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Humanismo

Se ha llamado principalmente a la tendencia que durante el Renacimiento


produjo el amor y el culto a la Antigüedad clásica, considerada como un
ejemplo de afirmación de la independencia del espíritu humano y, por tanto, de
su valor autónomo y dignidad. El humanismo queda así ligado históricamente al
Renacimiento, pero su concepto general es indudablemente más amplio.
Según Burckhardt, el humanismo significa el descubrimiento del hombre en
cuanto hombre y, consiguientemente, la reafirmación de todo lo humano, tanto
en el sentido del individualismo como en el sentido de la «humanidad». Durante
el Renacimiento se llamaron, efectivamente, humanistas no solamente los
eruditos y los que buscaban en los clásicos de la Antigüedad los ideales y
normas de su tiempo, sino también los que propugnaban por una reforma total
del hombre, por una inversión de los valores vigentes durante la Edad Media.
El humanismo como elemento integrante de la época crítica del Renacimiento
significó, pues, primordialmente un afán y un deseo más bien que un ideal
preciso, y representó el tránsito a la época moderna. En la actualidad se ha
manifestado nuevamente una tendencia humanista, pero no ya sólo como
resurrección de la Antigüedad clásica, sino como manifestación de la
necesidad de un nuevo ideal humano en vista de la irrupción de una crisis en la
modernidad. Este humanismo se ha desenvuelto en múltiples formas y desde
diferentes puntos de vista, hablándose de un humanismo cristiano, de un
humanismo socialista, de un neohumanismo liberal, &c. En todos los casos, sin
embargo, el humanismo actual intenta substituir la noción renacentista y
moderna del individuo por la más completa de la persona (véase), haciendo del
humanismo no un culto a una entidad abstracta –la humanidad–, ni una
exaltación del individuo considerado como átomo social, sino más bien un
imperativo de respeto a la personalidad humana, al hombre en cuanto portador
del espíritu. Desde el punto de vista estrictamente filosófico, F. C. S. Schiller
(véase) llama humanismo a su propia doctrina en cuanto reduce toda
pretensión de verdad o falsedad de las proposiciones a las consecuencias que
se derivan de ellas para la vida humana o, mejor dicho, en cuanto convierte
toda pretensión de verdad o falsedad en función de los propósitos del hombre.
Según Schiller, el humanismo es una ampliación y, a la vez, una superación del
pragmatismo, pero la relativización de toda verdad, expresada en el principio
de Protágoras por él adoptado no significa la negación de la verdad, sino la
atribución de verdad a todo lo que responda a las necesidades humanas, de
cada individuo.

Para entender mejor el término de humanismo filosófico, debemos primero


darle significado a este concepto. El término humanismo se relaciona con las
concepciones filosóficas que colocan al ser humano como centro de su interés.
El humanismo viene a significar la valoración del ser humano, la propia
condición humana. Se refiere a una amplia gama de filosofías y perspectivas
éticas que ponen énfasis en el valor y las acciones de los seres humanos,
individual y colectivamente, y que prefieren el pensamiento individual y la
evidencia (racionalismo, empirismo) sobre las doctrinas establecidas o la fe
religiosa. El término humanismo puede ser ambiguamente diverso y ha habido
una confusión de los usos de dicho término ya que son muchos los
movimientos intelectuales que se han identificado con este concepto a lo largo
de la Historia. La psicología humanista es más que un movimiento, e incluso
más aún el reflejo de una actitud sobre el ser humano y el conocimiento.

En lo que atañe a los conceptos filosóficos humanistas, ya en el siglo XII se


produce un primer “renacimiento”, por decirlo de alguna manera, de la
concepción grecorromana del ser humano. Esta concepción del hombre
cristaliza en el concepto de humanitas, que recoge el ideal helénico de
la paideia (educación) y cuyo paso al mundo medieval se realiza a través de la
Patrística cristiana, es decir, la fase en la historia de la teología cristiana que
abarca desde el fin del cristianismo primitivo hasta alrededor del siglo XIII y que
se ocupa mayoritariamente de la defensa del cristianismo frente a las religiones
paganas y posteriores herejías. En ella, la humanitas como ideal de la cultura
humana complementa a la Teología. Así pues, la teoría de la razón y de la fe,
de la Filosofía y la Teología, llegan a una alta cima con Santo Tomás de Aquino
y su valoración del pensamiento antiguo ya que se establecen las bases de una
brillante y certera concepción humanística del mundo.
Generalmente hablando, se podría decir que el humanismo renacentistas forja
las bases del hombre moderno. Este humanismo renacentista insiste en la
dignidad y en los valores del hombre educado libremente, por eso lega una
concepción educativa de notable influencia, las humanidades.
En lo que a nosotros nos concierne, el Humanismo produjo ciertos cambios
notorios en la concepción filosófica del ser humano. Por una parte, y como ya
hemos remarcado, la razón humana adquiere valor supremo. Por tanto,
digamos que esta una concepción aboga por la búsqueda de una espiritualidad
más humana, más interior (lo que relacionamos estrechamente con el
erasmismo), más libre y directa, en detrimento de una espiritualidad mas
externa y material, imperante hasta la aparición de este movimiento filosófico,
cultural e intelectual. Siguiendo con la pretensión de centralizar y ensalzar al
ser humano y a su condición, observamos un notable optimismo frente al
pesimismo y milenarismo característico en la Edad Media. Es decir, existe fe en
el hombre ya que la idea legítima de alcanzar fama (se vuelve a apreciar como
virtud de tradición clásica) y gloria en el mundo terrenal incita a realizar
grandes hazañas. Podríamos decir que la fe se desplaza de Dios al hombre.
También observamos ciertos rasgos de la filosofía de Platón en lo que
concierne al concepto de idealización y estilización platónico de la realidad.
Digamos que se tiende a “exagerar” y a cargar de optimismo a la realidad, es
decir, se pinta mejor de lo que es, se la ennoblece (lo relacionamos con el
término nobilitare.

Su slogan fue “el hombre es la necesidad de todas la cosas” imitando a los


antiguos sofistas griegos. El Humanismo inculcó una posición cambiante o
transformadora del hombre en su medio social; su objetivo principal fue:
“resolver con hechos prácticos los problemas que conciernen a la humanidad”.
Apareció como una oposición abierta a la Escolástica medieval, atacó las ideas
filosóficas, ideológicas, políticas y sociales que imperaron en la Edad Media,
sustituyéndolas por una concepción más humana del mundo. Este movimiento
trajo como resultado un gran desarrollo de las ciencias, el arte, la literatura, la
cultura, la política, etc. El Humanismo desplaza a Dios como centro de
preocupaciones de los intereses humanos, a la vez que el hombre ya va
tomando el puesto que le corresponde dentro de la escala jerárquica de los
seres espirituales y materiales. Existe un desplazamiento de notable
consideración en cualquier actividad humana que se contemple. Si echamos
una ojeada en el plano político, veremos que de una política basada
fundamentalmente en poderes que derivan de Dios como se pensaba en el
Edad Media se pasa a la política del principio, tal como es definida por
Maquiavelo: “el poder es el único fin del principio, y todos los medios que
pueda utilizar para acrecentarlo y conservarlo son válidos”. La intervención de
la divinidad, en los asuntos terrenos, deja de estar presente en los asuntos
terrenos, dejando el paso a la actividad humana. En la Edad Moderna la ciencia
ocupa un lugar preponderante en la vida del hombre, y se puede considerar
que la ciencia es uno de los grandes factores que determinan los cambios que
se producirían a partir de ese momento. Pues los datos que sobre el mundo
saca la ciencia serán sometidos a un severo análisis y recogidos, asimilados
además por la actividad de los hombres.

Humanismo

“El hombre es la
necesidad de todas la
cosas”

Se basó en que toodo


Ideales giraba entorno al Narcisismo
hombre

El poder y El amor que dirige el


superioridad sobre sujeto a sí mismo
todo lo existente tomado como objeto

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