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Universidad Católica Lumen Gentium

Facultad de Teología
Los Sacramentos de Iniciación Cristiana
En la Vida de la Iglesia

ESCUELA DE TEOLOGÍA SEMIPRESENCIAL

TEOLOGIA DE LOS SACRAMENTOS DE INICIACION

Los Sacramentos en la Vida de la Iglesia


PROFESOR:

FRANCISCO JAVIER BARTOLO MEJÍA

ALUMNO:

ISRAEL GARCÍA TAPIA

4° SEMESTRE

CIUDAD DE MÉXICO A 04 DE MAYO DE 2019

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Los Sacramentos de Iniciación Cristiana
En la Vida de la Iglesia

INTRODUCCIÓN

La teología de los Sacramentos o Teología Sacramental es la rama de la Teología Dogmática


que explica el sentido, origen, implicación y frutos de cada uno de los sacramentos, es por ello
que en la presente reflexión retomaremos aspectos generales, pero de suma importancia, que
nos explican la trascendencia de los Sacramentos de iniciación en la Vida de la Iglesia, y los
dones recibidos de parte de Dios en el acontecer diario de cada cristiano.
A partir de estas premisas iniciaremos esta reflexión abordando las nociones y categorías
fundamentales en la teología sacramental, explicando de manera breve el sentido de los
sacramentos de iniciación cristiana en la vida de la Iglesia y de cada cristiano en particular.
Es importante mencionar la importancia década uno de estos tres sacramentos y su estrecha
unión, como puerta, santificación, alimento y perfección en el plan salvífico trazado por el
Eterno Padre para cada hombre y mujer que le acoge libremente y le acepta y le ama.

Son muchas las gracias que cada sacramento derrama en el corazón del hombre, no bastarían
millones y millones de libros para escribir y dejar testimonio de todas las grandezas que Dios
en su infinita misericordia nos concede, por esta razón reflexionaremos en los más
sobresaliente de cada sacramento, no es suficiente pero si de suma importancia para acercarnos
al misterio de Dios que se hace Hombre entre los hombres, que se hace uno entre nosotros y
que favorece los medios y los recursos para que se restauren las relaciones perdidas entre el
Creador y sus creaturas.

Al Padre, al Hijo y al Espíritu sea dada la gloria por los siglos.

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Desarrollo de Los Sacramentos en la Vida de la Iglesia

Es importante comenzar nuestra reflexión con la concreción de algunos términos


fundamentales para entender la importancia de los sacramentos en la vida de la Iglesia. En un
primer momento es necesario entender el término Sacramento para ello nos apoyaremos en el
texto que nos ofrece Ramón Arnau quien en su obra Tratado General de los Sacramentos nos
explica lo siguiente:
La concepción simbólica de la teología halla una especial concreción en la
sacramentología por ser los sacramentos en sí mismos símbolos, es decir, imágenes a
través de las cuales se manifiesta como realidad operativa el designio salvífico de Dios
o, si se quiere, el misterio de Dios según lo presenta San Pablo. La Iglesia, cuando
habla de los sacramentos, lo hace siempre denominándolos signos que causan la
gracia, y establece una relación de causa a efecto entre lo significado por el signo y lo
causado por el signo.1
Partiendo de esta reflexión que nos presenta la obra de Arnau, podemos inferir que los
sacramentos son símbolos mediante los cuales la gracia santificante emanada del corazón de
Dios se hace presente en cada cristiano mediante un signo preciso, que provoca efectos
provenientes de la gracia y efectos causados por el signo.
Así pues los sacramentos, en cuanto medios salvíficos se le ofrecen al hombre dentro de la
celebración litúrgica de la Iglesia, de tal modo que el sacramento es para el hombre un signo
que representa el don de Dios recibido por mediación de la Iglesia.
De este modo, la Iglesia, a lo largo de los siglos ha desarrollado una Teología propia para la
comprensión de los Sacramentos con una Primera y máxima afirmación «los Sacramentos
fueron todos instituidos por Nuestro Señor Jesucristo» afirmación que retoma en Catecismo de
la Iglesia Católica en su numeral 1114 donde expresa lo siguiente:
Adheridos a la doctrina de las Santas Escrituras, a las tradiciones apostólicas y al
parecer unánime de los Padres", profesamos que "los sacramentos de la nueva Ley
fueron todos instituidos por nuestro Señor Jesucristo" (DS 1600-1601).2
A partir de esta afirmación otorgada por la reflexión teológica de la Iglesia es menester citar
la importancia de cada uno de los sacramentos, su origen, importancia y frutos para la vida
del cristiano.

Los sacramentos de Iniciación


Afirma Oñatibia que Iniciación tiene raíces latinas y griegas que nos expresan dos realidades
importantes; la primera es Introducirnos al misterio y la segunda iniciarnos en el misterio 3 de
esta manera los Apóstoles introdujeron a los primeros cristianos en el Misterio de Cristo, que
requería necesariamente la aceptación de estos últimos par su total eficacia. El mismo Ignacio
Oñatibia nos explica este proceso al afirmar que:
La iniciación cristiana es para hacer cristianos, porque «uno no nace cristiano, sino
que (tiene que) hacerse cristiano». El ser cristiano no es un hecho de naturaleza, sino
algo que sobreviene a la existencia. Hacerse cristiano es primordialmente injertarse en
el misterio de Cristo muerto y resucitado, que no es un mito, sino un Acontecimiento
salvífico histórico: «La iniciación cristiana no es otra cosa que la primera participación
sacramental en la muerte y resurrección de Cristo» (RICA 8). Esto equivale a hacerse
miembro del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.4

1
R. ARNAU, Teología de los Sacramentos, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1994. 189.
2
Catecismo de la Iglesia Católica. Lumen, México, 1992. 266
3
I. OÑATIBIA, Sacramentos de Iniciación, Bautismo y Confirmación. Madrid, 2000. 4
4
I. OÑATIBIA, Sacramentos de Iniciación, Bautismo y Confirmación. Madrid, 2000. 5

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Así podemos comprender que la iniciación a la vida Sacramental y como fruto de esta, la iniciación a la
vida de la Iglesia como un proceso eclesial en el que comprendemos que la iniciadora es la
Ecclesia Mater en el ejercicio privilegiado de su maternidad, que siempre congrega por la gracia
del Espíritu Santo a nuevos miembros Ecclesia Semper initianda así al reconocer la acción de
la Iglesia reconocemos la acción de quien verdaderamente lo hace, de quien en verdad convoca
y llama a cada nuevo miembro, es decir el Creador.
La iniciación es un proceso único por lo cual la podríamos definir como el proceso mediante
el cual el hombre (tras la aceptación de la fe) modifica radicalmente su forma de vida, en el
ámbito personal y colectivo, modifica también la forma de sus relaciones interpersonales y por
consiguiente su estatus religioso.
El numeral 1212 del Catecismo de la Iglesia Católica se explica claramente que en los
sacramentos de Iniciación Cristiana, el Bautismo, La confirmación y la Eucaristía, se ponen los
fundamentos de toda vida cristiana, de este modo los iniciados participan de la naturaleza
divina que es una gracia otorgada por Dios a través de Cristo y de su Iglesia, así los fieles
reciben cada vez con más abundancia los tesoros de la vida divina avanzando hacia la
perfección de la caridad.

El sacramento del Bautismo


El sacramento del Bautismo «es el fundamento de toda la vida Cristiana y el pórtico a la vida
del Espíritu (vita spiritualis ianua) y la puerta que abre el acceso a otros sacramentos.» 5 en
su caso particular, el Bautismo posee un rito con un simbolismo propio, donde la parte central
consiste en sumergir al candidato en el agua y sacarlo fuera, mientras el ministro pronuncia
las palabras rituales que se refieren al acto que están realizando, el hecho de desaparecer en el
agua evoca sin más la idea de la muerte, solía decir San Ambrosio que en el agua está la imagen
de la muerte el cual lo relacionamos directamente con la Muerte y Resurrección de Cristo y por
tal motivo se entiende nuestra participación en su misterio asociados por la gracia que nos
confiere este sacramento.
Para Ignacio Oñatibia las aguas tienen un significado peculiar las explica como Aguas que
purifican (aguas lústrales): poniendo de relieve el aspecto del bautismo como purificación del
pecado. En relación directa con la figura del diluvio que encontramos en el libro del Génesis;
Aguas que fecundan (aguas germinales): explica la figura del agua en el bautismo como
principio de vida. 6
Oñatibia también explica la importancia de otros símbolos tales como: 7
 La imposición de la vestidura blanca, que se interpreta como símbolo de la inocencia
adquirida en el bautismo y del vestido de gloria al que nos da derecho el sacramento.
 La figura del cirio encendido remonta a Cristo dispensador de la luz como lo ilustran
algunos hechos de los evangelios como el caso de la curación del ciego de nacimiento,
y la parábola de las vírgenes con su acento escatológico).
 La unción con el crisma es la plenitud en la configuración con Cristo Sacerdote, Rey y
Profeta y lo ha insertado de este modo en el pueblo real, profético y sacerdotal que es
la Iglesia.

5
Catecismo de la Iglesia Católica. 1213
6
I. OÑATIBIA, Sacramentos de Iniciación, Bautismo y Confirmación. Madrid, 2000. 107
7
I. OÑATIBIA, Sacramentos de Iniciación, Bautismo y Confirmación. Madrid, 2000. 109

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 La acogida festiva por parte de la comunidad desvela la marcada orientación eclesial


del rito, desde sus comienzos hasta su culminación, acentuando la alegría de la Iglesia
en la recepción de un nuevo miembro.

Finalmente este sacramento es explicado en la patrística por uno de los genios universales más
destacados quien nos recuerda las gracias divinas de este sacramento.
El Bautismo es el más bello y magnífico de los dones de Dios... lo llamamos don,
gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello
y todo lo más precioso que hay. Don, porque es conferido a los que no aportan nada;
gracia, porque, es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado
en el agua; unción, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos);
iluminación, porque es luz resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra
vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el signo de la soberanía
de Dios.8

Efectos del Bautismo


Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el Bautismo no solo hace de la persona una creatura
nueva que mediante su inserción en el seno de la Iglesia es ahora Hijo (a) adoptivo de Dios (Cf.
Ga 4,5-7) que ha sido hecho "partícipe de la naturaleza divina" (2 P 1,4), miembro de Cristo
(Cf. 1 Co 6,15; 12,27), coheredero con él (Rm 8,17) y templo del Espíritu Santo (Cf. 1 Co
6,19).9 Del mismo modo La Santísima Trinidad da al bautizado la gracia santificante, la gracia
de la justificación que: le hace capaz de creer en Dios, de esperar en Él y de amarlo mediante
las virtudes teologales; le concede poder vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo
mediante los dones que este mismo le infunde; le permite crecer en el bien mediante las virtudes
morales, lo hace piedra viva para la edificación del Reino donde ya no se pertenece a sí mismo
y está llamado a dar testimonio de esta divina filiación con su propio testimonio, participando
de la actividad misionera del Cuerpo místico en unidad con los pastores y con toda la gran
familia de la Iglesia.10

El sacramento de la confirmación

El catecismo de la Iglesia Católica nos introduce en el sacramento de la Confirmación con estas


palabras: Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el
conjunto de los "sacramentos de la iniciación cristiana. Es preciso, explicar a los fieles que la
recepción de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal. El sacramento
de la confirmación une a los bautizados más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una
fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma se comprometen mucho más, como
auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras"11.

Oñatibia indica el simbolismo del sacramento argumentando que son tres los ritos post-
bautismales que se relacionan con el sacramento desde que comenzó a suscitarse la idea de un
segundo sacramento entre el bautismo y la primera eucaristía donde la prevalencia de la
crismación, la imposición de manos y la signación forman parte del cuerpo histórico de la

8
S. GREGORIO NACIANCENO, Or. 40,3-4.
9
Catecismo de la Iglesia Católica. 1265
10
Catecismo de la Iglesia Católica. 1266-1270
11
Catecismo de la Iglesia Católica. 1285

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evolución del sacramento en los ritos de las diversas iglesias cristianas orientales y la iglesia
de Roma.
a) La crismación, es decir, la unción de la frente con crisma, significa la unción del
Espíritu Santo, la comunicación del don del Espíritu Santo. Donde la unción material
es símbolo de la unción interior del Espíritu. De esta forma sobresale el simbolismo de
la fórmula que acompaña al gesto en las distintas liturgias «N, recibe por esta señal el
Don del Espíritu Santo» es así como la fuerza, la presencia y la colación de los siete
dones quedan grabados en el confirmando por la acción material de la crismación y la
trascendencia espiritual del sacramento como gracia y efusión divina, el papa Inocencio
III, escribió: “Con la crismación en la frente se designa la imposición de la mano, que
también se llama confirmación, ya que, por medio de ella, se da el Espíritu Santo para
el crecimiento y robustecimiento”12
b) La imposición de la(s) mano(s): se realiza sobre los candidatos como un símbolo de la
comunicación y bendición del Espíritu Santo así lo entendieron los santos padres
quienes establecieron una conexión entre la imposición de manos de los apóstoles, con
algunos relatos bíblicos tales como la bendición de los hijos de José por Jacob (Gen
48,14-20) y en la imposición de manos de Moisés sobre Josué (Dt 34,9). Esta tipología
nos orienta a ver en este gesto un símbolo de bendición y de comunicación del Espíritu.
c) La signación: La signación es trazar la señal de la cruz en la frente del confirmando,
dicha signación deja en el alma una marca indeleble que indica pertenencia y
consagración a Cristo tiene también una connotación pneumatológica ya la marca
impresa en el alma se atribuye a la acción del Espíritu Santo.

Efectos de la Confirmación
Nuevamente es el Catecismo de la Iglesia Católica el que nos ilustra en los efectos que alcanza
el sacramento de la confirmación en la vida del cristiano de donde deducimos que: el efecto
del sacramento es la efusión especial del Espíritu Santo, como fue concedida en otro tiempo a
los Apóstoles el día de Pentecostés por tal motivo nos es conferida la gracia del crecimiento y
la profundidad en el bautismo al tiempo que nos reafirma nuestra filiación divina que mueve
nuestros corazones a exclamar ¡Abbá, Padre! Como nos lo enseño Jesucristo a quien estamos
más estrechamente unidos por la acción salvífica de los dones del Espíritu Santo que es quien
nos mantiene unidos indisolublemente al cuerpo místico que es la Iglesia como verdaderos
testigos de Cristo.
De este modo tanto La Confirmación, como el Bautismo del que es la plenitud, sólo se da una
vez. La Confirmación, imprime en el alma es decir una marca espiritual indeleble, que es el
signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu revistiéndolo de la
fuerza de lo alto para que sea su testigo (Cf. Lc 24,48-49).13

12
Ep. “SUB CATHOLICAE PROFESSIONE”. Marisi, Conc. Coll., t. 23, 579.
13
Catecismo de la Iglesia Católica. 1266-1270

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El sacramento de la Eucaristía.
El misterio eucarístico es, sin duda, el centro
De la liturgia sagrada, y más aún, de la vida cristiana.
Por eso la Iglesia, iluminada por el Espíritu Santo,
Trata de penetrarlo cada día más
Y de vivir de él más intensamente.
(Eucharisticum Mysterium, 1967)

La Eucaristía es el tercero de los sacramentos y el centro, el manantial y la cumbre de toda la


fe del pueblo de Dios, por ello la Iglesia no cesa de orar y reflexionar en las grandezas de este
sacramento, donde el mismo Cristo se nos da en alimento, donde el mismo Salvador quiere
quedarse con y entre nosotros para nutrirnos y fortalecernos en la gran encrucijada de la vida
que no haya sentido si no es a partir de este insondable manantial de gracias que es la Eucaristía.
A este respecto J. Aldazábal comenta lo siguiente:
La Eucaristía es la comida sacramental en la que Cristo actualiza su presencia y su
entrega en medio de la comunidad cristiana, haciendo que ésta, en los signos del pan
y del vino, entre en comunión con su cuerpo y su sangre y participe así de la fuerza
salvadora de su muerte pascual. La eucaristía es el sacramento que más directamente
representa en la historia el acontecimiento central de la salvación: el misterio de la
muerte y resurrección de Cristo, y celebra así el encuentro entre Dios y el hombre en
Cristo, en la nueva alianza que él conquistó para siempre en la cruz.14
La Eucaristía es entonces el sacramento cumbre, porque en ella se actualiza el misterio de nuestra
redención, de este modo es «fuente y cima de toda la vida cristiana»15 a ella están unidos todos
los demás sacramentos así como los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, en ella
beben y confluyen sus frutos de santidad en beneficio de toda la humanidad porque en ella se
encuentra el mismo Cristo, nuestra Pascua Inmolada.
La Eucaristía es el sacramento que construye a la Iglesia, porque la compromete en la tarea de
la salvación de todos sus hijos dispersos por el mundo, en la Eucaristía todos los hombres
hayamos unidad sobre todo cuando nos congregamos para celebrar el Misterio en torno al
mismo Pastor Eterno (Cristo) con un mismo altar y una misma ofrenda.
La Constitución Apostólica Lumen Gentium afirma también que ninguna comunidad se puede
edificar si no tiene a Cristo por Centro, raíz y sustento, entonces toca al Obispo por estar
revestido de la plenitud del sacramento de orden administrar la gracia ante todo de este
sacramento que el mismo debe celebrar y procurar sea celebrado en todos los rincones de su
diócesis, pues mediante este sacramento la Iglesia vive y crece continuamente. De tal modo
que los miembros de la Iglesia unidos a sus pastores deben ser, por la gracia del sacramento,
signos vivos y tangibles de la Presencia e Dios en el mundo ya que en el sacrificio eucarístico
se une con Cristo en el Padre.16
Así el Decreto sobre el deber pastoral de los obispos Christus Dominus del Beato Pablo VI
expresa «que la celebración del sacrificio eucarístico sea centro y culminación de toda la vida
de la comunidad cristiana»17; de tal manera que se realice lo que el Concilio Vaticano II expreso
el en Decreto Ad Gentes «se hace signo de la presencia de Dios en el mundo, pues por el
sacrificio eucarístico pasa con Cristo al Padre».18

14
D. BOROBIO- P. TENA- J. ALDAZABAL- E. ALIAGA- I. OÑATIBIA- J. LLOPIS. La celebración
en la Iglesia II, Sacramentos, Sígueme, Salamanca 1988. 183
15
CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral Lumen Gentium, 11
16
CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral Lumen Gentium, 26
17
PABLO VI, Christus Dominus. Decreto sobre el deber pastoral de los obispos. 30
18
CONCILIO VATICANO II, Decreto Ad Gentes. 15

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Finalmente es el Catecismo de la Iglesia en que nos ilumina el cierre de nuestra reflexión considerado
que:
La Eucaristía, sacramento de nuestra salvación realizada por Cristo en la cruz, es
también un sacrificio de alabanza en acción de gracias por la obra de la creación. En
el sacrificio eucarístico, toda la creación amada por Dios es presentada al Padre a
través de la muerte y resurrección de Cristo. Por Cristo, la Iglesia puede ofrecer el
sacrificio de alabanza en acción de gracias por todo lo que Dios ha hecho de bueno,
de bello y de justo en la creación y en la humanidad, así pues es un sacrificio de acción
de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a
Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creación, la
redención y la santificación. "Eucaristía" significa, ante todo, acción de gracias.

Demos gracias a Dios por permitirnos entrar en su misterio, por darnos la fe para conocer de cerca el
tesoro de su gracia que se desborda sobre cada uno de nosotros a través de las gracias concedidas por
este sacramento que es manantial y cumbre de nuestra fe, en las especies eucarísticas no solo nos
alimentamos, también adoramos la presencia real y sacramental de un Jesús que se deja tocar y comer,
un Jesús que se da en alimento y fortalece y nutre y al mismo tiempo transforma.
Demos gracias a Dios porque nos ha enviado a su Hijo para salvación y redención nuestra, El Verbo
que haciéndose hombre ha querido quedarse con nosotros no solo en su palabra que es nuestra vida,
sino también en la Eucaristía que es nuestro alimento.

Te Adoro devotamente, oculta Deidad,


Que bajo estas sagradas especies
Te ocultas verdaderamente:
A ti mi corazón totalmente se somete,
Pues al contemplarte,
Se siente desfallecer por completo.

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Conclusiones

Podemos concluir nuestra reflexión retomando algunos aspectos de los sacramentos de


iniciación cristiana que hemos desarrollado, partiendo de la importancia de comprender la
noción de sacramento como símbolos y signos que nos recuerdan de manera tangible la
experiencia de la presencia de Dios en nuestras vidas, son medios por los cuales Dios mismo
se comunica con nosotros a través de su gracia, que se hace presente en todos los
acontecimientos diarios de nuestra existencia.
Acercarnos al misterio que significa la presencia sacramental en nuestras vidas, es acercarnos
a la razón de donde proviene la suma gracia, la suprema verdad que solo parte del corazón
eucarístico de un Jesús que por voluntad del Padre se hace carne en el seno de un Virgen y se
ofrece como oblación agradable en expiación por nuestros pecados, rescatándonos de la
desgracia de estar privados de la filiación con quien diría Santa Teresa «Nos ama tanto».
Es ese Jesús que no quiso dejarnos solos en el caminar que nos había trazado ya a través de
su Evangelio, El mismo quiso quedarse entre nosotros, primero nos rescata por las aguas del
bautismo y por su sacrificio redentor y lego se nos da en alimento, y se queda entre nosotros
en las especias de pan y de vino, más tarde cuando su misión en esta tierra había concluido
nos envía al Paráclito para que mediante su divina efusión nos colme de dones y gracias
necesarias para la misión a la cual nos ha destinado.
En resumen las gracias conferidas por los tres sacramentos de iniciación inician, maduran y
fructifican en el encuentro con Cristo y este Crucificado que nos rescata por su oblación y por
su resurrección en nos inserta nuevamente en la filiación divina haciéndonos partícipes de la
gloria perdida por el pecado de Adán.
Sea dada toda la gloria a la Santísima Trinidad de la cual proceden todos los bienes.

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