Sei sulla pagina 1di 21

ACERCANDOMUNDOS

Historias de biciandar

Volar sin antes echar raíces


es ser levantado por el
viento.
Se requiere de alas
y raíces para volar.
En el espacio,
las raíces sirven de alas
para el regreso.

“Alas y raíces”

Sabino E. Francisco
(Poeta guatemalteco)
Introducción

Siempre fuimos inquietos en explorar lugares, conocer otras culturas, poniendo a prueba
nuestra forma de ver y entender al mundo. A su vez, en Montevideo nos movíamos dairiamente
en bicicleta. Hasta que un día nos surgió la idea de unir ambas pasiones, la bici y el viaje.

El proyecto se inicia a mediados del 2014 con el nombre “Acercandomundos, América Central
a 20 km/h” cuando comenzamos a recorrer en bicicleta por casi un año, las geografías de
Centroamérica, México y Cuba. Paralelamente fuimos registrando la experiencia en
www.acercandomundos.com

La muestra consiste en una narrativa fotográfica de historias del camino, acompañada de


fragmentos de algunos cuentos que serán publicados en un libro próximamente.

Fundamentación

Cuando uno toma un autobús o un avión (...) va y llega, sale y vuelve a entrar. Solamente ve un mar de nubes,
es muy rápido el camino; el andar es muy cómodo, pero no ayuda al fruto, no hay nada que madure en el
camino, solamente las ganas de llegar1

Atahualpa Yupanqui

La necesidad de narrar historias, dotarlas de significados y transmitirlas, es propia de la


condición humana, y constituye el motivo de ser de esta exposición. Quienes se atrevan a
zambullirse en las imágenes y navegar por los cuentos, se encontrarán con personajes
anónimos, sucesos políticos, aspectos culturales y acontecimientos históricos de Latinoamérica.

Objetivos

Fomentar y motivar el uso de la bicicleta como medio de viaje, siendo una herramienta que
favorece los encuentros, privilegia la comunicación, agudiza los sentidos, renueva la curiosidad
y fortalece la solidaridad.

Compartir huellas de historias vividas que marcaron nuestro recorrido por los diferentes
rincones que nos llevaron las dos ruedas.

1Canal Encuentro. Los caminos de Atahualpa – El Camino. En:


https://www.youtube.com/watch?v=I5SVj6eySIc&t=253s
Resultados esperados

Hay una gran semejanza entre las hormigas y los seres humanos, dice el antropólogo Tim Ingold.
Aparentemente ellas deben su habilidad innata para localizar fuentes de alimentos a los rastros
que sus predecesoras han dejado. Si se borraran, estarían perdidas. Lo mismo le ocurriría al ser
humano, en un ambiente sin historias2. Si este proyecto pudiera dejar tan solo un simple rastro
en el camino de alguien, habrá cumplido su razón de ser.

Al fin de cuentas, las bicicletas, las fotografías y los cuentos pueden ser ventanas, ventanas para
otros mundos posibles.

Sobre nosotros

Mariana Nunes (1985, Tapera/RS – Brasil)

Brasileña, con alma uruguaya. Busca en sus vuelos encontrar sus raíces.

Licenciada en Hotelería, estudiante de Letras, amante de la fotografía.

Luis Enrique Durante (1982, Artigas – Uruguay)

Uruguayo, con alma norteña. Busca en sus raíces encontrar sus vuelos.

Contador Público, estudiante avanzado de Antropología, ha realizado diversos cursos y talleres


de fotografía y participado en exposiciones colectivas como individuales.

Ficha técnica

Autores: Mariana Nunes y Luis Enrique Durante

Cantidad de obras: 19 fotos

Tamaño: 30cm X 45cm.

Impresión: Papel fotográfico mate, en soporte PVC Sintra.

2 Carlos Steli, Isabel Carvalho (coord) 2012. Cultura, percepção e ambiente: diálogo como Tim Ingold. São Paulo:
Terceiro Nome.
El camino se presentaba quieto y solitario. A lo lejos, algunas casitas de madera
al borde de la ruta irrumpieron tras unos árboles de banano. Mientras nos
dirigíamos hacia allí en búsqueda de información, súbitamente, por entre el
verde exuberante de la vegetación, emergió un terrible rugido gutural, ronco y
áspero que retumbó en toda la selva, para luego de varios segundos, morir
abruptamente, quedando en su lugar un silencio aún más impresionante.
Aún no salíamos del desconcierto, cuando un indígena nögbe que pasaba por allí
vio las cansadas bicicletas y se aproximó. Aproveché para preguntarle por el
origen de ese aterrador bramido que aún vibraba en el viento…

Punta Peña, Panamá, 2014.


Día tras día, desde que el sol comienza a desperezarse antes de iniciar su
habitual recorrido, hasta cuando es tragado por las aguas claras del Caribe,
Cahuil entrena las clavas, que pasan horas sin conocer la tierra, y las patas de
rana solo se dan cuenta del paso del tiempo cuando en el mar comienza a
meterse la noche.

Los fines de semana, trabaja en un reconocido restaurante de la isla, realizando


un show de malabares con fuego. Un sábado fuimos a verlo. Comenzó su
actuación y todo parecía normal. Las clavas ardientes atravesaban la oscuridad
dibujando huellas incandescentes en el lienzo negro de la noche, despertando
aplausos y la admiración del público presente.

Lo que sucedió a continuación es la pura verdad, si quieren me creen, y si no, que


me crean sin querer.

Bocas del Toro, Panamá 2014


Se conocieron de pequeños en alguna parte de la selva amazónica. Allí cruzaron
ríos, volaron caminos, bordearon montañas, atravesaron pueblos y sometieron
alturas, siempre pegaditos. A la hora en que el sol se recostaba e iba
desprendiendo de las cosas esa última luz cálida y blanda, como si fueran los
encargados de apagar el día, pasaban ellos.

Pero un día, sin consultarlos, los llevaron lejos. En su nuevo hogar, a pesar del
inhóspito clima y la extraña geografía, retomaron sus paseos acostumbrados.

Dicen quienes los conocieron que parecían uno solo o una sola. A ningún lado iba
uno sin el otro. Y así fueron muriendo los días, y amontonándose los años, hasta
que en una noche sin luna, vaya uno a saber por qué...

La Fortuna, Costa Rica, 2014.


Luis Rojas tiene setenta y dos años según su cédula, pero casi ochenta de
nacimiento, asegura. Hombre de muchos dichos y oficios, vive con su familia en
una humilde casa, con patio de tierra, gallinas y una quinta repleta de
plantaciones. Se acuesta cuando se va a dormir el sol, pero se levanta antes que
este. A las tres de la madrugada comienza su día respirando noche, luego le
agradece a Dios el nuevo amanecer. «Quien despierta temprano mantiene la
salud», apunta.

Antes del alba, comienza barriendo el suelo de tierra apisonada de la entrada con
cierto aire protocolar. Luego prosigue por sus alrededores, y a medida que se
asienta el polvo, se le va aquietando el alma, parece. «Piso barrido, casa
bendecida», señala.

Cristalito, Nicaragua, 2014.


En Montevideo escuchaba siempre que el buen tiempo era de cielo celeste, sol
radiante, mínima humedad y temperatura entre veinte y veinticinco grados. ¡Ah,
y con vientos suaves a moderados!

En Nicaragua, para los campesinos de la costa del Pacífico, en los meses de junio
a noviembre es temporada de lluvias, y cuando no llegan, miran el cielo de reojo
y esperan esperanzados que llegue el buen tiempo de precipitaciones.

Pero ahora, luego de unos meses de viajar en bicicleta, por fin lo descubrí...

Somoto, Nicaragua, 2014.


Ateo hasta los tuétanos, Attilio no se deja llevar por consejos celestiales ni
deberes morales que vengan atrás de una cruz. En la religión attiliana, el pan
siempre es pan, y el vino, solamente vino. Sin embargo, anda por la tierra con las
constelaciones adentro y la astronomía en la mano. En las noches estrelladas,
como en procesión, sube lento y callado unas escaleras exteriores, y a cada
peldaño que avanza hacia el firmamento, la prosa cotidiana va cediendo espacio a
la poesía de la existencia, y antiguos pero fieles dolores lo van abandonando,
mientras las constelaciones, como si lo vieran, se van prendiendo cual
luciérnagas. Desde su azotea, apunta para arriba, no para buscar a Dios, sino para
perderse en el insondable misterio de galaxias, soles y sueños que lo aguardan
pacientes, en el interior de su telescopio

Concepción de Ataco, El Salvador, 2015.


Dice que es la segunda de ocho hermanos, y debido a que su madre no tenía
tiempo para iniciarla en el oficio del tejer, ella lo aprendió mirando. Es de San
Pedro la Laguna, un poblado a orillas del majestuoso lago Atitlán protegido por
tres imponentes volcanes, que roban las palabras y cortan la respiración de
quienes lo conocen por primera vez. Gladys habla español además de su lengua
materna, el k’akchikel, la cual le da nombre a su etnia. Sin embargo, en algún
momento de la charla, se le entrecortó la voz cuando reconoció que era
analfabeta. Y en ese instante una lágrima grande salida de muy adentro, bajó
rodando silenciosa por su mejilla derecha.

Antigua, Guatemala, 2015.


Vivian, una de las voluntarias, se había quedado sola (...). El resto de sus
compañeros se habían ido no hacía mucho. Algunos, al río a recoger agua para la
comida, otros, a jugar al básquetbol, y hubo quienes aprovecharon para sestear
bajo el rumor de los árboles. Pero ella no escuchó el aviso de descanso, o quizás
sí lo oyó, pero siguió como si no, con toda su atención en el pincel, alimentando
con vivas tonalidades la pared del comedor comunal y del puesto de venta de
morrales (ambos administrados y mandados por el colectivo de mujeres).
A escasos pasos, un niño zapatista, de cara sucia y rostro serio, que no
sobrepasaba el metro del suelo, observaba la escena con ojos mudos.

La Realidad, Chiapas, México 2015.


Luego de algunas semanas, nos sentíamos como en casa. A esa bienvenida
amenazadora la siguieron noches y días de largas conversaciones con nuevos y
entrañables amigos, demorados paseos y significativos silencios, en los que la
música y la alegría caminan lado a lado de las luchas, los sueños y las esperanzas
de los cubanos que fuimos conociendo. Allí, la simpleza de lo humano resalta su
grandeza, los gestos más comunes contienen solidaridad, las miradas limpias te
escuchan atentamente, brillan y te conmueven, ríen y reflexionan.

Sin embargo, con el rodar de los días y el transcurrir de las noches, descubrimos
cuáles son los verdaderos peligros que acechan.

La Habana, Cuba 2015


Cada vez que se acerca un turista, Juan surge detrás de los arbustos y se dirige
hacia John. Antes que el viajero se acomode en el espacio vacío del banco, ya
está colocándole con gran solemnidad los lentes a su amigo, como si esa fuera la
misión más importante de su vida. John se muestra siempre dispuesto a tomarse
una foto con todo aquel que quiera posar a su lado, y en cambio algunos le dejan
flores, otros le tocan las manos, hay quienes le regalan sus propias canciones y
los más audaces le besan su mejilla de metal. Mientras tanto, Juan espera con
paciencia que se tomen su retrato, que le entreguen la ofrenda, que se termine la
charla, que se cumpla el encuentro. Cuando el forastero se va, retira las gafas
con delicadeza, las guarda celosamente en el bolsillo de su camisa y vuelve a su
guarida.

La Habana, Cuba 2015.


*

Potrebbero piacerti anche