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La Congregación General 34a. me recomendó escribir una carta sobre los aspectos
prácticos de la Promoción Vocacional, después de estudiar las diversas experiencias en toda
la Compañía (Decr.10,4). El Encuentro que se realizó en Loyola, de 21 a 25 de julio de
1997, para reflexionar sobre la Promoción Vocacional y discernir lo que nuestro Señor nos
pide, fue muy útil para adquirir mayor y mejor información sobre la situación actual de la
Compañía en este campo y para descubrir formas concretas con las que podamos y
debamos colaborar con nuestro Señor para suscitar vocaciones para la Compañía.
Según las informaciones de los Delegados presentes en el Encuentro de Loyola, existe hoy
más preocupación por la falta de vocaciones de que interés real en promoverlas. En este
momento, hay en la Compañía apenas 23 promotores en tiempo íntegro; pocas Provincias
cuentan con Equipos y/o Redes de apoyo; solamente en 9 Provincias existe un proyecto
formal de Promoción Vocacional, ejecutado por un Promotor con la ayuda de un Equipo y
con el apoyo del Provincial. Aunque en casi todas las Provincias existan actividades para
acompañar a los que se interesan por la Compañía, apenas 22 Provincias cuentan con un
Pre-Noviciado más o menos institucionalizado. En algunos lugares, la tendencia es
confundir o identificar el acompañamiento a los candidatos con la Promoción Vocacional.
Aunque no se pueda considerar como una mera estrategia para obtener vocaciones, una
Pastoral de la Juventud renovada y bien planeada es el mejor contexto para despertarlas y
descubrirlas. Los Ejercicios Espirituales como experiencia de encuentro personal con Cristo
que llama y el contacto personal y acompañamiento espiritual tendrán que ser prioritarios
en nuestro ministerio con los Jóvenes. La vida y misión de la Compañía en el futuro
depende de los jóvenes de hoy. Por eso, les pido que dediquemos lo mejor de nuestros
recursos para mejorar el contacto con ellos, donde lo hemos perdido, y a reforzarlo y
organizarlo mejor, donde ya lo tenemos.
Las vocaciones se promueven por medio de la oración, a través de una presentación clara
de nuestro carisma y misión, del contacto personal con los jóvenes en los diversos campos
apostólicos e invitando, a los que se interesan por la Compañía, a participar en nuestras
obras y ministerios, dando a conocer la Compañía, su misión y sus santos por medio de
posters, libros, videos, radio, televisión e Internet. Pero, estos medios, no bastan por sí
solos. Se requiere también la relación personal donde se convida y se propone al Joven la
vocación por la Compañía como una alternativa de realización personal y cristiana.
Sin una preocupación obsesiva por el número, el promotor Vocacional debe procurar
candidatos de calidad apostólica, con fe profunda, sanos, equilibrados y de vida
sacramental; que tengan enfrentado y asumido los aspectos oscuros de su vida, su
sexualidad; jóvenes que amen la Iglesia y crean en su renovación; con capacidad intelectual
para cumplir la formación académica exigida por nuestra misión apostólica.
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Ya que la vocación es, antes que nada, un don de nuestro Señor, los invito a rezar, personal
y comunitariamente por las vocaciones, en forma constante y siempre, conforme la
tradición de la Compañía.
Para dar curso a lo que fue establecido en esta carta, les pido a los Superiores Mayores que,
en sus Cartas 'Ex-officio" me informen expresa y concretamente, sobre las decisiones que
tomaron y los pasos que dieron para promover las vocaciones en su provincia o Región.
Que nuestro Señor nos ayude a descubrir lo que nos pide para colaborar con Él en
conseguir vocaciones, y nos conceda la voluntad eficaz para realizarlo.