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¿Quién demanda Análisis Institucional hoy?

Osvaldo Sonano
obonano@gmail.com
4832-7432

[Nota aclaratoria: el presente texto presenta apenas algunos tramos de un trabajo mayor, en pro­
ceso de elaboración]

El título del trabajo conduce a una interrogación sobre la misma noción de demanda, pe­
ro no es menor la cuestión del "quién", las clientelas o poblaciones ’cómplices’, es decir
los segmentos de población que consideraron en su momento y consideran hoy apropia­
do y verosímil ponerse en situación de análisis colectivo en el espado de las organizacio­
nes que contienen sus prácticas y qué concepciones de tal análisis se albergan. Por lo
demás, "Análisis Institucional" ¿es el término genérico que abarca tanto al Socioanálisis
francés, a la Psicología Instituciona\ argentina o lo que Guattari bautizó propiamente co­
mo Análisis Institucional? Apenas para indicar la densidad de la cuestión: la más habitual
de las prácticas institudonalistas en la Argentina, lo que tan corrientemente es llamado
supervisión institucional ¿puede incluirse sin mayores reparos en esa nominación mayor?
La interrogación acerca de la demanda no puede escindirse de las sospechas sobre la
oferta; esto es ¿qué ofrecemos quienes nos proponemos como psicólogos o analistas
institucionales?, ¿cuáles son nuestras finalidades o propósitos, cual la direccionalidad de
nuestras operaciones?, ¿qué análisis hacemos de las implicaciones de nuestra(s) ofertas?
Para despejar al menos algunas de estas problemáticas, apelaremos a tantear tan solo
algunos temas de una genealogía diferencial de ios campos de intervendón ocupados por
el Socioanálisis en Francia 1960/1990 y los tomados a su vez por la Psicología Institucio­
nal Argentina más o menos en el mismo período.
A partir de allí intentamos revisar y actualizar aertas herramientas del modelo de trabajo
-si es que hubiera tal 'modelo'- que se fue conformando en las experiencias francesas, y
que son ampliamente utilizadas entre nosotros, tales como el concepto de institución,
implicadón, demanda/encargo, asamblea como procedimiento general, entre otras que
no nos proponemos analizar aquí.
Es predso, como dice René Lourau, en un texto de 19791 "(...) responderá otra pregun­
ta, menos ambiciosa y más urgente: ¿Qué es lo que hacemos exactamente?"... quienes
presumimos hacer intervendones institudonales a cincuenta años de aquellas experien­
cias y de la formuladón de esas herramientas conceptuales y operatorias. Consideramos
entonces pertinente realizar esta revisión en una Jomada de Psicología Institucional que
propone una "perspectiva institucional en el análisis de las prácticas"

1 Lourau, René: "Balance de la Intervención SocioanalítJca", en La Intervención Institucional, Folios Ediciones,


México 1981, pág. 197 (Primera Edldón en francés 1980)
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Análisis Institucional, Socioanálisis, Psicología Institucional (Psicoanalítica)


La primera observación que queremos dejar plantada aquí es que las prácticas institudo-
nalistas en Argentina fueron y son cosa de psicólogos y una suerte de extensión -con o
sin rupturas ’epistemológicas’- de la ancha y diversa corriente del grupalismo, mientras
que en Francia fue cosa de sociólogos -tanto los intervinientes como la clientela- cuestión
que además de verse reflejada en los nombres diferenciales: Socioanálisis/Psicología Ins­
titucional, tiene sensibles consecuencias, dadas las conceptualizatiónes de referencia en
uno y otro caso y la diferente direccionalidad de las prácticas profesionales.
En Francia el Socioanálisis apuntó a la autogestión (que nada tiene que ver con una pre­
tendida horizontalidad) inspirada quizá en la experiencia (fallida) de Yugoeslavia y en­
tendida como un trastorno radical de la gestión social. Lourau en sus intervenciones
apuntaba claramente hacia el análisis dé la estructura social de la institución; quedaba
sesgada e incluso cuestionada otra direccionalidad -que insiste más en la experiencia
argentina- que es la salud, sufrimiento y/o confort psíquico de los participantes de una
intervención.
Respecto de la 'clientela', en el caso francés, como lo señala repetidamente Lourau, fue­
ron los departamentos de sociología de diversas universidades y escuelas y poblaciones
vinculadas a la sociología y a la formación:
(.Jas poblaciones que nos planteaban encargos de intervención socioanaiitica: grupos mar­
ginales de las iglesias católica y protestante, asociaciones de educación popular marcadas
también por el mUitantismo religioso de izquierda; trabajadores sociales confrontados con
su ofício imposible, etc. ”)2.
La correlación entre una práctica profesional y los movimientos sociales coetáneos fue y
es un factor inmanente a las teorías y los dispositivos de intervención que se proponen,
ofertan y efectúan. La marca del cuestionamiento radical a las instituciones sodaies en el
pre y post Mayo del 68 no es equiparable a los movimientos socio-históricos que conmo­
vieron Argentina en esas décadas. En Francia, bajo la democracia gaullista, la perspecti­
va que Mayo del 68 desencadenara una Reforma Universitaria como la Argentina de 1918
horrorizaba a la cúpula de la intelligentzia, Raymond Aron y otros, pero lo cierto es que
hubo cuestionamientos radicales de las instituciones mismas, no solo la universitaria y en
consecuencia al orden social. En Argentina ia movilización estudiantil-obrera del Cordo-
bazo en 1969, bajo la dictadura de Onganía marcó movilizaciones que algunos considera­
ron prolegómeno de una revolución, pero el decurso histórico no es comparable por ra­
zones que todos conocemos.
Las prácticas institucionalistas en Argentina, que tienen acaso sus primeras formulacio­
nes conceptuales a mediados de los '60 con Bleger3 y Ulloa4, apuntaron a propósitos bas-

1 Lourau, René: "Grupos e Institución" en SUBJETIVIDAD y DEVENIR SOCIAL - Lo Gnjpal 10 - Búsqueda de


Ayllu Buenos Aires, 1993.
3 Bleger, José: Psicohigiene y Psicología Institucional, Paidos, Buenos Aires, 1966
4 Ulloa, F. 'Psicología de las instituciones", Revista de A.P.A., N° 1, 1969, Asociación Psicoanalítica Argentina.
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tante menos radicales, tal vez no por carencia de propósitos políticos e ideológicos, sino
por profundas debilidades en la concepción de lo institucional. En la obra de Bleger men­
cionada se propone que por Psicología de las Instituciones
...se entiende al estudio de los factores psicológicos que se hallan en juego en la institución
por el mero hecho de que en ellas participan seres humanos, cada individuo tiene compro­
metida su personalidad en la institución. Estas instituciones pueden verse limitadas en su
capacidad de ofrecer seguridad, gratificación y desarrollo eficiente de la personalidad. Se
habla de adaptación que es el sometimiento a la alienación y la estereotipia institucional
que es diferente a la integración
Proponer una Psicología de. las Instituciones es algo más que un lapsus de escritura; lo
que se concibe como institución sesga hacia la estereotipia, o sea solo la fijeza, la reite­
ración y si la psicología es de la institución, entonces no hay composición institucional de
la subjetividad, solo lugar de colocación de aspectos del psiquismo. Recién 15 o 20 años
después con Castoriadis y Lourau impactan en Argentina concepciones de Institución que
abren al pensamiento y las operaciones otras dimensiones del cambio y las transforma­
ciones, menos adaptacionistas, menos psicologistas, más modestas quizá pero más po­
tentes.

Ulioa por su parte, respecto al concepto de institución.sostiene que

"institución es un concepto algo ambiguo, pues tanto puede designar una regularidad de
conducta, como una organización social, con el alcance que habitualmente tiene este
término, o sea, un organismo con una geografía y una ordenación del tiempo y de los res­
ponsabilidades, con objetivos por alcanzar y medios adecuados a tal fin, todo regulado por
un código y por normas explícitas e implícitas''.

Es cierto que en ese texto UHoa señala que parte de... "experiencias que implicaron ope­
raciones reales para provocar cambios en las instituciones sobre fas que fueron realiza­
das", Toda ta cuestión pasa entonces por elucidar cuáles serían esos cambios y qué de la
dimensión institucional abarcan e incluyen.
Muchos de los que veníamos de prácticas gru palistas diversas abiertas a lo social fuimos
intervenidos de modo tal por Las concepciones del AI de Lourau y Lapassade, que nos
permitieron respaldarnos en una concepción de Institución que recogía el aspecto creador
e inventivo de la misma y su correlación inmanente con los diagramas socio-históricos y
por lo tanto habilitar otra potencia a nuestros dispositivos y operaciones.
Tales concepciones, hay que decirlo, estaban - ¿siguen estando?- ausentes en la Psico­
logía Institucional Psicoanalítica, que concebía a la institución solo en su aspecto instru­
mental y taxonómico, como marco-depósito de ciertas tendencias psíquicas, más bien
regresivas, muy a lo Jacques, y cómo uno de los ámbitos de Ia conducta, [psicosocial <-
> sociodinàmico <-> institucional<->comunitario] siguiendo el esquema que había tra­
zado Enrique Pichón Rivière. Según Bleger era uno de los ámbitos en los que se debía
practicar la Psicohigiene, aquella propuesta modernizadora para las operaciones de los
psicólogos en salud mental. Pero un ámbito de la conducta humana NO es la dimensión
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institucional de las prácticas subjetivas. Un ámbito es un sector de una estructura plana y


una dimensión alude el espesor propio de la transversalidad y de las diferencias de po­
tencial.

El método: ¿la Asamblea General?


Entre los procedimientos, la indicación de asamblea entendemos que ha sido confundido
con el plenario o algo así como la reunión de "todos". Dejamos por el momento de lado la
distinción entre el todos universal y los todos distributivo, y apuntamos a recordar que en
el Socioanálisis el modelo de la Asamblea General Socioanalítica Implicaba la suspensión
total de las actividades del establecimiento, que en el fragor del '68 estaba en huelga
general y la discusión política de todo apuntando a la autogestión en el sentido antes
indicado y hacia la autonomía que, recordemos con Castoriadis, es darse las propias re­
glas y leyes.
Ahora bien, ¿cuál es el alcance de una autonomía así concebida, si el 'todos' con el que
trabajamos es, por ejemplo, un equipo de un servido de una secaón de un Hospital?
Aquí cabe tener presente que la experienda institudonalista argentina se dio, si conta­
mos desde los '70, a través de dictaduras sangrientas, del progresivo desmonte del esta­
do de 'bienestar1, del desvanecimiento del estado mismo como meta-organizador de las
trayectorias institudonales, de la progresiva incapacidad del estado de poner en caja a
los mercados, de progresiva producción neoliberal del emprendedor individual como tipo
subjetivo, y varios etc. Esos vectores, lejos de ser algo así como el 'contexto social' de
las experiencias institucionales son la trama misma de la producción de subjetividad de
los actores institucionales. Tal vez sea por eso que más que ’proyecto de autonomía' se
optó por cuestiones mucho más modestas como garantizar la 'horizontalidad' y cierta
libertad de palabra, pero aún así...
En nuestra experiencia, reflexión y conceptualizadón nos fue posible salir de ciertos ato­
lladeros recién con otro salto paradigmático, al comprender a lo institucional como terri­
torio existendal, configurado tanto por el cuadriculado de las líneas duras de los equipa­
mientos colectivos como por las líneas de fuerza y de fuga, concebidas como inmanentes,
-esto es no introducidas desde alguna trascendenda- y en constante proceso de produc-
dón. Así concebida, la institución es una lógica de producdón constante de subjetividad,
que induye pero no se reduce a la reproducción de las inerdas. Lejanos ya los tiempos
en los que necesitábamos suponer que la presencia de un analista instituaonal en un
campo garantizaba -al menos- la libertad de palabra; constatamos que los equipamientos
colectivos, en su actuar modulante sobre los cuerpos, producen efectos constituyentes
que sólo ciertos conceptos nos pérmiten captar, a la vez que aquello que Félix Guattari
llamó en 1976 "grupo sujeto" son los agenciamientos colectivos de enundadón, que en­
sanchan posibles y crean nuevos territorios existenciales.
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Acerca de la "demanda" de intervención


Sin duda quienes nos llaman -cuando nos llaman- algo nos piden, algo quizá más o me­
nos indeterminado o incierto, además de múltiple, si hablamos más allá del pedido o en­
cargo del gestor.
Las operaciones del A.I., (llamadas en Argentina tantas veces 'supervisión') ¿satisfacen o
convalidan la demanda de quién? En nuestra trayectoria hemos operado con una cierta
concepción instrumental del encargo, al reducirlo al singular de lo que nos pide el gestor.
Pasa que los encargos también son múltiples y diversos, solo que para tomar contacto y
registro de ellos hay que habitar el campo de operaciones.
Se trata asimismo de revisar si el mismo concepto de 'demanda' no se haya capturado
por cierto modelo de la relación entre un profesional que presta un servicio / sector po-
blacional que tiene algún desperfecto y que llama a experto para que lo 'arregle'. Lourau
señala, a propósito de la intervención en Lovaina que "el encargo recibido del staff cliente
manifiesta la incapacidad del llamado Plenario para auto-administrar sus contradicciones"
y que si "un experto es reconocido por la institución se va a una heterogestión del análi­
sis", lo que se da de patadas con aquella proposición de la autogestión.
Pretenderse 'analistas institucionales' no salva por sí de esta determinación, aún sí se
practica sostenidamente el análisis de las implicaciones, rasgo virtuoso -y bastante úni­
co, hay que decirlo - de (algunos) analistas institucionales, puesto que el mero análisis
de las implicaciones no salva de nada, salvo de cierta inexcusable ceguera.
Ya enunciamos que en nuestro país el encargo muchas veces viene de equipos de salud
del sector público, con el nombre puesto de supervisión institucional. Nuestra sospecha
es que allí quedó la marca de la utilización de la supervisión, habitualmente a cargo de
un psicoanalista e históricamente gratuita por los actores sociales del sector salud y en
especial por los psicólogos, clientela tradicional de tales 'servicios'. Tal eso ha cambiado
últimamente
De nuestra parte hace tiempo venimos distinguiendo cuidadosamente el encargo del ges­
tor, de la demanda a producir por aquel conjunto de cuerpos afectados que van a prota­
gonizar con su presencia el campo de intervención, pero no basta con esta distinción.
El/los encargo(s) no es el inicio ni un momento temporal, es una lógica de lo que ya está
ahí producido. Respecto de la demanda cabe afirmar -sosteniendo la ontología de las
multiplicidades- que en todo caso se trata de demanda(s), de aquello que no está ya ahí
esperando a ser develado, sino de algo a producir, en devenires cambiantes de fase a
fase de una 'intervención',
Hemos podido apreciar que en equipos integrados por varios operadores se manifiestan
diferencias de enfoque e incluso de 'marcos referenciales' que más allá de trayectorias
personales, configuran el ancho territorio de lo que en Argentina se llama Análisis Insti­
tucional y/o Psicología Institucional. Tratemos de ahondar la cuestión de los efectos de lo
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múltiple, tanto de cara a la(s) demanda(s) del campo como en las diferencias intra-
equipo.
El peso de los llamados "marcos referenciales" -en realidad ejes categoriales de referen­
cia, tiene una repercusión Inmediata y sensible sobre el posicionamlento subjetivo de los
operadores. Nuestra fundón ¿pasa por aliviar el sufrimiento institucional, transformar
subjetividades, colaborar en mejoras de la organización, establecer mejores ^-más 'sa-
nas'- circulaciones entre el/los jefes y la tropa? Alguna, o mejor, varías de esas cosas ‘se’
hacen en una (y en toda) intervención. Esta lista de funciones (¿misiones?) puede exten­
derse y mucho. Quede claro que hablamos de función, no de rol ni de lugar.

Revisión de la noción de campo de intervención.


Gilles Deleuze señala: ...
”Espedfícamente contra Lewin y contra la Gestalttheorie, Simondon sostiene que la idea
de disparidad es más profunda que la de oposición, y de la energía potencial más que
la de campo de fuerzas". Exploremos, aunque sea un poco esta cuestión de la 'dispari­
dad'.
Pero lo que define esencialmente un sistema metaestable es la existencia de una «dispari­
dad» entre al menos dos órdenes de magnitud, dos escalas dispares de realidad entre las
cuales no hay interacción comunicativa. Implica, por tanto, una diferencia fundamental,
como un estado de disimetría. Se trata, empero, de un sistema en la medida en que la di­
ferencia se da en él como energía potencial, como diferencia.
Contrastemos esta posición ontològica con la de K. Lewin:
Dice Lewin : 7o que está sucediendo es producto de un campo de fuerzas y no sóio causado
por las características particulares de los individuos''; allí sitúa su noción de campo psicoló­
gico total, (...) Define al campo como "una totalidad de hechos oue coexisten v oue se con­
ciben como mutuamente dependientes". Para Lewin la conducta es siempre una fundón de
un cierto espacio vital, que a su vez es siempre producto de la interacdón entre la persona
y su ambiente. En su La teoría del campo en la ciencia sodai sostenía que había que ir más
allá de las apariencias de las conductas de los individuos y llegar hasta las fuerzas que de­
terminan esos comportamientos. Campo es un lugar donde se mueven objetos y ese mo­
vimiento está determinado por las fuerzas o tensiones que inciden en ese campo. La tra­
yectoria de esos cuerpos va a ser un producto complejo de la inddencia de las distintas
fuerzas en ese espacio
Sin duda en su momento ha sido un avance epistemológico y operatorio proponer que lo
que sucede es efecto de las fuerzas y no de de sustancias interiores, como las motivacio­
nes psicológicas de las conductas. Ahora bien, en lo subrayado se percibe la diferencia
que hay entre postular una totalidad de hechos y/o objetos que (ya) coexisten y lo que
sucede (o acontece) entre órdenes dispares, devenires en los que el movimiento de efec-
tuatión crea nuevos 'hechos', bien entre comillas; ergo, la nodón de campo no alberga
propiamente al devenir,
Deleuze dice: en su texto sobre Simondon:
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(...) establece una comunicación interactiva entre órdenes de magnitud o de realidad dis­
persos, que actualiza la energía potencial o que integra las singularidades, que resuelve ef
problema que plantea lo disperso, organizando una nueva dimensión en la que se forma un
conjunto único de grado superior
Si tomamos las tesis sobre el campo de P. Bourdieu, el estructuralismo es explícito en los
planteos del sociólogo francés: lo que importa es la posición (lugar) y no su ocupante.
Son campos de lucha de relaciones de fuerzas, pero el cierre del campo sobre sí mismo,
lo condena a reiterar procesos de reproducción. Esta concepción que postula que los
elementos del campo son no solo coexlstentes sino homogéneos, no abre potencia a sus
operaciones, que sí se habilitan si concebimos a la fundón del analista institucional como
algo heterogéneo a un lugar en la estructura,
Lo mencionado permite acceder a la diferencia entre una concepción que propone la lu­
cha y composición de fuerzas ('hechos coexlstentes’) en un plano que bien podríamos
llamar estructural y otra en la que la energía potencial se actualiza (se efectúa) y se pro­
duce entonces singularidad, conformación de un conjunto de grado superior.

Siguiendo entonces estas pistas, y retomando el problema de la fundón del analista insti­
tucional, ¿esta se define como la de sumar una fuerza más a las fuerzas coexistentes en
un campo en el que ya todo está actualizado?, o más bien, en tanto operación clínica
(Deleuze; la dínica es Ia evaluación de un devenir inmanente) se trata de captar que
operamos en sistemas metaestables (y no solo complejos) en los que una nueva singula­
ridad es posible que advenga. Lo estable a secas no implica diferencia de potencial; lo
metaestables es previo a una nueva individuación, puesto que una individuación nunca
consume todo el potencial que la genera. Pregunta nada ingenua: ¿serán los analizadores
los que presentan los componentes que permitan maquinar el problema 'que plantea lo
disperso' y colaborar entonces con el agrupamiento para que se conforme entonces un
conjunto de grado superior?

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