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EL INCONSCIENTE
Un concepto clínico necesario
Artículo de reflexión
EL INCONSCIENTE1
Un concepto clínico necesario
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Este artículo es el trabajo de grado para la Especialización en psicología clínica con orientación psicoanalítica, del
área de posgrados y educación continua de la Universidad San Buenaventura de Cali.
El inconsciente: un concepto clínico necesario
Resumen
Palabras clave: Inconsciente, aparato psíquico, formaciones del inconsciente, sujeto del
inconsciente, represión.
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El inconsciente: un concepto clínico necesario
Dentro de la concepción psicoanalítica, es válido pensar, que hay algo que se escapa, algo del
orden de un saber no sabido que huye de la conciencia del sujeto; hay algo que queda inconcluso
o que demanda nuevos interrogantes. Sin embargo, es en ese algo incierto y fortuito en donde se
activa toda la cuestión del abordaje psicoanalítico.
El inconsciente es un concepto fundante, que por muchos años ha sido estudiado por
numerosos autores, entre estos Freud y Lacan, que han hecho grandes aportes respecto al
abordaje de dicho concepto; además de otros autores más contemporáneos, que aparecen en el
transcurso del texto, tales como Laplanche y Pontalis, Levato, Imbriano, Gallo, entre otros.
Moreno & Perdomo (2012) afirman que Freud es un autor vivo, y su descubrimiento, la vía
para la comprensión de lo inconsciente a través de sus formaciones, ha sido una fuente de
inspiración para los desarrollos posteriores. Es importante resaltar que al psicoanálisis lo precede
la concepción de sujeto originada en la época moderna la cual reposa en el axioma cartesiano.
Es decir, un sujeto que hace pasar su existencia por el pensar (cogito ergo sum) y, si se quiere,
por el hablar. Tanto hablar como pensar, son prácticas estructuradas desde el lenguaje.
Asimismo, la dinámica inconsciente no es ajena a la lógica del lenguaje como lo demostró Freud
en sus indagaciones.
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El inconsciente: un concepto clínico necesario
¿Es el inconsciente un concepto clínico necesario? ¿Qué sucedería si todo aquello que es
traumático, vergonzoso, del lado del goce, displacentero, incomodo, o íntimamente personal, no
tuviera hacia dónde dirigirse ni pudiera ser reprimido? Ciertamente, era preciso que existiera un
estado en el aparato psíquico, en donde el sujeto pudiese atesorar, así sea por lapsos de tiempo,
cada una de esas cosas de las que no quiere saber ni hacerse cargo, esas vicisitudes que no desea
que nadie sepa, las que no quiere revelar porque denotan una verdad, su verdad, la verdad del
sujeto. Por ello, la vida sería intolerable sin el inconsciente, ya que todo, hasta lo más íntimo,
quedaría expuesto de devenir consciente, sin su necesaria existencia.
Las características esenciales del inconsciente como sistema, pueden resumirse del siguiente
modo (Laplanche & Pontalis, 1996):
Sus contenidos son representantes de las pulsiones; estos contenidos están regidos por
los mecanismos específicos del proceso primario, especialmente la condensación y el
desplazamiento; fuertemente caracterizados de energía pulsional, buscan retornar a la
conciencia y a la acción, pero solo pueden encontrar acceso al sistema Psc-Cs en la
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El inconsciente: un concepto clínico necesario
Se puede inferir que el inconsciente se mueve por medio de las formaciones y es por ellas que
podemos tener noticia de algunos contenidos reprimidos. Son vías de acceso para dar cuenta de
algunos de los deseos reprimidos que se refugian dentro del inconsciente y que se mantienen en
ese agujero interior. Es un concepto, que a través de sus formaciones, permite dar cuenta de algo
de la parte psíquica del sujeto, y todo aquello que el sujeto reprime, genera compromiso para el
aparato psíquico, por eso lo relega a otro estado de la psique. Es entonces lo reprimido lo que le
da legitimidad al inconsciente, es aquello que ha escapado de la conciencia y que se instala en
otro estado, eso que está en función del deseo del sujeto, es lo que compone, manifiesta y
configura al inconsciente.
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El inconsciente: un concepto clínico necesario
Haciendo referencia a la comprobación clínica del inconsciente, Imbriano (2000) sugiere que:
“A través del trabajo clínico Freud a encontrado la demostración sobre el supuesto de lo
inconciente, pues ha podido construir un procedimiento que le permitió lograr reconstruir los
motivos no concientes de los mencionados actos psíquicos” (p.147). Lo anterior remite a una
cuestión aprendida en el campo académico: el principio clínico del uno por uno, ya que es en ese
espacio analítico tan singular, en donde sale a relucir de manera inadvertida pero atinada, algo de
lo inconsciente del sujeto, el cual siempre está buscando la manera de hacerse notar. Así, es en el
análisis, en donde el sujeto del inconsciente es, en donde él mismo, empieza a construirse a partir
de un discurso, a partir del lenguaje, empieza a existir en tanto es nombrado por la palabra, sus
determinaciones poseen una eficacia tal, que hacen fracasar toda astucia del yo (Yospe, Izaguirre
& colaboradores, 1999, p. 56)
Podría decirse que una persona, conoce ciertamente muy poco de sí misma, ya que lo
consciente de ella se muestra como la única realidad, como la única verdad, cuando ciertamente
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El inconsciente: un concepto clínico necesario
ésta vive de un semblante admitido dentro de lo social llamado conciencia, que no es más que
una faceta superficial del sujeto que no conlleva a lo real de sí, pero que cabe rescatar, también
es necesaria para disfrazar la verdad del individuo y poder vivir en sociedad. Gallo (1995)
asevera que: “Conocemos bien el sujeto reactivo de la psicología, pero no sabemos nada de un
sujeto intencional cuyo deseo es un enigma y no una evidencia” (p. 83).
Sin embargo, el inconsciente reina ante todo impedimento consciente, ya que posee una
ventaja que simultáneamente es desventaja para la conciencia: el sujeto del inconsciente es otro
del que no se tiene control, él va haciendo su voluntad y va emergiendo de la forma más
insospechada para mostrar que lo que hay en la conciencia no es más que una porción incompleta
de la realidad del sujeto. “A partir del psicoanálisis y el concepto de inconsciente el sujeto ya no
será ni unívoco ni dueño de sí mismo” (Yospe, et al., 1999, p.50).
Aquí cabe nombrar, el siguiente aforismo, que fue mencionado en algún momento en el
camino del aprendizaje, y hoy adaptado al presente texto de la siguiente manera: “La verdad
(inconsciente) tiene estructura de ficción (consciente)” (Solís, 2014, curso: clínica de la
neurosis). Desde esta postura, se entiende la verdad como lo real del sujeto, lo que esta reprimido
y aún en estado de inconsciente latente, y por el otro lado, está lo consciente que es interpretado
más como una ficción, como un semblante, como algo que quiere ser pero no es, que si bien, le
permite al sujeto incorporarse en un sistema social, también le otorga cierta limitación hacia el
encuentro con su real.
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El inconsciente: un concepto clínico necesario
Ligada a la palabra-
No conciencia No conciencia representaciones
I II III
P Ps Ic Prc Cc
X X ------ X X ---------- X X --------- X X ------- X X
X X X X X X
X Las investiduras
1era percepción 1era transcripción 3ra transcripción devienen concientes
2da transcripción
Las primeras percepciones son acontecimientos puros que con cada transcripción se van
alejando de su estado primario, y los hechos se van reacomodando según la singularidad y la
significación de la experiencia, por ello lo que vuelve es totalmente diferente, nunca se podrá
volver al acontecimiento puro de la experiencia, al momento en que sucedió y como entro al
registro psíquico. Y aunque no todo lo que entra en la percepción, logra estatuto de palabra, ya
que no todo lo reprimido ha de venir conciente, aquello que alcanza a llegar, revela algo de la
verdad del sujeto, una verdad que transforma al propio sujeto, que cuando éste por fin logra dar
cuenta de ella, no volverá a ser el mimo, algo en él y de él se transforma; y todo aquello que se
ha reprimido, acaba por deja una huella, la cual en algún momento, va a tener algún efecto en el
sujeto, efecto que favorecerá su bienestar, o bien, aliviará o fecundará su malestar.
Para Freud (citado por Levato, 2012) el aparato psíquico cuenta con determinadas
características que conviene distinguir: es un dispositivo compuesto por distintas instancias (…)
está regido por diferentes lógicas de inscripción y ligadura de registros, está gobernado por
diferentes principios de regulación de energía, tiene distintos modos de representar la
temporalidad y su meta consiste en la captación y elaboración de los estímulos provenientes de
dos exteriores, el mundo exterior y el propio cuerpo. Todo lo que entra tiene que ser liberado de
alguna manera, y permanecer en cierto nivel de regulación a través de los estados de la psique,
ya que toda la cantidad de energía y estímulos que el aparato psíquico recibe, deberán ser
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El inconsciente: un concepto clínico necesario
En este sentido, Freud (citado por Imbriano, 2000) señala que el psicoanálisis no puede situar
en la conciencia la esencia de lo psíquico, sino que se ve obligado a considerar la conciencia
como una cualidad de lo psíquico que puede añadirse a otras cualidades o faltar.
La reflexión suscitada hasta aquí, conduce entonces a pensar que desde el psicoanálisis, se
reconoce que el inconsciente juega un papel fundamental, ya que éste termina produciendo algún
efecto, en su naturaleza, inesperado para él sujeto. Es lo inconsciente, entendido como ese otro
escenario, quien tiene participación activa y latente en el aparato del sujeto; no es posible
desprenderse de algo que lo atañe, de aquello que lo constituye como sujeto dentro de una
singularidad y una cadena de significantes que le van permitiendo situarse en un sistema.
¿Dónde está el sujeto? Diremos que está en un más allá, en un lugar éxtimo a la
inteligencia y a las intensiones concientes del hablante. Este más allá necesita de un
‘mediun’ muy particular para invocarse, Lacan lo denomina palabra, término cuyo
valor es más creativo que informativo, a condición de tomarlo como significante y no
como signo (p. 78).
Cada sujeto se va inscribiendo en su propio discurso, y ninguno es igual a otro; cada sujeto va
construyendo, a partir de la significación de las experiencias, la invención propia para
representar su deseo inconsciente, que no es el deseo del que habla.
Lacan (citado por Moreno, 2012), afirma que en el camino de la verdad, no habrá que buscar
lejos la ambigüedad insostenible que se propone al psicoanálisis; está al alcance de todos. Ella es
la que se revela en la cuestión de lo que quiere decir hablar, y cada uno la encuentra con solo
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El inconsciente: un concepto clínico necesario
acoger un discurso”. Es la palabra misma, dentro del discurso que acoge él sujeto, la que le da
existencia al inconsciente.
Las anteriores consideraciones encuentran respaldo en la siguiente idea de Freud (citado por
Moreno, 2012):
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El inconsciente: un concepto clínico necesario
Las formaciones del inconsciente cumplen entonces una función reveladora, que permite dar
cuenta, en su diversidad de manifestaciones, sobre algo de la verdad del sujeto. Gallo (1995)
expone que: “En la vía del equivoco, de la mentira, o el error, algo ha de producirse para que la
verdad irrumpa, hecho que no será escuchado como una contradicción, sino como una apertura
del inconsciente que el analista deberá aprovechar” (p. 79). Es esa ‘distracción’ la que toma el
psicoanálisis como elemento susceptible de ser interpretado para hallar algo que esta mas allá de
la palabra del sujeto, ya que esa formación denota algo de sentido y no es gratuito que suceda,
hay un propósito y un significado detrás de su acontecer.
El analista se fijará entonces, en esa desarmonía estructural que exhibe en todo momento el
inconsciente, él no está en pro de la definición clásica de salud: mente sana cuerpo sano, él
pretende más bien, buscar ese flaqueo del sujeto que le permita hacer su propia invención
respecto a eso de lo que no desea saber.
Por eso un analista escucha sin comprender y pone el énfasis en una palabra que se manifiesta
a través o a pesar del sujeto (Gallo, 1995). Dichas formaciones dan cuenta de que ahí hay
palabra, hay lenguaje, hay discurso, hay algo que se quiere decir, hay un deseo que se expresa y
del cual el sujeto conciente no tiene conocimiento, hay una manifestación de la estructura que
hace parte de la constitución del sujeto; sin embargo, esa construcción discursiva no es evidente,
no es clara y mucho menos predecible, se trata de algo que “emerge por sorpresa y supera al
sujeto que habla” (Gallo, 1995).
Queda expresado entonces, que con las formaciones, algo está retornando, algo reprimido que
vuelve como fuente de la insatisfacción; algo del orden de lo no sabido, de lo no reconocido,
aquello que fue relegado por el aparato psíquico, ya que el sujeto no se hizo cargo. Yospe, et al.,
(1999) refieren que las formaciones del inconsciente consisten en el retorno de eso reprimido.
Dicho retorno no se lleva a cabo de manera simple y transparente sino que debe sufrir un proceso
de deformación a fin de poder sortear la censura.
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El inconsciente: un concepto clínico necesario
El momento en que se levanta de la cama. Ha caído en cuenta de que ha soñado algo. Ahora
es conciente de ello ya que está en estado de vigilia. Trata de recordar y llegan a su mente
fragmentos de personas, lugares, acciones, situaciones, entre muchas cosas más; pero cuando
trata de hilar cada suceso, cada evento con el siguiente, no puede, no logra acordarse totalmente
del sueño ni de cada parte de él, solo recuerda pedazos sueltos que al intentar darles conexión
unos con otros, se queda en el intento. Es esto entonces lo que se reprime, el contenido latente
del sueño, lo que queda en el inconsciente, que no permite ser develado hasta que ocurra algo del
orden de la movilización del sujeto, que lo evoque; “la idea es que el sueño es una realización del
deseo, del deseo inconsciente” (Yospe, et al., 1999, p. 60).
Seguidamente, “Los actos u operaciones fallidas son fenómenos psíquicos de pleno derecho y
en todos los casos poseen sentido. Sirven a determinados propósitos que a consecuencia de la
situación psicológica imperante en cada caso no pueden expresarse de otro modo” (Freud, 1913,
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El inconsciente: un concepto clínico necesario
p. 171). Estos hacen referencia al olvido de nombres, a los traspiés en el habla, la lectura o la
escritura, a la pérdida de objetos de modo que no les sean encontrados, y también en gestos y
movimientos habituales.
Ahora bien, el chiste y el equívoco, se pueden organizar dentro de los actos fallidos; del
primero se puede decir, que permite que se devele algo del inconsciente a partir de su ingenio
con relación a la manera como se manifiesta, ya que este es un escondite ‘agraciado’ para todo
aquello que no se quiere dejar ver ante las interpretaciones del analista, todas esas cuestiones
reprimidas. Y del segundo, hace referencia a la motivación inconsciente ligada con algún evento
perturbador que incomoda al yo, y que no cesa de tratar de mostrarse de algún modo para que se
dé una producción de conocimiento. El analista, es el que atrapa eso que es obvio en análisis, lo
que tiene valor para él, que no es más, que las producciones impensadas del inconsciente.
Freud (1915) asevera que: “Ausencia de contradicción, proceso primario (movilidad de las
investiduras), carácter atemporal y sustitución de la realidad exterior por la psíquica, he ahí los
rasgos cuya presencia estamos autorizados a esperar en procesos pertenecientes al sistema Icc”
(p. 184). En el inconsciente no existe la negación, ni la razón, ni la certeza; no se mueve con el
tiempo ni está organizado dependiendo de este; su contenido está investido por diversidad de
otras cosas que no son la cosa en sí; y la realidad auténtica es la interna, la del sujeto del
inconsciente, la real, la que denota la singularidad.
Acertadamente, como lo dice Néstor Braunstein (citado en Escobar & Gutiérrez, 2009):
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El inconsciente: un concepto clínico necesario
Con todo ello y en pro de seguir gestando la reflexión alrededor del inconsciente y sus
inadvertidas representaciones, se hace la siguiente elaboración, construida a partir del fragmento
de una película, y adaptado ahora al presente artículo, ya que al acudir a la escucha de dicho
segmento, surgió una asociación inmediata respecto de la intención del texto:
Para finalizar, se hace el nombramiento de la pintura que aparece al inicio del texto.
Es un boceto de Rafael Tufiño (pintor puertorriqueño), realizado en 1971. Lleva por
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Referencias
Freud, S. (1923). El yo y el ello. Obras completas. Tomo XIX. Buenos Aires: Amorrortu
editores.
Freud, S. (1913). El interés por el psicoanálisis. Obras completas. Tomo XIII. Buenos
Aires: Amorrortu editores.
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El inconsciente: un concepto clínico necesario
Izaguirre, G. (1999). Las formaciones del inconsciente. En Yospe, J., Izaguirre, G. &
Colaboradores. Salud mental y psicoanálisis. (pp. 59-66). Buenos Aires: Eudeda.
Boyle, D., Colson, C. (productores) & Boyle, D. (director). (2013). Trance. {Cinta
cinematográfica}. Reino Unido: Cloud Eight Films.
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