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LÁZLO KÁLNOKY

La casa vieja

Se enrojece un jardín otoñal enmalezado,


donde brillan opacos, a través de la niebla,
los fuegos de hojarascas ardiendo, y la espesura
cubre la estatua pétrea y tiene aspecto
de una informe escultura enverdecida.
Ni para qué entrar en los cuartos,
donde en ventanas rotas y espejos herrumbrosos
bailan sombras movidas por el viento,
y el color ha escapado del papel de los muros.
No puede absolver a nadie
al forastero a quien le concedieran
un plazo más aún sobre la tierra;
tampoco adentro habría que romperse
el grillete que le aprieta la frente.

Mejor es huir lejos,


atravesar el puente sin barandas,
o ver abajo del agua color hierro,
donde su rostro es óvalo deforme,
y su boca un rectángulo crispado.

ÁGNES NEMES NAGY

Para el infierno

Un tranvía con luces y vacío.


Un hospital de guerra.
Hubo aquí un tiempo una herrería.
Un montoncito gris de nieve.
Parque infantil en ruinas,
Cadena de columpio.
Una estación de tren desierta. Marca
El reloj media noche.
(Noche: sandía llena de agujeros).

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