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Realmente si bien el leasing consiste formalmente en un contrato por el cual una empresa
puede disponer de la utilización de un bien a cambio de unas cuotas periódicas, en la práctica
no es más que un método de financiación.
Así, en un contrato de leasing se deben diferenciar, en las cuotas que satisfacemos, dos
aspectos:
por un lado, los intereses: la carga financiera satisfecha a la entidad arrendadora tiene
la consideración de gasto fiscalmente deducible. Esto no es ninguna especialidad
por otro lado, la parte de las cuotas de arrendamiento financiero satisfechas
correspondiente a la recuperación del coste del bien: la entidad arrendataria puede
deducir estas cantidades en concepto de amortización (salvo en el caso de que el
contrato tenga por objeto terrenos, solares y otros activos no amortizables). Es aquí
donde radica el incentivo fiscal.
Los contratos deben tener una duración mínima de 2 años cuando tienen por objeto
bienes muebles y de 10 años cuando tienen por objeto bienes inmuebles o
establecimientos industriales.
El arrendatario debe utilizar los bienes arrendados en el desarrollo exclusivo de su
actividad empresarial o profesional
Las cuotas de arrendamiento financiero deben aparecer expresadas en los respectivos
contratos diferenciando la parte que corresponde a la recuperación del coste del bien
por la entidad arrendadora, excluido el valor de la opción de compra y la carga
financiera exigida por la misma.
El importe anual de la parte de las cuotas de arrendamiento financiero correspondiente
a la recuperación del coste del bien debe permanecer igual o tener carácter creciente
a lo largo del período contractual.
El contrato debe incluir una opción de compra a favor del usuario a ejercitar a su
término.