Vigilar, porque cada manipulación sobre la Red deja un rastro que, poco a poco, el internauta
dibuja él mismo su autorretrato en términos de centros de interés (culturales, ideológicos,
lúdicos, consumistas…) y una vez establecido este retrato ya no habrá ningún secreto para los amos de Internet, que sabrán lo que gusta de leer, escuchar, mirar, beber, comer, consumir, frecuentar, por ejemplo. Y podrían manipularlo a su antojo. Anunciar, porque la economía de Internet es esencialmente de naturaleza publicitaria. La cultura de gratuidad de la Red sólo es posible porque los anunciantes asumen los costos del funcionamiento del sistema, y este repercute sobre las compras efectuadas por los internautas. Vender, porque este es ya el objetivo principal del medio Internet. Lo era ya el de los medios masivos tradicionales cuando hacían publicidad (en los periódicos, la radio o la televisión). Pero la diferencia principal es que con los otros medios no se podía comprar directamente. Los medios ya no se dirigen a nosotros para transmitirnos informaciones objetivas sino para conquistar nuestras mentes, nuestros espíritus; como decía Goebbels: "No hablamos para expresar algo sino para obtener un determinado efecto". En esta empresa colonizadora los conquistados y conquistadores saben que la relación de dominación no sólo reside en la supremacía de la fuerza. Pasado el tiempo de conquista, viene el momento del control de las mentes, del pensamiento; y esto se domina mucho mejor si el dominado se mantiene inconsciente de ello. De ahí la importancia de la propaganda secreta, ya que a largo plazo para cualquier imperio que desee perdurar el gran desafío radica en ablandar las almas, hacerlas dóciles y luego esclavizarlas. El objetivo de toda propaganda es maximizar el poder subordinando furtivamente a los grupos y a los individuos. Para el politólogo norteamericano Laswell, "la propaganda es la expresión de opiniones o de acciones manifestadas deliberadamente por individuos o grupos en aras de influenciar sobre la opinión o acción de otros individuos o grupos, teniendo como referencia propósitos predeterminados y mediante manipulaciones psicológicas".[49] En las sociedades contemporáneas estas manipulaciones psicológicas se dirigen al mismo tiempo al individuo y a la masa; por consiguiente son obligatoriamente sofisticadas y altamente científicas. Jacques Ellul señala: "Es a partir del conocimiento del ser humano, de sus tendencias, de sus deseos, de sus necesidades, de sus mecanismos físicos, de sus automatismos y tanto de la psicología social como de la psicología de profundidades, que el propagandista organiza poco a poco sus técnicas. Es a partir del conocimiento de grupos, de sus leyes de formación y de deformación, de las influencias de masa y de los límites del medio que el propagandista modela sus mecanismos de acción".[50] En 1989- 1991 Estados Unidos ganó la guerra cultural frente a la Unión Soviética y los países socialistas de Europa del Este. Como se sabe, en estas naciones, entre otros errores, se descuidó la labor política e ideológica; es decir, argumentar, convencer y ganar a las masas, dando por hecho que el desarrollo socioeconómico y el aumento del nivel de vida eran argumentos suficientes para convencer de la justeza de la política aplicada. A partir de ese momento, desde el punto de vista geopolítico, los Estados Unidos se encontraron en una posición de hegemonía y con una exagerada fuerza militar. No sólo se propusieron constituir la primera potencia nuclear y espacial, sino también marítima, situando flotas bélicas en cada océano y en los principales mares del planeta; con bases militares, de suministro y abastecimiento y de escucha en todos los continentes. El Pentágono gasta por concepto de investigaciones militares miles de millones de dólares. Sus servicios secretos buscan identificarlo todo, seguirlo todo y oírlo todo desde cualquier medio, ya sea por aire, tierra o agua. Sus espías están en activo por doquier y en todo momento, tanto en territorios aliados como en aquellos que son considerados enemigos. Roban no sólo secretos diplomáticos y militares, sino también secretos industriales, tecnológicos y científicos.