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INTRODUCCION

El Perú transita desde hace tres décadas por gobiernos que han emergido de las urnas,
con la excepción del período correspondiente al autogolpe de Estado de Fujimori del
año 1992. Dichos gobiernos se han caracterizado por respetar, unos más
escrupulosamente que otros, la Constitución en un sentido formal y material. Este
escenario político democrático ha sido propicio para que el Derecho Constitucional
empiece a asentarse en las estructuras institucionales del Estado de Derecho;
particularmente, en los clásicos poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, no sin
tensiones y controversias sobre los alcances de la fuerza normativa constitucional; así
como también, para que la Constitución haya irradiado las relaciones económicas entre
los particulares, como también con las Administraciones Públicas del Estado.

El Derecho se está constitucionalizando, es decir, progresivamente para su aplicación


se requiere recurrir a la Constitución, la cual tiene, además, naturaleza jurídica y es
parámetro de validez formal y material del ordenamiento jurídico y de la actuación del
Estado y los particulares. Es decir, la Constitución marca los procedimientos y
contenidos que deben emplearse para crear, interpretar y aplicar el ordenamiento
jurídico.

Sin embargo, para que la Constitución tenga garantizada su naturaleza de norma


jurídica debe tener mecanismos para su protección, tanto de su supremacía en sí
misma, como de los derechos fundamentales que dicha Carta Fundamental reconoce.

El Derecho Procesal Constitucional se encarga justamente de estudiar las instituciones


(órganos y procesos) que permiten garantizar la supremacía de la Constitución y la
tutela, desde la vía jurisdiccional, de los derechos fundamentales o constitucionales.

Para hacer un análisis sistemático del derecho procesal constitucional, es dable partir
del procesalismo científico, o sea, de las bases de la teoría general de proceso o derecho
procesal, que evolucionó en Alemania e Italia, mismas que permitieron la
sistematización de los principios, conceptos e instituciones comunes a todas las ramas
de enjuiciamiento que venían estudiándose de manera unitaria.

Con el surgimiento de los tribunales constitucionales, después de la primera Guerra


Mundial y mayormente en la segunda posguerra, es cuando el derecho procesal
constitucional se fortalece desde los ámbitos de la doctrina, la jurisprudencia y la
legislación; en tanto que su estudio se orientó principalmente hacia los mecanismos de
resolución de conflictos motivados por la aplicación de normas constitucionales, y los
órganos de decisión respecto de esas controversias.

Cabe considerar que existen grandes estadios evolutivos que se presentan como
referentes fundamentales; el primero, la Constitución Federal de los Estados Unidos,
1787, mediante el cual se otorga a los jueces ordinarios la facultad de desaplicar
normas generales ordinarias que estimen contradictorias a la Constitución; y el
segundo, el estudio científico y sistemático que hiciera Hans Kelsen de los
instrumentos procesales y organismos de decisión constitucionales; y el tercero, la
Constitución de Francia (1958).

El proceso de constitucionalización del derecho y el compromiso de los jueces


constitucionales han hecho del texto constitucional un derecho vivo, permitiendo que
el derecho procesal constitucional tenga un amplio desarrollo en nuestro país. En este
desarrollo, el Tribunal Constitucional ha tenido un rol de primer orden, así como, en
los últimos años, el Poder Judicial. Esto ha motivado una jurisprudencia rica y
provechosa, con notables avances, aunque también lamentables retrocesos.

En ese marco, el objetivo de este trabajo es conocer los aspectos básicos del Derecho
Procesal Constitucional Peruano, que tiene, además, como hito central en su desarrollo
la aprobación del Código Procesal Constitucional, aprobado por Ley N° 28237, que
entró en vigencia el 1 de diciembre de 2004.

El conocimiento y manejo de estos mecanismos procesales específicos para la tutela


de derechos fundamentales y de la supremacía de la Constitución, nos permitirán
emplearlos de la manera más eficiente para, con su impulso, consolidar a la
Constitución como norma jurídica, en el marco de la plena vigencia de un Estado
Constitucional y democrático de Derecho.
NOCIONES GENERALES

CONSTITUCION

En principio debemos señalar, que desde la perspectiva de la Teoría del Estado, todo
Estado tiene su Constitución, independientemente del régimen político o del modelo
de Estado que abraza o de la forma de gobierno que asuma. Sin embargo, desde la
Teoría Constitucional, solo es posible concebir un Estado con Constitución, en la
medida en que éste asegure la garantía de los derechos y establezca la separación de
poderes. Esta exigencia es tomada del artículo 16 de la Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano, del 26 de agosto de 1979, constituyéndose de esta manera,
en un dogma del constitucionalismo clásico. Hoy en día se debe comprender este
postulado, como una referencia al modelo de Estado de Derecho, incluso al tipo de
Constitución liberal y/o democrática.

Carl Schmitt, de forma acertada dice que “La palabra constitución reconoce una
diversidad de sentidos. En una acepción general de la palabra, todo, cualquier hombre
y cualquier objeto, cualquier establecimiento y cualquier Asociación, se encuentra de
alguna manera en una constitución, y todo lo imaginable puede tener una constitución.
De aquí no cabe obtener ningún sentido específico. Si se quiere llegar a una
inteligencia hay que limitar la palabra constitución a Constitución del Estado, es decir,
de la unidad política de un pueblo”.

Sin duda, cuando uno hace una rápida exploración bibliográfica, va a llegar a la
conclusión que existe una variedad de conceptos de Constitución, dependiendo cada
una de ellas, de la forma como encara su autor o mejor dicho de la ideología o filosofía
que asume. Esta preocupación se empieza a dar desde la antigüedad, pasando por la
edad media, hasta llegar a la edad moderna, donde se parte de una idea mucha más
clara. Por ejemplo, para Georg Jellinek, “Toda asociación permanente necesita de un
principio de ordenación conforme al cual se constituye y desarrolla su voluntad. Este
principio de ordenación será el que limite la situación de sus miembros dentro de la
asociación y en relación con ella. Una ordenación o estatuto de esta naturaleza es lo
que se llama una Constitución”. Por su parte Kelsen, nos dice, la Constitución, en
sentido formal, es cierto documento solemne, un conjunto de normas jurídicas que sólo
pueden ser modificadas mediante la observancia de prescripciones especiales, cuyo
objeto es dificultar la modificación de tales normas, en tanto, que la Constitución en
sentido material está constituida por los preceptos que regulan la creación de normas
jurídicas generales y, especialmente, la creación de leyes. Para Ferdinand Lassalle, la
Constitución, en esencia, es la suma de los factores reales de poder que rigen en un
país. Para Karl Loewenstein, la Constitución es un dispositivo fundamental para el
control del proceso del poder.

En nuestra opinión, la Constitución Política es un conjunto de normas fundamentales


que reconoce y protege los derechos constitucionales de las personas y como tal
establece la organización política del Estado, determinando la estructura y las
funciones de los órganos del poder público. La Constitución de un Estado
Constitucional y Democrático de Derecho esta llamada a ser la expresión de la
voluntad nacional; en tal sentido, se constituye en fuente de la organización política y
del sistema jurídico, siendo reconocida no solo como texto político sino también como
norma jurídica fundamental.

En tal sentido una Constitución democrática tiene las siguientes características:

– Es la expresión de la voluntad nacional.

– Es una norma política.

– Es una norma jurídica fundamental.

– Es una garantía de los derechos fundamentales.

– Es un compendio de normas para la organización del Estado.

– Establece el poder público a través de órganos que garantizan la división de


funciones.

Sin embargo, una Constitución una vez aprobada no siempre logra calzar con la
realidad de la sociedad estatal, convirtiéndose en una norma semántica o declarativa.
Por ello, una Constitución para que tenga una vigencia real y efectiva requiere ser
reconocida como norma jurídica, pasando a ser parte de una propuesta de un modelo
de Estado Constitucional y Democrático de Derecho, que en esencia recoge y proyecta
el principio de constitucionalidad.

ORIGEN (ANTECENDENTES)
Para centrarnos en los antecedentes del derecho constitucional debemos focalizar un
par de acontecimientos situados en el último cuarto del siglo XVIII que cambiaron el
mundo. Estamos hablando de la Revolución americana y de la revolución francesa.

REVOLUCIÓN AMERICANA:

Las colonias británicas en América se quejaban constantemente debido a la diferencia


con la que se aplicaba el derecho, de una forma mucho más deficiente que en el estado.
En 1765 Llegaron a rechazar los impuestos exigidos por la corona.

Entre 1774 y 1775 se formalizan varios congresos que finalizan con la independencia
de las colonias británicas, algunas de las cuales forman su propia constitución, y se
unieron en una nueva “Confederación”.

Esta confederación finalmente ganó la guerra y en 1787 se redactó un proyecto de


constitución federal aprobado por la mayoría de los Estados.

REVOLUCIÓN FRANCESA:

El antecedente auténtico del derecho Constitucional tiene lugar sin duda durante los
años de la Revolución francesa:

En 1789 en Francia se formula la “Declaración de los derechos del Hombre” con


carácter universal y atemporal. Sus estados Generales no se habían reunido desde el
año 1614 pero la presión social y la necesidad de una reforma les obligó a convocarse.
Tras la reunión de sus representantes en la Asamblea General, se originó de forma
inminente la revolución comenzando por la famosa “Toma de la bastilla”.

Los hechos comenzaron en julio de 1789, pero para agosto la Declaración ya había
sido manifestada. Se marcaron con gran énfasis las ideas generales del régimen
constitucional liberal:

1 – Soberanía nacional

2 – Estado representativo

3 – División de poderes

4 – Garantías de Libertad

5 – Derechos individuales respecto a los poderes públicos

6 – Principios de legalidad
La revolución francesa terminó con el absolutismo y con los privilegios de la clase
social burguesa. Finalizó el periodo de las justicias señoriales, fue el fin del
ordenamiento jurídico único y Poder judicial único. La iglesia católica perdió su poder
autoritario que desembocó en un Estado Laico.

ANTECEDENTES INTERNACIONALES

Los antecedentes internacionales están referidos a hechos y circunstancias


determinadas, que van perfilando el nacimiento de algo, en este caso del Derecho
Procesal Constitucional, así tenemos, por ejemplo, experiencias concretas que
trascendieron su época y espacio territorial, que vale la pena hacer una breve referencia
de algunas de ellas:

a. La doctrina del Juez Coke:

Tiene sus orígenes durante la primera mitad del siglo XVII en Inglaterra con el singular
caso del doctor Thomas Boham. El juez Sir Edward Cooke, afirmó que el derecho
natural estaba por encima de las prerrogativas del Rey. Se estableció entonces la
supremacía del common law sobre la voluntad real; quedando supeditados de la misma
forma la voluntad y los actos del parlamento. De esta forma, quedaron sentadas las
bases de lo que posteriormente sería el control constitucional de las leyes por parte de
los jueces, es decir el control constitucional difuso.

b. La revisión judicial norteamericana

Se origina durante la etapa colonial, cuando los tribunales coloniales apelaban a los
tribunales ingleses con respecto a determinadas leyes de las Asambleas coloniales.
Esta práctica continua entre la Declaración de Independencia (1776) y la Convención
Constituyente (1787) y conforma la base de la estructura constitucional de los Estados
Unidos.

A partir de la Convención de 1787 se asume la revisión judicial, teniendo como sus


propulsores a Hamilton, Madinson y Jay, que en sus comentarios a la Constitución
publicados en diversos periódicos de New York bajo el título de “El Federalista”,
sostienen, sobre todo Hamilton “el derecho de los tribunales a declarar nulos los actos
y leyes del legislativo que son contrarios a la Constitución”. Por lo tanto, los jueces
deben preferir la intención del pueblo a la intención de sus mandatarios, es decir la
Constitución a la ley ordinaria.

De Igual forma, la Constitución de Massachussets de 1780, sostenía en su Declaración


de Derechos, artículo XXIX que los tribunales tenían el derecho de declarar nulos los
actos de la legislatura que sean contrarios a la Constitución. Sin embargo y a pesar de
los antecedentes mencionados anteriormente, no se implantó de modo inmediato y
efectivo la revisión judicial. Sino fue a partir del gobierno de Jefferson, que se
consagró la revisión judicial (judicial review) con el famoso caso “Marbury versus
Madison” , en 1803 con la sentencia de John Marshall, magistrado de la Corte
Suprema.

Este caso se inicia cuando el Presidente federalista Adams, estando a punto de


culminar su período de gobierno, posterior a las elecciones de 1800 donde triunfo el
republicano Thomas Jefferson; se le ocurre efectuar algunos nombramientos
judiciales, contando con la anuencia del Congreso que recién concluía sus actividades
el 4 de marzo de 1801. El Presidente Adams nombró a personas que le eran afectas,
dentro de las cuales se encontraba William Marbury para que ocupe el cargo de juez
de paz en el Distrito de Columbia, siendo ratificado por el Senado que le extendió la
respectiva credencial. Al asumir Jefferson la presidencia ordenó a su Secretario de
Estado, Madison, que se niegue a facilitar tales credenciales, a modo de protesta.

Frente a esta situación Marbury recurrió al tribunal Supremo para que se le expidiera
oportunamente el mandato de comparecencia “writ of mandamus”, para obligar a
Madinson a que le expidiera oportunamente la credencial que le nombra como juez.
La demanda se apoyaba en la sección décimo tercera de la “Judicial Act” de 1789, que
autorizaba a la Corte Suprema a emitir un mandato de acuerdo a los fines principales
y a los usos de la ley, respecto de los tribunales inferiores o autoridades públicas.

Esta situación lo que planteaba era que si los jueces acataban una ley aprobada por el
Congreso, pero contraria a la Constitución, podía seguir siendo aplicada y conservar
su vigencia una vez demostrada su inconstitucionalidad.

La respuesta del Juez Marshall fue inteligente y contundente, declarando la


inconstitucionalidad de la sección decimotercera de la “Judicial Act” de 1789, por
considerar que las facultades del Congreso están delimitadas por el texto de la
Constitución.
De esta manera se sienta las bases de los principios de jerarquía de las normar jurídicas,
la primaria de la Constitución y la inviolabilidad de la Constitución. Asimismo se
plantea la necesidad de establecer mecanismos que permitan el control de
constitucionalidad de las leyes.

El control judicial sólo volvió a utilizarse en 1857, en el caso Dred Scott versus
Sandford, bajo otra Corte y con otro presidente, el juez Tanney y solo empieza a tener
cierta importancia a fines del siglo XIX.

Solo en pleno siglo XX, en la llamada revolución constitucional en la época de


Roosevelt, el principio se afirma, convirtiéndose el caso Marbury versus Madison en
un caso tipo que orienta y fundamenta la vida constitucional de los Estado Unidos.

c. El control político de la constitucionalidad de las leyes

Es el control de constitucionalidad de las leyes ejercidas por órganos políticos, con


exclusión de órganos judiciales, que adoptó Francia.

El primer antecedente lo encontramos en el instituto jurídico del “referé legislatif”, el


mismo que hacía referencia a la facultad del Poder Legislativo para interpretar el texto
oscuro de la ley. Posteriormente fue legalizado por una Ley del 27 de noviembre de
1790, siendo elevado a rango constitucional en 1791.

En 1795, el abate Enmanuel Sieyés propuso un organismo constitucional que vele por
la vigencia del orden constitucional. Posteriormente, Sieyés propuso la creación de un
Tribunal de Casación Constitucional para temas de reforma constitucional y de vacíos
de ley, asimismo plantea la declaración de inconstitucionalidad del acto
inconstitucional. Así mismo, el 20 de julio de 1795, Sieyés propone ante el Parlamento
la institucionalización de una especie de Tribunal Constitucional para juzgar todo
incumplimiento de la Constitución, con potestad para declarar la nulidad de dichos
actos viciados de inconstitucionalidad, permitiéndosele al Consejo de los Quinientos
y el de los Ancianos y a los propios ciudadanos el derecho de apelación o reclamación
ante el Tribunal. Finalmente Sieyés presenta un nuevo proyecto donde el Tribunal
Constitucional sería formado por 108 miembros elegidos anualmente por tercios por
la Asamblea Constituyente, la Asamblea Legislativa y la Convención; sin embargo
dicha propuesta fue rechazada por unanimidad por la Convención.
La Constitución de 1799 creó un Senado conservador conformado por 80 miembros
vitalicios e inamovibles que cumplía la función de control de la constitucionalidad,
pues tenía capacidad para juzgar los actos aparentemente inconstitucionales.

Durante la Segunda República y cuando estaba en vigencia la Constitución de 1848,


será el único momento histórico en que el Tribunal de Casación ejercerá el control de
constitucionalidad de las leyes.

En el Segundo Imperio se propició, a través de la Constitución de 1852, el


restablecimiento del Senado como órgano encargado de velar por el control de la
constitucionalidad de todas las leyes.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la Constitución de 1946 institucionalizó el


Comité Constitucional integrado por el Presidente de la República –quién lo presidía,
los Presidentes de la Asamblea Nacional y del Consejo de la República, 7 miembros
elegidos por la Asamblea Nacional y 3 por el Consejo de la República. Dicho Comité
realizaba un control preventivo, es decir, que debía llevarse a cabo con anterioridad de
la promulgación de la ley.

En la Constitución de 1958 el control político adquirió nuevo sesgo con la creación


del actual Consejo Constitucional, que tiene como función garantizar la
constitucionalidad de los actos de los poderes públicos, obligando al Parlamento a
permanecer dentro del marco de sus atribuciones constitucionales.

d. La jurisdicción constitucional de Europa de entreguerras

Si bien es cierto, que como antecedentes del control constitucional previos al período
de entreguerras tenemos la Constitución de Frankfurt de 1849, el proyecto de Kremsier
del mismo año, la Constitución Federal de Suiza de 1848 y su reformas de 1848 y
1874; sin embargo, en el primer cuarto del siglo XX aparece el control constitucional
en la Constitución de Weimar de 1919 bajo la figura del control por el poder judicial.
Asimismo, en 1919 la Constitución Federal de la República de Austria por vez primera
crea el Tribunal Constitucional, sentando las bases por primera vez del control
constitucional de tipo concentrado, es decir de un órgano especializado “ad hoc”, la
misma que fue promovida por el ilustre jurista Hans Kelsen. Este órgano fue creado
con la misión de garantizar la defensa de la jerarquía normativa y el principio de la
supremacía constitucional, así como de los derechos fundamentales.
Este modelo concentrado o también denominado kelseniano, recién se empieza a
expandir y ser asumido doctrinariamente después de la Segunda Guerra Mundial.

e. La jurisdicción en América Latina

Se desarrolla a partir del siglo XX, siguiendo inicialmente el control a cargo del Poder
Judicial, apareciendo por vez primera en la Constitución de Venezuela de 1858.

Será el modelo de los Estados Unidos el que sirve de referencia, sin embargo, no es
mecánica, tampoco inmediata, ni mucho menos completa. Como sostiene García
Belaunde “…puede sostenerse que nos mantenemos en el modelo americano o
europeo, según sea el caso, pero pudiendo distinguir, dentro de cada uno de ellos, cierta
peculiaridad en su desarrollo y adaptaciones”. En esa misma línea sostiene que el
constitucionalismo latinoamericano han tenido un desarrollo peculiar, que los hace
difícil clasificar dentro de los modelos europeo o americano, aunque ciertamente
parten de ellos, más del segundo que del primero, y que además se alimenta de la
doctrina de tales países.

f. Autores que han contribuido a su formación

Sin duda, la formación de esta disciplina se debe en gran medida al interés manifiesto
que han puesto algunos autores y profesores de derecho, que desde el estudio y la
enseñanza han perfilado su nacimiento y desarrollo, así tenemos, a algunos de ellos:
Hans Kelsen (Austria), Piero Calamandrei (Italia), Mauro Cappeletti (Italia), Niceto
Alcalá Zamora y Castillo (España), Eduardo J. Couture (Uruguay), Fix-Zamudio
(México), Néstor Pedro Sagüés (argentina), Domingo García Belaunde (Perú), Jesús
Gonzáles Pérez (España) y Rubén Hernández Valle (Costa Rica), Humberto Nogueira
Alcala (Chile) y Ernesto Rey Cantor (Colombia).

ANTECEDENTES NACIONALES

En la experiencia peruana, también encontramos antecedentes que es importante


anotar. Sin embargo, previo a ello, consideramos útil hacer referencia a la Constitución
de Cádiz de 1812, si bien no es propiamente una Constitución peruana, tal como
acertadamente lo sostiene Domingo García Belaunde, lo cierto que es un antecedente
importante que forma parte del pre-constitucionalismo peruano. En ella, como es
sabido, se buscaba limitar el poder que tenían los monarcas españoles, haciendo esta
constitución de corte liberal. Si bien es cierto, el rey Fernando VII, declaro nula esta
constitución, sin embargo, se constituye es un claro referente de lo que sucedería años
después.

En el Perú, por primera vez, se establece en la Constitución de 1856, que es nula toda
ley contraria a la Constitución. Dos años después, en 1858, Felipe Masías, quien luego
fuera Ministro de Economía y Finanzas, sostiene que el control constitucional de las
leyes debe ser ejercido por el Poder Judicial.

En 1919, una Comisión presidida por Javier Prado propone introducir en la


Constitución de 1920 el control judicial de la constitucionalidad, a cargo de la Corte
Suprema; sin embargo no es tomado en cuenta. Es a partir de 1920 que se desarrolla
con mayor plenitud el control constitucional de las leyes; sin embargo el primero que
hizo referencia a los tribunales especiales es Toribio Alayza y Paz Soldán .

La Comisión Reformadora del Código Civil, instalada en 1922, acogió una norma para
el futuro Código, que establecía el principio de inaplicación; pero el Código recién fue
promulgado en 1936.

Sin embargo, como sostiene García Belaunde, hasta acá el Perú solo apostó por un
control constitucional a cargo del poder judicial; es decir por el sistema difuso,
incidental, disperso y con alcances internares. Sin embargo, al lado del control difuso
a cargo del Poder Judicial, se ha incorporado, desde 1979, el Tribunal de Garantías
Constitucionales, hoy Tribunal Constitucional, con lo cual tenemos en principio dos
sistemas coexistiendo en un mismo ordenamiento. Por una lado, el sistema difuso a
cargo del Poder Judicial, y por otro, el sistema concentrado, a cargo del Tribunal de
Garantías Constitucionales, hoy Tribunal Constitucional.

La Constitución de 1979

Es recién con esta constitución que se consagra por primera vez, a escala
constitucional, el control difuso. Se crea el Tribunal de Garantías Constitucionales,
con dos funciones específicas: 1) Conocer en casación las resoluciones denegatorias
de habeas corpus y amparo; y, 2) Conocer la acción de inconstitucionalidad, o sea, el
control abstracto de las leyes.
La Constitución de 1993

Esta constitución repite el mismo esquema, pero añade el conocimiento en última


instancia (y no en casación) por parte del Tribunal Constitucional de todas las acciones
de garantía, que han sido aumentadas (habeas corpus, amparo, habeas data, acción de
cumplimiento). Además, el conocimiento de los conflictos de competencia o de
atribuciones entre determinados órganos del Estado.

A manera de conclusión, tomando las palabras de Domingo García Belaunde, podemos


decir que desde 1979 el Perú se afilió al modelo difuso del control constitucional, y
desde este año hace coexistir el modelo difuso con el modelo concentrado, no siendo
una mixtura, sino una coexistencia de dos sistemas en un mismo entramado normativo;
que no se cruzan ni se oponen en lo esencial.

DEFINICION DEL DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL

El Derecho Procesal Constitucional es aquella rama del derecho público que regula los
procesos constitucionales, en procura de lograr la eficacia de la Constitución y la
solución de conflictos producido entre un acto de autoridad o de un particular y sus
disposiciones. Estos procesos regulados y articulados por el Derecho Procesal
Constitucional, tienen como finalidad la primacía de la Constitución, la protección de
los derechos constitucionales, el cumplimiento de normas y actos administrativos en
base a la Constitución, y los conflictos de competencia y atribuciones entre órganos
públicos. De esta manera, le corresponde al Derecho Procesal Constitucional
proporcionar al sistema de justicia constitucional nacional, los elementos procesales
necesarios y apropiados para que un conflicto constitucional pueda ser decidido por
medio de una decisión jurisdiccional, ya sea en el Poder Judicial o en Tribunal
Constitucional, según sea el sistema adoptado por cada país o Estado, lográndose así
la plena vigencia de de la supremacía constitucional.

Desde la perspectiva de Ernesto Rey Cantor, el Derecho Procesal Constitucional, es


un conjunto de principios y normas jurídicas consagradas en la Constitución y la ley,
que regulan los “procesos constitucionales” y los “procedimientos constitucionales”,
cualquiera que sean los órganos encargados de preservar con justicia la supremacía de
la Constitución y la protección de los derechos humanos.

Por su parte, Néstor Pedro Sagüés, sostiene que el Derecho Procesal Constitucional,
analiza la magistratura constitucional (especializada o no) y los procesos
constitucionales, que son los específicamente programados para tutelar la supremacía
de la Constitución. Hitters sostiene que es el conjunto de preceptos que regulan el
proceso constitucional.

Nosotros consideramos, que el Derecho Procesal Constitucional, si bien es una rama


del derecho público interno o nacional, esta ha logrado desarrollarse y tener cierto
grado de autonomía, situación que en su formación contribuyeron el derecho
constitucional general –sobre todo la teoría constitucional- y el derecho procesal
general –sobre todo la teoría del proceso-. Hoy en día, esa disyuntiva que si es una
rama del derecho procesal o del derecho constitucional, paso a un segundo plano, pues
la realidad nos muestra que en las facultades de derecho se viene impartiendo como
curso independiente.

EVOLUCION DEL DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL

La doctrina y el mismo estudio de las normas reguladoras de los Procesos


Constitucionales, nos enseña que estas, deben ser estudiadas con independencia de las
normas sustantivas; lo cual se viene realizando desde hace muchos años, tare asumida
por los constitucionalistas, quienes en muchos casos, los mismos que carecían de
técnica procesal. Y es que el sistema procesal es importante en la aplicación de un
cuerpo normativo, siendo que en la mayoría de los casos para cada código sustantivo,
corresponde su respectivo código adjetivo, lo cual ocurre en disciplinas específicas
como son el Derecho Civil y Derecho Penal.

La complementación de la norma sustantiva con la adjetiva, también es aplicable al


Derecho Constitucional y al Derecho Procesal Constitucional, como cuerpos
normativos que regulan la estructura del Estado y la convivencia social. El primero
estudia a la Constitución, sea en su lectura del texto formal o material, a lo cual se
agregará ahora un texto que estudia una serie de instituciones procésales que buscan
hacer prevalecer la “parte sustantiva” del texto constitucional, incidiendo en la misma
a través de diversos mecanismo procesales que estén establecidos en ella, justificando
su denominación y función el Derecho Procesal Constitucional, “y es porque se trata
del primer código latinoamericano que aborda, de manera orgánica, integral y
sistemática, el conjunto de los procesos constitucionales y los principios procesales
que los sustentan”.

Con el nuevo Código Procesal Constitucional, algunas instituciones constitucionales


necesariamente irán evolucionando, la "Jurisdicción Constitucional", la misma que
esta formada por el conjunto de mecanismos procesales destinados a defender la
Constitución, cumpliendo con su función de control constitucional de las leyes y la
defensa de los derechos humanos, se ve ampliada Hay que destacar que el código deja
de lado la tradicional denominación de “garantías constitucionales”, reemplazándola
por la más moderna y técnica de procesos constitucionales.

DERECHOS PROCESALES CONSTITUCIONALES

1. Derecho a la jurisdicción

Es el derecho que tiene toda persona que sea sometida a un proceso y su consiguiente
juzgamiento, lo cual debe ser puesto ante la autoridad u organismo correspondiente y
no ante ninguno diferente.

2. Derecho al debido proceso

Es el derecho que tiene toda persona sometida o por someterse a un proceso, a contar
con un mínimo de condiciones, garantías y medidas de legalidad, de imparcialidad y
de ser oído, así como hacer uso del derecho de defensa.

3. Derecho a la tutela jurisdiccional

Es la facultad que tiene toda persona, de recurrir a los órganos jurisdiccionales


competentes para que éstos resuelvan un conflicto de intereses o declaren un derecho
insuficientemente indeterminado, garantizando la protección procesal necesaria, que
un justiciable requiere para el mejor esclarecimiento de su derecho.

FUENTES DEL DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL

La voz fuente deviene del latín “fons tis (fontis)”18, que en figurativo y según versión
de Marco Tulio Cicerón y Quinto Horacio Flaco, significa “origen, causa, principio”.

Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (Décimo Octava


edición, 1956), que recoge la versión latina de Marco Tulio Cicerón y Quinto Horacio
Flaco, en figurativo la voz “fuente” significa: “principio, fundamento u origen de una
cosa”.
En el ámbito del Derecho, Manuel Ossorio, en su Diccionario de Ciencias Jurídicas,
Políticas y Sociales, nos introduce al concepto de “Fuentes del Derecho” y explica que
la expresión adolece de gran ambigüedad, pues se emplea para designar fenómenos
diferentes.

Hans Kelsen, en su “Teoría Pura del Derecho”, afirma que la expresión es utilizada
para hacer referencia a:

1. Razón de validez de las normas. En este sentido la norma superior es “fuente” de la


inmediatamente inferior.

2. Forma de creación de la norma. Así el acto legislativo es “fuente” de la ley; el acto


de sentencia lo es de la sentencia; la costumbre lo es de la norma consuetudinaria.

3. Forma de manifestación de las normas. La Constitución, la Ley, los Decretos serían


en este sentido “fuentes” del Derecho.

4. También se habla de “fuentes” como el conjunto de pauta compuesto por


valoraciones, principios morales, doctrina, etc., que determinan la voluntad del
legislador, contribuyendo a dar contenido a la norma jurídica.

Para el positivismo jurídico, y siguiendo a Hans Kelsen, en su sentido más extendido,


puede decirse que hay una fuente de derecho en toda norma general o individual, en la
medida en que derivan de ella deberes, responsabilidades o derechos subjetivos.

Ahora bien, se puede clasificar las fuentes del derecho en dos categorías jurídicas y en
una categoría no jurídica sino complementaria, concepción que se explica a
continuación.

Tratare este aparte desde tres puntos de vista: las fuentes de aplicación, directas o
primarias; las fuentes de interpretación, indirectas o secundarias y las fuentes
complementarias o supletorias.

De esta manera, se puede explicar que se debe distinguir entre normas de aplicación,
normas de interpretación y principios axiológicos que auxilian la interpretación y
aplicación de la norma constitucional.

FUENTES DE APLICACIÓN, DIRECTAS O PRIMARIAS


La voz “fuente”, en sentido estricto, sólo se refiere a aquellas que producen normas
generales, abstractas y obligatorias; es decir, fuente directa es aquella que produce un
precepto jurídico. Dicho de otra manera, fuentes directas son las que emanan del poder
legítimamente constituido.

En este sentido, hablamos de fuentes directas, refiriéndonos ante todo a la Constitución


y a la Ley, pero la Ley en sentido general, es decir leyes de procedimiento
constitucional.

Son también fuentes directas los tratados y convenios internacionales.

FUENTES DE INTERPRETACIÓN, INDIRECTAS O SECUNDARIAS

La voz “fuente”, en sentido amplio, la entendemos aplicable a las fuentes de


interpretación de la ley procesal penal. Estas fuentes son de las que se vale la autoridad
encargada de aplicar la ley para aclarar su alcance ante una norma oscura o también
para lograr una orientación uniformadora en la aplicación de la ley.

En este sentido, son fuentes de interpretación del Derecho Procesal Constitucional:

a. La jurisprudencia constitucional.

b. La doctrina y los principios generales del derecho.

c. Los antecedentes parlamentarios.

d. Las exposiciones de motivos.

e. Las Constituciones, los Códigos y las leyes derogadas.

f. La legislación extranjera.

g. Las reglas de la sana crítica.

h. La costumbre constitucional.

FUENTES COMPLEMENTARIAS O SUPLETORIAS


La voz “fuente”, en un sentido extenso, no jurídico, se refiere a aquellas fuentes que
establecen criterios normativos, y que si bien no son de índole jurídicos, sirven para
resolver conflictos jurídicos de manera complementaria o supletoria.

En este sentido, son fuentes complementarias o supletorias del Derecho Procesal son:

a. La equidad.

b. La lógica.

c. La experiencia.

CONCLUSIONES

- El Derecho Procesal Constitucional es la disciplina cuyo objetivo es estudiar las


instituciones (órganos y procesos) que permiten garantizar la supremacía de la
Constitución y la tutela, desde la vía jurisdiccional, de los derechos fundamentales o
constitucionales.

Aunque en algunas oportunidades se discute su naturaleza (sustantiva, procesal o


mixta), se coincide en que su objetivo es analizar los mecanismos cómo se diseñan las
instituciones encargadas de garantizar la supremacía de la Constitución tutelar estos
derechos (magistraturas constitucionales), en el marco de los procesos creados para tal
efecto (procesos constitucionales).

- También llegamos a la conclusión de que el Derecho Procesal Constitucional ha


evolucionado grandemente trayendo consigo grandes cambios, unos buenos y otros
malos.

- El proceso de constitucionalización del derecho y el compromiso de los jueces


constitucionales han hecho del texto constitucional un derecho vivo, permitiendo que
el derecho procesal constitucional tenga un amplio desarrollo en nuestro país.

- El estudio del Derecho Procesal Constitución es amplio y abarca diferentes ramas del
derecho, tiene diferentes funciones y principios.
ANEXOS
BIBLIOGRAFIA

- LANDA ARROYO, Cesar. Departamento Académico de Derecho, Pontificia


Universidad Católica del Perú Marzo,Lima, 2011;
- NEYRA ZEGARRA, Ana. Material Auto Instructivo curso “derecho procesal
constitucional”, Lima, 2016;
- BARRIOS GONZALES, Boris. “Derecho Procesal Constitucional”, Panamá, 2011;
- ALZAMORA SILVA, Lizardo. La evolución política y constitucional del Perú
independiente. Lima, 1942, 58 p.;
- PAREJA PAZ-SOLDÁN, José. Derecho constitucional peruano y la constitución de
1979. Lima, 1980, p. 182;
- GARCÍA BELAUNDE, Domingo. “El constitucionalismo peruano en la presente
centuria”. Derecho, N.º 43-44, Lima, 1990, 59-101 p.; VV., AA. La constitución diez
años después. Lima: ICS, 1989, 414 p
- RIOJA BERMUDEZ, Alexander. “Procesal Constitucional”. Lima, 2009.

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