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La Conversación

¿Tuviste algunas experiencias en tu niñez o en tu juventud que fueron


determinando tu rumbo?

Muchísimas, una de ellas es que mi mamá nos forzó a estudiar música. No


había opción en mi casa. Les digo a las personas, que en ese sentido vivíamos
bajo la Ley no bajo la Gracia (risas). Mis hermanos y yo teníamos que estudiar.
Yo me enamoré de la música a los 13 años de edad.

¿Qué estudiabas, piano?

Si estudiaba piano y de repente me di cuenta que me venía fácil, que era algo
que dominaba, que aprendía, que me hacía lógica. Empecé a meterme tanto
en la música que me llevó al camino de pensar en hacer música de manera
professional.

¿A qué edad sucedió eso?

A los 14 o 15 años de edad. Para esa edad, yo ya sabía a ciencia cierta que
Dios iba a usar mi música.

¿Siempre fuiste bilingüe?

Siempre.

¿Te inspirabas en español o en inglés?

En los dos idiomas. Mi primera canción la compuse en español, pero también


componía canciones en inglés. Estaba estudiando ópera, entonces también
estaba aprendiendo a cantar en italiano y en alemán.

¿Cuántos años estudiaste música?

Fueron 14 años que estudié formalmente la música, aparte de mis estudios


regulares. Estudié en la Universidad Juárez del Estado de Durango. Mi
formación fue clásica, estudiando a Beethoven, Chopin, etc. En el lado del
canto estudié ópera.

¿Hubo alguna experiencia en tu vida antes de ser conocido que podemos


resaltar?

Fueron muchas experiencias. Una de las principales fue a los 16 años cuando
entregué mi vida 100 por ciento a Jesucristo. Yo había crecido en la Iglesia. Mis
papás eran misioneros, pero yo tomé una decisión personal. Me di cuenta que
estaba idolatrando la música y que se había convertido en un ídolo, en un dios
en mi vida. Entonces una tarde a los 16 años y medio, le entregué mi vida y
toda mi música. Yo considero que ahí fue el inicio de lo que es mi Ministerio en
la música, porque esa tarde le dije “Señor, te doy mi música, para que tu la
uses como tu mejor creas”.
¿Fué algo natural o fenomenal, fue en un servicio o cómo fue?

No fue en un servicio; fue una decisión. Una tarde, yo mismo me di cuenta


cómo la música me estaba obsesionando, me estaba consumiendo. Entonces,
fui a un lugar en la ciudad de Durango, donde hay un cerrito, que se conoce
como el “Cerrito de los Remedios”. Ahí hay una Iglesia Católica que se llama
“Nuestra Señora de los Remedios”. Subí ahí. Estaba viendo toda la ciudad,
eran las 6 de la tarde más o menos. Fue en ese lugar, donde le entregué todo a
mi Señor, incluyendo mi música. Yo sabía que nada iba a ser igual. Tal cual,
así fue.

El inicio de un largo recorrido ¿Verdad?

Así es. A partir de entonces, cambiaron mis planes, porque yo estaba


pensando ir a estudiar música clásica. Yo quería estudiar en Viena o Austria,
quería estudiar conducción de coros. Iba a continuar mi Carrera en canto, en
ópera.

Ahora entiendo por qué siempre vuelves a melodías medias clásicas

Cualquier persona que ha visto mi trabajo a través de los años, pueden


observar algunas oberturas que he escrito que reflejan mucho mi formación.
Mis composiciones mismas, tienen una construcción con influencia clásica.
Entonces, en lugar de ir a estudiar música clásica, decidí ir a estudiar Biblia. A
partir de ahí, cambia mi rumbo.

¿Es muy grande el peso de ser una “leyenda”?

¡Ah caray! A mí nunca me han dicho que soy una leyenda (risas). La respuesta
es no, porque no me veo como una leyenda, no me pesa en lo más mínimo.

Pero como la pieza clave y la más importante en la transformación de la


adoración en la Iglesia Latina…

Yo me siento honrado de poder haber hecho lo que hice. Me siento sorprendido


de todo lo que Dios hace conmigo y al mismo tiempo me honra mucho. Pero lo
que hay que recalcar es que nunca me senté en una mesa para decir: “Okay,
voy a transformar la Adoración en América Latina”. Nunca fue un plan. Mi plan
fue ayudar a la gente a acercarse al Señor a través de la música.

¿Pero te asustabas cuando veías que todos cantaban tus canciones?

Pues no me asustaba; me daba mucho gusto, pero me sorprendía. Recuerdo la


primera vez que fui a la Argentina en el 93. No importaba la ciudad a donde
nosotros llegáramos, la gente cantaba a voz en cuello, canciones como “Has
cambiado mi lamento en baile, Renuévame”, etc. Yo llegaba a estos lugares
grandes y pequeños. Sin importar el tamaño del lugar, la gente cantaba a voz
en cuello. Yo nunca había ido a Argentina, ni siquiera teníamos una ruta de
venta legítima de nuestra música en ese lugar, sin embargo toda la gente sabía
las canciones. Fue ahí donde empecé a darme cuenta que esto iba mucho más
allá de Marcos Witt. Esto tenía que ver con un soplo de Dios, con un impulso
del Espíritu Santo que estaba viniendo de arriba. No había forma de explicarlo.
Nosotros no estábamos haciendo nada. Te doy un ejemplo; un día fui a un
Seminario de Marketing, donde me explicaban las cosas que debía hacer.
Cuando regresé de ese seminario al hotel, le dije al compañero que había ido
conmigo: “hemos hecho todo mal. No hemos hecho nada como este señor dice
que debemos hacer”. Y sin embargo estábamos vendiendo millones de discos
y la gente cantaba nuestras canciones. Y ahí , en ese seminario de marketing
es donde me di cuenta de esa Palabra que dice “Bástate mi gracia;
porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. Nuestra debilidad era el
marketing, no sabíamos mercadear y sin embargo Dios se hizo fuerte porque
estaba impulsando y soplando algo.

En esa etapa, cuando las Iglesias empezaron a cantar tus temas,


reemplazándolos con los himnos ¿Cuál era el tema que más se entonaba?

“Cuán bello es el Señor”, fue una canción muy fuerte. “Tu y yo”, “Poderoso”,
“Renuévame”, hasta el día de hoy sigue siendo una de las más cantadas. Y
este fue el tema más atacado por los teólogos porque era demasiado sencillo,
“porque no decía todo el consejo de Dios. Yo les decía, que no lo escribí con el
fin de que sea todo el consejo de Dios”. Lo escribí para que fuera devocional,
meditacional, inspiracional. La canción no era “Teológica” Y ese era el pleito.
Los antiguos y los padres de las denominaciones, del movimiento Cristiano,
estaban muy cómodos con sus himnos y no estaban muy contentos con este
cambio que estaba surgiendo dentro de sus Iglesias. Entonces me atacaron a
más no poder. Quemaban mis casetes, “en Santo Holocausto”. ¿Tú sabes lo
que es eso? Decían que no era de Dios, que la música tocada al revés tenía
mensaje diabólico, que le faltaba contenido, que la música era muy mundana.
Yo sufrí por ser pionero y fui el que recibí la mayor cantidad de golpes.

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