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FREDRIC ]AMESON

Valencias de la dialéctica

Traducción de Mariano López Seoane

*
'ETE'Í~A CADENCIA
EDITORA

~.

ÍNDICE
Fredric, Jameson
Valencias de la dialéctica. - 1a ed. - Buenos Aires : Eterna
Cadencia Editora, 2013.
704 p.; 23xl5,5 cm.

ISBN 978-987-1673-52-0

l. Ensayo Filosófico. J. Título


CDD 190
PARTE l. Los TRES NOMBRES DE LA DIALÉCTICA 11
Capítulo l. Los tres nombres de la dialéctica 13

PARTE 11. HEGEL SIN AUFHEBUNG 89


Capítulo 2. Hegel y la cosificación 91
Capítulo 3. Los críticos contemporáneos de Hegel 120

PARTE 111. CoMENTARIOS 145


Capítulo 4. La carta robada de Marx 147
Capítulo 5. Deleuze y el dualismo 209
Capítulo 6. Historiay conciencia de cla:recomo un proyecto inconcluso 232
Título original: Valences ofDialectics Capítulo 7. La Crítica de Sartre, volumen l. Una introducción 257

© 2013, Fredric Jameson


Capítulo 8. La Crítica de Sartre, volumen 11. Una introducción 278
© 2013, ETERNA CADENCIA S.R.L.
© 2013, Verso (New Left Books, 6 Meard Street, Londres) pARTE IV. ENTRADAS 293
© 2013, Mariano López Seoane, de la traducción
Capítulo 9. Mercantilización 295
Primera edición: julio de 20 13
Capítulo 10. La revolución cultural 306
Publicado por Eterna Cadencia Editora
Capítulo 11. Persistencias de la dialéctica: tres áreas 319
Honduras 5582 (C1414BND) Buenos Aires
editorial@eternacadencia.com Capítulo 12. Lenin como pensador político 332
www.eternacadencia.com
Capítulo 13. Rousseau y la contradicción 34's
ISBN 978-987-1673-52-0
Capítulo 14. Análisis ideológico: Un manual 359
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
PARTE V. PoLÍTICA 415
Impreso en Argentina 1 Printed in Argentina
Capítulo 15. El marxismo realmente existente 417
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra

...
por cualquier medio o procedimiento, sea mecánico o electrónico, Capítulo 16. La utopía como replicación 466
sin la autorización por escrito de los titulares del copyright.
Capítulo 17. La globalización como cuestión filosófica 495
Capítulo 18. La globalización como estrategia política 519

PARTE VI. LAs VALENCIAS DE LA HISTORIA 539


Capítulo 19. Las valencias de la Historia 541
Para Roberto Schwarz y Grecia de la Sobera
Primera parte. Hacer aparecer el Tiempo 541
y
Segunda parte. Hacer aparecer la Historia 622 para Perry Anderson.

AGRADECIMIENTOS 701

O Wechsel der Zeiten! Du Hoffnung des Volkes!

~.
CAPÍTULO I6
¡Una verdadera dialéctica, una verdadera unión de los opuestos! ¿Será po-
sible desenredar lo negativo de lo positivo en esta Utopía en particular, que tal
LA UTOPÍA COMO REPLICACIÓN
vez, como todas las otras Utopías, nunca haya existido? Algo por el estilo será
nuestro problema en este capítulo, pero necesitamos elaborar algunos puntos
preliminares antes de llegar tan lejos.

l.
En general, pensamos la utopía como un lugar, o, si se prefiere, como un no lugar
que se ve como un lugar. ¿Cómo puede un lugar ser un método? Ese es el enig-
Porque el ejemplo hipotético de un nuevo tipo de ciudad que funciona como
ma con el que quería confrontarlos, y es posible que tenga una respuesta fácil. Si
ejemplo para la construcción o la reorganización de otras nuevas clases de ciu-
pensamos en formas históricamente nuevas del espacio -formas históricamente
dades por venir se basa en una convicción en la que tal vez ya no podamos apo-
nuevas de la ciudad, por ejemplo- es posible que ofrezcan modelos nuevos para
yarnos, a saber, la creencia de que el progreso es posible y de que las ciudades,
los urbanistas, y en ese sentido constituir una suerte de método. Las primeras au-
por ejemplo, pueden ser mejoradas. Lo utópico se identifica entonces con esta
topistas en Los Ángeles, por ejemplo, proyectan un nuevo sistema de carreteras
idea de progreso ahora tradicional y muy criticada, y así implícitamente con la
rápidas elevadas superpuestas a un viejo sistema de calles de superficie; esa nueva
teología propiamente dicha, con la gran narrativa y el plan maestro, con la idea
diferencia estructural podría pensarse como un concepto filosófico por derecho
de un futuro mejor, un futuro que no solo depende de nuestra propia voluntad
propio, un nuevo concepto, en términos del cual podríamos repensar los centros
de producirlo sino que además está de algún modo escrito en la naturaleza mis-
urbanos más antiguos, o, mejor aún, las aglomeraciones subdesarrolladas del sur
ma de las cosas, esperando a ser liberado, yaciendo en las posibilidades y poten-
de los Estados Unidos. Por un tiempo, entonces, el concepto de Los Ángeles es
cialidades más profundas del ser, desde las cuales a la larga y con suerte podría
moderno; si es utópico o no es una cuestión del todo diferente, aunque Los Án-
emerger. Pero ¿alguien sigue creyendo en el progreso? Aun si nos circunscribimos
geles también ha sido una utopía para muchas clases diferentes de personas a lo
al terreno de lo espacial que hemos tomado como ejemplo, ¿trabajan los arqui-
largo de los años. Esto es lo que Brecht tiene para decir sobre Hollywood:
tectos y los urbanistas apasionadamente en el diseño de ciudades utópicas? La
ciudad utópica fue sin duda un elemento básico del modernismo: uno piensa en
La aldea de Hollywood fue planeada de acuerdo con la noción
Le Corbusier y en Constant, en el Rockefeller Center y en los grandes proyectos
De que la gente de esta área tiene del cielo. En esta área
nazis o soviéticos. 2 En un nivel inferior, uno piensa en la renovación urbana y
Han llegado a la conclusión de que Dios
en Robert Moses. 3 Pero el modernismo está acabado, y es mi impresión que la
Precisando un cielo y un infierno, no necesitó
ciudad posmoderna, al este o al oeste, al norte o al sur, no alienta pensamientos
Planear dos establecimientos sino
de progreso ni de mejoría, mucho menos visiones utópicas del viejo tipo; y esto
Uno solo: el cielo. Funciona
por la muy buen razón de que la ciudad posmoderna parece estar en permanente
Para los que no son prósperos ni exitosos crisis, y porque se la piensa, si se la piensa, como una catástrofe antes que como
Como el infierno. 1 una oportunidad. En lo que concierne al espacio, los ricos se están retirando de

2
Ver, por ejemplo, la interpretación canónica: Giedion, Siegfried, Space, Time, and Architec-
1
ture: 1he Growth ofa New Tradition, Cambridge, Harvard University Press, 1967. [Hay edición en
Brecht, Bertolt, Poems 1913-1956, John Willett y Ralph Manheim (eds.), Londres, Eyre
castellano: Espacio, tiempo y arquitecrura, Barcelona, Editorial Revené, 2009].
Methuen, 1976, p. 380. [Hay edición en castellano, pero no contiene una versión de este poema: 3 La biografía que escribió Robert Caro sobre Moses es una fuente indispensable: 1he Power
Bertolt Brecht: canciones y poemas, Madrid, Alianza, 1968]. Broker, Nueva York, Knopf, 1974.

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manera cada vez más urgente a sus comunidades cerradas y espacios cerrados poblaciones alrededor del mundo no quisieron esperar. Y este esfuerzo utópico
fortificados; las clases medias están incansablemente empeñadas en cubrir los menguante no recuperó mucha fuerza cuando comenzó a utilizar un código di-
últimos vestigios de naturaleza con acres de casas prefabricadas; mientras que ferente, cuando pasó de la economía a la política, y rebautizó la libertad de mer-
los pobres, derramándose sobre las ciudades desde el antiguo campo, abultan cado como libertad de la democracia. Hasta ese punto, como eslogan político,
los improvisados suburbios con una explosión poblacional tan irreprimible que el estandarte de la utopía ha sido entregado a los críticos y a los enemigos de la
en unos años la lista de las diez ciudades más grandes del mundo no incluirá globalización neoliberal y se ha convertido en el grito mancomunado o "signifi-
ninguna de las metrópolis familiares del Primer Mundo. Algunas de las gran- cante vacío" 5 de todas las fuerzas políticas que están intentando imaginar cómo
des distopías del pasado -pienso en las novelas de John Brunner de comienzos podría ser posible otro mundo.
de los setenta-4 se centraban en lo que entonces era la supuesta pesadilla de la Pero un significante vacío parece estar bastante alejado de las visiones utó-
sobrepoblación; pero esa era una pesadilla modernista, y lo que enfrentamos en picas que nos son familiares desde Platón y Moro hasta hoy, y es probable que
la actualidad tal vez no sea una distopía, pero sí una certeza, vivida de un modo este sea el momento de decir unas palabras sobre el largo libro sobre utopías que
diferente y con ambivalencia propiamente posmoderna; lo cual, en todo caso, publiqué, y del que este ensayo es algo así como una reconsideración, si no un
claramente cancela la posibilidad de progreso o soluciones. suplemento. Lo que en general ha dejado perplejos a los lectores de ese libro,
En verdad, basta con pensar en las cuatro amenazas fundamentales a la Archaeologies ofthe Future, 6 cuando no enojados, es no solo la insistencia en la
supervivencia de la raza humana hoy -la catástrofe ecológica, la pobreza y la forma antes que en el contenido de las utopías, algo que a primera vista no es
hambruna mundiales, el desempleo estructural a gran escala, y el tráfico apa- inusual en la crítica literaria, por deplorable que sea, sino también otra tesis que
rentemente incontrolable de armamentos de todo tipo, incluyendo bombas inte- más probablemente tome por sorpresa al lector incauto, a saber, la insistencia en
ligentes y aeronaves a control remoto (en el terreno de las armas, como en el de sostener que lo importante en una utopía no es lo que puede ser positivamente
los remedios, los buenos y los malos, el progreso aparentemente existe)-, basta imaginado y propuesto, sino más bien lo que no es imaginable ni concebible.
con pensar en estas cuatro tendencias (dejando fuera del cuadro las pandemias, La utopía, sostengo, no es una representación, sino una operación calculada
los estados policiales, las guerras raciales y las drogas) para que nos demos cuen- para poner de manifiesto los límites de nuestra propia imaginación del futuro,
ta de que en cada una de estas áreas no existe una contrafuerza seria en ninguna más allá de cuyas líneas no parecemos capaces de ir en la imaginación de cam-
parte del mundo, y ciertamente no en los Estados Unidos, que son en realidad bios en nuestra sociedad y en nuestro mundo (salvo que sea en la dirección de
la causa de muchos de estos problemas. la distopia y la catástrofe). ¿Es esta entonces una falla de la imaginación, o es
Bajo estas circunstancias, el último atisbo de una visión propiamente utó- simplemente un escepticismo fundamental sobre las posibilidades del cambio
pica, el último intento de pronóstico utópico de un futuro transfigurado, fue propiamente dicho, sin importar cuán atractivas sean nuestras visiones de aque-
algo perverso: me refiero al llamado fundamentalismo de libre mercado en el llo en lo que sería deseable transformarse? ¿No rozamos aquí lo que ha llegado
momento en que se agarró de la globalización para predecir la elevación de to- a llamarse razón cínica, antes que el empobrecimiento de nuestro propio senti-
dos los botes y los poderes maravillosos y milagrosos de los mercados globales do del futuro, o el debilitamiento del propio impulso utópico? El concepto de
desregulados a escala mundial. Pero esta fue una utopía que, abrevando en la razón cínica, tal como evolucionó traspasando lo que Peter Sloterdijk nombró
mano invisible de Adam Smith, y en contraste nítido con la hiperconciencia de hace tantos años,? puede ser caracterizado como la inversión de la apatía polí-
la operaciones inconscientes de la "comunidad intencional" utópica, lo apostó tica. Lo sabe todo sobre nuestra propia sociedad, sabe todo lo que está mal con
todo a la no intencionalidad de su panacea universal, a la que un sinnúmero de el capitalismo tardío, conoce todas las toxicidades estructurales del sistema, y

4 5
Stand ofZanzibar (1968); The jagged Orbit (1969); The Sheep Look Up (1972); The Shoc- Ver Laclau, Ernesto y Chantal Mouffe, Hegemony and Socialist Strategy, op. cit.
6
kwave Rider (1975). [Hay ediciones en castellano: Todos sobre Zanzibar, Madrid, La factoría de ideas, Londres, Verso, 2005.
7
2003; Órbita inestable, Barcelona, Martínez Roca, 1985; El rebaño ciego, Barcelona, Ediciones Acer- Sloterdijk, Peter, Critique of Cynical Reason, Minneapolis, University of Minnesota Press,
vo, 1972; El jinete de la onda de shock, Barcelona, Ultramar Editores, 1984]. 1987. [Hay edición en castellano: Crítica de la razón cínica, Madrid, Siruela, 2003].

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sin embargo no se entrega a la indignación, en una suerte de lucidez impotente hombre dando de mamar en la novela de Marge Piercy Woman on the Edge of
que ni siquiera llega a ser mala fe. No puede shockearse ni escandalizarse, como Time [La mujer al borde del tiempo] (1976), y el ideal (también en Le Guin) de
se escandalizaban los privilegiados del sistema mercantil en otros momentos; y las aldeas de los Primeros Americanos. Más adelante, en un momento histórico
la iluminación de este sistema, su análisis y su explicación funcional a la luz del diferente, en los días de la victoria electoral socialista en la Francia de 1981, te-
día, ya no es efectiva para suscitar reacciones o motivaciones críticas. Todo esto nemos la imagen de Jacques Attali de los negocios de herramientas colectivos y
puede decirse también en términos de ideología: si esa palabra atraviesa tiem- libres, en los que todas las personas del barrio pueden encontrar materiales para
pos difíciles, esto tal vez se deba a que en cierto sentido ya no hay una falsa con- reparar, reconstruir y transformar el espacio; junto con los festivales periódicos
ciencia, ni necesidad de disfrazar el funcionamiento del sistema y sus distintos que, como en Rousseau, reafirman el proyecto colectivo mismo. 8 En nuestro
programas en términos de racionalizaciones idealistas o altruistas; de modo que propio tiempo, por otro lado, con el resurgimiento del anarquismo, una varie-
el desenmascaramiento de esas racionalizaciones, el gesto primordial de desacre- dad de vívidas representaciones de la aurogestión de los trabajadores les devuelve
ditar y exponer, ya no parece necesario. el sentido de clase a estas preocupaciones, como en el admirable film Yhe Take,
El debilitamiento de las utopías es así una coyuntura entre todos estos desa- de Nao mi Klein, sobre la toma de una fábrica en la Argentina por parte de sus
rrollos: un debilitamiento de la historicidad, o del sentido del futuro; una con- operarios, que habían sido abandonados por el dueño tras la quiebra. Esas vi-
vicción de que ya no es posible ningún cambio fundamental, por más deseable siones intermitentes de la transformación estructural del espacio de trabajo han
que sea; y la razón cínica como tal. A lo que podríamos añadir que es el poder del energizado y revitalizado la acción política desde las lecciones de Marx sobre la
exceso de dinero acumulado desde la última Guerra Mundial lo que mantiene Comuna hasta el programa de la autogestión yugoslava y los films soixante-hui-
al sistema en su lugar en todas partes, reforzando sus instituciones y sus fuerzas tard como Coup pour coup (Marin Kamitz, 1972); y claramente persistieron en
armadas. O tal vez debamos aducir otra clase de factor, un factor psicológico, a Norteamérica ayer y siguen persistiendo hoy.
saber, ese consumismo omnipresente que, habiéndose transformado en un fin No es apropiado plantearles objeciones políticas prácticas a estas utopías ''1J
en sí mismo, está transformando la vida cotidiana de las naciones avanzadas de de enclave, siempre amenazadas por la hegemonía de los negocios y del mo-
un modo que sugiere que la utopía de los deseos múltiples y el consumo ya está nopolio que las rodea, y a merced de la distribución también, para no hablar
aquí y no necesita otro suplemento. del sistema legal dominante. Preferiría hablar del género del idilio revolucio-
No es necesario que sigamos hablando de los límites a nuestra capacidad de nario; y en verdad, en su Some Versions ofPastoral (1960), William Empson
imaginar la utopía como tal, y de lo que nos dice sobre un presente en el que llegó prácticamente a asimilar el realismo socialista en general con esa forma,
ya no podemos representarnos ese futuro. Pero sería claramente incorrecto de- que, son sus pastores y pastorcitas y su tranquilidad y plenitud rural, parece
cir que la utopía representacional ha desaparecido en todas partes; y otra críti- haberse extinguido en la literatura de la era burguesa propiamente dicha. Wi-
ca significativa de mi libro sugería que yo no había cumplido con mi deber de lliam Morris célebremente subtituló su gran utopía como "una época de des-
utópico en la medida en que omitía toda mención de las visiones utópicas que canso"; y esto es en verdad lo que promete, a nivel estético, el idilio o lo pasto-
sobrevivían, que sobre todo se centran en la convicción anti o poscomunista de ral: alivio de las ansiedades frenéticas del mundo social real, una visión de un
que lo pequeño es bello, o incluso de que el crecimiento es indeseable, y de que lugar de quietud y de naturaleza humana transfigurada, de la transformación
la autoorganización de comunidades es la condición fundamental de la vida de las relaciones sociales que conocemos en lo que Brecht memorablemente
utópica, y de que incluso con la industria a gran escala la primera prioridad es llamó "amabilidad". En ese sentido, lo que he estado llamando utopías repre-
la autogestión y la cooperación; en otras palabras, que lo que es esencial en el sentacionales parece asumir la forma del idilio o lo pastoral; y definitivamen-
utopismo no es el ingenioso esquema económico (como la abolición del dine- te necesitamos recuperar el significado de estos géneros antiguos y su valor y
ro, por ejemplo) sino más bien su carácter colectivo, la primacía del lazo social
sobre los impulsos individualistas y competitivos.
Las grandes utopías de los años sesenta (y setenta) tendían a presentar esas 8
Attali, Jacques, Les trois mondes: pour une théorie de l'apres-crise, París, Fayard, 1983. [Hay
visiones en términos de raza y género; así, tenemos la imagen inolvidable de un edición en castellano: Los tres mundos: para una teoría de la post-crisis, Madrid, Cátedra, 1982].

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utilidad en una época en la que la propia psique y el inconsciente han sido plo de la humilde aspirina como portadora involuntaria de los más extravagantes
colonizados completamente por un frenesí y una conmoción adictivos, por la anhelos de inmortalidad y de transfiguración del cuerpo.
compulsión y la frustración.
De modo que veo un lugar para la utopía representacional, e incluso una
función política para ella; como intenté sostener en Archaeologies, estas imágenes 2.
aparentemente pacíficas son también, en y por sí mismas, rupturas violentas con
lo que es, quiebres que desestabilizan nuestros estereotipos de un futuro que es Esta clase de análisis utópico, sin embargo, parece poner en primer plano al su-
igual a nuestro propio presente, intervenciones que interrumpen la reproducción jeto y a la subjetividad, y arriesgarse a transformar el impulso utópico mismo en
del sistema en la costumbre y en el consentimiento ideológico, y que instituyen una serie de proyecciones inconsecuentes que no tienen ningún peso histórico
esa fisura, por más que inicialmente sea mínima, a través de la cual podría sur- ni implican ninguna consecuencia práctica para el mundo social propiamente
gir otra imagen del futuro y otro sistema de temporalidad totalmente distinto. dicho. Esta objeción me parece exagerada en la medida en que el deseo huma-
Pero en este momento quisiera proyectar también un modo diferente de in- no mismo es constitutivo del proyecto colectivo y de la construcción histórica
vocar ese futuro y proponer una función diferente para lo utópico; y, en cierto de las formaciones sociales, dentro de los límites que imponen las condiciones
sentido, este modo diferente tiene como premisa la distinción que propuse al objetivas de posibilidad. Sin embargo, podría ser mejor establecer una perspec-
comienzo de mi libro entre programa utópico e impulso utópico, entre plani- tiva de esas condiciones objetivas antes de continuar; y bosquejar un modelo de
ficadores utópicos e intérpretes utópicos, por así decirlo, o, si se prefiere, entre las posibilidades objetivas de transformación social utópica contra el cual pue-
Moro y Fourier o Ernst Bloch. El programa utópico, que se propone la realiza- dan medirse las interpretaciones en términos de un supuesto impulso utópico.
ción de la utopía, puede ser tan modesto o tan ambicioso como se quiera: puede En efecto, bien podríamos querer sostener que la perspectiva marxista del
ir desde la revolución social completa, a escala nacional o incluso mundial, hasta cambio histórico combina ambas formas de pensamiento utópico, porque puede
el diseño del espacio singularmente utópico de un único edificio o jardín; lo que ser considerado un proyecto práctico tanto como un espacio de catexis de fuerzas
todos tienen en común, sin embargo, más allá de la transformación utópica de inconscientes. La vieja tensión que caracteriza al marxismo entre voluntarismo
la realidad en sí misma, es esa estructura de clausura o de enclave a la que todas y fatalismo encuentra su origen aquí, en esta perspectiva utópica doble o super-
las utopías aparentemente deben enfrentarse. Estos espacios utópicos son en- puesta. Una política marxista es un proyecto o programa utópico para transfor-
tonces, en la escala que fuere, totalidades; simbolizan un mundo transformado, mar el mundo, y para reemplazar un modo de producción capitalista por uno
y como tales deben postular límites, fronteras entre lo utópico y lo no utópico; radicalmente diferente. Pero también es una concepción de la dinámica histórica
y es por supuesto partiendo de esos límites y de esa estructura de enclave que en la que se postula que todo un mundo nuevo está surgiendo objetivamente a
debe comenzar toda crítica seria de la utopía. nuestro alrededor, sin que necesariamente lo percibamos de inmediato; de modo
La interpretación del impulso utópico, sin embargo, trata necesariamente que junto a nuestra praxis consciente y a nuestras estrategias para producir un
con fragmentos: no es simbólica, sino alegórica; no se corresponde con un plan cambio, también podemos tomar una posición más receptiva e interpretativa en
o con una praxis utópica: expresa el deseo utópico y lo inviste en una variedad de la que, con los instrumentos y el aparato de registro correctos, podemos detec-
formas inesperadas y disimuladas, ocultas y distorsionadas. El impulso utópico, tar las agitaciones alegóricas de un estado diferente de las cosas, la maduración
por lo tanto, exige una hermenéutica: un trabajo detectivesco de desciframien- imperceptible e inmemorial de las semillas del tiempo, las erupciones sublimi-
to y una lectura de pistas y rastros utópicos en el paisaje de lo real; una teoriza- nales y subcutáneas de formas de vida y relaciones sociales enteramente nuevas.
ción e interpretación de catexis utópicas inconscientes en realidades amplias o En un primer momento este segundo modelo de temporalidad es expresa-
pequeñas, que en sí mismas pueden estar lejos de ser utópicas en su realidad. La do por Marx por medio del más banal de los misterios esenciales, que ya no tie-
premisa aquí es entonces que los fenómenos más nocivos pueden servir como ne mucho poder figurativo para nosotros. "Una formación social no desaparece
repositorio y lugar de escondite para toda clase de cumplimientos de deseos y nunca", nos decía en 1859, "antes de que se desarrollen todas las fuerzas produc-
gratificaciones utópicas insospechados. De hecho, con frecuencia utilizo el ejem- tivas que caben dentro de ella''; hasta aquí, todo bien; y se trata de una obser-

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vación que no fue lo suficientemente meditada en los ochenta y en los noventa de pequeños propietarios que acabo de mencionar]. Pero la producción capitalis-
del siglo pasado. Y luego continúa: "y jamás aparecen relaciones de producción ta engendra, con la fuerza inexorable de un proceso natural, su primera negación.
nuevas y superiores antes de que hayan madurado, en el seno de la propia socie- Es la negación de la negación. Esta no restaura la propiedad privada ya destruida,
dad antigua, las condiciones materiales para su existencia''. 9 Esto, sin embargo, sino una propiedad individual que recoge los progresos de la era capitalista: una
no es más que una metáfora; y la concepción no es necesariamente la mejor fi- propiedad individual basada en la cooperación y en la posesión colectiva de la tie-
gura para la dinámica del impulso utópico tal como lo describió Bloch, o para rra y de los medios de producción producidos por el propio trabajo (Cap, p. 929).
las alegorías de la catexis utópica y la libido utópica, las huellas y signos ocultos
de utopismo que acechan en el mundo en derredor, como las flores de Rimbaud, Como se ve, la imagen de la concepción todavía persiste en estas figuras, que
que nos observan cuando pasamos delante de ellas. intentan describir "la centralización de los medios de producción y la socializa-
Por otro lado, necesitamos añadir que tanto Marx como Lenin escribieron ción del trabajo"; en otras palabras, lo que la Escuela de Frankfurt llamó signi-
obras específicamente utópicas, ambas basadas en la Comuna de París. Las lec- ficativamente Vergesellschaftung ("socialización'') en una variedad de contextos
ciones de Marx sobre la comuna ("La guerra civil en Francia'') son en efecto algo (y lo que los pensadores italianos actuales, siguiendo al Marx de los Grundrisse,
así como un plano de la democracia utópica más allá de las estructuras del par- llaman Intelecto General).ll No obstante, no solo la metáfora de la concepción
lamentarismo burgués. El Estado y la revolución de Lenin, más tarde, expande sigue presente, sino que además en este párrafo asistimos al nacimiento del niño.
este modelo de democracia directa, interrumpiéndose célebremente en agosto Unas pocas líneas después, en una célebre perorata, se declara que la centraliza-
de 1917 con la observación apologética de que es más entretenido hacer una ción y la socialización que acabamos de mencionar son "incompatibles con su
revolución que escribir acerca de una. Ambos textos, sin embargo, lidian con envoltura capitalista'' (en otros términos, la nueva infraestructura es incompati-
utopías políticas antes que económicas, y claramente son estas últimas las que ble con la vieja superestructura): "Esta envoltura salta hecha añicos. Ha sonado
en la actualidad plantean las mayores dificultades conceptuales. la hora final de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expro-
Sin duda, no debemos subestimar la veta anarquista de Marx. Cuando, al piados". Este es en gran medida un clímax figurativo, o la realización de distin-
comienzo de El capital, nos pide que "imaginemos, para variar, una asociación tas clases de figuras todas a una vez (aunque no son las figuras de las que nos
[Vereín] de hombres libres, trabajando con medios de producción poseídos en ocuparemos en breve). Lo que generalmente se pone en juego en la explicación
común, y gastando sus diversas formas de fuerza de trabajo en plena autocon- es, por supuesto, el crecimiento del monopolio; y en efecto será un monopolio
ciencia como una única fuerza de trabajo social", 10 todavía no es claro si esto es que perversamente deseo identificar como un fenómeno utópico. Pero antes de
una mera "robinsonada'' o fantasía a la Robinson Crusoe, expandida y colecti- hacerlo, me parece apropiado citar un poco más de la descripción de Marx del
va, o si todavía estamos en la etapa de la pequeña producción mercantil, como abordaje de lo que Lenin luego teorizará como segunda etapa (o etapa "supe-
en la agricultura de pequeños propietarios o el modo de producción germánico. rior") del capitalismo, porque me parece extraordinariamente contemporáneo
La afirmación decisiva llega más tarde y, como dice Marx, "coquetea con la y poderosamente relevante para nuestra propia etapa del capitalismo, lo que ge-
dialéctica hegeliana'': neralmente llamamos globalización:

El sistema de apropiación capitalista que brota del régimen capitalista de produc- Esta expropiación la lleva a cabo el juego de las leyes inmanentes de la propia pro-
ción, y por tanto la propiedad privada capitalista, es la primera negación de la pro- ducción capitalista, la centralización de los capitales. Cada capitalista desplaza a
piedad privada individual, basada en el propio trabajo [una referencia al sistema otros muchos. Paralelamente con esta centralización del capital o expropiación

9
Marx, Karl, A Contribution to the Critique ofPolitical Economy, en Basic Writings on Politics
11 Marx, Karl, Grundrisse, op. cit., p. 706; y ver también Virno, Paolo, "The Ambivalence of
and Philosophy, Nueva York, Doubleday, 1959, p. 44. [Hay edición en español: Contribución a la
crítica de la economía política, México, Siglo XXI, 2007]. Disenchantment", en Virno, Paolo y Michael Hardt (eds.), Radical7hought in Italy: A Potential Po-
10
Marx, Karl, Capital, op. cit., p. 171. En adelante Cap en el texto. litics, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1996, pp. 20-24.

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de muchos capitalistas por unos pocos, se desarrolla en una escala cada vez mayór bajo el capitalismo un aparato estatal pleno, pero que lo será con nosotros, bajo el
la forma cooperativa del proceso de trabajo, la aplicación técnica consciente de socialismo) de un manotazo, por medio de un único decreto.U
la ciencia, la explotación sistemática y organizada de la tierra, la transformación
de los medios de trabajo en medios de trabajo utilizables solo colectivamente, la He citado estas páginas muy representativas en extenso porque su defensa
economía de todos los medios de producción al ser empleados como medios de del tamaño y del monopolio es en la actualidad escandalosa, tanto para la iz-
producción de un trabajo combinado, social, la absorción de todos los países por quierda como para la derecha, para los admiradores de los mercados libres como
la red del mercado mundial y, como consecuencia de esto, el carácter internacio- para aquellos que creen que "lo pequeño es hermoso" y que la autoorganización
nal del régimen capitalista. Conforme disminuye progresivamente el número de es la clave de la democracia económica. Suelo compartir estas simpatías, y no
magnates capitalistas que usurpan y monopolizan este proceso de transformación, pretendo tomar una posición aquí; pero quisiera observar que en ambos casos
crece la masa de la miseria, de la opresión, del esclavizamiento, de la degeneración, -por un lado, la regulación y la descomposición de los monopolios en nombre
de la explotación (Cap, p. 929). de la competencia; y por el otro el retorno a comunidades y colectividades más
pequeñas- tenemos que vérnoslas con la regresión histórica y con el intento de
Es por lo tanto apropiado prolongar este cuadro marxista estándar de la tran- · Rlgi'esar a un pasado que ya no existe. Pero aparentemente nos es difícil pensar
sición del capitalismo al socialismo con los análisis de Lenin, que omiten la ima- en un futuro inminente de tamaño, cantidad, superpoblación, y demás, excep-
gen de la concepción pero insisten aún más vehementemente en los modos en ro en términos distópicos. En efecto, las dificultades que tenemos para pensar
que la sociedad futura está "madurando en el seno" de la actual, bajo la forma, la cantidad positivamente deben sumarse a nuestra lista de los obstáculos que
no solo de la socialización del trabajo (combinación, sindicalización, etc.) sino enfrenta el pensamiento utópico en nuestro tiempo.
sobre todo del monopolio. En verdad, estamos ante un punto de inflexión del
pensamiento radical o socialista, en el que la burguesía progresista busca lidiar
con el monopolio deshaciendo las grandes corporaciones en corporaciones más
pequeñas, para permitir el retorno de una competencia más saludable; y en el
que el anarquismo denuncia la concentración como una figura del Estado mis- En este punto quiero proponer un modelo para el análisis utópico que podría
mo, que debe ser destruido sin que importen los costos y cada vez que aparece tomarse como una especie de síntesis del abordaje subjetivo y el abordaje obje-
su poder. Para Lenin, la "disolución del Estado" consiste muy específicamente tivo. Quiero desplegar dos ejemplos de esta clase de interpretación, que consti-
en la captura de los monopolios y en su gerenciamiento por parte de los mismos núrán lo que quiero identificar no como método utópico propiamente dicho,
productores, que de un manotazo hace desaparecer no solo la clase gerencial sino sino como un método posible entre otros; y estos ejemplos abrevarán respec-
también el Estado y la burocracia política que administra sus negocios. Consi- tivamente en la historia y en la teoría. El ejemplo teórico lo tomaré del campo
dérese, por ejemplo, el siguiente pasaje sobre el capital financiero (algo que ya ahora floreciente de los manifiestos para una política de la "multitud"; el ejem-
citamos en el capítulo 1, y que sigue siendo relevante para nosotros): plo histórico propondrá en cambio un nuevo candidato institucional para la
función de la alegoría utópica, y este candidato será el fenómeno llamado Wal-
El capitalismo ha creado un aparato de contabilidad bajo la forma de bancos, con- Mart. Confío en que esta propuesta sea aún más escandalosa que la celebración
sorcios, servicio postal, sociedades de consumidores y sindicatos de empleados de del monopolio que propone Lenin, con mayor razón aún si pensamos que las
oficina. Sin los grandes bancos el socialismo sería imposible[ ... ]. Los grandes bancos investigaciones nos dicen que un enorme porcentaje de aquellos que compran
son el "aparato estatal" que necesitamos para producir el socialismo, y que tomamos en Wal-Mart son ellos mismos muy críticos y negativos en lo que respecta a esta
ya listos del capitalismo; nuestra tarea consiste sencillamente en amputar lo que
mutila capitalistamente este aparato excelente, hacerlo aún más grande, aún más
democrático, aún más abarcador. La cantidad será transformada en calidad [... ].
Podemos "apropiarnos de" y "poner en marcha" este "aparato estatal" (que no es 12
Lenin, citado en Hardíng, Neil, Leninism, Durharn, Duke University Press, 1996, pp. 145-146.

476 477
corporación (y que los críticos también compran allí). 13 Las críticas negativas las Esa clase de predominio en ambos extremos del espectro -el predominio a lo lar-
conoce todo el mundo: un nuevo Wal-Mart impacta negativamente sobre los go de un espectro enorme de mercancías y el predominio geográfico sobre los
negocios locales y reduce los empleos disponibles; los empleos que ofrece Wal- mercados de consumidores- significa que el capitalismo de mercado está sien-
Mart apenas pagan el salario mínimo, no ofrecen beneficios ni cobertura de sa- do estrangulado con la clase de inexorabilidad lenta propia de la boa constrictor
lud; la compañía tiene una política antisindical (excepto en China); contrata (WME, p. 234).
inmigrantes ilegales y enfatiza crecientemente el trabajo de medio tiempo; lleva
los negocios norteamericanos fuera del territorio nacional y a su vez promocio- Y si esto suena como mera retórica periodística, tenemos la observación de
na la producción en talleres clandestinos y el trabajo infantil fuera del país; es un CEO anónimo, que inexpresivamente afirma sobre Wal-Mart: "ha terminado
implacable en sus prácticas (la mayor parte de ellas secretas), ejerce un reinado con el capitalismo de libre mercado en Norteamérica" (WME, p. 233). Pero ¿qué
del terror sobre sus propios proveedores, y destruye enteras ecologías en el ex- es esta contradicción peculiar si no la versión contemporánea de lo que Marx lla-
tranjero y enteras comunidades en los Estados Unidos; encierra a sus propios maba negación de la negación? Wal-Mart, entonces, no es una aberración o una
empleados por las noches, etc., etc. El cuadro no es atractivo, y las perspectivas excepción, sino más bien la expresión más pura de esa dinámica del capitalismo
para el futuro -¡Wal-Mart ya es la compañía más grande no solo de los Estados que se devora a sí misma, que extingue el mercado por obra del mercado mismo.
Unidos, sino del mundo!- son absolutamente aterrorizadoras y aun distópicas, El carácter dialéctico de la nueva realidad que representa Wal-Mart está en
particularmente para los que tienen una inclinación a las teorías conspirativas, gran medida en el origen de la ambivalencia universal respecto de esta opera-
distópicas al extremo. Aquí está, antes que en los trusts y monopolios de la épo- ción de negocios, cuya capacidad para reducir la inflación y para mantener ba-
ca de Theodore Roosevelt, la verdadera encarnación de la profecía marxista-le- jos o incluso bajar los precios y volver accesible la vida para los más pobres de
ninista de la tendencia del capitalismo tardío a la concentración y el monopolio; los norteamericanos es también la causa de su pobreza y uno de los principales
sin embargo, como observan sus comentadores, el surgimiento de esta entidad promotores de la disolución de la productividad industrial norteamericana y de
-como un nuevo virus, o una nueva especie- no solo fue inesperado, sino que la destrucción irrevocable de la pequeña ciudad norteamericana. Pero esta es la
además no tuvo paralelos teóricos y se mostró resistente a las categorías actuales dinámica históricamente única y dialéctica del propio capitalismo como siste-
del pensamiento económico, político y social: ma, tal como lo describieron Marx y Engels en el Manifiesto en páginas que al-
gunos han entendido como celebración delirante de las fuerzas del nuevo modo
Wal-Mart es algo absolutamente nuevo [... ] cuidadosamente disfrazado de algo de producción y otros como juicio moral definitivo sobre él. Pero la dialéctica no
ordinario, familiar, incluso prosaico[ ... ] Sí, Wal-Mart cumple con las reglas, pero es moral en ese sentido; y lo que Marx y Engels identifican es la simultaneidad
tal vez la parte más importante del efecto Wal-Mart sea que las reglas han quedado de "más fuerzas productivas, y más colosales, que las de todas las generaciones
anticuadas[ ... ] En el momento, somos incapaces de entender a Wal-Mart como precedentes juntas" y la negatividad más destructiva alguna vez liberada ("todo
sociedad porque no nos hemos equipado para manejarlo (WME, pp. 221-222). lo sólido se desvanece en el aire"). La dialéctica es el mandato de pensar lo ne-
gativo y lo positivo juntos al mismo tiempo, en la unidad de un único pensa-
Lo que debemos añadir a esto, sin embargo, es el recordatorio de que hay miento, allí donde la moralización quiere tener el lujo de condenar este mal sin
un tipo de pensamiento que puede lidiar con este extraño nuevo fenómeno de imaginar por ello nada en su lugar.
manera lúcida, al mismo tiempo que explica por qué el pensamiento tradicio- Así es que Wal-Mart es celebrado como lo último en democracia y en efi-
nal no es capaz de hacerlo. Ese pensamiento es el pensamiento dialéctico. Con- ciencia: organización simplificada que implacablemente remueve todas las flori-
sidérese el siguiente análisis: turas y derroches innecesarios, y que disciplina a su burocracia en una clase tan
admirable como el Estado prusiano o el gran movimiento de los instituteurs de
fines del siglo XIX en la educación laica francesa, o incluso los sueños de un sis-
13
Fishman, Charles, The Wal-Mart Ejfect, Nueva York, Penguin, 2006, p. 220. En lo que sigue tema soviético aerodinámico. Se alientan y se satisfacen nuevos deseos tan abun-
este trabajo se indica WME en el texto. dantemente como lo predecían los teóricos de los sesenta (y el propio Marx), y

478 479
los problemas de distribución de tratan triunfalmente en toda clase de nuevas Por su parte, la anarquía del capitalismo y el mercado ha sido superada, y se
innovaciones tecnológicas. han satisfecho las necesidades básicas de un público cada vez más desesperado
Enumero algunas de estas últimas: del lado informático, está la evolución y empobrecido, explotado por su gobierno y por sus grandes empresas, sobre
del UPC o código de barras universal, un ejemplo de lo que Hosoya y Schaeffer los cuales apenas es capaz de ejercer algún tipo de control político. Todo aquel
llaman estructuras de bit, y que en general definen como "una nueva infraes- que no aprecie esta originalidad histórica de Wal-Mart y sus fortalezas y logros,
tructura de la ciudad, que proporciona sincronización y organización sin prece- realmente no está preparado para la discusión; por otro lado, y digo esto tam-
dentes en una aparente carencia de forma. Las estructuras de bit reorganizan los bién para la izquierda, hay que exigir una apreciación estética de este logro, una
patrones de la ciudad y permiten su desestabilización". 14 El código de barras, por apreciación del tipo que reservó Brecht para uno de sus libros favoritos, la His-
otro lado, "invierte el equilibrio de poder entre el vendedor al público y el dis- toria de las grandes fortunas norteamericanas de Gustavus Myers, o la que hoy
tribuidor o manufacturador", por medio de la introducción, a principios de los le concederíamos a las manipulaciones y estrategias de esos archicriminales, los
setenta, de "toda una nueva generación de cajas registradoras electrónicas", que oligarcas rusos. Pero esa admiración y ese juicio positivo deben ir acompañados
podían procesar la masa de información registrada en el código de barras desde de la condena absoluta que completa la ambivalencia dialéctica que observamos
el depósito hasta las preferencias del cliente; la innovación tecnológica avanzaba, respecto de este fenómeno histórico. Ni el propio Wal-Mart es completamente
de acuerdo con la lógica más anciana del capitalismo, "como un remedio contra inconsciente de su ambivalencia: tras evadir por completo a los periodistas por
una época de estagnación que forzó a los manufacturado res rivales a cooperar" . 15 miedo de deslizar información dañina, sus agentes de publicidad esperan ahora
Los rasgos utópicos del código de barras lo proyectan como el equivalente, en sentimientos encontrados, en los que la más dura de las críticas irá inevitable-
el mundo de las mercancías, de internet; y la inversión del predominio desde mente acompañada de concesiones celebratorias (WME, pp. 145-146).
la producción a la distribución es de algún modo paralela al surgimiento de las Estoy tentado de añadir algo sobre la ambivalencia de la dialéctica misma,
ideologías de la democracia en el terreno social. particularmente en lo que respecta a la innovación tecnológica. Basta con recor-
Pero del lado del objeto material, hay otro desarrollo relevante, tan fun- dar la admiración que Lenin y Gramsci sentían por el taylorismo y el fordismo
damental como este pero bastante diferente; me refiero a la invención y al para asombrarse por esta debilidad de los revolucionarios ante aquello que es
surgimiento del container como revolución en el transporte, cuyos múltiples más explotador y deshumanizante en la vida laboral del capitalismo; pero esto
efectos no podemos explorar aquí con mayor profundidad. 16 Esta innovación es precisamente lo que queremos indicar aquí con el término "utópico", a saber,
espacial sería algo así como la respuesta a la demografía y a la superpoblación que lo que actualmente es negativo puede imaginarse como algo positivo en
en el terreno social, y también nos lleva a una dialéctica de la cantidad y la ese inmenso cambio de valencias que es el futuro utópico. Y así es como quiero
calidad. En efecto, ambos extremos de la llamada cadena de suministro exi- que consideremos a Wal-Mart, aunque más no sea brevemente; a saber, como
gen una conceptualización filosófica y se presentan como la mediación entre un experimento del pensamiento; no, de acuerdo con la modalidad cruda pero
la producción y la distribución y la virtual abolición de la opos-ición entre dis- práctica de Lenin, como una institución de la que (después de la revolución)
tribución y consumo. podemos "amputar lo que mutila capitalistamente este aparato excelente", sino
más bien como algo similar a lo que Raymond Williams llamó lo emergente, en
oposición a lo residual: la forma de un futuro utópico acechando a través de la
14
niebla, un futuro utópico que debemos aferrar como oportunidad de ejercitar
Chung, Chuihua Judy; !naba, Jeffrey; Koolhaas, Rem y Sze Tsung Leon (eds.), The Harvard
más plenamente la imaginación utópica, antes que como ocasión de hacer jui-
Desígn School Guíde to Shoppíng, Koln, Taschen, 2001, p. 157. Este libro es el volumen 2 del monu-
mental Project on the Cíty de Koolhaas. Sobre las innovaciones tecnológicas, ver también "The Phy- cios moralizantes o practicar una nostalgia regresiva.
sical internet", The Economíst, 17 de junio de 2006; y Friedman, Thomas, The World ís Flat: A Brief Necesito ahora ocuparme brevemente de dos objeciones adicionales y extre-
History ofthe Twenty-first Century, Nueva York, Farrar, Straus and Giroux, 2005, especialmente pp. madamente pertinentes a esta afirmación paradójica, antes de pasar a un ejercicio
128-141. [Hay edición en castellano: La tierra es plana, Barcelona, Planeta, 2006].
15 utópico de signo diferente. Primero, se dirá que si bien Wal-Mart puede ser un
Chung, et al., The Harvard Design School Guide to Shopping, p. 158.
16
Ver Levinson, Marc, The Box, Princeton, Princeton University Press, 2006. modelo de distribución, no puede considerárselo un modelo de producción en

480 481
sentido estricto, por mucho que podamos hablar de la producción de la distri- como contrapeso a la búsqueda de la ganancia fueron los célebres "incentivos
bución, etc. Esto va directo al corazón de nuestras contradicciones socioeconó- morales" que el Che invocó en Cuba, que exigían repetidas movilizaciones y ago-
micas. Una de ellas es el desempleo estructural; la otra, la definitiva superación tadoras campañas, para revitalizar las débiles reservas del entusiasmo socialista.
(en los EE.UU. a partir de 2003) del empleo "productivo" por parte del empleo Lo que tiene que observarse aquí es que Wal-Mart también está impulsado
en servicios y ventas (la computarización y la información también tendrían que por incentivos morales: el secreto de su éxito no es el beneficio sino la política
ser incluidas en estas nuevas estructuras contradictorias, y creo que es evidente de precios, el recorte de los últimos centavos, tan fatal para un sinnúmero de
que la clase especial de éxito de Wal-Mart depende de las computadoras y habría proveedores. "Sam le daba valor a cada centavo", observa uno de los colegas del
sido imposible antes de ellas). Quiero considerar este asunto desde la perspectiva fundador (WME, p. 30), y es una declaración fatídica; porque este imperativo
de la dictadura que esta compañía de ventas ejerce sobre sus proveedores pro- -"El precio más bajo, siempre"- está de hecho motorizado por el motivo más
ductivos (o "socios", como le gusta llamarlos a Wal-Mart); es un poder devasta- fundamental de todos, el que Max Weber describió como "la ética protestante",
dor, en virtud del cual la megacompañía es capaz de forzar a sus proveedores a un retorno a esa frugalidad ahorrativa y obsesiva que caracterizó al primer gran
tercerizar, a reducir la calidad de sus materiales y productos, e incluso a salirse momento del sistema, momento recapturado, con su componente religioso o sin
del negocio por completo. Vale la pena notar que este poder podría ejercerse de él, en la hagiografía de Sam Walton y la saga heroica de su compañía. Es posible,
un modo exactamente opuesto: "utilizando su enorme capacidad de compra", entonces, que incluso el atractivo explicativo de la búsqueda de la ganancia sea
sugiere Fishman, "no solo para elevar el estándar de vida de sus clientes, sino esencialista, y parte de una ideología de la naturaleza humana que se proyecta a
también el de sus proveedores" (WME, p. 181). (El ejemplo es la propuesta de partir de las necesidades de la construcción inicial del capitalismo. Debería aña-
que Wal-Mart imponga estándares ecológicos sobre las empresas pesqueras chi- dirse que el marxismo no es psicológicamente reductivo de modo esencialista,
lenas dedicadas al salmón que él mismo ha prácticamente creado; y uno podría y que sostiene no un determinismo de la avaricia o el deseo de adquirir bienes,
imaginar una dictadura positiva similar sobre las condiciones de trabajo y las sino más bien una determinación del sistema o modo de producción, cada uno
relaciones de trabajo). Es una sugerencia utópica, en la medida en que plantea de los cuales produce y construye su propia versión histórica de aquello que le
que las valencias de este poder -desde el monopolio de venta a los distintos pro- gustaría denominar naturaleza humana.
ductores- podrían invertirse sin un cambio estructural.
Pero también quiero sugerir que -como en el final del film de Eisenstein,
Old and New [La línea genera[], de 1929, donde el aviador y el campesino 4.
intercambian roles, pasando a ser el trabajador un agricultor y viceversa- parece
posible que el nuevo sistema ofrezca la oportunidad de suprimir del todo esta Ahora necesito describir con mayor precisión la teoría y la práctica del nuevo
oposición -esta tensión binaria entre producción y distribución, de la que al tipo de utopía que mi interpretación de Wal-Mart parece presuponer. En efecto,
parecer no somos capaces de salir- y de imaginar una serie enteramente nueva la discusión afirmará que los abordajes teóricos de la cuestión se encontrarán más
de categorías, no para abandonar la producción y las categorías a favor del con- de una vez en posiciones explícitamente caracterizadas como "antiutópicas". Este
sumo y la información, sino más bien para elevarla a un concepto nuevo y más es el caso con nuestro próximo ejemplo, que girará en torno al concepto ahora
complejo, sobre el que no podemos especular aquí. célebre de multitud tal como lo desarrollan, tomando un concepto de Spinoza,
La otra objeción tiene que ver con el motivo de la búsqueda de la ganan- Michael Hardt y Antonio Negri en sus libros Imperio y Multitud. Vale la pena
cia; después de todo, la fuerza motora detrás de Wal-Mart es que se trata de una observar que sus propias denuncias específicas del utopismo, si bien son consis-
industria capitalista, y las fallas del socialismo parecen residir en la desidia que tentes con una gran parte de la doctrina postestructuralista, tienen como inme-
alienta la economía dirigida, en la que la corrupción, el favoritismo, el nepotis- diata referencia política e histórica el estalinismo y los partidos comunistas his-
mo o la pura ignorancia llevaron a célebres escándalos, como el de los sótanos tóricos que provienen de la tradición leninista (a pesar de la crítica interna que
de GUM, que aparecieron repletos de cantidades ilimitadas de lámparas idénticas esta últim,a hace del utopismo desde Lenin en adelante). La utopía se identifica
que nadie quería comprar. Todo lo que el socialismo pareció capaz de ofrecer aquí con los eslóganes de la inevitabilidad histórica y de "mañanas luminosos" •

482 483
el sacrificio de las generaciones actuales en beneficio de un Estado utópico fu- esencia las categorías que Virno quiere revisar, junto con el propio concepto de
turo, y, particularmente, con la estructura de partido. inautenticidad (y dejando de lado el nazismo y las posteriores teorías de la tec-
En cuanto al propio concepto de multitud, me parece que, a pesar de sus nología, tal como haremos nosotros).
defectos, constituye un intento de proveer un sustituto nuevo y más útil de las Lo que es importante entender, sin embargo, es que estos diagnósticos de la
viejas teorizaciones de la colectividad y los agentes colectivos, como las del "pue- "modernidad" no son específicos de Heidegger: son parte de toda una ideolo-
blo" (en el populismo) y las de la clase social (en los obrerismos que excluyen el gía conservadora y antimodernista adoptada por intelectuales no izquierdistas
género y la raza, e incluso a veces el campesinado, de sus definiciones políticas en todas partes en los años veinte, desde T. S. Eliot hasta José Ortega y Gasset, y
estrechas). Desde mi perspectiva, vale la pena darle la bienvenida a cada nueva por tradicionalistas desde China hasta América. Esta ideología expresa el horror
aproximación a la colectividad en una sociedad atomizada e individualista (pero que produce la nueva ciudad industrial con sus nuevas clases obrera y media,
volveré al individualismo en un momento). Los viejos conceptos colectivos tam- su cultura de masas y su esfera pública, su estandarización y sus sistemas parla-
bién eran defectuosos a su manera; al tiempo que expresaban la realidad social mentarios; y con frecuencia implica una nostalgia de los viejos modos agrícolas
del surgimiento de nuevas formas de agentes o sujetos colectivos. Pero no entraré de vida, como en los "fugitivos" norteamericanos, la idealización de los labra-
aquí en el debate sobre la multitud, puesto que más bien estoy tratando de iden- dores ingleses, o el Feldweg heideggeriano. Es innecesario añadir que esta ideo-
tificar una innovación metodológica. Para hacerlo, sin embargo, no abrevaré en logía estaba informada por un miedo duradero al socialismo o el comunismo, y
los complejos libros de Hardt y Negri, sino en una intervención más breve en esta que los corporativismos que dominan la vida política de años treinta, desde el
discusión, una exposición luminosa de algunas de las consecuencias de esta nueva New Deal de Roosevelt a los planes quinquenales de Stalin, desde el nazismo y
posición teórica (que a esta altura es una nueva tradición) por parte de una de las el fascismo italiano hasta la socialdemocracia fabiana, deben considerarse, des-
mentes filosóficas más notables de nuestra era, el filósofo italiano Paolo Virno, a de esta perspectiva, como otros tantos compromisos con el tradicionalismo en
quien todavía se conoce poco en los Estados Unidos. tanto resiste las modernidades de la era del hombre de masas.
Su libro Gramdtica de la multitud puede leerse como una serie de notas Ciertamente, la mayor parte de esos compromisos es ahora parte de la his-
sobre los cambios que puede provocar el concepto de multitud en la fenome- toria (lo que ha dejado a la socialdemocracia contemporánea en un estado de
nología de la vida cotidiana en la posmodernidad (este no es su término) y en desbarajuste, en una situación en la que el fundamentalismo de libre mercado es
nuestras actitudes y evaluaciones respecto de esos cambios. No me referiré aquí hasta el momento la única ideología práctico-política nueva y útil); pero quiero
a todos sus temas e intenciones, sino a la revisión que propone el libro de cier- argumentar que las actitudes sociales generales de la vieja ideología conserva-
tas posiciones heideggerianas estándar que todavía están presentes, en la cultura dora que acabo de bosquejar (y de la cual Heidegger no es más que su teórico
progresista y en la conservadora, y en verdad en la vida cotidiana burguesa de y filósofo más extraordinario) todavía están presentes e intelectual e ideológi-
Occidente en general. camente activas.
Se recordará que Heidegger llamó a una purgación de los hábitos decaden- Lo haré regresando a la cuestión de las utopías de la representación que plan-
tes de la comodidad burguesa por medio de la ansiedad y el miedo que provoca teé con anterioridad. En efecto, el modo estándar de lidiar con las ansiedades so-
la muerte; y que consideraba que la vida moderna estaba dominada por la inau- ciales que informan la vieja ideología antimodernista ha sido aceptarlo mientras
tenticidad y la colectividad urbana. Se recordarán también las cuatro formas de se nos asegura que en una "sociedad más perfecta'' del futuro todos los rasgos
degradación en las que se aliena la vida cotidiana del Dasein en la vida cotidia- negativos que enumera habrán sido corregidos. Así, en estas pastorales, no habrá
na de la modernidad, a saber, "das Gerede, die Neugier, die Zweideutigkeit, das una inseguridad social que genere angustia (y aun la muerte será postergada), las
Verfallen", 17 o, como sostienen las traducciones de Sein und Zeit, "la habladuría, habladurías serán presumiblemente reemplazadas por un lenguaje purificado y
la curiosidad, la ambigüedad, la caída y la condición de arrojado". Estas son en por relaciones humanas genuinas, la curiosidad mórbida por cierta distancia sa-
ludable de los otros así como por una conciencia iluminada de nuestra posición
en la totalidad social, la "ambigüedad" (término con el que Heidegger refiere a
17
Heidegger, Martin, Sein und Zeit, parágrafos 35-38. las mentiras y la propaganda de la cultura de masas y la esfera pública) será cu-

484 485
rada por nuestras relaciones más auténticas con el proyecto y con el trabajo y la ción, o, en otras palabras, la aparición definitiva del Otro en múltiples formas
acción en general, y la Verfallenheit (la pérdida de nuestro yo en la dimensión y como pura cantidad o número. Predeciblemente, la respuesta representado-
pública del hombre, o la inautenticidad del "hombre de masas") será reemplaza- na! a esta cristalización ha asumido las formas positiva y negativa de una visión
da por un individualismo más genuino y un aislamiento más auténtico del yo de la "dispersión", en tanto urbanización aparentemente distópica de enormes
en sus propias preocupaciones y compromisos existenciales. Ahora bien, todos sectores del viejo paisaje global, y de una retirada hacia esas visiones pastorales
estos son sin duda desarrollos excelentes y deseables, pero no es difícil ver que de las comunidades pequeñas que hemos evocado antes. Han sido pocos -entre
son todos esencialmente reactivos; es decir, constituyen otros tantos reemplazos ellos Rem Koolhaas, con su adopción de una "cultura de la congestión" 18 y su
1 obedientes de los términos negativos reinantes por sus opuestos positivos. Pero proyección de espacios nuevos y positivos dentro de los cuales la superpoblación
esta misma reactividad de la respuesta heideggeriana tiende a confirmar la prio- puede florecer alegremente- los que se han aferrado a una estrategia de cambio
ridad del diagnóstico negativo. de valencias, y de conversión de los índices sombríos del diagnóstico pesimista
Esto también puede ser confirmado por las visiones distópicas actuales, en en promesas vitales de una realidad histórica emergente que debía ser bienveni-
las que el miedo multidimensional a todos esos otros desconocidos que consti- da antes que lamentada.
tuyen la "sociedad" más allá de mi círculo inmediato de conocidos se concen- Es precisamente esa estrategia la que quisiera ver operando en Gramdtica de
1¡1
,,1 tra una vez más, bajo condiciones posmodernas o globalizadas, en el miedo a la multitud, cuyos temas pueden ser ahora brevemente (e incompletamente) re-
la multiplicidad y la superpoblación. Una clara y antigua tradición satírica que visados. Virno sustituye las inseguridades del miedo y la angustia (que Heidegger
nace con los profetas hebreos presenta este horror del otro colectivo bajo la for- diferencia nítidamente) por un ataque total contra la seguridad burguesa como
ma de la denuncia de una sociedad pecaminosa o caída; del mismo modo que tal, a lo que volveremos, observando por ahora que el de seguridad también es
,,¡¡ las especulaciones filosóficas como la asimilación del otro al autómata que ope- un concepto espacial (emparentado con el "morar" heideggeriano) y que plan-
ra Descartes expresaban el escándalo de un modo distinto al de la versión teo- tea una separación física inicial de mi vecino que también está ideológicamen-
lógica (el flujo de empleados sin alma que van a trabajar cruzando el Puente de te interrelacionada con conceptos de propiedad (en ese sentido, solo los ricos
Londres en 7he Waste Land) o al de las "críticas culturales" periodísticas de la están verdaderamente seguros, en sus comunidades cerradas y sus estados cui-
alienación. La ciencia ficción de sesenta, particularmente con la tetralogía clá- dadosamente vigilados y patrullados, cuya función reside en ocultar y reprimir
11
' 11 sica de John Brunner, dio expresión no ideológica a las distintas figuras de la el hecho existencial de la colectividad). El operador de transvaloraciones que se
crisis social, la disolución o la degradación; mientras que la imagen de los clo- recomienda aquí, desde la angustia a la afirmación, es la noción kantiana de lo
'li
nes sin alma o los zombies con el cerebro lavado expresaba una denuncia más sublime, que incorpora el miedo en su propia jouissance; pero las consecuencias
explícita de la estupidez irreformable de las masas democráticas modernas. Pero prácticas de esa transformación transformarán a su vez el pathos de la falta de
¡jl
1111,

aun en estas expresiones de crisis, los síntomas (la polución, la guerra atómica, hogar heideggeriana en la animación del nomadismo deleuziano, como se verá.
el crimen urbano, la "degradación" de la cultura de masas, la estandarización, el No obstante, el nomadismo también parecería caracterizar el trabajo con-
empobrecimiento, el desempleo, el predominio del sector de los servicios, etc.) temporáneo, en una situación en la que, tal como nos advierten solemnemen-
siguieron estando diferenciados, y dieron nacimiento cada uno de ellos a una te los economistas, nadie debería esperar ya mantener un único empleo de por
clase diferente de representación admonitoria. Es recién con la posmodernidad vida (en general no añaden el suplemento cada vez más evidente, a saber, que
y la globalización, con la explosión de la población mundial, la desertificación muchos ni siquiera deberían esperar tener un empleo). La discusión que propo-
del campo y el crecimiento de las megaciudades, el calentamiento global y la ne Virno del trabajo contemporáneo, que se propone desafiar y desmantelar la
.'1 catástrofe ecológica, la proliferación de la guerra de guerrillas urbana, el colap-
so financiero del Estado de Bienestar, el surgimiento universal de políticas de
minorías de todo tipo, que estos fenómenos han parecido plegarse unos sobre
18
Koolhaas, Rem, Delirious New York, Nueva York, Oxford University Press, 1978, p. 7; y
otros alrededor de la causa primera (si es que esta es la categoría correcta) del es-
ver también, sobre el tamaño de las ciudades, su S, M, L, XL, Nueva York, Monacelli Press, 1995,
cándalo de la multiplicidad y de lo que generalmente se denomina superpobla- pp. 961-971.

486 487
li
ducción" (GM, p. 61). Sus clichés y lugares comunes son ahora una represen-
distinción aristotélica tradicional (revivida por Hannah Arendt) entre trabajo,
tación del compartir y la participación colectivos, y llegan a tener la inocencia
política y filosofía, parece también apuntar a una reestructuración utópica de
redentora de la repetición infantil; en efecto, en este punto Virno bosqueja lo
la noción de alienación, tal como ha sido degradada desde los primeros análi-
que podría ser una teoría de lo cultural equivalente a esa teoría del Intelecto Ge-
sis de Marx del trabajo industrial hasta la actual caracterización cultural todo-
neral que, abrevando en los Grundrisse de Marx, ha sido tan crucial en el modo
terreno. La noción hegeliana de externalización, de la cual el concepto de Marx
en que la filosofía italiana actual ha buscado poner de manifiesto la profunda so-
era tanto una crítica como una reestructuración, constituía una suerte de cele-
cialización y colectivización de la vida social y el trabajo en el capitalismo tardío.
bración utópica de la actividad y la producción artesanal que ya no es relevante
En este contexto, entonces, en el que la ciencia y el lenguaje se han desbordado
en la era industrial. 19 Virno propone ahora una noción de la producción como
hacia lo cotidiano y permeado todos los poros de nuestra vida diaria, transfor-
virtuosidad, un concepto que redime el viejo ideal de los sesenta de una estati-
mándonos a todos en intelectuales (tal como lo expresó Gramsci), la cultura de
zación de la vida, a la vez que resitúa, de modo más positivo, las denuncias aún
masas globalizada y la comunicación omnipresente tienen un significado muy
más contemporáneas de la sociedad contemporánea en términos de espectáculo
diferente. La multitud tiene su propia clase de instrucción lingüística y cultu-
(Debord) y simulacro (Baudrillard).
ral, en todas partes del mundo: en las tribus se usan radios portátiles y los nó-
Debemos ante todo observar las especificidades del trabajo hoy, tal como las
mades miran nvn; en las aldeas de montaña sin electricidad y en los campos de
bosqueja Virno, extrayendo una conclusión definitiva del movimiento de toda la
refugiados más desoladores los desposeídos siguen los acontecimientos mundia-
filosofía moderna desde las categorías de sustancia a las categorías de proceso. El
les y escuchan los discursos vacuos de nuestro presidente. Sin embargo, en esa
trabajo moderno (o tal vez debería decir posmoderno) es una cuestión de proce-
desdiferenciación de la cultura y la política que caracteriza la posmodernidad,
so, una actividad para la cual el fin ha pasado a ser secundario y la producción
también debe entenderse que esa "publicidad sin esfera pública'' funciona como
de un objeto un mero pretexto, habiéndose convertido el proceso en un fin en
base y preparación de lo que Virno llama "la posibilidad de una democracia no
sí mismo. Esto es comparable a la virtuosidad en el terreno estético, y de hecho
representativa" (GM, p. 79).
nos enfrentamos aquí a un avatar inesperado del viejo sueño de la izquierda de
Es evidente que en esta inversión extraordinaria de los juicios tradicionales
una desalienación estética del mundo, desde Schiller hasta Marcuse en los sesen-
sobre la sociedad de masas y sus "degradaciones", las inautenticidades existen-
ta. Sin embargo, este no tendrá ninguna de las salvedades del viejo esteticismo;
ciales de Heidegger también serán transformadas. A la enumeración existencial
será una cultura que les prestará atención a las máquinas, una cultura poslaboral,
del filósofo (habladuría o chisme, curiosidad, ambigüedad y Verfollenheit), Vir-
una actividad en la que se comparte el lenguaje y se coopera lingüísticamente.
no añade dos más -el oportunismo y el cinismo- que acaso han atraído conde-
Este movimiento implica por lo tanto la recolocación del trabajo -hasta ahora
nas más recientes y exageradas en tiempos recientes. Es posible que sea cada vez
ambiguamente diferenciado de las esferas pública y privada (no es parte de la
más obvio que la habladuría, como en Proust, es fundamentalmente el signo
vida privada), pero su marco todavía es propiedad del capitalista y no está abier-
de una era humana y de la preponderancia del otro humano sobre las relacio-
to al público- en un nuevo espacio en el que ha desaparecido la oposición entre
nes anteriores entre hombre y naturaleza. Pero la curiosidad -particularmente
privado y público, sin que uno haya sido reducido al otro.
en la forma de envidia voyeurista, analizada hace tanto tiempo por St. Augusti-
Esto es ahora una "publicidad sin esfera pública'', 20 una transformación que
ne- también tiene que sufrir su transfiguración utópica. La paradójica defensa
a su turno implica una serie de consecuencias utópicas. Por un lado, la llamada
de la "distracción" que hace Benjamin puede releerse ahora como designación
cultura de masas se transforma, deviniendo "una industria de los medios de pro-
de un nuevo tipo de percepción en un mundo de hábitos y rutinas inamovibles:

19
La discusión que ofrece Hegel de "die Sache selbst" ("la cosa misma'') se encuentra en Phe- Los mass media adiestran los sentidos para considerar lo conocido como si fuese des-
nomenology ofthe Spirit, ob. cit., pp. 237-252. conocido, o sea a desarrollar "un margen de libertad enorme e imprevisto" en los
20
Virno, Paolo, A Grammar of the Multitude, Nueva York, Semiotext[e], 2004, p. 40. [Hay aspectos más trillados y repetitivos de la experiencia cotidiana. Pero al mismo tiem-
edición en castellano: Gramdtica de la multitud, Madrid, Traficantes de Sueños, 2003]. Las futuras
po adiestran los sentidos también para la tarea inversa: considerar lo ignoto como si
referencias al texto se indican GM.

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488
foera conocido, adquirir destreza con lo inesperado y lo sorprendente, habituarse una distancia prudente, y deplorando los excesos y el modo en que sus sujetos
a la falta de hábitos sólidos (GM, p. 93). corren de acá para allá sin rumbo fijo, gritando y gesticulando, liberados de las
restricciones de la ley y la decencia, y como si estuvieran bajo el poder de una
En cuanto al oportunismo, muy en el espíritu de la defensa que hace He- suerte de posesión chamánica. Lo que Virno tiene para decirnos sobre esto es
gel del utilitarismo, señala el surgimiento indispensable del coup d'oeil táctico extremadamente oportuno: estas imágenes y prejuicios heredados, argumenta,
y estratégico, la capacidad de ponderar y evaluar la situación misma, el funcio- sugieren que nuestra perspectiva tradicional de lo que nos gusta llamar moderni-
namiento de un sentido de la orientación nuevo e intensificado en este nuevo dad (el capitalismo burgués del Primer Mundo) presupone nuestro nacimiento
mundo de masas utópicas: "El oportunismo constituye hoy un recurso indis- como individuos a partir de una rudimentaria masa preindividualista, y nuestro
pensable en casi cualquier trabajo. El proceso laboral concreto es invadido por miedo de volver a ser sumergidos en una "multitud" postindividualista, en la que
una difusa 'acción comunicativa' que nunca se identifica, sin embargo, con la volveremos a perder todo lo que hemos logrado dolorosamente como sujetos
simple y muda 'acción instrumental'" (GM, p. 86). En cuanto al cinismo, que individuales. La multitud es, por el contrario, la condición misma de la indivi-
hoy está en el centro mismo de la reflexión política liberal, claramente desarro- duación, es solo en la multitud y en lo colectivo que alcanzamos nuestra propia
lla una posición nueva y original con respecto al conocimiento del modo en singularidad como individuos. Debemos abandonar el hábito de pensar una se-
que funciona nuestro sistema, que renuncia "desde el comienzo a la búsqueda rie de cosas -el lenguaje, la cultura, la instrucción, el Estado, la nación- como
de un fundamento intersubjetiva para su praxis, como también a la reivindica- metas a alcanzar en un proceso de modernización arduo pero beneficioso. Por el
ción de un criterio compartido de valoración moral" ( GM, p. 88), y que por lo contrario, todas esas metas se han alcanzado hace tiempo, todos somos moder-
tanto, de acuerdo con Virno, repudia el mismo principio de equivalencia en el nos, y la modernización se ha completado hace tiempo. "La unidad", nos dice
que se basan los juicios morales. El cinismo abandona por ello el universalismo Virno, "no es más algo -el Estado, el soberano- hacia lo cual converger, como
de la equivalencia (léase: valor de cambio) por esa nueva clase de multiplicidad en el caso del pueblo, sino algo que se deja atrás, a las espaldas, como un fondo
que los tradicionalistas llaman relativismo, pero que es un efecto nuevo de la o un supuesto (GM, p. 25)".
multitud antes que una posición filosófica heredada. Con estas observaciones, La premisa de unidad que se articula aquí está sin duda basada en esa com-
Virno abre el urgente problema de la razón cínica a una reteorización original. prensión del Intelecto General a la que se aludía antes: el reconocimiento de la
Si "ambigüedad" designa la angustia de Heidegger ante la degradación del inmensa expansión de la esfera cultura en el capitalismo tardío o la posmoder-
lenguaje en el mundo moderno de la cultura de masas y la alfabetización univer- nidad, la generalización del conocimiento (incluyendo a la ciencia) en el fin de
sal, la Verfollenheit caracteriza el modo más general en que, de acuerdo con él, el la naturaleza y lo natural, la tendencia a la humanización del mundo implícita
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Dasein inauténtico es abandonado al orden colectivo y "cae presa'' del "mundo" en la "universalización del trabajo asalariado" de Marx, y la cercanía de un mer-
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11
de los otros, en el que se olvida de sí y pierde su individualidad -esto es, para cado mundial genuino. También arroja una luz diferente sobre la política de la
1: Heidegger, su soledad existencial y ese aislamiento en el que puede conocer su diferencia, que tras las totalizaciones del capitalismo tiene un significado que no
libertad, su "ser-para-la-muerte". Esta pérdida del yo en la multitud, la inmer- podía haber tenido en el pensamiento y la experiencia del capitalismo tempra-
111
sión de la individualidad en la multitud, ha sido la acusación central propuesta no (o del precapitalismo). Aun la unificación de los grupos en un gran proyecto
por la ideología contrarrevolucionaria desde su invención, conociendo sus pun- colectivo debe funcionar necesariamente de modo diferente tras la consolida-
tos más altos en las siniestras escenas de turba de la Revolución francesa (y en ción de un sistema de naciones Estado, al modo en que lo hacía cuando la pro-
:!11 su análisis por parte de Le Bon y Freud como superación del ego racional por pia construcción de la nación, incompleta, era un proceso heroico y progresivo.
parte de la irracionalidad colectiva), así como en los deplorables ataques contra Suficiente, entonces, con lo que hemos dicho sobre algunos de los rasgos
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la propiedad privada que tienen lugar en prácticamente todas las revueltas a gran constitutivos de este nuevo mundo de la multitud, al que debemos acostum-
escala que se puedan mencionar. brarnos a darle la bienvenida como las primeras agitaciones de la tormenta de
Y este es también el modo en que nuestra tradición burguesa ha observado la utopía. Sin embargo, el último aspecto mencionado, el de la curiosidad de
desde tiempo relativamente inmemorial a la multitud o la masa; es decir, desde la multitud, "la falta de hábitos establecidos", nos llevará de vuelta al segundo

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tema que quería explorar en el libro de Virno, y que se encuentra en las obser~ quiera como una discusión política práctica, algo que él es perfectamente capaz
vaciones iniciales sobre seguridad y refugio. Porque los hábitos establecidos son de conducir con su propia voz y que de hecho el capítulo final de su Gramdtica
también una seguridad y un refugio, y tal vez el rasgo fundamental de la nueva (al que no me he referido) comienza a hacer. Para decirlo de un modo diferente
situación de la que surge esa nueva cosa, la multitud, pueda ser abordado de y más exacto: no importa lo que personalmente piense del futuro o de las ope-
ese modo, como una ausencia nueva y absoluta de seguridad y refugio, como raciones financieras del tipo Wal-Mart o sobre la "política de la multitud"; he
una nueva falta de hogar que ya no debe recordarse con nostalgia o comodidad utilizado ambos tópicos y ambas oportunidades para ilustrar un método, sobre
burguesa, pensando en el "morar" heideggeriano o en la protección del Estado, el cual ahora es importante decir que se propone ser distinto de cualquiera de
una nueva y permanente situación de crisis en la que somos todos refugiados, los que se bosquejaron al comienzo del capítulo.
nos guste o no. Lo que estamos llamando la multitud es entonces la población Por lo tanto, la hermenéutica que he querido mostrar no es predictiva, ni
de esos campos de refugiados que suplantan la promesa de los suburbios, y la sintomatológica: no tiene como objetivo leer las formas del futuro en el presente,
movilidad de las autopistas que se han convertido en embotellamientos de trá- ni identificar las operaciones de cumplimiento de deseos colectivos en los fenó-
fico permanentes. menos bastante desagradables (monopolio, superpoblación) que son sus objetos
Virno asocia dos clases de acciones con esta nueva multitud, utópica o no. de estudio. Esta última aproximación -generalmente identificada con la obra de
La primera es la desobediencia civil, el rechazo del Estado, a la que ya podemos Ernst Bloch- tendría que tomar en consideración las opiniones y las ideologías,
oponer la autoorganización de los campos y bidonvilles, que han caído por de- los modos de vida y las situaciones de grupos sociales realmente existentes mu-
bajo del radar del Estado. La segunda es su versión del nomadismo deleuziano, cho más seria y empíricamente de lo que se ha hecho aquí. La línea de investi-
a saber la emigración, tal como se cierne sobre la historia italiana moderna (por gación anterior, la de la política y los programas prácticos, identificada aquí con
ejemplo, en el gran film de Gianni Amelio Lamerica [1994]), pero también Marx y con Lenin, tendría que evaluar la situación mundial concreta en su ob-
como reaparece en el último capítulo de El capital, en el que se ve a los traba- jetividad económica y política, así como en su equilibrio de fuerzas ideológicas,
jadores europeos abandonar sus viejos países para ir a la Costa Este de Estados desde una perspectiva estratégica antes que a partir de datos aislados.
Unidos, para luego desertar, en pocos años, "de las fábricas, adentrándose en el No considero el "método" utópico bosquejado aquí como un programa her-
oeste, hacia las tierras libres. El trabajo asalariado, si bien esclavizante, se pre- menéutico ni político, sino como algo similar a la inversión estructural de lo que
senta como episodio transitorio" (GM, p. 45). Los campos, la frontera: esa es la Foucault, siguiendo a Nietzsche, llamó genealogía. Con eso se propuso distinguir
realidad no vista y más profunda del mundo de la multitud que Virno nos pide su propio "método" (o tal vez un método postestructural o posmoderno más ge-
que adoptemos de modo nietzscheano, no como una eternidad que recurre en neralizado) de la historia empírica y las narrativas evolucionistas reconstruidas
el presente, sino como el Eterno Retorno del futuro y de las posibilidades utó- por los historiadores idealistas. En efecto, la genealogía no debía entenderse en
picas que deben celebrarse como si las hubiéramos elegido. términos cronológicos ni narrativos, sino por el contrario como una operación
lógica (entendiendo la "lógica'' en sentido hegeliano sin ser hegelianos por ello).
En otras palabras, le genealogía se proponía establecer las distintas precondicio-
5. nes lógicas de la aparición de un fenómeno dado, sin implicar de ningún modo
que constituían las causas de este último, mucho menos sus antecedentes o eta-
Ahora necesito clarificar el "método" utópico que se presupone aquí y propor- pas tempranas. Sin duda, en la medida en que esas precondiciones genealógicas
cionar una interpretación teórica de las lecturas bastante peculiares e incluso per- casi siempre asumían la forma de acontecimientos históricos anteriores, el mal-
versas que he ofrecido de mis dos ejemplos. Así como me apresuro a asegurarle entendido -y la asimilación de la nueva construcción a los viejos abordajes his-
al lector que no es mi intención celebrar a Wal-Mart, mucho menos pronosti- tóricos {cronología, causalidad, narrativa, continuidad idealista)- siempre fue
car el surgimiento de algo bueno y progresivo de esta nueva y asombrosa insti- inevitable, y no podía ser mantenido a raya por la anécdota inmortal de Ray-
tución posmonopólica, del mismo modo mi discusión de Paolo Virno no debe mond Roussel de un turista que decía haber descubierto, debajo de un cristal
ser entendida como un aval a una supuesta nueva política de la multitud, ni si- en un museo provincial, "el cráneo de Voltaire de niño".

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Hasta el momento no hay un término tan útil para la construcción del fu- CAPÍTULO 17
turo como lo es el de "genealogía" para la construcción del pasado; sin duda, no
deberíamos llamarlo "futurología", mientras que "utopología'' nunca funcionará, LA GLOBALIZACIÓN COMO CUESTIÓN FILOSÓFICA
me temo. La operación misma, no obstante, consiste en un esfuerzo prodigioso
1~ 1111
de cambiar las valencias de fenómenos que hasta ahora solo existen en nuestro
propio presente; y de experimentalmente declarar positivas cosas que claramente
son negativas en nuestro propio mundo, afirmar que la distopía es en realidad

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utópica si se la examina más de cerca, aislar rasgos específicos de nuestro presente
empírico para leerlos como componentes de un sistema diferente. Esto es de he- l.
cho lo que hemos visto hacer a Virno cuando toma una enumeración de lo que
en Heidegger claramente son rasgos negativos y sumamente críticos de la socie- Parece haber cuatro posiciones disponibles sobre nuestro tópico. La primera
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dad moderna o la actualidad moderna, presentando cada uno de estos supuestos afirma la opinión de que no existe la globalización (todavía hay Estados-nación
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síntomas de degradación como ocasión de celebración y como promesa de lo que y situaciones nacionales, no hay nada nuevo bajo el sol). La segunda también
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,¡ no llama, aunque nosotros podríamos hacerlo, un futuro utópico alternativo. afirma que la globalización no es nada nuevo, que siempre ha habido globali-
11· Esta clase de hermenéutica prospectiva es una acción política en un único zación; y basta con hojear un libro como Europa y la gente sin historia, 1 de Eric
sentido específico: como contribución al redespertar de la imaginación de fu- Wolf, para comprobar que ya en el Neolítico las rutas comerciales eran globales
turos posibles y alternativos, un redespertar de esa historicidad que nuestro sis- en su alcance, habiéndose encontrado artefactos de la Polinesia depositados en
tema -ofreciéndose como el propio fin de la historia- necesariamente reprime África y vasijas asiáticas en el Nuevo Mundo.
y paraliza. Es en este sentido que la utopología revive partes de la mente hace Y supongo que deberían añadirse dos más: una que afirma la relación entre
tiempo dormidas, órganos de la imaginación política, histórica y social que la globalización y ese mercado mundial que es el horizonte último del capita-
prácticamente se han atrofiado por falta de uso, músculos de la praxis que hace lismo, para añadir que las actuales redes mundiales solo son diferentes en grado
tiempo hemos dejado de ejercitar, gestos revolucionarios que hemos perdido el y no en clase; y una cuarta afirmación (que encuentro más interesante que las
hábito de ejecutar, aun subliminalmente. Ese renacimiento de la futuridad y de otras) que postula una nueva etapa del capitalismo, la tercera o multinacional,
la postulación de futuros alternativos no es en sí un programa político ni una de la cual la globalización es un rasgo intrínseco que ahora tendemos a asociar,
!
práctica política; pero es difícil ver cómo podría nacer sin él una acción políti- sea que nos guste hacerlo o no, con esa cosa llamada posmodernidad.
'11 ca durable o efectiva. Por otro lado, por encima y más allá de todo esto, están los juicios: uno
¡,, 1' puede deplorar o celebrar la globalización, del mismo modo en que uno le da la
!!
bienvenida a las nuevas libertades de la era posmoderna y la perspectiva posmo-
derna, y en particular de las nuevas revoluciones tecnológicas; o, del otro lado,
lamenta de modo elegíaco el deceso de los esplendores de lo moderno: las glo-
rias y las posibilidades del modernismo en las artes, la desaparición de la His-
toria como elemento fundamental en el que existen los seres humanos y, cen-
tralmente, el 'fin de un campo esencialmente modernista de lucha política en el
que las grandes ideologías todavía tenían la fuerza y la autoridad que tenían las

1
Wolf. Eric, Europe and the People without History, Berkeley, University of California Press, 1982.
[Hay edición en castellano: Europa y la gente sin historia, México, Fondo de Cultura Económica, 1987].

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