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Dios es bueno

Bill Johnson

1a edición

Editorial Peniel
Boedo 25
Buenos Aires, C1206AAA, Argentina
Tel. 54-11 4981-6178 / 6034
e-mail: info@peniel.com
www.peniel.com

ISBN 978-987-557-648-3

Originally published in the USA by


Destiny Image, Shippensburg, PA
under the title God is Good
Copyright © 2016 – Bill Johnson

Las citas bíblicas fueron tomadas de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional (NVI), a menos que
se indique lo contrario. Copyright © 1999 por Bíblica, Inc.

Diseño de portada e interior: Arte Peniel • arte@peniel.com

Impreso en los talleres gráficos Del Reino Impresores S.R.L.


Cerrito 1169, Bernal Oeste, Buenos Aires, Argentina
Abril de 2018
Tirada: 3.500 ejemplares

Johnson, Bill
Dios es bueno - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Peniel, 2018.
256 p. ; 15x23 cm.
Traducción: Aldana Masters
ISBN 978-987-557-648-3
1. Vida Cristiana. I. Riccomagno, Adriana, ed. II. Masters, Aldana, trad. III. Título.
CDD 248.4

©2018 Editorial Peniel

LIBRO DE EDICIÓN ARGENTINA

Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción total o parcial, la distribución o la


transformación de este libro, en ninguna forma o medio, ni el ejercicio de otras facultades reservadas
sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes vigentes.
Con t eni d o

Dedicatoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Prefacio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Capítulo uno

El conflicto con la bondad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

Capítulo dos

En el principio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31

Capítulo tres

El propósito del Antiguo Testamento . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

Capítulo c u at r o

El Antiguo Testamento tiene un nuevo propósito . . . . . . . 65

Capítulo cinco

Su Bondad — Su Gloria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75

Capítulo seis

El amor necesita juzgar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93


Capítulo siete

Tenemos un Padre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109

Capítulo ocho

Jesucristo, la teología perfecta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129

Capítulo nueve

No es su culpa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147

Capítulo diez

Representación de la bondad de Dios . . . . . . . . . . . . . . . 161

Capítulo once

La importancia del misterio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185

Capítulo doce

¿Y ahora qué? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201

Adenda. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215

Acerca de Bill Johnson. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247


P r e fac io

La declaración “Dios es bueno” es mucho más que un lema cris-


tiano pegadizo. Es más que una declaración teológica. El amor
de Dios, su naturaleza y su carácter son completa y enteramente
buenos. Él no puede ser de otra manera.
Lo que usted cree acerca de la bondad del Señor impacta en
cada área de su vida. De la misma manera, su manera de orar está
determinada por quién usted cree que es Dios. ¿Quiere responder
Él su oración? ¿Todavía obra con sanidades? ¿Sigue liberando a
los cautivos? ¿Todavía mueve montañas y revierte las situaciones
imposibles?
En este libro sin precedentes, Bill Johnson ha hecho algo que,
a mi parecer, ayudará a los seguidores de Cristo a entender mejor
quién es el Señor y, como consecuencia, al aplicar este conoci-
miento lograrán conectarse con sus destinos.
Pero ¿de qué manera el saber que Dios es bueno nos ayudará
a alcanzar nuestro destino y nuestro llamado en Cristo?
Como creyentes, estamos destinamos a ser embajadores y re-
presentantes de Jesús. Uno de los mejores mensajes que Bill le
trae al Cuerpo de Cristo es que fuimos empoderados para repre-
sentar fielmente a Cristo a través del poder del Espíritu Santo.
Nosotros también podemos hacer lo que Él hizo. Mientras que

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DIOS ES BUENO

otros enseñan acerca de representar a Jesús, Bill hace énfasis en


representarlo fielmente.
Lastimosamente, he visto a muchos que dicen representar a
Jesús, pero en realidad lo representan mal. Algunos lo hacen por
un desacertado celo religioso. Otros, por ignorancia; quieren ha-
cer el bien, pero no están bien informados acerca de quién es Dios
en realidad. Otros fallan al representarlo por adoptar una teología
herética y peligrosa. Cualquiera sea la razón, el hecho sigue sien-
do este: hay, y siempre habrá, malas representaciones de Cristo en
esta Tierra.
La verdad es que necesitamos verlo a Él de otra manera para
que podamos representarlo correctamente. Jesús no necesita
cambiar nada; nosotros sí. No tiene que ser “más” bueno; Él ya es
bueno.
Lo que el mundo necesita es una voz profética que se dirija
al Cuerpo de Cristo y le pida que se levante y represente a Jesús
fielmente. Y creo que eso es lo que Bill hace en este texto. Este
libro es un llamado profético al Cuerpo de Cristo de parte de un
hombre que conoce e interacciona con el Dios del que escribe.
En un tono amigable y, hasta podría decir, paternal, el autor lo
guiará por las Escrituras —desde el Antiguo hasta el Nuevo Tes-
tamento— en un viaje hacia el descubrimiento que transformará
radicalmente su manera de ver al Señor e interactuar con Él.

—ROBERT MORRIS
Fundador y pastor principal de la Iglesia Gateway
Autor de los éxitos en venta: Una vida llena de bendiciones, El Dios
que nunca conocí, Verdaderamente libres y Frecuencia

12
Int roducc ión

No debería ser tan difícil escribir acerca de la bondad de Dios. Es


una de las realidades más obvias que existen. Y, sin embargo, este
libro ha sido todo un desafío. Si alguna vez tuve la tentación de
esperar a tener una comprensión más profunda de un tema antes
de comenzar un proyecto de escritura, este sería el caso.
Tengo más preguntas que respuestas. Y estoy seguro de que lo
que escribí traerá muchos desafíos para algunos, como también
será de gran ayuda para otros. Sin embargo, hay una razón por la
cual estoy escribiendo este libro: el Señor me dijo que lo hiciera.
De verdad. Me habló durante una reunión de oración de pastores,
en un momento en el que no estaba pensando específicamente en
escribir y, particularmente, uno que hablara de la bondad de Dios.
Estábamos compartiendo testimonios de cómo el Señor estaba
obrando en nuestras ciudades y, como suele hacerlo, interrumpió
mis pensamientos con un fuerte sentir interno.
Aunque no era audible, estaba cerca. “Quiero que escribas de
que Yo soy bueno”. Nunca me había pasado eso con mis otros li-
bros. Le he presentado ideas y le he pedido confirmación, también
he buscado su dirección específica en relación con un proyecto de
escritura, pero nunca Él me había dado un mandato como este. Y
aunque sé que muchos usan la frase “Dios me dijo que lo hiciera”

13
DIOS ES BUENO

como una excusa para hacer lo que quieren, en este caso, esta es
mi historia.
Ofrezco esto como un acto de obediencia, y he dado lo mejor
de mí. Mientras se adentra en este tema tan preciado, la bondad
del Señor, oro para que nunca sacrifique lo que sabe acerca de Él
por aquellas preguntas que aún quedan por responder.
Disfrute.

—Bill

14
Capítulo uno

El conflicto con
la bondad
Aquello que viene a nuestra mente cuando pensamos
en Dios es lo más importante que hay en nosotros.
—A . W. TOZ ER

E l cambio más importante en la historia del planeta Tierra


llegó con una noticia dada por ángeles: “En la tierra paz a los
que gozan de su buena voluntad” (vea Lucas 2:14). Este plan estaba
previsto desde antes de que el mundo fuera creado, pero tenía que
esperar el momento indicado. El pecado llenó la Tierra, los huma-
nos quedaron desconectados de la perspectiva que el Señor tenía
para sus vidas y no estaban apasionados por conocer al único Dios
verdadero del mundo: era el momento perfecto.
La mayoría de nosotros celebramos este mensaje todos los
años en Navidad. Este decreto reveló el corazón de Dios como
nunca antes. Redefinió su propósito para la humanidad que, has-
ta ahora, ha perdurado por más de dos mil años. Pero después de
todo este tiempo, muchos de nosotros aún no hemos cambiado
nuestra mentalidad para poder ser consistentes con el plan del
Señor anunciado; un plan de paz y buena voluntad. Sin un cam-
bio de mentalidad, será muy fácil fallar en representar al Dios

15
DIOS ES BUENO

majestuoso, porque esperaremos y permitiremos que sucedan co-


sas que Jesús nunca hubiera permitido.

ÉL ES UN PADRE

Si yo les hiciera a mis hijos lo que muchos piensan que Dios


les hace los suyos, me arrestarían por abuso infantil. Las personas
dicen que el Señor es bueno y, sin embargo, lo culpan de permitir
enfermedades como el cáncer, los desastres naturales, y hasta las
actividades terroristas. Algunos intentan escapar del dolor de tal
razonamiento vergonzoso diciendo: “Él lo permitió”, en lugar de
decir “Él lo causó”. A mi parecer, no hay diferencia. Si yo abuso
de mis hijos, o “permito/apruebo” que un vecino lo haga, es claro
que tengo un grave problema. Y cuando intentamos esconder la
fechoría debajo de la alfombra diciendo que “Dios obra de ma-
neras misteriosas”, le agregamos un insulto a la herida. Hay un
pensamiento universal de que el Señor causa el mal o permite que
actúe para poder así desplegar su misericordia. Eso sería igual a
que yo le rompiera el brazo a uno de mis hijos para demostrarle
que puedo proveerle el cuidado necesario, y luego utilizar mis
habilidades para enmendar el hueso roto. Muchos me preguntan:
“¿Y qué hay de Job?”. Mi respuesta es: “¿Qué hay de Jesús?”. Job
provee la pregunta. Cristo da la respuesta. La historia de Job es
acerca de aferrarnos a nuestra fe en los momentos de prueba y de
ver cómo Dios restaura todo de manera perfecta. Pero la única
historia que yo sigo es la de Jesús.
No hay ninguna duda de que el Señor puede dar vuelta cual-
quier situación para su gloria y para nuestro beneficio; esto in-
cluye, por supuesto, las condiciones más crueles conocidas por
la humanidad alrededor del mundo. Pero eso da testimonio
de su grandeza y su propósito de redención. No representa su

16
El conflicto con la bondad

diseño. El atribuirle a Dios el mal menoscaba trágicamente nues-


tro propósito en la Tierra, porque invalida nuestra capacidad de
representar a Jesús como manifestación de la buena voluntad del
Señor hacia la humanidad. Nuestra audacia al declarar y demos-
trar quién es Dios en determinada situación es insuficiente si no
tenemos seguridad de cómo es Él en realidad. Cuando la audacia
propia de alguien lleno del Espíritu Santo disminuye, el costo
es muy grande. Es nuestra audacia la que lo atrae a Dios a una
situación imposible.

Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos


el proclamar tu palabra sin temor alguno. Por eso, extiende tu
mano para sanar y hacer señales y prodigios mediante el nombre de
tu santo siervo Jesús.
—Hechos 4: 2 9-3 0, én f a sis a ñ a d id o

Lo que puede llegar a ser incluso más devastador de esta mi-


rada de Dios como villano es que a la larga compromete nues-
tra capacidad de discernir la diferencia entre su disciplina y un
verdadero ataque demoníaco. Y esa es una debilidad que ya no
podemos permitirnos seguir teniendo. Las personas suelen aceptar
los problemas en sus vidas porque piensan que el Señor tiene un
plan de bien para esa situación. Esa forma de pensar contamina
la capacidad que Él nos dio para discernir las obras del diablo con
el razonamiento humano de naturaleza demoníaca. De hecho, no
solo el discernimiento entra en juego. Este fracaso en la tarea que
tenemos de alcanzar la madurez espiritual nos hace olvidar quién
es el verdadero enemigo y contra qué estamos luchando. Jesús nos
dio todo lo que necesitábamos saber: “El ladrón no viene más que a
robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan
en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las

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DIOS ES BUENO

ovejas” (Juan 10:10-11). No es muy difícil. Hurto, muerte y des-


trucción es el resultado cuando el diablo participa de una situación
determinada. Cristo es el buen Pastor. ¿Y cómo es esa bondad? Él
da vida en abundancia. Entonces: hurto, muerte y destrucción en
oposición a vida en abundancia. Uno es malo; el otro es bueno. No
debería ser tan difícil distinguirlos. Y como si eso no fuera suficien-
te, Juan resumió la razón por la que Jesús vino a la Tierra: “El Hijo
de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo” (1
Juan 3:8). Cristo nos enseñó a reconocer las obras del diablo y lue-
go nos mostró con su ejemplo cómo destruirlas. ¿Tenemos derecho
a crear un nuevo modelo de vida y ministerio que no siga los pasos
de lo que Él nos mandó a hacer? No. ¡De ninguna manera!
Es tiempo de que examinemos nuestro sistema de creencias
y descubramos lo que la Biblia nos enseña realmente acerca de
la naturaleza de Dios. Hay una realidad y es esta: muchos han
rechazado la clara revelación de la naturaleza del Señor que se ve
en la persona de Jesucristo.

¿ES BUENO DIO S ?

Casi todo creyente confiesa que el Señor es bueno. Debemos


hacerlo. Está en la Biblia. Sin embargo, no es la creencia de que
Él es bueno lo que nos amenaza. Es nuestra definición de bondad
la que nos hace debatir y hasta algunas veces entrar en conflicto
con la familia de Dios.
Si Él es tan bueno como muchos aseguran, nuestra manera
de responder a esta verdad tendrá un gran impacto en nuestra
manera de vivir la vida. En lugar de crear doctrinas que justifi-
quen nuestra fe débil y anémica, tenemos que averiguar por qué
“mayores cosas que estas” no han estado sucediendo en nosotros
y alrededor de nosotros (vea Juan 14:12). Crear doctrinas bajo el

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El conflicto con la bondad

título de los milagros no suceden en la actualidad no solo contradice


su Palabra, sino que es también una forma de evitar la responsa-
bilidad. No debemos cambiar el modelo de vida que Jesús nos dio
hace dos mil años, sino tomarlo y seguirlo. Fuimos diseñados con
la habilidad de ajustarnos a la semejanza de Cristo, quien resucitó
de la muerte y está sentado a la diestra del Padre (vea Juan 4:17).
Hablaremos de eso luego. Pero lo importante es que no se supo-
nía que este tiempo fuera inferior al del ministerio de Jesús en la
Tierra. Todo lo contrario.

Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago
también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al
Padre.
— Ju a n 14: 12

Los fariseos veían a Jesús como una amenaza para sus puestos
de poder e influencia. De manera similar, muchos líderes en la
actualidad se sienten amenazados por un posible cambio en las
posiciones teológicas que implican que no hemos sido tan exito-
sos en el ministerio como podríamos haberlo sido. Empoderamos
la mentira que creemos. La lucha para proteger la santidad de
nuestra historia nos ha alejado de un futuro mucho más signifi-
cativo. Yo estoy agradecido por mi pasado. Estoy agradecido por
nuestros antepasados y su lucha para que podamos vivir en total
libertad en Cristo. Pero hay más. Y las cosas están a punto de
cambiar porque la mayor cosecha de almas de todos los tiempos
está a punto de comenzar. Y no será por nuestra gran habilidad a
la hora de predicar, por la forma en la que usamos los medios de
comunicación o por nuestra música poderosa. Cada una de esas
áreas es importante, pero no existen por sí solas. Son importantes

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DIOS ES BUENO

porque son vehículos que traen la mayor revelación de todos los


tiempos: Dios es bueno y es un Padre perfecto.
No podemos comprender su bondad, pero eso no quiere decir
que no podamos experimentarla. Nuestro corazón puede llevar-
nos donde nuestra mente no puede entrar. Comprender es im-
portante, pero suele suceder tras experimentar a Dios. La fe para
caminar con Él nos lleva a encuentros con el Señor. Resulta en
un mayor conocimiento y comprensión de la verdad, como que
“Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de
Dios” (Hebreos 11:3). Habiendo dicho esto, uno de los principa-
les mandamientos en la Escrituras que está relacionado con ex-
perimentar la bondad del Señor es “Prueben y vean que el Señor es
bueno” (Salmo 34:8). Si lo prueba, podrá verlo con más claridad.
A medida que experimente la verdad de una manera más profun-
da, su percepción de esta incrementará.
Al igual que sucede cuando nacemos de nuevo, comenzamos a
entender un tema con mayor claridad cuando lo hemos experi-
mentado. Escuchar a alguien que no ha nacido de nuevo hablar de
esto puede resultar un tanto gracioso. Muy pocos creyentes disfru-
tarían de esa enseñanza. Sin embargo, los cristianos aplaudimos
una práctica similar y consideramos que es buena. Soy consciente
de que algunos deben asumir que lo que estoy diciendo es que la
teología está basada en la experiencia, lo que para muchos signi-
fica que la razón no forma parte de esta. Este peligro es real y está
presente. Pero lo que más ha dañado a la vida eclesiástica en la
actualidad es la teología sin experimentar. Los fariseos eran cono-
cidos por tener teorías que no surtían efecto en sus propias vidas.
Para hacerle frente a esto, debemos ejercitar nuestra fe para poder
exponer nuestras creencias. No podemos conformarnos solo con
el consentimiento mental.

20
El conflicto con la bondad

DE BEMO S P ON E R EN DU DA LA S
CR EENCI AS P OP ULA RES

Cambiar nuestra teología no lo cambia a Dios. O es verdade-


ramente bueno, o no lo es. Nunca sugeriría pretender que Él es
diferente a quien es en realidad. No se puede lograr ningún obje-
tivo si le permitimos a nuestra imaginación crear nuestra propia
imagen del Señor. Sería uno más de los dioses de madera o piedra,
también creados por la iniciativa humana. Inventarlo en nuestra
mente o construir una imagen suya con nuestras manos sería una
similitud vana y a la vez destructiva. Descubrir quién es Él y cómo
es en realidad es la única forma posible de descubrir su verdadera
bondad. Somos privilegiados de poder emprender este viaje eter-
no hacia su infinita bondad.
Escuché que muchas personas dicen que no creen más en
Dios tras experimentar una desilusión o una pérdida trágica de
cualquier tipo. No quiero juzgar irrespetuosamente, pero es im-
posible dejar de tener consciencia de la existencia del Señor así
de fácil. Puede estar enojado con Dios. Puede acusarlo y negarse
a servirlo. Pero no puede decidir que Él ya no existe. Declarar el
ateísmo como su sistema de creencia no hará que Él desaparezca.
Simplemente, la persona comienza a tener menos percepción de
la existencia de Dios e intenta eliminar del contexto de la vida
diaria el sentimiento de necesidad de Él. Cambiar nuestra teolo-
gía, aunque sea un poco, nos cambia a nosotros, pero no al Señor.
Pero cuando lo que creemos está anclado en la realidad de quién
Él es, la Tierra y el cielo se ponen de acuerdo y la realidad de su
mundo comienza a invadir el nuestro cada vez más, manifestán-
dose en poder y gloria.
Nos es imposible crear un concepto de cómo es Dios que sea
superior a lo que Él realmente es. O Él es más grande de lo que

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DIOS ES BUENO

podemos comprender, percibir, describir o imaginar o, simple-


mente, no es Dios; y nosotros sí. Tampoco podemos exagerar su
bondad. Podemos tergiversarla, pervertirla, diluirla y distorsionar-
la. Pero lo único que no podemos hacer es exagerar su bondad.
Abordar el tema de su bondad podría llevarnos toda la eternidad.
El apóstol Pablo nos da una promesa muy desafiante respecto a
este tema.

Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos ima-
ginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a
él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generacio-
nes, por los siglos de los siglos! Amén.
—Efesios 3:20-21

La frase “muchísimo más que todo lo que podamos imaginar-


nos o pedir” es bastante imponente. “Muchísimo más que todo lo
que podamos (…) pedir” hace referencia al impacto de nuestras
oraciones, que incluyen tanto las que hacemos en voz alta como
las que realizamos en lo más secreto de nuestro corazón. Lo que
Dios hace por nosotros va más allá del alcance que puede llegar a
tener nuestra mejor oración en el mejor día de nuestras vidas con
nuestro más alto nivel de fe: Él existe para trabajar para nosotros
en esa área específica. “Muchísimo más que todo lo que podamos
imaginarnos” es otra oración poderosa que hace referencia al im-
pacto de nuestra imaginación. Nos describe en nuestro mejor día,
con nuestros mejores sueños, planes, metas y pensamientos. Su
mandato es que podamos funcionar más allá de las limitaciones
de nuestra imaginación y realizar lo inimaginable. Estas son ex-
presiones de su bondad, y vienen de su persona. Él es la perfec-
ción de bondad en persona.

22
El conflicto con la bondad

Hace muchos años dije “sí” y me adentré en este viaje, y des-


de entonces he descubierto que la bondad del Señor va incluso
más allá de mis sueños más locos. Mi sí comenzó simplemente al
reconocer que había pecado y me había alejado del propósito y
diseño de Dios. Jesús se convirtió en la manifestación perfecta de
bondad en mi vida. Me rescató de todo lo que me destruía e hizo
que volviera a tener una relación con Él, en la que pude descubrir
más de su bondad. Muchos han dado ese primer paso, pero por
desgracia se han detenido en el primer escalón, quedándose sola-
mente con la mirada de quién es Dios visto desde las historias del
Antiguo Testamento. Esas historias son importantes e imprescin-
dibles. Pero la realidad es que Jesús vino a reemplazarlas con una
imagen más clara de cómo es el Señor. Hay muy pocos engaños
que sean tan devastadores como este. Es trágico e innecesario.

GUE R R A CI V I L EN LA IGLES IA

Lo que más me preocupa en los días en los que vivimos es la


posibilidad de que se desate otra guerra civil. En este momento, la
realidad de tal conflicto potencial está sobre nosotros. Sin embar-
go, no es por una cuestión racial, política o económica. Tampoco
los protagonistas son los grupos con diferentes puntos de vista
morales o sociales. A pesar de que esas tensiones existen en la
sociedad, tienen lugar por la división que hay dentro de la Iglesia.
Nosotros le preparamos el lugar. Es difícil lograr la reconciliación
entre las partes que existen en el mundo que nos rodea cuando
la misma Iglesia es la que con gusto patrocina las guerras de con-
flicto interno.
Me refiero a una guerra dentro de la familia de Dios, es espiri-
tual. No es una lucha con armas y bombas. Esta es una lucha con
palabras de acusación, asesinato de personalidad, ridiculización y

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DIOS ES BUENO

difamación. El conflicto es por la bondad del Señor. En muchos


ámbitos, le damos la bienvenida al espíritu de acusación como si
fuera la voz de la razón o la voz del discernimiento. Mi oración
es que, a través de un avivamiento en las naciones, podamos ver
un nuevo despertar espiritual que desmantele el tsunami de lo
demoníaco que medra en nuestra teología egoísta y la división
que esta crea.
La Iglesia no es reconocida por saber manejar conflictos. Pa-
reciéramos ser el único ejército en el mundo que le dispara a sus
propios soldados heridos, en especial si las heridas fueron a causa
de algo que ellos mismos hicieron. Cuando hay conflictos doctri-
nales, se escriben libros al respecto y los programas de radio expo-
nen y avergüenzan a quienes intentan servir al Señor de la mejor
manera para enseñar la verdad. La verdadera teología es esencial.
Pero la teología sin amor es como una campana desafinada: mo-
lesta. En lo personal, creo que el genuino descubrimiento de la
bondad de Dios podría sanar este problema que tenemos.

M EN TE CE L ESTI A L

El concepto bíblico de la mente transformada es en parte una


respuesta a este problema. Se nos da como un regalo del buen Pa-
dre: la mente de Cristo. Una mente transformada es mucho más
que la capacidad de dar una respuesta bíblica ante un problema.
Esa es una de las cualidades, pero es mucho más que eso. Es tener
una perspectiva divina.

No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante


la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la volun-
tad de Dios, buena, agradable y perfecta.
— Roma n os 12: 2

24
El conflicto con la bondad

En el pasaje de Romanos, la mente transformada comprueba


la voluntad de Dios. Es fascinante cuando se da cuenta de que
la mejor definición para esta en las Escrituras es “Venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:10). Po-
demos decir que la mente transformada es la que revela e ilustra
la voluntad del Señor en la Tierra. La mente de Cristo, como la
vemos en el estilo de vida de Jesús, lo ilustra maravillosamente. Él
confrontó a las tormentas, sanó los cuerpos enfermos, multiplicó
la comida e hizo incontables milagros para revelar el efecto que el
cielo tiene en la Tierra. La mente transformada debería hacer lo
mismo en nosotros. Sabremos que nuestra mente ha sido trans-
formada cuando lo imposible parezca lógico.
Sin embargo, el término comprobar tiene otro significado. Po-
dría ser el de ‘aprobar’. Permítame darle un ejemplo. Si yo fuera
el experto en arte más importante del mundo, especializado en
las obras de Vincent van Gogh, y usted descubriera una obra fir-
mada bajo el nombre de este pintor en un inmueble heredado, le
gustaría contratar mis servicios para evaluar si es realmente una
pieza original o no. Si fuera auténtica, podría tener un valor de
cien millones de dólares. Si fuera falsa, su valor podría ser de cien
dólares. Mi aprobación determinaría lo que alguien podría llegar
a pagar para comprar ese tesoro en potencia. La autenticidad de
esa obra estaría en mis manos. Si el cuadro fuera auténtico, el
nuevo descubrimiento se celebraría a nivel mundial. Si fuera falso,
debería ser identificado como tal para evitar que alguien invirtiera
en algo de tan poco valor.
El procedimiento de estudio que yo debería seguir incluiría
examinar cada pincelada de la obra a fin de determinar si coin-
cide con las del estilo de van Gogh. También debería examinar
los colores, la pintura utilizada y el bastidor para evaluar si son
similares a los de sus cuadros ya conocidos. Sería prudente hacer

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DIOS ES BUENO

una investigación sobre el tema de la obra para ver si la locación


o el contenido se pudiera emparentar con lo que se conoce de
la vida del artista. Si después de varias semanas de estudio, yo
aprobara la obra de arte como un cuadro de Vincent van Gogh
que antes no se conocía, usted, por supuesto, estaría muy feliz. La
autenticidad de la pintura llegaría a ser noticia en el ámbito del
arte en cuestión de minutos. Luego usted tendría que decidir si
quedarse con ese cuadro para disfrute personal, exponerlo en un
museo para que otros puedan admirarlo o subastarlo al mejor
postor. Tenga en cuenta que el haber dado mi aprobación no se-
ría una simple opinión, ya que mi reputación como especialista
estaría en juego. Tendría que ser una conclusión basada en el
estudio previo de las obras y del conocimiento de la naturaleza
y la vida del artista.
Descubrir la voluntad de Dios en algunas de las situaciones
más difíciles de la vida es tan fácil como emplear el mismo razo-
namiento expresado en la ilustración que di recién. Por ejemplo,
si alguien me llama por teléfono y me dice que el Señor me envió
la enfermedad que estoy padeciendo para enseñarme a confiar
en Él, necesitaré examinar su palabra para asegurarme de que
es una palabra auténtica proveniente de Dios. Él, el jefe de los
artistas, nos ha dejado muchas obras maestras en los libros de
Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Las historias del toque del Maes-
tro abundan; persona tras persona recibió sanidad y liberación a
través del amor de este Padre perfecto. Al estudiar estos cuatro
evangelios, puedo ver que no hay ninguna “pintura” en la que
las pinceladas o los colores coincidan con aquella palabra. No
hay un solo ejemplo de Jesús dándole una enfermedad a alguien.
De hecho, su estilo de vida era más bien el contrario. Lo que
esa persona asegura que es una palabra de Dios auténtica con-
tradice los ejemplos que nos fueron dados acerca de sus obras.

26
El conflicto con la bondad

La mente renovada puede llegar a la conclusión de que aquello


que me dieron y me dijeron que estaba firmado por el Señor es
falso. La naturaleza de esta pieza engañosa es tan falsa que yo
debo exponerla como tal para que nadie más compre una pieza
similar a esta. Y aunque yo rechace la palabra que esta persona
me ha dado, no debo rechazar a la persona. Porque sé que mi
trato hacia ella determinará cómo yo seré tratado en un momen-
to de necesidad: “Dichosos los compasivos, porque serán tratados
con compasión” (Mateo 5:7). Su valor como persona debe estar
en quién la persona es en Dios, y no en que hace todas las cosas
bien. Porque ninguno de nosotros lo hace. En el Antiguo Testa-
mento se juzgaba al profeta si daba una mala interpretación de la
Palabra. En el Nuevo Testamento se juzga la palabra.
Trágicamente, los creyentes día a día toman falsificaciones
como si fueran ciertas y después se las venden a otros cristianos
como si fueran revelaciones auténticas de la voluntad de Dios.
Distorsionan la voluntad del Señor revelada en las Escrituras,
y así nos impiden ver su verdadera imagen. El mayor fraude de
todos probablemente sea la enseñanza de que Jesús ya no sana a
los enfermos ni libera a los cautivos. Con un sencillo estudio de
la Biblia podemos comprobar que ese concepto es una mala in-
terpretación inspirada por el diablo de Aquel que entregó su vida
para revelar al Padre y redimir a la humanidad. Muchas personas
buenas creen esas mentiras. Debemos ser amables con ellos, ya
que fueron envenenados con una mentira. Sin embargo, tam-
bién es cierto que debemos dejar en claro que las mentiras que
promueven no son más que eso: mentiras. Lo que más me duele
es que esta forma de pensar no corresponde a la naturaleza de
Dios. Perjudica nuestro acercamiento a la vida, y daña nuestra
capacidad de representarlo a Él como una persona buena. A lo
mejor estas mentiras que los creyentes bien intencionados han

27
DIOS ES BUENO

estado vendiendo por décadas son las que contribuyeron a que


la consciencia humana no pudiera llegar al conocimiento de la
bondad del Señor.

CORTAR M ADERA

Hace varios años atrás, un pastor nos contó acerca de un pro-


yecto de construcción que tenía para su iglesia. Nos comentó que
él deseaba ayudar al contratista. Estaba emocionado con el nue-
vo proyecto, pero como no tenía habilidades de construcción, era
un poco difícil encontrar una tarea que él pudiera desarrollar. Él
persistía y preguntaba si había algo que pudiera hacer. Su entu-
siasmo por el proyecto terminó por convencer al contratista de
que le buscara una tarea. Entonces este le dijo que necesitaba
cien cortes de madera de medio metro ancho por dos metros de
alto. El pastor estaba muy emocionado de poder ser parte de la
construcción de su propia iglesia. Así que, a la noche, cuando
todos se fueron, él se quedó para cortar la madera. Tomó el pri-
mer pedazo, lo midió con la cinta métrica y lo marcó. Luego, lo
cortó con cuidado y exactitud. En lugar de utilizar nuevamente
la cinta métrica para medir la segunda pieza de madera, usó la
tabla que acababa de cortar, porque pensó que sería mucho más
fácil. Colocó la tabla ya lista sobre el pedazo de madera que de-
bía cortar, marcó por dónde tendría que hacerlo y lo serruchó. A
continuación, tomó la última tabla que había cortado y la colocó
sobre un nuevo pedazo de madera. Utilizó este método para cor-
tar las cien tablas.
Seguro usted puede ver cuál fue el problema. Al utilizar la
tabla que recién había sido cortada como medida para cortar la
siguiente, esta termina siendo unos cuántos centímetros más lar-
ga. Podría haber utilizado este método si solo hubiera tenido que

28
El conflicto con la bondad

cortar dos o tres pedazos de madera. Pero si se lo utiliza para cor-


tar cien tablas, entonces las últimas serán de unos 2,75 metros de
longitud aproximadamente.
Por dos mil años nos hemos estado comparando con la gene-
ración anterior, haciendo énfasis solo en pequeños detalles. Y para
consolarnos por la tarea que nos fue encomendada —la Gran Co-
misión de hacer discípulos en todas las naciones, testificando de lo
que Jesús hizo— muchos crean doctrinas aguadas que distorsionan
el ejemplo y los mandamientos que Él nos dejó. En lugar de com-
pararnos unos con otros, deberíamos haber usado el parámetro
original que encontramos en la vida de Jesús para que la medida de
la bondad de Dios revelada en Cristo se hubiera mantenido igual
en los últimos dos mil años. El Señor quiere volver a llevarnos al
parámetro original para que Él pueda ser revelado con mayor pre-
cisión como el Padre que sabe amar.

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