Desde mi experiencia como intérprete y docente en el violín tengo la certeza de que la perseverancia consciente, disciplinada y organizada versus el talento que es impulsado por la sensibilidad instintiva ante los estímulos sonoros tienen en el desarrollo de un intérprete gran responsabilidad, pues ambas, se convierten en el secreto del escenario. Por un lado, el talento es innegablemente necesario pues de allí parte la capacidad para generar conceptos estéticos, tener sensibilidad al aprendizaje y la disposición de las personas ante los problemas musicales que se presenten. Yo vinculo fuertemente la influencia del talento con la pasión pues es esta la sensación que proviene en la mayoría de los casos por parte de las personas en las que su talento se expresa con la música. Ahora bien, la disciplina es complemento del talento, pues es ella la que permite generar hábitos de prácticas saludables y la exploración de sí mismo para adecuar la técnica a las distintas fisionomías que se presentan puesto que todos los cuerpos son distintos. Sin estos hábitos la exploración se ve afectada y no permite un avance sustancial en el instrumento. Otro factor que favorece la disciplina es la memoria muscular y su correcto desarrollo que depende de las sinapsis que le permitamos hacer a nuestro cerebro con el engrosamiento de la mielina. Gracias a la ciencia, sabemos que el milagro de la práctica ocurre mientras que la mielina se ejercita y les permite a nuestros cuerpos llevar a cabo labores muy precisas mediante un entrenamiento específico. Muchas teorías condensan el talento y el trabajo (disciplina) como la Daniel Coyle quien dedicó gran parte de su obra al análisis de la práctica y los factores ajenos a ella que dan a ciertos individuos habilidades poco comunes, encontró que el elemento común entre artistas y deportistas con altos niveles de desempeño era el número de capas adicionales de mielina que tenían éstos respecto a sus compañeros de resultados mucho menores. En cualquier caso, la práctica es parte crucial del proceso, pues establece parámetros y busca el mejor desempeño instrumental que sólo es posible si se potencia el talento a través del estudio consciente haciendo uso correcto del tiempo y los recursos técnicos disponibles. Si, ambos son necesarios, talento y trabajo. Me atrevería a afirmar que que son tremendamente dependientes pues no hay mayor resultado con mucho talento y poca disciplina o viceversa. Queda en nosotros la duda a resolver en nuestras sesiones de estudio sobre la cantidad y calidad de tiempo que invertimos en la práctica. También nos corresponde hacer un auto análisis que ponga en evidencia nuestras sensibilidades naturales en el momento de la interpretación y nunca depender ciegamente ni de la disciplina o el talento pues puede que alguna nos falle en escena y es allí en donde la otra pasa a ser protagonista.