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Ilnfrentada a los desafios de la globalización y a los acelcraclos proccsos
de transfomación de sus sociedades, pero con una creativa capacidad clc asi-
milación, sincretismo y mestizaje de la que sus rnúltiples exprcsior.rcs artísti-
cas son su rnejor prucba, los cstudios culturales sobre América Latina neccsi-
t¿rn clc rcnovatlas aproxintacioltcs críticas. Una renc¡vación capaz de supcrar FUNDACIONES: CANON, HISTORIA
lits lrrrtliciorrrlcs tlicololnílls con (luc sc rcprcscnlan los paradigmas del conti-
rrr'rrlt' t'ililiz:rt'iirr lr;u hrr.ic. errrrr¡xr-cir¡tlad. cclltro-perif'eria y las rnás recien-
Y CULTURA NACIONAL
lr". r¡rrt'ol)()n('n norlt' sr¡r v t'l rlist'u¡so ltctcnrtinico al subordinado.
I ,r r,,rltrl:rrl , r¡llrrr:rl l;rlrrrorunt'r'iciulir lrriis ciltnpleja, polimorfa, integrada La histori ografia literaria
l"'r r'1, rrlrrl.rrlr", rrrrrllr¡,1,'. ( n ( on\lilnlr nlullrci(»t c incr ilablelnente abierlas a
l,', 1¡,', \ r,., ilil.tr'ilt.tilU., l)l;lilr.l:lrrrrs,y tr los ptoccsos interculturales que conlle- del liberalismo hispanoamericano del siglo xtx
\,rr ¡r\ rt.r ,r l)tol)(,n('t lul('\()s cs¡xrcios ile mediación crítica. E,spacios de
rr',lr.r, r,rn ,Ir, ,,rrr r,lr rtl;u los rrcxils que histórica y culturalmente han unido
l.r', rr,r, r,,nr',. ('ntr(' .,t. l('nsln cn cucnta la diversidad que las dif'erencian y las B eatr iz G o nzález- Step h a n
,lur r'\r,.tr'r ('u t'l ¡rro¡rio sclro dc sus sociedades ntulticulturales y de sus origi-
n,rlr". rr'rlr¡r t,: rrlt'rrlill¡r'ios, r-ro siernpre dcbidamente reconocidos y protegidos.
I ,r r olt r't r()n nt.ros y diferencias se proponc, a través de la publicación
rl. r'',tr¡rlros solrlc los irspcctos más polémicos y apasionantes de este ineludi-
lrlc rlt'lr:rlt', toltll'ibuir a la apertura de nuevas fronteras críticas en e[ campo
,lr' los t'slr¡rlios culturales latinoamericanos.
Die Deutsche Uibliolhck Iists llris ¡rtrblicrrliorr ir¡ llrc I)cr¡lsclrc Nrrtior¡rrlhilrliosrrfjc:
detailed bibliographic data is availatrlc on thc lntcnlcl at h(l¡r://tlrrb.tltlb.tlc .
l\{\t§co(JohnBeuerley)...............-......................'..........................25
F-otografi a dc cubierta:
"Espectáculo de fuegos amificiales en la plaza Bolívar de Caracas",
ilustración de James Mudie Spence.
Diseño dc cubierta: Diseño y Comunicación Visual
Impreso en España por Ilnprenta Fareso, S. A.
Este libro está impreso íntegramente cn papel ecológico sin cloro
AFernando,
la aida
el amor.
Es mi último regalo para'el, que no alcnnzlo a aer...
l)npmclo
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l',lllottrt':,, l,r, r¡',r',,ll rrr¡r',,lr,r t,,r':,liorr lnlt'rl)tcl,rll\',t,,t ll,tt,t,s rlt' ,.1 r,,rlrt,r'tlt,l lil,r'o, ,1., , r,.rlr',, lrl,r'o:;, t¡rrc l.t trirrliciírn (patriarcal,
Itl t¡trt'st'll.ull,r (o ll,rrrr.rlr,r,') t rrlir',r lilr'r',rri,¡ ('s un(l t lisis tlt'l,r ,urrllot i'rrlrir',r, ilrrslr',r,1,r, ,,ulot t itlull.rl) rlc la rnodernidad privile-
sttbcrbi¿t Itt¡rtt.ul.l. ( orlr'ut'r'rlo t'orr Ilug(). ll.rlrcr',r'l'icsr]iltlo ilttt,¡.
,',r(), ('(,1',ilt(lrl nut'str',r lrril.ltl,r so[rrt'otras prácticas culturales que
Pretaciones sin la plcna t'ortr'it'nt i.r tlt' t¡rrc srilo t'stii[¡.lnros "ir.rtt'r' ,rlo¡rlctt'rr f'ut'r¡ clt'li[rrrrs y bi[rliotccas, fuera de escuelas y acade-
pretando" bajo los efectos dc urr¿r c()yLlntrlr¿r hist(rric.r (]rr(' n()s rrri,rs. Alrtlra htry srt/ri,rt,s, ¡rroclucidos en diversas escenas, que inter-
hacía confiar en la ficción de verdades universales, tot¿-rliz.lt-iollt,s
¡rt,l,rrr.r r.nra v¿rriedad de sujetos, que en el proceso mismo de
confortables y objetividades también (y por qué no) virtualcs r¡trc rrrt'tli¿rci(r'r h¿lt ido legitimando nuevos campos de consumo cul-
gozaron de cierta durabilidad mientras se mantuvo estable la retí- Irrlirl y tanrbién otras comunidades reguladas por lenguajes que
cula del saber disciplinario. n() [)as¿u-l por la autoridad de la letra, ni por los símbolos patrios,
Efectivamente, se arriesgó mucho -al menos ahora nos parece-, ni ¡-r1r¡ la historia heroica de la nación. La ruina tiene que ver con
sobre todo en proyectos de ambiciosas dimensiones, que abraza-
l)r'()ccsos no menos violentos de descentramiento de instancias e
ron, en no pocos casos, postulaciones que englobaban la difícil y instituciones que ocupaban lugares largamente acreditados. No se
heterogénea complejidad latinoamericana en articulaciones gene- Ir'¿rt¿r exactamente de su desaparición: la edición de libros ha
ralizantes, sin detenerse con más escepticismo y menor arrogancia ,rumentado, muchos intelectuales y escritores circulan bajo la
en las insalvables diferencias regionales e historias particulares. ,rureola del vedettismo, las bibliotecas amplían sus espacios y se
Sin embargo, para no ser injustos, también los riesgos dejan sus nroclernizan, los estados nacionales aún velan por sus pasaportes
saldos positivos: aquellas aventuras intelectuales nos permiten, al y b¿rnderas; sino lo que ha cambiado es su hegemonía, su irrestric-
menos ahora y a dcspecho del desdibujamiento del objeto de nues-
to poder de convocatoria para inscribir identidades estables. Muy
tros estuclios (¿litcrarios o culturales?), reelaborar saldos capitali-
probablemente las generaciones jóvenes no padecen la ruina, tam-
za nc'l o cor-rcc¡:tos cle ¿rl ta rentabilidad ("transculturación", "mesti-
poco el desencantoi perfilan sus adscripciones con la misma livian-
't,i-ritr' , "hctt'rogcl'rciclad", "hlbridez")., repensar premisas, o matizar
rlad desproblematizada y desapegada de toda ilusión. El fragmen-
intt'r¡rrctacioncs cl-r el caso de dejar intactos aquellos testimonios
to, la volatilidad, el desapego, la constitución mutante, la
tlc un n'ronrcr-rto fuerte tanto de la disciplina como del mismo lati- condición permeable, parecieran configurar estas nuevas maneras
rroirnrt'ric¿'lnismo. Y es éste el ángulo que ha movido y motivado la
de se1, donde la densidad de las texturas y el modo de insertarse
rt't'rl iciírn de Ln historiografia literarin del liberalismo hispanoamcricnno
en la historia va teniendo otros asideros no conceptualizables
dtl siglo x/x, que fuera en 1987 Premio Ensayo Casa de las Améri- desde los aparatos que manejan las generaciones "letradas".
cas, y que constituyó en esa década (perdida para muchas causas)
¿Qué hacer? Pregunta fuera de lugar. La escena ha cambiado.
uno de los tantos trabajos que expresaron los temas, las urgencias,
Antes se apostaba a los actos performativos de la palabra; la recon-
las utopías y también las limitaciones que definían el campo de las
versión de las palabras en acciones. Fue el legado que nuestra
investigaciones literarias. Precisaremos dentro de unos instantes
modernidad ilustrada desde Bello, Sarmiento, Alberdi, González
las coordenadas que guiaron su escritura; es decir, la biblioteca
Prada, Martí, Ureña, Vasconcelos, Mariátegui, Picón Salas, Zea,
que alimentó sus premisas.
Retamaq, Cándido, hasta Rama, nos transmitió con la confianza en
No son pocas las ruinas de estos tiempos: biográficas, académi-
el poder liberador -o al menos iluminador- de la letra a través de
cas, metodológicas, políticas, sociales, y, desde luego, en pequeña
la gestión pedagógica. Esta función mesiánica del libro y del inte-
escala, la constelación de nuestras bibliotecas, recortadas sobre
lectual es lo que obliga a cancelar la pregunta. No hay nada "que
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llat-t't'"; stllo t¡lt,t 'l)('t:,lrt't ll\',t l),tt,t r,'t't'", (lll('l,ttttl)i('tt ('s tlll tttptltr l,r .ltr',rtl,¡(lu('('nrl)('/(),r ,r( u:,,rt; tto sitt .tlilt'ttta, I¿ts futuras políticas
perfonlr¿ltiv() nr(is ( ()n\()rro \' ¡rrtiol n).ul('i.r[)l('r'orr los.rllor.l nlíllti- r,(()n()nlit,rs tlt'l Iiotrrlo IVlont'l,rt'io lltte rlt¿rcional (no en vano/ en
ples lu¡;ares dc cnunt'i.rr'irlrr, t,urto tlt'l l¡tino.lrnt'rit'.tnisttto, cle los Vt,rrt,zrrcl.t t'l tl í.1 ('rt (lu('r'l lrolívar sufrió la primera devaluación
objetos de esta disciplina, ('()nr() cle la v¿rricclarl clc fonlt¿rs y sitios r,r¡¡rif it'irliva clt' st-¡ ltistrtri.t cluedó marcado como "el Viernes
en los que se produce y consunre cultura. Sin crnlrargr), "ver" nr) Nr'1',r'o" rlc l9U3); la raclic¿'rlizaciín del conservadurismo y un
invalida el ejercicio del criterio, la toma de lugar de una posturrr nr¡(,v() libcralismo a escala internacional, cuyos ensayos más signi-
crítica y política. No todo vale. lit',rtivos c irónicamente exitosos, a Pesar de su altísimo costo
IJna nueva edición de un libro obliga en su relectura a los inevi- Irrrnr¿rrro y social, fueron precisamente las dictaduras serializadas
tables desacuerdos y el consecuente gesto de la tachadura. Implica (pr(' sr: desplegaron en América Latina orquestadas por intereses
también el difícil ejercicio de la cancelación de las correcciones, n() nccesariamente locales; y más allá del mismo muro de Berlín,
vencer la tentación de las modificaciones, y el reconocimiento de los c¿rndentes y no menos desesperados debates por reorientar el
que esa modalidad interpretativa tuvo su sentido ajustado a los socialismo en aras de su supervivencia en un mundo que globali-
debates de una época. Dejarlo tal como fue concebido supone dis- z.rba peligrosamente consignas, consumos, capitales y pobrezas: la
tanciarse de él para también vernos mejor. Ln historiografia litern- ir¡rarición del artículo "El Fin de la Historia" (1989) de Francis
ria... (lo ofrecemos hoy con otro título más acorde con las actuales l;trkuyama; el trágico "Caracazo" (1989), poblada que mostró los
sensibilidades) recoge las preguntas centrales que los límites de la rostros de una violencia fuera de todos los Órdenes históricamente
modernidad puso en circulación. t'rrrrstituidos; y la pérdida del Sandinismo por vías "correctamente
Escrito entre l9B3 y 1986 trasluce las agendas de un campo aún rlcmocráticas" (1990), podrían ser algunos hitos del término de una
estable, y la seguridad de categorías conceptuales (como las del ópoca signada por el vaciamiento de los mitos de la modernidad
n'rarxismo y cstructuralismo) que las ciencias sociales validaron (listorin, progreso, democracin, partidos, nacilon) y el ascenso de nue-
c()ln() hcrramientas esclarecedoras de las complejidades de las vas fuerzas cuya institucionalidad está por definirse. Tampoco es
socit'c.l¿rclcs en situación de dependencia colonial. Pero también casual que en esa década se haya dado el giro definitivo entre la
t'scrito jr-rsto antes del "desencanto ideológico", se ubica en ese clesacralización de La ciudad letrnda (1984) y la hegemonía de la
borclc c¡ue permitía hacer balances de macroprocesos, macrocon- industria cultural, el nuevo poder de Los medios n las mediaciones
juntos, e interrogar las instituciones constitutivas de la moderni- (1987):1a crisis de la escuela y el éxito de las telenovelas, el internet
clad latinoamericana. Como si durante esa década se condensaran, y los centros comerciales.
por un lado, los remanentes eufóricos de un latinoamericanismo De este modo, el contexto de esos años abría y cerraba, anuda-
liberacionista que hundía su inmediata tradición en las consignas ba y desataba en el campo de los estudios literarios un abanico de
de la Revolución Cubana y en el aún vigente Sandinismo; la fuer- proyectos que, aunque enmarcados por una profunda voluntad
za que guiaba las gestiones antifascistas de la sociedad civil; la latinoamericanista, seguían insertos en las posibilidades límites de
apuesta a las instituciones democráticas, que por aquellos días la epistemología de la modernidad europea. Atrapados en la raz6n
habían acogido a no pocos intelectuales desplazados por el terror ilustrada, y desde las murallas de la "ciudad letrada" -cuyos bor-
estratificado de sus regímenes y cllre cl de.sarraigo más bien redun- des determinaban el horizonte de visibilidad o de ceguera-/ se
dó en un clima generalizado de perspectivas y sentimientos fuer- emprendieron en una doble dirección trabajos con un carácter
temente latinoamericanistas. Pero también, y por el otro lado, fue omnicomprensivo. Por una parte, se ejerció el balance crítico de la
lr, ltr rlri r"'ll"rl'""'lr'¡'l¡'tt'
tlttlltitorrr¡rtr'¡¡.'i1"¡ t't't'i It,tt lolt,llisl,t:i (lt¡('lt,tl,t,rn (,u,r( lclrz,rtlrl los t'stt¡clios litcr¿rrios. Tia-
[)tr¡lrt,t nl,,ltlttr tutt ltlt'l,tll,l l,l lrl'l:,1)('(lit',t
S() (l('ll(.t(,¡r t,1,,,1,.1 ,,r¡l¡ ,,tl(.n( t,ttttlt'lll()S tlt'¡ir;ltr't0, t'ltri.rS y lt'rr /,r "l)¡(x'('sos", tr',rlr,rl,u ,t l),r'l lr tlt,"t'onjtrr.rtos", arriesgar grandes
y ('()ltlirttticlAtlt's; " r,¡r.l t'nr.r l i z.r«'iorrt's", t,r r l lt'n l,r r' pt.ríoclos de larga duración, pare-
ll¡,lS; t.('(l(,1¡¡() ¡r.ltorlt¡,rr tr)nr',,, lurtrl,tt'irlllt'S
(.()nl[)li((i l,t t,slt,tltltt,tr lott ,1,' lt):,:,1:,1('ll'lils litt'l'¿ritls tlt't'tsific¡rltltr r l,ur s('r' l.rs rne [¡s rn¿is urrft.rrtt's porc]ue había una justificada insa-
l.rs str¡tt.rf it.it,s ,t¡rl,¡¡¡,t(l,t:, (lu(. (|ll,r,t.i,rrr los r.n¡rttt.tles al tlstl. Estt' lr,,l,rct irin con l¿rs obsolcsccr-lcias de la disciplina, amén de que
s('ntido rcvisi()ttisf .t tlt'l ,t1,,rr,tlo litt'l',lt'io ('s docir, clcl cucrptl clt' "comprender" a fondo y re-ordenar la literatura
,rlr,,r',r l.r tarc¿'r cle
sus n¿trrativas ordclta(l()t'.ls tlt'l tl ist'trrs(): clc la crítica, de la histo- rr,r't'stí.r tu-r compromiso político. De alguna manera, el "crítico
riografía, de sus archivos ¿tntoló8icos- se hizo desde la alta cultu- lrlr.r',rrit¡" cra también un cientista social que daba su lucha en el
ra, silt ¿tdvertir que muchos de los recortes del canon no se resol- llln'r'ro iclcológico; en otras palabras, no se abondonaba Ia escena
rr ,r I , r
víarr definitivamente completando con más libros su vacío, Porquc ¡ ¡3tig ici-r .
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l1' rlt t l 'r'lr"'rl''" l'lll.tr lo lt)
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clintcltsitjtt .tlt]tttlos lil,ltr:,,llll('ll()l'('s tlt'Mit llr'l lrottr''ttllt; y r'rt t'l
lr¡n,¡ io tlt'r'.rlt'g.r'iz,rt i,rrt'r, rl. l,r r,¡ri¡;[1'¡111rlogía de Ia modernidad
ámbitO l¿rtilrttartlt'r'it.tlto l)() (ll¡('l('ltltts tlt'iitl'1)¡ls,ll 'tl t't's¡rt't'to 11
('rttlttt'ry ('ltrlt ,r :.;,rlrr.r; t'l jtrt'go rlt. oP115l1l1rnt's t'lttrc l¿r base socio-económica y
Functionnl PLtst: 7'ltt' t/s¿'s rrl I lislorr¡ itt Nitttlrtttllt-
:,rr¡rc11.s[¡'1¡1'ttrr¿r icleolrigit.a, ntetr(lpoti y colonia, centro y periferia,
(IgB2) de Allen Woll, Prt¡duzinLlo o p0sso(lo. Estr¡rlí'r'i¿rs tlt t'ottslt ttctttt
y l,ns cttrr r rviliz.rr'itin y brrrbarie, letrac{o y analfabeto-,hizo una crítica de la
do pntritronio culturnl (1984) de Antonio Augusttt Artrt-ttcs,
qtre ex(-rrlri' r rrllr¡r'.r rlt'la ólite criolla euroccidental que tuvo a su cargo la fun-
aenciones col.ttrala cultura (1986) de Germán colmenare,
tl,rt'irlrr rle una de las tradiciones nacionales. Al tiempo combinó
naron no la historia, sino los artificios usados Para fabricar la fic-
,,pasado":la atención se desplazaba hacia la escritura. Es ( ()n r¡n¡ pcrspectiva vigilante la articulación tanto del modo
ción de como
lr,rlrí.r furrcionado una de las prácticas letradas (la historiográfica),
interesante subrayar que no todos los trabajos conocieron en sL¡
( ()rn() la hilvanación de su propia genealogía. Es deciq,
momento los aportes de White y Certeau' por un lado,
t'l trabi-rjo alcanzaba a desconstruir los presupuestos de una tradi-
El descongelamiento de la episteme positivista permitió los ges-
r'itirr, el modo como había operado, la puesta en circulación de sus
tos desconstructiaos de varias tradiciones institucionales (entre
¡niiscaras y ficciones, el sentido que tuvo la fabricación de pasados
ellas, de las historio grafias nacionales, del estado nacional, y tam-
bién de la prisión, de la clínica, de la sexualidad, de la vida priva- Jrirra la configuración del aparato burocrático estatal; y,por el otro
l.rtlo, también el trabajo reconstruía 7a arqueologín de wa modali-
da, de la mujer, etc.) que reubicaron la intervención metodológica
tlacl reflexiva y escrituraria (hacía la historiografía de la historia
en un novedoso giro de tuerca: si bien la precisión de las condicio-
litcraria) de la modernidad latinoamericana, y demostraba con ello
nes socio-cconómicas absorbía una buena parte de las investiga-
t'l carácter geopolítico y descentrado de la producción del conoci-
c-ior-rcs litcr¿¡ri¿rs clc lir ópoca (tal como ocurrió enLnhistoriografia
rniento en la modernidad: América Latina había empezado a escri-
littrtrritr...),1¡t att'trci(rn clel peso material y comportamiento políti-
(.illI(.ltt(, rlt,t.isivtl cle los fenómenos culturales empezó a cobrar lrir su historia Iiteraria antes que Europa, porque las contradiccio-
la lite- ncs mismas de la empresa de la conquista imperial obligaron a sus
r1r(r.y()r. (,sp¡('i(). Las prácticas verbo-simbólicas -entre ellas
lctrados a escribir la historia de las letras en uno de sus centros, los
,',ll,rr'¡, l¡s artcs plásticas, la música, y también la historiografia-'
clesplazados hacia los límites del imperio.
n() ('r¡n "rcflejos" en la "superestructura ideológica" (aunque
Con ello -al menos eso creemos- se empezaba a desarrollar por
rnur:h.'rs investigaciones usaran esta terminología porque era la
una gra- csos años una crítica a las epistemologías del colonialismo, a los
t¡r.rc cstaba disponible); se advertía en ellas la densidad de
csquemas metropolitanos de saber, que habían desdibujado no
,ráti., qr" .or1formaba estructuralmente el funcionamiento social.
sólo el seguimiento de procesos obturando trayectos (los menta-
No reproducían ningún estrato previo; construían (producínn)las
"lo dos vacíos), sino que habían "colonizado" la mirada reflexiva
mismas condiciones materiales; eran prácticas constitutivas de
haciendo que ella reprodujera miméticamente los moldes europe-
real" . Se inscribían en esta linea Latinoam'erica: las ideas y las ciudn-
(1984) de Angel os sobre las realidades latinoamericanas. Haber pensado los pro-
des (1982) de José Luis Rome ro, La ciudad letrada
(1989) de cesos como "reflejos" europeos era una de las operaciones que
Rama, Desencuentros de la modernidad en América Latina
había que destrabar. Entonces, otro de los aspectos que fortaleció
Julio Ramos, Para citar los casos más conocidos' las certezas en la disciplina fue la confianza también política en
Y es en este sentido que Ln historiografia literaris del liberalismo
donde ejercer el saber crítico para descolonizar categorías. Lo que no se
hispanoamericano del siglo x/x se insertaba en una encrucijada
esbozaban nue- advertía con agudeza era que se ejercía una crítica al eurocentris-
se refractaban límites operativos, y tímidamente se
l'rll,rr tr, .ll
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Ilr',¡Irr. t,''rr.r,r1",'',lr'¡'l¡.¡¡¡ )l
Be at r iz Gonzhlcz- S teph o tr
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)rólogo
tualidad criol[a progrcsist.l ('n Anri'ri('ir L.rtin,r, rur.r ¡t':,islt'rrt i,r f un 27
dada en parte en el deseo de defendcr y rcirctiv.u't'l ¡rrt'str[)ut'sttr l.l s,rlrt'r'. r )t'i.,1 .r t'sc ilrterectual y a esos
' idiomas en el rugar de ser
anterior. .lrjt'r.s tr. *'frt'xi(rn teórica, p".á.,o
de la producción teórica. Er
Esta resistencia tiene su expresión quizás más elocuente (pcr() a .'srrr'rtrr -ejc central der ensáyo cre
cornejo poru.- d"
l'r r'r'írir'¿r ritcraria latinomericana l
,MarioBenedetti,Elcstrilorlolinoantcricanoylnreuolttciottptlsihlt,Latinoamcric¿.
*Unaile]ascosasqueoPelaparar/escotzsfl.¿lirelbinarismoanglo/Iatinoeslacre. a
años llegará Buenos Aites' 7977' pp' 52-53'
Unidos' que dentro de muy Pocos Ira cle Ediciones,
ciente hispanización de lo'-É't'¿ot
mundo'
,". .'i,.*."t país hispanoablante det
l.) li,.rlllz ( tt\t/,tlt,/,,1,.1,1,,,r, I r, .r1,,'rr", r' lrt ,l,¡ r,r', ,l,l
lloallleric¿lll()s. N()s rcl'critltos il (lt¡('(.n ()p()l'1r¡lrirl,rtlt.s r.(.(.1.¡tr¡anl()s l,rlr'.rs rr).rn( ()ururr.rtl.l:, l,urlo lo:r nr.r('v()s ¡lcaltccs quc se vayan
el vacío o la carencia ciue -injustificacl¿lmcntc lr,lr'it'ntlrl tlr'rrtro tlt' los r'slurlros llisttirico-literarios como la revi-
¡.r.r. rlt'st'r,ricltr tcne-
mos en áreas de la producción cultural. sirin rlc l.ls tracl icionalt's Iristorias de la literatura latinoamericana.
Y en el caso que nos atañe, de la historia e histori ografia litera- Lllo llevaría de un mocjo irrdefectible al diseño de nuestra historia
ria hispanoamericana, podemos observar el siguiente fenómeno: tlr l¡ ltistori¡ litcrarin, que, además de establecer un discurso indis-
como se ha pensado y suscrito el desarrollo de nuestra historia de pcnsablc para la necesaria superación de las limitaciones que
la literatura de acuerdo al proceso europeo, de un modo indefecti- t'nrbargan el terreno de las historias literarias, no deja de enrique-
ble se han señalado las acostumbradas imputaciones, tales como ccr también la historia de las ideas de la América Latina, campo no
la carencia en nuestros estudios literarios de una tradición crítica y ntenos falto de atención.
de una historia e historiografía literarias de larga trayectoria. En Por ejemplo, es un lugar común cuando se habla de historio-
otras palabras, si asumimos la perspectiva del ,,otro,,, evidente_ grafia literaria y de sus orígenes señalar el siglo xx como el siglo
mente no vamos a encontrar los consagrados maestros de la del nacimiento de la historia, y en concreto el de las historias lite-
moderna historia de la literatura en el continente americano: los rarias nacionales, que surgen tanto en Europa como en América
winckelmanry Herde4, schlegel, Gervinus, De sanctis, Brunetiérre, Latina amparadas por el efervescente clima de la configuraciólr de
Taine, Dilthey, Lanson, para sólo mencionar aquellos nombres que los nacionalismos políticos y estados nacionales. Esto trajo una
con frecuencia se oyen cuando se habla de historia de la literatura, nueva conciencia histórica (el historicismo) que removió todos los
y que la crítica institucionalizada de raiz eurocentrista ha canoni- estratos del conocimiento humano, relativizando los conceptos del
zadc».
valor absoluto y universal que dominaron en la centuria anterior,
si, dt'sr-.t'rt't't'r I. r¡r-rc cle hecho pudo haber de influencia cle acentuándose una comprensión de los fenómenos de acuerdo a la
rlit'lros lrislori,lrl.r't's sobrc los hispanoamericanos de aquel tiem- época, al medio y al momento histórico en que estaban insertos,
l)(), (1.('(l,r P.r' rt'stablcccr lo clue hubo de propio y pertinente al tanto como un nuevo interés por formular leyes que permitiesen
|t's¡rt'1 11¡ r'rr l.r traclici(ln hispanoamericana. Es decir, el interés
de conocer las causas de la evolución y del progreso de todos los
l.s.slutlios Iitcr¿rrios latinoamericanos -por lo menos hasta hace aspectos del quehacer social.
1)()(.() , no sc ha centrado en rescatar y elaborar la historia de la crí- Así pues, se nos presenta el siglo xtx como el gran siglo del des-
Iit'a; como tampoco una historia de la escritura de la literatura. No pertar de una conciencia histórica -hecho indiscutible-, y, por
sc cuenta hoy en día con suficientes trabajos que hayan sistemati- ende, de la historia literaria, sin percatarnos de una serie de cues-
zado las reflexiones que nuestros interectuares han hecho sobre el tiones implícitas: una de ellas es que al establecer una relación con-
fenómeno literario2. Por ello entendemos que en esta situación son comitante entre el surgimiento de una conciencia histórica y su
objetivación discursiva en las historias literarias se pasa por alto
2 Hace algunos años se ha c.menzado a escribir el moc-lo círmo se han ido forman_
do nuestra crítica e hist.ria literarias. En cuanto a la crítica conocemos por
el momen_ hayan sistematizado el conjunto del proceso de la historia de la literatura hispano.r-
kr dos trabajos inéditos, sin c.ntar con aquéllos que están fuera dc nucstro alcance.
mericana no estamos en conocimiento de alguno, a excepci(rn de los ya conocidos artí-
Estos: Ft¡rmnciÓn de la crítica liternriq en Hispanonnúr-ica cle Alberto Roclríguez (Mérida:
culcrs de ]crhr-r Crow ("Historiografía de la literatura iberoamericana", en Reaisto lhcro-
Universiciad de los Andc.s, Escuela cle Letras, 19g0) y Alfonso Reyes y ln'te¿ris
literarin nme ricana, N." 4, 1940, pp. 477-483) y el de José Antonio Portuondo ("Períodos y
Üt His¡tanonníericn de Mabel Moraña (Investigación realizada en el
Centro de Estuclios generaciones en la historiografía literaria hispanoamericana", en Cuadcrnos Ancrica-
Latinoamericanos Rómr¡lo callcgos, Caracas, 1979). En cuanto a posibles
trabaios cl-re ¡¡os, N." 3,7948, pp. 231-251).
lr'
Il ll,,¡lrt. (,,,tt.'.rlt.'"1,1'lr,rrr lr, ,rl,rr¡,r'lrt',1'rll,l',
rlu('('n t'l sir¡lrl \l\ :.r'tl ttt lttttl l()¡n,t tlt't oltt lt'ltt l,l \' (l('('()ll()( illli('ll vt't los tlt' t,tl',it lt'l t ottltlrctrl,rl. l'tr r'slt'(''ls() Il() l'rtlclctlrcls dccir tluc
t9 hist(rrict)s - y t.lttt[)it''tr tlt' ('()lt()( illli('llttt lristot it'() lil('l',lt'io , t¡tlt' l,r Arn('r'it.r l,.rtin,r llcr',o l,rlrlt',rl lr.tlltlttctc clc los orígenes en esta
no tiene por quó clesclecir rlc olros Irroclos clt'a¡rrt'ltt'rrsiirrr llisttirit'.r t,,ult.t (l(' los cstttrl ios litt,l'.u'it)s, c()lno también nos podría servir
de la realidad que bien se dieron con allterioritlacl . Us tlt'cir, (ltl(' r,stt't.jt'rnplo para ntirncjrtr con cautela el carácter periférico y espe-
existieron -y de hecho así pasó en la América Latina clttratrte la t't¡l¡r clc su producción cultural.
Colonia- otras formas discursivas que de alguna manela Plece- Clon estas referencias no queremos desvirtuar el hecho de que
dieron a las historias literarias del siglo xtx, cumPliendo en slr lils así llamadas historias literarias no se escribieron sino hasta el
tiempo funciones similares, a saber: la de recopilación y ofdena- siglo xrx; pero por lo menos dentro del ámbito hispanoamericano
ción de vastos conjuntos de obras literarias en un intento de volun- la especificidad que presentaron las condiciones en que se desa-
tad a ratos historicista, a latos americanista por afirmar frente al rrollaron tanto la cultura dominante de origen hispano como las
Viejo Mundo las potencialidades del Nuevo Continente. Por con- manifestaciones de una cultura subalterna y marginada, bien fuese
siguiente, esto nos lleva a ubicar los inicios del proceso de forma- de origen también hispano como mestiza, de carácter diglósica, en
ción de nuestra escritura de la historia de 1a literatura en los siglos español o en lengua indígena, permiten suPoner que generaron un
xvn y xvIII del período colonial. campo de tensiones entre las elites cultas y privilegiadas que Pron-
sin duda alguna no tfata de historias literarias ProPiamente
se tamente se abocaron a la defensa de lo que consideraron Su patri-
dichas; pero la preocupación de letrados y eruditos en Hispanoa- monio literario en las tierras del Nuevo Mundo. De allí que se vie-
mérica se concretó en discursos que suplieron en sus funciones a ron en la necesidad de recopilar y catalogal, materiales dándoles a
las historias literarias. Encontramos en muchas crónicas, en histo- veces la simple coherencia de un orden alfabético o por zonas geo-
rias generales y naturales, en composiciones poéticas, en catálo- gráficas, y otras, más complejas, por una disposición cronológica'
gos, parnasos, diccionarios y bibliotecas, los primeros esfuerzos El que no existan historias de la literatura propiamente tales en
por recabar un corpus de obras y darle cierta organicidad. sin ir una determinada etapa no autoriza a pensar que sea imposible la
más lejos, en1629 aparece el primer balance de la cultura america- existencia de otras vías donde se haya registrado la memoria del
na realmente monumental de Antonio de León Pinelo, con el no pasado literario o los modos a través de los cuales se haya organi-
menos extenso y prolijo encabezado de Epítome de una Biblioteca zad.oLaproducción literaria. Estas otras formas no fundnn una cien-
oriental y occidental nhutica y geogrhfica, etc., en qLte se contienen los cia de la historia literaria pero son su condicilon necesnria3 '
escritores de las Indias Occidentnles especialmente del Perú, Nueaa Espn-
ña, La Florida, el Dorado, Tierra Firnrc, Pnraguay y el Brasil, y uiajcs n 3 para nuestro caso resulta de gran utilidad metodológica aprovechar la distin-
ellas, y los autores de naaegacibn y sus matcrinles y ap'endices; y en 1672 ción que Pierre Vilar hace entre el conocimíento de una materia y la materia de cst cL'noci- l
I
miento. se entiende por materia aquello que es posible de ser conocido, 1o que se estu-
Nicolás Antonio da a conocel un trabajo similar con su Bibliothectt
dia; y por cottocimimto de 1a misma, los diferentes modos de producir un saber sobre
hispana siae hispanorum. Comparemos estos hechos con semejantes eIIa. Así que tendremos diferentes concepciones de Io histórico de acuerdo con la apre-
del contexto europeo: el primer intento histórico literario de la lite- hensión qre se huga de Ia materia, y por 1o tanto, diferentes modos de formalizar "his-
ratura se escribe en Francia por la orden de los benedictinos de tóricamente" ese saber.
De acuerdo con esto, para muchos -entre ellos algunos e'ruditos- la materia de la
saint Maur alrededor de1733, y s(rlo se trata de un catálogo de historia es cualquier cosa pasada, y "saber historia" consiste en memorizar el mayor
autores franceses; mientras qtre cl I',¡títctme y la Bibliotheca, además número de hechos dispares. Para otros, 1a materia histórica se limita al terreno de los
de ser obras anteriores, tir.ncn cl rIérito de ser los primeros pro-
,,destacados,,, conservados por la "tradición", controlados por los documentos
hechos
36 llt,.rlliz González-Stephan De sabcres e historias 37
Así ptres, ¡ror t'l nr()r'n('nto, podemos ubicar el origen de la for- t'irlos, que ya fueron delineando lo que serían las futuras naciones
mación de la histr¡r'i.r rlt' l¡ literatura hispanoamericana durante el (r'n particular en el siglo xvut), y darles una clasificación racional
período cololrial conr() unir rcspuesta de la naciente cultura criolla. (bicn fuese histórica, geográfica, temática o alfabética).
Catálogos, bibliotcc¿rs, r'pítonres no sólo fueron una memoria que Y en el siglo xtx, las historias literarias, como una de las prácti-
registró, sino clue colrstruycr"on un discursc-r que, cónsono con la t'as discursivas del proyecto liberal, cumplieron una función deci-
episteme de la época, cunrpli(r con los requisitos indispensables siva en la construcción ideológica de una literatura nacional, que
que permiten justificar esta propuesta. sirvió a los sectores dominantes para fljar y asegurar las represen-
Estas obras fundacionalcs de una historia de Ia literatura de laciones necesarias de la urgente unidad política nacional. Así, la
Hispanoamérica ope.raron sobrc una implícita noción de lo Iitera- "literatura" tuvo -de acuerdo con la concepción liberal hegemóni-
rio y, por extensión, de conjur-rtos literarios, que los ha llevado al t'a- la capacidad de operar sobre las condiciones materiales para
archivo, con una relativa conciencia histórica, de una producción h¿rcer efectivo el progreso social; y las historias literarias rePresen-
escrita, que, para aquel entonces, entre otras razones, significó una laron el lenguaje institucionalizado de los intereses de estas clases
contundente réplica a las posiciones que se ensañaban en detrac- (lue se atribuyeron la formación de los estados nacionales.
tar cualquier manifestación social y cultural del Nuevo Mundo. Podemos decir, por consiguiente, que el saber o el modo de
En síntesis, cumplieron con la primigenia función práctica de t'onocimiento de la materia literaria resulta ser históricamente per-
ofrecer un saber sobre una materia dada, cubriendo las siguientes f'cctible; y es por esto que nos ocuparemos de ello en el presentc
exigencias: primero, manejaron un concepto acotado de "literatu- trabajo. Pero tal vez valga la pena señalar brevemente un deslinde
ra" que logró establecer un corpus relativamente homogéneo de rlc tipo metodológico que pudiera evitar algunas confusiones,
obras escritas y autores, 1o que, por otra parte, fundó y canonizó la sobre todo cuando se habla de producci'on literaria, historia de ln lite-
tradición culta e ilustrada; y, segundo, hicieron el intento de orde- r¡tura e historiografia liternria.
narlas de acuerdo a unas coordenadas que implicaron un doble Habría que distinguir estos niveles que son específicamente
esfuerzo: disponerlas en función de un espacio geográfico de gran- diferentes en cuanto a su naturaleza discursiva, tareas y objetivos:
des dimensiones (sobre todo en el siglo xvlt) o espacios más redu-
1. Uno de los niveles está constituido por el corpus empírico de la
producción literaria. Si se quiere, de todo el imaginario social escrito
oficiales y aureolados por cl prcsti¡;io dc los monumentos y cle los tcxtos, de las "artcs
y oral. Es el nivel más inmediato y el que configura la plataforma
y las letras"; v el conocimiento, ya rnás elaborado, rcsulta scr asalt¿¡do por una se.rie. dc
preiuicios morales, sociales, políticos o religiosc'rs. FinaLnente, para otros, Ia materia de básica de trabajo de la disciplina. Es una realidad no sistematizada
la historia es tambiér-r el conjur-rto de hechos pasados, pero no sólc¡ de los hechos "des- cr-rya determinación en tanto corpus ya depende de una operación
tacados", sino sobre todo dcl "resultado cstaclístico de los hcchos anírnimos", de los tt'(rrica, 1a mayor parte de las veces ideologizada. Constituye una
"hcchos de masas", (lue sorl susceptibles de análisis científico. Aquí la historia-conoci-
miento sc convierte en ciencia. Estos diferentes modos del saber histórico se presentan forma de práctica social y, como tal, es sustancialmente histórica.
tambión L'n ctapas; es decir, que el conocimiento histórico ha ter-rido fases que son nece- Con evidencia, lo que se entienda por "literatura" variará en
sariame'ntc válidas antes de c<¡nvertirse en una ciencia. Trasladar estas premisas -esta- cacla ópoca de acuerdo al consenso colectivo y a Io pautado por los
blecidas para los e'studios históricos- al campo de nuestro interés, nos ha permitido
grup()s lctrados.
reconsiderar con otra óptica estos antiguos catálogos, y poder habilitar una continui-
dad en Ia tradiciírn c-lel quehacer intelectual de la América Latina. Cf: Pierre Vilar, I¡¡i- 2. Iln t'l seguncJo nivcl, sc podrían ubicar aquellos discursos
ciaciíttt dcl t¡oc¡ltuloriLt dcl atthlisís histítrico, Edit. Crijalbo, Barcelona, 1980. t¡trt', irl 1t'rrt'r por objt'lo t'l t'stuc'lio y cl conocimiento de la produc-
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'l'' r' ' lrr lrrrr'r"
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Ci(tn litcral'iir, la org.tlliz,ttl tlt'.tt'ttt'l'tltl .l ttll t'it'lr'lttpot,tl, ('st() ('s, I )r, t,r;lt' rrrorlo, l,r lu,,lorrol,,r,rlr,r litt't'.u'i.t ¡rrlrl t'ii t'tttrcgar utt-t
entendiéndola como L)r()ccs(). Estc r-rive I c()l'l'('s[)()lr(l(' .l //rs ltislori¡s , orrot irrrit'rrlo sislt,¡lr,rlrt o tlr'l l)r()( ('s() tlr' lortttaci(ttt cle uuestra his-
de la literatura, y tepresenta un esfuelzo de abstracci(rlr y collstruc- lur r,r tlc l,r litcr'¿rtur'(r, (lu('st'r'.i t.rntbii'n parrtc de la historia cultural
ción de un modelo de interpretación crítica de la producci(rn fic- ,lr, I lisp.rrro.rnróric¿l: co¡r t'llo se cstaría contribuyendo al desarrollo
cional. Debe enfrentar cuestiones inherentes a su especificidad, r lr, n ut'st ros estuclic'rs literarios.
tales como el modo de sistematizar el corpus y el tiPo de periodiza-
ción que implementará para el diseño del perfil histÓrico de una Así prrcs, aunque la historia de la literatura propiamente dicha
,,rrrgiri c()mo un tipo dc formación discursiva específica, articulada
literatura. Tanto la sistematización como la configuración de los
r on l.r consolidación de los estados nacionales en el siglo xIX, ya
períodos literarios son el resultado de un constructo teórico que
responde siemPre a una perspectiva social e histórica determina- rlcsrlc la Colonia empezaron a existir otras formas histórico-litera-
das, además de ajustarse al proyecto que los sectores dominantes li,rs t1ue, como etapa formativa de aquella, le dieron alnhistoria de
necesitan elaborar de su pasado cultural. Itt ltistorin literaris una tradición de continuidad de su proceso de
.t
l'nti r r, I
scs rlt' los sct'tores tlt'lir oli¡¡.rr'(lLría y burgtrt'sr,r lrlrl't,urrlrist.t ¡ los l.',l,ttttor, t'll ll('llll',"1"'l't¡lllt lolt, tto tlt't'olltlt'tts'ttititl; clc tlrt'z'clir
que clie ron cxprcsi(in iclcolílgica?; se propicialrrr .rt titt¡tlt's antics- tlr,r'lt'tttt'ttlos, llo tlt't,l'l.l ,'lt,'lt',1,,t tlt't'lt'tttt'llttls tttlicltls' Están luchan-
pañolistas en ciertas zonas de la cultura, pero se preservaron en el ,l,r l,rs t's1rt't it's [)()r ('l ,lorrtlltlo t'lt l¿ tltlicl¿rcl del género' El apego
lrr,l.rl1:,o .r lo ¡ritsirtlo t it,r.r..r t'l p.rso al ¿rnhelo apostólico
de lo porvenir.
plano económico y social formas tradicionales de producción; la su dere-
l,os p.rtricitls, y los t'tco-¡ratricitls, se oponen a que gocen de
emergencia de un anticolonialismo cuando se trataba de la anti-
,'lro tlt'trlriclacl los libertos y los plebeyos3'
gua metrópoli sin hacer extensiva esta conciencia cuando se abría
las puertas al "progreso", al comercio, a las inversiones extranjeras
L¡s luchas entre liberales y conservadores no sólo desgarraban
y ala explotación de las nuevas metrópolis; la construcción de intelec-
l.r vida política de los países, sino que las manifestaciones
estados modernos amparados bajo el aparataje teórico del consti- conservador y
Irr.rlcs también se debatían entre un pensamiento
tucionalismo democrático, que servía de mampara para la super-
un pensamiento liberal que prefigulaba los intereses de los grupos
vivencia de los sectores que representaron las tendencias conser-
tlorninantes.
vadoras y, a veces, hasta las más reaccionarias; la república se
De este modo, las estructuras del Pasado y del presente
se
implantó bajo la forma del despotismo ilustrado; se cubrió el atra- mutua
s()brepusieron sin conciliarsc; sin embargo, de manera
se
so del campo y la miseria de las masas populares con la paraferna-
('nma;cararon, logrando un orden que en realidad terminó por
lia de un progreso epidérmico concentrado en las ciudades; se misma
.lsegurarles una sobrevivencia siempre amenazada' La
desarrolló una política económica liberal hacia los mercados euro-
peos y se mantuvieron gobiernos conservadores, que, bajo los
hibridezeconÓmicaypolíticaqueadquiriólaestructuraglobalde
dada
Ios nuevos estados nacionales la hizo endeble y vulnefable,
lemas de orden, paz y progreso, permitieron el fortalecimiento y los diversos elementos
la escasa coherencia y unidad interna de
modernización de las elites tradicionales.
que la integraron.
Con razón José Martí hacia 1BB1 observaba que los procesos de
Por ello, en desmedro de la importancia que hayan podido
nuestras repúblicas no se habían consolidado aún, por lo menos lite-
no dentro de los lineamientos que diseñaron los próceres de la cumplir al respecto otras producciones culturales, las historias
rarias nacionales en Particular, ejercieron una función sensible-
independencia: ideoló-
mente estratégica, en cuanto a que ofrecieron una imagen
gica adecuadi -bler-t dentro de los modelos del pensamiento
2 Hernán Vidal, er-r su libro Litcr¡tura his¡tnnonnrcrictttrt c ülcologin liltcral: sttrgittrictr- liberal o conservador- al efecto de unidad nacional buscado por
to r¡ crisis (Edics. Hispamérica, Buenos Aires, i 976), señala clue lo que el Romanticismo las elites rectoras. En palabras de Carlos Real de Azúa:
llamó Ltnu'ricanisnn litcrorio fue un conjunto de temas y motivos literarios de índole
nacionalista y americanista propuestos por los escritores como una utopía social, y las lati-
En una nación nueva, por sobre ello, como lo éramos todas
quL'opcrarol-r como una transposiciírn ideolírgictr (o máscara ideolírgictr) del librccam- de coligan-
bismo y de.l liberalisrno político. El amcricanisrno litcrario es una propue.sta del noamericanas del siglo xtx, Ia historia cumple una función
Romanticismo liberal, y que en su visiórr futurista comprendía el presente de la Amé- tet-racionalistaqueporeeptimerísimaimportancia:lajustificaciónde
rica Latina cn tanto "estadt¡ cle clegraciaciírn y barbarie t¡ue debía ceder ante un estado esa entidad soberana, el subrayado de los empeños
y heroísmos clue
superior dc ¡cclcr-rciírn y civiliztrciírn 1...1 t)t'allí la inrportancia de la imagen bíblica de reñidos cc¡n
la ayudaron a nacer no se ven casi nunca comcl propósitos
la pe're,grinación hacia la Ticrra l)«rnrt'titl¡ tlt'l¡ civilizaciírn modcrntr, europeizantc"
(p. 32). En este sentidc¡, Ia cultur;r ronriirrlit'u t'oncluyc Vidal- ec¡uivale a difusiorris-
mo, clue, bajo una serie dt, argr¡nrtnt,l(iont's.rrt1rrr.ti¡rizadas como "civilizaciírn y bar-
barie", propició el desarrollo ecor.tírlt ittr I i lrlt't':ultbista. 3 Oltra litcrnritr, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1976' p' 404'
llr',rlt rz (,tttt,¡lt t lilr'¡,1¡.¡¡ ¡
r t',
la objetividacl, (-lLtc t'l cs¡rírittr cicrltífit'o (lr.l('rrtr,r ltt:,lolt,t s('t'i,r [)11' ,1,r,,,':,:,trt i,rlcs lr,tl,, l,r,'1't,l,t rlr'tttl,t lrrrllltl,'si.r lttt't'tt', eapaz cle
tendea. rltlrlrnil l,t olit'rt[,tt rott rlr'l t,r¡trl,rlisttto, l.ts revtllucitllles de lnde-
I'r,n(l('n( ¡,r r'rt l.t Arltr'r ir,r I lrsp,ttt.t stlltl lograt'on una transforma-
r ron l),rrti.rl clc sus l't'¡lirl.rtlt's, trallsftlrmación que operó sobre el
1. LmenallsN4o Y DEPENDENCIA r,rrrrlrirr rlt' l¡s forn-t¿ts políticas _un aggittrnnnrcnto institucional- en
r t(, s(' ('xprcs¿tron las tradicionales estructuras sociales y económi-
lt
No cabe la menor duda que los países hispanoamericanos ofre- ( , l:'.
cen variables en sus procesos históricos, que si bien introducen I,,rrt'stc sentido, la Independencia no significó el triunfo de 1a
modificaciones interesantes dentro del cuadro general, no Por ello l,r¡r'gr.rcsía, es deciq, de las f:uerzas históricamente más progresistas,
impiden la posibilidad de establecer modelos globales de com- ,'ino t¡uc, pasado el momento de efervescencia bélica, fue la aristo-
prensión del conjunto continental. Las diferentes zonas y naciones ('r'.1('i¿r tcrrateniente la que controló la organización del nuevo Esta-
se han enfrentado a las mismas condiciones económicas, sociales y tlo. Ilsto determinó en mayor o menor grado la vía conservadora
políticas; lo que permite trazar con suficiente solvencia un sistema tlt' constitución de las naciones hispanoamericanas.
de homologías sobre la base de una comunidad de coniradiccio- Hispanoamérica en los momentos de su emancipación exhibía
nes sustanciales y situaciones semejantes. Un modelo teórico es rrn¿r estructura feudal-colonial en extremo rigida, que sólo de
siempre una generalización y, como tal, es una abstracción que nr¿tnera limitada permitía un desenvolvimiento independiente del
permite una mayor comprensión de los fenómenos sociales y una t'lcmento productivo capitalista-burgués. Además, las crisis cícli-
perspectiva más orgánica de los mismos. cas del mercado internacional -la política borbónica de liberación-
Interesará en lo fundamental no perder de vista el modo cómo condujeron a una decadencia de los ccntros de producción artesa-
se articularon durante el siglo xlx las formaciones económicas y nal (México, Colombia, Río de la Plata), con el consecuente debili-
sociales con las formaciones discursivas: el carácter dislocado tamiento clasista burgués antifeudal.
entre ideologiay práctica social. Lo que explicará contradicciones Sin embargo, el comportamiento híbrido de los Srupos de lati-
en el interior de los discursos culturales, especialmente, como fundistas, orientados hacia la exportación del mercado mundial
veremos, en las historias literarias nacionales, y, sobre todo, la capitalista y simultáneamente conservando las formas de produc-
expresión en ellas de las tendencias ideológicas dominantes, que ción precapitalistas, confrontaba esta burguesía embrionaria. Era
orientan y fijan un sistema de esquemas que funcionan en corres- de preverse que la competencia con una clase tanto económica,
pondencia con el carácter que tuvieron los procesos históricos. política como socialmente dominante, que bajo las condiciones de
A diferencia de lo que sucedió en Francia, Inglaterra y los Esta- dependencia colonial obtenía aPoyo del capitalismo desde fuera
dos Unidos, donde el Estado nacional moderno se erigió sobre la sin que reportara una transformación igualmente capitalista "al
base de una revolución burguesa, clue tuvo la capacidad de crcar interior" de sus países, terminó por desarticular los gruPos artesa-
la red de un mercado interno y el dcsarrollo de una industria nales, que hubieran podido representar el elemento constitutivo
nacional como factores decisivos ¡:ara la integración de todas las de un desarrollo industrial independiente.
Para caracterizar la especificidad que asumieron las revolucio-
a Lítcratura. Siglo y tredio tlc cultttr¡ tttt,tittnltt, Universidad de la República, Monte- nes en Hispanoamérica, encontramos una serie de factores que le
video,1958, p.119. imprimieron un perfil "oligárquico proS;resista":la ausencia, como
.ll"i llr',rlrl.,(,ol/.tlr,/ ',lr'¡,11,¡¡,
diríer Josó ('¡rlos M.rli.itt.tui, tlt'unil "[)ur'1',u(.:,r,r ()r't',,uri(,,r", r.('irl ,,tlt¡,tr'iott sot i,rl tl.'l .,nrlrr",¡rr,r.lo rtttlit',r'tt,t [rt'r'lltitllt'ció il-tt¿tct.t
mente antifeudal, (]Ltt' hubi('t'a ¡rocliclo traltslolrrr.r¡ l.ts l()t.ntas y (r,¡t'rn¡rlo tlt'r'llrt ltrc l,r tlcrrol,r sttf l'itl.l pol llirlalgo y Morelos en
relaciones de producciór-r; Ia clcbiliclad de los nr()vinricntos popl¡- Mcr,it'o); rto rlcsit¡r,rrt'r'ro l,r 1',r,tvitaci(ln dcl podcr militar muchas
lares, que, aunque anticoloniales y dentro de un radicalisntcr \,(.( ('s [)r(.s('nte ¿r trav('s rlt'l r'¿udillismo Iocal; a pesar de que la gue-
democrático - burgués (por ejemplo en Haití Toussaint L Ouvertu- u,r lr.rbía consumido las ¡;randcs fortunas de los hacendados, de la
re, en México Hidalgo y Morelos, en Uruguay Artigas, en Buel-ros r¡,,1t'sia, clc los conventos y comerciantes, dejó sin mella el principio
Aires Moreno - Monteagudo), fueron cancelados, dada la falta de tlr' grropriedad de sus antiguos dueños, abocándose estos hacia Ia
basc de clase decisiva para movilizar en toda su amplitud el rnovi- n'r'onstrLrcción de sus patrimonios en el período post-revoluciona-
miento popular e integrarlo en los planteamientos históricos de la lio; tanto la iglesia como los militares aliados con la oligarquía
revolución. Por lo tanto, los elementos burgueses, al no asumir el ,rrnpliaron el sistema de latifundios; el régimen de mayorazgos,
papel hegemónico, permanecieron en una sumisión (si no teórica, suprirnido momentáneamente por las constituciones liberales, se
sí práctico-política) ante la influencia de la fracción liberal de los rt'¿rctualizó en beneficio de las oligarquías terratenientes (como
terratenientes criollos. Estos luego revistieron un carácter bastante sucedió en Chile a partir del gobierno conservador de Diego Por-
particular: sin abandonar las formas coloniales de tenencia y pro- tirles); en algunos casos se impuso como forma de gobierno extre-
ducción de la tierra, no sólo absorbieron los sectores de una bur- rnír la monarquía (en México y Brasil), y, en Ia mayoría de los casos
guesía comercial urbana, sino establecieron con posterioridad gobiernos conservadores (como Portales en Chile y García Moreno
alianzas con los EJrupos extranjeros que representaban el capital t'n Ecuador); el sufragio quedó reservado a los dueños de grandes
financiero, transformándose en una especie de "burguesía feudal" propiedades de tierra.
con un rostro bifronte: por un lado, tenían la capacidad de articu- No obstante todos estos factores retardatarios -que existían a
larse a través del capital comercial al mercado internacional y vin- contrapelo de las formas jurídicas republicanas en que se apoya-
cularsc a nuevas formas de producción (o por lo menos de consu- ban los gobiernos-, toda la América Latina en la primera mitad del
mo), y, por el otro, preservaron el statu quo de oligarquía siglo entró a formar parte de la división internacional del trabajo;
terrateniente, conservando formas de explotación precapitalista y lo hacía en esta primera etapa en calidad de principal comprado-
con el fin de acumular una riqueza no recapitalizada. Aunque en ra del excedente de mercancías producidas particularmente por
muchos casos esta clase aparecía como reformista, era en principio Inglaterra. También así el continente entraba en una nueva fase
siempre contrarrevolucion aria. del mismo proceso de dependencia, más sutil y compleja, que se
La revolución puso en marcha el proceso de transición de His- iniciara con la revolución industrial en los también nuevos centros
panoamérica del feudalismo colonial al capitalismo dependiente. hegemónicos de Francia e Inglaterra.
Los elementos progresistas siempre c¡uedaron neutralizados o La nueva relación de dependencia se cimentó sobre la base de
debilitados -principalmente cn la prirncra mitad del siglo-, pues la comunidad de intereses económicos de la burguesía industrial
una serie de instancias quedarcn casi intactas, sirviendo de puntos in¡;lesa y de las burguesías comerciales hispanoamericanas. La
de apoyo para la restauracií»r clt.l arrtiguo orden: la liberación de revolución industrial, al readecuar el rendimientr¡ del trabajo
Ios esclavos no se abord(r o sc lrizo baio condiciones discriminato- mediante la renovación tecnológica cle maquinarias, produjo un
rias (el caso de Ios esclavos lil¡t'r¡rlos (lue entraban en una socie- mayor incremento de mercancías, que debían ser distribuidas de
dad nominalmente democriitit'il [)('r() no igualitaria); también la acuerdo a organizaciones de ventas más vastas. En la mismar pro-
,l
stt itllltrt'rteia
tlt' los It'.ttrSllot tt's lt'l tt'r,ll(' \' llt(lt tltl)ltr llttl)(rll('l; l,r r¡',lt':'r,t llt'ltllt¡1 lr "ll lrotlt'l t't'ottirttlittt y
l)()r.(,i(l¡, l,r ¡tr¡tlt,l rriz,,rr'i¡rr tlt,s¡roli:,1¡r() lr¡(,ilt,1:, lrolol'itl. l,¡s clcltclas tlUe cclntraie-
t.oirrlyrrvri it un¡ tl istli[rLrt'itilt itltt'rtl.t y CXtCrll¡.¡ [r,rio toslo, ltl t¡ttt' ¡,,,1r1i.,,r, y t,l
laS pró-
torr l,rs n.rt.i()nr,S ¿llnt'r'ir',rn,rs l)l('[)(ll'¿lr()ll Itr platafOrma Pala
rl itl .r Inglatt'rr¿t l¿t Posiciól'l lllás f¿lvorable en el nlcrc.rclo tllullcli¿ll'
\ r r r,t\ i tt vt'l'sitlllcs t'r t t'.1 ttit't''ls'
En est¿l primera fase, la política comercial inglesa se abocíl a l¿-t
r
ba" -hasta por decreto, como en el caso de Bolivia-, donde algu- tlio -aún hasta fines de siglo- se mantuvo como unidad socioeco-
nas personalidades y grupos dominantes delimitaron fronteras, rrtinrica autárcluica que limitó, por consiguiente, la soberanía del
construyeron "repúblicas teóricas" como dijera José Martí, y, ante listado;1a tendencia desnacionaTizante, que provino de la relación
la poca viabilidad de esta fantasía exacerbaron el nacionalismo a tlt'dependencia y del poder de injeler-rcia de los intereses extranje-
través de mecanismos que potencializaron el intervencionismo nls, desvirtuó aún más los proyectos "nacionalistas" de las oligar-
militar como la proliferación e inflación de una simbología nacio- t¡uías.
nalista, para lo cual la literatura fue terreno abonable. Todos estos factores retardaron la integración nacional; y aun-
A las cstructuras económicas y sociales esclavistas, semifeuda- t¡ue ésta no se completó a 1o largo de la centuria, los gobiernos
lcs y precapitalistas al servicio de un mercado librecambista, se les r:stablecieron una serie de medidas que hicieron efectiva la unidad
clio r-rna expresión político-institucional que correspondió a un nacional, inclusive a costa del exterminio de etnias que no se ave-
ti¡'ro clc Estado independiente, centralizado, republicano, basado nían al modelo de nación que se quiso implantar.
cn la soberanía populal, la democracia representativa, que otorga- Se potencializaron, por un Iado, géneros discursivos, entre ellos
ba la libertad personal e igualdad de todos los ciudadanos. Las la novela regionalista, el cuadro de costumbres, el nativismo poéti-
contradicciones entre las formaciones sociales y económicas y las co, la misma prensa, y también ias historias literarias nacionales
formaciones ideológicas fueron sólo evidentes para las conciencias -eu€, por las vías del efecto ideológico y del poder conferido a l¡r
más críticas. ficción- garantizaron un sentimiento de nacionalidad creado por
El modelo se importó dado el prestigio de los países modélicos los intelectuales de los sectores dominantes para contralrestar, por
del progreso y de la civilización moderna. Fue adoptado más como el otro lado, el proceso de enajenación que se venía cumpliendo a
fórmula mágica que como forma propia. No fue la expresión real y raiz de la invasión de capitales ingleses y franceses, y todo el pro-
orgánica de un proceso de fuerzas de tipo interno que tendían a un gresismo europeizante estimulado por las mismas clases dirigentes.
desarrollo capitalista. Predominaron los grupos y contenidos tra- La segunda mitad del siglo verá una profundización de urra
dicionales. No existió una burguesía capitalista clásica. Las capas serie de factores que ya estaban presentes en su forma germinal en
medias fueron débiles y depenclictrtes. Las mayorías populares el período post-independentista. Esta profundiz¿rción traerá de
fueron sometidas a la explota-rci(rl-t o marginadas en la pobteza. hecho la alteración cualitativa de la correlación de las fuerzas l
56 I i..r t liz Conzále.z-Stcphan
I)¿:¡rte I
57
nacionales y nrr-rncl ialt's, nr¿-ltizando el carácter conscrvador de los
propiamente políticos der pro¡;rama renovador de mediados
grupos dominantcs. de siglo,
reorienta la ideología dominante der riberarismo ar progresismo,
El mismo ava.cc y c'lcsarr.llo del proceso de producción capi- y va
acompañada a menud, -pero no siempre- de una simpltia
renovada
talista en las metrírpolis cjcrció en el último tercio del siglo una por las soluciones políticas autoritarias8
presión sobre los paísos hispanoamericanos, que forzó en parte a
las oligarquías a readecuar sus po1íticas económicas hacia un libre- El reciclamiento de la antigua oligarquía consistió en la
adop-
cambismo más abierto en aras del beneficio que reportaría la par- ción de una política económica liberar, ampliando su base
social.
ticipación de ciertas expresiones materiales de la modernización, En adelante el sector dominante
-ahora en cierto modo origarquía
siempre suntuarias y epidérmicas. liberal- estará conformado por terratenientes, una burguesía
En términos ¡;enerales, entre 1850 y 1860 las fórmulas conserva- exportadora-importadora, extranjeros, comerciantes, banqueros,
doras llegaron a su agotamiento. El orden preservado por la oligar- un espectro social polícromo, pero no menos minoritario
en cuan-
quía latifundista y la iglesia se resintió de las amenazas de los sec- to a Ia concentración del poder.
tores urbanos liberales descontentos (entre eilos una nueva Los pactos liberales que asumió la oligarquía dieron argunos
generación de intelectuales, una también nueva burguesía comer- golpes mortales a los antiguos centros hegemónicos del
poder con-
cial, grupos financieros nacionales y extranjeros/ e inclusive tam- servador: una política anticlerical arremetió duramente
contra ros
bién terratenientes liberales), que lograron desestabilizar los intere- bienes de la iglesia, expropiando sus tierras y pasándoras
a manos
ses del antiguo patriciado. Entre la coyuntura local y la de nuevos terratenientes (fue el llamado "reformismo
liberar,,);
internacional, se operaron alianzas entre los sectores tradicionales también la vieja oligarquía anticomerciar fue arrinconada,
como
y Ios nuevos grupos sociales. El sector conservador requería controlados los gamonales, militares y caudillos regionales.
modernizarse para sobrevivir *con lo cuar también se haría más Para manejar esta nueva situación _que exigió ,.,u
*uyo..or-r_
fuerte-, y el sector liberal, para crecer, necesitaba plegarse a 10s que centración y unificación de las formas productiva,
tcnían en sus manos las fuentes principales de producción. Este "r-, "rfr".ro,
acomodo de intereses trajo, por un lado, una moderación c) "cc)n- 8 Cfr. Ilistutria Contemporinea
de Am.erica Latina, Altanza, Madrid, 7977, p.235.
servatización" de los liberales (principalmente notorios en el plano En este mismo se.ntido, y particularizancjo la situaciírn
¡¡eneral en el caso chileno,
de las producciones culturales), y, por otro, una ,,liberación,, del ala Berna¡do Subercaseaux dice al respecto:
conse-rvadora. Lo que algunos caracterizan como un "progresismo
Cuando en I858 los liberales se unen con los conscrvadorcs
oligárquico". Tulio Halperin Donghi describe así este el proceso: ultramontanos para fustig;rr
al gobie'rno de Mont, se inicia en la historia de Chile un
poríodo de alianzas ,, .i" furion.s
políticas que'con algunas intermitencias se prolongará
por el resto del siglo xix. L)escle. enton-
ccs, señala un historiador chireno, conservacrores y riberales ,,exprc_
sírlo clueda explicitar los criterios -necesariamente discutibles- r.r-, l.
siones casi paralelas y contemporáncas del mismo ", "r"r-rii, mismt:r,
cspíritu tje fronda,,. Tal alianza viene a ser
utilizados para establecer la separación entre Ia prirnera y la segunda una manifestaciírn política de los vínculos entre la aristocraci¿r
terrateniente agroerporttrdora
etapa de afirmación del orden neocolonial: los elementos decisivos y sect()res mineros y mercantilistas enriqucciclos. Expresa
también la aceptacijn del librccam,
bismo liberal, y el dominio e'coní¡mico y social paulatino
han sido dos: por una parte, una disminución en ra resistencia que Ios de lo quo Ectwards Vives llamó un¿r
¡ ristocraci¿r abu rgttesada: combinación dc la vieja
aristocracia de Ia tierra c.n la nueva arist.-
avances de ese orden encuentran; por otra, Ia identificación con ese eritcia dt'l tlinr.rr¡.
orden de los sectores económicos y socialmente dominantes; esta
l;'t't ( ttllttt t¡ tt :'ttt tt'tltttl lil¡t'rttl rtt sir,/o .rlx. Lostnrrin, ideologín
identificación, que trae consigo un parciar abandono de los asp(.ctos (itrlu,r, S,Ulli,tl'(r. lt); (). .)(l
¿y'
ry litcrnturo,Eclit. Acon-
l)
llr.,¡lr r. ( ,r,¡l...llr,/ l,l,.l,lr,l,
"t.;
trt(nt('()t)lrr,r(l()r, ,,,, , l¡r,t( )n (l(, l,t nt,.ttto un (tul()r if,u l5nlo o ,,111,¡ l{t'st¡ll,rlr (()tt( ()rllrl,rrlt", l,r:, lolnr,rs tlt' ¡rrocltrccitilt ¿rúrr-l scmifeu-
¡r1r
listt¡o" t'tl cl ¡l,t¡to ¡1 ¡l¡li,¡ 1, ¡¡¡¡ liht'r¡lismtl C¡ cl pl¡¡() ec()¡(j¡liC(). rl.llcs (t'l 1r'ir[¡.lio lolz,rtlrr, l,r :rt'r'r,it¡1¡¡¡¡['rre, ol inquilinaje), y su inser-
l,,r P.rr'.rtloj¿r tlt' t'sl,r l,rst, ,rPuntri ll¡cia una abrupta modernización r.irirr t'rr t'l capitirlisnlo irrtt'r'n¿cional; el atraso del trabajo del
rlt' los t's¡'r¡¡i1¡5 n.l('i()n.tl('s s()bre todo urbanos-, un incrementcr ('ir¡r.t[)() y lars reclos fcrrovi¿rrias que lo atraviesan; el monocultivo
tlt'l t'ilcul¿rntc, Lur progrcs() material, pero bajo regímenes clictato- ¡ror exigcncias de otros mercados y la importación de los produc-
(l'orfirio Diaz en México, Guzmán Blanco en venezuela) tos Lr¿isicos de consumo; la aniquilación de una economía nacional
'i.rl.s
(lu(', ¡ costa del "orden" y de la "p^r" interna, acentuaron la c1e autoabastecimiento y la sobrevivencia en una situación de
t I t'
¡-rcn cl cnci a d el capitalismo internacional. nueva dependencia económica.
Y es c1 ue ahora Inglaterra, al tener, por una parte, una mayor La segunda mitad del siglo consolida el Estado nacional sobre
rf ispt¡nibiliclad de capitales y, por otra, una también mayor capaci- los efectos de un progreso tecnológico en el área de los servicios y
tlircl para absorber los productos latinoamericanos,hizo fuertes comunicaciones (redes ferroviarias, barcos, telégrafos, comercio,
illvcrsi,nes financieras, especialmente en el terreno de la minería, gas, crecimiento de las ciudades, ornato público), que extiende sus
t'l srr¿mo, el salitre, la agriculttta, la ganadería, para lo cuar esta- tentáculos sobre todo el territorio, lográndose un relativo control.
blt'ci(r una extensa red ferroviaria. con esto el área de los transpor- La unidad nacional (por 1o menos con la excepción del Paraguay)
It's (tcrrestres y marítimos), la banca y los circuitos comerciales vino paradojalmente a consagrarse en una relación directamente
r¡rrt'clirron cubiertos por capitales extranjeros. Todo el interés eco- proporcional al grado de compromiso que se había contraído con
tttinrico se orientó hacia la creación de medios de cornunicación el capital extranjero, ahora también compartido con la nueva y
r',1Pitl.s y seguros (trenes, barcos a vapor) para facilitar er trans- pujante presencia de los Estados Unidos en el continente.
P.r'tt' rlc las materias primas hacia sus centros de procesamiento. Los sectores dominantes (principalmente en la Argentina), per-
I )t' r'sto modo, Ia América Latina pasó a convertirse, a partir de suadidos por el alcance de la teoría difusionista, sólo creían facti-
t'slt' [rt'ríodo, en la principal proveedora de materias primas, tarea ble el completo progreso de sus países si lograban europeizar el
(lr¡('s('le asignó dentro de 1a división internacional del trabajo. A componente único de la nación. Así, la afluencia masiva de inmi-
('.rnl)io, las elites vivieron el efecto ilusorio de haber entrado en la grantes sustituyó la mano de obra nativa, que fue en algunos casos
r.rr'[rit¿r del progreso y de la " civilización" occidental. execrada de manera lamentable.
l,a contrapartida de esta "modernización" fue la revalorización Progreso, modernización, europeizaciln, funcionaron como
tlt' l.r tierra, la expansión de los cultivos -bajo la forma de la mono- discursos y prácticas sociales simultáneas y paralelas a un proceso
l,r'oclucción-,la expropiación de las tierras de la iglesia y las que esta- de desnacionalización, dependencia, profundización del latifun-
['t.t¡.r cr-r manos de los indios, con Io cual no sólo el estado se consolidó
lii.r.clo sus territorios, sino que el latifundio también se arraigóe. dades crecen por su intermediación entre el interior y el mercado mundial, por la
expansión comercial, la concentración de las inversiones, 1os inmi¡;rantes provenien-
tes cle Europa. La acción del Estado viabiliza el desarrollo económico dependiente, la
expansión de la producción exportable, el flujo de inversiones extranjeras, el consi-
" Marcos Kaplan resumLr este proc€lso scñ¿rl¿nclo c1ue. la política del Estado en L'sta guientc ingreso de divisas, y con ello la posibilidad de seguir aumentando la cap.rci-
t't.tpa define y fija las f¡onteras exteriort¡s. fix¡ranrlc la ocupación y la explotación del dad de contraer empréstitos, de atraer capitales externos y de importar bienes indus-
t's¡r¿1¡i6 interior a través de la concluist¿r rnilit¡r y tlel estímulo a la instalación
de rrue- triales. El aumento del circulante permitc construir obras públicas, scrvici(rs (luL.
v¿s redes de transporte y de comunic¿rcior.rt,s. I'rornueve actividacles a¡;ropecuarias y proporcionan economías paralelas a las tradicionales y c¡ue permiten incrcmentar las
Itritlcras que favorect'n la integraciirn ilrtt'nr.rr'ion.rl y las migraciones. Las grandes ciu- exportaciones. Op. cit.
lr I
dio y soltlciortcs clict¡tori.rlt's: Ilt¡r('() t'n t'l r'u,rl :,('( unrpliri t'l prrr Ittt,tlt':. ("lr,rll r,uit,' l).t rr¡r l,r,lr,, l,r,to t'sP.rtio clc la originaliclad y
yecto liberal de la Amórica Latin¿r, qLrc tínlirl.un('nl(' s(' lx'rf il.lbir t':rt'ttt i,t tt,lt iolr,tlr,:;, ¡,ol olt,t), r.rr,rrrrlo t'll rc¡licl¿rc1 se afirmaba el
en su etapa post-independcntista ampliándosc hast¿r lt) 14, ctrirndo nr('n()sl)l'('('io lrirt'i.r l,ls loIrrrirs tlt' virl¿r y dc culturas populares.
la correlación de f:uerzas hegemónicas inclinó su balanza hacia la ( )[rvi¡nrcrrtt' no [otl.s los scctores ilustrados se fanatizaron
con
América del Norte, que reemplazó en el siglo xx a los tradicionales .l Prrrg'r's, y la moderr-rización. La oligarquía rural más conserva-
centros de expansión capitalista. rl.r',r contr¿rpuso una valoración edulcorada hacia las formas rura-
A pesar de que en esta etapa la oligarquía logró adecuar en tér- l.s t' irlolatrír Ia tierra como forma de riqueza sustentable como
minos generales el Estado con el espacio nacional, las naciones olrosición a la industrialización y al comercio.
hispanoamericanas siguieron siendo el producto artificial de las lirrlo ello desembocó en la emergencia de una conciencia nacio-
aspiraciones políticas de dominio de dicha clase. En este sentido, n.rl híbrida, carente de solidez, coherencia, y contraclictoriamente
no fue más que un efecto ideológico que presentó una serie de dis- tlt' vcrdaclero sentido nacional.
crepancias merecedoras de ser subrayadas: la imagen de "nación" Dc toda la cultura del capitalismo liberal -que no dejó de ser
propiciada por las elites combinó, por un lado, todos los requisitos lrt'tcrogénea- se seleccionaron una serie de elementos, que, combi-
necesarios para justificar Ia existencia del moderno Estado bur- nirclr)s, dieron lugar a una democracia aristocratizante y autorita-
gués sobre la base de la concepción hegeliana. Esto es, la unidi- .ia y un liberalismo económico extremo. La democracia fue conce-
mensionalizaci1n y homogeneización de todos los factores pertur- bicla como el gobierno de los mejores. La participación de ras
badores de la unidad nacional (unidad de lengua, de raza, de nr¿lsas populares fue vista como anarquía, por lo que fue elimina-
religión, de cultura, de historia, de territorio), que tuvieron que ser rla. El prejuicio clasista se combinó con el racial. se procramó ra
elaborados a partir de una estilización y mutilación de las realida- strperioridad de la sangre hispana y sajona, y de la piel blanca
des empíricas. Esta construcción imaginaria operó en disonancia sobre los grupos criollos, indígenas y ne€iros condenados biológi-
con el carácter híbrido y heterogéneo de Ias sociedades hispanoa- camente. La explotación de estos ¡;rupos por las elites resultó así
mericanas. Y por otra parte, al estar las clases urbanas más intere- f
Lrstificada y deseada. La inmigración de población europea se con-
sadas en la integración del respectivo país al sistema internacio- ccbió como una operación regenerativa del proyecto nacional.
nal, orientando sus gustos hacia los centros del poder mundial, A pesar de la hegemonía que 1o¡;ró imponer la oligarquía liberal
tendieron a divorciarse de la problemática del interior. Esto signi- cn la segunda mitad de la centuria, Ios conflictos socioeconómicos
ficó que el cosmopolitismo atenuó y destruyó Ia ideosincrasia de se agravaron entre: los intereses regionales y clasistas; la capital y el
una conciencia nacional, teniendo ésta clue ser fabricada a partir interior; librecambistas y proteccionistas; comerciantes y artesanos;
de un conjunto de mitos e idealizaciones que traspusieron los con- propietarios y asalariados. Estos conflictos se expresaron en térmi-
tenidos de una supuesta nacionalidad ficticia. nos político-ideológicos como antagonismos que opusieron a:
La enajenación debía ser salvacla: la violenta internacionaliza- transformadores radicales y reformistas graduales; conservadores
ción, la imitación de modelos cxtranjcros, con la consiguiente y liberales; republicanos y monárquicos, aristocratizantes y demó-
europeización o norteamericaniz¿rci(rrr cle los gustos, la dependen- cratas; católicos y librepensadores; unitarios y federales; naciona-
cia económica, f:uerza las estructuras discursivas a construir un listas y cclsmopolitasro.
reemplazo (ersatz) ideológico (lu(' cnmascaró esta situación: la
exaltación del progreso, per() tanrbií'r-l l¿r mitificación de las zonas r0 (fi'. Marcos Kaplan, o¡t. cit., pp.782-207.
(r.l llr'.rlrz ( ,t¡t¡t.tlt't l,lr'¡,1¡.¡¡¡
El Istac]o n¿r('i()ndl oligiirt¡r-rico ltlgrri un.r l'l,rlr\',r (':,l,rl)ilirl.rri .r (ltt('('t,r lr¡r,lrrttr,,,r. iorr,l,'1,r,, rlr:,1¡lu« iont's t'olonialcs. l)lrglr.ts clue
fines de siglo, pero delrtro de un recLladro dc tclrsiorrt's tlilít'ilnrcntc sr' tlr's.t l.r'on t'lt t l t' lo:, r' rr,¡t ):, \' nu(,v()s scctores sclci¿rles dominan-
conciliables. Y como lo reconociera ]osé Carlos Mariiitcgui en los tt's: unos rlt'icr-rsot's tlt'tlit l.rtlurirs p¿tra restaurar el viejo orden, y
años de 1920,Las elites criollas a partir de la Independencia tuvie- otros ¡rarir respalclar riictacluras liberales. En el fondo, la lucha no
ron la oportunidad histórica de realizar la revolución burguesa de sc itrg(r tanto por la implantación o no de la libertad irrestricta,
nuestros países: "Y el hecho es que durante un siglo de república, sir-ro por el tipo inmediato de orden que sería menester establecer
la gran propiedad agraria se ha reforzado y engrandecido a despe- ct'rn el fin de garantizar los intereses en juego de ambos grupos.
cho del liberalismo teórico de nuestra Constitución de las necesida- Estas tendencias, retrógradas unas -porque cluerían mantener
des prácticas del desarrollo de nuestra economía capitalista"ll. un orden sin España- y modernizadoras otras -porque soñaban
El nuevo período de desarrollo capitalista recrudeció las con- con hacer de sus pueblos naciones semejantes a Inglaterra, Francia
tradicciones existentes tanto a nivel mundial como a nivel nacio- o Estados Unidos-, se expresaron en el terreno de las contiendas
nal. El surgimiento paulatino de sectores más contestarios (radica- políticas de diversas maneras, como liberales y conservadores,
les, socialistas y anarquistas entre los intelectuales y la clase unitarios y federales, pipiolos y pelucones, legitimistas y republi-
trabajadora urbana) desde la década del ochenta trajo como con- canos. Pero las etiquetas partidistas, en muchas ocasiones, no eran
trapartida el declive de Ios principios de la democracia burguesa más que rotulaciones accidentales que los contendores adoptaban
con el consabido retorno a posiciones más reaccionarias en Io polí- momentáneamente llevados por las circunstancias. Además, las
tico y un despliegue sin reservas hacia el librecambismo. El Estado mismas nomenclaturas cambiaban de sentido de un país a otro, y
se consolidó por la acción de fuerzas que lograron combinar aris- de un momento a otro. Es decir, los que se llamaban liberales en
tas conservadoras y liberales. Y estos rasgos caracteizaron en tér- Venezuela defendían principios políticos y económicos que no se
minos generales el período capitalista monopolista del siglo xrx. ajustaban, por un lado, al liberalismo clásico, y, por otro, a los tam-
bién así llamados partidos liberales chileno, colombiano o argenti-
no. Y otro tanto sucedía con los conservadores. Más aún: en casos
2. Er- psNseMIENTo coNSERVADoR y EL pENSAMTENTO LTBERAL dados un partido conservador mantenía en el terreno económico
una política liberal.
Podríamos señalar a grandes rasgos que el siglo xtx se debatió Sin ir más lejos, el venezolano Santos Michelena retornaba a su
entre aquellas fuerzas que, una vez alcanzada la independencia de patria tras haber pasado varios años de estudio en Inglaterra; pero
España, pugnaron por establecer un orden que preparó el estable- para divulgar su pensamiento, inscrito dentro de un liberalismo
cimiento de instituciones liberal-democráticas y las fuerzas que radical, tuvo que etiquetarse como conservador. Fermín Toro, uno
tendieron a conservar un orden que permitía la estabilidad del de los primeros socialistas utópicos en sus escritos -después de la
viejo sistema puesto ahora al servicio de Ias nuevas naciones. Cada diáspora que produjo el pensamiento de Simón Ilodríguez-, tam-
uno de los países se vio dividido entre aquellos que lo querían con- bién tuvo que pasar por conservador.
vertir en un país moderno y los que se empeñaban en un gobierno El partido conservador en Venezuela, por ejemplo, profesaba
un ideario liberal cuando se trataba de controlar los bienes del
cleto, el fomento de la inmigración, la creación del primer Banco
" Cy''.|oséCarlosMariategui,Sietccnstyosdt:inlcrprctnci'ondelnrcolidadperuona,en
Obros Cornpletas, Edit. Amauta, vol. 2, Lima, 7977, p.37. Nacional y el incremento del crédito público; y conservador en
ll,,rlt r.. { trt/,tlt'/
"1, ¡,lr,rr,
ttlcltl ltl rletrt¿Ís: ('x( lt¡sivistll(), ('l"it('t'i() tlt' ittr¡rtrrt¡.1.t,1, lt():it('l'g.l( i(ill ('orr r't'r'tt'z,r l,r t'l.rl)or,rr rorr rlr'r¡n t¡totlcltt It'ill'ir'tl t¡tre cló cttcltt¿t
de la abolici(ln clt' l¡ t'st'lavitttcl, la retice llt i'r l)'rl'r lllsl'ltlr¿lr el tlr, l,r rt',llitl.rtl, tlt'Irr'lr¡rrtl,rnrr'rrl,rtst'('rt l()s fcl-ttimetttls c()ncretos.
sufragio público. En Chile, el presidente Balm¿rcctla, al sostener l't'rrr.rt¡rríclt'lo (lu('s('lt.tlit t's rlt'¡livi¿rr el campo fenoménico de
una política de proteccionismo nacional -que favorecía el desarro- un¡ s('rit' de tronteltclrrttrras, r,lue, uSádc1s accidental e indjscrimi-
llo de la industria, la educación, las condiciones de trabajo, frena- nacl¿rr-r-rcnte, desvirtúan y traban la comprensión de la estructura
ba el capital extranjero-, fue considerado como "déspota" por b.rsica cle las formaciones ideológicas, que vendrían a ser el sustra-
parte del Parlamento, que, constituido por la oligarquía señorial, to meclular o principios axiales que controlan tanto las prácticas
veía agredidos sus intereses librecambistas con el monopolio sociales como las prácticas discursivas, sin dependencia de la eti-
inglés. En 1891 Balmaceda acabó suicidándose presionado por esta queta que lleven.
oligarquía "conservad or a" 12. Para diseñar la estructura ideológica del modelo teórico, meto-
La realidad en Hispanoamérica muestra un espectro un tanto c{ológicamente hay que distanciarse de la casuística de los hechos.
abigarrado y confuso cuando nos atenemos a las situaciones con- La necesaria abstracción que implica la operación Permite estable-
cretas en que se movieron "liberales" y "conservadores". Tampoco cer los principios fundamentales de cada estructura ideolÓgica,
podemos leer o descodificar de manera literal las denominaciones facilitando luego la comprensión de las variables que ofrece la rea-
partidistas, pues sus etiquetas no siempre coincidían con sus prác- lidad. De este modo, hablar de "los conservadores" o de "los libe-
ticas históricas. rales" es moverse en un terreno bastante movedizo, pues nos remi-
Por lo tanto, para establecer los axiomas básicos del pensamien- te a las manifestaciones fenoménicas y (partidistas) de la realidad,
to conservador y del pensamiento liberal del siglo xtx restrlta las cuales presentaron una factura confusa poco clarificante.
arriesgado partir de los fenómenos, es decir, del modo como los Por 1o tanto, resulta conveniente distinguir un credo liberal y
grupos políticos se habían manifestado bajo tales denominaciones otro conservador cuando se está en el terreno de los Proyectos eco-
dadas sus incongruencias con los modelos clásicos. La percepción nómicos, políticos o ideológicos en el siglo xtx. En la práctica tales
empírica podría llevar a una lectura equivocada de los hechos. niveles se hallaron imbricados. Como nos interesará delimitar más
bien los valores o estructuras axiales de cada formación ideológica
preferimos hablar de pensamicttto conseraador y pensamiento liberal.
12 Para poner un c-jemplo anccdótico en relación con las rotulaciones de los parti-
dos políticos, Antonio Leocadio Guzmán tuvo el desparpajo de pronunciar una decla-
Es importante señalar que el modelo teórico no reproduce los
ración burlesca que se haría célebre: casos particulares, pero sirve de herramienta para explicarlos. A
sn vez, el plano fenoménico tampoco reProduce las formas puras
No só clc dónde han sacado quc cl putblo venezolano Ic tenga amor a la Federaciírn,
cuando no se sabe ni lo que esta palabra significa; esta iclca salió cle mí y de otros que nos cliji- del modelo teórico. Hay una cantidad de variables que están con-
mos: supuesto que toda rcvolución necesita bandcra, ya que la Convención de Valencia no dicionadas por el mismo proceso de contaminación que van
c¡uiso bautizar la Constitución con el nombrc dc Fecleral, invoqucmos nosotros esa idea, por
que si los contrarios hubieran clicho Federación llosotros hubiéramos dicl¡o Centralismo.
sufriendo ambas posturas en el transcurso de la centuria, reade-
cuando sus postulados en función de las impugnaciones del con-
A ratos pare'ciera existir un uso casi deportivo cle todas estas designaciones. Ltr tenedor del momento, modificando sus premisas para adaptarlas
quc trac en el fondo es una indiferenciación política cntre liberales y conservadores,
a las nuevas circunstancias históricas que iban surgiendo.
feder¿¡les y centralistas.
C/r. Domingo Miliano, Tríptico rtatrczolnno, Ft¡ndación de Promoción Cultural de Además, la viabilidad que tiene el modelo teórico Permite tra-
Venezuela, Caracas, l9tt5, p. 184. bajar con el sistema básico de las formaciones ideológicas -en este
lt/
caso de Icts sccttlrt's tlotttiltitlltt's-, t¡ ttt' stll,\',1, ('ll \' (rrt',,trriz,ttt l,l
Como apreciara José Luis ILomertt, "nada parecíit m¿is difícil,
producción cultural tartrL-riórr clominantc. Esta ¡rl,rt,rlor'¡tt,t ('()rlstittl- cuando se analiza el pensamiento político latinoamericano del
ye el marco de valores en el cual se darán todas las tlt'lilliciol-lcs siglo xtx, que distinguir un conservador liberal de un liberal con-
servador"14.
acerca de la literatura nacional, su originalidad, sus períodos his-
Y esta situación se agudiza particularmente cuando se trata de
tóricos, la asimilación del pasado colonial, las culturas indígenas,
los orígenes del proceso histórico-literario, es decir, todos los fijar los contenidos del pensamiento conservadol por cuanto no
aparecen explicitados con suficiente especificidad en los textos. La
debates pertinentes a la construcción de la cultura nacional. Sin
excluir que dentro de este ámbito se producen las prácticas discur- doctrina conservadora no tuvo una exposición coherente, pues
sivas ilustradas y también las manifestaciones que reflexionan fueron pocos los hombres que se declararon conservadores. Fue
sobre ellas: nos referimos a las historias literarias y también a la
un pensamiento impreciso, lleno de fisuras, y más bien apareció
crítica. Habria que acotar que en cada práctica discursiva (sea el como oculto detrás de una acción nítidamente conservadora. Al
readecuarse a las circunstancias para mantener en cada caso lo que
discurso histórico-literario, la narrativa, el drama, lalirica, el ensa-
le convenía, siempre se presentó en forma solapada, hasta dentro
yo,laprensa), la estructura del pensamiento liberal o conservador
de contextos que parecían liberales. De allí que pueda ser caracte-
adquiere una forma específica, y formaliza sus principios básicos
rizado por su pragmatismo más que Por su afán teorético.
de acuerdo a la particularidad del género. Así, por ejemplo, en la
Y es que habría que comprender que el Pensamiento denomi-
novela una serie de axiomas del liberalismo o del conservaduris-
mo se verán transfigurados en el código simbólico propio de los nado "conservador" constituía el sistema de valores no sólo domi-
nante, sino el que se consideraba como el más genuino, dada la
discursos productores de efectos de ficción.
Las formaciones ideológicas del siglo xIX no se redujeron tan
legitimidad que le confería el peso de la tradición. Era en cierto
sólo al pensamiento liberal y al conservadol, Pero rePresentaron las
mentalidades dominantes correspondientes a los sectores hegemó- Latina a la imagcn de la Europa del norte. Los patriarcas, la Iglesia católica romana y algurros
intelectuales cuestionaban la modernización rápida y poco selectiva y volteaban más al pasa-
nicos, y de alguna forma constituyeron el marco general en el cual do iberoamericano en busca de orientación. Por último, la gente común recurría mucho a su
se debatieron las cuestiones de la cultura escrita. Sin embargo, con- rica y autóctona cultura propia con la que simpatizaban ciertos intelectuales-, la que a su
modo de ver proporcionaba un estilo de vida satisfactorio que no quería abandonar. Las
viene resalta¡, por una parte,la gama de matices que asumió la pro- posiciones adoptadas hacia la modernización no seguían estrictamente directivas de clase [...]
ducción oficial, y por otra, la existencia de un pensamiento socialis- Las elites hablaban constantemente de "progreso" [...] Las elites creían que "progresar" signi-
ficaba volver a crear sus naciones apegándose tanto como fuera posible a los modelos euro-
ta utópico también ilustrado -abanderado por intelectuales de la
peo y norteamericano [...] Las masas repudiaban con frecuencia los valores que se les imponí-
pequeña burguesía- y las modalidades ideológicas de las culturas an [...1. Una función que cumple la cultura popular ante las culturas "oficiales" es la protesta,
sea consciente o no. Los valores populares revelan fácilmente las limitaciones de 1a universa-
populares enraizadas en tradiciones muy antiguasl3.
Iidad de los valores "oficiales".
Cfr. La pobreza del progreso. Amlcrica Lntina en el siglo xtx, Siglo XXI Editores, México,
13 El historiador E. Bradford Burns escapa a la habitual simplificación con que se 7990, pp. 27, 79 y 22. Primera edición 1980.
suelen abordar los problemas del siglo xtx. En un intento excepcionalmente 1úcido por la Dentro de 1a escasez de trabajos que se han orientado al estudio sistemático de
restablecer la densidad y coexistencia hetcrogénea del sistema cultural en e1 siglo xlx, 1as ideologías del siglo xtx, se puede contar con e1 valioso aporte del libro de |osé Luis
resume así la matriz conflictiva del mismo: Romero, Situaciones e itleologías en l-atinosm:erica, UNAM, México, l9B1 . En especial los
capítulos "El pensamiento conservador en el siglo xrx" (pp. 115-146) y "El Iiberalismo
[...] cuando menos tres grupos intt'ractuaban alrededor de las cuestiones de 1¿r modt¡rni- latinoamericano" (pp 1,47-762).
zación. Una parte de las elites y la mayoría de la clase media deseaban remodelar Ar¡érica
)
Ll"i
Pr¡r'lrlos "s('lli-
sus c()ttrltt¡slits, tlt.sr'tr[rl'ilnit'nttls y cltltrirrirt iolt rlr. ojos l,r s,tlr.liz,rt ion tlr,:,u:, lr,ll,,(.., tlr,rrlro tlt'l nt.rrco ilrtentaciolt¿rl.
bárbaros". EI culto ¿l Ios valorcs de I¿r realcz¿r t,sP.¡¡¡1¡l¿ lo Ilev(l a l',rt,t t'llo ltlvit'rrrtt (lu('nlotlrlrt,rl t rr'r'l.rs r'ortccp-rcior-rcs de la educa-
privilegiar los tiempos clel virreinato, a tener ur¿r perspectiva y t itirt .y .tr't'¡r[.t¡'t'l ¡lt'tttt,s¡ rlr'l.riz.rt'irilt (lUe se imponía.
gustos señoriales, adherirse a la acción civilizadora de la iglesia | ,os ¡rrirrci¡-rios clcl ¡rcnsanrie nto conservador se flexibilizaron al
católica en el Nuevo Mundo, jerarquizar los productos culturales lr¡bcr tcniclo clue absorber ciertos aspectos formales que traía la
de los hombres de letras de formación religiosa. y frente al impe- nroclcrniz¿rción. En otro plano, la progresiva imbricación que se dio
rativo de los nuevos valores que traía la modernización (ferroca- crr el terreno pragmático entre los intereses liberales y los conserva-
rriles, telégrafos, trabajo asalariado, etc.) exaltó con una visión clores produjo alianzas entre los conservadores liberales y los libe-
arcádica las formas rurales dentro de una concepción patriarcal de rales conservadores. Surgió así una variable dentro de esta estruc-
la organización de la tierra. A despecho de parecer contradictorio, tura ideológica que fue el conserztadurismo progresista en los aspectos
se erigió en defensor de los indígenas y de las culturas populares, materiales, pero cauto y reticente para los cambios sociales.
dentro de la misma actitud de los antiguos misioneros españoles. Finalmente, las variables del pensamiento conservador se yux-
En el terreno de las formaciones ideológicas se dieron combina- tapusieron de forma histórica; los ultramontanos (aquellos que per-
ciones aparentemente excluyentes: veremos cómo dentro de la manecían fieles a los principios de Ia monarquía españoIa, al fun-
mafiiz del pensamiento conservador hallan conciliación una ima- damento divino y el privilegio de la iglesia como reguladora de la
gen mitificada e idíIica de los pueblos prehispánicos, el culto de sociedad), los legitimistns o conseruadores (que preferían la continui-
los valores éticos de la iglesia católica y la necesidad de una estruc- dad del orden colonial sin España, considerando la gesta indepen-
tura social señorial que custodiase ese sistema. Paradojalmente dentista como un fracaso y la burguesía como una clase sin legiti-
dentro del conservadurismo también se dio un cierto americanis- midad) y los conserandores liberales. Como señalamos antes, estas
mo rlt' ca riz reaccionario. designaciones no son obligadas en todos los países, aunque sus
scría simplificar los axiomas del pensamiento conservador si axiomas sí están presentes y operan bajo otras etiquetas.
r-ro considerásemos que éste se hizo más complejo en virtud de las En un primer momento, quienes abrazaron los principios del
rnodificaciones que se iban dando en la correlación de fuerzas liberalismo como un sistema de ideales en vísperas de la Emancipa-
sociales y económicas a partir de la segunda mitad del siglo. El ción fueron los intelectuales más radicalizados de la pequeña bur-
liberalismo parecía ideología victoriosa en todo el mundo occiden- guesía. En su forma originaria, el pensamiento liberal se nutrió de
tal, y en Hispanoamérica, por lo menos, se presentaba como un las ideas de la Ilustración (de Rousseau, Voltaire y Montesquieu),
proyecto inaplazable. Por consiguiente, el pensamiento conserva- de los pensadores ingleses (Locke, Paine y Bentham), de los ideó-
dor -y aquí coincidieron ultramontanos y conservadores libera- logos franceses (principalmente de Destutt de Tracy), del espíritu
les- debió remozarse, logrando una compatibilidad entre la defen- de la Revolución Francesa, de la Independencia de los Estados
sa de su concepción de la sociedad (la preservación del Unidos, y, posteriormente, se enriqueció con las ideas del evolu-
latifundismo, el poder político centralizado, la jerarquía y los pri- cionismo de Darwin, Herbert Spencer y el positivismo de Augusto
vilegios sociales) con la aceptación de aspectos técnicos de la civi- Comte.
hzación moderna que con frecuencia condenaba. Apoyó la cons- Básicamente representó el conjunto de ideas y proyectos que en
trucción de obras públicas, ferrocarriles, puertos, obras sanitarias, lo económico, político, social y cultural se opuso a la tradición
caminos, teléfonos, alumbrado público, y hasta vieron con buenos colonial; pero por encima de todo profesó un profundo antihispa-
llr'.rl I ¡z ( tlt/.tlt' /',1,.1'lr.rrr
r
/.\
nlslr() P()r cuallt() as(x'i(i t'l lt'gatlo ('s[)lrl()l ( on l():i t,lr'lrrt'lttrls rn.is Ittr'tolti:;llto lrcrrrtili() ( ()nrl,¡r'n,lr,t r.l lrttltt.*o llistriric«l clc l¿rs sttcie-
retrógrados de la civilizaci(llr. I,-uc cl pcnsarrri('nt() (Ju(,.1b¡nclt'rti t.l rl,rrlr's ('()nl() t'l tlt's,rrrollo r,rr r'l,r¡r,rs strr't'siv¿ts quc sc desplegaban
cambio, lo nuevo, aquello clue sería diferentc ¿rl ordcn cstableciclo. rn un,r cst'.rl¡ asct'rrtlcnlr' lr,rt'i,r str ¡rcrfccci(tn. Esta percepción tele-
En esencia, anti-ultramontano, anti-clerical y anti-monárquico, sus ohr¡,,it'.r rlc I¿rhisttlria st't'valuaba en términos de "progreso", sien-
contenidos fueron vistos como los elementos que garantizaban el rlo t'l [rit'r'lcstar material el último fin a perseguir. Así, el sentido
progreso y la transformación de la América Hispana. r¡rrc irtlr¡uiri(r el término "progreso" vino indefectiblemente asocia-
Por consiguiente, la polarización se dió en los términos de una rlo r'on la forma capitalista de "evolución" social, que, si bien para
conservación de las estrucfuras hispánicas y una ruptura con esa tra- los t't'ntros he¡;emónicos representaba la expansión de sus condi-
dición -al menos en el plano ideológico- y la adhesión a los modelos r'ioncs de producción, para la periferia significó el estrangulamien-
europeos no hispánicos como paradigmas históricos. Recuérdese lo tle las suyas: la libertad comercial produndizó la dependencia
que en la práctica no se dio una división tajante entre las modalida- r,r'onírmica. Los trenes y los postes de telégrafo eran los emblemas
des que iban adquiriendo el pensamiento conservador y el liberal. tlt' t:ste progreso ficticio.
De este modo, el pensamiento liberal desarrolló sus contenidos I-os principios del liberalismo como ideología de la burguesía
programáticos sobre la base de una perspectiva eurocentrista. Las Itrt.ron presentados como leyes naturales, y, por ende, como reali-
nuevas elites que se hicieron responsables de los factores del cam- tlacles inobjetables. El aparente cientificismo que recubría sus pos-
bio buscaron inspiración en Inglaterra, Francia y los Estados uni- ttrlados consagró en el poder a los grupos sociales que detentaban
dos. La cuestión era hacer entrar a los países de la América Hispa- tales principios, con el corolario de producir el efecto de que con
na en el circuito del mercado que aportaba la cultura industrial. y t'llos se cancelaba la historia: luego la preservación de este "orden"
tal vez trasplantando parte de esos modelos, las naciones más tle cosas sólo garantizaría usufructuar una situación de progreso
reztrgadas del proceso, al modernizarse, no sólo se harían más cos- rcstringida.
mopolitas, sino que darían un salto cualitativo que les permitiese Aunque el pensamiento liberal se fundamentó en una concep-
entrar en la historia y contarse como partícipes de esa civilización. ción racional, laica y civilista de la sociedad, no buscó realizar una
Así, el peso de sus respectivos pasados, los tiempos oscuros de la revolución estructural en Hispanoamérica. Atendió con preferen-
"barbarie", no sería más que la antesala de la verdadera historia, cia a la elaboración de los mecanismos que permitieron una refor-
la marcada por el ingreso a la órbita occidental. mulación de las instituciones públicas para facilitar la movilidad
Para simplifical, el pensamiento liberal tuvo una contigüidad de otros sectores creando sólo un efecto de igualitarismo. Para lle-
semántica con las ideas de cambio, modernización, progreso y var a cabo el progreso de la sociedad pensó innevitable desarticu-
europeización. lar los privilegios del clero, de los militares y de los antiguos terra-
Se combinaron los principios teóricos de la Ilustración, que die-
tenientes, promoviendo una serie de reformas que viabilizaron el
ron cuerpo al plano político del ideario liberal (la reforma de los traspaso de poder de la oligarquía señorial a la nueva oligarquía
aparatos de Estado, la constitución escrita, la bipartición de los terrateniente, comercial y financiera.
poderes, la abolición de la esclavitud, la educación pública, la Por ello, se promovió la libre circúlación de la tierra, con lo cual
igualdad formal ante la ley, el sufragio populaq. la libertad indivi- se absorbió el latifundio eclesiástico y las tierras pertenecientes a
dual, la libre competencia)con las implicaciones que traían las teo- las comunidades indígenas. Los nuevos propietarios prestaron sus
rías de Darwin, Spencer y Comte. La concepción orgánica del evo- tierras a los benefactores del progreso: al monopolio extranjero.
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trl¿is atento a observar
A¡lt.:'.rr.lr,.¡tt..r.ll,r.tt:..tlttit.lrttlli[lt,l..ll[(trtltlll.llll(.llt,lttt,lirl.ttitjtl
"t'ivi- It'ollo tt.tt'iott,ll itttlt'¡'r'rrtltt'"ttl' o 'tl tttt'lltls
(.()il:ri(l(,t.,rrttlo,t l"tlrtlpir ('()lll() l.l tlt'l)or'rl'rIi'r tlt'lir en defender la cultura
t.osrrroPolit,t, ,,[rarbitric,,, t-ltl l,rs lt'.tlitl.ttl,'s ,t.,.. it""tlt':;, ltt'is t'ttitlacltlso
liz¡t'itill,, y i] l.t Alll('|.it..r l,¡titl¡ C()I11() el espacitl
.¡1' |,¡ de industrias y comer-
los Iot'al, protecci()llist.) t'lt t'tt'tttttl al desarrollo
llLlcl' LIll¿r política también reformista Para r.'it, propit'rs, hacer efectivos los principios
democráticos' promover
¡rt'rcli(l clc vista cxtt'
de ia trata de esclavos indígenas' fortale-
s('ct()res PoPulares. La abolición y el control la cclucaci(rn Popular, respetar üs comunidades
de los
en el más lamentable' el exterminio fueron los puntos
e n cl mejor de los casos, y, ('cr una burguesia verdaderamente nacional'
inclios, fueron expresión ambivalente del
liberalismo, bien porque'
rroclales del pensamiento liberal americanista'
de ser incorporada a la del Progleso' se com-
cn Lltl caso, era una población susceptible Dentro de esta variante de la ideología
caso, el progreso sólo nacional que fuese expre-
civilización moderna; o bien porque, en el otro prendió que no Podía surgir una cultura
fomentándose la no se abocaba a la defensa de
cra factible con determinados gruPos étnicos' sión de una naciÓn indepándiente si
nacional'
ir-rmigración europea para blancluear la-población loselementosnativos.RápidamentefueCuestionadalatesisde
misma elite adscrita al noción de Europa como
Con prontitud se ua'i'tlO dentro dL Ia "civllizaciÓn y barbarie", yrelativizada la
sectores disiden- esa metrópoli y las
p",-,rrrri"r-rto liberal -esto es la más europeizante- paradigma del progreso, cuando en realidad
de los países se a 1a América
tes. Se percibió que el proyecto de modernizaci1n !tia", {.,e t" prof"áuu" culto estaban enajenando
hacía a costa de vastos genocidios' de la
conservación de las estruc-
Hispana.SeentendiÓlaculturanacional'dentrodeesteliberalis-
de libertades enextremo de las tradiciones' senti-
turas económicas y,oáiul"t coloniales' mo proteccionista, como la exaltación
que sólo orna- paisajes rurales' Como
restringitlar, d" t"públicas formales, de un Progreso mientos, costumbres PoPulares y también
r.l'lt'nt¿lb¿r l¿rs ciudades, que hacía más
poderosas las metrópolis' que se consideró al indio
a las mayorías
reacción a la moderr-rLu.iO., extranjerizante,
olvirlalra la transformu.iO'-' d"l campo y expoliaba pretender simplificar y
como parte de esa cultura nacional' Sin
las culturas autóctonasr6' estas aPreciaciones, él
po¡'rulares degradando los valores de reducir todo eI pensamiento de José Martia
y al progreso
I-as posiciones críticas frente a la modernización señalabaensumuyconocidoensayode"NuestraAmérica"(189L)
espíritu más americanis-
incliscriminado estaban alentadas Por un que
,,los hombres íaturales han vencido a los letrados artificiales.
1o fundamental los principios
ta. Esta perspectiva, sin desechar en Elmestizoautóctonohavencidoalcriolloexótico.Nohaybatalla
le dieron una orientación más nacionalista'
es
c1el liberalismo, entrelacivilizaciónylabarbarie,sinoentrelafalsaerudiciÓnyla
con antipa-
al mundo'
naturaleza t...].A adivinar salen los ióvenes
un pueblo que no
16ESl()queE.BradfordBttrnsllamóenunodeloscapítulosdesulibro,,Uncon. ,.u, yu.q.ris o francesas, y aspiran a dirigir
cáfedta' en la academia' debe
conocen [...]. En el periódico' Á lu
,,(N)o toclas las elites se adhirieron a la idea de
tfapunto intelectual". erii ."¡uru que:
de estos [intelectuales y patriarcasl
reco- reales del país ["'] éra-
modernizar sin mecliación [...]. unos cuantc¡s A mediados de' ilevarse adelante el estudio de los factores
nocieron la mascaracla q;";;;" al pro¡feso cle América Latina [...].
comcnzaron a hacerse eco de reflexiones mosunamáscara,conloscalzonesdelnglaterra'elchalecopari-
siglo, si no es que ,'-tt"i, nto' intelectualcis y la montera de España' El
progresoDisgustaclos col-r la imitación servil de siense, el chaquetón de Norteamérica
sobre el impacto y lo' ft"Ino' del
y se iba al monte' a la
EstadosUnidosylaL'uropaseptentrional'p'"'.inictt'nacercadequecualquierocci-
valores ibéric.s y ameti-
indio, mudo, nos daba vueltas alrededor'
nrcdiacla por los
dentalización debería p.oá"a"r't"ntun]cntt" cumbre del monte, abautizat a sus hiios"17'
vías que podrían h¡l'crsc scguido para lograr 1a meta del desarro-
canos [...]' Indican
tltre cl sello del'progrcso'alentado por
sus
1lo nacional t...¡. Ernp"l"á a percibir acrecenta-
gobiernos era, en el mejor cle lo' cn't"-
up"'('rltc' y' en el peor' otro lazo que lTNuestraAm|crica,BiblicltecaAyacucho,Caracas,lgTT,pp.26-33.
iru su subordinación a Europa" OIt Lil ' pp- 66-67 '
-ás
"i (t lk,rlttz (,il11/.rlr'/
"lr'¡'l¡.¡¡,
Autrt¡uc ptltli('r.l [)itt'('('('r ('()lltr¡(liclol'io, t':,t):, )ll tlpo:; "lilrt't'itlt's" tit,ls r'rrllut',tlt's lucttrr ('|\i)l('|i'r(,rr rlt'l Pt'lls.tttlit'l'tto libcral. T¿rmbién
defendieron una seric clt'val()rcs asimilaLrlt's,tl ¡rctts.utti('ttto c()ll- l.r rr..rt't irln r'orrst'r'r,,r,lo¡,r, .r l,r tlt'lt'trsivit, present(r un contrapunto
servador: abogaron por las jerarquías sociales fullclaclirs en el dine- narla rlcs¡rrcciablc. Novt'lits, lollctitres, prensa e historias de la lite-
ro; exaltaron la supremacía de las clases dominantes de origen ibé- r¡tur¿r cluedaron jalor-rirclr-rs por ambas perspectivas valorativas; y
rico, restauraron una concepción latina, hispánica y aristocrática cn un silr fin de casos se solaparon postulados de ambas doctrinas
de la vida. Llegó un momento en que las distinciones entre libera- clr una misma obra.
les y conservadores tanto en el plano de la praxis empírica como
en el plano ideológico carecían de sentido.
De allí que una fracción identificada con el pensamiento liberal
más radical (denominada por algunos como "Romanticismo libe-
ral"), al experimentar la inadecuación entre los principios y la rea-
lidad, se resolvió en un abstraccionismo idealista. La deformación
del pensamiento liberal llevó al culto de la subjetividad, del
mundo interio(, al hedonismo, y a posiciones contemplativas de la
vida.
A fines del siglo, una de las vertientes del Modernismo literario,
la que se dio en llamar "torremarfilismo" o "artepurismo", vino
siendo una de las transposiciones estético-ideológicas del Roman-
ticismo liberal en su últimafase, en el cual, al perder asidero histó-
rico real, estilizó absolutizando los principios del liberalismo.
En resumidas cuentas, el pensamiento liberal no fue una ideo-
lógía homogénea. La transformación histórica que sufrió debido a
la lucha que llevó a cabo en los diferentes países por implantar sus
postulados básicos, hace que podamos reconocer un liberalismo
romántico-liberal y uno conservadol uno más inclinado hacia una
perspectiva europeísta y otro más americano.
Pero a pesar de su proceso de conservatizaciÓn a finales de la
centuria, fue dentro del espacio ideológico que abrió el pensa-
miento liberal que se dio el surgimiento de una nueva conciencia,
que, diferente a la tradicional, planteó las cuestiones en torno a la
identidad nacional. La ruptura epistemológica que trajo el libera-
lismo incentivó una producción reflexiva y ficcional que giró alre-
dedor de la nueva fisonomía de Ias recientes naciones, del estable-
cimiento de sus historias particulares, la definición de sus
literaturas. Esto no significaba, clesde luego, que todas estas prác-
l'¡tt t t ll
I I I I l('\l(lA I N I ll:'l'AN()AMÍrlil('A
l,r\ I lll, l1 )lil( x'l'lz\l I r\
[t'llcr Llll lll¿]rit() tltrict'activiclacl rt'l.tt iotl.ttla c()ll la cultura-, en la práctica esas
irrr1.rr.0nta rlt'lrts v.rl0rt's tlt'r'irlt'tltalcs, no dcjatr clc
condiciones en que lcycs C instruccioncs rt:sultaron inútiles. Hoy está demostrado que
iltvalrraLrlo si l'r0s ¿rtL'llcnlos ¿l las aherrojadas
la Amórica colonial fue un excelente mercado bibliográfico, aun-
t.trnbi(,n tuv0 quc subsistir la misma cultura de los colonizadores'
hispano- clue durante muchos años había existido un consenso contraric-r.
L.r tensi(rn que se produio entre los mismos intelectuales
literario' Ya en el siglo xvttt el peruano José Eusebio de Llano Zapata'
h¡blantes, hace, a su vez, menos homogéneo este sistema
las pautas además de ser el primero en ProPoner en aquel tiempo la utilidad
Nos refcrimos, Por un lado, a la férrea censura que regía
que represe ntariaescribir una historia de la literatura de la Améri-
tlcl consumo cultural, f, por otro, al Permanente desafío y burla
bibliotecas ca Española, apuntaba al resPecto:
t¡uc las elites acometían contra Ia ley para abastecer sus
tlc libros prohibidos. ,,florecer,, la SonsusbibliotecaslosmejorestesorosqueguardaLima.Laspúbli-
C-iertamente las condiciones bajo las cuales debía CaSqueyohevistoenSevilla,queSonlasdelseñorCardenaldeMolina
cultura colonial no eran fáciles. La lnquisición a través del
Consejo
Col"gio de San Acacio, la del señor Cardenal de Belluga en el
clclndiasregulabaycontrolabanosólolaproduccióndelibros "r-., "i
ColegiodeSantaMaríadeJesús,yladeSanPab]oenelconventodela
resume así la
sir-lo su irnportacióny circulación' Vicente Quesada orden de Predicadores, son muy diminutas en comparación a las de
el
l,t'y 1, Títujo 74,Llbro 1 de la "Recopilación de Indias"' fechada aquellos particulares. Esto no causará admiración al que contemplara
juicio-
2l clc septiembre de 1560: que, así como (según los viajeros más verídicos y políticos más
sos) se han sepultado en el Mongol todas las riquezas de oro y plata
de
(las bibliote-
Urr los lndias Occidentales ["'] se mandó que los jueces no consin- nuestras Indias, del mismo modo se han juntado en ellas
tratara mate- de las
tit,r¿Ir ni permitieran que se imprimiese libro alguncl que cas americanas) los más singulares libros que venera la república
rias cle lndias, sir-r especial y previa licencia del Cor-rsejo
de las mis- Letras. Las ediciones de las elzevirias, grifos y stéfanos' que hoy ape-
con la mayor brevedad nas se encuentran en Europa, no hay baratillo, ropavejería o tendenión
r.uas, ordenándoles que mandasen a recoger'
clue libre- en nuestra América, principalmente en Lima, donde no se encuentren3.
posible, todos los libros que se encontraran y prohibiéndose
mandar a
,o ulgr.o los vendiese ni imprimiese ["']' Estaba prohibido
"c1ue pertenez-
las Indias libros impresos en España o en el extranjero Sin el respaldo de todo ese material bibliográfico acumulado
y aprobados"
can a materia de Indias, o traten de ellas, sin ser vistos desde el siglo xvr no hubiesen sido posibles los cnthlogos y los epito-
por el Consejor. mes, comotampoco pensar en la posibilidad de una historia litera-
ria a mediados del siglo xvru que exPresase la especificidad y
Estasdisposicionesnosólorestringicronelcomerciodelibros, abundancia de Ia cultura de estas tierras que a la Er-lropa parecían
tantodeimportación-exportacióncomcldeimpresión,sinoincluso ígnaras y desiertas.
"avecinados
se llegó a prohibir que lÁs americanos y los españoles
2 lbíd., p.4L).
slg/os xvt,
I Citaclo por Antonio C-ornejo Polat en "Discttrso en lotlr clc la pot'sír' Iisl rrrlio y
r Vicente C. euesada, 1,0 ?idn intcltctttul Üt l¡ Anú'rit'.n cspnñLtla dttr¡nte 1os
pp' 48-49 y 56' Edición", separata de'la rcvista L¿fras, N'" 68-69, Lima' 7964' p'92'
xvtt, xvtlt,Edit. La Cultura Argentina, Iltrt'rros Aircs' 1917'
t'.rrtr,ll ¡J.l
A clcspt'tlro tlt' l,r l)('r'(('[)('ii)lr rlt' v.tt rt, 1r rlr' l)r('(,rlr('(l.l(l (ltt(' inrlígt,rr;rs,.rtlt'nl,is tlt, lr.rl)(,r', ('rr.l r,.lso rlc la historia de Sahagún,
mLtch()s Itlrbicscn ptlrlitlo tt'nr'r clcl pe t'írltlrl t olortt,rl, t'xistiti tocltl dos siglos y rncrl io,ullr,s t¡ut,Voltirire y Herder, Lrna "poderosa
un esfuerzo, quc, fonr-raliz¿ilrclose cle divcrs¿s lll(rlcr¿rs, se fue ir-rtuicitirr de lo cluc h¡[rríu rlt' llarnarse después la Historia de la Cul-
desarrollando con la función de afirmar los productos literarios c1e turn"a.
las colonias, tanto los referidos a las amenazadas culturas indíge- También en textos poéticos como el Discurso en loor de la poesía
nas como a la nueva cultura hispánica que empezaba a despuntar. (i608), la escritora limeña que prefirió optar por el anonimato,
Las referencias que podemos. encontrar acerca de los poemas y hizo gala en sus 812 versos endecasílabos de su erudicióry mencio-
cantares indígcnas, de las obras y escritores españoles venidos a la nando entre los autores clásicos, algunos españoles y "17Ít cardu-
América y de autores criollos, las hallaremos diseminadas en cró- men de poetas peruanos" (entre otros, citó a Pedro de Oña, Diego
nicas, relaciones, historias naturales y morales, silvas, misceláne- de Hojeda, Gaspar Villarroel, Diego Ávalos, Cristóbal de Arriaga,
as, parnasos, obras de ficción, catálogos, bibliotecas y epítomes. Es Pedro Carvajal) de la Academia Antártica, que funcionaba en
decit, que la exposición del trabajo crítico-bibliográfico -condición Lima, iniciando, según Antonio Cornejo Polaf, "1o que podríamos
necesaria para la historia literaria- no tiene durante los siglos xvr y llamar la historia de la literatura peruana"s.
xvtl un discurso propio (en el sentido de específico) que permita Y entre autores europeos, fue el mismo Miguel de Cervantes en
establecer una distinción. La valoración literaria de obras como la el Viaje al Parnaso y en su novela La Galatea (1585), en el Libro
reseña de los hombres de letras de una región o de una ciudad, Ia Sexto, "Canto aCaliope", quien hizo una enumeración de los inge-
mayor parte de las veces, se hallaba entremezclada con otro tipo nios de la"región antáttica" , nombres que son hoy poco conoci-
de discurso. El deslirrde entre la historia natural y la literaria no dos. El propio Lope de Vega también hizo desfilar innumerables
estaba hecho, como tampoco la distinción entre un registro de escritores de la América en su poema épico La Filomena (1627) y en
autores y el asunto de un texto poético. El lnurel de Apolo (1630)6.
Simplemente a título de ejemplo, Pedro Cieza de León en su Al pareceq, el criterio que rigió la selección de los poetas antárti-
Cr'onica del Perú (7552) nos refiere Ia existencia de un teatro incaico, cos y escritores americanos se basó en circunstancias de amistad o
y señala, a propósito de la poesía quechua, la riqueza y ternura de de coetaneidad de los autores, más que en principios de índole
sus inflexiones idiomáticas. También Cristóbal de Molina, el cuz- estética, a pesar de que todos los autores citados, de alguna u otra
queño, en 1575 da a conocer su R¿/aci'on de lns fhbulns y ritos de los forma se movían dentro de los límites del italianismo renacentista,
incas; y con anterioridad el padre Andrés de Olmos en 1532 publi- el espíritu de la exquisitez cortesana, y todos -cual más, cual
ca en españ ol los Cantares mexicnnos. menos- admiradores de la cultura clásica. Lo que importa desta-
Bástenos estos ejemplos -sin contar con las importantes obras car es que a diferencia de las mencionadas crónicas, en las cuales
de misioneros, entre ellos la conocida Historia general de las cosas de al hacer referencia a la sociedad indígena se prestaba más atención
Nueas EspañLr (1580) de Fray Bernardino de Sahagún, escrita pri-
mero en Iengua mexicana y luego traducida al español; la Historin
natural y moral de las lndias (1590) del Padre José de Acosta; y aún a Mariano Picón Salas, De la Conquista n la Independericln,
Fonclo clc Ctrltura Econó-
en el siglo xvtlr la Storia antica dt'l Mcssico (1780-1781) de Francisco mica, México, 1978 (primera edición 7944), p.90.
5 Antonio Cornejo Polar, op. cit., p.22.
Xavier Clavijero- para ver cómo clentro de las historias y crónicas
6 Cfr. Lttis Alberb Sánchez, Historia comparada de las litcraturns
tttttcrit'(tttns, Losacla,
de Indias, hay una fuente inagotable de referencias de las culturas Buenos Aires, 1973. Especialmente el tomo I, "Desde los orígenes hasta e I Ll¿,¡rroco".
S,l li'.rlr ru ( ¡\t/,tl(/ I'irr
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una poéticir y rlt'unir r'('ta)ri('ir, habilitab¿r los,triottt,ts.lt'rtll¿l c()ll- l.rs institur'iont's rclir',i()sirs, ( ()n t'l ¡rodcr de la corona/ con el poder
cepción ideológica clitcsca y ronacentista: es clccir; sc privilegiaba ct'ontirlico clc la clitt't'riolla, o con el munclo académico. Aunque
en el terreno de la cultur¿l al httmbre de letrns, se consagraba, el cn cl mejor de los c¿'rsos la sensibilidad y la conciencia social de
autor de las "bellas letras". varios de. estos historiadores los haya llevado a estudiar las anti-
A pesar de que a lo largo de toda la Colonia el eiercicio crítico- guas culturas indígenas tratando de preservar mediante sus rela-
bibliográfico se vio entremezclado con otro tipo de discurso, fue, ciones un mundo que enterraba su grandeza, no dejaban de hacer-
sin embargo, en el siglo xvtt con la presencia de los catálogos -la lo desde un sistema de valores eurocéntricos, o por 1o menos desde
Hispnniae llustrae seu Rerum urbium. Hispaniae, Lusitanise, Aethiopie, la perspectiva hispánica que al fin y al cabo era la cultura oficial-
et lndine, scriptores oarii (1608) de Andreas Schotu el Epítome (1629) mente reconocida.
de León Pinelo; la Bibliotheca hispana (1672) de Nicolás Antonio, y, Por lo tanto, cualquier selección que se hiciera del corpus a jerar-
tal vez, el primer trabajo que intentó una recopilación sobre la base quizar (ya fuesen areítos, sonetos, crónicas, tratados, catecismos,
de una noción más específica de lo literario, Teatro eclesihstico de la gramáticas, ritos aztecas o poetas-cortesanos de las virreinales ciu-
primitiaa iglesia de las Indias occidentales, oidas de sus arzobispos dades de Lima o México) se hizo a partir de los valores de la cultu-
(L649) de Gil González Dávila- que se iniciÓ la separación de la ra hispánica, que fueron los que condicionaron el trabajo de refe-
actividad valorativa que lograba distanciar el discurso histórico y rencia crítica.
el ficcional de aquel que existía a partir de la referencia de autores Ahora bien: puede tener un carácter decisivo el que compren-
y obras. Este deslinde se iría profundizando aún más en los siglos damos estos cathlogos, bibliotecas y demás memorias como prácticas
xvttt y xtx cuando aparecieron las historias literarias propiamente discursivas que se erigieron en tanto enunciados que defendían la
tales: se hablará de diccionarios, bibliotecas, antologías e historias cultura colonial, y que sólo pueden ser cabalmente apreciados si
literarias con una mayol pertinencia de sus funciones discursivas se los integra dentro del marco de las discusiones y polémicas
y, desde luego, con usos diferenciados. generadas a partir del Descubrimiento; polémicas que tuvieron su
Con una perspectiva más deudora de cierto americanismo, o ya centro en Europa, y como voceros destacados a Buffon y a De
en franca adhesión con los valores europeos, quienes han dejado Pauw, cuyas teorías sobre la inhabitabilidad y deformación de la
constancia de la cultura de las Indias Occidentales, del Nuevo geografia y Ia inmadurez e incapacidad del hombre americano
Mundo o de la América Española o Hispana según el caso, fueron desplegaron todo un horizonte de agresivas polarizaciones, unas a
generalmente, en un comienzo, los mismos españoles (conquista- favor y otras en contra de la naturaleza humana, social e histórica
dores y misioneros) venidos a estas tierras; luego los jesuitas y del Nuevo MundoT.
españoles americanos o criollos; en algunas oportunidades mesti- En Ia base de tales argumentaciones subyacía el postulado
zos (como Cristóbal de Molina)y, posteriormente, hacia el siglo implícito que cuestionaba y hasta negaba la posibilidad de que la
xvur, viajeros europeos (como el italiano Lorenzo Boturini Benadu-
ci). Esto revela de alguna forma -aunque comprendemos que es 7 Véase el interesante libro de Antonello Gerbi, La Disputn dt'l Nut't,L¡ Muttdo. Ilisto-
arriesgado entenderlo como una condición determinante-, que la ria de unn pol'emica 7750-1900, Fondo de Cultura Económica, México, 19tt2 (primera
reflexión, valoración y acopio de todo el material literario y cultu- edición 7955); y uno anterior, Viejas pol'cmicas sobrc cl Nuetr¡ MuntlLt, Banco cle Crédito
ral reconocido en el continentc americano y regiones allende los del Perú, Lima, 1944.
lJ(r
La glori.r rlt'l rt'itt,tt, ('s ('l (l('s('() tlt's,lIrt't; ,l(',ll l( l,ll lr'lt,t:,, r's,tst'gtt rrrit'rrlo tlt'l /ilrrrr itrr¡,r,".,, t,rr l,lrlo lll.ll't'¡ dc ¡rrcstig,in cultural y
r¿rr ¿rcicrtos: la irtclilt¿tt.irirr s.tbia, lr¿ct' l¿ l).rttrr',rl('/,r strlx'li()l' l-..1. ('()r'rt()sigrto clt' It'.tsr't'lrtlt'rrt i,t Iristil'ic¿1.
Como si fueran índiccs del poder, tar-rto los ntuclt()s Soltl.rclos, ell l()s 2. ()tra dc las rcs¡rrrt'stas oricntada a la defensa no sólo de la
Campos, como los numerosos Libros, en la Biblioteca. Alabanqa es de cultura en el Nuevo Mundo sino también de la cultura americana
esta edad, vér la Nobleqa bien ocupada, i los maíores Príncipes con fue Ia que encaminó todos sus esfuerzos a la reconstrucción y valo-
Camarines, no solo vestidos de Pinturas, sino adornados de Libros ración del pasado indígena como el sustrato culturalmente más
[...]. Como de las Indias solo se a.Petece Plata, i Oro, están sus Escrito- antiguo sobre el cual se cimentó la civilización española. Aunque
res tan olvidados, como sus Historias poco vistas. esta tarea ya se venía cumpliendo a lo largo de los siglos xvl, xvII y
xvltt en valiosas crónicas, relaciones e historias, fueron las obras de
Tal vez valga la pena detenerse en un detalle: ya en el siglo xvtt Eguiara y Eguren con su Bibliotheca Mexicana (1755) y la ldea de una
se va produciendo una diferenciaciÓn entre los "criollos", que tení- Nueaa Historia General de la Am'erica Septentrional. Fundada sobre
an el poder económico, y el gruPo peninsular que detentaba el materictl copioso de Figuras, St¡mbolos, Caracteres, y Geroglíficos, Canta-
poder político. La pérdida del control decisivo en los asuntos res y Manuscritos de Autores lndios, íiltimamente descubiertos (7746)
comerciales les llevó a estos últimos a exaltar el saber y la erudi- de Lorenzo Boturini Benaduci, los que con una nueva orientación
ción como un patrimonio de la misma calidad que la posesión de crítica y metodológica dieron una mayor coherencia al trabajo his-
bienes materiales. Podríamos decir que, en cierto modo, esta acu- tórico-literario.
mulación de libros y autores, almacenados con el mismo criterio También en el siglo xvIII una nueva conciencia histórica fecun-
con que se juntan cosas adquirió su pleno impulso a taiz del surgi- dó las actividades intelectuales encaminándolas ahora, bajo el
miento del sentido burgués y mercantil de las relaciones sociales. efecto del espíritu científico de la Ilustración, a estudiar con un
Nótese como ya el mismo León Pinelo advierte que este registro sentido más "positivo" la realidad americana. El fortalecimiento
cle "Escritores tan olvidados" no puede quedarse en una mera en el terreno económico de la oligarquía criolla posibilitó el desa-
ccrlección _.el cathlogo-, sino que también deben ser conocidas "sus rrollo cadavez más nítido de una conciencia social, que, entre los
Historias". Percibe la cultura del mundo colonial como un esPacio sectores llamados "españoles americanos" o "blaracos criollos", se
dinámico, y no simplemente como un apéndice cosificado de la manifestó en una aspiración a sentirse legítimos dueños de ese
metrópoli. Sutilmente, pensar el mundo americano como un espa- mundo que aún no gobernaban políticamente.
cio histórico, era desearlo también con una historia diferente a la La formación de esta conciencia emancipadora entre las clases
marcada por las hegemonías occidentales. dominantes criollas apeló, en el proceso de autentificación de sus
No en vano estos trabajos, a excepción del Epitome de León intereses, a una operación ideológica que les permitió asegurar su
Pinelo, están escritos en latín, con lo cual su acceso se vio limitado, poder. Por ello, su perspectiva histórica prospeciva les llevó a
no así su circulación. EI latín era la lingua franca y el primer canal replantearse una otra representación del pasado y colocar sus raí-
de la globalizaciín. Esto no sólo supuso el uso tradicional de esta ces en la antigüedad prehispánica. Así, la originalidad cultural de
lengua para tratar materias académicas o "cultas", sino que ella, estos sectores sería de momento deudora de un pasado clue había
por lo que ideológicamente significaba, implicaba la cancelación sido excluido de los catálogos y bibliotecas del siglo anterior, y les
del pasado y de las culturas indígenas, la exclusión de las manifes- permitiría sólo retóricamente y sin mayores compromist-rs autenti-
taciones orales y otras formas de coclificación escrita, y el reconoci- ficar su diferencia étnico-cultural con los hispanos peninsulares.
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('()tll() llt':;lo l,l lti:,ltrl t,r \' ,l(.lllt r ltltt¡'ltlt'" tlr'l lllll)('l i() tltt'xit'tlto l 'l' llll ltl
lrrldían.l[).il'r,tr,r'tlr,ttlto tlt'ltls llttlr()S tlt'srl t ltttl'ttl lclr''rrl'r t¡trt,,r lilrn'r.í,ls:;t,rr,lt(,¡(,, no r.:, r.\ll,ul() (lu('los irlelios ttlvierdn catlti-
r''
hereclcrt¡s si rrl b(rl it't ts tlt' l.ls ('tl I t tl rils i trcl gt't l'rs
í
,lilrl .lt.t'llas 1...1. t lrr,r ( l( rtrr'.l.rll( i.r t¡rtt'¡crcCía Cl móritO de estOS
El interés en cl c()lt()ccr y rcscatar documetlttls, t'(rtlit't's y Pintu- li[rros rncxic¿lrr()s, ('t-.1 lt.rlrt'r Pt'r'¡-rt'tu¿rdo r¡e-diante representaciones
una anti-
ras indígenas, no sólo revelaba una mera nostalgia por figura«,las, la cronología y cxacta sucesión de los siglos de su historial3.
güedadexóticayporfundamentarenellaelcarácterdeunaideo-
ployecto
sincrasia americana, sino demostrar que el naciente Tanto la reivindicación del mundo indígena como la atención y
espesor his-
social se veía respaldado Por una realidad con mayor el estudio científico de Ias realidades naturales, sociales e históri-
tórico. Es decir, un mundo que de "nuevo" tenía poco/ y que su
cas de la América Hispánica no fuefon manifestaciones gratuitas.
una realidad
existencia no se la debía a los europeos, sino que era Amplios y agresivos movimientos de indios y mestizos sacudie-
conunacultura,unasociedadyunahistoriamilenariaycompleja' ron el continente entre 7749 y 1782 portando consignas que, si bien
le adjudicaban.
a despecho de la naturaleza ahistórica que muchos distaban de ser fevolucionafias o independentistas, buscaban
Volvamos a las palabras de Eguiara y Eguren' que' fascinado mejores condiciones de vida para estas comunidades; la expulsión
su cul-
por los antiguos mexicanos, refirió la rica diversidad de de los jesuitas en 1767 trajo como consecuencia un incremento de
tura: la defensa del mundo americano, que se vio concretado en el estu-
dio de las sociedades indígenas, la difusión de un reformismo
Losmexicanoscultivaronademáslapoesía,laretórica,laoratoria, social -basado en una amplia política del mestizaje- y teorías del
nos quedan
la aritmética, la astronomía y otras disciplinas' de las que progreso como antítesis del ya muy visible descontento que la
entero crédito [...].
los monumentos insignes y testimonios dignos de
orden profesaba contra las castas sociales; y, sobre todo, la puesta
Entre los cinco libros más importantes de la nación se contabanlas
,,[luec]as,,pintadasconarteprimoroso.Cadaunadeellasabarcabael en circulación de la tesis de una cultura universal que suPelase las
meses/ semanas y diferencias entre los pueblos y llevase al campo de la escritura de
cspacio cle un siglo, con perfecta distinción de años'
Ios orígenes mexica- la historia el concepto de Humanidad; además, no podemos olvi-
clías [...)]. Carlos Singüenza y Góngora investigó
nos descle los tiempos más remotos, y mediante el examen
de los dar la presencia de viajeros y hombres de ciencia -como FIum-
cclipses solares y lunares y otros raros fenómenos ["']
puso de mani- boldt, La Condamine y Boturini- que ayudaron a desmentir con
sus obras impregnadas del nuevo espíritu racionalista de la Ilus-
tración, las falacias y supuestos absurdos entorno a las Indias occi-
12 En ningún caso la imagen que se entrega clel proceso
histórico es neutral' Como
,,En tanto que la rec.nst¡ucciírn del pasado es una oPe- dentalesla.
lo señala En.iq.rc Flo."scuno,
ración que r" hu." a partir del presente, los intercses de
los ht¡mbres clue deciden y Todo esto conmovió la estable vida colonial y remeció sus fun-
pasado ["']' Así' en todo
gobiernan ese Presente intervienen cn la recuperación del damentos, propiciando el surgimiento de una conciencia histórica
tiempoylugarlarecupcracióndelpasadoantesquecientífica,hasidoprimordial-
recordaron prcferentemen- que atravesó todos los sectores sociales, Pero quc sólo los blancos
mcrrtc política.,, uc estc modo, los misioneros rlcl siglo xvt
te los hechos infames clel estilo de vida prehispiinico
para facilitar su ruptura; los crio- criollos letrados proyectaron en su cultura ilustrada una comprL'n-
llosdelainsurgenciacieprincipiosae'lslgloxtxl"soca,o,-,todossustrapitosalsolala sión sistemática de su realidad. La importancia de csto residió en
codiciosos; los historiado-
época colonial, lu d".r..uliraron y exhibieron sus orígcnes
el ori¡;en vital de la patria
res Iiberalcs, al grito cle borrón y cue'nta nucva' cstablecen
en la república. t3 Bibliotccn Mcxícnna, tt¡t. cit., pp.55-273.
EnVV.AA.,,,Dclamemoriaclelptlclcral¿¡historiacomoexplicac\ón,,,Historia,
.l9U0' Ia Cy'. Mariano Picón Salas, op. cif., capítulos VII y VIII'
XXI Editores, México, pP 91-727'
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dtlcl-tlrlt'¡ltos tlt' l,r ,rrrlrl',iit'tl.rrl lnt'xir'illr.r, ,ln, lrru(,( ir, tt.r'¡r,¡¡¡1'1 .¡,
r'ot'xislitlo l.r rlt'rlr.rlr',rr ir)lr r(,r'i(,n.rl (lr.ry crírrricas sobrc el Perú, la
tlaxcaltec¿r, tlatt'lolt'.r, rlt' lirs z()nirs dc Mit'lro.rt.ilr, M¿rtlaltzinco,
Nut'v¡ (iraltacl¿r, Nut'r,,r l,,sP,¡¡¡,¡ o rlc I¿r Anrérica Meridional y Sep-
Huexotzinco y cle Cr-raclalupe; y, scgundo, al ¿rprovcclrar l¿r recicn-
It'ntriorr¿rl) y una visión n.r¿is continental (hay historias de las
te ciencia de Vicc'r, pudo construir su trabajo sobre las bases de un
Incli¿ls Occidentales, de la América Hispana, del Nuevo Mundo),
discurso histórico garantizando dentro de los parámetros de exi-
lirs rccopilaciones de León Pinelo, de Andreas Schott y Nicolás
gencia objetiva de Ia Ilustración una mayor credibilidad de la
Arrtonio comprendieron las producciones y los autores no sólo de
capacidad creativa de las civilizaciones no europeas. Pudo demos-
l.rs Indias (de Tierra Firme, Brasil y La Florida) y España, sino
trar cualidades grafémicas y "letradas" de pueblos tenidos por
incluso del Nuevo Orbe: esto es que incorporaron hasta la Etiopía
"salvajes", probando el espesor cultural e histórico de esas socie-
(por lo menos en el caso de Anderas Shott). El Epítome de León
dades no occidentales.
I'inelo recogió -y por lo tanto diferenciaba los niveles geo-políti-
Independientemente de Io que hoy podamos entender por ri¡;or
cos regionales y más globales- las historias generales de las Indias
científico en las ciencias sociales, los principios de Vico ofrecían el
y las historias parciales de La Florida, Nuevo México, Nueva Espa-
esquema de un método periodológico para organizar histórica-
ña, Filipinas y las Molucas, del Río de la Plata, del Marañón, de El
mente las civilizaciones, permitiendo comprender su evolución
l)orado, y de Santa Cruz del Brasil.
dentro de una serie de leye.s basadas en una concepción desacrali-
En las bibliotecas del siglo xvll, como en el caso de Eguiara y
zada de la historia, y también distanciada de aquella concepciór-r
Eguren, el área tomada en cuenta se vio más recortada. Se redujo a
medieval y renacentista en la cual la historia la hacían los reyes.
México, pero con una noción de la mexicanidad lo bastante laxa
El esfuerzo de Boturini es incalculable porque logró, aunque
para permitir la incorporación de autores de Colombia, Venezuela,
bajo premisas de la ciencia europea, dar un salto cualitativo de
Cuatemala, Honduras, Cuba, Perú y Puerto Rico, con tal de que
perspectiva antropológica desde el centro hacia las periferias, y
hubiesen estudiado o vivido en el Virreinato de Nueva España.
mirar desde allí lo que había sido borrado del mapa.
De esto se puede desprender que ya durante la Colonia existían
Pero habrá que esperar al siglo xlx cuando el campeante histori-
cn forma incipiente las condiciones geo-políticas que servirían de
cismo haga posible una división de períodos acordes con la histo-
base para los nacionalismos posteriores. AI parecer; la tendencia a
ria político-social de cada país. Todavía el modelo de "cursc-r y
la visión de conjunto como la atención a lo regional coexistió en
recurso" de Vico se inscribía dentro de una concepción demasiado
igual medida, aún cuando en el siglo xx prevaleció finalmente en
abstracta, propia de los esquemas universalizar-rtes de la Ilustra-
los estudios históricos una perspectiva más preocupada por exal-
ción.
tar los valores nacionales en desmedro de un americanismo políti-
co y cultural.
Esta jerarquización de lo regional ya se iba manifestando a 1o
largo del siglo xvIII, sobre todo en Ios trabajos histórico-literarios o
Así como en los catálogos y epítomes del siglo xvrr estaba crítico-bibliográficos, bien pudiendo responder a una mayor acu-
ausente la marca de una ordenación temporal, y en las bibliotecas
ciosidad en el estudio de las realidades que sc ibar-r perfilandc-r
e historias del siglo xvlrr había ur-l intento de periodi zación, 7a
como "patrias" , o bien porque ya el volumen de ntateriales hubie-
noción de espacio o área que de.bía cubrir la recopilación de mate-
se podido ser tan considerable que exigía el recorte clcl trabajo
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( ()tt l()s Ptrt'blos Lriirbirrtls, a clcspertar en
lrrt'iirtt y tlt't ott. t,'tt, t,t. lr,rist's, .r t,rtt.t[rl,t¡ rt'1,t, r,,rtt':,
t'llos l.rs ¡tt'r'csirl,rtlt's l.r ilrtl rtstIia, y sobre tcldO asegurar las condi-
y
Irl clctcnninistno 51¡[r1',tt t'ttIt'('ll I¿] filosofía de Hegel reveló una
cignr.s clcl c1¡l.ttcrcio, a s.lLrcl; la supresiól-r de las violencias, el respetc-r
¡r'lccuad¿¡ itrsti f icat'ir'rrr pol ít it'a ntcn te inconsciente- del proceso a la ¡rropiedad y la hospitalidad23.
histórico que se est.tbir llcv.tttclo ¿l cabo en Occidente, autorizando
su movilidad concluistaclora frcllte a los espacios restantes, teni- El cliscurso hegeliano autentificó en una doble dirección ideoló-
dos por zonas pasivas y estériles a 1a espera de ser colonizadas. La gica la legitimidad universal de la difusión de los principios del
occidentalización del mundo bajo la égida de la nueva cultura de librecambismo como bandera del progreso y de la civilización.
la moderni zaciórt liberal no fue vivida por los núcleos hegemóni- Decimos en una doble dirección porque ideológicamente propuso
cos urbanos en términos de colon ización-aunque hubo voces disi- una fepfesentación del espacio de Ias relaciones sociales en térmi-
clentes al respecto-, sino más bien como entfada en /a historia. nos cle una ampliación geopolítica, donde una de las partes se eri-
Bajo una concepción que incorporó el esquema del organicismo gió en dadora natural de razón y poder (Inglaterra y Francia) y
de la llustración, Hegel observó un progreso en las fases de creci- otra en receptora también natural de cultura y opresión (América
miento del Espíritu universal: la primera, encalnada en el mundo Latina); una se pensó como civilización, espíritu, ley; la otra como
oriental, era comparable con el espíritu infantil, por cuanto que en barbarie, cuerpo, y sin razón. Pero también en una dirección inver-
ella el Espíritu existió con una sola individualidad libre (del tira- samente proporcional: la primera, al aParecer como dadora fue
no); en la segunda fase (la juventud de Grecia y Roma), la concien- esc'ncialmente extractora de materias primas; la segunda, además
cia de libertad del Espíritu se expandió, pero fue aún imperfecto cle recepl.ora de enl¿tados de los países nor-atlánticos, fut'y sigue
(eran libres sólo algunos); en la tercera fase de madurez (el mundo siendo básicamente dadora.
cristiano y la Europa moderna) el Espíritu avanz6 desde esta par- Ln fil\sofía tlc ln historla de Hegel, en este sentido, ofreció un
cialidad a Ia pura universidad de la libertad (ya todo hombre era modelo epistemológico para que los países marginados se inscrta-
libre). Y el estado de la civilizaciÓn -argumentaba Hegel- que sen en el
,,procesc'r de ia historia". Constituyó un discurso que
Pro-
representó esa libertad absoluta coincidía con el máximo desarro- puso el acátamiento de roles de dominación (los que diseñaban el
llo de las fuerzas materiales del capitalismo. La plena autocon- cultural y el sentido cle la historia) y de dependencia (los
ciencia del Espíritu hegeliano no ela otra cosa que un sofisticadc-r "spucio
q.,e us.r*ían las condiciones de carencia, vacío y ahistoricidad).
entramado retórico-filosófico que la moderna burguesía propició Control(t y redefinió los mecanismos de una moderna situación de
convenientemente y apoyó como uno de los sistemas de pensa- colonización, pero también permitió a los nuevos Srupos domi-
miento más "setios" y fructíferos para autentificar las gestiones nantes hispanoamericanos realizar el proyecto fundacional de las
imperialistas clel capitalismo europeo. El fin de la historia utriver- naciones dentro de los mal.cos conceptuales de la historia utópica
sal empalmaba con el proyecto liberal; y así mismo lo explícita del Progreso y re-diseñar la imagen del pasado en función de la
Hegel al finalizar sus lecciones: necesaria marcha de los pueblos desde las tinieblas (la Colonia
cs¡tañ9la)ltirt'i.r l,r lilrt'll,rtl (l,l llltlt'¡rt'rltlt'lt,'l,l \ l,l vttlt ttl'tt iotl tott
rlt'r ir; l,r il¡.rst.rr tlr. l,r r\¡t¡rtt.r l,,rli¡r,l sitl histtlria, sin sociabilidad,
lnLlndo capi ta I istir i rltl t rsl li,r I i ziltlo).
n,t'ií,rr nirr.irlir, tlt,sit'r'1.r, l,ll t'ottto l.r ittl.tgitlaron IOS eUTOPeOS/ deSde
Las consecuelrcias (,n la pr()rlLrccií)n intclccttr.rl lris¡rarlo..rllrcIi-
lir¡f'f olt y .tt¡ttt'llos ¿rllericanos para quienes resultaba
hast¿r I lt,gcl,
cana fueron previsibles c'letltrtl de este marco: el pelrsamiento libe-
t,onveniente iniciar la iulrcl¿rción de la vida cultural de la nación a
ral hispanoamericano -por lo menos la tendencia más eurocentris- historia en la órbita occi-
ta- operó sobre la afirmación de supuestos que revelaban sólo una P.rrtir clel xrx para insertar su verdadera
rlcntal.
faz de la superficie, ocultando al mismo tiempo toda la problemá-
Correspondió a los historiadores -liberales y conservadores sin
tica ideológica de la argumentación. Por ejemplo, no en pocos
nrayor distinción- formalizar en su producción intelectual ias pre-
casos, los proyectos de una literatula nacional representaban su
ferencias de las elites, que, como hemos señalado, se ajustaban a
realidad referencial en términos adánicos, es decir, se miraban
los axiomas básicos del historicismo liberal. Aunque en el plano
como nos miraba Europa: el deseo del otro aparecía como propio;
cle los discursos históricos se puede leconocel una tendencia con-
el ojo ajeno pasaba a ser el ojo con que se miraban las realidades
servadora y otra liberal por las distintas valoraciones que hacían
americanas. Europa construía a América como tarjeta postal; y la
en torno a los mismos hechos, en el fondo la división no fue taian-
tarjeta postal era luego contemplada como representación fotográ-
te, ya que comPartían concepciones comunes dado que eran
fica. Colon izaci1rl de la mirada / colonizaciór-r del imaginario. José
variantes ideológicas de los mismos sectores dominantes, fuesen
victorino Lastarria dirá: "La naturaleza americana, tan prominen-
estos de la vieja o de la nueva oligarquía. Además, la hibridación
te en sus formas, tan variada, tnn nueuo en SuS hermosos atavíos,
que se dio en la práctica entre el pensamiento liberal y el conserva-
permanece airgen; todavía no ha sido interrognda, ngunrdn que el
áor permitió observar concepciones que traducían la visión que
genio de sus hijos la explote"24. O en palabras de Domingo Fausti-
estos grupos tenían de su proceso histórico26'
no sarmielrto: "¿Hemos de abandonar un suelo de los más privile- por tas vías del hispanismo o pof el apego a modelos no hispá-
giados de la América, a las deuastacit¡n¿s de la barbarie, mantenel
nicos, la historio grafia hispanoamericana (literaria, política, y
iien ríos navegables ttbnndonntlos a las aves acuáticas? [...] ¿Hemos
social) tuvo a Europa como paradigma. Los historiadores concebí-
de cerrar voluntariamente la puerta a Ia inmigración europea (...)
an la historia como un movimiento teleológico orientado hacia la
parapoblar nuestros desierttts (...)? Después de la Europa, ¿hay otro
realización de sus propios obietivos, es decir, los de su clase. Repro-
mundo cristiano civilizable y desierto que la América?2s'
son valoraciones que parecieran reproducir a las de Hegel. Y es
la imagen ideologizada de América la que se está duplicando al Bradford Burns en su libro Ls Pobreza del progreso dedica un capítulo a la histo-
26
interior del continente, cumpliéndose la reproducción de las con- riografía liberal, "Presentación y glorificación de la preferencia de las elites", en el
..rui ,.rb.uyu que las diferencias ideológicas entre ambas posiciones se reducían a
diciones ideológicas de la expansión del liberalismo europeo. Es cuestiones de valoración. Por ejemplo, err la po1émica que mantuvieron en México
Lucas Alamán y josé María Luis Mora, Alamán afirmaba que Hernán Cortés
fundó
para él España era el
México y que el pasado colonial benefició a la nación azteca;
2a Cfr. literarios. Dntos ¡:orn ln ltistorin tlc la Atn'ctica Es¡tnñoh y dcl ¡trogrt:so
Recue rdos
paradigmaaseguir;yenrelaciónalalndependencia,Hidalgoeraundemagogoe
(primera edición iturbide el héroe. Mora, en cambio, entendió la Independencia como un movimiento
intelectuol en Chile , Librería de M. salvat, sarrtiago. de Chile, 1885
El énfasis cs nucstro. integral, que había sido iniciado con Hidalgo. Con la revolución terminaba Ia tiranía
1878), p. 28.
25 Cfr. FocunLlo. Cit¡ilizaci'on y []trbtrrir,litlitorial Universitaria de Buenos Aires, espÁolu y e-ergía la .ación mexicana. En resumidas cuentas, dice Burns, los histo-
Buenos Aires, 1969, p. 16. EI énfasis es rlttt'stro'
ria.lore, iibe.ales y conservadores invocaban 1a supremacía política, económica y
social de 1a elite criolla. O¡t. cit , pp.48-65.
ducían intt'rt's.rtl,ulrr'rrlt' p,rr'.r sí l.ts ¡rrt'nris.rs Ir.rsir,r:, tlt' l.r f ilosoiía It's. silt'rrr'i.uttlo llr, :;t,lo t'l rrt¡ur:,irrro p.rsatlo inclígentr, sir-to obtu-
de la historia heg,t'li.ur.l: lir su[.rtrt'st¿r libert¿rc] clc t'st'lls¡ríritu cncar- r',rrrrlo l.r prlsi[rilirl.r.l .lc r'(.( ()n()('('r' las culturas populares (entre
nado en la asimilaci(ru cicl progreso material europeo constituyó /n t'll.ts las irrclíge nas), t¡rrt'st'ttríarr ¿rún vivas a lo largo de la Colonia
última ratio que dictaminaba sobre los hechos del pasado. En todo y tlt'la llepúblicar7.
caso veían la historia como un proceso perfectible que se iba depu- La operación que controlaba esta problemática ideológica con-
rando de Ios obstáculos -entre ellos, de los elementos de la reali- clucía a clue para constituirse en "ser histórico" -esto era en posibi-
dad americana o el bagaje culturai español- que impedían el pro- liclad histórica- debían concebirse dentro de una concepción neta-
greso de los países de este lado del Atlántico, por ende, que se mente hispanista, 1o que les autorizaba a considerarse "hijos
realizaran históricamente. Parecía que escribir la historia era un Iegítimos" -o prolongaciones legítimas- de la civilización europea
gesto que ya gravitaba dentro de la órbita metropolitana o al a través del legado español.
menos sobre premisas occidentales: representándose en la ficción De este modo, los historiadores consagraron los gustos y valo-
del discurso histórico era ejercitar todos Ios cercos de la escritura, res de la elite, y entregaron en su obra una representación totaliza-
que era como decir los controles y supuestos de la ciudad letrada. dora de la historia nacional, exacerbando el patriotismo en las
Precisamente los discursos históricos nacieron bajo la preocu- masas populares a través de la mitificación de individualidades
pación de fundamentar la identidad histórica nacional. Significa- ejemplares sobre quienes descansaba la responsabilidad histórica.
ron, por 1o tanto, un balance retrospectivo y prospectivo del pasa- El sector popular quedó excluido; silenciadas sus manifestaciones
do colonial (para enjuiciarlo o aprobarlo), del proceso de culturales, y borradas las manifestaciones sociales de las etnias
emancipación y de la organización postindependentista. indígenas y afro-americanas. El potencial existente de la América
La histo¡ia dentro de Ia perspectiva liberal cumplió una fun- Hispana fue condenado al silenciamiento.
ción mtry particular. Así lo señalaba Diego Barros Arana cuando Los presupuestos de la historiografía liberal fueron ganando
subrayaba que la historia permitía observar en términos generales cada vez más aceptación en el ámbito sociocultural de la pobla-
la evolución progresiva de la humanidad y apreciar aquellas leyes ción, aun cuando perjudicaron a la inmensa mayoría. Terminaron
morales que determinaban este desarrollo. por imponer un sentido e ima¡;en de la nacionalidad distorsiona-
Como el problema era cimentar las bases de una futura nacio- do con respecto a las condiciones reales de los países y de sus pue-
nalidad, Ios historiadores creyeron que el desarrollo dentro del blos, pero adecuado al efecto de realidad nacional que las elites
espacio de la Europa moderna podía darles el anhelado progreso, buscaban, y también conveniente a los intereses de las elites libe-
compararon sus países con el crecimiento de una persona, en el rales metropolitanas.
cual el pasado indígena correspondía a la infancia, y la progresiva
europeización al estado de madurez. La meta era alcanzar la inde- 27 En Ia práctica sc dieron variables dcntro de ltrs interpre.tacioncs histírricas cle la
pendencia de Ia tutela española para realizarse como naciones realidad que hacían mcnos simple este panorama. En c:rsos, Ia historio¡;rafía conser-
libres, considerando ese pasado como etapa necesariamente pre- vadora rescataba l¿rs culturas indígenas pero como pastrdo clausurado, com() et¿lpa
paratoria. ¡trc-hispítnica. También Ia historiografía liberal más americ¿¡nista acc.ptaba el trporte
ir-rdígcna, pero ir-rclusivc' me'diatizado a través cle la cultura hisptlnica. Y en raras opor-
La reproducción del modelo europeo como patrón civilizador a tunidades lograban reconocer la e'xistencia de una cu]tur¿l popular oral en español.
seguir determinó ideológicamente que concibieran el origen de Estas variablcs de la tendencia general, más que revelar sus contr¿¡rlicciones, rlrostrabit
sus historias a partir de la llegada de los conquistadores españo- el carácter problemático, c¡ue' asumía la construcción dcl cliscurso histórict'r-cultural.
Irrl,ll
I ll"i ll,.rlrrz ,\ttt/,tl\'/ I'lr'¡rl¡'¡¡¡
(
siglo XVItI estuvo Profttttdalllelltt: articulado con el sentimiento de I cnrittlt'l ttl t'tllrsttst,t tlt i
raria como la historia cle la "evoluci(rn clcl t's¡ririltt lt,tt'iott.tl" 'fut' ttltttltt'ttt¡, lir t'ri1',,'rlt l,l rlr' tttttt {t'ltlttttitl'ltl s()ci¡1, c()ll L'l17 tradición
una operación que sirvió a los intc.reses de la blr|gtrt'sía curtlpcit lristirrit'.r tolrstilrri.l.t, r¿l,r lt,rrr,,rr.t, rrrrrt rCligi(ln, LlfiA COmUnidad de
históricamente triunfante. Así lo apuntaba José Carlos Mariátegui ICrritori(), rle vitl.l r,t 0llrllrrit'¡, (lLtc se traducía erlL una comunidad
en 1928 cuando escribía su "proceso a la literatura peruana", tlc cultura. Esta corrccptualiz¿rción unidimensional de la nación se
vcr¿i rcforzado con un concepto de literatura nacional igualmente
donde problematizaba esta concepción por lo poco adecuada que'
resultaba para dar cuenta de su país: homo¡;eneizador: el Estado burgués requería Para su consolida-
ci(rn (política y económica) la imposición de una lengua común'
cle un pueblo unido y de una literatura escrita en esa única
lengua,
El florecimiento de las literaturas nacionales coincide, en la histo-
y no piecisamente por una prioridad idealmente cultural, sino Por
ria cle Occidente, con la afirmación política de la idea nacional [...] con
la revolución liberal y el orden capitalista [. .] El "nacionalismo" en la razones estrictamente de efectividad mercantil. La unidad lingüís-
historiografía literaria, es por tanto un fenómeno de la más pura rai- tica tenía mucho más que ver con la unificación de la lengua de
los
gambre política, extraño a la concepción estética del arte (...) La nación contratos laborales y comerciales que con Ia idea de una herman-
misma cs una abstracción, una ale¡;oría, un mito, que no corresponde dad espiritualmente monoparlante. Así, las lenguas regionales
a una realidad constante y precisa, científicamente determinable2e. (por ejámplo, en el caso de los países europeos y los grupos étni-
.lr.ro hispanohablantes, como en el caso de la América Hispana)
Afinando el carácter teórico de su planteamiento, precisaba quedaron marginadas o simplemente valoradas como "muertas"'
,,que el concepto de literatura nacional no traduce una realidad
Él concepto de nación elaborado históricamente por el proyecto de
mensurable e idéntica". Concebida la historia de la literatura la burguesía euro-occidental, y que luego se extendió hacia zonas
pefuana sobre la base de la lengua española como la categoría en del Teicer Mundo, resultó una categoría adecuada para las elites
r-luL^ se halla depositada la nacionalidad Iiteraria era y es a todas
letradas de las periferias porque podían reproducir el deseado
luces una quimera: proyecto político de la modernidad de sus países; pero al mismo
ii"*po, no había disponible en la tradición letrada del momento
El dualismo quechua-español del Perú, no resuelto aún, hace de la las
otras categorías equivalentes que hubiesen permitido articular
literatura nacic¡nal Lln caso de excepción que no es posible estudiar
realidades plurales y heterogéneas de las sociedades multicultura-
con el método válido para las literaturas or¡Iánicamente nacionales,
nacidas y crecidas sin la ir-rtervención de una cot.lcluista3o' les. No en vano para estas latitudes fue una construcción doble-
mente ima¡;inaria.
Y es quc. la idea de nación/literatura, además de ser arbitraria, A pesar de que esta concepción del fenómeno literario resulta
está forjada sobre un concePto de nación que suPuso, en su limitada y limitante, en su momento se ofrecía como la contrapar-
tida renovadora -e históricamente necesaria y fructífera- de la 11a-
mada Literaturgeschichte. se comprendía que la obra literaria era la
este libro (cntre 1983 y 1985) se ubic(r cruci¡rlmentc en el lí¡nitc de un período de cierre
y ¿lpertur¿¡ cle la ager-rda de los debates de l¿¡ críiic¿r literaria y cultural latinoamericalra;
expresión de la individualidad de un autol sobre la cual incidían
lírrrite histírrico clc reflexión signado ¡xrr lo t¡r.re fut- La cittdLttl lctrndn (7984) de Angel el clima, el medio y \a raza, inmersa en una sociedad y en una
I{ama, y c¡ue poclría abrir el períoclo postnacional, postcolonial y postmoderno. época determinadas. El carácter de una literatura estaba anclado
)"
en una serie de factores contingentes -básicamente sociales diver-
Cfr.Sictc¿r¡srTvos dcitrtcr¡trL:ttttií»td¿lttt't'tlid¡tl¡tarunnn,op.cit',pp'234-235'
rt) lbíd., p.236. de
sos y de momentos históricos cliferentes- que no podían hacer
122 llt',rlr iz ( ,orlz.tlt'z lilr'¡rl¡.¡¡1
cs¡rl1'¡¡1l,r, tlt'tttt l),r',rtl. tlr",,r1,,tlr't itlo, ttlttttt¡ltteltttrl y heroiccl de
ella un objeb ahistórico, ¡ltcntp()r¿tl y Lrliv('r's,rl. l.r rtt¡rtttt'.t ('()lt l()s lit.rrrpos.rntigrros. Sc lrizo n'r'irrit ,rl ¡rut'Lrlo las tradiciones pretéri-
preceptos neoclásicos eran definitivos. l.rs t'tllllo nrtlt.r-tcntos tllot'iosos rlt' Ia cttmunidad. También el mito
El auge del historicismo liberal implicó que l¿r apreciación de l¿r tlt'l "tt'rruño perdiclo", antiguo estado de perfección en que había
Iiteratura se relativizó. Se proclamó el carácter arbitrario de la nor- t'xisticlo la unidad aspirada, era la expresión ideologizada que el
matividad universalizante que absolutizaba las obras extrapolán- polo conservador de la burguesía liberal entregaba para ocultar y
dolas de su época y de su relación con otros fenómenos sociales. t'¿rnalizar el carácter heterogéneo y conflictivo de las modernas rea-
Se insistió en Ia necesidad de estudiar la literatura en tanto mani-
lidades sociales que debían conformar los nuevos estados. El Esta-
festación particular de sociedades concretas. Se consideró en clo-nación era un artefacto reciente, nuevo; pero la nacionalidad
forma positiva la diversidad de las culturas, porque también con l-rubo que crearla como si hubiese sido de larga duración. El gesto
el nuevo sentido empírico que permeaba el conocimiento se pon- cle las fundaciones deseaba ocultarse detrás de complejas opera-
deró la existencia de diferentes climas, razas, geografías y costum- ciones que lo desplazaban en el tiempo, creando precisamente esta
bres como instancias que influían en la formación de una literatu- inmensa ficción del pasado, de las tradiciones, de la historia.
ra. El intento de individualizar los pueblos se expresaría en este De este modo, la Edad Media -sin duda idealizada- sirvió de
cu lto a los nacionalismos.
panacea para cimentar el origen de la lengua nacional, concretán-
En consecuencia, interesó establecer la tipicidad de cada una de dose a través de obras literarias (los poemas épicos), que, a laluz
las literaturas a partir de rasgos ajenos al hecho estético, porque de las exigencias del liberalismo, sirvieron para ver en ellas los
fue a través de estos que se especificará la nacionalidad de cada valores magnificados de una supuesta nacionalidad pasada, des-
pueblo. Dentro de este marco también se entendió que el estudio virtuada en los tiempos presentes. La masa de escritos históricos
de la literatura podía ser histórico y que su naturaleza podía ser supuso que los pueblos, individualizados y definidos, eran identi-
cambiante. Se entendió que estas modificaciones estaban someti- dades preexistentes; y de lo que se trataba era de rescatar esa iden-
das de alguna forma a leyes, que fueron comprendidas bajo una tidad perdida en el tiempo.
concepci ón evolucionista. En particulal, los alemanes se erigieron en los apóstoles no sólo
Así, la obra pasó a ser considerada como un documento históri- de la creación del Estado nacional -respaldados por las teorías de
co, mediante la cual el pasado podía ser restablecido en una cade- Hegel-, sino de la creación de toda la ideología del nacionalismo
na de momentos decisivos para fundamentar la profundidad del decimonónico. No es de extrañar que ante el carácter disperso de
"espíritu nacional". Para ello, la correlación que se hizo entre len- sus condiciones materiales fueran los pioneros en la elaboración
gua y nación condujo a la exhumación de aquellas obras literarias de un cuerpo teórico que reemplazaba de manera ideológica la
del pasado medieval como origen fundante de la nacionalidad. unidad que difícilmente existía en las formaciones sociales y eco-
De manera particular, en el contexto de la formación de las nómicas. De allí que fuesen precisamente ellos los que hicieron
naciones europeas la elección de cierto pasado como período fun- fecundos adelantos en la historia literaria.
dacional de la nación cumplía una función nada inocente. El obje- Podemos concluir que en Europa el nuevo proyecto político-
tivo prioritario era crear el efecto -aunque artificial- de una uni- cultural pudo crear sin mayores contradicciones conceptuales una
dad nacional orgánica del presente pero proyectada hacia atrás. literatura nacional, que, al servicio de la nación moderna, se Pre-
Pero el proyecto de unidad fomentado en el presente se planteaba sentaba como una realidad de antiguo origen. La toma de una
más bien como la recuperación cle una unidad perdida en el
l.'l llr',rlrz ( rltt¡l,'t ',l, l,lr,r,
c()ttciclt('ia histtirit'¡ p('t'r)liti(i cl.tlror'.u'(.()r) ('ll,r un.rlr¡t'lo strstt'¡rti lo¡¡ l,¡ t'st lilur',1 tlt'r',,1r),,,'r,lrr.t,,,, l'llo rto inv.llirl.r t¡trt'ltaya Itabiclo
ble de transformaci()t.rcs, pcr() cr¡ya cscn('iir tlr' .rlr',rrrr,r f rlrrrra ¡rcr- tttl,l l)t'('()('ttl),tt iolt lll:,lo¡lr l:,1,r ,r l¡ li¡'go clel prtrcesg cle constitu-
manecía inalterable. Casi nos ¿ltreveríamos a rlct it'(lr.rc lo (lue sc r'it.rn rlt'lrls l'lirt.iorr,rlisruo:;. IJrr,r ('()sir cs el nacimiento de una con-
buscaba con las historias literarias era crear u'n cfcct() dc historícidatl t'iclrcia n.rcion¿rl crioll.r y str rcgistro en ciertos discursos de carác-
de la cultura nacional, entendida como el soporte de lo nacional a tt'r hist(rrico-cultural -y¿l presentes, como vimos, en el siglo xvlt-,
través de la unidad de la lengua. Al revés: el naciente nacionalis- y otra es la escritura propiamente dicha de las historias nacionales
mo europeo pudo fundamentar el efecto de su profundidad conro expre.sión de otra conciencia histórica una vez constituidos
nacional gracias al historicismo literario. Por ello, la Edad Media Ios e'stados nacionales.
fue representada como un atractivo espacio fundacional edulcora- En todo caso, como las naciones en Hispanoamérica fueron cre-
do, con una versión mística del cristianismo, que podía servir de adas mediante un proceso bélico de larga duración, esto condicio-
hábil contrapeso a los agresivos tiempos modernos, donde la bur- nó la aparición y naturaleza de la reflexión y la producción histo-
guesía iba imponiendo una mentalidad crecientemente monetari- riográfica. Por ejemplo, aquellos países que no sufrieron los
zada y materialista. Clase y proyecto económico y social nuevos, estragos clevastadores de las guerras de Independencia y donde
sin tradición, con dispositivos tecnológicos autentificadores del las estructuras coloniales no se arraigaron con tanta profundidad
poder: tal vez como nunca antes las tecnologías de la ficción a tra- -en cierto modo Chile y el Río de la Plata- pudieron consolidar
vés de la escritura -gracias a la masificación de la imprenta- pro- más prontamente el Estado nacional, lo cual brindó un clima de
dujeron una proliferación de discursos cuyo impacto persuasivo estabilidad que facilitó esta labor intelectual. Es deci4 presentaron
fue rápidamente advertido por los nuevos sectores hegemónicos. condiciones más favorables para el debate intelectual dentro de un
Las implicaciones del poder imaginativo y representacional clima ideológico antiespañol, que facilitó un horizonte más despe-
de/por la palabra fueron articuladas en buena medida a 1o largo jado para la reflexión acerca de una cultura e historia literaria
del siglo xtx en función del complejo tejido de las sensibilidades naciona]es. Por otra parte, la hegemonía de las fuerzas conserva-
nacionales. doras durante las primeras décadas obstaculizó, por un lado, el
Quedó así consustanciado la idea de un origen de la nación surgimiento de las historias Iiterarias, pero por otro, estimuló la
anclado en el "pasado medieval" porque allí nacía la "única len- aparición de una intelectualidad más radicalmente liberal, que
produjo una ensayística que trataba de delinear el perfil cultural e
¡;ua" concretada en "obras maestras" que prefiguraron esa nacio-
nalidad política. histórico de las futuras naciones. Fueron arenas de intenso debate.
En la América Hispana estas cuestiones tomaron otro cauce; al Y es este vasto y no menos polémico conjunto de artículos los
menos adquirieron un grado de problematicidad que revelaba la que conforman el corpus de la historiografía literaria hispanoame-
dificultad en adoptar mecánicamente los modelos y soluciones ricana del siglo xtx, que, talvez más crítico frente a lo que debía
europeos. ser nuestra literatura e historia literaria nacionales, planteaba una
Por varias razones, las historias literarias nacionales en Hispa- serie de aspectos que resultan hoy de suma actualidad, sobre todo
noamérica surgieron en la segunda mitad del siglo xlx cuando la porque constituyen una rica veta para alimentar una perspectiva
fclrmación de los estados nacionales ya había alcanzado una relati- más latinoamericanista en la disciplina.
va estabilidad. Hay diversos obstáculos, entre ellos, algunos de Las dificultades para articular Io que debía ser la literatura
carácter político y otros de carácter epistemológico que posterga- nacional, y, por ende, su historia, estaban en relación con el carác-
t.'
C'l't't'tttos (lt¡(' ( ()tlr[)r'('rl(l('r'rlt'r'stt' nt()(l() t'l ¡n,u¡ r] ('n (lu(' tlcbir'- rt'sIrttt'slits t'tl torno,r. (lu(' ¡.r:,,r(lo t'lt'gir'; tltitlcle funcl¿rr el clrigen;
ron surgir Ias histori.rs litcrari¿rs puecle pone r ('n [('l.l clc juicio la r'rirrro rn.1r('i)r l.ts t't.r¡r,rs, (lu('ollt'.ls st'lt'ccitln¿rr; en base a qué crite-
afirmación, por dcrn.is sir-nplista, del atraso de la América Latina rir¡s rietcrnt i r-ra r I ¿rs r l[r r'.ls P rr l¡ri :r rrrctr tc "nacionales".
en cuestiones literarias. Más biery la postergación de estas forma- Sirr lugar a dudas había una incipiente tradición histÓrico-lite-
ciones discursivas revela la especificidad de las manifestaciones r'¡ri¿r anterior al siglo xtx. Pero esos catálogos y bibliotecas, si bien
culturales de nuestro continente. st' podían asimilar, no dejaban de pertenecer al período de domi-
La historiografia literaria, no sólo de este período sino de los rración española, o definitivamente -como la obra de Eguiara y
siguientes revelará la cualidad de esta problemática. lrguren- los modelos que proponían del pasado no se ajustaban a
Pero ya en la segunda mitad del siglo, en la medida en que el Ios requerimientos del cuerpo letrado liberal.
liberalismo se moderaba y el pensamiento conservador se moder- En este renglón de cosas, así como en otros asuntos, el corte
nizaba, fue surgiendo una perspectiva menos caldeada de los áni- cpistemológico que se deseaba hacer era radical. Las aguas debían
mos antiespañolistas, que permitieron el desarrollo de una actitud volver a su cauce; decantar la efervescencia ruptural contra la tra-
más serena para el estudio del pasado, y encontrar en ér el inicio dición hispana para viabilizar el florecimiento de las historias lite-
de la vida cultural de los países. rarias nacionales también una vez más consolidado el aparato
EI arraigo, por un lado, del liberalismo económico, y, por el burocrático estatal.
otro, de la difusión de las teorías del progreso y del evolucionis-
mo, hicieron necesaria la construcción de discursos históricos que
ofrecieran la imagen de una historicidad que se ajustara a la idea A. Herder y la historiografía literaria del liberalismo europeo
de progreso buscado por las elites. se produjo una reconciliación
con el pasado colonial. Pero, a despecho de las variables que del Sería arriesgado afirmar que los problemas planteados por la
pensamiento liberal y conservador pudieron entregar al respecto, historiografía literaria hispanoamericana siguieron los pasos de la
se coincidió en que la nación preexistía en ese pasado colonial, y europea. Sin embargo, a pesar del esmero con que los intelectuales
su historia no era otra cosa que el proceso que había vivido por se abocaron al desentrañamiento de la realidad americana, siem-
Iiberarse de la esclavitud que impedía surgir el ser nacional. La pre estuvieron familiarizados con las principales corrientes del
racionalidad de Ios discursos históricos dispusieron el eje teleoló- pensamiento europeo y más con aquellos autores -como en este
gico de la causalidad en función de la libertad conquistada con la caso- que hicieron aportes seminales para el desarrollo de la histo-
República. ria literaria.
Tampoco sería justo señalar de forma drástica que ras historias La conexión con Europa no sólo era un hecho, sino una necesi-
literarias surgieron a raiz de la moderación del pensamiento libe- dad para las elites hispanoamericanas. Por lo tanto, la difusión de
ral. Aparecieron porque también emergió una preocupación por ciertos enfoques generales de la historiografia deben ser más bien
hacer un balance más objetivo de la historia hispanoamericana, y considerados como axiomas que también coincidieron con la inter-
porque sin un mínimo de objetividad positiva la historia como dis- nacionalización de las condiciones materiales y culturales del libe-
ciplina y escritura no hubiera sido factible. ralismo.
De todas formas, escribir las historias literarias nacionales fue Figuras como Andrés Bello dialogaron con la teoría de Herder,
un reto nada simple. suponía tomar una serie de decisiones y dar y muchos historiadores de la literatura estuvieron al tanto de los
l.i.' lir'.rl¡rz (.\tt/¡lt'/ l,lr'¡,1¡,¡¡¡ l,t,r
l)t'tltloft's tlt'r'sl,ts itlt',ts tlt'Ilerrlt,r,r'r)u(.lr,rs rlt'l,rs lristtlri¿rs lite- tlll,l (rllllis,r tlt' lt¡t'l z,l (lll('('ltl()t lrr't l,l tlll(l |t'llt'xit'lll 'rt¡t(llrtlt-ll¿t tl
rarias (luc s('('s( t'i[)i('t1 )t) t'rr t'l si¡5lo xtx fucro¡r llistori¿rs
d,ela¡toasíu, lorz.l[r.r lr,tt'r'rl.t tlt'n l r o t ll lo:, lrrtt lt'tos Ir'¡zacltls ptlr el petrsamien-
porque entendier., (Jr.r('crr er ren¡;uaje de la lírica se plasmaba lo lniis rle pcnclt'nlisl.r tlr.l t'rrrrr-ittt¡re ritrlismo, las ideas de Herdel
er
carácter de una naci(r,: lengua, poesía y pueblo .or,rtitríu.r
rr,, crr cantLrio, estit-l-lularolt ntt'totlol(rgicamente a que los intelectuales
unidad indisolubte. rro s(rlo comprendieran su cultura como resultado de condiciones
Además, lengua y poesía estaban condicionados por el propitrs, sino a valorarla en su esPecificidad.
ambien_
te, la historia, el clima y la curtura. De ailí que Herdlr
tuviese una August Wilhelm Schlegel terminó por darle a la teoría de la his-
moderna concepción social de la literatura. En particula4,
la poe_ krria literaria un sentido más dinámico. Supuso que la serie histó-
sia, al ser el lenguaje de los sentimientos, tenía que
actuar positi- ric¿r formada por las diferentes edades no podía verse pormenori-
vamente sobre la vida cultural de ra nación. y viceversa,
la consti- zadamente como hacían los eruditos, sino que había que
tución política de un pueblo era a su vezracausa principal
para el r'ontemplarla como :una totslidnd orghnica. Aunque cada obra de
surgimiento y desarrollo de una cultura. El arte ," r"r".,tí, .rrte -en el pensamiento de Schlegel- constituía un objeto único,
en los
períodos de esclavitud, mientras que frorecía bajo ra democracia. había que considerarla como perteneciente a una serie, y compren-
Para Herder había que expricar cada obra de acuerdo clerla a partir de 1o que la había precedido y seguido. También un
a su
época, pues recibía la infruencia del medio, de ra cultura,
de la r-riterio de selección debía guiar la tarea del historiador: sólo 1o
sociedad, de la política y de ra naturare za. De este modo,
la ritera- representativo, la obra "clásica" debía entrar en la historia litera-
tura de cada país tenía sus propias leyes, porque también ria. Pero Schlegel se cuidó en subrayar que la biografía del autor
eran sin-
gulares su historia, su gobierno y su crima. be acuerdo rro formaba parte de la crítica: "la poesía o cualquier otro producto
con esta
lógica no era conveniente extrapolar las obras de sus
respectivos espiritual está tan desligado de la persona de su autor ctlmo la
contextos comprendiéndolas bajo ros marcos de otras
curturas. fruta que alguien come está desligada del árbol". La vida del escri-
Por último, Herder confería al autor un rugar determinante.
Er tor no explicaba la obra, sino un sistema de valores estéticos abso-
poeta era el creador de la nación a través de la creación
del lengua- lutos y el sistema de obras coexistentes3a.
je. La particularidad que le imprimía sellaba
el carácter también Con Schlegel encontramos la raiz de 1o que sería posteriormen-
particular de la nación como entidad humana en la historia. te con Dilthey el método de la "Geistesgeschichte", es decir, la
Las ideas de Herder permitieron superar ra concepción
limitan- superación de la mera recopilación de datos en función de la arti-
te de las poéticas clásicas y abrir el horizonte valorativo
hacia la culación de todas las manifestaciones culturales de una época en
comprensión positiva de otras culturas y entenderlas su mutua interrelación.
como el
resultado de condiciones naturales, sociales e históricas
particula- Esta concepción habría de perderse posteriormente con el adve-
res' Aunque estas ideas no fueron privativas de Herder,
sÍ pode- nimiento del positivismo, donde la historia Iiteraria degeneró en
mos considerarlas como planteamientos modélicos de
la nueva una nueva versión de los "estudios anticuarios".
orientación que iban a tener los estudios de la literatura. En una orientación cercana a la de Schlegel, Theodor Wilhelm
Para los historiadores en Hispanoamérica la teoría de
Herder Danzel combinó presupuestos hegelianos anunciando a Benedetto
tendría consecuencias fecundas, ya que de arguna forma
ayudaron
a contrarrestar Ia concepción hegeliana de la historia.
Mientras 3a C/r. René Wellek, HistL¡ria de la crítica moderna fi750-1950), Credos,3 vols.,
que la filosofía de la historia de Hegel constituía ideológicamente
Madrid, 1969, vol. 1, p. 198.
li',tlr rz ( ,t¡ttz.tllz lilr'¡,lr.rrr
(lu('('n t'l ,rrrrIrito ('rn'()l)('(), .1 l,r lt,t r¡rrrl,r r'¡rot.¡ rlc l.ls
I'¿rrt't'icr',r sitlo rrrr n.llt'jo t.s¡r,1'¡¡1,¡¡ (,ltt()l)('o. l,,t:; t tllttlit'itll.lt's rn¿rtCrialcs de Ia
teorías c1c las ltislori,rs Iitt'r'ali¿ts n¿rcioltalt's sir',rriri t'on ¡rror.rtittrtl tlt'1,t'rrtlt'ltt'i.t Ito tlctr,lnlnl,ltott ctt l,t Iltist.lt¿t clirecCión laS fOrmaciO-
una actitud crític¿r ¡l vt'r t¡trc las nacientes histori¿rs ¿rpelras rebas¿r- rrt's idt'ttltigicus lroltro¡it'ttciz.ttttlo slls contenidos. Por el contrario,
ban el trabajo de recopilaci(rn de datos, Ia elaboración de tablas l.t rcccpci(rn cle l¿'r cultr¡r¿ ntetropolitana se recreó a Partil del
cronológicas, la acumulación de hechos disímiles, pretendiendo irn¡-rulso autonomista y la marginalidad del nuevo contexto; más
con ello explicar las obras y construir el sentido de individualidad .rúrn: la situación colonial pfopició formas culturales y prácticas
nacional que debían tener estas historias literarias. sor-.iales no sÓlo propias, sino experiencias históricas anticipadas al
En cambio, en Hispanoamérica, aunque las historias literarias t.0ntexto europeo. La explotación por vía de la esclavitud preparó
también iban a padecer de estos defectos y limitaciones, creemos, la explotación industrial; el blanqueamiento de la población por
sin embargo, que con ello se estaba cumpliendo con un trabajo qut rnétodos criminales en aras del progreso nacional llevado a cabo en
por razones coyunturales no se había podido aítnrealizar:la labor algunos países de América Latina, fue un modelo nada desprecia-
filológica del establecimiento del documento literario. Las histo- ble para el programa del Nacional socialismo de la Alemani a nazi.
rias hacían las veces de diccionarios bibliográficos y de enciclope- Sin embargo, como señalamos en capítulos anteriores, la inmer-
dias culturales. EI diseño del corTttts no estaba constituido cuandcr sión de la América Latina dentro del nuevo sistema librecambista
ya se estaba pensando en trazar los períodos de una literatura también fue avalado Por un pensamiento que trasponía en otros
cuyas obras se desconocían. códigos la misma situación de dependencia económica.
Pero la producción ideológica nunca es simple. Se revierte por
lo menos en una doble polaridad: aquella que reproduce los mode-
B. Andr'es Bello: escribir la historia desde Hispnnoamí:ricn los extranjeros, y aquella que enfrenta en forma creadora las
influencias, sometiéndolas a una discreta selección; la una imita, la
De manera habitual se considera el rico patrimonio cultural de otra expresa más adecuadamente un Proceso genuino de defini-
los pueblos hispanoamericanos originado desde Ia Ilustración ción propia; una parte deductivamente de teorías establecidas, la
hasta el siglo xtx como el reflejo más o menos pasivo de influencias otra se enfrenta inductivamente a la realidad para desprender de
que vienen de fuera. Esta apreciación sólo fija un ángulo de Ia com- ella las conclusiones. Por lo tanto, el problema en aquel momento
pleja situación de dependencia clue ha vivido el continente. Desde no consistía sólo en el antagonismo entre "originalidad" o "ameri-
la conquista, la realidad de la América Hispana estuvo sometida a canismo", y "europeísmo" o "imitación".
las condiciones internacionales de una historia común. La situación En algunos niveles de la producción cultural puede tratarse de
de dependencia económica y política que le confirió esta interna- un asunto de perspectiva; pero en otros campos la cuestión se puede
cionalización no significó que sus productos culturales hubiesen plantear en términos de método. Y aquí ya nos ubicamos en un
terreno más espinoso: el de la epistemología de las ciencias huma-
nas. En este sentido, el pensamiento de Andrés Bello fortaleció con
nus, a pesar del siglo y medio de distancia, nos permite apreciar la casi permanente todas las exigencias del rigor científico la mejor tradición indepen-
tentación de quedar absorbida la historia literaria por 1a función coleccionista. Atrapa- dentista del continente. Su americanismo no se quedó en una ver-
da en el discurso monumentalista del patrirnonio nacional, incita periódicamente a su
propia reflexión crítica. El reclamo que hoy se le hace al género va por derroteros bas-
sión temati zada en la serie de Siluas, sino se expresó en la indepen-
tante parecidos. clencia que asumió su pensamiento frente a los modelos europeos al
E
lltutriz c.nz'i''z l ilr'¡rlr'rrr
clc
Ii,llo, ,r tlilt,r.|n. t,r rlr,illrr,,, lll,,loli,ttlol't's llis¡'alto.ttl-tt'ric'rrrtls
r,\.||nlt¡u, l.r gramática de la lt'trt,,tt.t t'spitñolil, l.t lilo:;olí.1 tlt'l t'lrtt'rl l,t (,¡rrtt..r, r.t,r.lr,rzo (.()n (,n(,rl,,t.r l,t:,
"t'sPt't'trlltcitll-tcs ll-tetafísicas" y lo
tlirrricnto, el modo de esttrtli,¡r l.t lristoria, la geogr',tlí.r, la legitirlti rytrtl st' ¡i. t'l-l ll¡llt,rl' "l'r lrist.t'i'l liltlstifica"'
Formado en la meior
dad de las constituciOrrt,s, l,t:; rliR't'Irices de la ecluc¡t:i(tl-l univt:rsi[¿r de todas las Polé-
lr¡clicitir-r clcl ernpirisrtro irrglós, insistía a lo largo
ria,lafuncionalicl¿ltl tlt' l,¡ ,tslrttltotlría, y un sin fin de otras materi'ls Lastarria I Jacinto Chacón y
clt'l nric¿.rs (1uc sostuvo con José victorino
su pcrs¡-rt.t.tiv,l rrrt,lorl()lr.r¡,,itir sc inscribió dentro de la corriente a la Universidad
liberalismo indiscri crr las valoraciones de sus memorias presentadas
p,,,-lr,,l,.,.,'i,,,.l1o li[¡t'r..rl, [)('r() n¿tc]a más ajeno a ese ante todo los hechos: "Ver las cosas como
cle Chile, en esclarecer
r r i n a cl a Ir tt'tt te eu ro pcísta y tambiéir
falsamente progresista' través de teorías
fueron, y como no pudieron menos de ser; no al
r
l,it r'tlttltlsitlrr r',rtlit.rlr,r r'rt (lu('s('Ir'¡sl¡cl.r[r.r l,r r',rlrtlr,z univ('rs.ll Itilitl,rtl tlt'r¡trt, l)utlrt,:,r'r'rrlrr'r,,,rr t onor'ittttt'trtos.rjtrstaclos a I¿r reali-
cle Itts prirtcip-rios rlt'l,rs t it'rrt'i.ls natLrr¿rlcs y físicas r'orrr'l'ctados er.r rl.rtl, y t'otrtri[rtril'rlr'r,r,lt,tnorlo r'lt lot'ttt¿t prtlclUCtiVa y fUnCional a
los adelantos tóo-licos-- ¿ l¡s t'it'ncias sociales, no advirtiendo que lrr l,r t'onligtu'acirilt rlt. l,r r'.rliolt,rlitl.ttl tlc país. De lo contrario, la his-
legitimidad de estas disciplinas exigía otros presupuestos que con- ttlria sc pcrcierítt r,lr.tlrstl'.tt'r'itlt'ttts, en teorías, y Sería inútil Su exis-
trolaran su rigor científico. En cierto modo, se absolutizaba cual- It.r'tci¿'r.
quier tipo de conocimiento partiendo de la garantía que daba el Las observaciones de Bello estaban encaminadas para estable-
saber no sólo de las ciencias naturales sino de la validez universal ccr las bases de un procedimiento más objetivo en el ámbito de la
del producto cultural europeo. Pero Bello cuidó en distinguir que: producción de saber en las ciencias humanas o del espíritu, según
la acepción de Ia época. Aunque nos interesa destacar los alcances
[...] trna máquirra puede tras]adarse de Europa a Chile y producir que ha tenido su pensamiento en el campo de la historia, estas
en Chile los misrnos efectos que en Europa. Pero Ia filosc¡fía de la his- reflexiones tienen que ver coll una preocupación más de fondo:
toria de Francia, por ejemplo, la explicación de las manifestaciones con la teoría del conocimiento. Todas las consideraciones clue Bellcr
individuales del pueblo francés en las varias épocas de su historia,
lrizo sobre las diversas rarlas del saber gilaron alrededor del modtt
carece dc sentido aplicada a las individualidades sucesivas de la exis-
del cottt'¡cer. Y aunclue hoy en día es más frecuente hablar de episte-
tencia del pueblo chilenc¡43.
mología, existe, no obstante, una diferencia con la teoría del cono-
Los hechos empíricos no tenían en la mirada de Bello la misma
cimiento: ésta abarca un camPo más extenso; mientras clue la epis-
naturaleza; fueran estos sociales o naturales determinarían indu- temolo¡;ía vendría siendo más bien aquella pafte que se rerficre
dablemente la metodología de las diferentes ramas del saber cien- puntualmente al conocimiento en sí, es decir, al modo cómo se
Conoce, a las estructuras mentales que inciden en la aprehensiírn
tífico. En la defensa que Bello hizo por establecer un horizonte de
de lo real. Bello, al centrar las formas clel conocimiento del hombre
hcchos cnrpíricc'rs señalaba el error de aquellos que le malinterpre-
Iirbir r.r, pretendiendo:
y de la sociedad en una PersPectiva hispanoamericana, estaba
apuntando a una epistemología contextualizada para Ia produc-
1...| reducir Ia cierrcia histórica a un estéril y superficial empirismo.
ción de discursos reflexivos sobre las realidades sociales del conti-
Porclue en nuestra humilde opinión, tan empírico es el que sólo aprerr- nente. Podemos decir clue trató de elaborar a su modo los marcos
de de segunda o de tercera mano proposicionc.s generales, aforísticas, dentro de los cuales debería desarrollarse el sobü americano sobre ln
revestidas de brillantes metáforas, como el quc se contenta con la cor- renlidsd omericana como condición indispensablemente Previa Para
teza de los hechos, sin calar su espíritu, sin percibir su eslabonamien- la construcción moderna de las naciones. Este maIco, que suponía
to. Es preciso en toda clase de estudios convertir los juicios ajenos en una explicitación de s¡i situación enunciativa en el diálogo implíci-
convicciones propias. Só1o cle este modo se aprende una cienciaaa. to y no menos contestatario con la inteligencia metropolitana,
debía ser la plataforma sobre la cual enrumbar -como él mismo lo
Siguiendo el pensamiento de Bello, detenerse en los hechos hizo_ el diseño de la ley, de la gramática, de las ciencias físicas y
como premisa metodológica era reclamar para la historia Ia posi- exactas, de la historia, de la geografía, de la lógica, de la enseñan-
za, de la literatura. Fracturar la dependencia dcl modelo europeo
1r And rés Bello, "Mt¡do de e,scribir la historia", op. cit., p. 241 .
cle pensamiento no fue siernpre un obstáculo suPerado a lo largo
1r Citado por Guillermo Feliú Cruz, op. cit., p.253. de su vasta obra.
l.lt, li,rlr, (,r'r/,r1, / l,lr'¡,1¡,¡¡¡ | ,+'i
l'crtl sin ('nll),u1,,(), ,l su nr()(l() tlt'vt't, sr-rlo r'l l)ri)l',r(':i() st'ltotlt'í,t urit'lrlos lisir'os \' (lllnu(,,', ,1,. l,r lrrr,,l,rlt,lr',r y tlt' la liralrcia entr¿rn en el
cumplir si sc ¡rirrtí.r t.slr¡rli,lrrtlo l¡s conclicior.rt's tlt'l,rs ¡rro¡ti.rs t't'a- r',rtttlitl st»litlirlio tlt'lorl,r:, l,¡,, rr,rt rt,rrt.s rlr'l ¡¡lolro. Ptrtt lafilosofia general
lidades también clesclt' u n.l [)('rspcctiva arnc'ric.tt.l¡: tlc ltt ltislttrit rro ¡t¡¡¡11,' t ttntlttt'tt ttrt:; t lu .filLtsoJia pttrticular de ls historia de
tttt prtdtloti.
Con la "independencia del pensamiento" Bello se estaba refi- [E]l señor Chacón ha dicho muy bien que el mundo científico es
riendo a Ia elaboración de patrones de conocimiento discursivo solidario: las conquistas de cada nacióry que cada hombre hace en é1,
que diferían de las categorías mentales europeas. Introdujo distir-r- pertenecen al patrimonio de la humanidad. Pero es preciso entender-
ciones, que, salvando el horizonte conceptual de la época, resu]tan nos. Los trabajos filosóficos de la Europa no nos dan la filosofía de la
en la actualidad de suma utilidad, sobre todo para la diferencia- historia de Chile. Toca a nosotros formarla por el único proceder legí-
ción metodológica entre las ciencias naturales y exactas de las timo, que es el de la inducción sintéticaa7.
sociales.
Bello distinguía dos especies de filosofía de la historia: Los alcances de las ideas de Bello resultaron sorprendentes si
pensamos que estas cuestiones fueron discutidas en la América
[l-]a una no es otra cosa que la ciencia de la humanidad en general, Latina con intensidad a partir de los años de \970, sobre todo en el
Ia ciencia de las leyes morales y de las leyes sociales, independiente- campo de los estudios literarios y ahora culturales: debate reabierto
mente de las influencias locales y temporales, y como manifestaciones con las nuevas perspectivas postcoloniales y estudios subalternos.
necesarias de la íntima naturaleza del hombre. La otra es, comparati- Los principios generales del método deductivo e inductivo
vamente hablando, una cieucia cotrcreta, que de los hechos de una correspondían igualmente tanto para las ciencias naturales como
raza, de un pueblo, de una época, deduce el espíritu peculiar de esa para los estudios históricos, que de alguna forma representaban
raza, de ese pueblo, de esa época [...]. La filosofía general de la histo- para Bello lo que hoy en día son las ciencias sociales. Sin "la obser-
ria, la ciencia de la humanidad, es una misma en todas partes, en vación directa" difícilmente se podía llegar a conocer la realidad
todos los tiempos; los adelantamientos que hace en ella un pueblo
chilena. Para Bello lahistoria es la ciencia o (filosofía) que:
aprovechan a todos los pueblos [...]. Es como en las ciencias naturales
la teoría de la atracción o de l.a1uz: las leyes físicas y químicas 1o
mismo obraron antes en el mundo antediluviano que ahora en el [...] debe estudiarlo todo; debe examinar el espíritu de un pueblo
en su clima, en sus leyes, en sus religión, en su industria, en sus pro-
nuestro; lo mismo obran en Ia Europa que en el Japón; los descubri-
Andrés Bello, "Modo de escribir la historia", oyt. cit., p.237. El énfasis es nues-
a5
Andrés Bello, "Modo de estudiar Ia historia", en Obrns Cortt¡tlctas, op. cit., vol. tro.
23, p.249. tbíd., p.240.
I lli lh..rlrr; (,o¡¡,..¡1,,,, ,,1r.¡,1¡,¡¡,
tlut t iottr,:; .l l t:,l r( ,r:,, (,n :;lts llu('rf(ls, ('t) su:- lt,l l,r:, \, (.1(,n(.¡(ts;
¿y (.()t)l() rlt'l.r llistori.r litr'r',rlr,r.¡rrctl,rl,,r rrrplir'.rtl.r tlc algtrn¿l iornra en las
pttclit'rit lt.ltt'tlr,:'l l,r lrrslot'i,¡ It() (l('splt'g(ls('.rrl(,r,ll.r l«rtlos los hecltos
olrsr'rv¿rr'ion('s (lt¡(' li'llo Itiz.o ,r l.¡ llistoria en gencral.
de cse ¡:trt'trlo, totl.rs l,ts lonu,ts (lLrc sucesiv¿-lnlr: ntt, lra tonr¿rcftr cn cit(1.)
llt.llo sc cl¿rba t'r¡t'rrt.r tlt't¡trt'si no se abrazaba una posición
una de Ias fulrcioncs tlt' I.r vitl¡ ilrtelcctual y moral?a8.
rncnos politizada cs clccir, cn otros términos, más desideologiza-
Durante los años en que se llevaron a cabo estas polémicas, n.
rla- Ios estudios históricos no se hubiesen podido desarrollar;
todavía más: no se hubiese podido reconstruir el pasado de los
había una diferencia tajante gntre la historia y la literatura. Es
l-ruevos países y superar esa absurda situación de ser naciones
decir; el arte de escribir la historia no estaba separado de las bellas
pero carentes de trayectoria histórica y cultural. La tesis de Bello
letras, o lo que es lo mismo, de un concepto amplio de Ia noción de
obligaba a asumir una realidad, establecerla y analizarla, y no
la literatura capaz de abarcar géneros como la filosofía, la crónica,
reemplazarla como querían muchos de los historiadores contem-
el ensayo biográfico, el discurso político, los sermones religiosos,
poráneos con sistemas filosóficos impregnados de un idealismo
el género epistolar, y, desde lue¡;o, la historia y las bellas letras
subjetivo, que terminarian, según Bello, por tergiversar las propias
propiamente dichas. Habrá que esperar el fin de la centuria para
realidades.
que se diese un cambio cualitativo en el campo de la producción
Por lo tanto, el conocimiento de los hechos, partir inductiva-
intelectual y el surgimiento, por Ias nuevas condiciones de trabajo,
mente de ellos, debía constituir el principio básico sobre el cual no
de un área específicamente "estética".
sólo cimentar cualquier teoría, sino determinar 1a especificidad
En cierta forma, la noción que se manejaba de ,,literatura,,, si no
concreta de las realidades americanas frente a Ia influencia avasa-
era imprecisa, por lo menos se asimilaba a Ia idea general de ,,vida
lladora de las doctrinas europeas. "La filosofía de la historia de
intelectual" o cultural. cabía en ella casi todo. También en parte
Europa -enfatizaba Bello- será siempre para nosotros un modelo,
porque al no tener la literatura nacional un perfil Io suficiente
una guía, un método; nos allana el camino; pero no nos dispensa
mente delimitado, la historia como género ocupó todo el interés.
de andarlo"4e.Er.las ciencias humanas el procedimiento inductivo
Más aún: las cuestiones propiamente literarias o estéticas se con-
es indispensable, porque los fenómenos sociales difieren en cada
templaban como asuntos de la historia. La polémica entre Beilo y
lugar. No así en las ciencias naturales, donde la deducción es facti-
Lastarria, por ejemplo, se llamó "literaria"; además no se discernió
ble, porque los fenómenos naturales obedecen a las mismas leyes
con claridad entre historia y literatura porque el término de "lite-
en todas partes.
ratLlra" , al no entenderse en el sentido de ficción, se asimiró fácil-
Sin embargo, para los historiadores que profesaban un libera-
mente al de "histrtria". Ambos tuvieron en común una preocupa-
lismo a ttltranza, el momento reclamaba una historia más filosófi-
ción por temas de la historia nacional, bien fuesen del pasado
ca que atenuara la importancia de los acontecimientos. Estudiar
colonial o del período de la Independencia, y ambas con una fun-
las teorías que se aplicaban a los hechos permitía una interpreta-
ción edificante. De ahí se desprer-rdía que cualquier estudio o tra-
ción del pasado y de la realidad alahlz de la idea de libertad, de
bajo relacionado con la realidad social, geográfica, politica, y cul-
progreso y perfectibilidad sociales. Esta concepción historicista,
tural se hubiese entendido como estudio histórico. Así, er quehacer
enraizada en el liberalismo ilustrado, se convirtió en una platafor-
+8 Anc'lrós Bello, "Modo dc estuciiar Ia hisbria,,, op. cit., p.24(). a'r Andrés Bello, "Modo de escribir la historia", o¡t. cit., p.240.
nta p¡ril l.t ,rtt iorr polrlir',r, prtt'sto tlttt'ctltttt'l,t,r l,r lilrt'r't.rtl ('()llt() No st'll.,ll,r tlr,:,,r1,,,r ,,1 ,'l nrr.lr,, l,,,r,l l,lrlr.rntltlltt "l¡ llistol'ia f iltlstiti-
r.,l" t,s Ir(tt,¡ro o lrr,rlr, (,¡t :,t nl:,lu{r, ll solrlt'r'l ltló[ttcltl at1 ll¿rffanclUm
"el
criterio rcgiclor ¡r.rr'.r st.lt.t'r'iorrar los hechcls clel ¡tlsatlo: c()11-lo í//fi-
ma ratio del proccso ltistririt'o. "Yo creía entonces, -recordafia Las- irrtlr¡r'tiv¡", ¡lrsoltrl,rnrr,nlr'lr,rlrl.rrrtlo, cs prcfcriblc al cltro: se trata sólo
tl¡ sitl¡cr si él ltr['t¡tlo .trl prelratrcltltn, 9 más claro, el métOdo que inves-
tarria- que era necesari() reh¿rccr la filosofía de la historia, porque
tigaba el íntimo espíritu de los hechos de un pueblo, la idea que expre-
no basta estudiar los acontecimientos, sino que es indispensable
t.rn, t'l porvenir la que caminan, es oPortuno relativamente al estado
estudiar las ideas que los han producido, pues la sociedad tiene el actual cle la historia de Chile in<J.ependiente, que está por escribir5r.
deber de corregir la experiencia de sus antepasados Para asegurar
su porvenir"50. Resalta el carácter idealista -en el sentido de enten- Al carecer del corpus básico de documentos y fuentes que hubie-
der las condiciones materiales de la realidad a partir de las ideas- se permitido clesarrollar los estudios históricos, Bello se pre¡luntaba:
que tanto Bello como Marx estaban refutando'
La historia filosófica, al no detenerse en los hechos sino en las para escribir
¿Por cuál de los dos métodos deberá principiarse
ideas o principios que creía ver en ellos, se prestaba a emitir a prio- nuestra historia? ¿Iror el que suministra los antecedentes o pol el que
ri juicios valorativos sobre el pasado. Hacía una lectura moral de deduce las consecuencias? ¿Iror el que aclara los hechos, o por el que
los acontecimientos, utilizándolos de manera selectiva en función comenta y resume? La cuestión es puramente de orden, de convenien-
de la imagen que se quería entregar del proceso histórico. Más de cia relativa (...) Pero cuandc¡ la historia de un país no existe, sirlo en
documentos incompletos, esparcidos, en tradiciones vaEIas/ quc es
las veces este liberalismo silenciaba series completas de aconteci-
preciso compulsar y iuzgat, el método narrativo es obligados2'
mientos del pasado . La raiz eurocentrista del pensamiento más
modernizante propició en la memoria colectiva importantes zonas obsérvese que el sentido que Bello le da al término de estudinr
de olvido. Esta tendencia se prestaba a enjuiciar negativamente la la historia es el de inuestigacilorz. Estudiar a partir de la materia con-
Colonia, y adecuar tanto este período como la Independencia a la creta y no ofrecer interpretaciones infundadas. Es la garantía de
idea de libertad que con anticipación se había concebido como pensar la historia como una disciplina rigurosa'
meta de la sociedad, desdibujando vertiginosamente tanto sucesos Bello, sin embargo, no descartó ninguno de los dos métodos.
de resistencia indígena como avances del proceso de hispaniza- Para convertir los estudios históricos en una disciplina que deven-
ción durante el período colonial. gase conocimientos funcionales para la construcción del país, el
En este sentido Bello intervino con otro artículo, "Modo de método inductivo o narrativo era decisivo. Nada se ganaría con
estudiar la historia", también publicado enEl Araucano en 1848, en aplicar las conclusiones "morales" que los historiadores euloPeos
el cual recomendaba para el caso de las naciones americanas, habían obtenido de sus realidades a las naciones americanas Pafa
donde la ausencia de una tradición de estudios históricos era nota- explicar sus procesos:
ble, utilizar por algún tiempo otro tipo de método para el estable-
cimiento de la historia. Era una cuestión de prioridades metodoló- ¿Hemos de ir a buscar nuestra historia en Froissart, o en Comines,
gicas: o en Mizeray, o en sismondi? El verdadero movimiento retrÓgrado
consistiría en principiar por donde los europeos han acabado ["']' Es
50 Citado por Bernardo Subercasecaux, Cultura y Sociedad liberal en el siglo xtx. Las-
tnrrin, ideologín y littrntura, Edit. Aconcagua, Santiago, 1979, p.78. Originalmente en sr Andrés Bello, "Modo de estudiar la historia", op cit , p' 245'
Misccll¡neqs histbrica y liternria (1868), dc José VictorinoLastarria. I lbíd., p.246.
[)r'(.( is(),r(l('nr,l:; n() (l.ll tlt,nt,tsi.ttlo v.tl()r'.r
n()r)r('nr l,rlrrr',rs lilostilit.its; lll pt,ns,rrrricnlo tlc llr'llo r r'ttllo t'l ¡rrrllrlt'llla tlt'la ¿ruttlntlmia
llcrlt'rilliz.l( ¡()n('s (1il('rlrtt'rr Pot'o o ll¿cl¿l p()r sí nlrsill,rs ill (lue Ir() Ir¡ crrlltrr¿ll tlt'l¿r Anltinr'.t llt:'¡r,ttt.t ('tl cl tcrrcntl de las disciplinas
contcr)rL)lado ll rrirtr¡r'.rlczir vivit'ntc cn las pinturas clc la historia [...]. sot'iirlcs; ctt ulta ¿ttllottotttí.t (lLl(' PCrmitía reCObrar Una perspectiva
¡Jóvenes chilclrosl a¡rrcrrrlt'tl ir juzgar por vosotros mismos; aspirad ¿r tlcscgl6nizada en cl cstuditl de nuestras realidades, y que llevaba,
Ia independencia del pclrsirrrricnto. Bebed en las fuentess3.
p()r ende, a la reconstrucción de todas las tradiciones amelicanas o
¿rl menos de aquellas que desde la óptica del letrado criollo le per-
Las recomendaciones que Bello hizo en su momento cuánto no
¡nitía visualizar. sin fortuna, el pensamiento conservador y el libe-
habrían de parecerse a los reclamos que posteriores críticos de la
ral impusieron su sistema de gustos y valores, construyendo una
literatura hispanoamericana (pensemos en José Martí, josé Carlos
imagen de la historia de la literatura un tanto desvirtuada de las
Mariátegui, Pedro Henríquez lJreña, José Antonio Portuondo, y
recomendaciones del maestro. El canon que finalmente se consoli-
los más recientes, Roberto Fernández Retamaq Alejandro Losada,
dó más bien terminó por atender a los recortes impuestos Por las
Carlos Rincón, Antonio Candido, Nelson Osorio, Antonio Cornejo
pasiones políticas. De allí que el género historiográfico haya servi-
Polal Hugo Achúgaa Nelly Richard, Jesús Martín Barbero, Santia-
do tan sensiblemente a la conformaciÓn del capital simbólico que
go Castro-Cómez, Ileana Rodríguez, Silviano Santiago, Mabel
los estados nacionales necesitaban en ese momento'
Moraña, John Beverley) han hecho y están haciendo para desem-
Creemos que esta lectura de Andrés Bello no ha sido la más
barazar los estudios literarios del control de los centros metropoli-
usual entre los innumerables trabajos que le han dedicado sus
tanos de saber, y recuperar toda la producción del imaginario
especialistasss. Queremos recalcar que el problema va más allá del
social de nuestro continente tan largamente silenciado:
anti-eurocentrismo: Bello apuntaba, hasta donde nos parece enten-
derlo, a una distinción que aún hoy en día no resulta tan clara
¿Queréis por ejemplo, saber qué cosa fue el descubrimiento y con-
quista de América? leed el diario de Colón, las cartas de Pedro de Val- entre los investigadores de las ciencias sociales, y que podría sinte-
divia, Ias de Hernán Cortés. Bernal Diaz os dirá mucho más que Solís tizarse así:
y que Robertson. lnterrogad a cada civilización en sus obras; pedid a
cada historiador sus garantías. Esa es la primera filosofía que debe- a) todas las ciencias están regidas Por principios comunes;
mos aprender de la Europa5a. b) enlasciencias naturales y exactas las leyes funcionan con un
nivel de especificidad que les da un tipo de universalidad;
53 lbíd.,
c) Ios principios de las ciencias sociales están sujetos a otra
p.249.
ta lbíd., p. 251 . Diez, años antes, Esteban Echeverría en su "Discurso de introduc- clase de universalidad: aquella que permite explicar la especifici-
ción a una serie de lecturas en el Salón Literario en septiembre da 7837" scñalaba c¡ue dad de las realidades sociales, económicas, políticas y culturales
mucho se había estucliado en la Argentina, pero nada daba cucnta de las realidades para garantizar su transformación, siempre y cuando metodológi-
camente se controlen los riesgos de una "ideoTogizaciín" q'e
nacion¿¡les en sí. "Parto de Ia razón argentina y no la encuentr() [...]. Todo cl saber e
ilustraciírn quc posc.c'mos, no nos pertenece." También abogaba para que cn los e.stu-
dios de la Iitt¡ratura nacional se partiese del conocimiento empírico de'las obras y enmascare o tergiverse la cualidad de los fenómenos sociales.
autorcs c.n sí: "Al conocimie'nto exacto cle la ciencia del siglo xtx deben ligarse nues-
tros trabaios sucr.sivos. Ellos de.ben ser la preparación, la basc, cl instrumento, en
suma, de una cultura nacional vercladeramente granrlc, fccunda, original." Concluía 55 Dentro de esta línea, queremos destacar el cxcelente trabajo de Adalbert Dessau,
en que "estamos crn una época reflexiva y racional". En Olrras complttas, Ediciones ,,Ideas, directrices y sil¡nificación histórica del pensamicnto filosófico de Andrés
Zantora, Bucr.¡os Aircs, 1951, pp. 9B-109. Bello", en Reuista de críticn literaria latinoamericana, N'" 16, 1982'
llt'llo Pr.lrs,rlr,r rr,r,r',rl,rr'l).u'.r l¡s cicncias ltt¡rtr,rrr.rs un r'st¡ttls clt' r',ttl.t'y tlt'l ,t'rr:"tltltt'ltlr' ltl'r'¡'tl l"rr olr''rs 1"tl'r[rr''ts: tlit'tgtttlir histtl-
l.i.r litt.t..rri.r t.rr l.r Pr.,rr.lrt.,r :,t, .rirr:,lr) (,ll stl ttltaliclad
al método narra-
suficicntt' r'igor; r'os,r t¡ut' l,ts r'ortstitt-lyera eu vcrcl¿rcle r¡s cienci.ls.
De este rroclo, stilo potlt'í.rr scrvir de forma orgánica al necesario liv0 rl al lll(,tt¡rlo lilos()li(,() [)t'(.s(,lltirdo por Bello. Las historias
progreso de las socit'rl.trlcs hispanoamericanas encaminándolas r.t,gistritron inevitablClltt'rrtc l¿rs tendencias liberal o conservadora,
hechos y su
históricamente hacia la civiliz¿-tción burguesa. En este sentido, ,'.,rn .1r" se tradujo en la selección que hicieron de los
Bello quería concebir la producción del saber humanístico no v¿loración.
En todo caso, podemos adelantar por los momentos'
que una
como mera especulación inoficiosa, sino como verdaderas ciencias
del proceso histórico pudo optar en
al servicio de una transformación y perfectibilidad sociales. IJna ¡rerspectiva conservadora
irlgunos aspectos por el método inductivo, para cital'
por ejemplo'
reflexión productiva, positiva. No en vano Bello se adelantaría al
orales indígenas
Positivismo. aq"uellas historias que reconocían las literaturas
pre-hispánicas. También una historia concebida baio
una Perspec-
Pero debemos reconocer que el desarrollo actual de la teoría de
por
las ciencias sociales nos permite ponderar los planteamientos de iiva liberal pudo asimilarse en parte al método deductivo'
la Inde-
Bello bajo esta perspectiva. En su época, el horizonte semántico ejemplo, aquellas que sÓlo reconocían el proceso desde
dis-
que tenía a la mano pudo haber limitado los alcances de sus agu- p"r-rd"r'r.lu.-En Ia práctica las cosas no fueron tan claramente
das propuestas que no fueron comprendidas a cabalidad ni en cernibles'Sinlugaradudas,elmodelodeBelloinduceaPensar
a una
aquel entonces como después. que el método inductivo corresPondía ideológicamente
a una
Las ideas de Bello constituyeron la expresión metodológica- perspectiva liberal americanista; y el método deductivo
mente paradigmática de los estudios históricos durante el siglo perspectiva conservadora o liberal eurocentrista'
' Ácorrtrapelo de la ideología liberal, ceñida a una perspectiva
xlx. Orientaron en muchos sentidos la investigación y la produc-
ame-
ción de las historias políticas y literarias. Neutralizaron, aunque metropolitana, las tesis de Bello representaron un contrapeso
el culto al pro-
no desprestigiaron, la fuerte influencia de las concepciones del ricanista emancipador serio, no menos fuerte que
liberalismo hegeliano de la historia. Sin embargo, hubo un consen- greso y a la modernización extranjerizantes'
so en la segunda mitad del siglo de la inminencia de fijar los
hechos y las obras si se quería entregar una historia de los diferen-
tes países que no fuera mera expresión de un voluntarismo idea-
lista. Obligó a determinar la singularidad de los procesos históri-
cos, a definir sus períodos como etapas cualitativamente distintas
de los modelos históricos europeos.
A pesar de que Bello pretendía darle a la historia todo el rigor
requerido, la escritura de las diversas historias configuraron las
formaciones ideológicas, y en cuanto tales, fueron susceptibles de
ser capturadas por otras formaciones ideológicas más englobantes.
Las historias nacionales, en tanto prácticas ideológicas discursi-
vas, se acercaron o alejaron del modelo metodológico de Bello,
según y cómo traspusieron los axiomas del pensamiento conser-
l'nnl,lll
) t.t I I t(Alilo: l'tll-íIMICAS Y DuclsIoNES
lir rNDnt'lt-lN l lt,l, t AN4t\
miento de la historia de Europa sólo redundaría en beneficio de la macrorrelatos, de la historia quc imaginaba narrativas totalizantes, de la puesta en
cuestión del saber absoluto de las ciencias sociales- nos permite re-contextualizar
americana siempre y cuando se principiara por la propia. Pero, estás polémicas tejidas en el pasado a partir y alrededor de las propclsiciones de'
por otra parte, también entendía que la vida de los pueblos se Andrés Bello en eI marco <1e su etapa fundtrcional, y posicionarlas er-r la encrucijada
entrelazaba, y 1o ideal era no perder una perspectiva del conjunto. inicial ¿e la modcrniclad. Lo cual nos obliga ahora a acotar que la imaginación históri-
Con timidez esbozaba un estudio comparativo: ca deseaba pensar en la posibilidad de crear discursos confiables, reflexiones clue ver-
saran sobre e1 acontecer humano y que aI tiempo gozaran de la garantía social de
"ve.rdac1". Por ello el énfasis -incluso de Bello- en la "obietividad" del documento, el
Debiendo el estudio de la historia abrazar la de todos los países, i
re'spaldo en fuentes y hechos, no fue otra cosa que una ficción también cuyas conven-
habiendo acontecido en todos ellos muchos hechos a un mismo tiem- ciones preferían acordar cl juego o la fantasía de su "verdad objetiva". La idea dt: ver-
tebrar ¡arrativas que crearan la ilusión de una totalidad continental -ese supuesto
,,anrericanismo literario" formó parte también de esta agenda de representaciones
1 Citado por josé Luis Martínez, Unidnd y dioersidad. delaliteratura latinoamtriconn, imaginarias, que los tiempos que actualmente corren de post marxismo, estructuta-
Cuadernos |oaquín Mortiz, México, 1972, p.95. lismo, colonialismo, foucaultianismo- se han e'ncargado de re-situar o desinflar. A
2 Francisco Vargas Fontecilla, "Discurso de recepción pronunciado ante la facul- despecho clel desvanecintiento de buena parte de las categorías más sírlidas que 1a
tad de Humanidades por Don Francisco Vargas Fontecilla el 12 de ]ulio de 1852", en moclernidacl ha entregado, la reconstrucción de las coordernadas bellistas sobre este
Anales de l.a Uniaersidad dc Chile, enero de 1853, p. 359. horizontc forma parte dc las resistencias del latinoamericanismo'
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entregab¿l cstttclios [)¿lr('iill('s tlc ópocas o de paríscs' ['1.toca clrrcli.r' es esponerse ' t:T^lt""O"t
de los lltlsttrcliar sol¡rltt'lltt' tttt't
Lo.s reclamos del rlor-l-lir-tic-¿rr-ro emPalmaban con muchos ideas; porque no conociéndose
rrr¡l cl iiro clue erl ell¿r h¿rrl tomado las
planteamientos que fueron acertada o agudamente presentatlos t'l t'spíritu que ha reinado en los siglos
prececlentes' tampoco puede
se trata de
durante el siglo xIX cuando apenas comenzaban a delinearse los ('()nocerse u forlao que ha dominado en la época que
"t forma una prolongada cade-
estudios histórico-literarios. cstucliar. La vida intelectual del hombre
Las ideas de Vargas Fontecilla encerraban en germen una com enlazadas con todas las que les
na; las ideas del hoi están íntimamente
prensión orgánica y dialéctica no sólo de las condiciones materia- han precedido ["']o'
ies sino del modo de conocer las realidades americanas como
un
el estudio
todo articulado e interrelacionado. Propuso una oPelación meto-
Su historicismo y su PersPectiva orgánica' tanto para
como de los diversos paí-
clológicamente integradora en la cual, si bien el punto de partida tlcl conjunto de los diferentes períodoi
que el estudio de la
debía ser el conocimiento de la historia del propio país, también scs,le llevó a concluir que "si es indispensable
veía la conveniencia de ampliar el estudio a manera de círculos linaje humano' no 1o es menos
historia abrace todas las épocas del
concéntricos a fin de abarcar pueblos vecinos. Y es en este
sentido
cl que se estienda a todos los países"7'
que él consideraba que la historia de España también incumbía a
Seguidores del método narrativo
propuesto por Bello' como 1o
Gtttiér.rez' ti:l?t]T' ei pri-
los americanos: fueron Vargas Fontecilla Y Iuan Maria
mui imperfectamente los
mero, en que "conocienio la juventud
Para ese mismo americano tiene un especial interés la historia
de absurdos' perdiéndose de
hechos se echan en brazos de sistemas
España, i debe prestarle una atención preferente' La vida de
la Améri-
este modo en abstracciones que
ni saben coordinar ni manejar con
ca es la vida del pueblo español, modificada por circunstancias lclca- difícil el surgimiento de una
tino i prudencia"E; y, et seg'ndo' veía
les. A la América fueron trasplantadas las instituciones, las creencias, hubiesen precisado los textos
i si historia de la literaí"u 'i ántes no se
la lejislación, el idioma i las costumbres de los concluistadores;
son en nuestro suelo' y exhumados los documentos:
queremos conocer lo que todos esos elementos
esmenesterqueConozcamosloquehansidoenlatierraquelessirvió la que impone la- averiguaciÓn de
[...] es una tarea muy laboriola sin clasifica-
de cuna.
hechos pasados, ;;ñ éstos se hallan aún encerrados y
Estareflexiónnoshacevercuandeplorableeseldescuidoiairn en impresos sueltos de difícil
ción en los archivos o consignados
desdénconquc,entrenosotros,miranmuchostodoloqueconcierne en lo posible a narrar' y sólo en
adquisiciÓn [...] nos hemos sujetado
a la España i a su historia'. la tÁponsabilidad de juecese'
muy raras ocasiones hemos asumido
r'tt.tlitl,ttlt's rlcl nltrr(l():,i n() s('(()¡t)[)r'('rl(lt'rt lr,:, lrt'r ltr,,,'1". l,,l ¡rnr[.llt.rtr,l t'lo t,ttl¡.,r1,,r ,,.rlo t.tr
r.slu,li.tl'l.r litt'ratttr¿l dCl paSa-
[jrr t'l tr¡lrs('r.r's().lc los iln()s parece haLrt'¡'st'(()nlun(lido Io t¡rrt' rlo r'ololri.tl it tl'.tvt's tlcl t':,l,ll,lct tlllit'llltl tlc Iils fucntes bibliOgráfi-
con tant¿.t cl¿lricl¡cl lr.rlrí.r rlclinritaclo Juan María Gr,rtiérrez: la il'rvcs t,,ts, sino la ctlttt¡rrt.ttsir.tlr tlt't¡ttt'itsí C()lIlO la SoCiedad era SUSCepti-
tigación y la interpretaciírn; la interpretación infundada o la ertrcl i lrlt.rlc Lur¿.r cvoluciílrt, tirrrtbi['ll la literaturaque la "reflejaba" y era
ción engorrosa. r,xPrcsi(rn de esos cambios. El historicismo introdujo un concepto
Gutiérrez aportaba -y tal vez sea en este sentido el primer críti tlinlrrnico en la literatura. si 1a "sociedad progresaba",la literatura
co e historiador de la literatura moderna- para los estudios litera tirrnbién; por lo tanto, tenía historia. Y es su historia la que permi-
rios de nuestra América un deslinde metodológico que distinguía lía rnedir los progresos de la sociedad:
niveles y tareas. Para él toda la literatura anterior debía ser puesta
al día para que llegara a comprenderse realmente su función den- Ha creído [el jurado] que aquel que merecía más en este punto, era
tro del panorama de las letras a partir de 1830. Con una concienci.r el que mejor hubiese comprendido las modificaciones, los cambios
lúcida se abocó primero a recabar las obras literarias: stt Am?ricu decisivos, que 1a literatura recibe de la variación y progreso de las cos-
tumbres, de las creencias, de los elementos que constituyen la vida de
pobtico (1846) fue la expresión del magno esfuerzo por entregar la
los pueblosr2.
producción poética de una América emancipada en un reto por
superar las distancias e incomunicaciones del vasto territorio.
Estas palabras de Florencio varela estaban introduciendo una
Por esta vía, la necesidad de rescatar la documentación lo llevó
visión dinámica de la Iiteratura acorde con el desenvolvimiento de
a interesarse por el pasado colonial. Y es a través de la búsqueda
la nación. Además, interesa subrayal por las concepciones folma-
bibliográfica que fundamentó una tradición literaria americana
listas de la literatura que habrían de prevalecer posteriormente,
que no renegaba de la Colonia:
que estas generaciones manejaban una concePciÓn social del
No comenzaremos por examinar si tenemos o no una literatura, hecho literario. La poesía y la literatura, como manifestaciones del
porque semejante investigación no cabe dentro de los límites que nos lenguaje, registraban e ilustraban no sólo el "proceso social", la
hemos trazado. Lo que sí parece c'¡ue puede sentarse como un hechcr particularidad de las sociedades, sino que eran en sí mismas cate-
es que no carecemos de literatura, puesto que nadie puede poner en gorías históricas. Varela continuaba:
problema clue tanto en la época colonial como en la subsiguiente
nacieron y vivieron en el seno de nuestra sociedad varios hombres de conocer la literatura de un pueblo en una época, es conocer su
talento y de estudio que dejaron notoricls vestigios de estas calidades estado de civilización en esa época. Entre nosotros casi toda la litera-
en la tradiciírn en sus escritosll. tura destinada a vivir más allá del día, está limitada a la poesía: en
ella está nuestra historia, en ella nuestras costumbres, en ella nuestras
Gutiérrez, al plantearse a propósito la pregunta, superó el blo- creencias, ideas y esPeranzasl3.
queo epistemológico cte los intelectuales ideológicamente más
radicalizados, que, aferrados a una serie de aporías (entre ellas, la La valoración del dato, de los textos, de los hechos literarios,
negación del pasado), se encontraban sin tradiciones culturales y condujo a la exhumación del pasado colonial; el método narrativo
sin literatura.
r2 Citado por Beatriz Sarlo, o¡r. cit., p.73.
rr Citado por Be.atriz Sarlo, o¡r. t'r1., p. t35. ti lbíd., p.65.
x
I
ttclecLttt-
dt' llt'llo rcsl,rlrlcr'io r'on lrtt'r'z.t la carlt'¡r,r lrr:,lolrt,r; t'l ¡rrittr'i¡ri1¡ t
lrrtlt,¡rt,rrtlit,nlt,rrlr,rrl(, tlr,l,r ilt,t\'(rl'() lll('ll()l'1rt't'Iittt'trt'iit,
ustl, siempre un
inductivo pt'r'rrriliti t'orrstrt¡ir ur-ri.l tradicirin Iitt'r.rrirr, y, por enclt', r.iolr 0 irr.it,l.to tlt, l,|l; l)r,il()tlt./,1( loll('s litt'rarias ¿rl
político-
dar pie a las lristori.rs tlt' la lite ratura. r,stlUr.tl)rl rlt, ¡-rt'r.itltliz,rr'iolr t rlr't't,s¡-rtlttcle a un proyecto
,.,,,.]i,,1; y traslucc clt,alg[r. .r.cltl los valores ideológicos de
la elite
La historiografía L'n ¡lcncral, y, desde luego, también en particu-
controla la
lar la literaria, son construcciones discursivas culturales; son artc- lultttr¿tlmetrte dominante, Qu€ en última instancia
his-
factos retóricos; objetos de composición verbal, que, lejos de repro' tlt'it'rtrittación de la etapa temporal culminante de un proceso
ducir acontecimientos del pasado,losproducenen el lenguaje;y así lirric., el momento de iunda.iór-t d"l mismo, el tipo de aconteci-
que deciden el
más bien ponen en evidencia el modo de pensarlos, de represen- rtrit'ntos (políticos, sociales, económicos' culturales)
tarlos. El hecho en sí es una ilusión dellenguaje historiográfico. Lo irricio y d" los períodos,la densidad o simplificación cualita-
"ifi,-, su valoración' Toda
que es indicativo en el modo de saber de Bello es que haya susti- tiv¿r de los mismor, lu ,"l"ttiÓn de datos y
la imagen ideológica que el gruPo
tuido hechos del lenguaje de sello eurocéntrico (la filosofía históri- ¡rcriodización lleva implícita porque verá
ca europea o mletodo deductiao) por archivos de lenguaje hispanoa- social en cuestión quiere tener del Proceso histórico'
mericanos (el documento o mletodo inductioo). La memoriatrabqa en t'n él refleiados sus intereses de clase'
la historiografía; y lo que obtendremos siempre serán formas de Hoyendíalosprocedimientosdeperiodizaciónestansiendo
cuenta de la comple-
representación que suponen recortes, selecciones, cegueras, olvi- t'uestionados, pues resultan limitantes para dar
dos y represiones. iiclad de lus realidudes
culturales' Pero es que también la disciplina
El cuerpo letrado que fabricó esta historiografia literaria des- tlelosestudiosliterariossehadesarrolladoypermitetalesbalances.
literarias
plegó en su discurso todas sus utopías, pero también ocultó sus Sin embargo, en el siglo pasado, cuando las historias
temores y fobias. e ran discursos aún por construirse,
periodizar suponía ser una
en materia de
ttrrea experimental ?undadora' Se partía de cero
parecer los
modelos periodificadores' Y aunque hoy nos puedan
emplean-
2. EN ToRNo A LA pERroDzacróN LITEITARIA resultados un tanto esquemáticos -a Pesar de seguirlos
de una operación
do- no sería justo considerarlos como productos
méritos difí-
Trazar cortes o etapas cualitativamente diferenciales en un cor- mecánica. Todo lo contrario' Se le pueden reconocer
historias litera-
pus literario plantea una serie de problemas que rebasan en apa- cilmente adjudicables a muchas de las modernas
y nacio-
riencia el hecho mismo de la periodizaci1n convirtiéndola en una rias: e1 de haber pensado la literatura hispanoamericana
operación nada espontánea. Probablemente en la actualidad el uso nalapartirdesucarácterespecíficamentediferentedelaeuropea
bajo una con-
que hacemos de los manuales e historias literarias nos haya habi- de aquel momento, y el haber diseñado sus períodos
tuado a ver nuestra literatura etiquetadabajo una serie de cómo- ."p.ió.tsocialdelaliteratura,curiosamentedeudoradelpensa-
dos rótulos (Barroco, Romanticismo, Realismo, Colonia, Criollis- miento herderiano.
mo, generación de 1837, generación de 1918), que facilitan nuestra I,ensemos,porejemplo,¿cuántasdelashistoriaslaliteratura
las nomencla-
comprensión racional del sistema literario porque entregan pun- hispanoamericana Áa, .ottotidas no han adoptado
Realismo' Natura-
tos de referencia significativos que ayudan provechosamente a la turas de Renacimiento, Barroco, Neoclasicísmo'
eventual percepción unidimensional de la línea imaginaria del lismo, Simbolismo, clasificaciones de ascendencia europea Para
tiempo. periodizar nuestto Proceso literario?
sin t'nrlr,r'l'(), l),u,r l,rs ¡it'nt'rat'ioncs ¡-riortt't'.ts tlc t'sl.t o¡rt'rat'iírrr, l,,slr¡tlios tottto cl ,ltrl lltz,, l,r',r' Vlt lol lllo l,.ls1'tfl'i'l t'tl /lti't'S/i3rt-
r,lrrllr,s st¡ltt.t,ltt ittlltr,,ttr ttt :,t,t tttl tlt, ltt trtrtr¡ttisltt i dL'l SiStt'tlttt Cttloninl
dC
Ia col'lcicnci.r rlt.t'st,u'lurrtl.rrrtlo Lnra naci¿)n, rrsí conro creanclo ttr.t.t más positiva
Irts ts¡ttrt-trtlts t,tt l'ltilt, tlr. lfi,l,l, irrvirlitlaL¡¿tlr utra actitud
literatur¿r clrrc lc tl it'rir t'x¡rresi(rn, impidió en algunos aspectos
y olrjctivtt tambiórl- ¡rar.r t'stltdiar la Ctllonia'
-como éste- la asimilaci(rn cspccular de los esquemas historiogri'r Si bien Lastarria reconocía que eran dos los "puntos culminan-
ficos europeos, aunque en otros niveles la permeabilidad y adc-
tcs de nuestra historia, la conquista i la revoluciÓn de Independen-
cuación ideológica del proyecto liberal europeo eran innevitables.
cia", se refería a la primera como una época donde el poder de las
Uno de los puntos cruciales de la periodización -por lo menos
rnalas costumbres la inutiliza, la corrompe también o por lo menos
para las generaciones del Romanticismo liberal- era el reconoci- está en oposición
l¿r reduce a una disposición sin vigor ["'] porque
miento que se hacía de la existencia de una literatura que represen-
con los intereses inmorales i los vicios de los que debieran eiecu-
tase los valores de la "nacionalidad", que asegurase culturalmente
tarla u obedecerla [...].Es indudable que la codicia era el elemento
la expresión del proyecto político nacional. La determinación del
corruptor que había depravado a los conquistadores hasta el
origen o momento fundacional de la literatura estuvo sujeta a una
punto de hacerlos perder todo sentimiento de humanidad i de reli-
serie de variables que escapaban a lo específicamente literario,
lit n; ulos vicios que el
atraso de la época les había inspirado con la
pero que fueron escollos ineludibles en el momento: cómo enten- que
educación, a las falsas doctrinas i preocupaciones antisociales
der la nacionalidad literaria; desde cuándo podían rastrearse sus
una corte estúpida fomentaba [.."] se agregaban pues' los deseos
inicios; qué determinaba ese nacionalismo. No olvidemos que
inmorales, los intereses criminales i la corrupción ["']"15'
estas preocupaciones en Hispano América se debatían dentro de
Estaconcepciónatrajoanumelososliberalesdelmomento,lle-
un contexto de intensa lucha anticolonialista y aspiración de inde-
vándolos a concluir que la literatura nacional iniciaba su primer
pendencia cultural que condicionaron la variabilidad de las res-
período glorioso con la Independencia: "Nin¡;una Iiteratura ame-
puestas.
,i.ur"tu prrao haber mientras duró la dominación de la España;
Las posiciones políticas más radicales no comPartieron los
Colonia ninguna puede tener una literatura propia ["']' Alumbró
planteamientos de Andrés Bello. Su "americanismo liberal" no les también
la llama de la libertad [...] y en el gran sacudimiento naciÓ
permitía concebir la Colonia como un período susceptible de ser
la poesía nacional, hermana gemela de la independencia", decla-
rescatado. Para este grupo eI esfuerzo de una historia literaria casi
raba Florencio varela en el "lnforme de la comisión clasificadora
no se justificaba puesto que las obras que integraban este período
del certamen poético de mayo" del año 184716'
eran como 1o señalara Diego Barros Arana:
Tanto varela como Esteban Echeverría iban a reconocer só10
[...] u., reflejo débil y pálido del movimiento literario de Europa, dos períodos en la literatura nacional: el primero, el que obedecía
a los años de la contienda arma da, y, el segundo, al
lapso postin-
no ejercieron influencia alguna sobre los otros elementos sociales así
como no retrataron su espíritu. Por esto creemos que pueden reunir dependentista. Echeverría, basado cn una concepción organicista
"las historias literarias" noticias más o menos prolijas acerca de un
escritor del nuevo mundo, pero que no es posible bosquejar una his-
toria literariala. r¡ Citado por Julio I)urán Cerda, Llisforia tle Am'crictt (2 r.ols.), Universitaria, Chile,
dt'l¡ llistori.r,
lrir[rl.ll,.r tlt' l.r "t'tl.rcl lrclrrit.r" l),lr,.r r1,lr,r'ir.ri(,.1 l.l (,t.ll),1 l,,ts t'ttttt't'lrt ioltt'r; lcllolrrl'l( ¡l:' tlt' I lt'r'tlt'r y clt' Ilt'¡¡cl e rtrrr un
de "niñe2", p()r l¿ ('uill .rtr'.rv¡(,sa t()cl¿r I¿l litt'r..rtur..r (,¡ sLrs c()¡rierr lrut,nso[-ror'1t'tt'irl'itot¡ttr'¡rt'r'tttill,tl.ttlrtlt'tl¿rciílnycomprensiírnen
zos; y Ia "edacl de l¿r raztin s.' vcr¿1" corno el períocro de la maclurcz ctir1'ras clt' la Iiter¡tttr.t Itisp.lrlo.tI¡tt'ric¿lua'
y de la reflexión: lilrrrencio varel¿r a¡rlic(r -y cluizás por primeravez eÍr la historia
tlt, nuestra vida literaria- el criterio generacional para definir estos
Dos épocas, pues, en nuestra vida social, igualmente
¡;loriosas, tlrrs momentos. En el mismo Informe mencionaba a la generación
igualmente necesarias: entusiasta, ruidosa, guerrera, heroica la una,
rlc la Independencia (o de Mayo), que entonó "cantos de g]U:eÍra",
nos dio por resultado la independencia o nuest¡a regeneración políti-
"l-rimnos de victoria", "qt)e forman el hermosísimo monumento
ca: la otra pacífica, laboriosa, reflexiva, que debe darnos por fruto ltr de las luchas
c.le nuestra primera poesía nacional"; y la generación
libertad. La primera podrá llamarse desorganizadora, porque no es
de la espada edificar, sino ganar batailas y groria; destruir y emanci- civiles, que se caracterizaba por una poesía de "tinte más filosófi-
par; la segunda organizadora, porque está destinada a reparar Ios co", "firás templado", "más melancólico"'
estragos [...] y echar el fundamento de nuestra regeneración socialrT. Estas tres propuestas -esbozadas entre 1837 y 1841.- destilaban
todavía el fervor de los ánimos de la guerra de Independencia; y la
La concepción organicista era frecuentemente utilizada para falta de distancia histórica es lo que permite explicar el silencia-
periodizar la Iiteratura, pues se ajustaba al esquema del histc¡ricis- miento del período colonial. No obstante a todo ello, muchas his-
mo liberal, que entendía todo tipo de cambio como proceso evolu- torias de las literaturas nacionales recogerán la concepción y crite-
tivo. También Juan Bautista Alberdi señalaba que "ra vida de tocja rio de varela y hablarán con preferencia de "generaciones" para
literatura" se dividía en tres períodos, y que "si es menester carac- periodizar esa época, y también ubicarán los inicios de la literatu-
terizar nuestro momento literario, preciso es convenir el que se ra nacional en ese momento (por ejemplo, La literatura argentina de
refiere al primero de los tres períodos [...] ar período primitivo y 1917, d,eRicardo Rojas, como la lntroduccilon de la literatura hispano-
clc fc'cundación. Lo contrario sería sostener que estamos en nues- americana de 1969, de ]ean Franco)'
tro siglo de oro literario, que es la segunda época de toda poesía, Los acontecimientos políticos, la ruptura formal con la metró-
Io cual es un absurdo, o que tocamos nuestra decadencia inteligen- poli española, fue lo que motivó en el quehacer historiográfico un
te, que es el tercer período, lo cual es más absurdo aún corte absoluto con el pasado, e hipertrofiar la República como
[...] si nues_
tra poesía ha de ser expresión de la sociedad que nace determinante de la nueva situación cultural. "Rigurosamente
[...] es nece_
sario que, como nuestra sociedad, nuestra poesía sea nueva hablando -decía Alberdi- la juventud no es la autora de este cam-
t...]. Si
ella es hermnnn getnela de la Independencia, como ha dicho el Infor- bio; lo es principalmente la democracia"Te'
me, ella debe ser niña también, y como niña, fuerza es que la Pero a mediados de siglo, ya los ánimos parecían serenarse, 1o
acompañen todas las flaquezas [...],,18. que permitió tener otra perspectiva sobre el proceso literario. Los
criterios se relativizaron pudiendo observalse que la Independen-
cia no se podía tomar como cimiento de todos los orígenes y cam-
17 Esteban Echeverría,
"Discurso pronunciado en el salón literario de 1g37,,, en bios. En átras palabras, no se podía manejar tan drásticamente los
obras Completas, Edics. A. Zarnora, Buenos Aires, 1951, p. 99. Compilador
Juan María
Cutiérrez.
18
Juan Bautista Alberdi, Escritos sobrc cst?tica y prLtblem.ns tle Ia litcrnturn. Edics. La
Rosa Blindada, Buenos Aires,1964, pp.47-42. le Juan Bautista Albercli, ibíd., p.37.
l¡
('()rt('s ¡tt't'iotlolotlir'os ititror'.tntlo UIl.l l,tlr',,r cl.rlr,r.u)t('fi()t'. S(' St'r'r'lt,rll.ltl l()', ( lllll¡ lll," tlt'llll'1 "t" t'rl'tlitl'ttl lltl('\'l l't'l'it'irl'fl' V
ltt-til gltlSil tltl laS
t]mpCZaL)a (l ('()tlllrt't'rttlt'l'(lu('l()s límitcs cntr('rul ¡rcríoc1o y ()tr() Irtlr.si,rr)0 tt.s,rl,,r,1,,lt,t,r'l rlr'llllt"'lt,r lr'r'olt¡t'iirlr I
eran fronte ri.rs c()nv('nciona lt's qLte en realidad no clejaban traslucir r.t'lrtr[llit'.rstlt'(,1.t'tt.t1l(tlttt.t;st.tlt's[¡ltltl-tabatrlastr¿rc]icionesde
clue nos habían lega-
el verdadero car¿icter clc lt¡s cambios. Ni la Independencia err sr It,l.ln¿ soci¡l y ¡rolítir..r, rlt. Pt'ns.rrrrit'r'tto, cle estilo,
reliquias sagradas las
misma marcaba el inicio de una nueva literatura, ni tampoco l.r ,,lo los cspirñolcs, y Ios ¡roctas ttl¿rtltenian como
Ia expresión de la
trac'liciortes literarias cle una poesía que había sido
Colonia era una etapa carente de manifestaciones literarias clt' era la palabra de
sociedad clue caía bajo nuestros golpes; 1a libertad
corte americanista o pre-nacionalista. Tímidamente se advertí¡ y del arte; Ia democra-
orclen en toclo, menos en las formas del idioma
que una cosa eran los cambios políticos, que podían ser abruptos,
ciaenlasleyes,laaristocraciaenlasletras'independientesenpolítica'
y otra, las transformaciones culturales que no siempre acompasa- colonos en literatura2l.
ban a aquellos. El proceso literario podía ser relativamente inde-
pendiente. se advertía
La importancia de esta observación radicaba en que
El mismo Alberdi corrigió la falacia en hacer datar el año de
lúcidamentelaautonomíadeladinámicade]aserieliterariacon
1810 como el origen de la literatura nacional argentina y la inexac- entre sí
respecto a la serie social, a Pesar de que ambas guardaban
titud de dividir el primer período en 15 años y el segundo en otros uná relación si no mechnica, sí disl'ecticn La literatura,
entonces,
15: "Esta observación es capital porque Ios hechos de armas no reflejo' El pro-
aunque registraba los cambios sociales, no eran su
son la clave explicativa de la gran mudanza ocurrida en nuestra Naturalmente cllte
ceso literario tenía y tiene' sus propias leyes'
literatura, como parece establecerlo el lnforme"20. no dis-
Alberdi no podía e*prera,lo de otro modo; pero sus ide¿rs
Podemos desprender de estas acotaciones una serie de suge-
mucho áe planteamientos actuales en torno a los problemas
cle
tan
rencias implícitas de gran validez metodológica, aparte de su
la periodización y naturaleza de los cambios literarios'
actualidad: 1) periodizar no es trazar divisiones mecánicas que de 1o que
Estas apreciaciones de Alberdi llevaban el germen
separen tajantemente los procesos literarios en un antes y un des-
algunos aávirtieron rápidamente que con la Independencia
1a
2t lbíd.,
PP. 32-33.
)o lbid., p.32. I Citaclcx por Josó I-r.ris M¿rrtínez, o¡t' t:it'' p'79'
t,
t'/ t li'.rlr ru ( ,onz,tlcz ',1,'¡rl¡.¡¡'
,,t.tt't'llt'itltt(.s (Itl('lllIl(.lllll,llll. ..ll \ r.ll ¡,.rt..t t't.s.rll.tt.stl .tisl.ttttit'ttIt1,,.
clettci¿. Ilrr ¡rlirrt ipi(),rll),rrn()s [x'r]sa(l()rcs r'()nsl,tl,ut]n (lu('('l "('s[)í
r-lt'¡llagi0 clc l¿l litc-
ritu de la Cloloni.r" s('lr,uí,r lirlt'ntt' cn las manif('s[.r('iont's cultur¿rlt's l.it,riir. Atrrtrrt,itt'1',rlt, l,¡( t'l,ttt't lll('tlll pt't'itlcltt l
tres siglos" en los que si había "injenios privilegiados" eran C/rll¿, enero de 1852, PP' 457-166'
25BenjamínVicuñaMackenna,,,LoquefuelalnquisiciónenChile..Discursoensu
en 1852", en Anolas de la uni-
incorporación a la Facultad de Filosofía i Humanidaáes
23 uersiásd de Chile , N." 46, Vol XXI,7862' pp' 129-737'
Juan Bautista Alberdi, op. cit., p. 31.
l it' llr',rlr, ( ,r,rrz,rl, ,, I'l, l,lr.rl
,lc l,r ,'\rrrt'trt,r l)()[)l.l(l.t [)ol los ('r,l),urol(':', ('rl l,t ¡rt't'5,1¡.¡
Iur'.r ,utlrr',rr,r \, ()s( ul,utltsl,t, ottt t'lrt,ttt illlr' ('l lrl()( (':,() tlt't'ttt.tttt'i1r'lt'iillt st' lllAtl-
r
sitln rlt.(lu('un lr,rlr,rlo r;t'nrt'i,rrrtt's('ría (lc ltottt'.1 l,.u.r los rt.tciclos clt t'l Ir,,rIr,l t,,¡rp r¡t,r lrr, lr,r ,rrrllr rrl,¡rl,tlist.r [)()r(l Llt' t]r:L-ría SLIL)Crar y
f.'
Nucvo Mrurrlo t'intlislrt'ns.r[rlt'p¿ra coloc¿lr ¿¡ l¿l luz aclccuad.t cicrtos t,onrlr.llir lits r'strt¡r'lttt,t:, t olotli,rlt's (ct'otl(rlniCaS, POIítiCaS, SOCiales
grltpos oscurt't'irlos t'rr t'l t rr.lrl ro rlc la vida colc¡nial que tanto nos iltt(' y t ttltr.tr.tlcs) cltalt'st¡trit'l'.1 t¡ttt' i'st¿rs fuerall, y en especial, aquellas li
resa conocer bicn y ¡ror e Ittr'ro-1". clel atr¿tso y lt() nccesariamente el hispanismo en sí. Las
l)()l.t.l(.1()r¿ts
¡rosiciones clue entendían la
nueva situación cultural y política
El problema del período colonial como etapa históricamente más
,...,,r-,,, una lucha anticolonialista desarrollaron una conciencia
necesaria pero poco valorada o eri definitiva prescindible quedaba
libertaria -y, por ende, más americanista-, que sin prejuicio algu-
resuelto de forma metodológica con los aportes de Gutiérrez. Sus
no pudo emprender la recuperación del pasado colonial y mante-
estudios le permitieron concebir la Colonia como una etapa litera-
nor una conciencia más vigilante frente a las tendencias eurocén-
ria más compleja; corlciliar aquellos enfoclues que aparentemente:
tricas, qlle en el terreno cultural se manifestaron a través de la
se excluían, 1z, sobre todo, discernir con entera claridad entre aque-
llas posiciones que expresaban su oposición hacia la tradición por-
irnitación de modelos franceses.
De esta forma, el interés de |uan María Gutiérrez por el pasado
que era española -posición improductiva y peligrosa- o posicio-
nes anticoloniales -perspectiva ideológicamente más liberal, colonial no entrañaba en modo alguno su adhesiÓn a la Colonia
independentista, y a la larga más fecunda. como hecho político-social. Era ideológicamente anticolonialista,
El antiespañolismo arremetía a ciegas contra todo 1o español pero no por ello renegaba del pasado españo1' Es más: sostenía
sin percatarse que había dos Españas: una librepensadora y pro- que en cierto modo la literatura colonial ya eIa literatura atneric.-l-
na. Todos esos documentos fundamentaban una tradición litera-
¡;resista, y otra retrógrada y escolástica; una democrática y otra
absolutista. Los que profesaban un fanatismo antiespañol termi- ria. Los escritores del Neoclasicismo y del Romanticismo -consi-
naban hechizados por lo francés o lo inglés. En el fondo esta pers- deraba cutiérrez- no eran los creadores de la literatura americana;
sus obras habían estado precedidas por otras; la literatura
iba cam-
pe.ctiva no terminó de romper realmente con los esquemas mimé-
ticos de un pensamiento colonizado, y se prestó con facilidad al biando por la influencia de unas obras sobre otras. Así la historia
de la cultura no comenzaba en 1810, sino mucho antes, cuando
los
re¿lcomodo ideológico del proyecto librecambista.
Se rechazaba la tradición hispana, con lo cual se huía de un escritores españoles o criollos produjeron en América o en España
componente fundamental del programa identitario de la clase obras que miraban esta tierra como suya'
Ietrada. Sin poder renunciar a este hispanismo, se sobre puso la El esfuerzo de Gutiérrez proporcionó consecuencias imponde-
máscara de la modernidad anglo o francófona. He ahí uno de los rables ya que brindaba una visión más flexible y una salida más
puntos de la esquizofrenia cultural que habría de caracterizar a los airosa para la fundación de una escritura historiadora. Pero el1 su
*o*",1to estos planteamientos eran difícilmente asimilables. Su
sectores hegemónicos. 'l)
Pero, en cambio, aquellos que entendían que la ruptura con la perspectiva integradora se proyectó en dos direcciones: consi-
metrópoli debía significar una ruptura con la España monárcprica deró que no se podía ejercer la crítica de nuestra literatura si no se
conocían los antepasados coloniales, y la intelección de ese pasadcl
era indispensable para la comprensión total del proceso histÓrico;
2) enteniió, además, l¿r Iiteratura del continente c.mo u, conjunto
2(' Gutiérrez, María, en "Advcrtcncia prcliminar" a Escrilos coloniaLcs antL'tiL'i-
Juan
nos, Buenc¡s Aires, 1957, pp.217-221. Eclitaclo por primc.ra vez bajo el título de Estadios
b io v r írfi.L:rts y c rífi trts. orgánico, con una ulridacl fundamentada en el español como la
I it|
E
It'rtgtt.t tlt'stlt'l,r ( olon¡,t. \'('r'.r óst¿t l¡ trlritl,r..l (lrl('(;tlli('rrt'z ¡lrt'- l,,st.r tottsitl('l,t( t()tt ,lt,tlr'. ltt,t ,tlrtt,l l,r posi[rilitlatl clc consicler¿rr
tcnclía alirnr,¡r'( ()n un nu('\/() s('lttid() ¿ttttt: ricJrrist.r. l,r cl ill¿irnit'¡ clt'los l)t()((':,():, t'ttlltlt.tlt's t'll tórtninOS menos unidi-
Él logrti r.rstrt'.u' tlr¡r',urlt't'l pasado una literatura colonial ame- rllt,r.rsion¿tlcs, y rt.ilrtl'otlut'il't'rr t'l Ilccho estético una política de
ricana a pesar de r¡rrt' nr('n()sprLrciaba y atacaba el sistema polítictr rt,sistcncias e.tr l¿-r lucha p()r e l poder interpretativo. Así, el período
colonial. En consecucnci¿r, ncgaba la tradición colonial española t,()lonial no resultaba una larga situación de alienación colonial,
oscurantista y despótica, pero, en cambio, afirmaba la existencia sirro un interesante espacio de fisuras, en cuyas grietas floreció
de una literatura que en la Colonia ya se podía considerar como rr rra contra-cultura criolla.
americana. En el caso concreto del análisis que hizo ala obraLiml Esto significa, por otra parte y en términos modernos, que 1os
fundada de Pedro de Peralta y Barnuevo destacaba que era en la crrntextos coloniales no Son reproduccibrl de las culturas centrales,
forma donde residían los elementos del colonialismo español, pero sino su re-producciblz: es deci¡, un doble movimiento inversamente
que el contenido "goza de pelspectivas verdaderamente tropicales proporcional: 1) producir por extensión ciertos aspectos de la
y de la fragancia de que está impregnada aquella zona de Amé- metrópoli (deseo mimético de los gruPos letrados colonizados en
fica"27. su afán de reconocimiento); y 2) producción de otra cosa diferente
Rechazaba 1o español en las formas gongorinas del lenguaje, de la cultura oficial (deseo de resistencia o contra-cultura de letra-
que se identificaban con la España retrógrada y oscurantista; dos en situación subalterna). Ninguno de los dos impulsos cultu-
mientras que reconocía y aceptaba como ¡;enuinamente americano rales es idéntico a la cultura matriz metropolitana, Pofque ambos
lo que se expresaba en el plano del contenido. La posición antihis- surgen en una condición geopoiítica diferencial; y esta diferencia
pánica de Gutiérrez no estaba reñida en modo alguno con el estu- (como
está marcada por el juego gráfico entre la reproducci'orz
dio que hacía de los escritores de la Colonia. Su interés por lo colo- duplicación especular) y la re-producci'on (cotno producción des-
nial estaba signado por la condenación del elemento español en viada o disidente del modelo).
ciertos aspectos y el reconocimiento del elemento americano entre- Posteriormente José Enrique Rodó también encontraba en la
tejido en la matriz hispánica, en el cual ya se podía vislumbrar la Colonia dos tradiciones literarias. Básicamente consideró este perí-
literatura nacional. odo como una época "privad.a de toda espontaneidad [...] reflejo
La visión de Juan María Gutiérce2, a contrapelo de las tenden-
de la monotonía tediosa de la vida y del tímido apagamiento de la
cias dominantes de su momento,liberó la comprensión de los pro-
servidumbre [...] una gran parte de la literatura de la colonia es la
cesos culturales de apreciaciones dogmáticas y mecanicistas, tanto
expresión de los hechos reales y actuales de la sociedad en que se
de aquellos que cancelaban el pasado, como las que sólo reconocí-
p.td,rcíu, pero la trivialidad constante de esos hechos que urden
an la literatura de filiación metropolitana. Más aún: su perspectiva
la trama de una existencia estéril y monótona quita todo el valor
entrañaba finas valoraciones del signo literario, donde tanto la
significativo a las páginas que los reflejan y las reduce a la condi-
forma como el contenido tenían implicaciones semántico-ideológi-
cián del diario de una travesía sin percances frente a playas desier-
cas. El estilo tenía una carga política (el lenguaje gongorino fue la
tas y brumosas"28.
retórica del imperio español) como también el contenido (la mate-
ria podía ser americana).
en obras completas, Aguilar,
José Enrique Rocló, "81 americanismo literario" ,
28
I'r'rtl iunto.l r.rl,l ",rlrorttirt.tlrlt'litt'ratttr.t tlt'tlr'r'¡rr'iottt's, tlt't'rt' ( l,l tllt ,rll(l.lllli,ljr' ¡',rl,r ( olrrl'tt'tl«lt'l l.l t rtitlitlatl cle las letras en la
quias, de fiest¡s rt'itlt's", ('n('r.r('rttr¿t [loc1(t r¡r-re t's Ltt At'tttttrlllrt "b.ritt ('olorli.l t'tr lt'l.tt irjrr ,tl rl.':;.tttoIltI lrostt'ritrr.
los pliegues de l¿'r túuric¡ r'l¿rsica [...lcs fácil percibir el latic]o clt'l l'ostt'riornrt't.ttt', t'tt lliT(), os(' Marí¿r 'lbrres Caicedo ProPuso un
f
corazón salvaje de la América". En el plano temático también cifr.r (,s(lue n)¿-r cle pcrioclizacitin liter¿rria fundamentado en la historia
el esbozo de las primeras tentativas de un americanismo literario. política. Tenía la ventajosa particularidad, en aquel momento, de
Desafortunadamente las historias literarias cuando emPezarotr oircccr demarcaciones precisas que se ajustaban a la especificidad
a proliferar en el xtx no asimilaron estos valiosos aportes de la crí- tlc la vida socio-histórica de los países americanos; relacionaba el
tica literaria. Optaron por una burda simplificación de la compren- proceso literario con el social en general; evitaba periodizaciones
sión del período colonial, jerarquizando, de acuerdo al mayor tr abstractas o aquellas basadas en acontecimientos irrelevantes; su
menor apego que el historiador tuviera hacia la tradición hispáni- csquema emanaba de una perspectiva americanista que no perdía
ca, los aspectos deudores de la España monárquica y conservado- de vista el conjunto continental: por lo tanto, los períodos contem-
ra o los elementos que a su juicio podían reforzar la tradición laica plados eran un modelo general, pero que respondían al proceso
y americanista. histórico de cada país:
Sin embargo, este rico mapa de reflexiones dio paso al surgi-
miento de una conciencia histórica que aceptó como ineludible la La literatura latino-americana abarca tres períodos que serán sin
ponderación del pasado colonial, ya fuese como una etapa en la duda adoptados por aquel que escriba su historia. El clel régimen
cual se hundían las raíces de la nueva literatura nacional; ya fuese colonial [ ..]. El segundo período, el de la duración de la ¡;uerra de la
Independencia [...1. El tercer período se confunde hasta cierto punto
como un eslabón necesario de la cadena histórica que explicaba el
con cl scgundo; nació al fin de la 6;uerra de la Independencia2e.
presente.
Hacia 1852 Miguel Luis Amunátegui entregaba uno de los, pri-
Torres Caicedo lograba integrar a su vez Ia propuesta esteticista
rneros esguemas de periodización para las literaturas nacionales
de Amunátegui con el modelo socio-político:
c¡ue contemplaba el proceso en su conjunto. Dentro de una con-
cepción que pudiéramos considerar netamente literaria, distinguía
Al principio se imitó a los autores españoles; más tatde fueron los
para todas las literaturas tres períodos: 1) una primera etapa de autores franceses quienes sirvieron de modeloi en fin, estos últimos,
aprendizaje, que sería la de plagio, en la que se copiaba inevitable- bien que conservando gran parte de la influencia que habían adquiri-
mente la literatura de otro pais;2) un segundo período de imita- do, no han impedido que se ponga a leer, a estudiar con interés y de
ci'on, en el que se pedían prestados el pensamiento, el fondo, perc-r una manera fructuosa la literatura inglesa, así como Ia de la América
no la expresión; 3) y el tercer momento, que vendría a ser el de la del Norte.
originnlidad, período al que, según Amunátegui, no se había llega- Se puede decir que la América Latina posee hoy una literatura
do aún en Hispanoamérica. nacional por el tema y el color local, literatura rica y variada [...]
Era un esquema básicamente abstracto y general; y que aplica- fecunda como nuestro suelo3o.
do al contexto hispanoamericanct tendía a imponer una perspecti-
va que unidimensionalizaba Ia apreciación de los períodos litera- Citado por Arturo Arclac¡, Gárucsls tlc ln idn y cl nonrbre tlc Am|cricn Lstitn, Centro
2'r
rios, reduciendo las variables a una sola posibilidad, porque al dc Estudios Latinoameric¿tnos li.(rmulo Callcgos, Caracas, 1980, pp. 221-239-
3'\ lbítl.
final todas las literaturas past.rríañ por esas tres fases. Pero ya ofre-
q
l'ri, lll
obrar hoy por el orden necesario de las cosas [...]. La inteligencia nos Aires, L927, P. 68.
33 |bíd, p.109.
americana quiere también su Bolíva4 su San Martín" deseaba )uan
lH',
l¡i.f li 'rlr l'' ( 't'ttt'tl''t I'lr'¡'lr'rrr
l,itr¿t r.t-lLrchos la independencia cultulal que habría de manifes- las de Lastarria y tantos
Eran las palabras de Alberdi, que como
t¿rrsc a través de una supuesta y cifrada "originalidad" efa
puesta
otros -Bello, Gutiérrez, Simón Rodríguez' Echeverría' Rodó'
en duda. América reproducía las huellas del viejo continente.
Martí-alertabansobrelosinnumerablesservilismosculturalespor
Paradoja ésta del pensamiento liberal: se discrepaba frente a la de artefactos euro-
la compulsión o fascinación ante el consumo
imitacián, pero sólo se concebía la historia de la literatura en His-
panoamérica como reProducciÓn de la europea' La coartada del Peo:
iristoricismo hegeliano se consumía en el seno de cierto liberalis-
l
Silaliteraturadebeserlaespresióndelasociedad'fuerzaescon-
mo con pretensiones americanistas. Las consecuencias de esta fesar que la hispanoamericana por lo
jeneral ha cumplido malamente
óptica teiminaban en el fondo por reforzar de forma indirecta una su misión, i en este delito cábele no pequeña
complicidad a la chilena'
historiografía literaria conservadora, más dada a jerarquizar las
illt[rtrls¿rtl.t ('n 1,,r',rl l),ulr',lr'i,r ('s('lills() l'tlt]t[)() [)()r'l():i (':j( r'it()r('s.tt'i('tt' 1',r lttt'st' l,lltt['iclt tlr':'tlr't'l ¡"tr;'ttlo t ol0lli'll tl a partir de la emanci-
tir-ros, clolnin¡(l()l(.s t'st lr¡sivos (lc rlLlcstra prcrlsa [)()r l¿lr'g() ticm¡ro, a ¡r,rt iirtr Polílit'l
('l'rll l'tol'lt'ttt'ts tlt'la histtlria literaria' La imita-
,'i,,,,r.',',..'.'r,'irllit t'l 1,r,,['l'.',,,.t tlt'la clcpendencia; el de
la originali-
quienes sin ru[ror clt'[rt'ntos c()rticsarnos deudores del servicio t]t'
haber hecho despertar crrtrc rr()s()tros el gusto por las letras, jenerali- tl,rrl l¿ ¡rcrspectivtr ¿llll('ric¿rtlista'
ambas posibilidades den-
zando el conocimiento de Ia Iiteratura moderna, pero que al propio J0só Maití ya a fines del siglo integró
cualitativo:
tiempo nos infundieron el espíritu de imitación de la escuela románti- trrr clc un programa que ideológicamente daba el salto
ca [...]. Estudien en buena hora nue.stros poetas i escritores las formas,
Adivinar salen los jÓvenes al mundo con antiparras yanquis
o
el estilo de otras literaturas más adelantadas; pero es ridículo, nada
El premio
natural i sobre todo pernicioso, el prurito de imitarlas también en, el francesas, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen [ "]'
fondo que representa un estado social completamente diverso del de los certámenes no ha áe ser para la mejor oda'
sino para el mejor
vive ["']' Conocer es resolver
nuestro3l'. estudio de los factores del país en que se
a la universidad americana
[...].La universidad euroPea ha d'e ceder
el mundo; pero el tronco ha de
La extensa cita de Lastarria nos permite ver cómo el problema [...]. Injértese en nuestras repúblicas
de 1a originslidad encerraba en no pocos casos un Programa que ser el de nuestras rePúblicas38'
rebasaba 1o estrictamente literario. La bandera de la "originali-
del pla-
dad" llevaba en sí toda una perspectiva descolonizadora: Ei haber visto la cultura nacional sÓlo como el resultado
que inhi-
gio de las expresiones europeas fue otro de 1os motivos
se plan-
Hasta tanto que todos estos elementos de la vieia sociedad españo- üi".or-, el diseño de las historias literarias. La originalidad
la no hayan sido derrocados uno a uno en el suelo argentino: hasta teÓcomounProyectohipostasiadoparaelfuturo'Sinliteratura
"original" no se podía concebir la existencia de una historia de
tanto que cada uno de ellos no haya sufrido su 25 de Mayo, no pode- la
Así, quienes abrazaron las posiciones más- liberales'
mos decir que hemos hecho una revolución americana: porque una se
lite;tua.
revolución americana no podrá ser, sino el triunfo del americanismo, quedaron esperando y acumulando créditos
"originales" para dar
es decir, de los elementos propios, de la civilización americana [...]37. moderadas
pie a esta empresa. Éo, el contrario, posiciones más
Bello y Caicedo- pudieron concebir
-atentas a las sugerencias de
La originalidad literaria era un programa político, y no simple- la historia literaria como un Proceso teleológico donde
se homolo-
mente la transposición de un pintoresquismo localista al verbo gabaelestadodeesclavitudyopresióndelaColoniacon]aimita-
poético. La cuestión iba más lejos: ya no sólo era suficiente que el áór-, lit".r, ia, y laRepública y la libertad con
la posibilidad de una
asunto versara sobre tópicos americanos; eran los moldes del literatura original. Entonces lo nacional era 1o original, y
lo original
decil la forma misma, el estilo. a dudas
fundamentaba Ia existencia del Estado nacional' Sin lugar
Los límiies históricos de la cultura de imitación -ya fuese desde
este trazado del proceso histórico de la literatura
nacional justifi-
la Colonia hasta la Independencia- y los inicios de la originalidad dominantes hacían
caba políticamente la apología que los sectores
la inter-
del presente en términás absolutos, con 1o cual se perdía
José Victorino Lastarria, "Informe crítico sobre Ia obra de los Señores Arnunáte-
:ro
gui", en Ret¡istn del Pacífico, tomo I ll, Val¡raraíso, 1860, pp. 31-34. :sJoséMartí,,,NuestraAmérica,,,er.NuestraAmérica,BibliotecaAyacucho,Cara-
37
JuanBautistaAlberdi, Escritossntiricosqdt críticttliterarin,Ángel EstradaEdito¿
cas, L977 , PP.28-29.
Buenos Aires, 1945, pp.267-268.
! Itr
ll'il"i li'.rllr; (,t'nt¿lct I'lr'¡,1¡,¡¡¡
prctacirirr tl i,rlcr lir'.r t¡rrt' f rt,rtt M.rría (-iuti('r'rt'z lt' lr,rbi.l cl¡clo ¿tl l,r¡lrlr.,r 1.. I l',rr,r n,,.,1r.'. .u rllllnr( r()n tlt'lrt'st'r'rlt.is stlt'i¡1, Itt.is írtil,
americ¿rnisnr() lit('r'.)r'itl r'orno un¡ c()lumna vcrtcbral clc la expr('- ¡¡,is tlt'l (.rs(),:,('r,r.l ¡r'lr,tlo,l. l,r lllrlivicltr.llitl¿cl ll¿rcitlrlal ['..]. I)ensa-
n)()s (lu(' l.ls I{r'pul,l¡r ,r:, /\nr('r'i(.rrr,rs, lrijas del sable y del movimiento
sión propia, (lue lrunrlí.r sus rilíccs a lo largo del período colonial
dotando a la cultur¿r nacional cle una tradición que escapaba a l¿t [rl'otrt'sivo rlt' l.r irrtt'ligt'rrt i¡ rle tlttlcr¿itica clel mundcl, necesitau una
litt'r¡tur¿r iucrLc y r,¡ro¡ril, como la política que las gobierna, y los bra-
modernidad. z()s que las sostienenlre.
La elección no era fácil: la originalidad se deseaba moderna.
Pero también emancipada de la tutela metropolitana. Pero sin La cúpula letrada vio las letras como un agenciamiento mascu-
pasado no se tenía una tradición sobre la cual legitimar el efecto lir-ro ("fuerte y varonil")de la nacionalidad. La literatura que podía
de historicidad necesarios para dar credibilidad al estado nacio- "retratar la individualidad de la nación" estaría dada por la pala-
nal. Por otra parte, era también la modernidad de los Estados bra de la razón ("inteligencia") masculina. La producción de las
nacionales los clue crearon a partir de las nuevas tecnologías de la bellas letras era un asunto de hombres y de la cosa pública ("como
escritura la historia como tradición. Estado nacionnlf cscriturn e his- la política que las gobierna"). La producción literaria era una cues-
torin parecieran ser bisagras claves de organización de las nuevas tión de Estado, y el letrado un hombre político, que tenía por
sociedades burguesas. "sable" las letras para inscribir el caos de la barbarie dentro del
orden del discursoao.
No en vano los historiadores más conservadores vieron con sos-
4. El concElro DE I-ITERAIuRA NACTONAL pecha para la moral pública los géneros "blandos" -como la nove-
la y los folletines- so pretexto de exacerbar en la población femeni-
Aspecto decisivo no sólo para la concepción de toda historia de na lectora un indisciplinamiento de las pulsiones. El deseo de una
la litcratura sino por el papel que dentro de la nueva situación literatura nacional "varot17l" propició la consagración de géneros
política habría cle cumplir la cultura en general, fue la noción de como la historia, la biografía histórica, las gramáticas, el teatro, la
I i I c r n t u r n c1u e los intelectuales liberales debatieron incansablemen-
lírica, los sermones y discursos como las formas "duras" y disci-
tc ¿r lo largo de la centuria. La construcción de una historia de Ia plinantes cie las subjetividades. La historiografía conservadora
literatura podía darse siempre y cuando se conceptualizaba pre- condenó la novela de pasiones porque atentaba contra el recato de
viamente el objcto a historiar. La pregunta clave descansaba sobre las mujeres y feminizaba 1a voluntad masculina. Canonizó épicas
el qu'e se iba a sistematizar, y cuáles eran los criterios que definían y manuales de conducta.
ese objeto. La misma concepción idealista que los sectores liberales tenían
La función particular que la historia literaria iba a tener en la de los cambios históricos ocurridos jerarquizaba, en primer térmi-
modelación y apuntalamiento simbólico de la formación del Esta-
do nacional estaba muy ligada a la concepción socialmente deter- Miguel Cané, "Litcratura", en El lrticindor, Montevideo, 1838, p.51.
3e
minante del hecho literario. El punto de vista de Miguel Cané A más cle una dócacla de distancia de la primera edici(rn de este libro, y en este
a0
pur-rto, quiero señal¿rr ltr ¡¡ran deuda que. te.ngo con los trabajos de fr-rlio Ilamos (Dcst'rr-
podría sintetizar esta concepción fundacional de la literatura:
ct.tcntros fu la Modcrnidud ttt Anúrícn Lntint. Lit¿rnturo 11 polítit'n L:n el si.gltt xix, Fondo de
Culttrra Económica, Mé'rico, l9B9), así como corl Ángel Ilama (Ln Cíudad lctrnd¡, Edi-
Nosotros concebimos que la Iiteratura en una nación joven, es uno ciolres de.l Norte, Flanover, 1984), que me han permitidt) L'n esta sc'gunda versiírn hacer
de los más eficaces elementos de que puede valerse la educación ar ju stcs e introd uci r rt L¡ev¿r s obs¡' rva ciolr¿'s-
-4
l
()o llr..rlr rz ( t\t/,tlt'/ I'lr'¡,1¡.¡¡¡
t1(), lrls l0r'lrr.rt iorrcsirlt,olti¡iit'.ls rliscursivits ( ()ttl(r l('\l)()lls.r[rlt's tlt' t,l ¡rt'ol,t.r lo rlr' lr,', lttlr'\'rrr, t'r,l,ttlos t¡trt'tlt't ltttltlt'l¡tlo Ctlll
¡r1rl¡ltr .,
1.,, 1.,r:irr,'iIri.s lr,r:;rt,r:,,1,,1 l¡lrt'r',rli:.rrto; tttrtl Iallto succcli(l
t:tln ltl
llevar ¿r c¿tb() la vt,r'tl.rtlt'¡'il ('nr¿ncip¿-lción soci¿rl. St'tlt'¡rtlsitarb¿l cll l,r
r¡rrt'clt,bía st'r l.r litt,r'.rlrlr'.r. l:tt t'l ltr.tl'co tlcl pensamiento liberal
,,literatura" la ca¡tacicl¡rl clt' opcrar sobre las condiciones materi.) se
tartttl la lrlrzitrl.l lirnil.lt iort ¿r (-ir'r't()s tcr'¡t¿s y !l('n('r'()s (()rn() la ¡rn' lls t.vitlt'lrlr,r¡rrt'All,r,ltlr r,,, lt,rz,r¡,r lrltlos los t'lt'tlletltos dc un
sencia de urr cs¡ríritu .)r¡trint¡r'l'ro"'ts. ¡u'l(. [rit'lt l.ttt,st'tlt'tttt t()ttt,tllltr'isttto t'gol.ltriCtl, O bien de Un ClaSi-
Dentro de la tradici(rn dcl liberalismo americanista, I{od(r vio r,islrto [-¡ltcírlictl- (ltt(' tt() lttvit'st'(lL¡L' vcr direCtamente COn IO sOCial'
las raíces de lo nacional en estructuras más profundas, no impor' lrrr t,l fonclt), cr¿t ult problt'rllit dc variantes ideológicas dentro del
tando tanto el qué sino el cómo se decía. Depositar la nacionalid¿rrl rnisnro programa modernizador, unas, más cercanas a un realismo
de una literatura en el pintoresquismo epidérmico había llevado ¡r sot'iirl, y, otras, más proclives al intimismo lacrimoso, Pero ambas
las literaturas americanas a un falso nacionalismo: inscritas en la estética liberal bur¡;uesa.
'fambién el sector conservador se Plonunció a favor de una lite-
La exageración del espíritu de nacionalidad, entendido de la marrc- r.ltura nacional. En la conocida polémica que mantuvieron Manuel
ra insuficiente a que hemos aludido, puede llevar en América a los Altamirano y Francisco Pimentel en el Liceo Hidalgo en México,
extremos del regionalismo infecundo y receloso que sólo da de sí un¡ (.ste último sostenía como aspecto determinante que Ia literatura
originalidad obtenida al precio de incomunicaciones e intolerancias: erl
nrexicana debía escribirse en castellano puro, despoiándola de
de Ia literatura que se adhiere a la tierra como una vegetación [...]ae.
todo neologismo o giro dialectal, negando Por completo la vigen-
En cambio, en el otro extremo, la preocupación de Alberdi era cia de las lenguas indígenas y la existencia de sus literaturas.
postular una literatura que reflexionase sobre lo social. No estaba Ilepresentaba la posición de la Academia afiliada a la Madre
en posición de recomendar una literatura nacional inspirada en 1a I'atria.
naturaleza, guardando una distancia prudente con el romanticis- Todas estas propuestas giraban alrededor de un supuesto: la
mo reaccionario y conservador: aparición de alguna obra que, colmando las expectativas de uno u
otro bando, podía iustificar la definitiva existencia de la literatura
Ni es gloria para Schlegel ni para nadie el ser romántico; porque el nacional: la obra fundacional de la literatura nacional. Todos los
ror.l'r¿.r¡.rticismo, de origen feudal, de instinto antisocial, de sentido países del continente hacia finales de la centuria ya habían elegido
absurclo, lunático, misántropo, excéntrico [...] po. ningún título es una obra en la cual depositar los inicios de su literatura. La piedra
¿rcreedor a las simpatías de los que prefieren el fondo a la forma, [de
fundacional resultó erl muchas ocasiones un terreno reñido. Por
lo] que es nacional sin ser romántico, filosófico, moralista, progresivo,
ejemplo, en el caso venezolano, Los mhrtires (1842) de Fermín Toro
que expresa el sentimiento público y no el capricho individual; que
no podía ser la primera novela nacional por cuanto transcurría en
habla de la patria, de la humanidad, de la igualdad, del progreso, de
la libertad, de las glorias, de las victorias, de las pasiones, de lc¡s dese- Londres, prefiriéndose Peonía (1890) de Manuel vicente Romero
os, de las esperanzas nacionales; y no de la perla, de la lágrima, del García por cuanto llenaba Con Su "criollismo" la Cuota de necesa-
ángel, de la luna, de la tumba, del puñal, del veneno, de la muerte, del ria compensación imaginaria de un cuerPo letrado ya más familia-
demonio, ni de toda esa cáfila de zarandajas cuyo ridículo vocabula- rizad.o con el proceso de mundialización. Una y otra novela, más
rio constituye la estética románticasll. que excluirse, refleiaban esta situación polarizada que señalamos
antes, donde coexistían tanto las rePresentaciones cosmoPolitas
como las regionalizadas en tensiones diferenciales simultáneas.
rE
José Enricltre l{odó, "El anrericanismo literario", oyt. cit., p.787. Pero quien advirtió esta ilusión Óptica, y Por demás faTaz en
a', Ibíd.,
cuanto a plantear las condiciones de existencia de una literatura
p.788.
50
Citac'lo por Alejandro Losadtr, en LLt litcrLtturn L'tt la socictlLtd dt Amtrics Latittn,
Editorial Der Iberoame,ricana, Frankfurt, 1983, p. 145. nacional, fue Juan Thompson. Perteneciente a la generación del37
",!
198 Beatriz González-Stephan I)¡rtc lll 799
y discípulo de Echeve.rría, en un artículo publicado en el Diario ,1, 3. Una tradición literaria, es clecir, una historia de la literatura,
la Tar de el 24 de noviembre de 7834, planteaba el problema en ot 11 ),, (,s Llna construcción reflexiva, es una abstracción, no es una reali-
términos: si bien se podía contar con "admirables inspiracion,',, tlad dada.
del genio más atrevido", con "discursos elocuentes", con ürr? scr i. 4. Para que exista una literatura que sea nacional debe haber
de obras, "esto no basta para creer que tengamos una literaturir" run antelación una serie de niveles diferenciables por sus cualida-
En otras palabras, Thompson se refería a que una golondrina rr,, rlcs: una realidad nacional orgánicamente articulada y una crítica
hace verano; un par de obras no constituyen una literatura. t. historia literarias. La literatura de un país es el resultado de la
Para Thompson era necesario saber de qué manera una obra s, intelección que se ha hecho sobre ella52.
integraba o no en una tradición literaria, y averiguar si esa trarli
ción existía realmente. Para que un conjunto de obras pudiese ll,r En esta misma dirección, ]osé Martí decía algo similar:
marse literatura de un país determinado ameritaba que esas obr.r:,
participasen de un número de características y que plantearan r.rrr Porque tenemos alardes y vagidos de Literatura propia, y materia
prima de ella, y notas sueltas vibrantes y poderosísimas -mas no Lite-
cierto tipo de problemática, además de situarse cada obra en un,r
ratura propia. No hay letras, que no son expresión, hasta que no haya
posición coherente de acuerdo a la producción literaria en su tot¡
esencia que expresar en ellas. Ni habrá Literatura Hispano Americ.r-
lidad. Tradición literaria y medio ambiente especificarían es,r na, hasta que no haya Hispano Américas3.
literatura5l.
Este planteamiento, por demás olvidado, desplazaba el problt' El idealismo del pensamiento liberal fue agotando sus premisas
ma de las representaciones (o del "reflejo") del interior de la litera hasta dar paso a un pensamiento que hundirá sus fundamentos en
tura (escenario inmanente) hacia otro escenario, hacia el institucio t,l examen previo de las condiciones materiales de la realidad ame-
nal (al campo intelectual), sugiriendo muy tímidamente I.r ricana. Hubo tantas acepciones de literatura nacional como de
existencia de un andamiaje más complejo: no sólo Ia existencia dt' irmericanismos literarios correspondientes también a los diversos
obras sino de critica, de lectores, de aparato escolar, de mercado.
Aunque Thompson no lo haya podido plantear de esta forma,
podemos arriesgar algunas observaciones e importantes conse- Podemos sorprendernos si comparamos las ideas de fuan Thompson con las
12
y tlt'
t'l lt't ttt'ttltt rlt'l'ts lt'tz''ttl't:;
!l'lll' (()lll() l't ltt"lt'tl'l' l"ll'r ¡r.t¡rr'lrt'lt
histo¡'it'isrtro r'n l.r:,:'o, r.'tl,rtlr's pt'r'ilí'l'ir'.ts, itttptt¡¡i1'¡¡tlo tttt,t ¡,, lt'll'tl'"''1
lrrl, ,tt ottlt't ittttt'ttlrll' It'¡t
r
¡r,r,sí.rs
toria; eran sociedades "salvajes" que no podían s€r tomacl.ts .rr r ivilización Sin
"r'op"J"l;;r;;tt"P'Oan a las estructuras grafémicas'
cuenta para nada. Carecían de la escritura de su historia, 1l ¡,r't lr,rio otras lógicas U-"" en las cul-
conceptuales' reconocía
consiguiente de Hisfo ria. Eran desmemoriadas. Desde la ctr ltr r , ' .
,rlr,rnrlttnar sus propio'*uito' "s¿nfs1s5";
letrada era difícil negociar con lógicas orales. trrr,ts indíg".'u' "u|ffit;'i' ttg"" áel letrado en los
estatal de
de la iii3'ut"u e"-la "poes ia" ; y la función
Sin embargo, la tendencia americanista que se desarrollti ,rl l,r irrstitución de
a-las neclsidades oficiales
interior del pensamiento liberal consideró en casos excepcional,", l,r rnisma al articulat'"-"¡""tcio
"hazaias" "nacionales" ' Gtliérrez
-como lo fue el de Juan María Cutiérrez- las culturas indígen,r', r'ortstruit 1, *"rno'ia de las (1a
occidental por otro género
pero sólo como un pasado remoto y anterior al período hispáni, ,, r,.rrnbió la modalid-J historiográfica prácti-
.rtcsía), pero no "ro¿iritu su
iaturaleza hegemánica como
que había de quedar cancelado a pesar de su reconocimiento. 1,,, colectivo'
que interesa destacar es el sentido desprejuiciado con que Cutii' l'" .;tg#rrdora del imaginario
lecciones de Herder' no dejó de reco-
rrez emprendió la investigación de ese lejano pasado llevándolo ,r Probable seguidor de"las desa-
otras etnias indígenas menos
establecer una totalidad histórica más coherente e integradora tlt' rl()cer y apreciar que también
r rolladas go'ubu'-t'
por igual del talento poético:
la realidad americana que muchos otros historiadores liberalt's
de Améri-
Reconocía que las culturas indígenas pre-hispánicas habían desa nle encerrctda la poesin
Mas no Por eso estaba esclusivame
rrollado "el talento poético", y que tenían una literatura. caenelámbitodeaquellosemportosdeciailizrlci|onantigua.Lastribus
tenian' sus lem-
En el prólogo de su An{ericn po'eticn (1,846) trazó suscintamentt' a Ercilla octavas inmortales'
indómitas que inspiraron decir"' y que convie-
las líneas de una breve historia de la literatura de América, y com() pin, nombre que significa "dueños del del
"'p;;; delA'ut"o' estando a la opinión
perfecta-"'-'i"l'o"poetás
se trataba de "poesía", ubicó sus primeras manifestaciones -y tam- ne de1 día como
Los que adoraban al astro
bién el momento fundacional de su historia- a partir de los anti- más afamado de sus ..or-rirtur. e1 entusiasmo
I't'ro lr¡('1,,() l,r l)l()(lu(( ia)n l)()óti('.1 ('s('r.il,r tlt' l.r Atrr('r'ir',t in,l,' rrr,¡,,tttl,lo,t'l'tlltt't'lt'llll"lll('ltlrt'ltlrrlt'lll'lttltl't'ttlttlt"¡ttt':'tt1rt't'rIr't
('ll tlll'l ttrtitl'rtl lrolítittl-
\ "t' l)lor''r't t'tlr't
pclrdicnt('lt¡t'rrr,is rlt'utlor'.r tlt'l legaclo csll¿ur()l (lu('de l¡ t'ttllrrr., l,t', ltrttttr't'ls ll'l( l("'""t"' la's'^cttcttcia
lt'lt ('l()' ('ll t'l "l'rtiltlgo"'
indígena. Cutiírrrt'2, irl priorizrrr la unidad continental conro rrrr r rrlltrr',tl tlt't'stos l)llt'lrlo:'; ¿llnericalla se iniciaba
tlt' l¡ t'atlt'rr't lrislottt 't tlt' lil ¡-rtlcsíar explicitar-
programa político-cultural, jcrirrr¡uizó de la herencia colonial Irr', ¡ilolr,rl t;tltiórrez fue cuidadoso en
,llr;.lt' t'l ¡rasatlo peruanos servía
pana la lengua española como vehículo imponderable para t'sl,'
la "tU'*""'t'
poesía tle '
ltis antiguos mexicanos y
blecer esa fraternidad. Por el contrario, el mosaico de lenguas in,l Ir; v t'tt¡rto, nacionnlss' Desde
r
pondía c()lt l()s cal¡rb¡()s (lu('sc h¿Lrí¡n tl.ttlo t'rr l,r:, loulr,r:i li[('r'.u r.r:. l,.t:, itlt..r:; tlt' li,l.ltt r.ltr t.I t.tl,,ttl ttlt.t :,t.1'it. tlt. .ltt..tt'Itv,.lS St¡g(.1.('ll
llirlca¡li('
f, por lo tanto, no podían explicarlas. I'as¿rLr¿n ,r s('r' nr.rrLr¿rlos ¿ln.r r r,r:' [)rlt'rt t'l t,tttt¡'o,ll:'t ll'ltrr't¡l(] 'l l)('s'lll'''lt'll¡[rt'r'ht'clto
sc exPrcsaban a
crónicos e ineficaces, vestigios de la "inercia de las irlcars y costLr nr ,,,, ..¡,,,'l.t t's1,t.1 ¡lrt ltl,rtl ,1,' 1.,:'.,lttt['ios litcr¿rritls
rusos en los años
bres, que, proscritas en todas partes", debían ser con prontittrtl lr.,rvt,s rlt, l0s g(,rrt,r.os lilt,r,il ios ltls ftlrrnalistas
se explicaban Por la
desterradas del campo de los estudios literarios: Vr,ilttC rlcs¿trr()ll¡r-íalr Cst¡ ve rtiente-, estos
r,ot'it'clircl y la época clue les sirvió de marco'
La historia literaria ya
Para los tratadistas de retórica, el arte literario no se ha modificaclo n() ('r'¿r a los oios de Rodó exactamente el
progreso de la sociedad
las primeras Senera-
esencialmente [...] en general, el tipo de literatura de que nos habl¡n lt,gistraclo en 1a literatura, como pretendían
sobre el hecho lite-
es el que prevalecía hace más de un siglo (y que ya entonces era con t,ioncs clel siglo xrx; ahora el acentá debía recaer
vencional y artificioso), y tiene muy pocas correspondencias con l¡ r',lri() en sí.
literatura que cultivamos y sentimos. El escritor vive en un mundo; e I I)ermeadoporlosairesdelPositivismo'traducíaciertasaristas
retórico vive en otro distintoss.
tlclascienciasnatura]esalterrenodelaliteratura.EstaeratalVeZ
un¿t "especie", con sus géneros y formas
expresivas/ cuyas modifi-
La literatura era susceptible de transformaciones; era histórica, ('¿rciones variaban en tiempo y espacio' La
"ciencia estética" que
y límites del
como también eran históricos los géneros en que se concretaba la
Iiodó proponÍa estaba enma;cada por la apertura
expresión verbal. En este sentido, el pensamiento de Rodó se diri- que Pensaba en la
pcnsamiento teórico de su época: a su favor'
gía más específicamente al objeto mismo de la historia literaria. _y ahí su novedaá- de convertir el coniunto de refle-
fosrlcrlidad ¡
Para él la historia debía ser la historia de las formas estéticas:
*ior-,":; sobre el hecho literario en un coniunto
sistematizado de :
disciplinado de saber' En
1
liotlr.r .rIrtrrtl,rlr,t l,¡ ¡.¡,',, (lt¡('('()n ¡rostcliorr,l,r,l lr,rl,r'r,r tlc tlcs,r rlt''livt'ls'rs lottlt'tt l.ll("' "t)r l'll("" I) "rl ill()l)('l'llilrilitl'rtl sol'tt'l't
rrolf ¿tr exltaustir,,ullt'rrlt'(,t'orrl Ltrl<acs L'n su /i1)/ ttt tlt'!tt ttt,r(ltt tlt' (l(' ,1(llr('l cnlotlr't's lt' 1lt'rlttitía ctlllt'ltrit't¡ttt'
¡rt'orltrt t iott run(,r'rt,ur,r
la transforrraci(in rlt'l górrcro narrativo, de la cpo¡',('y¡ ¡ la novt'l,r "r,lt (,srls tlil.lt.ttl,ts Irorrlt,¡,¡:, tlt'l,¡ r'it'rrt'ia y el irrtC, clOlrde SC entrc-
l,rz,rn rlt' ntil ntorlos tlislirrltts vt'l'clacl y bellcza, el pensamiento
La epopeya es un génercl muerto, a Io menos en su forma clásit.r rrrotf t,rno h¿t suscitado rit¡trísitrttls moclelos de obras intermedias,
las actuales condiciones de la sociedad Io repudian; nadie lo cultir,,r ,,ingtrlrrrnteltte adecuac'l¿rs a nuestro gusto y a nuestras necesida-
[...J pe.o e] retórico consagrará largas y nutridas páginas a estudiar l,r r lt's t'spi ri tu¿lgs'/02.
construcción orgánica de la epopeya [...] como si en todo esto pudielir "obras intermedias" a las que se refería Rodó, revelaban
trst¿rs
haber algo más que un interés de erudición o de arqueología literaria.
rlt,su parte una aguda observación de la variedad de formas gené-
La épica inexhausta y proteifor:me de nuestro tiempc'r es la nc¡vela,
r.it'as rlue circulaban en su contexto ofrendadas evidentemente por
orbe mar¿rvillclso donde caben todo el infinito de la imaginacií».1 v
rrn público que las consumía; realidad ésta que desbordaba las
toclo el infinito de la realidad, con su abreviada imagen: el cuento, clut'
es una novela menor, más alada, más leve, rnás primorosa [...]; pero
r'.rtcgorías teóricas establecidas y heredadas de la tradición euro-
comprender
part'r el retórico la novela y el cuento seguirán siendo especies secun- l)('a, y que resultaban restringidas y mutilantes Para
darias porque lo sor-r dentro de la jerarcluía clue tiene pclr tipo supre.- otras realidades. Esta aPreciación "intermedia" que visualizaba
mo 1a epopeya6o. liodó para su contexto permite pensar clue en la dinámica entle
t't'ntro y periferia se able una fisula a Partil de la cual IePL'lls¿lr los
En la actualidad, los estudiantes y especialistas de la Iiteratura [)r.ocesos de transferencia cultural que
da por resultado una hibri-
latinoamericana utilizan con mucha familiaridad los planteamielt- tl¿lción de las formas literarias. El calificativo de "interme'clio"
tos que Iloberto Fernández Retamar hizo en su conocido trabaio Pareciera vaticinar los conceptos de
"heterogeneidad" de Antonio
Pnra una teorín dc la literntura hispanoamerican0 (1972)6t, donde seña- (iornejo Polar, "transculturación" de Angel Rama, e "hibridez" de
laba ccrn precisión qüe una tcoría de ln liternturo es ln tcLtrín de unn Néstor García Canclini de este fin de siglo. Pero continuemos con
litcrttturn, es decir que las teorías de la literatura hispanoamericana llodó:
no pueden forjarse a partir de otras realidades Iiterarias, como
tampoco trasladar en bloque criterios que fueron forjados en rela- Abatir esa armazón vetusta de clasificaciones y jerarquías; probar
ción con otras literaturas, las literaturas metropolitanas. a distribuir el variadísimo contenido de la actividad literaria propia
de la civilización y cultura modernas, según un ordcn fundado en las
Rodó no manifestó exprofeso la naturaleza americanista de esa
formas que reahnente viven [...] podar la parte convencional y estre-
"ciencia estética", pero las impugnaciones que hizc» a las retóricas,
chamente retórica de la preceptivar'3.
las hizo desde una perspectiva americanista que le permitía ver en
ellas: 1) su carácter anticuado;2) su ascendencia europea;3) que
Alfonso Reyes, un par de décadas después, hablaría del carác-
no daban cuenta de otras formas literarias, bien fuese porque el
ter "ancilar" de nuestras letras. Rodó hablaba de "obras interme-
factor historia las había modificado, o bien porque eran producto
dias,,. ¿Sería aventurado pensar en la cercanía de ambos criterios
('r)
José Enricluc l{oclír, ihíd., p.532.
('l Rtrberto Fe'rnández Retatnar, P¡r¡ tttttt lcorí¡ tlc ltistoritt 6r Enrirlue llod(r, "l-a enscñanza tle' l¿r lite'ratura", o¡t. cit., p.533'
l¡ tlL: lo litcroturtt his¡tnnon- Jcrsé
.1975.
tttcricnno t¡ otrLts nprLtxitttLtcíoucs, Cltatlcntos ( ¿s¿r, N." 16, La Habana, 63
José Enriclue Ilodir, ibíd., p.533.
.,|fl llr',rirr.'(,,,trz,rl,'.' ',lr'¡'l¡,,,
las limitaciones históricas correspondientes, 1a historiografía lite y etnias amerindias y todo 1o traducía en términos mercantiles'
raria había logrado determinar con sorprendente anticipación dis- Los países hispanoamericanos aseguraban su definitiva inser-
tinciones metodológicas que serán frecuentemente reiteradas y ción en el sistema capitalista internacional por las vías reacciona-
desarrolladas en el tiunscuiso de las siguientes décadas en el sigltr rias del proyecto liberal. Las aLianzas, tanto a nivel económico,
los estudios lite- social, páftl.o como ideológico entre los sectores más rezagados
y
XX con miras a la constitución de la disciplina de
los que representaron la modernización terminaron Por configurar
rarios.Enestesentido,lapertinenciaylaclaridaddetodosestcls
antecedentes hilvanan una tradición en el campo propiamente
his- un Estado nacional que tuvo que articulaf una serie de instancias
entre sí contradictorias y hasta excluyentes. Era precisamente
crítica a
panoamericano de no corta duración, obligando a la nueva
iatinoamericana de estos días a relativizar la percepción de nove- partir de esta coyuntura la que dio lugar, Por un lado' a la hege-
mor1ía de una oligarquía progresista -que se había modernizado
sin
dacl reciente de muchas de sus apreciaciones'
haberse despojado de las antiguas estructuras_, !, por otro'
el sur-
gimiento de una vida cultural en buena parte promovida Por un
6a
José Enriquc Rodó, iltíd., p.533. El énfasis es nuestro'
(()ll(x'('l:'tl
llstittlo t¡rrt' ,r1,,¡lrz,rl,,r ,r .l.tlr;t'( tl('lllrl tlt' l,l t",lt,tlt't',tt,l lllll)(}l l'llrr ¡'r ll,trt()n,tl(,:,: r,tr ll'i,l I l().,r.[\l,ltrr¡r'l \',rltlt'z V l',tl,ttios(l,l 'l
('()ll\'ol rr llrt:,r¡ttr,¡rt:;t¡ltt.t,t,l t.:;ltt,l,, l)t¡ltltt tt. nttttrtl t¡
litrrtrio tltl I'tt'tt (',1 .slrs /'1's
polítiCir rlt'l,r ptotlrttt ioll ( tllltll'.ll ('()lltl'()l¿l(l.l -y tliri¡irtl'r (l polítit'n t7
i,¡tttr'trs; t.rr ll"i',0 :,r, ¡rrrlrlit.r l.t llislttt'itt rclrcihsf it'n,
las sCnsibilicl.rtlt's ('()l('( liv,ts. Artt's vist-tillcs, .lr(luit('ctrlt'.t, Pl,¡7'' {r¡,rrlr,r;
fuenteS, aVenidaS, tilt't,s rlt'1]r'.il1 l()rlll¡ttl, teatrtt,
(rpCrir, tlrt¡ttt':;l'r litlt't ttt l'ltilt' tlt' ost' lritr'rt io Vít'tt¡r y Eyzaguirre; en Colombia'
itt tlt' f
queremos llamar la atención sobre la articulación específica entrt' tle Mlexico la antigüednd mhs remota la'epoca actual (1887-89) de
descle
(1888) de josé
el proceso de formación de la vida cívica de los nuevos estados r vicente Riva Palacio; La literntura en el Parnguay
escrita
la aparición de las historias literarias como esfuerzos, en otrtr segundo Decoud; Reseña histbrica de la literatura Í)enezolana
pluno, por darle orden en la escritura a una supuesta tradición cul ,rirrro*rnte para la América Latina (1BBB) de Julio Calcaño; culmi-
inter-
irral. Estado-Escritur a, N aci'on-Hist¿ria, P ueblo-Liter atura eran bisa- nándo este ciclo de historias literarias con la crisis del orden
las obras
gras claves a ser trabajadas por el cuerPo letrado como aspecttls nacional en los años de la Primera Guerra Mundial, con
sobre la
identitarios de su proyecto histórico como clase' de Ricardo Rojas La literatura Argentina. Ensayo filos'ofico
eaolucilon de la cultura en el Plata (1917-22) y,con
anterioridad' la
Concretamente en Hispanoamérica alrededor de los años c1t'
Historia crític| de la literatura L[ruguaya (1.91.2) de carlos
Roxlo; La
1850 y 1860 fueron apareciendo las primeras historias literarias
hist'orico de
noaela en Colombia (1908) de Roberto Cortázat; Bosquejo
la literatura chilena (1915) de Domingo Amunátegui solar;
La pro-
I clr.
Árrgcl Rama, Lcs nitscnr¡s tlt'iltotrtitictts tld nndcrnistno, Arca, Montevidec¡, 1985; duccilon intelectual de Chite (1909) de Benjamín vicuña subercase-
silVa
R¿rfael cutiérrez Girardot, MoLltfltisttto, Mo[rtesinqs, Barce'lona, 1983; I',aulette Vigil;
Beauregarcl, Lltts t¡¡stn tttt¡ratl¡ tlL'L'tttttttst'¡r¡dos,l-a Casa de Bcllo, Caracas' 1993'
catx, Historia de la literatura mexicann (1910) de José María
214 l!¡,rlr,,(;trt/)h./ I'1,.¡,1¡,¡¡¡
,l
Carhcter dc ls lilcrttlut'tt tlt'l l'r't tr irrtlt¡tr'tttlitttlt'(l()( )rr) tlr' f ost'tll 1,, lll,t( t()¡ ri¡t i¡ 1r¡lrlrr,r rl¡r.l('rr,lt,,,t rtlt,l ltt('ll()l't'ollt'sitill tlt'l ctlt-t-
Riva Agüero, La liltntlttt.tt t)(nt':ttlitttt t'rr r'l sig/tr r/\ (l()0()) rlt'( irrz,r Iltrlo t ottliltr,ttl,rl ,'lt vttltltl tl.' tttl.l lll(ly()r it'rart¡r-riz¿lCi(lt-l
de laS
1o Picón Febres y,por últir-r-ro, l¿¡ Llistttrin dcl dcsLtrrollo itttclrclttttl ,1, Ir,,rlitl,ttlt's t' iltlt'l't':;t':; lt,,,rlt'¡, y lt,tt'itllr.tlcs. l-tls gruPos oligárqui-
Chile (1,903) de Alejandro Fuenzalida Grandón. r ur, ¡r¡.1¡11'5,.lron contl'.ttlit toli.rrlrcr.ttrl, Por un lado, una adhesión
Entre la organización del Estado nacional -a mediados tl,' trrlorrtl ir.i1lnal h¿rci¡ l¿rs lttctrítpolis más industrializadas , !, por
siglo- y la celebración de los diversos centenarios de los p.rísr'', ulri r, u l.r¿t scnsibilidad nacionalista basada en la exaltación de reali-
-alrededor del900 y principios dgl xx-, en esa elipse temporal .1,' ,l,r.lt's p(rvincianas. Al no haber sido una oligarquía ni una bur-
sesenta años, fueron surgiendo las historias literarias, unas antcs r r r cs ía p lenamente nacionalista, tendieron a profun
dizar la disgre-
¡,,
replesent¿lr()tt (l tl'(l\,('s tlt'l.l t'ltt',tpol.tt'itilr tlt'.111',llll t'lt'lllt'ttlrr rl, lr"'¡',tt'tttl'lt'stttttlltll'l' \' l'r 'rtlt'1t( loll (lt'l'r lt'rtgtt't tloltlill'ttlt('l)(ll'(l
Irrlr.r.,rt lu(lr (.()n t'l t Iiollt, tltr,t
lr,rlril tlt'tit r'lt't''rrlltr[laic y proLt'cci(rtr'
sus realidades regi0n.t lt's, r'osi I it.ii ltrltlltl y fol k lo riz.i rtlolo.
I
Como letrado conservador, León Mera no lograba advertir que literatura la oratoria y
a lbíd., pp.603 y 19' Muchas de las historias registran como
las estructuras coloniales seguían aún vigentes y que desplegaban las formas árales ilustradas eran una notable
la elocuencia. DeUemos recordar que no era común'
una cadena de pliegues en cuyos intersticios el auto-silenciamien- en una sociedad donde el libro
manifestación intelectual, sobre todo
to del quichua por parte del subalterno fue y es una manera de perosígénerosoralesqueinvitabanalarepresentaciónenpúblico.Ctlmocuriosidad
la Líte ra-turn de Nttexa
de Vergara y V"'gut' (Histu'tria dc
se pueden consultar .¡ot'JMu'í' edición 1867) y
1974, prime.ra
Granara,Biblioteca a"i s""." r"pularf
vol. 63, B"ogotá,
de ta prorluici:on íntclcctttrtl dt:
Chile, Litografía
I (Cuadro hiit'orico
Juan León Mera, Ojeada hístórico-crítica sobre la poesía ccuntorinntt, Imp. Dc |osé Jorge Llunneus Gana
Cunill Sala, Barcelona, 1893. Primera edición 1868. Encuadernación, Chile, 1 9l 0)'
?q
( l'("lll(l() CtllrtliCitl-
brcs r'lt'('¿tr¡tr',1s, l,tr'tlrl,urrtr l,t rtrll'otltltt it'rrl tlt' ltl,l'rt:; t.lll',,1(l():i ( ()rr ' I
l;ril,trlr) l)rrrl¡ , ¡rr:,t,lr.l,rt',,' , ¡tt lr'l,tllt',r r',t1ritlt'2,
llr.., r¡rrr, l,lvot.r,r,lt,t()lt t'l ,1,,:,,¡rt(}llo tlc
aliento pr()lífic() tlt'l,rs Itlr,,ts ttttt'v.ls 1...1 lps l)t'()1,,t'('s()s,lltilltz,ttlt,', ,
l.ls .tt tivicl¿ltlCS irrtCleCtUaleS'
debieron a la sigilosa irrlrotlut'r'irin (lue lrací¿ln -por trtt'tlio tlt'l,r:' ¡, i,, FttlIt' t'll,ts, l.r ¡rrrrtltrt, it'tr Ili"ltrlroqr''iIit'a'
ci()nes comarcialcs mattlt'n¡Ll0s ('on puísts tttos sdclottlttdos cle los lrl'r,, l'oI t'l r.tllltritt'itl, P.tíst's (ttlttttl Vcllezuela' México' Guatemala'
que se denominaban prohibidos [...] clctcrmin(lsc cl.r la l{c¡r(rlrli.',r rrr, fttcrot'l I-to s(rlo escenario de los principales cen-
¡rrrr t'jt'rngrlo), cluc
evidente progreso intelecttLnl, merced a las libertades públicas I. I t ,l lr,,u ,1,' lticl'ra revolucionaria sino de Prolongadas
contiendas civi-
cotilercio sin trabos [ ..].Si Francisco.Lazo Martí no hubiese escrito:,r¡r,'
1r,,, r'rr lit'lrtptls cle la República,
tardaron en consolidar sus estados'
la e'ncantadora Silva criolla, ella sola bastaría para su reputaciirrr ,l' en poder áfr".", un clima de suficiente tranquilidad
t,, por
",...l.1,
lato poeta [...]. Inspiración, filosofía, exPresivo simbolismo, rit-t) s.tl', 'r
¡,,,',,, r.',,,p.ender,
sobre todo, los trabajos histórico-literarios' En
local de Ia región llanera, arte, sentitliento profundo dc lct Potrias. los años B0-
i,,,t,,, pnir"s las historias surgieron tardíamente -hacia
Rico) el proceso
El conjunto de reflexiones críticas que cuestionaban y establt't
, ,,,, ,,tr.r, (como casi toda Centroamérica y Puerto
más complicada'
rlc t'st¿'rbilización cumplió una agenda bastante
r
an los presupuestos sobre los cuales debían desarrollarse las histt, trabajos' Vale subra-
r¡rrt' ¡'rostergó aún mas et surgimiento de tales
rias de la literatura eran mucho más flexibles y enriquecedor(". laborales más repo-
que la configuración del género histórico-literario, que, a pesar tlt'
,,,, i.," "rtiá tipo de género exigía condiciones
,,,'r'1.,r, de largo aliento, y también de una mayor
distancia tempo-
haber asimilado una buena parte de las directrices de la historitr que pueda cuajar etr
r',rl cle los hechos culturales' No es un género
grafia (de las reflexiones), no lograron transPoner en térmirlt,:'
l.rilrmediatezde]acontiendabéIicaoeneldíaadíadelaprodr-rc-
generales la independencia y el carácter americanista perfilado t'tr
t'iírnperiodística.Aunquemuchosdeestosbalancesfueronbreves
ese conjunto de ensayos. Y tal vez no podía ser de otro modo: las en
"r('señas" o "resúmenár" q'" circularon en forma de artículos
reflexiones historiográficas no constituyeron una práctica sistem¿i
rt'vistas literarias, la maytría fueron concebidos y
así editados
tica; no configuraron un cuerpo denso de trabajos, sino apuntcs No dejaba de ser
('()nlo libros, con lujosas tapas en cuero repuiado'
oc¿-lsionalcs, artículos esporádicos, notas eventuales, que no logr¿l con bien sur-
un artículo prestigiado y costoso que sólo las familias
r()n calar suficientemente en el ámbito intelectual, generalizándo-
t i clas bibliotecas adquirían'
se más bien algunas cuestiones básicas por ella señaladas y que se surgi-
Existieron también otros factores que incidieron en el
presentaron con más peso a la sensibilidad conservadora o liberal o no coincidir
rniento de las historias literarias, y que pudieron
de Ia historia literaria. o menor Peso
con las condiciones señaladas' Se trata del mayor
La pronta o tardía aparición de las historias literarias, inclusive En primer lugar' gros-
rlue tuvo la tradición colonial en cada zona'
la ausencia de ellas en algunos países, estuvo determinada por el y al8unas capitanías) donde
s|o modo,aquellos países (virreinatos
mayor o menor arraigo y profundización de las estructuras colo-
seimplantócon*uyo,fuetzalasestructurassocio-económicas
niales y la rápida o más lenta establlización política del Estado
csclavistasysemifeudales,éstasalmantenersecasiincólumeso
nacional. Aquellos países (Chile fue un caso paradigmático) donde no sólo la
con ligeras modificaciones en la República'/ aseguraron
las ¡;uerras de independencia no diezmaron la economía, el nuevo que via-
pr""ñin"r,cia del sector y pensamiento conservador sino
el pasado'
tiliruror-t una disposición menos radical para estudiar
5 Conzalo Picón Febres, Ltt litcraturn oentzolnna del siglo xtx, Ayacucho, Buenos Dealgunaforma,comoelcorteconlasestructurascolonialesse
Aires, 1947, pp. 101, 703,704,344. Primera c-dición 1906. El érrfasis es nuestro. reduio""r-r*r.horcasosaunaretóricaliberalsinmayoresalcan-
)')) Ii',rlrrz ( ,t¡ttt¡,r,t l,lr.¡rl¡.¡¡¡
ces, la sLlpervivt'nci¿ clc ('sc p¿ls¿lcl() cn ('l [)r'(.s('nl(', ,'¡rlt'r'¡t¿is rlr. l,r ttrrlir,,r'n,rsojrrzr,,,r,l,r,,lon,l,,,,l n,'¡,,t.,,t'l tltt'slizoyt'l gar-tClltlll()er¿lll
densidad histórica que representaba ese pe ríoc1() ¿r efect()s (l('l l,rr'lot'rlt' protlrtt't iolt r;¡lt,r,lt':,t't'r'it'itls, tltltrclc la ¿rristocracia se
espesor que había que darle al Estado nacional, obligaron a lt,:, lulrtl.utrt'lttti ¡ [¡¡st'tlt' los crrr¡rlt'tls, ricluezas y talentos y no por
historiadores a considerarlo, bien fuese para reelaborarlo ideolrir;r :;r¡s 1í[rrlos r-robiliarios, clt¡ttclc la sociedad estuvo organizada bási-
camente en aras de justificar el progreso del momento pt€s€ntt', o r,,rrrrt,lttc por c;rudillos locales independientes, se propició en el
en aras de fundamentar en la Colonia el origen de Ia culturá rrílCit r
¡rt,ríoc-lo cle [a República una adherencia
más profunda a los prin-
nal. t.i¡rios liberales. Es decir: el proyecto liberal pudo radicalizarse sin
De un modo más esquemático: donde las estructura colonialt':, (,trrrtender Con una fuerte oposición conServadota/ya que el sus-
tuvieron un arraigo más profundo, el proyecto liberal se cumplit, Ir..rto colonial no brindó un tipo de formación tan arraigado, sino
en forma moderada, dando lugar a un conservadurismo con tintr.s nrils bien contuvo estructuras precapitalistas que facilitaron el
liberales, que, paradójicamente, facilitó el surgimiento de historias tlt,sarrollo de la economía librecambista. Esto redundó en una
Iiterarias alrededor de la década del sesenta. Epistemológicamentt' t)t¿.lyor difusión del pensamiento liberal entre las capas dominan-
el discurso histórico tenía un asidero: fundamentar la razón de l.r tt,s, dando lugar a una actitud de mayor ruptura con todo vestigio
misma historicidad en y desde la Colonia, asumiendo más o rlc la tradición hispánica. El corte con el pasado se hizo virulento;
menos de forma crítica el legado hispánico. Fueron los gobiernos y pudo ser así puesto que el período colonial no ofrecía mayor
conservadores los que aceleraron la aparición de estas historias, (,spesor histórico. La liquidación del pasado tampoco planteaba
independientemente que estuviesen concebidas bajo una perspec, run problema de tipo histórico-cultural. Así, con indiscutible con-
tiva liberal o conservadora. Para el caso: Introduccibn al estudio dr senso, se vio que la historia literaria del país empezaba en 1Bl0
los poetas boliuianos (1,864) de Gabriel García Moreno; Nuestra litern- (recuérdese los esquemas periodológicos propuestos por Echeve-
tura (1854) de José María Samper; Del moaimiento liternrio en Mlexict¡ rría, Varela y Alberdi). Entonces Ia historia de una literatura era un
(1868) de Pedro Santacila; Literatura patria (1864) del venezolano proyecto hipostasiado. Había que esperar una larga etapa de acu-
José A. Pérez, y el caso más extremo lo constituyen los Apuntes pnra mulación para que se pudiera emprender la reflexión retrospecti-
la historia de las letras y ln instruccilon pública en la isla de Cubo (1859- va. Por 1o tanto, las historias literarias surgieron en estos países a
61) de Antonio Bachiller y Morales, que aún en el mercado político principios del siglo xx Literatura argentina (1900) de Juan M' Con-
de la Cuba colonial entregaba la primera aproximación de la histo- treras; Apuntes de la literatura atgentina (1,899) de Calixto Oyuela;
ria literaria de su país. Este último trabajo ya traslucía una pers- Historin del tentro en Buenos Aires (1910) de Mariano Bosch; Literntu-
pectiva nacionalista que había de concretarse con la posterior ra argentina (1.91,7-22) de Ricardo Rojas; y la Historia crítica de lct
independencia de Cuba. Sin embargo, no sería así para el resto del literntura urugua:ya (1.912) de Carlos Roxlo.
Caribe inglés y francés, donde la situación colonial habría de per- Es importante destacar que en las formaciones coloniales donde
durar hasta muy entrado el siglo xx, cuando puedan encontrarse imperó una mayor riqteza económica la cultura colonial fue tam-
Ias primeras historias literarias como expresiones de una voluntad bién más rica y vasta, dándose un acopio de materiales nada deles-
separatista de las respectivas metrópolis. nable que motivaron, después de todo, la labor histórico-literaria.
Por el contrario, en otros países (como La zona del Río de la Las historias literarias nacionales del presente siglo, en térmi-
Plata), donde se dio un tipo de formación colonial sin economía de nos generales, son deudoras de las concepciones que la tradición
plantación, con ausencia de mano de obra esclava, sin población de la historia liberal instituyó cn el siglo pasado. Con algunos ade-
?2.1 llt',rlr tz ( ttt/.tlt'/ i'lr'¡,1¡,¡¡¡
"ltisttll'i.tt'l'l ¡rtlt'sía
IeZOS CILIC rclll()zall l0s.uttigtto:i ('s(ltl('l)).1s, lt,trt 1tr'r'¡,(.'ltt.ttlo rllt ,,' y ttrr r.,rl,rlor,,o tlr, lt'rl():, l',r¡,r lil,rtl I|t,tt Mt't,l
", ()n()( (.1 ,rl ¡,trIrlit'tl ltls lltllrlbrcs y las prtl-
tema literario (gér-reros, aLrt()rcs y ()Lrras), (lr.r(', [)(r'(r l.ts Ilt'r't'si,l,r,l, !,r u,rlol.i,tr¡.1" (,t.,1 tl,¡l ,r
no se tenía
actuales, resultan, además de arracr(rnicars, linritaclas. [jl rlt's,u r',,11, rlttr'r'iottt's tlt'.tlqtttl,ts ¡rocl'ls tt'tt'iotl¡lcs dc cltlienes
consideraba que
Irolrr'i,r ttittgr.tt'ra". Jos(' M.tt'i.l Vt'rgilra y Vergara
'
de los estudios literarios permite el desafío de estos cl ist'tu ,,,, (Colombia) era una tarea
impugnándoles -y no sin raz6n- toda clase de deficienci¿rs. N, rl r r
1.¡¡¡¡,n'ttrlt'tlia histori,r litcrari¿r en su país
ralmente que al cambiar las condiciones históricas -St)brt' Iotl, rlrlrr il, [)()r(lLle:
'
desde los años de 1960- las exigencias son otras, y las historr,r de esta en Europa no
ll'lroclucir una obra de la poca extensión Allá
literarias al uso no dan cuenta debidamente de los fenómenos lil, '
r'r't'Ía gran cosa, aunque se refiiiera a la más
remota antigüedad'
rarios de nuestras realidades. archivos esme-
t,r istcrr tradiciones o.der-tadar; bibliotecas abundantes;
Pero no sería justo achacar la serie de limitaciones advertitl,r la misma materia que
r',rtl.rmente arreglados y fomenta<J'os ["'l' Sobre
nosotros todo
en las historias literarias vigentes a las del siglo pasado. A pesa r t l, rrrr«l quiera escribir, e,-,cuer'ttu mil obras más ["']' Entre
haber sido concebidas sobre esquemas hoy insuficientes, aqucll,r', r,s ¿tl contrario. Hay que buscar los materiales
dispersos [...]. No hay
El que logre sepul-
han tenido el mérito de fundar una tradición literaria, de h¿rt'.'¡ sitro una sola biblioteca pública en cada nación t "l'
establecido un corpus básico de autores y obras, de haber discri,r [¡rse en una de ellas a la antigüedad' no la encontrará sino a
"Ltt'diu'
do la trayectoria de un proceso histórico, de haber dado un Cit'r 1,, ¡redazos6.
orden a una materia dispersa: en definitiva, de haber entre¡;arl.
algunos casos se tuvo la conciencia de que una
verdaclcr¿l
[1r-r
aún dentro de los marcos de la ideología liberal,la base de un cli', previa' pero al
curso histórico-literario que trataba de superar el criterio de lr,', lristoria literaria debía fundamentarse en esa tarea
en sí una histo-
antiguos catálogos coloniales para arriesgar una interpretación clt'l lnismo tiempo Ia catalogación no podía constituir
cómo muchos rotu-
proceso cultural. Demás está decir que toda escritura de la histori,r
ria propiamánte tal' poilo tanto, podemos ver
para" "intro-
es unLt (y no la ) escritura de un modo de imaginarse el tiempo, r1.'
l¡ro,-, sus trabaios simplemente como "apuntes '
"ensayo sobre"' "oieada""'reseña" de
rl lrcción a", "bosquejo';,
distribuirlo en segmentos semántico y políticamente significantt's
para el EJrupo que los diseña.
lristoriasiiterarias.JosédelaRivaAgüeroseñalabaalrespectoque
Descartando la Bibliotheca de Eguiara y Eguren y el Epítome dc t'rte|CarhcterdeltlliternturadelPerílindependiente,,,r.omePloPon-
León Pinelo, el vacío era notable en materia de recopilación y esta gonalrarlahistorialiterariafieldelPerúindependiente;estarea
y no dispongo
blecimiento de obras y fuentes. Claro que durante la Colonia algo ,¡.r" d"*u.,daría mucho tiempo y mucha erudición'
períodos' y
se había adelantado al respecto, pero muy parcialmente, si tene-
ni de uno ni de otra. Voy sólo a apuntar sus principales
La historia de una
mos en cuenta que se catalogaban obras que obedecían a un¿r revisar a sus más notables representantes ["']'
quiera ser (y esto
noción particular de literatura, además de no atenerse a las divisio literatura, Por más exacta, minuciosa y nimia que
no es sino tn'tbosqueio), no puede convertirse
nunca en un catálogo
nes nacionales que aflorarían posteriormente. Así, pues, las histo- y Vergara' prefi-
rias literarias del siglo xtx debían afrontar simultáneamente dos bibliográfico"7. Sin embargo, otros, como Vergara
problemas: uno, el de servir de catálogos o diccionarios, donde se
registrasen obras y autores hasta ese momento sumidos en el olvi- 6 Historia tle l.o literntttrn dc Nuet¡s Grrumda' o¡t' cit'' pp' 20-27'
do. Muchos historiadores estaban conscientes de que sus trabajos TJosédelaRivaAgüt'ro,CarilcterdelaliteraturgdelPcrítintlt¡lutdicnte,enolrrns
Com¡,ictns,Universiclact Catírlica del Perú' vol'
I' Lima' 7962' pp'75-213'
más que historias propiamente tales eran un registro de nombres,
rierolt cubrir I.ts l.rr;rrrr.rs t'ristt'ntcs: "1,,r nr,llr'r'¡,r \, :,u pt)[rlt'z,r n,, i,t:i,t lt,r(,(,r'llll.r,rl)()l(}1,,r,r,l(¡l ¡,¡1rl',r('r,() ¡r.tti()tl.tl.llt'ittlzitcltl, t'llrilit'-
me daban el derccho ¡ v.rt'ilirr: no porl í.r lr¿rt't'r'otr'(r (()s(l t¡rrt'lo,¡rr, totr jrrit'ios rlt'v.tlot',r ¡r,rrltt tlt'lltlo:, ('t¡,lllt()ti ltt'Chtls litCr¿rritls'
he hecho, seguir el orden cronolírgico, ¡'ror-ricnrlo l.r noticia [rior,,r,r l,,ts ltistori.rs litt'r.,ili,rs.lr,l siglo \l\ lulld¿lr(ll-r un tipo de género
fica de cada autor y la de sus obras, y un breve juicio crítico sol,r, rlist,r¡l.sivo (lLlc c()rrcs¡rorrtl íu tarnbión a la necesidad de un Cierto
los escritos del autor mismo; y mezclado todo esto con los sr.r('(,:,(,, lrPo rlc contlcimienttl, c¡t-tc cstaba anclado en axiomas epistemoló-
referentes a las letras"8.
¡,,ír,0s rt icleológicos que controlaban la serie de operaciones y recor-
De este modo, el carácter excesivamente catalográfico t¡rr, lr,s t¡tte debían realizat.
adquirieron estas historias literarias estaba en función de subs.rrr,,, lrviclentemente que la determinación del corpus de obras' su
la ausencia de una labor previa. La conciencia de esta limitacitirr ,,, rrrdcnación según el género, el tema y la época; su ierarquizaciín
perdería a lo largo del siglo xx, y, por lo tanto, aparecerá c()nr(, rlr,¿rcuerdo a una escala de valores que Permitieran demostrar el
doblemente limitante. de las raíces nacionales, se fundamenta-
l.rt.()greso social; el alcance
Otro de los problemas que debían afrontar los historiadores t'r,, [.,.r sobre la imperiosa urgencia de demostraf que la
existencia de
darle una coherencia y un sentido a todo ese material una 'u,t', l,r nacionalidad no era una abstracción in aacuo, sino que podía
ser
recopilado. El mismo Vergara y Vergara decía: ol'rietivada mediante una serie de manifestaciones concretas
obras, hombres ilustres, instituciones, Periódicos, colegios- que
Al remontar en mis investigaciones la corriente de los tres sig.lr,,, t.onstituían el baluarte de la nación. No debemos Perder de vista
que constituyen nuestra historia, he visto el paisaje al revés, sin pt'r .,
(lue fueron los tiempos de la creación de los museos y de las aca-
pectiva y sin explicación [...]. Pero una vez que estuvieron los materi.r
.iemias como también de toda una semiótica del culto "monumen-
les arreglados metodológicamente y que descendí desde 1538 hast,,
1820, encontré todo explicable; ví el paisaje al derecho. Un puebl,, talista,, de las expresiones políticas, artísticas, lingüísticas de las
pequeño que lucha por formarse su historia escrita, por civilizarse tlt. sociedades. Arquitectura, escult:uray pintura estaban al servicio
una manera análoga a la vida salvaje que aún le rodea, y a la virl,r cle fabricar las representaciones simbólicas de la patria como
europea cuyos hábitos le enseñaron su padres. Escribe primero un,r monumento (obeliscos, arcos de triunfo, Panteones, estatuas
mala prosa que poco a poco mejora [...]e. ecuestres, capitolios, plazas);las academias tenían a su cargo la
distribución y canonizaci1n del saber que sería moderno; los
No en vano Andrés Bello, como hemos visto, consciente de esta museos almacenar fragmentos de distintas culturas y tiempos y
situación, abogaba por el método narrativo para los estudios his- reconvertirlos en representaciones fetichizadas unidimensionali-
tóricos porque era el más necesario en términos metodológicos. En zando la diferencia en el contínuum de sus espacios para el consu-
lapráctica,las historias literarias no siempre cumplieron las prio- mo del público: la historia así se convirtió en exhibición, en gale-
ridades asignadas por el maestro: unas, en su afán por reelevar ría, y curiosamente en su propia a-historización. Con la literatura
toda la vida cultural del país, se convirtieron en farragosos catálo- pasaría lo mismo; y de eso se encar8arían las historias literarias.
gos que operaron sin mayor criterio ni selección; otras, más pron- La modernidad inventó sus propias formas de coleccionar.
Pero al fundar una tradición literaria, al mismo tiempo la perfila-
ron sobre un sistema de preferencias que ietarquizaba algunas
8
José María Vergara y Vergara, op. cit., p.23. manifestaciones de la realidad cultural, recortando o ignorando
otras de suma importancia. Y es en este sentido que las historias lite-
e lltíd., pp.23-24.
rariaS It.tCi()tt.)l('s, ('t) l.tltt() lot't'tt.tt'iotrt's tlist'tttsir',t:,, lttt'ltrtt ¡rt',it lrt,r ¡,¡¡rtr,:;ir'rrrtlt'l sr't ltlt lt'lt,t,l,r r Itrlllr,1' tlt,tst'ttlitltl. l'tlr t'tltlsil¡ttit'rllt"
l,n'rlo l,r tltrltl,tlitlirtl lilrtr',rl ( ()lll() l.t t tlltst'rv¿)cltlr¿r tlbCdCCitlrtltr
a
ideológicas c1c ltls st'r'tort's rlotltilt.tlttt's, (ltlc t'rt'lttyt'nlt.t: la l'it .t t'r¡ I
tura indígena tanto prel'ris¡lirricit c()mo Postcolonial (o cllteclír n', lu rlislirrt.ts.tPrt,t'iirt ion(,s (1il(, lrir'it'l'otr cle l0s mismos fenómenos'
cida a su mínima expresión); la literatura hispana oral (corr-ro lt'' ('prrrp.rrtit'r9¡ arrtbas rlrir.ltt¿tt'i9l]cs básiCas; COmpartierOn axiomaS
romances y otras formas literarias), la literatura popular ilustr,rtl,r ,',,,|l.,',.'r; ttlvicrtll-l la llristrl¿r percepción teológica del proceso his-
l(rr.it.0; rccorrocieron las mismas etapas del progreso literario;
com-
(el folletíru la literatura de cordel, las hojas sueltas, los almanacltrt'r, )
t¡ rtllti',,,( tl\'() I /1,¡'( lr't ttlt \' ( llYtl ltl t'tt lltt'tlt' Y "tt¡r''¡lrrl' llit it'-
tttrlr'ltr tttltt
l'r¡t'clt.rr ('slinr,u:;('lo:;,rnrPlios lttnrl¿ultt'ttlo:' tlt'l,r ( ullttr.r rll('\r(,rr,r llilciclo clt'csta fcliz
y el riipirlo rlt's.lllollo (lll(',rl(.rrlz(i ('rr p()c() rllils (l('trI('(l¡() sigl«r 1.. I I ,, totl tlt't'l t'l lrl llltt'r 1""'l'l'r rlr' l ttto¡r't l"l Irt'rtt'tlto
rrrr,zt,l.r, lrt.r.t'tlt'r.r, .1,, 1,,¡ \',¡ r,r(l,r:. v t.lrl
[tt'llas ctlalidaclcs ["'l clebía
evangelizaciíln rlc los p1¡1'[rl1¡5 c()lrcluist¿rc]()s, su ittgrcs() ctt ('l tI'11.r, r, clue le sonreía ["']ls'
de la civilización er-rro¡'r('¡, (()rtstituycron el Primer clesidcraltttrr ,¡rr, lr,r[,t'l'l.ts t'it'rt'it.rtlo t'tt rttt'tlitt tlt'ttlr¿ lraturaleza
se presentó a los poseedorcs cle la ttueva España t. .] A cstc Pr()1',r( ' , ,
americanis-
intelectual que bien puede llamarse extraordinario [...] a la vcz st' ,rl;,, l,a irlcología del mestizaie -Propia del liberalismo
ba majestuosa la Metrópoli de Nueva España sobre las ruinas (l('1,, l,r .rccliatizá el elemento nativo a través del europeo yhispánico;y
antigua Tenochtitlán, vino a unirse otro elemento de inmenso trilsr'r'rr Irr,rtiz(r la tradición esPañola (pero de
"razÓnfuerte superior")
('ort cl ingrediente iniígena ("r,upu' de recibir y
dencia [...] nos referimos al establecimiento de la imprental3.
de retener")'
se hizo
( )lrsórvese que siempre"el rescate ael sustrato aborigen
En estos casos fue celebrada la reproducción especular Ll(' l,r r'()nro un "in¡;rediente" del sistema base
que fue el europeo hispá-
literatura española en el Nuevo Mundo: t l ir'o.
hispánica;
Iil modelo liberal se cuidó en mitigar su adhesión
Creemos que el grande y funesto error de nuestros escritores (1,' crítico frentc al período colonial;
¡ror lo menos fue sumamente
sesenta años a esta parte, ha consistido en independizarse de las lctr,r', st.lcctivoenseñalarsóloautoresyobrasrealiZadaSpollosjesuitas;
españolas, mostrando al mundo una literatura expósita, sin padros rrr tlt'stacó con más ahínco la cultura laica y
disidente de la misrn¿
se rcfi-
tradiciones, y tratando de romper el lazo de oro, que a pesar de [,rr, ('trlonia; jeratquizlaquellas obras en len¡1ua española tltte
malos esfuerzos nos une aún a España: ese lazo es la lengua de C't'r ellas la base dc la lite ra-
ricron a las etnias indigenas y que vio en
vantes. En vez de declararnos hijos, herederos e imitadores de Lope, r a la literatura y civi-
tura nacional; algunasi'"t"'i-'i'o to'-'t"siones
Calderón, hemos ido a buscar padres en Lamartine y Víctor HugoI el gusto grecolatino
lización indígena; rechaz() con preferencia
la influencia francesa en
irnpuesto por-el Neoclasicismo; subrayó
El modelo liberal realizó una operación más sofisticada par.r la novela como género
t,l siglo xIX como enriquecedora; consideró
seguir manteniendo los nexos históricos hispánicos. Además dt'l y con grandes
ejemplo anteriormente señalado, la defensa del elemento criollrr
literario "de la imaginación" de los nuevos tiempos
implicaba considerar la literatura nacional como el producto de l;r posibilidades Pedagógicas'
fue
Mientras qu" ti hlspanofilia en el modelo conservador
mezcla de las razas indigena y española: 11 conquis-
incondicional. l'or el contrario , enfalizÓ Positivamente
ta y la colonizaciÓn como la llegada de
la luz y de la civilización al
La naturaleza física y moral fueron producto del concierto de esta
revolución lenta pero feliz. La razq india dotada de inteligencia carac- NuevoMundoylasalvacióndelospueblosaborígenes;nootorgó
de- la litera-
terizada por una fuerte originalidad, capaz de raciocinsr con asombrosa ningún crédito a las culturas nativas; la prolongación
nacionales; como
exactitud ante los objetos externos y de recibir y de retener las más vas- turíespaRola en la Colonia acreditaba las letras
con pre-
tas impresiones, fue injertada con la raza de un pueblo otyo genio fiertt signos de la cultura en las "nuevas tierras" ieratquizó
ferencia obras cn l¿rtín y la literatura qlre respondía a los modelo:, la aparición de las nuevas formas imperiales -Inglaterra y Francia
neoclásicos; la influclrcia francesa fue vista como degenerativa c ¡rrimero, y luego los Estados Unidos.
inmoral: defendió la tradición castíza y vio con recelo la literatur',r Por ello, toda la problemática en torno a la continuidad o ruP-
de la época postindepenclista. tura cultural con España no fue más que la expresión de cómo pen-
Todo el quehacer de la cultura nacional a lo largo del siglo -v,r s¿lr una cultura nacional en un momento que el mundo empezaba a
fuese dentro de los linclercls conservadores o Iiberales- fue repen sufrir el impacto moderno de nuevas reparticiones. Sin duda que
sada con fuertes o debatidas filiaciones con la antigua metrópoli t,l contexto del98 estimuló reflexiones historiográficas que pudie-
española. El sector criollo no pensó una literatura o lengtr,r ron parecer Conservadoras a Otras luces, Polque Se reconCiliaron
nacionales que no fuera la castellana, hasta los letrados de los paí con una valoración positivamente hipertrofiada del Descubri-
ses más notablemente diglósicos como México, Perú, Paraguay ) rniento, de la Conquista y Colonización ibérica del continente
Bolivia. americano. Además, historias literarias y fundación de las Acade-
La filiación hispánica, después de un período de comprensiblt' rnias de la lengua se dieron la mano en la gestión fundacional de
receso -porque las guerras emancipadoras aún vivían frescas cn consolidar el canon de obras literarias de la tradición nacional
las sensibilidades colectivas-, reanudó sus adhesiones a finales dt'l sobre la base de ser monumentos eiemplares de la expresión más
siglo: el inminente interés de Ios Estados Unidos por Cuba y Pucr' "pLtra" de la lengua española. Las academias con su gramática y
to Rico, y finalmente el declarado resultado de su invasióry alert(r ir rliccionarios fueron fieles sucursales de la española, y sólo apoya-
Ios demás países hispanoamericanos de las nuevas fuerzas impt' ron la divulgación de aquellas obras literarias que a su vez Prees-
rialistas futuras, potencializando vínculos de solidaridad con l,r t'ribía en canon de la historiografia.
península, que no sólo rezumaban una alianza histórica en térnri Estas historias literarias organizaron todo el material por ellas
nos políticos sino también culturales. El temor a una etapa aún m.is ¡brazado de acuerdo a una concepción teleológica o finalista de la
agresiva de un capitalismo internacional fue expresada- como bie rr historia, deudora de las teorías iluministas del progreso indefinido
1o dijera Rodó en su momento *en términos de un idealismo cultu rlcl espíritu o de la razónuniversal, que se traducía en la evolución
como una
ral, re-orientando la metáfora de la "barbarie" hacia el imperio dt'l ¡rrogresiva de las sociedades. veían el proceso histórico
Norte y la " cívilización" hacia la comunidad hispanohablante. t'¡rlena que disponía sus etapas en un sentido "ascendente", siem-
En este contexto finisecular del98, la hispanofilia -en mayor () lrrc desde etapas pasadas "primitivas",
"deformes" y "oscuras"
menor grado* de la historiografía literaria habría que leerla tal vt'z ll¿rcia los tiempos más "perfectos", "desarrollados" y "luminosos":
como una defensa política de Ia integridad de ciertas tradiciont's
Hemos citado unas pocas estrofas en este idioma quechua, ha sido
del continente en vista de los riesgos a nuevas subordinacior-lt's
porque convenía al buen desenvolvimiento del plan que nos hemos
imperiales en marcha. La defensa del español y de la cultura ibéri propuesto seguir: era preciso introducirse algo en las profundidades
ca, inclusive del período colonial, efectivamente resultó ser tr l.l,r cle lo pasado, para examinar el grado de progreso de la poesía ecuato-
apreciación conservadora si sólo tenemos en cuenta las coordcnir ri¿tna e,n los siglos de la dominación española, comparándola en algu-
das locales. Pero si abrimos el compás, España era un punto álgitlt, ni.t trancr¿t con t'l r¡trt' .tlcanzaron Ios indios en la misma material6.
de discusión en las coordenadas políticrrs internacionales. EstaLr¿rrr
en juego la defensa de los vicjos t'olorrialisr-l-ros España en ¡'rosi
l" f tr,ttt lloll l\lr't.r. ttl,,ttlttltt:'lt¡titt¡ ¡t'ilicttsobrtlttltotsí¡ct'ttntoriattn,oP'cit 'p'26'
ción de pérdida cttlt lits IiiliPirr,rs, ('ubir y I'ucrto llico-?ris A ¡,is t'o¡r
.) l(' llr,.rllr¡ ( tttt¡h t',tr'¡,l¡,¡¡, %
l'itl'¿t t'llo, l,r l¡tr'r,¡lut',t, Ir11'11'¡'1,n1('nl('t)t(' l,r "¡,or.:,r,r", ('l,t (,1 srl,rr, r'llll)l(':,,ltlt':,t1ilrr",r(tll"l'llrlt'tl'rl'ollll:'¡l'(ltl('('ll'l('l\ll()li('ll("t1rttttt.
ltt¿is sertsiblt'¡r.rt'.r t(,qislt,lt't'l progrcst) s()('i.ll: "Solr l.ls lt'It'.¡s urr,, tlr,:, ltltl,tvl,t l)tiltt.,t.t ttttttttltt..,.,ttliltlt,tttlttlttlt':;t'lltt)lt(ltsetl¡'lttlrttli'lctlltlt-
clc existt.nci¿-r traba-
como termÓntctr() (lr.r('v.r si('ii.ll¿lnrl() siempre la clcvacirin c()nsl,ur l,l l¡ttt'lt't ttr'rl l l \i'rtt'ztrt'l't'rl)t'rr'ts tlt'ltt'tllt siglo
te o el gradual decrecinricnto clc l¿rs luces humanas"rT. ¡,ttttlo lrot'stt t iviliz,tt tolt'"'
Para crear el efecto ideológico de cste luminoso progreso Se tli:,r' mismo
l,.r hor.trologaci(tt-l Anrórica-Europa desdice del objetivo
ñó la escritura histórica de acuerdo a una sucesión de etapas ¡ir,r literatura
rL, t¡ltit l-ristoria literaria nacional, a sabel el de definil
una
duales, donde cada una se explicaba por la anterior: "Todo es rcsr¡l como una paradoja "esencial" del
tado inmediato o lejano de causas bien determinadas [...] ese algo tl. I't()[)i.1. Esto puede considerarse
cuanto que/ Por
i il,t,r'a I ismo historiográfico hispanoamericano, Por
hoy depende de algo de nyer;y ese ayer es nuestra historia antigua" para sí- la concepción hegelia-
'
.. l¿rclo, se internali íobu -o adiptaba
Esta concepción teleológica de la historia fue otro de los ¿-rxit,
rr,r rlc la historia, f, por otro, fue a Partir de ella
que se perfiló con un
mas de Ia ideología liberal. Aunque propia del racionalismo rlt'l literario'
voluntarismo americanista la historia nacional del proceso
siglo xvrtt, concordaba con la lectura que la burguesía históric,r NoenvanoelSentidoqueledabaAndrésBelloalmétodoad
mente triunfante hizo del proceso históiico univeisal. La perspt,. que
uttrrttndltm para los estudios históricos era una proPuesta
tiva ideológica desde la cual se enunciaba el discurso históri('() tle construía la episteme historicista del
liberalismo , f , de alguna
implicaba ordenar esa historicidad en función de un present(, Iorma, evitaba la perspectiva eurocentrista'
absoluto, apreciado como punto culminante de "llegada". L,t, ti-tt-tto por
La creación del efecto de "progreso" fue comparticlo
demás fue considerado como "anterior" o etapas preparatorias. l,l l¿ts historias conservadoras como Por
las liberales. Lo clttc vari(r
espacio privilegiado de la plenitud del progreso se ubicaba err fue el acento depositado en la curva que asumió el
progreso: las
Europa o en los valores culturales europeos. Los historiadores ctapas culminantes y los momentos iniciales' La
perspectiva libe-
interiorizaron esta orientación, aunque no la hubiesen explicitacfur: ral prefería reconoc;r el origen del proceso
"evolutivo" en las cul-
2] Cfr.Ojcadahist'orico-críticasoltrclosorígenesdclnliternturacolt»ttbiarn,Bancodela cit.
2a Cfr. ltirio Ramos, DescttÜtentros de la Modernidad en Am'erica Latina, op.
República, Talleres Gráficos, Colombia, 1963, p.61. Primera edición 7890-94-
ioltt's, 1,,r',rrrt.tlit,ls, Itt.tlltl¡lt's tlt' tlll',tll¡tl,rtl, ¡lttolt't',r
laS C1¡ttstitttt
l,,r r'otttullitl,r.l ttt,t',( lll¡rr,r lr'l¡,t.1,¡ t't'l,t (()ll llll[X'l'tlll('ll('l(l
y l'l('s-
"rtrrr¡t'¡ tlc lt'lr,r:,". llll.l prltlía "cscribir ctlsas",
¡,,o l,r irlt'.r tlr'l,t
sLls
as, textos cle histtlr.i.r y tlt,otl..tf í¿r ft¡crtll.t gi'rrt'l.os lrrnrlacitll'l¡lt's.1,
la ley, de la lenguit, clt'l t'ttt'r¡ro, dc la memoria y del espacio' p(,1.() ¡() ('t',t ¡t).tstlttt¡ rti Irrrl¡littl (l.t "LrUCt-til letra" era Llna COmPe-
Además de este uso t¿U-l vasto cle "literatura", en el siglo XIx t (),' lr,rrt.i.t rlt, Itstacl1l) ni st'r'io; stilo prrr;r demostrar Su Capacidad como
xistía el término de "poesít-t" hemos visto que hay varias "ltisl" r¡r.rtlrt' alf¡bótic¿r y potencialmente buena pedagoga'
rias de la poesía"- para designar los géneros específicamentc t'sl(' sorr ¿rsí muy raras las historias Iiterarias que registran alguna
nrtrjer escritora. Sin embargo, conocemos dos casos que se salen de
ticOs, con un Consenso generalizado en Considerar Como práctit,r'.
,,estéticas" sólo aquellos discursos en verso. Esto trajo consectl('rr r.st;r constante: la cubana Domitila García de Coronado quizás sea
cias lamentables para otros géneros: como la novela y la narratir,r l.r primera mujer que antologa los escritos de mujeres ptte tns.En
It36[t publicó en La Habana Albwn po'etico fotogrhfico de escritoras y
en general. En este sentido, algunas historias -Pensamos ell l,r'
¡tot,tisns cubnnns
(Imprenta Militar de la ciudad de Soler). Revela un
que se acercaron al modelo liberal- abandonaron el término tlt'
"poesia", y Io cambiaron por el de "producción imaginativa" t' gcsto tempranamente moderno y cosmoPolita de solidaridad con
"literatura de imagin aci6r]t", incluyendo la lírica, el drama, l'r su propia comunidad genérica (sexual y de discurso). Posterior-
novela, la épica y los géneros humorísticos. ntente, en 1896, José Domingo Cortés sacó su antología de Prr¿fisas
¡nrcricanas: ranúllete po'etico del beIIo sexo hispano-tttncricnn0.
En tercer lugar, el término de "literatura" también estuvo relir
Es posible que el saber relativo al territorio, histori¿.1, política,
cionado con la cultura del hombre de letras, el "hombre culto"'
aquel que produce letras impresas. Este sentido fue bastante anti lengua, salud, medicina, esté en el caso de la mujer escritora clise-
guo, por 1o menos de ascendencia también renacentista, y que s(' minando en otros formatos genéricos que no estén oblig.ltoria-
vio luego reforzado y modificado en cierta manela por las concep- tnente recortados sobre las categ;orías oficiales. Ese otro saber (de
ciones del Romanticismo (el prestigio del autor y la individuali cste otro sujeto), al tener una mirada oblicua, expresó su punto de
dad del genio). vista bajo las formas escriturales que le fueron asignadas'
Así, no es de extrañar que en estas historias uno de los criterios Metodológicamente hablando, el modelo historiográfico con-
básicos para determinar el corpus literario es el autor de las obras servador pareciera acentuar más un criterio sistematizador que
impresas, independientemente de la materia tratada. Es decir, el privilegiabalos nutores, destacando una serie de valores que con-
hombre productor de escritos literarios, de conocimientos varios,
firmaban el carácter prestigioso y aristocratizante del hombre de
de poesía, de historia, gramática, leyes. Pudiéramos afirmar que el
letras: ,,célebre por su eminente piedad, su vasta inteligencia y
criterio regulador para Ia catalogación fue la autorís. Ello demues- profunda instrucción", "apreciado por su erudición y elocuen-
tra que las historias literarias fueron una práctica discursiva hecha cia", "su¡eto inteligente, piadoso y amante del bien público" fue-
por y para la consagración de los individuos de una clase en tanto ron 10s calificativos más frecuentes2s. Ahondaron más en 10s datos
individualidades. biográficos para resaltar la prestancia del "hombre sabio", l, a tra-
vale la pena recalcar que no hubo mujeres letradas que se ejer- vés de él consagrar su obra. Veamos este ejemplo que raya en 1o
citaran en el género de la historiografía ni literaria ni política. Tam- grotesco:
poco hubo gramáticas, constituciones, textos de geografía, filoso-
fía, escritos por mujeres. Sc. hacc notable la distribución diferencial .5 C/r. Jrablo Herrera, Ensnr¡o sobrc ln historia de l0 literntura tcutttttri¡no, lmprenta
de los géneros discursivos de acuerdo al género sexuado' Nacional, Quittt, 1927, prinrcra edición 1860.
M
2,1r, llr',llnz (,oltz.rlt'z iilr'¡'l¡.¡¡¡
Podemos suponer la flexible distensión del concepto de "histo cjt,r-nplo, consideró la novela como un género de las bellas letras o
riografia" que -como vemos- incursiona cómodamente en l,r tlc la literatura; más aún: elgénero por excelencia para plasmar los
narfativa folletinesca. Después de todo historiay norela son prácti tt,rras de la historia y de la "realidad", para incidir sobre la trans-
cas narrativas, y que 10 que es "verdad" o "mentira", "importatl Iormación cívica de las costumbles en afas del progreso social.
te" o "irrelevante" son acuerdos sociales mutables. El género his La noveia fue el génefo predilecto del liberalismo Plogresista.
toriográfico le sirvió al historiador para construir en un gesto clt' Ar-rdrés Bello ya 1o señalaba en los años de la polérnica ct'rn L¿rsta-
transposición mimética la egolatría "señorial" de sus congéneres' rria y Chacón:
Inscribía su propio Yo en los demás.
En cuanto al modelo historiográfico liberal, aunque no escaP¿r- [L]anovela,composiciónantesfrívola,aquelapir.rturac]cl.rs
grancles pasiones había dado tanta elocucncia, ha sido absorbicla por
ba a estos criterios de sistematizaci6n, sí se detuvo con mayor énfa-
el inte.és histór'ico. Se le ha pedido, no clue nos cuente aventuras de
sis en la obra propiamente dicha. Veamos de nuevo un ejemplo:
individuos, sino clue nos los muestre como testimonios verdaderos y
Don Francisco Núñez de Pineda i Bascuñán, autor del Cautiverio animados de un país, de una época, de una opinión' Se ha querido
feliz, merece ocupar un lugar entre los poetas del coloniaje. No hare- nos sirviese para conocer la vida privada de un pueblo; ¿y no forma
mos ninguna investigación biográfica sobre este poeta [...] porque, ésta siempre las memorias secretas de su vida pública?28'
sólo tenemos en mira un estudio sobre el carácter de la poesía chilena
en sus diferentes épocas, sin entrar para nada en el estudio de los La novela era el género que prosaizabala epopeya; así lo exigi
hombres que la han representado. Si de vez en cuando hacemos refe- an los cambios sociales, y así también se les exigía a las historias
rencia al carácter de algún autor es siempre para esplicar el espíritu literarias -recuérdese las observaciones de Rodó- que remozaran
de sus poesías [...]. La historia, para no ser el cadáver del pasado, sus criterios o premisas Para aiustarse a Ios cambios que se habían
necesita ser estudiada en 1o que tiene de inmortal, su espíritu27. operado en los discursos culturales. Pero la nofma en la historio-
grafíafue excluir este género. se Ie achacaba -desde Ia perspectiva
Aunque no representó una constante automática, sí podemos
conservadora- un carácter indecoroso y éticamente inconveniente
advertir que la historiografía liberal, más ceñida a los nuevos para la sociedad dado el exceso de fabulación de sus asuntos. El
26
José María Vergara y Vergara, tt¡t. cit., vol.II, pp. 51-52.
'z7 Adolfo Valderrama, op. cit., p.57. 28 Andrés Bello, "Modo de escribir la historia", o\t' cit , p' 236'
-l'lli ll¡ .rlt lu ( ,orr/,rl{ / ¡¡'
"lr'¡'l¡
recltazo sc ('nlil¿r[r.r r'ontr',r l,l su[)tl('s[.] y tt() trt('tl()s tlt'st.lt'l,rlrl, | )r. lotl()s rrr()tlt,:,, l,r:, ltr:,lt,r r.t:, lrlt,¡,tIi,ls [.lllttl libt'rales c()lll()
( ()ll('('PCi(lll clC lC¡ littfnriO anCla-
influencia franccsa ('n ('st('g¿'n('r(). [in c¿rtrrlrio, (l('rllt'() clt'los,lrr,' I tlr:;r'f v,ttlr)t'(ts ()l)('t,ttott :,ol,lt' tlll.l
rl,t r.n (,t.il(,t.ios rlt.trtlorts tlC l.t lltrstr¿rciírrr. Este hecho no
desdice a
mas del pensamiento libcr¿rl, al consider¿rr el estLldio clc la Ilislt'r r.,
como una de las principales preocuPaciones nacionales, s(' \'itr .tr ¡it v(,Z tlt, l¡ r.olrce¡rcitin tcol(rgicil clue tuvieron de la historia. Pero
Iro olrsl.rrttc, hay en ellas una especie de paradoja en su
signo dis-
la novela un tipo de modalidad asimilable al discurso histór¡( () \
I ilt,siv(): c()rIo prácticas ideológicas del liberalismo
hispanoameri-
por ende, óptimo Para canalizar en él el sentido didáctic-o t¡rr'
r',rrro lclrclicron, Por un lado, a ser la expresión aPologética
del pro-
debían asumir las letras nacionales.
naciones, f, por otro, revelaban en su matriz
Otro tanto sucedió con la lírica de carácter PoPular. El motl,'1" l',r'r.s() stlcial de las
liberal señalaba que iunto a Ias formas cultas también se dic|t'rr ¡1,r,rr('tica semióticas
disonantes con ese liberalismo' Y es esta con-
que
formas populares, y que su historia corría paralela a Ia otra: ll.,r,licción en el interior de las mismas historias literarias 1o
I,ut,cle revelar el carácter
también conservador de estas prácticas
En las diversas épocas de la poesía chilena ha habido además trrr,r .lircursivas propias del liberalismo en Hispanoamérica'
poesía menos ilustrada, pero no menos orijinal: es 1a poesía del ptr,' lin la práctica concreta, los axiomas de la historiografía liberal y
blo, son las tonadas de nuestros campesinos, los corridos del rancll,' rlt, la conservadora se hallaron bastante entrelazados, presentando
que
las pallas de la chingana2e. l,r rnayoría de las historias un carácter híbrido. Evidentemente
,,,',,,, ," acercan más al modelo liberal y otras al modelo conserva-
En alguna medida la perspectiva liberal consideró estas Pr() tlor según predominen más o menos los axiomas de uno u cltro'
ducciones como componentes de la literatura nacional' El misnr,' l)ifícilmente encontraremos historias literarias que Presenten en
Adolfo Valderrama describió alpallatlor chileno como "person.ri,' de cualquiera de los modelos. Insisti-
Pureza todos los elementos
histórico de la mayor imPortancia, ruda manifestación de las fuel ,.,.,o, que el modelo abstrae los accidentes de la realidad, las con-
zas intelectuales de nuestra nacionalidad, elemento indispensablt' ".
t¿rminaciones no pertinentes a la lógica formal del discurso
teóri-
de la psicología de nuestra historia//30. co, pero no por ello el proceso de abstracción cancela o
mitiga el
Tanto Io "popular" como lo "indígena" permanecen como lo carácter contradictorlá de las formaciones ideológicas.
Todo 1o
otro, incomodidad ("ruda manifestación") que hubo que negoci..rr. contrario: el modelo inclusive puede formular en axiomas
las con-
de alguna forma ("indispensable de la psicología de nuestra histo- tradicciones posibles de las diferentes modalizaciones ideológicas'
ria"). lJna historia o nación que estaba siendo hecha por un "noso- Lo que no hace el modelo es trasladar en su lógica formal
los ava-
tros" que concitaba la otredad mestizándola en el discurso litera- tares de las emPiricidades.
rio o diluyéndola en una operación "psicologizadora". Muchos axiomas liberales, como por ejemplo, la consideración
De todas formas, el pensamiento liberal, por ser el más inclina- de las civilizaciones y literatura indígenas, podían estar presentes
do a la occidentali zaci6n, pcrmaneció más alerta al manejo (politi- en las historias que en rasgos generales se ajustaban a la perspecti-
camente subordinado) de las diferencias dentro del juego de las va conservadora; y viceversa: muchas historias básicamente
libe-
representaciones "democráticas". rales podían considerar como loable la función civilizadora
que
tuvo ü iglesia durante la Colonia, siendo esta apreciación más pro-
2" Adolfo Valderrama, tt¡t. cil., p.22. pia del pensamiento conservador. El cruce de valoraciones es ine-
3" Adolfo Valderrama, ibíd., ¡t. 115. vitable.
Irr
k
I
tidades nacionales y sus historias enmarcarlas dentro del legtrtl,' irlntccliata y contemporánea de Quintana"33. Y fueron los modelos
hispánico. tlcl Neoclasicismo -llenos de referencias mitológicas ¡;reco-lati-
El mismo Riva Agüero advertía que si el americanismo litcrari,, rr¡s- las que debían encarnar la nacionalidad literaria: "St la escue-
se orientaba temáticamente hacia las culturas indígenas no cr,r l,r cle Quintana arraigó tanto en España y en la América Española,
f rrc porque satisfacía el gusto dela raza por la majestacl,
la ¡rornpa
sino un gusto exótico impropio del perfil de la "auténtica" litcra
tura nacional. Era una concesión "patriotera" poco seria. Dentrrr y el énfasis. Dicción esco¡;ida, altamente poética y Iírict-t, rTrtry lcia-
de este horizonte conservador Ias culturas prehispánicas habíarr n¿r a la vttlgat"3a.
muerto, y, por 1o tanto, no constituían ninguna tradición. La tradi Riva Agüero no compartía la vinculación que se hacía en cl
ción más genuinamente americana debía ser la colonial. Las glo- cnnto a lunín entre la victoria de Ayacucho y el incanato. Más bien
rias de la Conquista podían alimentar una vertiente más original v cstas victorias debían leerse, de acuerdo a su óptica conservadora,
,,el nacimiento de nacionalidades nuevas, europeizadas, qtte
propia para la literatura nacional. Después de todo había sido la como
tradición triunfante; y desde la platea de aquellos que escribían a se desprendieron del materno seno de España"3s.
la historia su mirada estaba recortada Para ver solamente su histo- Los valores del pensamiento conservadot al asimilarse a la esté-
ria. Y particularmente en el caso conservador sus posiciones eral-t tica neoclásica, estaban trasponiendo una problemática ideológica
aún más intransigentes dado que esgrimían sus preceptos como que revelaba su apego a valores de la tradición europea aristocráti-
un modo contestatario de enfrentar la modernización, ya que sen- ca; un escapismo con respecto a las propias realidades nacionales,
tían peli¡;rar su mundo de valores. Abrirse al reconocimiento de la pérdida de un horizonte histórico, con la consecuente percepciÓn
las culturas indígenas pasadas era dar pie a posibles negociaciones inconsciente de ser una clase pronta a ser despl azada, el cultivo de
con las formas literarias criollistas y con la novela moderna. un pasatismo nostálgico; una concepción ahistórica de las manifes-
De este modo, el perfil de una literatura nacional se cifró en otra taciones literarias y también sociales. En este sentido, la estética
serie de homologaciones semántico-ideológicas: raza española -
vigorosa * viril - caballeresca + colonia período de esplendor
') Ibíd., p.290.
- estudio de clásicos latinos a imitar - alimentarse de modelos 33 lbíd., p.83.
extranjeros - literatura nacional: "Proponer la Crecia antigua 3a lltíd., p.84.
como modelo para una raza contaminada por el híbrido mestizaje ' ll'iJ.' P eQ'
25'l li',rlll: (,ollz,tl,'z I'lr'¡'l¡,¡¡¡
tos, CS clcCir; n() l)()s('í,1 t'tltlt'itt'itlll irrtt'lt't ttr,rl", .tllt ttt.t[r.t l.tx,tllr,r rlo,tz,lt,r'.r (()nl(),.1t'l,rr, t ttllttt,t:, lll(lll',('lt,ls viV.ls t't'¡ t'aSi itlt'Vita[rlC,
mente el histtlriatlol'[¡oliviall() S¿ttlti¿.lgo Vat.t y (itrz.rrliill"'. I'llt'l'l'' r,it,r't,rs tt'lttlt'ltt i,ts tlt'l ¡rr'rrs,rtttir'ttto liIrt'r'¡lsilctrCiartln Cn SuS mani-
lr.sf irr'ior.tt's 11 ist'ttrsiv.rs t'slt' l'('l('rt' lltL' POrque Sentían que
era Un
que sólo podía organiz¿lrse baio un régimen dcspíltico y (lLl(' Por 1,,
tanto, "no ha podido formarse una literatura quichua"ro. olrst.icrtlo parir cl Pr()grcso y la moclernización nacionales'
Basado en un Profundo racismo -"laraza quichua es harag'rrr'r 3. lll moc]elo conservador estableció en la Colonia y con la con-
([r¡st¿.t el origen de la literatura nacional. Más: la Colonia era la
clesconfiada y astuta" y la razanegra "no puede leconocérsela I l, r, l, r
que se asemeje siquiera a un idea.l literario"al- desacreditaron ct¡,rl .lt,¡rositaria áe los valores "auténticos" por sus instituciones, la
quier tipo de continuidad cultural de las sociedades indígenas' ,,,,rp."ru cristianizadora realizada con indios, la propagación de
l,rs órdenes religiosas, la fundación de un sistema social cuya
legi-
En las historias literarias conservadoras éSte fue un tema c()n
flictivo y espinoso, porque, aún cuando se silenció la cultura intlr tirni«lad estaba respaldado en la monarquía,la difusión de una
gena, subyacía explícita o implícitamente su problematizacitirr It,rrgua "civllizad,a", f, sobre todo, la preponderancia de la iglesia
(,omo la promotora de la conservaciÓn de las tradiciones y eslabón
Pareciera que en aquellas zonas donde el sustrato de las civiliz,r
ciones indígenas había alcanzado en el pasado un notable desarr,, tlcl "progreso" entre el Nuevo Mundo y el viejo:
l1o y sus culturas aún seguían vigentes porque también su pobl,r
Aquí es el caso de hacer notar los escalones que recorrió la civiliza-
ción era numéricamente mayor que la criolla, la oligarquía, 'rl
ción entre nosotros para llegar al pueblo. Hemos visto su cun¿r en
l¿'t
sentir amenazada su integfidad e identidad de clase, se aferro la trajo a las selvas de l¿ls colo-
Iglesia, que fue la que verdaderamente
incondicionalmente al hispanismo, bloqueando ideológicamentt'
nias. Los frailes se encargaron del cuidado de su infancia débil y
con-
la fuerte presencia indígena con argumentos racistas, con los cu¿l trariada: ellos cultivaron las ciencias y las letras hasta mediados dcl
les "blanquearon" la construcción de su cultura nacional borrandt' siglo xvttt [...] los clérigos fueron una gran parte de nuestros hombres
la "contaminante" heterogeneidad. Fue el caso de los países andi ciántíficos y de nuestros literatos t...]. A ellos se debe la conservación
nos -y en cierta forma de México- donde el quechua lo hablaban de las tradiciones, la formación d.e gramáticas de las lenguas
indias, la
las tres cuartas partes de la población, constituyendo de hecho la creacióndecolegios,yeltrabajod.elaenseñanzadurantedossiglos
lengua nacional de la mayoría. Pero lo que se impuso, como sabe- enqueellosfueronlosúnicosmaestrosydepositariosdelaciviliza-
mos, fue el triunfo de las letras de una pequeña minoría hispano- ción42.
hablante que trastocó la parte por todo'
La semiótica cultural de la oligarquía profundizÓ más su hispa- Esta perspectiva determinó criterios de selección de lo literario
nofilia cancelando cualquier vestigio indígena. Con 1o cual se hizt'r que tendieron a reg,istrar preferentemente escritores que fueron
más conservadora. religiosos, que tuvieron una jerarquía eclesiástica destacada, que
Algo parecido también sucedió con el liberalismo más europei- obras de tema religioso: Luis de Betancur " abrazÓ el
"r.iibi"ro,r
estado eclesihstico en Quito"; Pedro Fernández de valenzuela
zante- Por ejemplo, en México, donde tanto la presencia del pasa-
,,escribió tres tratados espirituales"; Don Bruno de valenzuela "fue
el primer dramaturgo neogranadino", escribió su "comedia reli-
re Santiago Vaca y Cuzrná¡, Ls liter¡turn boliztiana;bret¡e reseñs. Escritores en 1)erso,
Valtlt'z y I'ala-
giosa" Vidn Alollso C¡rztirr tlt' l,rlrrrt':, "st'ot'tlt'ltir Y lrr'
tla ltidttlgos; rl,rtr'i,t", l,lrttt'ttl.tlr,r tror,l,tl¡'tr,tlttltllt'fost'Mittttlt'l
35" curn rectgr de la Catedral"; Fratrciscg J9s('(.tl'r-lps1l "s¿tlltt'lt'r, r'1tlsl1.
iroy ct'erigo, escribió una novela escrita sin h¿'rcer uso clc t-tirtrirrrr.r .rl lt¡ccrsc pasatista y ahistórica,
l ,.r Pt,rs¡.rt,t.tiv.r r.o¡rst,r.v,rrlr¡l',r,
palabra que tuviera la letra a" ; y el caso más indicativo clt' t I I I ' ' ,ilrt.lti t,r.t e I pasirtlo virrcilt¡l l¿ cscncia del ser nacional, convirtien-
rios ideológicos de selección fue el de Lucas Fernández c1t' l'¡, rl0 strs prácticits cliscursivas en alegatos nostálgicos de esa época.
drahita, que habiendo sido un escritor de origen indígentr, s(' l)r{' listo cluizás puede entenderse como una reacción natural:
firió presentarlo en términos que matizaran su conclicit,rr l,trt'rra puit" d" este patriciado a mediados de la centutiaya había
:nr]¡ás su recelo frente al
" bnutizado en la iglesia de Las Nieves", "era bisnieto de doña Iir',rrr ¡rt,rclido sus fortunas, 1o que agudizaba
cisca Coya, princesn recLl delPetú", "estudió en el colegio dt' S,rr, ¡.,,,.1er de los nuevos sectores,
Ilevándolos a hipertrofiar los tiem-
no atentó contra su poder de
Bartolomé, regentado por los pldres jesuitas". El proceso de irrr' 1r,r, pusados. La merma económica
cripción sólo fue posible previa occidentalización ("bautizaclt'" ,.,rrrvocatoria social, y aún ocupaban espacios hegemónicos decisi-
"estudió"). v()s. La mitificación de la colonia fue su comPensación simbólica,
La vertiente conservadora también hizo una defensa apologótr t,rr la cual la historiografiay la ficción gratificaron este desfase.
ca de los jesuitas. Pero creemos que en este rubro hay que hilar c," ' En consecuencia, los axiomas conservadores sólo prestigiaron
cierta cautela. Acentuaron básicamente su labor religiosa y hunr,r acluellas manifestaciones literarias del siglo xlx que, a su vezl
nística con la educación de los nativos, en particular valoraroll t'l ¡ctualizaban al unísono con esta perspectiva los ticmptls colollia-
trabajo filológico de rescate de las lenguas indígenas ("a ellos s'' lcs. Así, Ricardo Palma se convirtió en el máximo representantc tle
la literatura nacional del Perú independiente, porque, siendo
"cl
debe la formación de gramáticas"). Lo que indica no tanto su prc()
cupación por el conocimiento de las lenguas "bárbaras" sir.rt' tipo de criollo culto", recogió las costumbres tradicionales, "tlui-
demostrar la capacidad del hombre europeo en saber racionaliz¡r tándoles ese prosaico sedimento que tiene siempre 1o presente"'
aquella "masa de sonidos" . PoÍ un lado, la técnica de los misiotlt' Fueron célebres sus Tradiciones porque "resucitan una época ente-
ros; por otro, una no despreciable atención y reconocimiento dt' ra,,, además de asimilar el pasado incaico como restos de una anti-
que las lenguas indíE;enas que valía la pena gramaticalizarlas. Eran gua civilización, semejante a la babilónica, china o egipcia' Pero
José de la Riva Agüero cuidó en subrayar que
Palma "no tiene
lenguns al fin y al cabo.
La Colonia fue presentada como un período de fasto y dt' amor por la historia incaica lya que] tiene mucho de exótica y
esplendor material, obviando cualquier referencia al estado dt' extraña para nosotros: no la sentimos con el efecto íntimo Conque
decadencia del imperio español,las condiciones aherrojadas soste: apreciamos la de la Colonia [...] y los descendientes de los indios
nidas por la Inquisición, el atraso, la explotación, las sublevacitl- támpoco la aprecian mucho, porque han olvidado sus orígenes"aa.
nes populares, la destrucción de las culturas indígenas, el sojuzga- La intetigencia oficial del siglo xIX -y no menos este historiador
miento de las etnias no europeas: "la riqueza del Perú fue tal-t peruano- fue muy afecta a "orientalizar" las culturas indígenas
extracrrdinaria antes de la guerra de la independencia" , "esta ma¡;- áel continente. Leyeron el incanato o el imperio azteca a través de
nificencia de aquellos días trancluilos era ofrecida casi con igual
profusión a las comodidades c'lc la vida privada", "la moneda de 43 Bosquejo sobre cl estarlLt político, mornl y litcrariLt del Pcrít crr slrs lrcs grnntles'cpLtcos,
oro y plata circulaba por tocltl cl cstado", "la alegria,la tranquili- op. cit., p.74.
dad de corazón, cl buen [ut¡gr, eran consecuencia de esta abun- aa
José de la Riva Agüc.ro, o¡t. cit., pp.176-189.
2(r0 li',rlilz (;rrrl./,llr'/ lilr'¡,1¡.1¡¡
los filtros r'luc via,('r()s ('r¡11)[)('()s llicit'r¡rr tlt'l,rs ( ttllt¡r'.ts tll'it'ltl,tlt':, r¡ro,r[,stn.tlt,, l,l ullrrrr,t ¡,1,¡¡,,¡ I )r",,lr'(ltl(',1(l(lí rlo lt.ty trttl¡Ví¿ t'r¡t'stitill
olrrt'r',r, tlt'stlt'(lllr"l(llll llo ('\t"lr'ttttt¡',rttt't tlt'l'ts (rltlSrls ecotttimic¿s
Mirada doblementc ntcdiatizacla cluc gar¿llltiz.)[).1 ('stc C()llv('lli('rr
(ltl(' ('ll los tlt'tttiis l)'ltst':' l'lt'tlrtt t'll t'l socialismo' introducirlo por
te distanciamiento. Otro procedimiento fue la arqueologiT¿lf iorr
rrr¡¡ía sir-r-ti¿'r¡a clt'irlrit.lr'iilr, st'ríir, ¿r la vez que ridículo e insensato,
convertir las culturas indígenas en monumentos "a-ruin¿lclos",
t'rirninal cn alto gradoa6.
feliz oxímoron porque rescataban, reconocían, prestigiaban, pcro ,r
lavez condenaban a la ahistoricidad de un pasado cancelado'15.
Irara muchos los aires de la modernizaciÓn equivalíary muy en
4. El modelo conservador vio con recelo la transición haci¿r l,r
t,l fondo, al compás que se estaba abriendo para los obrefos y alte-
República: "¡Adiós a la ciencia y ala gloria! De aquí para adelant,'
s¿.lnos, que en todas las latitudes del continente latinoamericano
la política y la guerra van a reemPlazarlo todo y a devorarlo tocltr
Hemos venido por una apacible llanura; se nos ofrece ahora ullir
-inclusive a espaldas de cualquier "manía simiana"- estaban
clejando traslucir sus voces. Si la crítica a la influencia francesa no
subida tan agria como la escarpa de nuestros Andes"a6' de la
f,-,á expresada con la claridad de un Riva Agüero, las causas
La independencia iba a significar la destrucción de un orden; v eran las mismas. Las
incomodidad del sector letrado tradicional
la democracia el advenimiento de la anarquía y el imperio de lrr
críticas a la novela moderna ocultaban el verdadero flanco de ata- #
::i
mediocridad. Renegaban de la influencia francesa Porque rePre
que. No era un problema sólo de formas estéticas'
sentaba el alejamiento de la ética de las tradiciones hispánicas:
La aparición del socialismo y anarquismo en el campo ideol(rgi-
Este cosmopolitismo procedente de una deplorable sumisión a los co finisecular hizo que el pensamiento conservador deft'ncl it'st'
modelos estrangeros, hace perder a las rimas bolivianas todo el inte- históricamente un nacionalismo hispánico conservadol, basado et't
rés que despiertan las letras de otros paísesa7. la ptreza de sangre como criterio de las jerarquías sociales, el des-
.rádito de la cultura"crioLla", Qüe fundamentaba su nacionalismo
Los conservadores veían con temor la influencia francesa por- literario en la reposición de paisajes rurales, personajes campesi-
que representaba -y no por francesa- el incremento del espíritu nos y costumbres PoPulares.
laico, una concepción más empírica de las realidades, 1o que indu- Por esta vía, asociaron el Romanticismo con la influencia fran-
dablemente ponía en cuestión su privilegio asentado sobre una "Pero
cesa incurriendo en apreciaciones que pecaban de absurdas:
concepción teológica de la sociedad. los poetas exageraron el romanticismo en aquel estilo ampuloso,
La reacción hacia la modernizaciln llevó al pensamiento con- piniorreado y rimbombante que, engendrado en Francia por el
servador a extremar su actitud reaccionaria, sobre todo ante cier- socialismo, invadió la Europa y la América en el primer tercio del
tas influencias liberales europeas: siglo. Tal forcejea por invadirla hoy la nueva escuela naturalista,
nacida al calor de las disociadoras doctrinas comunistas"le.
Algunos también sueñan con emprenderla contra el capital y en
Es interesante subrayar cómo el pensamiento conservador esta-
propagar el socialismo. Sería para el Perú Ia última desgracia, el últi-
bleció una relación de contigüedad ideológica entre "ampuloso-
a5 Cfr. Mary Louise Pratt, Ojos ittt\tcrinlrc. Literntura de ttiojcs y trnnsculturLtci'on, op.
cit., y de Edward Said, Orientnlisn¡o, l,ibertar"ias, Madrid, 1990. Primera edición 1978.
rs Agüero, op. cit., p.248.
José de la Riva
Tipografía de El Coio,
a6
]osé María Vergara y Vergara, ol. cri., vol. lI, p. 141.
ae
Julio Calcaño, Rcscñs histórica de la litcratura z'¡enezt¡lontt,
historia literaria al advertir la existencia simultánea de una litera- rl Dc¡mingo Amunátegui Solar, BosrTrrcjo histí¡rico tlt l¡ litLr¡ttttn L'hilcntt, [mp Uni-
tura culta ilustrada y otra popular en lengua española tanto vcrsitaria, Santiago de Chile, 1915, p 60'
I
.l(r,l lh.,rlr r¡ ( ,tltt¡,r.t i,lr.¡'l¡,¡¡,
Ett úlltirrril ittsl.utt t,r, r'l r'onlt'xlrl ilrt'itl irl ('n ('l (,unl)i() tlc l,r:; lr¡rr l,,r [.,rrstlrrt,rl,t tlr. l,r "(rttl,,lr,rlr,l,r,l" lltt'l'.rl'i.r alll('r¡CAllil clctlí¿l sCr
ciones de los g,t'rrt'r'os lilt'r',rrirls; t'l tlesgirstt'r.lt'ulros y l.r.rr'lrr.rlr,',r rrr.¡,,ot.i,rrlir tlt,rrtl'o tlcl r'ottr'it'llo tlt' tltl('vils condiCiOneS del merCa-
ción de otros. rlo i¡rtt'1.¡.rt'i¡rrirl. L.r ¡rt,rs¡rt't'tiv.l liLrcral, más solícita al abanico de
El modelo libcral n() Pr('stigi(t la imitación servil; por' (()n..r Jrosilriliclaclcs tlcl cosnropolitismo
entendió que sólo podía comPe-
guiente, no acreditab¿r obras, (lue, escritas en América, tllvit':,,'r, lir tlt,ntro cle este mercado internacional de bienes simbólicos si se
por referencia asuntos de la historia del viejo continente, tt'rrr,r, pl,rrrtcaba con el plus de la diferencia americana con melcancías
bíblicos, escritos en latín, alusiones a la Grecia clásica y mitolorir,r (lu(' rcPresentaran la formula de esa "ameticanidad" en términos
greco-latina. tlr' "mestiz aye" , " criollizaciÓn" , o lo que sería más tarde, en el siglo
Más interesados por establecer los fundamentos de la origin.rlr \x, "el realismo rnágico".
dad literaria, determinaron definirla a partir de la repres€ntaciorr Esta construcción edulcorada de 1o popular, indígena, afroame-
temática de los elementos nativos indígenas: ricirna, nació en la intersección transculturada de intercambios de
nriradas y bienes entre centros y periferias, donde e1 producto lati-
Las poesías, las novelas, los cuentos i las narraciones de toda es¡rt' n()americano así facturado por una elite local pero occidentalizada
cie en que figuran, cantan, lloran o combaten los descendientes de kr:; -y no menos esquizofrénica- ofreció esta tarieta postal, plana, sim-
de las zonas y strie-
héroes de Arauco, i de los Conquistadores españoles, constituyerorr ¡rlificada, adulterada, también deshistorizada
las obras más orijinales i jenuinas que se han producido entre noso tos menos occidentalizados del continente para consum() ctlr()PCo
tros52. cle lo "especifico" americano.
Creemos que es capital no perder de vista que la "criollizaci(rrr",
La ideología del mestizaje -que implicó una operación que "rttestización" o "indianizaci1tt" de la cultura es una operaciiln
hacía una concesión edulcorada a las etnias sojuzgadas ocultando que se hace en el marco de una agresiva modernización o globali-
las bases hispánicas de la mediación- fue la clave del criollismo iaci6n, y que encubre mediante reconciliaciones sólo imaginarias
literario, que fue, después de todo, un efecto estético-ideológico un envés irreconciliablemente heterogéneo y multicultural. No
de carácter populista del pensamiento liberal para incluir, sólo a deja de ser irónico que tanto los zool'ogicos como los museos fueron
manera de efecto, la participación de los sectores sociales exclui- los espacios concebidos por la modernidad finisecular'
dos de las decisiones del poder de la vida nacional. También el modelo historiográfico liberal, por un prurito
De este modo, se rescataron para la construcción liberal de la antiespañolista, se dejó captar por el fanatismo, y sólo vio en la
tradición literaria nacional todas aquellas obras que se referían a Colonia un vacío literario y obras de imitación, por lo que descali-
los indígenas o bien a sectores populares: ficó esta época Para la historia literaria nacional'
La variada descripción de los combates entre indígenas i españoles, 2. El modelo liberal que se circunscribió a una perspectiva más
i la pintura, siempre feliz de las costumbres y caracteres de los arauca- americanista hizo un reconocimiento exhaustivo de las culturas
nos, debían asegurar al poema La Araucana una inmortalidad53. indígenas, pero en calidad de un sustrato históricamente cancela-
do. La exaltación de la riqueza y complejidad de sus manifestacio-
s2 Ibíd., p. B. nes eran defensas que dejaban traslucir a un interlocutor (proba-
53 lbitl., p.12. blemente conservador) que sostenía tesis detractoras opuestas. La
¡tst
oa
Juan León Mcra, oyt. cit., p.8.
55 Aclolfcr Valderrama, op. cit., pp.97-92.
l"rrl' l\
2(ri"i llr'.rlr¡ (,rrrz,rl,,z I'1,,1'lr.rrr
dc la lilt'r'.rtur',r n,r( r()n.ll,:.r ,r,lrttiliot¡ttt'r'ott t'l (',ttttl)i(),lt'l.r:, r (,rr, lr Vlt r.ltlr, l(rr,,¡ l',tl,r.'r,):,. r onto l,lltlo:' ttlltl:. t't'itllltts, ¡tCIf tt(l ltf geS-
y prescribió la con-
ciones p()lítl(',ls st'rlio tltt r'littr,t tlt'li[rt'l't,rtl (ltt('l)('llllilio l,rrrl,,, I
tiñrr ¡,,rlrlrr.,r intlir,,r'rr,r ¡rt(.\' l)(l.,lr'nl,lll( i¡r.ttoria,
laS pOblaciOneS
intercambio c()nt('r('i.ll, l.r inrport.rr'iirl sin rt'stt'it't'iorrt's tlt'lrl,r,,', I ¡
Yplrlr,n, t,t tlr,t il't'ttlrsr'r'i1,it ,t lt't rilot ios t'tllltrol¿lbleS
libertad de opini(rn c()nr() t'l int'r't'ntt'lrto tlt'lit vicl.t irttt'ltr lr¡.rl r ('tttit'ittrtt'rrtt' Sólo quedarán de ellas una
Itlr,,,l,,¡¡,,r y ¡rt'ligrosas'
de la ficción'
literaria. Es decir, fue aprt'ciada conto un I'('n.rrtintit'rtlo. ñLilr,r rrrolt,rrsiva e lt l0s cs¡ritcios representacionales
En concordancia con Ia ideolo¡iía del progrcs(), se vio l.t l(,'¡'r, ( iln il,sPt'e t() a l¿r irrflucncia francesa, el liberalismo se maneió
blica como el momento fundacional para impulsar el clt's.t t t, rll, ' , l, IrIr r r('r'l,t t.ttttcl¿1. I)or un lado, lamentaba que la literatura' en su
los países como naciones modernas. A diferencia de la P(rt-sl)t'1 I ! I ,
ñl11rr ¡rt,t.tlt.s¡rrcnclerse del influjo de
la española, imitase los mode-
conservadora, que siempre mantuvo un dejo de nostalg,iit ¡rr,¡ , ¡
Ila lr,rttr't'ses y tllvidase el proyecto americanista' Pero' por otro'
virreinato, los presupuestos liberales vieron con optimistno l.r lrr ¡ 1,1¡'[r¡',¡[r.¡ algunas tendencias venidas
allende los mares -como el
toria futura. Semánticamente en el discurso de las histori¡s lil,,'r ., Ir,rllrr,n)o y el naturalismo- que enriquecían el mismo Proyecto
les el período republicano apareció como ttn espaciL) t't'1rlt'1,, 1
,,r
r r.,llist¡1, abanderado, y que podían
contrarrestat "las vagueda-
saturado de actividades, periódicos, escuelas, salones litt't,rr r,, 1fr,,, 1, r'rtt'i'tvíosdel romanticismo"62'
imprentas, obras, hombres de letras. Fue el efecto textual rlt'"11,, I ,r lristoriografía liberal, al concebir Ja función literaria en estre-
recimiento" qr" se quiso lograr por oposición al "vacío" 1¡¡¡¡l,r.rr r lr,r r'ont'xión con el progreso social, consideró
la noaela como el
g,i,rrclo por excelencia de los nuevos tiempos para llevar
a cabo
textual del período anterior.
Sin embargo, se tuvo el cuidado de no extremar los méritos I i l, ' , ,, ,.,,1,, ,.,,rpresa. Asociaban la novela con el advenimiento
de la
rios de la Independencia. Se reconoció que aunque "los v,'t',,, l{r¡,rrlrlica-también un género fundacional-, 1o que condicionó
,¡,,,, ,,,,, pudiera visualizar formas narrativas parecidas durante
la
patrióticos" constituían una verdadera poesía nacional porclttt' t'r . rr r
la expresión de esa anhelada libertad política, fueron "desaliñ¿r,1,," , ( r,l,,niil. La asimilación república-novela fue una operación bási-
incorrectos", porque fueron pronunciados en muchos casos p()r' :.u1, r,rn('ntc de la mentalidad burguesa y liberal, que canalizó el pro-
tos que no llenaban el perfil curricular del "hombre de letras" r¡tt. l.r 1'r,r,lrr c{e la alfabetización de las masas,
ia domesticación de las
de los sentidos, la incorporaciÓn de la
elite criolla esperaba para construir el canon de la cultura naciorr.rl ¡rrrlsiotres, la educación
rrrrrit'r y gruPos rurales al proyecto civilizatorio, y un medio
La originalidad literaria deseada se postuló -como se dijo .r rrl, de
riormente- en una tematización del asunto indígena 1z filcs I r i, para construir esas familias imagina-
¡,,,t,,,.,cialidaáes estratégicas
,
pero hispanizado. Pero se mantuvo el celo en subrayar qttt'"l,r t'i,rrr rlue las naciones modernas requerían'
independencia de México no podía ser proclamada y conquist,r,l,r St'cstablecieron una serie de requisitos Para su "nacimiento"
por los indios [...] era pues necesario que la raza mexicana ftrt'r,¡ (l,r grrrz y el orden políticos)' Así, la novela apareció como un logro
suficientemente fuerte, numerosa, ilustrada para conseguit', ,rl rlr,l triunfo del proyecto liberal. Fueron discursos que debían
mismo tiempo, arrojar de la Nueva España a los dominadort':. r "rt'flcjar el cuaJro de costumbres nacionales" y "los males de
mnntener n las naciones indígenas dentro de lss unidades social, polílr,,t lprlos los movimientos de la socie dad" , además de fomentar el
y administratiaas conquistadas por el gobierno de la colonia"6l. ,,r,s¡ríritu anticlerical en las masas" y "el amor a los héroes y glo-
rias patrias", r'('(('till),r r'l t'r'ítit'o r'hilt'rto f olr'-r' llrrrrlcus (,,ln,r r.,
¡iit'l.rl.rltrztlt'll)1.()y(.(ltllillt.r..rlr.rrl.rAlll('t"icaIIispírllicaentregO
rayando eI900('3.
¡,,',',, t,, ttrt'ior trir.l
i,ii'lr tttltttl''tl lt'tr¡cl¿r clel continente reflexiones
desa-
Cifraban en este género ca p¿rcicl ac1es pecl a¡;(rgic.rs i I i nr i l, r, l. r' l,,,rrrin.rl.,s qrrc abriría. cl t,spacitt reflexivo necesario para el
por la consiguiente fe (idealista por demás)en el poder tranlorrr.,
rrrrllo clc las ciencias sociales de nuestro continente'
dor del verbo. Los resabios bíblicos no desaparecían del totlo I I
lirrestefindesiglo,cuandoestásiendoreplanteadaladjstribu-
poder de la ficción de la novela no radicaba en sus asuntos i n v t'r , ' y legitimidad, así
..itirr cle los saberes modernos, su operancia
símiles, porque era un género como la historia: ambos decían "r'.'' (.()l.IlOtambiénlaformaciónyfuncióndeciertastipologíasdiscur-
dacles", "reflejaban hechos históricos y reales". Debajo del rct't'1,,
siv¿rs-comolasrelacionesentrelaescrituradelahistoriayelapa-
conservador sobre la novela -el terror que estos sectores le te n i, rr r
r¡toburocráticoestatal,iasrelacionesentreefectosdeficcióny
al poder de la ficción- radicaba, y con toda raz6n, el poder pol íl it , de la disolu-
vcrdad-, resulta provechoso ver con esta distancia
,
que iban a tener los nuevos medios culturales masivos de comrurr surgieron en la era de
ci(rn de las formas, la nitidez con que éstas
cacióry y que el control imaginario era y es un poder tan real c()nr( |
laconfiabilidaddelapalabraparaconstruirverdaderasciudades
el control de los medios de producción. He ahí la pieza clave dt' 1,,
letradas.
modernidad de Ia historiografía liberal. El compás que se abre entre dos momentos
fundacionales' uno'
No podemos decir que los axiomas del modelo liberal termin.r posiblemente ahtlra,
a comienzos de la centuria anterior, y otro,
ron por imponerse sobre los patrones de las historias literari.rs
entrelacredibilidadyeldescrédito,entrelasformass(llidasylas
conservadoras. Es cierto que las historias de la literatura posterio
gaseosas, nos permitá mi'at no sin cierta
nostalgia y escepticisnro'
res desarrollaron y afinaron muchos de los principios de la histo los m()rru-
la candide z conque fueron construidos y apostados
riografía del liberalismo hispanoamericano del siglo Xlx. Por unir desintegran en redes
mentos culturales de naciones que ahora se
parte, no siguieron perpetuando axiomas conservadores, qut' electrónicas'
resultaban a las luces del siglo xx excesivamente inoperantes; pero,
por otra, tampoco retomaron ciertas valoraciones del modelo libe-
ral (como el problema de las formas literarias populares) porque
no se ajustaban finalmente a los intereses de los sectores dominan-
tes contemporáneos, quienes producían las historias literarias y
querían ver en ellas reproducidos sus propios gustos y valores ideo-
lógicos.
Pareciera que con la tradición liberal se perdió la posibilidad de
captar la rica variedad de formas literarias populares orales, urba-
nas y campesinas; se liquidó gran parte de la producción de la
Colonia, y se estereotipó al máximo las literaturas indígenas. Pero
también no es menos cierto que el americanismo literario que sur-