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LA DOBLE FEMINIZACIÓN DEL HOMBRE ENAMORADO

Este escrito es una contribución a la dimensión del amor en los hombres. El goce femenino
también les concierne a ellos, así que voy a desarrollar algunas ideas respecto del amor y los hombres.
O más bien, de qué les pasa a los hombres cuando aman.

Antes que nada me parece muy importante hacer una distinción fundamental entre la
FEMINIZACIÓN en el hombre y un hombre AFEMINADO. Lo afeminado tiene que ver con semblantes
femeninos que toman algunos hombres, siendo mayormente indicadores de ciertas identificaciones
con la madre en una posición femenina, homosexual; a la feminización le voy a dar un valor exquisito
en el hombre como el recurso necesario en la hora del amor.

Vayamos entonces a la primera feminización, Miller nos decía que cuando un hombre ama
se feminiza, porque cuando un hombre le dice a una mujer “me hacés falta” hace consistir su propia
falta, terreno de lo femenino. Cito: “Sólo se ama verdaderamente a partir de una posición femenina.
Amar feminiza”[1]. La dimensión del enamoramiento en el hombre no es fácilmente tolerada por él,
quien al quedar a merced de su falta monta defensas protectoras. Es molesto para el hombre admitir
que le falta algo porque lo remite directamente a la castración, afrenta temida y angustiante.
Entonces un hombre que ama se feminiza en este sentido si admite su falta.

Esta primera feminización que requiere hacer para amar, corresponde ubicarla en el terreno
del Todo fálico si nos servimos de los matemas de la sexuación de Lacan. La segunda y muy
importante, es la específica del goce femenino que ubicamos en el territorio No-todo fálico. ¿Qué
podemos decir del goce femenino en los hombres? El goce femenino es una experiencia en el cuerpo
más allá de la localización fálica, cuando el hombre puede reconocer que una mujer lo conmueve en
lo más profundo de su ser, cuando un hombre queda raptado por una mujer está experimentando,
además de su goce fálico o viril, el goce femenino.

Esta feminización en el hombre que tiene que ver con lo ilimitado no lo torna, para nada,
amanerado. Le da una sensibilidad especial para captar elementos, detalles, que hacen a lo femenino
y que tal vez al hombre más viril se le escapa por estar sólo atento a su falo. O sea que esta segunda
feminización requiere ir más allá del falo. El problema que se les plantea a los hombres es que no les
resulta nada sencillo experimentar la feminización amorosa, y no es seguro que ocurra, menos aún
esta doble. Ya que puede suceder que un hombre experimente la feminización del lado Todo y no la
del goce femenino.

Lêda Guimarães dice: “los hombres, cuando son flechados por el amor, prefieren mantenerlo
a distancia por el riesgo de que una desestabilización irremediable pueda ocurrir”[2] y agrega que la
cobardía moral en los hombres es lo que les impide acceder a la mujer del deseo, es por eso que el
hombre monta toda suerte de murallas protectoras para no querer saber nada de su deseo, una
mujer es peligrosa: “Menina veneno”, porque feminiza. Así muchos hombres se pasan todo el tiempo
pensando cómo hacer para no caer allí en donde no se sabe si ya no son lo que son.

A las mujeres, en cambio, les es más sencillo porque lo ilimitado es parte de su propio cuerpo,
y la pregnancia fálica no es tan intensa. Esto no quiere decir que no les traiga complicaciones. Porque
este abandono a lo ilimitado del goce femenino puede desembocar en la devastación, terreno que
conlleva un intenso sufrimiento y al que las mujeres son proclives. El valor de esta doble feminización
que planteo necesaria en el hombre enamorado, de ninguna manera le resta, todo lo contrario, le
suma un encanto especial.

Así el hombre que ama y que esté dispuesto a abandonarse al amor debe sortear una doble
barrera de defensa. Si esta condición masculina, es lograda y además bien recibida por una mujer
que valore los efectos de este goce femenino en su hombre, puede entonces darse el lugar propicio
para la ocurrencia de un Acontecimiento amoroso más que interesante.

por Carolina Rovere [1] Jacques Alain Miller , "Amamos a aquel que responde a nuestra
pregunta: ¿Quién soy yo?". Entrevista realizada por H. Waar, en “El Psicoanálisis Lacaniano en
España” El blog de la escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP). París, 17 de octubre de 2008.

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