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Lina María Criales Llanos

EL INCONSCIENTE
Un concepto clínico necesario

Artículo de reflexión

Psicoanálisis del Vejigante. 1971. Rafael Tufiño

Especialización en Psicología Clínica con Orientación Psicoanalítica


Universidad de San Buenaventura
Cali – Valle
2014
Lina María Criales Llanos
Universidad de San Buenaventura - Cali

EL INCONSCIENTE1
Un concepto clínico necesario

Artículo de reflexión para optar el título de


Especialista en Psicología Clínica con Orientación Psicoanalítica

Asesor: John Alexander Quintero

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Este artículo es el trabajo de grado para la Especialización en psicología clínica con orientación psicoanalítica, del
área de posgrados y educación continua de la Universidad San Buenaventura de Cali.
El inconsciente: un concepto clínico necesario

Resumen

El presente texto es un artículo de reflexión, en donde se desarrollará el concepto de


Inconsciente, presentando su construcción como concepto clínico, a partir de la perspectiva
psicoanalítica. También se señala en el transcurso del texto, algunos conceptos que conciernen al
desarrollo, funcionamiento y manifestaciones del inconsciente, a través de un recorrido sobre la
concepción freudiana del aparato psíquico.

Palabras clave: Inconsciente, aparato psíquico, formaciones del inconsciente, sujeto del
inconsciente, represión.

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El inconsciente: un concepto clínico necesario

Dentro de la concepción psicoanalítica, es válido pensar, que hay algo que se escapa, algo del
orden de un saber no sabido que huye de la conciencia del sujeto; hay algo que queda inconcluso
o que demanda nuevos interrogantes. Sin embargo, es en ese algo incierto y fortuito en donde se
activa toda la cuestión del abordaje psicoanalítico.

El inconsciente es un concepto fundante, que por muchos años ha sido estudiado por
numerosos autores, entre estos Freud y Lacan, que han hecho grandes aportes respecto al
abordaje de dicho concepto; además de otros autores más contemporáneos, que aparecen en el
transcurso del texto, tales como Laplanche y Pontalis, Levato, Imbriano, Gallo, entre otros.

En la actualidad, el inconsciente sigue siendo un concepto vigente cuyo alcance en la práctica


clínica se continúa investigando. Pero en la búsqueda de llegar a su total discernimiento, se
comprueba una y otra vez que alcanzar la totalidad de su contenido, es una imposibilidad. Es a
partir de manifestaciones o formaciones, que el inconsciente hace su aparición, pero es justo una
cierta parte la que aflora a la conciencia y permite una indudable revelación de él. Es, por medio
de estas, que es posible hacer una interpretación de su contenido. Sin embargo, el sujeto del
inconsciente es activo y no tiene descanso, por ende, permite constantemente y en momentos
precisos, develar algo de su particular funcionamiento.

Moreno & Perdomo (2012) afirman que Freud es un autor vivo, y su descubrimiento, la vía
para la comprensión de lo inconsciente a través de sus formaciones, ha sido una fuente de
inspiración para los desarrollos posteriores. Es importante resaltar que al psicoanálisis lo precede
la concepción de sujeto originada en la época moderna la cual reposa en el axioma cartesiano.
Es decir, un sujeto que hace pasar su existencia por el pensar (cogito ergo sum) y, si se quiere,
por el hablar. Tanto hablar como pensar, son prácticas estructuradas desde el lenguaje.
Asimismo, la dinámica inconsciente no es ajena a la lógica del lenguaje como lo demostró Freud
en sus indagaciones.

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El inconsciente: un concepto clínico necesario

La intensión de escribir sobre el inconsciente, aparece a partir de la concepción de que éste es


el centro, el corazón el psicoanálisis; es un concepto fundamental de la teoría psicoanalítica. Es
tal vez, el medio más certero, develado por la clínica freudiana, para llegar a desentrañar las
vicisitudes más reservadas del sujeto, lo más retenido por él, pero que de alguna manera regresa.
Aquello que retorna sale a relucir como una huella mnémica que fue inscrita en la memoria.
Manifiesta a través de un olvido, un sueño, un equívoco, un síntoma.

¿Es el inconsciente un concepto clínico necesario? ¿Qué sucedería si todo aquello que es
traumático, vergonzoso, del lado del goce, displacentero, incomodo, o íntimamente personal, no
tuviera hacia dónde dirigirse ni pudiera ser reprimido? Ciertamente, era preciso que existiera un
estado en el aparato psíquico, en donde el sujeto pudiese atesorar, así sea por lapsos de tiempo,
cada una de esas cosas de las que no quiere saber ni hacerse cargo, esas vicisitudes que no desea
que nadie sepa, las que no quiere revelar porque denotan una verdad, su verdad, la verdad del
sujeto. Por ello, la vida sería intolerable sin el inconsciente, ya que todo, hasta lo más íntimo,
quedaría expuesto de devenir consciente, sin su necesaria existencia.

De acuerdo con Laplanche y Pontalis (1996), en su Diccionario de Psicoanálisis, aparece la


siguiente definición: “El adjetivo inconsciente se utiliza en ocasiones para connotar el conjunto
de los contenidos no presentes en el campo actual de la conciencia. La palabra inconsciente
designa uno de los sistemas definidos por Freud dentro del marco de su primera teoría del
aparato psíquico; está constituido por contenidos reprimidos, a los que ha sido rehusado el
acceso al sistema preconsciente-consciente por la acción de la represión” (p. 193).

Las características esenciales del inconsciente como sistema, pueden resumirse del siguiente
modo (Laplanche & Pontalis, 1996):

Sus contenidos son representantes de las pulsiones; estos contenidos están regidos por
los mecanismos específicos del proceso primario, especialmente la condensación y el
desplazamiento; fuertemente caracterizados de energía pulsional, buscan retornar a la
conciencia y a la acción, pero solo pueden encontrar acceso al sistema Psc-Cs en la
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El inconsciente: un concepto clínico necesario

formación de compromiso, después de haber sido sometidos a las deformaciones de la


censura; son especialmente los deseos infantiles los que experimentan una fijación en
el inconsciente. (p.193)

Se puede inferir que el inconsciente se mueve por medio de las formaciones y es por ellas que
podemos tener noticia de algunos contenidos reprimidos. Son vías de acceso para dar cuenta de
algunos de los deseos reprimidos que se refugian dentro del inconsciente y que se mantienen en
ese agujero interior. Es un concepto, que a través de sus formaciones, permite dar cuenta de algo
de la parte psíquica del sujeto, y todo aquello que el sujeto reprime, genera compromiso para el
aparato psíquico, por eso lo relega a otro estado de la psique. Es entonces lo reprimido lo que le
da legitimidad al inconsciente, es aquello que ha escapado de la conciencia y que se instala en
otro estado, eso que está en función del deseo del sujeto, es lo que compone, manifiesta y
configura al inconsciente.

En este orden de ideas, se empieza a vislumbrar la noción de concepto clínico necesario,


entendiendo, que lo reprimido es algo que queda pendiente y guardado, se almacena para que la
carga energética de las represiones no irrumpa, dado que dicha carga resulta insoportable para la
conciencia. El inconsciente acarrea consigo un tipo de saber no sabido pero que ciertamente se
manifiesta en alguna formación, es él quien contiene lo real, la ‘cosa’ en sí que es inaccesible por
definición. El inconsciente y lo inconsciente, es legítimamente necesario, ya que los datos
contenidos en la conciencia, son altamente incompletos.

“El supuesto de lo inconciente es necesario y es legitimo, y poseemos numerosas pruebas a


favor de la existencia de lo inconciente” (Freud, 1915, p. 163). Lo que se obtiene del
inconsciente es una hipótesis que permite dar cuenta de algo del aparato psíquico que se escapa
de todo orden de conciencia, y del cual nunca se sabe de forma intacta. Así, el concepto de
inconsciente, es indudablemente necesario, ya que los datos de la conciencia son en su mayor
parte lagunosos y no poseen si no un contenido manifiesto; y en todo sujeto, sin importar su
bienestar o su malestar, aparecen a menudo actos psíquicos cuya explicación supone otros actos

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El inconsciente: un concepto clínico necesario

de lo que la conciencia no es testigo, escapan irremediablemente de ella, pero paradójicamente


algunos de dichos actos son susceptibles de devenir a ella (Freud, 1915).

Haciendo referencia a la comprobación clínica del inconsciente, Imbriano (2000) sugiere que:
“A través del trabajo clínico Freud a encontrado la demostración sobre el supuesto de lo
inconciente, pues ha podido construir un procedimiento que le permitió lograr reconstruir los
motivos no concientes de los mencionados actos psíquicos” (p.147). Lo anterior remite a una
cuestión aprendida en el campo académico: el principio clínico del uno por uno, ya que es en ese
espacio analítico tan singular, en donde sale a relucir de manera inadvertida pero atinada, algo de
lo inconsciente del sujeto, el cual siempre está buscando la manera de hacerse notar. Así, es en el
análisis, en donde el sujeto del inconsciente es, en donde él mismo, empieza a construirse a partir
de un discurso, a partir del lenguaje, empieza a existir en tanto es nombrado por la palabra, sus
determinaciones poseen una eficacia tal, que hacen fracasar toda astucia del yo (Yospe, Izaguirre
& colaboradores, 1999, p. 56)

De una u otra forma, la conciencia pasa a un segundo plano en análisis, la intención es


desmontar todo lo relacionado con el orden del yo, y permitirle al inconsciente ser en análisis; lo
que está del lado de la verdad, es lo que funda al deseo del analista. La destitución del yo es
indispensable para que el inconsciente sea tenido en cuenta como un saber que aloja al sujeto.
Cabe retomar, al respecto, a Imbriano (2000) cuando aclara que:

Otro modo de aducir a favor de la existencia de lo inconsciente es que la conciencia no


puede abarcar la totalidad de los contenidos psíquicos y la mayor parte de lo que
compone su contenido debe permanecer en un estado de latencia, o sea, en estado de
inconsciente latente. Es el caso del material psíquico archivado en la memoria, que no
puede ser actualizado todo a la vez en la conciencia, pero que mantiene un fácil acceso
a la conciencia. (p.152)

Podría decirse que una persona, conoce ciertamente muy poco de sí misma, ya que lo
consciente de ella se muestra como la única realidad, como la única verdad, cuando ciertamente

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El inconsciente: un concepto clínico necesario

ésta vive de un semblante admitido dentro de lo social llamado conciencia, que no es más que
una faceta superficial del sujeto que no conlleva a lo real de sí, pero que cabe rescatar, también
es necesaria para disfrazar la verdad del individuo y poder vivir en sociedad. Gallo (1995)
asevera que: “Conocemos bien el sujeto reactivo de la psicología, pero no sabemos nada de un
sujeto intencional cuyo deseo es un enigma y no una evidencia” (p. 83).

Sin embargo, el inconsciente reina ante todo impedimento consciente, ya que posee una
ventaja que simultáneamente es desventaja para la conciencia: el sujeto del inconsciente es otro
del que no se tiene control, él va haciendo su voluntad y va emergiendo de la forma más
insospechada para mostrar que lo que hay en la conciencia no es más que una porción incompleta
de la realidad del sujeto. “A partir del psicoanálisis y el concepto de inconsciente el sujeto ya no
será ni unívoco ni dueño de sí mismo” (Yospe, et al., 1999, p.50).

Aquí cabe nombrar, el siguiente aforismo, que fue mencionado en algún momento en el
camino del aprendizaje, y hoy adaptado al presente texto de la siguiente manera: “La verdad
(inconsciente) tiene estructura de ficción (consciente)” (Solís, 2014, curso: clínica de la
neurosis). Desde esta postura, se entiende la verdad como lo real del sujeto, lo que esta reprimido
y aún en estado de inconsciente latente, y por el otro lado, está lo consciente que es interpretado
más como una ficción, como un semblante, como algo que quiere ser pero no es, que si bien, le
permite al sujeto incorporarse en un sistema social, también le otorga cierta limitación hacia el
encuentro con su real.

Es importante entonces, hacer ciertas puntualizaciones sobre el aparato psíquico, diciendo


que, Freud (citado por Imbriano, 2000) piensa que las transcripciones del aparato psíquico son
sucesivas, y constituyen operaciones psíquicas de épocas sucesivas de la vida (…) La denegación
de la traducción es aquello que clínicamente pensó como reprimido. Es crucial ahora, exponer el
esquema de la percepción y de las transcripciones, siendo este una derivación del esquema de la
Carta 52 de Freud (citado por Levato, 2012), aclarando que a partir del mismo, se hacen algunas

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El inconsciente: un concepto clínico necesario

anotaciones de construcción interpretativa, teniendo en cuanta también, la lectura de Imbriano


(2000) respecto del esquema psíquico:

Ligada a la palabra-
No conciencia No conciencia representaciones
I II III
P Ps Ic Prc Cc
X X ------ X X ---------- X X --------- X X ------- X X
X X X X X X
X Las investiduras
1era percepción 1era transcripción 3ra transcripción devienen concientes
2da transcripción

Las primeras percepciones son acontecimientos puros que con cada transcripción se van
alejando de su estado primario, y los hechos se van reacomodando según la singularidad y la
significación de la experiencia, por ello lo que vuelve es totalmente diferente, nunca se podrá
volver al acontecimiento puro de la experiencia, al momento en que sucedió y como entro al
registro psíquico. Y aunque no todo lo que entra en la percepción, logra estatuto de palabra, ya
que no todo lo reprimido ha de venir conciente, aquello que alcanza a llegar, revela algo de la
verdad del sujeto, una verdad que transforma al propio sujeto, que cuando éste por fin logra dar
cuenta de ella, no volverá a ser el mimo, algo en él y de él se transforma; y todo aquello que se
ha reprimido, acaba por deja una huella, la cual en algún momento, va a tener algún efecto en el
sujeto, efecto que favorecerá su bienestar, o bien, aliviará o fecundará su malestar.

Para Freud (citado por Levato, 2012) el aparato psíquico cuenta con determinadas
características que conviene distinguir: es un dispositivo compuesto por distintas instancias (…)
está regido por diferentes lógicas de inscripción y ligadura de registros, está gobernado por
diferentes principios de regulación de energía, tiene distintos modos de representar la
temporalidad y su meta consiste en la captación y elaboración de los estímulos provenientes de
dos exteriores, el mundo exterior y el propio cuerpo. Todo lo que entra tiene que ser liberado de
alguna manera, y permanecer en cierto nivel de regulación a través de los estados de la psique,
ya que toda la cantidad de energía y estímulos que el aparato psíquico recibe, deberán ser

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El inconsciente: un concepto clínico necesario

segmentados en pro de mantener la homeostasis necesaria del aparato, y así mediar el


funcionamiento cotidiano del sujeto.

En este sentido, Freud (citado por Imbriano, 2000) señala que el psicoanálisis no puede situar
en la conciencia la esencia de lo psíquico, sino que se ve obligado a considerar la conciencia
como una cualidad de lo psíquico que puede añadirse a otras cualidades o faltar.

La reflexión suscitada hasta aquí, conduce entonces a pensar que desde el psicoanálisis, se
reconoce que el inconsciente juega un papel fundamental, ya que éste termina produciendo algún
efecto, en su naturaleza, inesperado para él sujeto. Es lo inconsciente, entendido como ese otro
escenario, quien tiene participación activa y latente en el aparato del sujeto; no es posible
desprenderse de algo que lo atañe, de aquello que lo constituye como sujeto dentro de una
singularidad y una cadena de significantes que le van permitiendo situarse en un sistema.

A propósito, Gallo (1995) aporta a lo anterior cuando formula lo siguiente:

¿Dónde está el sujeto? Diremos que está en un más allá, en un lugar éxtimo a la
inteligencia y a las intensiones concientes del hablante. Este más allá necesita de un
‘mediun’ muy particular para invocarse, Lacan lo denomina palabra, término cuyo
valor es más creativo que informativo, a condición de tomarlo como significante y no
como signo (p. 78).

Cada sujeto se va inscribiendo en su propio discurso, y ninguno es igual a otro; cada sujeto va
construyendo, a partir de la significación de las experiencias, la invención propia para
representar su deseo inconsciente, que no es el deseo del que habla.

Lacan (citado por Moreno, 2012), afirma que en el camino de la verdad, no habrá que buscar
lejos la ambigüedad insostenible que se propone al psicoanálisis; está al alcance de todos. Ella es
la que se revela en la cuestión de lo que quiere decir hablar, y cada uno la encuentra con solo

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El inconsciente: un concepto clínico necesario

acoger un discurso”. Es la palabra misma, dentro del discurso que acoge él sujeto, la que le da
existencia al inconsciente.

Así, es posible afirmar, que es en el lenguaje, en el discurso, en la palabra misma, en donde el


sujeto del inconsciente tiene cavidad, pensado como un saber no sabido pero que se le puede
leer, el cual no conoce razón y se articula en el plano del desconocimiento. Freud (citado por
Gallo, 1995) emparenta el inconsciente con el lenguaje, pues considera a la palabra como el
único medio válido para descifrar la verdad subjetiva que el saber inconsciente alberga. “Se trata
de una suerte de escritura en clave que obliga al desciframiento para poder abordar su sentido”
(Yospe, et al., 1999, p. 51).

El inconsciente es activo y no cesa de no inscribirse, y todo aquello que en él está instalado


como reprimido, encuentra la forma de representarse: lo que se arroja por la puerta, vuelve, y
entra por la ventana disfrazado de cualquier otra cosa, que nunca es ni será lo que en su momento
fue y como entro en el aparato, es otra cosa, cualquier cosa que hace semblante de algo que
estuvo y que en ese momento se representa como una formación del inconsciente, ya sea como
síntoma, sueño, acto fallido, equivoco o chiste: “Quien sueña, hace un chiste, padece un síntoma
o produce un acto fallido, está habitado por un sentido que ignora” (Yospe, et al., 1999, p.51).

Las anteriores consideraciones encuentran respaldo en la siguiente idea de Freud (citado por
Moreno, 2012):

No solo da a los sueños y a las mociones psíquicas el estatuto de actos que


suponen una intencionalidad inconsciente, y de los cuales el sujeto ha de
hacerse cargo en el curso de un análisis, sino que lleva este planteamiento hasta
las últimas consecuencias, responsabilizando al sujeto de sus modos de
satisfacción, que aun cuando le son desconocidos, dan cuenta de la paradoja de
una elección en el propio padecer (p. 129).

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El inconsciente: un concepto clínico necesario

Las formaciones del inconsciente cumplen entonces una función reveladora, que permite dar
cuenta, en su diversidad de manifestaciones, sobre algo de la verdad del sujeto. Gallo (1995)
expone que: “En la vía del equivoco, de la mentira, o el error, algo ha de producirse para que la
verdad irrumpa, hecho que no será escuchado como una contradicción, sino como una apertura
del inconsciente que el analista deberá aprovechar” (p. 79). Es esa ‘distracción’ la que toma el
psicoanálisis como elemento susceptible de ser interpretado para hallar algo que esta mas allá de
la palabra del sujeto, ya que esa formación denota algo de sentido y no es gratuito que suceda,
hay un propósito y un significado detrás de su acontecer.

El analista se fijará entonces, en esa desarmonía estructural que exhibe en todo momento el
inconsciente, él no está en pro de la definición clásica de salud: mente sana cuerpo sano, él
pretende más bien, buscar ese flaqueo del sujeto que le permita hacer su propia invención
respecto a eso de lo que no desea saber.

Por eso un analista escucha sin comprender y pone el énfasis en una palabra que se manifiesta
a través o a pesar del sujeto (Gallo, 1995). Dichas formaciones dan cuenta de que ahí hay
palabra, hay lenguaje, hay discurso, hay algo que se quiere decir, hay un deseo que se expresa y
del cual el sujeto conciente no tiene conocimiento, hay una manifestación de la estructura que
hace parte de la constitución del sujeto; sin embargo, esa construcción discursiva no es evidente,
no es clara y mucho menos predecible, se trata de algo que “emerge por sorpresa y supera al
sujeto que habla” (Gallo, 1995).

Queda expresado entonces, que con las formaciones, algo está retornando, algo reprimido que
vuelve como fuente de la insatisfacción; algo del orden de lo no sabido, de lo no reconocido,
aquello que fue relegado por el aparato psíquico, ya que el sujeto no se hizo cargo. Yospe, et al.,
(1999) refieren que las formaciones del inconsciente consisten en el retorno de eso reprimido.
Dicho retorno no se lleva a cabo de manera simple y transparente sino que debe sufrir un proceso
de deformación a fin de poder sortear la censura.

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El inconsciente: un concepto clínico necesario

En este mismo sentido, se hacen algunas precisiones, respecto a las formaciones ya


mencionadas, diciendo que: “El psicoanálisis eleva al sueño a la condición de un acto psíquico
que posee sentido, propósito y un puesto dentro de la vida anímica del individuo” (Freud, 1913,
p. 173). El sueño contiene tantos elementos, que no es posible interpretarlo completamente,
siempre existirá algo ininterpretable, ininteligible, algo que queda inconcluso y fuera del alcance
del sujeto: una pérdida irremediable de contenido.

Un ejemplo para vislumbrar lo anterior es pensar en lo siguiente:

El momento en que se levanta de la cama. Ha caído en cuenta de que ha soñado algo. Ahora
es conciente de ello ya que está en estado de vigilia. Trata de recordar y llegan a su mente
fragmentos de personas, lugares, acciones, situaciones, entre muchas cosas más; pero cuando
trata de hilar cada suceso, cada evento con el siguiente, no puede, no logra acordarse totalmente
del sueño ni de cada parte de él, solo recuerda pedazos sueltos que al intentar darles conexión
unos con otros, se queda en el intento. Es esto entonces lo que se reprime, el contenido latente
del sueño, lo que queda en el inconsciente, que no permite ser develado hasta que ocurra algo del
orden de la movilización del sujeto, que lo evoque; “la idea es que el sueño es una realización del
deseo, del deseo inconsciente” (Yospe, et al., 1999, p. 60).

Continuando con dichas precisiones, y a partir de conocimientos previos vistos en la


academia, es posible construir algo del síntoma, diciendo que, es el fondo oculto de las
enfermedades y denotan una formación de compromiso, compromiso del propio sujeto, del
propio cuerpo; es el cuerpo el que duele, el que molesta, el que incomoda, el que con el síntoma
y por medio de él está reflejando algo de su padecer. Es un decir, un hablar de algo que tiene
sentido, intencionalidad y un propósito, que hay que ir descubriendo paso a paso en análisis,
“Como la cebolla, a la que se le van quitando las capas hasta llegar al centro” (Solís, 2014,
metáfora expuesta en el curso Clínica de la neurosis).

Seguidamente, “Los actos u operaciones fallidas son fenómenos psíquicos de pleno derecho y
en todos los casos poseen sentido. Sirven a determinados propósitos que a consecuencia de la
situación psicológica imperante en cada caso no pueden expresarse de otro modo” (Freud, 1913,

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El inconsciente: un concepto clínico necesario

p. 171). Estos hacen referencia al olvido de nombres, a los traspiés en el habla, la lectura o la
escritura, a la pérdida de objetos de modo que no les sean encontrados, y también en gestos y
movimientos habituales.

Ahora bien, el chiste y el equívoco, se pueden organizar dentro de los actos fallidos; del
primero se puede decir, que permite que se devele algo del inconsciente a partir de su ingenio
con relación a la manera como se manifiesta, ya que este es un escondite ‘agraciado’ para todo
aquello que no se quiere dejar ver ante las interpretaciones del analista, todas esas cuestiones
reprimidas. Y del segundo, hace referencia a la motivación inconsciente ligada con algún evento
perturbador que incomoda al yo, y que no cesa de tratar de mostrarse de algún modo para que se
dé una producción de conocimiento. El analista, es el que atrapa eso que es obvio en análisis, lo
que tiene valor para él, que no es más, que las producciones impensadas del inconsciente.

Freud (1915) asevera que: “Ausencia de contradicción, proceso primario (movilidad de las
investiduras), carácter atemporal y sustitución de la realidad exterior por la psíquica, he ahí los
rasgos cuya presencia estamos autorizados a esperar en procesos pertenecientes al sistema Icc”
(p. 184). En el inconsciente no existe la negación, ni la razón, ni la certeza; no se mueve con el
tiempo ni está organizado dependiendo de este; su contenido está investido por diversidad de
otras cosas que no son la cosa en sí; y la realidad auténtica es la interna, la del sujeto del
inconsciente, la real, la que denota la singularidad.

El inconsciente no es entonces, algo a lo que se accede, ni tampoco tiene un lugar o una


ubicación, ni se puede saber todo de él, y mucho menos se podrá pretender que sus formaciones
salgan en una sola sesión de análisis. Sería mejor decir, que el inconsciente es un estado de la
psique, el cual es pulsante y no cesa de buscar y encontrar la forma de notarse, se mantiene en un
ir y venir, en un cerrar y abrir, en manifestarse por medio de las formaciones y hacerse notar por
cualquier medio. El inconsciente nunca se calla. Es lo que cae por sorpresa, y su discurso da
lugar a ‘una serie de revelaciones particulares a cada sujeto’ (Gallo, 1995).

Acertadamente, como lo dice Néstor Braunstein (citado en Escobar & Gutiérrez, 2009):

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El inconsciente: un concepto clínico necesario

Freud no descubre el inconsciente, Freud lo inventa. No lo crea de la nada, tiene que


recurrir a las palabras que había en el lenguaje de su tiempo, y por lo tanto, mal-
nombrado con el nombre de inconsciente, es decir, aquello que esta privado de
consciencia (…) y usa este término que en alemán es {Unbewusst} no sabido.
Nosotros lo traducimos como inconsciente, pero en realidad la traducción más
adecuada sería insabido. Y esto insabido pertenece al registro de lo que puede llegar a
saberse, es decir, que está ahí listo para aparecer cuando se den las condiciones
adecuadas que son, precisamente, las de alguien que invita a decirlo todo sin
retención, sin censura, sin modificaciones (p. 204-205).

Con todo ello y en pro de seguir gestando la reflexión alrededor del inconsciente y sus
inadvertidas representaciones, se hace la siguiente elaboración, construida a partir del fragmento
de una película, y adaptado ahora al presente artículo, ya que al acudir a la escucha de dicho
segmento, surgió una asociación inmediata respecto de la intención del texto:

Un recuerdo no se destruye… Se encierra en una jaula (inconsciente)… Y con la


suficiente fuerza (acto psíquico) la jaula puede romperse, y así el recuerdo regresa, no
completamente, pero alcanza como para que te sientas engañado cuando caes en
cuenta de su existencia oculta, o lo suficiente para entender un poco el origen de tu
perturbación (Trance, 2013)

A manera de conclusión, es importante decir, que escribir sobre el concepto del


inconsciente, una invención freudiana que revolucionó la manera de concebir al sujeto,
es arriesgado y no terminado: siempre habrá algo más que decir. El sujeto del
inconsciente es auténtico y genuino, no sabe mentir ni contenerse; soñar, olvidar,
equivocarse, sufrir, son el reflejo de algo más. Las formaciones, tienen un valor único
para el analista, un sentido más allá del mismo sentido y la lógica, un significado y un
propósito, indiscutiblemente amarrado al deseo inconsciente del sujeto, que es quien lo
alberga y lo hace singular en su especie.

Para finalizar, se hace el nombramiento de la pintura que aparece al inicio del texto.
Es un boceto de Rafael Tufiño (pintor puertorriqueño), realizado en 1971. Lleva por
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El inconsciente: un concepto clínico necesario

nombre: Psicoanálisis del Vejigante (personaje folclórico de las celebraciones del


festival de Puerto Rico). La pintura es retomada e interpretada de la siguiente manera,
teniendo en cuenta que se trata de una adaptación al contexto del artículo: Hay un
diván… En él, restos de algo. Residuos que son blancos, limpios, sin impregnaciones,
como lo son las formaciones, como lo es todo aquello que manifiestan… En el suelo, él
vejigante, denotado como el sujeto. Sujeto que ha caído del diván, como el yo se
desploma en análisis… Lo que finalmente queda en el diván, son esos restos de algo, de
un algo que desea ser escuchado, nombrado, aceptado: los restos de lo inconsciente, la
verdad que aloja silenciosamente al sujeto… Silencio que se rompe por medio de la
transferencia… Para admitir últimamente que el yo, no es quien reina en su propia casa.

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El inconsciente: un concepto clínico necesario

Referencias

Escobar, N. & Gutierrez, R. (2009). Café con el inconsciente: Néstor Braunstein. El


psicoanálisis, el amor y la guerra: memorias del II seminario Latinoamericano
de Psicoanálisis. (pp. 201-237). Cali: Editorial Bonaventuriana.

Moreno, M. A. (2013). Psicoanálisis e intervención social. Línea intersecciones del


psicoanálisis, del grupo de investigación Estéticas urbanas y socialidades.
Facultades de Psicología y Arquitectura de la Universidad de San Buenaventura
Seccional Cali.

Freud, S. (1912). Nota sobre el concepto de lo inconciente en psicoanálisis. Obras


completas. Tomo XII. Buenos Aires: Amorrortu editores.

Freud, S. (1923). El yo y el ello. Obras completas. Tomo XIX. Buenos Aires: Amorrortu
editores.

Gallo, H. (1995). Inconsciente y lenguaje: elementos para una crítica de la armonía.


Revista de psicología Psique. No. 6. 77-83.

Imbriano, A. H. (2000). Donde ello era, conceptos freudianos. Recuperado de


http://praxisfreudiana.com.ar/docs/Donde_ello_era.pdf

Freud, S. (1913). El interés por el psicoanálisis. Obras completas. Tomo XIII. Buenos
Aires: Amorrortu editores.

Giménez, J. M. (1999). Inconsciente y lenguaje. En Yospe, J., Izaguirre, G. &


Colaboradores. Salud mental y psicoanálisis. (pp. 49-58). Buenos Aires: Eudeda.

17
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Izaguirre, G. (1999). Las formaciones del inconsciente. En Yospe, J., Izaguirre, G. &
Colaboradores. Salud mental y psicoanálisis. (pp. 59-66). Buenos Aires: Eudeda.

Freud, S. (1915). Lo inconsciente. Obras completas. Tomo XIV. Buenos Aires:


Amorrortu editores.

Levato, M. (2012). La formalización del aparato psíquico. En Levato, M.


Metapsicología, el inconsciente freudiano. (pp. 31-37). Buenos Aires: Letra
Viva.

Laplanche, J. & Pontalis, J. B. (1967). Diccionario de psicoanálisis. Recuperado de


http://www.bibliopsi.org/descargas/autores/laplanche/LaplancheJeanyPontalisJe
an-Bertrand-Diccionariodepsicoanalisis.pdf

Boyle, D., Colson, C. (productores) & Boyle, D. (director). (2013). Trance. {Cinta
cinematográfica}. Reino Unido: Cloud Eight Films.

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