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El Perú transita desde hace tres décadas por gobiernos que han emergido de las urnas,
con la excepción del período correspondiente al autogolpe de Estado de Fujimori del
año 1992. Dichos gobiernos se han caracterizado por respetar, unos más
escrupulosamente que otros, la Constitución en un sentido formal y material. Este
escenario político democrático ha sido propicio para que el Derecho Constitucional
empiece a asentarse en las estructuras institucionales del Estado de Derecho;
particularmente, en los clásicos poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, no sin
tensiones y controversias sobre los alcances de la fuerza normativa constitucional; así
como también, para que la Constitución haya irradiado las relaciones económicas entre
los particulares, como también con las Administraciones Públicas del Estado.
Para hacer un análisis sistemático del derecho procesal constitucional, es dable partir
del procesalismo científico, o sea, de las bases de la teoría general de proceso o derecho
procesal, que evolucionó en Alemania e Italia, mismas que permitieron la
sistematización de los principios, conceptos e instituciones comunes a todas las ramas
de enjuiciamiento que venían estudiándose de manera unitaria.
Cabe considerar que existen grandes estadios evolutivos que se presentan como
referentes fundamentales; el primero, la Constitución Federal de los Estados Unidos,
1787, mediante el cual se otorga a los jueces ordinarios la facultad de desaplicar
normas generales ordinarias que estimen contradictorias a la Constitución; y el
segundo, el estudio científico y sistemático que hiciera Hans Kelsen de los
instrumentos procesales y organismos de decisión constitucionales; y el tercero, la
Constitución de Francia (1958).
En ese marco, el objetivo de este trabajo es conocer los aspectos básicos del Derecho
Procesal Constitucional Peruano, que tiene, además, como hito central en su desarrollo
la aprobación del Código Procesal Constitucional, aprobado por Ley N° 28237, que
entró en vigencia el 1 de diciembre de 2004.
CONSTITUCION
En principio debemos señalar, que desde la perspectiva de la Teoría del Estado, todo
Estado tiene su Constitución, independientemente del régimen político o del modelo
de Estado que abraza o de la forma de gobierno que asuma. Sin embargo, desde la
Teoría Constitucional, solo es posible concebir un Estado con Constitución, en la
medida en que éste asegure la garantía de los derechos y establezca la separación de
poderes. Esta exigencia es tomada del artículo 16 de la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano, del 26 de agosto de 1979, constituyéndose de esta manera,
en un dogma del constitucionalismo clásico. Hoy en día se debe comprender este
postulado, como una referencia al modelo de Estado de Derecho, incluso al tipo de
Constitución liberal y/o democrática.
Carl Schmitt, de forma acertada dice que “La palabra constitución reconoce una
diversidad de sentidos. En una acepción general de la palabra, todo, cualquier hombre
y cualquier objeto, cualquier establecimiento y cualquier Asociación, se encuentra de
alguna manera en una constitución, y todo lo imaginable puede tener una constitución.
De aquí no cabe obtener ningún sentido específico. Si se quiere llegar a una
inteligencia hay que limitar la palabra constitución a Constitución del Estado, es decir,
de la unidad política de un pueblo”.
Sin duda, cuando uno hace una rápida exploración bibliográfica, va a llegar a la
conclusión que existe una variedad de conceptos de Constitución, dependiendo cada
una de ellas, de la forma como encara su autor o mejor dicho de la ideología o filosofía
que asume. Esta preocupación se empieza a dar desde la antigüedad, pasando por la
edad media, hasta llegar a la edad moderna, donde se parte de una idea mucha más
clara. Por ejemplo, para Georg Jellinek, “Toda asociación permanente necesita de un
principio de ordenación conforme al cual se constituye y desarrolla su voluntad. Este
principio de ordenación será el que limite la situación de sus miembros dentro de la
asociación y en relación con ella. Una ordenación o estatuto de esta naturaleza es lo
que se llama una Constitución”. Por su parte Kelsen, nos dice, la Constitución, en
sentido formal, es cierto documento solemne, un conjunto de normas jurídicas que sólo
pueden ser modificadas mediante la observancia de prescripciones especiales, cuyo
objeto es dificultar la modificación de tales normas, en tanto, que la Constitución en
sentido material está constituida por los preceptos que regulan la creación de normas
jurídicas generales y, especialmente, la creación de leyes. Para Ferdinand Lassalle, la
Constitución, en esencia, es la suma de los factores reales de poder que rigen en un
país. Para Karl Loewenstein, la Constitución es un dispositivo fundamental para el
control del proceso del poder.
Sin embargo, una Constitución una vez aprobada no siempre logra calzar con la
realidad de la sociedad estatal, convirtiéndose en una norma semántica o declarativa.
Por ello, una Constitución para que tenga una vigencia real y efectiva requiere ser
reconocida como norma jurídica, pasando a ser parte de una propuesta de un modelo
de Estado Constitucional y Democrático de Derecho, que en esencia recoge y proyecta
el principio de constitucionalidad.
ORIGEN (ANTECENDENTES)
Para centrarnos en los antecedentes del derecho constitucional debemos focalizar un
par de acontecimientos situados en el último cuarto del siglo XVIII que cambiaron el
mundo. Estamos hablando de la Revolución americana y de la revolución francesa.
REVOLUCIÓN AMERICANA:
Entre 1774 y 1775 se formalizan varios congresos que finalizan con la independencia
de las colonias británicas, algunas de las cuales forman su propia constitución, y se
unieron en una nueva “Confederación”.
REVOLUCIÓN FRANCESA:
El antecedente auténtico del derecho Constitucional tiene lugar sin duda durante los
años de la Revolución francesa:
Los hechos comenzaron en julio de 1789, pero para agosto la Declaración ya había
sido manifestada. Se marcaron con gran énfasis las ideas generales del régimen
constitucional liberal:
1 – Soberanía nacional
2 – Estado representativo
3 – División de poderes
4 – Garantías de Libertad
6 – Principios de legalidad
La revolución francesa terminó con el absolutismo y con los privilegios de la clase
social burguesa. Finalizó el periodo de las justicias señoriales, fue el fin del
ordenamiento jurídico único y Poder judicial único. La iglesia católica perdió su poder
autoritario que desembocó en un Estado Laico.
ANTECEDENTES INTERNACIONALES
Tiene sus orígenes durante la primera mitad del siglo XVII en Inglaterra con el singular
caso del doctor Thomas Boham. El juez Sir Edward Cooke, afirmó que el derecho
natural estaba por encima de las prerrogativas del Rey. Se estableció entonces la
supremacía del common law sobre la voluntad real; quedando supeditados de la misma
forma la voluntad y los actos del parlamento. De esta forma, quedaron sentadas las
bases de lo que posteriormente sería el control constitucional de las leyes por parte de
los jueces, es decir el control constitucional difuso.
Se origina durante la etapa colonial, cuando los tribunales coloniales apelaban a los
tribunales ingleses con respecto a determinadas leyes de las Asambleas coloniales.
Esta práctica continua entre la Declaración de Independencia (1776) y la Convención
Constituyente (1787) y conforma la base de la estructura constitucional de los Estados
Unidos.
Frente a esta situación Marbury recurrió al tribunal Supremo para que se le expidiera
oportunamente el mandato de comparecencia “writ of mandamus”, para obligar a
Madinson a que le expidiera oportunamente la credencial que le nombra como juez.
La demanda se apoyaba en la sección décimo tercera de la “Judicial Act” de 1789, que
autorizaba a la Corte Suprema a emitir un mandato de acuerdo a los fines principales
y a los usos de la ley, respecto de los tribunales inferiores o autoridades públicas.
Esta situación lo que planteaba era que si los jueces acataban una ley aprobada por el
Congreso, pero contraria a la Constitución, podía seguir siendo aplicada y conservar
su vigencia una vez demostrada su inconstitucionalidad.
El control judicial sólo volvió a utilizarse en 1857, en el caso Dred Scott versus
Sandford, bajo otra Corte y con otro presidente, el juez Tanney y solo empieza a tener
cierta importancia a fines del siglo XIX.
En 1795, el abate Enmanuel Sieyés propuso un organismo constitucional que vele por
la vigencia del orden constitucional. Posteriormente, Sieyés propuso la creación de un
Tribunal de Casación Constitucional para temas de reforma constitucional y de vacíos
de ley, asimismo plantea la declaración de inconstitucionalidad del acto
inconstitucional. Así mismo, el 20 de julio de 1795, Sieyés propone ante el Parlamento
la institucionalización de una especie de Tribunal Constitucional para juzgar todo
incumplimiento de la Constitución, con potestad para declarar la nulidad de dichos
actos viciados de inconstitucionalidad, permitiéndosele al Consejo de los Quinientos
y el de los Ancianos y a los propios ciudadanos el derecho de apelación o reclamación
ante el Tribunal. Finalmente Sieyés presenta un nuevo proyecto donde el Tribunal
Constitucional sería formado por 108 miembros elegidos anualmente por tercios por
la Asamblea Constituyente, la Asamblea Legislativa y la Convención; sin embargo
dicha propuesta fue rechazada por unanimidad por la Convención.
La Constitución de 1799 creó un Senado conservador conformado por 80 miembros
vitalicios e inamovibles que cumplía la función de control de la constitucionalidad,
pues tenía capacidad para juzgar los actos aparentemente inconstitucionales.
Si bien es cierto, que como antecedentes del control constitucional previos al período
de entreguerras tenemos la Constitución de Frankfurt de 1849, el proyecto de Kremsier
del mismo año, la Constitución Federal de Suiza de 1848 y su reformas de 1848 y
1874; sin embargo, en el primer cuarto del siglo XX aparece el control constitucional
en la Constitución de Weimar de 1919 bajo la figura del control por el poder judicial.
Asimismo, en 1919 la Constitución Federal de la República de Austria por vez primera
crea el Tribunal Constitucional, sentando las bases por primera vez del control
constitucional de tipo concentrado, es decir de un órgano especializado “ad hoc”, la
misma que fue promovida por el ilustre jurista Hans Kelsen. Este órgano fue creado
con la misión de garantizar la defensa de la jerarquía normativa y el principio de la
supremacía constitucional, así como de los derechos fundamentales.
Este modelo concentrado o también denominado kelseniano, recién se empieza a
expandir y ser asumido doctrinariamente después de la Segunda Guerra Mundial.
Se desarrolla a partir del siglo XX, siguiendo inicialmente el control a cargo del Poder
Judicial, apareciendo por vez primera en la Constitución de Venezuela de 1858.
Será el modelo de los Estados Unidos el que sirve de referencia, sin embargo, no es
mecánica, tampoco inmediata, ni mucho menos completa. Como sostiene García
Belaunde “…puede sostenerse que nos mantenemos en el modelo americano o
europeo, según sea el caso, pero pudiendo distinguir, dentro de cada uno de ellos, cierta
peculiaridad en su desarrollo y adaptaciones”. En esa misma línea sostiene que el
constitucionalismo latinoamericano han tenido un desarrollo peculiar, que los hace
difícil clasificar dentro de los modelos europeo o americano, aunque ciertamente
parten de ellos, más del segundo que del primero, y que además se alimenta de la
doctrina de tales países.
Sin duda, la formación de esta disciplina se debe en gran medida al interés manifiesto
que han puesto algunos autores y profesores de derecho, que desde el estudio y la
enseñanza han perfilado su nacimiento y desarrollo, así tenemos, a algunos de ellos:
Hans Kelsen (Austria), Piero Calamandrei (Italia), Mauro Cappeletti (Italia), Niceto
Alcalá Zamora y Castillo (España), Eduardo J. Couture (Uruguay), Fix-Zamudio
(México), Néstor Pedro Sagüés (argentina), Domingo García Belaunde (Perú), Jesús
Gonzáles Pérez (España) y Rubén Hernández Valle (Costa Rica), Humberto Nogueira
Alcala (Chile) y Ernesto Rey Cantor (Colombia).
ANTECEDENTES NACIONALES
En el Perú, por primera vez, se establece en la Constitución de 1856, que es nula toda
ley contraria a la Constitución. Dos años después, en 1858, Felipe Masías, quien luego
fuera Ministro de Economía y Finanzas, sostiene que el control constitucional de las
leyes debe ser ejercido por el Poder Judicial.
La Comisión Reformadora del Código Civil, instalada en 1922, acogió una norma para
el futuro Código, que establecía el principio de inaplicación; pero el Código recién fue
promulgado en 1936.
Sin embargo, como sostiene García Belaunde, hasta acá el Perú solo apostó por un
control constitucional a cargo del poder judicial; es decir por el sistema difuso,
incidental, disperso y con alcances internares. Sin embargo, al lado del control difuso
a cargo del Poder Judicial, se ha incorporado, desde 1979, el Tribunal de Garantías
Constitucionales, hoy Tribunal Constitucional, con lo cual tenemos en principio dos
sistemas coexistiendo en un mismo ordenamiento. Por una lado, el sistema difuso a
cargo del Poder Judicial, y por otro, el sistema concentrado, a cargo del Tribunal de
Garantías Constitucionales, hoy Tribunal Constitucional.
La Constitución de 1979
Es recién con esta constitución que se consagra por primera vez, a escala
constitucional, el control difuso. Se crea el Tribunal de Garantías Constitucionales,
con dos funciones específicas: 1) Conocer en casación las resoluciones denegatorias
de habeas corpus y amparo; y, 2) Conocer la acción de inconstitucionalidad, o sea, el
control abstracto de las leyes.
La Constitución de 1993
El Derecho Procesal Constitucional es aquella rama del derecho público que regula los
procesos constitucionales, en procura de lograr la eficacia de la Constitución y la
solución de conflictos producido entre un acto de autoridad o de un particular y sus
disposiciones. Estos procesos regulados y articulados por el Derecho Procesal
Constitucional, tienen como finalidad la primacía de la Constitución, la protección de
los derechos constitucionales, el cumplimiento de normas y actos administrativos en
base a la Constitución, y los conflictos de competencia y atribuciones entre órganos
públicos. De esta manera, le corresponde al Derecho Procesal Constitucional
proporcionar al sistema de justicia constitucional nacional, los elementos procesales
necesarios y apropiados para que un conflicto constitucional pueda ser decidido por
medio de una decisión jurisdiccional, ya sea en el Poder Judicial o en Tribunal
Constitucional, según sea el sistema adoptado por cada país o Estado, lográndose así
la plena vigencia de de la supremacía constitucional.
Por su parte, Néstor Pedro Sagüés, sostiene que el Derecho Procesal Constitucional,
analiza la magistratura constitucional (especializada o no) y los procesos
constitucionales, que son los específicamente programados para tutelar la supremacía
de la Constitución. Hitters sostiene que es el conjunto de preceptos que regulan el
proceso constitucional.
1. Derecho a la jurisdicción
Es el derecho que tiene toda persona que sea sometida a un proceso y su consiguiente
juzgamiento, lo cual debe ser puesto ante la autoridad u organismo correspondiente y
no ante ninguno diferente.
Es el derecho que tiene toda persona sometida o por someterse a un proceso, a contar
con un mínimo de condiciones, garantías y medidas de legalidad, de imparcialidad y
de ser oído, así como hacer uso del derecho de defensa.
La voz fuente deviene del latín “fons tis (fontis)”18, que en figurativo y según versión
de Marco Tulio Cicerón y Quinto Horacio Flaco, significa “origen, causa, principio”.
Hans Kelsen, en su “Teoría Pura del Derecho”, afirma que la expresión es utilizada
para hacer referencia a:
Ahora bien, se puede clasificar las fuentes del derecho en dos categorías jurídicas y en
una categoría no jurídica sino complementaria, concepción que se explica a
continuación.
Tratare este aparte desde tres puntos de vista: las fuentes de aplicación, directas o
primarias; las fuentes de interpretación, indirectas o secundarias y las fuentes
complementarias o supletorias.
De esta manera, se puede explicar que se debe distinguir entre normas de aplicación,
normas de interpretación y principios axiológicos que auxilian la interpretación y
aplicación de la norma constitucional.
a. La jurisprudencia constitucional.
f. La legislación extranjera.
h. La costumbre constitucional.
En este sentido, son fuentes complementarias o supletorias del Derecho Procesal son:
a. La equidad.
b. La lógica.
c. La experiencia.
CONCLUSIONES
- El estudio del Derecho Procesal Constitución es amplio y abarca diferentes ramas del
derecho, tiene diferentes funciones y principios.
ANEXOS
BIBLIOGRAFIA