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1. Introducción
Ahora bien, si por un lado son interesantes acentos como éste de Benedicto XVI,
por otro, nos encontramos con la dificultad práctica de materializar, no ya la dimensión
penitencial del sacramento de la confesión, sino el ejercicio global del mismo. Dicho
más simplemente: ¿Por qué la gente ya no se confiesa? ¿Por qué la preocupación
1
BENEDICTUS XVI, Concelebración eucarística con los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica.
Homilía del Santo Padre Benedicto XVI (15-04-2010), www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/
homilies/2010/documents/hf_ben-xvi_hom_20100415_pcb_sp.html, [acceso 27-02-2011].
1
constante de los Pastores de la Iglesia para que los ministros ordenados, concretamente
de los presbíteros, se confiesen regularmente? ¿Es que acaso no lo hacen? Y si fuera así,
¿por qué la confesión también ha sufrido un olvido entre los sacerdotes que la
administran? ¿Quizás hemos hecho algo mal al respecto, u olvidado algún aspecto
importante del mismo sacramento que ha debilitado su fuerza pastoral? ¿Tenemos clara
conciencia de la particular situación social y eclesial actual a la hora de poner por obra
la práctica pastoral del sacramento de la penitencia en el hoy de nuestra historia? Son
interrogantes nada fáciles de contestar y que, sin embargo, trataremos de analizar a lo
largo de este trabajo, ayudados para ello del magisterio reciente de la Iglesia, así como
de la opinión de algunos teólogos especialistas en la materia.
Finalmente, dejar claro que este trabajo no puede ser en modo alguno categórico.
Es mucho lo que se ha escrito en relación al sacramento de la confesión en los últimos
años, y cada autor le da su particular acento. Sin embargo, para no divagar demasiado,
he preferido recurrir en gran medida a “fuentes seguras” que al menos nos muestren las
bases claras sobre las cuales luego cada uno podrá realizar sus propias síntesis y
conclusiones personales. No estará demás recordar en este sentido, lo que nos dice el
Código de Derecho Canónico en relación al sacramento de la Penitencia que, como
veremos, tiene algunas consideraciones muy concretas y muy prácticas con relación a la
praxis del sacramento de la penitencia. Luego nos referiremos a algunos de los
documentos papales recientes más relevantes en este sentido: Dives in misericordia (30-
11-1980) y Reconciliatio et Paenitentia (02-12-1984), ambas de Juan Pablo II; así como
al documento de la Comisión Teológica Internacional La reconciliación y la penitencia
del año 1982. También diremos algo acerca de un interesante documento de la
Conferencia Episcopal Española titulado Dejaos reconciliar con Dios, publicado el 15-
04-1989.
2
Cf. CIC, can. 959-997.
3
Cf. CIC, can. 960-963.
4
Cf. CIC, can. 964.
2
En cuanto al ministro del sacramento de la penitencia5, sólo es ministro del
sacramento de la Penitencia el sacerdote, el cual ha de tener la facultad de ejercerla. Tal
facultad se recibe por concesión de la autoridad competente o ipso iure (por derecho).
Teniendo la facultad, se puede confesar en todo el mundo, bien porque se sigue ipso
iure, bien porque la Iglesia universal confirma la idoneidad que se le ha concedido al
confesor para administrar dicho sacramento en un territorio determinado (salvo que el
Obispo diocesano del lugar se oponga en un caso concreto). Dicha facultad debe
concederse por escrito en razón de la prueba, dado el reconocimiento que de esa
facultad hace la Iglesia entera. Puede ser por tiempo determinado o indeterminado, y no
se le podrá revocar sin causa grave. Otra curiosidad pastoral es que no se contemplan en
el código aquellas licencias especiales para confesar sólo a un determinado sector de
fieles6.
Con relación al penitente7, se recuerda que todo fiel tiene derecho a recibir el
sacramento del perdón. De este derecho se desprende el deber consecuente de que el
penitente debe acercarse al sacramento con las debidas disposiciones: examen de
conciencia, dolor de los pecados y propósito de enmienda. Se deben confesar los
pecados graves cometidos (en especie y número), y se recomienda que también los
veniales.
Haciéndose eco de uno de los mandamientos de la Iglesia, todo fiel que haya
llegado al uso de razón, está obligado a confesar fielmente sus pecados graves al menos
una vez al año.
Todo fiel tiene derecho a confesarse con el confesor legítimamente aprobado que
prefiera.
5
Cf. CIC, can. 965-986.
6
Cf. J. MANZANARES, «Penitencia», en J. MANZANARES - A. MOSTAZA - J. L. SANTOS, Nuevo Derecho
parroquial, Madrid 1994, 273-275.
7
Cf. CIC, can. 987-991.
3
Un último apunte se hace al espinoso tema de las indulgencias8. Espinoso por el
debate teológico y pastoral que, aún hoy, suscitan en el seno de la Iglesia. A nosotros
valga quedarnos con lo que se afirma sobre ellas en los cánones 992-997: que todo fiel
cristiano puede conseguir para sí mismo como por sus difuntos, a manera de sufragio,
indulgencias tanto parciales como plenarias (cf. c. 994). A su vez, sólo el Romano
Pontífice o aquel a quien la Sede Apostólica se la haya concedido puede conferir
válidamente indulgencias.
1. “Quien me ve a mi ve al Padre”.
2. Mensaje Mesiánico.
3. El Antiguo Testamento.
4. La parábola del hijo pródigo.
5. El Misterio Pascual.
6. “Misericordia... De generación en generación”.
7. La misericordia de Dios en la misión de la Iglesia.
8. Oración de la Iglesia en nuestros tiempos.
8
Cf. CIC, can. 992-997.
9
Cf. IOANNES PAULUS II, Carta encíclica sobre la Misericordia Divina «Dives in misericordia» (30-11-
1980), www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_30111980_dives-
in-misericordia_sp.html, [acceso 07-03-2011].
4
comunidades cristianas que, en voz de San Pablo, “vencían al mal a fuerza de bien” (cf.
Rom 12, 21). No se trata de “demonizar” el mundo, ni de tampoco crear “mundos
paralelos” al nuestro. Se trata de sacar lo malo que puede haber en él, y que es fruto del
pecado, para transformarlo a través de la recta vida del cristiano, en bienes del Reino.
Descubrimos así el carácter dinámico de la vida del cristiano, y de su dimensión
misericordiosa, más concretamente.
“Por más que [el mundo] sucesivamente recurra a la misma idea de justicia, sin
embargo la experiencia demuestra que otras fuerzas negativas, como son el
rencor, el odio, e incluso la crueldad han tomado la delantera a la justicia... La
experiencia del pasado y de nuestros tiempos demuestra que la justicia por sí sola
no es suficiente y que, más aún, puede conducir a la negación y al aniquilamiento
de sí misma, si no se le permite a esa forma más profunda que es el amor plasmar
la vida humana en sus diversas dimensiones” (DiM, n. 12).
10
Cf. IOANNES PAULUS II, Exhortación apostólica post-sinodal «Reconciliatio et Paenitentia» sobre la
reconciliación y la penitencia en la misión de la Iglesia hoy (02-12-1984), www.vatican.va/holy_father/
john_paul_ii/apost_exhortations/documents/hf_jp-ii_exh_02121984_reconciliatio-et-paenitentia_sp.html,
[acceso 07-03-2011].
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afirma que la raíz de todos los conflictos y sufrimientos del hombre y del mundo están
en el pecado original y en los pecados actuales que los hombres hemos cometido. Así
que no es posible desunir reconciliación de conversión, pues cuando la reconciliación es
verdadera supone siempre la liberación del pecado y los frutos de la penitencia (cf. ReP
nn. 1-4).
6
Finalmente, nos recuerda el Papa algunas situaciones delicadas, como la de los
divorciados vueltos a casar civilmente y la de los sacerdotes en situación irregular, a los
que se invita a acoger con cariño y a la práctica de ejercicios de piedad que, aún fuera
de los sacramentos, muevan a una reconciliación plena en la hora que sólo la
Providencia conoce (n. 34).
11
Cf. CTI, La riconciliazione e la penitenza (1982), en Id., Documenti (1969-2004), 218-254.
7
la fe y el arrepentimiento se decide a acoger la misericordia divina a través de los cauces
que propone la Iglesia. En este sentido hay siempre un camino que pretende ser
progresivo de crecimiento en fe y en gracia delante de Dios, aun cuando puedan darse
dificultades y crisis durante el mismo (carácter progresivo de la conversión).
8
interna unidad y la dinámica entre los modos concretos de realización. Las formas
enumeradas más arriba (cf. C, I, 3) son útiles, ante todo, con respecto al perdón de
los «pecados cotidianos». El perdón de los pecados puede otorgarse de modos
diversos; el perdón de los pecados cotidianos se concede siempre, cuando existe
arrepentimiento informado por el amor (contritio).
No parece, por otro lado, que tenga una intención “novedosa”. Más bien parece
que su finalidad es catequética; de ahí que al final del mismo se adjunten unos esquemas
12
Cf. CEE, Dejaos reconciliar con Dios (15-04-1989), www.conferenciaepiscopal.nom.es/documentos/
Conferencia/pdf/LIBRO10.PDF, [acceso 09-03-2011].
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de estudio con vistas a un posterior trabajo catequético. Y que también se subraye en
dicho documento que sus destinatarios aunque sean “todos los fieles” lo son “de una
manera especial” los sacerdotes y cuantos tienen alguna responsabilidad pastoral en
relación con la praxis de este sacramento.
En este sentido, el Ritual ha optado por tres formas distintas de celebración: Rito
para reconciliar a un solo penitente; Rito para reconciliar a varios penitentes con
confesión y absolución individual; y Rito para reconciliar a muchos penitentes con
confesión y absolución general. Cabe destacar que en las “Orientaciones” del Ritual
español se hace una valoración particular de la segunda fórmula, considerando que la
reforma litúrgica pedida por el Vaticano II aspira a que se recupere el aspecto
celebrativo en todos los ritos que lo admitan. Así, la celebración comunitaria de la
penitencia contribuye mejor a expresar el sentido eclesial de este sacramento, que, como
ya hemos visto, tiene una profunda riqueza y destaca el valor de la mediación de la
Iglesia en la gracia de la reconciliación14.
13
Cf. SACRA CONGREGATIO PRO CULTU DIVINO, Ordo Paenitentiae, Ciudad del Vaticano 1974.
14
Cf. G. FLÓREZ, Penitencia y Unción de enfermos, Madrid 2001, 239-249.
15
Cf. CEC, nn. 1422-1484.
10
Sin embargo, permítanme un último apunte acerca del Catecismo y del
sacramento de la Penitencia y su incidencia en la práctica pastoral del mismo. En los
números 1846-1869 encontramos otra buena síntesis acerca del sentido cristiano del
pecado que no vendría mal ojear de nuevo, dado que como confesores debemos de tener
claro cuál es la gravedad o no de lo que escuchamos en la confesión de cara a hacer una
justa valoración de los hechos.
16
Cf. J. RAMOS REGIDOR, El Sacramento de la Penitencia, Salamanca 1997, 382-409.
17
Cf. DH 1680.
11
8.3. Valores y límites de la confesión individual
Por todo ello, parece lo más sensato el combinar ambas fórmulas (individual y
comunitaria) no sólo como vía de salida al problema de la escasez de ministros de la
penitencia, sino también como forma de mostrar el valor de ambas dimensiones en la
vida de gracia del creyente: la personal y la eclesial.
18
Cf. CEC, nn. 1422-1484.
12
conversión. Me refiero a los grupos llamados genéricamente de revisión de vida, que de
muy diversas formas y grados ponen su vida “al desnudo” ante los demás miembros del
grupo. No es cuestión de estigmatizar impunemente a todos estos grupos, pues la gran
mayoría saben mantenerse dentro de los límites del sentido común y del sano decoro
que también forma parte de la tradición cristiana. Con todo, es preciso hacer aquí una
serie de apreciaciones en orden a aclarar conceptos.
13
estrechamente ligada al desarrollo psicológico, intelectual, emotivo y volitivo del niño.
Efectivamente, sólo de una forma progresiva es como se va formando en el niño la
capacidad de convertirse, como respuesta libre a la llamada del Espíritu de Cristo al
amor de Dios y de los demás, que lleva consigo un real esfuerzo de desarraigo, de
superación y de lucha contra sus actitudes egoístas-culpables. Además, hay que tener
presente que en este proceso de maduración humana y cristiana de la conciencia moral
del niño tiene una notable influencia la situación ambiental en que se vive, y de manera
especial la familia, la comunidad cristiana y la escuela.
Desde el punto de vista pastoral cabría hacer, por tanto, dos observaciones prácticas:
19
Cf. G. FLÓREZ, Penitencia y Unción…, 305-310.
14
comunidad en el marco de unos proyectos y objetivos pastorales que miren al
crecimiento, la maduración y el compromiso efectivo de los cristianos. A través de
dichas celebraciones, se puede alimentar en la vida de la comunidad un auténtico
espíritu de fe y de humildad cristiana, de disponibilidad y de entrega a la obra de la
gracia, que imprima en la vida y actividad de los creyentes el verdadero sello de la
identidad cristiana.
Por otro lado, las celebraciones comunitarias, si están programadas con esmero y
regularidad, atendiendo a las diversas edades y grupos de la comunidad, pueden ser
también instrumento pastoral muy eficaz para imprimir un ritmo y un tono de
autenticidad a la práctica sacramental de los fieles y concretamente a la participación en
la eucaristía.
10. Conclusión
Es evidente que existe una crisis bastante generalizada respecto a la práctica del
sacramento de la Penitencia. De hecho ha disminuido la participación de los fieles en
este sacramento. Las causas pueden ser múltiples: el creciente secularismo y la
indiferencia religiosa de nuestro mundo, el oscurecimiento de la conciencia moral, la
desafección respecto de la Iglesia, las dudas sobre la necesidad de la confesión…
También pueden haber influido las rutinas, los abusos y las arbitrariedades en la forma
de celebrarlo.
Sin embargo, conviene caer en la cuenta de que, lo que aquí está en juego, no es
un aspecto parcial de la vida de la Iglesia, sino algo que afecta al conjunto de la vida
eclesial. Son tantos los elementos de la doctrina y de la vida cristiana que confluyen en
este sacramento, que la manera de celebrarlo y la importancia que se le conceda pueden
ser como un “test” que mida la vitalidad de la comunidad cristiana concreta. Por eso
debemos de analizar con responsabilidad el valor que le estamos dando entre nosotros
15
pastores a este sacramento: en nuestras vidas y en las vidas de las comunidades
cristianas a las cuales servimos.
Tendremos que poner, pues, especial esmero y cuidado en las celebraciones del
sacramento, tanto en la preparación como en su acontecimiento concreto, de manera que
aparezca con toda claridad el carácter celebrativo del amor y del perdón de Dios, el
gozo hondo y festivo de la vuelta del pecador a la casa del Padre bueno, rico en
misericordia, y la proclamación dichosa de la victoria de Cristo crucificado y resucitado
sobre el pecado y la muerte.
16
BIBLIOGRAFÍA
- Codex Iuris Canonici (25.1.1983), en AAS 75, Città del Vaticano 1983.
- SACRA CONGREGATIO PRO CULTU DIVINO, Ordo Paenitentiae, Ciudad del Vaticano
1974.
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ÍNDICE
1. Introducción .................................................................................................................. 1
2. Dimensión pastoral del sacramento de la penitencia a partir de la codificación
jurídico-canónica actual de la Iglesia ........................................................................... 2
3. La carta-encíclica de Juan Pablo II Dives in misericordia (30-11-1980) ..................... 4
4. La exhortación apostólica post-sinodal Reconciliatio et Paenitentia de
Juan Pablo II (02-12-1984) ........................................................................................... 5
5. El documento de la Comisión Teológica Internacional La reconciliación
y la penitencia del año 1982 ......................................................................................... 7
6. El documento de la Conferencia Episcopal Española Dejaos
reconciliar con Dios (15-04-1989) ............................................................................... 9
7. Otros documentos interesantes en cuanto a la praxis pastoral del sacramento de la
Penitencia: el Ordo Paenitentiae (1974) y el Catecismo de la Iglesia
Católica (1992) ........................................................................................................... 10
7.1. El Ordo Paenitentiae (1974) ............................................................................... 10
7.2. El Catecismo de la Iglesia Católica (1992) ........................................................ 10
8. Algunas consideraciones pastorales en torno al sacramento de la Penitencia
según J. Ramos Regidor ............................................................................................. 11
8.1. La importancia de la conversión .......................................................................... 11
8.2. El sacramento de la penitencia y su uso .............................................................. 11
8.3. Valores y límites de la confesión individual ....................................................... 12
8.4. Celebraciones comunitarias de la penitencia ....................................................... 12
8.5. ¿Otras formas de celebrar la conversión y la reconciliación del cristiano?......... 12
8.6. La Eucaristía como sacramento de la conversión y reconciliación del cristiano 13
8.7. El sacramento de la penitencia y los niños .......................................................... 13
9. Algunas consideraciones pastorales en torno al sacramento de la Penitencia
según Gonzalo Flórez ................................................................................................. 14
10. Conclusión ................................................................................................................ 15
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................ 17
ÍNDICE ........................................................................................................................... 18
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