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Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa

Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa

FACULTAD DE INGENIERÍA CIVIL Y ARQUITECTURA


ESCUELA PROFESIONAL DE INGENIERÍA CIVIL

Tema
“La Ingeniería Civil aplicada en Las Casonas más Antiguas de Arequipa”

Autor
Andrade Flores Juan José

Profesor
Dr. Villalta Mejía Víctor

AREQUIPA-PERÚ
2019
Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa

INTRODUCCION

Arequipa es conocida como la "Ciudad Blanca" por la especial blancura del "sillar",

material volcánico abundante por esta zona, con la que fueron construidos sus magníficos

templos y grandiosas casonas, como el de La Compañía; conventos, como el de Santa

Catalina; y palacios, como el de Huasacache, también conocido como La Mansión del

Fundador además de casonas coloniales como la de Tristán del pozo o Rickets y la gran

casona del Moral. Su belleza, su luz especial y sus paisajes cautivan al visitante.

Por su clima extraordinario, seco y límpido, con más de 300 días de sol al año, con

temperaturas que no suben de 25 grados y muy rara vez bajan de los 10, Arequipa también

es conocida como la ciudad del "Eterno Cielo Azul".

Arequipa has sido nombrada por la UNESCO en el mes de noviembre del 2000 como

patrimonio cultural de la humanidad tomando en cuenta para dicho reconocimiento la

originalidad de su arquitectura en la que destacan la presencia de la mayoría de Hermosas

Casonas Coloniales que aún se mantienen en buenas condiciones y que muestran la

historia de nuestra ciudad. La presente monografía argumenta cual fue la influencia de la

ingeniería civil en la construcción de tales casonas, con son la Casona de Tristán del Pozo,

Casona de Santa Catalina y la Casona Irriberry o Arrospide, con este trabajo de

investigación se quiere aportar un conocimiento más detallado de las casonas y cómo fue

su proceso constructivo, materiales usados y el por qué se construyeron de esa manera,

aportando así también un conocimiento cultural para la ciudad de Arequipa y promover

el cuidado y la conservación de estas construcciones para mantener nuestra identidad

como una ciudad histórica.

Los fundamentos por los que se propuso la inscripción de Arequipa en el patrimonio

mundial, son la originalidad, representatividad, tipismo, influencia regional, localización

geográfica privilegiada, traza y trama urbana, material, sistema constructivo y


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ornamentación, que son producto de un rico mestizaje y sincretismo culturale, a ello se

agregaba la necesidad, para garantizar su futura conservación y su potencialidad, del

reconocimiento como valor universal por la UNESCO.

“El Centro Histórico de Arequipa, con su arquitectura construida en sillería de piedra

volcánica, blanca y excepcionalmente rosada, constituye una expresión genuina de talento

creador de un pueblo reflejado en la robustez de los muros de sus edificaciones, en el uso

extendido del arco y la bóveda con sistema estructural, en la magnificencia de sus

románticos espacios internos y en la fina ornamentación barroca de sus fachadas”.

“Sobre una estructura sólida y definida se teje un muralismo floral. Encima de los altos

paramentos y fustes de las columnas se disponen relieves naturalistas. Margaritas,

enredaderas, cactus, hojas de acanto, parras, sirena y pájaros combinadas con alegorías

virreinales y evangelizadoras como querubines y ángeles, espadas y cimitarras,

anagramas y cruces, toda esta textura barroca se corona con frisos que flanquean a

gárgolas con formas de pumas o personajes mitológicos”.

“La profusión ornamental no fue un simple recurso estético, responde a un sistema

ideológico, a un misticismo, que combina con coherencia el panteísmo americano con la

apologética cristiana. Mezcla igualmente el águila bicéfala de los Austrias, símbolo del

poder imperial español, con la flor de cantu, emblema de la realeza incaica”.

“La autenticidad e integridad de la arquitectura de sillar está determinada por su espesura

considerable para los muros (metro o metro y medio para los muros domésticos, más de

dos para los templos); aparejados con argamasa de cal y arena, con los interiores de

tabique rellenos con piedra rosada, adquirían consistencia. La escasez de madera impuso

la bóveda en las coberturas, sea en ladrillo o en sillar, dando a las edificaciones una solidez

monolítica. El barroco arequipeño es planiforme y textilográfíco, el sillar no permite sino

molduras gruesas, redondeadas, de perfiles amplios, relieves hondos y moldeados planos,


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que con la luminosidad local logra una dinámica formal que ameniza y aligera la pesadez

de su estructura”.

“El mérito de la arquitectura arequipeña, no está limitado a la grandiosidad de sus

monumentos religiosos que otras ciudades también los tienen. Se debe principalmente a

la profusión de casonas de sobria dignidad, de equilibrio en las proporciones, donde el

espacio urbano penetra al interior de las manzanas a través de amplios portones y

zaguanes, hasta alcanzar el primer patio y a veces el segundo, donde se reproduce el

labrado de las fachadas, acentuando la continuidad espacial y formal”.


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OBJETIVO:

La presente monografía tiene por objetivo informar cual fue la influencia de la ingeniería civil

en la construcción de las casonas más antiguas de Arequipa, en este caso trataremos la Casona

de Tristán del Pozo, Casona de Santa Catalina y la Casona Irriberry o Arrospide, aportando así

un conocimiento más detallado de estas casonas, de cómo fue su proceso constructivo,

materiales usados y el por qué se construyeron de esa manera, aportando así también un

conocimiento cultural para la ciudad de Arequipa y promover el cuidado y la conservación de

estas construcciones para mantener nuestra identidad como una ciudad histórica.

GENERALIDADES:

Antes de ocuparnos de las características fundamentales de la arquitectura colonial de las tres

casonas en estudio (La Casona de Tristán del Pozo, Casona de Santa Catalina y la Casona

Irriberry), es conveniente definir lo que hay de común y general en la arquitectura de este

periodo. En primer término es necesario señalar las épocas de la arquitectura española que

imperan en la colonia; y en segundo lugar, los materiales básicos de construcción.

Los principales estilos de la arquitectura española en relación con la arquitectura colonial en el

Perú, son: El Renacentista, de que se destaca el plateresco, con sus reminiscencias góticas y

arábigas y principales del clasicismo; abarca el período de la conquista y primeros años del

Virreinato. El estilo barroco, se inicia a comienzos del siglo XVII y se extiende hasta fines del

siglo XVIII, en que se nota la influencia del Rococó y el Neoclásico. El Neoclásico, se inicia

en el primer cuarto del siglo XIX.

En lo referente a los materiales de construcción que se emplea en la arquitectura colonial, es

conveniente indicar que se siguen utilizando los que existen en cada región: en la costa adobe

y en la sierra piedra.

La arquitectura arequipeña, del periodo colonial, pasa por varias etapas sujetas al material de
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construcción, siendo las más reconocidas tres. La primera se caracteriza por sus muros de tierra

o adobe y techos de tijerales de madera y paja, corresponde al siglo XVI en general; la segunda

incorpora a sus muros ladrillos y sus techos excepcionalmente son de tejas y corresponde los

dos primeros tercios del siglo XVII, y la tercera, la más representativa porque tanto sus muros

como sus techos son de sillar y comprende el periodo de las tres últimas décadas del siglo XVII

y hasta el siglo XIX por supuesto que el sillar se utiliza desde mediados del siglo XVI aunque

en forma muy restringida y limitada, adornos de portadas y ventanas.

Los factores principales que actúan, y muchas veces determinan, la formación de una

arquitectura son: el geográfico, geológico, climatológico, religioso, social e histórico. Cuando

más definidos sean estos factores, la arquitectura tendrá mayor carácter y originalidad.

Los frecuentes movimientos sísmicos arruinan constantemente la ciudad; sin embargo ésta sabe

rehacerse con mayor vigor. Mientras la naturaleza destruye el hombre tercamente construye y

reconstruye, se observa una lucha perenne entre la naturaliza y el hombre. Desde mediados del

siglo XVII y durante todo el XVIII la ciudad progresa enormemente desde el punto de vista

arquitectónica. El siglo XVII se caracteriza por el esplendor de la arquitectura religiosa, se

levantan los principales templos y conventos; mientras que en el siglo XVIII predomina la

arquitectura civil, se identifican los principales palacios y casonas solariegas. Arequipa, es paso

obligado de los comerciantes y mineros que levantan las iglesias y construyen sus hermosas

casonas. La ciudad se forma en siglo y medio aproximadamente y adquiere una absoluta

generalización y unidad de estilo que contribuye a su encanto.

Según los historiadores y críticos de arte, el sistema de la arquitectura arequipeña es perfecto

y consecuencia de la abundancia de la piedra volcánica, sillar, admirable para la construcción

y la escasez de madera.

Los edificios del centro histórico de Arequipa son representativos de la fusión de las técnicas

de construcción europeas y autóctonas, plasmadas en el trabajo admirable de los arquitectos,

maestros de obras españoles y los albañiles criollos e indígenas. Esa fusión se patentiza en los
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robustos muros de las edificaciones, las arcadas y bóvedas vistas en su mayoría en arquitectura

monumental, los patios y espacios abiertos, en viviendas pertenecientes a grandes personajes

que marcaron el desarrollo en la ciudad y la compleja decoración de las fachadas, mostradas

en sus templos.

El enorme espesor de los muros de sillar es una necesidad en los arranques de las bóvedas y al

mismo tiempo, constituyen una garantía contra los movimientos sísmicos y un aislador del frío

penetrante. Uno de los lujos naturales de la arquitectura arequipeña descansa en el enorme

espesor de sus muros de sillar. Por otra parte, la piedra sillar se emplea con frecuencia en las

portadas y ventanas.

LA ARQUITECTURA CIVIL

El temor a los temblores impuso a la casa arequipeña caracteres que le son propios y sus

modalidades constructivas repercutieron en el aspecto estético.

La arquitectura civil alcanza su mayor esplendor en el siglo XVIII, en que florecen los palacios

y casonas más representativas de Arequipa. La casona que se desarrolla en este siglo se

caracteriza porque es de una sola planta, con macizos muros, crujías estrechas y elevadas

cubiertas de bóvedas, construido todo en piedra sillar. Un zaguán de ingreso a un amplio patio

carente de galerías y sus frentes concebidos como fachadas con puertas y ventanas tan

decoradas, a veces como las fachadas de la calle. Los muros se prolongan ocultando las

bóvedas recortándose su borde sobre el cielo o rematándose, a lo más, con una simple moldura.

Unas gárgolas, por lo general zoomorfas, viertan las aguas al patio o al exterior. La puerta de

ingreso y las ventanas ofrecen espacio a la fantasía decorativa; las jambas de estas se prolongan

hacia arriba, conteniendo un paño de ornamentación. Un segundo zaguán más pequeño da

ingreso a un segundo patio y un tercero a la huerta y galpones.

El muro de la fachada de la casa arequipeña se caracteriza por su altura, liso, de piedra


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aparejada, coronado de fuertes escalonamientos entrantes y por gárgolas salientes con cabezas

de puma estilizadas. El vano de la ventana, pequeño, muy bajo en relación con la altura del

muro, tan bajo que se podría pensar en la posibilidad de un segundo piso, lo forman dos anchas

jambas salientes y una serie de altos dinteles superpuestos, el último de los cuales es una faja

profusamente ornamentada con grandes bordados de carácter indígena.

Toda la ventana así compuesta se espiga con ritmo vertical aplicando sus galas sobre el muro

que queda ornamentado por una especie de tapicería blanca, larga y maciza. Toda esta

originalísima composición exterior que podría parecer un capricho u obedecer tan solo a un

sentimiento ornamental, no es sino la expresión absoluta de la construcción misma de la casa.

En cuanto a la superposición de los dinteles en las ventanas, estos tienen un sentido plástico

perfectamente expresivo y rítmico en relación con las diferentes etapas constructivas, desde el

arranque de la bóveda hasta la estructura del vano.

El palacio Tristan del Pozo es uno de los más notables ejemplos representativos del estilo

barroco arequipeño. Como en todas las portadas arequipeñas, el vano adintelado con pilastras,

pone una nota de sobriedad y fuerza, y las columnas embutidas en las pilastras evocan los

tiempos lejanos del plateresco español en Santa Cruz de Toledo según Marco Dorta. El amplio

frontón de lados curvos rebasa la altura de la fachada, y en el tímpano, un arbusto con 5 ramas

en las que florecen otras tantas cantutas, forman a manera de un candelabro, sosteniendo sendos

medallones con los monogramas de Jesús, María, José, Ana y Joaquín, representando, de esta

manera, el árbol genealógico del Salvador, en tanto que un tallo serpenteante con hojas y

florecillas acaba de llenar los espacios libres.

El Palacio de Diego Peralta Cabeza de Vaca, más conocida como Casa del Moral de fines del

siglo XVIII, es el más intenso por su carácter y más pintoresco por su larga fachada. Las

ventanas presentan curiosas variedades en relación con la construcción misma; algunas son

muy bajas porque el nivel del suelo interior es inferior al de la calle, y para que no aparezcan

sus coronaciones demasiado erguidas se les ha suprimido uno de sus tres dinteles. Otras al
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contrario son muy altas, pues para que su último dintel ornamental no se confunda con los

escalonamientos e remate del muro se han cortado estos y se han dejado pasar entre ellos un

techo inclinado de piedra que corona aisladamente las ventanas. La solución es, en verdad,

notable. En cuanto a la portada, es una de las más sugestivas de Arequipa. Los finos capiteles

de sus pilastras, la molduración compactante la cornisa del frontón, el movimiento quebrado

de sus extremos, la clave central hecha como notas de lana, la cabecilla de ángel que aparece

en lo alto del tímpano, hondamente labrado entre hojas y pétalos como una mariposa, son

formas y detalles que unidos a los caracteres ya familiares de orden indígena, dejan al

observador pensativo sobre todo en verdadero origen de ciertas influencias decorativas que aún

no se precisan en la arquitectura arequipeña.

Además de estos dos palacios podemos citar el de la Inmaculada Concepción, conocido

también como palacio Chávez de la Rosa, la casona de Santa Catalina, el palacio del obispo

José Sebastián de Goyeneche, la Casona Irribery y muchas otras del siglo XVIII.

Finalmente, deseamos señalar que los constantes temblores y terremotos que destruyeron la

ciudad, fueron un determinante en la arquitectura arequipeña. El centro histórico de Arequipa

es en su mayor parte del siglo XVIII, en cuanto a muros se refiere, pero como sus techos

cilíndricos han sido destruidos por los terremotos, estos pertenecen al siglo XIX o a comienzos

del XX; de la Arequipa del siglo XVI no queda nada, de la del siglo XVII los muros de las

iglesias, pues con sus techos ocurre lo mismo que con las casonas.
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LAS CASONAS DE AREQUIPA

Lo más notable de la arquitectura civil arequipeña son sus residencias edificadas en el


transcurso del siglo XVIII. Las casonas coloniales constituyen uno de los modelos más
agradables, proporcionados y originales de toda Sudamérica y afortunadamente, todavía
podemos contemplar algunas por las principales calles de la ciudad, que en general han sido
cuidadosamente rehabilitadas para galerías de arte, bancos, museos, etc.

A inicios de la colonia, en el siglo XVI, se construían casas con techos de par y nudillo - sistema
que consistía en la construcción de un armazón hecho con maderos amarrados con cueros sobre
los que se colocaba esteras, carrizos o paja y posteriormente se ponía tejas de arcilla; pero a
consecuencia de los frecuentes movimientos telúricos, las tejas de los techos se caían y
producían la muerte de mucha gente, por lo que el Cabildo prohibió su uso a fines del siglo
XVII y principios del siglo XVIII; por lo que surge el típico estilo de la construcción
arequipeña, caracterizado por bóvedas y muros de sillar.

El peso de las bóvedas era diez a quince veces mayor al de los techos de par y nudillo, lo que
obligó a ensanchar los muros hasta 0,80 m y a veces a 1,10 m. Estos anchos muros conocidos
como muros de “cajón”, estaban compuestos en realidad por dos paredes de sillar que se
mantenían unidas por un relleno compuesto de cal, arena y canto (piedras de diferentes
tamaños), al que se le adicionaba la baba de la penca de tuna o clara de huevo para mejorar su
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adherencia.
Estas antiguas residencias coloniales construidas en piedra de sillar típica de la región,
presentan fachadas de muros lisos cuya única ornamentación suele concentrarse en el tímpano
sobre el portón de la entrada, en la parte superior de las ventanas y en las gárgolas que
descargan el agua de lluvia de los techos y que generalmente representan animales felinos.
Desde los portones principales se distingue el patio en torno al cual discurren las dependencias
del edificio, con sus ventanas y puertas que siguen el mismo tipo de ornamentación de las
fachadas exteriores.
Esta particular decoración arquitectónica se debió a las confluencias étnico-culturales que
permitieron que lo indígena y lo hispanoeuropeo se manifestaran en un estilo con alma y perfil
propios, dando origen a la arquitectura mestizo-colonial. Entre las casonas más destacadas que
mantienen este tipo de arquitectura se encuentran:
Las casonas como la Casa del Moral, la Casona de Santa Catalina, la Casa Tristán del Pozo, la
Casa de la Moneda, o la Casa Irriberri, integradas al conjunto monumental, así como las calles
y las plazas, aseguran la armonía y la integridad del paisaje urbano dando a la ciudad un valor
excepcional.
Otros notables monumentos del Centro Histórico son el Monasterio de Santa Catalina de Siena,
las estructuras del complejo de San Francisco, las capillas y conventos de San Agustín, La
Merced y la Iglesia de Santa Marta, así como los conventos de Santa Teresa y Santa Rosa, el
Puente Real, hoy Puente Bolognesi, y el Puente Grau.
El material básico empleado para estas construcciones fue el sillar, piedra volcánica de fácil
trabajo y más resistente a los movimientos sísmicos que los otros materiales usados en la época,
como son el adobe y la quincha. Por este motivo predominan los muros anchos, crujías altas
con techos de bóveda y de una sola planta. La influencia aborigen se percibe particularmente
en la decoración.
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CASA TRISTAN DEL POZO

DATOS HISTORICOS

La hermosa casa que actualmente es sede del Banco Continental en la ciudad de Arequipa data
del siglo XVIII. Fue edificada entre 1736 y 1738 para el General don Do- mingo Carlos Tristán
del Pozo, sobre un solar de la antigua calle de la Alcantarilla Alta, hoy de San Francisco,
comprado por éste y su mujer. Doña Ana María Carazas, a don Andrés de Rosas y sus
hermanos, en fecha 24 de junio de 1736.
Se incorporó a este solar “un pedacillo de solar en el fondo de las tiendas de la calle de los
Mercaderes. Estas tiendas, en número de 27, eran propiedad de la Compañía de Jesús y tenían
en la parte posterior un callejón que servía de pasadizo, que ha sobrevivido hasta hoy como
pasaje público al costado derecho de la casa. El “pesadillo de solar” que se destinó para el
canchón o huerto de ésta, fue vendido a don Domingo por el R.P. Rector de la Compañía el 15
de setiembre de 1735. La fecha de terminación de la construcción, 1738, sería la que figura en
el bajorrelieve colocado sobre el arco del zaguán de ingreso al primer patio.
El General don José Joaquín Tristán, hijo de don Domingo, heredó la casa a la muerte de su
padre, pero la propiedad permaneció en la familia Tristán solamente 40 años. Ya que el 5 de
mayo de 1778, don José Joaquín la vendió al Doctor don Manuel Abad y Llana. Obispo de
Arequipa quien a su vez la cedió, al año siguiente. A los Padres Agonizantes de la Orden San
Camilo, acto que Consta en una carta de fecha 23 de noviembre de 1779. Pero la donación a
los Padres de San Camilo no pudo hacerse efectiva. Porque sobre el inmueble pesaba un
gravamen de 21.500 pesos de 8 reales por concepto de censos principales, que no habla sido
redimido, por lo que la casa fue rematada en 1793 y adquirida por el Coronel don Raymundo
Gutiérrez de Otero, quien a .la sazón la tenía alquilada.

Don Raymundo tomó posesión de ella el 7 de julio de 1796. Mientras tanto, había sobrevenido
el terremoto del 13 de mayo de 1784, por lo que es dable suponer que por esta época la casa
fue objeto de trabajos de resane o reparación.

El 31 de enero de 1804, el Superior del Colegio de los Padres Agonizantes solicitó al Virrey
posesión de la casa donada a la orden por el Obispo Abad, pero unos meses después, luego de
realizado un proceso administrativo para dilucidar el asunto, el Superior de la orden aceptó el
remate al que había obligado el gravamen no redimido.
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Más tarde, heredaron la casa los descendientes del Coronel Gutiérrez, familias Gutiérrez y
Cossio, y Ugarteche y Gutiérrez, mencionándose como sucesivos propietarios, hacia mediados

del siglo XIX , a don Manuel Ballón y sus herederos, a doña Juana Gómez Ballón, a don
Joaquín del Carpio y a doña Juana Manuela Gómez. , hacia fines de siglo, a don Roberto
Reinecke. Quien la adquirió en 1887, es decir; 20 años después del devastador terremoto del
13 de agosto de 1868, a raíz del cual la casa debe haber sido nuevamente reparada.

La casa perteneció luego a don José Domingo Montesinos, cuyos herederos la vendieron, por
escritura de 5 de mayo de 1917, a la sociedad Guillermo Ricketts e Hijos, cuyas oficinas
funcionaban desde hacía algún tiempo en ella. Al convertirse en sede, y luego propiedad, de la
firma Ricketts, la casa que había sido originalmente de los Tristán pasó a llamarse Casa
Ricketts, vocablo éste, de casa, que en la presente instancia debe entenderse más en el sentido
figurado de almacén o firma comercial, que en el original de residencia o casa solariega. La
historia de la transmisión de la propiedad de la casona termina con su adquisición por el Banco
Continental.

FACHADA E INTERIOR DE LA CASA

Edificada en 1738, en el siglo XVIII, hecha de sillar, con una extensión aproximada de 2 mil
metros cuadrados, de estilo barroco mestizo, por llevar figuras correspondientes a la época pre-
inca, presenta una sola calle y un solo cuerpo, con una portada hecha de sauce que es
rectangular, tachonada o decorada con clavos de la época y sus respectivos llamadores.

A los costados de la portada se observa las jambas con apariencia de pilastras laterales de fustes
huecos dentro de los cueles se encuentras columnas dóricas toscanas empotradas, encima de
ellas hay un ancho entablamento se contrastan espacios lisos con otros decorados de
cuadrifolias y una repisa (ménsula) escalonada en el centro, se levanta el prominente tímpano
circundado de una amplia cornisa que concluye en roleos, en los extremos se encuentran
pináculos piramidales que aligeran y dan un sentido de verticalidad sobre la fachada.
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El espacio central del tímpano concentra un movido juego de diseños en el que parece
adivinarse la representación de un candelabro que reposa sobre una base semicircular. Los
brazos del mismo estarían formados por cinco, tallas y flores de cantuta sobre los que están
labrados monogramas dedicados a Cristo, la virgen María, San José, Santa Ana y San Joaquín.
Quizá como lo indica Enrique Marco Dorta, representa el árbol genealógico de Jesús. El resto
de la decoración está formado por relieves planiformes de tallos ondulantes, hojas y rosas.
Posee un tímpano circular partido que termina en roleos, en medio hay un querubín rematado
con un abanico y hacia los costados dos pináculos piramidales.

El paño central y los espejos laterales de éste se cubren con una rica decoración en sillar tallado
que forma como un tejido grueso y tipido. Los motivos de la roseta y de la flor estilizada de
cuatro u ocho pétalos, tan frecuentes en la arquitectura de Arequipa aparecen en dos tamaños
y tiene una serie de variantes tanto aquí como en el friso.

Las ventanas de la fachada son en número de tres, una en el paño corto de la izquierda y dos
en el mayor de la derecha. Ellas corresponden exactamente al modelo característico de la
ventana colonial arequipeña, formada por una repisa sobre la que se elevan pilastras que
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acompañan la ventana. Los entablamentos que normalmente se apoyan sobre las pilastras se
convierten en estas ventanas, en coronaciones tan altas como las mismas aberturas, a fin de
lograr una forma que cubra adecuadamente la considerable distancia que existe entre los
dinteles, que deben colocarse por debajo de los arranques de las bóvedas, y el borde superior
de la fachada artesanos del lugar transformaron profundamente al interpretarlos a su manera,
imprimiéndoles un sello inconfundiblemente peruano-andino.

Los capiteles de las pilastras y los centros de las cornisas de coronación de las ventanas se
adornan con querubines y los extremos de éstas con grandes flores, que aparecen también en
las molduras de los arquitrabes y repisas. En las coronaciones se disponen paños decorados
con flores similares a las de la portada y medallones apaisados, con orlas de volutas y flores,
que contienen inscripciones religiosas. La de la derecha dice: “Purísima”; las de la izquierda
“sin pecado” y la otra “concebida”. Aparte de la portada y las ventanas, el tercer elemento en
el que se manifiesta el original estilo arequipeño son las gárgolas a manera de pumas o leones
estilizados suspendidos en alto, en cuyas formas parece reflejarse algo de la tendencia a la
abstracción de la escultura y la cerámica prehispánicas, aquí encontramos 5 de estos.

Al lado de la casona hacia la calle Mercaderes se aprecia un pasaje que se le llama el cañón y
va a dar de la calle San Francisco a la calle Jerusalén y viceversa, pero que hoy ya no se usa.

La vida en la Colonia, orientada y normada por la Iglesia, se caracterizó por la manera en que
lo civil y lo religioso se compenetraban y casi se confundían, lo que en la arquitectura
determinó que el empleo de los símbolos y emblemas cristianos, así como de las imágenes y
las inscripciones de carácter litúrgico, no se circunscribiera a los templos, sino se extendiera
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también a los edificios civiles y a las viviendas. La Casa Tristán constituye uno de los casos
más notables de este uso de inscripciones sagradas, que, en la fachada y particularmente en el
primer patio, se distribuyen de acuerdo a un programa y siguen una sentencia.

La planta de la casa forma un doble anillo cuadrado que encierra dos patios. Al ingresar se ve
un zaguán con bóveda de cañón, y hacia el lado derecho hay un patilla que es una especie de
asiento de sillar adosado a la pared que servía para que la gente se ayudara para montar su
caballo y antes de ingresar al primer patio rectangular hay una puerta metálica con rejas y en
la parte superior en el dintel esta esculpido el año en que se construyó “1738”.

En torno al primer patio estuvieron las habitaciones principales: salones de recibo, el oratorio y el

principal, ubicado al fondo del patio frente al zaguán, es posible que algunas de estas habitaciones

del primer patio hayan sido recámaras y alcobas de los señores de la casa. Todas las construcciones

del patio son de estilo barroco mestizo y su piso es de canto rodado

Entre puertas y ventanas suman trece que anteriormente fueron las habitaciones de la
residencia, hoy en la actualidad sirven para hacer exposiciones tienen la misma ornamentación

que las ventanas de afuera y en los frisos los entablamentos tiene inscripciones que leídas de
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izquierda a derecha dice: SNS (Santus) DEUS (dios), SNS (Santus) FORTIS (fuerte), SNS
(Santus) INMORTALIS (inmortal), MSR (Miserere Nobis = misericordia de nosotros), luego
sigue otros arco abovedado que en la parte superior tiene una inscripción: ANO DOMINI,
siguiendo con las inscripciones dice: OPN (orad por nosotros), AN (Anna), JNP (Joaquín),
MAR (María), IHS (Jesús),JSP (José),este lado representa a la familia de Jesús es decir,
nuevamente, la Sagrada Familia y los padres de la Virgen. De esta manera, la relación que en
lo artístico o formal existe entre la fachada y el patio, adquiere un valor trascendente y
fundamental, al apoyarse en el significado o contenido religioso que las inscripciones le
transmiten a la arquitectura.

Las puertas están talladas en estilo churrigueresco, en el centro del patio hay una pequeña acequia que servía
para que discurra el agua que regaban la huerta interiormente, también tiene gárgolas en forma de pumas o
leones estilizados o leones emplumados todos diferentes estilos.
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La casona poseyó primitivamente una gran riqueza colorística, los muros de los patios estuvieron cubiertos

con un enjalbegado o lechada de cal teñida de amarillo oro y las pilastras y coronaciones de los vanos fueron

probablemente blancas. La capa de cal poseía además la función de proteger el sillar de la intemperie. Las

puertas y ventanas de madera eran verdes, los muros de las habitaciones estaban decorados con pintura mural,

y las molduras de las bóvedas llevaban policromía y, en algunos de sus perfiles pan de oro. En los salones a la

derecha del primer patio se conservan vestigios de esta decoración y de la policromía cuyo uso se mantuvo en

el siglo XIX republicano, como lo atestiguan en la casa los restos de pintura mural del senador.

El segundo patio de ancho similar al del primer patio pero de menor longitud, tenía un carácter

más privado. Alrededor de él se hallaban los demás dormitorios o alcobas, el comedor de la

familia y la cocina, unida al patio por dos arcos y que aún conserva el hollín: en sus muros y

bóveda, provista de un hueco para la salida del humo. En este patio hay una arquería muy

hermosa, cubierta con bóveda de arista, que conduce a una escalera algo escarpada, pero ancha,

de acceso a la azotea, donde hay muros y puertas que muestran que también los techos se

utilizaron como parte de la casa.


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En la zona posterior, donde estuvo el huerto o jardín, se encuentra el cenador, o comedor, al


aire libre, habitación típicamente arequipeña, unido al exterior por una danza de cuatro robustos
arcos.

Existe una diferencia bastante marcada entre la zona del primer patio y la del segundo. La
primera posee una gran prestancia, que se debe principalmente a sus proporciones, su
homogeneidad y a la riqueza y adorno de su arquitectura. La segunda es más simple y modesta,
aunque no menos bella. Asimismo, las habitaciones que forman la parte izquierda del segundo
patio y que lo cuadran al fondo, tienen sus techos más bajos que el resto y su construcción son
algo ruda y menos fina comparada con la de los aposentos del primer patio.

Algunos estudiosos y conocedores de la arquitectura de Arequipa piensan que esta parte de la


casa es más antigua y que precedió a lo construido por don Domingo Tristán. No sería raro que
haya sido así, ya que en la Colonia y durante el siglo XIX. Al construirse o reconstruirse las
casas, iglesias y conventos, era frecuente que se utilizaran los restos de las fábricas precedentes,
incorporándolas a la construcción nueva.

ARQUITECTURA

La Casa Tristán, que resistió, presumiblemente sin sufrir daños de gravedad, los terremotos de
1784 y 1868, esta excepcionalmente bien edificada e ilustra admirablemente el sistema de
construcción colonial arequipeño, basado en el uso de los techos abovedados y del sillar,
material originalísimo y característico de Arequipa. En la fábrica de lo muros y las bóvedas
(aunque para éstas ocasionalmente se empleó también el ladrillo), mientras que se limitaba al
máximo el empleo de la madera, que era escasa y que se utilizó principalmente para hacer las
puertas, las ventanas y los muebles. Las paredes de la casa tienen un espesor de
aproximadamente 1.20 m. y están formadas por un núcleo o alma de hormigón de cal y arena
y trozos de sillar sin labrar, contenido entre dos caras de sillar labrado en forma de bloques
rectangulares.

El sistema se continúa en las bóvedas, sobre cuyo intradós o parte interna de sillar labrado se
asienta una gruesa capa o carga” de hormigón y sillares en bruto. El sistema permitía que los
muros y las bóvedas formaran una masa monolítica sumamente rígida y pesada, y. por lo tanto,
capaz de resistir los temblores.
Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa

Por la calidad de la composición y del adorno de su fachada y primer patio, la Casa Tristán se
coloca en un lugar prominente entre los monumentos de la ciudad. Es posible que en Arequipa
haya otras casas tan hermosas como ésta, pero no hay ninguna que la supere.

Expresión externa de la disposición interior de la casa, la fachada, corno la planta, tampoco es


simétrica. La portada no se encuentra en el centro de la fachada, y la longitud del paño
izquierdo de ésta, hasta el eje de la portada, se relaciona a la del paño de la derecha como 1 a
1.6, es decir, de acuerdo a la proporción áurea. A eje con la portada y el zaguán se encuentra,
al fondo del primer patio, la puerta de la entrada principal, creándose de esta manera una
correspondencia y relación matemática entre la fachada y el principal. El sentido de orden y
regularidad que se siente en el patio a pesar de no ser simétricas las disposiciones de sus vanos,
se debe a que sus frentes laterales forman simetría entre sí por la similitud en ubicación y
espaciamiento de las puertas y ventanas. La repetición en éstas de los mismos motivos
ornamentales, refuerza la unidad y coherencia, tan clásicas, del patio.

Paralelo al eje de la portada y el zaguán existe en el primer patio un segundo eje


correspondiente al del “chiflón” o segundo zaguán, que conduce de este patio al segundo. En
este eje que se prolonga hasta el fondo de la casa, se ubica también el tercer zaguán. De acceso
al área que fue del antiguo huerto o canchón. Este segundo eje es como la espina dorsal de la
casa, a lo largo de la cual se distribuyen sus espacios. Se trata no sólo de un eje de circulación
o recorrido sino también de un eje visual, ya que, ubicándose en él, el visitante puede obtener
la visión de una larga secuencia de espacios, que, iniciándose en el primer patio y pasando por
el segundo patio y los zaguanes intermedios, remata en la entrada al edificio nuevo del fondo.
El desfasamiento entre este eje y el de la portada. No sólo le otorga interés al recorrido de la
casa, sino impide que la zona del segundo patio se divise desde la calle. De esta manera, se
logra una mayor privacidad en la parte interna de la casona.

La fachada y el primer patio, que están vinculados en lo matemático por el eje que une la
portada con la puerta del principal, se relacionan además, estrechamente por la semejanza en
la forma de sus vanos y el adorno y motivos de sillar tallado de éstos. El adorno corresponde a
lo que los historiadores de la arquitectura suelen llamar el “estilo mestizo”, que floreció desde
la segunda mitad del siglo XVII en Arequipa y la región del lago Titicaca. Y en el que se
entrecruzaron supervivencias platerescas y manieristas con la
Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa

predominante influencia del barroco, aportes éstos que los arquitectos artesanos del lugar
transformaron profundamente al interpretarlos a su manera, imprimiéndoles un sello
inconfundiblemente peruano-andino.

LA RESTAURACION Y ADAPTACION
Esta casona ha sido refaccionada en tres oportunidades desde su construcción. La primera
luego del terremoto de 1784; la segunda tras otro devastador sismo el de 1868, y una ultima
reparación hace algunos años cuando el banco continental la hizo suya como sede bancaria.

Al ser utilizada como local comercial, la casa fue objeto de una serie de agregados, consistentes
principalmente en construcciones de materiales modernos que ocupaban buena parte del
segundo patio y los techos. También se había instalado una pequeña vía férrea para el transporte
de la mercadería desde la entrada hasta los depósitos que se erigieron al fondo che la casa. Sin
embargo, en lo fundamental, la fábrica estaba entera, conservándose en estado relativamente
bueno la decoración tallada en sillar, así como las puertas y ventanas de madera, que en el
primer patio son de sauce y están primorosamente talladas por fuera, y la gran puerta de
entrada, digna de una iglesia y provista de grandes clavos che bronce y tocadores altos
inspirados en las formas de los grutescos renacentistas.

Dentro del proceso de la restauración, las principales labores consistieron en la consolidación


de los muros y las bóvedas, en el refuerzo de los primeros con columnas y vigas soleras de
concreto armado, en la restitución de dos bóvedas que habían sido sustituidas por techos
planos, y en el cierre de las, puertas anchas o arcos con los que se había unido las habitaciones
del ala izquierda del primer patio para formar tina tienda, restituyéndoles a los muros y puertas
su forma original. En la fachada, se retiraron el contra zócalo moldurado de granito, la cornisa
de sillar, y la puerta ancha con cortina metálica que daba acceso a la tienda; dicha puerta poseía
pilastras y coronación cuy os capiteles y tallas imitaban los de las ventanas antiguas del lado
derecho che la fachada. Como el contra zócalo y la cornisa, ellos fueron agregados al
refaccionarse la fachada hace aproximadamente medio siglo.

La buena calidad de su talla y el hecho que, de cierta manera, los nuevos sillares labrados ya
se habían incorporado a la historia de la casa. Aunque fuera a su historia más reciente, se
consideraron corno razones suficientes para utilizarlos en la nueva ventana con la que se
Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa
sustituyó la puerta de tienda.

La adaptación de la casona a sede del Banco Continental y la Oficina de AFP Horizonte en


Arequipa y galería de arte se ha hecho respetando escrupulosamente su arquitectura y tratando
de lucirla al máximo, el año 2005 se encargó de su completa restauración. Ha sido con esta
intención que, entre otras cosas, se ha adoptado, en el mobiliario y mostradores, un diseño
sobrio y contemporáneo, que no sólo es lógico desde el punto de vista funcional, sino además
pone de manifiesto la modernidad de la función bancaria. De esta forma, no se oscurece la
limpieza de las líneas arquitectónicas de los salones, ni se menoscaba su monumentalidad.

La apertura del monumento restaurado al público, a la ciudad de Arequipa y sus pobladores y


visitantes, le ha devuelto a la Casa Tristán, en un contexto social económico y cultural desde
luego nuevo y diferente, la vida que poseyó originalmente, cuando, objeto le los mayores
cuidados y engalanada a la manera de su época, era el centro y marco arquitectónico de la vida
social y familiar de quienes la construyeron y vivieron en ella.
Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa

LA CASONA ARROSPIDE Y PALACIO CHÁVEZ DE LA ROSA

Bajo el nombre de Complejo Cultural Chávez de la Rosa se agrupan dos bellas casonas del

centro de la ciudad, que son propiedad de la Universidad Nacional de San Agustín y, que

además mantienen comunicación por el fondo con otras dos propiedades universitarias.

La llamada Casa Arróspide o también Iriberry, ubicada en la esquina que forman las calles San

Agustín y Santa Catalina, es la base del Complejo Cultural Chávez de la Rosa.

Esta casona, denominada por algunos como parlante, por las diferentes inscripciones que luce,

es la base del Complejo Cultural Chávez de la Rosa, vinculándose por un costado con otra

casona cuya fachada está sobre la primera cuadra de la calle San Agustín.

La Casa Arróspide o Iriberry luce en su portada la jaculatoria del Viernes Santo: "Santus Deus,

Santus Fortis, Santus Inmortalys, Miserere Nobis. Amén".

Sobre una de las portadas del primer patio de esta casona se puede leer otra jaculatoria:

"Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar" y, en el pórtico que separa el primero del

segundo patio se puede leer en alto relieve la inscripción de la fecha de la


Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa

construcción de la casa y de un pedido del anónimo constructor: "Esta casa se hiso el año de

1743. Por Dios le pydo al que bybyere en ella, un Padre Nuestro".

Sus habitaciones han sido acondicionadas para la presentación de muestras pictóricas y

escultóricas, así como para la presentación de vídeos y el dictado de charlas.

La segunda casona que integra el Complejo Cultural Chávez de la Rosa contemporánea de la

primera, además de ofrecer los servicios de una librería universitaria y cabina pública de

Internet, tiene ambientes destinados a la celebración de actos académicos como son la colación

de nuevos profesionales.

A través de esta segunda casona, con frontis sobre la calle San Agustín, se mantiene por el

fondo, comunicación con la sede del Rectorado de la Universidad Nacional de San Agustín,

cuya portada se encuentra ubicada en la esquina que forman las calles Santa Catalina y Moral.

Esta a su vez se encuentra unida con la casa en la que naciera el doctor Víctor Andrés Belaunde

Diez Canseco, presidente de la Asamblea de las Naciones Unidas (1959). Esta última tiene su

frontis sobre la calle Moral y está destinada a dependencias administrativas de la UNSA.

Mientras que las casonas del Complejo Cultural Chávez de la Rosa, son representativas de la

arquitectura colonial, las otras dos destinadas a la sede central de la Universidad Nacional de

San Agustín, tienen marcado sabor republicano.


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LA CASONA ARROSPIDE Y PALACIO CHÁVEZ DE LA ROSA

Con el número 115 de la calle San Agustín está signada una casona conocida por muchos años

con el nombre de “Pensión Wagner”, y como tal, figura en guías y planos de la ciudad durante

las décadas 30 y 40 del presente siglo como casa de huéspedes, otras casas con la misma

función eran la “Pensión Somocurcio”, en la calle Sucre; la “Pensión Bates” de la calle

Jerusalén, esta última funcionó hasta hace algunos años.

La casa en estudio imponente edificio de dos plantas, destaca en la primera cuadra de la calle

San Agustín por su estilo diferente del edificio de la Universidad que queda enfrente. Para el

estudio de la casona se tomó en cuenta el marco de referencia para el adecuado trabajo de

reconstruir la historia de la casona, en particular, la arquitectura, así, además de averiguar la

fecha de construcción , la evolución de la arquitectura en el tiempo y sobre otros aspectos

comunes a este tipo de estudios, se presentó una hipótesis distinta, y que significa una nueva

apertura en el trabajo de investigación histórica, se presentó debido a que los arquitectos a

cargo del proyecto de restauración, tenían un problema arquitectónico; no había la posibilidad

de ubicar una batería de servicios higiénicos sin alterar la estructura del edificio, por lo tanto

asumimos el problema y así, se introduce en el proceso investigatorio una necesidad del


Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa
mandante, que más allá de la recreación histórica tiene por objeto dar así un servicio más

directo en beneficio de la Universidad.

De acuerdo con los principios mencionados anteriormente, optamos por realizar la

investigación de manera singular, es decir, estudiar la casa 115 como si fuese algo aislado, sino

que de acuerdo a la evolución de la propiedad inmueble de la Arequipa cuadrada y a la pasada

existencia de solares grandes de los cuales sólo quedan en la actualidad muy

pocos, que ocupan un cuarto de manzana, por lo que vimos conveniente estudiar la casa 115

no de manera aislada sino en relación con las vecinas, en particular con la signada con el

número 101 de la calle san Agustín, también de propiedad de la universidad, y con la que

suponíamos debía existir una relación en el pasado, y por lo tanto, para fines de la restauración

de los inmuebles, pudiera reintegrarlas en una unidad que permitiera solucionar los problemas

arquitectónicos que se presentaban y desde luego, que los trabajos a realizar estuvieran más de

acuerdo a los nuevos fines a los que se destinaría el edificio: servir de un local cultural.

ARQUITECTURA

La casa está construida sobre un solar de 23 metros de frentera con 56 de fondo, en este el

ancho es solo de 22 metros. La distribución de la planta, por la gran superficie que ocupa, es

la clásica de la casona arequipeña , un zaguán de entrada a un primer patio donde se encuentran

las habitaciones principales, casi formando un eje con el zaguán está el pasaje de comunicación

con el segundo patio, más pequeño y que cuenta con un pequeño claustro, que comunica a las

habitaciones de este sector, al frente del claustro está la doble escalera de ascenso a la terraza

y al extremo norte de este patio el pasaje para llegar al tercer patio, posiblemente en otro tiempo

huerta o corral.
Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa
La planta asimétrica en la parte delantera, presenta algunos problemas, al parecer la idea

original fue distinta: hacer una gran casa de fachada simétrica, es decir con dos ventanas a cada

lado del portón pero posteriormente no se realizaron, lo que se verá posteriormente, cuando

tratemos de la fábrica.

La fachada muestra algunas características interesantes, diseñadas originalmente en tres

cuerpos, uno central con un gran portón de madera, con postigo y tachonado de clavos

decorativos; en la parte superior, una saliente cornisa enriquecida con elementos decorativos

neoclásicos. Dos ventanas, una a cada lado de la puerta están decoradas por pilastras, encima

de las ventanas enrejadas hay dos monogramas que registran la fecha de la construcción:

“1832”.

Al lado derecho un cuerpo compuesto de una ventana enrejada, encima de la cual se encuentra

un medallón de bajo relieve, este culmina con una pequeña cornisa seguramente destinada a

sostener el balcón; al otro lado la fachada queda truncada, porque no fue completada por la

ventana y balcón correspondiente, más aún, la fila de dos tiendas que pertenecen a la casa

vecina, se introducen en parte de la fachada.

Por las observaciones realizadas en el edificio se puede notar que la fecha de construcción del

monograma, debe corresponder a la primera planta, porque la segunda es evidentemente


Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa
posterior, entre otras razones, el estilo de las ventanas del primer piso y del segundo es

diferente, tanto en la obra de carpintería como en el hierro forjado, por ejemplo, las ventanas

forjadas del primer piso son diferentes a las barandas con molduras fundidas del segundo, estas

últimas indican que pertenecen a una época posterior.

En el primer patio se encuentra otra muestra de la construcción posterior de la segunda planta,

hay una escalera de granito para el acceso a la segunda planta a la que se nota que se introduce

en la saliente cornisa del balcón interior de la segunda planta, por otro lado esta escaleta cubre

algunos vanos, denunciando su construcción tardía.

Por último a falta de documento escrito la observación de la presente fotografía nos indica que

no era evidente la existencia de la segunda planta antes del sismo de 1968 se nota claramente

que la casa más alta de la cuadra es la del palacio del obispo Chávez de la Rosa, donde hasta

hace pocos años funcionara la Facultad de derecho, a la izquierda, encima del portal San

Agustín, la pared con los dos vanos parece ser parte del segundo piso del local de la

Universidad, encima de cuyos restos se construyó el Paraninfo de la casa de estudios.

En resumen, la fachada de la casa muestra un conjunto armónico, que en la parte inferior

muestra en pilastras, arcos, monogramas y medallón, todos de podo relieve en los que se nota

poco interés de trabajar el volumen, sino que la intenciones más bien decorativa, los motivos

se tratan a la manera de ampliaciones que corresponden a la influencia del rococó europeo, y

que, en la república tendría auge. Los elementos decorativos de esta fachada son distintos a los

elementos neoclásicos de la arquitectura arequipeña, por ejemplo, la casa donde funciona el

banco de la vivienda, que presenta en la severa cornisa superior elementos del entablamento

griego; triglifos y metopas, que junto con las pilastras de orden jónico. El neoclásico muestra

numerosos ejemplos en la ciudad hasta fechas tardías.

En la segunda planta de la casa en estudio se nota la ausencia de elementos decorativos, lo que

se explicaría observando la fotografía de la página en la que se aprecia que la fachada se

complementaba con una cubierta para el balcón, que como se conoce, era de norma alrededor
Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa
de 1900, esto último, considerando el poco relieve de la decoración de la fachada, nos sugiere

la importancia de la pintura, y que, posiblemente, en la segunda planta, al interior de la cubierta

del balcón central hubiera decoración pintada, como se aprecia en otros edificios de la época.

El interior de la casa no presenta mayores problemas estilísticos, salvo la existencia en un

ambiente del segundo patio, de una hornacina de clara tradición barroca, así, en conclusión la

casa se puede situar en el momento de transición entre la expresión neoclásica de fines del

siglo XVIII y la influencia decorativa francesa del periodo republicano propiamente dicho.

Si bien la planta de la casona sigue siendo casi la misma desde su primitiva construcción, en

cambio, los diferentes momentos de la evolución arquitectónica se notan de manera clara por

la investigación arqueológica que muestra en el pavimento de los patios una interesante

sucesión. La más antigua forma un damero de sillar y cantos rodados, este tipo de pavimento

es persistente en la arquitectura arequipeña, ya sea porque las casas que los tienen no han

cambiado en el curso de los años, o que, lo que cambió fue la fábrica y no el patio. En el caso

que nos ocupa, parece que el primer pavimento fue cubierto a propósito de nivelar los restos

de la arquitectura que se producían por los sismos, esto último se comprueba por la existencia

de tejas y otros restos que se muestran la existencia de construcciones anteriores, luego se

presenta pavimento de ladrillo, el que no tiene la resistencia necesaria, por lo que, finalmente,

se cubrió con un piso de cemento, el que es anterior a los actuales trabajos de restauración.

EVOLUCIÓN DE LA PROPIEDAD

Los propietarios de los edificios solariegos, determinan casi siempre, la función de las

propiedades, así, podríamos hacer una relación cronológica de los propietarios de la casa que

estudiamos, pero es bueno recordar que además del trabajo de recomponer la historia de la

casa, teníamos el desafío de demostrar la posible vinculación con la casa vecina, la que tiene

el número 101 de la calle Santa Catalina, esto último se presentaba como la hipótesis principal
Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa

en tanto, su confirmación permitiría sustentar ante el Instituto Nacional de Cultura su

unificación para hacer factibles los fines de servicio cultural.

Por lo antes expuesto, introducimos en el presente estudio la novedad de no limitarnos a la

historia de una sola propiedad sino que, en adelante veremos la historia de ambas propiedades

de conjunto, así, demostrar que en el pasado las vinculaciones entre ambas se han producido y

por lo tanto justifican plenamente su reintegración, más aún que en la actualidad, como en el

pasado pertenecen a un mismo propietario.

Al surgir el nombre del Obispo Chávez de la Rosa como propietario de ambos inmuebles en

nuestras primeras indagaciones, encontramos que las más antiguas informaciones

correspondían a la casa 101 de la calle Santa Catalina, es así que el año 1730 el R.P.FR. Diego

Butrón al entrar de religioso a la Recoleta, renunció a sus bienes en beneficio del Monasterio

del Carmen, estos constaban de una hacienda en Santa Ana de Siguas, una casa en la calle

Santa Catalina y otra frente de la catedral.


Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa
Más tarde, el Monasterio del Carmen, vende los bienes donados el 30 de abril a D. José Vilches

de Peralta en diez mil pesos, la venta comprende las otras casas enfrente de la catedral, y sirvió

para redimir unos censos que tenían el Deán y cabildo, el mismo día del año 1731, la casa dejó

el P. Butrón en Santa Catalina, se vendió en 4200 pesos con los que se redimieron dos censos

que tenía el monasterio de Santa Catalina y otros 2400 pesos en la viña de Siguas, las que

quedaron redimidas al contado.

El comprador de las propiedades José Vilches Peralta, este es el padre de Josefa, primera esposa

del Despositario Benavides se anota aquella “llevó la casa al matrimonio”, así, la casa que los

historiadores denominan “del despositario Benavides” era en realidad de los Vilches de peralta

o en todo caso de los Butrón porque su matrimonio con la Vilches se realizó en 1736 años

después de la compra.

Al enviudar el Despositario General Don Domingo Benavides y Moscoso, contrajo segundo

matrimonio con Da. María Gregoria Vizcardo y Zea en 1778 que era hermana del Precursor

Don Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, al fallecer el Despositario Da. María Gregoria queda

como administradora de los bienes de los hijos del segundo matrimonio, que fueron tres, y se

interesaba por terminar el proceso de saneamiento de la propiedad que había iniciado el

Despositario, este recibió la casa que aportó al matrimonio, su esposa; le añadió uno que otro

cuarto, así, inició diversos procedimientos por los que la parte que correspondía a los hijos del

primer matrimonio fue comprada por Benavides, y de la misma manera su viuda como

administradora de los bienes de los hijos del segundo matrimonio, transfiere los derechos de

estos a una hacienda viña que tenía en el valle Vítor llamada “La Grande”, la propiedad queda

libre de censos y otras obligaciones, al parecer la intención era vender la casa.

El 1796, María Gregoria Viscardo, vende la casa de calicanto que está en la calle que baja del

monasterio de Santa Catalina a la Plaza mayor frente al callejón que sube a la casa del Tnte.

Coronel D. Raymundo Gutiérrez de Otero”, la venta es a favor del Obispo José Chávez de la

Rosa, y se hace bajo los linderos que constan de los instrumentos desde la primera adquisición,
Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa
los mismo que se manifiesta se entregaron al comprador. Por lo anterior podemos suponer que

la casa que pretende a la Universidad, tuvo en el pasado un mayor extensión, o simplemente,

era parte de un complejo de varias casonas que limitaban calle por medio con el callejón que

baja de la casa de Gutiérrez, aquel es el actual callejón de la Catedral y esta, la casona de Tristán

del Pozo, actual local del Banco Continental.

El obispo Chávez de la Rosa había comprado la casa para destinarla a palacio, compró al año

siguiente la casa contigua, con frente a la calle San Agustín, con la intensión de “agregarla” al

palacio como residencia obispal, de esta manera volvemos a nuestra casa de la calle San

Agustín cuando ante Josef de Salazar el diez de diciembre anota “...el día de ayer hubo y

compro de Francisco Javier y Manuela Lizárraga con los demás interesados una casa solar que

hubieron y heredaron de Da. Nicolasa Lizárraga... situada en la calle que hace frente a la

portería de Ntro. Pe. San Agustín y está contigua al palacio de su Señoría...” en el precio de

2000 pesos de contado “para agregarla al Palacio que ha hecho su Señoría Ilma, en la casa que

compró de Da. María Gregoria Viscardo viuda...”, Lo anterior nos ilustra que el imponente

aspecto de la casona de la calle Santa Catalina fue obra del obispo.

El propósito del Obispo fue el de dotar a sus sucesores de un palacio, para lo que serviría la

casa principal con frente a la calle Santa Catalina y la de San Agustín como residencia, su

donación incluía el mobiliario con el mandato “que de ningún modo ni con ningún título lo

puedan enajenar”, pero la donación no se concreta, por lo que el Obispo exige mediante oficio

a los donatarios que hagan constar la falta de aceptación o, indiquen sus representantes para

perfeccionar la donación, pero finalmente, la donación no se realizó, por lo que el año 1804

vendió ambas casas a Don Carlos Santos González.

El comprador, tiene que seguir ante el Virrey un proceso de “amparo de la propiedad” que la

culmina con el Superior Decreto del 12 de febrero de 1805, dado en Lima, por el cual se ampara

a Carlos Santos González en la posesión en que se halla con título legítimo de traslación en la

casa situada en la calle que de la plaza mayor va para el monasterio de Santa Catalina. Más
Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa
tarde, el 5 de marzo, ante la presencia del Sr. Bartolomé María de Salamanca y testigos se le

pone en posesión con las formalidades de estilo.

Para los fines de nuestra investigación es necesario hacer algunas menciones de carácter

genealógico, necesarias para explicar la relación entre las propiedades en estudio, y al mismo

tiempo, más allá de los fines propuestos se nota que en los años que estudiamos existía un

tramado de relaciones familiares al interior de una clase aristocrática que se origina en la

conquista, y que paulatinamente, por la vía del enlace matrimonial se va convirtiendo en

comercial, por el matrimonio de naturales de España con damas arequipeñas, por otro lado, es

evidente que existe el interés de mantener unidad las propiedades, por lo que es frecuente el

matrimonio entre parientes cercanos.

Carlos Santos González casó con María Teresa de Silva y Cornejo, tuvieron varios hijos, entre

ellos Paula González y Silva “Mujer legítima de Don. Juan Baustista Arróspide natural de los

reinos de España”, que como yerno acompañó a Carlos Gonzáles en el proceso de amparo de

este matrimonio, hay varios hijos que originan ramas familiares, de las que interesan las

formadas por Francisco Javier Arróspide Gonzáles, casado con Nicolasa Rafaela Rodríguez La

Rosa y Recabarren que son padres de D. Clemente Arróspide, y por otro lado, la formada por

Da. Tomasa Arróspide y Gonzáles, casada en 1819 con D. Juan Manuel Aldecoa y Echevarría,

comerciante natural del señorío de Vizcaya.

Da. Tomasa Arróspide, en su testamento, declara la propiedad de una casa en la calle de la

Universidad, de una tienda en el Portal de san Agustín y de un fundo en el pago de Porongoche;

la casa y la tienda serían para sus hijas, Águeda y Nicolasa, el terreno de cultivo para su hijo

Mariano. Para entonces doña Águeda aparece casada con su primo hermano Clemente

Arróspide en que al fallecimiento de las hermanas Aldecoa las hereda, la testamentería declara

la propiedad de una casa con los linderos siguientes: Por el pie casa de la señora María Llosa

de Nava; por el frente, local de la Universidad de San Agustín calle por medio; por un costado

(arriba) casa del Coronel Forga e hijos y la de Clemente Arróspice, y por el otro lado la
Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa

ranchería de la Sra. Jesús Cossío.

El mismo año se consolida la propiedad a favor del coronel Clemente Arróspide, antes debemos

anotar que durante el matrimonio el coronel Arróspide integró la propiedad de su casa: Santa

Catalina 101, con la de su esposa; así en la primera de dominio de la casa de la señora María

Llosa, hoy de propiedad de la Universidad de San Agustín, en la calle el Moral, se anota como

colindante a Arróspide. La casa es vendida a Carlos Wagner y a su esposa Carolina Harmsen

en la suma de 16000 soles, en la escritura consta que los compradores hipotecan el fundo a

favor del vendedor por la suma de 11200 soles.

Al fallecer Carlos Wagner, el año 1903, la propiedad pasa a su viuda que cancela la deuda a

los herederos Arróspide, y además, sigue un proceso de rectificación de área que culmina con

el mandato judicial del 28 de septiembre de 1912 que ordena anotar la extensión de 1164 metros

cuadrados más un decímetro, de acuerdo a la mansura realizada por el Dr. Olidoro N. Del Prado

y don Ignacio Novoa.

La casa 115 de la calle San Agustín es hipotecada varias veces hasta que, pasa a los hijos de la

propietaria en virtud de una disposición testamentaria, y en 1928 por un laudo de particiones

convencional la propiedad es de julia Wagner de Ricketts y Carmen Wagner, por el valor de

1152 libras y 301 milésimas “por adjudicación y parte de pago de esta finca”. La casa por estos

años estaba dedicada a casa de huéspedes y era conocida como la “Pensión Wagner”, esta tenía

sólido prestigio. Posteriormente las propietarias ceden la propiedad a la Sociedad de

Beneficencia Pública de Arequipa por el valor de 577 391.15, a cambio de una renta vitalicia.

Finalmente, la casa es comprada por la Universidad Nacional de San Agustín, siendo rector el

Dr. Humberto Núñez Borja, por la suma de 880 000 soles como consta de la escritura ante el

notario Eduardo Benavides B. Del 1 de enero de 1969.

En el proceso de la transferencia de las propiedades que hemos estudiado, no nos ha sido


Influencia de la ingeniería civil en las Casonas de Arequipa
posible ubicar documentos que puedan dar idea precisa sobre las plantas y elevaciones, lo que

se debe principalmente, a que las diferentes transferencias se realizaron de manera

convencional, por lo demás podemos concluir que:

Las casas en estudio tienen un origen común y que, aunque en diferentes momentos de su

historia se hayan separado; sin embargo, se vivieron a integrar por sus propietarios, esta

persistencia en el tiempo conforma la hipótesis principal del estudio, y permite que la

Universidad en su trabajos de restauración de los inmuebles puede volver a integrarlos para

una mejor adecuación a las finalidades culturales a las que están destinadas. De esta manera la

historia puede aportar soluciones a situaciones actuales sin perder su identidad.


La Ingeniería Civil aplicada en Las Casonas de Arequipa

CASONA DE SANTA CATALINA

EN LA FUNDACIÓN

Cuando se fundó la ciudad de Arequipa, el 15 de Agosto de 1540, su plano básico fue

dividido en 49 manzanas, siendo la central destinada a la Plaza Mayor, hoy conocida como

Plaza de Armas.

El fundador, don Garcí Manuel de Carvajal y los miembros del Cabildo de la recién fundada

Villa, fueron los encargados de cumplir las disposiciones del Capitán General y Gobernador

del Perú, Don Francisco Pizarro, sobre la planta básica que tendría Arequipa.

La planta de cuadrícula que se empleó en el trazado de las manzanas de la Villa, fue

entregada por el propio Don Francisco Pizarro, a mediados de julio de 1540, cuando

igualmente dispuso se decidiera, por votación de los vecinos, el lugar más adecuado para su

ubicación.
La Ingeniería Civil aplicada en Las Casonas de Arequipa

La ciudad quedó limitada por las calles o jirones que hoy se conocen con los nombres de

Ayacucho y Puente Grau por el norte, San Camilo y Consuelo por el sur, Villalba y Cruz

Verde por el oeste y Colón y Pizarro por el este.

Los solares fueron asignados a los casi 89 primeros vecinos que se trasladaron desde el valle

de Camaná o desde el Cusco, en los primeros dos años. El solar, era la cuarta parte de una

manzana, la que tenía una superficie total de 12 500 m2 aproximadamente.

La asignación del número de solares por vecino, se verificó teniendo en consideración los

méritos realizados por cada uno de los favorecidos en el proceso de la conquista y

afianzamiento español en tierras tahuantisuyanas.

De acuerdo con la usanza virreinal, ubicada la Plaza Mayor, se asignaron los solares

destinados a la Iglesia Mayor y para el Cabildo, uno al frente del otro, y en los alrededores de

la Plaza, los solares reservados para las casas del Capitán General del Perú, del Obispo del

Cusco y de otras personalidades.

El propio fundador de la Villa se reservó dos solares, a las espaldas de la Iglesia Mayor, y que

años después logró separarlos mediante la apertura de un callejón, que hasta hoy se conserva.

Entre los primeros vecinos y pobladores del Valle de la Villa Hermosa de Arequipa, figuró

uno de los “Trece de las Isla del Gallo”, además de licenciados y doctores que llegaron al

Perú para dirigir los rumbos administrativos de la Colonia y, los soldados de fortuna que

estuvieron en la captura de Atahualpa en Cajamarca o en el “Cerco del Cusco”.

Entre ellos y entre los primeros artesanos que se ubicaron inicialmente en Camaná, se

distribuyeron los 192 solares de la recién fundada Arequipa.

Con exactitud, poco o nada se puede decir sobre cuál de los solares fue asignado a tal o cual

personaje. Es más, pasados los primeros años, turbulentos por la convulsión de las guerras

fraticidas entre los españoles, la tenencia de la tierra o de los solares se alteró con la venta,

traspaso o con el trueque que se hizo.


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Lo que se puede afirmar con plena y total seguridad es que la esquina que hoy conforman las

calles Ugarte y Santa Catalina, formó parte del casco germinal de la hoy ciudad de Arequipa.

Sobre ese terreno se ubica la casona que estudiamos.

DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA

Aunque la historia documental más remota vinculada a la Casona es la que se registra el dos

de febrero de 1829, en que por fallecimiento de doña María Bustamante, quedan instituidos

como herederos y propietarios sus hijos José Mariano, Mateo Fructuoso, Juana y Manuela

Cossio Bustamante, la propiedad tiene origen en los bienes de los padres de la difunta. Por

eso doña María Bustamante y de la Fuente, tenía un tercio de la propiedad de la casona que

compartía con sus hermanas doña Mercedes y doña Catalina Bustamante y de la Fuente.

Las tres hermanas Bustamante y de la Fuente, eran hijas de don Manuel Lorenzo Bustamante

y Diez Canseco y de doña María Toribia de la Fuente y Loayza, quienes se casaron el 22 de

junio de 1783.

Don Manuel Lorenzo Bustamante y Diez Canseco fue hijo del Depositario General y Alcalde

de Arequipa en los años 1746 y 1747 don Domingo Bustamante y Benavides y, de doña

Petronila Diez Canseco y Moscoso. Don Manuel Lorenzo, también fue Alcalde de Arequipa

los años 1788 y 1789. Falleció el 29 de octubre de 1807.

Doña María Toribia de la Fuente y Loayza, estuvo casada en primeras nupcias con el Capitán

Benito Fernández Gandarillas, con quien procreó a don José y don Manuel Gandarillas. Ella

en segundas nupcias se casó, como queda dicho, con don Manuel Lorenzo Bustamante y Diez

Canseco. Doña María Toribia fue hija de don Basilio de la Fuente y Aro, Alcalde Provincial

de Arica y Tarapacá, benefactor de las iglesias de su jurisdicción y, de doña María Jacinta de

Loayza Portocarrero.

Doña María Toribia dio poder para testar a su marido el Teniente Coronel don Manuel

Lorenzo de Bustamante y Diez Canseco, ante el notario Rafael Hurtado el 14 de noviembre


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de 1792.

El matrimonio Bustamante Diez Canseco – de la Fuente y Loayza, tuvo como hijos, tal como

se señaló anteriormente, a Catalina, Mercedes y María de la Asunción. Las tres recibieron,

como legado de sus padres, la casona de la esquina Santa Catalina – Santa Marta (Hoy

Ugarte), una hacienda en Cocachacra (Valle de Tambo) y una mina en Tarapacá.

Sólo María de la Asunción Bustamante y de la Fuente se casó. Las otras dos hermanas,

quedaron solteras.

Doña María de la Asunción Bustamante y de la Fuente se casó con don José Mariano de

Cossio y Urbicaín el 10 de abril de 1820.

José Mariano de Cossio y Urbicaín fue hijo del Brigadier, Caballero de la Orden de Santiago,

don Mateo Vicente de Cossio y la Pedrera y de doña Joaquina Urbicaín y Carasa. Don José

Mariano, fue Teniente Coronel, Prefecto de Arequipa, Diputado al Congreso y Alcalde de

Arequipa en 1816, 1822 y 1827. Falleció el 8 de noviembre de 1858.

Doña María Asunción y don José Mariano procrearon a don Mateo Fructuoso, doña Juana y

doña Manuela Cossio y Bustamante.

Al fallecer doña María de la Asunción Bustamante y de la Fuente, dejó como herederos a sus

hijos habidos en el matrimonio con don José Mariano de Cossio Urbicaín. Ella dejó poder

para testar a su esposo, en escritura pública ante el Notario Dr. Matías Morales, el 2 de

febrero de 1829.

Don Mateo Fructuoso, doña Juana y doña Manuela Cossio y Bustamante, heredaron un tercio

de la casa de la esquina Santa Catalina – Santa Marta (Hoy Ugarte). Los otros dos tercios

pertenecían a doña Mercedes y doña Catalina Bustamante y de la Fuente.

Doña Mercedes Bustamante y de la Fuente dejó como heredera, del tercio del predio antes

citado, a su hermana Catalina y a la muerte de ésta a sus sobrinos: don Mateo Fructuoso,

doña Juana y doña Manuela Cossio Bustamante, según testamento otorgado el 26 de mayo de
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1856 ante el Notario Mariano García Calderón.

Por su parte doña Catalina Bustamante y de la Fuente instituyó un legado a favor de su

sobrina doña Manuela Cossio y Bustamante, según testamento otorgado ante el Notario

Armando Bustamante el 8 de agosto de 1860. Este legado consistía en la tercera parte de la

casa de sus padres Lorenzo Bustamante y Diez Canseco y doña María Toribia de la Fuente y

Loayza.

Posteriormente doña Catalina Bustamante y de la Fuente, en escritura pública ante el Notario

Dr. Isidoro Cárdenas, hizo renuncia del tercio que le dejó su hermana Mercedes Bustamante y

de la Fuente, a favor de sus sobrinos, como estaba estipulado en el testamento de aquella.

Al producirse la partición e igualación y, al ceder su parte don Mateo Fructuoso Cossio

Bustamante a cambio de una compensación económica, quedaron como dueñas exclusivas de

la casa, por partes iguales: doña Catalina Bustamante y de la Fuente y sus sobrina doña Juana

y doña Manuela Cossio y Bustamante.

Al fallecimiento de doña Catalina Bustamante y de la Fuente, doña Manuela Cossio y

Bustamante asumió la tercera parte que su tía le dejó en escritura pública el 8 de agosto de

1860.

Doña Manuela de Cossio y Bustamante, soltera, instituyó por su heredera a doña Mercedes

Tejeda Cossio, hija de don Baldomero Tejeda y de su sobrina nieta doña Mercedes Cossio

Berenguer, según testamento otorgado ante el Notario Dr. Abel Ygnacio Campos, el 20 de

enero de 1902.

Don Mateo Fructuoso Cossio y Bustamante, nacido el 22 de junio de 1821, hijo, como queda

dicho, de don José Mariano de Cossio y Urbicaín y de doña María de la Asunción

Bustamante y de la Fuente. Se casó en la parroquia de Santa Marta el 12 de noviembre de

1845 con doña Dominga Berenguer Berrogaray y Portu. Ésta, fue hija de don Buenaventura

Berenguer Gómez de Hosta, natural de Chile y, de doña María Ignacia Berrogaray y Portu.
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Ellos procrearon a don Mariano, doña Mercedes, don Manuel, don José María y don Eduardo

Cossio Berenguer, declarados sus herederos en su testamento de 12 de enero de 1867. Este

documento fue aprobado en Auto de 20 de febrero de 1867, expedido por el Juez de Primera

Instancia, Dr. Mariano Cornelio García, siendo Actuario don Andrés Llerena. Luego fue

protocolizado ante el Notario Dr. Mariano García Calderón. Don Mateo Fructuoso Cossio y

Bustamante, explicó la naturaleza y condición de sus propiedades en la escritura de Partición

de Bienes que suscribió ante el Notario doctor Armando Bustamante el 20 de noviembre de

1880.

Al fallecimiento de don José María Cossio los derechos que tenía en este predio pasaron a sus

hermanos don Mariano, doña Mercedes, Don Manuel Alejandro y don Eduardo Cossio

Berenguer. Esto, según la declaratoria de herederos expedida por el Juez de Primera

Instancia, Dr. José Santos Talavera y refrendado por el Actuario don Mateo Garzón Zegarra

en Auto del 27 de junio de 1900. Al no existir el original del documento se siguió un nuevo

expediente y se dictó un nuevo Auto de Declaratoria de Herederos. Éste lo expidió el Juez

doctor M. C. Zereceda quien tuvo como Actuario a don Emilio Bernal, el 30 de noviembre de

1922. El nuevo Auto fue protocolizado ante el Notario doctor J. Enrique Osorio.

Don José Mariano Cossio y Berenguer, hijo de don Mateo Fructuoso Cossio y Bustamante y

de Dominga Berenguer Berrogaray y Portu, se casó el 25 de septiembre de 1873 con doña

Margarita de la Torre y Valcárcel. Ella, doña Margarita, fue hija del doctor don Enrique de la

Torre Luna Pizarro y de doña Pascuala Valcárcel.

Al fallecimiento de don José Mariano Cossio y Berenguer pasaron sus derechos en el predio

estudiado a sus hijos: doña Margarita, don Mateo, don Enrique y don Alberto Cossio y de la

Torre. Ello en virtud de su testamento, firmado ante el Notario doctor José María Tejeda el 18

de diciembre de 1900.

Don Mateo M. de Cossio y de la Torre, quien fue Diputado por Arequipa entre 1924 y 1929,
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se casó con doña Sara Ruiz de Somocurcio el 16 de mayo de 1909.

Don Enrique Cossio y de la Torre, aunque estaba casado con doña Luisa Urrutia y al no tener

descendencia, optó por dejar sus derechos a su madre, doña Margarita de la Torre. Su

decisión consta en el testamento que otorgó ante el Notario doctor Higinio Talavera, el 27 de

octubre de 1907.

La señora doña Margarita de la Torre viuda de Cossio y sus hijos doña Margarita y don

Alberto Cossio y de la Torre vendieron sus derechos a la señorita Mercedes Tejeda Cossio.

Lo hicieron mediante escritura que pasó ante el Notario doctor Abel Ygnacio Campos, el 18

de junio de 1913.

La venta se realizó por un monto de 1449.92 soles. Doña Margarita de la Torre viuda de

Cossio y sus hijos don Mateo y Margarita Cossio y de la Torre, tenían derechos en la casona

estudiada, que los recibieron en herencia de doña Juana Cossio y Bustamante viuda de

García.

El doctor don Mateo M. y su hermano don Eduardo de Cossio y de la Torre vendieron sus

derechos al comunero don José Carmen Chávez. El primero de ellos, lo hizo a través de su

apoderado el doctor Juan de la Cruz Corrales Díaz mediante documento registrado por el

Notario doctor Abel Ygnacio Campos el 14 de enero de 1914.

Don José Carmen Chávez, un comunero de la hacienda de Tambo, se hizo de los derechos del

don Mateo M. Cossio al pagar al Banco de Perú y Londres una hipoteca que grababa sus

bienes en cinco mil soles.

Por su parte don Eduardo de Cossio y de la Torre, vendió sus derechos al referido don José

Carmen Chávez, anteladamente, mediante escritura que pasó el 2 de octubre de 1896, ante el

Notario doctor José Sebastián Calderón.

Don Manuel Alejandro Cossio Berenguer permutó por igualación sus derechos en la casona
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de Santa Catalina con los que tenía la señorita Mercedes Tejeda Cossio en una finca rústica

de Tambo. La permuta se realizó mediante escritura pública que pasó ante el Notario doctor

José María Tejeda, el 28 de abril de 1910.

A su vez don José Carmen Chávez, mediante su apoderada y esposa, señora Rosalía Almonte

de Chávez vendió los derechos en la Casona de Santa Catalina, a favor del doctor Lucio

Fuentes Aragón, mediante escritura otorgada ante el Notario doctor Manuel Ygnacio

Campos, el 11 de abril de 1917.

El abogado doctor Lucio Fuentes Aragón vendió estos mismos derechos a doña Mercedes

Tejeda y Cossio, por el valor de 710.16 soles, según escritura que pasó ante el Notario doctor

Abel Ygnacio Campos, el 4 de diciembre de 1919.

Doña Mercedes Cossio Berenguer viuda de Tejeda falleció intestada y se declaró,

judicialmente, por sus herederos a sus hijos: Mercedes, Alejandro, Zoila, Carlos, Oscar, Rosa,

Roberto, Eduardo, Celia y Baldomero Tejeda y Cossio. Todos éstos, con excepción de don

Eduardo Tejeda y Cossio, vendieron sus derechos en la Casona a la señorita Mercedes Tejeda

y Cossio. El acto se efectuó mediante escritura de 30 de junio de 1913 que pasó ante el

Notario doctor Abel Ygnacio Campos. Don Eduardo Tejeda y Cossio vendió sus acciones en

la Casona al señor Cura don Manuel A. Barrios, el 1 de junio de 1914 y éste a don José

Carmen Chávez. Estos derechos fueron comprendidos en una permuta antes indicada.

Doña Mercedes Tejeda Cossio vendió toda la propiedad de la Casona de Santa Catalina, en el

precio de 800 mil soles, a doña Cristina Tejeda Pacheco, según Escritura de Venta que pasó

el 2 de febrero de 1970 ante el Notario doctor Eduardo Benavides Benavides. Doña Cristina

Tejeda Pacheco, presentó en Registros Públicos de Arequipa el correspondiente Título de

Propiedad el 18 de febrero de 1970 bajo el Nro. 243 del TM. 51 del Diario; Legajo E-5190

del Diario.

La Casona fue usada durante muchos años como local de la Escuela Primaria de Segundo
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Grado “Luis H. Bouroncle”.

El Banco de la Vivienda del Perú, adquirió el dominio del inmueble comprándolo de doña

Cristina Tejeda Pacheco en el precio de 238 millones de soles, según contrato suscrito el 16

de noviembre de 1983 y que fue inscrito, con legalización notarial de firmas, en los Registros

Públicos, en el Asiento 2704 del Diario; Legajo E-142023

Mediante Resolución Jefatural del Instituto Nacional de Cultura Nº 523 del 6 de septiembre

de 1988, la Casona de Santa Catalina fue declarada Monumento Histórico. Esta declaración

fue inscrita en los Registros Públicos a solicitud del director del Instituto Departamental de

Cultura de Arequipa, señor Luis A. Sardón Cánepa el 18 de febrero de 1999. La inscripción

de la condición de Monumento Histórico se formuló en cumplimiento de lo dispuesto por la

Ley Nº 24047, Ley General de Amparo al Patrimonio Cultural de la Nación.

Posteriormente la Inmobiliaria 301 Sociedad Anónima, inscrita en la Ficha 212101 en los

Registros Públicos de Lima, adquirió el dominio de la Casona de Santa Catalina, pagando al

Banco de la Vivienda del Perú la suma de 162 mil dólares americanos. El documento de

compra-venta firmado el 17 de octubre de 1994 pasó ante el Notario de Lima, doctor Ricardo

Fernandini Barreda.

El respectivo Título de Propiedad fue presentado ante los Registros Públicos de Arequipa el

28 de junio de 1995 en el asiento 74547 del TM uno del Diario, Legajo E-00074210.

Remodelada la Casona, desde 1998 hasta el 2003 sirvió, cedida en uso por la empresa

propietaria del inmueble, como sede del Museo de Santuarios de Altura de la Universidad

Católica Santa María. Durante esos años diversos cuerpos de niños sacrificados y congelados,

rescatados de los altares incaicos ubicados en las cumbres andinas, fueron expuestos ante el

turismo internacional. Entre esos cuerpos congelados, exhibidos allí, figura el conocido como

“Juanita, la Dama del Ampato” y que ha generado la publicación de numerosos artículos,

libros e informes televisivos a nivel mundial.


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Luego, el dominio de la propiedad de la Casona pasó a la Corporación Cervesur S.A.A., en

virtud de la transferencia de dominio por fusión, que realizó con Inmobiliaria 301 S.A. Esto

se efectuó en mérito a la fusión por absorción, bajo la modalidad de fusión simple, celebrada

mediante escritura, el 18 de Enero del 2004, ante el Notario doctor Carlos Enrique Gómez de

la Torre Rivera. El valor asignado para el inmueble fue de 4 millones 714 mil 357.78 nuevo

soles. El título fue presentado ante Registro Públicos el 1 de octubre del 2004 bajo el Nro.

2004-0001671-01 y 15791-13.

El último cambio de propiedad se produjo el 10 de enero del 2005. La empresa Servicios

Turísticos Santa Catalina S.A., inscrita en la Partida Registral Nro. 11044368 del Registro de

Personas Jurídicas de Arequipa, adquirió la citada Casona de su anterior propietario la

Corporación Cervesur S.A.A.

Servicios Turísticos Santa Catalina S.A. pagó la suma de 350 mil dólares americanos, según

consta en la Escritura Pública que pasó ante el Notario doctor Carlos Enrique Gómez de la

Torre Rivera. El correspondiente título de propiedad fue presentado ante Registros Públicos

el 13 de enero del 2005 bajo el Nro. 2005-00000755-01.

De los 3125 m2, que inicialmente debió tener la Casona que nos ocupa, su área quedó

reducida a sólo 1 157.50 m2. Superficie ésta que, como unidad, fue registrada el 15 de enero

de 1910.

Posteriores mediciones señalan para el inmueble un área total de 1 258.03 m2, área muy

próxima a la estimada a la de mitad de un solar.

ARQUITECTURA

Aunque no se ha ubicado documentación sobre las obras de construcción y reconstrucción

que se han efectuado en cuatro siglos y medio de historia, es factible que muchos de los

ambientes que exhibe tengan sus raíces a mediados del siglo XVIII, después de los

terremotos del 8 de enero de 1725 y del 13 de mayo de 1784. Es lógico también considerar
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que la Casona de Santa Catalina 201 fue reacondicionada después del terremoto del 13 de

agosto de 1868.

Y en este siglo, los terremotos del 15 de enero de 1958 y del 13 de enero de 1960, causaron

severos daños, especialmente en las casonas construidas sobre la base de sillar y calicanto. A

mediados del siglo XVIII, cuando se debió levantar la Casona de Santa Catalina, el

historiador don Ventura Travada y Córdova afirma sobre la forma de construir que:

“… el porfiado tesón de labrar casas de cal y canto, ha creado tantos oficiales peritos en la

arquitectura que labran pedestales, levantan pilastras y columnas capiteles y si les preguntan

lo que hacen responderán que mejor lo saben hacer que decir, porque es la natural

arquitectura en que los tiene la práctica tan aleccionados. De esta suerte se ve todos los días

hacer fábricas en la ciudad, no solamente casas regulares, sino también de eminentes torres,

elevadas cúpulas y otras obras que llama el arte maestras”.

Las viviendas arequipeñas de mediados del siglo XVII, en su mayoría contaban con dos

patios rodeados de habitaciones, además de un huerto y caballeriza y, obviamente ante el

temor de los terremotos, la mayoría de ellas de un solo piso.


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Después de los terremotos de 1784 y de 1868, que obligaron a la reconstrucción de la ciudad,

reciclando los restos que quedaron en pie, se alteraron las fachadas y en algunos casos se

reforzaron las paredes con contrafuertes. Las fachadas fueron tornándose neoclásicas y

desapareciendo las ornamentaciones talladas.

En todo caso, es desde 1784 en adelante que las paredes de sillar adquieren una gran sección,

un mayor volumen, alcanzando su grosor entre uno o dos metros.

En realidad el ancho de estas paredes obedece a la albañilería empleada, consistente en dos

paredes de sillar, una interna y otra externa, rellenadas en medio con retazos de sillar o

piedras, unidas con un mortero de arena y cal.

Estas anchas paredes, posibilitaron sostener bóvedas de sillar, aun cuando se carecía de los

conocimientos y técnicas de la resistencia estructural. Los alarifes de los siglos XVIII y XIX

optaron por construir los edificios y las viviendas aprovechando la gravedad, al hacer

depender la solidez de las bóvedas en paredes anchas y en la presencia de las dovelas, o cuñas

de cierre.
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Los vanos son salvados con el empleo de arcos, los que son dintelados horizontales en el caso

de luces pequeñas y con arcos de medio punto para vanos de mayor dimensión.

Ocasionalmente se emplearon otras variantes de arcos como los ojivales y los de herradura.

De otro lado, la evacuación de las aguas en la temporada de lluvias se efectuaba mediante

gárgolas o chorreras y la iluminación de las calles se hacía empleando linternas o candiles de

aceite que cada propietario colocaba frente a las fachadas de sus casas.

La presencia de alacenas y hornacinas, así como una arquería destinada generalmente como

comedor fueron otras de las características que adquirieron las viviendas arequipeñas, que por

otro lado lucían decoraciones pintadas en casi todos sus ambientes. El sillar cara vista que

hoy ostentan las casonas del Centro Histórico de Arequipa, declarado Patrimonio Cultural de

la Humanidad, pocas veces se dio en los siglos de su construcción.

CONCLUSIONES:

Para culminar este trabajo de investigación, luego de de la recolección de información tanto

bibliográfica y de campo, podemos concluir que la ingeniería civil en las casonas más

antiguas de Arequipa no tuvo la influencia debida, esto se debió al poco avance tecnológico

en la metodología del el cálculo de resistencia.

Otro punto importante es el hecho de que la mayoría de las casonas tienen mucha similitud en

su arquitectura ya que se construyeron en la misma época debido a que soportaron terremotos

como el de 1784 y 1868, en pocas palabras se puede decir que la construcción de las casonas

de Arequipa tuvo que adaptarse los temblores y terremotos a los que esta expuesto la ciudad.

BIBLIOGRAFIA:

 http://dantezegarra.blogspot.com/2005/08/casona-de-santa-catalina-una-
casona.html?m=1
 http://arquitecperu.blogspot.com/2012/10/el-centro-historico-de-arequipa.html?m=1
 http://www.arquiwebmaster.net/arqcol/evolucion.html
 https://www.bbva.com/es/tristan-del-pozo-la-casa-del-arte-arequipa/

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