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Doctrina del día: reformulación del principio


de progresividad a 10 años de la ley 25675
general del ambiente. Avances y novedades
Por Thomson Reuters En 8 noviembre, 2012 · Añadir comentario · En Articulos de Opinión

Por Néstor A. Cafferatta, en Revista de Derecho Ambiental de


AbeledoPerrot

1.- Ley 25675 General del Ambiente.

Vamos a centrar nuestra atención en la reformulación del principio de progresividad, en el marco del aniversario de
10 años de la Ley 25675 General del Ambiente[1].
Como introducción, creemos oportuno hacer un balance provisorio de la Ley 25675; para ello vamos a recordar que
esta especie de Ley Orgánica responde a una estructura que es usual o normal del Derecho Ambiental
Latinoamericano y Caribeño[2], que presenta en común las siguientes características: 1ª la jerarquía constitucional del
derecho ambiental; 2ª un sistema legal encabezado por una Ley Marco, que fija los grandes lineamientos de la
política ambiental, tanto para los entes públicos, el gobierno, funcionarios públicos o Autoridades, como para los
privados; estableciendo en las últimas versiones (entre las que se incluye la propia Ley 25675), principios de derecho
ambiental, regula instrumentos de gestión ambiental, avanza sobre las normas principales en materia de recursos
naturales, daño ambiental, régimen básico de responsabilidad ambiental, civil, penal o administrativa, y un
dispositivo que regula los procesos, las acciones jurisdiccionales.
Así, la legislación en la Región se completa, con distintos tipos de leyes, algunas codificadas, con un criterio más
sectorial, y probablemente, históricas, que con el fin de lograr el “macro fin” del derecho ambiental (BENJAMÍN)[3],
reglan el uso, el aprovechamiento racional, conservación y la preservación de los recursos naturales, tales como el
agua, suelo, aire, la flora y los bosques, y la fauna silvestre, recursos panorámicos o escénicos, o áreas especialmente
protegidas. Este plexo normativo legal, responde a tiempos tempranos del Derecho Ambiental, cuando todavía no se
pensada en términos de esta novísima disciplina jurídica, sino de su antecedente más próximo, el Derecho de los
Recursos Naturales.
Todo ello, sin perjuicio de la existencia de una importante serie de normas más modernas, de claro cuña ambiental,
como las relativas a problemáticas complejas o difíciles, contaminación o polución ambiental, PCBS, transgénicos,
campos electromagnéticos, minería ambiental, y de una revolución de cambios, no sólo metodológico sino
epistemológico (o paradigmático), por los que se advierte una modificación del contenido, visión, y finalidades de las
anteriores leyes recursivas, que pasan de una pre comprensión “conservacionista”[4], (o del aprovechamiento
racional) del bien ambiental, desde la óptica de un “recurso” de la naturaleza, a un emplazamiento precautorio-
preventivo, basado en la idea fuerza de preservación.
Es extraordinario ver cómo con celeridad (para los tiempos de la ciencia jurídica) se modernizaron las leyes
ambientales a lo largo de los últimos seis lustros, toda vez que a principios de la década del 70” respondían a
conceptos dispersos de tutela ecológica, aunque pensados para lograr una explotación sin desperdicios de los recursos
naturales y en la actualidad denotan una identidad robustecida por nociones que califican el ambiente como un bien
colectivo, de naturaleza supraindividual, criterios integrales, o de UNIDAD ECOSISTÉMICA, en las que las barreras
de protección del bien jurídico tutelado, se ubica en la etapa temprana de la evitación del daño ambiental. También se
establecen en función socio- ambiental nuevos límites o restricciones a los derechos individuales, aun de aquéllos que
tiempo atrás se consideraban intangibles para el Derecho en general, como el derecho de propiedad.

Aunque aquellas primeras normas (de sesgo ambientales) de protección de los recursos naturales, constituyeron a no
dudarlo un valioso avance legal institucional, es notable señalar, con el definitivo surgimiento del “PARADIGMA
AMBIENTAL” (LORENZETTI)[5], la madurez, consistencia, vigor y fortaleza que hoy presentan, a punto tal que
como se ha dicho con razón, es “revolucionaria”, según la feliz calificación de Eduardo PIGRETTI[6]. Y si de
cambios hablamos, es justo reconocer que la criticada Ley 25675 General del Ambiente, se puso a la vanguardia de
esta necesaria innovación del diario sistema legal en defensa del ambiente.
Vamos a intentar a modo de ensayo, a la luz de los años transcurridos, desde su sanción en el año 2002, movidos por
la reciente doctrina judicial de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, destacar en este artículo, los aspectos
salientes de la Ley General del Ambiente. Una puesta a “punto” de la misma, con una sola pretensión: acompañar el
desarrollo del Régimen tuitivo de la Ley 25675; para finalmente, recalar en el PRINCIPIO DE PROGRESIVIDAD o
de no regresión, en su actual interpretación.

2.- Naturaleza jurídica

En primer lugar, se ha consolidado en la doctrina jurisprudencial y autoral, la idea que se trata de una ley, que al decir
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, in re “Asociación Ecológica de Pesca, Caza Náutica c/ Provincia de
Buenos Aires”[7], establece los presupuestos mínimos de protección ambiental que el Artículo 41 de la Constitución
Nacional anticipa, fija objetivos y principios rectores y los instrumentos de política y gestión ambiental.
También que como lo apuntaran con razón, Daniel SABSAY- Mará E. DI PAOLA[8], que se trata de una ley de
NATURALEZA “MIXTA”, en virtud de la cual se ha instaurado, parafraseando a nuestro Tribunal Cimero de
Justicia, un régimen jurídico integrado por disposiciones sustanciales y procesales. Al respecto hemos sostenido que
la Ley 25675 General del Ambiente, contiene normas de derecho civil en materia de responsabilidad por daños
ambientales, de derecho procesal o “ritual” formal sentando las “bases estructurales” en las piezas principales del
denominado por la doctrina, PROCESO COLECTIVO AMBIENTAL[9](acciones, legitimación activa, prueba, papel
del juez, efectos de la sentencia), y por supuesto de DERECHO ADMINISTRATIVO[10], todas con una impronta
ambiental.
Ahora bien, todas ellas ensambladas normativa, axiológica, y finalmente, en los principios, reglas y técnicas propias
de los “presupuestos mínimos”, según reza el Artículo 1º, “para el logro de una gestión sustentable y adecuada del
ambiente, la preservación y protección de la diversidad biológica y la implementación del desarrollo sustentable”.

Está claro que conforme lo establece en el Artículo 6º de la misma Ley 25675, se aplica de manera “uniforme o
común en todo el territorio nacional”, y “tiene por objeto imponer las condiciones necesarias para asegurar la
protección ambiental”. Y que en contenido, prevé “las condiciones necesarias para garantizar la dinámica de los
sistemas ecológicos, mantener su capacidad de carga y, en general, asegurar la preservación ambiental y el desarrollo
sustentable”,

Las disposiciones de la Ley 25675, “son de orden público y se utilizarán para la interpretación y aplicación de la
legislación específica sobre la materia, la cual mantendrá su vigencia en cuanto no se oponga a los principios y
disposiciones contenidas en ésta” (Artículo 3º). Esta regla es clave de bóveda en la hermenéutica jurídica que
caracteriza el ámbito de efectivo cumplimiento de dicha Ley, y deja traslucir la intención del legislador de dejar
“invadir”[11] el resto del sistema jurídico legal (y de las ramas clásicas del Derecho), con las directrices y reglas del
Derecho Ambiental, el que operará como un suerte de criterio prevalente.
Prueba de lo aquí afirmado es que el siguiente Artículo 4ª, comienza diciendo: “La interpretación y aplicación de la
presente ley, y de toda otra norma a través de la cual se ejecute la política Ambiental, estarán sujetas al cumplimiento
de los siguientes principios”. Principio de congruencia: La legislación provincial y municipal referida a lo ambiental
deberá ser adecuada a los principios y normas fijados en la presente ley; en caso de que así no fuere, éste prevalecerá
sobre toda otra norma que se le oponga”. Y que el Artículo 5ª (en el denominado principio de integración[12])
enuncia que “Los distintos niveles de gobierno integrarán en todas sus decisiones y actividades previsiones de
carácter ambiental, tendientes a asegurar el cumplimiento de los principios enunciados en la presente ley”.
Vemos entonces, en la Ley 25675, una Ley de presupuestos mínimos, de orden público o imperativa[13], de especial
naturaleza mixta, que establece las bases o los cimientos, con definidas pretensiones de uniformidad o común en todo
el territorio nacional, de la protección del ambiente y la sustentabilidad, sentando además con carácter prevalente,
frente a toda otra norma que la contraríe, los principios, fines y objetivos, los instrumentos, de política y gestión
ambiental, y el sistema federal ambiental, incluyendo en su seno, las reglas elementales del proceso colectivo
ambiental y de daño ambiental.
Ricardo LORENZETTI[14] enseña que el derecho ambiental, en cuanto portador del nuevo paradigma del derecho
en general: “el paradigma ambiental”, contiene principios y valores que denomina ESTRUCTURANTES, que
inciden sobre todos los institutos tradicionales del Derecho. El paradigma precisa, “es un modelo decisorio con
estatus anterior a la regla y condiciona las decisiones”, un modelo de pre- comprensión.
Digamos que los cambios paradigmáticos que produce la emersión de esta nueva forma de analizar las cosas, que por
su profundidad u hondo calado, se califican de “epistemológicos”, siguiendo el pensamiento de nuestro Presidente la
Corte Suprema de Justicia de la Nación[15], se pueden sintetizar, en la adopción como método de partida de “lo
colectivo para llegar a lo individual”, que desde la lógica ambiental, se concibe la función socio ambiental de la
propiedad, que el ambiente se desenvuelve en “la esfera social” de los individuos, reconoce “como sujeto de derecho
a la naturaleza”, modifica cualitativamente el sistema de reparación por el de “anticipación” (o de evitación del daño),
y tiene como punto de anclaje, los valores y los bienes colectivos. Son además, elementos del paradigma ambiental,
el bien colectivo, el derecho deber ambiental, el ambiente como macro bien y micro bien, y un sistema de causalidad
de interacción compleja.
En este contexto de estado en ebullición de la sociedad, del surgimiento con renovadas fuerzas de los derechos de
incidencia colectiva[16] referidos a bienes colectivos, de objeto indivisible y titularidad subjetiva supraindividual o
intereses individuales homogéneos, de necesaria metamorfosis copernicana, y mudanzas, en todos los institutos
clásicos del quehacer profesional, le cabe al DERECHO AMBIENTAL, operar como el “motor de cambio de una
nueva cultura jurídica”; creemos sin temor a equivocarnos, que es el derecho de vanguardia, aquel que capta mejor
estos tiempos difíciles de la denominada por el notable sociólogo alemán ULRICH BECK[17],, “Sociedad del
Riesgo” de los mega peligros (BERGEL[18]), de los procesos complejos, agitados de la vida en comunidad, tanto en
ámbitos locales, nacional, regional, o global, de la humanidad toda.
La Ley 25675 General del Ambiente, cumple un rol gravitante, esencial, al momento de fijar la política ambiental, en
el régimen jurídico argentino. Los principios que contiene, constituyen las ideas rectoras del ordenamiento legal
ambiental, tienen poder de irradiación[19], y son de preferente aplicación mediante un adecuado juicio de
ponderación[20], en caso de colisión concurrente con otras normas legales. A grandes rasgos, con un afán didáctico
sistemático, caracterizan su contenido institucional, los principios de política ambiental, los instrumentos de política y
de la gestión ambiental, sistema federal ambiental, daño ambiental y proceso colectivo ambiental.
Vamos a ver cuál o cuáles son las novedades más salientes de estos 10 años de vida, de la Ley que según entiende
José ESAÍN[21], reviste una naturaleza de “ley interpuesta”, que opera como si fuera “un puente entre los Artículos
41, 43 y 124 de la Constitución Nacional y el resto del sistema legislativo ambiental”; una especie de “referente
constitucional ambiental”, cuyas normas “pasan por el prisma del principio de fundamentalidad”, y porque además es
la “cabeza de playa”, de este novísima género de normas jurídicas legales: las normas de presupuestos mínimos de
protección ambiental, que están huérfanas de los casilleros clásicos del derecho inveterado, porque no se trata ni
responde a las clases de normas federales, nacionales o locales. Y por el contrario, son “SUI GÉNERIS”, en su
concepción, estructura, ámbito de aplicación, competencia, reglamentación, etcétera.
Nos adelantamos en la “pesquisa” que nos hemos impuesto como objeto de esta reflexión sobre la breve historia del
desarrollo de la Ley 25675 General del Ambiente, para subrayar que el mayor aporte jurídico lo encontramos en la
aplicación que se viene haciendo, desde la doctrina judicial, de los principios de política y gestión ambiental,
verdaderos Principios de Derecho Ambiental[22].
En especial, por lo diferente que todo lo conocido, que motoriza al decir de Luis FACCIANO[23], el “ejercicio activo
de la duda”, el principio precautorio[24], que trepa a grandes saltos a los primeros planos de la consideración jurídica,
en la resolución de los casos ambientales, pero de cuyo “reinado” en tiempos recientes, parece querer compartirlo,
una reformulación del hasta ahora, un oscuro u opaco personaje de nuestro teatro jurídico, más discreto o menos
espectacular, casi desapercibido, principio de progresividad[25], aunque siempre útil o valioso a la hora de buscar
soluciones prácticas a los problemas de la sustentabilidad.
También se registran novedades en materia de daño ambiental[26] (a partir del claro distingo entre el daño ambiental
colectivo y el daño ambiental individual) y se espera un mayor desenvolvimiento de una serie de instrumentos de
gestión ambiental, de los cuales falta todavía cubrir lagunas legales (como por ejemplo, el ordenamiento ambiental
del territorio, la evaluación de impacto ambiental en su tipo evaluación ambiental estratégica, los diversos
mecanismos de garantías financieras de recomposición del daño ambiental previstos en la Ley, como los fondos de
restauración, el Fondo de Compensación Ambiental), aunque se reconoce el esfuerzo legislativo realizado en ese
sentido, y la dirección que se viene dando o imprimiendo a la cuestión regulatoria.
Por último, es sumamente gratificante ver cómo nuestra jurisprudencia, y doctrina autoral, se ubica en la cabeza del
pensamiento de todo un movimiento a nivel internacional, que con el objetivo de lograr la efectiva implementación
del derecho ambiental, predica la necesidad de nuevos desarrollos de las estructuras de la Ley 25675 General del
Ambiente, en especial en materia de legitimación activa de obrar mediante una prudente apertura del catálogo de
habilitados para actuar en defensa del ambiental, horizontal o envolvente, del proceso colectivo ambiental (y la
acción de clases) en todas sus piezas o focos claves, y de la ejecución de la sentencia ambiental.

3.- Principios de Derecho Ambiental

Los principios son “normas jurídicas PRIMA FACIE”, en estado germinal, no acabado, un armazón o la arquitectura
básica (Ricardo LORENZETTI[27]), son al decir de calificada doctrina, ideas directrices, pautas de valoración, fines
del Estado, criterios o justificaciones, portadores de algo así como de “pociones mágicas” (MORAND
DEVILLER[28]), constituyen por su función de oxigenación o renovación, las “ventanas del ordenamiento”
(ESSER[29]), “órganos respiratorios” del derecho (GARCIA DE ENTRERRÍA[30]).
Siguiendo a Ronald DWORKIN[31], se apunta que los principios de derecho son estándares que cumplen con
exigencias de justicia, o de equidad, o alguna dimensión ética moral de este tipo. En ese sentido, otro paladín de la
doctrina de los principios de derecho, de nuestro tiempo, el notable Robert ALEXY[32], sostiene que se trata de
mandatos de optimización, en la medida de lo posible hay que observarlos. VIGO[33], nos recuerda que a pesar de la
multiplicidad de conceptos que existen en materia de principios, el Juez los utiliza para resolver cuestiones difíciles,
el legislador para proyectar normas legales, el jurista para pensar y el operador del derecho, para actuar.
Ampliando digamos que, son ideas directrices, “ideas fuerza o arbotantes” como lo diría Augusto MORELLO[34],
ideas elementales, fundamentales, nociones básicas, que marcan el inicio de algo (Homero BIBILONI), también
constituyen líneas de orientación que cumplen funciones informadoras, u organizativas del sistema en general,
“pensamientos directores de una regulación posible” (LORENZETTI[35]), más ligados “con el mundo ideal del deber
ser” que del ser (JAQUENOD DE SZOGOM[36]), pero que dotan de sentido unitario y coherente al conjunto; de
manera tal que de faltar, expresa con elocuencia el Magistrado Federal de México, Neófito LOPEZ RAMOS[37],
“cambiaría el carácter de la institución”.
Hemos señalado que cumplen infinidad de funciones: informadora (para colmar lagunas), de interpretación (por su
capacidad heurística, según Eduardo GARCIA DE ENTRERRIA[38]), compaginadora y organizativa, de FUNCIÓN
FUNDANTE[39], actúan además como filtros (purificador), diques de contención ante el avance disfuncional de
estructuras impropias o ajenas a la base, al tiempo que obran como cuñas de expansión para el desarrollo del derecho
ambiental, sirven para el despertar imaginativo, en tarea múltiple de incorporación del cambio, en tránsito vital
creativo, de inventiva y dinámica, recreadora de las viejas normas, obsoletas, para desbrozar la selva de la
“legislación motorizada”.
4.- Principio precautorio

Es doctrina judicial de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que

“El principio precautorio produce una obligación de previsión extendida y anticipatoria a cargo del funcionario
público. Por lo tanto, no se cumple con la ley si se otorgan autorizaciones sin conocer el efecto, con el propósito de
actuar una vez que esos daños se manifiestan. Por el contrario, el administrador que tiene ante sí dos opciones
fundadas sobre el riesgo, debe actuar precautoriamente, y obtener previamente la suficiente información a efectos de
adoptar una decisión basada en un adecuado balance de riesgos y beneficios. La aplicación de este principio implica
armonizar la tutela del ambiente y el desarrollo, mediante un juicio de ponderación razonable. Por esta razón no debe
buscarse oposición entre ambos, sino complementariedad, ya que la tutela del ambiente no significa detener el
progreso, sino por el contrario, hacerlo más perdurable en el tiempo, de manera que puedan disfrutarlo las
generaciones futuras”. In re, “SALAS, DINO y otros c/ SALTA, PROVINCIA de y otro”[40], Corte Suprema de
Justicia de la Nación, 26 de marzo de 2009.
“Que la aplicación del principio precautorio establece que, cuando haya peligro de daño grave e irreversible, la
ausencia de información o certeza científica no debe utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas
eficaces en función de los costos, para impedir la degradación del medio ambiente, lo que no puede confundirse con
la idoneidad de la acción meramente declarativa. El principio precautorio es un principio jurídico del derecho
sustantivo. De tal modo, una vez que se acredita el daño grave e irreversible, el principio obliga a actuar aun cuando
exista una ausencia de información o certeza científica, debiéndose efectuar un juicio de ponderación con otros
principios y valores en juego. El principio es una guía de conducta, pero los caminos para llevarla a cabo están
contemplados en la regulación procesal, que establece diferentes acciones con elementos disímiles, precisos y
determinados, que no pueden ser ignorados en una decisión que no sea contra LEGEM”. In re, “ASOCIACIÓN
Multisectorial del Sur en Defensa del Desarrollo Sustentable c/ COMISIÓN NACIONAL DE ENERGÍA
ATÓMICA”[41], Corte Suprema de Justicia de la Nación, 26 de Mayo de 2010.
5.- Jornadas Nacionales de Derecho Civil

Se considera doctrina autoral calificada por constituir las Conclusiones de las XXIII Jornadas Nacionales de Derecho
Civil, Tucumán, Setiembre de 2011[42] Comisión Nº 3: “Derecho de Daños”. Tema: “Principios de prevención y
precaución”, la que más abajo se resume.
“Los principios de prevención y precaución se inscriben dentro de la función prioritaria en el Derecho de Daños.
Dichos principios proyectan su operatividad en el campo sustancial y procesal. El principio precautorio es un
principio general del Derecho de Daños que impone el deber de adoptar medidas adecuadas con el fin de evitar
riesgos de daños potenciales a la vida, la salud y el ambiente”.

“Sin perjuicio de las reglas generales sobre la carga de la prueba, el principio precautorio conduce a la adopción de un
criterio de facilitación de la prueba por parte del tribunal a favor de quien lo invoca. Los presupuestos de activación
del principio precautorio son: a) riesgo, amenaza o peligro de daño grave o irreversible; b) incertidumbre o ausencia
de información científica. Son condiciones de aplicación de las medidas precautorias: a) proporcionalidad o
razonabilidad; b) transparencia; c) provisionalidad; d) eficacia en función de los costos. El principio precautorio está
dirigido tanto al Estado, como también a los particulares”.

6.- Evaluación Ambiental estratégica

La doctrina judicial de la Corte, anticipa la necesidad de revisar, ampliar y enriquecer, un instituto muy caro del
derecho del ambiental, la evaluación de impacto ambiental, cuando en el resonante caso SALAS, por el desmonte de
bosques nativos, ordena la realización en forma conjunta, de una “evaluación ambiental acumulativa”, integral o
acumulativa.

Así se dijo: “Que la aplicación del principio precautorio en este caso, obliga a suspender las autorizaciones de tala y
desmonte y su ejecución en los cuatro departamentos de mención, hasta tanto se efectúe un estudio de impacto
acumulativo de dichos procesos. El estudio referido deberá ser realizado por la Provincia de Salta, en forma conjunta
con la SAYDS de la Nación, la que deberá resguardar el respeto de los presupuestos mínimos en la materia.
Asimismo, deberá dar amplia participación a las comunidades que habitan en la zona afectada. Dicho estudio deberá
concentrarse en el análisis del impacto ambiental acumulativo de la tala y desmontes señalados sobre el clima, el
paisaje y el ambiente en general, así como las condiciones de vida de los habitantes. Deberá proponer asimismo, una
solución que armonice la protección de los bienes ambientales con el desarrollo en función de los costos – beneficios
involucrados”. Corte Suprema de Justicia de la Nación, in re “SALAS, DINO y otros c/ SALTA, PROVINCIA de y
otro”[43], 26 de marzo de 2009.
Cabe señalar que, en lo que consideramos un fruto de la evolución, madurez y expansión del Derecho Ambiental
sobre la base de la Ley 25675 General del Ambiente, la reciente Ley 26639[44] de Presupuestos Mínimos para la
Preservación de Glaciares y Ambiente Periglacial, incluye en su articulado la siguiente disposición:
Artículo 7º. “Evaluación de impacto ambiental. Todas las actividades proyectadas en los glaciares y en el ambiente
periglacial, que no se encuentran prohibidas, estarán sujetas a un procedimiento de evaluación de impacto ambiental
y evaluación ambiental estratégica, según corresponda conforme a su escala de intervención, en el que deberá
garantizarse una instancia de participación ciudadana de acuerdo a lo establecido en los artículos 19, 20 y 21 de la
Ley Nª 25.675 Ley General del Ambiente, en forma previa a su autorización y ejecución, conforme a la normativa
vigente”.

En tanto que su decreto reglamentario 207/11, incluyó la definición que a continuación se transcribe: “Se entiende
por Evaluación Ambiental Estratégica aquel proceso sistemático de estudio de impactos ambientales de las políticas,
planes o programas y de sus alternativas, incluyendo la preparación de un informe escrito y las conclusiones de la
evaluación y su uso en los procesos de decisiones públicas”.

7.- Principio de progresividad

Con la introducción, vamos a adentrarnos en la temática central de este artículo, y es la reformulación del principio de
progresividad.

Se sabe que el Artículo 4º de la Ley 25675 General del Ambiente, lo contiene conforme la siguiente enunciación:
“Los objetivos ambientales deberán ser logrados en forma gradual, a través de metas interinas y finales, proyectada
en un cronograma temporal que facilite la adecuación correspondiente a las actividades relacionadas con esos
objetivos”. Hemos señalado, en coincidencia, que Homero M. BIBILONI[45] enseña, que este principio, responde a
ideas de temporalidad, de involucramiento paulatino, de concientización, y de adaptación.
Es por ello que se entiende que la idea de progresividad recogida por la Ley 25675, “es entendida en un sentido de
gradualidad temporal, no sustancial p material, en otras palabras, la fórmula de la ley trasluce una idea temporal (y no
de progresividad de contenidos)”. Y que el principio de progresividad, según lo explican Natalia GIACOSA – Juan S.
LLORET[46], sirve para “la armonización del derecho colectivo ambiental y los derechos individuales patrimoniales
en conflicto con aquel”.
También, que del principio de progresividad derivan dos sub principios: la proporcionalidad, referido a la
razonabilidad en los tiempos que insumen los cambios impuestos por la normativa, el equilibrio de medios y fines, la
equidad, en suma la viabilidad en el cumplimiento de las exigencias. Y gradualidad, que también se extrae del
Protocolo Adicional al Tratado de Asunción sobre Medio Ambiente.

Al respecto, la Ley de Protección del Medio Ambiente 7070 / 2000, de la Provincia de Salta, instituye este
PRINCIPIO DE GRADUALISMO, por el que “se reconoce que dadas las condiciones económicas y culturales de la
Provincia, la degradación de la calidad ambiental, no puede ser superada de un día para el otro, por lo tanto la
autoridad pública y la sociedad civil deberán cooperar con las empresas públicas y privadas para implementar las
medidas de control, contención y prevención del daño ambiental. El cambio debe ser incremental para permitir un
gerenciamiento y manejos adaptativos”.

Cabe señalar que la Ley General del Ambiente 17283, Artículo 6, relativa a los principios de política ambiental
nacional, apartado c), de la República Oriental del Uruguay, invoca junto con el principio de Integración, el principio
de gradualidad: “la incorporación gradual y progresiva de las nuevas exigencias, sin que por ello deba reconocerse la
consolidación de situaciones preexistentes”.

José A. ESAÍN[47], apunta que existen dos caras de la misma moneda. “Por un lado, la progresividad, que implica la
obligación de adoptar soluciones GRADUALES, y dejar de lado cortes drásticos en favor de la protección del
entorno. Y agrega, “hemos visto que la protección del ambiente tiene como contrapartida la limitación de derechos
individuales, y ella puede comportar una restricción de derechos individuales. La progresividad evita soluciones
extremas que comporten la anulación del derecho individual”.
Por el otro, “como pauta de interpretación y operatividad de un derecho fundamental, la progresividad implica que el
esfuerzo hecho por el Estado en cuanto a la protección del ambiente no puede disminuir, sino que debe ser cada vez
mayor, sobre todo a la sazón de las reglas derivadas de los instrumentos internacionales de derechos humanos”
(Artículo 2.1 PIDESYC, que conforma el bloque de constitucionalidad luego de la reforma 1994, Artículo 75 inciso
22 CN).

Del esquema dual indicado, “en la primera de las visiones estaremos ante una noción conservadora, con menos
tendencia a la igualdad que en la segunda. Y expresa: “Si se prioriza la protección a derechos individuales,
imponiendo restricciones a la nueva facultad de policía ambiental que hoy posee el Estado, estamos ante un principio
que se mostrará con base conservadora; pues se retrasa el desembarco del nuevo modelo colectivo de la
sustentabilidad. Y concluye, “pero hoy, además de la primera versión de progresividad se impone pensar también en
su contracara, un punto de vista más igualitario, que indica que el Estado no puede disminuir su esfuerzo protector”.

Así, desde la óptica de la defensa de los Derechos Humanos, Víctor ABRAMOVICH- Christian
COURTIS[48] entienden que “la consagración constitucional de la prohibición de REGRESIVIDAD producida por la
asignación de jerarquía constitucional al PIDESC, a partir de la reforma de 1994, ha agregado un nuevo criterio al
control de razonabilidad de las leyes y reglamentos cuando se examina judicialmente la adopción de normas que
reglamentan derechos económicos, sociales y culturales. En efecto, la obligación de no regresividad implica un
control “agravado” del debido proceso sustantivo”.
Es que “evidentemente, un mismo derecho puede ser pasible de varias reglamentaciones razonables, de modo que el
principio de razonabilidad excluía las reglamentaciones irrazonables, pero permitía que el legislador o el Poder
Ejecutivo escogieran dentro de las opciones razonables, la más conveniente de acuerdo a su apreciación política. La
obligación de no regresividad agrega a las limitaciones vinculadas con criterios de evolución temporal o histórica:
aun siendo racional, la legislación no puede empeorar la situación de la reglamentación del derecho vigente, desde el
punto de vista del alcance y amplitud”.

“Ahora bien, ¿Cuándo puede afirmarse que una norma reglamenta o implementa un derecho social es regresiva
respecto de otra? Lo será en principio, partiendo de la definición del Artículo 2 del PIDESC, cuando el grado de
efectividad del derecho social reglamentado por la norma impugnada resulte menor al que había alcanzado en el
derecho interno antes de la sanción de esta norma. Esto es, cuando la norma impugnada limite, restrinja o reduzca la
extensión o el sentido de un derecho social o le imponga condiciones que con anterioridad no debía sortearse. En
definitiva el juicio que el impugnante deberá proponer es de tipo comparativo, debiendo poner en evidencia de modo
concreto y categórico que la norma impugnada es menos favorable para el titular del derecho que la sustituida”. Y en
el afán de fijar criterios para determinar la regresividad, postulan recurrir por analogía, a los parámetros de
comparación que se emplean en el derecho laboral, en especial los criterios de acumulación (que lleva a la
comparación de normas aisladas, alejadas del contexto sistemático en las que se insertan) y CONGLOBAMIENTO
(de consideración completa del sistema establecido por la norma).
En esta tesitura, los autores de referencia, afirman que en la materia rige la doctrina de la inversión de la carga de la
prueba, en virtud de la cual, “la prueba de que una norma es regresiva determina una presunción de invalidez o de
inconstitucionalidad, transfiriendo al Estado la carga de argumentar a favor de la racionalidad de la legislación
propuesta”. Y más adelante, sostienen en resumen, “la verificación del carácter regresivo de la norma conlleva, de
antemano, una presunción de ilegitimidad de la medida, y conduce a la necesidad de realizar un escrutinio estricto
(STRICT SCRUTINY) o un severo control de razonabilidad y legitimidad de la medida y del propósito de la norma,
quedando a cargo del Estado, la prueba de su justificación. En caso de duda habrá de estarse contra la validez de la
norma regresiva”.

Aclaran en cuanto al criterio denominado escrutinio estricto, que la carga de la administración es alta, y en caso de
duda, el juez deberá inclinarse por la inconstitucionalidad; siendo este estándar o patrón de juicio, aplicable ante las
denominadas por la doctrina norteamericana, de “categorías sospechadas”, en general ante la revisión judicial de las
restricciones a un derecho fundamental.

En los Prolegómenos de la Conferencia de Río + 20, el principio de no regresión, como lo denomina MICHEL
PRIEUR[49], uno de los líderes de este movimiento, ha sido objeto de una serie muy valiosa de estudios: Argentina,
tan sólo, registra además del artículo de José ESAÍN, trabajos de Gonzalo SOZZO, Valeria BERROS, Juan Sebastián
LLORET, Natalia GIACOSSA, Luciana SBRESSO, entre otros.
Valeria BERROS[50], detalla que, a fines del 2010, el Ministerio Nacional de Ciencia y Tecnología (MINCYT),
aprobó un Proyecto encabezado por el prestigioso Centro, CRIDEAU de la Universidad de LIMOGES, con la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral UNL, de Investigación Binacional
denominado, “La aplicabilidad del principio de no regresión en materia medioambiental. Posibilidades y
perspectivas”, Código A 10 H03.
A partir de allí, se realizó el “I Seminario Internacional Francia- Argentina”. Y en la segunda mitad del año, los días
22 y 23/09/11, se llevó a cabo en Limoges, el II Seminario de similares características; en los que “se profundizó la
discusión en torno a los fundamentos posibles de consolidar de la edificación del principio de no regresión a partir de
un repertorio de trabajos sobre el tema, realizados por diferentes juristas de distintos países del mundo”.

Esta joven autora, vincula este principio (no regresividad) a la noción de equidad INTERGENERACIONAL; cuya
“idea remite a su vez, al interrogante acerca del “volumen” que debe ser transmitido a las generaciones por venir en
virtud del lazo inter generacional que las une”. Y que “en nuestro derecho, y articulado al problemático concepto de
desarrollo sustentable, se refiere a la obligación de no comprometer las necesidades de las generaciones futuras, así
como también de velar por el goce del ambiente apropiado, pensando en el hoy pero también en el mañana. Así la
indagación por el “qué” y el “como” de la transferencia inter generacional queda planteada”

Valeria BERROS[51], cree que, “La idea de “mínimo” pone de manifiesto una de las cuestiones más complejas que
podría postularse en torno a la no regresión, que es la determinación del “volumen de transferencia” hacia las
generaciones futuras. Su delimitación podría oscilar entre la mantención de un mínimo existencial de todo aquello
que fuera posible según un juicio de razonabilidad o la consolidación de un máximo a transferir, lo cual da cuenta del
riesgo que se corre al consolidar un idea de “mínimo” en lugar de “máximo” a transferir, lo que podría traducirse en
términos de un esfuerzo mínimo o máximo en relación con el porvenir”.
Por último, señala una segunda problemática respecto de la configuración de los mínimos de protección, en lo
relativo a la delimitación de su contenido, recurriéndose a la técnica para determinar la capacidad de carga de los
ecosistemas, o la fijación de estándares o mínimos de tolerancia, lo que indica la necesidad de interrogar y explorar
sobre esta forma de producción de saberes, funcionamiento interno, límites y posibilidades a la luz de la problemática
ambiental.

En relación a la denominación del principio de no regresión o prohibición de regresión, M. PRIEUR[52] dice que la
terminología usada no se ha establecido de forma definitiva: se habla de “principio de STANDSTILL” en derecho
belga (Isabelle HACHEZ, también Maurice KAMTO), efecto “TRINQUETE” expresión de François OST, Van de
KERCHOVE), o de norma del trinquete ANTIRRETORNO, de intangibilidad de los derechos fundamentales (Oliver
DE FROUVILLE), derechos adquiridos legislativos o de carácter irreversible de los derechos humanos (Konrad
HESSE).
Y apoya, “la hipótesis de un derecho ambiental no regresivo y por lo tanto, de un derecho que sea obligatoriamente
progresivo, en la consagración del medio ambiente como un nuevo derecho del hombre. El derecho ambiental ha
pasado a convertirse en un derecho fundamental, se beneficiará de las teorías existentes previamente cuyo objetivo es
aumentar aún más las eficacia de los derechos humanos, lo que impide retroceder y de esta manera garantizar la no
regresión de este derecho que ha sido reconocido como fundamental, y por ello, irreversible”.

Desde esta tesitura, podría afirmarse que “el derecho conlleva unas normas intangibles valederas de una cláusula de
eternidad, según la expresión de las teorías normativistas de KELSEN y MERCK”.
PRIEUR[53], enseña que la “no regresión” se justifica: 1) por el carácter finalista del derecho ambiental; 2) por
esencia teleológica del mismo, con valores vinculados al ser humano; 3) en defensa de las generaciones futuras.
Así señala el “carácter finalista del derecho ambiental”, cuyo objetivo es la progresión de la protección del medio
ambiente. También considera que el derecho ambiental posee por “naturaleza, una esencia teleológica”, cargada de
“valores y fines vinculados al ser humano en su interdependencia con la biodiversidad”; que “tampoco puede
disociarse del interés colectivo para la supervivencia de la humanidad” y para la conservación “de los bienes
comunes” (bienes colectivos, en nuestro derecho), y porque lo que está en juego es la protección de los avances
alcanzados en el contenido de las legislaciones medioambientales.

También apunta que “la regresión del derecho ambiental que se decida hoy constituirá una vulneración de los
derechos de las generaciones futuras, ya que lleva a imponer a dichas generaciones un medio ambiente degradado
(…) en la actualidad al modificar una ley ambiental para reducir su grado de protección, estamos imponiendo a las
generaciones futuras un ambiente más degradado a través de una ley con contenido regresivo”.

Un concepto clave, es el de retroceso que se produce cuando escudándose en la simplificación del derecho, el
ejecutivo o el parlamente, aprovechan para disminuir de forma insidiosa el nivel de protección del medio ambiente, o
cuando lo que se pretende debatir es la voluntad de suprimir la norma o reducir sus exigencias, por intereses
contrarios que no han demostrado ser jurídicamente superiores a los intereses relacionados con la protección del
ambiente. Se habla entonces, de las regresiones insidiosas, progresivas o graduales, que son las que más amenazan al
derecho ambiental.

Por último, señala que existen tres modalidades diferentes de expresar la voluntad de no regresión: 1) a través de una
proclamación expresa; 2) a través de una exigencia de protección del ambiente mediante medidas nacionales a un
nivel que sea, como mínimo, igual al nivel de protección internacional; 3) de forma más indirecta, aunque no por ello
menos explícita a través de las cláusulas de incompatibilidad con otros acuerdos, o que en caso de competencia o
diferencias entre varios convenios, confirman la superioridad o preeminencia del tratado que propone la mayor
protección del medio ambiente.

Rebecca COOK[54], dice que el principio de no regresión está implícito en los acuerdos sobre los derechos humanos;
dicho principio, es una obligación negativa inherente a cualquier obligación positiva que acompaña a un derecho
fundamental. PIDESYC de 1966 impone a los Estados “lograr progresivamente la plena efectividad de los derechos
aquí reconocidos” (Artículo 2- 1). HACHEZ (véase PRIEUR) afirma que esta cláusula de progresividad, “se opone
en forma correlativa a la adopción de medidas regresivas”. El Artículo 11- 1 reconoce el “derecho de toda persona a
una mejora continua de las condiciones de existencia”. El Artículo 12, relativo al derecho a la salud, estipula “la
mejor de todos los aspectos relativos a la higiene del medio”.
En función de lo expuesto, por el principio de progresividad, el legislador no puede menoscabar derechos
fundamentales a no ser que los reemplace por un régimen que ofrezca al menos la misma protección. Se trata de
mejorar el ejercicio real de un derecho confiriéndole eficacia, lo que obliga al Parlamento a dar en todo momento a la
legislación un “efecto ascendente”, según la expresión de D. ROUSSEAU. Y que el retroceso de un derecho no puede
descender por debajo de cierto umbral sin desnaturalizar el derecho en cuestión.

Concluye Michel PRIEUR[55], con esta profunda reflexión, “El derecho ambiental contiene una esencia intangible
estrechamente vinculada al más intangible de los derechos humanos: el DERECHO A LA VIDA, entendido como un
derecho a la supervivencia frente a las amenazas que sufre el planeta debido a las múltiples degradaciones del medio
de vida de los seres vivos”. Para advertir que los jueces (encargados de valorar los casos de regresión), “tendrán que
crear una nueva escala de valores para garantizar, de la mejor forma posible, la supervivencia del frágil equilibrio
entre el hombre y la naturaleza, teniendo en cuenta la globalización del medio ambiente.
Gonzalo SOZZO[56], dice que “el principio de no regresión exige repensar la idea de progreso que el derecho
moderno recepta como un dogma. Es verdad que el principio de no regresión podría apoyarse en la idea de desarrollo
sustentable; sin embargo, una perspectiva más radical acerca de la idea de progreso permite un punto
ARQUIMÉDICA más universal: la idea de progreso como perdurabilidad[i] que, a su vez, se sustenta en la idea de
patrimonio común de la humanidad y de la responsabilidad para con las generaciones futuras (…) La idea del
progreso como implementación progresiva es más reciente; parte del reconocimiento de que los objetivos y las metas
no pueden ser alcanzados de manera inmediata o instantánea, sino que requieren un proceso de implementación.
Y más adelante explica que, “la progresividad se vincula, entonces, con la idea de que el derecho es eminentemente
instrumental, encontrándose materialmente orientado por la política.- Esta cuestión permite comprender que haya
sido con los derechos sociales que la idea de progresividad ha adquirido carta de ciudadanía en el campo legal.- esta
idea de progresividad ha sido entendida por los tribunales como una prohibición de retroceso. En efecto, si debe
marcharse siempre hacia adelante, ello implica no retrocederse. Aquí aparece la primera versión de la idea de no
regresividad: si es necesario asegurar el progreso como progresividad – faceta positiva-, ello implica, al mismo
tiempo, la inhibición de los retrocesos – faceta negativa”.
Entendemos que el principio de progresividad encuentra fundamento legal en nuestro régimen, no sólo en el Artículo
4º de la Ley 25675 General del Ambiente, sino también en el Artículo 28 de la Constitución Nacional, que consagra
el principio de razonabilidad (BIDART CAMPOS) o la garantía del debido proceso sustantivo (LINARES); y desde
el punto de vista de los Derechos Humanos, en el Artículo 2.2, del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, por el cual, “cada uno de los Estados Parte se compromete a adoptar medidas, (…)
especialmente económicas y técnicas, hasta el máximo de los recursos de que disponga, para lograr progresivamente,
por todos los medios adecuados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas, la plena eficacia de los
derechos aquí reconocidos”.

GIACOSA- LLORET[57], señalan que el Artículo 26 de la Convención Americana de Derechos Humanos, en cuanto
establece el compromiso de adoptar providencias, especialmente económicas y técnicas, “para lograr
progresivamente la plena efectividad de los derechos que se derivan de las normas económicas, sociales y sobre
educación, ciencia y cultura (…) en la medida de sus recursos disponibles, por vía legislativa u otros medios”. Y el
Acuerdo Marco sobre Medio Ambiente del Mercosur, Capítulo I, siendo entre sus principios “la promoción de la
protección del medio ambiente y del aprovechamiento más eficaz de los recursos disponibles, mediante la
coordinación de políticas sectoriales, sobre la base de los principios de gradualidad, flexibilidad y equilibrio”.
Creemos que a los fundamentos legales antes citados, agregamos las normas establecidas en el Artículo 2º inciso b),
de la Ley 25675 General del Ambiente, en tanto prevé que la política nacional deberá cumplir entre sus objetivos,
“promover el mejoramiento la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras en forma prioritaria” y el
Artículo 6º, que define normas de presupuestos mínimos NPMPA, en cuyo contenido, persigue “asegurar la
preservación ambiental y el desarrollo sustentable”.

8.- Proceso colectivo ambiental

La Corte, también ha contribuido en la formación de una valiosa doctrina en materia de proceso colectivo ambiental,
con la novedad que a lo largo de estos últimos años, viene construyendo silenciosamente, la denominada teoría del
proceso urgente, autónomo y definitivo de derecho ambiental. Veamos los principales fallos en la materia.

“En primer lugar, frente a la invocación de una amenaza al bien ambiental, no puede soslayarse la existencia de
diversos medios procesales aptos, como la acción de amparo, prevista en el artículo 43 CN y las acciones de la Ley
25675 General del Ambiente, en tanto que la acción meramente declarativa exige “que no dispusiera de otro medio
legal” (A. 322 CPCCN). Para la acción meramente declarativa se requiere, la demostración de una falta de certeza
jurídica que pudiera producir un perjuicio a quien demanda, lo que no puede confundirse con la falta de certeza
científica a que alude el principio precautorio. En efecto, esta última no es sobre la relación jurídica, sino sobre el
curso de eventos próximos a suceder y si éstos causarán un daño grave e irreversible, no al interesado de modo
individual sino al ambiente como bien colectivo”. In re “ASOCIACIÓN Multisectorial del Sur en Defensa del
Desarrollo Sustentable c/ COMISIÓN NACIONAL DE ENERGÍA ATÓMICA”[58], Corte Suprema de Justicia de la
Nación, 26 de Mayo de 2010.
“En asuntos concernientes a la tutela del daño ambiental, las reglas procesales deben ser interpretadas con un criterio
amplio que, sin trascender el límite de su propia lógica, ponga el acento en su carácter meramente instrumental de
medio a fin, que en esos casos se presenta una revalorización de las atribuciones del tribunal al contar con poderes
que exceden la tradicional versión del juez espectador, y que un examen cerradamente literal de las normas rituales
previstas para el clásico proceso ADVERSARIAL de índole Intersubjetivo sería frustratorio de los intereses
superiores en juego”. In re “ASSUPA c/ YPF Y OTROS”[59], 29 de agosto de 2006, Corte Suprema de Justicia de la
Nación
“Las facultades ORDENATORIAS del proceso que le reconoce el artículo 32 de la Ley 25675 General del Ambiente
al Tribunal en las causas vinculadas a la recomposición del ambiente dañado deben ser ejercidas con rigurosidad. La
circunstancia de que en las actuaciones hayan sido morigerados ciertos principios vigentes en el tradicional proceso
ADVERSARIAL civil y, en general, se hayan ELASTIZADO las formas rituales, no configura fundamento apto para
permitir la introducción de peticiones y planteamientos en apartamiento de reglas procedimentales esenciales que, de
ser admitidos, terminarían por convertir el proceso judicial en una actuación anárquica en la cual resultaría frustrada
la jurisdicción del Tribunal y la satisfacción de los derechos e intereses cuya tutela procura”. In re “PROVINCIA DE
LA PAMPA c/ Provincia de Mendoza”[60], Corte Suprema de Justicia de la Nación, 17 marzo 2009.
“Los jueces tienen amplias facultades en cuanto a la protección del ambiente y pueden ordenar el curso del proceso, e
incluso darle trámite ordinario a un amparo o bien dividir las pretensiones a fin de lograr una efectiva y rápida
satisfacción en materia de prevención. El límite de estas facultades está dado por el respeto al debido proceso, porque
los magistrados no pueden modificar el objeto de la pretensión, examinando un tipo de acción como si se tratara de
otro distinto”. In re “ASOCIACIÓN Multisectorial del Sur en Defensa del Desarrollo Sustentable c/ COMISIÓN
NACIONAL de Energía Atómica”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, 26 de Mayo de 2010.

“Esta Corte ha sostenido que, como regla, las resoluciones que se refieren a medidas cautelares, ya sea que las
ordenen, modifiquen o extingan, no autorizan el otorgamiento del recurso extraordinario ya que no revisten el
carácter de sentencias definitivas. Sin embargo, también ha dicho que cuando se peticiona la protección del ambiente
basada en el principio de prevención o de precaución, no se trata de una medida cautelar, sino de un proceso urgente
autónomo y definitivo. De tal modo, hay sentencia definitiva, a los efectos del recurso extraordinario, cuando se
resuelven cuestiones relativas a la aplicación de los principios referidos, contemplados en la Ley General del
Ambiente”, In re “ASOCIACIÓN Multisectorial del Sur en Defensa del Desarrollo Sustentable c/ COMISIÓN
NACIONAL de Energía Atómica”[61], Corte Suprema de Justicia de la Nación, 26 de Mayo de 2010.
9.- Daño Ambiental

Por último, este breve recorrido por la doctrina jurisprudencial derivada de las sentencias dictadas por la Corte en
materia de la Ley 25675 General del Ambiente, se completa con párrafos del memorable fallo recaído en el caso
“Matanza Riachuelo”, en punto a la temática “daño ambiental”.

“La presente causa tendrá por objeto exclusivo la tutela del bien colectivo. En tal sentido tiene prioridad absoluta la
prevención del daño futuro, ya que según se alega en el presente se trata de actos continuados que seguirán
produciendo contaminación. En segundo lugar, debe perseguirse la recomposición de la polución ambiental ya
causada conforme a los mecanismos que la ley prevé, y finalmente, para el supuesto de daños irreversibles, el
resarcimiento”.

“El daño que un individuo causa al bien colectivo ambiente se lo está causando a sí mismo la mejora o la degradación
del ambiente beneficia o perjudica a toda la población, porque es un bien que pertenece a la esfera social y
transindividual, y de allí deriva la particular energía con que los jueces deben actuar para hacer efectivos estos
mandatos constitucionales. La tutela del ambiente importa el cumplimiento de los deberes que cada uno de los
ciudadanos tienen respecto del cuidado de los ríos, de la diversidad de la flora y la fauna, de los suelos colindantes, de
la atmósfera. Estos deberes son el correlato que esos mismos ciudadanos tienen a disfrutar de un ambiente sano, para
sí y para las generaciones futuras”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, 20/06/06, ORIGINARIO. “Mendoza,
Beatriz Silvia y otros c/ Estado Nacional y otros s/ daños y perjuicios derivados de la contaminación ambiental del
Río Matanza Riachuelo”[62]
10.- Colofón

La Ley 25675 General del Ambiente es una ley de presupuestos mínimos de protección especial, mixta, de orden
público, que establece las bases o el marco de la legislación ambiental, a todos los niveles. Es portadora además, de
los denominados Principios de Derecho Ambiental.

A 10 años de su vigencia, ha logrado permear dentro del sistema jurídico argentino, imprimiendo su singular
impronta precautoria-precautoria, de sustentabilidad, equidad inter generacional, y responsabilidad, en el Derecho de
Daños, o de instrumentos de gestión y política ambiental (entre los que se destaca no solamente, la evaluación de
impacto ambiental, sino también los mecanismos de participación, información pública ambiental, ordenamiento
ambiental, control y fiscalización),

En su permanente, dinamismo vital, cambiante y aplicación, se renueva periódicamente, de lo que da cuenta la


reformulación del llamado principio de progresividad, en su versión actual, de no regresión.

Finalmente, semejante postura es la que asomó con caracteres nítidos de adopción en la Declaración de Buenos
Aires[63], de las Segundas Jornadas Preparatorias del CONGRESO MUNDIAL SOBRE JUSTICIA, Gobernanza y
Derecho para la Sostenibilidad Ambiental, previas a Río + 20, llevadas a cabo recientemente en Capital Federal, los
días 23 y 24 de abril de 2012, bajo los auspicios de la UNEP, y que reuniera a un numeroso foro de los Presidentes de
Tribunales Superiores y magistrados de rango superior, fiscales generales y fiscales principales, auditores generales,
asesores jurídicos superiores y otros representantes de la comunidad jurídica mundial.

[1]LORENZETTI, Ricardo, “La nueva ley ambiental argentina”, LL, 2003-C.-1332. KEMELMAJER DE
CARLUCCI, Aída: “Estado de la jurisprudencia nacional en el ámbito relativo al derecho ambiental colectivo
después de la sanción de la Ley General del Ambiente”, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de
Buenos Aires, Anticipo de Anales – Año LI, 2º Época – Nº 44- p. 12, La Ley, Julio 2006. CAFFERATTA, Néstor A.,
“Ley 25.675 General del Ambiente. Comentada, interpretada y concordada, DJ, 2002- 3, p. 1133, boletín del 26 de
diciembre 2002. Ídem, “Daño ambiental colectivo y Proceso civil colectivo. Ley 25675”, en Revista de
Responsabilidad civil y Seguros, Año V, Nº II, marzo-abril 2003, p. 51. También, “Ley 25.675 General del
Ambiente. Comentada, interpretada y concordada,” en la Revista Antecedentes Parlamentarios, Mayo- 2003, Nº 4, p.
673, Editorial La Ley.- ídem, “Daño ambiental colectivo y proceso civil colectivo. Ley general del ambiente 25.675:
compendio de reformas sustantivas y formales”, en la Revista Antecedentes Parlamentarios, Mayo- 2003, Nº 4, p. 71,
Editorial La Ley. GARCIA MINELLA, Gabriela, “Ley General del Ambiente. Interpretando la nueva legislación
ambiental”, p. 19, en obra colectiva “Derecho Ambiental. Su actualidad de cara al tercer milenio”, EDIAR, 2004.
RODRIGUEZ, Carlos A., “Ley General del Ambiente de la República Argentina. Ley 25675 Comentada”, LEXIS
NEXIS, 2007. DI PAOLA, Maria Eugenia – SABSAY, Daniel A. “El Daño Ambiental Colectivo y la nueva Ley
General del Ambiente”, Anales de Legislación Argentina, Boletín Informativo Nº 17, Editorial La Ley. ídem,
“La Participación Pública y la Nueva Ley General del Ambiente”, Anales de Legislación Argentina, Boletín
Informativo Nº 14, Editorial La Ley. También véase, de los mismos autores, “El Federalismo y la nueva Ley general
del ambiente (Ley 25.675)”. Anales de la Legislación Argentina, Boletín Informativo Nº 32, Editorial La Ley. Para
consultar posturas críticas, véase MOYANO, Amílcar: “Leyes de presupuesto mínimo ambiental”, ED Serie Especial
Derecho Ambiental, p. 4, 22/04/2004.- “Ley General del Ambiente. A propósito de su invalidez o de su aceptable
aplicación”, en Revista de Derecho Ambiental, LEXIS NEXIS / Instituto El Derecho por un Planeta Verde Argentina,
Nº 4, p. 228, 2005.- ídem, “Ley General del Ambiente 25675: conjetura sobre su validez”, en LL Gran Cuyo, 2006-
427. PIGRETTI, Eduardo, “¿Ley General del ambiente? Anales de Legislación Argentina, Boletín 32/2002 p.2.
VALLS, Mario F.: “La Ley 25675, Ley General del Ambiente. Una miscelánea de medidas protectoras del ambiente
uniformes que sigue dispersando la legislación ambiental federal”, JA 2003-III-1294. DE BENEDICTIS, Leonado,
“Comentarios acerca de la ley general del ambiente (Ley Nacional 25675)”, DJ, 2003-4-407. LAGO, Daniel: “La Ley
General del ambiente. Ley 25.675 y sus reglas procesales. Reflexiones sobre su constitucionalidad”, JA. 2003-III-
1272; del mismo autor: “La aplicación de la ley25675 a los juicios individuales derivados de la
contaminación”, Revista de Derecho Ambiental / Instituto El Derecho por un Planeta Verde Argentina, Editorial
ABELEDO- PERROT, Octubre/Diciembre 2006, p. 117. Asimismo, BEC, Eugenia- FRANCO, Horacio: “La mala
definición de presupuestos mínimos de la Ley General del Ambiente” JA 2005-IV, 1445. Ídem, “El derecho
ambiental no es tan hereje como lo pintan. Una interpretación extralimitada de las reglas procesales establecidas por
la Ley General del Ambiente25675”, ED Serie Especial Derecho Ambiental, 25/07/2005, p. 1. También, “¿Puede el
clínico desplazar al cirujano de la mesa de operaciones? A propósito del artículo 33 Ley General del
Ambiente25675”, Revista de Derecho Ambiental 6, p. 251, Abril/Junio 2006 Editorial LEXIS NEXIS.
[2]CAFFERATTA, Néstor A., “Instituciones de Derecho Ambiental Latinoamericano”, p. 9, Revista de Derecho
Público, 2009- II, Derecho Ambiental – II, RUBINZAL- CULZONI Editores, Noviembre de 2009.
[3]BENJAMÍN, Antonio H. ¿Derechos de la naturaleza?, p. 31, en obra colectiva “Obligaciones y contratos en los
albores del Siglo XXI”, homenaje al Profesor Doctor Roberto LOPEZ CABANA, bajo la Dirección de Oscar
AMEAL, y la coordinación de Silvia TANZI, ABELEDO- PERROT, 2001; también, véase “Objetivos del Derecho
Ambiental”, p. 57, en “El futuro del Control dela Polución yla Implementación Ambiental”, Congreso Internacional
de Derecho Ambiental 5, Sao Paulo, 2001.
[4] CANO, Guillermo J., “Génesis y evolución del derecho de los recursos naturales y del derecho ambiental.
Vínculos del autor con el tema”, ED, 161- 673.
[5]LORENZETTI, Ricardo L., “El paradigma ambiental”, en Revista Investigaciones, p. 213, Corte Suprema de
Justicia de la Nación, Buenos Aires, 2006. Ídem, “El paradigma ambiental”, p. 13, Tomo I, obra colectiva,
“Perspectivas sobre Derecho Ambiental y de la Sustentabilidad”, EUCASA, Universidad Católica de Salta, 2007.
También vid, “Teoría del Derecho Ambiental”, La Ley, Abril 2008.
[6]PIGRETTI, Eduardo A. “El derecho ambiental como revolución social político jurídica”, LL 28/09/2004, p. 1.
[7]CSJN, “Asociación Ecológica de Pesca, Caza Náutica c/ Provincia de Buenos Aires”, 12 de agosto de 2008.
[8]SABSAY, Daniel A. – DI PAOLA, María Eugenia: “El Federalismo y la nueva Ley General del Ambiente”,
ADLA, Bol. Inf. Nº 32, p- 47 a 54 / 2002. “La Participación Pública yla Ley General del Ambiente”, ADLA, Bol. Inf.
Nº 14 / 2003, p. 14. “El Daño Ambiental Colectivo y la nueva Ley General del Ambiente”, ADLA, Bol. Inf. 17 /
2003, p. 1. ESAÍN, José A., “Competencias Ambientales”, p. 190, Abeledo Perrot, 2008.
[9]MORELLO, Augusto- CAFFERATTA, Néstor A., “Procesos colectivos en la Ley General del Ambiente25675”,
DJ, 2-1265. Vid. “Los procesos colectivos ambientales”, en obra colectiva, “Acceso al Derecho Procesal Civil”,
Tomo I, Capítulo 22, p. 403, También, “Visión procesal de cuestiones ambientales”, RUBINZAL CULZONI, 2004.
BIANCHI, Alberto: “Las acciones de clases”, Ábaco, 2001. VERBIC, Francisco: “Procesos colectivos”, ASTREA,
2007. GAINNINI, Leandro: “La tutela colectiva de los intereses individuales homogéneos”, Platense, 2007.
LORENZETTI, Ricardo: “Justicia colectiva”, RUBINZAL CULZONI, 2010. FALCON, Enrique: “una definición de
procesos colectivos”, p. 17, en “REVISTA DE DERECHO PROCESAL”, 2011- 2. También en Revista de Derecho
Procesal, 2011- 2, p. 49, véase el trabajo de ARAZI, Ronald, “Reflexiones para la regulación de los procesos
colectivos”, OTEIZA, Eduardo: “Procesos colectivos”, 2006, Rubinzal Culzoni. LORENZETTI, Pablo:
“Particularidades de la sentencia ambiental: posibilidad de fallar extra y ultra patita y cosa juzgada erga omnes”, en
obra colectiva “SUMMA AMBIENTAL”, Tomo II, p. 1299, Abeledo Perrot, 2011.
[10]HUTCHINSON, Thomas- FALBO, Aníbal: “Derecho Administrativo Ambiental”, Platense, 2011. También
véase, BOTASSI, Carlos: “Derecho Administrativo Ambiental”. Librería Editora Platense, 1997. CAFFERATTA,
Néstor A., “Derecho Ambiental y Derecho Administrativo”, Suplemento de Jurisprudencia de Derecho
Administrativo, a cargo de Agustín GORDILLO, enLa Ley, ejemplar del 18 de febrero de 2005.
[11]MOSSET ITURRASPE, Jorge: “El daño ambiental en el derecho privado”, p. 31, de la obra colectiva “El daño
ambiental”, TºI, Rubinzal- Culzoni, 1999.
[12]ESAIN, José A. “Competencias Ambientales”, p. 355, Abeledo Perrot, 2008. Emplea la misma denominación,
RODRIGUEZ, Carlos A., “Ley General del Ambiente de la República Argentina. Ley 25675 Comentada. Normativa
Complementaria”, p. 78, Lexis Nexis, 2007.
[13]BUSTAMANTE ALSINA, Jorge A., “El Orden Público Ambiental”, LL.1995-E-916. CANO, Guillermo J. “El
orden público ambiental”, LL 1979-A-224. CAFFERATTA, Néstor A. “El Orden Público y el Paradigma
Ambiental”, ED Suplemento de Derecho Ambiental, 6 de febrero de 2007. FALBO, Aníbal J. “Derecho Ambiental”,
p. 42, PLATENSE, 2010. ESAÍN, José: “Competencias Ambientales”, p. 190, Abeledo Perrot, 2008.
[14]LORENZETTI, Ricardo L., “El paradigma ambiental”, en Revista Investigaciones, p. 213, Corte Suprema de
Justicia de la Nación, Buenos Aires, 2006. Ídem, “El paradigma ambiental”, p. 13, Tomo I, obra colectiva,
“Perspectivas sobre Derecho Ambiental y de la Sustentabilidad”, EUCASA, Universidad Católica de Salta, 2007.
También vid, “Teoría del Derecho Ambiental”, La Ley, Abril 2008.
[15]LORENZETTI, Ricardo L., “El paradigma ambiental”, en Revista Investigaciones, p. 213, Corte Suprema de
Justicia de la Nación, Buenos Aires, 2006. Ídem, “El paradigma ambiental”, p. 13, Tomo I, obra colectiva,
“Perspectivas sobre Derecho Ambiental y de la Sustentabilidad”, EUCASA, Universidad Católica de Salta, 2007.
También vid, “Teoría del Derecho Ambiental”, p. 7, La Ley, Abril 2008.
[16]GORDILLO, Agustín. “Derechos de Incidencia colectiva”, Capítulo II, Sección II, de su Tratado de Derecho
Administrativo, tomo 2: “La defensa del usuario y del administrado, 6º, Fundación de Derecho Administrativo, 2003.
CAFFERATTA, Néstor A., “Los Derechos de Incidencia Colectiva”, páginas 1–13, en el Suplemento de Derecho
Administrativo, bajo la Dirección de Agustín GORDILLO, ejemplar del 16/02/2006. SALGADO, José M., “Los
derechos de incidencia colectiva en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación”, Rubinzal
Culzoni, 2010. “Halabí, Ernesto c/ Poder Ejecutivo Nacional- ley 25873- dto 1563/04 s/ amparo ley16986”, LL,
2009-B, 157.- SAGÚES, Néstor P., “La creación pretoriana del amparo- acción de clase como proceso
constitucional”, JA, 2009- II, p. 25, fascículo n. 4. CSJN, 24/02/09CATALANO, Mariana – GONZALEZ Rodríguez,
Lorena, “Los litigios masivos según el prisma dela Corte Suprema”, LL, 2009-B, 601.- GELLI, María A, “La acción
colectiva de protección de derechos individuales homogéneos y los límites al poder en el caso “Halabí”, LL,
Suplemento Constitucional, marzo 2009, p. 29.- GÓMEZ, Claudio – SALOMÓN, Marcelo J., “La Constitución
Nacional y las acciones colectivas: reflexiones en torno del caso Halabi”, LL, Suplemento Constitucional, mayo
2009, p. 41.- RODRIGUEZ, Carlos: “Las acciones colectivas a la luz de un fallo dela CSJN”, DJ, 2009, 726.-
SABSAY, Daniel A., “El derecho a la intimidad y la acción de clase”, LL, 2009-B, 404.- MAURINO, Gustavo –
SIGAL, Martín, “Halabi: la consolidación jurisprudencial de los derechos y acciones de incidencia colectiva”, JA,
2009- II, p. 39, fascículo n. 4.- DALLA VIA, Alberto R., “El activismo dela Corte Suprema puesto en defensa de la
privacidad”, JA, 2009, p. 34, fascículo n, 4.- CASSAGNE, Juan C., “Derechos de incidencia colectiva. Los efectos
erga omnes de la sentencia. Problemas de reconocimiento de la acción colectiva”, LL, 2009-B, 649. SPROVIERI,
Luis E., “Las acciones de clase y el derecho de daños a partir del fallo Halabí”, JA, 2009- II, p. 52, fascículo n. 4.-
[17]BECK, ULRICH, “La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad”, PAIDÓS Ibérica, Barcelona, 1998.
[18]BERGEL, Salvador, “Introducción del principio precautorio en la responsabilidad civil”, p. 1008, en obra
colectiva “Derecho Privado”, Homenaje al profesor doctor Alberto J. BUERES, Hammurabí, 2001.
[19]LÓPEZ RAMOS, Neófito “La protección jurídica de la biodiversidad”, p. 319, en obra colectiva “Memorias del
1º Encuentro Internacional de Derecho Ambiental”, SEMARNAT – INE / PNUMA, México, 2003. Véase del mismo
autor, “Resúmenes de sentencia ambiental pronunciadas por órganos judiciales de países de América Latina”
PNUMA, serie de documentos sobre derecho ambiental 11, 2003.- ídem, “Procesos constitucionales y protección
ambiental en Latinoamérica” p. 141 en Simposio de jueces y fiscales de América Latina. Aplicación y cumplimiento
de la norma ambiental, 23 y 24 de septiembre 2003 FARN, Buenos Aires 2003.-
[20]ALEXY, Robert “Teoría de los Derechos Fundamentales”, 2ª Ediciòn, Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales”, p. 38 – 45, 2007
[21]ESAÍN, José: “Competencias Ambientales”, p. 177, Abeledo Perrot, 2008.
[22]CAFFERATTA, Nestor A. “Principios de Derecho Ambiental”, JA, 2006-II, 1142.
[23]FACCIANO, Luis A. “La agricultura transgénica y las regulaciones sobre bioseguridad enla Argentina y en el
orden internacional. Protocolo de Cartagena de2000”, en AA.VV, Tercer Encuentro de Colegios de Abogados sobre
temas de Derechos Agrarios, Instituto de Derecho Agrario del Colegio de Abogados de Rosario, 2001, p. 247.
[24]ANDORNO, Roberto: “El principio de precaución: Un nuevo estándar jurídico para la era tecnológica”, LL,
2002-D-1326.- ídem, “Pautas para una correcta aplicación del principio de precaución”, JA, 2003-III, fascículo n. 4,
p. 29.- BESTANI DE SEGUIR, Adriana: “El principio de precaución en el derecho argentino”, Revista de Derecho
Ambiental 13, Enero/ Marzo 2008, p.209, Instituto El Derecho por un Planeta Verde Argentina / Lexis Nexis.- ídem,
“Gestión de riesgos y principio de precaución”, EDA, enero / marzo 2009, Nº 17, p. 19.- BERGEL, Salvador Darío:
“Introducción del principio precautorio en la responsabilidad civil”, p. 1008, en obra colectiva “Derecho Privado”,
Homenaje al profesor doctor Alberto J. BUERES, Hammurabí, 2001. ídem, “La recepción del principio precautorio
enla Ley General del Ambiente”, ED, 22/04/2004.- “Las variedades transgénicas y el principio de precaución”
Seminario Internacional “Biotecnología y Sociedad”, desarrollado los días 16 y 17 de noviembre de 1999.-. Del
mismo autor: “La recepción del principio precautorio enla Ley General del Ambiente”, ED, 22/04/2004. ESTRADA
OYUELA, Raúl: “Comentario sobre algunos principios de derecho ambiental”, ED Serie Especial Derecho
ambiental, 25/07/2005, p. 16.- ESTRADA OYUELA, Raúl – AGUILAR, Soledad: “El principio o enfoque
precautorio en el Derecho Internacional y enla Ley General del Ambiente”,La Ley Suplemento de Derecho
Ambiental FARN, Año X, Nº 4, 22/09/2003, p. 1.- FALBO, Aníbal J., “El principio precautorio del Derecho
Ambiental y sus funciones cautelares y de interpretación”, p. 506, Abeledo – Perrot, Buenos Aires, Nº 4 / 2005
Octubre. ídem, “La tutela del ambiente ante la incertidumbre”, Revista de Derecho Ambiental (en adelante RDA) 13,
Enero/ Marzo 2008, p.161, Instituto El Derecho por un Planeta Verde Argentina / Abeledo- Perrot.- SIDOLI,
Osvaldo: “El principio de precaución: la declaración de Wingspread yla Declaración de Lowell”, El Dial Express,
año VIII, Nº 1802, 7/06/05.- FACCIANO, Luis A. “La agricultura transgénica y las regulaciones sobre bioseguridad
enla Argentina y en el orden internacional. Protocolo de Cartagena de2000”, en AA.VV, Tercer Encuentro de
Colegios de Abogados sobre temas de Derechos Agrarios, Instituto de Derecho Agrario del Colegio de Abogados de
Rosario, 2001, p. 247.- ESAÍN, José : “El Derecho Agrario y la cuestión de los feed lots.La SCJBA aplica la doctrina
del Tribunal de las CE y del Consejo de Estado francés tomando el principio de precaución como elemento para
apreciar la razonabilidad del acto administrativo en el marco del poder de policía ambiental”, JA, 2002-IV, fascículo
n. 6, p. 34. CAFFERATTA, Néstor A., “El principio precautorio en América Latina”, JA, 2009- IV, fascículo n. 13,
p. 2. También, “El principio precautorio”, en Gaceta Ecológica, Instituto Nacional de Ecología, México, Nº 73, p. 5,
trimestre octubre / diciembre 2004. Asimismo, “Principio precautorio en el derecho argentino y brasileño”, RDA, 5-
67.- ídem, “El principio precautorio”, RRCYS, Año V, Nº 6, noviembre diciembre de 2003.- “Principio precautorio y
derecho ambiental”,La Ley, 2004-A, 208.- GOLDENBERG, Isidoro H- CAFFERATTA, Néstor A., “El principio de
precaución”, JA, 2002-IV, 1442.- MIRRA, Alvaro L, “Direito brasileiro. O principio do precauçao e sua aplicaçao
judicial”, JA, 2003- III.- DIAS VARELA, Marcelo – BARROS PLATIAU, Ana F., “Princípio da precauçao”, Del
Rey, 2004.- MILANO SÁNCHEZ, Aldo, “El principio precautorio”, EJC, 2005.- ZLATA DRNAS de CLÉMENT,
“El principio de Precaución Ambiental. La práctica argentina”, Lerner, BIBILONI, Homero: “Los principios
ambientales y la interpretación (Su aplicación política y jurídica), JA, 2001-I-1082
[25]ESAÍN, José A., “El principio de progresividad em matéria ambiental”, JA, 2007-IV, fasc. N. 2, p. 11.
[26]Para ampliar consultar LORENZETTI, Ricardo L. – DIRECTOR. Mariana CATALANO- Lorena GONZALEZ
RODRIGUEZ COORDINADORAS, de la obra, ”DERECHO AMBIENTAL Y DAÑO”, Jorge GALDOS- Maria C.
GARROS MARTINEZ, Enrique PERETTI, Enrique MULLER, Edgardo SAUX- Fernando SAGARNA- Néstor
CAFFERATTA. Editorial LA LEY 2009
[27]LORENZETTI, Ricardo L., ”Teoría de la Decisión Judicial. Fundamentos de Derecho”, p. 136, Rubinzal
Culzoni, 2006.
[28]MORAND DEVILLER, J. “DROIT DE L´ENVIRONNEMENT”, Édition Estem, París, 1996. También
ver, “Los grandes principios del derecho del ambiente y del derecho del urbanismo”, traducción de Aída
KEMELMAJER DE CARLUCCI, En Revista de Derecho Administrativo, bajo la Dirección de Juan C.
CASSAGNE, de Editorial Abeledo Perrtot.
[29]ESSER, Josef, “Principio y norma en la elaboración jurisprudencia de derecho privado”, p. 31, Bosch, Barcelona,
1961,
[30]GARCIA DE ENTRERRÍA, Eduardo: “Reflexiones sobre la ley y los principios generales del derecho en el
derecho administrativo”, en Revista de Administración Pública Nº 40, Madrid, p. 40
[31]DWORKIN, Ronald: “Los derechos en serio”, p. 72 y 80, Ariel Derecho, 1984
[32]ALEXY, Robert: “Teoría de los Derechos Fundamentales”, 2ª Ediciòn, Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales”, p.68, 2007
[33]SAUX, Edgardo: ·Los principios generales del derecho civil”, LL, 1992-D-839.
[34]MORELLO, Augusto M., “La Tutela de los Intereses Difusos en el derecho argentino”, Editorial Platense,
Edición 1999.
[35] LORENZETTI; Ricardo L., “Las Normas Fundamentales de Derecho Privado”, p. 263, Rubinzal Culzoni, 1995.
[36]JAQUENOD de ZSÖGÖN, Silvia: “El Derecho Ambiental y sus principios rectores”, Dykinson S.R.L, año 1991.
[37] LOPEZ RAMOS, Neófito “La protección jurídica de la biodiversidad”, p. 319, en obra colectiva “Memorias del
1º Encuentro Internacional de Derecho Ambiental”, SEMARNAT – INE / PNUMA, México, 2003. Véase del mismo
autor, “Resúmenes de sentencia ambiental pronunciadas por órganos judiciales de países de América Latina”
PNUMA, serie de documentos sobre derecho ambiental 11, 2003.- ídem, “Procesos constitucionales y protección
ambiental en Latinoamérica” p. 141 en Simposio de jueces y fiscales de América Latina. Aplicación y cumplimiento
de la norma ambiental, 23 y 24 de septiembre 2003 FARN, Buenos Aires 2003.-
[38] GARCIA DE ENTRERRÍA, Eduardo: “Reflexiones sobre la ley y los principios generales del derecho en el
derecho administrativo”, en Revista de Administración Pública Nº 40, Madrid, p. 40
[39] LORENZETTI, Ricardo: “Teoría de la decisión judicial. Fundamentos de derecho”, p. 142, Rubinzal Culzoni,
2006.
[40] Corte Suprema de Justicia de la Nación, “SALAS, DINO y otros c/ SALTA, PROVINCIA de y otro”, 26 de
marzo de 2009, en obra colectiva “SUMMA AMBIENTAL”, Tomo IV, p. 2591, Abeledo Perrot, 2011.
[41] Corte Suprema de Justicia de la Nación, “ASOCIACIÓN Multisectorial del Sur en Defensa del Desarrollo
Sustentable c/ Comisión Nacional de Energía Atómica”, 26 de Mayo de 2010, en obra colectiva “SUMMA
AMBIENTAL”, Tomo IV, p. 2729, Abeledo Perrot, 2011.
[42] XXIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Tucumán, Setiembre de 2011
[43]“SALAS, DINO y otros c/ SALTA, PROVINCIA de y otro”, 26 de marzo de 2009, en obra colectiva “SUMMA
AMBIENTAL”, Tomo IV, p. 2591, Abeledo Perrot, 2011.
[44]RINALDI, Gustavo; “Breves consideraciones sobre la reciente reglamentación de la Ley 26639 de presupuestos
mínimos para la preservación de Glaciares y del Ambiente Periglaciar”, Revista de Derecho Ambiental Nª 26, 2011,
p. 195.
[45] BIBILONI, Homero M., “Los principios ambientales y la interpretación (Su aplicación política y jurídica), JA,
2001-I-1082.
[46] GIACOSA, Natalia –LLORET, Juan S.: “El principio de progresividad ambiental y los horizontes de su
aplicación”, JA, 2011, IV, fascículo 13, p. 36.
[47]ESAÍN, José A., “El principio de progresividad em matéria ambiental”, JÁ, 2007-IV, fasc. N. 2, p. 11.
[48]ABRAMOVICH, VÍCTOR – COURTIS, Christian: “Los derechos sociales como derechos exigibles”, p. 96,
Editorial Trotta, 2004.
[49] PRIEUR, Michel: “El Nuevo principio de no regresión en el Derecho ambiental”, Acto de investidura del grado
de “doctor en honoris causae”, en Prosas Universitaria de Zaragoza, 21/Junio/ 2011.
[50] BERROS, Valeria, “Construyendo el principio de no regresión en el Derecho argentino”, JA, 2011- IV, fasc. N.
13, p. 4.
[51] BERROS, Valeria “Construyendo el principio de no regresión en el Derecho argentino”, JA, 2011- IV, fasc. N.
13, p. 4.
[52] PRIEUR, Michel: “El Nuevo principio de no regresión en el Derecho ambiental”, Acto de investidura del grado
de “doctor en honoris causae”, en Prosas Universitaria de Zaragoza, 21/Junio/ 2011.
[53] PRIEUR, Michel: “El Nuevo principio de no regresión en el Derecho ambiental”, Acto de investidura del grado
de “doctor en honoris causae”, en Prosas Universitaria de Zaragoza, 21/Junio/ 2011.
[54] COOK, Rebecca, citada por Michel PRIEUR, op. cit.
[55] PRIEUR, Michel: “El Nuevo principio de no regresión en el Derecho ambiental”, Acto de investidura del grado
de “doctor en honoris causae”, en Prosas Universitaria de Zaragoza, 21/Junio/ 2011.
[56]SOZZO, Gonzalo: “El principio de no regresión del derecho ambiental en el camino de la Conferencia de Río +
20”, JA, 2011, IV, fascículo n. 13, p. 58.
[57] GIACOSA- LLORET, “El principio de progresividad ambiental y los horizontes de su aplicación”, JA, 2011, IV,
fascículo 13, p. 36.
[58] “ASOCIACIÓN Multisectorial del Sur en Defensa del Desarrollo Sustentable c/ COMISIÓN NACIONAL DE
ENERGÍA ATÓMICA”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, 26 de Mayo de 2010, en obra colectiva, “SUMMA
AMBIENTAL”, Director CAFFERATTA, Néstor A., Tomo IV, p. 2729, Abeledo Perrot, 2011.
[59] “ASSUPA c/ YPF Y OTROS”, 29 de agosto de 2006, Corte Suprema de Justicia de la Nación, en obra colectiva,
“SUMMA AMBIENTAL”, Director CAFFERATTA, Néstor A., Tomo IV, p. 2618, Abeledo Perrot, 2011.
[60] PROVINCIA DE LA PAMPA c/ Provincia de Mendoza”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, 17 marzo
2009, en obra colectiva, “SUMMA AMBIENTAL”, Director CAFFERATTA, Néstor A., Tomo IV, p. 2773, Abeledo
Perrot, 2011.
[61] “ASOCIACIÓN Multisectorial del Sur en Defensa del Desarrollo Sustentable c/ COMISIÓN NACIONAL de
Energía Atómica”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, 26 de Mayo de 2010, en obra colectiva, “SUMMA
AMBIENTAL”, Director CAFFERATTA, Néstor A., Tomo IV, p. 2729, Abeledo Perrot, 2011.
[62] Corte Suprema de Justicia de la Nación, 20/06/06, ORIGINARIO. “Mendoza, Beatriz Silvia y otros c/ Estado
Nacional y otros s/ daños y perjuicios derivados de la contaminación ambiental del Río Matanza Riachuelo”,
comentario MORELLO, Augusto M.: “Aperturas y contenciones de la Corte Suprema de Justicia de la Nación”, JA,
2006-III, 304. SABSAY, Daniel: “La Corte Suprema de Justicia de la Nación y la sustentabilidad de la Cuenca
Matanza Riachuelo”, LL, 2006, D- 280. ídem, “Caminos de la Corte. Derecho Ambiental. Una nueva etapa en la
defensa de los bienes judiciales ambientales”, LL, 2007-B-1026.- Por último de este mismo autor: “Corte Suprema:
Aspectos de la competencia y de los daños”, LL, 11/03/2008, p. 1.- PIGRETTI, Eduardo A.: “Aciertos y desaciertos
del fallo que anotamos” (caso Mendoza) ED 20-11-2006.- CAMPS, Carlos: “Derecho procesal ambiental: nuevas
pautas de la Corte Suprema de Justicia de la Nación”, Revista de Derecho Ambiental 7, Julio / Septiembre 2006, p.
201, Instituto El Derecho por un Planeta Verde Argentina, Editorial LEXIS NEXIS.- GIL DOMINGUEZ, Andrés:
“El caso “Mendoza”: hacia la construcción pretoriana de una teoría de los derechos de incidencia colectiva”,
Suplemento La Ley, 22/08/2006, p. 31.- VALLS, Mario F., “Sigue la causa M. 1569 XL- Mendoza, Beatriz Silvia y
otros c/ Estado Nacional y otros s/ daños y perjuicios (derivados de la contaminación ambiental del Río Matanza-
riachuelo)”, CJN, 20/06/2006”, en www.eldial.com. Suplemento Derecho Ambiental, 2006.- ESAIN, José -GARCIA
MINELLA, Gabriela: “Proceso y ambiente: Mucho más que (…) Corte a la contaminación”, Revista de Derecho
Ambiental 7, Julio / Septiembre 2006, p. 220, Instituto El Derecho por un Planeta Verde Argentina, Editorial LEXIS
NEXIS.- RODRIGUEZ, Carlos: “La defensa de los bienes públicos ambientales por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación”, DJ 2006-2-703.- BARBIERI, Gala: “El activismo judicial tuvo que enfrentar, una vez más a la
disfuncionalidad administrativa”, Suplemento La Ley Administrativo, p. 54, 6/09/2006. CAFFERATTA, Néstor A.
“El tiempo de las Cortes Verdes”, LL, 2007, B-423.-
[63] Declaración de Buenos Aires

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