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LA ACADEMIA CHISMOSA: EL SICOFANTE

Existía en la antigua Atenas un personaje llamado “el sicofante”, acusador profesional, “denunciante
que entregaba a las pasiones de la multitud a los eminentes ciudadanos y especialmente a aquellos
que más temía, por su razón o su virtud”. A través de una ficción de debate legal, el sicofante se
destacó en cambiar “la naturaleza y el estado de todas las cosas, de acuerdo con el veneno que lo
corroía”. Sabiendo que nunca sería Pericles, abrumaba a Pericles, dice Jean Michel Maulpoix.
Si bien la denuncia de los crímenes y delitos en el mundo griego era deber de cada ciudadano y
estaba destinada a resguardar el bien y la seguridad pública, dicha acción distaba abismalmente de la
del sicofante, tenido desde esos tiempos, como un ser bajo, despreciable, malvado, ruin, mezquino,
pendenciero y en última instancia un bufón, precisamente porque sus infamias y falsas acusaciones,
al estar impulsadas por el deseo de intriga y perjuicio, no reportaban beneficio para el bien común de
la sociedad, sino solo para él o para sus amos a costa del buen nombre de los demás; por lo cual los
sicofantes eran conocidos y temidos por las personas honradas que poco podían hacer contra esa
basura humana.
Actualmente, los sicofantes, agazapados bajo la libertad de expresión y con el soporte de las redes
sociales proliferan haciendo de las suyas condensando toda su inmundicia y su odio en libelos
plagados de gruesos insultos, formulando denuncias falsas y sembrando la duda en las conductas
ajenas, solo con la intención aviesa de dañar la reputación de sus enemigos, e intentando
hipócritamente ocultar su verdadera y abominable faz con la atrayente máscara del cinismo y la
incorrección.
Al sicofante lo mueve el afán de destrucción del enemigo a toda costa y sin ningún resquemor. El
odio y la venganza son su sino. No existen para él diques de contención: la ética o la decencia le son
desconocidas. Hace del escarnio su forma de vida y se alimenta del impacto que pueda tener sobre su
presa: a mayor peso mayor visibilidad y fama. Una malentendida libertad de expresión, la ausencia
de filtros y de normativas éticas en las redes sociales, los vacíos en la legislación, y a la vez, el
natural pudor e inclusive miedo de muchos miembros de la sociedad ante este espécimen permiten su
accionar impune.
Hace pocos días atrás, uno de ellos ha creado una nueva página en las redes sociales, responde al
nombre de: UMSS – LA ACADEMIA CHISMOSA. El vergonzoso título previene ya de su
contenido. En ella el administrador con todo desparpajo ofrece sus servicios de sicofante “si en tu
Universidad algo está mal, si estudiantes, docentes o administrativos están actuando de formas
indebidas, mandame un Inbox y acá las denunciamos con estilo” reza el tentador anuncio que en una
primera entrega echa barro contra colegas, estudiantes y autoridades.
Sin lugar a dudas es encomiable denunciar la corrupción, la falta de transparencia y el atropello a la
norma con responsabilidad, objetividad y pruebas; execrable, sin embargo, enlodar la dignidad de las
personas con infundios y vilezas producto de oscuras inquinas. Mucho ojo con los modernos
sicofantes, traficantes de impostura, constructores de verdades a su medida y cobardes destructores
de vidas.

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