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PRESENCIAS DE DIOS

Con ocasión del Corpus Christi, he tratado en el último post de la Eucaristía como Cuerpo de Cristo,
vinculado a su historia (Cena del Señor), presente como don mesiánico y como reto en la vida de
los cristianos. En ese contexto he insistido los tres elementos de la “cena”: Recuerdo, Eucaristía,
Anámnesis o invocación del Espíritu Santo.

Como todos los años, algunos lectores e interlocutores personales me han preguntado por el
sentido de la Presencia Real (e incluso de la trans-substanciación), temas que yo en principio no
quería haber tratado de un modo directo. Pero puesto a ello he pensado que puedo aportar algo en este
campo, poniendo de relieve el sentido de la “presencia real”.

Quizá no hay tema más urgente en teología y en vida social que la presencia, es decir, la forma de
“estar siendo” unos en otros, haciéndonos ser. Como la Presencia que es Dios (como amado en el
amante, uno en otro residía…), como la Presencia que es Cristo (yo estoy con vosotros…), como la
presencia que hemos de ser unos hombres en otros, partiendo en cristiano del dicho de Jesús (fui exilado
y no me acogisteis, estuve hambriento y no me alimentasteis).

Así quiero tratar en cuatro o cinco días de las formas de presencia de Dios, partiendo del modelo
de la Eucaristía, que estará en el fondo de todas. Empiezo con una presentación general, sobre las
“presencias de Dios”.

Dios, un puente, una presencia

Los modos de revelación de Dios se identifican con sus modos de presencia, como iremos evocando de
manera muy sencilla, partiendo de una división tradicional, que recuerda Teresa de Jesús, cuando afirma
que Dios está presente en el mundo "por esencia, presencia y poten¬cia" (cf. Moradas V, 1, 10). Ella
estaba angustiado porque algunos teólogos le hablaban “estrechamente” de las presencia de Dios,
diciéndole que sólo “estaba” en los justos (por gracia). Ella protesto, diciendo (y diciendo bien) que todo lo
que existe es presencia de Dios, que se manifiesta especialmente en el diálogo de los hombres con Dios.

Dios y el Hombres se encuentran y dialogan, volviéndose Presencia compartida. Dios se revela en


el mundo: signos de su revelación son las diversas realidades, como sabe las religio¬nes. Para nosotros,
los cristianos, ese mensaje de Dios se identifica con Jesús, su propio Ser hecho Presencia, Logos
personal. Por medio de Jesús, Dios y humano verdadero, se vinculan lo que Dios dice a los humanos
(haciendo presente su misterio) y aquello que los humanos dicen a Dios (al responderle en el Cristo):

 El Emisor primero es Dios, existen¬cia original. Siendo en sí, Dios se revela, sale de su ocultamiento y
de esa forma se expresa y mani¬fies¬ta. No retiene el ser: teniéndolo lo ofrece de manera que otros
puedan igualmente compartirlo, viniendo a ser de así sus amigos, compañeros. De ese modo es persona:
siendo dueño de sí puede darse, diciéndose a sí mismo en forma humana. Porque es perfecto en sí, se da
perfectamente la Presencia divina (Trinidad) y la comunicación humana se vinculan y unifican en el Cristo

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El ser humano es "oyente de la palabra", receptor de la revelación Dios ha creado el mundo porque
quiere revelar su Presencia a los humanos. Como destinatarios de este despliegue personal de Dios
hemos surgido, no como "pastores del Ser" (cf. M. Heidegger), sino como Amigos de Dios.

Revelación es donación y presencia personal: Ser que existe haciéndose Presente, manifestándose a sí
mismo. No dice cosas, no cuenta historias, se dice a sí mismo, despliega su historia de amor trinitario,
haciéndose comunicación de vida entre los humanos. Dios existe en sí, como Absoluto, en donación
comunitaria (dando y compartiendo su ser, en Trinidad) y desde esa donación interna se revela de modo
personal, en proceso de patencia y ocultamiento.

– Patencia: Alumbra Dios y las cosas son, se vuelven claras.


– Ocultamiento: Ilumina con su rostro lo que existe siendo en sí tiniebla.

El sentido de la revelación se identifica con mismo ser de los humanos. Siendo en sí, Dios se hace
Presencia para ellos. Desarrollando su propio ser, el humano vive en la Presencia de Dios, como viviente
peculiar que, hallándose en el mundo, ¬entre el conjunto de las cosas, puede escuchar y responder al Dios
que le dirige su Palabra. El humano vive en la presencia de Dios y Dios se le muestra por esencia,
conocimiento y potencia.

2. Dios está presente por esencia.

Esencia, revelación. La misma esencia de las cosas consiste en ser revelación (presencia de Dios), como
muestran las diversas religiones y las grandes filosofías. En esta línea suele decirse, utilizando un lenguaje
más platónico, que está presente por participación: Dios es Existe en sí, los entes son (existen) porque
reciben ser de Dios, comparten de algún modo su existencia, como amplia¬ción del mismo ser divino. A
partir de aquí, podemos esbozar una sencilla división que servirá de esquema a lo que sigue:

Dios es en sí y no se encuentra limitado ni a lo externo por la nada ni a lo interno por ninguna otra
posible realidad con la que deba compartir su esencia.
Los entes (las cosas creadas) existen en Dios y expresan su existencia en múltiples esencias, que
brotan de la más honda unidad divina, dentro del gran todo del cosmos, a lo largo de la historia.

Dios se encuentra así presente en cada una de las cosas por esencia: su misma esencia ha de entenderse
como un modo de presencia de Dios. Ellas surgen porque Dios ha decidido estar presente fuera de sí
mismo.

Dios ha querido revelarse fuera de sí mismo. Su Existencia se vuelve así Presencia para los restantes
seres (los humanos), que son una expansión de Dios, señal de su presencia.
El mundo es espacio donde Dios se manifiesta, suscitando múltiples esencias que son como "cuerpo
finito de Dios", mani¬festación multiesencial y limitada de su Existencia trans¬cendente.
 Sólo el humano sabe (o puede saber) dentro del mundo que es "cuerpo de Dios", pues Dios se le revela
de un modo personal, compartiendo con él un mismo camino de amor, que culmina en la Presencia del
Espíritu, meta del camino de la vida. Acogiendo la Presencia de Dios, el humano conoce su propia realidad
como persona y puede dialogar con Dios y realizarse humanamente.

3. Dios está presente por conocimiento.

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Sabemos que Dios es más que idea, pero debemos añadir que su Él se hace presente en un camino de
conocimiento. El humano es el viviente que acoge la Verdad (= Presencia de Dios en cuanto conocimiento)
y la cultiva humanamente. Así lo indicaremos, distinguiendo y vinculando tres palabras fundantes de la
tradición occidental: alethei¬a, e¬muna y veritas.

1. En griego, verdad se dice aletheia.

Verdad-Aletheia es desvelamiento del Ser (de Dios), que rompe el velo del engaño y olvido, para
desplegarse en desnudez fundamental, en todo su misterio. Dos son sus aspectos o momentos
principales:

Dios es voluntad y poder de manifestación: no se oculta primero y luego viene a desvelarse de manera
caprichosa; no se esconde para burlar a los humanos, ofreciéndoles un rostro que varía según las
circunstan¬cias, de manera que ellos nunca pueden conocerle plenamente; no es esfinge indescifrable
que jamás conoceremos porque nunca desvela total¬men¬te su misterio. En contra de eso, Dios es
verdad manifes¬tad¬a: descorre el velo de su rostro y nos deja penetrar en el misterio de su vida (cf. 2 Cor
3, 12-18).

El humano aparece en muchos mitos como viviente superior que puede desvelar enigmas, penetrando
de esa forma en el misteri¬o de las cosas. Pues bien, el ser humano puede conocer el gran Misterio no por
ser más hábil, sino porque Dios mismo ha querido desvelarlo¬. El conoci¬miento ofrece a este nivel un
signo religioso: no es dominio técnico del mundo, ni pensamiento caprichoso que inventamos según las
convenien¬cias, sino aletheia: desvelamien¬to más profundo del misterio de Dios en nuestra vida.

Ciertamente, ¬en un nivel de ciencia conocemos solamente aquello que nosotros mismos vamos
construyendo con la mente. Pero, en el nivel más alto, conocemos a Dios porque Él mismo hace presente
su Verdad en nuestra vida: su presencia es verdadera, porque Él mismo ha querido desnudarse en amor y
claridad ante nosotros, en actitud fontal de gracia.

2. En hebreo verdad es "emuna" o fidelidad.

Verdadero es lo firme, aquel que ofrece garantía y da confianza, tanto en plano activo como receptivo.
Pues bien, Dios nos ofrece la máxima confianza; por eso nos sentimos seguros en su presencia. La
verdad ha de enten¬derse así en clave personal: es fidelidad de Dios que asiste a los humanos a lo largo
del camino; es fidelidad de los humanos que se fían de su gracia de Dios, viviendo su presencia. Por eso,
ella es siempre dialoga¬da:

La Verdad es Presencia fiel de Dios, que ofrece su palabra y la mantiene por encima de las dificultades
y rechazos del humano. Dios es Verdadero, pues se afirma como Roca firme en la que pueden asentarse
los creyen¬tes. No es una ilusión de ensueño, un espejismo que nos deja vacíos cuando le queremos
tocar con nuestras manos. No es mentira que va y viene, que se dice primero sin firmeza y después se
niega o se retira, cuando llega el tiempo malo. La Verdad de Dios es Fidelidad, Presencia amistosa para
siempre.

La Verdad ha de expresarse como Presencia fiel de los humanos, confianza entre personas. Sólo ellas,
las personas, pueden ser en ese plano verdaderas. Así lo certifica la Biblia Hebrea cuando dice que el
conocimiento más perfecto surge a nivel de relación interhumana, allí donde el varón y la mujer se
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encuentran y conocen como tales, en amor enamorado. Pues bien, Dios y el humano se vinculan en un
tipo de Verdad de matrimonio, en Presencia de alianza, como sabe la tradición profética (Os, Jer, Is). Este
es el Dios que se preocupa de los pobres, los perdidos y pequeños de su pueblo, siendo fiel, portador de
emuna.

Sólo conoce quien ama, haciéndose presente. Dios conoce en verdad: se fía de los humanos, siendo
Presencia para ellos. El humano conoce en vcerdad cuando, apoyado en la promesa de Dios, acoge su
presencia y se acerca en amor a los hermanos. En este plano, la Presencia de Dios está ligada al
despliegue de su propia Verdad como confianza creadora, susci¬tando para los humanos un camino fiable
de existencia compartida.

3. En latín verdad es "veritas": es la justicia en las relaciones interhumana.

Para convivir sobre la tierra, los humanos tienen que aceptar la ley y respetarse mutuamen¬te. De esa
forma, la relación personal se vuelve signo de un misterio transcendente pues Dios sanciona la verdad y
justicia entre los humanos.
El mismo Dios que manifiesta su verdad (aletheia), que nos protege y da confianza, dialo¬gando con
nosotros (emuna), ratifica con su propia justicia la verdad interhumana, como sabía la tradición profética de
Israel al referirse al juicio. Ciertamente, la Presencia de Dios es más que una Verdad de puro juicio, en
plano de talión o deber intramundano: antes que "justicia" judicial, Dios es misterio de amor, encuentro de
personas. Pero, dicho eso, debemos añadir que su Verdad/Presencia se expresa en la justicia humana.

La Verdad de Dios se vuelve así principio de comunicación: Dios se hace Presencia por Jesús a fin de que
nosotros nos hagamos presencia personal, los unos con los otros

4. Dios está presente por potencia

La experiencia religiosa primordial nos lleva a recibir con reverencia ese Poder, reconociendo su misterio y
dejando de esa forma que Dios se manifieste y fundamente nuestra vida.

Ciertamente, Dios es más que pura acción material. Pero, dicho eso, debemos añadir que Él se despliega
o manifiesta en clave religiosa como Fuerza creadora en plano de energía, poder liberador, potencia
creadora.
Lo divino suele presentarse en general como numinoso: energía o fuerza transcendente que desborda lo
que somos (lo que hacemos o pensamos) para fundarnos en el fuerte Poder de su presencia.

1. Está presente por energía.

Así le han entendido las antiguas religiones de la naturaleza cuando, abriéndose hacia el mundo, han
descubierto a Dios en los poderes que actúan de manera superior y sorprendente en nuestra vida. Había
entonces múltiples poderes de misterio: ¬de la vida y la muerte, salud y enfermedad, lluvia y sequía, viento
y tormenta... El humano vivía al interior de esos poderes. En medio de ellos debía realizarse¬, en camino
de búsqueda difícil, donde que pueden distinguirse dos respuestas principales:

La magia ha querido apoderarse de las fuerzas sagradas para controlarlas en provecho propio. Muchos
piensan que al principio, la experiencia religiosa no sería más que magia: un modo especial de controlar

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los poderes cósmicos, para servicio propio. Pienso, en contra de eso, que religión era (y es) más que
magia.

La religión no quiere utilizar el Poder sagrado de Dios, sino acogerlo en gesto reverente. En ella, Dios se
expresa como energía primigenia deamor; cuando Él actúa acogemos reverentes su presencia.

Dios es Poder originario que sustenta nuestra vida y así la Biblia le define como Aquel el que actúa. Cf. G.
E. Wright, El que actúa. Teología bíblica como narración, FAX, Madrid 1974. Más allá de los restantes
poderes que se expresan en cielo y tierra (ángeles, demonios), el humano religioso acoge el Poder de la
transcendencia, dialogando con lo divino. Esa experiencia de gratuidad ante el misterio, que acogemos en
adoración y alabanza, puede hallarse mezclada con motivos de egoísmo y magia. Pero en su fondo hay,
sin duda, una experiencia religiosa. No es la magia la que logra humanizar al humano, sino la Acción más
alta del poder divino. Como viviente interpelado, enriquecido y transformado por el flujo de Energía de Dios
ha surgido y se mantiene el ser humano.

2. Está presente como poder de libertad interna.

Las religiones de la interioridad (hinduismo, budismo, espiritualismo griego etc) tienden a considerar la
realidad del mundo como mala o por lo menos como negativa: es apariencia o cárcel donde estamos
amarrados al giro de los tiempos que van–vienen, a la esclavitud de la materia y deseos del mundo que
pretenden mantenernos para siempre sometidos; el poder de Dios no puede revelarse ya en los signos de
la naturaleza. Dios es Poder de libertad interna. Ofrece diversos rostros, y nombres diferentes, pero es
siempre plenitud de realidad y vida "espiritual" para los humanos
Sobre un mundo perdido (condenado al eterno retorno de la vida y de la muerte) el verdadero Dios se
muestra como fuerza interior de redención: Espíritu que puede liberarnos de la esclavitud cósmica para
conducirnos nuevamente o levantarnos hasta el plano de su propia transcendencia. Desde ese fondo, lo
divino (en el budismo lo nirvana) debe interpretarse como antipoder: es lo contrario del poder del cosmos.

Más allá de los poderes naturales. Para los creyentes de las religiones de la interioridad aquellos poderes
¬negativos. Por eso, la experiencia religiosa nos lleva a superarlos. –Sometido externamente al mundo, el
humano lleva dentro de sí mismo un Poder de libertad más alto. La religión es el cultivo interior y
consecuente de ese Poder

Más allá de los poderes de este mundo, que acaban encerrando al humano en su rueda de fortuna ciega,
está el poder de libertad interna (o libertad divina) como principio de realización para los humanos. La
religión se define, por tanto, como experiencia y cultivo de ese Poder supracósmico: es religioso aquel
humano que quiere superar el riesgo y apariencia, la muerte y destrucción del mundo en un camino de
iluminación (transformación) interna. – Dios es presencia personal: comunicación del Padre con el Hijo en
el Espíritu, fuente de comunicación para los humanos.

3. Dios, Poder de liberación histórica.

Las religiones proféticas, derivadas de la experiencia israeli¬ta, han descubierto a Dios como el Poder de
creación que se explicita (actúa) en el camino de la historia. Por eso, ellas no buscan en primer lugar una
vivencia interior de libertad para liberarse (evadirse) de este mundo cautivante y malo en que el humano

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se encuentra sometido, sino que quieren transformar el mundo, en una historia abierta al futuro
escatológico.

En esta perspectiva, el ser humano es capaz de realizarse en un camino de creatividad histórica; por su
parte, Dios actua potenciando creadoramente a los humanos. Acción de Dios y acción humana vienen a
implicarse de una forma intensa y misteriosa, tal como lo muestran de manera convergentes las grandes
religiones proféticas (judaísmo, islam), que a nuestro juicio han venido a culminar en el cristianismo.

La Presencia de Dios se vuelve fuente de comunicación gratuita. Esta es la mística cristiana, esta la
sorpresa del misterio: que los seres existen al comunicarse unos a otros; que la vida sea donación y
gratuidad, presencia mutua, resurrección compartida en el Cristo. Así, al final de nuestro itinerario
descubrimos que Dios estaba aquí desde el principio, como Presencia dialogal, como amigo que colabora
con nosotros.

2.- Eucaristía, Corpus Christi: Diez formas de presencia de Cristo


Sigo tratando de la Eucaristía como “presencia” de Cristo, es decir como

actualidad” (revelación) del misterio de Dios, que no sólo "es" sino que "está". Ese estar de Dios en Cristo,
como pan y comunidad, como palabra y celebración, como exigencia y promesa de vida es el centro del
"misterio" cristiano.

-- Dios es el que está ahí, está dentro, está con, está entre (es el Presente, con pasado y futuro). Siempre
que decimos "Dios", él responde ¡Presente! en forma de vida que impulsa, de compromiso por el hombre.

-- Cristo es para los cristianos la presencia especial e intensa de Dios… como Palabra y como fuente de
vida. Por eso, su palabra esencial acaba siendo "yo soy", es decir, yo estoy con vosotros, en el mar de la
tormenta (Mc 4-6), en el miedo, en el hambre... Yo soy, yo estoy: Soy pan y vino, soy amor vuestro, soy
compañía.

-- Si el Cristo de Dios es Presencia, presencia hemos de ser unos par los otros; presencia activa de buen
pan, de vino de promesa, de cuerpo humano compartido (corporalidad del amor y del pan, del respeto y de
la con-vivencia)... Si Cristo es Eucaristía centrada en el "esto es mi cuerpo...", Eucaristía hemos de ser
unos con y para los otros, en la Iglesia que es Eucaristía.

Tras unas notas introductorias, quiero destacar diez signos de presencia de Cristo…. Quien tenga menos
tiempo pase a ellas directamente (al fin del post). Seguirá el tema mañana.

He querido dejar como signo la presencia eucarística del Cristo-Expuesto (y es-puesto) como pan, ante
dos jóvenes que se adivinan al fondo (él de blanco, ella de oscuro) como presencia mutua, eucaristia.
Bueno Domingo del Corpus, del Cuerpo presente de Cristo

1. Introducción. Presencia, una pregunta:

Me escribió hace un tiempo Mario Cervera, de Roma, preguntándome sobre la Presencia:

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«Tengo una duda que no me responden los profesores en la Universidad, ni hermanos por aquí.
Es sobre el tema de la Presencia de Dios.

Por un lado en la misma Creación está presente Dios,


también en cada uno (en el corazón), también en la Iglesia;
y en la eucaristía; y cuando dos o más se reúnen en su nombre,
y cuando se recibe el espíritu en el bautismo, la confirmación o una consagración sacerdotal… Por otro
lado está (sobre todo) en el pobre (a mí me lo hicisteis).
Estaba con el pueblo en el Primer Testamento, con los apóstoles,
ahora… en su Iglesia, pero no sólo…

Me dicen en clase que son formas diferentes de "estar", a lo que yo he respondo que sí, pero que si Dios
está, está, y está del todo (plenamente, del todo, divinamente, humanamente en nosotros que es la única
manera que podemos captar su presencia, al modo humano). Me hablan de presencia "personal" en
algunos casos, pero no creo que sea personal a veces y no personal a veces
En fin, creo que hay mucho de interpretaciones humanas, que necesitamos "recibir presencias" o ser
conscientes de esa presencia en diferentes momentos (pero no es que Dios repita su presencia cada vez
que hay un sacramento, porque si estaba, sigue estando y no puede estar más que de manera completa y
permanente, siempre).
No sé, no me aclaro. Sigo pensando que "comerciamos" con Dios, que lo condicionamos a nuestra
gestión, a los sacramentos, a nuestras palabras.

La misa mismo… si para hacer presente a Jesús tenemos que ser tan estrictos en las formas, el ritual, el
misal… no creo que esté más así que simplemente por el hecho de juntarnos, de rezar, de estar… de vivir
la comensalidad con los más necesitados… de juntarnos para hacerlo presente

Soy consciente de que cambian los significados de esas presencias (y en el fondo esa significación es
también presencia, porque es la manera que tenemos de unirnos a esa presencia)
Estoy, como verás, en un momento de relativismo, pero es que me canso de un discurso que me ha
dejado de decir hace tiempo, que creo pertenece más a nuestra comprensión y nuestras maneras
explicativas e interpretativas del mensaje del de Nazaret. Es normal que interpretemos, pero somos tan
rotundos que me canso, porque veo que esa rotundidad impide una frescura que nos hace falta. Además
que ante las nuevas dudas, veo que alguna teología (no la tuya) trata de explicar las cosas
ASEGURANDO lo que ya se ha dicho antes, o intentando salvar lo anterior.

Eso no es ciencia teológica, eso es sumisión a la tradición y al magisterio...


¿Has escrito algo o conoces algo sobre la presencia de Dios? Acudo a ti porque sé que sueles abrir
muchos horizontes. Y porque quizás es un tema en el que te has metido: LA PRESENCIA.

Bueno, un abrazo y no te sientas obligado a escribir. Espero que estas cosas te hagan, también, ser más
consciente de lo que pensamos los jóvenes. A veces pienso que si yo que llevo 12 años siendo religioso y
estoy así, cuánto más tantos jóvenes que han dejado de acercarse porque el discurso oficial es tan soso y
no se acaba de entender ese "comercio eclesial de Dios"… Ya me entiendes. Bueno, un abrazo»

2. Primera respuesta para Mario: Presencia, un tema clave:

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Querido Mario, perdona la tardanza... He estado en otras cosas.. Y además no sé si te puedo responder,
pero he empezado ya a hacerlo, desde ayer, y seguiré en los próximos días. Espero que me sigas, te
pondré un correo cuando acabe la mini-seria, por si estás (que estás), por si quieres colaborar, desde
Roma o desde Valencia tu tierra. Un abrazo y gracias. Xabier

No somos nosotros los que hacemos a Dios y decidimos a través de nuestra marcha lo que debe ser su
realidad sustentadora. Es Dios el que nos hace y de esa forma se vuelve "patente" en nuestra propia
"marcha" humana; es Dios el que se expresa, se revela y con su misma realidad (revelación) nos
fundamenta.

El tema ofrece dos aspectos que están relacionados. Uno más filosófico, otro más religioso. Tendremos los
dos en cuenta, situándonos así en aquel lugar donde se cruzan y fecundan el estudio "racional" de Dios y
su "revelación" sagrada, religiosa.

En clave filosófica el tema nos conduce hasta el lugar de la "para-esentia" originaria: la misma "esencia" de
Dios viene a situarse delante de nosotros (prae), de tal modo que se vuelve así patente y desvelada (prae-
esentia). De manera semejante, los griegos dicen "parousia": la esencia de Dios o lo divino (ousia) se
aparece, es decir, se manifiesta ante nosotros (para, junto a a). En uno y otro caso, pre¬encia es la
patencia del ser originario (Dios) que se desvela como realidad, po¬niéndose ante aquellos que pueden
comprenderla o acogerla.

En clave religiosa la presencia constituye el modo primigenio de revelación de Dios. Si es que podemos
conocer a Dios es porque el mismo Dios se manifiesta, enriqueciendo y potenciando la existencia de los
humanos. De los modos más concretos de esa manifestación nos hablan las distintas religiones de la
historia. Ahora no podemos estudiarlas, sino esbozar el tema en clave de principio, ela¬borando las
categorías que después nos capaciten para comprender lo que supone el ser y obrar de Dios en la
existencia religiosa de los humanos.

3. Profundización, presencia: Una categoría esencial (también para Mario)

La categoría de presencia nos parece primordial por varias causas.

En primer lugar porque, conforme a lo indicado, puede utilizarse en perspectiva filosófica y religiosa,
uniendo así los dos espacios en que viene a moverse nuestro estudio.
En segundo lugar porque nos lleva al campo del encuentro personal: en sentido originario, nosotros sólo
conocemos presencias personales¬, en línea de manifestación profunda del ser (que se muestra como
revelador) y de acogi¬miento humano (escucha y respues¬ta de aquellos que reciben la revela¬ción). Y
con esto podemos pasar ya a las maneras y tipos de presen¬cia, recordando las palabras de aquel salmo
tan profun¬do:

Como busca la cierva corrientes de agua


así mi alma te busca a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan noche y día,
mientras me repiten todo el día ¿dónde está tu Dios? (Sal 42, 2-4).

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Busca agua la cierva el agua. Busca el humano a Dios, en un camino intenso de experiencia tanteante,
impulsado por la herida de la sed, envuelto en llanto. La pregunta que él se hace, la pregunta que le hacen
suena de esta forma ¿dónde está mi (tu) Dios? Y así camina hasta que puede llegar a la presencia
primordial, hasta que el mismo Dios se le revela y enriquece, transforma su existencia.

4. Intermedio, Dios como Presencia. Cristo, presencia de Dios (para todos)

Cristo está presente en la celebración cristiana y en los signos eucarísticos... como persona resucitada y
como alimento redentor (salvador).

‒ Plano cósmico. Cristo está presente como Señor y Plenitud del Universo, porque en él se fundan y
adquieren sentido todas las cosas, como saben San Pablo (Efesios) y como dice S. Juan de la Cruz: Mi
Amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas... Todo el mundo está presente
en Cristo Eucaristía.

‒ Nivel de historia cristiana. Cristo está presente como centro y sentido de toda la historia, pues es el que
era, el que es y el que vendrá (Ap 1). En Cristo está presente el pasado, el presente y el futuro de la
historia.. Por eso se le aclama hasta que venga en su plenitud (en la parusía).

‒ En la iglesia... Cristo eucarístico es aquel que está presente en la comunidad “Donde de dos de vosotros
están reunidos en mi nombre allí estoy yo...”(Mt 18). El Cristo eucarístico es el mismo que está presente
en la comunidad de amor de los cristianos

‒ En la eucaristía. Cristo está presente de un modo especial en la celebración de la iglesia que le aclama...
y en los signos del pan y del vino, que son su memoria, su signo más grande de presencia.

5. Culminación. Diez formas de presencia eucarística de Cristo

1. Está presente en la celebración, es decir en el rito. El rito es presencia actuante, y en ella se incluye el
“mito”, es decir, la narración que evoca el sentido de esa presencia. Un rito que no hace presente aquello
que evoca está muerto… Un rito no se puede razonar, demostrar. Si se razona y explica no es rito, es otra
cosa. Desde el principio de la humanidad existen ritos de diverso tipo, especialmente sacrificios en los que
expresa lo sagrado (sacrum-fácere), en los que se hace presente Dios. Dios no es alguien a quien se
demuestra, sino alguien a quien se hace presente, al evocarle y al llamarle, en gestos (ritos)

2. Está presente en la palabra, de llamada, de diálogo y consuelo, e revelación, es decir, en eso que se ha
llamado desde el antiguo el “mito”, que es la palabra original en la que se cuenta la acción-presencia de
Dios… Éste es la palaba que hace presente lo que dice. La verdadera palabra no deja lo dicho fuera, lejos,
sino que lo acerca, lo hace presente. La palabra dice lo que parecía estar lejos, el que encuentra las
palabras de Dios, ése lo hace presente.

3. El Cristo de Dios (Dios mismo, hecho presencia en Cristo), se hace presente como Palabra, porque él
mismo es la Palabra de Dios… Ésta es la novedad cristiana: Jesús se atreve a hablar y habla en nombre
de Dios, al prometer y al curar, al anunciar el Reino y al ir regalando su vida al servicio del Reino. La
Presencia originaria de Dios se hace Palabra que los hombres pueden escuchar, que siguen escuchando a
través del Evangelio.

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4. El Dios de Jesús está presente en la Palabra de la comunidad, es decir, en la Palabra activa que asume
el recuerdo de Jesús y que se compromete a vivir conforme a ese recuerdo. En ese sentido, la comunidad
puede asumir y asume la palabra de Jesús, hablando en su nombre, diciendo su nombre “esto es mi
cuerpo”. La comunidad de los creyentes “dice” por tanto la palabra de Dios, es Dios hecho palabra, es
decir comunicación… Esa misma palabra (memorial: Esto es mi cuerpo) es la presencia, como certeza,
como llamada, como participación

5. El Cristo Mesías, que es Palabra de Dios, se hace presente en la comunidad que celebra y de un modo
especial en el que dirige la celebración, que actúa en nombre de la comunidad. El mismo gesto (rito) de la
comunidad que se reúne, que recuerda a Jesús, dice su Palabra, y toma en nombre el pan y el vino es
Presencia de Dios. La presencia más honda en esta línea es el rito (es decir, la celebración), centrado en
el pan y el vino… como signo del recuerdo-presencia de Jesús.

6. Está presente en el pan y el vino consagrados, es decir, en las “especies eucarísticas”, que son dos
signos básicos de la vida humana, vinculados a la comida compartía y la fiesta, en el ámbito mediterráneo
en el que vivió Jesús y nació el cristianismo. La disputa teológica medieval y posterior sobre la Eucaristía
(de la que hablaré mañana o pasado) se ha centrado en estos signos, insistiendo en la necesidad de que
el pan sea pan y el vino sea vino… distinguiendo accidentes, substancia y transubstanciación, ha sido y es
muy importante, pero no puede monopolizar el tema. Esa presencia “en las especies sacramentales”
resulta esencial, pero no se puede separar de las otras presencias.

7. Está presente en los pobres y necesitados, en la línea de Mt 25, 31-46… y de las multiplicaciones
(alimentaciones) de los evangelios. No se puede hablar de presencia en el rito y la palabra, en la
celebración y en la comunidad… si no se pone de relieve la especial presencia de Cristo en los
necesitados y los pobres, con los que hace el camino de la vida, en búsqueda de Reino. Si la comida no
es comida abierta a los pobres no puede ser comida eucarísticas.

8. Está presente en los “viatores”, es decir, en los caminantes de la vida. En ese sentido, la Eucaristía es
Viático, para el camino de la Vida, para la Resurrección. En esa línea, desde el principio (ya en san Pablo)
la eucaristía está vinculada de un modo especial con los enfermos, y aparece como garantía de vida, en
este mundo y sobre todo en la culminación del Reino. En ese sentido (repito), le Eucaristía es viático, es
pan de camino, es gesto de entrega hasta la muerte

9. Cristo está presente en el conjunto de la Iglesia y de un modo especial en los que ayudan a los pobres,
en los que dan de comer..., Le Eucaristía es un compromiso de de presencia y transformación humana,
para que crezca el Cuerpo de Cristo… Está presente en la comunidad que se ama, es decir, que comparte
la vida (allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, estoy yo….; en esto conocerán que sois mis
discípulos, en que os amáis unos a otros). En ese sentido, la Eucaristía es el alma de la Iglesia, la forma
de presencia de Cristo en la comunidad de sus discípulos y seguidores y, por ellos, en la humanidad
entera, que es cuerpo del Mesías

10. De un modo particular (distinto), Cristo está presente en los espacios de culto, en el mismo templo, en
el sagrario que es la expresión de lo sagrado. Ciertamente, Cristo no está ni en Jerusalén ni en el Garizim
de forma cerrada... Está en el universo entero que es su cuerpo, en toda la humanidad, en todos los

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lugares... Pero se puede hablar de lugares especiales donde se ha condensado su presencia, porque allí
oran y se encuentran los hombres y mujeres que le invocan.

PD; Está presente también de otras formas que deberé precisar, si mis lectores me ayudan:

-- En la oración de intimidad
-- En la soledad y en la compañía
-- En la esperanza...

3.- Eucaristía, una presencia real. Primeras interpretaciones

He venido hablando de la presencia eucarística de Jesús (y de Dios). El tema se complica porque gran
parte de nuestras formulaciones han surgido en un contexto de platonismo latino, en el siglo IX, en medio
de esa inmensa conmoción política, litúrgica e intelectual vinculada al Renacimiento Carolingio, que ha
marcado hasta hoy la vida y la conciencia de la Iglesia de Occidente.

Esa presencia ha de tener varios rasgos, que han sido valorados de maneras distintas a lo largo de la
historia cristiana, y que deben reformularse (recrearse) en la actualidad, desde el evangelio.Es una
presencia:

a. Actuante,dinámica... Cristo está reuniendo a la iglesia y llevando a plenitud su obra... No está de un


modo pasivo. Es presencia de transformación... “Con sóla su presencia vestidos los dejó de su
hermosura…”. Cristo no está simplemente para ser, sino para hacer, de una forma creadora.

b. Somática... Cristo está de un modo corporal..., no como puro espíritu, como pura interioridad, sino como
poder concreto y como persona real, que se visibiliza en la comunidad y en los signos de comida... En ese
sentido podemos y debemos hablar de una presencia "física", siempre que se entienda bien esa palabra

c. Personal: Sólo una persona está presente en otra persona… Sólo una persona vive por amor en otra,
alienta en ella, la alimenta… Sólo una persona es vida para otra persona

Del sentido de esa presencia quiero hablar hoy en clave histórica y teológica, su contexto (el Renacimiento
Carolingio), sus dos grandes actores (Pascasio y Rantrammo) y algunos de sus rasgos. El post es algo
largo, de tipo histórico... Me parece bueno recordar algunas cosas, en el contexto en que se formularon

1. CONTEXTO. LITURGIA Y TEOLOGÍA CAROLINGIA

Significativamente, en los mismos años en que se fijaba en oriente la liturgia bizantina (hacia el 800 dC),
se reforma, organiza y unifica también en occidente la liturgia romana. Hasta ahora existían formulaciones
y ritos distintos, además del romano, aunque todos se hallaban emparentados: Había una liturgia en
España, otra en la zona celta, en Milán, en Francia. Pues bien, Carlomagno (o, mejor dicho, la escuela
teológico/religiosa que se formó en su entorno) sintió la necesidad de uniformar la vida religiosa del
conjunto de su imperio, partiendo del modelo de su corte imperial, que así aparece como lugar de
referencia para todas las iglesias de occidente.

Personajes 1. Alcuino de York (730-804).

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Vida Monje, teólogo y pedagogo, de origen inglés, que había estudiado y enseñado en la escuela
benedictina de York. Carlomagno lo llamó para que dirigiera los estudios del Palacio de Aquisgrán, capital
del reino de los francos. Se retiró más tarde a Tours, donde fundó una escuela y una biblioteca. Fue
educador y político, más que pensador. Ha sido el mejor representante de la “reforma carolingia” y se
encuentra en el punto de partida del desarrollo de la liturgia y la cultura latina de occidente. Organizó las
artes liberales (gramática, lógica, retórica, geometría, aritmética, astronomía y música) como si fueran una
expresión de los dones del Espíritu Santo.

Obra Mantuvo una línea teológica cercana a la de San Agustín y Boecio, oponiéndose a la visión más
adopcionista de los teólogos hispanos, relacionados con el Islam (Elipando de Toledo y Félix de Urgel),
cuyas doctrinas cristológicas y trinitarias quiso refutar. Tuvo grandes discípulos que continuaron su labor,
como Rábano Mauro (monje de Funda). Entre sus obras teológicas: Liber adversus Haeresim Felices;
Adversus Felicem libri VII; Adversus Elipandum libri IV; De fide sanctae et individuae Trinitatis; XXVIII
quaestiones de Trinitate.

Personajes 2. Escoto Erígena (810-877).

Vida: Un irlandés en Francia Personaje fascinante, el mayor pensador del siglo IX. No parece haber sido
monje, no tenemos constancia de que fuera presbítero de la Iglesia, pero ha sido uno de los intelectuales
que más han influido en el pensamiento y en la vida de la cristiandad latina. Se llamaba Juan, era “escoto”
y “erígena”, lo que muestra que procedía probablemente de Irlanda. Fue ante todo, un erudito, buen
conocedor del pensamiento neoplatónico greco-cristiano, lo que nos permite situarle en la línea de los
últimos Padres de la Iglesia oriental (Dionisio Areopagita, Máximo el confesor), a quienes comenta y
traduce al latín. Fue poeta, filósofo y teólogo, y se le conoce, sobre todo, por su labor en Francia, donde se
estableció como director de la Escuela Palatina de París, impulsando el renacimiento cultural franco del
siglo IX.

Obra filosófica. Jerarquía de los seres.Mantuvo varias disputas teológicas, pero su obra clave es un
tratado sistemático, titulado De Divisione Natura (escrito entre el 862 y el 866) donde expone su visión de
conjunto de la realidad, entendida como un despliegue emanativo, que brota desde la suma realidad que
es Dios y que desciende, pasando por los mundos intermedios (ángeles, hombres), hasta llegar hasta la
materia. Todo forma una unidad, en ritmos ternarios, conforme a un esquema triádico compuesto por la
sustancia (que se relaciona con Dios), la potencia (más vinculada a Cristo) y el acto/energía (que se puede
relacionar con el Espíritu Santo). Esta obra recrea el pensamiento platónico y lo expone en categorías que
se adaptan a la realidad intelectual y social del mundo celta y latino-germano.

Una visión de la Iglesia. Aportación jerárquica. Quizá la mayor aportación de Juan Escoto esté en su forma
de entender la Iglesia, en una perspectiva cercana a Dionisio Areopagita. A su juicio, la Iglesia no es una
comunión fraterna, expresada en el diálogo entre fieles, sino un momento privilegiado de la manifestación
del Dios de Cristo. Todo se despliega y se decide, según eso, en ella, desde arriba, en un orden
descendente de revelación. Por eso es necesario insistir en su Unidad, que puede estar representada por
el Papa (y el Emperador). En esta línea se situará, de un modo coherente, la nueva Reforma Gregoriana
de la Iglesia, en el siglo XI.

Temas básicos de la reforma carolingia 3.


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Año 789. Admonitio Gene-ralis A los dos años del concilio de Nicea II, antes de haber sido coronado
emperador cristiano (cuando sólo era Rey de los Francos), Carlomagno publicó una “Admonitio” o
Instrucción General (año 789), para organizar de un modo unitario la vida litúrgica del conjunto de sus
estados. Realizó para ello una reforma, cuyos gestores fueron los capellanes clérigos, es decir, los
miembros de su “Capella” palatina, que aparecen como guías de la liturgia de sus reinos. Carlomagno
llamó para ello a los mejores intelectuales de la época (Teodulfo, Paulino de Aquileia), a quienes puso bajo
las órdenes de Alcuino de York, quien aparece como el hombre más importante de la iglesia occidental de
este momento (desde el 782). En esa línea, en occidente se impuso también, a partir de este momento,
una visión sacralizada de la Eucaristía, como indicará la controversia suscitada por Pascasio Radberto en
torno a la transubstanciación (en torno al 840).

Iglesia uniforme, iglesia imperial. De la reforma de Carlomagno seguimos viviendo. En el fondo de ella latía
el deseo de uniformar y codificar la fe y vida cristiana, en varios campos fundamentales. Fue una reforma
bien hecha, sobre bases romanas, y algunas de sus medidas han marcado hasta el día de hoy aspectos
importantes de la vida de la Iglesia:

Liturgia, Canto Gregoriano. Surgió entonces la uniformidad de la liturgia, con un Canon (Romano) de la
misa y unos formularios comunes para la Celebración de las Horas, tanto de los monjes como del clero
secular. Poco a poco, esta liturgia (que se llamará “romana”) acabará por imponerse en occidente (como
sucederá en España en el siglo XI). En este momento se sitúa también la expansión y unificación básica
del “Canto Gregoriano”, que recibió ese nombre por pensar que había sido promovido por el Papa
Gregorio Magno (590-604), aunque tenía orígenes más antiguos e influjo oriental (siríaco, bizantino).

Estos cambios, que han marcado la vida cristiana de occidente, siendo aceptados básicamente por Roma,
estuvieron vinculados con un nuevo método de formación (de estudio y teología), que se irá extendiendo
desde la corte imperial a la iglesia latina. Esa formación incluye dos elementos fundamentales: (a) Estudio
de la Biblia y de los Santos Padres, especialmente latinos. (b) Aceptación de la filosofía antigua, con las
artes liberales, que forman el trívium (gramática, retórica y dialéctica). Esa reforma, animada por figuras
como Alcuino de York (735-804), recoge la síntesis de los grandes trasmisores del conocimiento antiguo en
la nueva Edad Media, como Isidoro de Sevilla (555-636) y Beda el Venerable (672-735). En este contexto
el emperador Carlomagno aparece como defensor de la fe y árbitro teológico de la cristiandad occidental,
en la que impone (a través de Roma) no sólo su liturgia, sino su teología.

2. LA GRAN CONTROVERSIA

Significativamente, esa reforma en la visión eucarística se formuló en el contexto del platonismo latino, que
vinculaba una visión simbólica de la realidad con un tipo de deseo de formulaciones claras. Y así aparece
en dos autores fundamentales:

PASCASIO RADBERTO († 865)

Fue monje, abad de Corbie en la actual Francia. Su obra De Corpore et Sanguine Domini (831 - 844), es la
primera monografía doctrinal sobre la eucaristía y en ella Pascasio sostiene que el pan es la
transubstanciación de la carne nacida de Maria, que sufrió en la cruz y resucitó, y que se multiplica en la
eucaristía por la omnipotencia divina; en la hostia está presente el auténtico cuerpo de Cristo y su cuerpo

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espiritual que, uniéndose al que comulga, "alimenta el alma y eleva la carne misma en la immortalitad y la
incorruptibilitad".

1. Un cuerpo en cielo y eucaristía. Supone que en la Eucaristía está el mismo cuerpo de Cristo: que nació
de María, que está en el cielo en su misma carne..., pero “in misterio”, es decir, de forma misteriosa.

2. Hay una carnalidad eucarística... Un solo cuerpo de Cristo. Esto significa que en el fondo no hace falta
tras-substanciación..., porque en la eucaristía está el cuerpo fisico de Jesús (en su materialidad), no la
substancia, separada de los accidentes, de la que hablarán luego los concilios.

3. Platonismo unitario. En el fondo subyace una fisión platónica de la realidad, pero de un modo unitario...
El mismo cuerpo que está en el cielo está misteriosamente en la eucaristía. Es un mismo cuerpo, pero en
dos formas de visión.

De esa forma se corre el peligro de no distinguir la presencia celeste y eucarística de Cristo, ni simbolismo
especial de Cena del Señor, que no es de tipo celeste sino de alimento real, simbólico, en el camino de la
iglesia.... La apelación al misterio no basta, hay que explicitarla

RATRAMNO DE CORBIE ( † 870),

Fue también monje franco de Corbie, teólogo de la corte carolingia. Su obra más destacada es el tratado
eucarístico De corpore et sanguine Domini, obra escrita a instancias del emperador Carlos el Calvo, como
respuesta a la de Pascasio Radberto. Ratramno sostenía que a pesar que el pan y el vino consagrado
parecen no haber sufrido cambio alguno, se han transformado en la carne y sangre de Cristo

1. Dos cuerpo vinculados... pero distintos. El Cuerpo de Cristo está en el cielo, en su identidad pascual...
(cuerpo real) por eso, en la eucaristía tenemos una presencia sólo espiritual de Cristo, no real, no
substancial (sino figurada).

2. Hay cuerpo celeste y cuerpo simbólico (carne en el cielo y representación en la eucaristía). Así se
distinguen dos cuerpos: el real (en el cielo) y el espiritual (en la eucaristía). Quizá se puede decir que en la
eucaristía hay una presencia real..., pero no física sino espiritual, aunque quizá es mejor decir que no hay
presencial real, sino sólo simbólica. Por eso, el cuerpo verdadero está en el cielo... La eucaristía en un
símbolo del Cuerpo de Cristo.

3. Platonismo dualista. En el fondo influye un platonismo dualista (que separa realidad y símbolo), verdad y
representación. La eucaristía es símbolo de Cristo, pero no presencia real, de tipo substancial... Lo real
está sólo en el cielo, en el más allá. La eucaristía es un puro signo sin contenido, un símbolo separado de
la esencia (de la substancia real de Cristo). Se corre el peligro de caer en un simbolismo vacío, sin
contenido real.

Frente a uno y otro, la iglesia afirmará que la substancia de Cristo es la misma... en el cielo y en la
eucaristía, que lo que cambian son los accidentes: en la eucaristía, la sustancia del Cuerpo y Sangre de
Cristo está bajo accidentes de pan y de vino..., mientras en el cielo estará en sí misma, no en accidentes...
Tiene verdad P. Radberto (hay un mismo Cristo...) y tiene verdad Ratramno (la forma no es la misma), pero
hay que precisar los modos...

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3. TRANSUBSTANCIACIÓN

Esta palabra es un intento de explicar filosóficamente la forma de presencia de Cristo en los signos del pan
y el vino...:

Confesión de fe de Berengario (1079). “El pan y el vino se convierten substancialmente en el Cuerpo y


Sangre del Señor” (La presencia de Cristo es substancial, real, no un mero accidente, algo externo).

Lateranense IV (1215), 2º de Lyon y Trento (=Decreto de Eucaristía). Introducen la palabra


“transubstanciación”: el cambio del pan y vino Cuerpo y Sangre del Señor se dice aptissime, de forma muy
apropiada trans-sustanciación.

EXPLICACIÓN.

Esta palabra es un modo filosófico “apropiado” para explicar la Presencia de Cristo, dentro de un esquema
de pensamiento:

a. El dogma es la Presencia de Cristo, es decir, Cristo como presencia. Sólo eso es lo esencial, el
descubrimiento de una presencia mesiánica de Dios en la vida de los hombres, a través de los signos
mismos de la vida que se alimenta y comparte (pan, cuerpo), de la vida que se entrega (vino, sangre).

b. Trans-substanciación... es un modo filosófico de explicar el dogma. Un modo que tiene sus ventajas
desde la filosofía de la substancia, pero que es el muy limitado. De todas formas, pienso que ese lenguaje
puede emplearse, siempre se haga de un modo intenso, distinguiendo estos matices:

‒ Accidentes... (=lo externo, las formas). Sigue como estaban. El pan y vino después de la consagración
siguen iguales en cuando materia (como accidentes: en plano de física o de química o biología).

‒ La substancia espiritual del pan y vino cambia... Es decir, lo profundo, lo metafísico de ese pan-vino ha
cambiado: es ahora cuerpo y sangre del Señor, son otra substancia espiritual. El tema nos sitúa ante el
sentido de la “sustancia”, la realidad auténtica, en plano cristiano. Desde aquí se debe plantear el tema de
la “substancia” cristiana. En el fondo, esa sustancia radical es Cristo.

‒ Trans-substanciación: Lo que cambia (trans) es la substancia profunda y no los accidentes... Ese cambio
sólo se percibe por fe, sólo lo ven los creyentes... Para un no creyente todo sigue como antes...

OTRAS EXPLICACIONES...

Desde hace años se viene buscando otra palabra para explicar el cambio eucarístico:

Trans-finalización: cambia la finalidad del pan-vino


Trans-significación o trans-simbolización: cambia el simbolismo...
Trans-figuración… Como en el Tabor… Es un tipo de meta-morfosis de la realidad de Jesús, que toma
forma nueva en la pascua.

PERO ES DIFÍCIL ENCONTRAR PALABRAS MEJORES... Por eso, la iglesia sigue empleando la palabra
trans-substanciación, a pesar de que ofrece problemas para muchos. Bien entendida, esa es una palabra
buena.

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4.- PAN DE LA EUCARISTIA CUERPO DE AMOR

Hace una semana, con ocasión de las fiestas del Cuerpo del Mesías (Corpus Christi), publiqué unas notas
sobre la Eucaristía, prometiendo volver a ellas cuando el tiempo me lo permitiera. Lo hago ahora,
comenzado con un hermoso recuerdo de infancia.

Recuerdo que un día, caminando con mi padre y mi hermano mayor (ambos fallecidos, q.e.p.d), y con J.
L., el hermano tercero, entramos en la Catedral del Señor Santiago de Bilbao. Mi padre nos llevó al
Sagrario y nos digo: Lo más importante del mundo está ahí dentro.

Yo le pregunté que era y cómo podía ser lo más importante. Minutos antes había pasado por la sede
antigua del Banco de Vizcaya (¿o de Bilbao?) y nos había dicho que allí había muchísimo dinero, aunque
había aún más en los Bancos de Nueva York. Nos respondió:

‒ Los bancos tienen dinero, que vale, si se emplea bien, para que pueda haber comercio, para que
nosotros, los marinos, llevemos y traigamos comida en lo barcos, para que así todos puedan comer…
Pero en el Sagrario está aquello que vale por sí mismo, lo más grande: Unos trocitos de pan, para que
todos comamos, todos los hombres y los niños del mundo. Ese pan es Jesús, es el mismo Dios

Ésa fue la primera y más honda lección de Eucaristía que he tenido en mi vida. Los bancos valen para que
haya comercio, al servicio de todos los hombres, pero no son más que medio al servicio de la comida
universal y valen si se emplea bien el dinero. La Eucaristía es, en cambio, la misma Comida: Dios hecho
Cuerpo, pan compartido, como la madre que da su vida hecha leche para sus hijos.

Desde ese fondo sigo con mis reflexiones sobre la Eucaristía, divididas en dos partes:

-- El recuerdo de mi padre, con su primera catequesis eucarística


-- La memoria de la leche de la madre, la primera eucaristía (siguiendo unas notas de la vida y obra de
Santa Teresa).

1. Cuestiones previas. Siguiendo la reflexión de mi padre

DIFICULTAD.... Algunos dicen que la realidad sólo es física-química, lo que se analiza y define por
fórmulas científicas... En ese caso no había eucaristía: sólo habría accidentes físicos (pan y vino
externo)... No habría posibilidad de arte (que es simbólico); el amor sería sólo hormonas, pura física... No
habría comunión humana, ni libertad, ni espearnza

GESTO DE JESÚS EN LA CENA... es un gesto de hondo simbolismo... Jesús aparece como “sacerdote”
(realizando un gesto simbólico de ofrenda a Dios) y como “víctima” (ofreciéndose él mismo...). Ese
sacrificio de Jesús sólo tiene sentido si la realidad es simbólica, es decir, si tiene un sentido más profundo
que el meramente físico. Pues bien, el símbolo supremo de Jesús es un pan… Él no viene con dinero en la
mano, no viene con armas, sino con un pan.

PARTICIPACIÓN SIMBÓLICA... Los cristianos se vinculan a Jesús, se unen con Jesús, no en plano físico
(de ciencia pura), sino de vinculación simbólica: “participan” de su acción de Jesús, toman parte en ella, de
un modo personal y MUY REAL, pero de un modo SIMBÓLICO... El símbolo no es pan en sí (como
realidad físico-química), sino el que se comparte, para que todos puedan vivir, formar cuerpo.

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SIMBOLISMO DE LA EUCARISTÍA... Por eso, es muy importante precisar el sentido simbólico de la
eucaristía... Sin eso, todo lo que se celebra es un puro teatro antiguo..., que para muchos no tiene sentido.
De un modo general, se pueden precisar algunos rasgos de este simbolismo… hablando del pan
compartido. Recuerdo mi Bilbao de niño, por las Siete Calles, desde el Banco de Vizcaya (¿o era el de
Bilbao?) y la iglesia de San Antón, pasando por todas las tiendas del mundo… Nuestro padre nos dijo:
Todas estas tiendas sirven para que los hombres coman, trabajes, se vista… Todo lo que hay en las
tiendas está resumido en el Sagrario de Santiago, en el pan que todos pueden comer, el pan de Jesús.

SIGNO DE JESÚS... Los signos de la eucaristía son importantes y básicos para los cristianos porque
Jesús los instituyó en la última cena... Así se recuerda en las palabras de la Consagración: “tomó el pan...”.
Por eso, podemos llamar a Jesús el gran artista: ha dado valor eterno de simbolismo salvador al pan y al
vino, unidos a su vida. Siendo el gran artista, Jesús ha sido y sigue siendo “el gran economista”: Ha puesto
en el centro de la vida de los hombres el pan compartido.

SIGNO SACRIFICIAL Y SACRAMENTAL... Los signos pueden ser de muchos tipos: los más conocidos
son los artísticos (una pintura), los personales (unos anillos de compromiso o de boda...). Los signos de la
eucaristía son signos de sacrificio (de entrega de la vida) y son signos sacramentales (de unión con Dios).
Son en el fondo los signos de la vida que se da y comparte (no se compra y vende), la vida que se regala y
disfruta, comiendo juntos…

SON SIGNO DE TRANSFORMACIÓN. Éramos niños en Bilbao, al año 1947… paseando entre las calles,
del Banco a San Antón… Era verano y le pedimos al aitá un helado, que nos compró en uno de los
cantones… Mientras tomábamos los helados nos dijo: También eso es de algún modo Jesús, como el pan
del Sagrario. Porque Jesús es Dios, es la vida que todos debemos compartir.

SON SIGNOS DE BANQUETE ESCATOLÓGICO... Tomábamos el helado con gozo, pero también con
pena. La amá nos estaba esperando, haciendo la comida. El aitá tenía que salir el día siguiente para
Nueva York, la ciudad de los grandes bancos. Le preguntamos: ¿Cuándo podremos estar todos juntos, sin
que tengas que marcharte? Él nos respondió enigmáticamente: «También Jesús se tuvo que marchar, para
quedarse en el Sagrario. Volveré muy pronto, y tomaremos de nuevos unos helados, e iremos a la Iglesia
para comulgar…»-

2. Eucaristía sagrada, un cuerpo de amor. Según la figura de la madre, con santa Teresa

Desde aquel tiempo pensado cientos de veces en la eucaristía, entendida como cuerpo de amor, cuerpo
social, en intimidad y solidaridad. Hoy, recordando un tema de mi libro FIESTA DEL PAN, FIESTA DEL
VINO (VD, Estella 1007), quiero evocar el primero de los rasgos, cuerpo de amor, empezando por el Dios-
Madre ausente, que se hace leche de vida para los hombres.

Como niño que vive de la madre, así se siente y sabe el ser humano; no está arrojado sobre el mundo,
perdido y expulsado sobre un páramo infinito, sino que se descubre acariciado y bien fundado en el ser de
lo divino. Dios es Fuente de Vida, como cuerpo bello y fecundo de madre (más que padre), centrado en
unos pechos, como sabe y dice Santa Teresa de Jesús:

Porque de aquellos Pechos Divinos, adonde parece está Dios siempre sustentando el alma, salen unos
rayos de leche que toda la gente del castillo conforta, que parece que quiere el Señor que gocen de alguna

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manera de lo mucho que goza el alma, y de aquel río caudaloso, adonde se consumió esta fontecita
pequeña, salga algún golpe de aquel agua para sustentar a los que en lo corporal han de servir a estos
dos desposados (Moradas 7, 2, 7).

Éste es el dios primero, como Gran Madre, que puede llamar y decir a sus hijos los humanos: ¡Tomad y
bebed, este es mi pecho!, es mi cuerpo, es mi sangre (=leche), Vida de vuestra vida, Sustento de vuestro
sustento. Por eso, la primera forma de agradecer la existencia es acogerla (=recibir la leche de los pechos
divinos) y vivir así para crecer. Esta es la más honda eucaristía: dejarse querer, agradecer la vida,
asumiéndola de forma apasionada, pudiéndolo decir y diciéndolo: ¡Gracias, Padre/Madre por la vida!

Recibir la vida de Dios, reconocer su gracia y responder en fiesta compartida: eso es la eucaristía. Así lo
ha expresado Jesús, el Enviado de esa como “diosa madre” de la vida, que ha querido ofrecernos su más
rica intimidad: ¡Tomad, esto es mi cuerpo! ¡Bebed, esta es mi sangre! Quizá pudiéramos llamarle
Maternidad encarnada, como ha sabido y dicho Teresa de Jesús.

Experiencia de amor

Esta es una experiencia de amor: quien se siente implantado en la vida y lo dice sabe que existe lo divino.
Quien se siente alimentado por los pechos de la vida, expresados en la Madre Tierra, sabe que hay Dios y
puede invocarle como Madre, Fuente de la que mana el agua y leche de la vida, Natura Naturans o
Naturaleza Generante de la que proviene y donde se sustenta lo que existe. Éste es el Dios de la
Jerusalén cristiana, el Dios de Isaías y los profetas.

Alegraos con Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis;
Alegraos de su alegría, con ella, todos los que por llevasteis duelo;
mamaréis de sus pechos, os saciaréis de sus consolaciones,
chuparéis las delicias de su senos abundantes.
Pues así dice Yahvé: Yo haré expandirse hacia ella paz como un río,
como torrente desbordado la delicia de las naciones
Llevarán en brazos a sus criatura, sobre las rodillas las acariciarán.
Como un niño a quien consuela su madre, así os consolaré yo;
en Jerusalén seréis consolados (Is 66, 10-13).

Eucaristía: Dar gracias a Dios

En este contexto, eucaristía significa acción de gracias y esto es lo que proclama el celebrante principal en
el momento más solemne del prefacio: situado ante el misterio de Dios, que aparece de forma generosa
en los dones del pan y del vino, en nombre de todos, eleva la voz presentando ante Dios una fuerte acción
de gracias: te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos... El hombre es plenamente humano
donde da gracias a Dios, donde es eucaristía.

Memoria de Jesús, cuerpo compartido.

Las Eucaristía es pacto de unión corporal o Matrimonio, como aquel que la misma Teresa de Jesús ha
desarrollado en las Moradas:

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Pues vengamos ahora a tratar del divino y espiritual matrimonio... A esta persona de quien hablamos
(=Teresa de Jesús) se le representó el Señor, acabando de comulgar, con forma de gran resplandor y
hermosura y majestad, y le dijo que era ya tiempo de que sus cosas (de Jesús) tomase ella por suyas y Él
tenía cuidado de las suyas (de Teresa) (Moradas 7, 2, 1).

Esta experiencia se expresa en forma de comunión de cuerpo y sangre (¡Comed, es mi cuerpo! ¡Bebed es
mi sangre!), en claves de alianza esponsal y liberadora (¡Yo seré vuestro Dios, vosotros seréis mi Pueblo!).
Éste es el Jesús que da su cuerpo a Teresa, es decir, se ocupa de sus cosas. Ésta es la Teresa que da su
cuerpo a Jesús, es decir, se ocupa de sus cosas. Ésta es la comunión de todos, un desposorio de
comunicación plena, en libertad y entrega mutua, abierta a todos los hombres y mujeres, pues todos han
de ser y son Cuerpo del Cristo.

Sólo aquí recibe su sentido la eucaristía, que, siendo un matrimonio entre Jesús y los humanos, es un
matrimonio entre aquellos hombres y mujeres que aceptan su camino y responde a la voz de su llamada,
de manera que cada uno empieza a ser y vivir desde, para y con el otro. Si el Cristo dice “esto es mi
cuerpo, ésta es mi sangre”, así lo han de decir todos los cristianos (¡Esto es mi cuerpo, ésta es mi
sangre!), al comunicarse y darse entre sí, al comunicar la vida a los necesitados del entorno (del mundo
entero), en gesto de liberación y comunión.

Sólo un hombre o mujer enamorado/a puede pedir ¡comed, bebed, esto es mi cuerpo!, dando al otro y
compartiendo con el otro el pan y vino de la vida. Entendida así, la eucaristía es la experiencia de la
comunicación personal, en cuerpo y sangre, pues (como he dicho) lo que dice el Cristo pueden y deben
decirlo con él y en él todos los cristianos, en comunión interior (participantes de la eucaristía) y en apertura
a todos los hombres y mujeres (en amor comunicado) y compartido. No sólo el presidente de la
celebración, sino todos los participantes se dicen por tanto, entre sí: tomad, esto es mi cuerpo, tomar ésta
es mi sangre. Dios no se revela en palabras separadas de la vida, sino en la comunión concreta y en la
vida de amor de los hombres y mujeres.

Éste es un misterio de intimidad (Jesús es Dios enamorado) y de solidaridad liberadora: el Dios de Jesús,
Dios eucarístico, nos capacita para vincularnos como cuerpo, en amor enamorado y en servicio mutuo, en
torno a (a través del) pan y el vino de la buena y provechosa comida. Éste es el Dios de Jesucristo, es la
Fiesta de la Eucaristía. Aquellos que reciben la vida (cuerpo y sangre) de Jesús y la comparten con los
demás (en corro de amor íntimo y en irradiación de amor liberador hacia los más necesitados): ésos son
los cristianos, son eucaristía.

Éste es el Dios que hace a los hombres y mujeres capaces abrir entre ellos un espacio de solidaridad y de
compartir el alimento sólido del pan y el vino (cf. 1 Cor 3, 2), en gesto intenso de comunicación amistosa y
liberadora, que se centra en Jesucristo Por eso, las palabras “esto es mi cuerpo” y “ésta es mi sangre” no
son exclusivas de un sacerdote que planea sobre la comunidad, sino de todos y cada uno de los
celebrantes, hombres y mujeres, que celebran la eucaristía. Cuando un niño puede entender y decir esas
palabras empieza a ser ministro eucarístico, sacerdote de la nueva alianza, dentro de la Iglesia… Esas
palabras son de Jesús, el Cristo, haciéndose palabras de cada uno de los celebrantes, es decir, de todos
los cristianos.

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Por eso, una eucaristía mirada de lejos no sería eucaristía (para aquel que así la mira), una eucaristía
espectáculo de televisión no sería cristiana…. Una eucaristía de un celebrante aislado… no es tampoco
eucaristía. Sólo hay celebración de Jesús allí donde un grupo de cristianos celebran la vida de Jesús y
regalan mutuamente su propia vida humana (que es ya divina), en el gesto del pan/vino, en la palabra
compartida, en la mirada de amor. Por eso, palabra de Jesús (¡esto es mi cuerpo, ésta es mi sangre!) no
es una palabra separa de la vida, sino que ha de ser la “vida misma” que dicen y comparten todos los
fieles, sacerdotes del gran “sacrificio” de Dios, que es la misma comunión de amor de los hombres y
mujeres en la tierra.

Ese camino del amor eucarístico es la esencia del camino cristiano, de tal manera que sólo quien se
atreve a recorrerlo (con el riesgo de perderse o poder equivocarse) vive plenamente en Jesús (viviendo
desde Jesús para los demás, especialmente para los expulsados y perdidos de la tierra). La palabra final y
central de ese proceso, ante el pan y el vino compartido, suena siempre así: ¡esto es mi cuerpo, ésta es mi
sangre!, un cuerpo y sangre que comparto con mis hermanos y que ofrezco a todos los hombres y
mujeres, para que así todos podamos ser eucaristía.

Así aparece Jesús en la iglesia: como Dios amigo que ofrece y pide cuerpo, como Dios liberador que
ofrece y expande su cuerpo a los perdidos y expulsados de la sociedad y de la tierra. El pan es cuerpo
porque se comparte; el vino es sangre porque se bebe de la misma copa, en señal de compromiso. Esto
es lo que la iglesia celebra en el recuerdo o memorial del Cristo. De esa manera, la memoria de Jesús se
identifica con la eucaristía: es decir, con el camino que conduce, por la donación y entrega mutua, a la
libertad y comunión de todos los hombres.

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