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SAGRADO TRIDUO PASCUAL

1. La Iglesia celebra solemnemente los grandes misterios de nuestra redención en el sagrado


Triduo pascual; en él se actualiza la pasión, muerte y resurrección del Señor con celebraciones
especiales.
Celébrese el sagrado ayuno pascual en todas partes, el Viernes de la Pasión y Muerte del Señor y,
si es posible, extiéndase al Sábado Santo para que, de este modo, se llegue al gozo del Domingo
de Resurrección con elevación y ánimo generoso.
2. Para las diversas celebraciones que integran el sacro Triduo, se requiere un número
conveniente de ministros y colaboradores laicos; éstos deben ser cuidadosamente instruidos
sobre aquello que les compete.
Particular importancia tiene el canto del pueblo, de los ministros y del sacerdote celebrante, pues
así lo reclama la índole solemne de estos días y, además, porque los textos adquieren toda su
fuerza cuando son cantados.
Los pastores no dejen de explicar suficientemente a sus fieles el significado y la estructura de los
ritos a fin de que puedan prepararse para una participación activa y fructuosa.
3. Las celebraciones del sagrado Triduo se llevan a cabo en las iglesias catedrales y parroquiales,
y pueden también realizarse en otras iglesias en las que quede asegurada su celebración digna,
con una participación significativa de fieles, ministros convenientemente preparados y con
posibilidades de cantar, al menos, las partes más importantes. Si estas condiciones no pudieran
darse, o el número de participantes no fuera suficiente, procúrese, en cuanto sea posible, que
esos fieles se reúnan en alguna otra iglesia donde puedan participar adecuadamente de las
celebraciones.

JUEVES DE LA CENA DEL SEÑOR


Misa vespertina
1. La Misa de la Cena del Señor se celebra por la tarde a la hora más oportuna, con la
participación de la comunidad local y con la intervención de todos los sacerdotes y ministros que
desempeñan su propio oficio.
2. Pueden concelebrar todos los sacerdotes, aunque hayan concelebrado el mismo día en la Misa
crismal o celebrado otra Misa vespertina para utilidad de los fieles.
3. Donde lo exija alguna razón pastoral, el Ordinario del lugar puede autorizar que se celebre otra
Misa en las iglesias u oratorios en horas de la tarde; y en caso de verdadera necesidad, aun por la
mañana, pero solamente para aquellos fieles que, de ninguna manera, pueden participar de la
Misa vespertina. Téngase cuidado, sin embargo, que estas celebraciones excepcionales no se
realicen en beneficio de personas particulares o en perjuicio de la asistencia a la Misa vespertina
principal.
4. La sagrada comunión se puede distribuir a los fieles sólo dentro de la Misa; a los enfermos se
les puede llevar a cualquier hora del día.
5. Las flores para adornar el altar deben usarse con moderación, respetando las características
del día. El tabernáculo debe estar completamente vacío. En la Misa deberán consagrarse
suficientes hostias para el clero y el pueblo que comulgarán hoy y mañana.
6. Antífona de entrada Cf. Gal 6, 14
7. Se canta o se dice el Gloria. Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Terminado el
canto, las campanas no vuelven a tocarse hasta la Vigilia Pascual, a no ser que el Obispo
diocesano juzgue oportuno establecer otra cosa. Asimismo el órgano y los demás instrumentos
musicales deben usarse únicamente para acompañar el canto.
8. Oración colecta
9. Después de proclamar el Evangelio, el sacerdote pronuncia la homilía, en la cual se exponen los
grandes misterios que se recuerdan en esta Misa, es decir, la institución de la sagrada Eucaristía
y del Orden sacerdotal, y también el mandato del Señor sobre la caridad fraterna.
Lavatorio de los pies
10. Después de la homilía, si conviene pastoralmente, se realiza el lavatorio de pies.
11. Los varones designados, acompañados por los ministros, van a ocupar los asientos
preparados para ellos en un lugar adecuado. El sacerdote, dejando la casulla si parece necesario,
se acerca a cada una de las personas designadas y, con la ayuda de los ministros, les lava los pies
y se los seca.
12. Mientras tanto, se canta alguna de las antífonas siguientes u otro canto adecuado.
Antífona 1 Cf. Jn 13, 4.5.15
Antífona 2 Jn 13, 12.13.15
Antífona 3 Cf. Jn 13, 6.7.8
Antífona 4 Jn 13, 14
Antífona 5 Cf. Jn 13, 35
Antífona 6 Jn 13, 34
Antífona 7 Cf. 1 Cor 13, 13
13. Inmediatamente después del lavatorio de los pies, el sacerdote se lava y seca las manos, se
coloca nuevamente la casulla y regresa a la sede. Se reza la oración de los fieles.
No se dice Credo.
Liturgia de la Eucaristía
14. Al comienzo de la liturgia eucarística puede organizarse una procesión de los fieles que
acerca al altar, junto con el pan y el vino, las ofrendas para los pobres. Mientras tanto, se canta el
siguiente himno u otro canto adecuado.
15. Oración sobre las ofrendas
16. Prefacio de la Santísima Eucarístia I o II.
17. En esta celebración es aconsejable utilizar el Canon Romano o Plegaria Eucarística I * (Cf.
OGMR, n. ). También se pueden utilizar las otras tres Plegarias eucarísticas. En todas ellas se
emplean las partes propias indicadas en su lugar.
18. En el momento de la comunión, el sacerdote puede entregar la Eucaristía de la mesa del altar
al diácono o a un acólito instituido o a un ministro extraordinario de la Comunión, para que sea
llevada a los enfermos que comulgan en su casa.
19. Antífona de comunión Cf. 1 Cor 11, 24-25
20. Terminada la distribución de la comunión, se pone sobre el altar el copón con las hostias
consagradas para la comunión del día siguiente. El sacerdote de pie reza la oración después de la
comunión.
21. Oración después de la comunión
Traslado del Santísimo Sacramento
22. Concluida la oración después de la comunión, el sacerdote de pie ante el altar pone incienso
en el turíbulo y, de rodillas, inciensa tres veces el Santísimo Sacramento. Luego recibe el velo
humeral de color blanco, toma en sus manos el copón y lo cubre con las extremidades del velo.
23. Se forma la procesión para llevar en Santísimo Sacramento a través del templo hasta el lugar
preparado para su reserva, que puede ser una capilla convenientemente dispuesta y adornada. En
la procesión, precede el crucífero con dos ceroferarios; a continuación, otros ministros con
candelas en sus manos. Durante la procesión se canta el himno Pange lingua (excepto las dos
últimas estrofas), u otro canto eucarístico.
24. Cuando la procesión ha llegado al lugar de la reserva, el sacerdote deja el copón, pone
incienso y, de rodillas, lo inciensa, mientras se canta Tantum ergo sacramentum (ultimas dos
estrofas del Pange lingua) u otro canto eucarístico. Después el diácono o el mismo sacerdote
coloca el copón en el tabernáculo y cierra la puerta.
25. Todos hacen unos momentos de oración en silencio y, luego, el sacerdote y los ministros
hacen genuflexión y regresan a la sacristía.
26. En el momento oportuno se despoja el altar y, si es posible, se retiran las cruces de templo.
27. Quienes participaron de esta Misa vespertina no celebran las Vísperas de la Liturgia de las
horas.
28. Exhórtese a los fieles que, esta noche, según las circunstancias y costumbres de lugar,
permanezcan durante un tiempo en adoración delante del Santísimo Sacramento. Después de la
medianoche, la adoración se realiza sin solemnidad alguna.
29. Si en alguna Iglesia no tiene lugar la celebración de la Pasión del Señor el Viernes Santo, la
Misa concluye como de costumbre y el Santísimo Sacramento se repone en el tabernáculo.
VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
1. La Iglesia, según la antigua tradición, ni hoy ni mañana celebra los sacramentos, excepto la
Penitencia y la Unción de los enfermos.
2. En este día, la comunión se distribuye a los fieles únicamente en la celebración de la Pasión del
Señor; a los enfermos que no pueden asistir a esta celebración, se les puede llevar la comunión
en cualquier momento del día.
3. El altar debe estar totalmente despojado: sin cruz, sin candelabros y sin manteles.
Celebración de la Pasión del Señor
4. Después del mediodía, alrededor de las tres de la tarde, a no ser que alguna razón pastoral
aconseje un horario más tardío, se realiza la celebración de la Pasión del Señor, que consta de
tres partes: Liturgia de la Palabra, Adoración de la Cruz, y Sagrada Comunión.
5. La celebración comienza en silencio. Si hay que decir algunas palabras de introducción, debe
hacerse antes de la entrada de los ministros. El sacerdote y el diácono, revestidos con
ornamentos rojos como para la Misa, se dirigen en silencio al altar, hacen reverencia y se postran
rostro en tierra o, según las circunstancias, se arrodillan y oran en silencio. Todos los demás se
ponen de rodillas.
6. Después, el sacerdote, con los ministros, se dirige a la sede y, vuelto hacia el pueblo, con las
manos juntas, dice una de las dos oraciones siguientes, omitiendo la invitación Oremos.
Oración
Acuérdate, Señor, de tu gran misericordia
y santifica con tu eterna protección
a esta familia tuya por la que Cristo, tu Hijo,
instituyó, por medio de su Sangre, el misterio pascual.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén
O bien:
Señor Dios,
que por la Pasión de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
nos libraste de la muerte heredada de nuestros padres;
concédenos que nosotros, que somos imagen del primer hombre,
recibamos de tu gracia la imagen celestial.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Primera parte:
Liturgia de la palabra
7. Todos toman asiento y se proclama la primera lectura, tomada de libro de Isaías (52, 13 – 53,
12) con el salmo correspondiente.
8. Sigue la segunda lectura, tomada de la carta a los Hebreos (4, 14-16; 5, 7-9), y el canto antes
del Evangelio.
9. Luego se lee la historia de la Pasión del Señor según san Juan (18, 1 - 19, 42), del mismo modo
que el domingo precedente.
10. Concluida la lectura de la Pasión, hágase una breve homilía, y terminada ésta los fieles
pueden ser invitados a hacer un tiempo de oración en silencio.
Oración Universal
11. La Liturgia de la Palabra concluye con la oración universal que se hace de este modo: el
diácono o, en su ausencia, un laico, desde el ambón, dice la invitación que expresa la intención;
después todos oran en silencio durante unos momentos y, seguidamente, el sacerdote, desde la
sede o, si parece más oportuno, desde el altar, con las manos extendidas, reza la oración. Los
fieles pueden permanecer de rodillas o de pie durante toda la oración.
12. También puede conservarse la costumbre antigua de alternar la postura de los fieles, para lo
cual el diácono, después de la monición, dice Nos ponemos de rodillas, permaneciendo todos en
esa posición, en silencio, hasta que el diácono invita diciendo Nos ponemos de pie, para escuchar
la oración que pronuncia el sacerdote.
Las Conferencias Episcopales pueden establecer otras invitaciones para introducir la oración del
sacerdote.
13. Ante una grave necesidad pública, el Obispo diocesano puede permitir o mandar que se añada
una intención especial.
I. Por la santa Iglesia
Oración en silencio. Prosigue el sacerdote, con las manos extendidas:
II. Por el Papa
Oración en silencio. Prosigue el sacerdote, con las manos extendidas:
III. Por el pueblo de Dios y sus ministros
Oración en silencio. Prosigue el sacerdote, con las manos extendidas:
IV. Por los catecúmenos
Oración en silencio. Prosigue el sacerdote, con las manos extendidas:
V. Por la unidad de los cristianos
Oración en silencio. Prosigue el sacerdote, con las manos extendidas:
VI. Por los Judíos
Oración en silencio. Prosigue el sacerdote, con las manos extendidas:

VII. Por quienes no creen en Cristo


Oración en silencio. Prosigue el sacerdote, con las manos extendidas:
VIII. Por quienes no creen en Dios
Oración en silencio. Prosigue el sacerdote, con las manos extendidas:
IX. Por los gobernantes
Oración en silencio. Prosigue el sacerdote, con las manos extendidas:
X. Por los que sufren
Oración en silencio. Prosigue el sacerdote, con las manos extendidas:
Segunda parte:
Adoración de la santa Cruz
14. Concluida la oración universal, se realiza la solemne adoración de la santa Cruz. De las dos
formas que se proponen a continuación para mostrar la cruz, elíjase la que se juzgue más
apropiada, de acuerdo con las circunstancias.
Presentación de la santa Cruz
Primera forma
15. El diácono u otro ministro idóneo lleva procesionalmente la Cruz, cubierta con un velo
morado, por la iglesia hasta el medio del presbiterio, acompañado por dos ministros con cirios
encendidos. El sacerdote, de pie ante el altar, recibe la cruz y, descubriéndola en la parte
superior, la eleva, invitando a los fieles a adorar la Cruz, con las palabras Este es el árbol de la
Cruz, ayudado en el canto por el diácono o si es necesario por el coro. Todos responden Vengan y
adoremos. Acabada la aclamación, todos se arrodillan y adoran en silencio, durante unos
momentos, la Cruz que el sacerdote, de pie, mantiene en alto.
Este es el árbol de la Cruz
donde estuvo suspendida
la salvación del mundo.
Todos responden: Vengan y adoremos.
Luego, el sacerdote descubre el brazo derecho de la Cruz y, elevándola nuevamente, comienza la
invitación Este es el árbol de la Cruz, como en la primera vez.
Finalmente, descubre totalmente la Cruz y, elevándola, comienza por tercera vez la
invitación Este es el árbol de la Cruz, y se hace como en la primera vez.
Segunda forma
16. El sacerdote o el diácono, con los ministros, u otro ministro idóneo, se dirige a la puerta de la
iglesia donde toma la Cruz descubierta. Desde allí, se hace la procesión por la iglesia hacia el
presbiterio, acompañado por dos ministros con cirios encendidos. Cerca de la puerta, en medio
del templo y antes de ingresar al presbiterio, el que lleva la Cruz la eleva y dice la invitación Este
es el árbol de la Cruz, a la que todos responden Vengan y adoremos. Después de cada respuesta,
todos se arrodillan y adoran en silencio, como se ha indicado antes.
Adoración de la santa Cruz
17. Después, acompañado por dos ministros con cirios encendidos, el sacerdote lleva la cruz
hasta el ingreso del presbiterio o a otro lugar apto, y allí la coloca o la entrega a los ministros
para que la sostengan, dejando los cirios a ambos lados de la Cruz.
18. Para adorar la Cruz, se acerca primero el sacerdote, habiéndose quitado la casulla y el
calzado, si es oportuno. Después se acercan procesionalmente el clero, los ministros laicos y los
fieles, y veneran la Cruz con una genuflexión simple o con algún otro signo adecuado según la
costumbre del lugar, por ejemplo, besando la cruz.
19. Para la adoración sólo debe haber una única Cruz. Si por la gran cantidad de participantes en
la celebración, no todos pueden acercarse individualmente, el sacerdote, después que parte del
clero y de los fieles ha hecho la adoración, toma la Cruz y, de pie ante el altar, invita al pueblo con
breves palabras a adorarla. Luego levanta la Cruz en alto durante unos momentos y los fieles la
adoran en silencio.
20. Mientras se realiza la adoración de la Cruz, se canta la antífona Señor, adoramos tu Cruz, los
Improperios, el himno Esta es la Cruz de nuestra fe, u otro canto adecuado. Los fieles, luego de
venerar la Cruz, regresan a sus lugares y se sientan.
Cantos para la adoración de la santa Cruz
Antífona
Señor, adoramos tu Cruz,
alabamos y glorificamos tu santa Resurrección.
Porque gracias al árbol de la Cruz
el gozo llegó al mundo entero.
Cf. Sal 66, 2
V. El Señor tenga piedad y nos bendiga,
haga brillar su rostro sobre nosotros.
Y se repite la antífona: Señor, adoramos tu Cruz,...

Improperios
Las partes que corresponden al primer coro se indican con el número 1; las que corresponden al
segundo, con el número 2; las partes que deben ser cantadas por ambos coros se indican con los
números 1 y 2. También pueden cantarlos dos cantores.
Himno a la Cruz
20 bis. Según la tradición y costumbre del lugar, y si pastoralmente parece oportuno, puede
cantarse el himno Stabat Mater o algún otro canto alusivo conmemorando los dolores de la
Santísima Virgen.
Memoria de los dolores de la Santísima Virgen María
Junto a la Cruz
Según una antigua tradición, en la tarde del viernes santo se realizaba en nuestras iglesias un
piadoso ejercicio en memoria de los dolores sufridos por la Santísima Virgen María junto a la cruz
de su Hijo y de su estado de profunda soledad después de la muerte de Jesús.
Donde se considere oportuno conservar este ejercicio tradicional, realícese de tal manera que, en
su forma exterior, en el tiempo elegido y en otras particularidades, de ningún modo reste
importancia a la solemne acción litúrgica con que la Iglesia celebra en este día la Pasión y la
Muerte del Señor.
En lugar del piadoso ejercicio tradicional, será más conveniente insertar la memoria del dolor de
María en la misma acción litúrgica con la que se celebra la Pasión del Señor; de esta manera
aparecerá con más evidencia que la Virgen María está unida indisolublemente a la obra de
salvación realizada por su Hijo.
Después de la adoración de la cruz, el celebrante se dirige brevemente a los fieles con estas
palabras u otras semejantes:
Queridísimos hermanos:……….

Después de la introducción, el diácono, o el mismo sacerdote, invita a los fieles a recogerse en


silenciosa plegaria.
Después de la pausa de silencio, pueden cantarse algunas estrofas del Stabat Mater u otro canto
que sea realmente adecuado a esta celebración por el contenido, expresión literal y musical.
21. Finalizada la adoración, el diácono o un ministro coloca la Cruz delante del altar o sobre él.
Junto a la Cruz, se colocan dos velas.
Tercera parte:
Sagrada comunión
22. Sobre el altar se extiende el mantel y se colocan el corporal y el Misal. Luego el diácono o, en
su defecto, el mismo sacerdote, con el velo humeral trae el Santísimo Sacramento desde el lugar
de la reserva por el camino más breve, mientras todos permanecen de pie y en silencio. Dos
ministros acompañan al Santísimo Sacramento con cirios encendidos, que colocan junto al altar o
sobre el mismo.
Una vez colocado el Santísimo Sacramento sobre el altar y descubierto el copón, el sacerdote se
acerca, hace genuflexión y sube al altar.
23. El sacerdote, con las manos juntas, dice en alta voz:
Fieles a la recomendación del Salvador………
El sacerdote con las manos extendidas continúa junto con el pueblo:
Padre nuestro, que estás en el cielo,…….
24. El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos de todos los males, Señor,…………
Junta las manos.
El pueblo concluye la oración, aclamando:
Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
25. A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:
Señor Jesucristo,………..
26. El sacerdote hace genuflexión, toma una hostia consagrada y, sosteniéndola un poco elevada
sobre el copón, la muestra al pueblo diciendo:
Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno………..
27. Y comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo, diciendo en voz baja: El Cuerpo de Cristo me
guarde para la vida eterna.
28. Después distribuye la comunión a los fieles. Durante la comunión se puede cantar el Salmo 21
u otros cantos apropiados.
29. Concluida la distribución de la comunión, el diácono o un ministro idóneo lleva el copón al
lugar preparado especialmente fuera de la iglesia, o bien si lo exigen las circunstancias, es
colocado en el sagrario.
30. Después el sacerdote dice: Oremos; según las circunstancias, se hace una pausa de sagrado
silencio; luego el sacerdote dice la siguiente oración:
Dios todopoderoso y eterno,….
31. Para despedir al pueblo, el diácono o en su defecto el mismo sacerdote puede invitar con
estas palabras: Inclinémonos para recibir la bendición.
Luego el sacerdote, de pie y mirando hacia el pueblo, con las manos extendidas sobre él, dice la
siguiente oración sobre el pueblo:
Te pedimos, Señor,…….
.
32. Después de hacer genuflexión delante de la cruz, se retiran todos en silencio.
33. Luego de la celebración se despoja el altar, quedando solamente la Cruz y los dos o cuatro
candeleros.
34. Los que han participado de la solemne acción litúrgica de la tarde no celebran el Oficio de
Vísperas.
SÁBADO SANTO
1. Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, en la oración y el
ayuno, meditando su pasión y su muerte, así como su descenso al lugar de los muertos en la
espera de su resurrección.
2. La Iglesia se priva de la celebración del sacrificio de la Misa y mantiene despojado el altar
hasta que, después de la solemne Vigilia o espera de la resurrección durante la noche, comience
la alegría pascual, cuya plenitud se extenderá a lo largo de cincuenta días.
3. En este día, la comunión sólo se administra a modo de viático.

TIEMPO PASCUAL
DOMINGO DE PASCUA
DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA
1. Según antiquísima tradición, ésta es una noche de vela en honor del Señor (Ex 12, 42). Los
fieles, tal como lo recomienda el Evangelio (Lc. 12, 35-37), deben asemejarse a quienes,
con las lámparas encendidas en sus manos, esperan el retorno de su Señor, para que
cuando llegue los encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa.
2. La Vigilia de esta noche, que es la mayor y la más noble entre todas las solemnidades,
debe ser celebrada una sola vez en cada iglesia. Se desarrolla de la siguiente manera:
después del lucernario, o liturgia de la luz, y del pregón pascual (que es la primera parte de
la Vigilia), la santa Iglesia, confiando en las palabras del Señor, medita y contempla las
maravillas que Dios, desde siempre, realizó por su pueblo (segunda parte de la Vigilia o
liturgia de la Palabra) hasta que, al acercarse el día de la resurrección y acompañada ya de
sus nuevos hijos renacidos en el bautismo (tercera parte de la Vigilia o liturgia bautismal),
es invitada a la mesa que el Señor ha preparado para su pueblo como memorial de su
muerte y resurrección hasta que él vuelva (cuarta parte de la Vigilia o liturgia eucarística).
3. Toda la celebración de la Vigilia pascual debe hacerse durante la noche de manera que
no ha de empezar antes que oscurezca, y debe concluir antes del amanecer del día
domingo.
4. La Misa de la Vigilia pascual, aunque se celebre antes de la medianoche, es ya la Misa de
Pascua del Domingo de Resurrección.
5. Los fieles que participan en esta Misa de la Vigilia pueden comulgar nuevamente en otra
Misa del día de Pascua. El que celebra o concelebra la Misa de la noche pascual puede
celebrar o concelebrar de nuevo en el día de Pascua.
La Vigilia pascual reemplaza al Oficio de lecturas.
6. Es deseable de que el sacerdote sea asistido por un diácono, según la costumbre. Si no
hay diácono, sus funciones las asume el sacerdote que preside o un concelebrante, salvo
indicación en contrario. Ambos se revisten desde el principio con ornamentos blancos como
para la Misa.
7. Prepárense velas suficientes para todos los que participen en la Vigilia. Para iniciar la
celebración deben estar apagadas todas las luces del templo.

Primera parte
Solemne comienzo de la Vigilia llamado Lucernario
Bendición del fuego y preparación del Cirio
8. En un lugar adecuado, fuera de la iglesia, se enciende un fuego. Una vez que se ha congregado
el pueblo en el lugar, se acerca el sacerdote con los ministros, uno de los cuales lleva el cirio
pascual. No se lleva cruz procesional ni cirios encendidos. Si por dificultades diversas no puede
prepararse un fuego en el exterior del templo, el rito se desarrolla como se indica en el n.13.
9. El sacerdote dice: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, mientras él y los fieles
hacen la señal de la Cruz; el sacerdote dice el saludo acostumbrado y recuerda brevemente el
sentido de la vigilia nocturna, con estas palabras u otras semejantes:
Queridos hermanos:
En esta noche santa,…………
10. A continuación el sacerdote bendice el fuego y dice, con las manos extendidas:
Oremos.
11. Concluida la bendición del fuego nuevo, un ministro acerca el cirio pascual al sacerdote que,
con un estilete, marca una cruz sobre el mismo. En el extremo superior de la cruz marca la letra
griega Alfa, y en el inferior, la letra Omega; en los ángulos que forman los brazos de la cruz, los
números del año en curso. Mientras tanto se dice:
1. Cristo ayer y hoy, (Marca la línea vertical de la cruz)
2. Principio y Fin, (marca la línea horizontal de la cruz)
3. Alfa (marca la letra Alfa en la parte superior de la cruz)
4. y Omega. (marca la letra Omega en la parte inferior de la cruz)
5. A Él pertenecen el tiempo (marca en el ángulo superior izquierdo la primera cifra del año
actual)
6. y la eternidad. (marca en el ángulo superior derecho la segunda cifra del año actual)
7. A Él la gloria y el poder, (marca en el ángulo inferior izquierdo la tercera cifra)
8. por los siglos de los siglos. Amén. (marca en el ángulo inferior derecho la última cifra del año
actual)
(dibujo de la cruz, el Alfa y el Omega, y el año actual)
12. Acabada la inscripción de la cruz y de los otros signos, el sacerdote puede fijar en el cirio
cinco granos de incienso, en forma de cruz, mientras dice:
1.Por sus llagas 1
2.santas y gloriosas
3.nos proteja 4 2 5
4.y nos conserve
5.Cristo el Señor. Amén.
3
13. Si hubiere dificultades para encender el fuego en el exterior, adáptese el rito de la bendición
del fuego según las posibilidades. El pueblo puede estar ya congregado en la iglesia; el sacerdote
con los ministros, llevando el cirio pascual, se dirigen a la puerta del templo. En la medida de lo
posible, el pueblo se orienta hacia el sacerdote.
Después del saludo y la monición como indica el n. 9, se bendice el fuego y se hace la preparación
del cirio, como se ha señalado en los nn. 10-12.
14. El sacerdote enciende el cirio pascual con la llama del fuego nuevo, mientras dice:
Que la luz de Cristo gloriosamente resucitado
disipe las tinieblas de la inteligencia y del corazón.
Los elementos integrantes del rito precedente pueden ser adaptados en su forma por las
Conferencias Episcopales, según las peculiaridades de los pueblos.
Procesión
15. Después de encender el cirio, un ministro toma carbones encendidos del fuego nuevo y los
coloca en el incensario. El sacerdote impone incienso. A continuación, el diácono u otro ministro
idóneo recibe el cirio pascual y se ordena la procesión. El turiferario, con el turíbulo humeante,
precede al diácono o al otro ministro que lleva el cirio pascual; siguen el sacerdote con los
ministros y el pueblo, llevando en sus manos cirios apagados.
Ante la puerta de la iglesia, el diácono de pie, eleva el cirio y canta:
La luz de Cristo.
Y todos responden:
Demos gracias a Dios.
El sacerdote enciende, con el fuego del cirio pascual, la vela que tiene en sus manos.
16. Luego, en el medio del templo el diácono se detiene y, elevando nuevamente el cirio, canta
por segunda vez:
La luz de Cristo.
Y todos responden:
Demos gracias a Dios.
Inmediatamente, todos encienden sus cirios con la llama que se transmite desde el cirio pascual;
mientras tanto la procesión avanza hacia el presbiterio.
17. Cuando llega delante del altar, el diácono se detiene y mirando hacia el pueblo, eleva el cirio y
canta por tercera vez:
La luz de Cristo.
Y todos responden:
Demos gracias a Dios.
El diácono coloca el cirio pascual en su candelabro situado junto al ambón o en medio del
presbiterio.
Y se encienden luces en el templo excepto las velas del altar.

Pregón pascual
18. Cuando el sacerdote llega al altar, se dirige a la sede, entrega a un ministro el cirio que lleva
en sus manos, impone y bendice incienso como para la proclamación del Evangelio en la Misa. El
diácono pide la bendición diciendo: Bendíceme, Padre, y recibe la bendición del sacerdote, que
dice en voz baja:
El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que proclames dignamente su anuncio pascual.
En el nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo.
El diácono responde: Amén.
Esta bendición se omite, si el anuncio pascual es proclamado por alguien que no es diácono.
19. El diácono inciensa el libro y el cirio, y proclama el anuncio pascual en el ambón o delante de
un atril, mientras todos permanecen de pie y con los cirios encendidos en sus manos.
Si no hay diácono, el anuncio pascual puede ser proclamado por el mismo sacerdote o por otro
presbítero concelebrante. Pero si es un cantor laico el que proclama el anuncio pascual, se omiten
las palabras por eso, queridos hermanos hasta el final de la invitación, como así también el
saludo El Señor esté con ustedes.
El Pregón pascual puede ser cantado también en su forma más breve pp .

Anuncio pascual en forma larga


Anuncio pascual en forma breve
Segunda parte:
Liturgia de la palabra
20. En esta Vigilia, «Madre de todas las vigilias», se proponen nueve lecturas: siete del Antiguo
Testamento y dos del Nuevo Testamento (Epístola y Evangelio). En la medida de lo posible, y
respetando la índole de la Vigilia, deben proclamarse todas las lecturas.
21. Si graves circunstancias pastorales lo exigen, puede reducirse el número de lecturas del
Antiguo Testamento; con todo, téngase siempre presente que la lectura de la Palabra de Dios es
una parte fundamental de esta Vigilia pascual. Por eso, deben leerse por lo menos tres lecturas
del Antiguo Testamento, que provengan de la Ley y los Profetas y se canten los respectivos
salmos responsoriales. Nunca debe omitirse la lectura tomada del capítulo 14 del Éxodo con su
respectivo cántico.
22. Se apagan los cirios y todos se sientan. Antes de comenzar las lecturas, el sacerdote se dirige
al pueblo con estas palabras u otras semejantes:
Hermanos:
Después de haber iniciado solemnemente esta Vigilia,…..
23. Luego siguen las lecturas. Un lector se dirige al ambón y proclama la primera lectura.
Después, el salmista o un cantor dice el salmo y el pueblo responde con la antífona
correspondiente. Todos se ponen de pie, el sacerdote dice Oremos y, después que han orado en
silencio por unos instantes, reza la oración colecta correspondiente a la lectura. En lugar del
salmo responsorial, se puede hacer una pausa de silencio sagrado, omitiendo en este caso el
silencio después del Oremos.

Oraciones para después de cada lectura


24. Después de la primera lectura (La creación: Gen 1, 1-2,2 ó 1, 26-31a) y el salmo (103 ó 32).
Oremos.
Dios todopoderoso y eterno,
tú eres admirable en todas tus obras;
te pedimos que quienes hemos sido redimidos por ti
comprendamos que la creación del mundo,
en el comienzo de los siglos,
no es obra de mayor grandeza que el sacrificio pascual de Cristo,
realizado en la plenitud de los tiempos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
O bien, La creación del hombre:
Dios nuestro,
tú creaste al hombre de manera admirable
y más admirablemente aún lo redimiste;
concédenos que podamos resistir a los atractivos del pecado
con sabiduría de espíritu,
para merecer los gozos eternos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
25. Después de la segunda lectura (El sacrificio de Abrahán: Gen 22, 1-18 ó 22, 1-2.9a.10-13.15-
18) y el salmo (15):
Oremos.
Dios y Padre de los creyentes,
que multiplicas a los hijos de tu promesa
derramando la alegría de llegar a ser hijos de Dios,
y por el misterio pascual cumples la promesa hecha a Abrahán,
de hacerlo padre de todas las naciones;
concede a los pueblos de la tierra
responder dignamente a la gracia de tu llamado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
26. Después de la tercera lectura (Paso del mar Rojo: Ex 14,15-15,1) y su cántico (Ex 15).
Oremos.
Señor y Dios nuestro,
cuyas maravillas vemos brillar también en nuestros días,
porque lo que hiciste en favor de tu pueblo elegido
librándolo de la persecución del Faraón,
lo realizas por medio del agua del bautismo
para la salvación de las naciones;
te pedimos que todos los hombres del mundo
se conviertan en verdaderos hijos de Abraham
y se muestren dignos de la promesa de Israel.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

O bien:
Dios nuestro, que con la luz del Nuevo Testamento
iluminaste los antiguos prodigios,
de modo que también el Mar Rojo
fuera imagen de la fuente bautismal
y el pueblo liberado de la esclavitud prefigurara al pueblo cristiano;
haz que todos los hombres, por el don de la fe,
participen del privilegio del pueblo elegido
y así renazcan a la acción de tu Espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
27. Después de la cuarta lectura (La nueva Jerusalén: Is 54, 5-14) y el salmo (29).
Oremos.
Dios todopoderoso y eterno,
para que tu nombre sea glorificado
multiplica la solemne promesa que hiciste a nuestros padres en la fe
y aumenta con tu adopción los hijos de la promesa,
para que tu Iglesia reconozca, desde ahora,
el cumplimiento de cuanto creyeron y esperaron los patriarcas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
O bien, alguna de las oraciones asignadas a las lecturas siguientes que serán omitidas.
28. Después de la quinta lectura (La salvación gratuitamente ofrecida a todos: Is 55, 1-11) y el
cántico (Is. 12).
Oremos.
Dios todopoderoso y eterno, esperanza única del mundo,
que por la voz de tus profetas diste a conocer
los misterios salvadores que sucederían en el tiempo;
acrecienta los santos propósitos de tu pueblo,
porque tus fieles no alcanzarán la santidad
sin la inspiración de tu gracia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
29. Después de la sexta lectura (La fuente de la sabiduría: Bar 3, 9-15.31-4,4) y el salmo (18).
Oremos.
Dios nuestro, que haces crecer a tu Iglesia
convocando a todos los pueblos;
protege siempre a cuantos purificas en el agua del bautismo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
30. Después de la séptima lectura (Corazón nuevo y espíritu nuevo: Ez 36, 16-28) y el salmo (41-
42).
Oremos.
Dios de poder inmutable, cuyo resplandor no conoce el ocaso,
mira con bondad a tu Iglesia,
signo de tu presencia entre nosotros,
prosigue serenamente
la obra de la salvación humana según tu proyecto eterno,
y haz que todos los hombres experimenten y vean
cómo lo abatido por el pecado se restablece,
lo viejo se renueva,
y la creación se restaura plenamente por Cristo,
de quien todo procede.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
O bien:
Dios nuestro, que para celebrar el misterio pascual
nos instruyes con las enseñanzas
del Antiguo y del Nuevo Testamento;
concédenos comprender tu misericordia,
para que al recibir los dones presentes,
se afirme nuestra esperanza en tus promesas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
31. Después de la última lectura del Antiguo Testamento con su salmo responsorial y la
correspondiente oración, se encienden los cirios del altar y el sacerdote entona el himno Gloria a
Dios en el cielo, al cual se une la asamblea; mientras tanto, de acuerdo con las costumbres del
lugar, se tocan las campanas.
32. Después del Gloria, el sacerdote reza la oración colecta, del modo acostumbrado.
Oremos.
Dios nuestro, que iluminas esta santísima noche
con la gloria de la resurrección del Señor;
acrecienta en tu Iglesia el espíritu de adopción de hijos
para que, renovados en el cuerpo y en el alma,
te sirvamos con plena fidelidad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
33. Luego, todos se sientan y un lector proclama la lectura del apóstol san Pablo.
34. Acabada la lectura de la Epístola, todos se levantan y el sacerdote entona solemnemente por
tres veces el Aleluia, elevando gradualmente la voz, y todos responden. Si fuera necesario,
elAleluia es proclamado por un cantor. Después, el salmista o el cantor entona el Salmo 117 y el
pueblo responde Aleluia.
35. El sacerdote impone el incienso y bendice al diácono, como de costumbre. Para la
proclamación del Evangelio no se llevan cirios, sino sólo el incienso.
36. Después del Evangelio tiene lugar la homilía que, aunque breve, no debe omitirse.

Tercera parte:
Liturgia bautismal
37. Después de la homilía comienza la liturgia bautismal. El sacerdote con los ministros se dirige
a la fuente bautismal, si es ésta se encuentra a la vista del pueblo. De lo contrario se pone un
recipiente con agua en el presbiterio.
38. Si hay catecúmenos, se los llama para que sus padrinos los presenten. Si los catecúmenos son
niños, éstos son presentados por los padres y los padrinos ante la comunidad reunida.
39. Si hubiera que dirigirse en procesión hasta el bautisterio o la fuente, se realiza de esta
manera: precede un ministro que lleva el cirio pascual, al que siguen los catecúmenos con sus
padrinos, los ministros, el diácono y finalmente el sacerdote. Durante la procesión se cantan las
letanías (n. 43). Acabadas las mismas, el sacerdote dice la monición (n. 40).
40. Si la liturgia bautismal se realiza en el presbiterio, entonces el sacerdote dice la siguiente la
monición introductoria con éstas o con palabras semejantes:
Si hay bautizandos:
Queridos hermanos:
Con nuestra oración unánime………..
Si se bendice la fuente de agua pero no hay bautizandos se dice:
Queridos hermanos:
Invoquemos la gracia de Dios Padre todopoderoso……….
.
41. Dos cantores entonan las letanías, a las que todos responden permaneciendo de pie (por
razón del tiempo pascual).
Si hubiera que hacer una procesión prolongada hasta el bautisterio, las letanías se cantan
durante la procesión; en este caso se llama a los bautizandos antes de comenzarla y se ordena la
procesión de esta manera: precede un ministro que lleva el cirio pascual; siguen los catecúmenos
con los padrinos, y finalmente el sacerdote con el diácono y los ministros. La monición se hace
antes de la bendición del agua.
42. Si no deben realizarse bautismos ni se bendice la fuente, se omiten las letanías y se procede
directamente a la bendición del agua (n. 54).
43. En las letanías se pueden agregar los nombres de otros santos, especialmente del titular de la
iglesia, de los patronos del lugar y de los que van a ser bautizados.
Señor, ten piedad Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad Señor, ten piedad.
Santa María, Madre de Dios Ruega por nosotros.
San Miguel Ruega por nosotros.
Santos ángeles de Dios Rueguen por nosotros.
San Juan Bautista Ruega por nosotros.
San José Ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo Rueguen por nosotros.
San Andrés Ruega por nosotros.
San Juan Ruega por nosotros.
Santa María Magdalena Ruega por nosotros.
San Esteban Ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquía Ruega por nosotros.
San Lorenzo Ruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad Rueguen por nosotros.
Santa Inés Ruega por nosotros.
San Gregorio (Magno) Ruega por nosotros.
San Agustín Ruega por nosotros.
San Atanasio Ruega por nosotros.
San Basilio Ruega por nosotros.
San Martín de Tours Ruega por nosotros.
San Benito Ruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingo Rueguen por nosotros.
San Francisco (Javier) Ruega por nosotros.
San Juan María (Vianney) Ruega por nosotros.
Santa Catalina (de Siena) Ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús Ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios Rueguen por nosotros.
Por tu bondad Líbranos, Señor.
De todo mal Líbranos, Señor.
De todo pecado Líbranos, Señor.
De la muerte eterna Líbranos, Señor.
Por el misterio de tu encarnación Líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección Líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu Santo Líbranos, Señor.
Nosotros que somos pecadores, te pedimos Escúchanos, Señor.
Si hay bautizandos: Si hay bautizandos:
Para que por la gracia del bautismo
hagas renacer a estos elegidos tuyos. Escúchanos, Señor.
Si no hay bautizandos:
Para que con tu gracia santifiques esta fuente
en la que han de renacer tus hijos. Escúchanos, Señor.
Jesús, Hijo del Dios vivo. Escúchanos, Señor.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Si hay bautizandos, el sacerdote dice la siguiente oración, con las manos extendidas:
Dios todopoderoso y eterno,
acompaña con tu poder los sacramentos de tu inmensa bondad,
y envía tu Espíritu de adopción
para dar vida a los nuevos pueblos nacidos en la fuente bautismal;
haz que tu gracia realice la obra confiada
a nuestro humilde ministerio.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
Bendición del agua bautismal
44. La bendición del agua puede ser cantada.
45. La aclamación a la bendición del agua también puede ser cantada.
46. El sacerdote bendice el agua bautismal, diciendo la siguiente oración con las manos
extendidas:
Señor Dios, que por medio de los signos sacramentales………
Y sumergiendo, según las circunstancias, el cirio pascual en el agua una o tres veces, prosigue:
Señor, te pedimos que por la gracia de tu Hijo descienda sobre el agua de esta fuente el poder del
Espíritu Santo,
y manteniendo el cirio en el agua prosigue:
para que por el bautismo, sepultados con Cristo en su muerte, resucitemos con él a la Vida.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
R. Amén.
47. Retira el cirio del agua y el pueblo aclama:
Fuentes, bendigan al Señor.
Alábenlo y glorifíquenlo eternamente.
48. Después de la bendición del agua y de la correspondiente aclamación del pueblo, el sacerdote,
de pie, interroga a los adultos y a los padres y padrinos de los niños que van a ser bautizados
para que hagan las renuncias. Se siguen las formulaciones del Ritual de Bautismo.
Inmediatamente se realiza la unción con el óleo de los catecúmenos, a no ser que, en el caso de
los adultos, ya se haya realizado en la celebración prevista por el ritual de iniciación de adultos
sobre los ritos preparatorios.
49. El sacerdote interroga a cada uno de los adultos para que profese la fe. Si se trata de niños,
pídase a los padres y padrinos todos juntos, una sola vez, la triple profesión de fe como se indica
en el Ritual de Bautismo. Si son muchos los que se bautizan, el rito puede ordenarse de esta
manera: inmediatamente después de la respuesta de los elegidos, de los padrinos y de los padres,
el celebrante pide y recibe la renovación de las promesas bautismales de todos los presentes.
50. Después de la profesión de fe, se bautiza a cada uno de los elegidos, adultos y niños.
51. A continuación se realiza la unción con el Santo Crisma sólo a los niños bautizados. Todos los
bautizados, adultos y niños, se colocan la vestidura blanca. Luego el sacerdote o el diácono recibe
el cirio pascual de manos de un ministro y se encienden los cirios de los neófitos. El rito del Effetá
se omite en los niños.
52. Terminado el rito bautismal, se regresa al presbiterio en procesión ordenada como antes, a no
ser que el bautismo y los ritos ilustrativos se hubieran desarrollado en el presbiterio; los neófitos
llevan encendidos los cirios que les fueron entregados. Durante la procesión se entona el
cántico He visto el agua u otro canto bautismal apropiado (n. 56).
53. Si los bautizados son adultos, el Obispo o, en su ausencia, el presbítero que bautizó, confiere
el sacramento de la Confirmación. La acción litúrgica se desarrolla en el presbiterio y se siguen
las indicaciones que se indican en el Pontifical o en el Ritual de Confirmación.

Bendición del agua


54. Si no hay bautizandos, ni se ha de bendecir el agua bautismal, el sacerdote invita a los fieles
con las siguientes palabras:
Queridos hermanos:
Invoquemos con humildad a nuestro Dios y Señor ,………..
Y después de una breve pausa de oración en silencio, con las manos extendidas, prosigue:
Señor y Dios nuestro,
acompaña con tu bondad a tu pueblo que en esta santísima noche permanece en vela……

Renovación de las promesas bautismales


55. Concluido el rito del Bautismo (y de la Confirmación), a no ser que este rito ya haya tenido
lugar junto con los bautizandos (cf. n.48), todos renuevan las promesas bautismales después de
la bendición del agua; para ello permanecen de pie y encienden nuevamente los cirios.
El sacerdote se dirige a los fieles con estas palabras u otras semejantes:
Queridísimos hermanos:
Por el Misterio Pascual, en el bautismo fuimos sepultados con Cristo, ……….
Por tanto:
Sacerdote:
¿Renuncian al Demonio?
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote:
¿Renuncian a todas sus obras?
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote:
¿Renuncian a todos sus engaños?
Todos:
Sí, renuncio.
O bien:
Sacerdote:
¿Renuncian al pecado,
para vivir en la libertad de los hijos de Dios?
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote:
¿Renuncian a los engaños del mal,
para no ser esclavos del pecado?
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote:
¿Renuncian al Demonio, que es el autor del pecado?
Todos:
Sí, renuncio.
Si fuera preciso, puede utilizarse otra forma determinada por las Conferencias Episcopales, de
acuerdo a la necesidad del lugar.

Sacerdote:
¿Renuncian a Satanás, esto es:……..
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote:
¿Renuncian a las obras opuestas al Evangelio de Jesús, que son:……..
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote:
¿Renuncian a los criterios y comportamientos que llevan a:…….
Todos:
Sí, renuncio.

Luego el sacerdote prosigue:


¿Creen en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?
Todos responden:
Sí, creo.
Sacerdote:
¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de la Virgen María, padeció y fue
sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?
Todos responden:
Sí, creo.
Sacerdote:
¿Creen en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los
pecados, la resurrección de la carne y la Vida eterna?
Todos responden:
Sí, creo.
Y el sacerdote concluye:
Y Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha hecho renacer por el agua y
el Espíritu Santo, y nos ha perdonado los pecados,nos conserve con su gracia en Jesucristo,
nuestro Señor, para la Vida eterna.
Todos:
Amén.
56. El sacerdote rocía al pueblo con el agua bendita mientras todos cantan:
Antífona
U otro cántico de índole bautismal.

57. Mientras tanto, los neófitos son conducidos a su lugar entre los fieles. Si la bendición del agua
y el bautismo no se han realizado en el mismo bautisterio, el diácono y los ministros llevan
solemnemente el recipiente con el agua hasta la fuente bautismal. Si no tuvo lugar la bendición
de la fuente, el agua bendita se lleva a un lugar adecuado.
58. Después de la aspersión, el sacerdote regresa a la sede y, omitiendo el Credo, comienza la
oración universal, en la que participan los neófitos por primera vez.

Cuarta parte:
Liturgia eucarística
59. El sacerdote se acerca al altar y comienza la liturgia eucarística de la manera acostumbrada.
60. Es conveniente que el pan y el vino sean llevados al altar por los neófitos. Si son niños, por
sus padres y padrinos.

61. Oración sobre las ofrendas


Señor Dios, recibe las oraciones de tu pueblo junto con estas ofrendas,…….
62. Prefacio pascual I: El Misterio pascual (en esta noche), p. .
63. En la Plegaria eucarística se hace mención de los bautizados y de sus padrinos, según las
fórmulas establecidas en el Misal y en el Ritual para cada una de las Plegarias eucarísticas.

64. Antes de decir Este es el Cordero de Dios, el sacerdote puede dirigirse brevemente a los
neófitos que recibirán la primera Comunión y exhortarlos a considerar la Eucaristía como el
momento culminante de su iniciación y el centro de la vida cristiana.
65. Es conveniente que los neófitos, sus padres, padrinos, madrinas y sus cónyuges católicos,
comulguen bajo las dos especies, como asimismo sus catequistas laicos. Con la aprobación del
Obispo diocesano, es recomendable que toda la asamblea reciba la Comunión bajo las dos
especies, donde las circunstancias lo aconsejen.

66. Antífona de comunión Cf. 1 Cor 5, 7-8


Cristo, nuestra pascua, ha sido inmolado.
Celebremos, entonces, esta fiesta
con los panes sin levadura de la pureza y la verdad, aleluia.
Conviene que se cante el Salmo 117.
67. Oración después de la comunión
Infunde en tus hijos, Señor, el Espíritu de amor;
para que, saciados con los sacramentos pascuales,
permanezcamos unidos en la misma fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
68. Bendición solemne
En lugar de la bendición precedente, si parece más oportuno, puede impartirse la bendición
solemne prevista en el Ritual del Bautismo de adultos o de niños.
Donde sea costumbre, según la oportunidad pastoral y si no se hizo antes de la bendición, se
puede introducir un saludo a la Virgen, cantando el Regina coeli (p. 1173) u otro canto apropiado.
Para ello puede utilizarse el siguiente esquema.
Solemne saludo a nuestra Señora
El sacerdote se dirige brevemente a los fieles con estas palabras u otras semejantes:
Queridísimos hermanos:……..
Después de la introducción, si la imagen de la Virgen está en el altar donde se celebra, el
sacerdote puede incensarla, mientras los instrumentos musicales suenan festivamente. Se entona
la antífona «Regina coeli», y luego se canta el versículo «Gaude et laetare Virgo Maria...», y el
sacerdote dice:
Oremos…
69. En la despedida, el diácono o el mismo sacerdote dice:
V. Pueden ir en paz, aleluia, aleluia.
R. Demos gracias a Dios, aleluia, aleluia.
Esta despedida se dice durante toda la octava de Pascua
70. El Cirio Pascual se ha de encender en todas las celebraciones litúrgicas más solemnes del
tiempo pascual.
Misa del día
71. Antífona de entrada Cf. Sal 138, 18.5-6.
O bien: Cf. Lc 24, 34; Ap 1, 6
Se dice o canta el Gloria.
72. Oración colecta
Dios nuestro,……………
Se dice Credo.
73. Oración sobre las ofrendas
Padre santo, exultantes de gozo pascual…..
74. Prefacio pascual I: El Misterio pascual (en este día), p. .
En la Plegarias eucarísticas se utilizan los textos propios.
75. Antífona de comunión Cf. 1 Cor 5, 7-8
76. Oración después de la comunión
Señor Dios, protege paternalmente,

77. Conviene utilizar la fórmula de bendición solemne de la Vigilia Pascual.


78. Para despedir al pueblo, durante toda la octava, hasta el II Domingo de Pascua, se dice:
V. Pueden ir en paz, aleluia, aleluia.
R. Demos gracias a Dios, aleluia, aleluia.

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