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ESCENARIO DIALÓGICO DE LO POLÍTICO

ACTIVIDAD INDIVIDUAL PREPARATORIA; LECTURA CRÍTICA DE UNA


PELÍCULA

GLORIA MIRIAM BURBANO

DOCENTE:
ÁNGELA MARÍA CADAVID MARÍN
MAGISTER EN EDUCACIÓN

UNIVERSIDAD DE MANIZALES
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
MAESTRIA EN EDUCACIÓN DESDE LA DIVERSIDAD
POPAYAN
2019
Después de mirar la película Primavera, verano, otoño, invierno, primavera, del director

Kim Ki Duk (2003), reflexiono sobre este círculo normal: vida, adversidad, experiencia y

muerte, que el ser humano debe desarrollar en las etapas de niñez, adolescencia, juventud y

madurez. Se observa que el desarrollo dentro de estos ciclos tiene una estrecha relación con

las características biológicas, psicológicas y sociales que cada individuo manifiesta de

acuerdo a su entorno. Por ejemplo, la niñez, base del desarrollo humano en la que nuestra

inocencia hace que ignoremos demasiado y tengamos muchas preguntas por formular, es la

etapa en la que nuestra creatividad aflora al máximo. Nos muestra un individuo en estrecha

relación con la naturaleza y con su maestro quien guarda una conciencia colectiva histórica,

la cual le sirve para orientarlo en la ética del buen vivir, poniéndose en el lugar del otro,

para así entender realmente las lecciones que dejan las acciones que realizamos

diariamente, tanto a nivel personal como con los seres de nuestro entorno. En la

adolescencia, donde cambios físicos se presentan sin distinción y la naturaleza nos advierte

la necesidad de definir una identidad sexual, el individuo experimenta otra clase de

sentimientos y emociones que se enfrentan: placer-vergüenza y felicidad-tristeza. Aparece,

la juventud donde se puede apartar de algunos preceptos morales y religiosos para escoger

un camino diferente al que las normas, las instituciones o las personas con mayor

experiencia le habían mostrado en las etapas anteriores. Quizás, ese obrar voluntario y

libre, permita al individuo, responsabilizarse más por sus acciones ya que no habrá otros a

quienes pueda culpabilizar. Creo que es una etapa donde el ser humano empieza una lucha

interior que le permite encontrarse consigo mismo, empieza a pensar realmente en el

sentido de su vida, recordando el ayer como una serie de experiencias vividas y

pronosticando el futuro a través de la esperanza y el deseo de ser mejor. Quiere desligarse

de una conciencia colectiva pero ella vuelve con una serie de prejuicios y remordimientos
que buscan que el ser humano se sienta culpable y se castigue. Finalmente, como dice la

canción “El camino de la vida,…la juventud se va y nos volvemos viejos…¨, llega la etapa

de la madurez con una gran cantidad de conocimientos producto de múltiples experiencias

vitales que surgieron en diferentes entornos y tiempos indefinidos. No obstante, esa

energía que fue cargada al 100% en nuestra niñez se está agotando y el 15% que sobra lo

utilizamos para sentarnos a meditar en todas las siembras que hicimos en el transcurso de

nuestra vida y que permiten guardar la esperanza de cosechar unos buenos frutos que

permitirán gozar en el plano espiritual, de la paz y la calma que ha dejado todo el caos de

las tormentas vividas. El ciclo se cierra internamente con la muerte pero nuestra esencia

trasciende con ese otro ser humano que empieza su niñez.

Los diferentes ciclos que desarrolla el ser humano en tiempos diversos le permiten

convertirse en sujeto, es decir, en «actor de sus actos», ya que su forma de comportarse

pasa de ser meramente reactiva a ser original. Esa originalidad, producto de su voluntad e

inteligencia, le permite conocer y actuar en la realidad de manera objetiva y no basada en la

subjetividad. Obviamente, las experiencias de cada ciclo son el fruto de las luchas

constantes que el sujeto debe padecer en su vida y lo más importante, son las huellas que le

permiten construir y reconstruir su experiencia vital. La naturaleza es sabia, y en cada ciclo

nos presenta herramientas alternas que nos permiten continuar. Si en la niñez carecemos de

la capacidad cognitiva para imaginar nuestro futuro, ella nos ha puesto al servicio todos

nuestros sentidos y las vidas de las personas con quienes nos relacionamos, llámense padre,

madre, maestro para que por medio ellos podamos proyectar nuestro futuro.

En la película también se muestra el papel fundamental que tiene la autorreflexión ya sea

por principios religiosos, éticos o sociales en la determinación de sujetos que se conocen a


sí mismos y por lo tanto se convierten en jueces de su propia vida. En el papel de

educadores, el hábito de la autorreflexión debería ser considerado como una aptitud

prioritaria para ejercer este trabajo. Desafortunadamente, en los contextos escolares solo se

observa esta buena práctica en los maestros por vocación quienes muestran una gran

responsabilidad consigo mismo y con los que conviven ya sean estudiantes, padres u otros

miembros de la comunidad educativa. Muchos han dejado morir esa motivación inicial y

sienten el trabajo como una obligación que deben cumplir con el fin de satisfacer las

necesidades de esta sociedad capitalista donde se considera el poder económico como un

valor a imitar y multiplicar. Teresa Fuentes (2001) citando a J. L. Aranguren, nos muestra

que en la vida podemos desandar lo andado cuando escribe " la vida no es una unidad fluida

e inarticulada sino todo lo contrario: la discontinuidad y la articulación propia del vivir

humano permiten la posibilidad de rehacer el camino, de cambiar de sentido y romper así

con las determinaciones y ausencia de libertad en la elección profesional; o, por el

contrario, dar un nuevo curso a las aptitudes y a la pasión que creíamos estar dirigiendo

correctamente…¨ (p. 301) Quizá la mejor manera de lograrlo es mediante un proceso de

reflexión que permita abrir nuevas puertas para la entrada triunfante de aptitudes no

explotadas y donantes de felicidad personal y colectiva.

Asimismo, se puede concluir que el verdadero sujeto se realiza en el exterior, en el

colectivo, viviendo y compartiendo su experiencias vitales con los otros. El sujeto muestra

su verdadera faceta en relación con otros porque en la soledad sólo es un individuo

construido a medias. Es la convivencia y la socialización las que le permiten lograr su

actuación. Es en estos espacios donde pone de manifiesto su subjetividad enmarcada en


dificultades y problemas que se simbolizan como piedras pesadas y de las cuales no se

puede deshacer; también, de aciertos y posibilidades propias de la acción de vivir.

El sujeto es sujeto cuando se vincula a su entorno ya sea por gusto o supervivencia,

protagoniza diferentes papeles de acuerdo a sus cambios físicos, psicológicos y sociales,

reconoce la existencia del otro, utiliza el proceso de autorreflexión para entender y corregir

errores, coloca su vida al servicio propio y de los demás y, encuentra la satisfacción del

deber cumplido, recibiendo a la muerte con la tranquilidad y la certeza de que sus acciones

no fueron sólo para satisfacer sus intereses egoístas sino que servirán para trascender a las

futuras generaciones.
Referencias

Fuentes, Teresa. (2001). La vocación docente: una experiencia vital. Recuperado de


https://www.raco.cat/index.php/ArsBrevis/article/download/90309/142320

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