En nuestra práctica se insiste en la necesidad de no buscar beneficio al sentarnos, de no perseguir
algún tipo de experiencia sicológica ni tratar de anular los procesos mentales mediante la voluntad. No obstante, con frecuencia encontramos personas que, al poco tiempo de haber iniciado la práctica, se sienten desilusionadas por no poder apagar el “discurso interior” y de encontrar con frecuencia mucho barullo mental durante su práctica. Es muy importante entender que en zazen no tratamos de controlar o suprimir los pensamientos. Al igual que la lluvia, el canto de los pájaros o los ruidos de la calle, los pensamientos son expresión de la realidad total de la vida. El maestro Dogen dijo: “La totalidad de la existencia, la totalidad del universo existen en cada momento del tiempo. Nada se aparta ni se queda fuera del universo en este preciso momento”. Nunca hemos estado separados del ser universal, pero cuando nos identificamos con los pensamientos, nos aislamos, anteponemos la barrera de las obstrucciones mentales (kleshas). El Buda enseñó que hay pensamientos, pero no un yo que piense.
Lo importante es simplemente sentarnos sin buscar nada. Si abandonamos la práctica es porque
no entendimos que no hay un objetivo más allá de estar sentados despertando a la intimidad con todo. Aprender a coexistir con los pensamientos soltando la identificación. No hay avance ni retroceso, sólo despertar momento a momento. Esto es zazen, y no, alcanzar algún estado psicológico o alguna experiencia espectacular. “La mente ordinaria es la Vía” dijo el maestro Baso. Despertar a la maravilla de “lo simple” es la máxima expresión de abandonarnos con confianza a la realidad última. Si no hay expectativas no puede haber desilusión. https://www.facebook.com/NirgunaBrahmanNoDualidad/photos/a.555332078011304/93119649 3758192/?type=3&theater