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EXTINCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD PENAL
I. Fundamento.–
II. Muerte, cumplimiento de la condena, indulto y perdón del ofendido.–
III. Prescripción del delito y de la pena.–
III.1. Prescripción del delito.–
III.2. Prescripción de la pena.–
IV. Cancelación de antecedentes penales.–

La causas de extinción de la responsabilidad penal son aquellas específicas


circunstancias que acaecen después de cometida la infracción y anulan la acción
penal o la ejecución de la pena. Con ellas se entiende desaparecida la
responsabilidad penal: la cumplida se extingue y la no cumplida no puede
exigirse. En estos casos por tanto cesa el derecho del Estado a imponer la pena
(ius puniendi), hacerla efectiva o continuar exigiendo su cumplimiento; para el
sujeto desaparece la obligación de sufrir la pena.

I. Fundamento.-

Las causas de extinción de la responsabilidad penal1 están reguladas en el título


VII del Libro I: arts. 130 a 137 del CP2. Estas causas implican el cese del derecho
del Estado para ejercitar el ius puniendi y castigar tales conductas, bien no
imponiendo una pena, bien no ejecutando o interrumpiendo la ejecución de la
ya impuesta.

Las causas de extinción se recogen en el art. 130 CP y son3: 1.º muerte del reo; 2.º
cumplimiento de la condena; 3.º remisión definitiva de la pena suspendida; 4.º
indulto; 5.º perdón del ofendido; 6.º prescripción del delito4; y 7.º prescripción
de la pena o de la medida de seguridad.
Unas presuponen la imposición de la pena, como la de cumplimiento de
la condena, o remisión definitiva de la pena suspendida y prescripción de la
pena, pero otras en cambio operan antes de la condena, como sucede con la

1 Las causas de extinción de la responsabilidad penal, por el cumplimiento de la pena o por otra
causa de las previstas en el art. 130 del CP, no suponen siempre la desaparición de todas las
consecuencias del delito, pues la inscripción de la condena en el registro de antecedentes
penales, el Registro Central de Penados y Rebeldes, normalmente subsistirá en tanto no se reúnan
las condiciones exigidas por la ley para su cancelación o eliminación.
2Algunos autores señalan que las causas de extinción de la responsabilidad penal se proyectan,
no sobre el delito, sino sobre la pena, por lo que sería más adecuado hablar de causas de
extinción de la pena. En este sentido, MIR PUIG, DP. PG, p 754.
3 La LO 15/2003, de 25 de noviembre, modificó este precepto: incluyó como una causa más de
extinción de la responsabilidad penal la remisión definitiva de la pena suspendida; modificó el
momento en que el perdón del ofendido puede extinguir la responsabilidad criminal y añadió,
junto a la prescripción de la pena, la de la medida de seguridad.
4 La doctrina entiende que también de las faltas, aunque no se diga expresamente.

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Suspensión y sustitución de la ejecución de la pena

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prescripción del delito. Por su parte, el indulto, puede operar tanto antes como
después de la pena.

De la regulación del perdón del ofendido en las figuras de la Parte Especial en


que dicho instituto ostenta eficacia puede deducirse la posibilidad de que sea
otorgado también con anterioridad a la conclusión del procedimiento y, por
tanto, antes de que la sentencia condenatoria adquiera la fuerza de cosa
juzgada5.

II. Muerte, cumplimiento de la condena, indulto y perdón del ofendido.-

i) Muerte del reo (art. 130.1.1.º CP). Deriva de la regla de personalidad de las
penas (subprincipio de culpabilidad: cfr. lección 2.IV.3). Con otras palabras: la
pena no puede transmitirse a los herederos. Distinto es lo que sucede con la
responsabilidad civil, la cual no se extingue, sino que se transmite a los
herederos, si estos aceptan la herencia.

Tras la previsión de responsabilidad penal de las personas jurídica (en 2010), el


legislador ha establecido que la desaparición de éstas por transformación,
fusión, absorción o escisión, no hace desaparecer su responsabilidad penal. En
tales casos, para evitar la elusión de la responsabilidad penal, ésta se traslada a
las entidades en que la persona jurídica se transforme, fusione o quede
absorbida y se extiende además a las entidades que resulten de la escisión (art.
130.2) 6.

ii) Cumplimiento de la condena (art. 130.1.2.º CP). La razón es absolutamente


lógica. Ya se ha cumplido la pena, y cualquier ampliación resultaría contraria a
la regla de la taxatividad (garantía penal; principio de legalidad: cfr. lección
3.II.1). La expresión «cumplimiento de la condena» se entiende en el sentido de
la condena penal, sin referencia a la responsabilidad civil. Por otro lado, el
cumplimiento de las penas privativas de libertad no se alcanza con la obtención
de la libertad condicional. Sino que ésta constituye el último grado de la
condena en el sistema de individualización previsto en la LOGP (art. 72.1).

iii) Remisión definitiva de la pena suspendida (art. 130.1.3.º CP). El transcurso del
plazo de suspensión de la ejecución de la pena privativa de libertad (según lo
dispuesto en el art. 85.2 CP) supone la extinción de la pena, por lo que hay que

5 Esto se puede justificar por el carácter disponible del bien jurídico protegido de las pocas
infracciones que admiten la procedencia del perdón. Al tratarse de infracciones perseguibles
sólo a instancia de parte (cfr. arts. 201, 215, 267 y 639 CP), parece lógico que se permita a la
víctima, mediante el perdón del hecho, condicionar la protección penal de su interés.
6 Por lo demás, la disolución encubierta o meramente aparente de la persona jurídica no
extingue la responsabilidad penal: «se considerará en todo caso que existe disolución encubierta
o meramente aparente de la persona jurídica cuando se continúe su actividad económica y se
mantenga la identidad sustancial de clientes, proveedores y empleados, o de la parte más
relevante de todos ellos» (art. 130.2.II).

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entender que el «cumplimiento» de ésta prosigue aun durante el periodo de
suspensión. Por tanto, en realidad pertenece a los casos incluidos en ii), porque
se trata de una forma de cumplimiento: razones de proporcionalidad y de no-
necesidad de tutela de la vida social mediante la pena aconsejaron dejar en
suspenso su ejecución; pero sigue el reo «cumpliendo» durante el tiempo fijado.

iv) Indulto (art. 130.1.4.º CP)7. Supone la intervención del poder ejecutivo en la
esfera del ius puniendi. Se trata de un caso de ejercicio del «derecho de gracia»
(art. 62.i] CE). El Rey lo propone al Gobierno8. Están prohibidos los indultos
generales, por lo que han de ser particulares e individualizados; y pueden ser
totales o parciales, en función del efecto sobre la pena a la que se refieren.
Ahora bien, el indulto extingue la pena, pero no sus efectos. Por lo que tras el
indulto subsisten la responsabilidad civil y, en su caso, también los
antecedentes penales; y pueden mantener la pena de otros sujetos
(intervinientes en el delito) a los que no se refiere el indulto. Por este motivo se
distingue indulto y amnistía: ésta hace desaparecer el delito y todos sus efectos
(el delito es suprimido, por así decir, de modo que afectará a todos los
intervinientes), mientras que el indulto suprime sólo la pena, pero no otros
efectos del delito. Por así decir, la amnistía viene a suprimir la causa de la pena
(el delito, que es «borrado»), y el indulto sólo la pena como consecuencia del
delito. Tras las otorgadas en 1976 y 1977 en la transición política española, la
amnistía no está permitida en nuestro Derecho (art. 62.i] CE, a contrario).

v) Perdón del ofendido (art. 130.1.5.º CP). Sólo extingue la responsabilidad en los
casos expresamente previstos en la ley: se prevé en algunos delitos cuyos bien
jurídico tutelado es disponible, o cuando el legislador ve preferible condicionar
el ejercicio del ius puniendi por razones de subsidiariedad (lección 3,IV.3). En los
casos de delitos contra menores o incapacitados, los jueces o tribunales podrán
rechazar el perdón otorgado por los representantes de aquéllos.

El CP actual establece la eficacia del perdón en pocos casos: descubrimiento y


revelación de secretos (art. 201 CP); injurias y calumnias (art. 215 CP) y daños
imprudentes (art. 267 CP); en las faltas, para aquellas perseguibles a instancia
de parte (art. 639 CP). En estos casos, el legislador valora razones de
proporcionalidad frente a la necesidad de tutela de la vida social (abrir un
proceso penal por injurias puede ser peor que castigar al autor, porque daría
publicidad a la ofensa, por lo que deja en manos del ofendido la decisión de
iniciar o no el procedimiento). En otros casos, en cambio, son razones de
necesidad de tutela las que llevan a que el juez pueda rechazar el perdón
otorgado por los representantes de un menor víctima (de ahí, por ejemplo, la
posibilidad de rechazar el perdón del ofendido otorgado por los representantes
de los menores o incapacitados).

7Sobre el indulto, como excepción a las reglas del deber de juzgar y legalidad en sentido
procesal, cfr. lección 3.II.1.
8La concesión del indulto se regula por la L de 18 de junio de 1870, sobre ejercicio de la Gracia
de Indulto, reformada por la L 1/1988 de 14 enero.

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Suspensión y sustitución de la ejecución de la pena

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En efecto, en los delitos o faltas contra menores o incapacitados, los Jueces o
Tribunales, oído el Ministerio Fiscal, podrán rechazar la eficacia del perdón
otorgado por los representantes de aquéllos, ordenando la continuación del
procedimiento, con intervención del Ministerio Fiscal, o el cumplimiento de la
condena. Para rechazar el perdón a que se refiere el párrafo anterior, el Juez o
Tribunal deberá oír nuevamente al representante del menor o incapaz9.

III. Prescripción del delito y de la pena.-

Son causas también de extinción de la responsabilidad penal la prescripción del


delito y de la pena fundamentada en la relevancia que debe concederse al paso
del tiempo en el Derecho penal (art. 130.1.6.º y 7.º CP).

El Derecho español vigente no define de forma expresa la prescripción penal,


pero atendiendo a sus efectos legales puede caracterizarse como la extinción de
la responsabilidad penal debida al transcurso de cierto tiempo entre la comisión
de una infracción penal y el momento de su efectiva persecución (prescripción
del delito) o entre la imposición de una pena o medida de seguridad y el
momento de su ejecución (prescripción de la pena y de la medida de
seguridad). Se trata de manifestaciones del subprincipio de necesidad (lección
2.III.2) y, en concreto, de la idea de que el paso del tiempo hace que no se
requiera condenar por una infracción o aplicar una pena: su castigo sería
entonces desproporcionado (arts. 9.3 CE y 131 ss CP).

III.1. Prescripción del delito.-

Una de las cuestiones más discutidas es si la prescripción tiene naturaleza


sustantiva o procesal. Las perspectivas doctrinales más modernas que conciben
el Derecho penal sustantivo y el Derecho procesal penal como partes
integrantes de un único sistema normativo y político-criminal, dejan sin apenas
trascendencia esta disputa. Sin embargo, no deja de tener interés para el debate
acerca de la aplicación retroactiva de una eventual reforma de los plazos de
prescripción que resulte perjudicial para el imputado, pues es común referirse
en este contexto a la regla «tempus regit actum». Es mucho lo que se ha discutido
sobre cuál es el fundamento de esta figura10. En este sentido hay diferentes
propuestas teóricas11.

9 Cfr. STS de 11 de junio de 2004 (RJ 5625).


10Algunos autores entienden que la prescripción del delito y de la pena comparten el mismo
fundamento y tienen una eficacia análoga, por entender que el resultado último será siempre la
imposibilidad de llevar a término la efectividad de la sanción penal, bien porque se impida al
Estado imponer la pena o medida de seguridad correspondiente, bien porque se excluya la
posibilidad de ejecutar cualquiera de ellas. En este sentido, cfr. GONZÁLEZ TAPIA, La prescripción
en Derecho penal, Madrid, 2003, p 26.
11 Aunque parte de la doctrina se ha hecho una pregunta previa: ¿Cómo puede extinguirse la
responsabilidad criminal cuando ésta aún no ha surgido (formalmente)? Las demás
circunstancias del art. 130, incluida la prescripción de la pena, parten de la existencia de una

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i) Por un lado, las que tratan de justificar su previsión legal apelando a ideas
como el derecho de los ciudadanos a un proceso sin dilaciones indebidas o a la
certidumbre sobre las consecuencias jurídicas de sus actos. En esta línea
algunos autores entienden que el fundamento radica en una renuncia por parte
del Estado a su derecho a perseguir y castigar delitos, fundamentalmente por
razones de necesidad social12.

ii) Otro grupo de propuestas doctrinales ven el fundamento de esta figura en


consideraciones de naturaleza procesal, como la voluntad legislativa de reducir el
riesgo de error judicial en la valoración de la prueba (lo que también podría
ocurrir en supuestos en los que no ha pasado mucho tiempo desde su
comisión). También en la pretensión de preservar el derecho de defensa de los
imputados, teniendo en cuenta que el paso del tiempo debilita notablemente los
medios para el ejercicio idóneo de tal derecho, aunque en este caso sería
objetable el mismo argumento que en el caso anterior.

iii) Un numeroso grupo de autores trata de vincular la existencia de la


prescripción con la misión que cumple la pena en la sociedad. Estas perspectivas
tienen en común la idea de que el sentido de la prescripción es impedir que
llegue a imponerse una pena cuando, como consecuencia del transcurso del
tiempo, ésta ya no está en condiciones de cumplir correctamente la función que
tiene asignada.

iv) Un importante sector de la doctrina tiende a inclinarse por el denominado


fundamento múltiple. Así, esta figura se explicaría tanto desde consideraciones
basadas en la finalidad de la pena, como por motivos procesales, añadiéndose
en muchas ocasiones la idea de seguridad jurídica en general.

v) Otras voces entienden que la prescripción en el ordenamiento jurídico sólo


puede explicarse si se tiene en cuenta la función del Derecho penal. En la
actualidad existe un amplio consenso en afirmar que la misión del Derecho
penal es contribuir al mantenimiento de un determinado modelo de sociedad.
La pena sería una reacción frente a un hecho perturbador del orden social que
desea mantenerse. El contenido perturbador de cualquier hecho punible no

sentencia firme que haya determinado la existencia de una infracción punible y declarado la
responsabilidad del autor al que se impone una pena.
En la prescripción del delito, la responsabilidad penal del presunto responsable se extingue sin
que haya sido declarada previamente por una sentencia firme condenatoria. Transcurrido el
plazo correspondiente (art. 131) antes de que se haya dirigido procedimiento contra el presunto
culpable (o, si se inició, tras la paralización del procedimiento antes de la sentencia firme: art.
132.2), se declara extinguida la responsabilidad criminal. Lo cual implica la imposibilidad de
proseguir el procedimiento e imputar responsabilidad al autor. Parece, por tanto, que la
prescripción del delito es más un obstáculo a la persecución del hecho que una auténtica causa
de extinción de la responsabilidad criminal. De hecho, gran parte de la doctrina entiende la
prescripción del delito como una renuncia del Estado a ejercer el ius puniendi motivada por una
variedad de consideraciones político-criminales. Sobre esta cuestión, con múltiples referencias,
cfr. GONZÁLEZ TAPIA, La prescripción, pp 36 y ss.
12 En este sentido, STC 157/1990, de 18 de octubre.

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tiene carácter estático, sino que va atenuándose con el paso del tiempo hasta
que desaparece. Esta desaparición se produce en el momento en que el hecho
delictivo deja de ser visto por la colectividad como un fenómeno peligroso para
el modelo social vigente y pasa a percibirse como una parte del pasado. Cuando
esto ocurre, deja de ser necesario que el Estado responda punitivamente,
porque no hay contenido lesivo que justifique su sanción.

Este modo de entender la prescripción permite a su vez comprender una


importante particularidad del Derecho vigente, que los plazos dependan de la
gravedad del delito.

El art. 131 CP establece que los delitos prescriben:


i) a los 20 años, cuando la pena máxima señalada al delito sea prisión de 15
años o más;
ii) a los 15 años, cuando la pena máxima señalada por la Ley sea
inhabilitación por más de 10 años, o prisión por más de 10 años y
menos de 15;
iii) a los 10 años, cuando la pena máxima señalada por la Ley sea prisión o
inhabilitación por más de 5 años y menos de 10;
iv) a los 5 años, los demás delitos, excepto los de injuria y calumnia;
v) a los 3 años, en los restantes delitos menos graves;
vi) en 1 año, en los delitos de injurias y calumnias;
vii) a los 6 meses, en las faltas.

En cambio, hay delitos que no prescriben en ningún caso. En efecto, no


prescribirán los delitos de lesa humanidad, genocidio, terrorismo (si hubieren
causado la muerte de una persona) y los dirigidos contra las personas y bienes
protegidos en caso de conflicto armado, excepto los previstos en el art. 614. Se
trata de una excepción a la regla de la prescripción, motivada por razones de
necesidad de tutela de la vida social.

Sobre el término de referencia (la infracción) para los plazos, es preciso tener en
cuenta diversos aspectos, más allá de los supuestos de infracciones simples. En
primer lugar, que en caso de concurso de infracciones o de infracciones conexas,
el plazo de prescripción será el que corresponda al delito más grave. En
segundo lugar, cuando la pena señalada sea compuesta (por ejemplo, prisión e
inhabilitación), se estará a laque exija más tiempo para prescribir.

Más problemático resulta establecer cuándo comienza el plazo o término de


prescripción. A este respecto, conviene saber que la regla general es que los
plazos previstos en el art. 131.1 comienzan a computarse desde el día en que se
haya cometido la infracción punible. Dicho comienzo del plazo se entiende en
ciertos supuestos del siguiente modo:

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a) En los casos de delito continuado, permanente, y que exijan habitualidad, se
computarán, respectivamente, desde el día en que se realizó la última
infracción, desde que se eliminó la situación ilícita o desde que cesó la conducta.

b) En ciertos delitos cuando se cometen contra menores de edad (tentativa de


homicidio y delitos de aborto no consentido, lesiones, contra la libertad, de
torturas y contra la integridad moral, la libertad e indemnidad sexuales, la
intimidad, el derecho a la propia imagen y la inviolabilidad del domicilio), se
computarán desde el día en que ésta haya alcanzado la mayoría de edad, y si
falleciere antes de alcanzarla, a partir de la fecha del fallecimiento.

A su vez, el cómputo del término o plazo se interrumpe, quedando sin efecto el


tiempo transcurrido, cuando el procedimiento se dirija contra el culpable,
comenzando a correr de nuevo el término de la prescripción desde que se
paralice el procedimiento o se termine sin condena13. A estos efectos, el
legislador se ha visto obligado a precisar (reforma de 2010) cuándo debe
entenderse dirigido el procedimiento contra el culpable. Así, en concreto, como
regla, se entenderá dirigido el procedimiento contra una persona determinada 14
desde el momento en que, al incoar la causa o con posterioridad, se dicte
resolución judicial motivada en la que se le atribuya su presunta participación
en un hecho que pueda ser constitutivo de delito o falta (art. 132.2.1)15.

13Cfr. las SSTS de 20 de junio de 1994 (RJ 5209), 26 de julio de 1999 (RJ 6685), 21 de diciembre de
1999 (RJ 9436), 6 de febrero de 2001 (RJ 496), 26 de octubre de 2001 (RJ 9084), 30 de octubre de
2001 (RJ 9089), 27 de marzo de 2002 (RJ 5663), 15 de mayo de 2002 (RJ 5463), 29 de julio de 2002
(RJ 6357), 28 de septiembre de 2002 (RJ 8360), 22 de julio de 2003 (RJ 6947), 18 de febrero de 2004
(RJ 1101), 3 de diciembre de 2004 (RJ 7871), 10 de febrero de 2005 (RJ 1134), 15 de abril de 2005
(RJ 3636), 24 de marzo de 2006 (RJ 2195) y 10 de abril de 2007 (RJ 3134).
14A estos efectos, deberá quedar suficientemente determinada en la resolución judicial, ya sea
mediante su identificación directa o mediante datos que permitan concretar posteriormente
dicha identificación en el seno de la organización o grupo de personas a quienes se atribuya el
hecho (art. 132.2.3.ª).
15Resulta problemático precisar si la presentación de la querella interrumpe o no el cómputo del
plazo de prescripción. A tal efecto, la reforma de 2010 ha precisado que la presentación de
querella o formulación de denuncia ante un órgano judicial, en la que se atribuya a una persona
determinada su presunta participación en un hecho que pueda ser constitutivo de delito o falta,
suspenderá el cómputo de la prescripción por un plazo máximo de seis meses para el caso de
delito y de dos meses para el caso de falta, a contar desde la misma fecha de presentación de la
querella o de formulación de la denuncia. Si dentro de dicho plazo se dicta contra el querellado
o denunciado, o contra cualquier otra persona implicada en los hechos, resolución judicial
motivada en la que se le atribuya su presunta participación en un hecho que pueda ser
constitutivo de delito o falta, la interrupción de la prescripción se entenderá retroactivamente
producida, a todos los efectos, en la fecha de presentación de la querella o denuncia. Por el
contrario, el cómputo del término de prescripción continuará desde la fecha de presentación de
la querella o denuncia si, dentro del plazo de seis o dos meses, en los respectivos supuestos de
delito o falta, recae resolución judicial firme de inadmisión a trámite de la querella o denuncia o
por la que se acuerde no dirigir el procedimiento contra la persona querellada o denunciada. La
continuación del cómputo se producirá también si, dentro de dichos plazos, el Juez de
Instrucción no adoptara ninguna de las resoluciones previstas en este artículo (art. 132.2).

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III.2. Prescripción de la pena
La prescripción de la pena implica la imposibilidad jurídica de materializar la
sanción penal impuesta al responsable de un infracción penal, y por tanto, de la
responsabilidad penal adquirida. Se plantea en aquellos casos en los que
transcurre un prolongado lapso temporal entre el momento de firmeza de una
sentencia condenatoria, o el instante de su quebrantamiento, y la efectiva
ejecución de la sanción impuesta.

Sobre el fundamento de esta institución los argumentos son similares a los de la


prescripción del delito16. En este sentido, la imposición del castigo o su
ejecución sólo tiene sentido como reacción frente a un hecho si éste resulta
socialmente dañoso (principio de seguridad, o de necesidad de tutela)17,
entendiéndose que tal dañosidad desaparece en los casos en los que ha
transcurrido mucho tiempo entre el enjuiciamiento del hecho y el momento de
ejecutar su sanción.

El art. 133.1 CP establece que las penas prescriben:


i) a los 30 años, para las de prisión de más de 20 años;
ii) a los 25 años, para penas de prisión de 15 o más años sin que excedan
de 20;
iii) a los 20 años, en penas de prisión de más de 10 años y menos de 15, y
de inhabilitación por más de 10 años;
iv) a los 15 años, en penas de prisión de más de 5 años y menos de 10 y de
inhabilitación por más de 6 años y menos de 10;
v) a los 10 años, en las restantes penas graves;
vi) a los 5 años, en penas menos graves;
vii) pasado 1 año, en las penas leves.

También aquí se establece la excepción de que no prescriben en ningún caso las


penas impuestas por delitos de lesa humanidad, genocidio, terrorismo (si
hubieren causado la muerte de una persona) y los dirigidos contra las personas
y bienes protegidos en caso de conflicto armado, excepto los previstos en el art.
614 (art. 133.2 CP).

El tiempo de la prescripción de la pena comenzará a correr desde la fecha de la


sentencia firme o desde el quebrantamiento de la condena si ésta hubiera
comenzado a cumplirse (art. 134 CP)18.

16 En este sentido GONZÁLEZ TAPIA, La prescripción, p 247.


17 Sobre el principio de seguridad o de necesidad de tutela de la vida social, cfr, lección 2.
18Cfr. las SSTS de 20 de julio de 2000 (RJ 6766), 2 de enero de 2001 (RJ 452), 21 de marzo de 2001
(RJ 1912), 29 de marzo de 2001 (RJ 2921), 9 de abril de 2001 (RJ 10289), 23 de mayo de 2001 (RJ
4557), 18 de junio de 2001 (RJ 8553), 13 de julio de 2002 (RJ 7455), 15 de julio de 2004 (RJ 7289),
22 de septiembre de 2005 (RJ 7059) y 10 de octubre de 2006 (RJ 8416).

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También prescriben las medidas de seguridad (art. 135 CP), aunque no deja de
ser discutible que la medida corra la misma suerte que la pena, ya que no se
basan en la culpabilidad, sino en la peligrosidad de un sujeto no culpable. Así la
función de la prescripción de las medidas debería entenderse como la
determinación del tiempo en que se atribuirá validez al pronóstico de
peligrosidad que sirve de base a su imposición.

Los plazos (desde que la resolución se hizo firme) serán de 10 años para las
medidas privativas de libertad y de tres años y medio para el resto de medidas.

IV. Cancelación de antecedentes penales19.-

Las sentencias condenatorias, además de imponer como consecuencia jurídica


del hecho punible una o varias penas (principales y, si procede, las
correspondientes penas accesorias)20, pueden desplegar otros efectos no
previstos expresamente en la sentencia como son la imposibilidad de obtener la
suspensión de la ejecución de la pena privativa de libertad impuesta en una
condena posterior (art. 81.1 CP), la posibilidad de apreciar la circunstancia
agravante de reincidencia (art. 22.8 CP) o la revocación de la libertad
condicional concedida (arts. 93.1 y 3 CP). Todo esto es consecuencia de los
«antecedentes penales» que surgen tras una sentencia condenatoria y que
quedan registrados en el Registro Central de Penados y Rebeldes. Por otra
parte, los antecedentes penales pueden impedir el acceso a un cargo público, la
obtención de pasaportes o del permiso de armas.

Para limitar los efectos negativos se prevé la cancelación de estos antecedentes21. Los
requisitos para poder cancelarlos son (art. 136. 2 CP): i) tener satisfecha la
responsabilidad civil proveniente de la infracción, excepto en los supuestos de
insolvencia declarada por el Juez o Tribunal sentenciador; y ii) que hayan
transcurrido los siguientes plazos: 6 meses para las penas leves; 2 años para las
penas que no excedan de 12 meses y las impuestas por delitos imprudentes; 3
años para las restantes penas menos graves; 5 años para las penas graves.
Estos plazos se contarán desde el día siguiente a aquél en que quedara
extinguida la pena, incluido el supuesto de que sea revocada la condena

19 Sobre este tema, de manera detallada, cfr. entre otros, BUENO ARÚS, La cancelación de
antecedentes penales, Cizur Menor, 2006, passim.
20O de medidas de seguridad. En tal caso, las anotaciones serán canceladas una vez cumplida o
prescrita la respectiva medida; mientras tanto, sólo figurarán en las certificaciones que el
Registro expida con destino a jueces o tribunales o autoridades administrativas, en los casos
establecidos por la Ley.
21En realidad la cancelación de antecedentes penales es un acto administrativo por el que se
priva a los antecedentes inscritos en el Registro Central de la eficacia limitadora de derechos.
Esta cancelación se encuentra conectada con la finalidad preventivo-especial (positiva) de las
normales penales, en el sentido de reeducación, resocialización o reinserción social del penado.
Sobre esta cuestión cfr. lección 1.III.

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Suspensión y sustitución de la ejecución de la pena

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condicional. En los casos de suspensión de la ejecución de la pena privativa de
libertad, el transcurso del plazo de suspensión sin haber delinquido de nuevo el
sujeto determinará la remisión de la pena22, comenzando el plazo a correr desde
el día siguiente al otorgamiento de la suspensión de condena,
independientemente de cuándo fue notificada.

El art. 136.5 CP se ocupa de los casos en que, a pesar de cumplirse los requisitos
establecidos en este precepto para la cancelación, bien por solicitud del
interesado, bien de oficio por el Ministerio de Justicia e interior, aquélla no se
haya producido, el Juez o Tribunal, acreditadas tales circunstancias, ordenará la
cancelación y no tendrá en cuenta dichos antecedentes23. Por otro lado, el art.
22.8 CP excluye la posibilidad de apreciar la circunstancia de reincidencia
cuando los antecedentes estuvieran cancelados o hubieran podido serlo.

22 Art. 85.2 CP y STS de 7 de junio de 2002 (RJ 5353).


23 Véase también el art. 22.8ª CP y la STS de 7 de mayo de 1991 (RJ 3588).

212 http://www.unav.es/penal/iuspoenale

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