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CARTA SOBRE LA PASTORAL VOCACIONAL

Peter-Hans Kolvenbach S.J.

Roma, 29 de septiembre de 1997

Estimados Padres y Hermanos,

La Congregación General 34a. me recomendó escribir una carta sobre los aspectos
prácticos de la Promoción Vocacional, después de estudiar las diversas experiencias en toda
la Compañía (Decr.10,4). El Encuentro que se realizó en Loyola, de 21 a 25 de julio de
1997, para reflexionar sobre la Promoción Vocacional y discernir lo que nuestro Señor nos
pide, fue muy útil para adquirir mayor y mejor información sobre la situación actual de la
Compañía en este campo y para descubrir formas concretas con las que podamos y
debamos colaborar con nuestro Señor para suscitar vocaciones para la Compañía.

Según las informaciones de los Delegados presentes en el Encuentro de Loyola, existe hoy
más preocupación por la falta de vocaciones de que interés real en promoverlas. En este
momento, hay en la Compañía apenas 23 promotores en tiempo íntegro; pocas Provincias
cuentan con Equipos y/o Redes de apoyo; solamente en 9 Provincias existe un proyecto
formal de Promoción Vocacional, ejecutado por un Promotor con la ayuda de un Equipo y
con el apoyo del Provincial. Aunque en casi todas las Provincias existan actividades para
acompañar a los que se interesan por la Compañía, apenas 22 Provincias cuentan con un
Pre-Noviciado más o menos institucionalizado. En algunos lugares, la tendencia es
confundir o identificar el acompañamiento a los candidatos con la Promoción Vocacional.

El servicio de Promoción Vocacional es decisivo e imperativo para el futuro de la


Compañía y para el servicio a que ella está llamada a prestar a la Iglesia. Las vocaciones
son un don de Dios; pero un don condicionado a nuestros esfuerzos en despertarlas y
descubrirlas. Estoy persuadido de que nuestro Señor nos envía vocaciones, pues la iglesia
continua expresando el deseo de contar con la ayuda de la Compañía. Ciertamente existen
factores "externos" (adversos) que dificultan la Promoción Vocacional (culturales,
familiares, sociales y eclesiásticos) que no favorecen la valorización de la Vida Consagrada
como una opción capaz de realizar humana y cristianamente a los Jóvenes. Mas, debemos
reconocer también que nuestro Señor nos llama a ser más activos y "agresivos", a usar
todos los medios y recursos necesarios para colaborar con la gracia en el fomento de las
vocaciones, a ejemplo de San Ignacio y reasumiendo la tradición de la Compañía. Por eso,
pido a los Superiores Mayores que consideren la Promoción Vocacional como una
prioridad apostólica real, claramente expresada en los proyectos apostólicos provinciales y
que destinen los recursos personales y materiales necesarios. A continuación les propongo
algunas formas concretas para poner en práctica esta prioridad.

Aunque no se pueda considerar como una mera estrategia para obtener vocaciones, una
Pastoral de la Juventud renovada y bien planeada es el mejor contexto para despertarlas y
descubrirlas. Los Ejercicios Espirituales como experiencia de encuentro personal con Cristo
que llama y el contacto personal y acompañamiento espiritual tendrán que ser prioritarios
en nuestro ministerio con los Jóvenes. La vida y misión de la Compañía en el futuro
depende de los jóvenes de hoy. Por eso, les pido que dediquemos lo mejor de nuestros
recursos para mejorar el contacto con ellos, donde lo hemos perdido, y a reforzarlo y
organizarlo mejor, donde ya lo tenemos.

Sólo la Pastoral de la Juventud no es suficiente. Es necesario un trabajo de Promoción


Vocacional explícito, diferente, también de los programas de Pre-Noviciado o de
acompañamiento a los que están interesados por la Compañía. En cada Provincia o Región
debe haber un promotor o Animador Vocacional en tiempo íntegro, que tenga el apoyo real
de los Superiores y sea capaz de despertar y descubrir las posibles vocaciones. Y, ya que la
responsabilidad por las vocaciones es del Cuerpo Apostólico, el promotor debe fomentar y
animar el interés práctico por las vocaciones en todos los Jesuitas y realiza un proyecto de
promoción Vocacional adaptado a cada situación concreta, que envuelva de formas
diferentes las Comunidades y Obras apostólicas de la Provincia o Región y que no excluya
"a priori" ningún grupo social, cultura, región o forma de vivir y expresar la fe.

Debemos estar conscientes de la capacidad y responsabilidad que todos tenemos de


promover vocaciones, si vivimos de forma clara, visible y sin ambigüedades nuestra
vocación y misión, como Cuerpo apostólico y no apenas como apóstoles individuales. La
falta de simplicidad en el estilo de vida, las incoherencias en nuestro modo de vivir los
Votos, algunas posturas de desafecto para con la Jerarquía y de ambigüedades con relación
al Magisterio de la Iglesia, el poco celo y creatividad apostólicas y la falta de apertura y
hospitalidad comunitaria están influyendo, por cierto, en la dramática disminución de
vocaciones en algunas partes de la Compañía. Con seguridad, los candidatos no esperan
encontrar formas de vida ideales y hombres perfectos. Pero, por supuesto, desean y
necesitan de un apoyo en el desarrollo de su vocación religiosa para ser hombres de oración
y de inclinación a la vida comunitaria, para trabajar en la misión de la Iglesia y asumir y
vivir con entusiasmo la espiritualidad ignaciana. Por eso, invito a todos a continuar en el
discernimiento sobre lo que nuestro Señor nos pide para revitalizar nuestra vida
comunitaria y apostólica y para ser señal transparente y visible de hombres consagrados a
Dios y a nuestra misión, como Cuerpo apostólico en la iglesia.

Las vocaciones se promueven por medio de la oración, a través de una presentación clara
de nuestro carisma y misión, del contacto personal con los jóvenes en los diversos campos
apostólicos e invitando, a los que se interesan por la Compañía, a participar en nuestras
obras y ministerios, dando a conocer la Compañía, su misión y sus santos por medio de
posters, libros, videos, radio, televisión e Internet. Pero, estos medios, no bastan por sí
solos. Se requiere también la relación personal donde se convida y se propone al Joven la
vocación por la Compañía como una alternativa de realización personal y cristiana.

Sin una preocupación obsesiva por el número, el promotor Vocacional debe procurar
candidatos de calidad apostólica, con fe profunda, sanos, equilibrados y de vida
sacramental; que tengan enfrentado y asumido los aspectos oscuros de su vida, su
sexualidad; jóvenes que amen la Iglesia y crean en su renovación; con capacidad intelectual
para cumplir la formación académica exigida por nuestra misión apostólica.

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Ya que la vocación es, antes que nada, un don de nuestro Señor, los invito a rezar, personal
y comunitariamente por las vocaciones, en forma constante y siempre, conforme la
tradición de la Compañía.

Para dar curso a lo que fue establecido en esta carta, les pido a los Superiores Mayores que,
en sus Cartas 'Ex-officio" me informen expresa y concretamente, sobre las decisiones que
tomaron y los pasos que dieron para promover las vocaciones en su provincia o Región.
Que nuestro Señor nos ayude a descubrir lo que nos pide para colaborar con Él en
conseguir vocaciones, y nos conceda la voluntad eficaz para realizarlo.

Fraternalmente en nuestro Señor


Peter-Hans Kolvenbach S.J.

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