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Pero si vas a los padres, ellos están convencidos que serían tan felices, si lograran
que los hijos entendieran lo que ellos quieren para ellos.
Cuando hablas con una pareja, te encontraras con que todos serían más felices,
si el otro, lograra cambiar, lo que él quiere.
La verdad es que casi nunca relacionamos nuestra felicidad, con lo que otros quieren.
Sencillamente porque la felicidad anhelada por el hombre está basada en el sacrificio
de otros.
En pocas palabras la felicidad humana es egoísta.
Nuestra nación es un buen ejemplo. Presidentes, congresistas, gobernadores, alcaldes,
concejales. Llegan al poder prometiendo trabajar por el bienestar de todos. Pero la
realidad es que muchos solo trabajan por sus propios intereses. En consecuencia, esto
a traído, divisiones, guerra, inseguridad, pobreza y muerte.
¿Cómo sería Colombia si sus gobernantes no fueran egoístas?
R/ prospera, segura, unida, pacifica, viva, (ideal para vivir feliz).
Igual que en una nación, es en una ciudad, una empresa, la iglesia, la familia, o el
individuo.
¿Qué pasaría si como esposos, padres, hijos, hermanos en la fe, empleados,
jefes, funcionarios, ciudadanos, no fuéramos tan egoístas?
R/ seguramente seriamos personas más felices.
Pero como siempre nuestra manera de pensar es contraria, a lo que piensa Dios, eso
lo hace difícil, pero no imposible de alcanzar.
Pablo nos anima a estar alertas contra cualquier egoísmo, prejuicio o celo que
pueda conducir a desacuerdos.
Él sabía que mostrar interés genuino en otros, es una manera positiva de mantener
la unidad entre los creyentes.
Nuestro Señor Jesús es el mejor ejemplo de que nuestra felicidad, está basada en su
sacrificio, él se enfocó en nosotros y no en sí mismo. Y como consecuencia recibió un
nombre que está por encima de cualquier nombre.