ocurren en cualquier lugar y
en cualquier momento. Los que cuentan como regularidades
genuinas son aquellos que tienen un vínculo constante a lo
largo de toda la historia, desde el Big Bang hasta el Big
Crunch, si estos son el primer y último momento del mundo.
Como seres humanos situados históricamente, podríamos
sentirnos desafortunados si algo pareciera una regularidad, pero
en verdad no fuese así. Podría estar en la historia del mundo
que, hasta este año, cada A fue seguido por un B, y podríamos
asumir que A causa B, pero desde el próximo año A ya no es
seguido por B usualmente.
El mundo habrá sido poco amable con nosotros si nos guiara
por este camino. Pero para todos los casos genuinos, instancias
futuras serán como en el pasado. Ellas serán las que siempre
presenten un vínculo constante genuino. El problema de la
inducción es que solo se relaciona con nuestro conocimiento,
por lo tanto, y nuestra perspectiva limitada del mundo. Nos es
un problema de la causalidad en sí, en esta versión intemporal
del humeanismo.

Pero quizás esto solo trae la atención a un problema mayor para
la teoría de la regularidad. Ya sea que un evento causa otro, en
esta visión, no es solamente un tema que concierne a esos dos
eventos y cómo se relacionan. Que uno sea la causa del otro
depende de cada instancia del primer evento siendo seguido por
el segundo. La causalidad se vuelve entonces un gran problema
de relaciones.
Podríamos pensar que cuando una bola de billar colisiona con
otra, entonces es esa misma colisión con es misa bola blanca
que hace que la bola objetivo se mueva. ¿Qué importa lo que
ocurre en la siguiente mesa de billar? ¿Cómo pueden los
eventos allí afectar lo que pasa en su mesa de billar? Sin
embargo, ya sea que esta bola blanca causó que la roja se
moviese es, de acuerdo a Hume, dependiente de cada otra
colisión de bolas en la historia del mundo, presumiblemente
incluyendo algo que ocurra miles de años después. Así, en
general, A causa B solo relativamente a muchos otros eventos
¿Puede este ser realmente el caso?
Una distinción es hecha a veces entre este tipo relacional de
visión y explicaciones individuales de la causalidad. Un
individualista busca conexiones causales entre eventos antiguos
individuales: tales como John aplaudiendo al mediodía un
marte causando un sonido distintivo. Los individualistas
piensan que podemos ignorar todo lo demás excepto estos dos
eventos, si todo lo que queremos saber es si uno causo el otro.
En contraste, los humeanos están efectivamente afirmando,
como una parte esencial de su teoría, que una cosa causa otra
solo si esa secuencia es una instancia de una ley amplia. Tienen
que haber leyes causales generales, tales como que el consumir
15
comida nutre (o, en su lugar, consumir comida siempre es
seguido de la nutrición) para que sea el caso que al comer Jane
un trozo de pan le cause el estar nutrida. Y esta idea no está
exenta de atracciones. No es solamente como si cualquier cosa
pudiera ir por el mundo causando cualquier otra, a tontas y a
locas. Si no hubiese un patrón regular en qué siguió a qué ¿No
tendríamos entonces pocas razones para creer en la causalidad?
Va a haber accidentes
Hay, sin embargo, una debilidad más de la perspectiva de
vínculo constante que han proclamado sus oponentes.
Discutiblemente, la teoría no tiene recursos para distinguir
entre causas y coincidencias. ¿Debiese realmente no existir una
relación posible entre regularidades que son genuinamente
causales y aquellas que son meramente accidentales?
Tendemos a distinguir coincidencias de casos causales. Ganar
una apuesta en las carreras se usa su corbata de la suerte podría
ser una coincidencia tal. De seguro la corbata no puede afectar
el resultado de la carrera. ¿Pero qué sucede si el mismo
resultado ocurre la próxima vez que alguien apueste mientras
use una corbata? ¿Y otra vez?
¿Qué diría un humeano acerca de la distinción causas-
coincidencias? Lo que tendrían que hacer es ver el patrón más
grande de eventos: ya sea que los eventos del primer tipo están
vinculados constantemente con eventos del segundo tipo. Y
aquí no tenemos la facultad de hacer ninguna presunción acerca
de qué es una coincidencia. Dentro del humeanismo, dos tipos
de eventos cualesquiera podrían estar constantemente
vinculados (y dos tipos cualesquiera podría no estar
constantemente vinculados). En otras palabras, la causalidad
es, en esta vista, una relación completamente contingente. No
hay contradicción en dos tipos cualquiera de evento cada uno
estando causalmente relacionado o no estando causalmente
relacionado.
Pero aquí está el problema. Cuando alguien gana en las carreras
mientras usa una corbata de la suerte, naturalmente pensamos
en ello como una simple coincidencia. Pero suponga que
ganaron todas y cada una de las veces que usaron la corbata. El
humeano tendría que decir, consistente con su teoría, que, ya
que la causalidad consiste solo en regularidad, la corbata de la
suerte causó cada vez que se ganara la apuesta.
Podríamos pensar que sería poco probable que una cosa
siguiera a otra muchas veces si es que fuera pura coincidencia.
Eso puede ser verdad, pero los humeanos no pueden realmente
afirmarlo. Hume se ha llevado a sí mismo a una esquina donde
tiene que decir que si A es siempre seguido por B entonces A
causa B. La teoría implica esto. Los no humeanos, por otro
lado, podrían dejarlo como una pregunta abierta. En todos esos
casos en que A es regularmente seguido por B, por cualquier A
y B, algunos serán casos de causalidad genuina- quizás la
mayoría de ellos- pero algunos podrían ser accidentales. El no
humeano tiene al menos los recursos conceptuales para
distinguir causas y coincidencias y parece que el humeano no
lo hace tan fácilmente. Una forma más sofisticada de
humeanismo sería requerida si es que esta distinción ha de ser
hecha.
¿Cuan regular es lo regular?
Si uno piensa acerca del problema de causas y coincidencias,
trae a la luz un resultado aparentemente paradójico de la teoría
16
de la regularidad humeana. Será más fácil para un vínculo
constante accidental el ocurrir mientras menos instancias tenga.
Si A ocurre solo cinco veces en la historia del mundo, y es
seguido por B en cada ocasión tal, entonces cuenta como una
regularidad sin excepción. Pero parece bastante posible, dadas
las pocas instancias, que pueda ser mera coincidencia que los
humeanos confunden por una causa. El humeano tiene que
conceder que la regularidad, y por ende la causalidad, es más
probable mientras haya menos instancias de la causa. Esto
parece paradójico porque usualmente pensaríamos que es más
probable que A sea una causa de B mientras más instancias
haya de A seguido por B.
Hay una versión extrema de este problema. ¿Qué pasa si hay
una sola instancia de A? Por ejemplo, supongamos que hay un
universo que contiene solamente dos eventos: hay un estallido
y luego hay un destello. Ahora la pregunta es: ¿Causó la
explosión el destello? Si uno sigue una explicación de vínculo
constante, parece que hay que decir que sí. El estallido siempre
fue, en cada caso (en ese) seguido por un destello. Pero todavía
podríamos decir que fue mera coincidencia.
Para ser justos con Hume, debiésemos añadir que él tiene la
respuesta a este tipo de objeción. Al discutir si es que Dios
causó la existencia del universo, en un acto de creación, él
alega que esto nunca podría contar como causalidad. La razón
es que este es un evento completamente único- ciertamente
ocurriría una vez- e, insiste, es la repetición lo que nos hace
formar la idea de causa. Así que para que Hume creyese que
Dios causó el universo, el querría verlo hacer esto en múltiples
ocasiones. Hume no dice exactamente cuántas veces es
suficiente, pero la idea general es que debiésemos estar más
convencidos de que la causalidad ha ocurrido mientras veamos
más instancias de su vínculo, en lugar de mientras menos
veamos. Eso ciertamente parece un juicio de su parte que tiene
coherencia con el sentido común.
Ahora tenemos lo básico en su lugar para una visión humeana
de la regularidad. Debe añadirse más detalle. Veremos que esa
regularidad no es exactamente todo lo que necesitamos para
poder decir que una cosa causa otra. Pero la regularidad es una
parte importante de la noción de causa. Y tiene que ser
concedido que en muchas ciencias estamos buscando
principalmente correlaciones. Si una prueba muestra que el
radio de recuperación de una enfermedad mejora cuando se
toma una cierta droga, ¿No es eso suficiente para que pensemos
que hay algo de causalidad actuando?
Aquellos que trabajan en las ciencias son usualmente
disuadidos de hacer la pregunta de si hay una causalidad ‘real’
detrás de la correlación. Quizás hay más que sospechas de la
metafísica lo que está detrás de esto. Quizás hay también una
visión de que la correlación es todo lo que hay. No deberíamos
esperar nada merodeando detrás de ella, produciendo la
regularidad. Veremos, sin embargo, que hay una gran cantidad
de otros problemas para ser tocados y otras teorías de la
causalidad que podrían probar ser más atractivas.
17
Capítulo 3
Tiempo y espacio: ¿Ocurren las causas antes que
sus efectos?
Hume se dio cuenta que hay más en nuestra idea de la
causalidad que simplemente correlación. Que dos fenómenos
estén regularmente vinculados no sería suficiente para darnos
una idea de causa. Cuando un niño nace, por ejemplo, sabemos
que está correlacionado con un huevo siendo fertilizado,
usualmente luego del coito. Pero el nacimiento del niño no
causó el coito. Eso lleva las cosas por el camino equivocado.
Había dos ideas más involucradas, pensaba Hume.
Adicionalmente al vínculo constante, Hume pensaba que
nuestra noción de causa incluía las ideas de prioridad temporal
y contigüidad. Prioridad temporal significa que las causas y
efectos deben preceder sus efectos en el tiempo.
Contigüidad significa que causas y efectos deben estar en
lugares contiguos entre ellos. Hay un atractivo intuitivo en la
idea de que la prioridad temporal y la contigüidad son
necesitadas para una idea de causa. Pero veremos que no solo
pueden ambas ser puestas en duda, sino que ambas condiciones
están también en conflicto: una socava a la otra.
Debiésemos tener en mente que el relato de Hume sobre la
causalidad ocurre en un contexto de epistemología empirista.
Su preocupación es con cuál es nuestra idea de una causa, y de
dónde viene. Si no podemos mostrar una impresión original o
una serie de tales impresiones de las que sacamos nuestra idea,
entonces él cree que es ilegítimo y debiese ser rechazado.
Esto levanta todo tipo de preguntas de interpretación filosófica;
acerca de si podemos saber algo además de nuestras propias
experiencias. Hay, sin embargo, algunas preguntas importantes
que hacer también respecto a la causalidad, que no son solo
preguntas acerca de nuestro concepto de causa.
Primero lo primero
¿Qué es tan atractivo acerca de la prioridad temporal? Nuestra
experiencia parece mostrarnos que las causas vienen primero, y
lo efectos algún tiempo después. El fósforo es frotado primero
y luego se enciende; la droga es tomada y luego el dolor de
cabeza se va; primero se hace realiza una calumnia y luego la
reputación es dañada; el azúcar se pone en el té y luego se
disuelve; un remache se suelta y luego la estructura colapsa
mucho después. Y desde esto, podemos usar el ordenamiento
temporal de los eventos para distinguir las causas de los efectos
cuando hay una regularidad.
Suponga que fuésemos a descubrir que la gente feliz tiende a
ser amigable. Hay una correlación entre felicidad y simpatía.
Podríamos decidir que hay una relación causal entre estos dos
factores, pero ¿Cuál fue la causa y cuál fue el efecto? Una
forma razonable de zanjar esto sería investigar qué viene
primero. ¿Fueron estas personas primero felices y luego se
volvieron amigables? Esto no resolvería el tema
conclusivamente, pero podría ser una buena guía.
Uno podría también verlo de la siguiente forma. Suponga en
leyes que un fabricante es acusado de hacer que una gran
cantidad de trabajadores se enfermen debido a estar expuestos a
alguna sustancia sin la protección adecuada. ¿Qué mejor
defensa podría producir la compañía que si pudiesen demostrar
18
que cada empleado tenía la enfermedad con la misma severidad
antes de empezar a trabajar para la compañía? Si el presunto
efecto no viniera después de la presunta causa, entonces se
descarta automáticamente causalidad.
Cuando aceptamos que las causas son temporalmente
anteriores a sus efectos, algo útil sale de ello. Si A causó B,
entonces B no causó A. La aceptación de la prioridad temporal
podría explicar esta asimetría. Si A causó B, y las causas tienen
que ser anteriores a sus efectos, entonces se desprende que A es
anterior a B. Se desprende otra vez que B no puede, por lo
tanto, preceder a A; y entonces que B no puede causar A.
La prioridad temporal otorgaría una asimetría a la causalidad
que ni el vínculo constante ni la contigüidad podrían. Todavía
tenemos que examinar la contigüidad, pero el vínculo constante
no sería suficiente por la siguiente razón. Mientras que el que
A esté constantemente vinculado con B no involucra que B esté
constantemente vinculado con A, tampoco lo excluye. Es
posible, por ejemplo, que todos quienes sean felices sean
amigables, pero también que todos quienes sean amigables
sean felices. Técnicamente hablando, clasificaríamos el vínculo
constante como una relación no simétrica (una relación
simétrica es una en que, si A afecta a B, entonces B tiene que
afectar a A, tal y cómo si A tuviera el mismo peso que B).
Esta prioridad temporal asimétrica parece muy importante para
nuestra noción de causalidad. Agrega algo crucial a la
regularidad. Le da una dirección. Volvámonos ahora hacia la
contigüidad.
Uniendo causas y efectos
La visión de Hume era que, si A y B están constantemente
vinculados y A ocurre antes que B, entonces esto sería todavía
suficiente para que concluyamos que A es una causa de B. La
razón para esto es que A y B también necesitarían estar al lado
del otro; eso es, espacialmente adyacente. Esto es lo que Hume
quiere decir por contigüidad.
Consideremos una vez más un ejemplo mundano. Podemos
asumir que hay una regularidad entre fósforos rozando la caja y
fósforos encendiéndose. Hemos agregado ahora que para que
podamos decir que el roce del fósforo causa que este se
encienda, debiésemos decir que el roce ocurrió antes que el
encendido. ¿Pero qué hay para descartar el siguiente escenario?
Suponga que tres fósforos son friccionados al mismo tiempo,
uno en Noruega, uno en el Reino Unido, y uno en España.
Todos ellos se encienden un poco después, y en cada caso el
roce ocurrió antes que el encendido. ¿Pero por qué no tomamos
en serio la sugerencia de que el roce del fósforo en Noruega
causó que el fósforo en España se encendiera, que el roce del
fósforo en España causara que el fósforo en el Reino Unido se
encendiera, y que el roce del fósforo del Reino Unido causó
que el de Noruega se encendiera?
Hume tiene una respuesta a esto. Pensamos que la causalidad
no ocurre en una distancia: no inmediatamente, en cualquier
caso. La causa del encendido- rozar la caja de fósforos- debe
estar en el mismo lugar que el encendido. Similarmente, para
que una bola de billar cause que otra se mueva, debe tocarla:
debe ocupar el lugar disponible al lado de la bola que mueve. Y
para que alguien se enferme a partir de una bacteria, la bacteria
debe entrar en contacto con ellos. Usted no puede estrangular a
alguien sin tocarlo; y no puede ser nutrido por comida a
distancia.
19
Una cosa lleva a la otra
Uno podría pensar que hay algunos contraejemplos sencillos al
principio de la contigüidad de Hume. Puede haber al menos
algo de acción a la distancia. Suponga que Peter ve a Jane al
final de la calle y la llama. Ella se gira y lo ve. Peter ha
afectado a Jane a través de una distancia. Un terremoto en Italia
podría ser sentido en Alemania; el sol ardiente a 93 millones de
millas de distancia puede calentar los rostros de los habitantes
de la tierra; leer acerca del sufrimiento en un país distante
puede causar que alguien derrame una lágrima; y una escasez
de cultivo en un continente en particular puede aumentar los
precios al otro lado del mundo. ¿Por qué no son estos ejemplos
genuinos de acción sobre una distancia?
En todos los casos tales, Parece posible que la causa influye en
el efecto vía una cadena de causas y efectos intermedios, donde
cada conexión tal involucra una acción contigua. El que a su
vez mueve la siguiente área contigua, y así hasta que la onda
llega a Alemania. Y el sol emite sus rayos por el espacio,
pasando a través de todas las ubicaciones intermedias en su
camino a la tierra. No pasa directamente de un lugar a otro. De
forma similar, el sufrimiento en un país distante ha sido visto
por alguien ahí, quien escribió acerca de este. Alguien decisión
publicarlo distribuirlo a otros lugares. En cada caso así,
podemos encontrar que la causalidad ha viajado de un lugar a
uno distante solamente por efectos en cada uno de los puntos
de intervención. Incluso cuando Peter llama a Jane, el sonido-
las vibraciones en el aire- afecta también los lugares entre Peter
y Jane.
La idea de la cadena causal es una importante. Las causas
pueden alinearse en una fila y seguirse una a la otra, creando
efectos mucho tiempo después y en un lugar distante. Una
forma bastante simple de imaginarse esto es con lo que ocurre
cuando alineamos dominós, de pie uno tras otro no más lejos
que a un dominó de distancia. Usted derriba el primero,
cayendo hacia el segundo, y todos caen en turnos. Es fácil
hacer esto y es divertido de observar: divertido porque nos da
un sentido de que estamos viendo una cadena causal en acción.
El derribar el primer dominó causa la caída del último, algún
tiempo después y a cierta distancia. Podemos ver cómo lo hace
a través de una serie de transacciones individuales.
3. Una cadena causal
Las cadenas son usualmente utilizadas en explicaciones
causales. Como en el caso del dominó, podemos ver que una
cosa llevó a la otra. Algunas veces encontrar una causa de
20
origen es más iluminador que descubrir cuál fue la causa
inmediatamente anterior. Lo que causó la segunda guerra
mundial inmediatamente fue Chamberlain emitiendo un
ultimátum que fue ignorado. Pero qué llevó a que Chamberlain
emitiese tal ultimátum es más iluminador. La agresión nazi en
contra de los vecinos de Alemania. Hay también una historia de
cómo llegamos a ese punto. El relato común en la historia es
que el archiduque Francisco Fernando fue asesinado en
Sarajevo, llevando al estallido de la primera guerra mundial. El
término de la guerra produjo el Tratado de Versalles, cuya
severidad con Alemania llevó a un alzamiento del movimiento
expansionista del Nacional Socialismo. Las cadenas causales
pueden estar dispersas a lo largo de décadas, siglos, e incluso
milenios, alcanzando lugares remotos. Pero cada conexión
podría aún involucrar contigüidad y prioridad temporal
inmediata.
Lugar adecuado, tiempo adecuado
Mientras vimos que había un atractivo intuitivo en la noción de
que las causas deben preceder a sus efectos, también da lugar a
un problema. ¿Cómo puede una causa afectar algo a menos que
exista al mismo tiempo que la cosa que afecta? Para que
alguien pesque un resfriado, el virus debe existir al mismo
tiempo que esa persona y entrar en contacto con ellos. Y para
que una bola de billar empuje a otra, ambas deben existir.
Consideremos más la mesa de billar Hume. Debiésemos
recordar que Hume aboga por la prioridad temporal de causa
sobre efecto y que también llama al caso de la mesa de billar la
instancia perfecta de causalidad. Uno pensaría, entonces, que el
ejemplo apoya la afirmación humeana de la prioridad temporal.
¿Pero lo hace? Si dos bolas colisionan, y una causa que la otra
se mueva, ¿Cuándo ocurre la causalidad? Hume explicaría el
ejemplo como sigue. Primero la bola blanca rueda a lo largo de
la mesa, antes de que la bola objetivo se mueva. Segundo, las
dos bolas se tocan. Y, tercero, la bola objetivo se aleja del
punto de colisión. Si interpretamos la causa como la bola
blanca rodando, y el efecto como la bola objetivo rodando,
parecería que apoyamos la afirmación de Hume de que la causa
precede a sus efectos. ¿Pero es esta la forma correcta de
entender el caso?
Ninguna causalidad ocurre hasta que la bola blanca se
encuentra con la bola objetivo. Sabemos esto porque podríamos
detener la bola blanca con nuestras manos en cualquier punto
hasta que colisiona y no habrá afectado de ninguna forma a la
bola objetivo. Y sabemos esto por el otro principio de Hume: la
contigüidad. La bola blanca no puede afectar la bola objetivo a
distancia y, por ende, la bola rodando antes de la colisión se
vuelve un tanto irrelevante. Esa es solo la historia de cómo la
bola blanca llegó hasta el punto de colisión. La condición de
contigüidad nos dice que la causalidad ocurre con la causa y el
efecto tocándose. Y dado que esto ocurre en un momento
distinto en el tiempo, o un periodo de tiempo ligeramente
extendido, entonces sugiere que la causa no puede ocurrir antes
que el efecto. Las exigencias hacia la causalidad de ambas la
prioridad temporal y contigüidad parecen estar en tensión, por
lo tanto.
Ese argumento parece suficiente para cuestionar la intuición de
que las causas deben siempre ocurrir antes que sus efectos,
pero vale la pena notar que podemos postular un argumento
similar en relación a una visión de que los efectos deben ocurrir
después de sus causas. Una vez que la bola blanca comienza a
21
moverse, alguien podría detenerla con su mano e interrumpir su
movimiento. Pero eso no significaría que la bola blanca no
causó que hiciera algo. De hecho, cualquier causalidad con
respecto a la acción de la bola blanca parece estar acabada una
vez que las dos bolas se separan. La bola blanca no puede
afectar a la bola objetivo una vez que se ha alejado hasta que
colisionen de nuevo en algún otro momento. Lo que le ocurra
después de que se ha alejado es solamente la historia de lo que
le ocurre después que la bola blanca ha causado que se mueva.
Simultaneidad
La discusión anterior es un desafío para la afirmación de Hume
de que las causas deben preceder a sus efectos. Hume parecía
pensar que esto era parte del concepto mismo de causa. Pero, si
está equivocado, ¿Qué podríamos decir en su lugar? Una
opinión, sugerida por el caso del billar, es decir que causas y
efectos son simultáneos. Esto permitiría retener el otro
compromiso de Hume, con la contigüidad.
Immanuel Kant (1724.1804), un filósofo posterior a Hume,
pensaba que la idea de causalidad simultánea era creíble. Su
ejemplo concernía una bola descansando sobre un cojín, lo que
causaba que este se deformase cuando estuviera ahí, y dejaría
de hacerlo una vez que fuese removida. La bola actúa sobre el
cojín durante exactamente el mismo intervalo de tiempo en que
ocurre su efecto. Y el ejemplo de la bola de billar no es muy
distinto de esto. Las bolas no se tocan solo por un instante.
Debido son menos que perfectamente rígidas, se tocan durante
un corto periodo de tiempo durante el cual se deforman
ligeramente la una a la otra y luego saltan lejos. Es aquí cuando
el impulso es pasado de una a la otra. O considere una torre de
cartas. Dos cartas se apoyan una contra la otra, cada una
manteniendo a la otra en pie. Si cualquiera es removida, la otra
se caerá.
Podemos considerar otro caso de acuerdo a este modelo. Un
aparente ejemplo de prioridad temporal era el azúcar siendo
puesta en un líquido (la causa) ocurría antes que su disolución
(el efecto). Pero dijimos en el caso de las bolas de billar que la
bola blanca rodando hacia el punto de impacto no era
realmente la causa sino solo la historia de cómo la bola llegó
hasta el punto de impacto. Similarmente, no hay ninguna
disolución mientras que el cubo de azúcar esté en la mano de
alguien, siendo movido hacia la taza de té, por ejemplo. La
causalidad con respecto a la disolución del azúcar ocurre solo
una vez que el azúcar está sumergida en el té. Alguien
poniéndola en la taza es sólo la explicación de cómo llegó allí.
No es realmente la causa de su disolución. Tan pronto como el
azúcar y el té entran en contacto, la causalidad comienza. Es un
proceso que toma tiempo, a menos que de alguna forma sea
interrumpido, y la causalidad ocurrirá cuando sea que haya
azúcar sólida y líquido no saturado. El proceso toma tiempo,
pero causa y efecto parecen estar ahí- simultáneamente-
durante este.
Ahora, Hume había dicho, por supuesto, que la prioridad
temporal era parte de la noción misma de causa. Si estuviera en
lo correcto con esto, no podríamos siquiera considerar la idea
de causalidad simultánea. Sería como una contradicción de
términos. Pero dado que los ejemplos mencionados arriba se
ven perfectamente coherentes, entonces parece más probable
que Hume haya estado equivocado. La causalidad simultánea
es al menos concebible y algunos de estos ejemplos sugieren
incluso que este es el caso. Y para reforzar el punto, algunos
creen que el viaje en el tiempo hacia atrás es concebible y que
22
sugeriría que las causas podrían ocurrir después que sus
efectos.
Suponga que un viajero en el tiempo aparece en una máquina
del tiempo en 1975, pero su aparición fue causada por él
pasando a llevar un interruptor en su máquina del tiempo en
2074. De nuevo, esto parece concebible, incluso si es una
fantasía o ciencia ficción, así que Hume podría haber estado
equivocado al decir que la prioridad temporal de causa sobre
efecto es esencial para la causalidad. Vale la pena señalar, sin
embargo, que el argumento para la simultaneidad de causa y
efecto- que ambos deben existir al mismo tiempo para que uno
afecte al otro- funciona contra cualquier división temporal de
causa y efecto, sin importar la dirección de la causalidad. El
problema real en el caso del viaje en el tiempo parece ser el
salto directo desde una época a la otra.
Incluso si la simultaneidad es concebible, eso no es suficiente
para garantizar que la causalidad funciona de esa forma, sin
embargo. ¿Qué hay, por ejemplo, de las cadenas causales
extendidas? Si el asesinato del archiduque Francisco Fernando
en 1914 causó el eventual ascenso del Nacional Socialismo en
Alemania, mucho después, entonces parece no haber un caso
para la simultaneidad.
Hay una gran cantidad de posibles respuestas. Uno diría, como
lo hizo Kant, que alguna causalidad es simultánea pero otra no.
Otro pensamiento Kantiano es el hacer una distinción entre
causalidad instantánea y simultánea. Solo porque causas y
efectos pueden ocurrir simultáneamente no significa que
ocurran instantáneamente. Algunos casos tienen su efecto a lo
largo de un extenso periodo de tiempo. Kant dio el ejemplo de
una estufa calentando gradualmente una habitación.

Mientras que el asesinato del archiduque Fernando podría aún
tener su efecto, sin embargo, parece improbable el decir que la
causa está todavía presente. El asesinato terminó en un
momento. Pero lo que uno podría decir es que cada conexión
en una cadena causal involucra solamente simultaneidad de
causa y efecto, algunos de los cuales involucran procesos
temporalmente extendidos. La cadena puede entonces tomar
tiempo. Y el punto de término de cada conexión en la cadena
podría estar superpuesto con la siguiente conexión en la
cadena, existiendo al mismo tiempo como su vecino. Una
explicación semejante podría reconciliar simultaneidad con
cadenas causales temporalmente extendidas.
No localidad
Tampoco debiésemos asumir que la noción de Hume de la
contigüidad va si ser puesta en duda. Otra vez, hay una
discusión de que él estaba equivocado en insistir en ello como
una verdad conceptual.
Los físicos discuten casos de enredo cuántico. Aquí es donde
dos propiedades de dos partículas parecen conectadas, de tal
forma que una medición en una parece garantizar el resultado
de una medición en la otra. Lo que es desafiante acerca del
caso es que esto es válido inmediatamente e
independientemente de la distancia. Supuestamente, cuando
una partícula es medida, entonces su compañero de enredo, sin
importar qué tan lejos, debe tener un cierto valor en ese mismo
momento.
Filósofos de la física aún intentan interpretar exactamente qué
ocurre en estos casos, pero una interpretación que todavía es
23
contemplada es que el enredo cuántico involucra acción
instantánea sobre una distancia, sin ninguna cadena inmediata.
Esto sería profundamente intrigante porque parece involucrar
que la causalidad viaja más rápido que la velocidad de la luz,
que es supuestamente lo más veloz que existe.
Aparte de eso, sin embargo, lo que es significante es que parece
que somos capaces de concebir a la causalidad ocurriendo no
localmente, eso es, sin contigüidad. Algunos llaman a esto la
no localidad cuántica de la causalidad. Otros la llaman acción
espeluznante a distancia. Ya sea que es un real caso de
causalidad aún debe ser confirmado, pero podría contarnos
acerca de nuestra noción de causa de todas formas.
Así que ambos la prioridad temporal y la contigüidad pueden
ser desafiados. Podríamos, sin embargo, todavía recordar las
razones por las cuales Hume pensaba que la prioridad temporal
y la contigüidad eran necesarias. El vínculo constante no sería
suficiente, pensaba. ¿Cómo distinguiríamos la causa del efecto?
¿Y cómo podemos distinguir cuándo tenemos causas genuinas
si no tenemos nada además de la regularidad para seguir? Estas
son buenas preguntas todavía y quien sea que rechace las
respuestas de Hume tendrá que encontrar otras mejores por
cuenta propia.
Capítulo 4
Necesidad: ¿Garantizan las causas sus efectos?
Un pensamiento anti humeano común acerca de la causalidad
es este. Cuando la causalidad está presente, el efecto es más
que solo una mera posibilidad entre muchas otras. Hay una
buena razón a por qué el efecto es producido. Las causas, se
cree, obligan o hacen que sus efectos ocurran. Cuando el
azúcar está en té caliente debe disolverse; cuando un balón es
pateado debe moverse; y cuando un organismo tiene una cierta
estructura genética, debe desarrollarse de cierta forma.
Lo que muchos creen falta de una visión de la causalidad
basada en la regularidad, incluso si es acompañada por los
demás requerimientos de contigüidad y prioridad temporal, es
un sentido de necesidad de las causas. El efecto no es ningún
accidente, dada la ocurrencia de la causa. En su lugar, la causa
es considerada completamente suficiente para que ocurra el
efecto. La filosofía de Hume, piensan muchos, contiene
demasiada contingencia. El mosaico humeano sugiere que, en
teoría, cualquier cosa podría seguir a cualquier cosa. Pero los
anti humeanos rechazan esto. Ellos abogan por el realismo
acerca de la causalidad, el cual entienden como que las causa
son genuinamente productivas de sus efectos en un sentido más
fuerte que lo que permite Hume.
¿A qué nos referimos por necesidad y contingencia? Los
filósofos tienen diferentes formas de conceptualizar estas dos
opciones. Por necesidad, ellos quieren decir que algo es
estrictamente implicado, que tiene que ser el caso, o que es
verdad en todos los mundos posibles. Por contingente, ellos
quieren decir algo que puede o no ser verdad, que podría ser el
24
caso, o que es verdad en algunos, pero no en todos los mundos
posibles. Podría ser creído necesario que 2 + 2 = 4 pero
contingente que Oslo sea la capital de Noruega. Noruega
podría, en teoría, haber escogido Tronzo como su capital, pero
no hay ninguna posibilidad de que 2 + 2 no sea igual a 4.
Otros casos son controversiales. ¿Es necesario o contingente
que el agua sea H2=, que la velocidad de la luz sean 186.000
millas por segundo en el vacío, o que los electrones estén
negativamente cargados? Y dentro de la categoría debatida,
también podemos poner casos. ¿Es necesario o contingente que
el agua disuelva el azúcar, que el paracetamol alivie el dolor, y
que frotar un fósforo lo encienda?
¿Un tema de necesidad?
Hume consideró la necesidad como un posible cuarto elemento
de la idea de causa, junto a las tres ideas que ya hemos
discutido: regularidad, prioridad temporal, y contigüidad
espacial. Él concedió que la necesidad era usualmente parte del
entendimiento común de causa. Filosóficamente, sin embargo,
concluyó que no tenía un lugar legítimo.
Su argumento era que una instancia individual de causalidad no
revelaba ninguna evidencia de necesidad. La visión de Hume
es que solamente vemos una sucesión de eventos: una cosa
siguiendo a la otra. Nuestra idea de causa viene de ver una
repetición del mismo tipo de una secuencia de eventos. Esto
forma en nosotros una expectación que otros casos serán como
las que hemos visto. Pero no hay necesidad de que lo sean. Si
un caso individual no exhibe necesidad, entonces no puede
venir solo de otras instancias de lo mismo. Ningún caso
contiene nada además de contingencia; y ninguna cantidad
mayor de contingencia nos lleva jamás a la necesidad. Eso sería
como esperar que sumar el número cero eventualmente nos den
uno.
Para hacer esto menos abstracto, considere el roce del fósforo
de nuevo. Hume dice que lo vemos pasar por la caja y lo vemos
encenderse. El fósforo podría no haberse encendido cuando
pasó por la caja. En su lugar se podría haber evaporado. Así
que mientras lo vemos encender una llama, no podemos ver
que tenía que encenderse, por necesidad. Esa no es una parte de
nuestra experiencia. Y cuando vemos más fósforos rozar y
encendidos, estamos solamente viendo más de lo mismo, donde
cada roce individual falla en revelar necesidad. La visión
humeana es, entonces, que la regularidad falla en revelar
alguna necesidad en la causalidad.
La necesidad real, hasta donde concierne a los humeanos,
reside solo en ‘relaciones de ideas’; 2 + 2 = 4 es necesario solo
porque su verdad está contenida en los significados de las ideas
involucradas. Similarmente, podemos decir que, si hoy es
miércoles, mañana tiene que sea jueves. Pero la necesidad de
esta verdad radica completamente en las palabras. No hay una
necesidad mundial influyendo el futuro.
Una obligación filosófica
Hume argumentaba contra una visión generalmente aceptada,
una que encontramos en Aristóteles y más recientemente en
nombres tales como Baruch Spinoza (1632-77), quien decía de
la causalidad: ‘Desde una causa definitiva dada, un efecto
necesariamente sigue’ (Spinoza 1677, Ética I, axioma III). El
argumento de Hume es un poderoso desafío a esta idea, pero
las visiones necesitaristas continúan resurgiendo en la
25
metafísica contemporánea. Algunos entienden las leyes de la
naturaleza como temas de absoluta necesidad, por ejemplo, con
secuencias causales limitadas por ellas.
La atracción de la visión necesitarista es que toma en serio el
sentimiento de obligación en la causalidad. La visión
contingentista de Hume sugiere que el efecto podría o no
ocurrir. Nada hace que el efecto ocurra, de cualquier forma.
Pero muchos casos sugieren que hay necesidad real
involucrada. Todo quien haya sido decapitado, durante la
revolución francesa, por ejemplo, ha muerto. ¿Queremos
realmente decir que esto no es más que un vínculo constante, y
un tema de pura contingencia? ¿O debiésemos decir que hay
necesidad? Después de todo, ciertamente no existe la
posibilidad de que alguien pueda sobrevivir a su cabeza siendo
separada de su cuerpo.
El realista acerca de la causalidad- alguien que piensa que la
causalidad es algo real- reafirmará la visión que Hume intentó
dar vuelta. Es natural pensar que las regularidades en el mundo
están ahí por una razón. Algo hace que sea el caso que usted
morirá si su cabeza es cortada. Y si hay algo de necesidad en
esto entonces producirá el vínculo constante. La regularidad
sería entonces sintomática de la causalidad: una buena forma
de identificarla.
El caso de la necesidad en la decapitación parece fuerte. El
necesitarista dirá que lo mismo es verdad de todos los otros
casos de causalidad. Parece difícil concebir a alguien
sobreviviendo sin cabeza. Mientras que parece más sencillo el
concebir el azúcar estando en un líquido sin disolverse, ¿No
depende esto de nuestra relativa ignorancia de las verdaderas
causas? Si supiéramos lo suficiente acerca de los procesos
involucrados, la discusión seguiría, veríamos que hay tanta
inevitabilidad en el azúcar disolviéndose en el líquido como la
hay en alguien muriendo al ser decapitado.
Ahí permanece el desafío humeano de cómo podríamos saber
por nuestra experiencia que la necesidad estaba involucrada en
cualquier caso de causalidad. Un necesitarista podría
responder, sin embargo, que el proyecto empirista de Hume es
demasiado restrictivo con lo que considera como evidencia
admisible. La regularidad podría no involucrar estrictamente
que hay causas obligatorias en juego. Pero tal vez la realidad de
la causalidad es una hipótesis verosímil- incluso la mejor
explicación- de por qué hay tanta regularidad en la naturaleza.
Quizás pensamos que Hume ha fijado un estándar demasiado
alto de prueba de la necesidad de causas: un estándar de prueba
que favorece su propia teoría.
Un necesitarista podría también señalar que su relato tiene la
ventaja de explicar los problemas que rodean el humeanismo.
Hume no podía distinguir entre conjunciones causales
constantes accidentales o genuinas, por ejemplo. Pero el
realista acerca de la causalidad puede de hecho hacer esa
distinción. Algunas regularidades serán simples coincidencias;
otras necesitadas causalmente. Y si la causalidad es algo real,
entonces no importa si es que tiene solamente unas pocas
instancias, o tal vez solo una instancia. El que sea causalidad
real no dependería de cuántas instancias tiene. Tampoco tiene
que haber una visión racional, así que cualquier intuición
individualista podría tener lugar. Ya sea que A causa B no
dependerá de eventos en otros lugares y tiempos sino de si este
A en específico necesita B.
26
Hay una variación en la visión necesitarista que respeta la
complejidad de las situaciones causales. La complejidad es sin
dudas una influyente característica de los escenarios causales.
Los filósofos intentan alejarse de los detalles y terminamos con
discusiones en las cuales parece que hay solo una causa por
cada efecto. Quizás esta es una abstracción inofensiva pero
solo si no hay nada que la complejidad agregue a la causalidad
que nos haga extrañarlo si intentamos ignorarle.
John Mackie (1917-81) notó que, por casi cada efecto, podría
haber múltiples causas en efecto. Suponga que alguien bota un
cigarrillo en una casa, la que subsecuentemente se incendia. Es
improbable que la casa se haya quemado solo por haber botado
el cigarrillo. También necesitó la presencia de materiales
inflamables, tales como muebles, y suficiente oxígeno para que
la llama pudiera mantenerse. El cigarrillo arrojado no era
suficiente por si solo para causar el incendio, pero ciertamente
fue parte esencial de toda la causa de este. En otras palabras, no
podría haber habido un incendio sin el cigarrillo.
Más aún, este grupo completo de factores, mientras que es
suficiente para el incendio, no era en sí mismo necesario para
él. El fuego podría haber sido causado de otra forma, tal como
una falla eléctrica. El grupo de factores entonces no fue
necesario, pero si suficiente para causar el fuego. Podemos
suponer de esta forma lo que significa ser una causa de la
siguiente manera:
[una causa] es una parte insuficiente pero no-superflua
de una condición innecesaria pero suficiente [para el
efecto]: será conveniente llamar a esto (usando las
primeras letras de las palabras en cursiva) una
condición inis. (Mackie, El Cemento del Universo,
1980: 62)

Elogiamos a este relato de la condición-inis por reconocer la
complejidad causal, a lo cual volveremos. Pero también lo
clasificamos como una forma sofisticada de necesitarismo.
Decir que un grupo de causas, S, es suficiente para un efecto es
otra forma de decir que S lo necesita. Estas son dos formas
diferentes de decir que, si ocurre S, sus efectos deben ocurrir.
hacer cosas. E incluso si decidimos realizar alguna acción,
entonces esto debe ser necesitado por otras causas, incluso si
para nosotros parece espontáneo. Lo que pensamos como
nuestra instigación de una acción es en sí mismo solamente
parte de una cadena causal de eventos anterior que no podemos
escapar.

Libre albedrío

Una razón por la cual nos interesa la causalidad es porque está

relacionada al importante problema de la actividad humana.
Cuando actuamos, causamos que ocurran cosas. Somos los
originadores de nuevas cadenas causales, o así nos gustaría
creer. La causalidad no es meramente un problema teórico, que
concierne solo a filósofos; tampoco es importante solo porque
una disciplina distante dependa de ella. En su lugar, si la
actividad humana es causalidad, entonces el problema es uno
de inmediata significancia para todo ser que ha hecho algo
alguna vez.

Una fuente de resistencia a la visión necesitarista es, sin

embargo, que podría amenazar nuestro libre albedrío. Si las
causas necesitaran a sus efectos, ¿Cómo podríamos escapar de
la inevitabilidad del mundo? ¿No estaría todo determinado y
los humanos serían simples esclavos de la necesidad, como
todo lo demás? Esta es la visión conocida como determinismo.

La idea del determinismo necesita mayor explicación. Suponga

que cada evento que ocurre es causado por otros eventos, y las
causas necesitan a sus efectos. Y supongamos también que los
seres humanos están sujetos a la causalidad tanto como todo lo
demás. Las causas actúan sobre nosotros, y así nos obligan a
4. ¿Qué tan libres somos?

27

El determinismo parece, entonces, ser una amenaza a nuestro
libre albedrío. Alguien podría decidir que quieren salir y
comprar chocolate. Pero si esa decisión fue causada por otros
eventos fuera de esa persona- causas que necesitaban la
decisión- entonces ¿En qué sentido es realmente libre?
Algunos creen que una forma de huir de este problema es
distinguir entre causalidad de eventos ordinaria y el tipo de
causalidad que ejercen los agentes. Esta última puede ser
llamada causalidad agente. Tal vez si nuestras mentes son
espíritus o almas, entonces podrían no estar limitadas por la
causalidad regular del mundo puramente físico. Pero tal
respuesta aún enfrenta un problema. Nuestros cuerpos por lo
menos son cosas físicas y parecería entonces difícil de explicar
cómo podrían escapar la necesidad de una causalidad de evento
estándar. ¿Qué utilidad tiene entonces que su mente haga
decisiones libres si las acciones de su cuerpo son necesitadas a
través de la causalidad?
Sin embargo, debiese ser dicho que no todos aceptan el
determinismo, permitiendo en su lugar que haya al menos algo
de contingencia en el mundo. Quizás algunos eventos no tienen
causas. O quizás, como los humeanos insisten, la causalidad no
involucra necesidad, pero permite completa contingencia.
Pero aquí hay un gran problema. Tal y como la necesidad
parece incidir en nuestra libertad, la contingencia hace lo
mismo. Suponga que su acción no tiene causa, o tiene algún
elemento contingente como la suerte o el azar. Eso no parece
hacerlo libre. Por el contrario, hace que pierda control. Usted
podría ser ahora un esclavo del azar en lugar de un esclavo de
la necesidad. Usted no quiere que las decisiones simplemente
28
aparezcan en su cabeza, como resultado de la contingencia:
usted quiere retener el poder sobre ellas. Parece no haber libre
albedrío si todo es necesario; pero tampoco hay libre albedrío
si todo es contingente.
En este punto podría parecer fácil el darse por vencido con
respecto al a libertad humana. No queremos hacer eso, sin
embargo. La conclusión es todavía guiada por un cierto
entendimiento de la causalidad que no hemos completado
nuestro sondeo de todas las teorías. EL problema del libre
albedrío muestra que hay mucho en juego. Si nuestra teoría de
la causalidad nos fuerza a abandonar la libertad humana,
entonces tal vez hay algo mal con la teoría.
Interferencia aditiva y sustractiva
Mientras que apreciamos la necesidad de una conexión causal
que sea más fuerte que la vínculo constante- y por lo tanto la
necesidad de que sea no humeano- hay sin embargo razones
por las cuales la necesidad parece ir demasiado lejos.
Quien quiera que haya tirado de un fósforo sabe que hay
ocasiones en que falla al encender. A veces esto es porque no
ha sido tirado lo suficientemente rápido o de la forma
adecuada. Pero otras veces la técnica correcta podría haber sido
bien empleada y aun así el fósforo no encendió. Suponga que
una brisa de viento pasa al mismo tiempo que se tira del
fósforo. Parece que puede haber fallas de causalidad, no porque
falte algo de la preparación inicial, sino porque algo más ha
sido incluido, tal como una brisa de viento o agua. E incluso si
protegemos el fósforo del viento o el agua, podría haber
todavía otro factor que se interponga en el camino del
encendido.

El mundo es regular y predecible, pero es menos que
perfectamente así. Podría ser lo suficientemente regular para
nosotros el saber lo que debemos intentar hacer para facilitar
ciertos efectos, pero también sabemos que es bastante posible
que nuestra expectativa no sea cumplida.
Ocasionalmente un vaso frágil cae, pero de alguna forma logra
sobrevivir el impacto. Quizás el vaso cayó de cierta forma,
aterrizando en su punto más fuerte. O quizás afortunadamente
cayó en una pequeña parte más suave del piso. Y sabemos que
mientras intentamos construir máquinas confiables, siempre
puede salir algo mal con ellas. Podrían entonces fallar en tener
el efecto regular que tendrían normalmente.
Hay dos formas en las cuales una máquina, o cualquier tipo de
ajuste causal, puede fallar. Una seria si una parte fallase.
Suponga que un engranaje vital se desprende de la máquina,
por ejemplo, dejando un espacio en el mecanismo. La cadena
de causas que viaja a través de la máquina falla en ese punto.
Esta es una instancia la cual podríamos llamar inferencia
sustractiva, que es sacar algo desde la causa, lo que previene
que tenga su efecto usual.
En el segundo tipo de caso, dejamos todas las partes de la
máquina intactas, pero ahora agregamos algún otro elemento.
Quizás el engranaje en la máquina queda cubierto por polvo, lo
que hace que falle. De nuevo la máquina falla: no porque
alguna pieza haya sido sacada, sino porque algo ha sido
agregado. Llamaremos a esto interferencia aditiva.
La posibilidad de interferencia aditiva es una amenaza a la
visión necesitarista de la causalidad, y Hume se dio cuenta de
29
esto. Cuando decimos que una cosa A, necesita otra, B,
entonces según se entiende la necesidad, eso significaría que
cuando sea que A ocurre B debe ocurrir. Esto parece darse
también en otros casos de necesidad. Si hoy es miércoles,
mañana siempre será jueves. Si es miércoles y es Julio,
entonces mañana será jueves; si es miércoles y Barack Obama
es presidente, entonces mañana también será jueves, y así con
cualquier cosa que podamos agregar.
Así que si queremos saber si es que una cosa, A, necesita otra,
B, querríamos saber si es que está A más otra cosa, X, por
cualquier X que podamos nombrar, todavía está B. Esta es una
prueba que podríamos adoptar para juzgar si es que las causas
necesitan sus efectos. John Stuart Mill (1806-73) reconoció
esto en el siguiente pasaje:
Esto es a lo que los escritores se refieren cuando dicen
que la noción de causa involucra la idea de necesidad.
Si hay cualquier significado el cual admisiblemente
pertenece al término necesidad, entonces no tiene
condiciones. Aquello que es necesario, aquello que
debe ser, significa aquello que será cualquier suposición
que hagamos con respecto a otras cosas. (Mill, Un
Sistema de Lógica, 1843: III, a, 6)
Ahora si es posible tener interferencia aditiva, la causalidad
falla la prueba de la necesidad. Podríamos tener la causa usual
de un cierto efecto y añadir algo más- algo tan minúsculo como
el polvo- y el efecto falla en ocurrir. También podría fallar
porque alguien lance una llave inglesa en el mecanismo, un
hoyo negro aparezca, el mecanismo causal se caiga por un
desagüe, y así en más. Hasta donde sabemos, el número
potencial de interventores aditivos es infinito. No podemos
descartarlos todos en una lista finita, insistiendo en su ausencia,
por ejemplo. En ese caso, ¿Cómo podemos decir que la causa
necesitó el efecto?
¿Pero es realmente verdad que todos los casos de causalidad
permiten interventores aditivos? ¿Qué hay del caso de la
decapitación, por ejemplo? Ese parece un buen ejemplo de
necesidad. ¿Es seguro que no haya nada que se pueda agregar
para poder sobrevivir? Bueno, eso depende. Puede no haber
nada en el presente, pero la sobrevivencia después de ser
decapitado es al menos concebible y podría ser simplemente
una cuestión de esperar por el desarrollo de la tecnología
adecuada. En el show de televisión, Futurama, por ejemplo,
una gran cantidad de personajes son cabezas cercenadas en
frascos de nutrientes. ¿Quién puede decir que esta no es
realmente una posibilidad de la interferencia aditiva? Y si la
cabeza fuese capaz de enviar señales a su antiguo cuerpo,
quizás eso también pueda sobrevivir y moverse bajo las
órdenes de su propietario.
Esto puede parecer ciencia ficción (lo que es). Pero hubo
también un tiempo en el cual pensábamos que la gente no podía
sobrevivir un minuto sin un corazón. Hoy, las operaciones de
trasplante de corazón son suficientemente comunes y algunos
incluso tienen partes mecánicas instaladas. La pregunta es si es
que la conexión entre decapitación y muerte, aunque
claramente causal, es un tema de necesidad. Y parece que no lo
es, incluso si todos quienes han sido decapitado han muerto
hasta ahora.
El proceso de producción
30
La discusión en torno a la interferencia aditiva tiene un amplio
significado. Incluso en aquellos casos donde una causa produjo
su efecto exitosamente, no hizo esto al necesitarlo. Hay algunos
casos reales de falla de la causalidad, debido a interferencia
aditiva; pero incluso en los casos donde no ha habido tal
interferencia, podría haberla habido. Ninguna causa necesita su
efecto, por lo tanto, si el efecto podría haber sido prevenido por
un factor adicional.
Lo que esto sugiere es que, incluso para los anti humeanos, se
debiese hacer una distinción entre las nociones de producción
causal y necesidad causal. Hume atacó la necesidad en la
causalidad y dejó en su lugar contingencia pura. Si uno piensa
que algo es inadecuado acerca de su vínculo constante, no se
desprende automáticamente que uno tiene que defender
conexiones necesarias en la naturaleza, en lugar de ellos
residiendo solo en ‘relaciones de ideas’.
Uno podría pensar que Hume está equivocado y que hay una
cosa tal como la producción causal genuina dentro y por
encima del vínculo constante. Pero uno no necesita defender lo
que él ha atacado: la noción de necesitarianismo causal.
Elizabeth Anscombe (1919-2001) desafió la afirmación de que
la necesidad era una parte de nuestra noción de causalidad.
Decir que A causó B, ella argumentaba, no era lo mismo que
decir que A necesitaba B. Lo último tendría que ser algún tipo
de tesis suplementaria.
El razonamiento de Anscombe estaba basado en el surgimiento
de una noción crecientemente respetable de causalidad
indeterminista, que vino a ser tomada en serio en la física del
siglo 20. Parece posible tener un caso de causalidad que es
probabilístico, lo que no quiere decir que es completamente
aleatorio.
Podría haber una cierta probabilidad de que una partícula habrá
decaído tras un cierto periodo de tiempo. No hay nada
forzándola a haber decaído para ese entonces, y de hecho
podría no hacerlo. Pero quizás es más propenso a decaer para
ese entonces que no. Tiene una tendencia a hacerlo. Y cuando
lo hace, no parece una contradicción la idea de que la
propensión causó la decaída, incluso si no lo garantizó. Una
causa, entonces, podría ser algo que aumenta la probabilidad de
un efecto, y algunas veces lo produce exitosamente, pero sin
asegurarlo jamás.
Si podemos comprender una noción de causalidad
indeterminista, entonces Anscombe tenía razón en que la
necesidad no es una parte del concepto de causa. El
necesitarianismo causal sería una tesis suplementaria a la
afirmación de que hay una producción causal genuina. Pero
incluso si el necesitarianismo está equivocado, esto no significa
que tengamos que aceptar la imagen completamente
contingente del mosaico Humano. Podría aún haber más
opciones.
31
Capítulo 5
Dependencia contrafactual:
¿Hacen una diferencia las causas?
Suponga que un tren es retrasado porque hay un alce en las
vías. ¿Qué justifica que digamos que el alce causó el retraso?
Podríamos no querer decir que es algo relacionado con la
regularidad. Hasta donde sabemos, esta es una instancia
individual y no sabemos nada acerca de lo que otros alces están
haciendo en otro momento y lugar. Nuestra creencia es acerca
de este alce en particular que ha causado un retraso a este tren
en particular en este momento en particular.
Aquí hay un pensamiento creíble. Podríamos decir que, si el
alce no hubiese estado en las vías, el tren hubiese ido a tiempo.
¿Por qué suena esto posible?
Las causas, podríamos decir, hacen una diferencia en lo que
ocurre. Ellas son quienes hacen las diferencias. Sin una
particular causa ocurriendo, la historia hubiera sido diferente.
El presidente Lincoln fue matado por la bala de un asesino, con
lo cual queremos decir que el disparo causó su muerte. Una
forma de entender qué involucra esto es que, sin el disparo,
Lincoln hubiese sobrevivido aquel viaje al teatro.
Hay muchas otras cosas que podrían haber sido de otra forma
pero que no hicieron una diferencia en su muerte. Si hubiese
ido a ver otra obra, por ejemplo, habría muerto de todas formas
a causa del disparo. Y si hubiese sido en otra noche de la
semana, no hay razón para pensar que hubiera sobrevivido. La
única cosa que hizo la diferencia entre él viviendo o muriendo
fue sin dudas el disparo.

Al buscar la causa, por ende, y al decir qué es el que algo sea
una causa, la sugerencia es que debiésemos buscar por algo que
haga la diferencia. Y una forma de pensar acerca de esto es
imaginar qué habría pasado si tal y tal cosa no hubiese estado
allí. Si es que el alce en las vías hizo una diferencia, por lo
tanto, depende de si es que el tren hubiese llegado a tiempo si
es que el alce no hubiera estado ahí. Uno podría sospechar que
hubiese llegado a tiempo de no ser por el alce bloqueando el
camino.
Este es un principio atractivo y uno que es usualmente utilizado
en leyes y medicina como una prueba de la causalidad. Si uno
demanda a una compañía por daños, por ejemplo, uno
necesitaría demostrar que el tema de la demanda hizo una
diferencia. Si uno sufre por una enfermedad, uno tendría que
mostrar que no la hubiese sufrido de no ser por las acciones del
sujeto o una negligencia. De forma similar, si alguien es
procesado por causar un accidente, tiene que ser demostrado
que el accidente no hubiese ocurrido a no ser por las acciones u
omisiones del defensor.
En términos filosóficos, esto sería conocido como una prueba
de la dependencia contrafactual de la causalidad. Y hay una
teoría filosófica que es más que sólo una prueba: que la
causalidad misma consiste en dependencia contrafactual entre
eventos.
Si las cosas fuesen distintas…
Por contrafactual, simplemente nos referimos a aquello que es
contrario a los hechos. Así que si es un hecho que había un alce
en las vías, entonces es una asunción contraria a los hechos el
32
que no había un alce ahí. Usualmente nos gusta contemplar
asunciones contrarias a los hechos y considerar que hubiese
pasado en esas circunstancias. ¿Qué hubiera pasado si
Alemania hubiese ganado la segunda guerra mundial?
¿Hablaríamos todos alemán? ¿Y qué pasaría si aterrizaran
alienígenas en Londres hoy, que asumimos no lo harán? ¿Qué
diferencia harían?
Para obtener una teoría de la causalidad como dependencia
contrafactual, necesitamos agregar más elementos. Primero,
estamos hablando no solo de una asunción contrafactual, sino
que también de una dependencia en esa asunción. Usted podría
decir que si el sol se va se pondrá muy frío aquí, planteando
que una cosa depende de la otra. Y probablemente estará
bastante feliz de garantizar esta verdad condicional incluso si
su antecedente (su cláusula dependiente) es falso. El que haga
frío aquí depende contrafactualmente de que el sol se vaya.
Pero eso no es todo. Puede haber dependencia contrafactual
que no sea causal. Si este mes es Junio (que no lo es), entonces
usted sabe que el próximo mes es Julio. Que el próximo mes
sea Julio depende contrafactualmente de que este mes sea
Junio: pero no es causado por que este mes sea junio. Aquellos
que defienden esto como una teoría de la causalidad, por lo
tanto, necesitan distinguir aquellas dependencias
contrafactuales que son causales de las que no lo son.
Una idea es que la dependencia contrafactual tiene que ser
entre eventos separados. La causalidad debe ser una relación
natural, concerniendo eventos que están ocurriendo en el
mundo, en lugar de lo que Hume llamaba delaciones de ideas.
Algunas dependencias contrafactuales serán puramente lógicas,
matemáticas, o analíticas (las relaciones de ideas de Hume).
Otros tratarán eventos y hechos en el mundo dependiendo de
cada uno, y eso es lo que nos interesa.
Relaciones y relatos
Desde la obra de Hume, ha sido natural el pensar en la
causalidad como una relación entre eventos distintos. Una
relación conecta dos o más cosas y una pregunta para la teoría
de la causalidad es qué son esas cosas. Los humeanos tienden a
decir que estas son los eventos mientras que los aristotélicos
tienden a pensar en ellas como sustancias: objetos individuales,
por ejemplo.
Un Aristotélico señalaría que es el alce, una entidad biológica
individual, que está causando la demora del tren. Un humeano,
por el contrario, diría que es el evento del alce estando en las
vías del tren lo que causa el evento del tren estando atrasado.
Cómo uno entienda los relatos de las relaciones causales puede
entonces ser revelador de las asunciones ontológicas
subyacentes. Si un filósofo habla de la causa de un montón de
azúcar como el ser puesta en agua, entonces podría reflejar un
marco humeano básico.
La perspectiva de la dependencia contrafactual de la causalidad
es usualmente vista como otra visión humeana de la misma. El
trabajo de Hume ha generado dos teorías diferentes de la
causalidad ya que él decía cosas favorables de ambas. Pero lo
que hace que ambas sean humeanas es la idea de que la
causalidad es una relación contingente entre eventos distintos.
David Lewis, quien nos dio la noción del mosaico humeano, es
conocido como un defensor de la perspectiva de la dependencia
contrafactual. Pero el que la causalidad sea una relación
33
contingente entre eventos- o incluso que llegue a ser una
relación- es algo que un anti humeano podría cuestionar.
Hechos y contrahechos
¿Qué tenemos en el caso donde el alce causó el retraso del
tren? Los humeanos dicen que tenemos solamente un evento
seguido de otro. Hay un alce en las vías y el tren está retrasado.
No hay una conexión fuerte entre estos dos eventos. El alce no
hace que el tren llegue tarde, ni lo necesita, o siquiera tiende a
esto. Esto podría parecer más débil que una teoría de la
regularidad.
Es por lo tanto la parte de la dependencia contrafactual de la
teoría la que hace el trabajo. Hay muchos casos donde un
evento sigue otro. Lo que vuelve a algunos casos causales es
que, en aquellos, si no hubiese ocurrido el primer evento, el
segundo no habría ocurrido tampoco. Así que la diferencia
entre que haya causalidad y que no la haya no está basada solo
en los hechos- acerca de lo que realmente ocurre- sino que en
verdades acerca de lo que hubiese pasado si las cosas hubieran
sido diferentes.
Vista de esta forma, la teoría suena un tanto increíble. La
causalidad parece consistir no en lo que hay, sino en algo que
no hay: algo contrario al hecho. Uno podría pensar que la
presencia del alce en realidad afecto alguna otra cosa: se
interpuso en el camino del tren. Pero solo podemos decir que el
alce causó el retraso, en este relato, si es que es verdad que, si
no hubiese estado allí, el tren hubiese llegado a tiempo.
No todo está perdido para la perspectiva de la dependencia
contrafactual, sin embargo. Siempre y cuando podemos proveer
un relato creíble sobre lo que consisten las verdades
contrafactuales, entonces no hay desventaja en que la teoría
confíe en ellos.
Una perspectiva de los contrahechos es llamada ficcionalismo.
La idea es que cuando uno piensa en una suposición
contrafactual, es como si uno estuviese considerando una
ficción. Dado que el alce estaba de hecho en esas vías, entonces
la situación en la cual no estaba ahí en ese momento y lugar es
una mera ficción. Tal y como podemos contemplar, disfrutar, y
comprender la ficción de que hubo un niño llamado Oliver
Twist quien fue vendido de un hogar de acogida y conoció un
hombre llamado Fagin, de igual manera podemos comprender
fácilmente la ficción de un cierto alce estando ausente de las
líneas del tren.
¿Pero es esto suficiente para una teoría de la causalidad? Oliver
Twist es solo una ficción. No tiene otra existencia además de
en las mentes del autor y sus lectores. Un personaje en una
novela de seguro no puede interactuar causalmente con gente
real y cosas fuera de la novela. ¿Podrían los hechos reales de la
causalidad en nuestro mundo depender de semejante ficción?
Dado que es solamente una suposición inventada el que no
haya habido un alce en las vías, ¿Cómo podría semejante
ficción posiblemente determinar importantes problemas del
mundo real acerca de qué causa qué?
La preocupación podría ser que un argumento ficcionalista de
contrahechos los deja con poco peso metafísico para reparar los
muy reales hechos causales. Quizás, entonces, podríamos
encontrar un argumento más sustancial, que da a las verdades
contrafactuales algo de sustancia. David Lewis ofrece un relato
semejante, aunque tiene un precio. Lo que es hipotético en
34
nuestro mundo, él dice, es un hecho en algún otro mundo. En
nuestro mundo había un alce en las vías del tren y el segundo
se retrasó, pero hay otro mundo muy similar al nuestro en el
cual no había un alce en las vías. Este otro mundo es igual al
nuestro en cada otro aspecto excepto en que no había un alce
en las vías del tren. Y en tal mundo, sostiene Lewis, el tren
llega a tiempo.
Para que sea verdad que, si no hubiese habido un alce en la
línea, el tren hubiese ido a tiempo, es necesario que haya un
mundo tan parecido como sea posible al nuestro en cada
aspecto excepto con respecto al alce, y en ese mundo el tren va
retrasado. Este otro mundo tiene tantos hechos iguales y leyes
de la naturaleza como nuestro mundo como es posible,
consistente con el alce estando ausente. No podemos asumir
ninguna verdad adicional que no sea verdad en nuestro mundo,
tal y como que hay también un oso en las vías. Y dado esto, la
teoría sigue, entonces sin el alce sabemos que no hay nada más
en el camino del tren.
Lewis ha vuelto sustanciales a las verdades contrafactuales: de
hecho, son todas verdades relativas a los mundos dentro de los
cuales están ubicados. Esto despeja la teoría acerca de
interpretaciones de contrahechos. Pero crea otra preocupación.
Para la versión de Lewis sobre la teoría funcione, debe haber
una pluralidad de otros mundos concretos- uno por cada
situación posible- y cada uno tan real como el nuestro. Lewis
es firme en que estos mundos deben ser real en todo sentido.
Ya hemos visto por qué. Ellos tienen un trabajo sustancial que
realizar. Pero esta realidad de muchos otros mundos reales es
también vista por muchos como una extravagancia ontológica.
No podemos decir a ciencia cierta que no existen tales mundos:
y una razón para esto es que los mundos están espacial y
temporalmente desconectados de cada uno. No hay interacción
entre mundos, así que no podemos chequear empíricamente su
existencia. Esto podría de todas formas ser demasiado costoso
y contra intuitivo para que lo aceptemos.
5. Un mundo por cada posibilidad
Probando los contrahechos
Antes que los filósofos se dejen llevar demasiado por sus
imaginaciones, sin embargo, ¿Qué hay de la simple idea de que
podríamos probar si es que un contrahecho es cierto? En lugar
de simplemente considerar algún otro mundo posible en el cual
la suposición contrafactual sea verdad, ¿Qué ocurre si lo
volvemos verdadero en nuestro propio mundo y luego vemos lo
que ocurre?
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De seguro debe haber algunas pruebas prácticas que podríamos
realizar si queremos entender qué está causando qué. Podemos
intervenir y manipular el mundo.
Suponga que ve una torre de cartas y asume que una carta en la
base está (en parte) sosteniendo algunas de las cartas sobre ella.
Usted podría pensar entonces que, si la carta no estuviese allí,
el resto sobre ella se vendría abajo, lo que parece indicar
causalidad. Usted podría meramente creer que hay una
dependencia contrafactual, pero podría desde luego
simplemente remover la carta de la base y ver si el resto en
realidad cae. Uno podrá, por supuesto, preferir no hacer esto.
Probar esta situación causal también parece destruirla. Pero hay
un caso similar para probar contrahechos que parece mucho
más productivo.
Suponga que una nueva droga es inventada y queremos saber si
es que tiene un efecto causal positivo sobre una cierta
enfermedad. ¿Cómo lo averiguamos? La profesión médica ha
fijado una prueba estándar que se ve notablemente como una
prueba de dependencia contrafactual, pero sin el bagaje
ontológico de los otros mundos de Lewis. La prueba es un
ensayo aleatorio controlado (RCT).
Sujetos de prueba son seleccionados para un ensayo y luego
divididos al azar en dos grupos. Si los números son lo
suficientemente grandes, y la división es genuinamente al azar,
entonces estos grupos debiesen ser bastante parecidos. La
droga de prueba es dada al primer grupo, el cual llamaremos
ahora el grupo de tratamiento. El otro grupo solo recibe un
placebo, desconocido para ellos.
Un componente clave que nos permite hacer esta afirmación es
la asignación al azar que dividió a los grupos. Dijimos que,
para la teoría de Lewis, el mundo hipotético que uno considera
debiese ser tan similar al mundo actual en tantos aspectos como
sea posible, consistente con la suposición contrafactual. La
asignación al azar sobre una muestra lo suficientemente grande
debiese asegurar que los dos grupos son similares: al menos lo
suficientemente similares para nuestros propósitos. Así que, si
un grupo tiene un mejor radio de recuperación que otro, no
debería ser simplemente porque hay distintos tipos de persona
en un grupo que en el otro: más gente sana, por ejemplo. Lo
que esto demuestra es que ciertamente en la profesión médica,
una prueba de causalidad de dependencia contrafactual es
tomada con seriedad.
¿El camino correcto?
Es una cosa el utilizar cierto tipo de dependencia contrafactual
como una prueba de la causalidad y otra cosa decir que la
causalidad consiste en tal dependencia. La teoría filosófica que
hemos estado considerando opta por el segundo. Dice que la
causalidad no es más que una dependencia contrafactual entre
eventos.
Uno podría argumentar, sin embargo, que esto pone el orden de
explicación de la forma equivocada. La razón por la que
podríamos pensar que algunos eventos dependen
contrafactualmente de otros es porque están causalmente
conectados. Si tomamos el caso del RCT, usted podría decir
que hay una razón por la que el grupo de tratamiento tiene un
mejor radio de recuperación que el grupo placebo. No es algún
hecho humeano básico: es que la droga realmente funciona.
Tiene un efecto causal. ¿No se habrían recuperado de todas
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formas aquellas personas en el grupo de tratamiento al tomar la
droga, incluso si no hubiese habido un grupo placebo? Suponga
que por un error administrativo ellos se habían olvidado de dar
a aquel grupo su placebo. De seguro eso no hubiese sido
relevante para el grupo de tratamiento y para que se
recuperasen o no. ¿Así que cómo puede el que la droga haya
causado su recuperación ser determinado por lo que ocurre al
grupo placebo, quienes no interactúan de ninguna forma con el
grupo de tratamiento?
Una crítica de la visión de Lewis es que son nuestras creencias
acerca de las conexiones causales reales en este mundo las que
informan nuestras creencias acerca de lo que ocurriría en otros
mundos, donde las cosas eran ligeramente distintas. Después de
todo, no podemos ver dentro de estos mundos, así que no hay
evidencia para nuestras creencias acerca de ellos. Por lo tanto,
creemos que, si el alce no hubiese estado ahí, el tren hubiese
llegado a tiempo, precisamente porque creemos en este mundo
que el alce causó el retraso.
La sugerencia, entonces, es que la perspectiva de la
dependencia contrafactual lo plantea del modo equivocado. La
dependencia contrafactual no es la razón de por qué las cosas
están causalmente relacionadas; estar causalmente relacionado
es la razón por qué algunos eventos tienen una dependencia
contrafactual. El segundo podría ser solamente un producto o
síntoma de la causalidad.
Sobredeterminación
¿Pero es siquiera un síntoma? Algunos críticos han señalado
que podría haber casos de causalidad sin dependencia
contrafactual y también dependencia contrafactual sin
causalidad.
¿Qué si, al igual que hay un alce en las vías, se encuentra de
pie al lado de una señal defectuosa, atorada en el rojo? En tal
caso, el tren sería retrasado incluso si no hubiera habido un alce
en la vía. Si el alce no hubiese detenido el tren, algo más lo
hubiese hecho. Aquí parece como si el alce causara el retraso,
pero el tren hubiera estado retrasado incluso sin el alce. El alce
es una causa, pero no, al parecer, algo que haga la diferencia.
La razón por la que esto ocurre es que tenemos una
sobredeterminación del efecto. Ambos el alce y la señal
defectuosa son capaces de retrasar el tren. Pero donde hay
sobredeterminación, no hay dependencia contrafactual. Si el
alce no hubiese estado ahí, el tren todavía hubiese sido
retrasado por la señal defectuosa. Y si la señal no hubiese
estado atorada, el tren se habría retrasado de todas formas
debido al alce. Así que ninguno resulta ser una causa del
retraso si la causalidad consiste en dependencia contrafactual.
Los teóricos de la dependencia contrafactual han intentado
demostrar que la sobredeterminación de efectos no puede
realmente ocurrir. Quizás una causa siempre viene antes e
influye sobre la otra, una así realiza toda la causa mientras la
otra no ocasiona ninguna. ¿Pero por qué es la
sobredeterminación simultánea una posibilidad que debiésemos
descartar? Teniendo dos causas de un efecto operando al
mismo tiempo, cada una lo suficientemente individual, parece
un escenario perfectamente posible. Si la única motivación para
descartarla es que salva a la dependencia contrafactual de la
causalidad, entonces parece un movimiento ad hoc.
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Sin el cual no
La sobredeterminación es causalidad sin dependencia
contrafactual. También existe el caso contrario. Hay algunas
instancias que no parecen causales, pero hay de todas formas
una dependencia contrafactual entre eventos distintos. Este tipo
de caso es lo que llamaríamos una condición sine qua non o
necesaria.
Una tarde, John aumenta el paso de su caminata. Él no hubiese
sido capaz de hacerlo a menos que hubiera salido de la cama en
la mañana. Que John aumente su ritmo entonces depende
contrafactualmente de él saliendo de la cama. ¿Pero causó el
que saliera de la cama el que incremente su ritmo en la tarde?
No parece que sea así. Cuando John se levantó, él no tenía
intención de aumentar su paso más tarde. Pero era una
condición necesaria para ello. Él no podría haber estado
caminando en la tarde si hubiese seguido en la cama. Sine qua
non significa sin el cual no, que no parece ser lo mismo que
una conexión causal.
Similarmente, la velocidad extra de John depende
contrafactualmente del Big Bang, pero presumiblemente el Big
Bang no lo causó. Fue meramente una condición necesaria para
ello. Su muerte depende contrafactualmente de su nacimiento:
de hecho, todo lo que alguna vez hace subsecuentemente en su
vida dependerá contrafactualmente de su nacimiento. ¿Pero
causó su nacimiento todas esas cosas? ¿Causó que escogiera
pasta en lugar de pizza en el restaurante, para priorizar sus
amistades, para dejar de fumar, para mudarse a Londres? Más
aún, que Hume se volviera un filósofo dependía
contrafactualmente de que él tuviese bisabuelos. Es discutible,
sin embargo, que sus bisabuelos no causaron que se volviese un
filósofo, porque ellos no tuvieron ninguna influencia durante su
decisión o educación. Visto de esta forma, la separación entre
una condición necesaria y una causa verdadera parece ser
bastante amplia. Eso parecería indicar que la dependencia
contrafactual no puede ser lo mismo que la causalidad.

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