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Índice
Introducción……………………………………………………………………………………….2
Desarrollo………………………………………………………………………………………….3
El ocaso de la Edad Moderna……………………………………………………………...3
Los mercaderes y banqueros de la Edad Media…………………………………………...4
Conclusión………………………………………………………………………………………...9
Bibliografía…………………………………………………………………………………………
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Juan Manuel Arrigo Melfi
Comisión Y
Introducción
Este informe tratará sobre la evolución del hombre como ser económico en la Edad Media.
Para ello, procederemos a analizar el texto de Jacques Le Goff, “Mercaderes y Banqueros en la
Edad Media”, que explica como en dicha época el hombre comenzó a enfocarse en las actividades
económicas, específicamente en el comercio, y cómo esto derivó en la introducción de sujetos en
la sociedad como los mercaderes, los banqueros, las compañías e incluso las “empresas”
aseguradoras. Además, Jacques Le Goff, menciona los distintos hechos que favorecieron la
aparición de estos sujetos y los obstáculos que estos debieron atravesar. Sin embargo, para
adentrarnos en el hombre de la Edad Media es necesario comprender ciertos aspectos de su vida.
Para lograr esto, tendremos en cuenta la obra del filósofo Romano Guardini, “El ocaso de la Edad
Moderna”, más específicamente en el primer capítulo que detalla la imagen del mundo que tenía
en el hombre medieval. El objetivo de esto es poder darle un contexto al hombre de esta época,
tanto desde una perspectiva filosófica, política, social e incluso teológica, y por ende lograr una
mejor comprensión del hombre en esta época y entendimiento de las ideas expuestas por Le Goff.
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Juan Manuel Arrigo Melfi
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Desarrollo
Guardini comienza su obra destacando que tanto el hombre antiguo como el medieval
tienen la idea de que el mundo es un especio limitado. A pesar de compartir esto, la visión del
mundo con el hombre antiguo, la concepción de este cambio en la Edad Media. Para el hombre
medieval hay una realidad divina por encima del mundo, y esta lo trasciende. Dios está presente
en este mundo perfeccionándolo, pero no pertenece a él, no depende de él. Esta independencia se
pone en evidencia con el acto de la creación. En la Edad Media se reconoce a Dios como el creador
omnipotente que se da a conocer en la Biblia. Este acto de creación no solo adopta un papel
religioso, ya que es Dios el creador, sino que también adopta un papel filosófico. Según Guardini,
Dios está presente en todos nosotros y, de alguna manera es quien le da a los hombres su esencia.
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“El ocaso de la Edad Moderna”, Romano Guardini.
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“El ocaso de la Edad Moderna”, Romano Guardini.
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Juan Manuel Arrigo Melfi
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La importancia del culto no solo se ve reflejada en la organización social de la Edad Media,
sino también en la configuración de esta. La importancia de las ciudades era dada por la presencia
de los templos, capillas y monasterios. Además, el tiempo era ordenado en base a las fiestas
litúrgicas. Otro aspecto de las sociedades medievales donde se muestra la importancia del culto es
en el arte. Por medio de la pintura, la literatura e incluso la arquitectura los hombres del medioevo
manifestaban su Fe.
Luego de haber mencionado lo que, a ojos de Romano Guardini, era el hombre medieval,
procederemos a analizar “Los mercaderes y banqueros de la Edad Media”. Jacques Le Goff, en
su obra, da a conocer la faceta económica del hombre medieval.
En primer lugar, el autor francés afirma que la Edad Media fue testigo de la revolución
comercial y que esta se encuentra estrechamente relacionada con algunos fenómenos de la época,
más específicamente con la paz. Para empezar, cesaron las invasiones y como resultado el mundo
que antes era hostil se transformó tanto en un centro de producción, como en uno de intercambio
y, a su vez, de consumo. Por otro lado, la paz generalizada dio lugar a distintos beneficios que
permitieron reanudar e incluso mejorar las actividades comerciales. El hecho de que cesaran las
invasiones generó un escenario seguro para que la economía pudiese progresar. Otro resultado de
esto fue la disminución de los niveles de mortalidad. Como consecuencia de esto, las civilizaciones
contaban no solo con mayor nivel de mano de obra, sino con más consumidores para la creciente
producción de bienes. Por último, la discontinuación de las invasiones hizo que el comercio
acelerara ya que las rutas eran más seguras.
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mencionados con anterioridad provocaban un importante aumento en el precio de la mercadería.
Esto generó que los mercaderes errantes tuvieran cierta preferencia por las rutas navegables.
Existieron dos tipos de vías: las fluviales y las marítimas. Por un lado, en donde la navegabilidad
lo permitía, se practicaba a gran escala el transporte de bienes en barcas chatas o en el caso del
transporte de madera, se hacía por medio de flotación. Las principales tres redes fluviales utilizadas
por los mercaderes eran: la del norte de Italia, la del Ródano y el enredado formado por los ríos
flamencos. Por otro lado, podemos encontrar las vías marítimas. Este medio de transporte era el
más eficiente dado que el porcentaje del precio de la mercadería que representaban los costos de
traslado eran menores, además de que permitía trasladar mayores cantidades de mercadería. Sin
embargo, esta vía también contaba con grandes obstáculos. En primer lugar, podemos encontrar el
riesgo de naufragio y de piratería. Transportar grandes cantidades de mercadería implicaba una
gran inversión inicial y con esta, un gran riesgo. La piratería fue uno de los principales problemas,
ya que no solo se encargaban de robar la mercadería, sino que contaban con el apoyo de
comerciantes, quienes financiaban sus operaciones y luego se beneficiaban de las ganancias
obtenidas a partir de la mercadería robada. En segundo lugar, podemos encontrar que los mismos
navíos eran un obstáculo. Estos, a pesar de permitir el traslado de una mayor cantidad de
mercadería que los otros medios de transporte, contaban con escasa capacidad. Otro inconveniente
era la velocidad de las navegaciones. Sin embargo, con los progresos en la cartografía y la
aparición de elementos como la brújula y las velas latinas, este inconveniente fue superado.
Finalmente, otro aspecto a destacar de los mercaderes errantes eran las ferias, más específicamente
las ferias de Champaña, ya que eran la meta más importante para ellos. Estas ferias ocurrían a lo
largo de todo el año y eran un mercado casi permanente. Los mercaderes, luego de hacer un largo
y exhaustivo viaje, buscaban hospedaje, el cual era provisto por los habitantes, quienes cedían
habitaciones de sus casas, al principio. A medida que paso el tiempo, se construyeron casas
especiales donde los mercaderes se alojaban y podían guardar su mercadería en un lugar seguro.
El auge de estas ferias fue causado principalmente por las medidas liberales tomadas por los
poderosos condes de Champaña, que generaban condiciones óptimas para los mercaderes al
garantizarles seguridad y al reducir sus costos. Los habitantes y los mercaderes gozaban de
privilegios y beneficios, como podrían ser la exención a impuestos, salvoconductos para la
extensión de las tierras condales e incluso la presencia de la policía que controlaba la legalidad y
honestidad de las transacciones y garantizaban las operaciones comerciales y financieras. Sin
embargo, en el siglo XIV, debido a La Guerra de los Cien Años, la inseguridad creciente de Francia
dio lugar a la decadencia de las ferias de Champaña. Este evento se vio acompañando de la
aparición de un nuevo tipo de comerciante, el mercader sedentario.
La idea de mercader sedentario propuesta por Jacques Le Goff, propone una idea
contrapuesta a la del mercader errante. Este tipo de mercader se centraba en centros financieros y
mediante asociaciones lograba “extender la red de sus negocios3” (Le Goff). Según el autor
francés, el mercader sedentario era el “verdadero centro de la tela de araña formada por sus
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“Los mercaderes y banqueros de la Edad Media”, Jacques Le Goff
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Comisión Y
negocios4” (Le Goff). El mercader sedentario nace a partir de buscar capital al margen de sus
recursos y de esta manera introduce el concepto de préstamo y crédito. Algunos ejemplos de
préstamos eran las letras de cambio y el préstamo marítimo. No obstante, no todo resultó bien ya
que el cobro de intereses era considerado inmoral y prohibido por la Iglesia que, como
mencionamos anteriormente, tenía un gran poder de influencia. Sin embargo, los mercaderes
encontraron distintas soluciones y el cobro de intereses siguió vigente.
Como se mencionó con anterioridad, sin los contratos y las asociaciones, los mercaderes
sedentarios no hubiesen podido expandir su red de negocios. Existieron distintos tipos de
asociaciones. La forma principal de asociación fue el contrato de commenda. En esta, los
contratantes se presentaban como asociados, es decir que se repartían tanto las ganancias como
perdidas, pero en lo demás, aquellos que no eran contratantes, tenían una relación de prestamista
y deudor. En la commenda pura y simple, el prestamista asumía todos los riesgos al prestarle al
mercader la totalidad del capital. A cambio, este recibía el capital invertido y parte de las ganancias
del mercader. En otros tipos de commenda, el prestamista compartía los riesgos con el mercader,
ya que no invertía la totalidad del capital, pero obtenía una menor parte de las ganancias. Existía
una gran variedad de asociaciones que podían dividirse en dos tipos: las societas terrae que
funcionaba al igual que las commendas, y las compagnias donde los contratantes están
íntimamente unidos entre sí y se reparten tanto riesgos como beneficios. Las asociaciones, con el
transcurso del tiempo fueron ganando poder, e incluso algunas familias llegaron a ser compañías
complejas. Un ejemplo claro de esto es la familia de los Médicis. Jacques Le Goff habla de estas
sociedades, cuyo fin era eliminar la competencia y de esa manera formar un monopolio, como si
fuesen carteles. Estos carteles o asociaciones acumularon una gran cantidad de poder no solo por
su red de negocios, sino por su relación de beneficio con el poder político. Un claro ejemplo de
esto es el del “cartel” de los Médicis, que logró tener el monopolio internacional del alumbre dado
a que el gobierno pontificio le vendió el derecho de explotación de este.
En primer lugar, Le Goff menciona que el principio de la venta de acciones o cuotas parte
nació en esta época con el comercio marítimo. Los navíos eran subdivididos en partes iguales y
los comerciantes y empresarios podían comprar más de una de estas. Estas partes o sortes, como
eran llamadas en esa época, eran consideradas un bien que se podía vender, hipotecar e incluso
formar parte del capital de una asociación.
Otro progreso de la época fue el desarrollo de los métodos de seguro. Los comerciantes les
confiaban su mercadería a los aseguradores, y estos se comprometían a entregar la mercadería en
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“Los mercaderes y banqueros de la Edad Media”, Jacques Le Goff
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determinado lugar, a cambio de cierta suma. Estos contratos se volvieron populares y como
resultado se crearon compañías especializadas en este tipo de operaciones. Le Goff cita a uno de
los registros de una empresa aseguradora, donde menciona los beneficios y los riesgos que
tomaban las compañías de seguros, “Dios haga que sacamos provecho de ellos y nos proteja de
los peligros5” (Le Goff).
Otro progreso, de las técnicas utilizadas por los comerciantes en el medioevo, que
menciona Jacques Le Goff es el uso de las letras de cambio. El autor utiliza la definición de letra
de cambio dada por R. de Roover, “La letra de cambio era una convención por la cual el dador
(…) suministraba una suma de dinero al arrendador (…) y recibía a cambio un compromiso
pagadero a término, pero en otro lugar y en otra moneda6” (Le Goff). En la definición antes
mencionada podemos ver que la letra es una operación tanto de crédito como de cambio. La
revolución comercial se vio acompañada de una gran diversidad de monedas. Como resultado,
surgió la problemática del tipo cambiario. Entre las principales causas de este problema podemos
encontrar la existencia de dos patrones, el de oro y el de plata. Además, los precios de los metales
preciosos no eran estables y estas variaciones de valor afectaban de distinta manera al oro y a la
plata. Otro problema de los metales preciosos es que su extracción no era fácil y frente a la
imposibilidad de aumentar la cantidad en circulación, nació un fenómeno que Jacques Le Goff
llama “hambre monetaria7” (Le Goff). Otro problema monetario era la falta de un sistema
establecido que regulará los precios. El valor de la moneda estaba en manos del gobierno ya que,
al no llevar indicación de valor, las monedas eran valuadas por las autoridades públicas. Otra
variable que afectaba el valor de la moneda era la época del año debido a que eventos como las
ferias, la salida de los barcos mercaderes y las fechas de cosechas. Cualquiera de estos era causa
de encarecimiento del dinero ya que la demanda de este era mayor. Como resultado, podemos
decir que la letra de cambio cubría distintas necesidades. Primero, podía ser utilizado como medio
de pago de una operación comercial. Segundo, era una manera de transferir dinero entre centros
que utilizaban monedas diferentes. Tercero, las letras de cambio eran una fuente de crédito. Por
último, era una fuente de ingreso, ya que los comerciantes jugaban con las diferentes valuaciones
de las monedas y especulaban con el tipo cambiario.
En último lugar, en cuanto a los progresos de la época que destaca Le Goff en su obra, se
encuentra la contabilidad. El incremento del comercio derivó en operaciones más complejas y estas
resultaron en progresos en la contabilidad. A pesar de estos progresos, la contabilidad estaba
dispersada en una gran cantidad de libros contables. Algunos de los ejemplos mencionados por
Jacques Le Goff son los libros de “compra”, de “sucursales”, de “ventas” y de “materias primas”,
entre otros. Cabe destacar la especial mención que hace el autor francés a “el libro secreto”. En
este libro se veían especificados los detalles de las asociaciones como su texto y como estaba
conformado el capital. Volviendo a los progresos logrados en esta época, con respecto a la
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“Los mercaderes y banqueros de la Edad Media”, Jacques Le Goff.
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“Los mercaderes y banqueros de la Edad Media”, Jacques Le Goff.
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“Los mercaderes y banqueros de la Edad Media”, Jacques Le Goff.
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contabilidad, podemos encontrar la introducción de la partida doble que es considerada por el autor
como la “revolución de la contabilidad8” (Le Goff) y la costumbre de hacer presupuestos.
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“Los mercaderes y banqueros de la Edad Media”, Jacques Le Goff.