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Santifiquemos el Nombre de Dios

Mateo 6: 9
Introducción:

1. El nombre de Dios
Por su nombre entendemos,
a) Dios mismo (1 R. 5: 5) “Dad a Jehová la gloria debida a su nombre”
(Sal. 29: 2; 34: 3; 61: 5)
b) Los títulos y perfecciones de Dios. “Yo soy el que soy” (Éx. 3: 14)
“¡Jehová! ¡Jehová! Fuerte, misericordioso y piadoso” (Éx. 34: 6, 7)
2. La petición.
“Santificado sea tu nombre” Encontramos esas mismas palabras en otros
pasajes (véase Is. 8: 13; 29: 23) Significa tenerlo como sagrado,
reverenciarlo, adorarlo, etc. Santificamos el nombre de Dios,
a) Cuando lo tenemos como sagrado y solo lo pronunciamos con reverencia.
Esto es lo opuesto a usarlo de una forma profana, ligera y
desconsiderada. Los Profesores a menudo ofenden en esto. Los
judíos siempre hacían una pausa antes de pronunciarlo.
El nombre de Dios es santificado,
b) Cuando tenemos opiniones correctas de su carácter y perfecciones.
No debiéramos tener la idea de que Él es un Ser de ira y terror, ni que
es un Ser indiferente a las acciones humanas: sino que es el Señor
Soberano del Universo, glorioso y perfecto en todos sus atributos, y
bendito en todos sus caminos y obras.
c) Cuando le consideramos como el Ser poseedor de estas perfecciones.
Adorarle en su grandeza, reverenciarle en su pureza, temerle en su
justicia, gozarnos en su misericordia y gracia, somos agradecidos por
sus bondades, confiamos en su verdad. Santificamos su nombre.
d) Cuando le tenemos presente en nuestra vida y le hacemos el fin de
todas nuestras acciones.
Actuemos siempre como si estuviéramos en su presencia y lo
hagámoslo todo para su gloria.
e) Cuando exaltamos y adoramos su nombre en la congregación de su
pueblo.
“Engrandeced a Jehová conmigo, y exaltemos a una su nombre” (Sal.
34: 1-3; 29: 2) De esta manera condenamos la idolatría, la
infidelidad y la indiferencia. Santificamos su nombre,
f) Cuando recibimos y honramos a su Hijo.
Dios ha puesto en sus manos el juzgar todas las cosas, “para que
todos honren al Hijo como honran al Padre” (Jn. 5: 23) Notemos,
3. Los medios mediante los cuales podemos santificar el nombre de
Dios.
a) En nosotros mismos: Por el cultivo de puntos de vista bíblicos acerca
de la Deidad, de la meditación y la oración, el santo temor y la
vigilancia.
b) En nuestras familias: Al enseñar a nuestros hijos el temor del Señor.
c) En el mundo: Por la reprensión sabia y amable de lo profano. Por la
circulación de publicaciones útiles, especialmente de las Sagradas
Escrituras.
Aplicación:
1. Animemos al cristiano a amar y a gozarse en el nombre de Dios. A exaltarlo,
ensalzarlo, glorificarlo y confiar en él.
2. Llevar al pecador a temer a Dios, a tener espanto de entrar en conflicto con
Él, a temblar en su presencia, y a reconciliarse con Dios pronto para que no
perezca en el camino.
Conclusión:

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