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Indudablemente el Positivismo aparece en un momento histórico (finales del Siglo XIX y comienzos del XX),

cuyo terreno había sido abonado por innumerables cambios tecnológicos como los acontecidos por la
Revolución Industrial, coincidiendo a la vez, con el decaimiento del sentido metafísico y religioso del
conocimiento.
El hombre, al no obtener las respuestas esperadas en la religión, en su búsqueda y peregrinaje permanente,
por saber el porque de las cosas, fija su atención en la ciencia, ya que la misma le brinda seguridad, confianza
y confort. Ya no es el hombre, a merced de la naturaleza, mas bien es un ser, que encuentra respuestas lógicas
al estudiar en forma analítica, los mecanismos de los objetos que se encuentran en su alrededor.
Y en este marco, con los cimientos antes mencionados, germina la semilla del Positivismo, doctrina que Comte
resume bien, a través de su Ley de los Tres Estadios, marcando así el comienzo de la Historicidad del
Conocimiento Humano.
A partir de este momento, la realidad se va a encontrar limitada por coordenadas de: tiempo, espacio y masa,
puesto que solo considera la posibilidad de estudiar científicamente los hechos, los fenómenos, el dato
experimentable, lo observable, lo verificable para lograr el progreso de la sociedad, y ello, solo se puede
alcanzar a través de la ciencia, considerada desde Hegel, como la expresión más pura de la Racionalidad de la
cultura. Esta, se propone a entender el mundo real, definir sus relaciones, leyes y características de la manera
más objetiva, independientemente de la subjetividad de los investigadores, de los orígenes y condiciones
psico-sociales del descubrimiento o de sus aplicaciones prácticas, utilizando en todo momento, la verificación
en la experiencia y en la observación de los fenómenos. Concepción que se expande hacia todas las ramas del
saber, inclusive hacia los hechos sociales que también son tratados como cosas.
2. El Positivismo
Sus orígenes
El termino Positivismo fue utilizado por primera vez por el filósofo matemático francés del Siglo XIX
Auguste Comte, no obstante, algunos de los conceptos positivistas pueden perseguirse claramente desde
Hume, Kant, y Saint-Simon.
Filósofo escocés, cuyo espíritu analítico le llevó al escepticismo. Considera que el conocimiento esta limitado a
los acontecimiento actuales de la existencia, no puede ir más allá, porque no acepta que existan ideas innatas,
ya que todos los contenidos de la conciencia provienen de la experiencia, y su teoría principal reside en la
asociación de las ideas. Para él, las ideas son copias borrosas sin viveza de las impresiones directas. Tanto la
percepción como la reflexión aportan una serie de elementos que se atribuyen a la sustancia como soporte de
ellos, no limita su crítica a la sustancia material, sino al propio yo. Esto significa que las causas y hechos del
mundo físico no se pueden entender, ni por mucho, ni poco; solamente la creemos porque la naturaleza se
comporta siempre así. El escepticismo de Hume no pone en entre dicho la ciencia, pero le pone un basamento
caprichoso: la costumbre, el hábito, la asociación de ideas, los fenómenos naturales, psicológicos; provocan en
él la creencia en el mundo exterior.
Filósofo alemán; formado en el racionalismo, comienza a dudar del valor de la razón al leer a Hume,
planteándose el problema del valor y los límites de ésta. La filosofía kantiana, supone una síntesis del
racionalismo y del empirismo, cerrando una época filosófica muy importante. Kant procede a un estudio de
cómo es posible la construcción de la ciencia, llevando a cabo una reflexión sobre el problema de las
relaciones de la razón con la realidad, que en ella aparecen vinculadas. Kant distinguió dos grandes
facultades dentro del conocimiento humano: 1)La sensibilidad: es pasiva, se limita simplemente a recibir una
serie de impresiones sensibles, que Locke había llamado ideas de sensación y Hume impresiones, y 2)El
entendimiento: es activo y espontáneo. Y puede generar, dos tipos de ideas o conceptos:
Conceptos puros o categorías: ideas o conceptos independientes de la experiencia (que provienen de la razón)
Conceptos empíricos: ideas obtenidas a partir de la experiencia.
Admite que existen categorías o conceptos que no provienen de la experiencia, pero a la vez sostiene que la
aplicación de estos conceptos a la realidad nunca podrá ir más allá de la experiencia sensible. Constituyendo
así, una síntesis entre racionalismo y empirismo, ya que, el conocimiento es síntesis a priori: es síntesis porque
es organización o conexión de datos sensibles (como lo exige el empirismo) y a priori, porque el principio de
esta organización es nuestra conciencia, la cual al constituirla, actúa según leyes esenciales a su propia
naturaleza, y por eso mismo leyes universales y necesarios (conforme a la exigencia del racionalismo)
Pensador francés, que insistió en el progreso industrial y científico con el fin de delinear un nuevo orden
social. El Saintsimonísmo es una doctrina socialista, basada en las teorías del Conde Saint-Simon, según la
cual cada uno ha de ser clasificado según su capacidad y remunerado según sus obras. Considera que hay dos
tipos de épocas en la historia:
Las críticas: son necesarias para eliminar las fosilizaciones sociales.
Las orgánicas: donde el hombre no es una entidad pasiva dentro del acontecer histórico, sino que siempre
trata de descubrir modos de alterar el medio social dentro del cual vive, dichas alteraciones se imponen como
indispensables para el desarrollo de la sociedad cuando funciona ésta según normas no correspondientes. No
se puede decir en absoluto que existen normas sociales convenientes a toda organización humana; lo que para
una época puede ser adecuado, para otra no. Así sucede para con la sociedad industrial moderna.
Para Saint-Simon es engañoso suponer que las clases deben ser niveladas o que deben mantener la estructura
de anteriores épocas, durante las cuales dependía de la jerarquía, pero se mantenía cuando menos en lo que
concierne a la moral y a las creencias religiosas, una cierta igualdad. Dice que esta igualdad es imposible: "la
moral y los sistemas de ideas deben ser diferentes para cada una de las clases fundamentales de la nueva
sociedad industrial moderna". (Ramírez, Pág. 10 , 2000)
Saint-Simon atribuyó el poder temporal a los industriales (propietarios, técnicos y campesinos) y el espiritual,
a aquellos a quienes encomendaba la elaboración de un sistema llamado Nuevo Cristianismo basado frente a
los preceptos negativos desarrollados por el catolicismo, protestantismo y otras religiones en leyes positivas
afirmadoras del desarrollo del trabajo. Dicho sistema tenía como núcleo fundamental: la idea de fraternidad,
que conducía a la concepción de una sociedad mundial libre, es decir, una sociedad universal continuamente
dedicada a la producción y en la cual la Iglesia pudiese ser sustituida por el taller.
Son elementos destacados de sus ideas: la bondad de la propiedad privada, la preocupación básica de la
sociedad debería ser la mejora de la clase más numerosa y pobre, la herencia debía suprimirse y todo los
individuos (clasificados por su capacidad y retribuidos por sus obras) debían trabajar.
3. Definición
Según Enciclopedia Hispánica (Pág. 75-76, 1993) "Fundado por Augusto Comte, alega que el hombre debe
aplicarse al conocimiento de los fenómenos y sus leyes, y la ciencia se ubica de acuerdo a su complejidad y
generalidad creciente, estableciendo categorías para analizar hechos sociales, porque conocer el mundo físico
no es igual que conocer la realidad social.
Según el Club Caminante (Pág. 1, 1999) "Consiste en no admitir como validos científicamente otros
conocimientos, sino los que proceden de la experiencia, rechazando, por tanto, toda noción a priori y todo
concepto universal y absoluto. El hecho es la única realidad científica, y la experiencia y la inducción, los
métodos exclusivos de la ciencia".
Según Biblioteca Práctica de Consulta del Nuevo Milenio (Pág. 124, 2000) "Es una corriente filosófica que se
fundió con distintas variantes; la que pretende estar por encima del idealismo y del materialismo, argumenta
ser una tercera vía para la filosofía. De hecho se trata de eludir definiciones sobre los problemas
fundamentales y concentrarse en el conocimiento positivo, esto es, en los datos de la ciencia que da por vía
experimental".
Según Juan Ramírez (Pág. 10, 1999) "Es un sistema filosófico basado en la experiencia y el conocimiento
empírico de los fenómenos naturales, en el cual la metafísica y la teología son sistemas de conocimientos
imperfectos e inadecuados".
Según la Nueva Enciclopedia Larousse (Pág. 7892,1982) "Tendencia científica y filosófica de la segunda mitad
del siglo XIX que se caracteriza por la atención exclusiva a los hechos, prescindiendo de cualquier postulado
no verificable".
Principales representantes
Vida. Nació en Montpellier en 1798 y murió en París en 1857. Estudió en París y luego de diversos avatares
académicos, logró el puesto de profesor auxiliar de matemáticas en la Escuela Politécnica de París. Su vida
económica fue bastante desgraciada, debiendo subsistir los últimos años de su vida de las ayudas de discípulos
y amigos. La hostilidad que sus escritos suscitaron en los diferentes ambientes académicos fue la principal
causa de su desgracia.
Obras. "Curso de filosofía positiva", "Sistema de política positiva o tratado de la sociología que instituye la
religión de la humanidad", "Discurso sobre el espíritu positivo", entre otras.
​Vida. Nació en Derby (Inglaterra) y murió en Brighton en 1903. Durante toda su vida se mantuvo apartado
de los cargos y honores oficiales, dedicándose a su obra filosófica.
Obras. "Principios de Sicología", "Primeros Principios" "Principios de Biología" "Principios de Sociología",
"Carta a cerca de la esfera de acción que le compete al gobierno", "Estática social", "La educación
intelectual, moral y física", "Clasificación de las ciencias", "La Sociología descriptiva", "El individuo contra
el estado", "Principios de una moral evolucionista", "Una Introducción a la Ciencias Sociales".

Vida. Nació en Londres en 1806 y murió en 1873. Hijo de James Mill, un destacado utilitarista inglés, quien le
inculca a su hijo, estos principios filosóficos. Crearon juntos (padre e hijo) el radicalismo filosófico y se
propusieron explicar como mecanismos mentales todas las supersticiones entre las que incluyeron al
cristianismo, al cual consideraban el enemigo mayor de la moralidad. John recibió una cuidada educación.
Las ideas utilitaristas de Bentham, gran pensador inglés de su tiempo y amigo de su padre, le influyeron
decisivamente.
Obras. Entre las más destacadas están: "Principios de economía política y utilitarismo", "Filosofía de las
ciencias y métodos", "Autobiografía", "Sistema de lógica racionativa e inductiva", "Sobre la libertad",,
"Augusto Comte y el Positivismo", "Naturaleza y utilidad de la religión".
Doctrina
Comte eligió la palabra Positivismo sobre la base que señalaba la realidad y tendencia constructiva que él
reclamó para el aspecto teórico de la doctrina. Se interesó por la reorganización de la vida social para el bien
de la humanidad a través del conocimiento científico, y por esta vía, del control de las fuerzas naturales. Los
dos componentes principales del Positivismo: la Filosofía y el Gobierno (o programas de conductas individual
y social), fueron más tardes unificados en todo bajo la concepción de una religión en la cual la realidad es el
objeto de culto.
El Positivismo no admite como válido científicamente otros conocimientos, sino los que proceden de la
experiencia, rechazando toda noción a priori y todo concepto total y absoluto, por lo que apoya el relativismo
del conocimiento. El hecho es la única realidad científica, y la experiencia y la inducción, los métodos
exclusivos de la ciencia.
El Positivismo es, antes que nada, una Teoría de Historia y un intento de construir una teoría de la sociedad
humana es decir una sociología. El dogma del progreso y los tres estados de la sociedad (de Comte), son las
dos columnas fundamentales que la sostiene. La base del planteamiento de Comte consiste en afirmar que
todo enunciado o proposición que no se corresponda al simple testimonio de un hecho, no encierra ningún
sentido real e inteligible.
Algunas ideas centrales de su pensamiento son: la concepción historicista del desarrollo de la ciencia y de la
razón; las cuales él desarrolla en tres estados fundamentales, es decir, la historia del pensamiento transitó por
tres senderos y en el último radica la verdad clara y demostrada; estos estadio son:
Estadio mitológico – teológico: en este estadio el ser humano hace depender los fenómenos naturales de la
voluntad de poderes personales superiores, es lo conocido como fetichismo donde se atribuyen poderes
mágicos a fenómenos naturales. Es en este estadio donde se vive el proceso del paso del politeísmo al
monoteísmo.
Estadio metafísico: es el estadio en el cual todo es explicado a partir de entidades abstractas, es un período
crítico, en el cual irrumpen las fuerzas disolventes de la inteligencia; simplemente es transitorio.
Estadio positivo: Es el estadio definitivo y superior porque en él se explica la realidad mediante la
observación y la experimentación. Ya que, el Positivismo busca explicar los hechos por medio de la
formulación de sus leyes y es por ello que prescinde de la metafísica. En este estadio se renuncia al
conocimiento de lo absoluto, y se pasa a buscar las leyes de los fenómenos.
Comte intenta fijar el sentido de la palabra positivo, analizando las diversas acepciones de la misma:
1) Positivo como real por oposición a quimérico
2) Útil en contraste con inútil
3) Certeza frente a indecisión
4) Preciso frente a vago
5) Positivo como contrario a negativo y/o Relativo en contra de absoluto
Estas precisiones semánticas pueden sirven para ir acotando cuál es la verdadera esencia de la teoría
positivista del conocimiento.
1)La exigencia de realidad es el postulado fundamental. Comte nos aclara que con esta exigencia se pretende
limitar el conocimiento filosófico "a las investigaciones verdaderamente asequibles a nuestra inteligencia, con
exclusión permanente de los impenetrables misterios con que se ocupaba, sobre todo en su infancia" (Alsina,
2000). Lo asequible a nuestra inteligencia es lo que el Positivismo llama los hechos. Comte establece "como
regla fundamental que toda proposición que no pueda reducirse estrictamente al mero enunciado de un hecho
particular o general no puede ofrecer ningún sentido real e inteligible" (Alsina, 2000); definiendo los hechos
como las cosas o acontecimientos accesibles a la observación, o dicho de otra manera, fenómenos u objetos de
experiencia. Esta exigencia va contra toda construcción especulativa, contra toda elaboración a priori o
puramente racional del conocimiento, en definitiva, contra toda metafísica o todo cuanto no sea sensible –
material (Materialismo), valiéndose del Empirismo para reducir por completo todo conocimiento a
sensaciones sensibles, por medio de regularidades observadas en los fenómenos, a las cuales se llega a través
de la observación por procedimientos inductivos.
2)Comte precisa el sentido de la palabra utilidad: el verdadero conocimiento no tiene un fin en sí mismo (no
es "una estéril curiosidad"), sino en el "mejoramiento continuo de nuestra identidad individual y colectiva".
Es decir, el conocimiento científico, aparte de su utilidad instrumental y tecnológica, contribuye a un
mejoramiento del ser humano. El gran destino práctico de la positividad, al hacer al hombre fin último de
todo saber, postula también una ciencia de lo social, lo moral y lo político, unificada por Comte en la
sociología, con sus técnicas correspondientes. Sin embargo, las precisiones de Comte, no pueden evitar la idea
de utilidad asociada al conocimiento interpretado en el sentido pragmático de conocimiento aplicado y
tecnológico.
3)Certeza frente a indecisión, revela el utopismo y refleja el exceso de optimismo que anima a Comte, y como
tal hay que relegarlo al cajón de las grandes ilusiones no confirmadas por el fallo inapelable de la historia, lo
cual no es óbice para que no sigan formando parte del repertorio ideológico de la modernidad, con
aggiornamentos continuados (Alsina, 2000).
4)Precisión frente a vaguedad. El gran desarrollo de la tecnología y la revolución industrial no podían
fundamentarse en conceptos vagos y confusos, y así nos habla Comte del "grado de precisión compatible con
la naturaleza de los fenómenos" y de que "el pensamiento de una acción final recuerda siempre la condición
de una precisión conveniente" (Alsina, 2000).
5)Positivo como contrario a negativo y/o Relativo en contra de absoluto. Ambas acepciones permiten la
entrada a un nuevo tema: El sentido histórico, ya que la historicidad del hombre, junto al nacimiento de la
Sociología, vislumbran el más profundo hallazgo del Positivismo. La historicidad del hombre plantea la
relatividad del conocimiento: "El estudio de los fenómenos, en lugar de poder llegar a ser, en modo alguno,
absoluto, debe permanecer siempre relativo a nuestra organización-oposición" (Alsina, 2000). Es decir que la
valoración de una teoría científica deberá hacerse en función de las circunstancias históricas que la rodean.
Al descubrir la historicidad del hombre, Comte descubre también la historicidad de la ciencia. Como
consecuencia directa de este relativismo e historicismo se plantea por primera vez la existencia de la Historia
de la Ciencia como disciplina autónoma; pero los propios dogmas del Positivismo frustran en parte las
expectativas de un descubrimiento tan importante como es la historicidad del conocimiento. La ciencia se
contextualiza en función de su época, de su momento histórico, pero a su vez, este momento histórico se ve
siempre en relación con el Gran final, con el advenimiento del espíritu positivo, y al llegar aquí el movimiento
de la historia se detiene, y lo que era relativo deviene ahora en lo absoluto. Además, la creencia de que la
historia tiene un motor propio se traslada también a la historia de la ciencia, deduciéndose de aquí que la
ciencia tiene un movimiento propio y autónomo de su entorno social e histórico.
Finalmente se tiene como una temática fundamental en el discurso positivista: la unidad de la ciencia. Comte
la vincula, directamente a la dinámica social, reafirmando una vez más la tesis de que el Positivismo es, más
que una Filosofía o una Filosofía de la Ciencia, una Teoría de la Historia. Los compartimentos estancos del
conocimiento humano, que llamamos las ciencias, deben articularse en una superior unidad, una unidad
sistemática determinada por su origen y destino común. En la mente humana esta unificación dará lugar a la
armonía mental, de tipo universal, a la que aspira Comte, y esto se producirá indefectiblemente cuando la
totalidad de los conocimientos humanos hayan alcanzado el estado positivo.
Pero además de definir este ideal de la unificación de la ciencia, que sus herederos neopositivistas han
intentado llevar a la práctica, Comte clasifica y jerarquiza las ciencias, añadiendo además una discriminación
entre las auténticas ciencias, las positivas, y las que no lo son. La psicología, por ejemplo, no es admitida entre
las ciencias. Partiendo desde su base matemática, las ciencias positivas son jerarquizadas según su grado de
generaIidad decreciente y de complejidad creciente: astronomía, física, química, biología y sociología. Esta
ordenación es a la vez lógica, histórica y pedagógica. Nos indica el orden en que han ido apareciendo las
distintas ciencias, nos indica a la vez la lógica interna del proceso según los dos parámetros arriba indicados,
y nos indica también el orden en que deben ser enseñadas en una educación positiva. Respecto al orden
histórico cabe añadir el comentario de que no responde a la realidad: las distintas ciencias no han aparecido
en el orden que Comte quiere imponer. Otra vez la especulación, el debe ser, la deducción a partir de unos
postulados se impone sobre la observación: de nuevo triunfa la metafísica.
El desarrollo de la técnica y el progreso de la ciencia acreditaron el estadio positivo de la ciencias naturales
junto al dinamismo que supuso la teoría evolucionista de Darwin, la cual fue avalada en la compendiosa obra
de H. Spencer cuya directriz esta fundamentada en la evolución natural, en virtud de una ley que rige el paso
de lo homogéneo a lo heterogéneo, de lo indefinido a lo definido, de lo simple a lo complejo. Spencer aducía,
que la evolución se aplica a todas las formas de la existencia cósmica y a todas las ciencias, en general
integración de materia y disipación concomitante del movimiento; desde este punto de vista, es un fenómeno
mecánico, evidenciable en la biología cuando muestra, el paso de lo homogéneo a lo heterogéneo en la
transformación de las células fecundadas en organismo vivo. En la psicología explica la génesis de los
procesos psíquicos por una adaptación progresiva de un estado interno, simple al principio, a un medio que
cada vez va siendo más complejo; dicha adaptación origina las diversas funciones mentales. En cuanto a la
sociología, Spencer señala que en todo organismo social y en cada órgano en particular (en la familia, en el
Estado, en la Iglesia), existe una complejidad creciente y una densidad cada vez mayor. Dada la radical
identidad de la sustancia universal, todos los fenómenos de la naturaleza forman una serie en la que no hay
lugar a fisuras, ni a ninguna creación: los hechos psico-sociológicos nacen de los hechos biológicos y estos a su
vez, nacen de los fenómenos físicos y cósmicos; la creciente complejidad es suficiente para explicar la
aparición de los reinos superiores.
No obstante, Mill consideró necesario crear un método que permitiera la indagación de dichos fenómenos de
manera positiva, postulando el método inductivo como vía científica del conocimiento. Considera que la
experiencia suministra los datos, los fenómenos; razón por la cual establece cuatro reglas para averiguar sus
antecedentes:
● La Concordancia: que consiste en la observación de un fenómeno y su circunstancias antecedentes, si
las cambiamos todas menos una y el fenómeno sigue dándose, la conclusión es que esta última
circunstancia es la causa del fenómeno observado.
● La Diferencia: si se suprime una circunstancia antecedente y, como consecuencia, desaparece el
fenómeno, se puede afirmar que tal antecedente es la causa del fenómeno.
● Los Residuos: llegado el caso en que se conoce la causa de una parte del fenómeno, se debe considerar
que el resto del fenómeno se debe a causas desconocidas aún.
● Las Variaciones Concomitantes: consiste en partir de los hechos y, mediante el uso de la inducción,
llegar al establecimiento de las leyes físicas; es decir, cuando un fenómeno varía en función de otro, se
podría afirmar que de tal fenómeno es efecto del segundo.
Mill funda su ciencia social en la voluntad y la creencia, toma el egoísmo como el principal motor de las
relaciones humanas, considera los valores religiosos como simple colaboración, en los que la marcha del
hombre va en la búsqueda moral. Afirma que el hombre ante las necesidades materiales descubre que no
existen soluciones espirituales, sino que esas soluciones se encuentran en la Sociología. La lógica la declara
como una ciencia de prueba, lo mismo que a la Psicología como ciencia moral. Ya que, establece que: "La
observación y la experimentación, por profunda que sea, no puede conducirnos al conocimiento absoluto de
los fenómenos. Hay que partir, por tanto, de un cierto relativismo cognoscitivo"(Ramírez, Pág. 30, 2000).
4. Actualidad del pensamiento
El Positivismo en la actualidad tiene influencia en muchas personas y lugares, que sin ser conscientes, se
sitúan en esta línea de pensamiento.
Definitivamente, hoy lo social y teórico pierden más espacio que ganan lo matemático y comprobable. El
Positivismo por sus bases empíricas rechazan todo lo que no se pueda comprobar desde la óptica humana y
eso pasa en nuestros días, el hombre cada vez más acostumbrado a la técnica y a la manera de mostrar las
cosas, a través de laboratorios e investigaciones, se hace más inverosímil ante las tesis de pensamiento y las
especulaciones.
El gran desarrollo de la ciencia en los últimos siglos le ha permitido al Positivismo posicionarse en nuestros
días como una disciplina de verdadero conocimiento, que mirando atrás, puede situarse con muchos
adelantos y muchos logros, ya que lo que se vende, lo aceptado y lo creíble para nuestros días, es solamente lo
que se puede comprobar por algún proceso positivo.
Las ciencias que han rechazado el Positivismo hoy no despiertan ningún tipo de seguidores, ya que la
conceptualización tan propia en otras épocas, donde fueron aceptadas y tenidas como fuente de conocimiento,
hoy más que nunca son cuestionadas y tildadas de troncadoras del verdadero saber, y esto gracias al
Positivismo.
De todas maneras, el pensamiento positivista, ha influido en la actualidad, en especial en nuestro continente
donde todos los países han sido marcados por estas ideas, sobretodo en el campo político y en países
subdesarrollados, buscando formas de progreso. En Latinoamérica, se tiene un peculiar caso, y es que la
tradición positivista de corte inglés será el telón de fondo de una concepción neoescolástica de la vida, tanto
política como social.
Sin embargo, a pesar de las influencias efectivas del Positivismo en la vida espiritual latinoamericana, no se
puede afirmar que tal influencia posee un carácter reflejo, pues ya existía en nuestros países un autóctono
Positivismo, que empieza a germinar a partir de la crítica de la escolástica y la teología colonial. Es más, el
Positivismo fue instrumentalizado por un afán de sus seguidores de imprimirlo a las específicas situaciones
históricas. Se arraiga de manera profunda dicha actitud positivista en la mayoría de nuestros pensadores,
también siendo su reacción muy extraordinaria.
El positivismo en Venezuela
Rafael Villavicencio (1886-1896)
Es un insigne representante de la teoría Positivista en Venezuela, ya que su contribución a la educación define
época y marca huellas imborrables. Los aportes mas interesantes los hizo junto al Dr. Ernest Adolf, quienes
desde la primera exposición que hacían en el periódico La Tribuna y de las lecciones de la cátedra de Historia
Universal a la que luego convirtió en Filosofía de la Historia, ayuda a formar una generación de pensadores
que actúan para comprender y analizar los fenómenos desde otras perspectivas. La orientación imperante en
este momento, focalizaba su atención en construir una inventiva y un saber afianzado sobre el método de la
ciencia positiva.
Arturo Uslar Pietri dice al respecto: el Positivismo se presenta como una de las mas fecundas etapas de la
historia del pensamiento venezolano. No consistió solamente en una serie de conceptos aprendidos en libros
europeos, sino que despertó la curiosidad por el estudio de nuestros fenómenos sociales, históricos y provocó
así un mejor conocimiento del país y de su realidad.
De manera que bajo esta influencia se paso del conocimiento de la Historia, como narración a la
conceptualización de la Historia como Ciencia.
El Doctor Villavicencio miraba con una aureola de Positivismo comteano, ya que ejerció en Venezuela el
liderazgo de esta Escuela. Entre los años 1866 y 1880 aprendió el positivismo con Litte con la lectura de una
obra titulada: Conservación, Revolución del Positivismo
En dos grandes ideas centró la atención de esta nueva teoría en la concepción de la historia y en la necesidad
de estudiar y divulgar la ciencia como base del progreso. Es importante destacar que en los discursos que
pronunciaba Villavicencio en la Universidad caraqueña en 1866 y 1869, no solo perseguía trasmitir las ideas
conceptuales del Positivismo sino que se deja entrever un mensaje político, la búsqueda de una Filosofía que
vigorice con sus principios el progreso del país dentro del orden y estabilidad institucional en momentos de
grave disolución y deterioro de fuentes de la riqueza.
Villavicencio era hombre de saberes actualizados y la novedad científica influye en sus definiciones filosóficas,
de manera que su filosofar está muy asociado a la ciencia. Al respecto dice: "He sido y soy positivista en el
sentido de que todo verdadero conocimiento tiene por base la experiencia, es cuestión de método no de
doctrinas".(Heces, Pág. 92, 1994)
En cuanto a lo epistemológico, su vocación científicista se caracteriza por la confianza que tiene en la
observación y experimentación para la adquisición del conocimiento, y este se mantiene, dentro de la filosofía
positivista.
Villavicencio pone todo el peso en la educación y cree firmemente en la influencia de esta, para lograr la
formación del nuevo estado y la consolidación del nuevo orden, a partir de la expansión del poder material e
industrial.
De igual manera destaca la importancia del dominio de la naturaleza por la inteligencia, tomados como
elementos que definen a la sociedad positivista; ya que sostiene que: "La sociedad es un hecho natural
sometido a leyes fijas ,y sustraído como tal a la voluntad humana, pero no de la inteligencia que puede
comprenderle y modificar notablemente su tendencia y determinación" (Heces, Pág. 97, l994). Asimismo, se
dedicó a la divulgación de dichas ideas positivistas, considerando a las filosofías de inspiración teológicas o
metafísicas, insuficientes para las necesidades del espíritu moderno acostumbrado a las demostraciones
científicas.
En cuanto a las ideas educativas, las resume en tres documentos: A)El informe de 1890, conocido en el primer
congreso pedagógico de Caracas en 1895; B)El informe claustro universitario de Caracas; y C)Las
observaciones que hace al proyecto Código de Instrucción Pública 1909.
Al ser interrogado a cerca de la elaboración de estos documentos, él expresa claramente que los avala la
madurez que produce la experiencia desde el punto de vista comteano. En los cuales, se da un elemento
común: que es la clara modificación al curriculum, fundamentado en el orden lógico e histórico de las
diferentes ciencias.
Dr. Luis Razzetti (1896)
Fue un insigne educador que durante las postrimerías del Siglo XIX y comienzo del XX, tuvo una destacada
participación en la educación superior venezolana. Estuvo becado en Francia, específicamente en la ciudad de
París donde recibió una formación caracterizada según Jacques Maritain como cientificísta, determinista,
materialista, y positivista. En varias ocasiones, el Dr. Razzetti se define como: determinista, porque creo que
todos los fenómenos de la naturaleza están sometidos a leyes abstractas. "Soy monista porque creo que la
materia y la energía son dos propiedades esenciales de la sustancia universal, infinita y eterna" (Hernández
Pág. 298, 1984)
Luis Razzetti fue un joven que recibió la influencia del Dr. Villavicencio y de Dr. Adolfo Ernest, los cuales
fueron considerados por Razzetti como los apóstoles máximos en Venezuela de la filosofía y ciencias
positivista. La enseñanza del Dr. Villavicencio estimularon el apetito intelectual de Razzetti como para acoger
con admiración las fuentes que nutren su pensamiento científico- filosófico de las obras de Darwin y Hackel.
Del primero, abrazo la idea del principio evolucionista, que descalifica la tesis creacionista y la espiritualidad
del alma. A Hackel lo calificó como maestro predilecto, en cuyas obras aprendió a amar la verdad, de él toma
la idea del monismo cientificísta.
La concepción científica – filosófica de Hackel que negaba la existencia de Dios y el mundo sobrenatural,
consideraba que no había dos mundos uno natural y otro moral, sino uno solo donde la vida intelectual y
moral forma parte del Cosmos. El hombre forma parte de los vertebrados sociales y tiene dos clases de
deberes: los que surgen de su naturaleza y los que corresponden a su beneficio y progreso individual. Esto
hace que el Dr. Luis Razzetti sea considerado como ateo y le trajo como consecuencia una serie de disputas
con el clero. Sin embargo, pensaba que las ciencias eran un hermoso producto de nuestro siglo de verdad,
creyendo que las únicas ciencias validas son las naturales y las ciencias del espíritu, que también son parte de
las naturales. Explicando además, que la verdadera ciencia reposa en el empirísmo y no sobre la
trascendencia; y que el verdadero método es el empírico, porque compromete en el desenvolvimiento del
mismo, la actividad de nuestros órganos de los sentidos y de nuestro cerebro.
Todas estas ideas inciden en el desempeño de Razzetti como docente de la Facultad de Medicina de la
Universidad Central de Venezuela, en cuya cátedra exigía a sus alumnos la presentación de una tesis, con la
cual aprenderían a observar, experimentar, y aprender a expresar; de manera, que se evitaría combatir el
apriorismo, y el abstraccionismo. Logrando extender dicha práctica a todo el magisterio.
En l893 publica en la Gaceta Medica de Caracas las ideas sobre la renovación de los estudios médicos,
iniciado el planteamiento por la base, es decir, por la necesidad de reformar los estudios del Bachillerato,
diversificándolo según áreas de interés vocacional, de modo que permitan la adecuada preparación básica
para los aspirantes a cursar los estudios médico. Consideraba que la educación primaria debía ser tomada
como piedra angular de la educación, sin embargo la educación superior debería quedar restringida y
dirigida por las autoridades de la Facultad de Medicina , ya que la Medicina es una ciencia objetiva, y para
que esta pueda ser aplicada se crea un centro de salud como el Hospital Vargas.
Al Dr. Razzetti se deben los siguientes aportes hechos en la educación de esa época como: La enseñanza
antialcohólica y la educación sexual.
El Ministro de Educación Dr. Felipe Guevara Rojas encomienda al Dr. Luis Razzetti en Abril de l913, la
tarea de preparar el texto para orientar la enseñanza antialcohólica. Razzetti ya venía haciendo estudios en la
traducción y adaptación al medio venezolano del libro del Dr. Galtier Boissiere, Manual de Antialcohólismo,
obra elaborada de acuerdo a los programas escolares de Francia, para que sirviese de texto a la nueva
enseñanza prevista en Venezuela. La medida acordada por las autoridades pone de manifiesto, la
preocupación existente por la generalización del consumo de las bebidas alcohólicas.
En 1921, preocupa a Luis Razzetti la lucha contra las enfermedades venéreas, de manera que es necesario
educar sobre este tema desde la escuela primaria hasta la universidad, lo que son las enfermedades venéreas
por medio de conferencias populares, indicándole a la juventud los medios de que podemos valernos para
evitar el contagio. El aclaraba, que la educación sexual debía impartirse a través de metodologías sencillas y
de acuerdo a la edad. Se impartiría de arriba hacia abajo, desde los padres a los jóvenes de mayor edad hasta
llegar a los niños; en estos se principiaría por la fecundación de las plantas y de los animales inferiores.
Un aspecto importante relacionado con el tema de la educación sexual fue el eugenismo. El lo define como "el
estudio de los factores sometidos al cuidado y vigilancia de la sociedad y susceptible de modificar, en bien o en
mal, las cualidades de la raza, físicas y mentales, en las generaciones futuras". (Fernández, Pág. 325, 1994)
Cual era el objetivo del programa hombres y mujeres sanos sin enfermedades hereditarias. Para ello es
importante exigir el certificado pre-nupcial, testificando de que no son portadores de aquellas enfermedades
capaces de contribuir a la degeneración de la descendencia.
José Gil Fortoul (1912) y Rómulo Gallegos (1895)
Son prácticamente contemporáneos y la formación de uno y otro coincide con aquella oleada de positivismo y
de libre pensamiento. Desde la época de Guzmán Blanco se origino en Venezuela, un ambiente hostil a los
valores de la tradición católica. Este ambiente cargado de positivismo conduce al mundo del agnosticismo que
limita el horizonte de valoración a solo los datos inmediatos. Este agnosticismo condiciona la concepción
sobre la moral y la religión, lo lleva inexorablemente al laicismo, al libre pensamiento, y a una posición
ecléctica de la vida.
Entre las reformas mas importante se encuentra la escuela laica y la libertad de enseñanza. El tema de la
educación laica adquiere mas importancia en el país a medida que se acentúa la influencia política del
liberalismo y de la filosofía positivista.
En cuanto al segundo aspecto es importante que las ideas luchen en el amplio campo de la discusión,
garantizar el derecho a elegir y rodear de un profundo respeto el pensamiento de los demás
Gil Fortoul opina que la moral no es nada mas que un conjunto de ideas que se han trasmitido por herencia y
dominan tiránicamente en nuestra sociedad.
La ley de la evolución es compartida por todos los seres vivos. En tanto que la de la evolución cerebral solo es
compartida por los seres humanos y en la expresión de Gil Fortoul expresa que esto es producto de la ciencia,
el arte y la industria. La evolución cerebral no depende solamente de la evolución natural sino de otros
factores y en el caso venezolano dice: La raza y el clima son para nosotros, causa evidente de inferioridad
orgánica y la única solución es la inmigración.
La educación debe ser un instrumento para que el hombre modifique el medio, por lo tanto no se admite
escuela sin práctica.
En 1911, Gil Fortoul es designado Ministro de Instrucción Pública, allí permanece hasta fines de Abril de
l912. Lo acompaña un destacado pedagogo: Guillermo Todd, cuyas modificaciones esta orientadas a
modificar la observación, la memoria y el razonamiento.
Entre los criterios para orientar el proceso de enseñanza aprendizaje se dan los siguientes lineamientos: de lo
simple a lo complejo, que la enseñanza debe ayudarse de la pedagogía con el propósito de dar al educando
una educación integral dentro de la concepción Spenceriana. En síntesis un sistema educativo basado en la
observación, experimentación y critica de los hechos.
Rómulo Gallegos, su proposición educativa consistió en una perspectiva de expansión cultural, de
responsabilidad intelectual y de promoción socio-política. Se dejo influenciar por las ideas de Sarmiento en
Argentina, que establecía una diferencia entre Barbarie y Educación, sólo puede concebirse la cultura
aparejada al principio y sentido de libertad.
La idea central de la idea educativa de Gallegos, consiste en: personal, idóneo y apto, para ello crea las
escuelas normales donde con métodos eficaces se formen verdaderos maestros.
En cuanto al método de enseñanza, opina que debe sustituirse el empirísmo por métodos científicos de
observación y experimentación, y aboga por la aplicación de aquellos métodos que la Psicología y la
Educación indican como pertinente en la enseñanza. La Reforma al Sistema Educativo es una de sus ideas
principales, la más transcendental y fecunda que debería hacerse su máxima ser resumiría en este aspecto en
el siguiente pensamiento: pensar más en educar que en instruir.
Entre el concepto que merece la Educación esta el actuar sobre el carácter y formar al hombre: en tanto que
la instrucción actúa sobre la inteligencia.
La influencia, que tiene la escuela en la sociedad, es motivo de preocupación en la obra de Gallegos, donde
destaca el papel de la escuela en la constitución de una sociedad sana y productiva.
5. Conclusiones
El Positivismo, es una doctrina filosófica en donde se acepta como conocimiento válido, el saber científico
obtenido a través de la experimentación, es decir, con la utilización del método científico, se estudian los
hechos y a partir de estos, se deducen las leyes que los hacen valederos. Por ello, el Positivismo es considerado
como analítico, y tiene como características generales:
Nomotética: porque halla las causas que explican los fenómenos, confrontando la teoría con la praxis, detecta
discrepancias y establece conexiones generalizables entre variables.
Propicia la utilización de un método de investigación: el método hipotético-deductivo como método científico.
La neutralidad valorativa: como criterio de objetividad.
Sin embargo, esta doctrina, incurre en dos importantes contradicciones: 1)Aunque legitimiza el conocimiento
científico, no específica de manera clara, inequívoca y por tanto positiva en qué consiste exactamente este
conocimiento científico; y 2)Que las más importantes afirmaciones de la doctrina positivista como la Ley de
los Tres Estadios (teológico, metafísico y positivo), no proceden de la actividad científica ni de la observación,
sino de la especulación filosófica y son por tanto metafísica.
Pero esto, no ha mermado la proliferación de trascendentales descubrimientos y avances del mundo
moderno; los cuales, se deben sin lugar a duda, a la influencia del Positivismo, siendo uno de sus más
importantes hallazgos, el descubrimiento de la Historicidad del Conocimiento Humano a través de la
Sociología, que permite la jerarquización (orden y progreso) de la Sociedad de acuerdo a su nivel intelectual,
a fin de que estos, reciban una remuneración acorde a su labor desempeñada. A partir de la Sociología se
debe ubicar cualquier investigación para que exista un orden, ya que la experiencia que posee el individuo la
sustrae de su entorno, y esta transcurre en un momento histórico, que lo orientará a través del proceso de
experimentación científica.
En Venezuela, los diferentes representantes del Positivismo abogan por modificaciones educativas que
debiesen darse desde las perspectivas metodológicas y de proyecciones que la educación debe tener en la
formación de un ciudadano útil y productivo para la Sociedad. Actualmente el país, se encuentra en pleno
proceso de desarrollo del Enfoque Humanista: nuevo diseño curricular, proyectos pedagógicos de aulas,
proyectos pedagógicos comunitarios; sin embargo, las investigaciones que se realizan mantienen un patrón
positivista: son cuantitativos-medibles, porque los datos que se extraen de la realidad, tienen que ser
validados utilizando métodos estadísticos.
Los años de la vida de Comte son los años posteriores a la Gran Revolución. Todos los espíritus europeos,
fatigados ya de tanta guerra, sienten el deseo de un orden social estable, pero de un orden que a su vez se
armonice con todos los avances del progreso. Para los científicos de la época, la nueva ciencia, que se
manifiesta segura y poderosa, supone algo en lo que se debe creer sin regateos. Solo en la ciencia se ha de
encontrar al auténtico progreso.
Toda esta serie de acontecimientos condicionaron su pensamiento filosófico. Dentro de este acontecimiento, el
positivismo comtiano con su pretensión de restituir el orden social se sitúa en una línea
contrarrevolucionaria.
A esto Comte en su Ensayo de un sistema de política positiva añade: “La única manera de poner término a
tan turbulenta situación, de contener la anarquía que invade, día tras día, a nuestra sociedad, en pocas
palabras, de reducir la crisis a un simple movimiento moral, es convencer a las naciones civilizadas de que
abandonen la dirección crítica y tomen la orgánica, de que dirijan todos sus esfuerzos a la formación del
nuevo sistema social.”
En esta frase vemos como la gran crisis provocada por la revolución industrial y la revolución francesa,
fueron responsables de influenciar a Comte a optar por una nueva filosofía, llamada positiva.
​El Positivismo
Tiene como fundador a Augusto Comte. El positivismo es el movimiento intelectual predominante en la
segunda mitad del siglo XIX, cuyas raíces pueden perseguirse claramente hasta Kant y la Ilustración, y con
menos nitidez, hasta Descartes Y Bacón, y cuyas ramificaciones penetran en nuestra centuria y se extienden
todavía por ciertos sectores del ámbito filosófico de nuestros días. Esta considera que la clave para lograr la
reforma social de la humanidad está en la ciencia, que en su dimensión teórica constituye la única fuente
segura de conocimiento y en su dimensión práctica muestra su utilidad por medio de la técnica.
​Inicios punto de partida del Positivismo.
Comte, siguiendo la dirección marcada por Saint Simón, presenta el positivismo como el camino que lleva a
construir la ciencia como fundamento de un nuevo orden social unitario. En este sentido, el positivismo
acompaña y fomenta la consolidación de la naciente organización técnico-industrial de la sociedad, fundada y
acondicionada por el desarrollo de la ciencia, recoge y alienta la exaltación optimista y las esperanzas que ha
provocado en el hombre moderno, que cree hallar en ella la garantía infalible de su propio destino.
Por eso, cuando en el Ensayo de un sistema de política positiva explica por qué la política debe convertirse en
positiva, una vez que todas las ciencias particulares lo han hecho y que el sistema social precursor ha llegado
a su última época, establece que la política científica debe imponerse de modo natural, por constituir la única
revolución que puede hacer intervenir en la gran crisis actual una fuerza capaz de arreglarla y preservar a la
sociedad de las explosiones terribles y anárquicas que la amenazan. Para lograrlo convoca a todos los sabios
de Europa para que emitan su opinión acerca de un sistema de observaciones históricas sobre la marcha
general del espíritu humano, la fundación de un sistema completo de educación positiva conveniente a la
sociedad regenerada y la acción colectiva que puede ejercerse sobre la naturaleza para modificarla en
beneficio propio. Se trata de imponer acorde con los tiempos, el saber positivo a todos los hombres y en todos
los campos.
Positivismo​, sistema de filosofía basado en la experiencia y en el conocimiento empírico de los fenómenos
naturales. En virtud de lo anterior, el positivismo considera a la metafísica y a la teología como sistemas de
conocimiento imperfectos e inadecuados.
EVOLUCIÓN
El término “positivismo” fue utilizado por primera vez por el filósofo francés Auguste Comte, autor de la
obra que inauguró esta corriente de pensamiento, Curso de filosofía positiva (6 vols., 1830-1842). No obstante,
algunos conceptos positivistas se remontan al filósofo británico David Hume, al francés Claude Henri de
Rouvroy, conde de Saint-Simon, y al alemán Immanuel Kant.
Comte eligió la palabra “positivismo” para señalar la realidad y tendencia constructiva que él reclamó para
el aspecto teórico de su doctrina. En general, se interesó por la reorganización de la vida social para el bien de
la humanidad a través del conocimiento científico y, por esta vía, del control de las fuerzas naturales. Los dos
componentes principales del positivismo, la filosofía y el gobierno (o programa de conducta individual y
social), fueron más tarde unificados por Comte en un todo bajo la concepción de una religión en la cual la
humanidad era el objeto de culto. A pesar de ello, numerosos discípulos de Comte no aceptaron este
desarrollo religioso de su pensamiento, porque parecía contradecir la filosofía positivista original. Muchas de
las doctrinas de Comte fueron más tarde adaptadas y desarrolladas por los filósofos sociales británicos John
Stuart Mill y Herbert Spencer, así como por el filósofo y físico austriaco Ernst Mach.
POSITIVISMO LÓGICO
A principios del siglo XX, un grupo de filósofos interesados en la evolución de la ciencia moderna rechazó las
tradicionales ideas positivistas (que consideraban que la base del verdadero conocimiento estaba en la
experiencia personal) y resaltó la importancia de la comprobación científica y del empleo de la lógica formal.
De las teorías de estos pensadores (entre los que se encontraban el austriaco Ludwig Wittgenstein y los
británicos Bertrand Russell y George Edward Moore) nació el denominado positivismo lógico. El Tractatus
logico-philosophicus (1921), obra de Wittgenstein, resultó tener una influencia decisiva en el rechazo de las
doctrinas metafísicas por su carencia de sentido y en la aceptación del empirismo como una materia de
exigencia lógica.
Eempiristas lógicos, para disociarse de la importancia que dieron los primeros pensadores del positivismo
lógico a la comprobación científica. Mantienen que el principio de verificación en sí mismo es inverificable en
el campo filosófico. Sin embargo, autores tan representativos como Rudolf Carnap han propuesto nuevos
sentidos del tradicional principio de verificación neopositivista.
El positivismo histórico, representado por Ludwig von Ranke (17951886) y por Theodor Mommsen
(1817-1903), interesa ala teología fundamental por haber transmitido la concepción de la historia que
dominó en el siglo xlx y que durante mucho tiempo inspiró los juicios pronunciados sobre el valor
histórico de los evangelios. Pues bien, según los cánones del positivismo, que aspira a dar una imagen
exacta y completa del pasado a partir de unas fuentes "históricamente puras", este juicio de valor no
puede menos de ser desfavorable para los evangelios, ya que éstos se presentan evidentemente como
fuentes "contaminadas" por la visión de la fe y por la interpretación teológica de sus autores.
Conviene, por tanto, examinar los- postulados del positivismo.
En la base del positivismo está una epistemología ingenua, acrítica. En efecto, el positivismo considera
el objeto del conocimiento histórico como un dato ya construido y el conocimiento histórico como el
registro o la fotografía de ese objeto. La objetividad del conocimiento histórico consiste en percibir el
dato tal como es ​(wie es eigentlich gewesen), ​en registrar los hechos en estado bruto, en su verdad
original, fuera de toda interpretación. El ideal del positivismo histórico es llegar a la exactitud fría,
neutra, impersonal de las ciencias naturales, como la botánica, la biología, la química. Se mantiene
rigurosamente en el nivel de los hechos, en su pura materialidad.
Pues bien, hemos de reconocer que semejante ideal no es solamente inaccesible, sino contrario a la
realidad. El mismo von Ranke, en su ​Historia de la reforma protestante, ​está visiblemente inspirado por
sus simpatías luteranas. Los hechos van siempre acompañados de una interpretación individual o
colectiva sin la que por otra parte serían ininteligibles. Así, por ejemplo, decir que Kennedy fue
"asesinado" en Dallas es algo más que enunciar un hecho; para hablar de un hecho solamente habría
que decir: "Kennedy, durante una visita a Dallas, fue visto cubierto por su propia sangre, con dos
balas en el cuerpo"; pero decir "asesinado"es ya una interpretación del hecho e implica una causa
intencional por parte de una o varias personas. Cualquier hecho humano, en la práctica, se manifiesta
a la vez como un hecho y como una interpretación, que se traduce por un juicio. Fuera del espíritu
humano que capta y que juzga, no hay más que un caos de datos. Así pues, la objetividad a propósito
de un hecho histórico consiste en entrar en el horizonte de una conciencia que lo percibe y lo juzga.
Hemos de añadir que cada uno de los hechos humanos encierra un número indefinido de
interpretaciones, que esperan ser reconocidas o descubiertas de nuevo. Pues bien, esta actividad de
discernimiento será siempre imperfecta, parcial, unilateral. Además, la materialidad del hecho no
constituye más que un elemento entre otros muchos del devenir de un hombre que se realiza en un
proyecto. Un hombre dio vida a un proyecto; otro hombre, el historiador, se dedica a recuperar ese
hecho, interpretando la intención que lo anima por medio de una hipótesis explicativa. Por eso, en
cada hecho humano, la objetividad no puede definirse más que integrando la aportación del sujeto que
dio vida al hecho como expresión de su proyecto y la aportación de ese otro sujeto que lo recupera,
intentando interpretarlo.
En la investigación histórica, como en todas las ciencias humanas, intervienen siempre ciertos
elementos de subjetividad, individuales o colectivos, que no es posible eliminar. Por ejemplo: 1) ​la
opción de una perspectiva: v​ .gr., la contrarreforma puede presentarse como un momento de
revitalización religiosa llena de vigor o, por el contrario, para la historia del arte, como un período de
decadencia; 2) ​la opción afectiva: p​ or ejemplo, los factores emotivos representan un papel
determinante en los juicios sobre las personas o sobre los sucesos; la guerra de 1939-1945; vista por los
franceses, por los alemanes, por los ingleses, por los americanos, por los rusos, se presentará bajo una
luz muy diferente según las naciones en cuestión. La opción existencial del historiador, creyente o no
creyente, con sus presupuestos filosóficos, condiciona todo su trabajo; consciente o inconscientemente,
inspirará la elección de los documentos, la organización y la interpretación de los materiales, la síntesis
a la que llega. No se trata, sin embargo, de caer en un escepticismo radical sobre la posibilidad de una
investigación histórica válida, sino de evaluarla correctamente. Un primer paso hacia la objetividad
consiste, para el historiador, en declarar abiertamente la perspectiva que adopta y en declarar sus
presupuestos. Puede entonces abrir a otra perspectiva, diferente de la suya, e incluso, si hay lugar y
ante unos hechos sólidamente atestiguados, renunciar simplemente a ellos. La objetividad es entonces
"búsqueda" de la objetividad.
Por consiguiente, la investigación histórica no se encuentra ante un puro hecho material, desprovisto
de toda significación, sino ante una intención encarnada, ante un proyecto realizado. La investigación
histórica es la interpretación ​re-creadora d​ e la intención creadora de la historia vivida. Recorre al
revés el camino de la vida. Se dedica a descubrir la intencíón del sujeto en el acto por el que se
construye. La historia vivida y la investigación histórica se condicionan mutuamente. Pero el
conocimiento histórico no es posible sino porque la misma historia vivida es ya "significante",
inteligible. De aquí se sigue que la investigación histórica no es posible más que con la condición de
adoptar ante la historia vivida una actitud al mismo tiempo de "afinidad", para comulgar con ella, y
de "distanciamiento", para juzgarla correctamente. La "comprensión" supone siempre estos dos
procesos. Es la ​tradición l​ a que mantiene a la vez la distancia y la continuidad en la distancia.
Sucede con frecuencia que la situación de afinidad está ya dada de antemano, bien debido a una
contemporaneidad cronológica con el acontecimiento y con su ambiente de origen, bien porque la
tradición mantiene y transmite el horizonte en que nació un documento y hace así connatural la
lectura de este texto cronológicamente lejana. El trabajo exegético consiste entonces simplemente en
aclarar el sentido del texto, si es oscuro o ambigua. Pero también ocurre que la tradición representa a
veces una serie de lecturas o de interpretaciones hechas a la largo de los siglos, en unos horizontes
culturales distintos en cada ocasión. En ese caso se trata de reconstruir la situación cultural original y
de descubrir el sentido inicial. Ésta es la situación en que se encuentran nuestros ! evangelios, que
representan una serie de relecturas sucesivas de la existencia vivida de Jesús.
Las observaciones hechas hasta ahora sobre la historia y el conocimiento histórica nos permiten ya
constatar que los evangelios se acercan a las nociones de historia y de fidelidad histórica mucho más de
lo que pensaban los partidarios del positivismo. Efectivamente, lo que refieren los evangelios es la
existencia terrena de Jesús, pero con el profundo sentido que reviste para el mismo Jesús. Jesús acepta
la voluntad del Padre hasta aquel abismo de caridad que lo condujo a la cruz: éste es el proyecto
fundamental de Jesús. Que la intención de los evangelistas haya sido verdaderamente recoger este
sentido de oblación salvífica de la vida de Jesús, podemos verificarlo por la importancia que conceden
al relato de la pasión. Lo cierto es que estos dos aspectos están continuamente subrayados en los
evangelios:
1) Por un lado, el acontecimiento mismo, en su realidad de acontecimiento "sucedido de verdad". Los
evangelios, sin embargo, indican también el ​sentido d ​ el acontecimiento, a saber: ese sentido que
pertenece al propio acontecimiento, que le es "interior". Por tanto, el sentido no es un elemento
"sobreañadido" por la tradición, sino que forma cuerpo con el acontecimiento. El sentido fructifica,
pero no es creado. Así, la muerte de Jesús no es un simple fallecer; el carácter oblativo de esa muerte
pertenece a su realidad. La función del historiador es la de buscar, más allá de la diversidad de las
recensiones, la realidad del acontecimiento y de su significación. Tal es el elemento de verdad que
contiene el positivismo: la investigación histórica tiene que encontrar al Jesús prepascual, en su
totalidad de acontecimiento-significante.
2) Por otra parte, si el acontecimiento tiene un sentido, éste no se ofrece a la curiosidad corno si fuera
un puro objeto de "información"; se presenta como una interpelación, como una llamada a la
conversión y a una vida auténtica.La realidad de Jesús no es neutra; pone en juego la existencia de
aquel que lo encuentra. Éste es el elemento válido de la "nueva hermenéutica". El historiador, como
tal, no tiene que decidir por los demás. Puede mostrar, sin embargo, que la llamada a la decisión de fe
pertenece al mensaje de Jesús. Puede igualmente mostrar que la interpretación cristiana de Jesús es
coherente con la dirección históricamente presente en su existencia.
Al final de su exploración, el historiador se encuentra siempre ante unos acontecimientos y ante un
sentido. No llega nunca a unos acontecimientos "insignificantes". Por otra parte, su ambición no es la
de captar un pasado muerto, neutro, para contemplarlo luego como un espectador frío y lejano (mito
del positivismo), sino lade llegar a un Jesús prepascual ya significante y fuente de significación. El
texto presente aparece como el "precipitado" de una evolución temporal y significativa, cuyas etapas
se esfuerza por reconstruir el historiador verificando su fidelidad. La relación del texto con la
tradición del acontecimiento Jesús sólo se va precisando poco a poco gracias al esfuerzo conjugado de
la historia y de la hermenéutica.
Las reflexiones recientes sobre la naturaleza de la historia, sobre su ambición y sus límites, han
rehabilitado en gran parte los evangelios como caminos de acceso a Jesús. En efecto, la investigación
histórica, concebida como la interpretación recreadora del proyecto de la historia vivida, muestra que
los evangelistas, al introducir al lector en el sentido último de la vida de Jesús, o sea, su oblación al
Padre por la salvación de los hombres, se sitúan en el corazón de la historia y de sus preocupaciones.
En su libertad frente a las coordenadas de tiempo y de lugar siguen siendo más fieles a Jesús que la
más seca, estricta y rigurosa de las crónicas.
POSITIVISMO
Los que llamamos positivistas en este período iban más allá de la filosofía de ​Comte​. Pretendían encontrar
soluciones científicas, entendiendo por tales respuestas universales y perfectas, a los principales problemas
relativos al mundo, la sociedad y el hombre. En el fondo se contradecían: participaban de una actitud
metafísica y esencialista, que ellos consideraban superada y característica de una fase previa del pensamiento;
habían sustituido la religión de Dios por la religión de la ciencia. La raíz histórica de la nueva fe era doble:
por una parte existía un gran deslumbramiento ante las contribuciones de la ciencia al desarrollo material;
por otra, la creencia en el carácter absoluto de la razón venía a satisfacer una necesidad: la de seguridad; era
el punto de apoyo, la certidumbre en un mundo que cambiaba a una velocidad desconocida hasta entonces.
Las máximas expresiones del positivismo, entendido en este sentido amplio, durante las últimas décadas del
siglo fueron las versiones del ​darvinismo​ y del ​marxismo​ que expusieron, no tanto los fundadores, como los
principales divulgadores de estas teorías: ​T. H. Huxley​ y ​F. Engels​, respectivamente. Ambas elaboraciones
teóricas compartían elementos esenciales y se reforzaron mutuamente en su influencia social. Durante el siglo
XIX, nada influyó tanto como el darwinismo en la formación y difusión de una imagen científica del mundo.
Si mediante la observación y el razonamiento, había sido posible resolver el problema del origen y la
evolución de las especies -así se pensaba- nada podría resistirse ya al entendimiento humano. La teoría
darwinista -la selección natural como mecanismo de la evolución a la que todos los seres vivos estaban
sometidos- se hizo inmensamente popular y polémica desde el mismo momento de la publicación de Sobre el
origen de las especies, en 1859. En los años posteriores, y hasta su muerte, ​Darwin​ desarrolló algunos de los
aspectos de su teoría. Particular importancia tuvo la publicación, en 1871, de La ascendencia del hombre y la
selección con relación al sexo donde, de forma explícita, incluyó al hombre en el proceso evolutivo general,
afirmando que procedía de otros seres biológicamente inferiores. El papel principal en la difusión del
darwinismo correspondió, no obstante, a Thomas H. Huxley -un prestigioso y autodidacta hombre de ciencia-
quien ya en 1860, en una famosa reunión, había polemizado con el obispo de Oxford. "Combativo e
inteligente, ha escrito Jonathan Howard- llevó el conflicto entre la ciencia y las Escrituras al terreno abierto y
aplastó cualquier intento de reconciliación. Por medio de textos populares dirigidos a los trabajadores llevó la
evolución a la gente normal, para quienes los elevados conflictos entre las sectas eran irrelevantes. En gran
medida gracias a Huxley, la revolución darwinista resultó muy rápida y los que la vivieron la percibieron
como tal revolución". Por otra parte, Huxley ejerció una gran influencia en la reforma de la educación
elemental, consiguiendo dotarla de un mayor contenido científico. Frente a Matthew Arnold que en
Literatura y Ciencia (1882) había defendido la educación tradicional, "principalmente literaria", Huxley
argumentó que este tipo de educación no proporcionaba las armas adecuadas para la lucha moderna, en la
que era necesario un conocimiento de las leyes de la naturaleza. La ciencia, según él, era "condición esencial y
absoluta del progreso industrial" e, incluso en el terreno intelectual y moral, serían beneficiosos los hábitos de
veracidad que inculcaría. Para Darwin, su teoría debía limitarse exclusivamente al campo de la biología, y
rechazó las conclusiones de tipo social y moral que se extrajeron de ella. Era imposible, sin embargo, que esto
no ocurriera porque sus ideas tenían evidentes y profundas implicaciones de carácter general; entre otras, la
naturaleza histórica de la realidad en sus más variados aspectos, el racionalismo, el materialismo y la lucha
por la supervivencia como principio básico de comportamiento. En consecuencia, las proyecciones de la teoría
biológica sobre la sociedad y el hombre se produjeron. Surgió lo que conocemos como darwinismo social: un
conjunto de variadas y opuestas teorías, de carácter tanto liberal como socialista, naturalista y
antinaturalista. Como dijo ​George Bernard Shaw​, Darwin "tuvo la suerte de complacer a todo el que tenía
algún rencor que ventilar". Todas ellas, sin embargo, tenían un rasgo en común: la consideración optimista
del mundo, la creencia en el progreso. ​Herbert Spencer​, que gozó de una extraordinaria popularidad entre
1870 y 1890, fue el más conocido de los darwinistas sociales, y a quien a veces se identifica exclusivamente con
el movimiento. Antes de la publicación de Sobre el origen de las especies había expuesto la tesis de la
supervivencia de los más aptos, proporcionando a Darwin una de las ideas seminales de su teoría. El
darwinismo reforzaría su pensamiento. Por una parte, generalizó el evolucionismo a todo el universo que,
según él, estaba sometido a las mismas leyes; por otra, extrajo consecuencias de carácter ultraliberal y
antiestatista: si la ley natural consistía en la supervivencia de los más aptos, era inútil y contraproducente que
la sociedad o el Estado tratara de inmiscuirse con leyes protectoras de los más débiles; lo mejor que podía
hacerse era dejar que ese combate se produjera con toda su crudeza. Spencer se convirtió en el principal
enemigo teórico de la ​extensión de la actividad del Estado​ que, incluso en Inglaterra, se estaba produciendo a
fines del siglo XIX. El Estado, decía, tiene la obligación de defender a los individuos contra ataques exteriores,
pero no tiene el derecho de defender a los individuos contra sí mismos; una cosa es asegurar que cada
ciudadano pueda perseguir su propio bien, y otra muy distinta que sea el mismo Estado quien persiga este
bien. La ​burocracia estatal​ es siempre ineficaz, y está llena de errores e incluso de corrupción. Hacia el final
de su vida, se mostró partidario de limitar el poder del Parlamento, cuyo autoridad, pensaba, era objeto de
un nuevo fetichismo, que había sustituido al que en fases más primitivas se prestaba al derecho divino de los
reyes. El conocido comentarista de la Constitución inglesa, ​Walter Bagehot​, también sacó conclusiones de
carácter liberal del darwinismo, aunque no tan extremas. En Física y Política (1872), Bagehot sostuvo que,
hasta entonces, las sociedades habían necesitado rodearse de una "costra de costumbre" para poder
sobrevivir; en el estado actual de progreso, sin embargo, esa costra se había convertido en un obstáculo más
que en una ayuda para el desarrollo. En el presente la "era de la discusión, que otorga un premio a la
inteligencia, y engendra esa cualidad de animada moderación esencial para el buen funcionamiento del
gobierno", decía con optimismo-, era precisa una flexibilidad que sólo la libertad intelectual podía
proporcionar. Las conclusiones sociales que Thomas H. Huxley extrajo del darwinismo fueron
completamente distintas: la naturaleza no proporcionaba un modelo a seguir por la sociedad; por el
contrario, el progreso consistía en obrar contra la naturaleza y no de acuerdo con sus normas; el individuo
más apto, el que sobrevive, no es siempre el mejor desde un punto de vista ético y moral. Igualmente
diferentes fueron las consecuencias que ​socialistas​ y ​anarquistas​ extrajeron del darwinismo. En el momento
solemne del entierro de ​Marx​, ​Engels​ equiparó la obra de éste sobre la sociedad, con la obra de Darwin sobre
la naturaleza: "De la misma forma que Darwin descubrió la ley de desarrollo de la naturaleza orgánica,
descubrió Marx la ley de desarrollo de la historia humana". La lucha de clases se convirtió en la expresión
social de una ley universal. Para ​Kropotkin​, la ley natural no era la lucha sino la ayuda mutua. Dentro de
cada especie predomina el instinto de cooperación y por cada ejemplo aducido de rivalidad puede aportarse
otro de asistencia recíproca. Como indica James Joll, Kropotkin no se cansó de recordar en sus escritos el
ejemplo ofrecido por Darwin del pelícano ciego al que sus compañeros alimentaban con pescado. Con un
lenguaje evolucionista, Kropotkin propuso una sociedad anarquista donde las relaciones estarían regladas
"por acuerdos entre los miembros de esta sociedad, y por el conjunto de costumbres y hábitos sociales no
petrificados por el derecho, la rutina o la superstición, sino en una fase de permanente evolución y reajuste,
de conformidad con las siempre variadas exigencias de una vida libre (...). De aquí que se imponga la
desaparición de poderes instituidos; no más cristalización ni inmovilidad, sino, en su lugar, una evolución
continua, como la que se observa en la naturaleza". Por su parte, los ​fabianos ingleses​ vieron en el
darwinismo una confirmación de "lo inevitable de lo gradual", y defendieron un socialismo evolutivo, basado
más en la transformación gradual -de acuerdo con el modelo de la naturaleza- que en la revolución violenta.
El darwinismo sirvió también para fortalecer las ideas racistas que, ya en 1853, había expuesto ​Gobineau​ y
que tanta influencia habrían de tener en el desarrollo del imperialismo y del antisemitismo en Europa. Para
Josiah Strong, en Nuestro país: su posible futuro y su crisis presente (1885), la etapa siguiente de la historia
mundial sería la lucha de razas. En el popular libro del inglés nacionalizado alemán Houston Stewart
Chamberlain, Los fundamentos del siglo XIX (1899), se afirmaba la superioridad racial de los pueblos
alemanes, y se animaba a los mismos a mantenerse puros ya que el "cruce destruye el carácter"- y a luchar
por la supremacía mundial. Por último, el darwinismo también tuvo consecuencias sobre las actitudes
religiosas, ya que fue uno de los principales factores del profundo proceso de secularización experimentado
por la sociedad europea de la época. Las creencias se terminaron adaptando a la nueva teoría -el camino de la
creación era más largo y complicado de lo que una interpretación literal de la Biblia les había hecho creer,
afirmaron las autoridades religiosas-, pero del darwinismo se desprendía un orden natural basado en la lucha
por la supervivencia, que poco tenía que ver con la imagen de un mundo dependiente de la providencia
divina, y de un Dios personal, paternal y bondadoso, velando por la existencia de cada uno de sus hijos. El
mismo Darwin terminó rechazando toda idea religiosa y proclamándose "agnóstico" -una palabra creada y
popularizada por T. H. Huxley-. Respecto a la otra gran teoría surgida en el ambiente intelectual positivista,
resulta indiscutible, como dice G. Lichtheim, "el hecho histórico de que Engels fue el factor principal que,
tras la muerte de Marx, dio forma a lo que llegó a conocerse como "marxismo ortodoxo" (..) la principal
tradición del marxismo", con independencia del papel que se otorgue a Engels en la elaboración inicial de la
teoría marxista -semejante o inferior al de Marx-. Especialmente a través del Anti-Düring (1878) -crítica de
Karl-Eugen Dühring, profesor en Berlín desde 1865, idealista y antisemita- y de dos ensayos sobre Feuerbach
(1886) y el materialismo histórico (1882), Engels llevó a cabo una ordenación y simplificación del pensamiento
marxista en una forma que era, por encima de todo, científica. El desarrollo histórico se presentó como algo
necesario, objetivo, acerca del cual podíamos tener una certeza semejante a la proporcionada por las leyes
biológicas de Darwin. El proceso histórico que para Marx era consecuencia de la interacción entre la teoría y
la práctica y cuya finalidad era la total transformación de la condición humana, su definitiva liberación-, se
convirtió en manos de Engels en un proceso estrictamente determinado por la base económica de la sociedad.
En esta elaboración influyeron, por una parte, la necesidad de hacer accesible la teoría a las masas socialistas
que, sobre todo en Alemania, empezaban a llenar el partido socialdemócrata; por otra, el ambiente intelectual
de la época tan intensamente cargado de positivismo, del que Engels no supo distanciarse. Las consecuencias
fueron importantes: "aunque según J. Droz- la asimilación del marxismo (..) fue siempre muy superficial en
la socialdemocracia (..) la consolidación de la influencia de Marx, a través del Anti-Düring, proporcionaría la
base teórica en la que se apoyó el partido durante la dura prueba de las leyes de excepción". Sin embargo, el
empobrecimiento de la teoría, vaciada de todo contenido filosófico, y convertida en una versión pronto
anticuada de la fe positivista, identificada exclusivamente con una parte de la sociedad, impidió que el
marxismo pudiera contener el empuje irracionalista de los años 1890, "y contribuyó a provocar -según
Lichtheim- el divorcio entre el movimiento obrero democrático y la tradicional visión idealista de la
"intelligentsia" de clase media, que más tarde explotaría el fascismo con tan nefastas consecuencias".

Escuela de Annales y materialismo histórico. Oposición a la tradicional división


cronológica.

- Tienen una visión totalizadora derivada de la ampliación de métodos y del análisis de temas marginales.
- Braudel (representante de Annales) propone un nuevo esquema basándose en su concepción rítmica del
suceder histórico.
- El materialismo histórico, de filosofía marxista, aplica un esquema basado en los modos de producción.
Sistema esclavista, feudal y capitalista.
- El estudio tradicional de la historia se halla teñido de un amplio eurocentrismo.
● Se creía realizar una historia universal cuando en realidad era europea.

​El positivismo.
- Debe su impulso a Ranke.
- Interpreta el hecho histórico como realidad aséptica y objetiva.
- Para hacer historia basta con dejarse llevar por los documentos. Se renuncia a la interpretación.
- Recibió críticas de Croce, Spengler, Toynbee.

El materialismo histórico y la escuela de Annales.

- El materialismo histórico se opondrá radicalmente al positivismo.


- Alejado del stalinismo tiende a definir adecuadamente las categorías históricas: modo de producción,
formación económico-social, relaciones de producción
- La escuela de Annales se sitúa a cabeza de la nueva metodología. (Tema 21).

Para muchos la "escuela de Annales" ha sido el movimiento historiográfico más importante del siglo XX.
Ciertamente ha compartido con el materialismo histórico, y con sectores neopositivistas significativos como la
New Economic History, lo que se ha dado en llamar la "revolución historiográfica del siglo XX", que hoy
algunos quisieran borrar de la historia de la historiografía, pero justo es reconocer la preeminencia de
Annales en cuanto a organización y radicalidad en el combate contra la vieja historia ("historizante",
positivista, acontecimental), que le ha supuesto una enorme irradiación internacional en el pasado siglo,
debida también a su capacidad para generar amplios consensos asumiendo como propios enfoques como la
historia social de origen marxista o el cuantitativismo neopositivista.

La escuela francesa sustituye la decimonónica historia política, biográfica y narrativa, por una historia
económica, social y mental, con pretensiones de historia total, propuesta por Marc Bloch y Lucien Febvre
cuando fundaron la revista Annales en 1929, tarea continuada por Fernand Braudel (entre 1956 y 1968) con
un enfoque estructural y economicista, y culminada, finalmente, por Jacques Le Goff y otros (entre 1969 y
1989) desarrollando la historia de las mentalidades, posiblemente la aportación más original de la nueva
escuela francesa. La derrota de Alemania, cuna de la historiografía positivista, en las dos guerras mundiales
creó las condiciones geopolíticas para el triunfo internacional de la nueva historia francesa, cuya influencia es
fundamental, tanto en su versión "annaliste" como marxista, para comprender la renovación de la
historiografía española en los años 60 y 70.

Hoy la escuela de Annales no existe. Hubo un intento de resucitarla, en 1989, con la propuesta del "tournant
critique" impulsada por Bernard Lepetit (muerto prematuramente en 1996) pero fracasó, dándole en parte la
razón a los críticos como Hervé Coutau-Begarie y François Dosse que, en los años 80, decían que la revista y
las instituciones que se crearon a su alrededor, habían abandonado los postulados fundadores e iniciado una
deriva conservadora. La pérdida de influencia de Francia y del francés a causa de la globalización dificultan,
por lo demás, su improbable renacimiento en el siglo XXI. Otros países y escuelas han ido pugnado desde
finales de los años 70 por tomar el relevo de la escuela francesa del siglo XX, cuyo patrimonio es, desde hace
tiempo, de todos los historiadores y cuyo ejemplo ha nutrido nuevas plataformas historiográficas como la red
Historia a Debate que coordinamos, nacida en España en 1993 y cuya presencia, dentro y fuera de Internet,
alcanza ya más de 40 países.

En los años 90 del pasado siglo ha comenzado un cambio de paradigmas historiográficos que precipitó, entre
otras cosas, la mencionada crisis irreversible de Annales pero que, en nuestra opinión, no invalida el interés
de muchas de sus propuestas que han pasado a formar parte del capital historiográfico acumulado. Partimos
de la base -rectificando a Tomas S. Kuhn- de que las "revoluciones científicas" son, en realidad, una mezcla
de rupturas y continuidades, es por ello que somos contrarios a construir la historiografía del siglo XXI
volviendo al siglo XIX, haciendo tabla rasa de las cruciales contribuciones historiográficas del siglo XX, cuya
pertinencia futura, naturalmente, habrá que afirmar o desmentir, reformar o rectificar, según los casos.

Algunos de los paradigmas y enseñanzas de los ahora viejos Annales que interesaría recordar y poner al día
al construir, autocriticamente, la historiografía del siglo XXI:

1) Su crítica a la historia tradicional que hoy vuelve por sus fueros con una inusitada fuerza en la
investigación y la enseñanza de la historia. Véase si no el auge de la biografía y la historia acontecimental (el
primado de la cronología, se dice). Hoy se acepta que la nueva historia se excedió, para imponerse
académicamente, en su crítica al positivismo, pero la vuelta sin más a la historia de los "grandes hombres",
las "grandes batallas" y las "grandes instituciones" (por ejemplo, las historias últimas de la transición
española) es mucho peor porque, apartando a la historia de las ciencias sociales, se amenaza su
profesionalización, devolviendo la historia al seno de la literatura. Por eso sigue siendo útil, para el futuro de
la historia, que los alumnos sigan leyendo viejos libros como "Combates por la historia" de L. Febvre o
"¿Qué es la historia?" de E. H. Carr.

2) Su ejemplo como escuela historiográfica con 60 años de organización colectiva, creación de instituciones,
intervención pública e innovación permanente. Frente a la tendencia academicista al individualismo pesimista
engendrada en los años 80, hay que recordar que los grandes historiadores del pasado lo fueron también por
representar escuelas o tendencias historiográficas, más incluso, diríamos, que por su genio individual. En la
historiografía, como en la historia, el futuro lo construyen los que se agrupan para pensar la historia que se
investiga o se enseña, para debatir, para llegar a consensos e intervenir. Además, si esto no lo hacemos los
propios historiadores, lo harán otros por nosotros, como ha sido en el caso del "debate de las humanidades"
desarrollado en España por iniciativa política.

3) Su apuesta por una historia total, concepto de origen marxista pero difundido por Annales. A la
fragmentación de los temas, métodos y escuelas, de los años 80 ha sucedido una globalización de la economía
y la información, la política y la cultura, a la cual la historiografía no puede ser ajena: afecta a los
historiadores porque afecta a la historia. Ha nacido una nueva dimensión de la historia global como historia
mundial, y son precisas nuevas tentativas de enfoques globales de la investigación, la enseñanza y la
divulgación de la historia. Para lo cual hay que abandonar la fallida definición de los nuevos historiadores de
la historia total, como un "horizonte utópico", que sirvió de coartada para una historia cada vez más
fragmentada.

4) Su poco academicista definición del oficio de historiador como un profesional que tiene que servir, como
investigador y docente, a los hombres de su tiempo. Bloch y Febvre decían que hay que comprender el pasado
por el presente y el presente por el pasado, que el historiador no es un anticuario y debe nutrirse de la vida
que le rodea, que la historia ha de servir para que la gente viva mejor, etc. Los historiadores de los terceros
Annales, Jacques Le Goff, Georges Duby o Emmanuel Le Roy Ladurie, lograron algo muy difícil: que
algunos de sus trabajos de investigación (de períodos no contemporáneos) llegasen a un público muy amplio.
Compromiso social y alta divulgación, conexión academia-sociedad, pasado/presente/futuro: ahí está una de
las claves del triunfo de Annales.

Precisamente, la perdida de influencia pública en los últimos años de la historia en Francia en favor de la
sociología o la filosofía, tiene que ver con una desconexión con la sociedad, que ilustra lo que decíamos antes:
la escuela de Annales se ha acabado junto con el siglo XX, pero, como el Cid Campeador, puede ganar
todavía batallas después de muerta.

Las grandes corrientes historiográficas en el siglo XX.


El positivismo.
- Pretendía la formación de una ciencia social que no se confundiese con las naturales, pero que aprovechara
sus aportaciones.
- Comte expuso las reglas de una historia científica: estudio de documentos, no intervencionismo del
historiador en el planteamiento de problemas, formulación de hipótesis e interpretación de los hechos.
- El conocimiento basado en las fuentes es el saber por excelencia.
- Ranke propuso exponer las cosas como ocurrieron, con imparcialidad y sin involucrarse.

​El marxismo.
- Su contribución se manifestó en tres campos: la filosofía, el análisis de sistema capitalista y las ciencias
sociales.
- Surgió como reacción al sistema de relaciones sociales impuesto por la burguesía.
- Atacó al capitalismo elaborando un método que aplicó al estudio de la sociedad a través del tiempo.
- Como consecuencia expuso la teoría de las etapas dominadas por un modo diferente de producción.
- Entendía la evolución humana a través de etapas de progreso definidas por la naturaleza de las relaciones
de producción entre los hombres.
- Marx introduce el concepto “clase social”.
- Su posició viene dada por la relación existente respecto a la propiedad o no de los medios de producción.

​El historicismo​.
- Es una reacción antipositivista.
- Centraron su atención en el método y se adentraron en la cuestión de la especifidad histórica de la sociedad.
- La Historia debía ser estudiada como una experiencia vivida. (Dilthey).
- Rickert establece un dualismo entre ciencia cultural y ciencia natural.
- La natural extrae leyes, la ciencia cultural se ocupa de lo individual y no puede extraer leyes.
- Como conclusión defiende que la historia es una construcción mental creada por el hombre.

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