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I.

LA SITUACIÓN EN EL ESTE DE EUROPA EN 1581

LAS RUSIAS Y LA GRAN MOSCOVIA

Gran Rusia, pequeña Rusia, Rusia blanca, Rusia roja (Rutenia), todas las Rusias nacieron de
la Rus, la Rusia primogénita, la de Kiev. El Estado del gran príncipe de Kiev, por encontrarse
en la periferia de Europa, no dejaba de formar parte de ella, como lo comprueban las
múltiples alianzas matrimoniales de sus príncipes con las familias reales de Europa
occidental. Novgorod, antes de ser destruida por su rival moscovita, era terminal de la Hansa
y vivía a la hora de Hamburgo, Brema, Lübeck, Dantzig. Sin embargo, si uno considera a
Rusia en vísperas de la revolución petrina, a finales del siglo XVII, su “atraso” (la fórmula es
antigua entre los historiadores rusos) se puede evaluar según el historiador Kachanov, en seis
o siete siglos, considerando su estructura de la propiedad, su servidumbre campesina, sus
técnicas agrícolas, su vida intelectual. Esa diferencia no es sólo temporal (Iván IV el Terrible
parece vivir en los tiempos carolingios o merovingios), sino estructural. En Occidente el
soberano es la punta de una pirámide social; comparte el poder con sus nobles porque
comparte con ellos la nobleza. En Rusia, según Iván III, “todos son esclavos”; no hay pirámide
social, todos son iguales bajo el despotismo. El zar tiene la propiedad efectiva de la tierra,
que concede a cambio de servicios a sus servidores los “nobles”, así como a los campesinos,
siervos atados a dicha tierra. Fuera de Novgorod (antes de su ruina) no hay ciudades en el
sentido europeo, sino centros locales del poder central, plazas militares. Rusia no conoció la
universidad de los siglos XII y XIII, ni las órdenes religiosas, ni el gran comercio, ni el
Renacimiento, ni la Reforma.1
El cristianismo de los rusos empezó con la implantación2 de la Iglesia bizantina en la Rus
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de Kiev en el siglo x; el patriarca de Constantinopla nombra al metropolita (primado) de Kiev


y, después de la destrucción del Estado kievano por los mongoles (tártaros, dicen los rusos),
al de Vladimir (de 1300 a 1328), luego de Moscú con la transferencia de la sede
metropolitana. Cuando los tártaros quemaron Kiev en 1240 ya existían 16 diócesis. Kiev no
había prestado mucha atención al cisma de 1054, que fue considerado por lo que era de hecho,
una rivalidad entre Roma y Constantinopla; pero la toma de Constantinopla por los cruzados
en 1204 y la ofensiva paralela de los suecos y de los alemanes (caballeros teutónicos y Porta-
Gladios) provocó violentas reacciones antilatinas. Así Alejandro Nevski, luego proclamado
santo por la Iglesia rusa, vencedor de los suecos y de los teutónicos, prefirió ser vasallo del
Gran Jan que de los latinos (católicos). Moscú, mencionada por primera vez en la historia del
siglo XIII, asumió el relevo de Kiev, tanto política como religiosamente, y a fines del siglo XIV
era el centro de la Rusia del norte, después de la victoria de su gran príncipe Dimitri Donskoi
contra el jan Mamai (1380, batalla de Kulikovo). Moscú se indignó contra la unificación de
las iglesias proclamada en el Concilio de Ferrara-Florencia (1439), destituyó a su
metropolita, el griego Isodoro, que había aceptado la unión, y proclamó su independencia
Meyer, Jean. El Papa de Iván el Terrible: entre Rusia y Polonia (1581-1582). México, D.F.: FCE - Fondo de Cultura Económica, 2003. Accessed April 12, 2019. ProQuest Ebook Central.
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eclesiástica. La caída de Constantinopla en 1453 confirmó las convicciones de los rusos de
Moscovia. La política y la religión, la razón geográfica y las operaciones bélicas se
entrelazaron de manera inextricable. El resultado fue que nacieron entonces mitos duraderos
como “la Tercera Roma” y la “Santa Rusia”; nació la comunidad granrusa, “ortodoxa”, que no
dejó de sentir un odio visceral hacia el extranjero “heterodoxo”, “hereje”, latino, católico,
polaco, judío.

Pocos problemas han perturbado tanto a los rusos como el de sus relaciones con el Oeste
(Zapad). Eso empezó en el siglo XVI según nuestros documentos, e incluso un poco antes,
cuando desapareció el poder mongol que incomunicaba a la Gran Rusia. Es posible que ese
problema haya sido más profundo que todas las demás cuestiones políticas y económicas.
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Cuando apareció la sífilis en Rusia, le dieron el nombre de “mal latino”… Para decir “vete al
diablo”, se decía “vete al mundo latino” (Latinstvo); desde 1550 en la liturgia las oraciones
incluyen la fórmula “libéranos de los latinos y de los musulmanes”; los rusos se llaman a sí
mismos “cristianos” y califican a los católicos como “latinos”. Sin embargo las relaciones con
Roma fueron relativamente cordiales hasta finales del siglo XVI.
A lo largo del siglo XV los mercaderes y otros viajeros italianos estuvieron muy presentes;
cuando el Concilio de Florencia, fueron los arquitectos italianos quienes construyeron el
Kremlin; en el siglo XVI el admirable religioso Máximo el Griego (muerto en 1556) fue
abogado de un humanismo cristiano tolerante: debía a Florencia su idealismo neoplatónico y
su admiración por Savonarola. Intentó formar al joven gran príncipe Iván, el futuro Terrible; el
príncipe Andrei Kurbski, amigo del alma y jefe de los ejércitos de Iván hasta su huida a
Polonia en 1564, era un verdadero humanista que sabía latín. Pero esos 100 años de fuerte
influencia italiana despertaron la desconfianza contra el Oeste, en particular entre los monjes,
cuya influencia no dejó de crecer y siguieron cultivando la abominación de la Latinstvo.
Entre 1450 y 1550, si hemos de seguir a James H. Billington,3 Rusia vio en el Oeste dos
Meyer, Jean. El Papa de Iván el Terrible: entre Rusia y Polonia (1581-1582). México, D.F.: FCE - Fondo de Cultura Económica, 2003. Accessed April 12, 2019. ProQuest Ebook Central.
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