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El autor comienza el artículo explicando que la gran batalla dialéctica entablada entre la
Trotaconventos y la monja Doña Garoça se desenlaza en las coplas que van de la 1499 a la 1506, en
la cuales la medianera desaparece para dar paso al protagonista-narrador del desenlace. Puede
pensarse, agrega Álvarez, que en dicho desenlace, la Trotaconventos ha de triunfar en su maestría
de alcahueta. En efecto, cuando en la copla de transición entre el episodio anterior de la dueña
devota (1321-30) y el de doña Garoça (1332-1506) la alcahueta se presenta al protagonista del LBA
(libro buen amor) diciendo “fe a que buen amor qual buen amiga buscolo” (1331), la vieja se está
identificando con el sintagma “buen amor” cuyo significado no es otro que la profesión a la cual se
dedica; esto es, la mediación en lograr para sus clientes masculinos la fruición del amor carnal y los
placeres materiales de la vida ofrecidos por las dueñas.
En este sentido, el autor sostiene que sorprende la inversión semántica del sintagma “buen
amor” en relación con la definición que el mismo tiene en el Prefacio: “el buen amor de dios e sus
mandamientos”. Dicha inversión reside en no llamarse “loco amor”, también definido en el
Prefacio: “el amor loco del pecado del mundo”. La vieja, por lo tanto, se define como “buen amor”
porque resultaría contra-producente que una alcahueta desacreditara tan gratuitamente su oficio y,
por ende, su persona. Sin embargo, su empresa es la del loco amor, al aconsejarle a su cliente:
“amad a alguna monja creed me de consejo”.
El nuevo amor que la alcahueta le propone al protagonista del LBA reside en ciertas
cualidades inherentes a las monjas: no se casarán, el amor lo mantienen en secreto y lo hace
duradero, regalan al amigo con manjares, etc. La Trotaconventos habla con experiencia porque ha
servido a las monjas, según alega, por unos diez años y, en cuanto a doña Garoça, la había servido
en particular.
Siguiendo con su análisis, Álvarez explica que, seguidamente, se produce un giro inusitado
en la posición asumida por Doña Garoça en contra de la alcahueta y de sus fines, al pedirle a la
alcahueta que describa al arcipreste y luego al acceder a entrevistarse con su cliente. En otras
palabras, Doña Garoça ha accedido de repente, tras una larguísima y tenaz oposición, a un
acercamiento puramente verbal con el dicho arcipreste. El autor sostiene que pueden ser varias las
razones que haya tenido la monja para esto. El que haya solicitado una descripción del arcipreste
pudiera deberse a que se arrepintiera. También, puede pensarse que, al escuchar su descripción, la
moviera a conocerlo un sentimiento de compasión ante la figura repulsiva descrita por la alcahueta.
En cualquiera caso, la monja tiene suficientes motivos para creer que el propósito que ha animado
tal acercamiento es de naturaleza sexual, debido a la tercera que lo propicia tanto como a los
consejos que ésta le da. Además, el contexto sexual del desenlace se insinúa, desde otro punto,
cuando el protagonista le envía a la monja una misiva con la esperanza de que “puede ser que de la
fabla otro fecho se syga” (1497d.)
En relación a este episodio, el autor sostiene que es fundamental para esclarecer la tesis
general del LBA, dado que es el único pasaje en toda la obra en que se dramatiza la antítesis el
amor loco del pecado del mundo/ el buen amor de dios e sus mandamientos, encarna os
respectivamente por el protagonista del LBA y por la monja Doña Garoça. Este pasaje expone como
pocos el vector goliardesco-amor cortés que informa todo el poema, a la par que revela cómo el
goliardismo y la cortesía amorosa quedan totalmente trascendidos.
Por otro lado, el autor analiza la copla 1503 y afirma que la expresión poética de los dos
primeros versos y del primer hemistiquio del tercero denota su filiación con el amor cortés, ya que
de acuerdo con dicho código amoroso la dama recibe a su amador como a su servidor, quien se
consagra a ella con exclusiva fidelidad. En el segundo hemistiquio del tercer alejandrino se
especifica que todo es “con dios en lynpio amor”. Además, para no dejar lugar a duda de que lo
cortés tanto como lo goliardesco están transcendidos por lo divido, se añade que Dios fue su guía
(1503d.) durante su relación limpia con la monja.
La copla 1504 amplifica lo anterior al especificarse en qué consiste ese bien que recibe el
amador y reiterándose el carácter ascético religioso de su relación con Doña Garoça. La oración y la
abstinencia son la buena obra hecha por la monja y el bien recibido por su servidor.
Finalmente, las coplas finales del desenlace imponen una lección moralizante incontestable.
Indudablemente, las religiosas pueden desviar su amor divino hacia el profano “amor del mundo”
(leasé “el amor loco del pecado del mundo”) y en tal caso dichas monjas son peligrosas, falsas,
perezosas y embusteras. Su auténtica consagración, según el narrador protagonista, debe ser
dirigirse al amor de “rogar a Dios con obras piadosas” (1505b.) Es decir, las monjas deben
dedicarse a rendir culto a Dios y al amor de sus semejantes, haciéndoles obras de caridad. Por otro
lado, en los dos primeros versos de la copla 1506, el protagonista lamenta la muerte de la monja
porque así concluye la buena obra de ella y queda desamparado. El autor sostiene que debe
observarse que ahora la dueña no se califica de fermosa (1500c.) sino de buena (1506b.),
evidenciándose ese desarrollo de lo narrativo del desenlace en que el acento puesto en lo físico se
desplaza hacia lo espiritual.
Por otro lado, la antítesis goliardesca blanca rosa/ velo prieto se constituye en el núcleo
simbólico de la dialéctica del desenlace y del episodio general de Doña Garoça. En primera
instancia, la antítesis destaca la dicotomía de la monja entre sus carnes blancas y el velo oscuro que
la esconde y protege, tensión entonces entre la carnalidad y la espiritualidad de Doña Garoça. Más
el simbolismo es asimismo bisémico porque era carne se metaforiza de blanca rosa, la cual remite a
la abstinencia y a la pureza de su vida consagrada al buen amor de Dios, en tanto que el velo prieto
apunta a la atracción intrínseca del hábito, como símbolo de las monjas, para el amor mundano.
Esta bivalencia, señala el autor, se halla también a nivel del desenlace entre las expectativas
iniciales del triunfo del amor loco y la resolución a favor del buen amor divino.
En conclusión, el desenlace del episodio de Doña Garoça tiene una estructura externa tripartita:
Finalmente, el autor concluye afirmando que la dialéctica que recorre todo el LBA entre el
buen amor de Dios y el loco amor del mundo culmina y se resuelve en el desenlace de este episodio
en el cual el loco amor, el goliardismo y el amor cortés han resultado transcendidos por un con dios
el lynpio amor.