Sei sulla pagina 1di 12

PETER J.

BOWLER

Historia Fontana
de las ciencias
ambientales

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


MÉXICO
292 LAS CIENCIAS DE LA TIERRA LAS CI EN CIAS DE LA TIERRA 293

La geología en crisis cada vez más visibles. Los Alpes ya habían sido interpretados como una
serie de plegam ientos y fallas debidas a compresiones laterales y fallas
La geología de principios y mediados del siglo XIX giraba en tomo de la inversas, pero las grandes inundaciones ocurridas durante la perfora-
estratigrafía, y cierta mente esta área no desapareció. Las divisiones fun- ción del túnel de Simplon (1898-1 9 15) revelaron que la estructura interna
damentales de l regis tro geológico se consolidaron en el Segundo Con- de las montañas aún no se comprendía bien. Durante las primeras déca-
greso Internacional de Geología de 1881 y las revisó una Comisión Inter- das del nuevo siglo se hicieron estudios más detallados, los cuales confir-
nacion al de Clasificación Estratigráfica en 190 l. Los geólogos siguen maron el grado en que secciones enteras de la corteza h abían sido em-
empleando el sistema tradicional para establecer la edad relativa de las pujadas unas encima de o tras, y no simplemente sufrido plegamientos.
formaciones, y durante el siglo XX se han visto avances notables en la Sin embargo, lejos de entender las causas que habían producido estas
precisión con que se utilizan los fósiles, especialmente los microfósiles, compresiones horizontales, los geólogos las encontraban aún más difí-
para identificar los estratos. Pero éstos son refinamientos de un sistema c iles de explicar. Tradicionalmente se suponía que la propia Tierra se
que ya estaba establecido en los años cincuenta del siglo pasado. A fines estaba encogiendo poco a poco a medida que se enfriaba, y su corteza se
del siglo XIX, los intereses teóricos de los geólogos se habían desplazado arrugaba como la cáscara de una manzana seca. Las presiones resul-
a la estructura de las montañas y los continentes, y se trabajaba para tantes no sólo producían las cordilleras; también el arqueamiento gene-
datar y explicar los diversos m ovimientos terrestres implicados (véase el ral de la corteza que deprimía algunas áreas para convertirlas en lecho
capítulo VI). marino. Esta teoría, defendida en las pos trimerías del siglo XIX por
Las ciencias de la Tierra estaban en un estado de tensión desusada a Eduard Suess, se basaba firmemente en el supuesto de que la Tierra se
la vuelta del siglo. Se sabía que las teorías existentes eran inadecuadas, había formado como una masa fundida que se iba enfriando poco a
y la deriva continental, lejos de resolver el problema, parecía no hacer poco. Las estimaciones de la edad de la Tierra hechas por lord Kelvin y
otra cosa que agregar una nueva posibilidad de controversia. No se llegó o tros se basaban en la velocidad de enfriamiento supuesta, y arrojaban
al consenso hasta los años sesenta, cuando emergió la teoría de la tectó- cifras demasiado pequeñas (conforme a las normas modernas). Ahora la
nica de placas. Ésta ofreció un modelo completamente nuevo de la cor- totalidad del fundamento de esta concepción de la historia de la Tierra
teza terrestre, y los c ientíficos que lo elaboraron estaban conscientes de era rechazada desde una dirección inesperada. Kelvin y los demás físi-
estar participando en una revolución teórica de proporciones mayúscu- cos de mediados del siglo XIX pensaban que conocían todas las fuerzas
las. Pero los historiadores no están seguros, de ninguna manera, de que que gobernaban las operaciones del universo material. El descubrimien-
deban apoyar la idea de que la geología sufrió una "revolución científi- to de la radiactividad por Henri Becquerel (1852-1908) en 1896 reveló
ca" en los años de la posguerra. Cierto que ocurrió una transformación una nueva fuente de energía que no se había podido incluir en los cálcu-
conceptual en las teorías sobre la estructura de la Tierra, ¿pero debe con- los anteriores. Pronto se reconoció que los elementos radiactivos cedían
siderarse esto como una revolución dentro de la ciencia de la geología energía calorífica en una escala temporal larguísima, y tales elementos
existente? Otra manera de ver las cosas es que la revolución ocurrió estaban presentes cuando menos en pequeñas cantidades en toda la cor-
cuando la ciencia de la geofísica, relativamente nueva, escenificó una teza terrestre.
toma de poder, desbancando a la disciplina tradicional de la geología Emest Rutherford {1871-1937), uno de los primeros investigado res de
como ciencia principal de la Tierra. Las nuevas ideas vinieron del domi- la radiactividad, ya había reconocido este factor, y recordaba un emba-
nio de la geofísica. Como resultado las ciencias de la Tierra se recons - razoso incidente ocurrido en 1904 mientras daba una conferencia entre
tituyeron a lo largo de un nuevo eje, y las disciplinas tradicionales tu- cuyos asistentes se encontraba el ya anciano lord Kelvin:3
vieron que subordinarse. Conforme a esta interpretación, la confusión
teó rica de principios del siglo XX representa la agonía de la otrora pode- Entré al salón , que estaba medio oscuro, y de inmediato reconocí a lord Kel-
rosa disciplina de la geología y los dolores de parto de las modernas cien- vin e ntre el público. Me di cuenta de que iba a te ner problema en la última
cias de la Tierra.2 parte de mi charla, cuando hablara de la edad de la Tierra. Para mi alivio, Kel-
La debilidad de las viejas teorías ya s e evidenciaba en los primeros vin pronto se quedó dormido, pero conforme m e a proximaba al punto impor-
tante, ¡vi que el viejo pájaro se erguía e n su asiento y me clavaba la mirada!
años del siglo xx. Incluso la información generada por las técnicas de in- Luego m e vino una súbita inspiración, y dije que lord Kelvin h abía limitado la
vestigación ortodoxas estaba resultando difícil de asimilar. La compleja edad de la Tierra, siempre y cuando no se descubriera una nueva fuente de ca-
naturaleza de las deformaciones que afectaban a los estratos se hacían lor. Esa profética afirmación se refiere a lo que estamos considerando esta no-
che: ¡el radio! ¡Miren! El viejecito rebosaba de alegría.
z La expresión más clara de este punto de vista está en Robert Muir Wood, The Dark S ide
o( the Earth, Allen and Unwin, Londres, 1985. J Citado en Arthur S. Eve, Rutherford, Macmillan, Nueva York, 1939, p. 107.
294 LAS CIENCIAS DE LA TIERRA LAS CIENCIAS DE LA TIERRA 295

De hecho, Kelvin siguió defendiendo su vieja posición, pero en 1906 corporado a la teoría de la tectónica de placas, hay una tendencia natu-
R. J. Strutt, más tarde lord Rayleigh (1875-1947), desarrolló pormenori- ral a pres entar a Wegener como un intrépido precursor que vio las prue-
zadamente la idea de Rutherford. Arthur Holmes (1890-1965), alumno bas de la deriva en un momento en que sus contemporáneos estaban
de Strutt, recapituló el nuevo enfoque en su libro The Age o( the Earth en cegados aún por creencias anacrónicas. En contra de tal tendencia debe
1913. Se reivindicaba la inmensa escala temporal que en su momento asentarse el hecho de que Wegener no previó la principal revolución teó-
reclamaron Charles Lyell y los uniformistas. La física empezaba a intro- rica que generó la moderna idea de las fuerzas que en realidad producen
ducir técnicas que utilizarían las proporciones de elementos radiactivos el movimiento continental. No pudo haber previsto los avances de la ocea-
y sus productos de desintegración para estimar las edades reales de las nografía que precipitaron una revolución en las ideas sobre la estructura
rocas en que estaban contenidos. Con estas técnicas, precursoras del de la corteza. Es posible, pues, argumentar que la teoría de Wegener no
moderno método del potas io-argón, se obtuvieron los primeros datos, fue en realidad una anticipación importante de avances posteriores; fue
en realidad seguros, de la historia de la Tierra, e indicaron que el plane- un signo del estado confuso del pensamiento geológico de su época y
ta tenía varios miles de millones de años de edad. La estimación moder- sólo anticipó un aspecto de la teoría moderna.
na es de aproximadamente 4 500 millones de años. Cierto que Wegener percibió la significación de algunas clases de prue-
Mostrando que la Tierra se había enfriado con mucho más lentitud de bas aceptadas hasta hoy por los modernos científicos de la Tierra, pero
lo que Kelvin había previsto, los físicos socavaron eficazmente la lógica fue incapaz de dar una explicación razonable del porqué de la deriva.
de la analogía de la "·manzana encogida". Si la Tierra no se estaba en- Aceptó esta limitación, pero insistió en que la evidencia del hecho de
friando, entonces tampoco se estaba contrayendo, y no podía haber que había ocurrido la deriva era sólida pero no lo suficientemente como
fuerzas horizontales que produjeran el arrugamiento y el arqueamiento para convencer. Los geofísicos debían aceptar el hecho, mientras espe-
postulados por Suess. En todo caso, la aseveración de que las áreas con- raban avances fundamentales que lo explicaran. La mayoría de sus con-
tinentales se deprimían para constituir el lecho del mar había sido refu- temporáneos no estuvieron dispuestos a darle el beneficio de la duda.
tada por datos indicativos de que los continentes y los fondos oceánicos Wegener no era, desde luego, el primer científico que sugería que los
se componían de rocas por completo diferentes. Las mediciones de la continentes podían haberse movido en el curso de la historia de la Tie-
gravedad confirmaron que la densidad de la corteza no era la misma en rra. En 1910 el geólogo estadounidense F. B. Taylor (1860-1938) trató de
todos los puntos de la superficie terrestre. El "sial" (que aludía a silica- explicar la forma de las montañas que se habían constituido durante la
tos de aluminio), ligero, constituía los continentes, mientras que el "sima" era terciaria, afirmando que los continentes se habían desplazado poco
(en alusión a silicatos de magnesio), más denso, constituía una capa a poco desde el Ártico hacia el Sur. Groenlandia era el remanente del
uniforme que estaba al desnudo en el fondo del mar pero cubierta por el cual América del Norte y Eurasia se habían apartado al moverse hacia el
sial continental. Los continentes eran, en efecto, balsas de roca "ligera" Sur. Pero las ideas de Taylor casi no llamaron la atención, y quedó para
que flotaban sobre un material más denso. Conforme a este modelo, los Wegener desarrollar el primer argumento general en favor de la deriva
continentes eran rasgos permanentes de la corteza terrestre - no podían tal y como la entendemos hoy.
ser deprimidos por fuerzas horizontales para constituir nuevas cuencas Wegener empezó su carrera como meteorólogo. Estudió el clima de
hacia las cuales corrieran las aguas. Groenlandia entre 1906 y 1908, cuando volvió a Marburg a su cargo
de conferenciante. Se interesó cada vez más en la geofísica, y realizó su
trabajo sobre paleoclimatología y la teoría de la deriva continental. Conci-
La iniciativa de Wegener bió su teoría en 1910, cuando observó en el mapa la asombrosa "concor-
dancia" de las costas orientales de América del Sur con las occidentales
Era de conocimiento general que estos últimos avances habían minado de África. Pronto empezó a sacar de la literatura datos indicativos de la
la síntesis de fines del siglo XIX trascendida por Alfred Wegener, quien separación de los continentes en el curso de la historia de la Tierra, y en
había declarado que las balsas continentales en realidad podrían mover- 1912 se sintió preparado para dar conferencias sobre el tema. En 1915
se horizontalmente por toda la superficie de la Tierra. Hay consenso en apareció su libro Die Entstehung der Kontinente und Ozeane , que fue cre-
cuanto a que la formación de Wegener como geofísico puede haberle ciendo a lo largo de una serie de ediciones. La tercera edición, de 1922,
dado la libertad intelectual necesaria para concebir una hipótesis tan fue traducida al inglés como The Origin o(Continents and Oceans (1924).
discrepante de la teoría geológica tradicional. Pero más allá de esto, los Si bien la teoría era controversia}, Wegener gozó de una carrera produc-
historiadores están divididos en cuanto al grado de significación que se tiva como geofísico y obtuvo una cátedra en Graz en 1924. Murió en
le debe asignar a la propuesta de Wegener. Como las modernas ciencias 1930 durante otra expedición a Groenlandia.
de la Tierra han aceptado la idea fundamental de la deriva y la han in- Wegener destacó la debilidad de la teoría de la contracción y la necesi-
296 LAS CIENCIAS DE LA TIERRA LAS CIENCIAS DE LA TIERRA 297

dad de considerar los continentes como balsas de roca relativa mente li- para sugerir que Europa y América del Norte habían estado unidas en
geras que flotaban sobre un medio más denso. Luego estudió los datos las edades de hielo más recientes. Esto implicaría una velocidad de deri-
que sugerían que estas balsas se habían des plazado sobre la faz de la va muy rápida, desde que desaparecieron los glaciares, punto que, según
Tierra en el curso del tiempo geológico. Propuso que todas las masas de Wegener, estaba confirmado por mediciones que indicaban que Groen-
tierra en otro tiempo habían estado unidas formando un sólo supercon- landia y Europa estaban separándose ahora a una velocidad de diez me-
tinente: "Pangaea" ("Pangea"), que se había empezado a fragmentar en la tros al año.
era mesozoica. Los fragmentos se separaron a velocidad uniforme hasta La parte más débil del argumento de Wegener está en las causas que
ocupar sus posiciones actuales. La prueba geológica más contundente él sugiere provocaron el movimiento de los continentes. Suponía que la
de la fragmentación del supercontinente era la "concordancia" del con- capa subyacente de s ima dens o era estática, y que algo debía ser respon-
tomo de América del Sur con el de África. Esto se basó en algo más que sable de haber empujado las balsas de sial, más ligero, por la superficie,
un juego geográfico con las líneas costeras; Wegener fue capaz de subra- venciendo la inmensa resistencia a la fricción. Argumentaba que la cor-
yar que las formaciones geológicas reales de ambos lados del Atlántico teza terrestre podría haber tenido una consistencia similar a la del alqui-
guardaban también un paralelismo notable. Argumentó que: 4 trán; parecería ser rígida al recibir un golpe seco, pero cedería gradual-
mente al ser sometida a una presión constante. En cuanto a las fuentes
Es como si fuéramos a reconstruir la página rota de un periódico, haciendo de esta presión, hizo dos sugerencias: en una de ellas postulaba una fuer-
coincidir los bordes de los pedazos y luego comprobando que las líneas impre- za marea! de dirección Oeste producida por la Luna, y en la otra habla-
sas se puede n leer de corrido. De ser así, sólo podemos llegar a la conclusión ba de un efecto centrifugo que tendía a mover a los continentes de los
de que los pedazos efectivamente estuvieron unidos. Aun cuando sólo tuviéra- polos al ecuador. Consciente de lo poco convincente de sus argumentos,
mos una línea con la cual hacer la prueba, seguiría siendo alta la probabilidad
de la exactitud de la coincidencia, pero si tenemos n líneas, esta probabilidad se
decía que aún estaba por llegar el Newton de la teoría de la deriva conti-
eleva a la enésima potencia. nental. Los científicos habían aceptado que los planetas giraban en tor-
no del Sol mucho antes de que Newton explicara este hecho en función
La datación de la división se basó en pruebas paleontológicas que de la gravedad solar; del mismo modo debían aceptar la deriva de los
mostraban que hasta el mesozoico los habitantes de los dos continentes continentes aun cuando todavía no fuera claro cómo ocurría.
eran muy parecidos. Después de esto, la evolución parece haber divergi-
do para generar especies diferentes en América del Sur y en África, algo
que sólo se explicaría si el área, en otro tiempo continua, hubiera sido La reacción contra Wegener
separada por una barrera oceánica.
Otra clase de pruebas la extrajo Wegener de su interés por la paleocli- La hipótesis de la deriva continental ganó pocos partidarios, y las críti-
matología. En el registro geológico, había muchas indicaciones de que cas, lejos de disminuir, aumentaron durante las décadas siguientes. Sin
partes de América del Sur, África, la India y Australia habían experimen- embargo, hubo diferencias importantes en las reacciones de las comuni-
tado glaciaciones en la era pérmica. Esto seria dificil de explicar si tales dades científicas de diferentes países. En Alemania, se tomó la idea de la
entidades hubieran estado en sus ubicaciones presentes, pero tendría deriva como sugerencia interesante sobre la cual habría que investigar
sentido si en otros tiempos hubieran estado concentradas en tomo del mucho para demos trarla. Sólo unos cuantos geólogos rechazaron de pla-
polo Sur, antes de derivar hacia el Norte. Al mismo tiempo las condi- no la idea. En el mundo de habla inglesa, pronto las reacciones se vol-
ciones tropicales de que habían disfrutado América del Norte y Europa vieron muy hostiles. En 1922, en la Asociación Británica se realizó un
se habrían explicado por el hecho de que estas masas de tierra habían debate de la teoría. La discusión estuvo muy animada y durante ella se
ocupado una posición ecuatorial. Las cordilleras que corren cerca de los produjeron pocos rechazos francos. En 1926, sin embargo, la Asociación
bordes occidentales de América del Norte y América del Sur se explica- Estadounidens e de Geólogos del Petróleo realizó un seminario en el cual
rían como un efecto de arrugamiento producido por el borde de ataque la mayoría de los ponentes rechazó todos los argumentos de Wegener.
de las masas de tierra que estaban siendo empujadas en dirección Oeste, Uno de los críticos más persistentes, Bailey Willis, escribió más tarde el
mientras que los Himalayas se habrían originado de la colisión de la In- artfculo5 titulado "Continental Drift: Eine Marchen [La deriva continen-
dia con el resto de Asia en tiempos geológicos relativamente recientes. tal: cuento de hadas]". Hasta bien entrados los años cincuenta, sería
De manera aún menos convincente, Wegener se valió también de la si- vista como errática la idea de la deriva continental, apoyada por unos
militud de las morrenas glaciales de ambos lados del Atlántico del Norte
5 Bailey Willis, "Continental Drift: E ine Marchen", American Journal of Science, m1m. 242,
4 Alfred Wegener, The Origin o[Continents and Oceans, Dover, Nueva York, I966, p. 77. 1944, pp. 509-513.
298 LAS CIENCIAS DE LA TIERRA LAS CIE CIAS DE LA TIERRA 299

cuantos entusiastas pero sin presencia real en la com unidad científica ta como esencialmente estática, la deriva continental seguiría siendo in-
global. admisible. El geofísico británico Harold Jeffreys (189 1-1 990) sacó a
Hubo muchas objeciones técnicas a las pruebas aducidas por Wege- relucir esta objeción en su libro de texto The Earth, publicado en 1924.
ner al respecto. Fueron impugnados su s paralelismos geológicos entre Ahí señalaba que los mecanismos sugeridos por Wegener eran demasia-
América del Sur y África, lo mism o que la presunta coincidencia de las do pequeños en varios órdenes de magnitud para vencer la fricción entre
líneas costeras de los continentes a manera de piezas de rompecabezas. los continentes y la corteza subyacente.
Los paleontólogos siguiero n prefiriendo la idea del puente de tierra aho- Unos cua ntos geólogos se mantuvieron fi rmes en contra de la hostili-
ra sumergido para explicar las similitudes entre los habitantes de los dad general. El geólogo R. A. Daly ( 187 1-1 9 57), de Harvard, propuso un
continentes hasta el mesozoico. Los geólogos de ha bla inglesa fueron nuevo mecanis mo basado en la posibilidad de que los continentes se
particularmente hostiles a la m etodología de Wegener, argumentando estuvieran deslizando desde una "pro tuberancia" polar de la Tierra por
que él se había concretado a reunir una colección, muy selectiva, de he- efecto de la gravedad . El más entus iasta de todos fue el sudafricano Alex-
chos extraída de la literatura, pasando po r alto todas las dificultades. ander Du Toit (1878-1948), quien estaba particula rmente impresionado
Como escribió más tarde el geólogo britá nico Philip La ke:6 con las similitudes geológicas entre su continente nativo y América del
Sur. Perfeccionó la teoría abandonando la ins istencia de Wegener de
El mismo Wegener no ayuda a su lector a fo rmarse un juicio imparcial. Cual- una separación posterior y muy rápida de América del Norte y Europa.
quiera que haya sido originalmente su propia' actitud, en su libro n o está bus- Postu ló también dos continentes o riginales, Laurasia y Gondwanalan-
cando la verdad; está defe ndiendo una causa, y está ciego a tod o hecho y a dia, en lugar de la m onolítica Pangaea. En su libro Our Wandering Con-
todo argumento en contra. tinents, publicado en 1937, Du Toit resumió todos los argumentos en
favor de la deriva y dejó claro lo revolucionaria que era la nueva idea: 7
Hubo el difundido sentir de que un científico rea l debía basar su hipó-
tesis en a bundante trabajo de campo - n o se valía simplemente combi- Aunque en el futuro llegará a ser imposible un m ayor acercamiento de puntos
nar la literatura en busca de datos y pruebas-. Esta crítica no surgió en de vista, debe reconocerse francamente que los principios defendidos por los
Alemania, donde la técnica de Wegener era vista como manera legítima partidarios d e la deriva continental son la antítesis de los que actualmente se
de probar una hipótesis general (ni Suess ni otros eminentes teóricos hi- sostienen. Las diferencias entre las dos doctrinas son en realidad de carácter fun-
cieron trabajos de campo extensos). damental y la aceptación de una de ellas en su mayor parte deberá excluir a la
Otra objeción metodológica se centró en s i la teoría era o no compati- otra.
ble con el "uniformismo", hacia el cual reinaba el entus iasmo. La insis-
tencia de Charles Lyell en que el geólogo debía explicar todo en función No tiene nada de raro, quizá, que la mayoría de sus contemporáneos
de causas observables era entonces parte de la retórica (si no la práctica hayan hecho a un lado a Du Toit, considerándolo tan sólo un fanático
real) de los geólogos británicos y de los estadounidenses. Wegener argu- más que pugnaba por revivir argumentos desacreditados desde tiempo
mentaba que la deriva seguía ocurriendo en el presente, pero su teoría a trás, los cuales exponia en un estilo florido y exageradamente entusiasta.
suponía que súbitamente, en el mesozoico, los continentes habían em- El apoyo más novedoso a la idea de la deriva provino del geofísico bri-
pezado a fragmentars e y ahora estaban dispersándose poco a poco. Esta tánico Arthur H olmes, quien pro puso un mecanismo que anticipaba al-
postulación de un mis terioso "punto de partida" seguido de un proceso gunos de los componentes de la explicación m oderna. Siendo uno de los
direccional que conducía al estado presente de la Tierra fue identificado primeros estudiosos de los efectos geofísicos de la radiactividad, Holmes
por algunos geólogos con la visión del mundo del catastrofismo, enton- percibía muy bien la debilidad de la antigua teoría de la contracción. Al
ces desacreditado. principio supuso que el calor cedido por los elementos radiactivos mera-
Quizá la objeción más sustancial de todas, sin embargo, haya sido la mente atenuaría el enfriamiento de la Tierra. Pero en 1925 estaba tan
incompatibilidad entre la teoría del movimiento continental y las ideas impresionado por la prueba de la existencia de corrientes ascendentes
prevalecientes sobre la estructura de la corteza terrestre. Aun aceptando de magma fundido en ciertos puntos de la historia de la Tierra, que re-
que los continentes fueran una especie de balsas de material ligero sobre c hazó en su totalidad la idea del enfriamiento de la Tierra.
un sustrato más denso, ¿qué fuerza podía hacer que se desplazaran por Holmes supuso que la radiactividad producía tanto calor que el pro-
la superficie de la Tierra, venciendo la inmensa fricción que debía existir blema real era el de cómo la Tierra se deshacía de él con rapidez sufi-
entre las dos capas? Mientras la estructura interna de la Tierra fuera vis- ciente para impedir un calenta miento generalizado del interior del pla-
6 Philip Lake, "Wegener's Displacement Theory", Geological Magazine, núm. S~. 1922 , 7 Alexander Du Toit, Our Wandering Continents: An Hypothesis o{ Continental Drifting.
pp. 338-346, véase p. 3 38. Oliver y Boyd, Edimburgo, 1937, p. 3.
300 LAS CIEN CIAS DE LA TIERRA LAS CTENCIAS DE LA TIERRA 301

neta. La descarga ocasional de roca fundida hacia la superficie era un an·ojaron nuevas pruebas de la deriva continental. La inves tigación ocea-
mecanismo obvio, pero en 1927 Holmes empezó a razonar que en reali- nográfica terminó por comprobar que en realidad se estaba creando nue-
dad podría haber corrientes de convección 2 dentro de la corteza. Roca va corteza terrestre a lo largo de las cordilleras mesoceánicas, por donde
blanda y caliente ascendía lentamente a la superlicie sobre una concen- la roca caliente se abría paso hacia la superficie. Se elaboró un nuevo
tración de calor radiactivo, para luego propagarse en una corriente hori- modelo de corrientes de convección, respaldado por una impresionante
zontal antes de, al enfriarse, volverse a hundir en las profundidades. masa de datos y pruebas. La deriva continental se volvió no tan sólo
Holmes se dio cuenta pronto que tales corrientes constituirían un nuevo plausible, sino consecuencia inevitable del nuevo "movilismo" -acorde
mecanismo de la deriva continental: en lugar de que los continentes fue- con la idea de que la totalidad de la corteza terrestre se halla en estado
ran forzados a moverse sobre una corteza subyacente estática, serían de fluido-. Porque divide la superlicie de la Tierra en una serie de pla-
desplazados por los movimientos originados dentro de la corteza mis- cas con fronteras definidas por la producción y desaparición de corteza
ma. Suponía que sería más probable que las corrientes de convección se en sus bordes, al nuevo modelo se le llama frecuentemente teoría de la
presentaran debajo de los continentes, que constituirían una especie de "tectónica de placas".* Hacia los años setenta el nuevo paradigma esta-
cobija que atraparía el calor de la corteza subyacente, lo cual explicaría ba en su justo lugar, y la mayoría de los científicos de la Tierra estaba
la tendencia general a que con el paso del tiempo se fragmentaran gran- convencida de que su campo había sufrido una gran revolución.
des áreas continentales.
Holmes no anticipó el concepto moderno de "expansión de los fondos
marinos" (véase más adelante), pero su modelo de corrientes de convec- El paleomagnetismo
ción dentro de la corteza representa una idea visionaria del mecanismo
hoy aceptado. Aun así, su teoría no ganó muchos partidarios ni generó Los primeros avances en el estudio del paleomagnetismo, ocurridos en
ninguna oleada de entusiasmo general hacia la deriva continental. Los los años cincuenta, provinieron de un pequeño grupo de físicos y geofí-
historiadores que recurren a este episodio para elucidar el proceso gene- sicos británicos. Su trabajo fue estimulado por una controversia sobre la
ral de la innovación científica se preguntan por qué los geólogos de los causa fundamental del campo magnético de la Tierra. La idea más popu-
años veinte y treinta se opusieron tanto a la deriva continental, aun des- lar, promovida por Edward C. Bullard (1907-1980), era que el campo re-
pués de la aparición de un mecanismo nuevo que la explicara. Se com- sultaba de los efectos de dinamo de las corrientes de convección del nú-
prende que los formados dentro de la geología tradicional hayan estado cleo de la Tierra. Pero Patrick M. S. Blackett (1897-1974), ganador del
predispuestos en contra de la nueva idea, pero geofísicos como Jeffreys premio Nobel de 1948 por su trabajo de astrofísico, propuso una teoría
también se oponían a Wegener porque no hallaban un mecanismo plau- radicalmente nueva. Según ésta, el magnetismo lo generaba cualquier
sible. Pero si la falta de mecanismo era decisiva, ¿por qué la sugerencia cuerpo en rotación. Blackett trató de comprobar su teoría buscando un
de Holmes no fue recibida como un gran adelanto? Una respuesta posi- campo producido por una gran masa de oro, que pidió prestada al Ban-
ble es que los efectos postulados por Holmes eran invisibles, dadas las co de Inglaterra.
técnicas al alcance de los geólogos de entonces. No había manera de con- La controversia se centró también en las pruebas del estado pasado
firmar si existían o no las corrientes de convección propuestas. Se rom- del campo de la Tierra, pues si Blackett tenía razón, el campo habría per-
pería el estancamiento cuando, en los años cincuenta, gracias a una pro- manecido igual durante todo el periodo en que la Tierra había girado en
liferación de investigaciones y estudios del fondo del mar, se obtuviera tomo de su eje actual. Podrían encontrarse, congeladas en algunas rocas,
un nuevo modelo de la estructura de la corteza. Sin la embestida de las pruebas relativas a la dirección pasada del campo de la Tierra. Al for-
nuevas pruebas y las nuevas técnicas, la antigua idea de una Tierra con marse, la rocas habían conservado una leve "magnetización remanente"
entrañas estáticas hubiera seguido fuertemente incorporada en el pen- que registraba la dirección del campo en esa época. Estos minúsculos
samiento científico. campos sólo se podían detectar con magnetómetros muy sensibles, pero
tales instrumentos empezaban a existir entonces. Blackett había trabaja-
LA TECTÓNICA DE PLACAS do en la detección de minas magnéticas durante la guerra y ahora apli-
caba sus habilidades a la producción de un magnetómetro que detec-
Durante los años posteriores a la segunda Guerra Mundial ocurrieron taría los campos que los geofísicos estaban bus cando.
grandes avances, debidos principalmente a la investigación científica Si bien fue rechazada la teoría fundamental de la magnetización de
estimulada por la propia guerra. El paleomagnetismo (o estudio del es- * La tectónica, muchas veces forma abreviada de tectónica de placas, es una parte relati-
tado remoto del campo magnético de la Tierra tal y como quedó regis- vamente nueva de la geología, y se ocupa de estudia r la fisonom{a estructural de la corteza
trado en algunas rocas), igual que la exploración del lecho oceánico, terrestre. [N. del T.]
302 LAS CIENCIAS DE LA TIERRA LAS CIENCIAS DE LA TIERRA 303

Blackett, la J"ivalidad entre s u gru po y los partidarios d el punto de vista método del potasio-argón (en que se compara la proporción del isóto-
tra dicional del campo magnético de la Tierra estimuló un programa d e po radiactivo del potasio con su producto de desintegración, el argón;
investigación sustancial de la magnetizació n remanente. Se encontró que cua nto mayor sea la proporción de po tasio trans fo rmado en a rgón , tan-
las rocas formadas en épocas diferentes a menudo registraban direccio- to m ás vieja será la roca). A principios de la década de los años sesenta,
nes del campo terrestre que difer·ían considerablemente de la dirección un grupo de Berkeley dirigido por Richard Doell (n . 1923), AJan Cox (n .
actual. Una posible explicación del fenómeno era que los polos magnéti- 1926) y G. Brent Da lrymple (n. 1937) empezó a combinar el estudio de
cos del pla neta se ha bían desplazado con el transcurso del tiempo, mien- las inversiones magn éticas con dataciones por el método d el po tasio-
tras que los continentes ha bían permanecido en posiciones fijas. De ser argón, y el producto fue la e laboración en 1963 de una escala tempora l,
así, las rocas formadas en la mis ma época deberian presentar todas ellas burda, de las inversiones del ple istoceno. Unos c ientíficos australianos
la mis ma dirección de magnetización. Luego de estudios realizados en la produjeron su propia escala basada en la da tación de las corrientes de
India y otras partes del mundo se vio que éste no era el caso. La magne- lava de Hawai , y al principio hubo algunas discrepancias. Pronto se vio
tización remanente de rocas de la misma época presentaba claramente que se tenía que poner un cuidado inmenso al tomar muestras de rocas
direcciones diferentes del campo en localidades diferentes. Esto se expli- - una diferencia de unos cuantos metros del punto de colección podría
caría s i los continentes no hubieran estado en sus pos iciones modernas representar el paso de un flujo de lava a otro de una fecha por entero
con respecto a los polos de la época de que se tratara . En realidad Wege- dis tinta-.
ner había sugerido que la India se había movido hacia el Norte y chocado En 1965 Doell y Dalrymple estaban trabajando en una serie de mues-
con el resto de Asia. El estudio de la magnetización remanente parecía tras de Nuevo México e identificaron el suceso de inversión más reciente,
confirmar ahora éste y otros desplazamientos continentales. A princi- al que llamaron "su ceso Jara millo", por Jaramillo Creek, donde habían
pios de los años sesenta los geofísicos britá nicos estaban argumentando recogido las muestras decisivas. Fueron datadas en 0.9 millones de años
en favor del restablecimiento de la teoría d e Wegener. a ntes del presente. Doell recordaba después lo precarias que parecían
Las pruebas de que las direcciones del campo magnético cambiaban y sus pruebas cuando las analizaron por primera vez:S
que estaban regis tradas en las rocas se entremezclaban con una enigmá-
tica anomalía: en muchos casos la dirección real del campo parecía estar Alan [Cox] tenía sus dudas sobre la época del suceso Jaramillo. Rec uerdo esa
invertida. Una de las explicaciones fue que algunas rocas son capaces de noche. Ha bíamos a postado un m artini acerca de eso. Él pensaba que estába-
invertir espontáneamente la dirección de su magnetización remanente, mos yendo demasiado lejos, basándonos en sólo unas cua ntas rocas. "Péro,
pero unos cuantos geofísicos ya estaban empezando a sospechar que el dia blos", razonábamos con él , "no tenemos más rocas que al principio, cua n-
do hicimos la hipótesis al respecto [la escala de la p olaridad-inversión]".
campo magnético de la Tierra se invertía de vez en vez. En una escala
temporal de millones de años, habría casos de inversión ocasional en que
los polos norte y s ur magnéticos cambiaran de lugar . La magnetización Las pruebas sí tenían cohesión , y Doell y Dalrymple telegrafiaron des-
remanente registraría estos casos, y si las rocas fueran datadas con s ufi- pués a Cox, que esta ba en un viaje de campo en Yuko n, para reclamarle
ciente exactitud, se podría trazar una escala completa de inversiones con- el martini. Su artículo, que describía la escala del pleistoceno, ya com-
tra el regis tro geológico. Se necesitaba hacer pruebas minuciosas para pleta, fue publicado en la revista Science en 1966. El suceso Jaramillo
descartar la posibilida d de inversión espontánea de la magnetización re- iba a desempeñar pronto un papel decisivo en la ta rea de establecer las
manente dentro de las rocas, pero en el curso de los años sesenta el peso pruebas de la teoría de la expans ión del fondo del mar.
de las pruebas empezó a apuntar hacia inversiones de la totalidad del
campo magnético de la Tierra.
A fines de los años cincuenta varios geofísicos europeos empezaron a La expansión de los fondos marinos
explorar la posibilidad de construir una escala de inversión del m agne-
tis mo que dividiría la columna estratigráfica en épocas de polaridad La entrevista con Richard Doell, a ntes citada, nos a nuncia que nos he-
normal y polaridad invertida, y cuyas épocas de inversión serían fijadas mos trasladado a la época más reciente de la historia de la ciencia, en
por comparació n con métodos de datación geológicos. El geólogo hola n- donde la historia virtualmente se convierte en algo inseparable de lo que
dés Martín G. Rutten publicó el bosquejo de una escala en 1959, pero todavía está ocurriendo. Hoy estamos suficientemente conscientes de la
fue incapaz de llevar a delante la proposición en parte por la falta de téc- importancia d e los nuevos avances de la ciencia como para que las his -
nicas de datación precisas. H acia esta época, s in embargo, científicos es- s Entrevista con Richard Doell transcrita en Williarn Glen, The Road tola ramillo: Critica[
tadounidenses d e Berkeley, California, empezaban a perfeccionar la téc- Years of the Revolurion i11 Eartl! Science, Stanford University Press, Stanford, Calif.; 1982,
nica radiométrica de datació n de rocas, empleando especialmente el p. 265.
304 LAS CIE CIAS DE LA T IERRA LAS CIENCIAS DE LA TIERRA 305

torias sean escritas mientras los participantes están vivos todavía y refle- hacía mucho se sabía que la u nifo rm idad del lecho marino era inte-
xionan en lo que han hecho. Alcanzado el consenso sobre una innova- rrumpida aquí y allá por cordilleras y profundas trincheras, pero ahora
ción importante, los precursores de la nueva idea pueden publicar tra- se revelaba la pauta mundial de estos rasgos. La cordillera mesoatlánti-
bajos al res pecto, o pueden ser entrevistados por historiadores ansiosos ca (también llamada dorsal mesoatlántica) -sucesión de montañas s ub-
de interrogarlos sobre lo que en realidad sucedió . Los carretes de cinta marinas que va del Atlántico del Sur al Atlántico del Norte- tenía sus
magnética se acumula n hoy en los archivos junto a los registros tra- homólogas en otros océanos. Dredging mostró que las rocas de las cor-
dicionales en papel (y hay que considerar además que el teléfono ha re- dilleras eran las más jóvenes de todas, y que estaban formadas por mate-
ducido espectacularmente el número de interacciones casuales confia- ria volcánica producida recientemente. Las mediciones del flujo de calor
das a l papel). Las historias de sucesos recientes que se ha n basado en confirmaron su origen volcánico, cuando se detectó una emisión de ca-
esta clase de pruebas permiten vislumbrar lo que ocurre en el mundo de lo r mucho más alta en las cordilleras, que en el material contiguo. Fue
la investigación , m ostrándonos las incertidumbres, las rivalidades y las refutada la predicción de Holmes de que los "puntos calientes" estarían
manipulaciones que se dan dentro de la comunidad científica. Muchas debajo de los continentes. Las cordilleras eran también el foco de los te-
cosas están en juego en el mundo moderno de la gran ciencia, y quienes rremotos superficiales. En contraste, las tri ncheras eran el origen de los
participan en el juego -triunfando o perdiendo- lo saben perfecta- terremotos profundos, no obstante que también estaban asociadas con
mente. Sus colecciones constituyen una fuente vital de información la extensa actividad volcánica de las masas terrestres cercanas.
para el his to riador de la ciencia moderna, aunque sea información que Las inspecciones del magnetismo mostraron que había pautas de
refleje sentimientos perso nales y por tanto deba ser evaluada con pru- a no malías en las rocas adyacen tes a las cordilleras mesoceánicas. A uno
dencia. y otro lado de las cordilleras había bandas paralelas de rocas con mag-
Los relatos de los avances realizados en el terreno de la oceanografía netización remanente normal e invertida alt:ernadas. Por principio de
de los que resultó la nueva teoría de la estructura de la Tierra trasmiten cuentas, nadie relacionó este fenóm eno con la escala temporal de los
la misma sensación de hecho inmediato. En los años treinta s e hacían estados normal e invertido del campo magnético d e la Tierra que estaba
esfuerzos por explorar la corteza debajo de los mares, adaptando las téc- siendo elaborada por los investigadores del pa leomagnetismo. A la lar-
nicas sis mológicas que se empleaban en tierra. Las ondas de choque de ga, sin embargo, un conjunto singularmente claro de anomalfas magné-
explosiones eran reflejadas desde los rasgos de la subsuperficie y podían ticas, detectado en la cordillera de Juan de Fuca (mar adentro, frente a
ser detectadas mediante un sismógrafo (el instrumento empleado para las costas occidentales de América del Norte) por el barco de investiga-
detectar los choques producidos por los terremotos naturales). La gran ción Eltanin en 1965, sería crucial para establecer una nueva teoría que
inversión en inves tigaciones oceanográficas producidas por las deman- explicara la estructu ra del lecho oceánico. .
das militares de la segunda guerra Mundial y la guerra fría que la suce- La búsqueda de una nueva teoría ya estaba muy avanzada en 1960,
dió generó una inmensa cantidad de información nueva sobre la estruc- pues ninguna de las nociones existentes sobre la índole de la corteza te-
tura del suelo marino. Antes de los años cincuenta había s ido territorio rrestre tenía sentido a la luz de los nuevos datos. Los geofísicos emplea-
desconocido en lo que co ncernía a los geofísicos, pero a fines de los años ron los datos y pruebas de que los suelos submarinos diferían esencial-
sesenta eran mejor conocidos que la tierra. El estudio de la magnetiza- mente de los continentes como fundam ento para impugnar dir ectamente
ción remanente en rocas submarinas fue impulsado por los esfuerzos de la a u toridad de los geólogos tradicionales, especialistas de la Tierra. Si
los militares por detectar submarinos. En los años cincuenta existía un las ciencias de la Tierra iban a tener una nueva teoría, ésta habría de fun-
detector ma gnético que podía ser remolcado po r un barco y registraba darse en los datos proporcionados por la geofísica del mar. Los problemas
la magnetización del fondo marino sobre el que pasaba. La armada esta- identificados por el estudio de los continentes tendrían que ser resueltos
dounidense estaba an siosa de tener mapas de la magnetización natural como productos secundarios de una teoría cuya estructura estaría deter-
del lecho oceánico para identificar con facilidad la presencia de subma - minada po r las nuevas disciplinas. Las últimas pruebas de la deriva con-
rinos enemigos. tinental aportadas por el paleo magnetism o formarían parte de la nueva
Esta investigación trastocó casi todas las expectativas de cómo era el teoría. Otra posibilidad, la favorecida por algunos geofísicos, era la de que
fondo del mar -incluidas las predicciones de Wegener y sus seguido- la Tierra en realidad se está expandiendo a medida que se crea corteza
res-. Muchas zonas eran notablemente uniformes, y estaban compues- en las cordilleras mesoceánicas. Al final, s in embargo, la atención se en-
tas de basalto de apenas seis kilómetros de espesor. Los continentes, en focaría en un modelo de expans ión del fondo marino, relacionado con
cambio, eran de granito y tenían más de cuarenta kiló metros de espesor. las corrientes de convección dentro de la corteza. Si bien difiriendo sig-
Lejos de ser antiquísimas, como lo predecía la teoría de una Tierra ni ficativamente de la sugerencia anterior de H olmes, esto proporcionó
estática, las rocas oceánicas resultaron ser relativamente jóvenes. Desde un mecanismo que explicaría el movimiento de los continentes.
306 LAS CIE NCIAS DE LA TIERRA LAS CIENCIAS DE LA TIERRA 307

Co mo figura principal de la articulación de la nueva teoría estaba el continental, en la convención de 1963 de la Sociedad Geológica de Lon-
geofísico estadounidense H an-y Hess (1906-1969). Ya en los años trei nta dres. En esta etapa había aún muchís ima oposición, pero en el mismo
Hess había llegado a interesarse en la idea de las corrientes de convec- año una nueva y es pectacular clase de datos confirmó la expansión del
ción en la corteza como explicación de a lgunos d e los testimonios que suelo marino y empezó a inclinar la balanza en favor del nuevo enfoque.
sobre los su elos oceánicos empezaban a reunirse. Durante la guerTa es- La nueva s ugerencia vino de Fred Vine (n. 1939) y Drummond Mat-
tuvo en el Pacífico al mando d e un barco y utilizó la sonda de ultraso- thews (n . 193 1) de la Universidad de Cambridge. A ambos había causa-
nido para hacer exploraciones. En los años cincuenta, Hess sugirió que do gran impresión la interpretación de Hess sobre las cordilleras o dor-
las cordilleras mesoceánicas podrían ser los lugares donde materia nue- sales mesoceánicas. Es tudiante de posgrado, Vine estaba tratando de
va estaba llegando a la superficie en virtud de las corrientes de convec- encontrar sentido a las pautas de las anomalías magnéticas adyacentes a
ción que resultaban del calentamiento radiactivo. las dorsales; se dio cuenta de que, si la teoría de Hess fuera correcta, la
En 1960 Hess estaba listo para generalizar esta idea como la base de nueva roca que ascendiera a la dorsal sería impresa con la magnetiza-
una síntesis global en que los océanos eran el centro de la actividad. Las ción remanente correspondiente a la dirección del campo de la Tierra en
dorsales (cordilleras submarinas) eran el lugar donde se producía corte- esa época. Después de una inversión del campo, en la roca posterior se
za nueva, y las trincheras, el lugar donde la corteza vieja era empujada imprimiría la dirección opuesta de magnetización. El resultado sería
hacia abajo, hacia las profundidades, completándose ahí el ciclo de las una pauta de franjas horizontales paralelas a la cordillera, y cada lado
corrientes de convección. Los suelos marinos eran jóvenes porque se sería una imagen especular del otro porque habría una expansión equi-
producían y destruían constantemente; sólo los continentes --demasia- valente del suelo marino en ambas direcciones. La misma idea fue con-
do ligeros para ser arrastrados hacia las profundidades por las corrien- cebida independientemente por el geofísico canadiense Lawrence Morley,
tes- conservarían registros del distante pasado geológico. Los conti- quien la remitió en una carta a la prestigiada revista Nature . El director
nentes se moverían por la superficie, transportados por el movimiento le dijo que no había espacio para publicarla, y cuando por tal razón la
horizontal de las corrientes de convección. Hess logró incorporar los an- envió al Journal of Geophysical Research le comunicaron que "tales espe-
tiguos argumentos en favor de la deriva continental en su teoría, pero el culaciones hacen interesantes las pláticas de las fiestas, pero no es la cla-
mecanismo estaba basado ahora firmemente en las cuencas oceánicas. se de material que debe ser publicado al amparo de la ciencia seria.9
Su teoría fue publicada en 1962, pero, consciente de su naturaleza en ex- Morley tuvo que rendirse, pero Vine y Matthews lograron colar un ar-
tremo especulativa, la presentó como "geopoesía" -visión totalizadora tículo en Nature en 1963, lo cual al fin puso el asunto en la mesa de las
que requería de mucho más trabajo antes de que pudiera perfeccionarse discusiones.
y convertirse en verdadera teoría-. El término "expansión del suelo ma-
rino" fue acuñado por Robert Dietz en 1961.
Por el mo mento Hess ganó pocos conversos, pero sus sugerencias se
cons ideraron de importancia suficiente como para convertirse en uno
de los principales focos de atención de los investigadores de los diversos
institutos oceanográficos. El geólogo canadiense J . Tuzo Wilson (n . 1908)
relacionó la teoría con los intereses tradicionales en la formación de las
montañas, expresados por los investigadores de fenómenos terrestres.
Wilson argumentó que, si las islas oceánicas fueran producidas por co-
rrientes verticales en las cordilleras mesoceánicas y posteriormente lle-
vadas por las corrientes de convección del lecho marino, entonces cuan-
1' 'í
to más alejada de la cordillera estuviera la isla, tanto más vieja debía de FIGURA IX.l. Expans ión del fondo del mar e inversiones magnéticas ( 1). Sección
ser. La hipótesis fue confirmada por los datos geológicos existentes. En transversal de una dorsal mesoceánica. Muestra cómo se forma nueva corteza al
1963 Wilson publicó un artículo de divulgación sobre la deriva conti- ascender material hacia la dorsal. La corteza antigua es empujada hacia los
nental en el Scientific American, donde comunicaba las nuevas ideas a lados en este proceso. Conforme se solidifica la corteza, conserva la dirección
un público amplio y confirmaba que la deriva se había convertido al fin del campo magnético de la Tierra en ese momento. Las bandas oscuras repre-
en una gran fuerza dentro del pensamiento de los profesionales de las sentan la corteza formada durante períodos de polaridad invertida - nótese que
ciencias de la Tierra. Edward Bullard, figura clave del grupo del paleo- ésas son simétricas a cada lado de la dorsal.
magnetismo británico, dio a conocer un nuevo mapa que confirmaba la
"coincidencia " de los contornos de los continentes y respaldaba la deriva 9 Recolecciones de Lawrence Morley, registradas en una entrevista citada ibid., p. 299.
308 LAS CIEN CIAS DE LA TIERRA LAS CIENCIAS DE LA TIERRA 309

Hubo mucha oposición, y la mayoria de quienes trabajaban en el Ob-


servatorio Geológico Lamont se mos traron escépticos. El Eltanin, barco ... -. -~

de investigación del Lamont, estaba realizando las mejores exploracio- : .· . ..::;:,


nes de las anomalías magnéticas, incluyendo res ultados de la cordillera
de Juan de Fuca en donde era evidente una pauta de franjas paralelas .
En un recorrido a lo ancho de la cordillera, conocido como Eltanin 19, se '"·.
' ' .> , '
. ~
apreció con toda claridad la imagen especular caracteristica de las fran-
. ·''
jas a un lado y otro de la cordillera. En 1965 se divulgó la noticia del su-
ceso de Jaramillo, completándose así el registro de las inversiones del . .....~.

campo magnético de la Tierra. Cuando Vine oyó esto en una convención ..


~ '

de la Sociedad Geológica Estadounidense, vio cómo ahora las pautas <: . . ..: .
-...
podían hacerse encajar mucho más nítidamente dentro de su teoria: 1o ..... ·._, .· ..
"· : .. :--. : ...·
~- ........
/"'-' '_.'·-...'
/·:-....
Lo decisivo de esa convención, para mí. fue que conocí a Brent Dalryrnple. En :·. ·:.
....· V

discusiones privadas entre sesiones me dijo que "Pensamos que hemos perfec- -:-; ..·~--~~­
__ ,.:~.-_-s..
cionado un poquito la escala de polaridad-inversión, pero, en particular, he- .:- . -~ -,~·:· ~~::::_
mos definido un nuevo suceso: el suceso Jaramillo". Al instante me di cuenta ~ ~

de que con la nueva escala temporal, la cordillera de Juan de Fuca se podría in-
terpretar en función de una velocidad de propagación constante . Y eso era fan- FiGURA 9.2. Expansión del fondo del mar e inversiones magnéticas (2). Desde arri-
tástico, porque nos dimos cuenta de que el registro estaba escrito con mucha ba vemos bandas paralelas de corteza que conservan la polaridad normal y la
mayor nitidez de lo que habíamos previsto. Ahora teníamos la prueba de la ex- invertida a ambos lados de la dorsal Oíneas de puntos). La línea horizontal re-
pansión constante; y eso era muy importante. presenta una falla de transformación, en donde la dorsal y toda la pauta aso-
ciada de magnetización remanente es desplazada en ángulos rectos a la propia
Incluso el grupo de Lamont se daba cuenta ahora de que las pruebas dorsal.
de la expansión del suelo marino eran demas iado contundentes como
para no hacerles caso, aunque uno de los criticas desechó el Eltanin 19, años sesenta, desarrollaron la idea de Wilson en la versión completa de
calificándolo de coincidencia demasiado perfecta para ser cierta. Uno o la tectónica de placas. Se dieron cuenta de que muchos de los caracteres
dos años después, la mayoria de los profesionales de las ciencias de la geográficos de las placas de Wilson eran consecuencia directa de la for-
Tierra empezó a a ceptar que el nuevo modelo representaba la mejor res- ma esférica de la Tierra, que impone restricciones geométricas a las pla-
puesta a las preguntas que se estaban planteando. cas, restricciones que no pueden apreciarse en un mapa bidimensional.
También en 1965 fue cuando J. Tuzo Wilson propuso el concepto de Le Pinchan produjo un esquema simplificado en el cual la superficie de
"falla transformada" o "falla de transformación", para esclarecer la es - la Tierra se dividía en seis placas principales, cuyas fronteras sólo se po-
tructura de las crestas mesoceánicas. Si bien la sección activa de la cresta dían explicar conforme a la hipótesis de las corrientes de convección.
(en donde se está produciendo nuevo material} correspondía a un rasgo Pronto se demostró que los terremotos profundos se producían en
lineal que marca el borde de una célula de convección, las secciones de donde una sección de corteza estaba siendo forzada a introducirse deba-
la cresta estaban desplazadas a veces una de otra por una falla de trans- jo de otra, y que al mismo proceso se debía la actividad volcánica en áreas
formación dando un efecto general de zigzag, lo que también se refleja- como los Andes de América del Sur. En los casos de América del Norte y
na en un desplazamiento correspondiente de las franjas de anomalías América del Sur, las cordilleras que se extienden por el borde occidental
magnéticas. La famosa falla de San Andrés, California, es una falla trans- del continente resultan del hecho de que la "balsa" continental está en el
formada relacionada con la cresta de Juan de Fuca. Ahora se podía divi- borde de una placa, frente al material que llega de otras placas y que
dir la superficie de la Tierra en secciones o placas, cada una de ellas co- está siendo forzado a penetrar debajo de ella. Los Alpes y los Himalayas
rrespondiente a una célula convectiva, y delimitada por zonas activas en se produjeron por el choque de áreas continentales, cada una de ellas
las cuales se estaba creando nueva corteza (las crestas mesoceánicas) o empujadas por un sistema de placas diferente. A la luz de esta interpre-
destruyendo corteza existente (trincheras). tación, los geólogos de fines de los años sesenta y durante los setenta
J ason Margan, Dan McKenzie y Xavier Le Pinchan, a mediados de los emprendieron la reinterpretación general de las explicaciones tradicio-
nales de los fenómenos continentales. Aunque los datos de estratigrafía y
10 Entrevista con Fred Vine, citada ibid., p. 310. de la estructura de las montañas siguieron siendo los mismos, ahora se
310 LAS CIENCIAS DE LA TIERRA LAS CIENCIAS DE LA TIERRA 311

podían explicar en términos de un modelo revisado totalmente de las fuer- para interpretar el pasado geológico reciente, los modernos científicos
zas que operan en la corteza. Ahora que se había vuelto plausible el con- de la Tierra aceptan que tenemos acceso a pruebas que nos hablan de la
cepto fundamental de deriva continental, se examinaron mucho más creación y el estado temprano de la Tierra. Hubo una época en que las
detenidamente los testimonios geográficos y paleontológicos de la frag- "balsas" continentales y las placas subyacentes se hallaban aún en pro-
mentación de los continentes sugerida por Wegener. ceso de formación. Cuando miramos miles de millones de años dentro
Los geólogos sabían que su disciplina había sufrido una revolución del pasado, lo que en realidad vemos es un estado en que las cosas eran
conceptual basada en la creación de una imagen del interior de la Tierra muy diferentes del presente.
que discrepaba totalmente de las ideas tradicionales. El hecho de que las La confianza de los geólogos en los principios uniformistas fue refuta-
pruebas más terminantes en favor de la nueva teoría procedieran de la da en los años cincuenta por el investigador ruso-estadounidense Imma-
nueva disciplina de la geofísica fundada en exploraciones marinas hizo nuel Velikovsky, cuyo Worlds irz Collision tomó los registros de catástrofes
imperativo que se reestructurara la profesión, haciendo que los exponen- legadas por muchas culturas antiguas como base para escribir la historia
tes de los nuevos campos llegaran a posiciones de influencia y desplaza- de la Tierra desde otro punto de vista. Velikovsky se valió también de los
ran a los tradicionalistas a posiciones secundarias. El uso cada vez más argumentos de los geólogos catastrofistas del siglo XIX para fundamen-
frecuente del término "ciencias de la Tierra" en vez del antiguo de "geo- tar su argumentación de los levantamientos generalizados. Propuso una
logía" parece reflejar el sentimiento general sobre la revolución concep- teoría de colisiones interplanetarias que la mayoria de los astrónomos
tual la cual se había visto acompañada por grandes realineaciones den- consideró completamente fantástica. Los geólogos tomaron por chiflado
tro de la comunidad científica. Cualquiera que haya sido la continuidad a Velikovsky. Algunos organizaron un intento desatinado por impedir la
existente entre la teoria de Wegener y la tectónica de placas, dicha conti- publicación de su libro. En consecuencia, se convirtió en héroe para los
nuidad es excedida por el abismo que separa incluso su forma de geofí- miembros de la contracultura que veían la ciencia como expresión del
sica (para no decir nada de la tradición decimonónica de la geología) de materialis mo vil. Los libros de Velikovsky están hoy todavía en prensa,
la actual insistencia en el suelo oceánico como clave para entender la sirviendo de recordatorio poderoso de que no todos aceptan el consenso
corteza terrestre. Sin la creación de los nuevos instrumentos de investi- alcanzado por los científicos profesionales. También debe recordarse
gación para explorar el océano, y el surgimiento de una generación más que muchos creacionistas desecharon la idea ortodoxa de la historia de
joven de geofísicos que vieron los datos nuevos como la fuente principal la Tierra y argumentaron que las rocas sedimentarias se habían deposi-
de problemas conceptuales, la revolución habría sido impensable. tado durante el Diluvio Universal -idea que las ciencias de la Tierra no
habían tomado en serio desde fines del siglo xvn.
El ataque a Velikovsky provino del exterior de la comunidad científica,
Pasado y presente pero en 1970 se vio un resurgimiento, más serio, de una forma de catas-
trofismo apoyada en afirmar que había pruebas de que grandes impac-
El único nivel en que las modernas ciencias de la Tierra reclaman un tos de asteroides habían causado devastaciones de magnitud mundial en
vínculo intelectual con el siglo XIX es en el área de la metodología. Char- ciertas discontinuidades clave del registro geológico. Esta tesis se ha re-
les Lyell sigue siendo figura heroica porque la teoria de la tectónica de lacionado con el temor a un "invierno nuclear" expresada por muchos
placas es congruente con los principios del uniformismo. Se explica el de los partidarios del desarme, ya que el polvo arrojado a la atmósfera
pasado en función de procesos que se siguen observando en el mundo por el impacto de un asteroide produciría consecuencias similares a las
de hoy. El propio Lyell especuló que una raza de seres inteligentes que de una guerra nuclear --entre ellas la extinción de muchas formas de
vivieran en el mar tendría una visión muy diferente de la estructura de vida-. Las pruebas de los supuestos impactos han sido objetadas por
la Tierra, visión que parece ser confirmada ampliamente por el papel de la muchos científicos de la Tierra. La preferencia general por las explica-
oceanografía en las modernas ciencias de la Tierra. Mejores técnicas ciones uniformistas ha conducido a la mayoria de los geólogos a incli-
para observar la corteza terrestre en su conjunto sencillamente han alte- narse en favor de la idea de que las "discontinuidades" que marcan las
rado nuestros conceptos de los procesos observables al alcance de los fronteras entre las épocas geológicas son más aparentes que reales. El
geólogos para ser utilizados cuando tratan de reconstruir el pasado. ejemplo mejor conocido de tal discontinuidad es la frontera cretáceo-ter-
Téngase presente, sin embargo, que Lyellllevó tan lejos sus principios ciaria, m arcada por la desaparición de los dinosaurios y muchas otras
uniformistas, que afirmó que era acientífico esperar que el geólogo pu- formas de vida. Según el punto de vista ortodoxo, no hubo "extinción en
diera adentrarse en el pasado lo suficiente como para encontrar datos de masa" en un momento determinado, sólo la conclusión de una tenden-
periodos en que la Tierra era significativamente distinta de como es en cia que había imperado durante largo tiempo. Pero si los expositores del
el presente. A pesar de nuestra confianza en los principios uniformistas nuevo catas trofismo están en lo cierto, entonces las discontinuidades re-
312 LAS CIENCIAS DE LA TIERRA

presentan genuinas extinciones en masa causadas por efectos que están


fuera del radio de acción de las ciencias de la Tierra.
No debe ser motivo de sorpresa que la nueva teoría sea favorecida más
por los cosmólogos que por los geólogos y los paleontólogos. Sin embar-
go, es importante que concluyamos haciendo notar la existencia conti-
nuada de debates teóricos sobre la naturaleza del pasado de la Tierra. El
nuevo catastrofismo es diferente del viejo porque acepta la uniformidad
de procesos internos y recurre a factores externos (asteroides del espacio
exterior) para justificar la gran importancia que le da a la discontinui-
dad. Pero a pesar del triunfo de la tectónica de placas, se siguen deba-
tiendo los problemas fundamentales que han inquietado a los geólogos
de los últimos dos siglos. El surgimiento de un nuevo paradigma no sig-
nifica que la geología haya perdido su capacidad de incitar al debate
apasionado. Tan pronto como se resuelve un problema a satisfacción de
la mayoria, otro nuevo asoma la cabeza. Mucha de la gente no científica
sigue sosteniendo una postura suspicaz hacia todo el armazón teórico
sobre el cual se sustenta la visión moderna de la historia de la Tierra.
Ahora, como siempre, los científicos -y sus opositores- están mucho
más interesados en evaluar las nuevas ideas que en la mera recolección
de datos factuales.

Potrebbero piacerti anche