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Los Almeida se refugiaron en una finca de Machetá conseguida por la Pola y allí
con el apoyo de Juan José Neira organizaron una fuerza de caballería con
campesinos de la región y con desertores de las tropas del Rey que motivados por
las continuas victorias patriotas en los llanos buscaban unirse a las guerrillas
insurgentes. Además, estuvo presente la delación de Facundo Tovar, un
granadero venezolano infiltrado enviado por los españoles, quien comprometió
aun mas a la Pola y a su prometido Alejandro Sabaraín tras saberse del
reclutamiento de soldados para el Ejercito Liberador.
El arresto de Alejandro Sabaraín fue el echo definitivo para la captura de la Pola,
pues Alejandro tenia una lista de nombre de realistas y patriotas que Policarpa le
había entregado. Hasta ese punto, ella se había podido mover fácilmente por la
ciudad ya que estaba recién llegada y muy poca gente la conocía; además, su
juventud e inteligencia le habian permitido desenvolverse con gran capacidad. El
sargento Iglesias fue comisionado para encontrarla y arrestarla. La Pola fue
detenida en la casa de doña Andrea Ricaurte de Lozano, y encerrada en el actual
Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario que antiguamente era una cárcel.
El Consejo de Guerra la condeno a muerte junto con su amado (Sabaraín) y otros
patriotas más. La hora y fecha que se impusieron para el fusilamiento fueron las
nueve de la mañana del 14 de noviembre de 1817. La Pola marcho junto con dos
sacerdotes a ambos lados. Se ordeno a los condenados ponerse de espaldas
porque así deberían morir los traidores, pero ellos solicitaron permiso para
ponerse de rodillas, porque lo consideraban una posición más apropiada.
El cuerpo de Policarpa no fue expuesto en las calles de Bogotá como los de sus
compañeros por ser el de una mujer. Sus hermanos sacerdotes lo reclamaron y lo
guardaron en la iglesia de San Agustín.