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La mujer en el mundo árabe I: las mujeres y los textos del Islam

En el mundo actual el Islam es la segunda religión más practicada en el mundo, solo superada por el
cristianismo. La serie de artículos que comenzamos hoy pretende analizar cuáles son las condiciones de
vida de las mujeres árabes y musulmanas (salvando las distancias geográficas y culturales que
constituyen el mundo islámico, que incluye a musulmanes no árabes, y el mundo árabe, que incluye
practicantes de otras religiones). Para ello se analizan los preceptos coránicos, algunos ejemplos de la
Suna o la aplicación de la Sharia.

En la segunda parte, se establecerá una diferenciación de las interpretaciones tradicionales y


masculinas de la tradición y religión islámica y la reciente interpretación de los feminismos islámicos.

Finalmente, en la tercera, se hará una reflexión sobre las creencias y mitos establecidos en occidente
hacia la mujer árabe y musulmana, y la percepción que las mujeres árabes tienen de sí mismas.

Las mujeres en el Corán.

Según la religión islámica, el Corán es la palabra de Dios revelada a Mahoma a través del ángel Gabriel
en torno a los años 610-620 de nuestra era. La doctrina coránica comparte algunos aspectos con las
llamadas “religiones del libro” (que, según los musulmanes, son todas ellas la “fe de Abraham”, dan una
versión incompleta de la revelación, a diferencia del Islam, que es la última y la más actualizada) como
la creación de Adán por Dios y la creación de Eva a partir de Adán, lo cual implicaría ya la primera
distinción de género.

Sin embargo, el Corán ha sido, es y será objeto de múltiples interpretaciones. El Islam cuenta
actualmente con dos corrientes principales, la sunní y la chií, y numerosas escuelas de interpretación
jurídica. Desde el siglo XIX existe en el mundo islámico un debate acerca del correcto modo de
interpretación del texto. Por un lado, los wahabíes insisten en la lectura literal de los pasajes coránicos,
mientras otros pensadores abogan por una lectura contextual y general del texto.

Además, el Corán está lleno de contradicciones en sí mismo y con respecto al resto de las fuentes del
derecho islámico, los hadices que conforman la suna. Por ejemplo, en el propio Corán se designa a la
creación de seres humanos como nas, insan y bashar, que significan género humano, humanidad o
gente, por lo cual no habría distinción en el momento de creación en cuanto sexos, entrando en
contradicción con la aleya que recoge la historia del génesis bíblico.

Dice el Corán:
Los musulmanes, las musulmanas, los creyentes, las creyentes, los que oran, las que oran, los
verídicos, las verídicas, los constantes, las constantes, los humildes, las humildes, los limosneros, las
limosneras, los que ayunan, las que ayunan, los recatados, las recatadas, los que recuerdan a Dios y
las que recuerdan a Dios, a todos éstos Dios les ha preparado un perdón, una enorme recompensa.

Leyendo estas aleyas podríamos decir sin lugar a dudas que el Corán establece una igualdad espiritual
entre hombres y mujeres creyentes, incluyendo la declinación femenina cuando no sería necesario, pues
en árabe, como en otras lenguas, el masculino puede usarse como género neutro, lo que refleja una
intencionada inclusión femenina en los beneficios de la práctica religiosa.
Sin embargo, si leemos otra aleya posterior veremos que a los hombres se les prometen huríes, mujeres
hermosas y vírgenes que serán siempre cariñosas con ellos, sin que se especifique una recompensa
semejante para la mujer.

En el Corán existen numerosas referencias al deseable desenvolvimiento de las relaciones entre


hombres y mujeres, entre las cuales no pueden faltar las relaciones sexuales solo permitidas, en
principio para unos y otras, dentro de la institución del matrimonio.

No obstante, dentro del vínculo matrimonial, el Corán establece diferencias entre los cónyuges. Para
empezar, el hombre puede tomar una esposa, que es lo más recomendable y la práctica más habitual en
el mundo árabe, pero también puede tomar dos o tres o cuatro, siempre que vaya a tratarlas a todas con
justicia, es decir, que se lo pueda permitir física y económicamente. La mujer no podría, por el
contrario, tener varios esposos. De igual modo, el marido puede tomar esposas cristianas o judías, pero
una mujer musulmana no puede contraer matrimonio con un judío o un cristiano.

Por otro lado, una de las más conflictivas y estudiadas disposiciones del Corán es terriblemente
ilustrativa:

“Los hombres están por encima de las mujeres, porque Dios ha favorecido a unos de otros, y porque
ellos gastan parte de sus riquezas a favor de las mujeres. Las mujeres piadosas son sumisas a las
disposiciones de Dios, son reservadas en ausencia de sus maridos en lo que Dios mandó ser reservado.
A aquellas de quienes temáis la desobediencia, amonestadlas, mantenedlas separadas en sus
habitaciones, golpeadlas. Si os obedecen, no busquéis procedimiento para maltratarlas. Dios es
altísimo, grandioso.”

Ante palabras tan taxativas las interpretaciones parecen fuera de lugar, pero estas son muy abundantes,
tanto las que proponen la revisión de significado de los términos como las que se ocupan de la
matización de los mismos, que se ven influenciadas por una aleya que dice “tratad bien a vuestras
mujeres en la convivencia”.
En cuanto a la disolución del mismo, el Islam permite el repudio del hombre a la mujer si por alguna
razón esta le disgusta, pero estableciendo plazos de reflexión, y el divorcio por iniciativa de ambas
partes. En cuanto a los hijos el derecho sobre ellos es siempre del marido, que tiene la obligación de
mantener al niño y a la madre mientras dure el proceso de lactancia. La mujer tiene derecho a conservar
la dote entregada por el marido en el momento de contraer matrimonio.
El castigo más severo aplicado a la mujer es en caso de adulterio, indica “convocad a cuatro testigos. Si
testifican en su contra encerradlas en casa hasta que mueran o hasta que Alá revele otra sanción”. Pero
luego añade “si no tiene testigos más que él mismo, deberá jurar cuatro veces por Alá que dice la
verdad”, con lo cual queda a disposición absoluta del marido el derecho de castigar a la mujer por
adulterio.

En lo tocante a herencias, tiene derecho a recibir la mitad de los bienes correspondientes a los herederos
varones.
Sin duda el Corán propone un código restrictivo en lo que a consideración de la mujer y derechos de la
misma, pero hay que tener en cuenta que su origen es la Arabia del siglo VII y que la llegada del Islam
supuso para la mujer un gran avance para aquel entonces.
La mujer en la Sunna
Sunna en árabe significa “tradición”. Eso es lo que es la Sunna, la tradición islámica puesta por escrito.
Esta tradición se basa en la recopilación de anécdotas de la vida de Mahoma, de su familia y de los
primeros califas, que llegaron a conocer la doctrina del profeta de su boca. Sin embargo, la puesta por
escrito de estas anécdotas llamadas hadices, se produjo después de la muerte de todos ellos, en fechas
muy posteriores algunas de ellas, pues hay varias recopilaciones y no todas incluyen los mismos
hadices. Estos hadices son interpretados de manera distinta por los ulemas, los sabios del Islam.
Algunos hadices son muestra de ciertas prácticas sociales vigentes antes de la introducción del Islam y
ponen algunas de ellas en boca del profeta:
“El Profeta (la paz sea con él) ha dicho: El matrimonio es servidumbre. Así pues, que cada uno de
vosotros examine en qué manos pondrá a su hija” o “Cuando el marido llama a su esposa a su cama y
ella no acude y él pasa la noche enfadado con ella, los ángeles la maldicen”. Podemos apreciar como en
los hadices las normas para las mujeres se recrudecen y convirtiéndolas en seres más dependientes del
hombre, a diferencia de lo establecido por el Corán.

Algunos de ellos son verdaderamente despreciativos, tales como “Ciertamente, una estera en un rincón
de la casa vale más que una mujer estéril” o “¿No es verdad que una mujer no reza y no ayuna durante la
menstruación? Y eso es el defecto (pérdida) de su religión”. Este último va en contra de la propia
doctrina coránica, que recoge la igualdad de todos y todas los o las creyentes. Aun así, en la práctica,
predomina el hadiz sobre el Corán. A veces este tipo de hadices se ponen en boca de mujeres del profeta,
especialmente Aisha, que era su favorita, considerada mujer sabia y modelo para las musulmanas “Dije:
Has hecho de nosotras (mujeres) perros”.
Otros hadices presentan una cara distinta del profeta. Por ejemplo:

El enviado de Allahha [ha] dicho: “El creyente más perfecto en la fe es quien


demuestra el mejor carácter respecto a las mujeres y es el más indulgente con su
familia […] El mejor entre vosotros es quien se manifiesta el mejor respecto a las
mujeres y soy yo quien me muestro el mejor respecto a las mías”

O también:

Abu Huraira ha relatado que el Profeta ha dicho: “La que ha tenido un marido, no
será casada si no es después de haber deliberado con ella, y la que es virgen, no será
casada antes de que dé su consentimiento.”

Las mujeres en la Sharia


La Sharia es la considerada ley canónica del Islam. Para los musulmanes devotos es la única ley válida.
Es el resultado de la unión del Corán (de mayor preponderancia teórica, pues procede de Dios) y la
Sunna (de valor inferior pues proviene de los hombres). Los corpus jurídicos islámicos están en
continua reinterpretación por parte de los ulemas y en ocasiones no son códigos coherentes.
Cada país árabe islámico (hay países árabes que cuentan con una ley laica) tiene su propia Sharia y en
cada uno de ellos se establecen leyes, aunque algunas no tienen relación con el Islam en absoluto.

En conclusión, podemos deducir que las leyes la desigualdad entre hombres y mujeres en los países
árabes, no tienen su origen en la religión islámica, a pesar de que las autoridades se amparan en ellas a
través de la interpretación parcial de una serie de preceptos religiosos procedentes en muchos casos de
una tradición patriarcal anterior.

FUENTE: http://revistacultural.ecosdeasia.com/la-mujer-en-el-mundo-arabe-i-las-mujeres-y-los-
textos-del-islam/

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