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De todos los conflictos que son resueltos en una comunidad por las autoridades indígenas, en
Guatemala, menos del uno por ciento de todos ellos llega en la Defensa Pública Penal, cuando eso
sucede, el Estado no se entera, pues no tiene la estructura y la capacidad de intervención. El
pluralismo jurídico en Guatemala esta en camino de realizarse, en realidad no existe todavía en dos
dimensiones: en la norma jurídica una parte que determine el respeto del uno por el otro y la
dinamización a través de las relaciones interinstitucionales es decir que contemple la coordinación
entre los dos sistemas. Aunque se puede suponer que por una parte ha existe una escasa
coordinación entre ambos sistemas, el problema es que dicha coordinación se ha hecho por
áreas y no como una política de Estado, es decir, algunos jueces de forma aislada han reconocido a
las autoridades de pueblos originarios, al abstenerse de conocer ciertos casos que ya había sido
conocidos previamente por la jurisdicción indígena.
El acceso a la justicia de los pueblos indígenas tiene barreras en la cobertura territorial de los
tribunales entre ellas cabe mencionar la excesiva judicialización de los conflictos, el formalismo
excesivo de las instituciones, el uso dominante del idioma no indígena porque los interpretes no
traducen correctamente y el tratamiento discriminatorio también son persistentes. Los pueblos
indígenas no están familiarizados con las leyes estatales ni con los procedimientos legales para el
ejercicio efectivo de sus derechos, y la mayoría de ellos no cuenta con un nivel educativo formal y
económico favorable para hacerlo. Tambien existe un estigma en los jueces y no aceptan o no
entienden al otro desde su cultura y sus formas de organización, mayoría de jueces tiene la idea de
que el sistema maya es un error, de que es algo primitivo. Pero hay que verlo desde distintos niveles,
desde el ejercicio de gobernabilidad, la resistencia cultural de los pueblos indígenas en su necesidad
de mantener la práctica política y jurídica ancestral e históricamente, se ha tratado de una relación
política de los pueblos con la dominación. Este tipo de justicia comunitaria ha probado eficacia, es
una justicia gratuita, conocida, accesible y ejercida directamente por los mismos usuarios. En cuanto
al ámbito de competencias para el pluralismo jurídico, un homicidio, un asesinato o una violación´ ya
no es competencia para que las autoridades indígenas sean quienes juzguen, es competencia del
Estado. Si bien es cierto que el Convenio 169 de la OIT, elaborado en el año 1989, no menciona
específicamente “libre determinación“ o “autonomía“ o “ámbitos de competencia”, es una realidad que
hoy estos derechos se ejercen comunitariamente. Algunos, dice Martínez, están ampliamente
reconocidos en la legislación de los países de América Latina y del derecho internacional,
específicamente quedaron reconocidos como tales en la reciente Declaración de las Naciones Unidas
sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas del 2007. coordinacion Incluyente pero forzado.