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La Pareja del Rey Vampiro
Un Romance Paranormal
T.S. Ryder
Índice
Capítulo Uno – Adam
Capítulo Dos – Wanda
Capítulo Tres – Adam
Capítulo Cuatro – Wanda
Capítulo Cinco – Adam
Capítulo Seis – Wanda
Capítulo Siete – Adam
Capítulo Ocho – Wanda
Capítulo Nueve – Adam
Capítulo Diez – Wanda
Capítulo Once – Adam
Capítulo Doce – Wanda
Sobre T.S. Ryder
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Capítulo Uno – Adam
Cada célula de su cuerpo parecía paralizada. Estaba tan cómoda allí que
parecía que nunca se iría. Pero, ¿y si Adam ya se había aburrido de ella? Ella
nunca había besado a nadie. ¿Qué tal si él decidía que sus labios no tenían
nada de especial, qué ella no tenía nada de especial, y que no la quería más?
Ella no podía regresar. No con la gente que la había vendido por
cocaína. ¿Lena le había dicho que había encontrado a sus padres? ¿Acaso él
quería que ella le diera respuestas sobre ellos? ¿Y qué quería Jonas con ella?
Él siempre le había dicho que no valía los problemas que causaba. Si ella
volvía, él la mataría. Él le había dejado en claro que no tenía ningún reparo
en ello. Se le revolvió el estómago.
Adam le apartó el cabello de la cara y corrió sus dedos por su cuello.
Cuando llegó a su clavícula, ella deseaba un poco, y otro poco temía que él
bajara su escote revelando las cicatrices que Jonas le había dejado. Ella se
mordió el labio, temblando. Él retiró la mano.
—Te dije que eras libre de marcharte cuando quisieras —dijo él; su voz
era suave en comparación a lo esperado en un hombre tan enorme—. Eso
también significa que puedes quedarte por el tiempo que quieras. No voy a
obligarte a hacer nada que no quieras, Wanda. Pero . . .
—No debería haber un pero —lo interrumpió ella, sacudiendo su
cabeza.
—Pero —continuó firmemente— me gustaría que me dijeras por qué
estás tan asustada de él. Jonas nunca te tendrá de nuevo. Y tus padres . . .
—No tengo padres.
Adam abrió su boca para hablar, pero antes de que pudiera continuar,
sonó su celular. Wanda suspiró aliviada. Sí, las cosas estaban progresando
entre ellos, pero ella aún no estaba lista para compartir esa parte de su pasado.
Quizás estaba siendo ridícula, pero si la gente que supuestamente la amaba
podía abandonarla . . . él podría hacerlo también, y ella no iba a revelarle su
pasado hasta que no estuviera segura de que eso no pasaría.
—Es mi madre —protestó el rey—. Necesita que firme algo. Siéntete
libre de tomar cualquier libro que quieras—.
Wanda asintió tiesa. Adam dudó, luego se acercó. Como siempre, él
mantenía un pequeño espacio entre los dos para que ella se acercara. ¿Cómo
sabía hacer eso? Ella no lo sabía. Después de que él se fue, ella se sumergió
en una silla y se tapó la cara con las manos. Tenía que decirle – quería
decirle. Sobre sus padres, y todo lo que sabía que Jonas estaba haciendo.
Sólo que no sabía cómo.
***
Más tarde ese día, Wanda se estiraba en su cama vistiendo nada más
que una sonrisa mientras consumía con entusiasmo una nueva historia. Estaba
tan absorbida en la historia que no fue hasta que Adam dijo su nombre
cuando se dio cuenta que él estaba afuera, tocando la puerta. Wanda dejó el
libro y rápidamente se puso una bata antes de atenderlo.
—Te perdiste la cena —dijo Adam, sosteniendo un plato de comida—.
¿Estás enojada conmigo?
Las mejillas de Wanda se ruborizaron.
—No. Empecé a leer después de tomar una ducha y . . . bueno, me
distraje.
—Bueno. O quizás no es bueno. Tal vez te enojes conmigo pronto.
Necesitamos hablar. —Su mirada la recorrió de arriba abajo y frunció el ceño
—. Quizás debas vestirte primero.
Wanda creía saber sobre qué quería hablar y negó con su cabeza. Si ella
necesitaba un escape, decirle que debía vestirse sería una buena excusa. Lo
que no esperaba era que Adam entrara en su habitación cerrando la puerta
detrás de él.
Wanda se cruzó de brazos, entrecerrando los ojos mientras lo miraba.
—Estás siendo muy grosero.
—Necesito saber qué hizo Jonas para que le temieras tanto. Y qué
hicieron tus padres. Madre me ha dicho que parecía que ibas a desmayarte
cuando te dijo que los encontró. Necesitas decirme la verdad, Wanda. No te
abandonaron en la calle cuando eras una niña, ¿verdad?
—No es asunto tuyo.
—Quizás no, pero esta cosa con Jonas sí lo es. Wanda, si te hizo
algo . . .
Ella no podía hablar de esto, no en ese momento. Desesperada por
hacer que dejara de preguntarle al respecto, ella tiró sus brazos sobre él,
rodeando su cuello y lo besó. Adam la siguió, y Wanda mantenía su ventaja.
Ella hizo contacto corporal total con él, empujando su lengua en su boca.
Adam la apretaba con fuerza, también besándola. Él la levantó y la cargó
rápidamente a la cama. Cuando él la sentó, Wanda echó mano al nudo de la
bata.
Adam la tomó de la muñeca, deteniéndola. Él sacudió la cabeza, con
los ojos brillando.
—No nací ayer, querida. Sé cuando alguien está tratando de cambiar de
tema. ¿Por qué no te vistes?
Ella frunció el ceño.
—Si no puedes manejar que esté desnuda, entonces vete.
El vampiro se encogió de hombros. La levantó de nuevo, arropándola
con un brazo, y tiró las sábanas. Se metió con ella y Wanda sonrió. Tal vez su
plan funcionaba después de todo. Pero no la besó de nuevo, sólo puso sus
brazos alrededor de ella y la acercó para que su cabeza quedara en el pecho
de él. Su piel era fresca, pero no fría, y el suave golpe de un latido venía del
interior.
—¿Tienes latidos?
—Sí. Todos los vampiros los tienen. Bueno, al menos este tipo de
vampiro. Hay diferentes tipos . . . como los perros. Yo sería un San Bernardo,
pero hay pitbulls, de Pomerania, perros del infierno . . . todo tipo.
Quizás esta fuera su distracción . . .
—¿Cuántos tipos?
—Muchos. —Se quedó callado por un momento—. Yo nací humano.
Mi padre . . . Mi padre era un hombre malvado que quería lastimar a mi
madre. Cuando yo tenía quince, lo maté. Pero ella lo amaba, y no creo que
ella realmente me haya perdonado por eso.
Wanda escuchaba su respiración estable, aguantando la suya propia.
Ella sabía que a Adam le gustaba mantener las cosas en privado, y el corazón
de ella latía fuerte. Si él le estaba confiando esto . . . ¿era su manera de decir
que ella podía confiarle a él su propio pasado turbio?
—Un vampiro me convirtió a mí, a Christopher y a Madre al mismo
tiempo para pelear su guerra contra el ejército de las cruzadas por él.
Yo . . . yo era su mejor guerrero. No puedo acordarme de cuánta gente maté
en esa primera guerra, y luego, después de la siguiente, dije basta y lo
maté . . . Siempre había otra guerra. Siempre más sangre que derramar.
Christopher . . . él nunca fue un soldado. Él tenía una esposa, hijos. Vivió
más que todos ellos, y sus nietos, y sus bisnietos, hasta que no quisieron saber
más nada de él. ¿Y Madre? Cuando me mira, todo lo que ve son las vidas que
he tomado.
—Pero era en la guerra, no tenías otra opción.
—Quizás. O quizás era la cosa más fácil de hacer. Han dicho que yo
hice un pacto con el diablo, sabes. A veces pienso que debo de haberlo hecho.
Wanda se estremeció.
Adam acarició su cabello con suavidad.
—Me he olvidado de lo que es ser humano. Me he olvidado lo que es
ser suave. Necesito alguien que no me tema para ponerme en mi lugar, aún si
le asusta. Necesito alguien que pueda evitar que yo me convierta en el diablo.
Su voz estaba cargada de emoción, y Wanda se estremeció de nuevo. Él
estaba desnudando su alma ante ella, pero ella no sabía si podría hacer lo
mismo. Había pasado tanto tiempo luchando ante cualquier sentimiento o
recuerdo que la debilitara. Ella puso su cara en su pecho.
—La primera vez que me escapé tenía cinco años —soltó ella—. Viví
en las calles por tres meses antes de que la policía me encontrara y me llevara
a mi casa. Mis padres inventaron una historia de que yo estaba quedándome
con mi abuela, pero ellos no se habían dado cuenta de que yo no estaba.
Las manos de él eran suaves mientras le acariciaban la espalda,
alentándola a seguir.
—La siguiente vez fue cuando tenía once. Mi madre se dio cuenta
cuando no limpié la casa. Luego, cuando tenía dieciséis, me escapé de nuevo.
Esa vez me encontró Jonas. Él me regresó a mis padres, y ellos estaban
drogados fuera de sí. Él les prometió un suministro regular de drogas a
cambio de quedarse conmigo. Ellos aceptaron. Me escapé de él una vez para
regresar con mis padres. Ellos me enviaron de regreso.
Los brazos de Adam temblaron. Ella esperaba que él dijera algo, pero
él permanecía callado. Mordiendo su labio, Wanda levantó la vista. La
profunda repulsión en su rostro hizo que ella se echara atrás, alejándose de él.
—¿Adam?
—Tengo que irme —dijo bruscamente—. Tengo . . . tengo que irme.
Prácticamente se escapó. Wanda quedó en la habitación, sola, con el
horrible sentimiento de vacío apoderándose de ella. Ahora que él lo sabía, no
la quería. Nadie la quería.
Ella colapsó en las almohadas y se echó a llorar.
Capítulo Siete – Adam
Varias semanas después de que Jonas fuera derrotado de una vez y para
siempre, Wanda estaba afuera, batallando entusiasmadamente con un
ejemplar de Harry Potter, cuando un coche se detuvo frente al palacio.
Christopher y Melissa salieron del mismo. Wanda se enderezó, boquiabierta.
No había ni rastro del hermano del rey desde aquel día. Él se veía mejor
descansado que cuando los había visto entonces, pero tenía un rostro serio.
Melissa aferrada a su mano mientras se dirigían hacia adentro.
Wanda se paró de un salto. Adam había sido terriblemente herido por
las acciones de Christopher, y ahora estaba de regreso. ¿Qué quería? ¿Acaso
pensaba que podía salirse de esta impunemente? Con los labios fruncidos y
las manos apretadas, entró detrás de ellos. Christopher caminaba rápido, y a
Wanda le faltaba el aliento cuando los alcanzó – justo frente a la oficina de
Adam.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Wanda murmuró al mismo tiempo
que un llanto de felicidad provenía de la oficina.
Entraron al estudio y Lena se abalanzó hacia Christopher. Lo abrazó
fuertemente. Wanda los eludió y se paró junto a Adam. El rey estaba
completamente paralizado, en su rostro se mezclaban ira y dolor. Él le tendió
la mano a Wanda y ella la tomó, apretando suavemente.
Ella le frunció el ceño a Christopher. ¿No había hecho suficiente? ¿Por
qué volver para poner a Adam en esta posición?
—Adam —dijo tieso Christopher. Él paso al lado de su madre, soltando
la mano de Melissa—. Sé que lo que hice fue . . . estoy aquí para entregarme.
Aceptaré cualquier sentencia que me dictes. Pero quiero que sepas que lo
haría de nuevo. Amo a Melissa, y tenía que salvarla sin importar las
consecuencias. Lamento haber puesto a Wanda en peligro, pero . . .
Adam levantó su mano, silenciando a su hermano. Se paró despacio,
aún tomado de la mano de Wanda. Ella la apretó de nuevo, pero no tenía idea
de que iría a hacer él.
—Adam, él es tu hermano —dijo Lena—. Tu hermano.
Adam no le respondió. Rodeó el escritorio, soltando la mano de ella
sólo cuando no podían estirar más sus brazos. La tensión se sentía en el aire
mientras se aproximaba a su hermano. Christopher temblaba, pero se
mantenía derecho y alto. Tragó saliva y asintió, claramente esperando a que
Adam le hiciera algo horrible.
El rey puso las manos en los hombros de su hermano.
—Christopher, estaba tan preocupado por ti.
Tiró de él para abrazarlo. Christopher abrió grandes los ojos, con cara
de asombro. Adam se aferraba a él como si nunca fuera a soltarlo. Lena
sonreía. Wanda fruncía el ceño, pero después de un momento, asintió. Tal
vez Christopher lo había traicionado y sería castigado por ello, pero Adam
aún amaba a su hermano. El dolor ya había sido suficiente. Era tiempo de
comenzar a sanar.
—Podías haberme dicho —le dijo él—. Te hubiera dado el dinero.
Christopher sollozó, con los ojos brillando con lágrimas.
—No creía que te importara.
Adam se estremeció ante eso.
—Y ese fue mi error. Nunca debí haber sido tan frío como para que tú
pensaras eso. Voy a tener que procesarte, lo sabes. Pero bajo las
circunstancias, creo que el juez será compasivo. —Soltó a su hermano y le
sonrió a Melissa—. ¿Y cuánto tiempo tiene que pasar antes de que tenga una
sobrina o un
sobrino?
Era una pregunta un poco entrometida, pensó Wanda, pero Melissa
respondió con una pequeña sonrisa.
—Seis meses.
Lena aplaudió.
—¡Voy a ser abuela! Oh, esto es tan emocionante. Tenemos que
celebrarlo ahora. Vamos. —Se enganchó a Melissa por el brazo—. Tienes
que contarme todo sobre ti. Acompáñanos, Christopher. Tenemos mucho de
qué hablar.
Wanda reprimió un resoplido. Los siguió hacia la puerta, pero Adam
había regresado a su escritorio. Lo miró inundada por un sentimiento de
calor, y trancó la puerta. Adam se dio cuenta y la miró con una media sonrisa
en su rostro.
—Tiene suerte de tener un hermano como tú —dijo ella—. Alguien
cálido y sensible.
Adam resopló.
—¿Yo, sensible?
—Sí. —Wanda se dirigió hacia el escritorio y se sentó sobre él. Ella
apoyó sus pies sobre los muslos de Adam—. Lo eres. ¿Y sabes qué? Verte
ser tan sensible . . . realmente me excita.
Los ojos de Adam se oscurecieron mientras su sonrisa se agrandaba.
Puso sus manos debajo de las piernas de ella.
—Oh, ¿en serio?
—Mmmm. En serio.
Él deslizó una mano debajo de su falda, con sus dedos largos
recorriendo sus muslos gentilmente. Se inclinó hacia adelante, besándola
entre sus senos, y envolviendo su mano alrededor de su muslo. Wanda se
permitió cerrar los ojos y gimió suavemente. La boca de Adam se levantó
hasta su boca, y Wanda le pasó los brazos alrededor del cuello.
Él arrastró una mano sobre el escritorio, tirando todo lo que había. Sus
intenciones eran obvias, y Wanda se rio alegremente junto con él. Levantó
sus caderas para que él pudiera retirar su ropa interior, todo con una sonrisa
enorme. Ella nunca había sido tan feliz en su vida.
Habían estado durmiendo en la misma cama, desnudos, desde que la
salvó de Jonas, y las cosas habían subido de temperatura bastante. Pero no
habían llegado hasta el final. Ahora, sin embargo, Wanda no se reprimía
nada. Ella echó mano al cinturón de Adam al mismo tiempo que le sacaba el
pantalón, mientras él le abría la camisa a ella, empujando su sostén fuera de
su camino.
Mientras él tomaba un pezón y luego el otro en su boca, Wanda gemía.
Ella abrazó su cadera con sus rodillas y dejó escapar una risa jadeando.
—Me encanta esto —dijo ella, buscándolo con su mano. Él gimió
mientras ella comenzaba a moverse, usando los trucos aprendidos en las
últimas semanas—. Me encanta tu boca en mi piel y me encanta saber lo que
te gusta.
Una de las manos de él jaló su ropa interior; ella pausó sus
movimientos para ayudarlo a sacársela, luego retomó su trabajo.
—Y me encanta cuando tú te estremeces y arqueas tu espalda cuando
hago esto.
Él trazó un círculo con su pulgar, provocando que ella hiciera lo que él
predijo. Ella movió los ojos rápidamente mientras seguía dándole placer a él,
gimiendo mientras los movimientos de él se estrechaban más. Nudos
calientes y apretados la llenaban, enviándole temblores por todo el cuerpo.
Un gruñido bajo vibraba de la garganta de Adam; estaban ambos tan cerca.
Él le sonrió y levantó una ceja.
—Quieres que yo . . .
—Sí —Ella se rio alegremente—. Sí, te deseo.
Él le dio un ardiente beso en la boca y comenzó a entrar en ella
despacio. Oleadas de placer la recorrieron, su boca abriéndose en un jadeo
silencioso. Había una leve sensación de incomodidad de ser estirada
demasiado, pero se sentía tan bien que no quería que parara. Adam comenzó
a moverse, tan suavemente al principio, pero pronto aumentó la velocidad.
La cabeza de Wanda echada hacia atrás. Ella gritaba cada vez que se
juntaban, sus manos aferrándose a las de él, sus piernas alrededor de sus
caderas, empujándolo más profundo. Adam sonrió, besando sus labios
delicadamente. Los nudos se apretaron aún más, fuego recorría su cuerpo.
Los movimientos de Adam fueron más duros, más rápidos, y ella gritaba
mientras que los nudos explotaban, enviando oleada tras oleada tras oleada,
recorriéndola entera. Adam gruño al unísono con sus movimientos, antes de
colapsar sobre ella.
Ella paseó con sus dedos por el sudor del cuerpo de él, y un suspiro de
placer se escapó de su garganta.
—Wow. Eso fue mejor de lo que esperaba.
—¿Mejor? Bien. —Adam se apoyó en sus codos para verla—. Pero
puede ser aun mejor que eso.
Wanda gimió de sólo pensarlo, apretándose contra él.
—¿De verdad? Bueno, quizás podamos quedarnos en este nivel por un
tiempo. Continúa dándome algo a lo que aspirar.
Adam se rio.
—Oh, ¿en serio?
—En serio.
Su mirada era cálida, como si fuera calcada del rostro de ella. Él la besó
de nuevo.
—Te amo, lo sabes —le susurró.
—Lo sé. —Ella le pasó los dedos por el cabello—. Te amo también.
*****
FIN
¡Gracias por leer! Espero que hayas disfrutado del libro tanto como a mí me
gustó escribirlo. Por favor considera dejarme una opinión honesta en
Amazon. ¡Significaría mucho para mí!
T.S. Ryder
Sobre T.S. Ryder
Así que relájate, ponte cómoda, sírvete una taza de chocolate caliente o té,
apriétate la faja y prepárate para la calentura. ¡Espero que disfrutes!
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