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HACIÉNDOSE

Ashraf N. I. Abdelmalak
Doctor en Teología Dogmática de la Pontificia Università Urbaniana
OBEDIENTE HASTA
en Roma, pertenece a la Iglesia copto-católica de Egipto, y actualmen-
te, se desempeña como docente de teología sistemática en la Univer-
LA MUERTE, Y
sidad de San Buenaventura de Bogotá (Colombia). Entre sus recien-
MUERTE DE CRUZ

R. Guardini y H. U. von Balthasar ante el sentido teológico de la muerte en cruz de Jesucristo Abdelmalak
«HACIÉNDOSE OBEDIENTE HASTA LA MUERTE, Y MUERTE DE CRUZ» Ashraf N. I.
tes publicaciones: Gronchi, Maurizio. Jesucristo. Abdelmalak Ashraf
N. I. - Pulido Barreto María Angélica (traducción). Bogotá: Editorial
R. Guardini y H. U. von Balthasar
Bonaventuriana, 2016; “La dottrina della giustificazione: uno sguardo
ecumenico” Theologica Xaveriana 180 (2015): 409-445; “La cuestión
ante el sentido teológico de la muerte en cruz de Jesucristo
de la mediación de María: Análisis en el contexto egipcio”, An. teol. • Segunda edición, ampliada y corregida •
15.2 (2013) 399-431.

La reflexión teológica sobre el hecho histórico de la muerte en cruz de


Jesús de Nazaret vivió una fecunda renovación gracias al pensamien-
to de los teólogos –tanto protestantes como católicos– del siglo XX.
La finalidad de esta obra es ocuparse de analizar el pensamiento de
dos teólogos católicos cuyos aportes pueden demostrar eficazmente
la riqueza que subyace en el acontecimiento histórico de la cruz y en
su misterio: se trata del ítalo-alemán R. Guardini y del suizo H. U. von
Balthasar. Estos dos autores constituyen ejemplos particularmente
destacados de las distintas interpretaciones actuales del tema tradi-
cional de la theologia crucis. En la primera parte del libro se analiza
el pensamiento del teólogo R. Guardini en torno a la cruz, así como su
controversial tesis sobre las dos formas de la redención y la posibilidad
de la no-necesidad de la muerte en cruz de Jesucristo para la redención
de los hombres, mientras que en la segunda parte se presenta sistemá-
ticamente la reflexión del teólogo jesuita H. U. von Balthasar sobre la
cruz como acontecimiento teológico, estético, dramático y escatológi-
co. Para finalizar, se presenta una Conclusión general sobre el sentido
de la muerte en cruz de Jesús tomando como base las mencionadas re-
flexiones guardiniana y balthasariana.

ISBN 958-8928-43-2 S.T. n.o 31


Serie Teológica

EDITORIAL
N.º 31

9 789588 928432 00031 BONAVENTURIANA

Serie Teológica n.° 31 Ashraf N. I.


Diseño e impresión: Unidad de Comunicaciones y Protocolo de la Universidad de San Buenaventura, sede Bogotá
ISBN 978-958-8928-43-2 Abdelmalak
R. Guardini y H. U. von Balthasar
ante el sentido teológico de la muerte en cruz de Jesucristo

Serie Teológica n.° 31 Ashraf N. I.


ISBN 978-958-8928-43-2 Abdelmalak
A María Angélica Pulido Barreto,
mi amada esposa, con gratitud…
Abdelmalak, Ashraf N. I.
«Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz»
R. Guardini y H. U. von Balthasar ante el sentido teológico
de la muerte en cruz de Jesucristo / Ashraf N. I. Abdelmalak.
– Bogotá : Editorial Bonaventuriana, 2016.
176 p.—(Serie Teológica; 31).
Incluye referencias bibliográficas.
ISBN: 978-958-8928-43-2
1. Salvación – 2. Teología – 3. von Balthasar, Hans Urs, 1905-1988 –
4. Guardini, Romano, 1885-1968. – 5. Cruz, obediencia, libertad,
salvación.
CDD. 234

EDITORIAL
BONAVENTURIANA

«Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz»


R. Guardini y H.U. von Balthasar ante el sentido teológico de la muerte en cruz de Jesucristo
© Ashraf N. I. Abdelmalak
Serie Teológica • Número 31

Universidad de San Buenaventura


Colombia
© Editorial Bonaventuriana, 2016
Universidad de San Buenaventura
Carrera 9 N.º 123-76, oficinas 602-603
PBX: 57 (1) 629 5955
www.usb.edu.co
Bogotá - Colombia

Rector: Fray José Wilson Téllez Casas, o.f.m.


Coordinador editorial: Pablo Enrique Sánchez Ramírez
Jefe Unidad de Comunicaciones y Protocolo: Luis Alfredo Téllez Casas
Diseño y diagramación: Luis Orlando Ferrucho Bran

Aviso Legal
Los autores son responsables del contenido de la presente obra.
Prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio, sin permiso escrito de la
Editorial Bonaventuriana.
Derechos reservados de la Universidad de San Buenaventura

ISBN: 978-958-8928-43-2
Tirada: 120 ejemplares
Depósito legal: se da cumplimiento a lo estipulado en la Ley 44 de 1993,
Decreto 460 de 1995 y Decreto 358 de 2000.
Impreso en Colombia - Printed in Colombia.
Contenido

INTRODUCCIÓN GENERAL
Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret................11
1. Entre el hecho histórico y el sentido teológico de la cruz.................................. 13
2. Una breve historia de la theologia crucis:
el significado salvífico de la cruz............................................................................. 20
3. R. Guardini y H. U. von Balthasar ante la muerte
en cruz de Jesucristo.................................................................................................. 34

CAPÍTULO PRIMERO
La tesis de R. Guardini de la doble forma de la redención................................ 39
Introducción........................................................................................................................41
1. El método filosófico-teológico y
la concentración cristológica de Guardini............................................................ 42
1.1 El método de la “oposición polar”................................................................... 42
1.2 La concentración cristológica de Guardini.................................................. 46
2. Premisas necesarias a la tesis guardiniana............................................................49
2.1 “Más para discutir que para definir”..............................................................49
2.2 El carácter misterioso de la muerte injusta y
redentora de Jesús..............................................................................................49
2.3 La lógica de la historia salutis..............................................................................51
3. Doble forma de la redención..................................................................................... 52
3.1 Forma pacífica y forma violenta...................................................................... 52
3.2 La “pro-existencia” de Jesús de Nazaret,
su “servicio de amor” y su “prontitud” al sacrificio.................................... 53

7
3.3 La crucifixión como una decisión
de los hombres y un destino para Jesús......................................................... 54
3.4 La segunda rebelión y el segundo pecado original...................................... 55
4. Algunos interrogantes................................................................................................ 57
4.1 La inmutabilidad de Dios
y de su plan frente a la doble libertad humana............................................ 57
4.2 ¿Qué quiere decir el
“deber por necesidad” en relación con la cruz?........................................... 60
4.3 ¿Dios sabe y quiere la muerte de Jesús?:
el “porqué” de la muerte de Jesucristo............................................................61
4.4 ¿Qué habría pasado si los hombres
hubiesen aceptado al Redentor?..................................................................... 65
4.5 ¿Fue la muerte de Jesús un fracaso?................................................................ 67
4.6 ¿Podía Dios haber perdonado a los progenitores?...................................... 69
5. Una mirada crítica...................................................................................................... 70
5.1 El amor de Dios que se convierte en “destino”............................................. 70
5.2 El amor de Dios es un amor “en serio”........................................................... 72
5.3 Contra la tesis guardiniana...............................................................................73
5.4 En favor de la tesis guardiniana...................................................................... 74
Observaciones conclusivas............................................................................................. 76

CAPÍTULO SEGUNDO
La cruz de Jesucristo como acontecimiento teológico,
dramático, escatológico y estético en el pensamiento
de H. U. von Balthasar....................................................................................................81
Introducción....................................................................................................................... 83
1. El método y la obra teológica de H. U. von Balthasar........................................ 84
1.1 El principio arquitectónico y el principio
hermenéutico de la teología balthasariana................................................... 84
1.2 La originalidad de von Balthasar y la prioridad de la belleza................... 86
1.3 La “trilogía de amor” de von Balthasar.......................................................... 88

8
2. El cristocentrismo balthasariano............................................................................94
2.1 La “via amoris” y Jesús de Nazaret.................................................................94
2.2 El cristocentrismo trinitario balthasariano.................................................. 96
3. Aspectos sobresalientes de la teología de la cruz balthasariana: una síntesis
teológica........................................................................................................................ 99
3.1 La cruz como acontecimiento teológico:
la theologia crucis............................................................................................... 99
3.2 La cruz como acontecimiento kenótico:
la cristología kenótica......................................................................................103
3.3 La cruz como acontecimiento de abandono:
la cristología dramática....................................................................................107
3.4 La cruz como acontecimiento soteriológico-dramático:
la cristología soteriológico-dramática.......................................................... 112
3.5 La cruz como acontecimiento victorioso:
la cristología del Crucificado-Resucitado................................................... 115
3.6 La cruz como acontecimiento escatológico:
la cristología escatológica................................................................................ 119
3.7 La cruz como acontecimiento estético:
la cristología epifánica......................................................................................123
3.8 La cruz como acontecimiento escandaloso:
la cristología escandalosa y el cristiano.......................................................129
Observaciones conclusivas............................................................................................132

CONCLUSIÓN GENERAL
Consideraciones finales sobre el sentido de la muerte en cruz de Jesús
en el pensamiento de R. Guardini y H. U. von Balthasar................................. 137
1. Hacia el motivo y el sentido de la muerte en cruz de Jesús:
tres ópticas distintas.................................................................................................139
2. Divergencia entre el pensamiento guardiniano
y el pensamiento balthasariano sobre la cruz:
la necesidad de la cruz.............................................................................................. 151
3. Convergencias entre el pensamiento guardiniano
y el pensamiento balthasariano sobre la cruz:
la imagen de Dios y la imagen del hombre.......................................................... 154

9
BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................................... 161
1. Romano Guardini......................................................................................................163
Obras de R. Guardini
(orden cronológico según el original alemán).....................................................163

Estudios sobre R. Guardini (orden alfabético).................................................. 164


2. H. U. von Balthasar....................................................................................................166
Obras de H. U. von Balthasar
(orden cronológico según el original alemán).....................................................166
Estudios sobre H. U. von Balthasar (orden alfabético).....................................168
3. Otras referencias........................................................................................................169
La Biblia........................................................................................................................169
El Corán........................................................................................................................170
Obras eclesiásticas (orden cronológico)..............................................................170
Obras antiguas (orden cronológico).......................................................................171
Otros estudios (orden alfabético)...........................................................................171

10
Introducción General

«Estos son los que dieron muerte al Señor Jesús y a los profetas y
los que nos persiguen a nosotros» (1 Tes 2,15).

«Ustedes, sin embargo, lo entregaron a los paganos para ser


crucificado y morir en la cruz, y con esto se cumplió el plan que
Dios tenía dispuesto» (Hch 2,23).

«Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz»


(Flp 2,8)1.

1 La versión de la Biblia usada en este estudio es: La Biblia, Traducida, presentada y co-
mentada para las comunidades cristianas de Latinoamérica y para los que buscan a Dios
(Madrid – Estella (Navarra): San Pablo – Editorial Verbo Divino, 2005158).
Hace aproximadamente 2000 años, un hombre llamado Jesús de Na-
zaret fue torturado y crucificado. Los hombres y las mujeres cristianos tan-
to de hoy, como de todos los tiempos, siguen interrogándose no sólo sobre
tal hecho histórico («Estos son los que dieron muerte al Señor Jesús») sino
también sobre el sentido teológico del mismo («Ustedes, sin embargo, lo en-
tregaron a los paganos para ser crucificado y morir en la cruz, y con esto se
cumplió el plan que Dios tenía dispuesto»), y en general sobre el escándalo
de la muerte en cruz, que ha acompañado al cristianismo desde sus albores
(cf. 1 Tes 2,15; He 2,23; 1 Cor 1,22-25). En tal sentido, la “teología de la muerte
en cruz de Jesucristo” (la theologia crucis) se ocupa de una cuestión funda-
mental para todo cristiano: buscar el sentido teológico de esa muerte injusta
y dolorosa. En efecto, en todas las épocas del cristianismo los teólogos se han
esforzado por aproximarse y apropiarse del sentido que emana de la cruz de
Jesús, no sólo para acercarse a la comprensión humano-cristiana del Dios
Unitrino, y por esa misma vía, a la comprensión del hombre, de su historia y
de su mundo, sino también para aprender a vivir la existencia humana con
coraje y a morir con confianza y abandono en las manos de Dios.

1. Entre el hecho histórico


y el sentido teológico de la cruz
En primer lugar es importante distinguir entre el hecho histórico de la
cruz (Jesús fue crucificado bajo Poncio Pilatos) y sus diversas interpretaciones (en
el NT, en la patrística, en el Medioevo y en la época moderna-contemporánea)2.
Como es apenas obvio, el contenido de tales interpretaciones varía según la
época histórica, el contexto y el teólogo, sin embargo casi todas ellas subrayan
el significado salvífico de la cruz (Jesús murió por nosotros y para nuestra
salvación). En efecto, en la experiencia de fe, la muerte histórica de Jesús, se-

2 Para una reflexión teológica sobre el misterio de la cruz, que ofrece, en manera muy intere-
sante y articulada, una síntesis bíblica, histórica y sistemática del hecho escandaloso de la
cruz, véase Maurizio Flick – Zoltán Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di teologia sistemati-
ca, (Biblioteca di teologia contemporanea, 31), (Brescia: Editrice Queriniana, 1978, 19902).

Introducción General Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret 13


guida de su resurrección, tiene una dimensión soteriológica: la obra salvadora-
escatológica de Dios en la libre entrega de Jesús3.
Ahora bien, todas estas afirmaciones bíblicas, teológicas y creyentes,
han dado lugar a su vez al surgimiento de nuevos interrogantes, como por
ej.: ¿qué se quiere decir cuando se afirma que Jesucristo es el “Redentor del
hombre”4?, ¿qué queremos decir cuando afirmamos que nosotros hemos sido
salvados precisamente por medio de su muerte-resurrección?, ¿qué significa
salvación en la concepción cristiana?, y, ¿cómo puede lograrse dicha salvación?
Los teólogos han formulado diversas interpretaciones del significado
soteriológico de la cruz de Jesucristo. En este escrito se presentan las pers-
pectivas teológicas sobre la cruz propuestas por dos importantes teólogos
contemporáneos: R. Guardini5 y H. U. von Balthasar6.

3 «[…] para el nuevo testamento la muerte de Jesús no es solamente acción de los judíos y
romanos, sino obra salvadora de Dios y libre autoentrega de Jesús», Walter Kasper, Jesús,
el Cristo, (Verdad e Imagen, 45), (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1976, 19782), 140. [orig.
alem., Jesus der Christus (Mainz: Matthias-Grünewald-Verlag, 1974)].
4 Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptor Hominis (4 Marzo 1979), n. 1.
5 Romano Guardini nació en Verona (Italia), en el 1885, pero vivió, estudió y enseñó prácti-
camente toda su vida en Alemania, país éste en el que murió en 1968. En efecto, este teólogo
ítalo-alemán tenía a Italia como su “patria de origen” y a Alemania como su “patria adopti-
va”. Después de una crisis existencial-vocacional, comprendió su vocación y se ordenó sa-
cerdote en 1910. Entre sus obras más famosas cabe recordar El espíritu de la liturgia, El Señor y
La esencia del Cristianismo. Para una biografía completa sobre R. Guardini, puede consultarse
la obra clásica de Hanna-Barbara Gerl, Romano Guardini. La vita e l’opera (Brescia: Morcellia-
na, 1988). [orig. alem., Romano Guardini. Leben und Werk (Mainz: Grünewald, 1985)]. Para una
introducción a la persona, a la obra y al pensamiento de Guardini, véase Guido Sommavilla,
Introduzione a Romano Guardini, Scritti filosofici. vol. 1 (Milano: Fratelli Fabbri Editori, 1964),
123-132; Henri Engelmanny Francis Ferrier, Introduzione a Romano Guardini (Brescia: Queri-
niana, 1968). [orig. fran., Romano Guardini. Le Dieu vivant et l’existence chrétienne (Paris: Fleurus,
1966)]; Hans Urs von Balthasar, Romano Guardini. Riforma dalle origini (Milano: Jaca Book,
2000). [orig. alem., Reform aus dem Ursprung (Einsiedeln: Johannes Verlag, 1970)]; Battista
Mondin, I grandi teologi del secolo ventesimo. vol. I.: I teologi cattolici (Torino: Borla, 19722), 89-
120; Alfonso López Quintás, Romano Guardini. Maestro de vida (Madrid: Palabra, 1998); Ídem,
Estudio introductorio a Romano Guardini, Ética. Lecciones en la Universidad de Múnich (Madrid:
Biblioteca de Autores Cristianos, 1999, 20002), XVII-XXXIII; Eloy Bueno de la Fuente,
«Guardini, Romano», en Juan Bosch Navarro (ed.), Diccionario de Teólogos/as Contemporáneos
(Burgos: Monte Carmelo, 2004), 460-470. Finalmente, para una autobiografía, véase Ro-
mano Guardini, Apuntes para una autobiografía (Madrid: Encuentro, 1992). [orig. alem., Berich-
te über mein Leben. Autobiographische Aufzeichnungen (Düsseldorf: Patmos-Verlag, 1984)].
6 Hans Urs von Balthasar nació en Lucerna (Suiza), en 1905. Ha sido jesuita de 1928 hasta 1948.
Fue miembro de la “Comisión Teológica Internacional” desde su fundación (1968). Murió
en 1988. Entre sus obras más famosas hay que recordar su trilogía (“Gloria” [7 vols.], “Teo-
dramática” [5 vols.] y “Teológica” [3 vols.]), y “Sólo el amor es digno de fe”. Para una introducción

14 «Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» • Ashraf N. I. Abdelmalak


En relación con el hecho histórico de la cruz, lo primero que debe de-
cirse es que ningún estudioso serio puede hoy en día negar que Jesús de Na-
zaret fue efectivamente crucificado al inicio del primer siglo de nuestra era7.

más detallada a la vida y a la obra de von Balthasar, véanse, en modo particular, Battista Mondin, I
grandi teologi del secolo ventesimo. vol. I.: I teologi cattolici, 267-296; Ídem, La nuova teologia cattolica. Da Karl
Rahner a Urs von Balthasar (Roma: Edizioni Logos, 1978), 165-178; Communio, Ed. española, núm. IV
(1988); Olegario González de Cardedal, «La obra teológica de Hans Urs von Balthasar», en Com-
munio, Ed. española, núm. IV (1988), 365-396; Peter Henrici, «Semblanza de Hans Urs von Bal-
thasar», en Communio, Ed. española, núm. IV-V (1989), 356-391; Karl Lehmann – Walter Kasper
(ed.), Hans Urs von Balthasar. Figura e opera (Casale Monferrato: Piemme, 1991); Angelo Scola, Hans
Urs von Balthasar: un estilo teológico, (Ensayos, 107), (Madrid: Ediciones Encuentro, 1997). [orig. ital.,
Hans Urs von Balthasar: uno stile teologico (Milano: Editoriale Jaca Book, 1991)]; Rosino Gibellini, La
teología del siglo XX, (Colección «Presencia teológica», 94), (Santander: Editorial Sal Terrae, 1998),
254-270. [orig. ital., La teologia del XX secolo (Brescia: Queriniana, 19932)]; Eloy Bueno de la Fuente,
«Balthasar, Hans Urs von», en Juan Bosch (ed.), Diccionario de Teólogos/as Contemporáneos, 89-102;
José Antonio Sayés, La esencia del cristianismo. Diálogo con K. Rahner y H. U. Von Balthasar (Madrid:
Ediciones cristiandad, 2005), 207-375; Elio Guerriero, Hans Urs von Balthasar (Madrid: San Pablo,
2008). [orig. ital., Hans Urs Von Balthasar (Brescia: Editrice Morcelliana, 2006)].
7 En relación con la “crucifixión histórica” de Jesús y con su “última semana”, véase Ed Parish
Sanders, The Historical Figure of Jesus (London: Allen Lane The penguin press, 1993), 249-275; Gerd
Theissen – Annette Merz, El Jesús histórico. Manual, (Biblioteca de Estudios Bíblicos, 100), (Sa-
lamanca: Ediciones Sígueme, 1999, 20043), 447-521. [orig. alem., Der historische Jesus. Ein Lehrbuch
(Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1996)]; Marcus J. Borg – John Dominic Crossan, La últi-
ma semana de Jesús. El relato día a día de la semana final de Jesús en Jerusalén (Madrid: Editorial PPC, 2007),
135-190. [orig. ingl., The Last Week. What the Gospels Really Teach About Jesus’s Final Days in Jerusalem?
(Paperback, 2007)]. En la actualidad, y desde siempre, el Islam, la religión fundada por el profeta
Mahoma, siguiendo a las afirmaciones coránicas niega, o niega aparentemente, el hecho históri-
co de la crucifixión de Jesús. El Corán, el libro sagrado de los musulmanes, afirma categórica-
mente lo siguiente: «[…] y por haber dicho: “Ciertamente, hemos matado al Mesías, Jesús hijo
de María, el Mensajero de Dios.” Pero no le mataron ni le crucificaron, sino que se hizo que les
pareciera eso» (Sura IV,157). La versión-traducción del Corán usada aquí es: El Corán, Edición
comentada de Raúl González Bórnez (Islamic Republic of Iran: Centro de traducciones del Sa-
grado Corán, 2008). En cuanto a las distintas interpretaciones de estas palabras coránicas que
niegan, o niegan aparentemente, la muerte en cruz de Jesús, véase Adel-Th. Khoury, Los funda-
mentos del Islam (Barcelona: Herder, 1981, 20002), 67-69. [orig. alem., Einführung in die Grundlagen des
Islams (Graz-Viena-Colonia: Verlag Styria, 1978)]; Giancarlo Finazzo, I musulmani e il Cristianesimo.
Alle origini del pensiero islamico (secc. VII-X) (Roma: Edizioni Studium, 1980), 63-68; Maurice Borr-
mans, Orientamenti per un dialogo tra cristiani e musulmani (Roma: Urbaniana University Press,19912),
74-78. [orig. fran., Orientations pour un dialogue entre Chrétiens et Musulmans (Paris: Les Editions du
Cerf,1981)]; William Montgomery Watt, Breve storia dell’Islam (Bologna: Il Mulino, 2001), 63-65.
[orig. ingl., A Short History of Islam (Oxford: Oneworld Pub., 1996)]. Es suficiente decir aquí que,
según la Sura V,117 y según el uso que en ella se hace del verbo árabe “tawaffa”, Jesús ha muerto.
Pues, «“llamar” (tawaffa) significa, según las aleyas paralelas del Corán, hacer morir. Así pues, es
doctrina del Corán que Jesús murió. Cuándo y cómo ocurrió esa muerte es cuestión que dis-
cuten los comentaristas. La mayoría de los exegetas ortodoxos pretenden que Jesús no murió en
la cruz. En un pasaje coránico [Sura IV,157-158] enumera Dios los distintos crímenes de los judíos
y entre ellos [matar “al Mesías, Jesús, hijo de María”]», Adel-Th. Khoury, Los fundamentos del Islam, 67.

Introducción General Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret 15


En efecto, los cuatro evangelios (Marcos, Mateo, Lucas y Juan) concuerdan
en presentar la crucifixión como la forma de la muerte de Jesús. Por demás,
la efectiva ocurrencia de tal hecho histórico, se ve corroborada por el hecho
de que en los tiempos de Jesús, la cruz era la forma en que los romanos eje-
cutaban a los esclavos, a los rebeldes y a todos los subversivos políticos con-
trarios al poderío romano. Sin embargo, en dicha época quienes ostentaban
la calidad de ciudadanos romanos, podían eventualmente ser condenados a
la decapitación, pero no a la crucifixión, por ser tal pena no solo particular-
mente cruel, sino también infamante8.

Ahora bien, en la vida de Jesús hubo dos momentos centrales, que


son aceptados históricamente: 1) su bautismo en el Río Jordán recibido por
Juan; 2) su muerte en la cruz9. Como bien lo anota también J. Sobrino, hay
“tres realidades mínimas pero de alto contenido teológico y de cuya histo-
ricidad no se puede dudar”, que están relacionadas con Jesús de Nazaret, a
saber:

1. el reino de Dios;
2. el Dios del reino (abbá); y,
3. la muerte de Jesús, que ilumina retrospectivamente la práctica y
la persona de Jesús10.

En suma, «el hecho de que Jesús de Nazaret hubiese sido ejecutado


en una cruz pertenece a las realidades más ciertas de la historia de Jesús.
Más difícil es ya la fecha concreta de su crucifixión»11. Así entonces, a pesar
de que «no hay consenso sobre el autor directo de la condena ni sobre las
razones por las que Jesús fue ajusticiado»12, desde el punto de vista histórico
está probado que el joven Jesús de Nazaret murió crucificado, siendo gober-
nador Poncio Pilatos. Cabe además observar que «más difícil que la cuestión

8 Gerd Theissen – Annette Merz, El Jesús histórico. Manual, 448-517; Walter Kasper, Jesús, el
Cristo, 138-140.
9 Walter Kasper, Jesús, el Cristo, 81; Maurizio Gronchi, Gesù Cristo (Assisi: Cittadella
Editrice, 2012), 31.
10 Jon Sobrino, «Cristología», en Juan José Tamayo (ed.), Nuevo diccionario de teología
(Madrid: Editorial Trotta, 2005), 223.
11 Walter Kasper, Jesús, el Cristo, 138.
12 Gerd Theissen – Annette Merz, El Jesús histórico. Manual, 490.

16 «Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» • Ashraf N. I. Abdelmalak


de por qué fue condenado Jesús por Pilatos, lo es esta otra: cuál fue la razón
de que lo condenara el sanedrín»13.

Por otra parte, aunque la muerte histórica de Jesús14 podría parecer


similar a la de los fundadores de algunas religiones y a la de ciertos filósofos,
en realidad fue totalmente distinta en muchos aspectos. A dicho respecto,
H. Küng, como R. Guardini15 y J. Moltmann16, hace algunas anotaciones so-
bre ciertos aspectos que son evidentes y a la vez paradójicos:

13 Walter Kasper, Jesús, el Cristo, 139. Sobre el motivo y el sentido de la muerte en cruz de
Jesús, se dirá algo en la Conclusión general del presente libro.
14 En cuanto a las atestaciones extra-bíblicas del hecho histórico de la muerte en cruz de
Jesús, pueden recordarse principalmente la del historiador judío Josefo Flavio y la del
historiador romano Tácito. El primero, en Antigüedades Judaicas,18.3.3§63-64 (el llamado
“Testimunium Flavianum”), anota: «Y cuando Pilato, a causa de una acusación hecha por
los hombres principales entre nosotros, lo condenó a la cruz, los que antes lo habían
amado no dejaron de hacerlo». El segundo, en los Anales 15.44, observa: «Su nombre [el
de los cristianos] proviene de Cristo, quien, bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado
por el procurador Poncio Pilato». Para estos textos y sus análisis críticas, véase John P.
Meier, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico. Tomo I: Las raíces del problema y la persona
(Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino, 1997, 20045), 79-112. [orig. ingl., A marginal
Jew (Doubleday: Bantam Doubleday Dell Publishing Group, 1991]; Gerd Theissen –
Annette Merz, El Jesús histórico. Manual, 84-95.102-104.
15 Romano Guardini, El Señor. Meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo (Madrid:
Ediciones Cristiandad, 20083), 436-446.494-499. [orig. alem., Der Herr. Betrachtungen
über die Person und das Leben Jesu Christi (Mainz-Paderborn: Mathias-Grünewald-
Verlag – Verlag Ferdinand Schöning, 1937)]; Ídem, La Esencia del Cristianismo (Madrid:
Ediciones Guadarrama, 19642), 68-71. [orig. alem., Das Wesen des Christentums (Würzburg:
Werkbund-Verlag, 1939)]; Ídem, La realidad humana del Señor. Aportación a una psicología
de Jesús (Madrid: Ediciones Guadarrama, 1960), 107-114. [orig. alem., Die Menschliche
Wirklichkeit des Herrn (Würzburg: Werkbund-Verlag, 1958)].
16 «Sócrates murió como un sabio. Bebió animado y sereno la copa de cicuta que le alargaban.
Con ello mostró grandeza de ánimo, probando, al mismo tiempo, la inmortalidad del
alma que enseñaba, según dice Paltón […] Resulta indudable que Jesús murió de otra
manera. La suya no fue una “bella muerte”. Los sinópticos hablan unánimes de su
“temblor y temor” (Mc 14,34 par) y de la tristeza mortal de su alma. Afrontó su final
“con grandes gritos y lágrimas” (Heb 5,7). Según Mc 15,37, expiró dando un grito fuerte,
inarticulado […] La comparación con Sócrates, con los mártires estoicos y cristianos,
indica que en la muerte de Jesús hay algo especial. Únicamente se podrá comprender
ese algo especial si se considera su muerte no sólo desde la perspectiva de su relación
con judíos y romanos, con la ley y el poder político, sino desde su relación con su Dios
y Padre, cuya cercanía y gracia él mismo había proclamado», Jürgen Moltmann, El Dios
crucificado. La cruz de Cristo como base y crítica de la teología cristiana, (Verdad e Imagen, 41),
(Salamanca: Ediciones Sígueme, 20103), 175.176. [orig. alem., Der gekreuzigte Gott. Das
Kreuz Christi als Grund und Kritik christlicher Theologie (Gütersloh: Gütersloher Verlaghaus,
1972, 20029)].

Introducción General Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret 17


Si a alguien le parecen iguales todas las religiones y sus “fundado-
res”, compare la muerte de todos ellos y encontrará notables diferen-
cias. Moisés, Buda, Confucio, todos ellos murieron en edad avanza-
da, coronados de éxito a pesar de todos sus desengaños, rodeados
de sus discípulos y seguidores, “ahítos de vida” como los patriarcas
de Israel. Moisés, según la tradición, murió rodeado de su pueblo,
teniendo ante sus ojos la tierra prometida, a la edad de ciento veinte
años, sin que sus ojos se hubiesen vuelto turbios ni hubiese decaído
su vigor. Buda muere pacíficamente a los ochenta años, en medio
de sus discípulos, después de haber reunido como predicador iti-
nerante una gran comunidad de monjes, monjas y seguidores laicos.
También Confucio muere ya viejo, tras su retorno a Lu (de donde
había sido expulsado siendo ministro de Justicia), después de haber
dedicado los últimos años de su vida a la formación de un grupo de
discípulos, nobles en su mayoría, que se consagrarían a guardar y
continuar su obra, y a la transcripción de los antiguos textos de su
pueblo, única redacción que habría de ser transmitida a la posteri-
dad. Y Mahoma, finalmente, muere después de haber disfrutado los
últimos años de su vida como dueño político de Arabia, en su harén,
en brazos de su mujer favorita. He aquí, en cambio, el caso de Jesús:
hombre joven, de unos treinta años, tras una actividad de tres años
como máximo, o quizá tan solo de unos pocos meses, marginado de
la sociedad, traicionado y negado por sus discípulos y seguidores,
escarnecido y ultrajado por sus enemigos, abandonado de los hom-
bres y de Dios, muere según un ritual de los más horribles y refina-
dos que la imaginativa crueldad de los hombres ha podido inventar17.

Ahora bien, cuando se habla de theologia crucis, la primera cosa que pasa
en la mente de muchos –y en particular de quienes están familiarizados con
los estudios teológicos sistemáticos–, son las distintas y variantes teologías
sobre la cruz de Jesús, empezando por la teología de Pablo de Tarso, pasando
por el pensamiento patrístico, por la teología de Anselmo de Canterbury y
por aquella de Martin Lutero, hasta llegar a las distintas teologías contempo-
ráneas. En este sentido, puede afirmarse que la theologia crucis es un tema tra-
dicional. En efecto tanto la “Iglesia de oriente” como la “Iglesia de occidente”

17 Hans Küng, Jesús (Madrid: Editorial Trotta, 2014), 156-157. [orig. alem., Jesus, 2012].

18 «Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» • Ashraf N. I. Abdelmalak


han subrayado –en distintas formas, aunque todas ellas complementarias–
la importancia y la centralidad de la cruz y de la resurrección (el misterio
pascual)18 no solamente en las reflexiones filosófico-teológicas, en las celebra-
ciones cúltico-litúrgicas y en las representaciones artísticos-icónicas19, sino
también en la vida cotidiana de los cristianos. La cruz-pasión de Jesucristo es,
de hecho, objeto de creencia (el Credo, la doctrina y el estudio), de celebración
(la liturgia, la oración y la contemplación) y de vivencia (la vida cristiana, el
seguimiento y la praxis). Es esto precisamente lo que hace necesario que en
este escrito se sintetice si quiera brevemente el discurso teológico-soterioló-
gico que sobre la cruz se ha desarrollado a lo largo de la historia cristiana20.

18 «Ciertamente hay enfoques distintos en oriente y occidente; la teología oriental se cen-


tra más en el misterio de la encarnación y en la divinización del hombre a partir de este
misterio; la teología occidental, por el contrario, está más centrada en el misterio pas-
cual y en la liberación del hombre del pecado por la obra redentora de la Cruz. Pero, a
pesar de estas lógicas diferencias, en la mayoría de los autores de la Patrística, existe una
teología de la cruz, que orienta de forma determinante la reflexión y la praxis cristiana»,
Laurentino Novoa Pascual, «Teología de la Cruz (Theologia Crucis)», en Luis Díez Merino
– Robin Ryan – Adolfo Lippi (eds.), Pasión de Jesucristo (Madrid: San Pablo, 2015), 1277.
19 «La Iglesia oriental, en su liturgia, se centra fundamentalmente en la Resurrección. La
Iglesia occidental, aun manteniendo la primacía de la Resurrección, ha ido más lejos en
dirección a la Pasión. El culto a la Cruz de Cristo ha modelado la historia de la piedad
cristiana y ha dado lugar a los más grandes santos que hayan salido del seno de la Iglesia
a lo largo de los siglos. Todos, comenzado por san Pablo, han sido “amantes de la Cruz
de Cristo” (cfr. Gálatas 6,14). Entre ellos ocupa un lugar especial san Francisco de Asís,
aunque no sólo él. No hay santidad cristiana sin devoción a la Pasión, como no hay san-
tidad sin el primado del Misterio pascual», Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza,
Entrevistado por Vittorio Messori (Varias ciudades: Grupo Editorial Norma, 1994), 96-
97. [orig. ital., Varcare la soglia della speranza (Milano: Arnoldo Mondadori Editore, 1994)].
20 Conviene precisar desde ahora que existen dos términos recurrentes en todo el discurso
teológico-soteriológico sobre la cruz: “redención” y “salvación”. Algunos autores utilizan
indistintamente ambos términos, mientras que otros consideran que la diferencia entre
ellos es de carácter temporal: “redención” tiene que ver con un evento “pasado”, mien-
tras que “salvación” enfatiza más la obra de Cristo en el presente y en el futuro. Existen
además otros autores para quienes el término “redención” implica una menor amplitud
en la medida en que se refiere solamente a la salvación “de” algo; mientras que el término
“salvación” tiene una mayor amplitud en la medida en que se refiere al carácter definitivo
e integral de la obra de Cristo, pues se refiere a la salvación “de” algo y “para” algo a la vez.
Más allá de estas observaciones técnicas, Cristo es presentado siempre come Redentor
y Salvador, y es por eso que existen cinco palabras claves para hablar de él y de su obra
redentora y salvífica, a saber: redención, salvación, reparación, reconciliación, expiación.
A propósito de todo esto, resulta muy útil ver Gerald O’Collins, Gesù nostro Redentore. La
via cristiana alla salvezza (Brescia: Queriniana, 2009), 11-27. [orig. ingl., Jesus our Redeemer. A
christian approch to salvation (Oxford: Oxford University Press, 2007)]. Por otro lado, en el
presente estudio, se emplean los dos términos (redención y salvación) como sinónimos.

Introducción General Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret 19


2. Una breve historia de la theologia crucis:
el significado salvífico de la cruz21

Desde sus inicios mismos, la comunidad cristiana primitiva se inte-


resó por la “pasión” de Jesús (cf. He 1,3) y se interrogó sobre la cuestión de su
muerte, y por tal razón, en un primer acercamiento a la teología de la cruz, se
justificó tal evento a la luz del AT (por ej., cf. Lc 24,26)22. En términos gene-
rales, en el NT –como bien lo observa E. Schillebeeckx– están presentes tres
esquemas para explicar el significado de la muerte de Jesús: 1) el “esquema
de contraste” (la muerte de Jesús como la del profeta-mártir escatológico);
2) el “esquema histórico-salvífico” (la muerte de Jesús en el plan divino de
salvación como una “economía de salvación”); 3) el “esquema soteriológico”
(la muerte de Jesús como una “muerte expiatoria”, en el sentido de un sacri-
ficio vicario por los hombres que son redimidos)23.

21 Para la construcción de esta breve historia del significado salvífico de la cruz, partiendo del
pensamiento neotestamentario hasta la reflexión teológica contemporánea, se ha servido
principalmente, además de las obras que serán citadas en la presentación, de las siguientes
obras: Lucien Cerfaux, Jesucristo en San Pablo, (Colección «Veritas et Justitia», 2), (Bilbao:
Desclée De Brouwer, 1955), 95-140; Henri Rondet, Historia del dogma, (Sección de teología y
filosofía, 130), (Barcelona: Herder, 1972), 183-201.225-268. [orig. fran., Histoire du dogme (Pa-
ris: Desclée, 1970)]; Walter Kasper, Jesús, el Cristo, 138-150.199-336; Maurizio Flick – Zoltán
Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di teologia sistematica, 92-232; José Ignacio González Faus,
La Humanidad Nueva. Ensayo de Cristología, (Colección «Presencia teológica», 16), (Santander:
Editorial Sal Terrae, 19847),115-136.349-576; Marcello Bordoni, Gesù di Nazaret. Presenza,
memoria, attesa, (Biblioteca di teologia contemporanea, 57), (Brescia: Editrice Queriniana,
1988, 20107), 187-216.279-370; Comisión Teológica Internacional, «Cuestiones selectas so-
bre Dios Redentor» (1994), en Documentos 1969-1996. Veinticinco años de servicio a la teología de la
Iglesia (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 20002), 512-536; Gerald O’Collins, Cristo-
logia. Uno studio biblico, storico e sistematico su Gesù Cristo, (Biblioteca di teologia contempora-
nea, 90), (Brescia: Editrice Queriniana, 1997, 20073), 72-85.154-222. [orig. ingl.,Christology. A
Biblical, Historical, and Systematic Study of Jesus Christ (Oxford: Oxford University Press, 1995)];
Maurizio Gronchi, Trattato su Gesù Cristo Figlio di Dio Salvatore, (Corso di teologia sistema-
tica, 3), (Brescia: Editrice Queriniana, 2008, 20122), 230-235.268-304.318-697; Ídem, Gesù
Cristo, 63-146; Laurentino Novoa Pascual, «Teología de la Cruz (Theologia Crucis)», en Luis
Díez Merino – Robin Ryan – Adolfo Lippi (eds.), Pasión de Jesucristo, 1273-1283.
22 Maurizio Flick – Zoltán Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di teologia sistematica, 16.
23 Edward Schillebeeckx, Jesús. La historia de un viviente (Madrid: Ediciones Cristiandad,
1981), 249-268. [orig. holan., Jezus. Het verhaal van een Levende (Bloemendaal, H. Nelissen,
1974, 19754)]. En relación con las grandes interpretaciones neotestamentarias sobre la
muerte de Jesús, O. G. de Cardedal, por su parte, distingue otros esquemas: 1) la muerte
del Justo; 2) la muerte del Siervo; 3) la muerte del Profeta; y, 4) La muerte del Mesías y
del Hijo. Al respecto, véase Olegario González de Cardedal, Cristología (Madrid: Biblio-
teca de Autores Cristianos, 2008), 116–121.

20 «Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» • Ashraf N. I. Abdelmalak


Mediante las narraciones evangélicas del evento de la cruz y de la pa-
sión de Jesús (Mc 14-15; Mt 25-27; Lc 22-23; Jn 12-19), la comunidad primitiva
expresó su fe en Cristo, muerto y resucitado. Ahora bien, además de estas
narraciones evangélicas, en el NT el apóstol Pablo, con su aportación origi-
nal a la figura de Jesucristo, elabora y tematiza el Lógos toû Staurós (cf. 1 Cor
1,18). La cruz es, en efecto, un tema central en su teología. Es así como la re-
flexión del NT sobre el sentido de la cruz de Jesús alcanza su punto cumbre
en el Corpus Paulinum; no sólo por la frecuencia con que Pablo se ocupa del
tema, sino también por la importancia central y la explicitación de la fun-
ción salvadora de la cruz en la teología paulina. Es evidente que para Pablo lo
más importante es el Cristo Crucificado-humillado y Resucitado-exaltado24.

Ante todo, «las epístolas nos revelan que la teología paulina de la muer-
te de Cristo se desarrolla partiendo de los lugares teológicos y literarios y de
las fórmulas de la comunidad primitiva»25. En dichas epístolas, especialmente
en las de Corintios, Gálatas, Romanos y Efesios, «aparece con mayor claridad la
cruz como principio configurador de todo el misterio cristiano. La cruz es sa-
biduría y fuente de conocimiento (1 Cor 1,17-34; 2,2), el único motivo de gloria
para el creyente (Gál 6,16), centro de la historia y lugar de reconciliación»26.

La antítesis muerte-resurrección es, para Pablo, una de las dos an-


títesis más importantes en su teología: «antítesis del Hijo de Dios y Cristo
encarnado en la debilidad, antítesis de Cristo en su humanidad humillada y
Cristo resucitado (exaltado)»27. Pablo le dedica gran atención al Crucificado-
Resucitado (por ej., cf. 1 Cor 15,3-5). Este apóstol lee la muerte de Jesús desde
la óptica del perdón de los pecados (rescate, reconciliación y expiación) y

24 «En este kerigma [primitivo], junto a la categoría de “resurrección”, y no necesariamente


contrapuesta, encontramos también la de “exaltación”, que recoge Pablo en sus fórmulas
kerigmáticas y que también adoptan Lucas y Juan, y generalmente vinculada al señorío
de Cristo. Si la primera categoría, “resurrección”, subraya que “Jesús vive”, la segunda,
“exaltación”, subraya que “Cristo reina”. La primera sigue un esquema temporal (“antes-
después”) y la segunda un esquema posicional (“arriba-abajo”; ejemplo claro de esto
sería la ascensión) que niega un lapso de tiempo después de la muerte», Juan Luis de
León Azcárate, La muerte y su imaginario en la historia de las religiones, (Serie Teología, vol.
32), (Bilbao: Universidad de Deusto, 2000), 382.
25 Lucien Cerfaux, Jesucristo en San Pablo, 105.
26 Laurentino Novoa Pascual, «Teología de la Cruz (Theologia Crucis)», en Luis Díez Merino
– Robin Ryan – Adolfo Lippi (eds.), Pasión de Jesucristo, 1276.
27 Lucien Cerfaux, Jesucristo en San Pablo, 142. Al respecto, véase también Ibíd., 95-165.

Introducción General Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret 21


la ve también como escándalo-estupidez y potencia-sabiduría de Dios (cf. 1
Cor 1,18-25). Pablo articula su pensamiento en torno a la perspectiva salvífica
de la cruz con un razonamiento opuesto tanto a la sabiduría humana (cf. 1
Cor 1,18) como a la justicia por las obras (cf. Rom 6,3-6), y lo hace recogiendo
el planteamiento de la comunidad primitiva sobre el “valor sacrificial expia-
torio” de la muerte de Cristo (cf. Rom 3,23-26). Puede entonces observarse
cómo, para Pablo, la cruz no es sólo el instrumento salvífico de la muerte
dolorosa de Cristo, sino también el símbolo de la existencia cristiana (cf. Gál
6,14-15)28. En otras palabras, como bien lo anota L. Cerfaux, «la muerte y la
resurrección de Cristo condicionan totalmente la vida cristiana. Dios quiso
fundar el cristianismo sobre la muerte de su Hijo tanto como sobre su resu-
rrección. La muerte conduce a la vida»29.

Ahora bien, la historia del pensamiento teológico cristiano no siem-


pre ha reconocido en forma suficiente la centralidad del tema de la cruz.
Habrá que esperar hasta la época contemporánea para que se le reconozca a
la cuestión de la cruz la posición de preeminencia que le corresponde entre
los demás temas teológicos. No obstante ello, a lo largo de la tradición teo-
lógica que se ha desarrollado por más de dos mil años se ha propuesto una
considerable variedad de lecturas de la muerte de Jesús. O. G. de Cardedal,
por ej., clasifica las siguientes lecturas:

1. la “comprensión socio–política” (la muerte de un revolucionario


víctima de su proyecto);
2. la “comprensión moral-humanista” (la muerte como resultado de
la coherencia de Jesús entre teoría y praxis);
3. la “comprensión metafísica” (la vida y la muerte de Jesús como
parábola del ser); y,
4. la “interpretación trinitaria” (la muerte de Cristo como desgarro
dentro del misterio de Dios, como piensa, por ej., J. Moltmann)30.

28 Ibíd., 105-140; Walter Kasper, Jesús, el Cristo, 138-150; Maurizio Flick – Zoltán Alszeghy,
Il mistero della croce. Saggio di teologia sistematica, 92-120; Marcello Bordoni, Gesù di Nazaret.
Presenza, memoria, attesa, 194-271; Gerald O’Collins, Cristologia. Uno studio biblico, storico
e sistematico su Gesù Cristo, 72-85; Maurizio Gronchi, Trattato su Gesù Cristo Figlio di Dio
Salvatore, 230-235.268-304.
29 Lucien Cerfaux, Jesucristo en San Pablo, 135.
30 Olegario González de Cardedal, Cristología, 121-123.

22 «Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» • Ashraf N. I. Abdelmalak


En la época patrística, se habló ampliamente del “escándalo de la
cruz”31 dando particular relieve a su dimensión soteriológica, usando preva-
lentemente “expresiones bíblicas”. Al parecer la literatura patrística no con-
cibió una teología de la cruz opuesta a la teología de la gloria. En efecto, según
los Padres, en la cruz de Cristo se ve en modo espléndido la gloria de Dios
(la participación más alta a la vida trinitaria). Podría afirmarse también que,
para los Padres de la Iglesia, la teoría subjetiva (basada sobre la función psico-
lógico-moral de la cruz) y la teoría objetiva-latina (basada sobre la satisfacción
vicaria de la cruz) no eran dos explicaciones opuestas, sino más bien dos as-
pectos inseparables de la única obra redentora de Cristo32. En este sentido,
en la época patrística se privilegió, tanto en el contexto judeo-cristiano como
en el contexto helenístico y en los grandes concilios cristológicos, no solo
la discusión sobre la divinidad y la humanidad de Cristo, sino también una
interpretación prevalentemente soteriológica de su muerte en la cruz. Es así
como el horizonte dominante del pensamiento de los Padres, pastores y teó-
logos, es una soteriología centrada cristológicamente en el evento pascual del
Crucificado-Resucitado (la soteriología pascual)33.

Por su parte, la reflexión teológica posterior dedicó una considera-


ble atención a la teología de la cruz. Como ejemplo de ello pueden mencio-
narse los trabajos de Anselmo de Canterbury, Buenaventura de Bagnoregio,
Tomás de Aquino y Martin Lutero. El primero de ellos, Anselmo (1033/34-
1109), “teólogo curioso y penetrante”34, se refiere explícitamente al tema de
la cruz al reflexionar sobre la pregunta tradicional del motivo de la encar-
nación redentora (la famosa cuestión del Cur Deus homo)35, y su pensamiento
refleja la perspectiva jurídica propia de la cultura de su tiempo. En efecto, el
pensamiento de Anselmo en torno a la cruz se concentró en la doctrina de la
“satisfacción” en virtud de la cual Jesucristo, hombre-Dios, mediante la cruci-
fixión pudo satisfacer a Dios y pagar la deuda para lograr la redención de los

31 Sobre el “scandalum crucis” en la edad patrística, véase la interesante obra de Luigi Padove-
se, Lo scandalo della croce. La polemica anticristiana nei primi secoli (Roma: Dahoniane, 1988).
32 Maurizio Flick – Zoltán Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di teologia sistematica, 121-133.
33 Marcello Bordoni, Gesù di Nazaret. Presenza, memoria, attesa, 279-336; Gerald O’Collins,
Cristologia. Uno studio biblico, storico e sistematico su Gesù Cristo, 154-200; Maurizio Gron-
chi, Trattato su Gesù Cristo Figlio di Dio Salvatore, 318-553.
34 Henri Rondet, Historia del dogma, 183.
35 Anselmo de Canterbury, «Por qué Dios se hizo hombre», en Obras completas de san Anselmo
(Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1952), 741-891.

Introducción General Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret 23


hombres de sus pecados. En este tipo de razonamiento parece que el Padre,
con un “libre decreto de la voluntad divina”, exige -claramente por amor- la
muerte de Cristo para la salvación del género humano36. Ahora bien, algunas
de las principales críticas que se le hacen a la teoría anselmiana de la “satis-
facción compensatoria”, son: 1) esta teoría aísla la muerte de Jesús tanto de
su vida-praxis como de su resurrección, y hace de esta muerte un “en-sí”; 2)
la teoría propuesta habla de la exigencia divina de una “compensación” por
los pecados, con lo cual se entiende que la finalidad de la misma es calmar a
Dios; y, 3) esta teoría reduce la muerte de Jesús a mero objeto de un “contrato
jurídico” o a una “imputación jurídica”37. Es así como, lo importante para la re-
dención resulta ser no tanto la persona de Cristo (cristología), sino más bien
su muerte (soteriología). A dicho respecto, González Faus observa con razón:

Quizás sea posible reducir todas las objeciones al sistema de Ansel-


mo a una sola […] Anselmo ha separado Cristología y Soteriología,
doctrina sobre Cristo y explicación de la Salud. Se trata de dos mag-
nitudes que en la primera Patrística estaban interpenetradas e inse-
parables […] La separación entre Cristología y Soteriología cristaliza
en una separación entre la persona y la obra de Cristo y, a través de
ella, en una separación entre la vida de Cristo y su muerte. Ésta pare-
ce ser la única redentora, y aquélla queda como un simple compás de
espera que, en realidad, convendrá abreviar lo más posible38.

36 En este marco de ideas, parece que K. Rahner también acepta la doctrina teológica de la
redención objetiva de Anselmo que habla de la “satisfacción” que Cristo ofreció al Padre
mediante los actos libres de su voluntad. Para el teólogo alemán, esta doctrina de la satis-
facción ensambla y sintetiza los elementos de la revelación divina sobre la misma; y que la
parte positiva de dicha doctrina está completamente de acuerdo con la Escritura. Sin em-
bargo, la crítica de Rahner a esta teoría se resume en lo siguiente: 1) la teoría habla de la libre
aceptación de la muerte por parte de Jesús como algo causado únicamente por una libre
disposición de Dios o por un libre decreto de la voluntad divina, sin tener bien en cuenta la
muerte misma de Cristo como redentora, pues es precisamente ésta muerte, y no cualquier
acto o cualquiera acción moral de Cristo, la que causó la redención; 2) la misma no da solu-
ción a la cuestión del por qué hemos sido redimidos precisamente por la muerte de Cristo;
3) para la teoría, la acción redentora de Cristo consiste en la paciencia y obediencia con que
Cristo acepta el dolor o la causa de la muerte, y no tanto en la muerte de Cristo en sí misma.
Al respecto, véase Karl Rahner, Sentido teológico de la muerte (Barcelona: Herder, 1965, 2010),
65-69. [orig. alem., Zur Theologie des Todes (Freiburg im Breisgau: Verlag Herder, 1958)].
37 François Varone, El dios «sádico». ¿Ama Dios el sufrimiento?, (Colección «Presencia Teoló-
gica», 42), (Santander: Ediciones Sal Terrae, 19882), 23-29.
38 José Ignacio González Faus, La Humanidad Nueva. Ensayo de Cristología, 492.

24 «Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» • Ashraf N. I. Abdelmalak


Esta teoría soteriológica de la satisfacción formulada por Anselmo
“determinó casi exclusivamente el pensar de occidente” y dominó “por es-
pacio de mil años en la cristiandad occidental”39. En efecto, la misma “hizo
escuela” y “se convirtió en común en la teología escolástica”, pero «con
todo, jamás fue declarada dogma, a pesar de que representa uno de los
clásicos teologúmena»40. Dicha teoría fue siempre apreciada y criticada a
la vez41.

También Buenaventura de Bagnoregio (1217-1274) acogió la teoría


anselmiana de la satisfacción vicaria, con la precisión de que Dios también
habría podido salvar la humanidad con un sencillo acto de misericordia.
Para él, en efecto, la muerte redentora de Cristo es solamente el modo más
conveniente entre todos los modos posibles, para realizar la reconcilia-
ción. La redención lograda por la cruz es también una nueva creación, que
restituye la imagen de Dios en el hombre.

El pensamiento bonaventuriano también se aleja de la unilaterali-


dad del pensamiento de Pedro Abelardo, quien parece reducir el beneficio
de la cruz a un nivel psicológico-subjetivo (el ámbito de la moral), en clave
pelagiana. Para Buenaventura, el influjo moral (la redención subjetiva) y el
influjo físico (la redención objetiva) constituyen las facetas interna y ex-

39 «Aludiré solamente al modo cómo la conciencia cristiana concibe la doctrina de la re-


dención. Esta concepción se apoya en la teoría de la satisfacción ideada por Anselmo de
Canterbury en el dintel de la edad media y que luego determinó casi exclusivamente el
pensar de occidente. Tal teoría no puede sustraerse a la parcialidad, incluso en su forma
clásica. Pero cuando se la considera con las lentes de aumento que ha creado la concien-
cia popular, parece un mecanismo grosero, completamente irrealizable […] Anselmo
creyó haber dado así una respuesta satisfactoria al problema cur Deus homo, al problema
del porqué de la encarnación y de la cruz. Sus ideas dominaron por espacio de mil años
en la cristiandad occidental. Cristo tuvo que morir en la cruz para reparar la ofensa in-
finita y para restablecer así el orden perturbado», Joseph Ratzinger, Introducción al cris-
tianismo, (Verdad e Imagen, 16), (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1970), 198.199. [orig.
alem., Einführung in das Christentum (München: Kösel-Verlag KG, 1968)]. Véase también
José Ignacio González Faus, La Humanidad Nueva. Ensayo de Cristología, 489-490.
40 Walter Kasper, Jesús, el Cristo, 272.
41 Para la presentación sintética, analítica y crítica de la teoría anselmiana sobre la cruz
de Jesús, véase Henri Rondet, Historia del dogma, 183-187; Walter Kasper, Jesús, el Cristo,
271-280; José Ignacio González Faus, La Humanidad Nueva. Ensayo de Cristología, 479-520;
François Varone, El dios «sádico». ¿Ama Dios el sufrimiento?, (15-29.119-182); Maurizio Flick
– Zoltán Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di teologia sistematica, 16-17.133-137; Maurizio
Gronchi, Trattato su Gesù Cristo Figlio di Dio Salvatore, 558-598; Ídem, Gesù Cristo, 116-120.

Introducción General Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret 25


terna de una única causalidad, en virtud de la cual Cristo hace partícipes
de su vida a los seres humanos42.

Buenaventura parte de la centralidad absoluta del Cristo-Verbo (Ver-


bum increatum, Verbum inspiratum y Verbum incarnatum)43 y trata los “misterios de
la vida de Cristo” (la infancia, la eucaristía y los sufrimientos)44, para luego
subrayar cómo, gracias a la unión hipostática, y sobre todo, gracias a la pasión
y muerte de Cristo, se realiza la redención del mundo. Nótese que si bien es
cierto, sigue el esquema de la doctrina anselmiana de la satisfacción, Buena-
ventura habla del Cristo redentor con una perspectiva más amplia, es decir,
en el marco de la restitución de la imagen divina distorsionada por el pecado
(la nueva creación) y de la influencia del Cristo salvador sobre la criatura al
nivel intencional-subjetivo y al nivel de la trasformación óntica45. En este or-
den de ideas, el pensamiento de Buenaventura supera las dos formas opuestas
medievales de la soteriología objetiva de Anselmo (el ámbito ontológico) y la
soteriología subjetiva de Abelardo (el ámbito moral)46. Por otro lado, Buena-
ventura también reflexiona intensamente sobre la pasión de Jesucristo para
invitar al creyente a entrar en la profundidad del misterio de la cruz (por ej.,
la cena del Señor, la pasión del Señor en general, la pasión del Señor según las
horas, la apertura del costado de Cristo, la pasión del día del Sábado)47.

Ahora bien, resulta innegable que el más decisivo y genial aporte de


la época medieval sobre la dimensión soteriológica de la cruz, es el de Tomás
de Aquino (1225-1274). Tal autor no se preocupó tanto del problema del
porqué de la cruz, sino que analizó el tema de la cruz en el contexto de los

42 Maurizio Flick – Zoltán Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di teologia sistematica, 138-139.
43 San Buenaventura, «Breviloquio, p. 4, cap. 1», en Obras de san Buenaventura, Tomo I (Ma-
drid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1945), 331-335.
44 Ídem, «Cristo en sus misterios», en Obras de san Buenaventura, Tomo II (Madrid: Biblioteca
de Autores Cristianos, 1946), 355-653.
45 Maurizio Gronchi, Trattato su Gesù Cristo Figlio di Dio Salvatore, 624-631; Ídem, Gesù Cristo,
120-122.
46 Marcello Bordoni, Gesù di Nazaret. Presenza, memoria, attesa, 341.
47 San Buenaventura, «Meditaciones de la pasión de Jesucristo», en Obras de san Buenaventu-
ra, Tomo II, 748-817. En relación al pensamiento de san Buenaventura sobre la pasión de
Cristo, véase San Buenaventura, «Breviloquio, p. 4, caps. 7-10», en Obras de san Buenaven-
tura, Tomo I, 357-375; Ídem, «Cristo en sus misterios», en Obras de san Buenaventura, Tomo
II, 611-653; Ídem, «Meditaciones de la pasión de Jesucristo», en Obras de san Buenaventura,
Tomo II, 748-817.

26 «Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» • Ashraf N. I. Abdelmalak


“misterios de la vida de Cristo”48. En efecto, su doctrina soteriológica está re-
gida por una idea fundamental: Cristo fue enviado por el Padre para ayudar
a la humanidad de salvarse del pecado original y de los pecados actuales, y si
bien toda la vida de Jesús tuvo un valor redentor, su muerte en la cruz repre-
senta la culminación de la obra salvífica en la medida en que su muerte era la
forma más “conveniente” a la salvación en cuanto querida por Dios mismo,
aunque no la única posible, para la realización de la salvación49. En relación
con el modo de la salvación mediante la cruz, Tomás de Aquino usa distin-
tas categorías-formas (entre ellas: mérito, satisfacción, sacrificio, redención,
liberación, reconciliación) para expresar la doble dirección descendente (la
acción del Padre) y ascendente (la acción de Cristo) de la perspectiva sote-
riológica de la cruz50.

Este autor reflexiona además sobre el valor de la cruz de Jesús a un


nivel personalista (en relación con el desorden de la voluntad humana y con
el amor del hombre), y no tanto a nivel de la concepción objetiva rígida de

48 Santo Tomás de Aquino, Suma de Teología, Tomo V (Madrid: Biblioteca de Autores Cris-
tianos, 2010), p. III, qq. 31-58.
49 Según Tomás de Aquino, la conveniencia de la culminación de la redención-liberación
del hombre en la muerte y pasión de Cristo se da, por lo menos, a causa de cinco razones:
«Primero, por este medio conoce el hombre lo mucho que Dios le ama, y con esto es in-
vitado a amarle a Él, en lo cual consiste la perfección de la salvación humana. Por lo que
dice el Apóstol en Rom 5,8-9: Dios prueba su amor para con nosotros en que, siendo todavía peca-
dores, Cristo murió por nosotros. Segundo, porque con esto nos dio ejemplo de obediencia,
humildad, constancia, justicia y demás virtudes manifestadas en la pasión, necesarias
para la salvación de los hombres. De Donde se dice en 1 Pe 2,21: Cristo padeció por nosotros,
dejándonos ejemplo para que sigamos sus pasos. Tercero, porque Cristo con su pasión no sólo
liberó al hombre del pecado, sino que también mereció para él la gracias de la justifica-
ción y la gloria de la bienaventuranza, como luego se dirá (q.48 a.1; q.49 a.1 y 5). Cuarto,
porque con esto se intimó al hombre una mayor necesidad de conservarse inmune de
pecado, según aquellas palabras de 1 Cor 6,20: Habéis sido comparados a gran precio, glorificad
y llevad a Dios en vuestro cuerpo. Quinto, porque esto resulta de mayor dignidad, de modo
que, como el hombre fue vencido y engañado por el diablo, así fuese también el hom-
bre el que derrotase al diablo; y así como el hombre mereció la muerte, así el hombre,
muriendo, venciese la muerte, como se lee en 1 Cor 15,57: Gracias a Dios, que nos ha dado la
victoria por medio de Jesucristo. Y, en consecuencia, fue más conveniente ser liberados por la
pasión de Cristo que serlo solamente por la voluntad de Dios», Santo Tomás de Aquino,
Suma de Teología, Tomo V, p. III, q. 46, a. 3.
50 Maurizio Flick – Zoltán Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di teologia sistematica, 139-141.
Véase también Gerald O’Collins, Cristologia. Uno studio biblico, storico e sistematico su Gesù
Cristo, 202-207; Maurizio Gronchi, Trattato su Gesù Cristo Figlio di Dio Salvatore, 642-649;
Ídem, Gesù Cristo, 122-127.

Introducción General Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret 27


Anselmo (en relación con el honor perdido de Dios y con el amor al orden).
En otras palabras, para Tomás de Aquino la razón primordial de la redención
no es la restauración per se del “orden objetivo” querido por Dios, sino más
bien, el “cambio de la voluntad humana” que ha abandonado el amor divino.
Con esta afirmación, Tomás le aporta un elemento nuevo a la soteriología
precedente: la concepción del amor. Esto es lo que lo hace fundamentalmente
distinto de Anselmo. En efecto, el Dios tomasino no ama el orden, sino que
ama al hombre; no ama el valor, sino que ama al sujeto, y es esta idea la que
hace caer toda la demostración anselmiana de la necesidad de la cruz.

Tomás no acoge la idea del “amor objetivo” propuesta por Anselmo, y


precisamente por eso trasforma la teoría de la satisfacción vicaria. En efecto,
su comprensión de la satisfacción es diferente de aquella de la teoría clási-
ca, porque para Tomás la victoria de Dios, no consiste solo en derrotar a los
adversarios, sino también en cambiar las disposiciones humanas; y también
es diferente de la teoría de Abelardo, porque en el pensamiento tomasino la
caridad humana no proviene sólo de las enseñanzas morales, sino ante todo
de un cambio óntico en la criatura51. En efecto, Tomás no sólo corrigió y sua-
vizó la teoría de la satisfacción anselmiana; sino que además «cambió en mera
conveniencia el que Dios tuvo que obrar así, como Anselmo intentaba probar.
Aquello está más acorde con la libertad del amor de Dios»52.

De acuerdo con la Patrística y con Buenaventura, al insistir en la ca-


ridad de la pasión de Cristo, Tomás superó el objetivismo anselmiano y el
subjetivismo abelardiano, ya que para él, la redención no existe como una
“cosa” producida por el actuar humano de Cristo, sino que es el “actuar mis-
mo de Cristo”; ya que con la redención no se busca cambiar a Dios (un Dios
enfadado e iracundo que luego será un Dios bueno), sino que se busca más
bien cambiar al hombre y lograr su receptividad frente a los dones de Dios.
Tal es claramente de un cambio óntico del hombre, quien se abre, en la fe,
para acoger a Dios y conciliarse con él53. De acuerdo con este razonamiento,
la caridad es la verdadera razón por la cual Jesús se ofreció a sí mismo, para
que mediante esta caridad, el hombre llegase a conocer cuán grande es el

51 Maurizio Flick – Zoltán Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di teologia sistematica, 141-147.
52 Walter Kasper, Jesús, el Cristo, 272.
53 Marcello Bordoni, Gesù di Nazaret. Presenza, memoria, attesa, 341-343.

28 «Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» • Ashraf N. I. Abdelmalak


amor de Dios, ya que Dios -a diferencia del hombre- cuando “pide”, significa
que quiere “donar”54.

Es importante anotar que la expresión theologia crucis –que tiene un


fundamento bíblico, especialmente en la teología paulina–, parece haber
sido acuñada y formulada por M. Lutero (1483-1546), en los años de su rup-
tura con la Iglesia católica55. La teología de Lutero, quien fue «uno de los
seres más apasionados que han surgido en la historia religiosa del mundo»56,
está basada, según B. Mondin, en dos principios fundamentales: 1) un prin-
cipio arquitectónico o un contenido (la doctrina de la justificación) y 2) un
principio hermenéutico o una forma (la sola fides y sola Scriptura); y es por eso
que para comprender a cabalidad la doctrina de Lutero en general y su doc-
trina sobre la justificación en particular, es necesario comprender algunas
nociones esenciales en su quehacer teológico: la sola fides, la sola Scriptura, la
theologia crucis, la doble predestinación, entre otras57.

Las ideas fundamentales que se encuentran a la base de toda la teo-


logía de Lutero son la doctrina de la justificación y la teología de la cruz. En
cuanto a su comprensión de la cruz, el padre de la reforma protestante se
concentra más en la paradoja del sufrimiento y de la muerte, que en el com-
portamiento de quien fue crucificado. En otros términos, para Lutero, lo más
importante no es tanto la persona del crucificado, sino la cruz misma, y es
precisamente por eso que, en la concepción de este autor existe una estrecha
relación entre la cruz de Cristo y aquella del discípulo: el Padre le carga al
cristiano la cruz, de la misma forma en que antes la cargó a su Unigénito.

54 Maurizio Gronchi, Trattato su Gesù Cristo Figlio di Dio Salvatore, 647-649.


55 Maurizio Flick – Zoltán Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di teologia sistematica, 158;
Maurizio Gronchi, Trattato su Gesù Cristo Figlio di Dio Salvatore, 676. Como es bien sabido,
en el 1517, M. Lutero tomó una posición contra la autoridad de Roma y del Papa. El
año 1520 señaló la etapa conclusiva de la Reforma luterana, pues en este año, el padre
de la Reforma dio un pase definitivo y completo a su doctrina sobre la justificación y
proclamó públicamente su rebelión a Roma. En este mismo año, el papa León X, con su
bula “Exsurge Domine”, condenó los errores luteranos. Al respecto, véase Henri Rondet,
Historia del dogma, 228-233; Battista Mondin, «Lutero Martin», en Ídem, Dizionario dei te-
ologi (Bologna: Edizioni Studio Domenicano, 1992), 357; León X, Bula Exsurge Domine (15
de junio de 1520), en Heinrich Denzinger – Peter Hünermann (eds.), El magisterio de la
Iglesia. Enchiridion symbolorum definitionum et declarationum de rebus fidei et morum (Barcelona:
Editorial Herder, 20002), 1451-1492 [desde ahora DH].
56 Henri Rondet, Historia del dogma, 225.
57 Battista Mondin, «Lutero Martin», en Ídem, Dizionario dei teologi, 358-370.

Introducción General Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret 29


En relación con el “porqué” de la redención por medio de la cruz
(la eficacia de la cruz), el pensamiento de Lutero resulta ambiguo y osci-
la entre varios modelos. Según Lutero, Dios castiga para salvar. Se trata
esencialmente de la idea de la “sustitución penal”, en el sentido que Cris-
to asumió el peso del pecado (la imputación casi jurídica de los castigos
a Cristo como nuestro representante)58. Por demás, para el reformador
protestante, la teología de la cruz es la “estructura característica de toda
la teología”. Esta afirmación puede leerse en un doble sentido. De un
lado, desde el punto de vista del objeto o del contenido (la cruz como
realidad interpretada), en el pensamiento luterano la figura del Padre que
quiere la cruz, no coincide con la figura de Dios construida a partir de la
consideración de las criaturas, y en tal sentido, la theologia crucis lutera-
na sería contraria a la theologia gloriae escolástica. De otro lado, desde el
punto de vista del sujeto o de la forma (la cruz como realidad interpretante
y principio hermenéutico), el intelecto puede –según Lutero– acercarse a
Dios solamente en un estado de crucifixión (el fracaso de la razón, la
teología crucificada y el hecho de deber partir de la palabra revelada),
con lo cual, la theologia crucis de Lutero resulta ser la tentativa humana
de explicar, por qué el Padre quiso la cruz de Cristo, y por qué quiere
nuestra cruz59.

Ahora bien, en el contexto de la teología católica de la contrarre-


forma, encontramos el concilio de Trento (1545-1563) con sus documen-
tos. Aunque en tales documentos se menciona en tres oportunidades el

58 «Los reformadores protestantes retomaron la teoría anselmiana de la satisfacción,


pero no distinguieron, como él había hecho, entre las alternativas de satisfacción y
castigo. Para Lutero, la satisfacción tiene lugar precisamente mediante un castigo.
Cristo está bajo la cólera de Dios, porque, como enseña san Pablo en la Carta a los
Gálatas (3, 13), tomó sobre sí no sólo las consecuencias del pecado, sino el pecado
mismo. Cristo es, según Lutero, el mayor ladrón, asesino, adúltero y blasfemo que
haya vivido jamás. En algunos momentos, Lutero habla paradójicamente de Cristo
como, al mismo tiempo, puro y, sin embargo, el mayor pecador. Porque Cristo ha
pagado plenamente la deuda debida a Dios, estamos dispensados de todo cumpli-
miento. Los pecadores pueden completar el “feliz intercambio”, si dejan de confiar
en cualquier mérito propio y se revisten, por la fe, con los méritos de Cristo, del
mismo modo que él se revistió con los pecados de la humanidad. La justificación
tiene lugar mediante la fe solamente», Comisión Teológica Internacional, «Cuestio-
nes selectas sobre Dios Redentor» (1994), 529.
59 Maurizio Flick – Zoltán Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di teologia sistematica, 157-
162; Maurizio Gronchi, Trattato su Gesù Cristo Figlio di Dio Salvatore, 674-689.

30 «Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» • Ashraf N. I. Abdelmalak


misterio de la cruz, dicho concilio no quiso oponerse a la enseñanza de los
reformadores, sino que tuvo más bien la intención de explicar la doctrina
católica sobre el misterio de la cruz60. En la primera mención (DH 1529)61
el concilio sostiene que Jesucristo mismo, el Unigénito es la causa “meri-
toria”, una de las cinco causas de la justificación (la final, la eficiente, la
meritoria, la instrumental y la formal). Posteriormente, en dicho docu-
mento se menciona nuevamente el misterio de la cruz (DH 1691)62, pero
en el contexto de la doctrina sacramentaria (el sacramento de la peniten-
cia), para aclarar que el valor de las buenas obras no vacía de valor a la
cruz, sino que más bien pone en evidencia su eficacia; y, finalmente, en

60 Maurizio Flick – Zoltán Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di teologia sistematica,
180-182.
61 «Las causas de esta justificación son: la final, la gloria de Dios y de Cristo y la vida
eterna; la eficiente, Dios misericordioso, que gratuitamente lava y santifica [cf. 1
Cor 6,11], sellando y ungiendo [cf. 2 Cor 1,21s] “con el Espíritu Santo de su promesa,
que es prenda de nuestra herencia [Ef 1,13s]; la meritoria, su Unigénito muy amado,
nuestro Jesucristo, el cual, “cuando éramos enemigos” [Rom 5,10], “por la excesiva
caridad con que nos amó [Ef 2,4], nos mereció la justificación por su pasión santí-
sima en el leño de la cruz [can. 10] y satisfizo pro nosotros a Dios Padre; también
la instrumental, el sacramento del bautismo, que es el “sacramento de la fe”, sin la
cual jamás a nadie se le concedió la justificación. Finalmente, la única causa formal
es la justicia de Dios, no aquélla con que él es justo, sino aquélla con que nos hace a
nosotros justos [can. 10 y 11], es decir, aquélla por la que, dotados por Él, somos re-
novados en el espíritu de nuestra mente [cf. Ef 4,23] y no sólo somos reputados, sino
que verdaderamente nos llamamos y somos justos [cf. 1 Jn 3,1], al recibir en nosotros
cada uno su propia justicia, según la medida en que el Espíritu Santo la reparte a
cada uno como quiere [cf. 1 Cor 12,11] y según la propia disposición y cooperación
de cada uno», Concilio de Trento, Sesión VI (13 de enero de 1547), Decreto sobre la
justificación, en DH, 1529.
62 «Añádese a esto que al padecer en satisfacción por nuestros pecados, nos hacemos
conformes a Cristo Jesús, que por ellos satisfizo [cf. Rom 5,10; 1 Jn 2,1s] y de quien
viene toda nuestra suficiencia [cf. 2 Cor 3,5], por donde tenemos también una pren-
da certísima de que, si juntamente con Él padecemos, juntamente también seremos
glorificados [cf. Rom 8,17]. A la verdad, tampoco esta satisfacción que pagamos por
nuestros pecados, es de tal suerte nuestra, que no sea por medio de Cristo Jesús;
porque quienes, por nosotros mismos, nada podemos, todo lo podemos con la ayuda
de Aquél que nos conforta [cf. Fil 4,13]. Así no tiene el hombre de qué gloriarse; sino
que toda nuestra gloria está en Cristo [cf. 1 Cor 1,31; 2 Cor 10,17; Gál 6,14], en el que
vivimos [cf. Act 17,28], en el que merecemos, en el que satisfacemos, haciendo “frutos
dignos de penitencia” [Lc 3,8; Mt 3,8], que de Él tienen su fuerza, por Él son ofrecidos
al Padre, y por medio de Él son por el Padre aceptados [can. 13s]», Concilio de Trento,
Sesión XIV (25 de noviembre de 1551), Doctrina sobre el sacramento de la penitencia, en
DH, 1690-1691.

Introducción General Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret 31


una tercera mención (DH 1740)63, se habla de la cruz para defender el valor
de la misa, entendiendo ésta última como un verdadero sacrificio análogo al
sacrificio de la cruz.

Como bien puede observarse, el concilio de Trento no ofreció una


verdadera y propia definición del término “sacrificio” en relación con el
sacrificio histórico de la cruz de Cristo64, sino que se limitó a hacer algu-
nas afirmaciones en relación con sus características (como por ej., “oferta
pura”). Además, dicho concilio le dio también al sacrificio de la cruz una
caracterización (no una definición) de tipo penal. Al hablar de “penas” y
“satisfacción”, y afirmar que Dios fue “aplacado” por el sacrificio, el concilio
recogió e hizo propios los elementos penales que Tomás y otros autores le

63 «Así, pues, el Dios y Señor nuestro, aunque había de ofrecerse una sola vez a sí mismo
a Dios Padre en el altar de la cruz [cf. Heb 7,27], con la interposición de la muerte, a
fin de realizar para ellos [allí] la eterna redención; como, sin embargo, no había de
extinguirse su sacerdocio por la muerte [cf. Heb 7,24], en la última cena, “la noche
que era entregado [1 Cor 11,23], para dejar a su esposa amada, la Iglesia, un sacrificio
visible (como exige la naturaleza de los hombres), por el que representara aquel suyo
sangriento que había una sola vez de consumarse en la cruz, y su memoria permane-
ciera hasta el fin de los siglos, y su eficacia saludable se aplicara para la remisión de
los pecados que diariamente cometemos, declarándose a sí mismo constituido para
siempre sacerdote según el orden de Melquisedec [cf. Sal 110,4; Heb 5,6; 7,17], ofreció a
Dios Padre su cuerpo y su sangre bajo las especies de pan y de vino y bajo los sím-
bolos de esas mismas cosas, los entregó, para que los tomaran, a sus apóstoles (a
quienes constituía sacerdotes del Nuevo Testamento), y a ellos y a sus sucesores en
el sacerdocio, les mandó con estas palabras: “Haced esto en memoria mía” [Lc 22,19; 1
Cor 11,24], etc., que los ofreciera. Así lo entendió y enseñó siempre la Iglesia [can. 2]»,
Concilio de Trento, Sesión XXII (17 de septiembre de 1562), Doctrina y cánones sobre el
sacrificio de la misa, en DH, 1740.
64 A propósito de la muerte de Jesús como “sacrificio” y “expiación” en el NT, es muy
interesante la presentación sintética hecha por J. Jeremias. Al respecto, véase Joa-
chim Jeremias, Abbá y el mensaje central del Nuevo Testamento, (Biblioteca de Estudios Bí-
blicos, 30), (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1981, 19893), 277-289. [orig. alem., Abba,
Jesus und seine Botschaft (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1966); orig. ingl., The
central message of the NT (London: SCM Press Ltd., 1965)]. Para una aclaración crítica
y una presentación bíblica (AT y NT) del tema teológico fundamental del sacrifi-
cio, véase Giovanni Deiana, Dai sacrifici dell’Antico Testamento al sacrificio di Cristo (Città
del Vaticano: Urbaniana University Press, 2002, 20062). El autor trata temas im-
portantes, como por ej., la importancia de los sacrificios en la religiosidad judía (Ex
20,22-26; Ex 24,3-11), el sacrificio expiatorio (Lv 4; 16; 17,11), el sacrificio de Cristo
como cumplimiento de los sacrificios del AT (la muerte de Cristo como sacrificio, el
sacrificio en la carta a los Hebreos 9 y el sacrificio de Cristo como alianza y expiación),
la expiación en el Judaísmo (en los textos de Qumrán y en la cultura griega) y los
desarrollos sucesivo al NT (la interpretación de Anselmo).

32 «Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» • Ashraf N. I. Abdelmalak


habían aportado a la teoría anselmiana de la satisfacción. Sin embargo, el
concilio no llegó hasta el punto de afirmar que la ira divina se había carga-
do sobre Cristo como aquél que literalmente cargaba sobre sus hombros
la culpa de los pecados del mundo. En realidad, quienes llevaron la teoría
anselmiana al extremo, fueron los reformadores protestantes y sus segui-
dores, así como algunos predicadores católicos post-tridentinos. En efecto,
a partir del siglo XVII, la elocuencia religiosa francesa trasformó a Dios en
un asesino que exigía una cruel venganza para aplacarse y ofrecer su mise-
ricordia65.

Posteriormente, desde la clausura del concilio de Trento hasta el


inicio de la época contemporánea, pasando por la teología “controversista”
(el aspecto cultual de la cruz), por la teología “neo-escolástica” (la inter-
pretación de las precedentes teologías de la cruz) y por el concilio Vaticano
I (el uso de la terminología escolástica de la redención realizada mediante
la cruz), no llegó a producirse un verdadero desarrollo de la teología de la
cruz. Por el contrario, la reflexión teológica reciente ha dedicado una abun-
dante literatura al tema de la teología de la cruz, y en ella puede apreciarse
una considerable articulación, variedad y riqueza al hablar de la cruz. De
hecho, la teología contemporánea ha aportado importantes contribuciones
a la construcción de una teología sistemática de la cruz en tres direcciones,
a saber: 1) la dirección “cristológica” (la relación entre la persona de Jesús y
la soteriología, y el desarrollo de la doctrina de la cruz entre la encarnación
y la resurrección); 2) la dirección de la “teología de la liberación” (la cruz es
considerada desde el punto de vista del mal del cual los hombres deben li-
berarse); 3) la dirección de “tentativas sistemáticas” (el descubrimiento de
la estructura “estaurocéntrica” de la salvación como síntesis que anima la
teología de la cruz)66. Ahora bien, los dos teólogos católicos objeto de este
estudio, Guardini y von Balthasar, bien pueden encajar tanto en la primera
como en la última dirección.

En este breve recorrido histórico-teológico de la reflexión cristia-


na sobre la cruz de Jesucristo, lo que queda claro –además del significado
salvífico de este acontecimiento– es que «la Cruz no es un elemento más
en el misterio cristiano, sobre el cual podemos hacer una reflexión teoló-

65 Gerald O’Collins, Cristologia. Uno studio biblico, storico e sistematico su Gesù Cristo, 209-211.
66 Maurizio Flick – Zoltán Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di teologia sistematica, 182-
232.

Introducción General Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret 33


gica, sino que es el elemento configurador de toda la teología y de la vida
cristiana, que proporciona una forma nueva y distinta de conocimiento e
interpretación»67.

3. R. Guardini y H. U. von Balthasar


ante la muerte en cruz de Jesucristo
Los teólogos católicos del siglo XX realizaron un giro en el pensar
teológicamente el hecho histórico de la muerte en cruz de Jesús de Naza-
ret. En la teología católica del siglo pasado, de hecho, hay muchos teólogos
que hicieron grandes y nuevos aportes a la teología en general y a la teo-
logía de la cruz en particular68. En los estudios presentados en este libro,
se han elegido solamente a dos de ellos que pueden servir como ejemplos
de las distintas interpretaciones católicas actuales del tema tradicional de
la theologia crucis; y, con eso, pueden demostrar eficazmente la riqueza que
está escondida en el acontecimiento histórico de la cruz y en su misterio.
Estos dos teólogos son el ítalo-alemán R. Guardini y el suizo H. U. von
Balthasar.

En cuanto a las razones principales de esta elección, puede decirse


que estos dos autores, en sus reflexiones en torno al evento histórico de
la cruz de Jesús, presentan un pensamiento rico y original. Ellos ofrecen,
de hecho, una lectura muy interesante y bastante distintiva de cara a di-
cha muerte dolorosa. Han sido elegidos también por el hecho de que, en
el pensamiento de cada uno de ellos, en la lógica de la continuidad (las
afinidades entre ellos) en la discontinuidad (la originalidad de cada uno
de ellos), se pone de manifiesto la cuestión de la libertad obediente y filial
de Jesús (cf. Flp 2,8) y de su proexistencia (cf. Mc 10,45). En este sentido,
el presente libro es titulado: «“Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz”. R. Guardini y H. U. von Balthasar ante el sentido teológico de la muerte en cruz
de Jesucristo».

67 Laurentino Novoa Pascual, «Teología de la Cruz (Theologia Crucis)», en Luis Díez Merino
– Robin Ryan – Adolfo Lippi (eds.), Pasión de Jesucristo, 1282.
68 Para una síntesis bien lograda del pensamiento de distintos teológicos protestantes y
católicos en el siglo pasado, véase Rosino Gibellini, La teología del siglo XX. En cuanto a la
teología de la cruz en el siglo XX, puede verse la obra ya citada de Maurizio Flick – Zol-
tán Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di teologia sistematica, 163-232.

34 «Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» • Ashraf N. I. Abdelmalak


Por otro lado, los dos estudios presentados en este libro son una
parte del resultado del proyecto de investigación llevado a cabo en la Uni-
versidad de San Buenaventura, en Bogotá (Colombia), desde el mes de fe-
brero de 2013 hasta el mes de diciembre de 2013. La intención principal de
tal proyecto no era abarcar la totalidad del tema estudiado, o sea, la teolo-
gía de la cruz en los autores elegidos, sino presentar algunos aspectos im-
portantes subrayados sobremanera en cada autor escogido. Esto significa
que no se puede esperar de este trabajo más de lo que el mismo pretende.
Es decir, los estudios presentados aquí no pretenden ser una investigación
completa sobre el tema de la cruz en los teólogos mencionados; sino más
bien, en ellos, se quieren ofrecer algunas perspectivas sobre el misterio de la
muerte en cruz de Jesucristo, que van en la lógica de la continuidad-ruptura
con la manera en la cual ha sido entendida tradicionalmente la cruz. Ade-
más, se busca presentar las perspectivas de los autores, más que criticarlas
ampliamente.

Ahora bien, la estructura de este estudio, además de la Introducción


general, se divide sencillamente en dos capítulos y una Conclusión general. El
primer capítulo habla del aporte del teólogo ítalo-alemán R. Guardini y el
segundo trata el aporte del teólogo suizo H. U. von Balthasar. En este sen-
tido, después de presentar el pensamiento de Guardini en torno a la cruz,
su tesis discutida sobre las dos formas de la redención y la posibilidad de
la no-necesidad de la muerte en cruz de Jesucristo para la redención de los
hombres, se presenta, en el segundo capítulo, la reflexión de von Balthasar
sobre la cruz como acontecimiento teológico, estético, dramático y esca-
tológico. En suma, la intención principal de Guardini es preguntarse si la
cruz era necesaria o no para la redención de la humanidad. Von Balthasar,
por su parte, ve la cruz como acontecimiento revelador y redentor. Para
cada uno de los dos teólogos mencionados, se sigue el mismo proceso, es
decir, se empieza con una mirada general sobre su teología, su método y
su cristología, y, luego, en segundo momento, se concentra en el tema de
la cruz en el pensamiento del autor. La razón fundamental de este proceso
es precisamente aquélla de situar el discurso sobre la cruz en el contexto
general del pensamiento de cada teólogo estudiado. Al final de este estudio,
se hace una Conclusión general sobre el sentido de la muerte en cruz de Jesús
inspirándose en las reflexiones guardiniana y balthasariana para ofrecer al-
gunas consideraciones finales al respecto.

Introducción General Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret 35


En relación con los dos teólogos, Guardini y von Balthasar, vale
la pena recordar desde el inicio la afinidad que está entre ellos; pues el
teólogo suizo, como es sabido, se acerca más a la sensibilidad del teólogo
ítalo-alemán, que a la sensibilidad del gran teólogo K. Rahner. En este
sentido, es verdad lo que anota J. A. Sayés, en relación con Rahner y von
Balthasar:

Seguramente, Karl Rahner y Hans Urs von Balthasar son los dos
teólogos más renombrados en el postconcilio. Jesuitas ambos, uno
nació en Friburgo de Brisgovia, K. Rahner, en la Selva Negra; y
el otro, Von Balthasar desarrolló su vida apostólica e intelectual
cerca de esa región, en Basilea. Conocer su pensamiento conlleva,
sin duda, conocer el pensamiento teológico de las últimas décadas
[…]69 Se trata, sin duda, de dos almas diferentes, de dos sensibili-
dades y de dos métodos distintos. “Rahner depende de Kant, decía
Von Balthasar; yo, de Goethe”, es decir, de la contemplación del
misterio. Rahner tiene una sensibilidad filosófica; Von Balthasar la
tiene artística y contemplativa70.

Puede decirse, así, que la labor teológica de von Balthasar se apro-


xima más a la de Guardini que a la de Rahner. Es decir ambos, Guardini y
von Balthasar, tienen una sensibilidad para el arte, para la música y para la
literatura71, una sensibilidad bíblica y patrística, y una sensibilidad con-
templativa del misterio. La teología de von Balthasar, como la de Guardi-
ni, es, por eso, una “teología arrodillada” (kniende Theologie); es decir, una
teología que descansa en la contemplación, la oración, la obediencia y en
el amor humilde72. Rahner, por su parte, tiene una sensibilidad para la

69 Todos los corchetes de esta forma son del autor de esta investigación y significan el sal-
to de algunas palabras o frases en la cita, o también la agregación de algunas palabras
aclaradoras complementarias a la cita.
70 José Antonio Sayés, La esencia del cristianismo. Diálogo con K. Rahner y H. U. Von Balthasar,
12-13.
71 Rosino Gibellini, La teología del siglo XX, 233-239; Elio Guerriero, Hans Urs von Balthasar,
17-60.
72 José Antonio Sayés, La esencia del cristianismo. Diálogo con K. Rahner y H. U. Von Balthasar,
221. Para el contraste entre “teología arrodillada” y “teología sentada”, véase Peter Hen-
rici, «Semblanza de Hans Urs von Balthasar», 375; Angelo Scola, Hans Urs von Balthasar:
un estilo teológico, 15-16.

36 «Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» • Ashraf N. I. Abdelmalak


“teología especulativa y filosófica”73, y desarrolla su quehacer teológico
usando, prevalentemente, el “método antropológico transcendental”74.

Ashraf N. I. Abdelmalak
Bogotá, D.C., febrero 2017

73 Según J. Ratzinger, la teología de K. Rahner «–a pesar de las lecturas patrísticas de sus
primeros años– estaba totalmente caracterizada por la tradición de la escolástica de
Suárez y de su nueva versión a la luz del idealismo alemán y de Heidegger. Era una teolo-
gía especulativa y filosófica en la que, al fin y al postre, Escritura y Padres no jugaban un
papel importante y en la que la dimensión histórica era de escasa importancia», Joseph
Ratzinger, Mi vida (Madrid: Ediciones Encuentro, 1997, 2006), 152. [orig. alem., Aus mei-
nem Leben Erinnerungen 1927-2977].
74 Rosino Gibellini, La teología del siglo XX, 239-254. En el presente estudio sobre Guardini y
von Balthasar, no ha sido presentada la reflexión del gran teólogo K. Rahner en torno al even-
to de la cruz por dos razones principales: 1) en la lógica del proyecto de la investigación que
ha sido llevado a cabo en la Universidad de San Buenaventura, la reflexión rahneriana
sobre la cruz de Cristo era responsabilidad de otro investigador; 2) por la continuidad
en la discontinuidad entre la concepción guardiniana y aquella balthasariana en relación
a la cuestión de la muerte en cruz de Jesús. Por otro lado, debe reconocerse que es objeto
de discusión el hecho de que si Rahner construyó un sistema en torno al tema de la cruz
o no. Al respecto, véase Maurizio Flick – Zoltán Alszeghy, Il mistero della croce. Saggio di
teologia sistematica, 229-232. No obstante, es posible observar que, para Rahner, la cruz,
además de ser un locus theologicus, constituye la característica y el principio formal de
toda auténtica teología cristiana: «La teología es en sí misma una teología crucificada y
no solo habla de la Cruz; ante todo, porque la teoría de la teología es praxis en sí misma
y, por lo mismo, está determinada por la Cruz como toda la realidad cristiana. El habitus
fidei y el habitus theologiae está soportado por el Crucificado y por eso impregna a la te-
ología una forma determinada», citado por Laurentino Novoa Pascual, «Teología de la
Cruz (Theologia Crucis)», en Luis Díez Merino – Robin Ryan – Adolfo Lippi (eds.), Pasión
de Jesucristo, 1281. En todo caso, para la teología de la muerte de Jesús y para la soterio-
logía rahnerianas, véase principalmente las siguientes obras rahnerianas: Karl Rahner,
«Jesucristo, modelo de la obediencia», en AA. VV., ¿Nuevo estilo de obediencia?, (Colección
«espíritu y vida», 37), (Santander: Sal Terrae, 1971), 31-49. [orig. ital., Studi sull’obbedien-
za (Roma: Revista “Seminarium” – S. Congregazione dei Seminari)]; Ídem, «Morte di
Gesù e definitività della rivelazione cristiana», en Sapienza della croce oggi 1 (1976), 50-58;
Ídem, Curso fundamental sobre la fe. Introducción al concepto de cristianismo (Barcelona: Herder,
19985), 271-374. [orig. alem., Grundkurs des Glaubens. Einführung in den Begriff des Christentums
(Freiburg im Breisgau: Verlag Herder KG, 1976)]; Ídem, «Cuestiones dogmáticas en
torno a la piedad pascual», en Ídem, Escritos de teología, Tomo IV (Madrid: Cristiandad,
2007), 159-175; Ídem, Sentido teológico de la muerte, 63-88.

Introducción General Hecho histórico y sentido teológico de la cruz de Jesús de Nazaret 37

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