La pregunta por el ser del hombre ha sido la preocupación principal de la filosofía
occidental. Las respuestas a esta pregunta han sido mayoritariamente visiones reduccionistas, ya sean espirituales o materialistas. En la visión espiritualista el cuerpo es visto de forma negativa, como un objeto indeseable y ajeno al ser humano. La visión materialista reduce al hombre como un simple organismo biológico. Todo comienza y termina en su materialidad. El alma es concebida como la función de un cerebro más complejo. VISIONES REDUCCIONISTAS
Para Platón el hombre es alma y cuerpo, pero el cuerpo es considerado cárcel
y tumba del alma. El alma, como miembro del mundo de las ideas tiene por misión liberarse del cuerpo y volver a su existencia espiritual. Lo espiritual es la verdadera realidad. De aquí que Platón afirme rotundamente que “el hombre es su alma”. Para San Agustín de Hipona, el hombre es esencialmente alma: “el alma es un alma racional que se sirve de un cuerpo”. VISIONES REDUCCIONISTAS
Aristóteles concibe al hombre como un compuesto de materia y forma:
“cuerpo es materia y el alma es su forma”. Cuerpo y alma unidos forman al hombre. El alma se define como razón. De ahí la afirmación de que el hombre es un animal racional. Tomás de Aquino profundiza la teoría de Aristóteles. Postula la racionalidad del alma como la diferencia específica en la definición de hombre, esto es, animal racional. Es lo que constituye al hombre y su mayor característica. VISIONES REDUCCIONISTAS
En la época moderna, Descartes vuelve a instalar el dualismo. Afirma
que en el universo sólo existen dos sustancias: pensamiento y extensión. El cuerpo pertenece al mundo de la extensión y lo compara con una máquina. El hombre es pensamiento puro. El cuerpo, al ser visto como extensión, se entiende como una categoría que puede ser analizado cuantitativamente. De esta forma, Descartes crea una filosofía de la razón pura y fomenta la llegada del positivismo. Las ciencias positivistas explican el cuerpo humano en tanto objeto, no en tanto sujeto. LA VISIÓN FENOMENOLÓGICA
La fenomenología se opone a las visiones reduccionistas. Es por ello, que encuentra
apremiante el volver a las cosas mismas, a preguntarnos por el sentido de nuestro cuerpo sensible y por el sentido de nuestro entorno cotidiano y la forma en que nos movemos y somos en él. La tesis afirma que el hombre es una corporeidad subjetivada y posee una conciencia- encarnada. El cuerpo tiene la posibilidad de reflexionar sobre sí, es decir, de volver sobre sus vivencias, sus experiencias de mundo y del otro. Es por esto que la percepción y la reflexión son las dos caras del constituir corporal. LA VISIÓN FENOMENOLÓGICA
El enfoque fenomenológico muestra al hombre como una unidad. Esta totalidad
integral como expresión de una subjetividad. El cuerpo es materia, pero posee un “principio de organización”. Este principio es denominado subjetividad. LA PERCEPCIÓN
Entendemos la percepción como un saber experiencial que el cuerpo
adquiere con el tiempo. Se muestra como un fenómeno unitario, ya que la experiencia se ofrece como algo inmediato. La significación que se produce en el acto perceptivo es preconceptual. Anterior al yo pienso está el yo percibo. “Percibir es vivir, y vivir es conocer”. El cuerpo propio está en constante contacto con el mundo. Por ello sabe más del mundo que la reflexión posterior. LA REFLEXIÓN
Debemos entender a la reflexión como un saber con mayor grado de
explicitación. La reflexión causa una separación del cuerpo con el mundo e intenta demostrar el saber corporal desde cierta distancia. La principal tarea de la reflexión es educativa. Con ella podemos organizar, afirmar y reorientar nuestras experiencias perceptivas en busca de fines más discernidos. EL CUERPO HUMANO
En el mundo, se realiza una doble experiencia del ser:
1. Ser verdaderamente corpóreo. El cuerpo asegura un lugar en el mundo y en el tiempo. Asimismo, el ser cuerpo permite dar sentido a los cuerpos que coexisten en un mismo espacio. El cuerpo conoce al mundo y por ello sabe desenvolverse en él. El cuerpo es expresión, es comunicativo, es la presencia del ser personal ante el mundo.
2. Trascendencia de la dimensión corporal.
Al reflexionar y juzgar las experiencias corpóreas, se experimenta la trascendencia del cuerpo. Gracias a la conciencia de experiencias pasadas, el ser humano se constituye como un ser histórico y un proyecto. En el encuentro con el otro, se logra la comprensión de que no es el único en el mundo. El mundo es compartido. LA INTERSUBJETIVIDAD
La intersubjetividad tiene como punto de partida la intercorporeidad. Se refiere
al reconocimiento del otro. En un primer momento, el encuentro con el otro se entiende como un hecho perceptivo. En un segundo momento, la concepción del cuerpo propio como expresión de mi subjetividad conduce al reconocimiento del cuerpo ajeno como expresión de una subjetividad distinta. CONCLUSIONES Y SÍNTESIS
No pensamos “desde” el cuerpo, ni “con” el cuerpo, ni “a través” del cuerpo. Pensamos
“como” cuerpo, es decir, corporalmente. El aporte de la fenomenología al debate por el ser del hombre, permite el alcance a la comprensión del hombre en su totalidad. El cuerpo se presenta como una intencionalidad no tematizada, como una expresión de una subjetividad, como vía de acceso al mundo de las cosas, como punto de partida a toda experiencia. No es un ser determinado a priori por la naturaleza, sino condición y posibilidad para crear. CONCLUSIONES Y SÍNTESIS
El cuerpo permite alcanzar las dimensiones cognoscitivas, valorativas, imaginativas y
afectivas de sí y de su mundo. Esto es posible porque el cuerpo tiene la característica de flexionar-se sobre sí y re- flexionar sobre el mundo. Se deben analizar las vivencias para convertirlas en experiencias conscientes, comprendidas y en relación con otras. Lo que otorga continuidad, coherencia y valor. Así es como se contribuye al desarrollo del propio pensamiento y del propio ser. REFLEXIÓN FINAL
No tenemos cuerpo, somos cuerpo.
Ser cuerpo es estar en el mundo con los otros. La verdad abandona la adecuación del sujeto con el objeto y se transforma en un acontecimiento que implica a los sujetos entre sí y con y para el mundo. “La tarea del aprender y enseñar a percibir debe hacerse más pronto que tarde porque en aprender a percibir se nos va la vida”.