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EL PODER ESTATAL AL

SERVICIO DE LOS INTERESES


PRIVADOS DE IGLESIAS Y
LÍDERES RELIGIOSOS: UN
ANÁLISIS DESDE LA SEGUNDA
MITAD DEL SIGLO XX

William Gerardo Alba Riveros


Escuela Superior de
Administración Publica E.S.A.P
2017
El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

EL PODER ESTATAL AL SERVICIO DE LOS INTERESES PRIVADOS DE IGLESIAS


Y LÍDERES RELIGIOSOS: UN ANÁLISIS DESDE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO
XX

WILLIAM GERARDO ALBA RIVEROS

ESCUELA SUPERIOR DE ADMISTRACIÓN PÚBLICA ESAP


FACULTAD DE PREGRADO
PROGRAMA DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
BOGOTÁ, D.C.
2017
El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

EL PODER ESTATAL AL SERVICIO DE LOS INTERESES PRIVADOS DE IGLESIAS


Y LÍDERES RELIGIOSOS: UN ANÁLISIS DESDE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO
XX

Monografía para optar


Al título de Administrador Público

ASESOR ACADEMICO
HÉCTOR PINZÓN T.

ESCUELA SUPERIOR DE ADMISTRACIÓN PÚBLICA ESAP


FACULTAD DE PREGRADO
PROGRAMA DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
BOGOTÁ, D.C.
2017
El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................ 5
1. PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN ..................................................................................... 6
1.1 Pregunta de investigación ................................................................................................... 9
2. OBJETIVOS............................................................................................................................ 10
2.1 Objetivo general ................................................................................................................. 10
2.2 Objetivos específicos .......................................................................................................... 10
3. MARCO CONCEPTUAL ...................................................................................................... 11
3.1 Esquema conceptual .......................................................................................................... 11
3.2 Desarrollo conceptual ........................................................................................................ 11
4. MARCO METODOLÓGICO ............................................................................................... 24
4.1 Tipo de estudio ................................................................................................................... 24
4.2 Fuentes de información y técnicas para su recolección .................................................. 26
5. RESULTADOS ....................................................................................................................... 28
5.1. El poder público y las comunidades religiosas ............................................................... 28
5.1.1 Leyes y decisiones públicas influenciadas por sectores religiosos en Colombia. ......... 28
5.1.2 Jurisprudencia que evidencia la crisis conceptual del Estado laico en Colombia ......... 33
5.1.3. Institucionalidad permeada por ideologías religiosas .................................................. 44
5.2 Apropiación privada del poder público por parte de comunidades religiosas ............ 51
5.2.1 Líderes y comunidades religiosas con influencia directa en las decisiones del Estado 52
5.2.2 Incidencia electoral de las comunidades religiosas en Colombia ................................. 55
5.2.3 Poder económico y empresarial de las comunidades religiosas en Colombia .............. 62
5.3. Convencionalismos sociales: la cuestión religiosa y su arraigo cultural...................... 68
5.3.1. Crecimiento de las iglesias en Colombia ..................................................................... 69
5.3.2. La educación en Colombia: religión como catédra dogmatizante o espacio de
discusión. ................................................................................................................................ 73
CONCLUSIONES....................................................................................................................... 78
BIBLIOGRAFIA......................................................................................................................... 83
El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

INTRODUCCIÓN

Este trabajo analiza el uso instrumental que, con miras hacia el ejercicio del poder estatal,
se le ha dado a la religión en Colombia desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad.

Se toman como eje central algunas de las principales relaciones y dinámicas entre
religión y poder de Estado, tanto antes como después de la apertura religiosa dada mediante la
Constitución Política de 1991 y la Ley 133 de 1994, que modificaron muchos de los aspectos de
responsabilidad institucional en los que la religión tenía un papel preponderante y que hoy le
competen exclusivamente al Estado. Dicho análisis se sustentará en los aportes teóricos que en
esta materia han generado diversos autores clásicos y contemporáneos.

En un segundo instante, y dada la naturaleza del análisis a desarrollar, se hace necesario


entender el papel y la posición hegemónica en que se encontraba la Iglesia Católica en la
segunda mitad del siglo XX. Así como también la tímida emergencia de iglesias pentecostales,
evangélicas y protestantes, para esto se realizará una contextualización histórica desde inicios del
siglo XIX.

Por otra parte, se analizará la incidencia de la religión, de sus diversas expresiones, de su


discurso y de algunos de sus líderes más representativos, en escenarios de participación política e
institucional, así como también en la consecución de apoyos electorales y de legitimación; todo
esto relacionado directamente con una búsqueda de influencia en el poder estatal.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

1. PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

La académica Jenny Santamaría resalta que, en Colombia, la iglesia y el Estado han


realizado importantes transferencias entre los campos político y religioso mediante canales de
comunicación de doble dirección y legitimación mutua. Por lo tanto, se hace necesario
comprender la configuración del hecho religioso cristiano-católico en la sociedad colombiana y
su incidencia en la esfera política (Santamaría, 2013, p.38).

Santamaría retoma a Bourdieu para aceptar que el poder y la mutabilidad de la religión


subsisten como un esquema de perpetuación de los mecanismos de dominación social. De igual
forma, evidencia que en Colombia hay una correspondencia entre las estructuras sociales y las
estructuras mentales erigidas históricamente. Por tales razones, se infiere que los líderes
religiosos contribuyeron en la cimentación de las estructuras ideológicas de poder que han
moldeado las convicciones y prácticas políticas nacionales (Santamaría, 2013, p.58).

El siglo XIX presentó fuertes rivalidades entre la Iglesia y el Estado, así como también
luchas partidistas que se caracterizaron por el debate sobre la legitimidad e ilegitimidad de la
presencia de la religión en el campo político. Por lo anterior, los asuntos programáticos de la
política pasaron a segundo plano de importancia (Santamaría, 2013, p.39). A pesar del rechazo
liberal, la Constitución de 1886 reconoció el catolicismo como la religión nacional y le entregó el
monopolio de la educación del país (Santamaría, 2013, p.44).

Hasta mediados del siglo XX, Colombia se caracterizó por ser una sociedad fuertemente
católica. Sin embargo, en las últimas décadas, esta iglesia ha perdido influencia en campos
sociales de cultura, política y educación. Al mismo tiempo, nuevos movimientos religiosos le
disputan al catolicismo los privilegios que mantuvo a lo largo de varios siglos (Beltrán, 2013).

Santamaría relata que, históricamente, la institución eclesiástica fue protegida por el


Estado y, a su vez, el Estado se valió de ella como instrumento de unidad y cohesión nacional.
Por lo tanto, durante el siglo XX la Iglesia católica apoyó fuertemente la consolidación del

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Estado conservador, buscando garantizar así su permanencia. El inicio del giro histórico respecto
a la organización y posterior participación de grupos cristianos no católicos en cuestiones
políticas se remonta al nacimiento de la Confederación de Evangélicos de Colombia (CEDEC)
en 1950 (Santamaría, 2013, p.49).

La pluralización religiosa permitió que líderes pentecostales de tipo carismático


ingresaran a las órbitas del poder y que reconvirtieran su capital religioso en capital político para
participar de las luchas electorales (Beltrán, 2013, p.25).

Colombia, de acuerdo con Jenny Santamaría, ha sido un país delineado históricamente en


su desarrollo socio-político a partir de los principios y valores del catolicismo. Con la
emergencia y aumento progresivo de confesiones religiosas de tradición cristiana no católica y
tras la promulgación de la Constitución de 1991 se abrió la posibilidad para que la participación
política en Colombia, por parte de grupos y líderes religiosos, se incrementara. Fue de esta
manera como sacerdotes, pastores y líderes de iglesias evangélicas, pentecostales y
neopentecostales, que buscaban alcanzar poder político, presentaron su candidatura para ocupar
cargos de elección popular y, contando con el apoyo electoral de sus comunidades eclesiales,
alcanzaron los umbrales de votación esperados (Santamaría, 2013, p.7).

La participación evangélica en la Asamblea Constituyente marcó un nuevo momento en


la definición de las políticas del Estado frente a los actores religiosos, así como también modificó
las luchas en el campo religioso y en el campo político. El movimiento pentecostal emergió
como un nuevo agente de presión política frente al Estado y los actores religiosos de tipo
carismático reorientaron luchas propias del campo religioso hacia el campo político. Dichas
luchas se dispusieron a la desmonopolización de los privilegios que históricamente el Estado
había otorgado de manera exclusiva a la Iglesia católica (Beltrán, 2013, p.315).

El protestantismo juzgó como positiva la participación de los nuevos movimientos


religiosos como muestra de su capacidad de influir en el campo político electoral. Lo anterior se
tradujo en reconocimiento por parte de la opinión pública y de las demás fuerzas políticas del
país (Beltrán, 2013, p.315).

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Según Beltrán, el voto evangélico y pentecostal se hizo codiciable, incluso en las


elecciones presidenciales. El voto de las megaiglesias, casi siempre orquestado por un líder
carismático, es hoy de los más codiciados, multitudinarios y disciplinados. Además, el
pentecostalismo reproduce en el campo político su organización alrededor de líderes
carismáticos y su constante fragmentación; sus líderes compiten en el mercado de las almas y en
el mercado de los votos (Beltrán, 2013, p.315).

Los esposos César Castellanos y Claudia Rodríguez de Castellanos son un buen ejemplo
de lo anterior. Ellos, a través de su autoridad religiosa sobre una de las organizaciones
pentecostales más poderosas y multitudinarias de Colombia, la Misión Carismática Internacional,
han servido de capital político al Partido Nacional Cristiano, a Cambio Radical y al Partido de la
U.

Caso similar ocurre con el hoy senador Jimmy Chamorro y el apoyo que recibe de la base
electoral de la Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia. Ha sido 4 veces senador de la
República de Colombia, tres con el desaparecido Movimiento Compromiso Cívico Cristiano por
la Comunidad (C4) y una más con el Partido de la U.

Otro caso aquí aportante es el del Movimiento Independiente de Renovación Absoluta


MIRA, movimiento político que cuenta con el capital electoral de la Iglesia de Dios Ministerial
de Jesucristo Internacional, organización religiosa multinacional liderada por María Luisa
Piraquive, Alexandra Moreno Piraquive y Carlos Baena como sus líderes políticos y religiosos.

Los candidatos religiosos a cargos de elección popular, emplean el capital simbólico a su


favor y se sirven de los medios que les brinda el campo religioso para conquistar la empatía de
los electores (Santamaría, 2013, p.96). Es así como nuevos actores políticos de base pentecostal,
mediante esquemas como de clientelismo y cacicazgo, mantienen a sus fieles ajenos a la
responsabilidad de tomar decisiones políticas (Beltrán, 2013, p.25).

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Ricardo Sarmiento manifiesta que, según el Ministerio de Interior, Bogotá recibe de 20 a


30 solicitudes semanales para legalizar la creación de iglesias. Sin embargo, este número puede
llegar a duplicarse en elecciones políticas, cuando algunos candidatos cambian sus creencias
religiosas para fortalecer sus campañas (Sarmiento, 2015, p.8).

Los pastores pentecostales son especialistas en el manejo de las masas, en el arte del
discurso y en el recaudo de dinero en sus organizaciones religiosas para financiar sus campañas
políticas. Es por esto que, afirma Beltrán, tienen muchas ventajas para convertir su capital
religioso en capital político (Beltrán, 2013, p.345).

Los líderes religiosos que forman parte de la disputa política suelen emplear el discurso
religioso como instrumento de persuasión y dominación. Tanto el discurso teológico como el
religioso contienen un alto componente político. (Santamaría, 2013, p.97).

Las feligresías de las megaiglesias constituyen el capital político de los pastores


pentecostales y actúan también como maquinarias políticas al servicio de estos. Es decir, bajo la
convicción de estar sirviendo a Dios, los fieles participan en el proselitismo político al servicio
de los intereses políticos de sus pastores. También siguiendo las redes familiares y los contactos
personales, los fieles de las megaiglesias hacen propaganda política entre parientes y amigos
(Beltrán, 2013, p.346).

El acrecentamiento actual de líderes religiosos que intervienen en la esfera política a


partir de su capital religioso, reclama una vez más la ampliación del debate sobre las relaciones
entre religión y política (Santamaría, 2013, p.102).

1.1 Pregunta de investigación

Lo anterior pone en evidencia el cuestionamiento central que se pretende responder por


medio de este análisis: ¿Cómo los intereses privados de las iglesias y líderes religiosos logran
poner a su servicio al poder estatal?

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

2. OBJETIVOS

2.1 Objetivo general

Describir cómo las iglesias y líderes religiosos han buscado y logrado influenciar o
ejercer el poder de Estado en Colombia desde 1950.

2.2 Objetivos específicos

Dar a conocer aquellas leyes y decisiones, tomadas bajo la influencia de organizaciones


religiosas, que afectaron la constitución pública del poder estatal.

Identificar los mecanismos mediante los cuales el poder de Estado ha sido apropiado por
lógicas privadas de iglesias y líderes religiosos.

Evidenciar los momentos en los que se ha ejercicio el poder estatal colombiano mediante
convencionalismos sociales de carácter religioso.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

3. MARCO CONCEPTUAL

3.1 Esquema conceptual

CONCEPTO VARIABLE INDICADOR


RECTOR
Leyes y decisiones públicas influenciadas por sectores
Poder público religiosos en Colombia.
Poder estatal Jurisprudencia que evidencia la crisis conceptual del
Estado laico en Colombia.
Casos de instituciones públicas permeadas por ideologías
religiosas.
Líderes y comunidades religiosas con influencia directa en
Apropiación privada las decisiones del Estado.
del poder Incidencia electoral de las comunidades religiosas en
Colombia.
Poder económico y empresarial de las iglesias en
Colombia.
Índice de crecimiento de las religiones en Colombia según
Convencionalismo su clasificación.
social Cobertura de las distintas instituciones educativas privadas
religiosas en Colombia.
Fuente: Elaboración propia.

3.2 Desarrollo conceptual

Para una clara comprensión del objeto de estudio que aquí nos compete, se hace
indispensable realizar una aproximación al concepto de poder estatal o poder de Estado.

En primer lugar, es importante definir de forma adecuada lo que se entiende por poder,
valga decir, el concepto relativamente puro que para algunos autores adquiere características

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particulares a la hora de aplicarse al contexto de lo público. Así las cosas, para Mayz-
Villanenilla, citado por Ávila-Fuenmayor (Ávila-Funmayor, 2006)

El término poder proviene del latín possum -potes- potui -posse, que de manera general significa
ser capaz, tener fuerza para algo, o lo que es lo mismo, ser potente para lograr el dominio o
posesión de un objeto físico o concreto, o para el desarrollo de tipo moral, política o científica.
Usado de esta manera, el mencionado verbo se identifica con el vocablo potestas que traduce
potestad, potencia, poderío, el cual se utiliza como homólogo de facultas que significa
posibilidad, capacidad, virtud, talento. El término possum recoge la idea de ser potente o capaz
pero también alude a tener influencia, imponerse, ser eficaz entre otras interpretaciones. Sin
embargo, lo importante en este artículo es señalar que íntimamente ligados al poder como
potestas o facultas y la idea de fuerza que lo acompaña. "se hallan los conceptos de imperium (el
mando supremo de la autoridad), de arbitrium (la voluntad o albedrío propios en el ejercicio del
poder), de potentia (fuerza, poderío o eficacia de alguien) y de auctoritas (autoridad o influencia
moral que emanaba de su virtud).

Lo que queda claro, en principio, es que el sentido del poder, en las diferentes acepciones
que se puede hace de dicho concepto, siempre guarda una relación con el ejercicio de
determinada capacidad de uno sobre el otro u otros.

Foucault posteriormente daría un giro con nuevas reflexiones que lo llevaron a concluir
que el poder no es algo que posee la clase dominante; postula que no es una propiedad, sino que
es una estrategia. Es decir, el poder no se posee, se ejerce. En tal sentido, sus efectos no son
atribuibles a una apropiación sino a ciertos dispositivos que le permiten funcionar plenamente.
Pero, además, postula que el Estado no es de ninguna manera, el lugar privilegiado del poder,
sino que es un efecto de conjunto, por lo que hay que estudiar lo que él llama sus hogares
moleculares (Ávila-Funmayor, 2006).

Varios son los elementos que se pueden extraer de esta concepción de Foucault sobre el
poder. De una parte, es claro que contrario a sus análisis iniciales sobre el poder desde el punto
de vista jurídico, el poder no es algo que pueda poseerse, se trata más bien de un ejercicio que se
realiza sobre otro; en segundo lugar, este ejercicio del poder efectivamente guarda una relación

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con la funcionalidad del mismo, que no está necesariamente limitado a lo económico son que se
tiene que ver con todas las relaciones de sociales que para Foucault son siempre relaciones de
poder. Un tercer elemento de particular importancia, es que el poder no radica exclusivamente en
el Estado, pues no es este el único escenario en donde se entretejen relaciones de poder.

La pregunta que surge en este punto es entonces ¿Qué hace tan particular al poder estatal?
¿Cuáles son los elementos que le son propios que lo distinguen de otros ejercicios de poder como
el doméstico? Al respecto de esto, Jaime Rodríguez, plantea lo siguiente “El poder estatal es el
medio del que dispone la autoridad política para alcanzar el bien común, para conseguir
precisamente el bienestar de la sociedad como un todo” (Rodríguez, 2015 p. 55).

Referente al alcance del poder estatal, la Teoría General del Estado de Georg Jellinek,
citada por Kelsen, asevera que “En todo momento es posible sustraerse al poder no dominativo
de una asociación, mientras que nadie, <<de no vivir en un desierto o en las proximidades del
polo>>, puede escapar al poder de dominación del Estado, que por esencia, es irresistible”
(Kelsen, 2002 p. 166)

Además, “El poder estatal unitario e indivisible consta, según la teoría [del Estado de
Jellinek], de tres poderes coordinados idealmente y, por tanto, separables en cuanto a su
organización y funcionamiento: el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial” (Kelsen, 2002 p.
382)

Sin embargo, para Kelsen “el sentido autentico de lo que se conoce de ordinario bajo el
nombre de <<poder estatal>> es la validez de un orden jurídico y, por tanto, implícitamente, la
unidad de este poder, mientras que la idea de una participación de esta validez es un absurdo,
pueden predicarse también como consecuencias del concepto del poder del Estado la unidad e
indivisibilidad del mismo” (Kelsen 381).

Y retomando, en el mismo sentido conceptual de Rodríguez, Hans Kelsen afirma, en


primer lugar, que “El llamado poder del Estado no es sino el Derecho del Estado, desde el
momento que el objeto de una Teoría jurídica sólo puede ser el Derecho” (Kelsen, 2002 p. 161).

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Y en segundo lugar, que “El sentido del poder o dominación estatal no es el de que unos
hombres estén sometidos a otros, sino el de que todos los hombres estén sometidos a las normas,
si bien son los hombres los que las crean –con sujeción a otras normas-. Y de este modo se revela
también la trascendencia de la doctrina que sostiene que el Estado es un orden jurídico, un
sistema de normas de derecho, y que, por tanto, estar sometido al poder del Estado no significa
otra cosa sino hallarse vinculado por un orden jurídico” (Kelsen, 2002 p.165).

El carácter público del poder estatal es planteado por Jesús Molina de la siguiente forma:
“El poder de Estado se constituye en público en tanto que la elaboración de sus leyes y
decisiones se entran a tomar, ya no bajo la primacía de la voluntad del soberano y sus secretos,
sino del debate ilustrado y racional público que lleven a leyes justas y justificadas” (Molina,
2008 p.18).

Al respecto de esta noción de poder público, una aproximación general a su


conceptualización es la propuesta por Madrid Espinosa según la cual:

El poder se encuentra en la sociedad y nace cuando unos mandan y otros obedecen y consiste, en
términos generales, en la posibilidad de que una persona o varias realicen su propia voluntad en
una acción en común, aún contra la oposición de otros participantes en la acción. Cabe señalar
que dentro de la sociedad el concepto del poder abarca diversas manifestaciones y formas. Así,
por ejemplo, el poder económico que amenaza con el perjuicio de un mal abastecimiento. El
poder religioso que dispone sobre la salvación el alma. El poder artístico que el sentimiento. El
poder militar que representa la fuerza. El poder sindical que amenaza con un paro de actividades.
El poder de los medios de comunicación para modelar la opinión pública; sin embargo, nosotros
nos referimos en este tema al poder político o poder público, que está por encima de todos los
demás poderes que juegan sus fuerzas en la dinámica social. […] El Estado por medio del poder
público y a través del derecho, reconoce y limita los diversos poderes sociales. El poder de Estado
actualiza la coercibilidad del Derecho, la hace activa en función del bien común. La soberanía es
la fuente del poder de Estado; aquella no reside en el Estado sino en el pueblo, porque la fuente de
todo poder, es decir del derecho, proviene del pueblo (Madrid, 1993).

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Un acercamiento más puntual sobre el poder público lo ofrece Artunduaga et. al señalar
que el mismo hace referencia al concepto del poder político (entendido este como la capacidad
de un individuo o grupo de llevar a cabo su voluntad, incluso a pesar de la resistencia de otros)
existente en una sociedad, pero ya no ejercido por varios individuos o grupos de manera
disgregada y desigual, sino concentrado e institucionalizado en la figura del Estado, como un
ente donde tal poder se distingue claramente del individuo o persona que lo ejerce (Artunduaga
et. al., 2005).

Esta relación entre el poder público y el Estado es expresada de manera explícita en los
siguientes términos:

Poder público o soberanía es un concepto que nos permite entender que el pueblo como
constituyente primario crea en la Constitución los órganos estatales necesarios para que con
autoridad hagan la ley, ejecuten la ley y juzguen de conformidad con la Ley, además de otros
organismos necesarios para la prestación de los servicios a su cargo. Así mismo, la Constitución
delimita el ejercicio de la coacción para hacer efectivo el derecho y sólo permite que las
autoridades hagan lo que está establecido en la Ley (Universidad Manuela Beltrán, 2017).

De las concepciones de poder expuestas es posible notar que los autores relacionan el
poder público necesariamente con el aparato Estatal, al punto de homologar este poder público a
la soberanía. Ello puede ser cierto en tanto que este poder público o la soberanía emanan del
pueblo quien es el que otorga a las autoridades y las instituciones la posición privilegiada que
tienen. Ahora bien, vale decir que este poder público guarda una estrecha relación con la
legalidad que embiste al Estado de autoridad. Dicho de esta manera, el poder público es poder de
Estado y como tal puede ejercerse de uno sobre los demás. Para el caso, del quienes integran el
Estado sobre los demás miembros de la sociedad.

Es así como “El poder del Estado adopta la significación de poder <<coactivo>>. Esto
ocurre en doble sentido. En un sentido significa que las normas del orden estatal son normas que
prescriben la coacción, es decir, son normas jurídicas. [..] En otro sentido, el orden estatal es un
orden <<objetivo>> porque posee una validez objetiva respecto de los hombres que, como suele
decirse, <<constituyen>> el Estado” (Kelsen, 2002 p. 165).

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Sin embargo, el mismo Molina reconoce que “Aunque se ha pretendido hacer ver que el
poder de Estado se encuentra exento de lógicas e intereses particulares, dicha pretensión no
corresponde de forma significativa con lo observado en los procesos empíricos contemporáneos
relativos a su acceso, control y orientación” (Molina, 2008 p.16).

Es importante reconocer que “El poder de Estado se encuentra revestido de una serie de
dinámicas y lógicas privadas que, en la mayoría de las ocasiones, le imprimen un carácter de
beneficio particular al hacer que actúe en protección de intereses de poderosos grupos y redes de
privados, dejando de lado las lógicas del interés general. En Colombia las formas que adquiere la
apropiación privada del poder estatal corresponden a prácticas como el clientelismo, el
corporativismo, la corrupción y la criminalidad” (Molina, 2008 p.15).

Al respecto de lo anterior, una revisión bibliográfica permite concluir que categorías


como apropiación privada del poder público o captación del poder público no han sido
suficientemente tratadas. Dicho esto, la tarea que deviene es la de procurar presentar algunas
definiciones y conceptos desagregados que permitan construir, luego, una aproximación a las
categorías mencionadas. Habiendo establecido de manera suficiente lo que puede entenderse
como poder y como poder estatal, lo que se hace necesario es definir en que consiste la
apropiación del mismo.

En primera, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española –RAE-


apropiar significa hacer algo propio de alguien,
tomar para sí alguna cosa, haciéndose dueña de ella, por lo común de propia autoridad1. Lo que
es más relevante de esta definición es el sentido de lo propio, valga decir, de tener algo para sí
mismo y tener la capacidad de disponer de ese algo para el propio interés. Así las cosas, la
apropiación se refiere a cierto sentido de propiedad de algo que en principio no es propio, valga
la expresión, pero que efectivamente se toma para sí.

1
http://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=apropiar

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Ahora bien, aplicar esta noción de tomar algo que en principio no es propio y usarlo para
sí mismo a la idea del poder Estatal pone de presente dos elementos que vale la pena destacar; de
una parte, como ya se dijo, el poder Estatal no es el único lugar del poder en el sentido de
Foucault, quien además señala que tal poder comportar una característica funcional. En segundo
lugar, permite señalar que este tipo de poder estatal no es un poder superior en el sentido de que
nadie se ubique por encima de él, al contrario, es algo que puede ser apropiado, y por tanto
intercambiado, cedido, entre otros.

Así las cosas, la concepción jurídica del poder de los primeros tratados de Foucault cobra
relevancia y se torna en una característica central del poder Estatal y es que el mismo es una
suerte de propiedad que puede ser tomada por privados que, en función de interés particulares,
puede disponer de dicho ejercicio del poder sobre la sociedad para el logro de su interés. Como
bien lo señala Ávila-Fuenmayor a propósito de los postulados de Foucault:

Foucault intenta romper una complicidad de la ley con el Estado y en tal sentido, habla de
entender la ley no como algo que demarca los dominios de la legalidad-ilegalidad sino como un
procedimiento por medio del cual ilegalismos que dicha ley permite, tolera o inventa como
privilegios de clase; o bien, ilegalismos que prohíbe, aísla y define como medio de dominación.
En tal sentido postula que " (...) las leyes están hechas por unos y que se imponen a los demás"
(Ávila-Fuenmayor, 2006).

El punto es que no solo la ley sino el Estado en su conjunto, parece ser descrito por esta
tesis. Si la legitimidad que le es propia al poder estatal deviene del orden jurídico sobre el que el
mismo descansa, y si como lo señala Foucault la ley es más un mecanismo de dominación que un
medio para el logro del bienestar, entonces, queda claro el modo en el que el mismo Estado, en
tanto mecanismo de dominación, no responde al logro del bienestar, a pesar de que esto es lo que
se predica, sino a un ejercicio de dominación ejercido en todo caso en un contexto de clases
sociales en el que determinada clase dominante ejerce tal dominio para sostenerse en el poder y
así beneficiarse del ejercicio del mismo.

Por supuesto lo anterior implica que la función del ejercicio de poder de Estado no se
limita al logro del bien común y el bienestar general, por el contrario, empieza a responder

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

también a fines particulares de quienes apropian dicho poder para sus fines. Ello implica, de una
parte, que las funciones de Estado y la lógica de Estado ya no son puramente pública y, por otro
lado, que los particulares privados logran fines que pueden o no estar alineados con el bienestar
de la sociedad. Si el atractivo del poder estatal es su alcance sobre la sociedad, no es de extrañar
que sectores de la sociedad busquen apropiarse del mismo para lograr determinados objetivos.

Es importante puntualizar al respecto de la noción de apropiación privada del poder


Estatal. En tanto que se trata de algo que puede ser apropiado, no se trata pues de algo puramente
público. Molina (Molina, 2008) concuerda con esta tesis al señalar que:

Lo estatal no es público en tanto subsisten y perduran en el Estado lógicas e intereses privados.


Un primer lugar de la apropiación privada del Estado lo produce el clientelismo. Este puede
entenderse como una práctica en la cual se tejen una serie de alianzas y de relacionamientos entre
los actores estatales y privados, con el objetivo de mantener a los representantes políticos en los
centros de toma de decisión para mantener sus privilegios o grupos afines. Ello implica que las
acciones, las estrategias y los recursos del Estado no van dirigidos a la satisfacción del grueso de
la población, sino que se orientan al beneficio de redes clientelares. […] Una segunda lógica de
apropiación privada del Estado se puede evidenciar a través de prácticas como el corporativismo.
El termino corporativismo significa que unos grupos o sectores específicos de la sociedad con una
gran cantidad de recursos intervienen en las instancias políticas de toma de decisión de forma tal
que sus demandas son tramitadas fácilmente hacia la esfera de lo estatal, llevando a hacer
prevalecer sus intereses sobre los del conjunto de la sociedad. {…} A las anteriores lógicas de
clientelismo y corporativismo se suma la corrupción. Esta se entiende como la desviación de los
recursos o los cargos públicos con el claro objetivo de obtener beneficios de carácter
exclusivamente privado (Molina, 2008).

Tres son las categorías a través de las cuales se manifiesta la apropiación privada del
poder estatal: clientelismo, corporativismo y corrupción. Al respecto de esto, una forma
adecuada de expresar la forma en la apropiación estatal ocurre la propone Félix Martínez al
señalar que:

Parece que la revisión de los hechos hasta aquí expuesta sirviera para dar razón a los amigos
neoliberales, para demostrar una vez más que las entidades públicas no pueden ser eficientes y

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

justificar la necesidad de profundizar la privatización. Pero no, lo que hasta aquí se señala es que
las entidades públicas están privatizadas por cuotas, respondiendo a intereses particulares de las
empresas políticas que requieren los cargos y los contratos para reproducirse. Es por tanto el
régimen político el que condiciona la corrupción en las entidades públicas en diverso grado.
Podría formularse una ecuación así: A mayor tamaño, mayor presupuesto de operación y mayor
número de cargos y contratos para repartir, mayor posibilidad de desangre institucional. En fin,
que las entidades públicas no son públicas en esencia, pues responden sólo en tercera instancia al
interés público, después de satisfacer el interés de las empresas políticas y, en segundo lugar,
muchas veces, el interés cortoplacista de los propios sindicatos (Martínez, 2007).

Por supuesto la precisión conceptual ofrecida por Molina es más certera; pero, lo
expuesto por Martínez permite evidenciar que efectivamente el poder público lejos de servir al
interés público, prioriza intereses de quienes lo apropian para el alcance de sus fines. Vale la
pena recaer sobre este asunto de la precisión conceptual; bástenos con señalar una dedición
adicional de clientelismo, corrupción y corporativismo para complementar lo expuesto por
Molina y decantar lo mencionado por Martínez.

Al respecto del clientelismo:

Más específicamente, en el campo político el clientelismo se concibe como un sistema


extraoficial, de flexibilidad difusa y de intercambio de favores, en el cual los titulares de cargos
políticos regulan la concesión de prestaciones, obtenidas a través de su función pública o de
contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo electoral (Trotta, 2003). A todo esto habría
que agregar, sobre todo para sociedades contemporáneas, que estas relaciones ocurren al margen
del orden jurídico e institucional, por lo que están propensas a entrar o a considerarlas dentro del
campo de la ilegalidad y de la corrupción (Cerdas, 2013).

Frente a la corrupción:

Corrupción es el uso indebido del poder otorgado para beneficio privado. La corrupción entraña
conductas por parte de funcionarios en el sector público o sus allegados, por las cuales se
enriquecen indebida e ilegalmente mediante el mal uso del poder que se les ha confiado. TI
distingue entre la corrupción de pequeña escala y la corrupción de gran escala. La corrupción de

19
El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

pequeña escala o de supervivencia es la que practican los funcionarios públicos pésimamente


recompensados y que dependen de sueldos muy magros. Esta corrupción puede ser un simple
reflejo de una mucho más dañina a niveles superiores. A menudo la corrupción de gran escala,
que involucra funcionarios públicos de alto nivel, implica grandes sobornos internacionales y
cuentas “ocultas” en bancos extranjeros. (Transparencia internacional, 2006)

Finalmente, frente al corporativismo:

Sistema de representación de intereses en el cual, las partes constitutivas están organizadas dentro
de un número limitado de categorías singulares, obligatorias, jerárquicamente ordenadas y
funcionalmente diferenciadas, reconocidas o autorizadas (si no creadas) por el Estado, a las que
les concede un deliberado monopolio de representación, dentro de sus respectivas categorías, a
cambio de seguir ciertos controles en su selección de líderes y articulación de demandas y apoyos
(Audelo, 2001).

Estas precisiones permiten notar como efectivamente se pueden distinguir tres vías a
través de las cuales es posible apropiarse del poder público, valga decir, del poder de Estado para
el alcance de fines privados.

Frente a esto, la idea de convencionalismo social es quizá la forma más adecuada de


entender como un comportamiento propio de la población ejerce influencia sobre la toma de
decisiones. Frente a esto:

Los convencionalismos sociales son reglas que aparecen basadas en la costumbre. Son una
especie de mandato que surgen de la colectividad y que son necesarios llevar a cabo dentro de la
sociedad; ejemplos la decencia, la caballerosidad, el saludo, la cortesía, el buen comportamiento,
etc. El convencionalismo Social participa de la naturaleza de la costumbre por lo que se refiere a
la práctica reiterada y constante, sin embargo a diferencia de la norma jurídica, no tiene
obligatoriedad su cumplimiento es esperado y exigido; sin embargo y a diferencia de la norma de
derecho cuya sanción consiste en el cumplimiento forzado de la norma más un castigo, en los
usos sociales de la sanción tiende al castigo (expresión de condena, censura, exclusión, etc.) pero
no al acatamiento forzado del mismo (Chávez, 2011).

20
El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Así las cosas, el convencionalismo social efectivamente actúa como una norma,
socialmente aceptada, respecto de la cual se esperan prácticas y se aplican sanciones. Si se aplica
esta idea a la idea de apropiación privada del poder se puede notar cual es el camino a través del
cual particulares con intereses propios logran hacerse con el poder público, valga decir,
valiéndose de cuestiones aceptadas socialmente que, de cierta forma, les permiten apoyarse en la
población y así justificar sus actuaciones.

Finalmente, es necesario exponer un concepto adicional que será piedra angular del tercer
apartado del primer capítulo del presente documento, relacionado con las instituciones.

Así, la definición de institución comporta dos vías de análisis desde las cuales es posible
generar uno u otro tratamiento. Las instituciones, en un sentido general, representan “reglas de
juego” respecto de las cuales se condiciona la estructura de la sociedad y el comportamiento de
los individuos. En un sentido especifico, las instituciones pueden adquirir diversas concepciones,
pues el término ha sido aplicado de manera indistinta a diferentes contextos. De tales
aplicaciones, la que vale la pena destacar para el presente análisis es el de las instituciones
entendidas como organizaciones.

En el primer caso, las instituciones como reglas de juego, Hodgson (2011) expresa de
manera adecuada la forma en las instituciones estructuran la vida en sociedad. Señala Hodgson:

Las instituciones son el tipo de estructuras que más importan en la esfera social: ellas constituyen
el tejido de la vida social. El creciente reconocimiento del papel de las instituciones en la vida
social implica advertir que gran parte de la interacción y de la actividad humana está estructurada
en términos de reglas explícitas o implícitas. Sin violentar mucho la literatura relevante, podemos
definir las instituciones como sistemas de reglas sociales establecidas y extendidas que
estructuran las interacciones sociales. El idioma, el dinero, la ley, los sistemas de pesos y
medidas, los modales en la mesa, las empresas (y otras organizaciones) son todas instituciones.
[…] En parte, la durabilidad de las instituciones es producto del hecho de que pueden crear
expectativas estables sobre el comportamiento de los demás. Por lo general, las instituciones
hacen posible el pensamiento ordenado, las expectativas y la acción al imponer a las actividades
humanas una forma y una consistencia. Las instituciones dependen de los pensamientos y las

21
El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

actividades de los individuos, pero no pueden ser reducidas a ellos. {…} Así como las
instituciones pueden estructurar, restringir y promover los comportamientos individuales, también
tienen el poder de moldear las capacidades y el comportamiento de los agentes de una manera
fundamental, pues cuentan con la capacidad de cambiar las aspiraciones en lugar de simplemente
promoverlas o restringirlas. Los hábitos constituyen el mecanismo clave en esta transformación.
Las instituciones son estructuras sociales que implican una causalidad reconstitutiva hacia abajo,
pues actúan de cierta forma sobre los hábitos de pensamiento y acción de los individuos. La
existencia de una causalidad reconstitutiva descendente no significa que las instituciones actúen
directa, completa y uniformemente para determinar las aspiraciones de los individuos, sino que
simplemente pueden provocar efectos descendentes significativos. Hasta ahora, dado que las
instituciones conducen a unas regularidades en el comportamiento, se establecen hábitos
concordantes entre la población, generando unas creencias y propósitos que van en la misma
dirección. En este sentido, se refuerza aún más la estructura institucional. (Hodgson, 2011).

Son varios los elementos que pueden extraerse de esta exposición; de un lado, y como ya
se dijo las instituciones son una suerte de estructura social que tiene la virtud de condicionar el
comportamiento conjunto e individual. Al decir condicionar se pretende expresar que las
instituciones, como lo señala Hodgson, pueden promover, restringir, fomentar o prohibir cierto
tipo de comportamientos grupales e individuales. Por otro lado, las instituciones constituyen
reglas que operan, a propósito de lo expuesto, a nivel individual y que el individuo acepta toda
vez que constituye su hábito. Es importante tener en cuenta, en este punto, que cierto tipo de
reglas se institucionalizan, es decir se vuelven parte de la cotidianidad y de la percepción del
mundo, al hacerse hábitos de las personas.

Ahora bien, como se señaló, las organizaciones constituyen una forma particular de
institución, dado su grado de tecnificación. Al respecto Hodgson expresa que:

Empezando con una definición de las instituciones como sistemas de reglas socialmente
inmersos, es obvio que las organizaciones son un tipo especial de institución, con características
adicionales. Las organizaciones son instituciones especiales que cuentan con: (a) criterios para
establecer sus límites y para distinguir a sus miembros de los no miembros, (b) principios de
soberanía para determinar quién está a carago, y (c) cadenas de órdenes que definen las
responsabilidades dentro de la organización (Hodgson, 2011).

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Los conceptos expuestos constituyen el andamieaje a partir del cual se sustentarán los
argumentos. La evidencia empírica que haga parte de los dichos argumentos estará siempre
relacionada con las definiciones y conceptos expuestos. Así, nociones como clientelismo, poder,
convencionalismo social, harán parte explicita o implicita de los posutlados que se presentarán
como resultado de la investigación empiricá a realizar.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

4. MARCO METODOLÓGICO

4.1 Tipo de estudio

Según Jennifer Mason (Citada por Vasilachis, 2006) la particular solidez de la


investigación cualitativa yace en el conocimiento que proporciona acerca de la dinámica de los
procesos sociales, del cambio y del contexto social y en su habilidad para contestar, en esos
dominios, a las preguntas ¿cómo? y ¿por qué?

Ejemplo de lo anterior es la aplicación de metodologías de investigación cualitativa en


salud pública. La relevancia de esto es que, por un lado, las mediciones en salud muchas veces
atienden a factores cuantitativos y, por otro, que la salud pública constituye un elemento de
interés para el administrador público. Esto se debe a que la misma es un asunto que atañe a la
sociedad y, además, a que sus determinantes muchas veces se encuentran en cuestiones
comportamentales más que en causas medicas claramente identificables.

Es así como, la metodología cualitativa es muy valiosa a la hora de poner en marcha nuevos
programas de salud pública y tomar decisiones, muchas veces en contextos muy sensibles, sobre
temas como: planificación familiar, prevención de infecciones de transmisión sexual, relaciones
de género, entre otras cuestiones fundamentales de salud que, a lo largo del tiempo, no solo han
sido necesarias las justificaciones científicas cuantificadas, sino conocer el por qué sociocultural,
que diera la posibilidad de interpolar la interpretación cuantitativa con el contexto sociocultural
de un individuo. Puede guiar al descubrimiento de comportamientos básicos, actitudes y
percepciones que traen consecuencias para la salud; puede ayudar a explicar impedimentos
sociales y programáticos que dificultan una elección bien fundada o la utilización de los servicios;
puede explicar el éxito de las intervenciones, y puede facilitar un mejor conocimiento de los
contextos políticos, sociales y jurídicos en que se adoptan las decisiones en materia de salud
(Benavides, M., 2017).

Esto es tratado en el mismo sentido por Álvarez (Álvarez, L. 2006), quien también resalta
las ventajas de este tipo de investigación en su aplicación a la salud pública en los siguientes
términos:

24
El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Dentro de las técnicas para el estudio de la realidad social, de la que forman parte los fenómenos
relativos a la salud y a la enfermedad, se distinguen las llamadas cuantitativas de las cualitativas.
Estas últimas tratan de encontrar la estructura de las relaciones que hacen comprensible el sentido
de las representaciones sociales en el lenguaje de los sujetos que forman la sociedad. En concreto,
en el ámbito de la salud, la metodología cualitativa explora, desde el punto de vista de la
concepción cultural y simbólica, que la sociedad tiene de la misma. Pueden ser diferentes los
aspectos a investigar, y por ello diversas las técnicas posibles a utilizar. A continuación se
comentarán aspectos fundamentales de las principales técnicas que pueden ser empleadas en los
problemas de estudio en este terreno. (Álvarez, L. 2017).

A lo anterior cabe agregar que tales ventajas no son solo aplicables al sector de Salud. En
otras áreas del conocimiento es posible identificar aplicaciones fructíferas de los métodos
cualitativos. Con todo, en salud publica las aplicaciones de estas metodologías han arrojado
resultados interesantes.

Una desventaja que ofrece la investigación cuantitativa es que se sirve de los sujetos del estudio,
pero no saca al máximo toda la información que pudiera necesitar pues sus resultados se basan en
los números que arrojen los estudios, sin mediar otros factores. En este caso, la investigación
cualitativa se comunica con los sujetos y debido a las técnicas que utiliza, como la entrevista y la
observación, logra obtener informaciones ocultas en los investigados. (Sarduy, Y. 2007)

Es precisamente esta cuetión de la subjetividad, propia del ser humano, la que la


investigación cualitativa permite capturar de una manera más adecuada. Para el presente
documento ello resulta particularmente fructifero pues, como se puede concluir sin mayor
análisis, las cuestiones de la fe y la práctica religiosa son propias de esa subjetividad de las
personas.

Un ejemplo práctico de lo anterior es un estudio de 2011 realizado en España sobre el


tabaquismo. Dicho estudio se realizó aplicando metodologías cualitativas. Al rescto, los autores
expresan:

25
El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

En este estudio se ha usado una metodología cualitativa, basándonos en la perspectiva


fenomenológica, desde en el punto de vista de los informantes, con el fin de reconstruir las formas
de sentir, pensar y actuar de las enfermeras de Atención Primaria de Salud (APS), con el objetivo
de perfilar los determinantes que influyen en el abandono del tabaquismo y en el supuesto de que la
realidad que interesa es la que las propias enfermeras perciben como importante. Este enfoque nos
ha permitido investigar cómo, de acuerdo con los demás miembros de la sociedad, las enfermeras
que fuman tienen que vivir con su propia conciencia y relatar los actos realizados, que entran en
contradicción con el constructo social del mundo de vida (“life-world”), es decir, la construcción
social de una enfermera no se identifica con el “life-world” como un fumadora, de manera que la
consciencia individual de la enfermera fumadora entra en contradicción con la realidad
intersubjetiva creada por la sociedad. Schultz sugirió el término “life-world” en 1932(4). Este
autor, no concibe al sujeto aislado, sino en constante relación, caracterizada por acciones e
intenciones. (Bannasar, M, et. al., 2011).

Entonces, como el estudio mediante la metodología cualitativa permite explicar de manera


más precisa y realista el significado de las relaciones sociales, de la misma manera en que facilita
analizar el componente valorativo dentro un contexto histórico y social; fue precisamente este
enfoque el que resulto adecaudo para esta investigación, apoyando en el estudio de casos, puesto
que aquí se buscó comprender e interpretar las relaciones existentes entre la religión y el poder
estatal como fenómenos sociales.

4.2 Fuentes de información y técnicas para su recolección

Las fuentes de información a consultar, estuvieron orientadas a contextualizar y describir


la naturaleza de la influencia que tanto iglesias como líderes religiosos han ejercido sobre el
poder estatal en Colombia.

Se trata pues de documentos, libros, artículos noticiosos y testimonios que aporten a la


descripción del objeto de estudio a desarrollar.

Se emplearón, igualmente, técincas de recolección y análisis de información cuantitativa,


que sirvierón como evidencia de los argumentos expuestos.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Se utilizaron, adicionalmente, entrevistas a Integrantes activos de organizaciones


religiosas relevantes para nuestro estudio, en búsqueda de discursos religiosos orientados hacía el
poder de Estado; líderes por un lado y creyentes por el otro. Como también a la población en
general, buscando con ello manifestaciones de disidencia, apoyo, oposición social, ignorancia
y/o conocimiento de las relaciones existentes entre la religión y el poder estatal en Colombia

Dentro del análisis de información se analizaron contenidos bibliográficos donde la


religión es protagonista en un contexto de poder de Estado, identificando entre las fuentes, las
más relevantes para el estudio.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

5. RESULTADOS

5.1. El poder público y las comunidades religiosas

5.1.1 Leyes y decisiones públicas influenciadas por sectores religiosos en Colombia.

Atendiendo a los conceptos y definiciones propuestas, el propósito de este apartado es el


de dar cuenta de cómo, en la práctica, efectivamente sucede un ejercicio de captura del poder
público. Esto se hace con el ánimo de hacer valer intereses propios de las comunidades religiosas
a través de los medios en los que se manifiesta el ejercicio del poder propio del aparato estatal,
de los que se hará especial énfasis en las leyes y decisiones públicas.

Un punto de partida necesario, por supuesto, es la carta constitucional toda vez que la
misma constituye el fundamento del andamiaje legal en Colombia. En el artículo 19 de la
Constitución se señala que:

“Artículo 19. Se garantiza la libertad de cultos. Toda persona tiene derecho a profesar
libremente su religión y a difundirla en forma individual o colectiva. Todas las confesiones
religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley.”

La relevancia de este artículo en el presente análisis radica en que el mismo da el sustento


constitucional a la existencia de agrupaciones o comunidades religiosas en Colombia. La
garantía de la libertad religiosa y la libertad de la creencia de forma individual o colectiva
autorizan, ya desde la Constitución a agruparse alrededor de su fe entiendo dicha fe, cualquiera
sea, como libre ante la ley.

En desarrollo del citado artículo, en 1994 se expidió la ley 133 Por la cual se desarrolla
el Decreto de Libertad Religiosa y de Cultos, reconocido en el artículo 19 de la Constitución
Política. Frente a los elementos que vale la pena destacar de esta norma, y las normas que la
desarrollan, en primer lugar, el Artículo 2do establece que:

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

“Ninguna Iglesia o Confesión religiosa es ni será oficial o estatal. Sin embargo, el


Estado no es ateo, agnóstico, o indiferente ante los sentimientos religiosos de los
colombianos”

Este postulado desdibuja la idea de la existencia de un Estado laico en Colombia. Frente a


esto, en el mismo artículo se señala:

El Poder Público protegerá a las personas en sus creencias, así como a las Iglesias y
confesiones religiosas y facilitará la participación de éstas y aquellas en la consecución
del bien común. De igual manera, mantendrá relaciones armónicas y de común
entendimiento con las Iglesias y confesiones religiosas existentes en la sociedad
colombiana.

Este señalamiento es de particular relevancia dado que el mismo establece, desde la


misma ley, la existencia de relaciones entre el Estado y las comunidades religiosas. Si se parte de
la idea de que el Estado ejerce el poder para lograr los fines esenciales, y que uno de estos es el
logro del bienestar general, no es arriesgado decir que proposiciones normativas como la
expuesta establecen vías para que las comunidades religiosas encuentren, en determinado caso, el
camino para ejercer el poder público.

Más adelante se expresa, en el Artículo 7º. los derechos que le son propios a las
organizaciones religiosas:

Artículo 7º.- El derecho de libertad religiosa y de cultos, igualmente comprende, entre otros, los
siguientes derechos de las Iglesias y confesiones religiosas:
a. De establecer lugares de culto o de reunión con fines religiosos y de que sean respetados
su destinación religiosa y su carácter confesional específico;
b. De ejercer libremente su propio ministerio; conferir órdenes religiosas, designar para los
cargos pastorales; comunicarse y mantener relaciones, sea en el territorio nacional o en el
extranjero, con sus fieles, con otras Iglesias o confesiones religiosas y con sus propias
organizaciones;

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

c. De establecer su propia jerarquía, designar a sus correspondientes ministros libremente


elegidos, por ellas, con su particular forma de vinculación y permanencia según sus
normas internas;
d. De tener y dirigir autónomamente sus propios institutos de formación y de estudios
teológicos, en los cuales puedan ser libremente recibidos los candidatos al ministerio
religioso que la autoridad eclesiástica juzgue idóneos. El reconocimiento civil de los
títulos académicos expedidos por estos institutos será objeto de Convenio entre el Estado y
la correspondiente Iglesia o confesión religiosa o, en su defecto, de reglamentación legal;
e. De escribir, publicar, recibir, y usar libremente sus libros y otras publicaciones sobre
cuestiones religiosas.
f. De anunciar, comunicar y difundir, de palabra y por escrito, su propio credo a toda
persona, sin menoscabo del derecho reconocido en el literal g) del artículo 6 y manifestar
libremente el valor peculiar de su doctrina para la ordenación de la sociedad y la
orientación de la actividad humana;
g. De cumplir actividades de educación, de beneficencia, de asistencia que permitan poner en
práctica los preceptos de orden moral desde el punto de vista social de la respectiva
confesión.

De los mencionados derechos, vale la pena destacar algunos que autorizan a que estas
comunidades puedan realizar actividades económicas. La producción de publicaciones, o la
existencia de instituciones de formación y estudios teológicos, entre otras, permiten evidenciar
que de cierta forma se autoriza desde la Constitución a actividades que permitan el lucro de las
comunidades religiosas. Esto tiene relevancia si se tiene en cuenta que, muchas veces, estas
comunidades no están obligadas al pago de impuesto.

Adicional a lo anterior, el artículo 9º establece las condiciones bajo las cuales estas
instituciones pueden obtener su personería jurídica, de lo que es importante destacar la
documentación que debe acreditar la comunidad religiosa para su reconocimiento por parte del
Ministerio del Interior. Sin embargo, no se establece en que momento, en términos de tamaño de
la iglesia (seguidores, miembros, antigüedad) se otorgará la personería jurídica. La relevancia de
esto está dada en términos de las condiciones y requisitos que se les exigen a las comunidades
religiosas para el reconocimiento de su personería jurídica. Además, con la relación que esto
pueda tener con la existencia de un mayor número de comunidades religiosas.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Atendiendo a la norma expuesta, resulta pertinente hacer mención a dos normas


relacionadas a esta que permiten notar que existen condiciones relativamente favorables dadas a
las comunidades religiosas. Tales favorabilidades permiten tanto su existencia como su
injerencia en asuntos públicos. En primer lugar, la ley 115 de 1994 “Por la cual se expide la Ley
General de Educación” los artículos 23 y 24 expresan:

Artículo 23. Áreas obligatorias y fundamentales. Para el logro de los objetivos de la educación
básica se establecen áreas obligatorias y fundamentales del conocimiento y de la formación que
necesariamente se tendrán que ofrecer de acuerdo con el currículo y el Proyecto Educativo
Institucional. Los grupos de áreas obligatorias y fundamentales que comprenderán un mínimo
del 80% del plan de estudios, son los siguientes:

1. Ciencias naturales y educación ambiental.


2. Ciencias sociales, historia, geografía, Constitución política y democracia.
3. Educación artística.
4. Educación ética y en valores humanos.
5. Educación física, recreación y deportes.
6. Educación religiosa.
7. Humanidades, lengua castellana e idiomas extranjeros.
8. Matemáticas.
9. Tecnología e informática.

Parágrafo. La educación religiosa se ofrecerá en todos los establecimientos educativos,


observando la garantía constitucional según la cual, en los establecimientos del Estado ninguna
persona podrá ser obligada a recibirla.

Artículo 24. Educación Religiosa. Se garantiza el derecho a recibir educación religiosa; los
establecimientos educativos la establecerán sin perjuicio de las garantías constitucionales de
libertad de conciencia, libertad de cultos y el derecho de los padres de familia de escoger el tipo
de educación para sus hijos menores, así como del precepto constitucional según el cual en los
establecimientos del Estado ninguna persona podrá ser obligada a recibir educación religiosa.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

En todo caso la educación religiosa se impartirá de acuerdo con lo establecido en la ley


estatutaria que desarrolla el derecho de libertad religiosa y de cultos.

El derecho a la educación, por supuesto, es un derecho reconocido en la Constitución; sin


embargo, al incluir la educación religiosa como parte de dicho derecho puede resultar en varios
cuestionamientos. El más importante de estos, en todo caso, es si es o no es pertinente incluir la
educación religiosa como núcleo obligatorio. Existen tanto posturas a favor como en contra de la
inclusión de dicha educación, cada una con sus respectivos argumentos, los que terminan
coincidiendo en la búsqueda del mejor desarrollo del ser humano.

Vale la pena señalar que, de cierta forma, lo expuesto permite pensar que las
comunidades religiosas, en su rol educativo, se encuentran prestando un servicio público. Se
podrían llegar a considerar como particulares en cumplimiento de función pública. Ello es
relevante si se mira a la luz de la mención que se hizo a las actividades que permiten a las
iglesias lucrarse. Al tener recursos financieros propios suficientes las iglesias pueden prestar el
servicio educativo, lo que, de la mano de la incapacidad en muchos casos del Estado para prestar
dicho servicio, evidencia un escenario en el que las comunidades religiosas actúan como
facilitadoras del logro de los fines del Estado.

Lo anterior en sí mismo no puede considerarse como algo malo, pues lel facilitar el
cumplimiento de las funciones estatales actúa en beneficio de la población. Sin embargo,
situaciones problemáticas podrían emerger al ejercer cierta presión de carácter político por parte
de las comunidades religiosas que cuentan con establecimientos educativos sobre el Estado, dada
la falta de recursos de este último para prestar servicios educativos.

En segundo lugar, el Decreto Nacional 1396 de 1997 “Por el cual se reglamenta


parcialmente la Ley 133 de 1994, el artículo 45 del Decreto-ley 2150 de 1995 y se modifica el
Decreto 782 de 1995” establece varios elementos que permiten dar cuenta de regulaciones dadas
sobre la Iglesia Católica y que, de cierta forma, atienden a cuestiones de carácter político. Así las
cosas, el apartado de consideraciones hace referencia al procedimiento que tiene esta
organización religiosa, que difieren de las demás confesiones toda vez que la misma no atiende

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

exclusivamente a lo dispuesto en la ley 133 de 1994. Atiende también al concordato establecido


con la Santa Sede en virtud del cual la parroquias o templos de la Iglesias Católica gozan per se
dé personería jurídica en Colombia si las mismas son reconocidas por la Santa Sede en los
términos establecidos en el Derecho Canónico. Además de esto, el mencionado Decreto expresa
que:

Artículo 2 La inscripción de las entidades de que trata el artículo IV del concordato en el


Registro Público de Entidades Religiosas creado por la Ley 133 de 1994, estará sujeta a
lo que, en el marco del régimen concordatario, acuerden las Altas Partes Contratantes.
En todo caso, la inscripción en el Registro Público de Entidades Religiosas carece de
efectos sobre el reconocimiento y la acreditación de la personería jurídica de estas
entidades.

Implícitamente, se otorga a la iglesia católica una facilidad aún en desconocimiento de un


requisito administrativo estipulado desde la norma como le es la inscripción en el registro
público de entidades religiosas.

La exposición de estas normas no tiene otro fin que el de evidenciar como, en el ejercicio
de su función legislativa, el Estado genera condiciones que se constituyen como favorables para
la existencia de diversas comunidades religiosas. Principios políticos, como el de igualdad, o
económicos, como el de libre mercado, que constituyen doctrina para el accionar estatal,
sustentan la expedición de normas como las expuestas. No se puede negar, de igual forma, que el
Estado está compuesto por seres humanos y los mismos, en su condición humana, tienen facetas
subjetivas que operan e influyen en sus decisiones. No resulta extraño, entonces, que cuestiones
como la fe encuentren sustento e impulso en el andamiaje normativo.

5.1.2 Jurisprudencia que evidencia la crisis conceptual del Estado laico en Colombia

Ahora bien, con la intensión de dilucidar de manera más adecuada los argumentos
expuestos, conviene remitirse a la jurisprudencia existente en la materia. El punto de partida más
adecuado, en este aspecto, es la Sentencia T-200 de 1995. Al ser una sentencia tipo T

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

corresponde a un fallo de la corte en función de una demanda de acción de tutela en defensa de


un derecho fundamental. Como se dijo anteriormente, el derecho a la libertad de culto es un
derecho fundamental consagrado en la Constitución y en particular la mencionada sentencia
estableció las limitaciones a dicho Derecho.

En este contexto, y por procedimiento jurídico, las demandantes, que reclamaban el


derecho a bautizar a sus hijos en el marco de la fe católica a pesar de no haber contraído
matrimonio por el ritual contemplado en dicha fe, acudieron al tribunal superior de Manizales,
donde ocurrieron los hechos. Arguyeron que ya en varias parroquias había sido negado el
bautizo. Lo relevante de esto es que, el mencionado tribunal fallando en primera instancia
estableció:

No podría entenderse que la autoridad civil incursionara en un acto de fe y de conciencia,


propio del fuero interno del individuo y que puede ser demandado por éste a la autoridad
eclesiástica y concedido por ella si su fe y sus principios así lo ameritan. Menos todavía puede
el Estado intervenir para obligar a la Iglesia a conceder o reconocer efectos que son de rango
eminentemente espiritual y, por ende, gozan de un fuero que escapa a cualquier consideración
de los funcionarios estatales. Por ello, la tutela resulta a todas luces improcedente. Absurdo
sería que un juez de la República obligara a la autoridad eclesiástica a suministrar el
Sacramento del bautismo a un habitante del territorio nacional, no sólo porque la
Iglesia es autónoma para regular estas materias por reconocimientodel. Estado sino por cuanto
no es del resorte de éste determinar si se cumple o no en un caso determinado con los requisitos
de la fe católica. Además, de acuerdo con la Circular Pastoral remitida al expediente por el
Arzobispo de Manizales, a las personas procreadas en uniones extramatrimoniales no se les
niega el Sacramento del bautismo sino que simplemente se les exige acoplarse a determinada
reglamentación ejecutable en el tiempo para obtener el suministro de ese acto de fe. Ella
consiste en prácticas de catequesis por un determinado lapso para establecer si realmente el
beneficiario y los padres quieren acogerse a los postulados del catolicismo.
Indiscutiblemente,como potestad espiritual autónoma, la Iglesia está facultada para consignar
tales reglamentaciones. (Corte constitucional. T-200 – 1995)

Para el presente análisis lo que vale la pena destacar de este pronunciamiento es la


elevada autoridad que se le otorga al ejercicio de la fe y sus reglamentaciones internas aún por

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

encima del poder Estatal. Vale la pena señalar que, en muchas ocasiones, la iglesia conceptúa u
opina sobre asuntos que son del resorte del aparato estatal, en cuyo caso parece no erigirse
problema. Sin embargo, en la otra vía parece existir una gran resistencia para que posiciones
estatales tengan injerencia en el ejercicio de la fe. Ello sin duda lleva a preguntarse si, abogando
a su fuero, las comunidades religiosas, su organización interna, sus prácticas son o no son ajenas
al orden constitucional y legal establecido en determinado territorio.

Continuando con la sentencia mencionada, las consideraciones de la Corte señalaron que:

Por tanto, en la esfera de su interioridad inalienable, cada uno resuelve con autonomía aquello
que habrá de configurar su fe religiosa, su concepción sobre la divinidad, los principios de su
comportamiento frente a ella y su aceptación o rechazo a los símbolos que la representan. En el
campo de esta libertad hay lugar, inclusive, para no creer en nada, si tal es el resultado del
proceso interior mediante el cual se fija la posición de la persona frente a los temas espirituales
[…]. La Constitución garantiza, entonces, la libertad de cultos (Artículo 19), en cuya virtud toda
persona tiene derecho a profesar libremente su religión y a difundirla en forma individual o
colectiva. […] Estas libertades no son absolutas. Encuentran sus límites en el imperio del orden
jurídico, en el interés público y en los derechos de los demás. Su ejercicio abusivo, como el de
cualquier otro derecho, está expresamente proscrito por el artículo 95, numeral 1, de la
Constitución […] Esta Sala añade a lo ya dicho que el satanismo y las prácticas mágicas o
supersticiosas no pueden constituir expresión ni forma de la libertad de cultos, en cuanto por
definición contradicen la idea de la divinidad, son esencialmente opuestas a la religión y, por
ende, en ellas no puede ampararse nadie, como si hiciera ejercicio de un derecho constitucional,
menos todavía si comportan violación o amenaza de derechos fundamentales […] Todas las
congregaciones, independientemente de su origen y de los principios que las inspiren, gozan ante
el Estado colombiano de las mismas garantías y pueden ejercer, dentro de los aludidos límites, su
actividad pastoral y las gestiones encaminadas a la realización de los fines que les son propios
[…] Las decisiones de tales autoridades, dentro de las competencias que la propia confesión
religiosa establece, son obligatorias para sus feligreses en la medida en que sus ordenamientos
internos lo dispongan. De la misma manera, las religiones gozan de libertad para establecer
requisitos y exigencias en el campo relativo al reconocimiento de dignidades y jerarquías así
como en lo referente a los sacramentos, ritos y ceremonias […].Por lo que respecta a los
matrimonios, la normatividad civil acoge lo que en el seno de la respectiva religión se haya

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

dispuesto para la validez de los vínculos que se establezcan, sin entrar en controversia acerca de
los requisitos y trámites de orden sacramental que las autoridades eclesiásticas y las normas por
ellas expedidas hayan previsto. La actitud del Estado consiste apenas en tomar como punto de
referencia lo que certifiquen los respectivos funcionarios eclesiásticos, con el fin de que lo
actuado, según las prescripciones religiosas, tenga consecuencias en el terreno civil, como lo
dispongan las leyes […] En asuntos como el examinado, la Iglesia Católica -como todas las
religiones que operan en Colombia- puede señalar, sin autorización del Estado, de acuerdo con
los lineamientos fundamentales de la fe religiosa y de conformidad con las decisiones de sus
propias autoridades, las condiciones y requisitos que deben cumplirse para acceder a los
sacramentos, que son elementos típicamente religiosos en cuya administración no intervine la
potestad civil, ni para impedirla ni para propiciarla […] La acción de tutela instaurada en este
caso resultaba, por ello, del todo improcedente, como bien lo afirmaron los tribunales de
instancia. De haber sido despachada favorablemente la demanda, el Estado habría desbordado
los límites de su jurisdicción, invadiendo una que le es totalmente extraña. Ella no solamente está
fuera de cualquier ordenamiento positivo, sino que escapa inclusive al ámbito temporal en
cuanto únicamente tiene relevancia y efectos en el campo de los asuntos espirituales […]. (Corte
Constitucional, T-200, 1995)

Varios son los elementos a rescatar de los apartados expuestos; en primer lugar, más allá
de la decisión, pues le asiste razón a la corte en varios de los argumentos expuestos, lo relevante
para el análisis es la mención que se hace en algunos de los apartados a situaciones deseables que
permiten entrever una posición tomada por el Estado.

La Corte reconoce la no creencia como un estado aceptado de decisión personal, a pesar


de lo cual establece en la ley de manera explícita que el Estado en sí mismo no es ateo ni
agnóstico. Podría pensarse que en tanto la función del aparato estatal no está necesariamente
ligada a una cuestión religiosa, este debería también adoptar una posición distanciada de las
cuestiones de la fe, o la creencia o no creencia. Lo anterior dado que el mismo estado reconoce
esto como una decisión que sus ciudadanos pueden tomar y que, por tanto, no es ajena al orden
jurídico.

El problema de lo anterior radica en una cuestión de legitimidad del Estado. Como bien lo
menciona la Corte, gran parte de la población práctica algún tipo de fe y podría verse

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

deslegitimado el poder público si pueblo, practicante de la fe, se viese administrado por un


Estado abiertamente ajeno a esta. La pregunta es si desde la Constitución de 1991 el
constituyente debió alejarse abiertamente de la fe o el mismo actuó de forma adecuada.

Lo expresado por la Corte constituye sustento suficiente para pensar que la religión y por
definición las comunidades religiosas no son ajenas al orden jurídico y al poder del Estado, a
pesar de lo cual efectivamente existe espacios en los que las comunidades religiosas son
independientes del Estado y sus regulaciones.

Ello se resalta para señalar que, en cierta forma, en escenarios puntales el poder religioso
no está supeditado sino a la par del poder estatal y sus decisiones no pueden menoscabar la del
otro. La cuestión problemática radica en que el bienestar, en sentido material y abstracto, de una
persona es uno solo y ambos poderes concurren en su garantía, a pesar de que los mismos no
estén de acuerdo o, como en este caso, establezcan limitaciones a la injerencia de uno en el otro.

En una de las expresiones de la Corte se hace mención a la “divinidad”, tratando la


misma como el Estado de cosas deseado en virtud del cual ciertas prácticas, como el satanismo,
no son permitidas. Le asiste razón a la corte en señalar que cuando estas prácticas se realizan
vulnerando derechos fundamentales, como la vida, deben ser prohibidas.

Sin embargo, el argumentar tal postura en función de conceptos como la divinidad


permite cuestionarse si la posición de la Corte obedece a criterios objetivos o subjetivos. Valdría
la pena preguntarse si el esgrimir la divinidad como sustento de un argumento esta relacionado
con posiciones subjetivas, es decir, del mero ejercicio de conciencia del juez constitucional en
virtud del cual considera lo divino como lo deseado. Podría llegar a ser también un criterio
objetivo entendiendo que el derecho se sustenta, de fondo, sobre ideales y tesis del mejor tipo de
sociedad, de la mejor forma del ser humano como sujeto social, y de la mejor forma de coexistir.

. Caso distinto sería que el argumento de la corte se sustentase en el bienestar de la


población y en el sentido material de este bienestar, el cual se vería afectado por prácticas que
atentase contra derechos fundamentales. A pesar de esto, la corte argumenta la divinidad como el

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

principio en virtud del cual no pueden aceptarse estas prácticas. Como se dijo, tal principio
puede obedecer a motivaciones o bien objetivas o bien subjetivas. Los matices de esta cuestión
no son objeto de este documento, basta con saber que efectivamente la Corte establece este tipo
de posiciones como sustento de sus pronunciamientos.

Otra fuente jurisprudencial de particular relevancia es la Sentencia C-555 de 1994,


relacionada con la educación religiosa. Como se observará, los argumentos expuestos por la
Corte, así como las intervenciones hechas por la Procuraduría y el Ministerio de Educación
Nacional comportan una clara tendencia por defender la constitucionalidad de las normas
demandadas toda vez que las mismas actúan con arreglo a los principios contenidos en la norma
superior. Sin embargo, parecen desconocer la aplicabilidad, en sentido material, de tales
supuestos formales, es decir, la operatividad en la práctica de un precepto normativo sustentado
en la Constitución.

Así las cosas, dentro de los Cargos incorporados en la citada Sentencia se hace mención a
la petición de declarar inexequibles los artículos 23, 24 y 92 de la ley 114 de 1994, relacionados
con la libertad religiosa, dado que los mismos atentan contra el derecho fundamental a la libertad
de conciencia y culto.

Al respecto de lo anterior, el concepto del Procurador General de la Nación fue:

La neutralidad del Estado frente a los asuntos religiosos, no implica indiferencia absoluta en la
materia y no es "contraria al privilegio igualitario de las religiones frente a los no creyentes".
Las normas, por ende, son exequibles, siempre que se respete una igualdad de oportunidades "en
la oferta educativa entre las diversas religiones" y no se utilice la coerción para obligar a los
educandos a asistir a las clases correspondientes.

Por su parte, el Ministerio de Educación Nacional indicó:

Las normas son exequibles como quiera que ellas sólo obligan a "ofrecer" la educación religiosa
y se abstienen de imponerla. La ley es competente para intervenir en el currículo y señalar las
áreas que el mismo debe cubrir (CP arts. 67, 150-23 y 189-21). Adicionalmente, Colombia "es

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

una nación creyente y con actitud confesional", que en el preámbulo de su Constitución ha


invocado la protección de Dios. Lo anterior debe entenderse sin perjuicio del respeto que se
profesa a las diferentes religiones.

Al respecto la Corte sentó su posición en los siguientes términos:

Salvo la inclusión obligatoria de la educación religiosa en el plan de estudios y la mención de su


importancia en la formación del educando, las normas demandas se limitan a repetir, de manera
general, los preceptos que ya se contienen en la Constitución. Dado que el contenido regulativo
de las normas transcritas es mínimo en lo tocante a la libertad de religión y cuando existe es
reiterativo de la normativa constitucional, no serán declaradas inexequibles en cuanto hayan
podido desarrollar una materia que es propia de la ley estatutaria.

La Ley Estatutaria 133 de 1994" por la cual se desarrolla el derecho de libertad religiosa y de
cultos, reconocido en el artículo 19 de la Constitución Política ", contiene las siguientes
disposiciones que aclaran la presente controversia:

ARTICULO 6o. La libertad religiosa y de cultos garantizada por la Constitución comprende, con
la consiguiente autonomía jurídica e inmunidad de coacción, entre otros, los derechos de toda
persona:

(...)

g) De recibir e impartir enseñanza e información religiosa, ya sea oralmente, por escrito o por
cualquier otro procedimiento, a quien desee recibirla; de recibir esa enseñanza e información o
rehusarla;

h) De elegir para sí y los padres para los menores o los incapaces bajo su dependencia, dentro y
fuera del ámbito escolar, la educación religiosa y moral según sus propias convicciones. Para este
efecto, los establecimientos docentes ofrecerán educación religiosa y moral a los educandos de
acuerdo con la enseñanza de la religión a la que pertenecen, sin perjuicio de su derecho de no ser
obligados a recibirla. La voluntad de no recibir enseñanza religiosa y moral podrá ser
manifestada en el acto de matrícula por el alumno mayor de edad o los padres o curadores del
menor o del incapaz;

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Al examinar el proyecto de ley estatutaria, la Corte Constitucional, expresó:

"Por lo que se refiere al literal h) del mismo artículo 6o. del Proyecto de Ley Estatutaria de
Libertad Religiosa y de Cultos que se examina en esta oportunidad, la Corte declarara su
exequibilidad, bajo el entendimiento de que la libertad religiosa que se reconoce, debe ser
plenamente garantizada en el sentido de que en ningún caso se puede condicionar la matricula del
estudiante; en consecuencia se debe respetar lo prescrito en el ordinal g) del mismo artículo que
reitera expresamente, con relación a la enseñanza y educación religiosa, el derecho de toda
persona a recibirla o a rehusarla".

A la luz de la Constitución y de la referida ley estatutaria, las que integran un bloque de


constitucionalidad, pueden analizarse las dos novedades que introduce la ley examinada.

El ofrecimiento de educación religiosa en todos los establecimientos educativos, que dispone la


norma, es la condición de posibilidad para que toda persona pueda elegir "la educación
religiosa y moral según sus propias convicciones". Elegir y recibir libremente educación
religiosa corresponde a un elemento constitutivo del núcleo esencial de la libertad religiosa, que
sería teórico sino encuentra la suficiente oferta de este tipo de educación. El fin de la norma se
encamina a crear los presupuestos de la libre opción religiosa y, desde este punto de vista, no
puede ser inconstitucional, en el entendido - que la ley estatutaria precisa con nitidez - de que en
todos los establecimientos, públicos y privados, nadie puede ser obligado a recibirla

Finalmente, la adecuada formación religiosa, como meta educativa, sólo puede erigirse en
objetivo digno de ser perseguido para aquellas personas que libremente acepten recibir dentro
de su plan de estudios la anotada educación religiosa, no así para quienes la rehusen. Si existe
libertad para inscribirse en esta clase de cursos, no es posible que con carácter prescriptivo
general se postule como ideal educativo la adecuada formación religiosa. Por lo expuesto, la
Corte declarará la constitucionalidad condicionada de la expresión "religiosos" que aparece en
el artículo 92 de la ley 115 de 1994. En todo lo demás, no se observa quebranto alguno a la
Constitución.

En las intervenciones, los argumentos se centraron en reiterar que la obligatoriedad de la


educación religiosa solo se realiza en un sentido potencial, es decir, que solo es efectiva cuando

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

efectivamente se expresa el deseo de recibir la misma. Caso contrario no puede ser obligada una
persona a recibir tal educación. Señala la Corte:

En primer lugar, el supuesto del que parte lo expuesto por la corte es que existe la posibilidad de
recibir educación si así se desea y en el marco de la fe y la prácticas religiosas que se profesan;
sin embargo, y como en muchas otras ocasiones sucede con pronunciamientos de la corte, tal
supuesto desconoce la realización material del supuesto. En sentido formal, efectivamente, se
puede o no se puede optar por recibir educación religiosa, y si se opta por recibirla se puede
hacer en el marco de la fe y las prácticas religiosas propias; pero, en un sentido material, al
revisar el diseño del servicio se encuentra que, en primer lugar, existe una oferta en la que
predomina la educación religiosa en la fé católica, lo que por supuesto tiene que ver con que la
mayoría de la población profesa dicha fe, a pesar de lo cual, parece ser menor la oferta
educativa religiosa de otras confesiones. Este fenómeno puede notarse igualmente en otros
escenarios como el de la alimentación en colegios públicos en los que la dieta ofrecida no
reconoce diferencias en la práctica religiosa del educando, quien puede por ejemplo ser
practicante del islam y por tanto tener restricciones al consumo de ciertos alimentos como la
carne de cerno, entre otros. En todo caso, en la práctica, la realización del supuesto expresado
por la corte no puede estar más lejos de la realidad. En segundo lugar, el diseño del servicio está
marcado, en muchas instituciones educativas por la obligatoriedad de recibir la catedra
religiosa, condición sine qua non para completar los logros académicos y los ciclos educativos.
Ello resulta a todas luces problemáticos tanto por el punto anterior, que no existe pluralidad en
la oferta de educación religiosa, como por el hecho de que puede existir personas que
abiertamente manifiesten no profesar ninguna religión y por tanto no deberían ser obligados a
recibir la catedra. Ahora bien, un segundo escenario de discusión en el que, como se dijo, la
corte parece no querer pronunciarse de fondo, es el hecho de que en el marco de lo expuesto la
corte reafirma que nadie podrá ser obligado a recibir educación religiosa al tiempo que
establece que en el caso de un menor de edad la decisión es de los padres. La cuestión aquí por
supuesto es zanjada rápidamente al señalar la mayoría de edad como la edad en la que se
adquiere decisión propia en sentido legal, a pesar de lo cual no deja de surgir la cuestión por la
objeción de conciencia del menor, en caso de no querer recibir la educación, o la afectación a la
que se ve sometido si es practicante de una confesión y recibe educación de otra.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

En todo caso, los hechos planteados suscitan una cuestión de mayor amplitud y
pertinencia para el análisis, relacionada con si es o no adecuado recibir educación religiosa como
núcleo obligatorio de la formación básica, además de poner en tela de juicio el contenido de
dicha educación. En cierto sentido, el valor intrínseco que se le ha dado a este tipo de educación
es la formación de valores y de moral en quienes la reciben; sin embargo, la pregunta que se le
puede plantear al Estado es lo que se debe entender como educación religiosa. Sería interesante
el ejercicio de una educación religiosa cuyo contenido se centre en aspectos como historia de la
religión, religión y poder político, entre otros, en general estudios sobre religión que no se
centren y que a la vez no atenten contra los contenidos propios de cada confesión, relegando la
educación en los preceptos de la fe, sus valores y su moral al hogar.

Las aclaraciones pertinentes están dadas en términos de la posibilidad de que existan


colegios privados, en cuyo caso las comunidades religiosas tienen la potestad de crear tales
instituciones de educación. Las mismas, en virtud de sus fundadores y del enfoque que le
pretendan dar, podrán impartir cátedras religiosas. En este caso, la decisión radica en la familia o
la persona individual que opte por hacerse parte de dicha institución.

Además de ello, la cuestión de la objeción de conciencia requiere de un tratamiento más


juicioso y de un desarrollo normativo más adecuado pues, por ejemplo, en la objeción de
conciencia frente a la prestación de servicio militar, las autoridades militares desconocen la
reclamación de parte de los jóvenes que no quieren incorporarse a la fuerza, hecho que podría
repetirse en la objeción frente a la educación religiosa.

En fin, el propósito de este apartado fue el de notar como efectivamente cuestiones de


carácter religioso permean e influencian de manera directa o indirecta en la expedición de
normas y la preferencia de sentencias. Ello dispone un escenario en el que, como se dijo al
principio, es difícil pensar en un Estado que no esté influido por cuestiones religiosas y que por
tanto no sea susceptible de ser afectado por comunidades de diferentes confesiones, de las que,
por supuesto, se destaca la católica.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Estas comunidades pueden influir de manera directa, a través de la influencia sobre fieles
cuyo rol les permite incidir en las normas o en las preferencias de los poderes públicos, o
indirectamente, a través del cumplimiento de labores que ayudan al Estado a realizar sus fines.

Conviene ahora continuar por realizar el mismo ejercicio, ya no desde el punto de vista
normativo y jurisprudencial, sino desde el punto de vista institucional.

Una cosa es clara, al respecto de la producción de esta jurisprudencia, y es que la misma


ha sido originada en el seno de la función que el constituyente le asignó a las Cortes que hacen
parte de la rama judicial, en este caso a la Corte Constitucional. Siendo así, los jueces
constitucionales han actuado en derecho al pronunciarse sobre estos asuntos, por lo que no
podría decirse que ha habido un exceso o abuso de poder.

A pesar de lo anterior, si bien la influencia de iglesias o líderes no puede notarse


directamente en este contexto, pues ello implicaría tener conocimiento de las relaciones privadas
de los magistrados, se puede afirmar que la jurisprudencia revisada comporta un contenido
religioso. Como se dijo, sanjar la discusión entre lo objetivo y lo subjetivo en los argumentos de
la Corte resulta en una discusión mucho más amplia, que resulta ser más del ámbito del derecho
que de la administración pública.

Lo que sí es posible plantear son algunos cuestionamientos derivados de la revisión


realizada. Primero, los jueces constitucionales también son miembros de la sociedad por lo que
no se les puede considerar como ajenos a esta. La cuestión es entonces si ¿el ejercicio de fe y de
conciencia individual de determinado miembro de la Corte influyen en su decisión sobre
determinado proceso?

Segundo, no es desconocido para la opinión pública que los Magistrados tienen


relaciones políticas. La pregunta es si ¿pueden encontrarse relaciones de Magistrados de la Corte
con lideres o representantes de comunidades religiosas, que puedan devenir en favoritismos?

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

5.1.3. Institucionalidad permeada por ideologías religiosas

Para entender adecuadamente este apartado es necesario retomar las definiciones


expuestas en el marco conceptual al respecto de las instituciones. Recuérdese que las mismas
pueden entenderse como reglas de juego, en sentido general, y como organizaciones en sentido
particular (Hodgson, 2011).

Así las cosas, no es extraño pensar en que la religión, enmarcada en tradiciones culturales
de la población, se constituye en una de las instituciones de mayor influencia en la sociedad y en
los individuos. En primer lugar, los preceptos religiosos efectivamente se imprimen fácilmente
en el comportamiento dado que los mismos se alojan en la fe de las persona, es decir, en una
cuestión eminentemente subjetiva que surge en cada individuo. De esta forma, conquistan
fácilmente el lugar del hábito, y la costumbre que permiten que empiecen a regular el
comportamiento. La religión se institucionaliza en tanto regla de juego al entrar fácilmente en el
espacio de lo íntimo y desde allí comenzar a regular el comportamiento de las personas que son
practicantes de una u otra confesión.

Son dos las formas en las que, en tanto organizaciones, las instituciones relacionadas con
la religión logran ejercer influencia sobre los comportamientos de la sociedad. De una parte, la
organización religiosa per se; diferentes confesiones religiosas tienen diferentes jerarquías,
criterios de admisibilidad, reglas, rituales, etc.. En suma, cada fe tiene su propia organización. Si
se entiende esta organización como un caso particular de institución, entonces es posible
aproximarse a la razón por la cual las instituciones religiosas, sea cual sea la confesión, logran
erigirse y sostenerse a pesar de la existencia de otras organizaciones institucionalizadas como las
estatales. Las instituciones religiosas logran sostenerse y difundirse de forma tan efectiva al
contar con una base muy sólida en el comportamiento propio de los individuos. De esta forma, es
cada persona la que en el últimas, desde su propio ejercicio de toma de decisión, abandera una u
otra institución religiosa respecto de la cual considera que efectivamente representa el deber ser o
el fin a alcanzar.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

La segunda forma en la que la religión influye en las instituciones, en tanto


organizaciones, es quizá mucho más discreta pero igualmente efectiva. Como se dijo, son
múltiples las instituciones que existen y estructuran la sociedad, de estas un caso particular son
las organizaciones, y de estas un caso particular son las organizaciones públicas.

En el primer apartado de esta sección se expuso la perspectiva jurídica de la influencia


religiosa en el poder público. Se expuso allí que el Estado es el que está llamado a garantizar el
bienestar de la población en su conjunto. A lo anterior es importante adherirle, ahora que tal
posición que tiene el Estado descansa en los principios de legalidad y legitimidad. Bajo la
legalidad, el Estado ostenta el poder soberano que la ley, establecida en la Constitución, le
confiere. Más allá de la discusión sobre el contrato social, y los demás postulados de la teoría
política que sustentan la existencia de una Constitución, lo que vale la pena puntualizar es que tal
Constitución constituye un común acuerdo de los miembros de una sociedad quienes deciden
regir su orden legal a partir de la misma. De esta forma, la Constitución constituye otra
institución que se imprime fácilmente en la sociedad.

El principio de legitimidad implica que el pueblo, que en principio es quien detenta la


soberanía, reconoce al Estado como autoridad superior que puede regular los asuntos propios de
la sociedad.

Así las cosas, la legalidad erige a la Cnstitución, el orden jurídico-legal, y al Estado como
instituciones socialmente reconocidas y de fácil adhesión al orden social. La legitimidad por su
parte reconoce tales instituciones como tal, les confiere esa especie de aprobación que constituye
condición sine qua non del ejercicio del poder que se deriva de tal reconocimiento. Lo que es
más relevante para el caso es la legalidad toda vez que la misma surge de expectativas y
creencias subjetivas propias de la población.

Es allí donde, precisamente, se encuentra el camino a través del cual instituciones


religiosas logran tener injerencia en asuntos públicos. Son las expectativas y creencias de las
personas las que están influenciadas por instituciones religiosas, tanto reglas de juego como
organizaciones. Por esto, no es extraño que las personas aprueben pronunciamientos de sus

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

autoridades religiosas sobre problemas y decisiones que son de la esfera de lo estatal, o que
aprueben decisiones públicas, tomadas por agentes del Estado, que están claramente
influenciadas por la religión.

En el caso particular de Colombia, lo anterior es cierto y más aún es muy notorio. Las
instituciones en tanto reglas de juego tienen una gran influencia y las instituciones en tanto
organizaciones tienen a estar al servicio de posturas individuales o de grupos en particular que
definen la postura que el Estado toma. Kalmanovitz expresa ello de una forma adecuada en los
siguientes términos:

Las instituciones son las reglas de juego de una sociedad: encausan el desarrollo económico, pero
son también un resultado histórico o “dependen del pasado”. Las instituciones están influidas por
las ideologías legales y religiosas que dan lugar a una ética pública, por la evolución de una
estructura social y familiar que internaliza esa forma de comportamiento y por el desarrollo de
unos mercados. En el caso colombiano podemos observar que surgen de procesos conflictivos de
constitución de la nación en los cuales el Estado no ha logrado el monopolio de la violencia ni de
la fiscalidad, que en la concepción de Norbert Elías son condiciones necesarias para la
constitución del estado moderno. Las instituciones no se auto-validan, o sea que los compromisos
públicos o la misma ley no siempre se cumplen porque no hay suficientes balances y
contrabalances entre los distintos poderes públicos. Una peculiaridad de las instituciones
colombianas que reflejan el proceso incompleto de construcción del Estado es que muchos de los
agentes no cumplen las reglas contenidas en ellas. La ley se acata, pero no se cumple, el crimen
no se castiga, el contrabando se tolera y las luces de los semáforos son interpretadas
arbitrariamente por los conductores (Kalmanovitz, 1999).

Ejemplos de lo anterior pueden encontrarse, por ejemplo, en la prensa. Allí, es posible


encontrar tanto posturas de quienes redactan los artículos, como las posturas de quienes los
protagonizan. Basta sería la exposición de todo lo que se ha dicho en presa que tiene relación con
asuntos religiosos. Conviene centrarse entonces en dos hechos que han marcado tendencia y que
han sido objeto de discusión, por lo cual resultan útiles, desde el punto de vista pedagógico, para
evidenciar lo expuesto a este punto.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

El primero de estos hechos, con la venia y la excusa del lector por la obviedad del
ejemplo, es el del ex procurador Alejandro Ordoñez. Un artículo publicado en Las2Orillas, cuyo
autor claramente tiene una posición crítica hacia las posturas tomadas por Ordoñez, presenta una
descripción adecuada de este caso:

Desde el primer día en que Alejandro Ordóñez llegó a su despacho en la Procuraduría hace ya casi
cinco años, la oficina y los pasillos contiguos fueron invadidos por crucifijos, camándulas,
estampillas y, sobre todo, ángeles de colores y formas distintas. Desde su escritorio no se ve un
lugar que no tenga un elemento religioso. Al poner los íconos en su despacho, el 15 enero de
2009, retiró el cuadro de Francisco de Paula de Santander, el hombre de las leyes, para
reemplazarlo por un crucifijo del cuerpo de Cristo, con el INRI resplandeciente en la parte superior
de la cruz. Había hecho el mismo ritual cuando se posesionó como presidente del Consejo de Estado.
{…} Antes de ser elegido en el cargo ya se había opuesto en público y con fiereza contra la
posibilidad de que las mujeres pudieran detener el embarazo en cualquier circunstancia y no dudó en
demandar al director de la revista SoHo por la representación gráfica de La última cena, en la que
figuras de la política, la cultura y el periodismo suplantaron a los apóstoles y Alejandra Azcárate
a Jesús. De joven, como estudiante del Colegio San Pedro Claver de Bucaramanga, quemó
libros de autores de la literatura universal, como Diego Hurtado de Mendoza, Gustave Flaubert,
Víctor Hugo, Thomas Mann, Jean-Jacques Rousseau y Marcel Proust, que reposaban en la Biblioteca
Pública Gabriel Turbay, el día de la celebración de la Virgen María. {…} Ordóñez se ha batido a
fondo en busca que una reforma constitucional asegurara la prohibición definitiva del aborto sin
excepciones. En el primer paso fue derrotado en la Comisión Primera del Senado, pero seguirá
insistiendo de la mano de senadores y representantes a la Cámara del ala más ultra conservadora. En
esa misma línea ha combatido la adopción de las parejas del mismo sexo y quiere llegar incluso
hasta la supresión del matrimonio civil. En su momento se ha opuesto también al trámite de la ley
que reglamentaría el derecho de los enfermos terminales a disponer sobre el final de sus vidas, como
lo había posibilitado la ponencia del entonces magistrado Carlos Gaviria Díaz en la sentencia C-367
de 1997. {…} Ordóñez también pertenece a la Orden de la Legitimidad Proscrita, una especie de
comunidad secreta dentro del ala extrema y más radical de la iglesia católica. Ese grupo hace de la
política una herramienta para expandir el ideario católico radical, asociado al respeto a la vida sin
consideración alguna y el rechazo irrestricto a la homosexualidad. Esas posiciones las dejó
consignadas en su libro ‘El Desarrollo de nuestra animalidad’. (Olivares, 2013).

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Esta misma línea de argumentación es compartida por revista semana, quien expuso en
una ocasión el caso de Ordoñez en los siguientes términos:

En lo que más dio de qué hablar, sin embargo, fue en los temas que tenían que ver con sus
convicciones religiosas. El procurador se convirtió en un antagonista ideal para todos los debates
que tenían que ver con las libertades: el aborto, la eutanasia, la legalización de la droga, entre
otros. Y fue en estas discusiones en las cuáles encendió más polémica. Mientras una parte de la
opinión pública criticaba su visión por ser regresiva en materia de derechos, la gran mayoría de
los colombianos en esos temas estaba de acuerdo con él. Muchas de sus frases son memorables.
Cuando lo criticaron por dejar que su fe influyera en su labor en la procuraduría contestó: “No me
dejen caer en la hoguera preparada por los inquisidores posmodernos”. Para criticar a la prensa
dijo alguna vez que “muchos periodistas, entre porro y porro y entre pase y pase (…),
estigmatizan”. A los simpatizantes de las FARC los retó a que “salgan del clóset” y cuando le
hablaron del Marco Jurídico para la Paz dijo indignado que el gobierno “nos lo está metiendo con
vaselina”. (Revista Semana, 2016)

Incluso en una ocasión arremetió a título personal contra el ministro Alejandro Gaviria,
como bien lo expresa noticias caracol al decir:

El ex procurador respondió a señalamientos que Minsalud hizo en entrevista con Noticias Caracol
y acusó al Gobierno de estar en contra de los valores cristianos. “Lo del ministro Gaviria es
importante por varias razones, primero porque se salió del clóset manifestado públicamente su
ateísmo (…) pero lo importante es que devela la razón de ser del Gobierno, devela la agenda del
Gobierno en estas materias de carácter cultural, ese fanatismo laicista, fanatismo agnóstico”,
aseguró. (Caracol noticias, 2017).

Tres son las cosas que saltan a la vista en estas intervenciones, en primer lugar, es claro
que el procurador tiene una fuerte tendencia religiosa, hecho que en sí mismo no puede ser
categorizado bajo un juicio de valor de bueno o malo pues, en todo caso, se trata de una decisión
personal. El problema surge en los otros dos elementos a destacar: Las decisiones del procurador
están influenciadas, al menos en parte, por su postura religiosa y, adicionalmente, tales
decisiones y en general sus pronunciamientos arremeten de forma directa contra decisiones y

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

posturas estatales, o de otros actores, que definen toda una gama de derechos que pretenden
defender una u otra causa que socialmente puede llegar a considerarse como justa.

En estos últimos dos aspectos, el problema debe decantarse y tratarse de manera


adecuada. Como se dijo, las instituciones religiosas permean e influyen notoriamente en las
personas al hacerse parte de su hábito y su costumbre, hecho que es evidente en el caso de
Ordoñez, por lo cual sería arriesgado esperar que se apartase totalmente de tales instituciones
pues hacen parte de su marco cultural y su formación. Sin embargo, ello no es argumento para
sustentar que, en el marco del ejercicio de un cargo público, se pueda sustentar una decisión en la
mera creencia, con base en la fe, de un estado de cosas deseado sin que ello se sustente en
evidencia empírica que demuestre que es el mejor camino a seguir.

Así las cosas, la tensión se hace más fuerte cuando otras instituciones, como la ciencia,
entran a hacer contrapeso. Desde el punto de vista científico, asiste razón a la corte cuando en su
momento permitió el aborto bajo tres condiciones específicas: peligro de la vida de la madre,
malformación del feto o que dicha concepción hubiese sido objeto de violación. La ciencia pudo
exponer argumentos suficientes, con evidencia empírica, al respecto de porque la corte debería
haber tomado esta decisión. De igual forma la institución que conforma la ley permitió fallar en
este sentido. A pesar de todo lo anterior, fue un juicio de valor, sustentado en el deber ser que
supone la fe, lo que llevo a Ordoñez a declararse en contra del aborto y a buscar el sustento legal
para su prohibición. Esto es prueba de la forma en la que cuestiones religiosas logran permear
decisiones públicas con mayor o menor intensidad.

Ahora bien, es importante señalar que esta tendencia no se limita al ejercicio de una
persona. Se hizo mención a que las organizaciones son un tipo particular de institución, en el
caso de la religión esto es también cierto. En Razón Pública se publicó un artículo en él se hace
un recuento adecuado de la forma en la que organizaciones, es decir instituciones, de origen
religioso, particularmente los pentecostales, empezar a hacer política en Colombia:

Entre 1990 y 2006 funcionó el Partido Nacional Cristiano, que tenía como principal capital
político la autoridad religiosa de los esposos César Castellanos y Claudia Rodríguez de

49
El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Castellanos y la feligresía de la Misión Carismática Internacional, una de las organizaciones


pentecostales más poderosas y multitudinarias de Colombia. Por razones de conveniencia
electoral, los esposos Castellanos decidieron trasladar su capital político a Cambio Radical y
posteriormente al Partido de la U, tras la reforma política de 2003. Entre 1992 y 2006 funcionó
también el Partido C4 (Compromiso Cívico y Cristiano por la Comunidad) gracias al carisma del
exsenador Jimmy Chamorro y sobre la base electoral de la Cruzada Estudiantil y Profesional de
Colombia, organización pentecostal que nació en Colombia y hoy tiene sedes en más de 18
países. Chamorro quiso mantener la independencia de su movimiento político, por lo que se negó
a hacer coaliciones con otros partidos: por esta razón, el C4 no sobrevivió a la reforma política de
2003. En el año 2000 nació el MIRA, sigla que tiene dos acepciones: una política, Movimiento
Independiente de Renovación Absoluta, y otra religiosa, Movimiento Imitador de la Rectitud del
Altísimo. MIRA tiene como principal capital electoral la membresía de la Iglesia de Dios
Ministerial de Jesucristo Internacional, organización religiosa multinacional liderada por María
Luisa Piraquive, madre de Alexandra Moreno Piraquive quien junto con Carlos Baena son las
principales figuras políticas de este partido. Entre todos los partidos de base pentecostal, MIRA
ha demostrado ser el más independiente y el único que tiene hoy alguna proyección política. En
cuanto a la agenda política de los pentecostales se pueden observar dos grandes tendencias: -Por
un lado, han buscado acceder a los mismos privilegios y derechos de la iglesia católica, para
superar la discriminación que vivieron por décadas, en cuanto minoría religiosa. Los mayores
avances al respecto fueron su participación en la Constituyente de 1991 con dos representantes y
la aprobación de la ley estatutaria de libertad religiosa (ley 133 de 1994), redactada por Viviane
Morales, cristiana de profundas convicciones. -Por otro lado, los pentecostales han utilizado la
política para defender la moral y el modelo de familia tradicional: han manifestado su oposición
militante a las propuestas de despenalizar el aborto y reconocer los derechos de las parejas
homosexuales. Paradójicamente, los políticos pentecostales han encontrado en los católicos
conservadores sus más fuertes aliados, entre quienes se destaca el Procurador. Unos y otros se
consideran guardianes de la moral tradicional y del modelo de familia «instituido por Dios».
Durante 2009, líderes pentecostales llamaron a los jerarcas católicos a unir fuerzas para convocar
un referendo que buscaba tumbar la sentencia de la Corte Constitucional que reconoció sus
derechos patrimoniales a las parejas homosexuales. Así, católicos y evangélicos, viejos rivales en
el campo religioso, han acabado siendo aliados políticos en defensa de una agenda moralizante
(Beltrán, 2013).

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

De resaltar son las reivindicaciones que estos movimientos han buscado, sobre todo
aquellas que buscan imponer un modelo de sociedad con base en su fe. Como se dijo esto en su
mismo no puede considerarse como algo malo pues es propio del ejercicio política la pugna, y
este tipo de movimientos son legítimos a la luz de una población ciertamente religiosa. Se vuelve
problemático cuando se torna en un ejercicio caprichoso, que empieza a imponer su tipo ideal
por el mero hecho de ser el que su fe defiende, desconociendo otro tipo de argumentos como los
que surgen en la ciencia o en la ley.

Se habían mencionado leyes y jurisprudencia como evidencia de la influencia religiosa en


el poder público, mencionar las instituciones obedeció a un criterio homologo. Es en el seno de
instituciones donde el poder es transado, donde efectivamente suceden acuerdos e intercambios
que permiten que la religión permee ciertos asuntos propios de la vida. El Congreso, la Corte
Constitucional, u otras instancias se configuran como instituciones, cuya particularidad es que
configuran voz oficial de estado, que regula y define la vida en sociedad.

5.2 Apropiación privada del poder público por parte de comunidades religiosas

El capítulo anterior permitió evidenciar la forma en la que el poder público esta


efectivamente permeado por cuestiones de carácter religioso. La ley, la jurisprudencia y las
mismas instituciones, en tanto reglas de juego u organizaciones, comportan una carga que a todas
luces esta sesgada por posturas de orden religioso. Sin embargo, en ocasiones esta relación no es
tan indirecta, por decirlo de cierta forma. El propósito de este segundo capítulo es precisamente
el de dar cuenta de la forma como el poder público es apropiado, más directamente, por
comunidades religiosas, por sus fieles, o por defensores de las mismas, con el ánimo de lograr
intereses beneficiosos para las mismas.

En el capítulo anterior se dejó sentada una base fructífera para este ejercicio, las acciones
realizadas por el ex-procurador Ordoñez dan cuenta de esa apropiación del poder público. A
través de la procuraduría, defendiendo intereses abiertamente religiosos. Partiendo de este
ejemplo que contextualiza al lector sobre la forma en la que se puede materializar esta

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

apropiación privada, conviene continuar por proponer algunos elementos que sustentan esta
afirmación de manera más certera.

5.2.1 Líderes y comunidades religiosas con influencia directa en las decisiones del Estado

A este punto ya debe ser claro para el lector que existe un favoritismo por la iglesia
católica en Colombia; siendo así, la figura del Papa es quizá la más adecuada para abrir esta
discusión. Se puede leer en la página oficial del Estado del Vaticano2:

El Estado de la Ciudad del Vaticano nació con el tratado de Letrán firmado entre la Santa Sede e
Italia el 11 de febrero de 1929, ratificado el 7 de junio del mismo año. Su personalidad como
Ente soberano de derecho público internacional, diverso de la Santa Sede, es universalmente
reconocida.

Es claro, entonces, que el líder de la iglesia católica actúa tanto bajo esta figura como
bajo la de un jefe de Estado. Ello es de suma relevancia para el presente ejercicio toda vez que,
en situaciones como la reciente visita a Colombia, las intervenciones y discusiones dadas con el
Papa no se limitan a los asuntos de la fe sino que trascienden al ámbito de lo político. Lo que se
pretende destacar es la influencia que el pronunciamiento de una autoridad eclesiástica tiene al
ser legítima, tanto desde el punto de vista de la fe como de la política. El contexto es este, y el
pronunciamiento que vale la pena destacar de la reciente visita del Papa es el que estuvo
relacionado con el proceso de paz:

Señoras y señores, tienen delante de sí una hermosa y noble misión, que es al mismo tiempo
una difícil tarea. Resuena en el corazón de cada colombiano el aliento del gran compatriota
Gabriel García Márquez: «Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono,
nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios, ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni
siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja
tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera». Es posible entonces,
continúa el escritor, «una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir
por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y

2
http://www.vaticanstate.va/content/vaticanstate/es/stato-e-governo/note-generali.html

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una
segunda oportunidad sobre la tierra» (Discurso de aceptación del premio Nobel, 1982).. (Oficina
de prensa de la Santa sede, 2017)

Por supuesto se trata de un discurso subjetivo, tanto en la religión como en la política,


pero se puede leer del mismo la postura tomada por el Papa. Él se ubica a favor del proceso de
paz, en un momento en que dicho proceso ha generado toda una serie de tensiones políticas y
sociales, dadas las particularidades del contexto en Colombia. La influencia del Papa estacada en
términos del ejercicio del poder público que le es propio en tanto jefe de Estado y del poder
religioso que le es propio en tanto líder de la iglesia.
Como se dijo, este era un bueno punto para abrir la discusión, dadas sus particularidades;
sin embargo, ello no termina allí. Otros líderes de comunidades religiosas abiertamente han
tenido injerencia en política. Ejemplo de esto es la familia Piraquive, de quienes se conoce que
hacen parte fundadora tanto de la comunidad cristiana Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo
Internacional y adicionalmente del partido político MIRA.

María Luisa Piraquive, fundadora y cabeza de ese centro religioso, explica en su


intervención por qué una persona sin un brazo no puede subir al púlpito. “Si ven el
predicador sin un brazo, no se van a agradar mucho. Por la conciencia, otros dirían por
estética, no lo ponemos en el púlpito”, dice la mamá de la senadora que impulsó la ley
antidiscriminación. La Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional tiene una relación
directa con el partido MIRA, pues fue la familia Piraquive la que participó en la fundación
de ambas entidades. De hecho, fue ese partido el que propuso la Ley 1482 del 2011 contra la
discriminación. La iniciativa fue liderada por Carlos Alberto Baena, actual director del partido y
esposo de una sobrina de Maria Luisa, y el máximo líder de esta iglesia en Colombia. Pero la
paradoja de la discriminación no termina ahí. Además de la referencia en contra de las
personas con discapacidad, la familia Piraquive fue conocida en el 2006 por apartar de su
iglesia a Iván Moreno, hermano de la senadora, a causa de sus preferencias
sexuales. Moreno habló en su momento con la revista SEMANA y aseguró que lo echaron por ser
gay y defender sus principios. Pero este portal web conoció que después de las denuncias,
la familia lo acogió de nuevo y ahora vive en el exterior con todos los lujos. En esa misma
entrevista, Iván Moreno explicó que entre la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Internacional y el Partido MIRA no hay ninguna diferencia, pues la primera sirve de plataforma
política. (Revista semana, 2014).

El artículo de Revista Semana hace una muy buena síntesis de la particularidad de la


familia Piraquive, y para este caso en particular hace hincapié en la forma en la que
efectivamente ha existido una apropiación del poder público. Ello se ha dado vía ocupación de
cargos públicos, como la senadora Moreno Piraquive, a través de movimientos políticos como el
MIRA, o a través de la generación de opinión, con pronunciamientos públicos. No se trata de
sugerir con ello que todas las acciones realizadas por este movimiento político sean negativas,
pues por ejemplo las nuevas penalizaciones a conductores en estado de ebriedad fueron una gran
conquista. Lo que sí es importante tener en cuenta es que, a la luz del contexto político
colombiano, prácticas de corrupción, clientelismo y corporativismo se pueden llevar a cabo a
través de este movimiento, beneficiando a sus fundadores, y ello a costa de una suerte de juego
subjetivo con la práctica de fe de seguidores de la iglesia. Estos fieles terminan por actuar como
votantes potenciales, que permiten a sus líderes acceder al poder público.

Es evidente igualmente, en el citado artículo, el marco de valores que este tipo de


comunidades defiende, que no siempre están de acuerdo con valores que estatalmente se
consideran como deseables. Así, criterios de igualdad o inclusión, que para el Estado se han
tornado en pilares fundamentales de las acciones adelantadas en materia de goce derechos, para
estas comunidades tienen otra significancia, por ejemplo, al discriminar a personas por su
orientación sexual.
Las prácticas religiosas católicas o cristianas, dada su popularidad y aceptación entre
otros factores, son las que más injerencia en política han tenido. Al respecto, es necesario aclarar
que si bien es cierto existen otras comunidades religiosas en el país, las mismas no tienen un
número de seguidores tan grande ni una actividad política que se pueda comparar con las
comunidades cristianas.

Ejemplo de ello es la comunidad musulmana en Colombia. Una investigación realizada


por el comunicador y productor de radio Carlos Novoa Pinzón para obtener el título de magíster
en Comunicación, Desarrollo y Cambio Social de la Universidad Santo Tomás, dio como

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

resultado un documental radiofónico3 en el que es posible notar como, efectivamente, la


comunidad musulmana se limita a la pretensión de mantener una sana convivencia y practicar su
fe sin discriminación, fanatismo o exceso en la conversión de personas cercanas.

La investigación señala que los musulmanes colombianos que han optado por esta religión como
opción espiritual, en ciertos casos y no siempre, tienen una doble recriminación a cuestas porque,
por un lado, son mirados con sospecha al abandonar el culto religioso tradicional del país; y por
otro, padecen el señalamiento de querer convertir al islam a la mayor cantidad de personas
posibles. Por eso, Novoa aclara que “Una persona musulmana no es proselitista, es decir, no
dedica tiempo ni esfuerzo en ir por ahí buscando personas que se sumen a su religión. Mucho
menos acude a la violencia para fomentar sus creencias”. (Rodríguez, 2016).

Como se puede evidenciar, si bien es cierto que existe apropiación privada del poder
público, en este caso por parte de comunidades religiosas, también es cierto que no son todas las
comunidades las que tienen esta práctica. Así, es el catolicismo y el cristianismo el seno en el
que las comunidades religiosas tienen mayor injerencia en política, lo que por supuesto está
relacionado con un mayor impacto pues son religiones con mayor número de fieles en Colombia.

5.2.2 Incidencia electoral de las comunidades religiosas en Colombia

Del apartado anterior vale la pena prestar especial atención al rol que practicantes de fe
tienen luego como votantes. Al igual que el apartado anterior, en este caso también se cuenta con
un adecuado punto de partida que, por supuesto, es el partido MIRA. Este movimiento, que nació
en el año 2000, y lleva 17 años de actividad política, es el reflejo más evidente de la presencia de
comunidades religiosas en la actividad política en Colombia.

Además de esto, y entendiendo que este movimiento no hace parte de las fuerzas políticas
tradicionales, es importante tener en cuenta la información reportada por el partido conservador
colombiano. De este partido se podría pensar que guarda relación con los valores que
comunidades religiosas, sobre todo católicas o cristianas, defienden. Así se puede notar al

3
La investigación completa puede ser consulado en https://www.radioteca.net/audio/3-una-mezquita-en-el-barrio-
ciudadania/audioseries/una-mezquita-en-el-barrio/

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revisar el sitio web oficial del partido conservador, en el que es posible consultar los valores y
principios del mismo que se expresan en los siguientes términos:

Principios del Partido Conservador

 Dios es el centro el Universo


 Existe un orden natural y una ley de la humanidad
 La persona humana tiene dignidad y debe respetarse
 Existe una moral universal y unos valores éticos culturales
 La razón humana tiene límites
 El hombre es libre de hacer el bien o el mal.
 Los grandes maestros son la civilización, la cultura y la tradición.
 La estabilidad social requiere legalidad y autoridad fuerte.
 La propiedad privada es un derecho natural y cumple una función social.
 La equidad y la justicia social reflejan la solidaridad y el amor cristiano.
 La autonomía local y la desconcentración del poder, el orden y la tradición

Valores Conservadores

 La virtud personal
 La justicia social y la solidaridad.
 La estabilidad, el orden y la autoridad.
 La libertad y los derechos fundamentales.
 El desarrollo y el crecimiento de la economía.

Se hace evidente, entonces, como efectivamente en el seno de este partido político


votantes que son practicantes férreos, católicos o cristianos, pueden encontrar una cara política a
la cual abanderar.

Habiendo dicho esto, se presenta ahora los datos electorales de 2014, tanto para Senado
como para Cámara de Representantes, entiendo estas como los máximos espacios de
representación política, para el Movimiento MIRA y el Partido Conservador. Esto se hace con el
ánimo de aproximarse a la injerencia de estos partidos en Política.

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De los datos expuestos es posible extraer varias conclusiones, de las cuales la más obvia
es que el Partido Conservador Colombiano tiene una mayor fuerza electoral que el movimiento
MIRA. Otra de las grandes conclusiones es que, en ambos casos, la mayor fuerza electoral se
encuentra hacia el centro y noroccidente del país; así, gran parte de la región andina, parte del
pacifico, y, en menor medida, parte del caribe, reportan el mayor caudal electoral de una u otra
fuerza política.

Existen casos particulares que vale la pena destacar. En el caso de elecciones a Cámara de
Representantes, tanto en Cundinamarca como en Bogotá D.C. las votaciones fueron mayores
para el movimiento MIRA que para el Partido Conservador; de igual forma, en el caso del
Caquetá y el Quindío en las votaciones para Senado. Finalmente, es destacable que, en el caso de
la elección a Cámara de Representantes, en varios casos (Bolívar, Boyacá, Guainía y Vaupés) no
se reportó ningún voto ni para una ni para otra de las dos fuerzas políticas.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Más allá del análisis político, que no es menester del presente documento, lo que vale la
pena destacar es el peso electoral que fuerzas políticas permeadas por la religión tienen. Esta
fuerza que de hecho está concentrada en zonas del país en donde están focalizadas las
actividades económicas y políticas de la nación. Departamentos como Antioquia,
Cundinamarca, o algunas zonas de la costa, dan cuenta de que existen mayor fuerza electoral de
estos movimientos en zonas donde existe mayor concentración del poder, sea este económico o
político. Por supuesto, ello requiere matizarse en función de otros aspectos.
Así, la baja votación en zonas periféricas de los llanos puede que no se deba
exclusivamente a una baja acogida de estos movimientos sino más bien a una baja presencia del
Estado. En todo caso, es claro que logran tener el caudal electoral suficiente para acceder al
poder en las zonas donde ello es más relevante, apropiando o mejor permitiendo a sus líderes
apropiarse del poder público, para el alcance de sus intereses.

Esta cuestión es tratada, en el mismo sentido, por Allan Bolívar, del medio de
comunicación alternativo “Desde Abajo”, quien, en un artículo publicado en julio de 2016,
señalo:

Otro de los aspectos más importantes de estas organizaciones, en semejanza a la Iglesia católica,
tiene que ver con el hecho que contribuyen al sostenimiento del orden político de diferentes
maneras: inculcando matrices de percepción, pensamiento y acción orientadas hacia la
legitimación y perpetuación de las estructuras políticas, o empleando su autoridad para
contrarrestar la subversión al orden dominante desde iniciativas proféticas y sectarias que puedan
presentarse. A pesar de la secularización, en la sociedad colombiana la religión se resiste a
circunscribirse a los límites de la esfera privada, y sigue actuando en la esfera pública como un
factor de presión política y social. Con pocas excepciones, la aceptación del orden político
dominante es tacita en las organizaciones religiosas pentecostales o neo pentecostales en
Colombia, a menos que las disposiciones provenientes de ámbitos de gobierno controviertan su
doctrina o la imagen de sus líderes.

Un ejemplo, quizá uno de los más adecuados, de que lo anterior efectivamente ha traído
consecuencias para la práctica política puede evidenciarse en la victoria del No en el plebiscitó
por la paz. Anteriormente se expuso la fuerza electoral de personas creyentes, reflejada en dos

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

partidos que se considera que las representan: El Conservador y el MIRA; ahora bien, ello tuvo
consecuencias cuando de votar por los acuerdos del proceso de paz se trató:

La revista Semana el 17 de septiembre de 2016, publicó un artículo en su página web, titulado:


“Plebiscito por la paz: el decisivo voto de los evangélicos” donde indicaba que: “Los casi 10
millones de fieles del cristianismo tienen un gran peso en la jornada electoral del próximo 2 de
Octubre… Desde febrero de 2008, cuando millones de personas salieron a las calles para
protestar contra las FARC, en Colombia no se habían vuelto a ver movilizaciones tan
multitudinarias como las que tuvieron lugar el pasado 10 de agosto, cuando la comunidad
cristiana evangélica se volcó a las calles para protestar contra los manuales de convivencia
escolar que buscan evitar la discriminación sexual”. Y es aquí donde surge uno de los factores
determinantes del resultado electoral de este domingo donde se impuso el NO. Colombia se ha
convertido en uno de los epicentros mundiales de avivamiento espiritual. El tema de género y la
alusión de una lluvia de incisos en los puntos aprobados en La Habana alertaron al mundo
cristiano y pronto llegaron interpretaciones que prendieron las alarmas en las iglesias, combustión
iniciada por la Ministra de Educación, Gina Parodi con las famosas Cartillas de Educación
Sexual. Entonces los cristianos comenzaron una sosegada defensa a su favor cuyo resultado se
cristalizó con el increíble triunfo de NO, de este domingo 2 de octubre de 2016, que dejó
paralizados a los encuestadores que no vieron el fenómeno en ciernes (Serrano, 2016).

Evidente se hizo entonces, con la victoria del NO influenciada por simbolismos y


discursos subjetivos, que el sentir propio de la fe de los colombianos tuvo mayor peso que otro
tipo de criterios con base en los cuales se podría pensar que dicha decisión se sustentó.

Criterios basados en argumentos científicos sociales, como teorías sobre el poder, la


legitimidad o la democracia, o criterios pragmáticos, como la conveniencia y oportunidad
política, hubiesen constituido otro tipo de base para sustentar la vitoria del NO. Sin embargo,
fueron posturas más subjetivas las que aseguraron la victoria del No. Ello no resulta extraño en
un país tan religioso como este, pero, lo que sí es totalmente cuestionable es el hecho de que
fuerzas políticas, en este caso aquellas que estuvieron a favor del NO se valgan de dichos
simbolismos y cuestiones de fe para apalancar sus exigencias.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Más aún, movimientos religiosos se suman a dicha práctica, o bien porque efectivamente
sus creencias los empujan a defender determinada postura, o bien porque sus líderes encuentran
ventajas particulares en favorecer una u otra reivindicación. Cabe decir, que habría que acotar las
cifras presentadas por estos medios de comunicación, pero ello no quiere decir que la influencia
de cuestiones religiosas en la victoria del “NO” no haya existido.

En todo caso, lo que estas cifras presentadas, de la mano de hechos que efectivamente
ocurrieron, dejan en claro es que las comunidades religiosas en Colombia, directa o
indirectamente, tienen un amplio poder electoral. Tal capacidad actúa o bien en beneficio de
ideales sesgados por la fe o bien en beneficio de los líderes de dichas comunidades u otros
líderes del país. Estos lideres, a expensas de la fe y las creencias de los fieles, logran acceder al
poder estatal del que ya se ha visto goza de ciertas facultades particulares que lo hacen deseable,
y desde allí logran realizar sus intereses.

5.2.3 Poder económico y empresarial de las comunidades religiosas en Colombia

Finalmente, habiendo expuesto la forma en la que las comunidades religiosas están


representadas en cabezas que acceden a cargos públicos, y la forma en que las mismas tienen un
caudal electoral amplio, conviene terminar este capítulo exponiendo otra de las caras del
ejercicio del poder que en un país cuya doctrina económica se acerca a las tesis propias del
neoliberalismo como Colombia4 es vital. Muchas de las comunidades religiosas, sobre todo
aquellas pentecostales, o comúnmente conocidas como cristianas, diferentes del catolicismo, han
generado diversas empresas, instituciones educativas, entre otras, a través de las cuales han
incursionado en actividades económicas que les reportan beneficios monetarios.

Así las cosas, William Beltrán, profesor de Sociología de la Universidad Nacional de


Colombia, realizó en 2003 un estudio de la metamorfosis de las comunidades religiosas en
4
Al respecto véase: Castaño. R. (2002). Colombia y el Modelo Neoliberal.
http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/17535/2/ricardo_castano.pdf. Ahumada. C. (1996) El Modelo
Neoliberal y su impacto en la sociedad colombiana. El Ancora Editores. Díaz, J. (2009). Estado social de derecho y
neoliberalismo en Colombia: estudio del cambio social a finales del siglo XX. Revista Antropologíasocial. No. 11.,
Universidad de Caldas. Pp 205-228. http://virajes.ucaldas.edu.co/downloads/Virajes11_8.pdf.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Bogotá D.C., en particular las iglesias pentecostales. En este estudio, estableció algunas
categorías de análisis que vale la pena traer a colación para efectos de entender como la fe
efectivamente se ha relacionado con las empresas y, más aún, como la fe se empezó a tratar
como un negocio en sí mismo.

En palabras de Beltrán:

[Al respecto de las mega-iglesias] son de corte pentecostal o neopentecostal. Podemos afirmar
que el movimiento pentecostal representa la segunda fuerza religiosa en la ciudad después de la
iglesia católica, ocupando el lugar de predominio en el campo religioso secundario. {…] El
pentecostalismo representa una forma de religiosidad cálida y afectiva en la que la experiencia
personal con lo sagrado "sentir la presencia de Dios o la llenura del Espíritu Santo" predomina
sobre la necesidad de aprender una doctrina sistemática. Esta preponderancia de la emoción sobre
la razón hace que los pentecostales sospechen de los desarrollos teológicos complejos (tendencia
antiintelectualista) y anhelen una doctrina sencilla. […] Las organizaciones mencionadas están
dirigidas por pastores carismáticos que además de ser elocuentes oradores son especialmente
hábiles en el manejo de multitudes y en el uso de los medios masivos de comunicación, a esto se
suma sus destacadas habilidades administrativas. Estos líderes carismáticos basan su autoridad en
el hecho de ser los legítimos portadores de la revelación divina y los dones espirituales, autoridad
que no necesita hacer referencia a la tradición o el dogma. Además de esta autoridad carismática
estos líderes cuentan con la legitimidad propia de ser los fundadores de la organización que
dirigen, por lo tanto, son a la vez "pastores, gerentes y fundadores" de su propia organización
religiosas (Beltrán, 2003).

Además de las mega-iglesias mencionadas, existen otras categorías que Beltrán incluye
en su análisis que vale la pena traer a presente:

Siguiendo de cerca a las mega-iglesias, ubicamos en el segundo renglón del campo religioso
secundario en Bogotá a organizaciones internacionales inmensamente ricas y multitudinarias que
se han agrupado bajo el rótulo de multinacionales de la fe. {…} En esta categoría ubicamos
gigantescas organizaciones religiosas que ofrecen sus bienes simbólicos de salvación y sus
servicios religiosos en diversos países del mundo. Se caracterizan por contar con una
organización mundial centralizada, y por implementar idénticas estrategias en todas sus sedes,

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desarrollando mecanismos para mantener la unidad corporativa y doctrinal a nivel mundial.


Impulsadas inicialmente por dineros foráneos su desarrollo proselitista les permite obtener
gigantescas ganancias al consolidarse en una determinada región o país.{…} En un lugar
intermedio del campo religioso ubicamos a las denominaciones, que constituyen organizaciones
religiosas doctrinalmente homogéneas que cuenta con sedes en diferentes lugares de la ciudad y el
país, cada una de las sedes se conocen como "congregaciones locales" y funcionan de forma
similar a las parroquias católicas", gozan de un grado relativo de autonomía a la vez que
responden a una organización central. Las congregaciones locales atraen especialmente a los
vecinos del sector y no suelen superar los mil miembros (Beltrán, 2003).

En primer lugar, como resulta obvio, la metáfora transversal al artículo utilizada por
Beltrán permite evidenciar las prácticas de estas comunidades. Utilizar categorías propias del
sector empresarial para describir a estas comunidades permite que el análisis atienda a
características que de otra forma no sería fácil evidenciar. Dicho esto, es a todas voces obvio que
fieles de estas comunidades otorgan dinero a las mismas, a través de figuras como el diezmo o la
donación. Si ello se multiplicase por el número de fieles, luego por el número de congregaciones
y luego por los países o regiones donde determinada comunidad tiene sedes, se podría ver como
efectivamente existe un gran flujo de capital en el seno de estas comunidades.

En segundo lugar, no es correcto afirmar que este fenómeno sea exclusivo de los
pentecostales, a pesar de que si es cierto que es en ellos donde más escala ha tenido. Instituciones
como El Instituto para las Obras de Religión, comúnmente conocido como el Banco del Vaticano,
dan cuenta de que en el catolicismo también existen grandes flujos de capital y recursos que
sostienen a esta comunidad, y a sus líderes.

Ahora bien, otra de las formas que se mencionó que permiten a estas comunidades
lucrarse es la generación directa de empresas; al respecto, la tabla presentada abajo expone
aquellas empresas relacionadas con mega iglesias.

En la tabla se puede notar como varias comunidades pentecostales tienen una relación
directa con empresas y negocios, que por supuesto les reportan beneficios. Medios de

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comunicación, fundaciones, colegios, Organizaciones No Gubernamentales –ONG-, son algunas


de las figuras a través de las cuales existe actividad de estas comunidades en diversos mercados.

Lo que se pretende con todo esto es señalar que las comunidades religiosas no solo tienen
una faceta religiosa, sino también una faceta política y una faceta económica. Comunidades de fe,
que actúan como nichos electorales y como empresas, han mercantilizado y utilizado la práctica de
creencia de las personas para el logro de fines que no están necesariamente relacionados con el
bienestar general, no solo en sentido social sino en el de la comunidad de fieles.

Más bien se trata de lucro y acumulación de poder para algunos, lideres, gerentes,
fundadores, entre otros, que son cabezas de estas comunidades y que a través del “negocio” han
logrado realizar sus intereses vendiendo un discurso de salvación, de cercanía con Dios, que no es
otra cosa que un ejercicio de manipulación de la subjetividad propia de personas que habitan en un
país evidentemente religioso.

No sobra mencionar que comunidades católicas también realizan este tipo de prácticas.
Así, la Compañía de Jesús, comumente conocida como Jesuita, constituye un grupo económico de
peso en Colombia:

La Compañía de Jesús ha vuelto a sonar gracias a la elección de Francisco como el nuevo Papa.
Se trata del primer Sumo Pontífice de esa orden religiosa. Los Jesuitas no solo han sido activos en
materia religiosa, en Colombia han tenido presencia en el sector financiero, la educación, la
investigación y las iniciativas sociales a través de importantes empresas como la Fundación
Social, que cuenta con siete compañías dentro de las cuales están el Banco Caja Social y la
Fiduciaria Colmena, entre otras, actualmente en manos de laicos, pero que nacieron como parte
del trabajo de los Jesuitas. Ellos lideran en Colombia la Universidad Javeriana y 11 colegios entre
los que se destacan el San Luis Gonzaga y el San Bartolomé la Merced. En el sector salud tiene el
Hospital San Ignacio de Bogotá y la Clínica Cardiovascular de Medellín. Igualmente cuenta con
un grupo importante de instituciones de investigación social e iniciativas sociales como el Cinep
y Servivienda. Los Jesuitas en Colombia son un verdadero conglomerado económico (Revista
Dinero, 2013).

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Cabe mencionar, al respecto de las instituciones educativas, que la compañía de Jesús no


es la única que desarrolla esta práctica. Son muchas más las instituciones de educación superior
que se asocian con comunidades religiosas. De esta forma:

Además, en Colombia hay siete IES que llevan el nombre de "Católica", seis de las cuales están
regentadas por unidades de la Iglesia: 1) La Corporación Tecnológica Católica de Occidente -
TECOC, de la ilesia arquidiocesana de Santa Fe de Antioquia. 2) La Fundación Universitaria
Católica del Norte (Virtual), de la Diócesis de Santa Rosa de Osos, en el Norte de Antioquia. 3)
La Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium, fundada por la Arquidiócesis de Cali. 4) La
Universidad Católica de Manizales, del Magisterio de la Iglesia y el Carisma Congregacional de
las Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación de la Santísima Virgen. 5) La
Universidad Católica de Oriente, en Rionegro (Antioquia) y perteneciente a la Diócesis de
Sonsón-Rionegro. 6) La Universidad Católica de Pereira (antes Católica Popular de Risaralda), de
la Diócesis de Pereira. Admirativamente la Universidad Católica de Colombia no pertenece
formalmente a la Iglesia, y fue fundada y es dirigida por laicos, en una situación similar a la que
actualmente tiene la Universidad del Rosario. Igualmente hay IES como la Fundación
Universitaria del Espinal Monseñor Abraham Escudero Montoya FUNDES, creada y orientada
por la Diócesis de El Espinal Tolima, al igual que la Fundación Universitaria Juan de Castellanos,
de la Arquidiócesis de Tunja; y la Institución Universitaria Salazar y Herrera, de la Arquidiócesis
de Medellín. También existen universidades que abiertamente son católicas y están regentadas
por diversas congregaciones, comunidades religiosas y prelaturas como, por ejemplo, el Minuto
de Dios, la Salle, la San Buenaventura, la Santo Tomás de Aquino, la Corporación Universitaria
Lasallista, la Unicervantina, la Fundación Univeristaria San Alfonso, la Fundación Universitaria
Luis Amigó, la Institución Universitaria María Goretti, y La Sabana. Finalmente, se hallan IES
que son religiosas pero no adscritas al cristianismo católico como, por ejemplo, la Corporación
Universitaria Adventista, el Seminario Teológico Bautista Internacional, el Seminario Bíblico de
Colombia y la Corporación Cristiana de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.

Como se ve, comunidades religiosas católicas o no católicas comúnmente establecen


instituciones educativas, a través de las cuales optiene recursos a la vez que, efectivamente,
forman a los jóvenes en Colombia. Tal formación en muchos casos se da tanto el área de
conocimiento de cada estudiante como en la cátedra religiosa que subyace a la comunidad
religiosa fundante de la insticución educativa.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

En el capítulo siguiente se verá precisamente esto, la subjetividad propia de la cultura del


país, que ha sido caldo de cultivo para todas estas prácticas.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Fuente: https:/www.desdeabajo.info/component/k2/item/29263-los-rostros-otros-de-las-iglesias-protestante-en-bogota.html

5.3. Convencionalismos sociales: la cuestión religiosa y su arraigo cultural

Ya se expuso en el marco conceptual del presente documento lo que se entiende por


convencionalismo social. Al respecto, basta con señalar que se trata de reglas que aparecen
basadas en la costumbre. Son una especie de mandato que surgen de la colectividad y que son
necesarios llevar a cabo dentro de la sociedad.

Dicho esto, el propósito de este capítulo es el de evidenciar como esto es cierto en el caso
particular de la religión, es decir, como la misma se ha impreso en la cultura y la costumbre de las
personas, erigiéndose como regla que determina, en mayor o menor medida, su actuación.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

5.3.1. Crecimiento de las iglesias en Colombia

Un primer escenario en el que es posible indagar al respecto de la permeabilización de la


cultura por lo religioso es en el crecimiento de las iglesias, toda vez que ello está relacionado con
un mayor alcance a las personas, dado un aumento de los fieles que participan de uno u otro rito.

Al respecto, según los registros del Ministerio del interior, entidad encargada de registrar
a las organizaciones religiosas no católicas en Colombia, en el país existen actualmente 6446
iglesias no católicas registradas. De los datos revisados es posible anotar como dato interesante
que en 2010 y 2011 hubo un alza considerable en el número de iglesias que se registraron; en todo
caso, entre 1995 y 2017, en cada uno de los años se registraron nuevas iglesias en el país.

Numero de iglesias no católicas en


Colombia 1995 - 2017
1400 1247
1200
1000 861
800 679
557
600 435477388
373
400 268
189 204
108 106126101130
200 14 37 23 9 10 24 80
0
1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 2014 2016 2018

Fuente: Elaboración propia con base en datos del Ministerio del Interior.

Lo Relevante de ello es el hecho de que a mayor número de iglesias existentes mayor es


el número de personas a las que se llega a influir con discursos que contienen precisamente reglas
y costumbres que, una vez apropiadas y aprehendidas, entran a configurar la base para la
formación de opinión y la toma de decisiones en muchos aspectos de la vida.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

A pesar de lo anterior, es claro que la mayor influencia sigue siendo la de la iglesia


católica. Siendo así, no resulta extraño que sea esta comunidad religiosa la de mayor presencia en
el país, y aquella con mayor arraigo en la costumbre.

Este mapa pone en evidencia como la iglesia católica en Colombia tiene una gran
presencia, lo que se debe en gran medida a los procesos de evangelización propios de la colonia,
la tradición histórica derivada de tales procesos y las ventajas que hoy día tiene esta comunidad
religiosa debido precisamente a esa tradición.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Al respecto, es importante tener en cuenta el componente internacional. Se podría


considerar a la iglesia católica como una de las más grandes multinacionales de la fe, atendiendo
a la idea expuesta en el capítulo anterior, pues su presencia es mundial y su influencia en países
de América, Europa Occidental, Abría, Asía, entre otros, dan cuenta de cómo a través del tiempo
esta comunidad ha ido alcanzando una posición privilegiada.

Vale la pena continuar esta discusión evidenciando la tendencia de las personas en


Colombia por participar de organizaciones religiosas. La Encuesta de Cultura Política realizada
por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística –DANE- permite evidenciar tal
información:

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Como se nota, entre 2015 y 2017 ha habido un aumento en la participación en


organizaciones religiosas en el País. Así, para 2015 el 70% de la población participaba en estas
organizaciones, para 2017 el 74% participa de las mismas. Ello es relevante pues permite
evidenciar un aumento en la tendencia a participar de organizaciones religiosas.

Es importante tener en cuenta que no se incluyen en la encuesta los años anteriores dado
que a partir de 2015 el DANE cambio la formulación de la pregunta por la participación en estas
organizaciones. Otrora, la pregunta se limitaba a responder Si o No; sin embargo, a partir de
2015 la pregunta incluyo variables como si se participa de las mismas una vez a la semana, al
mes, entre otras, por lo que comparar datos antes y después de este cambio en la metodología
puede desembocar en un error de medición.

Ahora bien, la inclusión de la participación en elecciones políticas obedece a lo que ya se


ha señalado en este documento al respecto de la injerencia de electores sesgados por cuestiones
religiosas en las elecciones de autoridades públicas. No es posible afirmar con estos datos que los
electores que participan tengan este sesgo, pero si se puede notar que, así como es mayor el
porcentaje de participación en organizaciones religiosas también lo es el de participar de las
elecciones. Ello podría reflejar una relación directamente proporcional; lo anterior, claro está,
requiere de una comprobación estadística más detallada.

En todo caso, es posible notar como existe una gran influencia de las comunidades
religiosas sobre las personas, permeando a estas con discursos y dogmas que, en todo caso,
terminar por actuar como códigos de comportamiento. Tales códigos terminan por regir las
actuaciones de quienes asisten a estas comunidades.

Esta influencia esta explicada, en gran medida, por el aumento en los últimos años de las
comunidades religiosas no católicas, de la mano de la amplia presencia de la iglesia católica en el
territorio colombiano.

Aunado a esto, existe una tendencia también creciente por participar de organizaciones
religiosas, lo que corrobora la idea de que estas comunidades capturan a un gran número de

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

fieles a quienes pueden influir. Esta tendencia creciente por la participación en organizaciones
religiosas puede llegar a estar relacionada con una tendencia también creciente por la
participación en elecciones políticas, lo que requiere un ejercicio de comprobación más juicioso.

Se verá ahora una forma particular de influencia a través de la cual dogmas y doctrinas
religiosas se erigen como parte del marco cultural que subyace a los miembros de una sociedad,
en este caso la colombiana.

5.3.2. La educación en Colombia: religión como catédra dogmatizante o espacio de


discusión.

En el primer capítulo de este documento se había hecho una revisión jurídica de la


educación religiosa en Colombia de la que era posible concluir que, en gran medida, existe una
tendencia por no pronunciarse de fondo sobre el tema.

La institución privada puede obligar a impartir esta cátedra toda vez que se regulan por
una normatividad propia a la que los padres deciden o no acogerse. En el caos de los colegios
oficiales, existe la oportunidad de objetar conciencia para no recibir la cátedra, hecho que en
todo caso legalmente implica una serie de trámites. El propósito de este apartado es el de dar
cuenta, desde el punto de vista subjetivo y social, del porqué de esta protección a este tipo de
formación.

De entrada, es posible afirmar que, como en muchos casos, en este la educación religiosa
católica también tiene un lugar preferencial. La mayoría de colegios prefieren impartir cátedras
de educación religiosa orientadas a la formación en la doctrina y la tradición católica.

Se puede leer en la página oficial del Ministerio de Educación Nacional:

El sistema educativo colombiano lo conforman: la educación inicial, la educación preescolar, la


educación básica (primaria cinco grados y secundaria cuatro grados), la educación media (dos
grados y culmina con el título de bachiller), y la educación superior. En Colombia la educación se

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

define como un proceso de formación permanente, personal cultural y social que se fundamenta
en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de sus
deberes (Ministerio de Educación Nacional, 2017).

Es claro pues que la educación en Colombia comporta tanto una formación desde el punto
de vista cultural, más allá de la formación en ciencias puras u otros núcleos del conocimiento
más formales. Además de esto, la educación busca en todo caso formar integralmente a la
persona, en términos de dignidad y goce de derechos. La cuestión aquí es entonces si la
educación religiosa, sobre todo la católica, contribuye o no a ese propósito.

En educación religiosa, parece que también nuestro país ha fracasado, según se desprende de las
investigaciones realizadas en Enseñanza Religiosa Escolar (ERE). “Si la educación religiosa no se
hubiera quedado en algo memorístico, sino que realmente hubiese sido una experiencia de
formación, este país sería diferente”, dice el experto en estudios religiosos y doctor en teología José
Luis Meza Rueda, uno de los investigadores principales del estudio titulado Hacia una educación
religiosa escolar liberadora: elementos liberadores presentes en la ERE en algunas instituciones
educativas oficiales de Colombia. El profesor Meza se refiere a que, muy probablemente, un buen
porcentaje de colombianos podría recitar de memoria los diez mandamientos de la religión católica,
pero si realmente hubiéramos aprendido el ‘no matarás’, el ‘no robarás, o el ‘no mentirás’,
nuestro país no tendría los índices dramáticos de homicidios, desplazamiento forzado,
corrupción y desconfianza en el otro. El día a día nos demuestra que no aprendimos. La
investigación partió de la base de que la ERE no puede ser aséptica ni indiferente a las realidades y
dinámicas sociales, según se lee en uno de los artículos que han publicado. Anteriormente las
instituciones educativas dictaban la clase de religión y, por ser un país mayoritariamente católico,
se restringía exclusivamente a enseñar esa doctrina. Pero desde la Constitución Política de
Colombia de 1991, se garantiza la libertad de cultos (Pesquisa Pontificia Universidad Javeriana,
2015).

Varios son los elementos que se pueden extraer de este apartado. En primer lugar, es
necesario puntualizar el lugar desde el que se está hablando: Tanto la autora del artículo como el
autor de la investigación y la universidad reflejan una posición que más que atacar la educación
religiosa procuran una concepción más adecuada de la misma. Se trata pues de practicantes

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

religiosos que generan una crítica así la estructura educativa religiosa, lo que en sí mismo resulta
sumamente enriquecedor para el análisis.

Ahora bien, el fragmento expresa dos cuestiones que son relevante. Por un lado, se puede
entrever en el texto como se le otorga a la educación religiosa el papel de formadora en marcos
de valores y cuestiones morales que son fundamentales para el mejor desarrollo del ser humano.
No podría afirmarse que en sí mismo esto es malo, pues efectivamente distinguir entre el bien y
el mal, lo correcto o incorrecto, entre muchos otros pares categoriales que sustentan la vida en
sociedad es algo que es adecuado y pertinente para la formación de las personas. El segundo
asunto que se puede notar del fragmento es precisamente el que alude al problema de esto.

La educación religiosa se encuentra anquilosada en una formación tradicionalista, de


memoria, de dogma. En la práctica, resulta que la formación que se dicta en parroquias, para
ritos que en el catolicismo se conocen como sacramentos, es igual a la que se puede notar en un
aula de clase. El deber ser de la academia religiosa debería distanciarse de esto, permitiendo al
educando no solo aprehender doctrinas sino desarrollar una posición crítica cuando el dogma en
el que se le forma es contrario, inadecuado, o simplemente está retrasada en el tiempo respecto
de realidades que actualmente atañen a la sociedad.

Al respecto de esto, el autor de la investigación mencionada, José Luis Meza, ha tenido


un trabajo académico orientado a una reformulación de la educación religiosa en Colombia.

Una Educación Religiosa Escolar liberadora asume la finalidad de la educación religiosa como
es: de una parte, “favorecer el desarrollo integral de la persona, el logro de su propia autonomía
y el de su identidad personal y social”; y de otra, promover las dimensiones espiritual y religiosa
en su relación con la cultura, la sociedad y la religión. Como parte de este cometido, se espera
que el sujeto forme un pensamiento reflexivo, analítico y crítico sobre los problemas religiosos de
su realidad; sepa dar sentido a la existencia última de su vida; integre fe y vida en lo cotidiano;
establezca relaciones dialógicas con los otros; en últimas, viva su vocación mediante de su propia
humanización y la humanización del mundo. No obstante, para lograr lo anterior, es necesario
romper con una visión individualizada de la educación porque la persona lo es gracias a la
relación con los otros, con su contexto y con el mundo. Ahora bien, la realidad religiosa no puede

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

pensarse ajena a la realidad global; si aquélla merece un cambio, ésta también. Más aún, el
cambio que pueda ocurrir en la primera supone que algo ha sucedido en la segunda (Meza, et. al.,
2013).

La postura de Meza, junto con la de los co-investigadores que trabajaron con él, da cuenta
de elementos fundamentales para el análisis. En primer lugar, efectivamente se parte del
supuesto de que la formación religiosa juega un papel fundamental en la conformación de la
persona y el posterior desarrollo de su vida. Dicho esto, no es extraño que haya que cuestionarse
sobre la forma en la que tal papel es desempeñado.

Meza propone la reorientación de la educación religiosa abandonando la cátedra-manual


y enfocándose en la conformación de un verdadero ejercicio de conciencia en el educando.
Formar a los estudiantes para tomar una posición crítica es formarlos para aprehender nociones
de valores y de moral a la par que se genera una conciencia que ya no es más pasiva sino que
propende por el cuestionamiento constructivo de su entorno.

Además de esto, Meza destaca el deber ser de la educación religiosa como parte de la
realidad cambiante. Quizá lo que llega a ser más problemático de este tipo de formación es la
enseñanza de preceptos que ya no son aplicables a la realidad actual. Hoy en día, con Francisco i
como líder de la iglesia, se han sucedido una serie de pronunciamientos que presupuesto no van
en contra de la iglesia, pero que si han abierto espacios para la inclusión de nuevos debates más
propios del mundo actual.

A lo que se pretende llegar con esto es a que la educación religiosa juega un papel
fundamental en la conformación del sujeto social. Sea por vía de los colegios o por vía del hogar,
los niños y niñas serán sujetos de esta enseñanza en un país tan abiertamente católico, que
además hoy día propende por la inclusión de nuevas prácticas religiosas. Siendo así, podría
pensarse que el problema no es la educación religiosa en si misma, al menos no en tanto camino
para la formación en valores y moral; el problema es la forma en la que esta educación es
impartida. Aulas de clase de colegios oficiales no son espacio para dictar cátedras que son más
una formación que podría dictar una parroquia que un trabajo académico adecuado.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

En la transformación de la educación religiosa orientada hacia la cortica y la


construcción, más que en su eliminación, es donde radica una ventana de oportunidad a través de
la cual un país que está en proceso de construcción de paz puede procurar formar futuras
generaciones cuyos marcos culturales no este anclados en el pasado sino que permitan nuevas
construcciones, inclusivas y respetuosas del ejercicio de conciencia personal, que en todo caso
puede siempre optar por una u otra fe o por ninguna de estas, decisión que debe respetarse como
parte del desarrollo personal, siempre que la misma no desemboque en prácticas que atenten
contra otros.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

CONCLUSIONES

Quizá la conclusión más importante a la que puede llegar este documento es que la
cuestión de la fe constituye un elemento impreso en la cultura colombiana. Su relevancia salta a
la vista y la forma en la que permea diversos aspectos de la vida es, cuando menos, obvia. La
intención general de este documento no era otra que la de dar cuenta de cómo el poder público
estatal terminada permeándose por estas cuestiones religiosas, favoreciendo a algunos,
excluyendo a otros, en fin, generando un estado de cosas del que se podría pensar que no
ocurriría si efectivamente existiese una separación claramente definida entre lo estatal y lo
religioso.

Las formas en las que el ejercicio religioso termina permeando al Estado son muchas, y
no todas ellas pueden considerarse como malas o dañinas para la sociedad. En zonas en donde el
Estado no tiene la capacidad para prestar un servicio educativo, por ejemplo, comunidades
religiosas logran organizarse en torno a dicha necesidad, que constituye un derecho, y prestar el
servicio. No podría argumentarse que el formar a los niños y niñas en espacios donde el aparato
estatal no puede hacerlo constituye una contravención al ideal de sociedad que se expresó en la
Constitución de 1991.

Si la pregunta de investigación de este documento era cómo se apropiaba el poder público


Por parte de las comunidades religiosa, la respuesta esta dada en varias formas. En primer lugar,
las personas que conforman el Estado, en tanto seres humanos miembros de la sociedad,
comportan elementos subjetivos con base a los cuales toman sus decisiones. Desde allí, valores
religiosos formados desde la infancia actúan como marco de referencia para el ejercicio de la
vida adulta. En esta misma vía, pero de forma más directa, algunos funcionarios en ejercicio han
manifestado abiertamente sus inclinaciones religiosas y la forma en la que las mismas influyen
en su ejercicio de toma de decisiones.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

En segundo lugar, las instituciones fueron particularmente fructíferas para dar cuenta de
esta apropiación toda vez que las mismas se encuetran en toda la vida en sociedad, desde las
organizaciones que nos regulan hasta las reglas de juego con base a las cuales nos relacionamos.
Lo reiligioso termina permeando lo institucional, a las organizaciones y las reglas de juego.

Con base en lo anterior, se evidencio que efectivamente al momento del ejercicio político
tales cuestiones religiosas resultan determinantes, influyendo en los votos de las personas para la
elección de cargos públicos. A ello cabe adicionar el poder económico de las comunidades
religiosas, del que se vio está reflejando por ejemplo en instituciones educativas. Tal capacidad
le ha permitido a las comunidades religiosas hacerse cada vez con más adeptos.

Esta cuestión de la educación es el tercer camino a través del cual lo religióso permea
campos de la sociedad que luego se constiyuen en vías a través de las cuales es posible acceder al
poder público. El lugar de la educación religiosa en la educación primaria y básica, así como las
cátedras religiosas en instituciones de educación superior de estas comunidades, son caminos a
través de los cuales los valores religiosos se imprimen en las personas.

Lo anterior no puede considerarse como algo negativo de entrada. Lo negativo surge


cuando tales cuestiones de la cultura, la educación, las instituciones, las reglas, son aprovechadas
por líderes religiosos o grupos particulares para el beneficio propio. Ello, por supuesto, se logra a
través de la manipulación del ejercicio de la fe.

En el primer apartado de resultados se expuso como, desde el punto de vista normativo,


jurisprudencial e institucional, se generaban condiciones de favorabilidad para las comunidades
religiosas. De ello es posible concluir que no existe evidencia suficiente para argumentar que el
aparato estatal actúe con dolo. Por el contario, el Estado se encuentra en cumplimiento de su
función legislativa, regulando asuntos que le son propios a la vida de sus ciudadanos. A pesar de
lo anterior, por omisión quizá, el Estado efectivamente termina generando condiciones que crean
un escenario propicio para la existencia de una multiplicad de comunidades religiosas, sin
regular adecuadamente su reconocimiento y sujeto a tratados internacionales que aventajan a las
comunidades católicas por sobre las demás.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Además, no puede desconocerse que el Estado se materializa en las personas que lo


componen. En su calidad de seres humanos, todas las personas que desempeñan diferentes roles
en las organizaciones públicas en cualquier nivel actúan tanto objetiva como subjetivamente.
Esta cuestión de la subjetividad inherente a la persona es, valga decir, otro de los espacios en los
que la fe encuentra descanso. Así las cosas, decisiones públicas que se espera sean objetivas y
que, efecitvamente, se procura que así sean, pueden incluir intrínsecamente cuestiones subjetivas
derivadas de la formación de las personas en determinada fe. Esta formación, obtenida en las
escuelas o los hogares, lleva a concebir uno u otro tipo ideal de sociedad y de estilo de vida, y a
procurar materializarlo a través de una u otra función que se desempeñe en el aparato estatal.

Al respecto de esto, se trató la idea de institución como regla de juego y como


organización. La primera, la institución como regla de juego, se relaciona mucho con lo
mencionado en el párrafo anterior; las reglas de juego se interiorizan y se apropian como parte
del ser, de esta forma no es extraño que reglas y condiciones que se imprimen en la persona en la
formación que se le da en la escuela o en el colegio actúen luego en su vida adulta como
principios respecto de los cuales se concibe una visión del mundo. En tanto organizaciones, las
instituciones han sido permeadas de forma directa o indirecta por cuestiones religiosas. El caso
del ex-procurador Alejandro Ordoñez constituye un ejemplo adecuado de lo anterior.

La segunda parte buscó dar cuenta de la forma en la que efectivamente el poder público
era captado por intereses religiosos. Como se dijo, ello generalmente obedece a cuestiones
particulares que aprovechan para si el ejercicio de fe de las personas. La familia Piraquive resultó
ser uno de los mejores ejemplos para exponer los elementos de este apartado. Desde el punto de
vista político, han alcanzado escaños en el Senado, desde el punto de vista económico, han
logrado captar gran cantidad de recursos justificados en el ejercicio de su fe; y, de manera más
directa, lideres de estas comunidades se han erigido como formadores de opinión, cuyos
pronunciamientos minan los avances estatales en temas como la homosexualidad. Por supuesto
este es solo un ejemplo de un fenómeno más grande, pues son múltiples las comunidades
religiosas cristianas no católicas que existen.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

Las comunidades católicas, claro está, no son opacadas. Como se evidenció, partidos
políticos como el conservador, cuyos principios y valores reflejan los dogmas de esta fe, tienen
un amplio caudal electoral en el país.

No esta demás decir que en cuestiones económicas las iglesias cristianas no católicas han
generado empresa en diversos sectores, lo que está también relacionado con el amplio poder
económico de estas comunidades.

El apartado final tenía como fin evidenciar como lo anterior era posible, más desde el
punto de vista de las personas. Dos fueron los elementos destacados; por un lado, la presencia de
la iglesia católica en Colombia es la más grande, abarcando la gran mayoría sino todo el
territorio. A la par de esto, la presencia de las comunidades religiosas cristianas no católicas ha
ido creciendo con los años en todo el territorio nacional. La importancia de esta expansión es el
hecho de que a mayor número de lugares de culto, mayor es el número de personas a las que se
puede llegar e influenciar con determinados discursos, propios de la fe o que aprovechan la
misma para intereses propios.

El segundo elemento fue la educación. Las sentencias de la primera parte trataron la


libertad religiosa, el derecho a la educación y la educación religiosa; al respecto de esto, el
último aparte de este documento mostró como efectivamente la educación ejerce una gran
influencia en la definición del ser y el futuro ejercicio de la vida adulta. De allí la importancia de
revisar la cuestión de la educación religiosa. Se evidenció como un nuevo enfoque de la misma,
más que su abolición total, puede generar resultados adecuados para un modelo de sociedad justo
y un bienestar de la población.

Desde el punto de vista de la administración pública, la relevancia de este tipo de


discusiones esta dada en términos de los sujetos administrados. La prestación de servicios, la
fomulación de políticas, la expedición de normas, entre otras actividades propias del Estado, se
han en función del bienestar de las personas. Siendo así, son las personas el objeto focal del
ejercicio de lo administrativo público, razón por la cual la comprensión de las mismas resulta
fundamental.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

En un escenario como estos, debatir alrededor de la cuestión religiosa contribuye al


entendimiento de motivaciones, valores, prácticas, creencias, entre otros factores, que son
determinantes del comportamiento de las personas y de sus expectativas de una mejor vida. Una
adecuada compresión del rol que juegan las cuestiones de la fe aporta a una mejor compresión de
lo que los ciudadanos esperan recibir del Estado, como el garante de su bienestar.

Además de esto, poner sobre la mesa las formas en las que el poder estatal es apropiado
por particulares que actúan en representación de sus comunidades, es el primer paso para
procurar la regulación de estas formas de apropiación. Tal intención no deriva de una creencia
per se de que lo religioso debe estar separado de lo estatal, pues como se vio en cuestiones como
la educación, en ocasiones las comuniades religiosas contribuyen al logro de los fines esceciales
del Estado. La necesidad de regular estas formas de apropiación del poder obedece más al hecho
de que muchas veces se apropia para el logro de intereses particulares. El lucro económico, el
favor político, en general, las ventajas terminan siendo solo para los líderes de estas
comunidades.

En todo caso, este es apenas un abrebocas de una discusión que requiere la


interdisciplinariedad. Pedagogos, líderes religiosos, teólogos, politólogos, administradores
públicos, personas de la comunidad, en fin, actores múltiples que desde su punto de vista puedan
aportar a la discusión académica de la cuestión religiosa y el poder estatal. Cabe decir, la
intensión ultima, como ser humano y como administrador público, es que estos ejercicios lejos
de generar tensiones y desencuentros, sirvan como palanca para generar nuevos debates y, al
final, transformar realidades y hacer mejor la vida de las personas, material y subjetivamente.

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El poder estatal al servicio de los intereses privados de iglesias y líderes religiosos: Un análisis desde la segunda mitad del siglo XX

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