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POLÍTICAS
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO
ASIGNATURA
DERECHO DE SUCESIONES
TEMA
CARGAS Y DEUDAS DE LA
HERENCIA
DOCENTE
CAÑETE – PERÚ
2018
CARGAS Y DEUDAS DE LA HERENCIA
ARTICULO 869
Son de cargo de la masa hereditaria:
1.- Los gastos del funeral y, en su caso, los de incineración, que se pagan
preferentemente. 2.- Los gastos provenientes de la última enfermedad del causante.
3.- Los gastos de administración.
CONCORDANCIA:
C.C. arts. 787 incs. 1) Y 5), 793, 973
Este numeral establece como carga (pasivo de cobro preferente) de la masa sucesoria la
alimentación o cobijo, por un lapso de tres meses, de las personas que hubiesen sido
alimentadas por cuenta del causante o que hubiesen vivido en su casa.
Es conveniente señalar que estas personas carecen de derechos alimentarios respecto del
causante; son terceros a quienes aquél, generosamente, apoyaba con esta liberalidad, por
lo que tampoco se incluye a las personas que recibían estos beneficios a cambio de
alguna función o servicio. Resulta evidente que si estas personas, por gratitud, realizaban
algún tipo de labor en favor del causante, no puede considerarse que se ha perdido el
carácter de liberalidad, por lo que, en caso de duda y a falta de pruebas (contrato, recibo,
etc.), se reputará que dichas personas se encuentran inmersas en el presente artículo.
En suma, no debe existir una relación obligacional entre el causante y las personas
aludidas en este artículo; nada vincula jurídicamente al causante con ellas, salvo un
sentido de deber moral o social, voluntad que se aprecia en la conducta que el causante
observó en vida, mediante estos hechos, y que la norma procura preservar, imponiendo
esta obligación a los herederos. Esto es en caso de haber fallecido intestado, o habiendo
testado, no los ha mencionado.
Esta figura se encuentra también en el derecho sucesorio alemán, que la denomina "mes
de gracia", "treintena" o "derechos de los treinta días", considerada un legado legal
(KIPP).
Sin embargo, existen algunas imprecisiones en el numeral bajo comentario, como por
ejemplo, las relativas a las personas "que hayan vivido en la casa del causante': No se
señala por cuánto tiempo: podría tratarse de una semana, de cinco meses, de cuatro años,
y cualquier caso podría considerarse válido. No existe relación de proporcionalidad con
la solución de tres meses, que el Código Civil de 1936 establecía en un mes, y el
Anteproyecto de Lanatta proponía en dos meses. Entre tanto, queda a criterio de las
partes o, en último caso, del juzgador, determinar si se está ante este supuesto del
Código; el tiempo es determinante para suponer, en todo caso, cuál hubiera sido la
voluntad del causante, ya que si cobijó a personas durante un tiempo considerable,
podría inferirse su voluntad de prolongar este beneficio durante un tiempo adicional.
Otro cuestionamiento que podría formularse es respecto a la calidad en que se
encontraban estas personas viviendo en casa del causante, es decir, como huésped -en
sentido coloquial y no jurídico- que se encontraba descansando, o alguien amigo del
causante, solvente económicamente, que únicamente lo estaba acompañando mientras
durase su enfermedad, entre tantas posibilidades. Aquí debería definirse si se trata de
personas que vivían en la casa del causante por razones de altruismo por ser de
condición económica crítica o, simplemente, en sentido genérico, porque ésa era la
voluntad del causante y es lo que la ley trata de prolongar razonablemente. Nos
inclinamos por esta segunda posición.
En relación a las personas que se hayan alimentado por cuenta del causante, las que
adquieren el derecho de exigir que continúe tal situación como derecho adquirido por un
tiempo adicional, en principio se encuentran las mismas imprecisiones esbozadas
anteriormente respecto de quienes han vivido en casa del causante, a las que se les suma
la de la clase de "alimentos" de que se trata: si es de su acepción gramatical estricta, o su
concepción jurídica. Resulta diferente que el causante haya brindado un plato de comida
diariamente a alguien, a que le haya proporcionado lo indispensable para el sustento,
habitación, vestido, educación y asistencia médica. En este caso, al haberse hecho la
salvedad de que no se está ante un caso de alimentistas, puede entenderse que los
alimentos que ha brindado el causante son todo tipo de sustento alimenticio que éste
haya brindado en forma consistente a otro durante un lapso razonable.
1. Deudas. Generalidades
Desde la muerte de una persona, se transmiten a sus sucesores tanto los activos como
los pasivos de su patrimonio, por lo que el heredero no adquiere bienes, derechos u
obligaciones singulares, sino que sucede en una unidad o conglomerado patrimonial;
recibe un patrimonio en el que los activos sin distinción responden por los pasivos sin
distinción (LOHMANN). Si ha aceptado la herencia pura y simplemente, sin haber
invocado el denominado beneficio de inventario o probado la situación deficitaria de la
herencia, responderá ilimitadamente por el pago de los pasivos.
Es de resaltar que al tratarse de deudas que se transmiten por causa de la muerte del
sujeto deudor, tales obligaciones deben ser pasibles de ser transmitidas, por lo que se
excluyen las inherentes a la persona (intuitu personae), contraídas en función de las
cualidades personales del deudor; las prohibidas expresamente por la ley (contrato de
renta vitalicia, derecho real de usufructo, contrato de comodato, el contrato de mandato,
y el contrato de depósito), o las deudas sobre cuya transmisión se haya pactado en
contrario (artículo 1218). En otro orden de consideración, la muerte puede producir la
extinción de determinados derechos reales, como el usufructo (por muerte del
usufructuario, artículo 1021), Y el uso y habitación (por igual razón, artículos 1026 Y
1021).
2. Etapas por las que atraviesa la herencia
Hay dos etapas de la masa sucesoria: la primera, cuando la masa sucesoria se encuentra
indivisa, momento en que se consagra la unidad del activo total y su relación con el
pasivo (cargas y deudas) de la herencia. La segunda, cuando ya se efectuó la partición y
los elementos patrimoniales ya fueron adjudicados a los copartícipes, transformándose
recién en titularidad individual.
Lo señalado reviste la mayor importancia, pues es preciso insistir en que no hay una
situación de copropiedad sino de comunidad entre los coherederos mientras la masa ha
permanecido indivisa, recordando que copropiedad1 es una noción distinta a
comunidad, siendo que en la copropiedad cada copropietario "tiene derecho a una cuota-
parte ideal, abstracta, de la cosa común; pero no tiene derecho privativo sobre una parte
divisa, concreta, de la cosa. Supóngase tres copropietarios de un terreno: cada uno de
ellos tiene un tercio del conjunto, pero no tiene una tercera parte localizada sobre talo
cual parcela del terreno; su tercio sigue siendo una cuota parte ideal, indivisa. En
consecuencia, hasta la división que reemplace ese derecho a una cuota- parte indivisa por
un derecho a una parte divisa, ninguno de los copropietarios podrá ceder por sí solo una
parte de la cosa; por el contrario, puede ceder o hipotecar su cuota-parte indivisa, puesto
que es propietario de la misma" (MAZEAUD).
Esta noción no corresponde a la de masa sucesoria indivisa, que consiste en un
patrimonio autónomo en el que los herederos y los legatarios de parte alícuota tienen un
derecho común sobre el patrimonio del causante, que se expresa en una cuota ideal
sobre el conjunto indiviso, sin titularidad directa sobre algún elemento singular, por lo
que puede decirse que existe una comunidad sucesoria, lo que significa que los
acreedores que fueron del causante y ahora lo son de la sucesión indivisa podrán
dirigirse sobre todos o cualquiera de los activos de la masa, los que aún no tienen titular
cierto asignado. Así, la obligación de pagar las deudas del causante no va a ser de la
masa impersonal, sino de los herederos, quienes son los titulares del patrimonio
compuesto por este conglomerado de activos, pasivos y derechos.
Existe cierta confusión respecto de los dos momentos señalados por los que atraviesa la
herencia, confusión que tiene origen en un "principio" histórico del Derecho español
que provino de una interpretación inexacta de las Leyes de Partidas2, por lo que hoy es
solo un aforismo: "antes es pagar que heredar" (VALLET DE GOYTISOLO)3. Según
ello, primero se pagan las obligaciones y una vez saneada la masa, se puede efectuar la
repartición entre los herederos, y entonces recién se puede hablar de herencia
(GONZÁLEZ GARCÍA)4. En contraposición a esta noción se encuentra el concepto
moderno que establece que desde el momento de la muerte del causante todo aquello que
constituye la herencia (activo y pasivo) se transmite a sus sucesores (LACRUZ
BERDEJO y SANCHO REBULLIDA)5, por lo que entonces ya se heredó desde ese
momento, antes de la partición, noción que sigue nuestro Código Civil.
3. Responsabilidad en la primera etapa (antes de la partición)
Si bien el artículo menciona a las deudas, se entiende que comprende también a las
cargas. La regla básica es que, en un primer momento, es decir, cuando la masa se
encuentra indivisa, si hay activos suficientes los acreedores de las cargas y deudas
sucesorias pueden exigir el cobro con cargo a cualquier activo sucesorio que no hubiese
sido objeto de institución hereditaria sobre bien cierto o de legado.
Exceptuando los activos que hubiesen sido objeto de garantía específica antes de la
muerte del causante, todos los activos, sin distinción, responden por todos los pasivos,
sin distinción, lo que significa que en caso de controversia judicial o arbitral el acreedor
tendrá que emplazar a todos los copartícipes de la indivisión (artículos 65 y 93 del
CPC).
Pueden darse dos situaciones:
a) Que los herederos se hubiesen distribuido de hecho o hubiesen consumido todo o
parte de los activos.
En este caso, debido a que no ha habido una partición formal, las obligaciones tampoco
se han fraccionado ni dividido entre los herederos, quienes han pasado a ser deudores por
la muerte de su causante, por lo que la responsabilidad sería solidaria, pudiendo
cualquier acreedor (quien mantiene la situación y garantía que cuando vivía su deudor)
hacerse cobro con el patrimonio de cualquier heredero hasta por el monto total del
crédito y con el tope del valor que tuvieron los activos sucesorios.
b) Que haya herederos que responden ultra vires porque no limitaron su
responsabilidad.
Si se trata de herederos "puros y simples" por no tener responsabilidad limitada, la
responsabilidad de cada uno es solidaria y el acreedor podrá dirigirse por entero a
cualquiera de ellos para hacerse cobro con su respectivo patrimonio personal y no solo
con el tope de los activos sucesorios.
Si el causante dejó la partición hecha por testamento, no habrá solidaridad, debido a que
ya no hay nada que partir, por lo que nunca nació la comunidad.
4. Responsabilidad en la segunda etapa (después de la partición)
La norma lleva a deducir claramente que hay una responsabilidad diferente después de
ocurrida la partición sin oposición de acreedor (artículo 875).
Hecha la partición solo caben dos posibilidades:
a) Que la deuda haya sido adjudicada a un heredero concreto, en cuyo caso solo éste
responderá.
b) Que la deuda haya sido adjudicada a varios. Aquí cada uno responderá en proporción
a su cuota6, dividiendo la deuda en partes, y pudiendo de esta manera el acreedor exigir
a cada heredero un monto de la deuda equivalente al porcentaje que éste tiene en la
herencia. Queda a salvo, ciertamente, que la obligación sea indivisible.
Finalmente, si un heredero recibió bienes o bienes por valor inferior a su cuota
(suponiendo que le correspondía 20 por ciento y aceptó recibir algún bien cuyo valor
constituía 15 por ciento), su cuota de responsabilidad, por razones de equidad, se ve
reducida también en dicha proporción. Ello se encuentra contemplado en el Código
Civil francés: "los coherederos contribuyen entre sí al pago de las deudas y cargas de la
sucesión, cada cual en proporción a lo que tome en ella" (artículo-870).
PRELACIÓN DEL
PAGO ARTICULO
872
Los acreedores del causante tienen preferencia respecto a los acreedores de los herederos
para ser pagados con cargo a la masa hereditaria.
CONCORDANCIA:
C.C. arts. 661, 787 inc. 5), 875, 984
En nuestro sistema sucesorio los acreedores del causante se convierten en acreedores de
los herederos desde el momento del fallecimiento de aquél; no son acreedores de la
sucesión, así no se haya producido la partición. Los obligados son los herederos, pues
ellos han sucedido al deudor (causante) en forma abstracta, en el conglomerado de
activos y pasivos que formaban parte de su patrimonio. Por ello, todos los herederos
responden de manera solidaria pues todos son titulares de dicho patrimonio.
En relación al derecho de preferencia de unos acreedores respecto de otros, la norma
bajo comentario aparenta ser obvia (según LANATTA, elemental): los acreedores del
causante (ahora acreedores de los herederos) tienen preferencia respecto de los
acreedores de los herederos (acreencias que no fueron objeto de esta sucesión) para ser
pagados con cargo a la masa sucesoria. No obstante, podrían suscitarse problemas por
causa de la confusión entre el patrimonio del causante y del heredero.
En el derecho comparado, este dispositivo se asimila al régimen de separación de
patrimonios, que tiene como finalidad la protección de los intereses de los acreedores que
fueron del causante y ahora son de sus herederos, impidiendo de esta manera que
concurran los acreedores particulares del heredero. Así, el beneficio de separación de
patrimonios es un derecho que se concede exclusivamente a los acreedores de un
causante para que, frente al riesgo que significa un heredero sobrecargado de deudas,
puedan hacer efectivas las prestaciones que se le deban.
El régimen de separación de patrimonios no debe confundirse con el beneficio de
inventario, el cual beneficia al heredero, pues limita su responsabilidad al monto relicto.
Al respecto, MESSINEO señala que mientras en el beneficio de inventario nos
encontramos en la esfera de la responsabilidad, teniendo lugar responsabilidad limitada
del heredero por las cargas y deudas hereditarias, en el supuesto de la separación de
patrimonios estamos en el ámbito del concepto de garantía, siendo ésta una garantía
específica. Con o sin beneficio de inventario, los acreedores del causante siempre tienen
el primer orden de prelación sobre los activos hereditarios.
1. Modo de efectuar la separación de patrimonios
Jurídicamente, son dos los modos de efectuar la separación de patrimonios:
a) La separación patrimonial entendida como derecho de preferencia de los acreedores
hereditarios y de los legatarios. Se le conoce como sistema del derecho romano.
En este caso, se utiliza un procedimiento de liquidación colectiva del patrimonio de la
herencia, mediante el cual los acreedores del causante adquieren preferencia frente a los
acreedores del heredero.
b) La separación de patrimonios como derecho de preferencia individual-sistema
germánico-.
En este sistema, un acreedor del insolvente puede solicitarlo individualmente. De
acuerdo con la redacción del artículo 872, el Código Civil peruano ha adoptado este
sistema, al igual que Francia, Italia y España. Argentina tiene un sistema mixto.
Es preciso señalar que en el artículo bajo comentario se hace mención a la masa
hereditaria (herencia indivisa), lo cual constituye un error, debido a que de cualquier
forma, mientras no se haya realizado la partición (por lo que aún no se han adjudicado
bienes a los herederos), ningún acreedor particular de éstos podría hacerse cobro con los
bienes sucesorios.
La norma debió hacer referencia a los bienes recibidos (adjudicados) por el heredero en
virtud de dicha sucesión o, en todo caso, en forma genérica a los bienes hereditarios,
como en el Anteproyecto de la Comisión Reformadora de 1980 de Lanatta (artículo
223), cuyos términos se mantuvieron en el Proyecto de la Comisión Reformadora de
1981 (artículo 929): "Los acreedores del causante tienen preferencia para ser pagados
con los bienes hereditarios, con respecto a los acreedores del heredero, de cualquier
clase que éstos sean".
2. Orden de preferencia
El orden de preferencia para cobrar es el siguiente (salvo disposición distinta del
testador y siempre que no se lesione la legítima):
a) El pasivo preferente (cargas).
b) Las deudas del causante. Los acreedores del difunto -uno de los cuales podría ser, a
su vez, heredero del mismo, en cuyo caso opera la consolidación- tienen preferencia
sobre los acreedores del heredero, y es claro que también tienen preferencia sobre los
herederos.
c) Los legitimarios, sean herederos o legatarios, respecto de su cuota estricta de
legítima. Los legatarios no legitimarios, que siempre cobran después de los acreedores
del difunto por el principio certat de damno vitando, certat de lucro captando (favor de
quien tiene que perder contra quien solo deja de ganar) (GARCíA DE HARO DE
GOYTISOLO citado por KEMELMAJER DE CARLUCCI), pero que son preferentes a
los acreedores de los herederos.
d) Los herederos en lo que no sea legítima.
PAGO DE LA DEUDA
ALIMENTARIA ARTICULO
874
La pensión alimenticia a que se refiere el artículo 728 es deuda hereditaria que grava en
lo que fuere necesario la parte de libre disposición de la herencia en favor del
alimentista y se pagará, según los casos:
1.- Asumiendo uno de los herederos la obligación alimentaria por disposición del
testador o por acuerdo entre ellos. Puede asegurarse su pago mediante hipoteca u otra
garantía.
2.- Calculando el monto de la pensión alimenticia durante el tiempo que falta para su
extinción, y entregando al alimentista o a su representante legal, el capital representativo
de la renta.
La elección de las indicadas alternativas corresponde a los herederos; si hubiere
desacuerdo entre ellos, el juez decidirá su forma de pago.
CONCORDANCIA:
C.C. arts. 415, 472, 728, 856
Esta disposición tiene como objeto regular el pago de la pensión alimenticia que
corresponde a los hijos alimentistas10 cuando se produce la muerte del alimentante.
El crédito de alimentos del denominado hijo alimentista proviene de una posibilidad y
no de una certeza de paternidad, y se basa en el interés superior del menor. Éste no tiene
un padre cierto sino solo posible, pues tuvo relaciones sexuales con la madre durante la
época en que ella lo concibió; no hay de por medio un reconocimiento voluntario ni
tampoco una declaración judicial de paternidad. Actualmente esta figura se encuentra en
vía de extinción debido a que la aplicación de una presunción de esta naturaleza va
dejando de ser razonable, por existir los medios para descartar la paternidad en forma
irrefutable, siendo el aspecto económico, por el elevado costo de estas pruebas, el
obstáculo principal para eliminar las presunciones de paternidad.
Esta presunción -más que presunción viene a ser una atribución de obligación- es una de
las más tajantes dentro del Derecho de Familia, Ya que la prueba en contrario no apunta
más que al hecho de la no realización de las relaciones sexuales durante la época de la
concepción. Basta que exista una posibilidad para que se adquiera la obligación
alimentaria, lo que ilustra la lógica del Derecho de Familia, distinta en sustancia al
Derecho Civil Patrimonial. Teniendo como fin principal la protección de los intereses
del menor, se aplica la presunción y el posible padre debe abonar una pensión
alimenticia hasta que el menor deje de serio, vale decir, hasta que alcance la edad de
dieciocho años, convirtiéndose de esa manera en deudor del alimentista.
Es menester precisar que la pensión alimenticia del hijo alimentista es un crédito
inembargable, no es pasible de compensación, ni de transmisión, ni de renuncia ni de
transacción, y en modo alguno comprende derechos sucesorios, pues el alimentante no
es padre sino un posible padre, y solo es un deudor frente al alimentista.
El artículo 874 dispone que esta pensión constituye deuda hereditaria que grava en lo
que fuere necesario la porción de libre disponibilidad de la herencia a favor del
alimentista. Debemos señalar que la redacción del dispositivo no es clara y puede llevar
a confusión: ya que pareciera indicar la existencia de una herencia a favor del
alimentista, lo cual es incorrecto debido a que, como hemos precisado, éste no es
heredero, sino mero acreedor del causante. Lo que la norma establece es que la pensión
alimenticia constituye deuda a cargo de la sucesión, que grava en favor del alimentista
lo que fuere necesario de la parte de libre disposición del causante.
Hay algunas diferencias importantes en el tratamiento legal entre ésta y las demás
deudas de la sucesión:
- El que se limite a la porción de libre disponibilidad, sin exceder de dicha parte de la
herencia. Vemos que en este aspecto se asemeja a los legados, siendo, en cuanto a sus
efectos, una suerte de legado de carácter preferencial.
-Debido a que esta deuda del causante se encuentra dentro del ámbito del Derecho de
Familia, será una deuda en el primer orden de prelación respecto de los demás
acreedores, pero - reiteramos- solo dentro del ámbito de la porción de libre disposición,
sin afectar la legítima.
- Siendo el alimentista el único acreedor del causante que a su muerte será pagado
exclusivamente con la porción de libre disponibilidad, para determinar su tope máximo
se deberán tener en claro las porciones correspondientes a la legítima, a fin de establecer
la porción de libre disponibilidad. Las demás deudas, en cambio, no tienen más límite
que el patrimonio mismo.
1. Forma de pagar la deuda del hijo alimentista
Con la finalidad de que el alimentista no quede desamparado mientras dura el proceso
de partición, la norma ha previsto dos alternativas, a elección de los herederos:
a) Uno de los herederos asume la obligación. Esta asunción puede provenir de
disposición testamentaria o de un acuerdo entre los coherederos.
Puede asegurarse la recuperación de lo que este coheredero habrá de gastar o que ya
haya gastado, según el caso, mediante hipoteca o cualquier otra garantía11. Esta
garantía no solo asegura la recuperación de lo que gaste o pueda gastar el heredero, sino
la obligación en sí misma, pues de lo que se trata es de cumplir con el pago de esta
deuda prioritaria.
La garantía será constituida respecto de algún o algunos bienes de la masa o de un sucesor
(que puede ser un legatario).
Si el testador así lo dispusiera, será el legatario el obligado a pagar esta deuda, en
concordancia con el artículo 879.
Es importante insistir en que en ningún caso se afecta la intangibilidad de la legítima, ni
siquiera en el supuesto de que el testador hubiese dispuesto que uno de los herederos
asuma esta obligación, pues solo va a gravar la parte de libre disposición de la herencia.
Por ello, el heredero que la asuma será reembolsado (proviniendo el reembolso de la
porción de libre disposición), no tocando su legítima.
b) Puede calcularse el monto total que falta cubrir de dicha pensión alimenticia hasta su
extinción (ya dijimos, con la mayoría de edad del alimentista, a menos que sea incapaz y
no pueda proveer a su subsistencia), y se entrega esta suma al propio alimentista o a su
representante legal. Esta suma tendrá como tope la porción de libre disponibilidad del
causante. Una vez calculado el monto, si no existiese dinero efectivo en la herencia
(cuenta bancaria, por ejemplo) sino bienes realizables, puede entregar cada heredero a
prorrata una parte del mismo, o asumir la totalidad uno o más de ellos, con cargo a
recuperar de la porción de libre disponibilidad.
Si falleciere el alimentista antes de alcanzar la mayoría de edad (por ejemplo, si cuando
se le entregó la totalidad de la pensión alimenticia hasta su extinción tenía seis años de
edad y falleciese un año después), su representante legal tendrá la obligación de
reembolsar el saldo a los herederos, de requerirlo éstos, por cierto, en nombre de la
sucesión y no a título individual, o si se redujo un legado por pagar esta deuda, se le
entregará al legatario.
En caso de que los herederos no se pusiesen de acuerdo en la elección de las citadas
alternativas, será el juez quien decidirá la forma de pago, en proceso no contencioso.
Si la herencia ya se partió y no se consideró al acreedor alimentista, se tendrá que
verificar el monto correspondiente a la porción de libre disponibilidad a fin de
determinar la cuantía de la obligación, pero luego no se procederá como cualquier
deuda, sino de la forma establecida en este artículo: uno de los herederos puede asumir la
obligación, asegurándose la recuperación de lo que habrá de gastar mediante garantías
proporcionadas por los demás herederos; o entregando a prorrata todos los herederos el
monto calculado del total del capital representativo de la renta.