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Caracterización:
Responsabilidad civil y derecho de daños
La responsabilidad civil es definida como “la obligación de resarcir el daño
injustamente causado a otro, en las condiciones que fija el ordenamiento
jurídico”.
La doctrina calificada enseña que, muchas veces, se utiliza la denominación
“derecho de daños” como sinónimo de “responsabilidad civil”, es decir
refiriéndose a la obligación de reparar el perjuicio causado a otra persona
violando el deber general de no dañar. En este sentido, se limitaría la idea de
derecho de daños a la reparación del perjuicio. Sin embargo, resulta adecuada la
postura que incorpora en la expresión “derecho de daños” las cuestiones relativas
a su prevención, la reparación y, llegado el caso, la punición. En efecto, la
materia no sólo implica reparar los daños, sino también engloba las cuestiones
relativas a la prevención y, eventualmente, puede dar lugar a la punición con el
pleno desmantelamiento de los efectos del ilícito dañoso.
El propio texto del nuevo código refiere a la responsabilidad civil y no al derecho
de daños.
Por caso, el art. 1708 se titula "Funciones de la responsabilidad".
La responsabilidad civil no sólo implica resarcimiento, sino también prevención
del daño. Además, existe una tercera función del derecho de daños que es la
punitiva; ésta, si bien fue incluida en el proyecto de reforma, no fue incorporada
en el texto legal oportunamente aprobado por el Congreso.
1) Neminem laedere
Principio que implica “no dañar a nadie”, cuya formulación es mas amplia que el
conocido “alterum non laedere” de no dañar a otro.
La CSJN ha reconocido el anclaje constitucional de este principio en el art. 19 de
la carta magna en el fallo Santa Coloma.
Hoy dicho principio encuentra recepción explicita en los arts. 1710 y 1716
C.C.yC.
Art. 1710: Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en cuanto
de ella dependa, de:
a) evitar causar un daño no justificado;
b) adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas razonables
para evitar que se produzca un daño, o disminuir su magnitud; si tales
medidas evitan o disminuyen la magnitud de un daño del cual un tercero
sería responsable, tiene derecho a que éste le reembolse el valor de los gastos
en que incurrió, conforme a las reglas del enriquecimiento sin causa;
c) no agravar el daño, si ya se produjo.
Art. 1716: Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el
incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación del daño causado,
conforme con las disposiciones de este Código.
3) Principio de reserva
Principio que encuentra directiva en el art. 19 de la C.N, y que implica que no
hay deber ni transgresión sin norma que lo imponga.
A diferencia del derecho penal, en materia de responsabilidad civil rige la
atipicidad del ilícito, con lo cual la regla es que todo daño se reputa antijurídico,
salvo que medie causa de justificación. Esta idea se plasma en el nuevo Código
Civil y Comercial; según ella, la simple violación del neminen laedere implica
ilicitud, salvo que la conducta o el perjuicio se encuentren justificados.
En otras palabras, la mera causación de un daño a otro ya de por sí constituye
una conducta antijurídica.
Art. 1717: Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica si
no está justificada.
4) Principio de prevención
El derecho de daños está compuesto por tres aristas distintas, una de ellas es la
prevención. Según esta, toda persona tiene que adoptar, en cuanto a ella
dependa, las medidas necesarias para evitar un daño no justificado, disminuir su
magnitud o gravedad e incluso no agravar el daño si este ya se ha producido.
Conforme al art. 1711 del nuevo Código, esta función preventiva procede siempre
que exista la posibilidad de que se ocasione un daño por medio de una acción u
omisión antijurídica, no siendo necesaria la presencia de ningún factor de
atribución que califique esa conducta activa u omisiva.
Cabe agregar que el art. 1710 refiere que el principio es de aplicación para la
persona “en cuanto de ella dependa”. Esta afirmación implica la exigibilidad de
acciones preventivas que se encuentren al alcance o dentro de la esfera de
control de la persona, excluyéndose aquellos comportamientos que resulten de
cumplimiento imposible o que impliquen conductas irrazonables, según las
circunstancias del caso.
Principio receptado legislativamente en el art.1716 del C.CyC.
Art. 1716: Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el
incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación del daño causado,
conforme con las disposiciones de este Código.
8) Inviolavilidad de la persona
Sostenía la Dra. Zavala de González “el personalismo es un principio básico
porque el centro del ordenamiento jurídico es la persona, tendencia que se
convierte en una diáfana directiva: el respeto por la persona humana, con motivo
de su existir y no a raíz de sus meritos o calidades, ni de lo que hace o produce”.
De este principio deriva la “reacción del ordenamiento jurídico frente a un daño
injustamente sufrido”.
Podemos rescatar los siguientes postulados:
- La persona, como fin en si misma supone su primacía jurídica como valor
absoluto.
- La persona debe ser protegida por lo que es en si misma y no solo por lo que
tiene o produce.
- Debe jerarquizarse la esfera espiritual, biológica y social del hombre.
- La persona configura un ámbito de lesividad donde pueden generarse
perjuicios tanto morales como patrimoniales.
En el actual CCC vemos reflejadas esas ideas. Así por ejemplo, además de
plasmarse en preceptos normativos los principios más relevantes del derecho de
daños, se recepta la responsabilidad colectiva y anónima y por el accionar de
grupos; es una responsabilidad objetiva basada en el riesgo creado e importa una
forma de socialización del daño en base a principios solidaristas asociados con la
equidad. Actualmente se afirma que debe prevalecer la víctima sobre el victimario
y que el propósito de la ley no es castigar sino reparar, entre el daño cierto
causado a la víctima y la posibilidad de imponer el resarcimiento a quien no fue
causante directo, pero ciertamente produjo hechos que lo desencadenaron, la
opción por la víctima es clara en la norma tal como manifiesta la doctrina.
2.3.1. Definición
El CCC ha incorporado normas que el Código de Vélez no había previsto. Ha
receptado, por caso, la idea de responsabilidad precontractual, mejorando la
situación de los contratantes en las etapas previas, reguladas en los arts. 990,
991 y 992 del mencionado cuerpo legal.
2.3.2. Fundamento
Existen diversas doctrinas que intentan encontrar una justificación a la
responsabilidad civil en un período anterior a la formación del consentimiento.
Diferencias doctrinales sobre la justificación de la responsabilidad civil:
1) Doctrinas contractualistas
-Von Ihering
Los primeros estudios al respecto los realizó Von Ihering. Se plantea el caso de
una compraventa en la cual el futuro comprador incurre en un error esencial
al formular la oferta consignando una cantidad superior a la deseada. Una vez
probado el error, el contrato se anula. La pregunta es quién soporta los gastos
que se produjeron con motivo del contrato (vgr., fletes, embalaje, etc.). Ihering
señala que la culpa se produjo previamente a la formación del contrato, como
consecuencia de la conducta de una de las partes mientras estaba por
contratar. A esto lo llamó culpa “in contrayendo”, y consiste en violar la
diligencia que las partes deben observar incluso antes de estar celebrado el
contrato. El deber de diligencia comienza con la oferta. Las tentativas
anteriores no generan responsabilidad alguna. La responsabilidad es de tipo
contractual. La extensión del resarcimiento es del “interés negativo”. El
“interés positivo” o de “incumplimiento” es el que tiene un acreedor ante el
incumplimiento de un contrato válido. En cambio, en el caso señalado, el
“interés negativo” o “de confianza” consiste en el daño sufrido por haber
confiado en la validez el negocio. En consecuencia, se deberá el daño sufrido,
restableciendo las condiciones en que se hallaría el damnificado si no se
hubieran realizado las tratativas que llevaron al contrato nulo.
2) Doctrinas extracontractualistas
Las teorías extracontractualistas, poseen diferentes fundamentos.
-La responsabilidad es de tipo aquiliano. En Argentina, apoyan estas ideas
Busso, Colmo y Lafaille. La culpa encuentra fundamento en la consideración
de la ruptura intempestiva como un supuesto de hecho culposo.
-Winscheid considera que el retiro de la oferta constituye un caso de
responsabilidad legal. Otros consideran que tiene su fuente en la voluntad
unilateral y también en el abuso del derecho.
-El Código Civil de Vélez no contempla este tipo de responsabilidad; sin
embargo, pareciera que no escapa del art. 1109, debido a la conducta culposa
del negociador que se aparta de las tratativas o en razón de motivar la
celebración de un contrato con causas de nulidad. Por tal razón, debe resarcir
el daño de la contraparte.
-Se excluyen de estos principios los casos que se rigen expresamente por ley
debido al ius revocandi en materia de ofertas contractuales (arts. 1150 y 1156
del CC). El artículo 1056 del derogado Código Civil dispone: "Los actos
anulados, aunque no produzcan los efectos de actos jurídicos, producen sin
embargo, los efectos de los actos ilícitos, o de los hechos en general, cuyas
consecuencias deben ser reparadas". Ello permite considerar que en estos
casos son aplicables las normas que rigen la responsabilidad extracontractual
en cuanto a la extensión del resarcimiento.
Por tales razones, la reparación alcanzaría a aquellos daños que sean
consecuencias inmediatas y mediatas del comportamiento culposo del
contratante (arts. 901 a 904 del CC). En cuanto al lucro cesante, también
deberá ser motivo del resarcimiento siempre que constituya un daño cierto. De
tal modo, habrá que determinar la mayor probabilidad de ganancia, lo cual
implicará el resarcimiento por “pérdida de chance”.
3. EL DAÑO RESARCIBLE
Los “presupuestos” o "elementos constitutivos de la responsabilidad civil"
pueden ser identificados como aquellas condiciones de existencia necesarias y
suficientes para configurar el nacimiento de la obligación de reparar. También
se ha dicho que los presupuestos de la responsabilidad por daños son “los
elementos que integran el supuesto fáctico condicionante de consecuencias
jurídicas con motivo de la producción de perjuicios".
En efecto, para que se configure la responsabilidad civil, existen ciertos
presupuestos que deben estar presentes. Ellos son: el daño, la relación de
causalidad, el factor de atribución (objetivo o subjetivo) y la antijuridicidad.
Ahora nos ocuparemos el daño.
3.1. EL DAÑO
3.1.1. Definición. La definición del Código Civil y Comercial en el actual
contexto del derecho de daños
La definición de daño es de fundamental importancia en esta materia; de su
definición dependerán los límites cualitativos y cuantitativos del derecho del
damnificado y de la obligación de resarcir del sindicado como responsable.
En este sentido, la doctrina señala que uno de los grandes vacíos que
presentaba el Código Civil de Vélez era una definición de daño resarcible. Dice
Calvo Costa que, si bien el Código de Vélez marcaba la necesidad de que se
causara un daño para que existiera un acto ilícito punible (art. 1067), no se lo
definía, limitándose el codificador a señalar cuándo habría un perjuicio
reparable y qué comprendería la indemnización (arts. 1068 y 1069).
El CCC suple tal omisión y brinda, en el art. 1737, el concepto de daño
resarcible, estableciendo que "Hay daño cuando se lesiona un derecho o un
interés no reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la
persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva".
“La claridad del concepto hace que el mismo se transforme en un norte a
seguir o piedra angular del sistema, en el eje en derredor del cual gira todo el
sistema resarcitorio”.
Esta definición es propia del contexto actual del derecho de daños, ya que en
él encontraremos las razones de la misma. En efecto, tal como veníamos
trabajando en las unidades anteriores, la responsabilidad civil busca repartir
justa y equitativamente los daños mediante el reconocimiento del alterum non
laedere como norma primaria y cláusula general del sistema con jerarquía
constitucional. Este es el camino que fue emprendido por la Corte, plasmado
en el nuevo CCC y que se puede advertir en la consagración de un concepto
material y objetivo de la antijuridicidad, como el que se observa en el art.
1717: "Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica si
no está justificada.
Todos estos conceptos son los que otorgan el contexto actual de la definición
de daño resarcible receptado por el nuevo Código Civil y Comercial.
Es elogiable que el nuevo ordenamiento jurídico haya destinado una sección
entera al tratamiento del daño resarcible (Sección 4ta. del Libro Tercero, Título
V, Capítulo I). Además, en líneas generales, ha logrado plasmar en el concepto
de daño todas estas tendencias modernas a las que hemos hecho referencia
precedentemente y que se condicen con la razón de ser del actual Derecho de
Daños.
El significado de daño resarcible –de acuerdo a su evolución en la doctrina y
en la jurisprudencia nacional y extranjera-, ha sido correctamente expresado
en la norma. Ha evolucionado para llegar a ser caracterizado –el daño objeto
de resarcimiento- como aquel que consiste en la lesión a un derecho o a un
interés merecedor de protección conforme al ordenamiento jurídico, si no está
justificado.
Es de destacar que, en la definición de daño resarcible, el derecho o el interés
lesionados deben tener por objeto a la persona, el patrimonio, o un derecho de
incidencia colectiva. Lamentablemente, el CCC no posee una sección
destinada a los daños a los derechos de incidencia colectiva, puesto que ha
sido suprimida en última instancia por el Poder Ejecutivo Nacional.
A modo de conclusión, entonces, de conformidad con la definición de daño que
nos brinda el CCC, se contemplan en el nuevo ordenamiento jurídico los
daños individuales tradicionales (patrimonial o moral –ahora denominado
"daño que provoca consecuencias no patrimoniales”-), se incorporan los daños
colectivos cuando se lesionan derechos de incidencia colectiva (pese a la
supresión mencionada precedentemente) y se elimina la distinción entre
daños de origen contractual o extracontractual, aunque subsisten algunas
diferencias entre ambas órbitas de responsabilidad.
3.1.4. Prueba
La prueba del daño patrimonial y de su cuantía pesa sobre quien alega su
existencia. Rige al respecto la amplitud en los medios probatorios. Se debe
probar la cuantía y la calidad del mismo. Respeto de la prueba del daño moral,
remitimos a lo que analizaremos más abajo.
3.2.3. Daño inmediato y daño mediato; daño actual y daño futuro; daño
previsto e imprevisto, previsible; daño cierto y daño eventual
Podemos distinguir sintéticamente las siguientes categorías:
Actual y futuro
Daño actual o presente es el ya ocurrido al tiempo en que se dicta la
sentencia. Son los perjuicios presentes o los que haya sufrido la víctima. Por
ejemplo, los gastos médicos.
El daño futuro es el que todavía no ha sucedido y puede o no suceder; su
futuro es incierto. Más allá de que sea futuro, hay un alto grado de
probabilidad de que suceda. Por ejemplo, la disminución de alguna ganancia
derivada de la incapacidad sufrida, como las sesiones de fisioterapia que
deberá abonar la víctima para recuperarse de la lesión.
En síntesis, para esta categoría corresponde analizar los requisitos del daño
resarcible que vimos con anterioridad: el requisito de ser “ciertos” para
atribuir al daño la calidad de indemnizable, aun cuando este daño ya hayan
ocurrido al momento de dictase la sentencia o no. Lo importante es que no se
trata de daños hipotéticos.
Daño inmediato y mediato
Es inmediato el que deriva del incumplimiento en sí mismo o del ilícito
extracontractual, es decir, aquél respecto del cual el incumplimiento o la
violación al deber de no dañar es la causa próxima.
Es daño mediato el que resulta solamente de la conexión de un hecho con un
acontecimiento distinto.
Dicho de otro modo, el daño inmediato resulta del curso natural y ordinario de
las cosas; el daño mediato resulta de la conexión de un hecho con un
acontecimiento distinto.
Previsible e imprevisible
El daño es previsible cuando, empleando la debida atención y conocimiento de
la cosa, se haya podido preverlo. Por el contrario, es imprevisible cuando no
ha podido ser previsto. Los daños previstos son los que el autor del acto ha
considerado posibles al contraer la obligación o ejecutar el acto. Daños
imprevistos son los que no han sido considerados en los casos expuestos. Se
analiza la actuación concreta del sujeto. Esta relación tiene que ver con el
análisis previo a la causación del daño.
3.2.6 Acumulabilidad del daño moratorio. Artículo 1747 del Código Civil
y Comercial.
Al respecto, dice la norma:
Acumulabilidad del daño moratorio. El resarcimiento del daño moratorio es
acumulable al del daño compensatorio o al valor de la prestación y, en su
caso, a la cláusula penal compensatoria, sin perjuicio de la facultad
morigeradora del juez cuando esa acumulación resulte abusiva.
El texto aclara expresamente que el daño moratorio es acumulable al daño
compensatorio y a la cláusula penal compensatoria.
Incluye supuestos de origen contractual o extracontractual, con el distingo
entre la prestación originaria incumplida (que se indemniza por equivalente) y
los demás daños causados por el incumplimiento.
La norma esclarece lo atinente a la acumulación y superposición de
indemnizaciones, marcando como limite la cuantía que configura
aprovechamiento abusivo del deudor.
Orígenes y fundamento
Los primeros precedentes de esta figura tienen conexión con el derecho
francés de comienzos del siglo XX, en el cual imperaba la existencia de un
doble régimen de responsabilidad (obligacional y aquiliano), tal como en
nuestro ordenamiento jurídico.
En este contexto, en el año 1911, la Corte de Casación francesa estableció que
la obligación de seguridad estaba presente en el contrato de transporte, toda
vez que el transportador se obligaba no sólo a realizar el traslado de un
pasajero de un lugar a otro (obligación principal), sino que además debía
hacerlo preservando la incolumidad en su persona y sus cosas. En
consecuencia, si durante la ejecución de ese contrato se le causa un daño (v.
g., vuelca el ómnibus con motivo de un accidente de tránsito), queda el deudor
obligado a responder por el daño ocasionado, debido al incumplimiento de la
obligación de seguridad, aun si el pasajero llegase eventualmente al destino
acordado.
La jurisprudencia francesa asimiló esta obligación de garantía a la figura de la
estipulación por otro, a fin de reconocer este beneficio a los familiares del
pasajero que resultase fallecido en estas condiciones.
Este mismo razonamiento fue posteriormente utilizado en diversos campos del
derecho, abarcando supuestos como la responsabilidad médica, espectáculos
deportivos, etc. En algunos de estos casos (responsabilidad médica), la
obligación de seguridad es, por regla, una obligación de medios.
Durante la vigencia del Código Civil derogado, la obligación de seguridad tuvo
plena vigencia, pues permitía objetivar la responsabilidad del deudor, en caso
de incumplimiento contractual, para todos los supuestos no incluidos en la ley
de defensa del consumidor.
Dicha obligación no fue receptada expresamente por el nuevo Código, lo cual
genera alguna discusión doctrinaria de importancia.
Definición
La mora es el retraso imputable al deudor que no quita la posibilidad de
cumplimiento tardío. Es la “situación específica de cumplimiento relativo, en
donde se afecta el término de cumplimiento, con responsabilidad en el deudor
y caracterizado por el interés que aún guarda el acreedor en el cumplimiento”.
La mora constituye una situación eminentemente dinámica y transitoria que
habrá de finalizar con el cumplimiento tardío, o en la realización de ofertas
reales de cumplimiento, o en la renuncia del acreedor a los derechos que le
confiere el estado de mora de su deudor, o en el incumplimiento definitivo. La
mora supone una prestación exigible, pero que ha sido retardada en su
ejecución temporal con imputabilidad del deudor, de allí que todavía es
susceptible de ser ejecutada en caso que aún sea apta para satisfacer el
interés del acreedor.
6. LA RELACIÓN DE CAUSALIDAD
6.1. RELACIÓN DE CAUSALIDAD
6.1.1. Definición. Diferencias entre causa, condición y ocasión
La relación de causalidad es la necesaria conexión fáctica que debe existir
entre la acción humana y el resultado dañoso producido. La relación de
causalidad es el nexo que vincula materialmente y de manera directa al
incumplimiento obligacional o al acto ilícito con el daño, y en forma sucedánea
e indirecta, a éste con el factor de atribución.
La relación de causalidad nos permite determinar si un resultado dañoso
puede ser atribuido materialmente a una persona. De igual modo, respecto de
la función preventiva del daño, nos permite establecer un vínculo razonable y
necesario entre una amenaza de daño y el hecho generador.
La relación de causalidad se refiere a la causalidad jurídica y difiere de la
casualidad de las ciencias naturales. La relación de causalidad jurídica indaga
la responsabilidad civil o penal que surge de una conducta humana. Tal como
bien ha sostenido Llambías, “la casualidad jurídicamente relevante no apunta
a un mecanicismo material, sino al hombre como artífice y protagonista de los
procesos y de las situaciones a través de sus actos”.
El juicio que supone la relación de causalidad es neutro, ya que no valora la
justicia o injusticia de la acción, sino que se refiere a una cuestión meramente
fáctica y objetiva: si existe un enlace entre un hecho antecedente (causa) y el
resultado (efecto).
No deben ser confundidas la causa, la condición y la ocasión. La condición es
un mero antecedente del resultado que se produce. El derecho no le atribuye
la autoría del daño a un sujeto por el sólo hecho haber aportado una
condición, aun en el caso de que ésta haya contribuido. Sólo en el caso de que
dicha condición asuma especial entidad, por ser adecuada para producir ese
resultado, se la eleva a categoría de causa jurídica generadora del daño. De
ese modo, podemos decir que una causa es una condición, pero calificada
como idónea para generar el detrimento.
Otro tipo de condición es la ocasión, que torna viable o favorece la producción
del resultado dañoso. En nuestro ordenamiento jurídico, por regla, no se
responde por el mero hecho de aportar la ocasión del evento dañoso. Sin
perjuicio de ello, puede haber casos en los cuales la ocasión deviene
jurídicamente relevante para que el ordenamiento jurídico la coloque en
posición de causa.
6.1.2. La doble función de la relación causal en la responsabilidad por
daños: autoría del daño y extensión del resarcimiento
La relación de causalidad tiene una doble importancia:
1. Determinar la autoría. La relación de causalidad permite determinar, con
rigor científico, cuándo un daño es pasible de ser atribuido materialmente a la
conducta de un sujeto determinado. Esto se conoce como imputatio facti. Esta
operación nos revela la autoría del daño, lo cual permite determinar quién
responderá por el daño causado.
2. Adecuación. Provee, asimismo, los parámetros objetivos para determinar la
extensión del resarcimiento mediante un régimen predeterminado de
imputación de consecuencias (arts. 1726 y 1727 del CCC). De tal modo, se
determina hasta qué punto debe responder el autor material por el daño
causado.