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Claudiu Cosmin Turcu – Antropología e Historia de la Familia

Margaret Mead – Coming of Age in Samoa


Adolescencia y cultura en Samoa

El día comienza con las primeras luces al amanecer y la vida brota de


las diferentes casas mientras los primeros rayos penetran los techos de
éstas. Los niños proceden al ritual mañanero de lavarse la cara en el
mar, mientras otros más mayores dan comienzo a la preparación para ir
de pesca, mientras el resto de jóvenes aún están por despertarse. Así da
comienzo el día, mientras el Sol va tomando forma en el horizonte, y en
donde los niños demasiado hambrientos para esperar al desayuno. Dan
comienzo las labores propias de cada individuo mientras los pescadores
se dan a la mar. Cada uno, tanto jóvenes como hombres ya mayores
proceden a la labor. En algún lugar de la aldea se oye el llanto del
recién nacido, lo cual, comportará la celebración de una gran fiesta. En
caso de que se trate de una niña, el cordón se entierra bajo una ‘morera
de papel’, el árbol del cual se hace la tela de corteza, para que así,
cuando crezca sea trabajadora y buena ama de casa, a la vez que buena
tejedora. En caso de que sea un niño, el cordón es arrojado al mar para
que sea un buen pescador, o enterrado bajo la planta del taro a fin de
que sea un buen agricultor cuando crezca.

Por lo referente a la educación en los primeros años de vida, la tarea


recae en manos de la hija pequeña de la casa, la cual no suele tener
más de seis o siete años. Hasta que la criatura no haya cumplido los
cuatro o cinco años de edad, la educación es administrada en el hogar,
y se trata de tareas muy simples, como por ejemplo la de protegerse del
sol o los comportamientos de cómo debe actuar ante diferentes
situaciones. La niñera no muestra signos de interés en cuando a
desarrollar unos saberes en el pequeño, más bien se trata de una
educación mecánica. A la vez que está a cargo de la criatura, la
cuidadora debe aprender a realizar pequeñas o sencillas tareas como la
de tejer, primero confiándoles las tejedurías más sencillas, y, a medida
que va alcanzando la pubertad aprenden el arte de tejer con más
sofisticación. Esta tarea debe ser explotada de una manera ardua, dado
que, sí es hábil, acumulará reputación de cara al casamiento. A medida
que van creciendo, los niños que tenían a su cargo, el cuidado se
desplaza a una muchacha menor, quedando ellas libres de esa carga. El
tiempo que les ha sido robado no lo recuperará, sin embargo, la relativa
libertad que ganan lo aprovechan retrasando el matrimonio,
interesándose más por las aventuras sexuales.

Por lo referente a la educación de los niños, qué también han tenido que
cuidar de los más pequeños, pero en mucha menor medida, hasta que
cumplen unos ocho o nueve años, que son relevados en pro de una
educación a cargo de los chicos más mayores, los cuales, les curte en la
cooperación y la competitividad, mientras fortalecen su responsabilidad
individual. Sobre los dieciséis y dieciocho son introducidos en la
Aumaga, una sociedad de jóvenes y adultos, sin títulos. En esta
sociedad son curtidos en la rivalidad, en el precepto y en el ejemplo,
mientras los jefes observan al grupo, vigilando las actividades. El hecho
de destacar por encima o por debajo de la resta de sus compañeros;
ninguna de las dos opciones es válida para el joven dado que ser un
holgazán no le proporcionará prestigio, mientras que si su precocidad
es muy superior el Fono, es decir, los consejeros, deliberará y le
otorgarán un título vacante y deberá sentarse con los matai, es decir, el
título de los jefes de la familia. Es un privilegio que no se desea en la
juventud, dado que no la pueden disfrutar. El joven precoz se convierte
en matai y ya no podrá relacionarse con los viejos compañeros, a su vez
que tampoco puede con su familia de manera más relajada, solamente
se le puede referir a él de un modo respetuoso.

Mientras el Sol brilla en su máxima potencia, la gran mayoría de la vida


queda sumida en un sueño placentero, mientras, otros, protegidos del
Sol continúan con su laboriosa tarea. El segundo despertar es causado
por el grito de la llegada de los botes de pesca, cuyos ocupantes,
quemados por los rayos solares; apilan los frutos de su jornada. Los
jóvenes pescadores separan las piezas de pescado, de los cuales, una
parte debe ser envida al jefe, y otras, son enviadas en cestas de hojas de
palmera a sus novias. Los hombres vuelven cansados a sus casas
mientras vociferan comentarios sobre aquellos que han permanecido en
el hogar. Se reúnen en la casa del huésped para beber kava, una bebida
que se obtiene de ciertas especies de pimienta; servido por el jefe
hablante, mientras los demás miembros, especialmente las jóvenes,
siguen con su tare de recoger flores que servirán para sus tejidos,
mientras los muchachos, sin nada mejor que hacer, se divierten
jugando mientras poco a poco el sol desciende para dar paso a la Luna.

En una aldea samoana viven de entre treinta y cuarenta familias, donde


cada una es presidida por el matai, es decir, el jefe; y el jefe hablante,
que corresponde al embajador o al orador oficial. Las relacione que se
forman en la familia, compuesta por la familia consanguínea de los dos
parientes, estipula que sí un miembro vive permanentemente en una
aldea, formará parte de dicha aldea. A pesar de ello, las migraciones
entre familias, especialmente de los más jóvenes, es muy frecuente,
puesto que sí hay algún problema en dicha familia, el joven puede
recurrir a otro pariente. En la familia, la edad es un rasgo distintivo
puesto que organiza la jerarquía, y lo deben respetar, de la misma
manera que el matai debe ser respetado, incluyendo a sus padres. En la
organización familiar, la muchacha debe tener una relación de respeto,
tanto por sus superiores, como inferiores, sin olvidar la servidumbre
que se establece entre los más pequeños de la casa con sus mayores.
Un pariente es considerado como alguien sobre quien uno tiene una
cantidad de derechos y a quien se debe una cantidad de obligaciones,
en tanto rehusar una petición es considerado una actitud mezquina,
una cualidad nada apreciada en la cultura samoana.

En la jerarquía familiar, solamente el alto jefe posee el derecho,


hereditario de nombrar a su taupo, es decir, una princesa ceremonial,
pero solamente sí es miembro de su casa. La princesa es aislada de su
grupo de edad.

Por lo referente a las relaciones de los sexos opuestos, en lo que


concierne al parentesco, ya sea consanguíneo o político; hay un código
rígido, el cual prohíbe, una vez alcanzado los nueve o diez años de edad,
a mantener una relación, como puede ser actividades de grupo, tanto
dentro como fuera de casa, excepto si está reunida la mitad de la tribu.
Esta tabú se vuelve inexistente cuando los dos ya son viejos.

Después de un día de trabajo, es decir, después de la cena, los ancianos


y los más pequeños se retiran, mientras los jóvenes bailan y el jefe y sus
consejeros charlan de los sucesos del día o planificando el día siguiente.
Algunos son despertados por la ociosa música, impulsados a un baile,
que puede durar hasta bien pasada la medianoche. El papel de la danza
hay que interpretarlo como una forma de actividad individual, dentro de
la comunidad, como una forma de enseñanza sin maestros, donde
pueden participar individuos de casi todas las edades y de ambos sexos.
La forma de participación en el baile público difiere según la edad, ya
que, al niño se le aplaude y le elogian de comentarios positivos,
mientras que a los jóvenes o adolescentes, son tratados con más
cautela, dado que, también son elogiados pero también pueden recibir
críticas. La educación en la danza proporciona una disciplina a los
niños, ayudándoles a manejar el tipo de relación jerárquica dentro del
poblado, pero también les proporciona una confianza para perder la
timidez, lo cual supondrá un dominio mejor sobre su cuerpo,
ayudándoles en sus tareas y trabajos a medida que van creciendo.

También sería prudente aportar que la danza se realiza de una forma


individual, donde, la taupo y las mujeres de un rango alto deben hacer
una danza serie, serena, que se adecue a su estatus social.
Acompañando a la taupo, se realiza la danza del bufón, una figura que
ayuda a potenciar y realzar la danza de la taupo, realizando un baile
exagerado, ridículo. Por el contrario, la danza de los chicos es más
alegre, sin esa carga simbólica ya que no pertenecen a las altas
jerarquías del poblado; permitiéndoles total libertad para desarrollar
sus movimientos con fluidez y maestría si se trata de un buen bailarín.

Para finalizar, a modo de conclusión se podría argumentar que la


sociedad samoana difiere por completo en cuanto a las sociedades
occidentales. En especial, tomando como referencia el crecimiento de
los jóvenes samoanos, se podría decir que no tienen los problemas de
los jóvenes occidentales, dado que, o no tienen tiempo para pensar en
ello, y por el hecho de que la sociedad no les exige tanto, no tienen unas
aspiraciones personales altas. Los conocimientos profundos, o las ideas
de los adolescentes occidentales no se manifiestan en los adolescentes
samoanos, viven por y para el poblado, para su modo de vida.

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