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Serie 17
Gaceta Judicial 6 de 07-jun.-2001
Estado: Vigente
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. PRIMERA SALA CIVIL Y MERCANTIL.- Quito, 7 de junio del
2001; las 09h10.
VISTOS: Jorge Arturo Torres Aguirre y Carmen Elena Padilla Sevilla interponen recurso de casación
de la sentencia dictada por la Quinta Sala de la Corte Superior de Justicia de Quito, dentro del juicio
ordinario que siguen en contra de la Fundación Mariana de Jesús. Por el sorteo legal, correspondió
su conocimiento a esta Primera Sala de lo Civil y Mercantil de la Corte Suprema de Justicia, la cual
aceptó a trámite el recurso y una vez cumplidas las disposiciones legales pertinentes, para resolver
considera lo siguiente:
PRIMERO: Los recurrentes afirman que en la sentencia impugnada se han violado el artículo 23
numerales 23, 26 y 27 de la Constitución Política del Estado y los artículos 2227, 1599, 1600, 1532 y
1597 del Código Civil; y fundan su recurso en la causal primera determinada en el artículo 3 de la
Ley de Casación.
SEGUNDO: Aunque los recurrentes alegan que en la sentencia se han violado las normas
constitucionales constantes en los numerales 23, 26 y 27 del artículo 24, se trata de una simple
alegación que no se explica ni fundamenta en el escrito correspondiente, por lo cual no se la puede
tomar en cuenta.
CUARTO: No ha sido materia de discusión en este juicio el hecho al que podemos calificar de punto
de partida del mismo, hecho que afirmado por los actores ha sido admitido por la demandada, y que
consiste en la entrega que han hecho los primeros a la segunda de S/. 6.860.000, luego de haber
suscrito un denominado. "convenio de reserva de un inmueble" y que es, en realidad, una promesa
privada de compraventa de un inmueble. En efecto, en las muy deficientes copias que se adjuntan al
proceso, de todas maneras se lee que la demandada venderá un inmueble, se señala la compra del
mismo por parte de los vendedores, del precio a pagarse del cual se hace un anticipo, del plazo en
que debe celebrarse la escritura pública correspondiente, de las causas para que el convenio quede
sin efecto. Se trata de aquellas cláusulas que ordinariamente forman parte de un contrato de
promesa, pero que al haberse celebrado sin las solemnidades exigidas por la ley, escritura pública,
por tratarse de la compraventa de un inmueble, no produce entre las partes obligación alguna,
conforme lo establece en forma terminante el artículo 1597 del Código, Civil. Esta Sala en fallo
expedido 16 de mayo del 2001, mediante Resolución 188-2001, al analizar este tipo de "convenios"
privados de promesa de venta de inmuebles, ha considerado que debe aplicarse a tales casos la
disposición del artículo 1745 del Código Civil: "La falta de instrumento público no puede suplirse por
otra prueba en los actos y contratos en que la Ley requiere esa solemnidad; y se mirarán como no
ejecutados o celebrados, aun cuando en ellos se prometa reducirlos a instrumento, público dentro de
cierto plazo, bajo una cláusula penal. Esta cláusula no tendrá efecto alguno". Por esta razón, un
contrato privado de promesa de venta de inmuebles se mirará como no ejecutado ni celebrado ni
tendrá eficacia alguna; o, dicho de otro modo, es un contrato aparente, jurídicamente no existe,
carece de toda eficacia. De tal manera que mal podría haberse demandado, como lo pide la
sentencia impugnada, la alternativa señalada en el artículo 1532 del mismo Código: ni podía
demandarse el cumplimiento y tampoco la resolución de un contrato inexistente, pues para ejercitar
cualquiera de tales acciones, la primera condición es que exista un contrato válido.
SEXTO: Concretamente, en relación al pago de lo no debido, el autor ya citado hace las siguientes
puntualizaciones: "Siempre que hay pago indebido, es porque se cumple una obligación que no
existe, ya sea que carezca totalmente de existencia y nunca la haya tenido, o se haya extinguido, o
se yerre en la prestación, en quien la hace o a quien se hace. El pago supone una obligación previa
entre dos personas, acreedor y deudor, que se va a extinguir por el cumplimiento. Si no hay
obligación, si se paga a quien no es el acreedor, o creyéndose pagar una deuda propia se cancela
una ajena, y se cumplen los requisitos que luego estudiaremos, hay un pago de lo no debido.- Por
ello podemos decir que en virtud del pago indebido, quien paga por error lo que no debe, tiene
derecho a solicitar la restitución de lo pagado indebidamente... La más socorrida y aceptada de las
interpretaciones del pago indebido, ve en él una aplicación de la doctrina o principio del
enriquecimiento sin causa y en consecuencia, la acción de repetición a que da origen no es sino una
variante de la de in rem verso. Y no hay duda que en enorme medida el pago indebido aplica la
teoría señalada: si una persona ha recibido lo que no se le debía, enriquece injustamente su
patrimonio a costa de otra que sufre un empobrecimiento recíproco, pero no todas las soluciones del
pago indebido tienen ese justificativo... Parece más acertado concluir que el pago de lo no debido,
con mucho de aplicación del enriquecimiento sin causa, es una institución autónoma, una fuente de
la obligación de restituir o indemnizar, si aquello no es posible" (Obra citada, páginas 435-436). Para
concluir este análisis debemos agregar qué para que el pago sea indebido se deben reunir y probar
los siguientes requisitos: 1) debe haberse hecho un pago; 2) el pago debe carecer de causa; 3) al
efectuarlo, se debe haber cometido un error. Estos requisitos están por lo demás, previstos en el
primer inciso del artículo 2222 del Código Civil, con el cual este cuerpo legal inicia la regulación de
esta institución: "El que por error ha hecho un pago y prueba que no lo debía, tiene derecho para
repetir lo pagado".
SEPTIMO: Con estos antecedentes doctrinarios se debe examinar el caso en cuestión. Los actores
en esta causa pagaron a la institución demandada una suma de dinero en cumplimiento de un
convenio llamado de reserva de inmueble, pero que en realidad era, como ya se ha examinado, un
convenio privado de promesa de venta de un inmueble, que por no haberse celebrado con las
correspondientes solemnidades carecía de toda eficacia, era jurídicamente inexistente. Estos
hechos, que están comprobados en el proceso, que ni siquiera han sido controvertidos, confirman
que efectivamente se hizo un pago y que este pago se realizó con la intención de establecer un
compromiso de compraventa que por las circunstancias señaladas, no surtía efecto alguno: Se
puede concluir, por lo mismo, que el pago realizado para cumplir una obligación que ni siquiera llegó
a nacer, carecía de causa. Tampoco queda duda de que el pago realizado enriqueció injustamente a
una de las partes y recíprocamente empobreció a la otra, lo que inclusive ha sido reconocido por la
demandada cuando intentó, fallidamente por cierto, el pago por consignación, cuyo expediente se ha
adjuntado a este proceso. Queda por examinar si el pago se realizó por error, como lo exige la ley. El
error es la representación mental equivocada que una persona tiene de la realidad o como la define
Cabanellas en su Diccionario de Derecho Usual, el "concepto o juicio que se aparta de la verdad, sin
la conciencia e intención que entraña la mentira" (Tomo II, página 500) y, para aplicar este concepto
al pago de lo no debido, el error debe entenderse en el sentido de que quien hizo el pago creía tener
la obligación de hacerlo cuando en realidad no la tenía, error que puede versar no solamente sobre
los hechos que supuestamente le obligaban al pago, sino también sobre el derecho, como lo señala
el artículo 2224, es decir cuando el error versa sobre el fundamento jurídico de esa supuesta
OCTAVO: Invocando el artículo 2227 del Código Civil, los actores reclaman los intereses del capital
entregado desde la fecha de la entrega del dinero. Este artículo permite este reclamo cuando quien
recibió el dinero lo ha hecho de mala fe. Según el artículo 741 del mismo Código Civil "La buena fe
se presume, excepto en los casos en que la ley establece la presunción contraria.- En todos los
demás la mala fe deberá probarse". Tal cuestión no ha sido alegada expresamente por los actores ni
debatida en este juicio, razón por la cual no se ha justificado el reclamo del pago de intereses desde
la fecha de entrega del dinero. Pero el artículo 1600 ibidem señala: "Se debe la indemnización de
perjuicios desde que el deudor se ha constituido en mora, o si la obligación es de no hacer, desde el
momento de la contravención" y la regla primera del artículo 1602 agrega: "Si la obligación es de
pagar una cantidad de dinero, la indemnización de perjuicios por la mora está sujeta a las reglas
siguientes: 1a. Se siguen debiendo los intereses convencionales, si se ha pactado un interés
superior al legal, o empiezan a deberse los intereses legales, en el caso contrario; quedando, sin
embargo, en su fuerza las disposiciones especiales que autoricen el cobro de los intereses
corrientes, en ciertos casos". Entonces, en el caso presente, si se admite la obligación de la
demandada de pagar la suma entregada, los intereses sólo serían exigibles desde que se colocó en
mora y estos solo pueden ser los intereses legales. Y para establecer la mora, hay que tomar en
cuenta lo que señala el artículo 1594 del propio Código Civil: "El deudor está en mora: 3.- En los
demás casos, cuando el deudor ha sido judicialmente reconvenido por el acreedor", norma que para
su exacta interpretación debe concordarse con el artículo 101 del Código de Procedimiento Civil:
"Son efectos de la citación: 5.- Constituir al deudor en mora, según lo prevenido en el mismo Código
(Civil)", pues como lo ha dicho esta Sala en numerosos casos, la "reconvención judicial" en palabras
del Código Civil, se produce cuando se perfecciona la citación con la demanda, según lo enseña
también el maestro Juan Isaac Lovato: La frase "judicialmente reconvenido" equivale a "demandado",
o, con mayor precisión citado de la demanda" (Programa Analítico de Derecho Procesal Civil
Ecuatoriano, Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1962, página 72). En cuanto a los otros
daños y perjuicios, cuya reparación también reclaman los actores, se observa lo siguiente: la ley, en
principio, permite reclamarla adicionalmente al pago de intereses, conforme se deduce de la regla
segunda del ya citado artículo 1602: "El acreedor no tiene necesidad de justificar perjuicios cuando
solo cobra intereses", regla que, sin duda, permite al acreedor probar y reclamar perjuicios, además
de los intereses. Pero en la presente causa los presuntos perjuicios reclamados no han sido
justificados. Por las consideraciones expuestas, ADMINISTRANDO JUSTICIA EN NOMBRE DE LA
REPUBLICA Y POR AUTORIDAD DE LA LEY, se casa la sentencia pronunciada por la Quinta Sala
de la Corte Superior de Justicia de Quito y desechándose las excepciones propuestas por la
Fundación Mariana de Jesús, se acepta la demanda presentada por Jorge Arturo Torres Aguirre y
Carmen Elena Padilla Sevilla en cuanto a la restitución del dinero entregado a la Fundación Mariana
de Jesús y al pago de los intereses legales a partir de la fecha de la citación de la demanda, para
cuya liquidación se tomarán en cuenta las tasas de interés fijadas por la autoridad monetaria durante
el tiempo transcurrido y las normas que establecieron el nuevo sistema monetario, en la Ley para la
Transformación Económica del Ecuador. Sin costas. Notifíquese, publíquese y devuélvase.
f) Dr. Galo Galarza Paz.- Santiago Andrade Ubidia.- Ernesto Albán Gómez..