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El ciclo de la vida: Epigénesis de la identidad

Una de las coordenadas indispensables para la identidad es la del ciclo de la vida, hasta la adolescencia, el
individuo no puede desarrollar los requisitos del desarrollo fisiológico, maduración mental y responsabilidad
social para experimentar y atravesar la crisis de identidad.

El descubrimiento de Freud acerca del conflicto neurótico o conflictos “normativos” que todo niño debe
atravesar en su infancia y cuyos residuos lleva en si todo adulto en lo más recóndito de su personalidad. Pues
el hombre, para permanecer psicológicamente vivo, vuelve a resolver constantemente estos conflictos.

El desarrollo humano desde el punto de vista de los conflictos, interno y externo que afronta la personalidad
vital, resurgiendo de cada crisis con un incrementado sentimiento de unidad interior, con un aumento de un
buen juicio y de la capacidad de “hacerlo bien” de acuerdo con sus propios estándares y de los estándares de
aquellos que revisten importancia para el sujeto.

Existen muchas definiciones para lo que constituye una personalidad “sana” en un sujeto adulto, veremos la
de Marie Jahoda, según la cual la personalidad sana domina activamente su medio ambiente, muestra una
cierta unidad de su personalidad y es capaz de percibir correctamente el mundo y percibirse correctamente a sí
misma. La infancia queda definida por la ausencia inicial y el desarrollo gradual, en complejas etapas, de una
creciente diferenciación.

Para comprender el desarrollo, conviene recordar el principio epigenetico que deriva del desarrollo de los
organismos in utero. Todo lo que se desarrolla obedece a un proyecto básico y a partir de este van surgiendo
las partes, teniendo cada una de ellas su momento de eclosión, hasta que todas las partes han surgido para
constituirse una totalidad funcionante.

Es cierto respecto al desarrollo fetal que cada parte del organismo tiene su momento crítico de aparición o de
riesgo de defecto. Al nacer, el niño abandona el intercambio químico intrauterino por el sistema de
intercambio social, donde sus capacidades encuentran oportunidades y limitaciones de su cultura.

El organismo prosigue desenvolviéndose en capacidades motoras, sensoriales y sociales.

El psicoanálisis explica que de los conflictos interiores, se constituye el modo en que un individuo deviene de
una personalidad diferenciada. El niño sano en sus experiencias más personales obedece a leyes internas del
desarrollo, destinadas a una interacción significativa con aquellas personas o instituciones que le atienden y le
responden, esto varia de una cultura a otra.

La personalidad, por tanto, puede afirmarse que se desarrolla de acuerdo con etapas predeterminadas en la
disposición del organismo humano para ser <<conducido hacia>>, para <<darse cuenta>> y para interactuar
con un circulo cada vez más amplio de individuos e instituciones.

La presentación de los estadios de desarrollo de la personalidad, utilizamos el diagrama epigenético de


Childbood and Society, para el análisis de las faces psicosexuales establecidas por Freud.

El diagrama expone una progresión, a través del tiempo, de una diferenciación de partes Ello indica:

1) Que cada elemento de la personalidad vital a examinar se halla sistemáticamente relacionada con todos
los demás y que todos ellos dependen del desarrollo adecuado, dentro de la secuencia adecuada , de
cada elemento
2) Cada elemento existe, en alguna forma, antes de que llegue normalmente su momento decisivo y
crítico.
Cada uno llega a predominar, tiene sus crisis y encuentra su solución final. Todo ello existe de alguna
forma en el comienzo.
Un lactante puede mostrar, desde un principio, algo parecido a “autonomía”, hasta el segundo año de vida no
comienza a experimentar por completo la alternativa crítica entre ser una criatura autónoma o dependiente,
hasta entonces no se halla en disposición un encuentro específicamente nuevo con su entorno.

Cada estadio supone una crisis, ya que en el desarrollo y la toma de consciencia acerca de una nueva función
parcial van unidos a un desplazamiento de energía pulsional y ocasiona así también una vulnerabilidad
especifica en dicha parte funcional.

Una de las cuestiones más difíciles de decidir es si un niño es débil o fuerte en un determinado estadio, es
mejor afirmar que es siempre vulnerable en ciertos aspectos y olvidadizo e insensible en otros, pero
increíblemente persistente en los mismos aspectos en los que es vulnerable.

La debilidad del lactante le confiere poder, ya que los que lo rodean son sensibles si muestran una capacidad
de respuesta. La presencia de un bebe ejerce un firme dominio sobre las vidas de los miembros de la familia.
Su desarrollo consiste en una serie de “llamadas” que le rodean para que sirvan a sus nuevas potencialidades
de interacción social en vías de desarrollo.

Cada paso sucesivo es una crisis potencial debido a un cambio radical en cuanto a perspectiva. El término
“crisis” es un punto de giro, un periodo crucial de vulnerabilidad incrementada y de más alto potencial y, por
tanto a la fuente ontogénica de fuerza y de adaptación generacionales.

El cambio más radical es el pasar de la vida intrauterina a la extrauterina, también en la existencia postnatal,
como estar relajadamente tumbado, sentado o corriendo.

Con aquello cambia también la perspectiva interpersonal que afirma la proximidad, así como la de “no perder
a mama de vista” y “desear ser independiente”.

Así, distintas capacidades utilizan diversas oportunidades de convertirse en componentes plenamente


desarrollados de la configuración, constantemente nueva, que es la personalidad que se desarrolla.

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