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FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645)

MUERTE Y VIDA

Miré los muros de la patria mía...

Miré los muros de la patria mía,


si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo: vi que el sol bebía


los arroyos del yelo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa; vi que, amancillada,


de mi anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte;

vencida de la edad sentí mi espada.


Y no hallé cosa en qué poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

¡Cómo de entre mis manos te resbalas!

¡Cómo de entre mis manos te resbalas!


¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!
¡Qué mudos pasos traes, oh, muerte fría,
pues con callado pie todo lo igualas!

Feroz, de tierra el débil muro escalas,


en quien lozana juventud se fía;
mas ya mi corazón del postrer día
atiende el vuelo, sin mirar las alas.

¡Oh, condición mortal! ¡Oh, dura suerte!


¡Que no puedo querer vivir mañana
sin la pensión de procurar mi muerte!

Cualquier instante de la vida humana

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es nueva ejecución, con que me advierte
cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.

Poemas Amorosos

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera


sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no, de esotra parte, en la ribera,


dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,


venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido:

su cuerpo dejará, no su cuidado;


serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

Con ejemplos muestra a Flora la brevedad de la hermosura para no


malograrla

La mocedad del año, la ambiciosa,


vergüenza del jardín, el encarnado
oloroso rubí, Tiro abreviado,
también del año presunción hermosa;

la ostentación lozana de la rosa,


deidad del campo, estrella del cercado,

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el almendro, en su propia flor nevado,
que anticiparse a los calores osa,

reprehensiones so, ¡oh Flora!, mudas


de la hermosura y la soberbia humana,
que a las leyes de flor está sujeta.

Tu edad se pasará mientras lo dudas:


de ayer te habrás de arrepentir mañana,
y tarde y con dolor serás discreta.

Luis de Góngora y Argote


(1561-1627)

A una rosa

Ayer naciste y morirás mañana.


Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida,
y para no ser nada estás lozana?
Si te engañó su hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.
Cuando te corte la robusta mano,
ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.

No salgas, que te aguarda algún tirano;


dilata tu nacer para tu vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.

Soneto

Mientras por competir con tu cabello,


oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;

mientras a cada labio, por cogello.


siguen más ojos que al clavel temprano;

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y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:

goza cuello, cabello, labio y frente,


antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,

no sólo en plata o vïola troncada


se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA (1600-1681)

LA VIDA ES SUEÑO (1636)

Ay mísero de mí...!
[Soliloquio: Fragmento de La vida es sueño]

Pedro Calderón de la Barca

¡Ay mísero de mí, y ay, infelice!


(Acto I)

Apurar, cielos, pretendo,


ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber


para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?

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Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?

Nace el ave, y con las galas


que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?

Nace el bruto, y con la piel


que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando, atrevida y crüel
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?

Nace el pez, que no respira,


aborto de ovas y lamas,
y apenas, bajel de escamas,
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?

Nace el arroyo, culebra


que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad

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que le dan la majestad
del campo abierto a su huida;
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?

En llegando a esta pasión,


un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón,
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?

(Acto II)

Sueña el rey que es rey, y vive


con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe, 5
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte? 10

Sueña el rico en su riqueza,


que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza, 15
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende. 20

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Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí. 25
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son. 30

MIGUEL DE CERVANTES SAVEDRA (1547-1616)

DON EL QUIJOTE DE LA MANCHA

(Primera Parte: 1605)

(Segunda Parte: 1615)

CAPITULO I

Primera Parte (1605)

Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto


nombre a su rocín y confirmándose a sí mismo, se dio a entender
que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien
enamorarse; porque el caballero andante sin amores era
árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma.

CAPITULO XXXII

Segunda Parte (1615)

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….porque quitarle a un caballero andante su dama es quitarle los
ojos con que mira, y el sol con que se alumbra, y el sustento con
que se mantiene. Otras muchas veces lo he dicho, y ahora lo
vuelvo a decir: que el caballero andante sin dama es como
el árbol sin hojas, el edificio sin cimiento, y la sombra sin
cuerpo de quien se cause.

CAPÍTULO XII

Segunda Parte (1615)

-Nunca los cetros y coronas de los emperadores farsantes-


respondió Sancho Panza- fueron de oro puro, sino oropel o hoja
de lata.

-Así es verdad –replicó Don Quijote-, porque no fuera acertado


que los atavíos de la comedia fueran finos sino fingidos y
aparentes, como lo es la mesma comedia, con la cual quiero,
Sancho, que estés bien teniéndola en tu gracia, y por el mismo
consiguiente a los que las representan y a los que las componen,
porque todos son instrumentos de hacer un gran bien a la
república, poniéndonos un espejo a cada paso delante, donde se
veen al vivo las acciones de la vida humana, y ninguna
comparación hay que más al vivo nos represente lo que somos y
lo que habemos de ser como la comedia y los comediantes. Si no,
dime: ¿no has visto tú representar alguna comedia donde se
introducen reyes, emperadores y pontífices, caballeros, damas y
otros diversos personajes? Uno hace el rufián, el otro el
embustero, éste el mercader, aquél el soldado, otro el simple
discreto, otro el enamorado simple; y acabada toda la comedia y
desnudándose de los vestidos della, quedan todos los recitantes
iguales.

-Sí he visto – respondió Sancho.

-Pues lo mesmo –dijo don Quijote – acontece en la comedia y


trato desde mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los
pontífices, y, finalmente, todas cuantas figuras se pueden
introducir en una comedia: pero en llegando al fin, que es cuando

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se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los
diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura.

-Brava comparación –dijo Sancho- aunque no tan nueva, que yo


no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego
del ajedrez, que mientras dura el juego, cada pieza tiene su
particular oficio, y en acabándose el juego, todas se mezclan,
juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar
con la vida en la sepultura.

CAPÍTULO LVIII

Segunda Parte (1615)

-La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a


los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los
tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre: por la libertad,
así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por
el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los
hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la
abundancia que este castillo que dejamos hemos tenido; pues en
mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de
nieve, me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas
del hambre, porque no lo gozaba con la libertada que lo gozara
si fueran míos: que las obligaciones de las recompensa de los
beneficios y mercedes recibidas son ataduras que no dejan de
campear el ánimo libre. Venturoso auel a quien el cielo dio un
pessazo de pan, sin que le quede obligación de agradecerlo a
otro que al mismo cielo!

Santa Teresa: éxtasis


Punto 13 del capítulo 29 del libro de su vida:

13. Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel

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cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino
por maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin
verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el
Señor le viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro
tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se
abrasan. Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los
dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a
otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un
dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego.
Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las
entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda
abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar
aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo
dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que
Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el
cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma
y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que
miento.

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